Las Monedas de Lebrija

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Este trabajo trata de poner de manifiesto la iconografía que

aparece en las distintas monedas que se acuñaron en Lebrija entre los


siglos III a. de C. y I d. de C. Trataremos de explicar por qué se utilizó la
imagen de un toro y posteriormente la de un caballo en los reversos de las
cuatro monedas acuñadas. Daremos explicación a las leyendas que
aparecen en ellas, tanto en alfabeto neo-púnico como en latín.

Lebrija, por su situación geográfica, ha sido desde hace mucho


tiempo uno de los enclaves privilegiados dentro del marco geográfico que
ocupa el lago Ligustino y sus esteros. Cuando los fenicios llegan a las
costas andaluzas, concretamente a Cádiz, fundan allí su primera colonia
en suelo peninsular (Gadir), allá por el siglo XI a. de C., puede ser que
Gadir fuese la primera colonia que este pueblo navegante fundara en el
Mediterráneo. Su relación con los pueblos indígenas locales consistía
principalmente en el comercio, ellos traían mercancías que por aquí no
había, como telas, púrpuras, cerámicas, la vid o el olivo, y a cambio se
llevaban oro, plata o estaño. Los fenicios firmaban una especie de contrato
verbal con los pueblos indígenas mediante el cual, se aseguraban las
mercancías que necesitaban para transportarlas a Tiro, su capital. Uno de
esos pueblos indígenas era Lebrija, desde su posición, en lo alto del actual
cerro del Castillo, dominaba el acceso por los esteros a las aguas del
Ligustino, en cuyas orillas se asentaban distintas poblaciones que, al igual

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que Lebrija, entablaron comercio con el nuevo pueblo navegante llegado
del este por el Mediterráneo.

Pronto las poblaciones indígenas comenzaron a adoptar la forma de


vida del pueblo fenicio, su lenguaje y escritura, organización
administrativa de la población, formas de trabajar las materias primas o la
religión. Respecto al nombre primitivo de Lebrija, Bochardt (1599-1667),
interpretó que el topónimo Nabrissa era una adaptación griega del
semítico “Nae-pritsa”, con el significado de “población junto a las aguas”,
haciendo referencia a la ya mencionada situación de la población en los
esteros del lago Ligustinus. Aunque parece que el primer nombre que
recibe Lebrija viene dado por los fenicios, que puede ser lo más probable,
no hay ninguna documentación que pueda corroborarlo fielmente.

A partir del siglo IV-V a. de C., entra en escena un nuevo pueblo de


navegantes llegados del otro extremo del Mediterráneo, los cartagineses o
púnicos (el nombre “púnico” viene por el apelativo “punici”, nombre con
el que los romanos conocían al pueblo cartaginés). Los púnicos eran un
pueblo que llegaba de la colonia fenicia de Cartago, en el norte de África,
y que toman el relevo de los fenicios de Tiro en la colonización de la
Península Ibérica. Los cartagineses afianzan los lazos de unión que los
fenicios habían entablado con los indígenas, y sobre todo, imponen sus
costumbres religiosas, hace aparición la triada de dioses púnicos, Ba’al-
Hammon, Tanit y Melqart. Por medio de la religión se llevó a cabo un
amplio proceso de colonización, no sólo en la adoración a los dioses
púnicos, sino también en lo referente a los distintos templos en los que se
les daba culto a esos dioses. Estos templos y sus sacerdotes tenían tanta o
más influencia sobre la población que muchos de sus gobernantes.

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Fue tan importante la religión como mecanismo de colonización
que, diez siglos después de la llegada de los fenicios a la Península, aún se
les rendía culto a sus dioses, a pesar de la desaparición de la cultura
cartaginesa por la llegada de la nueva potencia del Mediterráneo, Roma.
Esto lo podemos ver en las diferentes acuñaciones monetarias de los
pueblos que ocupaban la Turdetania que acuñaron monedas, entro los
que se encuentra Lebrija.

La relación que Lebrija tuvo con los cartagineses tuvo que ser
bastante extensa desde su llegada a las costas andaluzas, hasta la
expulsión de la Península por los romanos. Silio Itálico en su obra “La
Guerra Púnica” (III, 390), dice lo siguiente de Lebrija: “… De manera
especial brillan las enseñas de la parnasia Cástulo, de Híspalis, célebre por
su estuario y el flujo y reflujo del mar, y de Lebrija, conocedora del tirso
del dios niseo, en la que vivieron los ágiles sátiros y la Ménade que lleva la
sagrada piel de cervatillo para realizar de noche los misterios de Lieo…”.
En el párrafo anterior el autor, poeta y político latino del siglo I, hace
referencia a las poblaciones que acompañaron el ejército cartaginés en su
lucha contra Roma en la II Guerra Púnica, entre los años 218 y 201 a. de
C., y que puso fin a la presencia física de los cartagineses, pero no
acabaron con las influencias religiosas que estos transmitieron a las
poblaciones indígenas de la Península.

Una de las formas de dar culto y demostrar el poder que los dioses
fenicio-púnicos tenían sobre la población era introducir su iconografía en
las monedas que constantemente se tenían en las manos y se veían. Hay
que decir que una de las causas por la que el Imperio Romano perduró
tanto en el tiempo fue que no se involucraron en luchas de religión, es
decir, respetaron el culto a los dioses locales allí donde llegaban siempre

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que estos pueblos respetaran también a los dioses romanes y este culto a
los dioses locales no fueran un peligro para el Imperio. Por este motivo se
puede apreciar la presencia de representaciones iconográficas de dioses
fenicio-púnicos en monedas acuñadas por pueblos de la Península Ibérica
bajo el mandato de Roma, eso sí, la leyenda era latina o, como mucho,
bilingüe, púnico-latina.

Otra causa por la que las monedas emitidas por los pueblos
indígenas con antecedentes púnicos tuvieran iconografía de los dioses
fenicio-púnicos, era que estos dioses, la triada antes mencionada, Ba’al-
Hammon, Tanit y Melqart, tenían representaciones en el panteón de los
dioses romanos. El Ba’al-Hammon fenicio y púnico estaba representado en
la cultura griega como Cronos y en la romana como Saturno, Tanit,
compañera de Baàl-Hammon, era la Astarté fenicia y la Caelesti romana y
Melqart se corresponde en la cultura púnica con el Heracles griego y el
Hércules romano, lo que en cierto modo hacía referencia a las distintas
divinidades romanas.

Las representaciones iconográficas de estos dioses eran muy


variadas, como se puede apreciar en las monedas de las distintas cecas que
acuñaron bajo el dominio cartaginés y posteriormente romano.

Ba’alhammon era un dios adorado por fenicios y cartagineses de


origen cananeo. En el idioma cananeo, Ba’al significa “amo o señor”. Era
dios del fuego, la lluvia, el trueno y la fertilidad. Se representaba como un
hombre mayor, con barba y cuernos. En las monedas era representado
como un toro (en monedas de Nabrissa, Asido, Bailo, Lacipo entre otras),
unas efigie de cabeza masculina barbada (Ursone, Bastele, Castulo o
Iliberri), o como un caballo (Oba, Nabrissa o Sacili).

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Esta imagen representa la figura
del dios Ba’al-Hammon. Es una
imagen del dios entronizado
realizada en terracota sobre el siglo II
a. de C. Se encuentra en el Museo
Nacional del Bardo (Túnez).

Se puede apreciar la cabeza


masculina, barbada, aunque en esta
representación no se le aprecian los
cuernos de carnero, típicos en otras
representaciones del dios.

La figura sedente en un trono indica que es un ser superior, dios de


dioses, como se reflejan en las culturas fenicia, púnica, griega y romana.

Tanit era diosa de la vida y el amor, y al ser diosa de la vida se le


adjudicaba también el ser diosa de la prosperidad, la fertilidad y las
cosechas. Pero esta diosa poseía una rara dualidad, era a su vez diosa de la
muerte y la luna. La Tanit cartaginesa o púnica era la equivalente a la
diosa fenicia Astarté. En las monedas era representada de muy variadas
maneras; un delfín, espigas de trigo, sol, la luna, estrellas, arados,
palmeras (esto estaba relacionado en Cartago con el ámbito funerario),
toro androcéfalo o venera. Al ver la gran variedad de iconografías que
representan a la dios Tanit en las monedas, cada una de ellas en
representación de una de las facetas de deidad de la diosa, podemos
hacernos una idea de la importancia que esta tuvo en el mundo púnico,
tanto en el de los vivos como en el de los muertos.

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Imagen de la diosa Tanit
representada en un busto de la diosa,
realizado en terracota y encontrado
en las excavaciones de la necrópolis
de Puig de Molins, en Ibiza. Por el
lugar donde aparece, una necrópolis,
podemos ver reflejado el poder de
esta diosa en el mundo de la muerte.

Como curiosidad de esta pieza en concreto, hay que decir que tiene restos
de arena volcánica, la cual se encuentra en la falda del volcán Etna, por lo
que lo más seguro es que la pieza llegase a Ibiza desde tierras sicilianas,
que también eran colonia cartaginesa.

El tercer representante de la triada de dioses púnicos era el dios


Melqart, dios agrícola, protector de la navegación, los navegantes y el
comercio. Sus representaciones en las monedas aparecen en forma de;
cabeza del dios con leonté o piel de león, clava (maza que usaba como
arma Melqart, Heracles o el Hércules romano), atún, tridente (aunque este
atributo se le designa al dios Poseidón como dios del mar, también
representaba a Melqart como protector de la navegación), aras o pórticos
que representaban al templo que desde tiempos fenicios se levantaba en
Cádiz (Gadir fenicia) en honor a este dios. La piel de león hace referencia
a la piel con la que se cubría este dios y que adquirió después de cumplir
una de las doce pruebas que tuvo que realizar por mandato de Zeus,
matar al león de Medea.

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Representación del dios
Melqart obtenida de un busto
de piedra caliza pintada,
aunque haya perdido su
coloración, del siglo V a. de C.
que fue encontrada en Chipre.
Actualmente su ubicación es el
Museo Barracco en Roma.

A continuación reproduciremos monedas en las que se puede apreciar


iconografías que representan a los diferentes dioses que hemos
mencionado anteriormente.

MONEDAS CON REPRESENTACIÓN DE BA’AL-HAMMON

Nabrissa Asido

Lacipo Bailo

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Ursone Castulo

Bastele Iliberri

Sacili Oba

MONEDAS CON ICONOGRAFÍA REFERENTE A TANIT

Acinipo Carmo

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Ilipa Magna Osset

Cerit Obulco

MONEDAS QUE HACEN REFERENCIA A MELQART

Gades Lascuta

Searo Carmo

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En las monedas que nos ocupa, las que acuñó Lebrija, aparecen a lo
largo del tiempo distintas iconografías que representan a los diferentes
dioses mencionados anteriormente.

La primera moneda que acuña Lebrija, según Marín Martínez, no se


acuña hasta principios del siglo II a. de C., es decir, varios años después de
acabar la II Guerra Púnica que provocó la expulsión de los cartagineses de
la Península en beneficio de la potente Roma. Pero si se observa la
epigrafía de la primera moneda que se acuña en Nabrissa, se puede
apreciar que el idioma utilizado es el “neo-púnico degenerado” (Ildefonso
Ruíz López), por lo que es probable que se acuñase a finales del siglo III a.
de C., antes o durante la II Guerra Púnica, ya que no creo que Roma
permitiera que una población que apoyó a Cartago contra ellos, aunque
más tarde se firmaran pactos entre ambos, acuñara monedas en las que,
aparte de representar iconográficamente a dioses cartagineses, utilizaran
el alfabeto púnico y no el latín para dichas monedas.

La moneda en cuestión representa en el anverso la cabeza de una


figura humana, parece una cabeza viril, con rasgos bastante toscos,
mirando a derecha. Podría representar la imagen del dios Melqart. En el
reverso destaca la figura de un animal cornúpeta, que aunque existen
varias teorías sobre qué animal es, una cabra, un antílope, un venado o un
toro, está claro que tenemos que decantarnos por este último, sobre todo
al ver la iconografía de las 2ª y 3ª monedas acuñadas por Nabrissa. Esta
figura del toro está mirando a la derecha con posición de salto o carrera.
Encima de la iconografía del toro aparece una leyenda en neo-púnico
degenerado que nos puede ayudar a fechar dicha moneda, como ya
explicamos anteriormente sobre la utilización del alfabeto púnico o el
latín.

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La leyenda es la siguiente:

Según Sáez Bolaño y Blanco Villero, el primer signo en posición


horizontal, es decir, (hay que decir que el alfabeto púnico
deriva de una lengua semita y por tanto al escribirlo no tiene vocales y se
lee de derecha a izquierda), puede representar al topónimo (nombre
propio del lugar), seguido de un punto que lo separa de los signos

Los cuales transcritos del alfabeto púnico sería (b’l), que según sugiere
García Bellido, M.P., podría significar “reunión de ciudadanos”.

Otra teoría respecto al significado de este último conjunto de signos,


es decir, (b’l), es que el signo que representa a la letra (b) podría significar
“ciudad”, por lo que el significado se puede interpretar como “ciudadanos
de Nabriassa” o bien “ciudad de Nabrissa”.

En cuanto a la métrica de esta primera moneda, tiene un peso medio


aproximado de 4 gramos, 15 milímetros de diámetro y su valor sería de
un semis o porción del agoráh en el sistema púnico. El semis como
fracción de una unidad monetaria se introduce ya dentro de la métrica
romana, por lo que es poco probable que ese fuese su nombre, pudiendo
ser el de “mitad”, haciendo referencia al agoráh como unidad.

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Moneda acuñada en
Lebrija en el siglo III a. de C.
Se aprecia la cabeza tosca en
anverso y el toro y leyenda
en el reverso.

En este ejemplar se puede apreciar que en el reverso los cuernos de


la figura que representa a un toro se unen con la leyenda superior, lo que
en un principio pudo confundir, al parecer la cornamenta de un animal
cérvido en vez de un toro, duda que se resuelve al observar las monedas
que se acuñan posteriormente.

Hay que decir que todas las monedas que acuñan los pueblos
indígenas están hechas a partir del siglo III a. de C., y realizadas en
bronce, ya que con estas monedas no se llevaban a cabo pagos de
impuestos ni tratos comerciales a gran escala, para lo que se utilizaban las
monedas fabricadas en oro o plata.

La segunda moneda y la tercera que se acuñan en Nabrissa son una


evolución de la primera. Acuñadas en el siglo I a. de C., mantienen la
iconografía, tanto en el anverso como en el reverso, con un estilo más
depurado que la primera acuñación, en la que tanto la figura humana del
anverso, como al animal cornúpeta del reverso tenían una difícil
interpretación debido al arte tosco utilizado en su acuñación.

Como variante de la primera moneda a las dos siguientes hay que


indicar que la leyenda que antes aparece en neo-púnico degenerado,

ahora está escrita en idioma latino. En un aparece la sílaba NA, y en la


otra la misma sílaba pero, según Sáez Bolaño y Blanco Villero, la leyenda

es N, un anagrama en el que la letra A está formada en el arco de la letra

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N. ¿Podría ser esto un guiño al antepasado púnico de Nabrissa, al tener
que leer de derecha a izquierda para que se pueda entender NA?

Existe otra versión sobre la interpretación de la leyenda, esto se debe


al estado de conservación en el que se encuentran las monedas estudiadas,
en algunas los rasgos de las letras son visibles, pero en otras es difícil su
interpretación. La variante que existe es una sílaba compuesta por las

letras A y N, pero de la forma N donde el último palo de la letra N es

el primero de la letra A.

Lo cierto es que esta leyenda puede hacer referencia a la primera


sílaba del nombre Nabrissa o a la primera y la última letra del mismo,
siendo la primera versión la más probable viendo las leyendas de otras
monedas donde se representa epigráficamente la primera sílaba del
nombre de la población.

La métrica de estas monedas es idéntica a la de la primera, salvo el


peso, es algo menor, difícil de apreciar a simple vista, la primera tenía un
peso medio de unos 4 gramos y en estas dos la media está entre 3,4 y 3,7
gramos. Ahora sí tienen el valor de un semis, división del sistema
monetario romano, que tiene al denario como unidad.

En estas dos monedas existen algunos cambios significativos en las


figuras representadas en ellas, seguramente porque el taller que acuñó
estas monedas era distinto al que acuñó las primeras. La figura del
anverso, la cabeza humana, está mejor definida, en ella se aprecia que
representa una figura femenina seguramente, y el toro del reverso tiene
un relieve más depurado y con más detalles.

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En algunas publicaciones, sobre todo en las más antiguas, hacían
referencia a estas tres monedas indicando que la figura del reverso
representaba a un antílope, venado o cabra. Seguramente, como ya hemos
referido anteriormente, el motivo eras que las monedas estudiadas no
tendrían muy buena conservación. También podo ayudar a la confusión la
teoría de la fundación mitológica de Lebrija. En esta teoría se defiende que
Lebrija fue fundada por la dios Baco y que este, en sus fiestas y bacanales
se hacía acompañar de sátiros y ménades vestidos con pieles de venado, de
ahí que pensaran que la figura de las monedas podría ser un ciervo o
venado.

Otra información que podría llevar a equivocación era el


“cognomen” o sobrenombre de Nabrissa, “Veneria”. Había quien defendía
la teoría de que ese sobrenombre venía de que aquí abundaban los
venados, cuando en realidad la teoría más acertada es que después de que
Julio César concediera el derecho latino a las poblaciones que lo apoyaron
en su guerra civil contra Pompeyo, entre las que estaba Nabrissa, esta
como agradecimiento adoptó el sobrenombre “Veneria”, la que adora a la
diosa Venus, porque se decía que la familia de Julio César, la familia o
“gens” Julia, descendía directamente de esta diosa.

También podría ser que es Nabrissa existiera un templo un templo


en el que los marinos que llegaban de un largo viaje, o los que lo iban a
emprender, adoraban a la diosa Venus, de ahí el sobrenombre.

Lo cierto es que resulta difícil poder aclarar estas incógnitas debido a


la poca información que se tiene de esa época.

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Imagen de una moneda
acuñada en Lebrija en el
siglo I a. de C. Ya se aprecia
la leyenda latina, con la
sílaba NA, donde la letra A
está representada dentro del
arco de la letra N. Tanto la figura del anverso, como la del reverso, están
rodeadas de una grafila de puntos.

Esta moneda es igual que


la anterior, tanto la figura
humana del anverso, como la
imagen del toro del reverso son
las mismas, la variación entre
ambas está en la leyenda,
aunque en las dos la leyenda está en latín y representan la sílaba NA, en
esta ocasión el último palo de la N es el primero de la A.

La última acuñación que se hace en la Lebrija romana data del año


50 d. de C. aproximadamente, se puede decir con bastante seguridad, que
es el único documento u objeto de la época en el que aparece
epigráficamente el nombre de Lebrija en época romana, Nabrissa.

Esta moneda recupera el peso de la primera, unos cuatro gramos,


cambian tanto el anverso como el reverso y entra definitivamente en el
sistema monetario romano.

El anverso está ocupado por una cabeza masculina barbada, mirando


a la derecha. Según Sáez Bolaño y Blanco Villero, podría representar a

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alguna deidad púnica, lo más seguro es que represente la imagen del dios
Hércules, semidiós en el panteón romano, mostrado sin leonté, la piel de
león con la que normalmente se representaba en las diferentes monedas
ibero-púnicas. Hay que recordar que el Hércules romano era una
evolución del Melqart fenicio-cartaginés y el Heracles griego.

En el reverso se representa un caballo el paso, con la pata derecha


delantera alzada y mirando a la derecha. Aquí sí se aprecia el antepasado
púnico de Lebrija. El caballo era una iconografía cotidiana en las monedas
púnicas o cartaginesas. Esta imagen representaba bien a la diosa Tanit o al
dios Ba’al-Hammon. Con referencia a la diosa Tanit, existen monedas
cartaginesas que representan la efigie de la diosa en el anverso y un
caballo con una palmera detrás en el reverso, haciendo referencia al
mundo funerario. Esta imagen del caballo está muy relacionada con la
cultura cartaginesa, no solo en los ritos fúnebres, sino también en
elementos de la vida cotidiana, como aras, estelas, adornos en armaduras y
escudos entre otras cosas.

Volviendo a la moneda de Nabrissa, encima de la figura del caballo


aparece la leyenda NABRISSA (texto en latín), y entre la leyenda y la figura
del caballo se aprecia un anagrama que nos puede resultar familiar, pero
no hay que confundir con los anagramas de la 2ª y 3ª monedas, en este
caso la epigrafía es según se aprecia en las monedas consultadas.

Esta moneda, al pertenecer al sistema monetario romano, tenía el


valor de un semis, fracción del as de 9 gramos.

Lebrija fue de las pocas poblaciones que acuñaron monedas antes y


durante la ocupación de la Península por el Imperio Romano.

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Imagen de la cuarta y
última moneda que acuña
Lebrija. Se puede apreciar
un perfeccionamiento en su
fabricación que no pudimos
ver en las acuñaciones
anteriores. Al igual que las otras dos monedas anteriores, tanto la imagen
del anverso como la del reverso están rodeadas de una grafila de puntos.

Fernando Álvarez Burgos, en su obra “Catálogo General de la


Moneda Hispánica”, en su página número 252, cataloga esta moneda
como “Prisca”, en la zona sur de Andalucía. Para él, la moneda pertenece a
una Ceca incierta del sur, sin citar en ningún momento a Lebrija. Está
claro que fue un error por su parte, bien por falta de datos o porque la
moneda que estudió no estaba en buenas condiciones para su
interpretación.

Lo cierto es que en su catálogo no hace referencia en ningún


momento a Lebrija, cita un tipo de moneda de las acuñadas con
anterioridad, la que hemos descrito en el tipo tres, con la letra A formada
por el arco de la letra N, pero, al igual que la moneda anterior, la de la
leyenda “Nabrissa”, “Prisca” para él, sitúa la ceca de esta moneda como
“NA (?)”, suponiendo que pertenece a una ceca de incierta localización.

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BIBLIOGRAFÍA

- SILIO ITÁLICO
“La guerra Púnica” (III, 390)
- MARTÍN MARTÍNEZ, ANTONIO PEDRO
“Iconografía sagrada fenicio-púnica en las monedas de Hispania
(siglo III al I a. de C.).
- SAEZ BOLAÑO, JOSÉ A. y BLANCO VILLERO, JOSÉ M.
“Las Monedas de la Bética Romana. Vol. I Conventus Gaditanus”
(1996).
- ÁLVAREZ BURGOS, FERNANDO
“Catálogo General de las Monedas Españolas. Vol. I La Moneda
Hispánica desde sus orígenes al siglo V” (Ed. Vico & Segarra 1992).
- ESTRABÓN
“Geografía de Iberia” (Ed. Alianza 2007).
- RUÍZ LÓPEZ, ILDEFONSO DAVID
“La circulación monetaria en el sur peninsular durante el periodo
romano-republicano” (Granada, 2010. Pág. 748-750).
- GARCÍA BELLIDO, M.P. y BLÁZQUEZ CERATO, C.
“Diccionario de cecas y pueblos hispánicos. Vol. II .Catálogo de
cecas y pueblos que acuñan monedas, Nabrissa”.

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WEBGRAFÍA

- ANCIENT HISTORY ENCYCLOPEDIA


“Melqart”
Https: //www.ancient.eu/Melqart/
- MUSEÉ NATIONAL DU BARDO
“Ba’alHammon”
Https: //www.bardomuseum.tn
- NECRÓPOLIS y MUSEO de PUIG DE MOLINS
“Busto de la diosa Tanit”
Https: //www.maef.es
- SOLER y LLACH, NUMISMÁTICA
Https: //www.soleryllach.com

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