Gestion Pública Monografía
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CURSO:
GESTIÓN PÚBLICA
TEMA:
PRESENTADO POR:
DOCENTE:
NOVENO
PUNO – PERÚ
2021
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL
ALTIPLANO FACULTAD DE CIENCIAS
SOCIALES
ESCUELA PROFESIONAL DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL
AGRADECIMIENTOS
GESTIÓN PÚBLICA 2
1.- INTRODUCCIÓN
Gestión pública es gestión con las limitaciones derivadas del carácter público del cometido. Parece
una definición, pero no lo será hasta que se establezca qué se entiende por "gestión" y qué p o r
"limitaciones derivadas del carácter público del cometido". Se distinguirá entre gestión como práctica
y Gestión como conjunto de disciplinas prestando especial atención al papel de la Economía, que por
naturaleza debería integrar gran parte de la Gestión.
La forma de abordar la gestión pública vendrá dada por la manera en que gestión se defina y por la
forma de interpretar las limitaciones a la gestión pública. Dado que, erróneamente, los tres términos
que con mayor frecuencia se asocian a la idea de gestión pública son los de "limitación del tamaño del
sector público", "privatización", y "desregulación", se analizará por qué estas asociaciones no deben
efectuarse ineludiblemente. Es por ello que el presente trabajo busca explica desde los fundamentos
básicos de la gestión pública hasta la importancia de este en las diferentes organizaciones asimismo
los modelos y ciclo de la gestión pública.
La gestión pública es una especialidad que se enfoca en la correcta y eficiente administración de los
recursos del Estado, bajo esquemas de transparencia, eficiencia y eficacia, a fin de satisfacer
plenamente las necesidades de la ciudadanía e impulsar el desarrollo social y económico del país.
Constituye un nuevo modelo de administración que se obligan a aplicar las entidades de Estado que se
enfoca principalmente al servicio del ciudadano.
2.1.- Es Gestión Pública es gestión con las limitaciones derivadas del carácter público del cometido.
Gestión refiere, según el contexto, tanto una práctica (gestión con minúscula) como un conjunto de
disciplinas (Gestión con mayúscula). Se considera la gestión como práctica y como disciplina, con
particular atención al papel de la Economía. (VicenteOrtun,2010)
2.2.- Es la nueva forma establecida por el Estado para resolver los problemas estructurales y de
gobierno de las entidades de la administración pública, que está compuesta por la ejecución de un
conjunto de actividades de organización, gestión por procesos y simplificación administrativa, cuyo
resultado redunda en una mejor atención y servicio a la ciudadanía.
3.1. El fundamento: la ética pública. La ética de fines o ética pública aquí defendida es aquella que
acoge los valores básicos de las diversas concepciones éticas y morales, depurados a través de la
deliberación y del test de razonabilidad, y los desarrolla en un sistema institucionalizado, fundado en
el respeto mutuo. Es ética toda actuación que se basa en principios y valores que no pueden ser
rechazados razonablemente por ningún ser humano que busque la cooperación.
Esta ética pública se expresa normativamente en los derechos humanos. Y tiene como fundamento la
dignidad de la persona humana. Todo fin que respete y promueva la efectividad de los derechos
humanos es éticamente correcto. Todo fin que atente contra dicho marco de lo correcto no supera el
test de eticidad. En suma, los fines políticos son aceptables éticamente si respetan las bases morales y
19 los principios de justicia deliberativamente consensuados.
Más aún, los fines deben promover la efectividad en la vida real de esos principios, en concreto: la
dignidad de la persona humana, la deliberación, sobre todo para la definición de las bases
constitucionales y los fundamentos de las políticas públicas, la autonomía de la persona humana y la
auto legislación, y los máximos niveles de igualdad y libertad para hacer de la deliberación un
procedimiento justo.
Este marco de lo correcto arriba señalado implica para los empleados públicos el respeto de cinco
principios: 1. Los empleados públicos1 tienen la obligación de facilitar, en el marco de sus
competencias, la participación y la deliberación en torno a los proyectos normativos y las decisiones
públicas fundamentales, más aún, deben promover el libre encuentro de pareceres, con independencia
de que los resultados lleven o no al consenso. Obviamente, este principio es más sencillo de realizar
en los niveles locales que en los niveles nacionales de gobierno, y más en políticas sociales que en
políticas de seguridad pública.
2. Los empleados públicos han de hacer de la defensa y promoción de los derechos humanos el pilar
de su toma de decisiones. Este principio, junto al siguiente, llevan a defender que los empleados
públicos deben respetar el marco constitucional democrático e intentar hacerlo efectivo a través de las
políticas y decisiones públicas.
3. Los empleados públicos deben promover y respetar la democracia, único régimen compatible con
las ideas de ética pública esbozadas. Cuanta más calidad tiene una democracia más reales y efectivos
son los principios éticos antes esbozados. De ahí que deba preocuparse, también, por la calidad de la
democracia y el buen funcionamiento de sus instituciones.
5. Los empleados públicos deben buscar el interés general, respetando el marco democrático y
jerárquico de decisiones, pero sin obviar su capacidad de juicio y crítica basada en la defensa y
promoción de los principios de la ética pública.
1 ciertamente, la mayor o menor vigencia de estos principios dependerá del nivel de responsabilidad
del empleado, a mayor responsabilidad, mayor vigencia.
2 Una decisión pública fundamental es aquella que afecta a la autonomía y dignidad de la persona,
con independencia de su número. A partir del respeto a esos principios, deberán introducirse los
valores instrumentales (“técnicos”) para concretar las decisiones. Estos valores instrumentales se
pueden situar en torno a dos grandes polos. El polo eficacia, que incorporaría valores como: eficacia,
eficiencia, jerarquía, coordinación, calidad, simplicidad. El polo legalidad-objetividad, que
incorporaría valores como: legalidad, neutralidad, responsabilidad, imparcialidad.
En todo servidor público, como ser humano, existe una conciencia, una justificación de sus
decisiones, una identidad y una responsabilidad y para conseguir que dichas elecciones tengan la
máxima integridad moral surgen los códigos de conducta, como instrumentos de reforzamiento de la
conciencia colectiva, como reflexión en voz alta para ayudar en la elección. No obstante, los códigos
también surgen para informar a los empleados públicos de lo que pueden o no pueden hacer. A tal
efecto, es sorprendente conocer que una gran parte de las irregularidades que cometen algunos
administradores públicos es fruto de la ignorancia y no de la mala fe.
En el Servicio Nacional de Sanidad británico, tras una encuesta a 2600 miembros de juntas, se
descubrió que casi la mitad de éstos creían que era posible firmar contratos antes de tener una
autorización, o que era correcto infringir reglas si era en interés del servicio, según el Informe Nolan,
de 1996. En todo caso, es importante recordar los límites de los códigos éticos. Para empezar, su
ambigüedad, sobre todo si se quedan en el ámbito de la mera definición de valores. Los valores que
han de guiar la conducta del responsable público, no dejan de ser patrones de deseabilidad; un mismo
valor puede servir de punto de referencia a un gran número de normas y conductas específicas.
Además, un peso excesivo de un valor plenamente aceptado puede entrar en conflicto con otro valor
también plenamente deseable.
Por ejemplo, el valor legalidad puede entrar en conflicto con el valor eficacia. La respuesta a los
dilemas éticos no puede ser universal y permanente, por el contrario, es individual y contingente; y
fruto en última instancia, del ejercicio de la virtud aristotélica de la prudencia, o capacidad de
conectar los principios generales a la realidad concreta. De ahí la importancia de la reflexión personal
y del aprendizaje para buscar y encontrar dicho justo medio.
En todo caso, es importante que los códigos tengan un conjunto de normas suficientemente
delimitadoras de conductas deseables y rechazables.
Mediante estos sistemas se gestionan las materias que se le encargan a una institución por ley, y
se ejecutan a través de sus órganos de línea originándose los servicios que le corresponden a
la institución.
Los Sistemas Administrativos tienen por finalidad regular la utilización de los recursos en
las entidades de la administración pública, promoviendo la eficacia y eficiencia en su uso.
Los sistemas administrativos tienen relación con las funciones de administración interna que se
ejercen en apoyo al cumplimiento de las funciones sustantivas, están referidas a la
utilización eficiente de los medios y recursos materiales, económicos y humanos que
intervienen el ciclo de la gestión pública para la provisión de servicios públicos. Son
funciones de administración interna las relacionadas a actividades tales como: planeamiento,
presupuesto, contabilidad, organización, recursos humanos, sistemas de información y
comunicación, asesoría jurídica, gestión financiera, gestión de medios materiales y servicios,
entre otras. Se ejecutan a través de sus órganos de línea, apoyo y asesoría, según
corresponda.
Atendiendo a estas características podemos afirmar que el gerencialismo clásico propone un sistema
organizativo que incorpore incentivos económicos, como instrumento de motivación, y que se articule
jerárquicamente para que sea posible un control efectivo que garantice el cumplimiento de las
instrucciones y la eficacia de la organización.
Según afirma C. Boix, este sistema garantista unido a la supremacía del legislador y a la organización
jerárquica permiten minimizar la discrecionalidad de la Administración y garantizar los derechos
votados en el Parlamento. Además, maximizan la seguridad jurídica, crean economías de escala,
minimizan la posibilidad de fraude, establecen un sistema cuya predecibilidad y credibilidad reducen
los costes de información y transacción y permiten el desarrollo de una economía industrial, urbana y
moderna.
La NGP surge a finales de los años ochenta e inicios de los noventa. Las ideas principales de este
nuevo sistema se centran en intentar acercar la producción pública a los procedimientos de producción
privada, pero sin trasladar directamente sus métodos, como propone el gerencialismo, sino adecuando
estos métodos a la producción pública dadas las peculiaridades que esta plantea.
La NGP incluye una serie de instrumentos, en ocasiones contradictorios, que proceden del sector
privado y principalmente de la Public Choice y del gerencialismo si bien reconoce expresamente la
especificidad del sector público.
Public Choice, (elección privada) se asienta sobre un gobierno representativo y propone la supremacía
de éste sobre la burocracia. Considera que ésta última persigue su propio interés que se concreta en la
maximización del presupuesto en lugar de tratar de alcanzar la máxima eficiencia posible, por ello
propone acercar la Administración al ciudadano. Las ideas económicas que maneja permiten predecir
con bastante fiabilidad el comportamiento humano ya que la economía emplea métodos deductivos.
Además, parte de la idea de centralización como medio que permita la organización y control directos
del sector público de modo que se pueda asegurar que las políticas han sido implementadas
correctamente.
Gerencialismo, critica la burocracia por su excesiva reglamentación y considera que el mejor sistema
es el de la gestión privada. Se centra en los resultados, pero tiende a sobrecargar de prioridades al
sector público. Según este sistema la responsabilidad recae sobre el burócrata y no sobre el político.
Sus ideas principales parten de la base de la descentralización extensiva, la delegación y la
desregulación.
La NGP pretende aumentar el funcionamiento productivo de las organizaciones públicas para lo cual
pretende mejorar la gestión de recursos humanos y hacer un mayor uso del sector público para
promover un sistema más eficiente, competitivo, seguro y abierto que permita la privatización de
bienes y servicios y para desmantelar monopolios y otras protecciones de los productos.
Sus principales postulados son:
Descentralización y especialización, es lo que se denomina “disgregación del sector público”
permite reducir el tamaño de las organizaciones. A este instrumento responde, la política de
privatización y el contracting out o contratación externa de servicios. De este modo el sector
público no produce directamente bienes y servicios, sino que garantiza la provisión de los
mismos a través del sector privado, el cual se muestra más eficiente respecto de los procesos
productivos. La descentralización permite dotar a las organizaciones de poderes de decisión
en el ámbito de su especialidad de modo que se evita la lentitud e ineficacia burocráticas que
quedan excluidas del control parlamentario y además implica una reducción del tamaño de las
mismas lo que las hace más asequibles para los ciudadanos y más eficaces ya que su cercanía
a los ciudadanos hace que sean más sensibles a las necesidades de estos y les atiendan más
adecuadamente.
Desregulación de amplios sectores de actividad, esto implica la introducción de las reglas de
la competencia o bien organizar la producción a través de concursos competitivos y liberalizar
los mercados de modo que las organizaciones compitan entre si para captar recursos y
clientes.
Jerarquías aplanadas, se trata de acercar los organismos a los lugares donde se producen los
problemas de modo que se suavicen los problemas de organización que se originan en la
macrodimensión. Esto permite minimizar los retrasos tanto en el conocimiento de las
necesidades de los administrados cuanto en la solución de los problemas y la adopción de las
políticas correspondientes. Se agiliza todo el proceso y se evitan todos los “ruidos “internos.
La información se articula de forma reticular y se desarrolla la correspondiente asignación de
responsabilidades.
Desburocratización y ruptura del monolitismo, se crean unidades especializadas
independientes de pequeño tamaño que disponen de una organización interna propia y están
vinculados a las estructuras centrales mediante contratos presididos por criterios de
racionalidad económica.
Desmantelamiento de la estructura estatutaria, este sistema característico del funcionariado
dificulta la competencia, es demasiado rígido por lo que dificulta la innovación y potencia
escasamente la motivación del personal y presenta un exceso de solidaridad corporativa. Al
desmantelar esta estructura se dota al personal de una mayor movilidad lo cual permite
optimizar los recursos humanos. Además, se introducen mecanismos de incentivo que se
basan en la valoración individual de cada trabajador. Por último, implica operar cambios en la
gestión de recursos humanos en un intento de mejorar la adecuación entre el trabajador y el
puesto de trabajo ya que se puede despedir al personal que no cumpla con sus tareas.
Orientación al cliente, el consumidor es considerado como un cliente que demanda los bienes
y servicios facilitados, aunque de un modo indirecto, por el sector público. La actividad
pública se orienta hacia los resultados, el control del output y los procedimientos de control
están orientados a satisfacer al cliente. El cliente ejerce un control sobre la unidad
administrativa en tanto que su relación con ella repercute en la financiación de los servicios
públicos ya que el sector público trata de lograr que el cliente ejerza su poder de compra si
estar conminado al pago de los impuestos. Esto es así cuando se trata de bienes que son
susceptibles de intercambio en el mercado. El cliente por su parte reclama calidad de modo
que se plantea la posibilidad de que el cliente y la Administración intercambien puntos de
vista o expectativas mutuas.
Incorporación de las técnicas de evaluación como norma, mediante la incorporación de
indicadores adecuados, estas técnicas permiten conocer el grado en el que se han alcanzado
los objetivos propuestos y permiten orientar la acción pública hacia la maximización del
bienestar colectivo. Se trata de compatibilizar la economía con la eficacia y la eficiencia.
Cambios en la cultura organizativa y en la cultura de los empleados públicos, La
Administración trata de ofrecer un servicio de calidad para ello la NGP pretende mejorar la
prestación formal y el grado de respuesta y atención o cobertura de las necesidades de los
ciudadanos. Para alcanzar este objetivo es necesaria la modificación de la estructura de la
Administración Pública de modo que se creen distintas unidades unas encargadas de
funciones de control y garantía y otras encargadas de la prestación de servicios en el interior
de la Administración, otras que ofrezcan servicios a los clientes, etc. Para realizar estas
modificaciones es necesario incorporar nuevas técnicas y conocimientos y articular el proceso
de trabajo de cada unidad como un proceso de producción y no como un proceso
administrativo.
Según la OCDE estos son los principales cambios operados por la nueva gestión pública:
Mejoras relativas a los recursos humanos
Impulso a la participación de los trabajadores en el proceso de toma de decisiones
Atenuación de los controles sobre el funcionamiento pero determinando unos objetivos que
guíen el mismo
Empleo de la tecnología de la información
Servicio a los clientes
Considerar que los usuarios deben pagar por los servicios ofrecidos
Privatizaciones
Desregulación de los monopolios
Si atendemos a estos cambios podemos afirmar que la NGP se caracteriza por centrar su labor en el
output de la actividad pública y los demás cambios y modificaciones son consecuencia de esa línea de
acción. Por tanto la acción de la NGP se centra en la consecución de unos objetivos concretos que
requieren:
El desarrollo de una estrategia que permita a la organización determinar unos objetivos
Elaborar programas que orienten su acción a la consecución de esos objetivos
Articular una estructura y un presupuesto basados en sus programas de actuación
Desarrollar los mecanismos necesarios para evaluar el funcionamiento de la organización y la
consecución de los objetivos
En definitiva, la NGP trata de introducir en la acción de la Administración técnicas gerenciales
propias del sector privado pero prestando atención a las particularidades propias del sector público
como por ejemplo las dificultades para individualizar los productos de la acción administrativa o para
identificar el grado de rendimiento de esa acción.
La transformación de la Administración se opera en una doble vía: por un lado el sector público se
acerca a los mecanismos del sector privado en materia de personal, salarios y métodos de actuación
(down group) y de otro lado se disminuyen los límites de actuación que la rigidez de las reglas y
procedimientos de actuación imponen a la acción de la Administración.
Los principales cambios que ha sufrido la Administración son:
Contracting out, se produce la desagregación de tareas de modo que es posible externalizar las
mismas. Consiste en la provisión indirecta, por parte de la Administración, de los bienes y
servicios a través del sector privado.
Tendering, se fomenta la competencia entre los entes públicos y entre estos y las empresas
privadas y organizaciones no lucrativas que concurren a la oferta de un determinado servicio
público
Descentralización de la provisión, se produce un acercamiento de la Administración al
ciudadano que ha pasado de ser un usuario a convertirse en un cliente que como tal puede
optar entre distintos proveedores.
Modificación de las técnicas presupuestarias, para tratar de dotar a los servicios públicos de
una mayor transparencia y aumentar la eficiencia de los fondos de la Administración.
Ahora bien, las reformas operadas por la denominada NGP implican ciertos peligros:
Excesiva especialización, la excesiva fragmentación de las tareas puede producir la creación de
pequeñas unidades de gestión especializadas únicamente en una materia, ello implica una serie de
problemas:
Pérdida de capacidad para afrontar problemas complejos y políticas con objetivos múltiples
Mayor independencia de las unidades de gestión respecto de las instituciones centrales que
puede llegar a dificultar su control y le exigencia de responsabilidades.
Fragmentación de la demanda, que dificulta la consideración de los problemas colectivos,
tales como la igualdad o la solidaridad, que nadie está dispuesto a asumir personalmente.
Descoordinación, la multiplicidad de unidades de gestión puede derivar en cierta
descoordinación ya que los clientes deben desenvolverse en una “ jungla” de organizaciones
que se encargan de resolver distintos problemas interrelacionados entre si.
Los críticos de la Administración Pública conviene en la imposibilidad de hallar un modelo de gestión
único y eficaz capaz de solventar todos los problemas que plantea la gestión pública.
La necesidad de reformar la Administración crece en el contexto de la crisis fiscal del Estado ya que
se hace necesaria la adopción de medidas para controlar los presupuestos, reducir el coste de los
servicios, desregular actividades de las empresas privadas, etc. La NGP ha introducido la innovación
como medio para mejorar la gestión pública y ha adoptado una serie de medidas tendentes a la
adopción de procedimientos propios del sector privado pero considerando las particularidades propias
de la gestión pública que impiden su implantación directa como proponía el gerencialismo. A pesar de
las innovaciones existen problemas pendientes de solución:
Los proyectos públicos exigen la realización de un gasto que supera el año por lo que será
necesaria una presupuestación plurianual. La estrategia adquiere gran relevancia.
Las estructuras demasiado extensas pueden generar grandes deseconomías de escala por lo
que sería preferible estructurar la Administración en unidades de menores dimensiones
especializadas en determinadas materias de modo que se sitúen cerca del ciudadano y puedan
dar una respuesta más ágil a sus necesidades.. Pero la necesidad de una estructura
fragmentada debe conciliarse con el mantenimiento de mecanismos de control que eviten los
problemas propios de una ecesiva fragmentación (dispersión, duplicidad de tareas, ausencia
de instrumentos de atribución de responsabilidades, etc.) Además en nuestro país se suma la
organización territorial descentralizada con sus ventajas e inconvenientes. Para conciliar
fragmentación y control será necesario desarrollar la gestión de tal modo que los objetivos
queden determinados en términos de rendimiento, orientar la gestión pública hacia los
resultados, formular políticas públicas propias y encontrar fórmulas que aumenten la
responsabilidad de las agencias. Igualmente será necesario mejorar los sistemas de incentivo
al personal, para asegurar un rendimiento elevado y valorarlo de forma individualizada.
La gestión de los recursos humanos, actualmente se organiza según un sistema vitalicio y de
promoción por antigüedad. Mediante la incorporación de los métodos propios del sector
privado se podría evolucionar hacia un sistema basado en el rendimiento, la movilidad y la
posibilidad de acceder a otros puestos de trabajo más interesantes. Esto supondría crear una
nueva cultura profesional en la que la Administración se encargará de dirigir y gestionar el
factor humano.
Logro de los objetivos propuestos, es necesario aumentar la productividad del sector público
y la atención que éste debe prestar a las necesidades de los “ clientes”. Para alcanzar este
objetivo será necesario centrarse en la consecución de unos objetivos (output) y para ello se
tienen que elaborar programas de actuación, adecuar a ellos la organización y
presupuestación, crear mecanismos capaces de controlar el funcionamiento de la organización
y el nivel de consecución de los objetivos.
Privatización, en un entorno de presupuestos austeros y control del déficit público es
necesario proceder a la privatización ya sea mediante el contracting out o mediante el
tendering.
Fluidez de las comunicaciones, es necesario que los ciudadanos puedan ejercer un control
más directo de la actividad pública al tiempo que los funcionarios trabajen interactivamente
con los políticos de modo que la acción pública sea más ágil y más sensible a las demandas y
necesidades de los ciudadanos.
Los ciudadanos, que ahora actúan como clientes o usuarios, demandan al sector público un número
creciente y diversificado de bienes y servicios. La Administración se hace cargo de aquellos que por
su carácter no lucrativo no son atendidos por el sector privado y compite con este por la producción y
provisión de determinados bienes y servicios, por ello es necesario que aplique procedimientos
propios del sector privado que permitan a la Administración aumentar su productividad, calidad y
eficacia. Pero la gran cantidad de demandas que debe atender ha provocado una expansión excesiva
del sector público que dificulta la elaboración de unas pautas de actuación de común aplicación a
todos los campos y unidades de gestión.
Por otro lado, el contexto social y económico ha cambiado notablemente. Nos encontramos ante una
situación de globalización e internacionalización de la economía y de la sociedad en la que los
cambios demográficos producen graves alteraciones económicas y sociales, los empleos son de
distinta calidad, la alta tecnología y los servicios desempeñan un importante papel en el crecimiento
económico, los Estados están aquejados de grandes endeudamientos acrecentados por los
desequilibrios presupuestarios motivados a su vez por las etapas recesivas de los ciclos económicos,
etc.
En este contexto es necesaria una nueva reforma de la gestión pública de modo que otorgue una
mayor relevancia a los resultados obtenidos y otorgue mayor responsabilidad a los gestores.
En definitiva, es necesario que la Administración Pública adopte un papel de supervisión y se someta
a las reglas de competencia para poder reducir costes y mejorar la calidad de sus servicios.
Los objetivos principales se refieren a otorgar una mayor relevancia a los objetivos alcanzados y a la
relación calidad-coste del servicio y mejorar el traspaso de competencias para alcanzar mayor
flexibilidad y reforzar la responsabilidad y el control de modo que se conceda un mayor protagonismo
al cliente. Estos objetivos derivan del principio de competencia e implican la introducción de
mecanismos de mercado y la asociación entre el sector público y el sector privado.
Para conseguir transformar la acción pública y orientarla hacia estos nuevos objetivos es necesario
encontrar un punto intermedio entre las reformas globales y las reformas parciales, para lo cual
debemos considerar las siguientes cuestiones:
Alcanzar coherencia y complementariedad entre los valores de legalidad, solidaridad, ética,
responsabilidad y eficacia del sector público
Asumir las consecuencias que se derivan de la separación entre los actores de los procesos de
adopción de decisiones, de la financiación y de los actores de la gestión de los servicios
públicos.
Las diferencias en la actuación y configuración entre los órganos centrales y los órganos
periféricos en el seno de la Administración Pública.
Buscar el apoyo que sea necesario.
La necesidad de compatibilizar la mundialización, la descentralización y la participación en la
gestión pública.
El nuevo modelo de gestión pública debe plantearse la prioridad de alcanzar los objetivos propuestos
y reformar la cultura pública de modo que sustituya el sistema burocrático por un sistema más flexible
y descentralizado que gire en torno al trabajo en equipo y a la introducción de mecanismos de
mercado.
Para alcanzar los objetivos propuestos es necesario dotar a los gerentes de una mayor autonomía y
flexibilidad en el uso de los recursos financieros y humanos de manera que la desconcentración de
tareas apoyada en la consecución de resultados y en la responsabilidad de los gerentes posibilite una
autonomía operativa. Además, la introducción de mecanismos de mercado posibilita la reducción de
la demanda, el ahorro de recursos, la obtención de una mayor eficacia y una mejor relación calidad-
coste así como la creación de indicadores de resultados adecuados.
Webgrafía:
file:///C:/Users/HP/Downloads/2674-Texto%20del%20art%C3%ADculo-11150-1-10-
20181204.pdf (gestión pública perspectiva histórica, Javier Iván Saravia Salazar
Universidad Nacional Mayor de San Marcos)
https://www.sistemaspublicos.cl/wp-content/uploads/2018/02/Modelos-de-gesti
%C3%B3n-p%C3%BAblica-implicancias-para-la-planificaci%C3%B3n-evaluaci
%C3%B3n-y-control-de-gesti%C3%B3n-del-Estado.pdf (modelos de gestión pública,
Mario Waissbluth)
http://www.gestionypoliticapublica.cide.edu/num_anteriores/Vol.XIV_NoIII_2dosem
/06ARELLANO.pdf (la nueva gestión pública, David Arellano y Enrique Cabrero)