Antropologías Del Siglo XX - Juan de Sahagún Lucas
Antropologías Del Siglo XX - Juan de Sahagún Lucas
Antropologías Del Siglo XX - Juan de Sahagún Lucas
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HERMENEIA 5
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c9-'?ed.
SEGUNDA EDICIÓN
.
EDICIONES SIGUEME - SALAMANCA - 1979
BIBLIOTECA
flP. Capuchlnhoa
li. Bibliografía sobre E. Mounier La antropología hermenéutica
Conilh, J., Emmanuel Mounier, P.U.F., Paris 1966.
Charpentreau, J. - Rocher, L., L'estbetique personnalisted' Emmanuel Mounier,
de P. Ricoeur
Ouvrieres, Paris 1966.
Díaz C. Mounier, ética y política, Edicusa, Madrid 1975; Personalismo
obrero' Zero Madrid 1969. A Carlos Díaz corresponde el mérito indis- Manuel Maceiras
cutible de propagar el pensamiento de Mounier en los ambientes
más diversos, echando mano de todos los medios a su alcance.
Díaz, C. - Maceiras, M., Introducción ai personalismo actual, Gredos, Ma-
drid 1975.
Domenach, J. M., Mounier según Mounier, Laia, Barcelona 1973.
Guissard, L., Emmanue! Mounier, Barcelona 1965.
Maritain, J. - Mounier, E., Correspondance, 1929-1939, presenté par J. Pe-
tit, Desclée de Brouwer - Seuil, Paris 1973.
Moix, c., EI pensamiento de Emmanue/ Mounier, Estela, Barcelona 1964.
Nicastro, L., La rivoluzione de Mounier, Thomson Editore, Ragusa 1974.
Rigobello, A., 11 contributo filosofico di Emmanuel Mounier, Fratelli Rocca,
Roma 1955.
Varios, Esprit (decembre 1950), número especial dedicado a Mounier en
que colaboran: Ricoeur, Lacroix, Marrou, P., Fraisse, ent~e otro.s.
Varios, Le Nouveau Planête (septembre 1970), numero especial dedicado
a Mounier. I. INTENcróN Y MÉTODO
Varios, Mounier de Nouveau: Esprit (avril 1970).
Winock, M., Histoire politique de Ia Reuue «Esprit», Du Seuil, Paris 1975.
Paul Ricoeur nace en Valence, Francia, eu febrero de
1913. En Ia Sorbona de París obtiene Ia agregation en 1935.
Tras su matrimonio, en el mismo ano, se dedica a Ia en-
sefianza de Ia filosofía. Durante Ia guerra es hecho prisionero
por Ios alemanes. Terminada Ia guerra ensefia en el colegio
Cevenol, centro dependiente de Ia iglesia reformada de Fran-
cia, a Ia que Ricoeur pertenece. Miembro del Centro Nacional
de Investigación Cientifica, comienza Ia publicación de sus
trabajos más importantes a partir de 1946. En 1952 sucede en
Ia cátedra de historia de Ia filosofía a Jean Hyppolite en Ia
universidad de Estrasburgo. En 1956 se traslada a Ia Sorbona
y allí ensefia hasta 1906. Con Ia apertura de Ia universidad de
Nanterre (1956) se ofrece con gusto para trasladarse a aquella
universidad de banlieu, donde permanece hasta hoy.
Tras los acontecimientos de 1968, Ricoeur es nombrado
decano. Su figura era, sin duda, Ia más propicia para una mi-
sión de «reconciliación y arbitraje» entre Ias fuerzas, antagó-
nicas con frecuencia, que se enfrentan en toda universidad y
que mayo de 1968 hizo salir a luz. Su gestión, basada en Ia
sinceridad personal, en el trabajo responsable, en el repudio
de todo dirigismo de Ia cultura y de Ia investigación, en Ia con-
dena de los intereses solapados, en el rechazo de todo falso
reformismo, en Ia convicción de que «es necesario aliar Ia
audácia constante de Ias reformas a Ia dinámica de Ia revolución»,
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no pudo menos que fracasar. Su libertad de espíritu, su bondad, preconcebida. Se requiere, en consecuencia, una precomprensión
su perspicaz intuición, exigían de todos un compromiso de- prefilosófica que se preste a Ia reflexión, puesto que no hay
masiado profundo y una acción tan sincera que no era precisa- filosofia sin presupuestos; ella vive de 10 «que se ha compren-
mente 10 que interesaba ni aios integristas ni aios revolucio- dido ya sin ser reflexionado». La filosófía debe ser, por eI con-
narios, dentro y fuera de Ia universidad de Nanterre. trario, un comienzo radical en cuanto al método. De él es plena-
Su dimisión en marzo de 1970 1, sanciona inequivocamen- mente responsable y de su rigor no puede dimisionar. Por eso
te, no una gestión más o menos acertada, sino que es símbo- Ia obra de Ricoeur adquiere complejidad cada vez que un nuevo
lo incuestionable deI fracas o de unas instituciones convertidas problema se presenta. EI rigor deI método reclama el recurso
en monumentos de Ia reiteración y de Ia burocarcia, encara- a temáticas colaterales (Freud, lingüística ...) que son el escalón
das con Ias exigencias de un revolucionarismo irresponsable 2. de una trayectoria unharia.
Conflicto de instituciones, conflicto de edades y de intenciones, La complejidad se ordena en torno a Ia unidad temática que,
que Ricoeur afronta con decisión, también en su obra teórica, a su vez, experimenta un alejamiento progresivo de Ias posi-
aunque consciente de que Ia solución no será puntual ni per- ciones iniciales, sin que elIo suponga su abandono. Un mo-
sonal. La solución estará en el empeno de una acción sincera mento de su obra reclama el siguiente y supone el anterior.
que va, en 10 personal y en 10 colectivo, deI reconocimiento de Todos sus libros marcan esta progresión; incluso los artícu-
Ia necesidad dei ser en eI mundo, ai compromiso en Ia aventura los, no menos importantes, vienen a establecer el nexo temá-
de Ia creatividad sin límites a que está llamada Ia persona. Su rico o Ia ampliación esclarecedora dentro de su preocupación
obra se amplía, en consecuencia, más alIá deI ámbito de Ia fi- única: Ia comprensión del hombre.
losofía profesional. Los temas políticos, educativos, religiosos
y económicos inquietan a Ricoeur no como segundos, sino
como Ia nervatura de Ia propia filosofía. Su obra es Ia evidencia 11. FENOMENOJ..OGÍA Y EXISTENCIALISMO
de una modernidad responsable que adquiere significado sólo
en Ia intención de comprensión de Ia existencia personal, coirn- Como toda su generación, Ricoeur llega a Ia filosofía cuando
plicada absolutamente en eI mundo. Como otros muchos, Husserl y Bergson han consumado su magisterio; ]aspers,
también Ricoeur recibe su «matriz filosófica» 3 de Ia entraàa- Heidegger y Marcel, a su vez, reúnen inquietudes muy dispa-
ble invitación de Mounier. res en torno a Ia temática existencial. Su preocupación de [u-
Con eI profesor Aranguren diremos que «Ia figura de Paul ventud, que ya no abandonará, en contacto con Gabriel Marcel
Ricoeur es una de Ias más eminentes y rigurosas de Ia actual y bajo Ia inspiración de Husserl, consistirá en «explorar el reino
filosofia francesa» 4. La finura analítica de su obra demuestra de Ia experiencia viva y de sus significaciones» 5. Dei existen-
tanto su eminencia como su rigor, además de una amplísima cialismo recibe Ia inspiración de una ontología deI ser enten-
documentación. Filosofía, teología y exégesis bíblica, psico- dido no como forma sino como acto, como «poder de existir
logía, psicoanálisis y lingüística, son dominios que estudia no y de hacer existir» 6. La filosofía, por tanto, no puede empe-
de forma erudita y pasajera, sino con rigor y responsabilidad quefiecerse ni en una metafísica de Ia esencia, ni en Ia fenome-
puestos de manifiesto en su pensamiento creador, ajeno a toda nología de Ias cosas. Kierkegaard es igualmente buen ejemplo 7
reiteración. de un pensamiento clarificador de Ia existencia afincado en do-
EI rigor de su obra se asienta, sin embargo, en el rechazo de rninios periféricos a Ia filosofia que Ricoeur recorrerá con
todo punto de partida aceptado como absoluto y en el repudio provecho. Husserl, el último sobre todo, le impulsa a buscar
de todo afán universalista. Para Ricoeur Ia cornprensión filo- el sentido de Ia realidad a partir deI sujeto y afirmar Ias posi-
sófica se ejerce como eIucidación en eI seno de una totalidad bilidades de su conocimiento a partir dei «mundo de Ia vida».
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Ilustrado por Ia fenomenologia y eI existencialismo, no bién para Ricoeur, siguiendo a Husserl, una función se com-
coincidirá, sin embargo, con ninguno de sus maestros: su fi- prende sólo por su intencionalidad.
losofia va a ser un existencialismo no marceIiano y una feno- La descripción fenomenológica (noético-noemática) tra.s-
menologia no husserliana. . puesta aI obrar, evidencia Ia realida~ recípro~a de 10 voluntário
Sus primeras obras están marcadas por ambas tent~tlva~. y de 10 involuntario. Lo voluntario se entiende como querer
Gabriel Marcel y Karl Jaspers (1947), Karl Jaspers y Ia filosofia originario cuyo sujeto es eI co~ito. Lo involuntario, por eI
de Ia existencia (1948), en colaboración con M. Dufrenr:e, su- contrario, es eI inconsciente indefmido, el carácter finito, Ia ,!atu-
ponen eI acercamiento a una esfera de pro.blemas que concl~rnen raleza invencible, Ia vida contingente, Ia condición corporal... Sin eI
Ia posibilidad de intro?ucir. ~n Ia reflexión conc~pto~ ,exlsten- reconocimiento de tal reciprocidad no será posible Ia compren-
ciales como Ios de alienación, culpa, ser en situacion.i. La sión eidética de Ia voluntad. La reflexión debe contar tanto con
existencia, para Ricoeur, con buena parte deI ~xistencialismo, Ia decisión volitiva como con eI involuntario corporal.
debe pasar por Ia aceptación deI «cu~rpo p~OplO».. ~lla no. es La descripción se orienta en un triple sentido que consti-
subjetividad pura, negativid~d.o contlfigencla. defimt~va.s, sino tuye eI esquema de su obra: en primer lugar, 10 que~ido, el
que es ineludible eI reconocrmiento de Ia r~~ltdad. ~bJe~lva deI proyecto, contiene eI sentido de Ia acción que debo realizar se-
mundo y Ia aceptación deI yo como .afi.rI"?aclon ong1f~.arla, a~n- gún el poder de decisión que yo tengo; en segundo lugar, Ia
que en reIación dialéctica con Ia subjetividad, Ia contlfigencla y acción, Ia obra, que inscribe eI proyecto como algo real, esclarece
Ia negatividad. eI obrar como estructura intencional de Ia conciencia; en ter-
De tales presupuestos nace Ia Filosofia de Ia volunta1 que cer lugar, decisión y ejecución deben pasar por eI reconocimiento
programa en tres partes: eidética, emPirica y poética. La pnI?era de Ia necesidad y de 10 involuntario. Estos diversos aspec~os
se eIabora a partir de Ias estructuras fundamentales deI sujeto, del querer guían, a su vez, Ia descripción de Ios elementos lfi-
con abstracción de Ia realidad deI mal que desfigura Ias formas voluntarios: Ios necesidades se estudian en reIación con Ia
deI obrar humano' éste se estudia en función de Ias solas estruc- decisión a Ia que ofrecen motivos; los «movimientos prefor-
turas fundamentaies. La empirica introducirla Ia. reali.dad deI mados deI obrar», Ias emociones y hábitos, se analizan en reI~-
mal, deI que se había hecho abstracción, ~on ~a eXlg~ncla ?e un ción con Ia moción voluntaria a Ia que favorecen u obstaculi-
cambio de método, puesto que su estudio solo sera posible ,a zan; por último, eI carácter, eI inconsciente, Ia vida y su es-
través de Ios indicios reales deI mal en eI mundo y deI ana- tructura .. " se describen en relación con el consentimiento,
lisis de su Ienguaje indirecto. La poé~ica conc~uiria Ia onto- puesto que a él infieren condiciones inevitables.
Iogia deI sujeto, con un nuevo cam~lO ~e metod?, ya que
incluiria Ia realidad de Ia trascendencia, solo accesible a una
especie de «poética». La c~herencia. de tal proyecto inicia~, si 1. De Ia descripción aI misterio
bien se mantiene, se compltca y obltga a Ricoeur a recorrl~os
marginales, como es eI caso de~ ~s~udio de ~reud o ~~ Ia lin- Pero a 10 largo de Ia descripción fenomenológica un mo-
güística. Hasta hoy, sólo, Ia ~ldet1Ca y la lfitr<;>du.cclOn a Ia vimiento de «superación», de dépassement, se va hacien.do se.n-
empírica han llegado a termino en forma urutana, aun9ue
tiro La descripción no brinda adecuada raz?n. d~ Ia eXls.tencla,
buena parte de su obra alcance Ia temática empírica ~ poétl~a. del yo en situación corporal, que no se objetiviza en mnguna
A Ia eidética de Ia voluntad responde EI uoluntario y el m-
de sus funciones y exige Ia superación de Ia psicologia husser-
uoluntario (1950), que podriamos caliíicar de fenomen<?Iog~a liana. Es así como eI afán de claridad y distinción se siente li-
existencial, en cuanto que pretende extra~r de Ia expenencla mitado e irrumpe Ia invitación de G. Marcel reclamando Ia
vivida los significados y estructuras esenciales de Ia voluntad
conversión de Ia objetividad en existen~ia~ del «proble~~» en
(deI proyecto, deI deseo, de ~a ?eterminación ...), a t~avés ~e un «rnisterio». Misterio que no es «movirruento de evasion y
método esencialmente descriptivo que reporta a Ia intenciona-
exílio» 8 sino reconocimiento de que Ia imposibilidad de in-
lidad deI cogito toda Ia gama de actos intencionales deI sujeto.
ventariar el yo está implicada en Ia urgencia del pensamiento
Reflexionando sobre 10 querido, 10 hecho, podremos alcanzar
Ia comprensión de Ia conciencia que quiere o que hace. Tam-
8. Entretiens, 123; ef. igualmente Le volontaire el I'involonlaire, 18.
128 129
9
ansioso de distinción, heredado de Husserl. Siguiendo tal mo- recurso. Puesto que el mal no se deduce de Ia «eidética» del
vimiento podremos participar en los múltiples debates con- hombre será preciso, por una parte, el recurso a Ias formas
flictivos entre 10 voluntario y 10 involuntario que configuran reales de su aparecer, introduciendo el tema de Ia criminalidad,
el sentido global del misterio de Ia encarnación: conflictos en- de Ia guerra, de Ia explotación, del derecho penal... para esta-
tre Ia decisión y Ia afectividad, entre el esfuerzo, Ia emoción blecer un discurso coherente sobre él. Por otra parte, puesto
y Ia costumbre, entre el consentimiento y el carácter, entre un que no se manifiesta con el lenguaje directo, es inevitable el
enigmático inconsciente y la"indeclinable obligación de obrar recurso a una mítica concreta en cuya interpretación pueda
y estar en Ia vida. Sólo participando en tan singular experien- inscribirse el proceso noético-noemático qpe conduzca del
cia se vislumbra Ia comprensión. lenguaje a Ia conciencia.
El yo está, desde el principio, dividido, en guerr~ ~onsigo La temática empírica no ha sido todavia abordada por
mismo ; tan diáfano y «decidido», como oscuro y condicionado. Ricoeur. Su Finitud y culpabilidad es solamente una introducción
El advenimiento de Ia conciencia arruina su consonancia in- a Ia temática empírica. En Ia primera parte emprende Ia tarea
tima puesto que ella tiende a rele~ar.e~cuerpo al mundo de los de buscar el lugar de inserción del mal en Ia realidad humana,
objetos y a proclamarse como subjetividad pura. Pero el cuerpo de encontrar Ia falla antropológica que 10 hace posible. Guiado
es reacio a toda objetivación y el cogito, a su vez, a toda ten- por Kant y Jean Nabert, Ricoeur continúa Ia dualidad de 10
tativa de evasión idealista. Se apunta así, ya en Ia primera o~ra voluntario y 10 involuntario en Ia dialéctica de Ia despropor-
de Ricoeur, el tema del disimulo, del larvatus prodeo, que eXIge ción humana. Platón, Pascal y Descartes ilustran Ia interme-
aqui Ia participación en el misterio existencial y, más adelan.te, diariedad dei hombre entre Ia finitud y Ia infinitud que 10
impone Ia obligación de una hermenéutica aplicada a los SIg- califican como desigual consigo mismo. Desigualdad que se mani-
nos en los que Ia vida se objetiva para descubrir el sentido de fiesta en Ia situación de perspectiva y circunstancia ineludi-
Ia existencia. bles y Ia afirrnación de infinitud que pretende, en Ia tendencia
La abstracción de Ia culpa es necesaria en Ia descripción a Ia felicidad como objeto de Ia totalidad humana y su deten-
eidética porque ésta sólo puede considerar tas nociones sus- ción en el placer como limite parcial, en Ia aspiración a Ia inde-
ceptibles de ser descifradas en los actosfundamentales del su- finida superación de si mismo y Ia aceptación de Ias tensiones
jeto. Y Ia culpa, aunque real, es un accidente, un cuerpo ex- finitas que 10 mediatizan.
trafio dentro de Ia ontología fundamental 9. Ella no debe con- La categoria primera de Ia antropologia no es Ia negativi-
fundirse con Ia finitud, tal como sucede en el existencialismo, dad, sino Ia apertura; Ia limitación se caracteriza entonces como
para el que ambos términos y realidades tienden a identificarse, una desproporción antropológica generalizada (trascendental,
con 10 cual Ia culpa viene a ser una forma particular de finitud práctica y afectiva) que constituye ai hombre como lábil o ra-
y ésta implica, a su vez, una cierta culpabilidad. dicalmente falible. Labilidad que hace posible el mal en cuanto
Otro motivo exige Ia «epoché» de Ia culpa: si poseemos un ella es ocasiôn o lugar por donde el mal puede penetrar en el
lenguaje directo para designar los rasgos de una ontología hombre, orige« a partir del cual el hombre comete el mal,
fundamental tales como el proyecto, Ia decisión, el «yo puedo»..., capacidad o realización efectiva del mal.
aI mal nos referimos siempre de forma indirecta, a través de EI mal procede de esta desproporción que es Ia labilidad,
metáforas, tales como error, carga, servidumbre, mancha, ata- pero, he aquí su paradoja, no viene al mundo y al hombre sino
dura... que impiden una fenomenología directa e imponen un porque éste 10 pone, 10 actualiza, como los mitos hacen ver;
acercamiento a su realidad por el desvío del camino largo de Ia incluso en el mito adánico, que reporta el mal a Ia voluntad,
interpretación de sus símbolos. Ia figura de Ia serpiente es el símbolo de una anterioridad del
Una vez presente el mal en el discurso filosófico se re- mal, de un «siempre ahí» de su realidad. La visión ética del
quiere, en consecuencia, un cambio de método con un doble mundo -el mal por Ia libertad- no da razón del mal sin
resto, puesto que si, por una parte, el mal entra en el mundo
9. Le volontaire et t'involontaire, 23 ss; cf. F. D. Vansina, La probléma- por el hombre, éste, a su vez, 10 encuentra, de alguna manera,
lique Ipoçhale çhez P. Ricoeur el Pexistentialisme : RevPhLouvain 70 (1972) como previ o en el mundo y en si mismo. Es, pues, necesario
587-619. comprender en conjunto y «como en sobreimpresión el des-
130 lH
luntad, representados por eI mito adánico, eminentemente
tino original de Ia "bondad" y su manife~tación histórica como
antropológico, que acusa al hombre como responsable, y
rnaldad» 10. No es lícito, en consecuencia, especular sobre eI
aquellos que reportan eI origen deI mal a una situ~ción .C(;>O-
concepto deI mal, ni reflexionar sobre .eI mal «ya ahí», fu~ra
flictiva, anterior al hombre, como 10 hacen eI «rmto tragIco
deI mal que nosotros «ponemos» que -a ~u vez- ~os rernrte
de Ia existencia», eI mito deI «alma exiliada» y eI mito deI «dra-
a Ia «historia de Ia salud», Tal es Ia paradoja que esta a Ia base
ma de Ia creación».
de su análisis de Ia simbólica dei mal.
Para Ricoeur, sin embargo, el mensaje simbólico más sig-
nificativo no se encuentra ni en eI mito ni en Ias racionalizacio-
nes posteriores operadas sobre él sino en los J:mb%s primarias
2. La simbólica deI mal
que componen mitos y racionaliz~ciones. Po~ .e~t~ será. pre-
ciso «deshacer el concepto» a traves de un análisis intencional
Nada, hasta eI momento, había planteado problemas lin-
que busque el kerigma simbólico propiamente dicho. EI con-
güísticos especiales. Pero eI pas? de Ia inocencia a Ia. 7ulpa. no
cepto (el concepto de «pecado original» en e.st~ caso) es ya un
es accesible a ninguna descnpcIon, aunque sea empI;I:a, SInO
lenguaje de tercer orden, un falso saber ~ ehmIn~r: Este fals?
que, para ~etec~arIo, se r~q~l.ere eI recurso a. ';lr;ta nunca C0r;t- saber ha sido elaborado sobre Ias narraciones míncas (el mi-
ereta, La simbâiica de/ ma/InICIa Ia tarea de análisis deI lenguaje
to adánico) que, a su vez, son un lenguaje de segundo orden
simbólico deI mal que hace posible un acercamiento compren-
porque en eIlas el poder expresivo deI símbolo se ha. empo-
sivo a Ia voIuntad agente. .. . brecido en Ia narración, con un tiernpo y unos personaJes que
Ricoeur parte deI presupuesto de Ia aceptacion deI len?u~Je
limitan Ia expresividad simbólica; Ia vivencia y Ia realidad deI
como referencial, como noema para remontarse a Ia noesis ;
mal están ya «reducidas» en eI mito a unos modos concretos
presupuesto aquí aceptado sin otra mediación pero que le con-
que Ia desfiguran. EI nivel auténticamente significante se en-
ducirá hasta Ia lingüística y hasta Freud, aleiándole deI pro-
cuentra en eIlenguaje de primer orden, eI de.10s símbo.Ios pro-
yecto inicial. . . •. ., piamente dichos (rnancilla, mancha, esclavitud, destierro ... ),
Ahora bien, el lenguaje simbólico no puede se~ introducido
sin reIación de tiempo o espacio, que hacen referencia sólo a
en eI discurso filosófico tal como apare~e. Es precIso esta?lec~r
Ia realidad simbolizada que se objetiva sólo en eIlos. AI sí~-
una hermenéutica que prepare su «repnse» por Ia filosofia, SIn
bolo podemos entonces defini rIo como «una estructura de sig-
que pretenda por eso ser «una interpretación a1e~orizant~ que
nificación en donde un sentido directo, primario, literal, de-
quiera encontrar una filosofia enmascarad~ bajo .eI, disfraz
signa, por afiadidura, otro sentido, indirecto, secundario, fi-
imaginativo deI mito» 11; ella ~erá una filosofia, una Int~rpreta-
gurado, que no puede ser aprehendido más que a través deI
ción creadora, a partir de los símbolos, manteniendo aI símbolo
sentido primero» 12.
como símbolo y aI mito como mi~o y no como falso logos o
En consecuencia con 10 anterior, eI símbolo debe ser des-
pseudo saber. . ... pojado de toda intención etiológic~ y dotad<? de una f~nción
La primera etapa de Ia hermenéu~lca debe InICIarSe com.o
comprensiva. Lo mismo debe decirse deI mito : deI mito ex-
fenomenología de los símbolos, aI estilo d~ Ia fen0t?e~olog~a
plicación es preciso pasar al mi.to siI?bólic~, que explora .la
de Ia reIigión (Mircea Eliade). Ser~ necesa~la un.a cnterIO,I~gIa
comprensión de un sector de realidad, inaccesible por cualquier
de Ias diversas zonas de emergencIa deI simbolismo (onírico,
otro procedimiento. . . • .
poético, natural) y una tipología de .Ias diversas v~rsi?nes .t.e-
La segunda etapa de Ia hermenéutica C0r;tSISt1~aen partI-
máticas, para establecer luego los nIveI~s de su s~gn~ficac.I0n
cipar en Ia «vida de los símbolos», en eI dinamismo por el
en vistas a encontrar en eIlos Ia capa genumamente slgnIficatlv~,
cual el simbolismo se supera incesantemente, en una herrne-
ajena a toda posterior racionalizaci?n. J?e este m?do, !o~ di-
néutica espontánea, eu Ia que todo símbolo es iconoclasta res-
versos símbolos deI mal aparecen incluidos en mitos tipifica-
pecto a otro. La tercera etapa podemos llamarla ~ra~cenden-
dos en dos grandes clases: aquellos que reportan eI mal a Ia vo-
tal, puesto que el símbolo se convierte en el a prton de una
10. L'homme faillible, 161. 12. Le conflit des interpretations, Paris 1969, 16.
11. La symbolique du mal, 325 ..
132 133
deducción trascendentaI. EI simbolismo nos revela nuestra tipo correspondiente de realidad. La lógica trascendental no se
situación en el ser, que nos interpela en cada símbolo ; al hom- agota en eI a priori kantiano. EI vínculo que hemos estable-
bre 10 comprenderemos mejor siguiendo Ia inspiración sim- cido entre Ia reflexión sobre el yo piemo, yo soy en tanto que
bólica, que es ya lagos. La interpretación deberá reportar a Ia acto y Ias signos diseminados en Ias culturas de este acto de
comprensión ontológica el significado Iingüístico deI simbo- existir abre un nuevo campo de experiencia, de objetividad
lismo. y de realidad» 14. A este campo se remite Ia lógica dei doble
sentido que se justifica por Ia estructura misma de Ia reflexión
puesto que 10 trascendental es un carácter auténtico dei discurso,
lH. REFLEXIóN E INTUICIÓN que es asI genuinamente asumido como vehículo de Ia aprehen-
sión de sl por sí mismo. La «situación» en eI ser, Ias «secuencias
La aceptación del símbolo como a priori se generaliza en Ia razonables», no podrán ser deducidas sino a través de Ia con-
obra de Ricoeur de tal modo que no sólo el simbolismo deI mal, tingencia deI símbolo, apartándonos tanto dei ideal de uni-
sino todo el universo simbólico se convierte en eI «carnino vocidad de Husser! en Ias IlIvestigaciones lógicas, como de Ia
largo», en Ia «vía tortuosa y desviada», por donde podemos apodicticidad deI cogito cartesiano.
acceder a Ia comprensión antropológica. El camino será largo, La temática dei cogito se trasforma profundamente en cuanto
pero -para RiCoeur- es eI único adecuado. Por eso nos dirá: que su afirmación apodíctica es tan cierta como inoperante. La
«Yo apuesto que comprenderé mejor al hombre y aI vínculo reflexión no es intuición, reitera Ricoeur, sino apropiación de
entre el serdel hombre y eI ser de todos los existentes si sigo nuestro deseo de existir, recuperación de 10 que Fichte !lama
Ia indicación del pensamiento simbólico» 13. Su obra pretende el «juicio tético», o acto de ser que subyace a Ias operaciones
mediatizar metodológicamente su apuesta. objetivadas dei yo. El ego cartesiano no podrá afirmar nada más
Ahora bien, entre Ia comprensión de los signos y Ia com- sobre sí mismo si no se mediatiza por Ia crítica aplicada a Ias
prensión de sí mismo se requiere una etapa intermedia: Ia obras y aios actos que son los signos representativos dei acto
etapa de Ia reflexión. Siguiendo a J. Nabert, Ricoeur entiende de existir. EI yo debe pasar de apodíctico a hermenéutico. La
Ia reflexión como esfuerzo, como movimiento de apropiación representación adquiere -de este modo- vigencia no sólo
de si por si mismo, puesto que el hombre no está en poses- como manifestación de Ia cosa (con 10 cual se hace objeto de
ión inmediata de sí mismo. Apropiación y comprensión de una gnoseología), sino que se convierte en manifestación de Ia
si que se ejercen sobre Ia equivocidad propia del lenguaje vida, deI esfuerzo y dei deseo, viniendo a ser objeto de una
simbólico. Equivocidad que trasforma a Ia filosofia de Ia re- exégesis o de una interpretación.
flexión puesto que supone Ia inserción en Ia filosofia de una A esta crítica ai cogito, que proviene de Ia aceptación dei
triple contingencia: contingencia originada en el lenguaje es- simbolismo como a priori, debe aõadirse otra: Ia originada en
cogido, en Ia cultura a Ia que éste pertenece y en Ia interpreta- los grandes maestros de Ia sospecha, Marx, Nietzsche y Freud,
ción peculiar deI intérprete. Así lo reconoce Ricoeur explícita- que afirrnan Ia falsedad como categoría primera de Ia conciencia.
mente y 10 justifica: Ia reIación entre eI yo pienso, yo soy, y Una crítica radical de Ia conciencia debe ser previa, en conse-
los signos culturales no obedece a una lógica de Ia univoci- cuencia, a toda afirrnación dei yo. Aunque Husser! (Medi/a-
dad sino a una lógica del doble sentido, compleja pero no ar- ciones cartesianas ) ya reconoce Ia disociación teórica entre el ca-
bitraria. Esta lógica se·justifica por eI carácter a priori del sim- rácter cierto dei cogito y el carácter dudoso de Ia conciencia,
bolo, que no se remite a una lógica formal sino a una lógica es necesario superar su posición teórica a través de una medita-
trascendental «entendiendo por lógica trascendental eI esta- ción sobre Freud que radicalice en Ia práctica Ia crítica ai falso
blecimiento de Ias condiciones de posibilidad de un dominio cogito. La conciencia, de posesión y certeza primera, debe con-
de objetividad en general; Ia misión de una lógica de este vertirse en tarea, en telos a alcanzar, en lugar de !legada. No es
tipo es Ia de hacer surgir, por vía regresiva, Ias nociones pre- punto de partida puesto que e!la es, antes que nada, falsa.
supuestas por Ia constitución de un tipo de experiencia y de un
13. La symbolique du mal, 330. 14. De I'interpretation, essai sur Freud, Paris 1965, 59.
134 135
AI desafío psicoanalítico contra Ia certeza inmediata de Ia Ia ilustra con un tipo de interpretación que parte de su elimi-
conciencia podriamos también afiadir el de Ia semiología. Para nación o abandono.
Ia lingüística, aI menos en sus primeras formulaciones estruc- Con el reconocimiento del objeto va implícita «una con-
turalistas, Ia génesis del signo no requiere precisamente un su- fianza en ellenguaje: Ia creencia de que el Ienguaje que vehicu-
jeto, sino solamente una diferencia sobre Ia que se establezca lan Ios símbolos es menos hablado por los hombres que ha-
el sistema diferencial que constituye Ia lengua, disociada del blado aios hombres ... Yo debo decir que esta confianza es Ia
acto del sujeto hablante, o habla. que anima toda mi investigación» 15. Confianza que encuentra
La ontología a que puede aspirar Ia filosofia hermenéutica en el símbolo una «verdad» que reclama Ia realización plena
no será, en consecuencia, una ontología, o una antropología, de su intención significante (Ia die Erfullunt, de Husserl) diri-
separada, unitaria, definitiva o explicativa de modo apodíctico. gida al sujeto como mensaje e interpelación. Como el Iogos
Ella no podrá ser elaborada sino contando con Ia mediación de Heráclito, esta intención significante exige ser oída puesto
simbólica y teniendo presente que, puesto que el yo y Ia con- que, tras los primeros indicios, alumbra un mundo de signifi-
ciencia no son intuición, deben recuperarse a través de Ia in- cado cada vez más amplio. El sentido definitivo será siempre
terpretación de Ios símbolos en Ios que manifiestan. posterior, algo en pos de 10 cual Ia reflexión se afana. EI aná-
Pero una dificultad se hace sentir: Ia interpretación de los lisis deI Dasein procede en Heidegger de una confianza si-
símbolos no es unitaria. El conflicto entre interpretaciones milar 16.
divergentes es legitimo y reclama una misión epistemológica Esta primera cara del símbolo proclama, promesa ... llevará
de arbitraje que Ricoeur impone a Ia filosofía, que se convierte, a Ricoeur a buscar en Ia conciencia una dimensión similar que
por entero, en hermenéutica ilustrada por Ios diversos estilos Ia descubre como algo no definitivo, como sugerencia y posi- .
de interpretación para poder elaborar Ia ontología desea. bilidad de ser. La Fenomenología dei espíritu de Hegel ofrece un
modelo de conciencia progresiva de este tipo que invita a des-
cubrir en el yo una dimensión teleológica que induce a defi-
IV. LA PLURALIDAD HERMENÉUTICA nirlo como 10 que puede ser.
Pero el segundo estilo de interpretación, o hermenéutica
Dos son, para Ricoeur, Ios grandes estilos de interpreta- de «Ia sospecha», es igualmente indispensable para elaborar Ia
tación: uno, el que considera el signo, y ellenguaje en general, ontología de Ia comprensión. Los tres grandes desconfiados,
como disfraz y máscara cuya falacia es necesario reducir; el Freud, Marx y Nietzsche (padre de Ia hermenéutica moderna)
otro ve en el Ienguaje una sugerencia, u~ Iogos que impulsa son unánimes en considerar a Ia conciencia como falsa y aI
a Ia escucha de un mensaje más fecundo. EI primero es desmi- lenguaje como encubridor de su falsedad y de Ia condición
tificador, reductor de falsas envolturas; el segundo, por el alienante que se abriga en Ia noción de sujeto consciente. Será
contrario, invita a una cierta remitificación, a una reinvención necesario, pues, destruir Ias verdades aparentes, acabar con Ios
o reminiscencia de un sentido total involucrado en el sentido ídolos que en el símbolo se albergan y Ie convierten en encu-
aparente. AI primer estilo pertenecen todas Ias hermenéuticas bridor del sentido auténtico. Los tres tienen en común Ia li-
nacidas de Marx, Nietzsche y Freud; al segundo Ias derivadas quidación de Ia ilusión de Ia conciencia, adquirida en Ia escuela
de Husserl. de Descartes a costa de Ia duda sobre Ias cosas; Ios tres nos
De este modo, Husserl sigue estando presente con Ia in- brindan, a su vez, una ciencia mediante del sentido, irreduc-
vitación de volver a Ias cosas mismas, aI mensaje esbozado tible a Ia conciencia inmediata. Difieren en el proceso aI que
en el símbolo. A su vez, se establece con Freud una doble atribuyen Ia formación de Ia conciencia falsa y en Ios métodos
relación: Ia originada en el tema de Ia voluntad, que no puede
marginar a Freud (sea cuaI fuere el grado de aceptación con-
cedido a sus tesis), y Ia que proviene de Ia particular manera de 15. Ibid., 38.
interpretar el símbolo que él introduce. La hermenéutica de 16. Sumamente ilustrativa sobre el tema resulta Ia lectura dei libra
de E. Lledó, Filosofia y lenguaje, Esplugues de Llobregat 1970, que con-
Ricoeur va a continuar siendo fenomenológica, en cuanto tribuye, muy perspicazmente, a centrar el tema de Ia hermenéutica filo-
guiada por el objeto, y antifenomenológica puesto que Freud sófica.
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de descifre que deben serle aplicados, pero son unánimes en neidad. La eliminación, Ia destrucción de Ias falsas evidencias,
querer liberar ai hombre de su falsa seguridad. es tan necesaria para elaborar una ontología del sujeto, como
Ricoeur particulariza eI análisis de Ia hermenéutica reduc- Ia escucha y Ia atención ai mensaje del símbolo. Freud y Hegel
tiva a través de Ia obra de Freud 17. Este no es eI maestro de aparecen entonces como modelos, no necesariamente únicos,
Ias tinieblas sino el exegeta de Ia cultura y dei yo en eI mundo; en que Ricoeur descubre Ia dialéctica arqueología-teleologia
eI psicoanálisis no es sólo una práctica terapéutica sino una que establece Ias bases para Ia comprensión del yo.
interpretación .general de Ia totalidad humana que, como tal,
entra en conflicto con cualquier otra «interpretación dei fenó-
meno humano». V. DIALÉCTICA ARQUEOLOGÍA-TELEOLOGÍA
EI psicoanálisis puede entenderse como una hermenéutica
o exégesis dei sentido aparente que se explica por eI recurso a No pretende Ricoeur yuxtaponer ambos modelos .asignan-
10 latente. En él se reconocen «niveles» psíquicos condicio- do a Freud Ia explicación de una parcela de Ia realidad del yo
nantes que engarzan el lenguaje dei sentido y eI sentido dei y recurriendo a Hegel para descubrir con él Ia comprensión
lenguaje con relaciones de fuerza. EI sentido dei yo y de Ia de Ia parcela complementaria. Tal procedimiento seria Ia cari-
cultura se remiten a una economía energética pulsional. La catura del pensamiento dialéctico. Sólo Ia reflexión entendida
labor dei análisis freudiano pretenderá, en consecuencia una como movimiento de apropiación del yo a través de Ios signos,
sustitución de Ias apariencias en Ia conciencia, educa da en eI hace posible Ia articulación dialéctica. No se trata, pues, de Ia
pri~cipio dei placer, por otra instruida en eI principio de Ia inserción híbrida del discurso freudiano y hegeliano. La filo-
reall~ad. La cultura, a su vez, asimilada por Freud ai sflper- sofía reflexiva, no Freud o Begel, es Ia Ilamada a elaborar Ia
ego, tiende a presentar ai hombre una serie de sustitutos para comprensión del sujeto, cuyas dimensiones los símbolos apun-
hac~r má~ llevadera Ia adecuación ai principio de realidad. Las tan como polaridad de una única realidad. Sólo Ia reflexión
«satisfacciones» culturales no son más que placer sublimado, puede decir que hay un te/os allí donde encontramos un arcbé
que obedece a una economia pulsional, y requieren una labor y viceversa. La comprensión dialéctica es una cuestión de Ia
reductiva y purificadora. filosofia y no de Freud o de Hegel.
Sin que sea preciso coincidir con los contenidos freudianos Para esclarecer Ia dimensión arqueológica, Ia tentativa de
~n su totalidad, 10 pertinente para Ricoeur es Ia urgencia de Ricoeur se sitúa en Ia diferencia que hay entre Ia implicación
Interpelar ai simbolismo personal y colectivo. Sujeto y cultura problemática deI sujeto en el freudismo y su posición apodíc-
est~n, en efecto, vinculados a una realidad fantasmal que re- tica en Ia filosofia reflexiva. Si para Freud y el psicoanálisis Ia
qurere enfrentar ai lenguaje, a los mitos y a los símbolos, re- «semántica del deseo», o mecanismo pulsional, puede ser su-
presentaciones de Ia pulsión, con Ia labor de reducción ai len- ficiente para explicar el campo de Ia experiencia y de Ia teoria,
guaje inteligible en términos de conciencia. Tal estilo herme- sin Ilegar a afirmar el yo, para Ia filosofia reflexiva, por el con-
néutico induce a buscar en eI yo una «arqueologia» condi cio- trario, se impone Ia búsqueda de Ia condición que condiciona
nante, una anterioridad responsable de todo sentido actuaI. tal afirmación puesto que ella parte de Ia afirmación deI sujeto.
Con. Ia instancia reductiva dei freudismo es preciso admitir Pero como, tampoco para Ia filosofia reflexiva, no hay arrehen-
que Ia interpretación no puede sólo limitarse a dar razón de sión directa de sí por sí mismo, Ia reflexión reclama a psico-
Ias expresiones de doble sentido buscando eI sentido segundo análisis como arqueologia del sujeto que contrapone dialéc-
s,!gendo en eI primero, sino que ha de ser, a su vez, elimina- ticamente a una teleología, con Ia irrupción deI horizonte del
ción dei sentido aparente para descubrir ai responsable real de «absolutamente otro», de Ia trascendencia, insinuada por los
su aparecer. Ambos estilos son necesarios, legítimos, cada uno símbolos, pero que no recubre Ia dialéctica arqueología-
en su orden, y ambas funciones -«reconstrucción »y «des- teleología.
trucción» dei símbolo- deben ser llevadas en conternpora- La afirmación del cogito es una primera verdad para Ia fi-
losofia que no puede ser verificada ni deducida y nos remite
17. Respecto a Ia tentativa herrnenéutica de Nietzsche, cf. J. Granier,
a Ia interpretación daléctica. El modelo freudiano, por el con-
Le probléme de Ia vérité dons Ia philosophie de Nietrscbe, Paris 1966. trario, es una contestación definitiva de Ia conciencia como
138 139
origen dei sentido y por tanto dei yo. EI lenguaje se arraiga nadología ai estudiar cómo Ia representación se articula sobre
en eI deseo y es preciso un análisis, una descon:p~sición reg~e- eI apetito.
siva de Ia conciencia que conduce ai reconocimiento deI 1ll- Si en EI voluntario y el involuntario insistia en los indeclina-
consciente como lugar dei sentido y a Ia aceptación deI narci- bles aspectos involuntarios de Ia voluntad, aqui eI cogito aparece
sismo como equivalente freudiano deI falso cogito. De este en una dependencia más radical, que no es percibida en Ia ex-
modo «yo descubro, en eI seno mismo deI ego cogito una pul- periencia inrnediata sino descifrada a través de lo~ sueiíos, de
sión cuyas formas derivadas apuntan hacia algo absoluta.n:ente los mitos, de Ia cultura en general, que se consntuyen como
primitivo, primordial, previo, que Preud llama narcisrsmo representaciones de Ia dirnensión arqueológica y remiten ai
primario» 18. EI deseo es siempre anterior. mismo tiempo a un fondo no representable.
La anterioridad filogenética, ontogenética, histórica y sim- Esta arqueologia reclama, por si rnisma, una teIe?logia,
bólica dei deseo, sitúa ai inconsciente «fuera deI tiernpo» y implícita en eI freudismo, aunque Preud no Ia ~ematlce. EI
hace deI freudismo una reveIación siempre inacabada deI ar- modeIo teleológico más adecuado 10 encuentra Ricoeur en Ia
caísmo, una manifestación de 10 siempre anterior. Anterioridad Penomenología dei espíritu de Hegel. También aqui Ia conciencia
que no es un sirnple modeIo ni un punto de vista metodoló- está habitada por un movimiento de descentram.iento no re-
gico, sino que implica una visión de Ias cosas y deI hombre que gresivo sino progresivo. EUa no se comprende sino en el re-
reconoce ai sum como anterior ai cogito. Es esta arqueologia conocimiento de tal descentrarniento, en el que cada figura del
restringida de Ia pulsión y deI narcisisrno Ia que nos autoriza espíritu encuentra su sentido en Ia siguiente y no e~ I~ anterior.
a hablar deI carácter insuperable deI deseo y encara ai hombre Su exégesis consistirá en reconocerla como mov~mlento «en
con un irreductible e indestructible destino anterior. una progresión a través de todas Ias esferas de sentido que una
Además de Ia arqueología restringida deI ego, Preud tema- conciencia debe encontrar y apropiarse para reconocerse como
tiza Ia arqueologia generalizada dei super-ego, pu~sto que toda un si misrno, un si rnisrno humano, adulto, consciente» 20. EI
Ia teoria freudiana de Ia cultura y deI mundo étICO puede ser hombre se hace, sale de su infancia, haciéndose capaz de un
entendida como una extensión analógica de Ia interpretación recorrido de significaciones que adquieren sentido por eI. mo-
deI sueiío y Ia neurosis individuales. EI super-ego arraiga en eI virniento de totalización que Ias impele a superarse y ennque-
ido Ahora bien, el inconsciente no pasa por entero a Ias repre- cerse; el sentido final es inmanente a cada uno de los momentos
sentaciones en Ia conciencia: 10 que «en eI inconsciente es sus~ significativos anteriores. EI filósofo debe ser f~nomenólog? en
ceptible de hablar remite a un fondo no simbolizable: ai deseo cuanto que se ajusta a 10 que aparece. Pero SI puede decir 10
como deseo. Este es eI Hmite que el inconsciente impone a que aparece es porque 10 vislumbra en Ias figuras ulteriores, en
toda trascripción Iingüística que se pretenda sin resto» 19. EI el avance del espíritu sobre si mismo que constituye Ia verdad.
deseo como deseo permanecerá como realidad irrepresentable, En el recorrido de Ias diversas figuras que forman el espíritu
no susceptible de trascripción, exponente de una arqueologia (en sentido hegeliano) Ia conciencia debe hacerse conciencia
irrecusable. de si, puesto que Ia conciencia que precede aI. movirniento
Para Ricoeur el reconocimiento de Ia anterioridad de Ia dialéctico es sólo manifestación del mundo. EI ejemplo hege-
pulsión en reIación con Ia representación y Ia irreduc.ti~!lidad liano es ilustrador puesto que brinda un contenido a Ia idea
deI afecto a Ia representación, no es nueva en Ia tradición ra- vacía del proyecto existencia. EI yo es creación de si mismo en
cionalista ni, por tanto, exclusiva de Preud. EI problema de cuanto que es movimiento infinito en el que cada término o
Preud es eI de Schopenhauer en EI munâo como voluntad y re- estádio sale de sus posibilidades y limites para enriquecerse
presentaciôn, eI de Espinoza, en eI libro tercero de Ia Eti~a" que en Ia superación. EI yo se hace en su historia, no es sólo des-
se plantea eI problema de cómo los grados de adecuación de tino natural, como apunta Preud, sino promesa y acción que
Ia idea expresan los grados deI conatus, deI es~ue~zo que nos se recupera como un «si mismo» a través del mundo.
constituye. Es, sobre todo, eI problema de Leibniz en Ia Mo- Por su cuenta Ricoeur ternatiza Ia dimensión teleológica
recurriendo a Ia objetividad como constitutiva de sentimien-
18. De / interprétation, 413.
19. tu«, 439. 20. Ibid., 448.
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tos tipicamente humanos susceptibles de ser explicados sin a Ia reflexi6n; horizonte de trascendencia que abre como es-
el recurso ai «retorno de 10 reprimido», como querría Freud. peranza 10 que Ia reflexión pretende cerrar. Dar raz6n cabal,
Es un viejo tema de nuestro autor que Ia última parte del dentro de Ia filosofia reflexiva, de Ia secuencia «arqueologia-
De Ia interpretaciõ«; ensf!Yo sobre Preud analiza pero que es- teleología-escatología»; ~quién puede hacerIo? Para Ricoeur, tal
taba ya presente en EI hombre lábil y en varios de sus primeros pretensión es Ia tierra prometida que empeõa Ia reflexión.
artículos. Somos, nos dice, no sólo por nosotros sino por el Freud, Hegel, Kant, Spinoza, Marcel, Ia fenornenología de Ia
mundo y por los demás. EI análisis de los sentimientos del reIigi6n... sitúan ai hombre en una dimensión que sobrepasa
baber, del poder y del valer manifiesta que su realidad se consti- toda objetivación; él será siempre 10 no inventariable, Por
tuye en el sujeto por Ia relación con un sector del mundo esto Ia ontología será una ontología «militante», Ia ontologia
objetivo. de un acto y no de una forma. Ontología que reconoce el con-
EI hombre se constituye en el baber por Ia interiorización flicto herrnenéutico no como un juego de lenguaje sino como eI
de su relación con Ia objetividad del mundo en cuanto que ésta anuncio real donde se manifiesta Ia estructura ontológica cohe-
puede ser objeto de posesi6n; ai mismo tiempo, puede alie- rente dei ser. En este sentido «Ia hermenéutica es insuperable.
narse en ella configurando Ia esfera de los sentimientos de ava- S610 una hermenéutica, ilustrada por Ias figuras simbólicas,
ricia. EI poder está relacionado con un grupo de sentirnientos puede mostrar que Ias diferentes modalidades de Ia existencia
(ambición, responsabilidad ...) que se configuran como huma- pertenecen a una única problemática, puesto que son finalmente
nos interiorizando Ia relación con Ia objetividad en cuanto los símbolos más ricos quienes asegurari Ia unidad de estas rnúl-
accesible a situaciones de mando y de poder real del hombre tiples interpretaciones; s610 ellos son portadores de todos los
sobre ella; Ia modalidad alienante, formada en torno aI vicio vectores, regresivos y prospectivos, que Ias diversas herme-
de Ia tirania, deriva de esta misma relación de poder. A su vez, néuticas dislocan» 21•. No se trata de Ia disolución dei sujeto de
el valer se constituye en Ia interiorizaci6n de Ia relación con Ia Ia reflexión, como se ve, sino de recuperarIo como herrnenéu-
objetividad en cuanto brinda Ia posibilidad de configurar el tico, cuyo ser se convierte por entero en «ser interpretado».
sentimiento de Ia estima, que reclama ai mundo y aios otros
para constituirse como talo como su derivación alienante que
es el orgullo o Ia vana gloria. VI. HERMENÉUTICA Y ESTRUCTURALlSMO
EI símbolo es el concreto dialéctico que, a través de su su-
perdeterminaci6n, evidencia Ia unidad dialéctica del yo. Uni- Por afán de claridad hemos eludido hasta ahora Ia proble-
dad dialéctica que ni Freud ni Hegel dislocan puesto que Ia. mática Iingüística que subyace a Ia obra de Ricoeur. Su estudio
arqueologia freudiana remite a Ia teleología implícita en sus particularizado desbordaría los límites aqui previstos. Digamos,
mismos conceptos, sobre todo en el de sublimación; Ia teleolo- sin embargo, que toda su obra podría ser repensada aI filo de Ia
gía hegeliana afinca, a su vez, sobre Ia arqueologia implícita temática lingüística que le guia en cada momento.
de Ia vida, que Hegel reconoce como «le depassé indepassable». En La simbólica del mal Ricoeur parte del presupuesto dei
En consecuencia, Freud y Hegel pretenden explicar «todo el lenguaje como referencial y como vehículo encaminado a Ia
hombre», no una parte cada uno de ellos. Ni Preud es el maes- exploración de Ia subjetividad de Ia conciencia. EI mito, el
tro de Ias tinieblas, ni Hegel el de Ia luz. lenguaje simbólico en general, están dotados de una intenci6n
Para Ricoeur, preciso es advertirlo, Ia comprensión de Ia significativa que no se discute a nivel lingüístico sino que se
realidad dialéctica del yo no será nunca adecuada. Si Hegel acepta como previa. En esta primera etapa de su obra, inter-
culmina su Penomenología en un saber absoluto, él se veta tal pretar es el correIativo dellenguaje simbólico: puesto que hay
posibilidad. EI mal está ahí como limite y condición de toda símbolos con doble sentido debe haber interpretación. Etapa sin
comprensión, el inconsciente como testimonio de 10 enig- dudaligada a Ia hermenéutica romântica de Dilthey y Schleier-
mático, el espíritu como 10 siempre inacabado. macher que exige remontarse hasta Ias condiciones subjetivas
Un último elemento impide toda ontologia definitiva. La e históricas de Ia producción dei texto para poder interpretarlo,
dialéctica apunta, pero no engloba, una dimensión escatológica
-el «absolutamente otro»- que es horizonte no reductible 21. Le conflit des interpretations, 27.
142 143
Pero Ia introducción dei lenguaje simbólico acerca a Ri- de Ia interpretación o comprensión hermenéutica, afincado en
coeur a Ia temática lingüística propiamente dicha por un do- el carácter semántico dei discurso.
ble motivo: para discutir sus mismos presupuestos y para De Chomsky acepta eI presupuesto dei poder creativo deI
confrontrar su interpretación dei mito y dei símbolo con Ia espíritu y Ia le~itimidad deI .trasformacionalismo, que confi-
realizada por eI estructuralismo, particularmente por Lévi- guran eI lenguaje como medio de extraordinaria fecundidad
Strauss. . para. Ia exploraci.ón de los pr?ceso~ subjetivos. Si Chomsky
DeI estudio de De Saussure Ricoeur incorpora Ia lección relaciona pensarmento y lenguaje, Ricoeur, como hemos visto,
dei reconocimiento deI texto como un «en sí», independiente de establece uno proceso análogo entre voluntad y lenguaje.
Ia intención de su autor y de Ias condiciones de su producción. La a~encló~ a los aspectos referenciales de todo lenguaje
La hermenéutica no buscará ya Ia convergencia de dos subje- le apr.oxlman Igualmente a Ia escuela inglesa y americana deI
tividades, Ia dei autor y Ia dei intérprete, sino Ia fusión de ho- lengua;e usual, representada por Austin y Searle, cuya insistencia
rizontes, ai estilo de Ia hermenéutica de H. G. Gadamer: eI en ~I ~~rácter polisémico irreductible de los términos y en Ia
horizonte dei texto y eI dei intérprete. EI texto adquiere así variabilídad de los valores semánticos, ofrece una contribución
autonomía e independencia y eI discurso se sitúa en condiciones a Ia hermenéutica dei simbolismo. Además Ia filosofia dei
de isotopía. La hermenéutica se hace de este modo más rigu- le~g~aje usual man~ien~ Ias expresiones de ~ayor poder des-
rosa y científica 22. No se elimina, sin embargo, eI problema dei cripnvo de Ia expenencla humana brindando al análisis fenome-
desplazamiento dei significado objetivo dei texto ai acto per- no lógico pautas lingüísticas. Fenomenología y lenguaje usual
sonal deI intérprete, a Ia apropiación deI sentido. La herrnenéu- pueden y deben fecundarse mutuamente como Ia hermenéutica
tica mantendrá su función de abrir ai ser el Ienguaje que, por pretende. Con elIo Ia lingüística no permanecerá ai niveI de Ias
exigencias de método, Ia lingüística limita ai mundo de los meras distinciones lingüísticas y Ia fenomenología habrá aban-
signos. Se impone, en consecuencia, deslindar en el lenguaje dos d?r:ado toda pret~nsión de Ia intuición directa de Ia experiencia
niveles: eI de Ia estructura, cuyo significado puede ser deducido VIVIda. La tentativa de Ricoeur, como hemos visto, no está
por eI análisis estructural, y eI de 10 que el lenguaje dice, que lejos de tal intención, por eso podemos decir que sus presu-
no puede ser objeto dei sólo análisis estructural y cuyo sentido puestos básicos lingüísticos se aproximan a Ia teoría deI S'peecb-
sólo una interpretación podrá elucidar. Llega así Ricoeur a Ia act de Austin y Searle.
obra de E. Benveniste, quien, desde dentro de Ia lingüística, Roman Jakobson es igualmente estudiado, aceptando de él
elabora los elementos necesarios para distinguir en eI lenguaje Ia. afi:-mación dei proceso metafórico como procedimiento or-
varios niveles, reductible cada uno de ellos a unidades mínimas dIna:-lO dei lenguaje. La obra de Ricoeur adquiere sin embargo
de significación de diverso ordeno EUo permitirá engarzar aná- ~onslstencia propia en eI ámbito de Ia poética con su último
lisis estructural y comprensión hermenéutica. lIbro: La metáfora viva 23. Ocho agudísimos estudios, inde-
Tras Ia dicotomía de De Saussure «lengua-habla», Ia lengua pendientes en eI tema pero coherentes en Ia intención, lIevan
es reductible, metodológicamente, a unidades mínimas de tipo a. reconocer Ia ~etáfora no como sustitución de palabras,
semiológico; Ia función analítica, por tanto, debe dar cuenta Sl!~O como tension entre dos sentidos que produce por sí
sólo de Ia combinatoria a Ia que obedecen, abstrayendo de Ia misma nuevos significados. La torsión metafórica es proceso
significación. Pero en Ia «lingüística dei discurso» de Benve- vivo dei lenguaje; es significación emergente. Como en toda
niste, Ia frase es Ia unidad de significado que, por sí misma, s~ obra anterior, también aqui Ricoeur mediatiza sus conclu-
es siempre predicativa y no agota su significación en Ia es- siones con eI recurso a Ias teorías propiamente poéticas de Ri-
tructura semiológica que le es subyacente. EI orden de Ia sernio- chard, Max Black y Beardsley, además de Aristóteles.
logía está, pues, orientado ai orden de Ia semântica. EI recurso La metáfora es creación en cuyo origen se reconoce «una
a Benveniste será decisivo para Ricoeur puesto que le permite vehemencia ontológica» puesto que si eI lenguaje poético no
mantener eI análisis estructural como legítimo a nivel científico
que, por sí mismo, reclama un niveI analítico de otro tipo, eI 23. Cf. igualmente La mélaphore et le probléme central de I' berméneutique :
RevPhLouvain 70 (1972) 93-112. Cf. también Parole et symbole: Rev Sc-
22. Ibid., 77. Rei 1-2 (1975).
144 145
10
es el de Ia filosofia, el discurso especulativo encuentra su po- cio-culturales distintos representa eI modeIo más significativo.
sibilidad y su solicitación en el discurso poético. EI símbolo En él Ia comprensión hermenéutica está llamada a un trabajo
debe emparentarse con Ia tensión metafórica puesto que ella intelectual que no se agota en eI análisis estructuraI dei texto
clarifica 10 que en él hay de confuso. Pero, a su vez, es necesa- y que debe contar con «Ias tres historicidades: de Ios aconte-
rio reconocer que eI símbolo está arraigado en Ia experiencia cimientos fundantes o tiempo oculto, de Ia interpretación vi-
humana. viente por Ios escritores sagrados que constituye Ia tradición
En Ia reflexión de Ricoeur sobre Ia metáfora viva nos pa- y Ia historicidad de Ia comprensión, Ia historicidad hermenéu-.
rece adivinar algo más que una preocupación lingüística, escla- tica» 24. EI análisis no se reducirá, pues, a encontrar el ordena-
recedora de Ia función dei lenguaje poético. Con su análisis miento sintáctico de un Ienguaje que no dice nada, sino que
apresta, a nuestro entender, los instrumentos metodológicos ne- pretenderá descubrir el discurso significativo dei mito que si,
cesarios para explorar esferas de realidadque su obra vislum- para Lévi-Strauss, nada dice dei hombre, para Ricoeur encie-
bra, pero comprensivamente inadecuadas incluso por medio dei rra eI Iogos rnismo de Ia situación dei hombre en eI ser.
análisis que guió Ia simbólica del mal.
EI tema deIlenguaje en general y del simbolismo en parti-
cular no puede menos de encontrar a Lévi-Strauss. Para Ri-
coeur es en el plano lingüístico donde debe establecerse Ia dis-
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
cusión. Lévi-Strauss, en efecto, siguiendo Ias tesis de De Saus-
sure, Troubetzkoy y Jakobson, parece prescindir dei signifi-
cado dei lenguaje mítico en aras de una labor de descodifica- I. Obras de Paul Ricoeur
ción que reduce eI mito a eIementos mínimos (mitemas) de Gabriel Mareei el Karl faspers, Temps Présent - Seuil, Paris 1947-1948.
orden semiótico y no semántico; su significado se agota en eI Karl Jaspers et Ia philosophie de l'existence, Seuil, Paris 1948 (en colaboraci6n
análisis de Ia combinatoria de los diversos mitemas. EI mito con M. Dufrenne).
no es entonces un mensaje sino un modelo lógico, codificado, Histoire el verilé, Seuil, Paris 1955.
Pbilosopbie de Ia volonlé: I. Le volontaire el I'involonlaire, Aubier-Montaigne,
encaminado a resolver Ias contradicciones en que eI hombre Paris 1950; 11. Finitude el eulpabililé, Aubier-Montaigne, Paris 1960
se encuentra. (trad. cast., Taurus, Madrid 1969): 1.&L'homme faillible; 2.a La sym-
Ricoeur, por el contrario, parte de Ia convicción de que en bolique du mal.
el lenguaje no puede abandonarse eI niveI semántico. EI an~- De I'inlerprélalion, essai sur Freud, Seuil, Paris 1965 (trad. cast., siglo XXI,
Buenos Aires).
lisis estructural será, en consecuencia, légítimo para descubrir Entretiens auec Gabriel Mareei, Aubier-Montaigne, Paris 1968.
Ia estructura lingüística; pero 10 que eI Ienguaje quiere decir- Le confli: des inlerprélalions, Seuil, Paris 1969.
u orden semántico, reclama Ia interpretación hermenéutica que La mélaphore vive, Seuil, Paris 1975.
está ligada a Ia reflexión y se opera, por tanto, a otro niveI dis-
tinto dei cientííico-lingüístico. De sus numerosísimos y extensos artículos citamos algunos:
Insiste además Ricoeur en que Lévi-Strauss, siguiendo igual- Etre, essence et substance ehez Plalon el .Aristote : Les Cours de Ia Sorbonne
mente Ia lingüística sincrónica de De Saussure, trabaja con mi- (1957).
tos en que Ia sincronía es preoponderante y Ia historia (dia- Introducci6n y notas a Ia traducción de Ideen I, de Husserl, Gallímard,
Paris 1950.
cronia) tiene vigencia mínima. Tal es caso de Ios mitos del Philosopher aprês Kierkegaard: RevThPh 13 (1963).
área totémica que Lévi-Strauss analiza. Sin embargo, en los Husserl and Wittgenslein 071 language, en E. N. Lee (ed.), PhenomenoJogyand
mitos dei área helénico-judaica, que están a Ia base de nuestra exislentialism, Baltimore 1969.
memoria histórica occidentaI, hay una carga de diacronia que Evenemenl el sens: Archivio di Filosofia (1971).
los hace significativos a través de su reinterpretación en luga- La métaphore el le probléme central de I'herméneutique: RevPhLouvain 70
(1972). .
res y tiempos distintos. La temporalidad es aquí pieza clave de Phenomenologie et herméneutique: Man and Word 3 (1974).
su poder significante. Estos mitos ofrecen otro tipo de pensa- Science el idéologie: RevPhLouvain 72 (1974).
miento simbólico, que Ricoeur llama «kerigmático» puesto que
Ia pervivencia excepcional dei kerigma judio en contextos so-
24. Le eonflil des interprêtations, 50.
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