La Encarnación Del Hijo de Dios Según San Francisco de Asís
La Encarnación Del Hijo de Dios Según San Francisco de Asís
La Encarnación Del Hijo de Dios Según San Francisco de Asís
1. María y Cristo
Estas sencillas palabras de sus biógrafos expresan el motivo más profundo de la
devoción de san Francisco a la Virgen.
Puesto que la encarnación del Hijo de Dios constituía el fundamento de toda su vida
espiritual, y a lo largo de su vida se esforzó con toda diligencia en seguir en todo las
huellas del Verbo encarnado, debía mostrar un amor agradecido a la mujer que no sólo
nos trajo a Dios en forma humana, sino que hizo «hermano nuestro al Señor de la
majestad». Esto hacía que ella estuviera en íntima relación con la obra de nuestra
redención; y le agradecemos el que por su medio hayamos conseguido la misericordia
de Dios.
Con alabanza desbordante de alegría, Francisco da gracias al Padre celestial por el don
de la maternidad divina concedido a María. Este es el primero y más importante motivo
de su devoción mariana: «Escuchad, hermanos míos; si la bienaventurada Virgen es tan
honrada, como es justo, porque lo llevó en su santísimo seno...» (CtaO 21).
Tal vez esto explique su exquisita predilección por la fiesta de navidad y su amor al
misterio navideño: «Con preferencia a las demás solemnidades, celebraba con inefable
alegría la del nacimiento del niño Jesús; la llamaba fiesta de las fiestas, en la que Dios,
hecho niño pequeñuelo, se crió a los pechos de madre humana».
Si intentamos con todo cuidado explicar la siempre válida significación de este primer
rasgo fundamental de la devoción mariana de Francisco, tendremos primero que
subrayar que él no ve a María aisladamente, separadamente del misterio de su
maternidad divina, que es la que justifica la importancia de María en el cristianismo.
Para san Francisco la veneración de la Virgen quiere decir colocar en su lugar preciso el
misterio divino-humano de Cristo. Hasta podría tal vez decirse, para salvar
ortodoxamente este misterio, que «se ha hecho nuestro hermano el Señor de la
majestad». Por otro lado, bien podemos añadir que, al subrayar con vigor la maternidad
física de María respecto de Dios, se está sin más afirmando el Jesucristo histórico, que,
no pudiendo según la Escritura ser disociado del Jesús resucitado y glorificado, está
presente y actúa operante en la vida cristiana, en la oración, y en el seguimiento. Por
eso, la devoción de Francisco a María carecía de toda abstracción y era todo menos
conocimiento conceptual; ella brota siempre y fundamentalmente de algo que es
palpable por concreto e histórico, y, por consiguiente, de la revelación de Dios que se
manifiesta en hechos tangibles y concretos de la historia de la salvación. Será esto
precisamente lo que posibilitará a la devoción mariana de Francisco su influencia viva
en el futuro de la Iglesia.
Cuestionario: esta hoja debe ser impresa y presentarla para la revisión final del libro.
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