Misión Integral en El Antiguo Testamento
Misión Integral en El Antiguo Testamento
Misión Integral en El Antiguo Testamento
Pondremos nuestro énfasis sobre la palabra "integral". Intentaremos mostrar que una
teología realmente bíblica de la misión favorece una comprensión integral de ella.
Primero trataremos de aclarar el significado de "Misión Integral". Después
analizaremos la terminología misionológica del AT, comparándola con el uso común de
"misión" y "misionero" entre nosotros hoy día. Seguiremos entonces con breves
exposiciones de varios aspectos de la teología antiguotestamentaria sobre la integralidad
de la misión del pueblo de Dios.
En los últimos años se ha popularizado en algunos círculos evangélicos el uso del
término "misión integral" junto con "evangelio integral" y "evangelización integral".
Frente a todo reduccionismo del evangelio a uno solo de sus aspectos, sea sólo el de
proclamación oral o sólo el de acción social o cualquier otro aspecto aislado, con este
término se quiere insistir en la fidelidad a todo lo que es el evangelio en la integridad de
sus diversas facetas.
El autor presbiteriano, Luciano Jaramillo, define "evangelismo integral" como "un
mensaje integral de salvación que no conoce fronteras de ningún orden y que está
dirigido a todo ser humano y considera toda la realidad de la persona: lo físico, lo moral,
lo espiritual, lo intelectual, lo social o lo político". Ofrece salvación "a toda la
humanidad ("todos los hombres")" y "a la totalidad del ser humano (`todo el hombre')"
[1992:45s].
Jaramillo señala a la Gran Comisión (Mat 28.18-20) como expresión bíblica de la
misión integral de la iglesia. Un Señor universal y soberano nos envía a toda la
humanidad con todo el evangelio [ibid p.46]. Las cuatro "todos" de la Gran Comisión
destacan dramáticamente el carácter integral como también la exigencia ética de la
misión de la iglesia: (1) "toda autoridad me es dada", (2) "haced discípulos a todas las
naciones", (3) "enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado", y (4)
"estoy con vosotros todos los días".
La frase "que guarden todo lo que os he mandado", junto con el verbo "discipular",
ubica el Gran Mandamiento del Señor (Mat 22.35-40) en el mismo corazón de la Gran
Comisión. Para Manfred Grellert, "el discipulado hacia el Cristo total" comienza con
"el compromiso con la voluntad total de Dios manifestada en las Escrituras" [1990:2].
Sin la exigencia ética de una práctica de obediencia a Cristo como Señor, no hay un
verdadero discipulado ni auténtica evangelización. La misión integral se mueve entre
el "predicad el evangelio a toda criatura" de Mr 16.15 (proclamación) y el "cumplir
todas las cosas que os he mandado" de Mat 28.20 (discipulado ético).
Es indudable que parte de la motivación para insistir en la misión integral ha sido la
preocupación de encontrar, dentro del mismo evangelio y por ende dentro de nuestra
misión, el lugar legítimo de una dimensión social [Mueller 1992:61]. En un editorial
del año 1930, el Dr. Harry Strachan, después de señalar el peligro de que el énfasis
social o intelectual desplazara a la evangelización, procedió a comentar: "Pero hay el
extremo opuesto que es igualmente peligroso y anti-bíblico, y es la actitud de algunos
que se niegan a hacer ninguna otra cosa sino evangelizar" [The Evangelist 1930:3].
Como el ser humano tiene dos brazos y el pájaro tiene dos alas, han señalado algunos, la
misión integral abarca tanto la proclamación oral como la práctica socio-ética de la fe.
El concepto de misión integral busca más bien respetar "todo el consejo de Dios"
(Hch 20.20,27). Un evangelio integral, que nos llama a cumplir todo lo que Cristo nos
ha mandado, tiene que involucrarnos también en una misión integral y
multidimensional.
el AT y en el uso moderno
Las palabras "misión" y "misionero" están entre las más repetidas y consagradas en
nuestro vocabulario evangélico. Se dice frecuentemente que "misión" significa llevar
las buenas nuevas a otras culturas y naciones, en contraste con "la evangelización" entre
quienes son de nuestra propia cultura y nación. Misión, así entendida, es por definición
"trans-cultural", y "misionero" es alguien que va a otro país (antes en barco, ahora por
avión), aprende otro idioma (el cual probablemente pronuncia mal), y realiza su
ministerio en una cultura que no es la suya.
El lenguaje bíblico para nuestro tema parte más bien del verbo "enviar" (Hebr.
Shalach; Gr. apostéllein, pémpein), y se utiliza para toda clase de tarea a la que Dios
envía a sus siervos y siervas.[3] El judaísmo tardío llamaba Shaliach al "enviado"
(misionero, que en griego se traducía apóstolos. En terminología estrictamente bíblica,
deberíamos hablar del misionero como "enviado" y de la misión como "envío" o
"apostolado". Con eso comenzaríamos a comprender que "la misión" es integral y
mucho más amplia que aquello que hemos entendido como "misiones foráneas" o trans-
culturales.
En estos pasajes Bosch de ninguna manera pretende negar que Cristo es el único
Salvador del mundo (que no equivale a decir que la cristiandad occidental sea "la única
religión verdadera"), ni tampoco negar que la iglesia del Señor vive bajo una comisión
divina para llevar las buenas nuevas a toda nación y pueblo. Pero su argumento
demuestra que el concepto "misión" ni se define por su naturaleza trans-cultural ni
mucho menos se limita a la labor "foránea". El concepto de "misión" en ambos
testamentos abarca cualquier tarea a la cual Dios nos ha enviado.
El uso del verbo "enviar", con Dios como sujeto, es amplísimo en el AT. Dios envía
su Palabra (Isa 55.11; Sal 107.20; 147.15; Dn 10.11) y su Espíritu (Sal 104.30 cf Ezq
37.9s), doble "envío" que es el origen de toda misión.[5] Toda la actividad política de
José en Egipto fue una misión sagrada: "Para preservación de vida me envió Dios...
Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para
daros vida por medio de gran liberación" (Gn 45. 5,7; cf 50.20). Dios envió a Moisés en
una misión de liberar a los hebreos y forjar la nacionalidad unida de ellos (Ex 3.10-15;
4.13; 5.22; 7.16; Sal 105.26). Dios "envió" también diez plagas como las "misioneras"
de su mano poderosa (Ex 8.21; 9.14; 15.7 "enviaste tu ira"; Sal 105.28; 78.49).
Dios envió a los jueces a liberar al pueblo de sus opresores (Jue 6.8,14; 1 Sm 12.11).
Dios envió también a los profetas a denunciar toda injusticia, dentro y fuera del pueblo
escogido (Jer 1.1-10; 7.25) y a anunciar su reino venidero.[6] Todos estos son los
primeros "misioneros" de Dios, y todas esas tareas eran su "misión".
Podría sorprendernos que, según los profetas, Dios envía también a tres figuras
paganas de gran relieve político en la historia de Israel. Dios envía al asirio Senaquerib
"contra una nación pérfida, el pueblo de mi ira" (Israel! Is 10.6s), al babilonio
Nabucodonozor (Jer 25.9; 27.6; 43.10; "mi siervo") y al persa Ciro (Is 43.14; 48.14s:
"mi pastor" 44.28; "su ungido" 45.1). Estos también son "enviados de Dios", una
especie de "misioneros al revés" desde las naciones paganas hacia Israel para su castigo
o su liberación.
Hacia finales del AT, Dios revela que enviará a su "misionero por excelencia", el
Siervo Sufriente (Isa 42.6; 49.5). Según una gran proclama misionera que Jesús
recogerá después para el "discurso inaugural" de su ministerio:
¡Qué cuadro más perfecto de un verdadero misionero, que de hecho no es otra cosa
que un retrato del Mesías, nuestro Señor Jesucristo! Pero debemos notar que,
explícitamente, no tiene nada de "trans-cultural"; se trata más bien de un ministerio a
"los afligidos de Sión" (61.3). El bello lenguaje del pasaje nos dibuja el perfil
amplísimo de una verdadera misión bíblicamente integral.
De hecho, con esta promesa mesiánica Dios comienza a revelar también que su
Ungido será el Salvador para todas las naciones:
Te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los
ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de
prisión a los que moran en tinieblas (Isa. 42.7; cf 49.6s; 51.4; 60.3)
Nuevamente, la misión es integral y dirigida al mismo pueblo de Dios ("por pacto al
pueblo"). En el pensamiento del AT, en ningún momento es el "ir" a otra cultura lo que
constituye por definición la "misión" sino más bien el "ser enviado" por Dios a
cualquier tarea. Por cierto, en la perspectiva mesiánica de Isaías 40-66, el pueblo de
Israel participará en una proyección internacional de su Mesías (Is 43.10-12).[7] Pero
este aspecto es poco enfático, y curiosamente, no se usa el lenguaje de "envío" en estos
pasajes.
En otras palabras: los resultados de un estudio de los términos bíblicos para "misión"
confirman y apoyan nuestro anterior argumento teológico en favor de un concepto de
"misión integral".
El Dios del AT es un "Dios enviador", un Dios misionero. Como hemos visto antes,
envía a su Palabra y su Espíritu; envía a José, Moisés, y los jueces; envía a sus profetas
en sus tareas ético-históricas. Como Señor de la historia, envía también a Senaquerib,
Nabucodonozor y Ciro. Y al fin, envía a su Siervo Sufriente en una definitiva misión
salvífico-liberadora. En todo eso vemos que Yahvéh es el Dios que a través de los
siglos impulsa y coordina la misión integral de su pueblo, y algunos que ni son de su
pueblo.
La creación es el punto de partida más importante para esta visión de misión
integral. Porque Yahvéh es el Creador de toda la tierra y toda la humanidad, todos los
pueblos han de llegar a conocerlo. Porque Dios es Creador, como enseñan tantos
pasajes del AT, es el Señor de toda la vida y de todas las naciones. Porque el AT nos
enseña que Yahvéh es el Creador de todo, el NT podrá enseñarnos que el Hijo ha
muerto por todos y nos envía a todos para compartir con otros el mensaje de redención.
El teólogo evangélico Bernard Ramm ha expresado con gran claridad este nexo vital
entre creación y misión:
Ramm pregunta, ¿qué derecho tiene el evangelizador para presentarse ante el otro
con un mensaje divino y único? ¿Cómo podemos, con integridad, atrevernos a hacer tal
cosa? Ramm señala que los profetas, precisamente cuando el prestigio nacional de
Israel era nulo, fundamentaban su autoridad para profetizar sobre cualquier nación del
mundo en el hecho de que Yahvé es el Creador de toda la tierra y de todos los pueblos.
Los profetas afirmaron que Dios, por ser Creador y Juez de todas las naciones, había
enviado a Asiria y a Babilonia para castigar a Israel por sus pecados. Al comprender
que Yahvé es Dios de justicia sobre todas las naciones, su poder se llega a entender
como universal y se "cosmifica" más que nunca antes. Dios envía sus mensajeros a toda
la creación, no porque su pueblo tuviera cualidades superiores a los demás pueblos, sino
porque todo el universo es de Dios por derecho de creación y redención.
Este Dios, Creador del universo, es Dios de amor y compasión. En esta enseñanza
del AT nace el pulso vital del corazón misionero, que llegará a toda su fuerza
conmovedora ya con el mensaje del NT. Esa infinita compasión divina se manifiesta en
la elección, por gracia, del mismo Israel (Dt 7.6-8; Ezq 16.4-7) y en su voluntad
benéfica hacia todas las naciones (Gn 12.3). El libro de Jonás termina con una
declaración lindísima de ese amor compasivo del Dios misionero:
Sin embargo, lo que no aparece en el AT, ni aun a finales, es una comisión al pueblo
de Israel para ir a las naciones y convertirlas. Hay un mensaje de misión integral, pero
no hay en el AT un llamado a Israel para la evangelización trans-cultural. Johannes
Blauw y otros han señalado que la visión misionera del AT no es centrífuga (enviar a
Israel a ir a las naciones) sino centrípeta (esperar que las naciones vengan a Jerusalén).
[10]
Tampoco es el esfuerzo de Israel que traerá a las naciones a Jerusalén, sino la acción
exclusiva de Dios al fin de los tiempos. David Bosch destaca este aspecto muy
enfáticamente:
4. El proyecto misionero del AT
Aun cuando el AT no presenta, en sentido estricto, una visión de "misión trans-
cultural", en el otro sentido de "misión integral" podríamos decir que todo el AT es el
mensaje de un proyecto del Dios misionero que envía sus agentes para llevar adelante la
historia de la salvación. Por lo mismo, debemos aprender a leer todo el AT
misionológicamente, como historia de la salvación. Desde esa comprensión más amplia
y bíblica de misión, podemos entender que el proyecto misionero de Dios es la historia
de la salvación, y ésa a su vez es el mensaje central de todo el AT [cf Stam 1992:19-43].
Podemos decir que el mensaje misionero del AT gira en torno a cinco ejes decisivos:
(1) la Creación, como base de toda teología misionera [Stam 1995]; (2) la elección y
vocación de Abraham y el pacto de bendición a las naciones; (3) Moisés, el éxodo, Sinaí
y Canaán: el proyecto de Dios como liberación de su pueblo; (4) David, Jerusalén, y la
teología del Reino; y (5) el prometido Mesías, quien termina siendo Alfa y Omega,
principio, centro y fin del proyecto salvífico del Dios misionero de las escrituras.
Este proyecto misionero del AT es integral en el sentido más amplio de la palabra; de
hecho, como hemos visto, abarca toda clase de tarea asignada por Dios excepto la de
salir a evangelizar a otras naciones (aspecto crucial que sólo vendrá con la venida del
Mesías). Una clave definitiva del carácter de "misión integral" que reviste este proyecto
salvífico puede encontrarse en el pacto con los patriarcas. De en medio de todas las
naciones hundidas en el caos del pecado (Gn 11), Dios saca a Abraham y Sara para
formar con ellos una nueva nación, fruto de su infinita gracia y poder. Pero esta nación
no existirá para su propia ventaja, sino en función del bien de las demás naciones [Stam
1992:25-30]. La "misión integral" de Israel será la de llevar bendición a las demás
naciones, en todo el sentido de la palabra.
Aunque sabemos ahora que esa promesa se cumpliría supremamente en Jesús de
Nazaret, tal esperanza no parece haber figurado explícitamente en la fe de Abraham.
No debemos limitar la "bendición" prometida sólo a esa salvación futura. Tanto la
promesa a Abraham y Sara, así como la fe de ellos, fueron concretas y realistas. Y esa
misión de "bendecir a las naciones", a la cual Dios los llamó, comenzó a realizarse
inmediatamente; de hecho parece ser un tema central del libro de Génesis. En Gn 14,
por ejemplo, Abraham libera a cinco reyes secuestrados, incluyendo los de Sodoma y
Gomorra, y en Gn 18 intercede por esas dos ciudades. En Gn 29-31 la presencia de
Jacob trae bendición y prosperidad a su suegro, Labán.
Pero lo más impresionante aparece con el largo relato de la vida y "misión integral"
de José (Gn 37-50). Portador del Espíritu de Dios (Gn 41.38), con poderes
"carismáticos" para interpretar sueños y predecir el futuro, José utiliza esos dones como
"Ministro de Planificación" y "Ministro de Agricultura" en el gobierno de Faraón. De
esa manera Dios lo utiliza para bendición a todas las naciones. fcAl final de Génesis ,
en un pasaje que resume el mensaje central del libro, José revela a sus hermanos el
proyecto de gracia divina que se realizó a través del anti-proyecto de ellos: "Vosotros
pensasteis mal contra mí, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy,
para mantener en vida a mucho pueblo" (Gn 50.20; cf 45.5-8). Este pasaje puede verse
como una de las más importantes revelaciones del "proyecto misionero de Dios" y una
prueba más de la amplitud de dicho proyecto salvífico como "misión integral".
5. La vocación misionera en el AT
Otro aspecto del mensaje misionero del AT que debe incluirse, junto con el concepto
de "enviar", es el de "llamar", el concepto de vocación.[11] La vocación, tan importante
en todo el mensaje del AT, es un correlativo inseparable del concepto de misión. Y aquí
veremos también que los datos del AT revelan una impresionante amplitud de lo que
podemos llamar "vocación integral".
Aunque el lenguaje estricto de misión (los verbos de "enviar") no se usa en relación
con Abraham y Sara, su misma vocación por Dios y el mandato divino de "Vete de tu
tierra...a una tierra que yo te mostraré" indican, implícitamente, un envío divino. Por
supuesto Dios no envió a esta "pareja misionera" a Canaán con ninguna comisión de
tipo "evangelístico". La intención de Dios era incorporarlos en su proyecto salvífico de
misión integral (cf Gn 18.17-20). Dios los "expulsó" de Babilonia y los lanzó a una
increíble aventura de fe, porque por medio de ellos y su descendencia Yahweh quería
comenzar a contrarrestar las fuerzas de maldición entre las naciones y a comenzar a
realizar su propio proyecto de bendición.
El primero de quien leemos que Dios le envió, y por eso el primer "misionero" de la
Biblia, es José. Cuando José se da a conocer a sus hermanos les dice:
La terminología de misión en estos versículos es repetitiva y enfática, dentro de una
estricta dimensión temporal, socio-económica y política, y con una clara "teología de la
vida". José reitera la misma verdad en Gn 50.20. Este santo varón del Espíritu fue
enviado por Dios para transformar la economía egipcia (¡cf 47.13-26!) y defender la
vida de muchos pueblos. !Eso se llama ser "bendición para la naciones"! ¿Por qué no
incorporar este modelo, el primero en las escrituras, en nuestro paradigma de misión y
de vocación misionera?[12]
El tercer caso explícito de "vocación misionera" es Moisés (Ex 3.1-15). Edesio
Sánchez ha señalado que este pasaje de vocación se divide en dos partes y en cada una
predomina un verbo distinto. En 3.1-9 el discurso se mueve alrededor de varios verbos
de "mirar" (ver, aparecer, etc), con Moisés por actor principal; en 3.10-15 se repite
enfáticamente el verbo "enviar" y Dios es el Sujeto decisivo.
Podemos ver aquí la estructura fundamental de la vocación misionera: primero ver y
escuchar a Dios, después ser enviado por él. Pero aquí también, Moisés fue enviado
primordialmente para tareas muy temporales, que podrían clasificarse de carácter socio-
político. En las escrituras, lo "espiritual" se realiza dentro de las mismas entrañas de lo
temporal; Dios lleva adelante su proyecto misionero de salvación dentro de lo histórico
concreto de la vida. Nada nos hace pensar que eso habría de cambiar con la
encarnación, muerte y resurrección (!intra-históricas!) del Hijo de Dios.
Seguir esta línea de pensamiento a través de la vocación misionera de los profetas,
del Siervo Sufriente, y aun de figuras políticas como Senaquerib, Nabucodonozor y
Ciro, sería repetitivo e innecesario. Baste citar el ejemplo del llamado profético de
Jeremías:
A todo lo que te envíe irás tu, y dirás todo lo que te mande. No temas
delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová...He aquí
he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día
sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar
y para derribar, para edificar y para plantar (Jr 1.7-10; cf Ap 10.11)
De todo este análisis bíblico queda bien evidente que el proyecto misionero de Dios,
y las vocaciones misioneras que Dios extiende a hombres y mujeres, corresponden a
toda la amplitud de lo que hoy día llamamos "misión integral".
Conclusión
Creemos que el estudio de los datos pertinentes del AT nos lleva a una conclusión al
respecto: tanto el uso del lenguaje misionero de "envío", como los ejes definitivos del
mensaje del AT y los ejemplos de vocaciones misioneras, todos parecen apoyar una
misionología de "misión integral".
¡Ahora nos toca a nosotros ser integralmente "misioneros", y encarnar en nuestras
vidas y ministerios esa "integralidad" que nos enseñan las escrituras!
Bibliografía
Bosch, David J, "Reflections on Biblical Models of Mission" in James M. Phillips &
Robert T. Coote, Toward the 21st Cent in Christian Mission (Eerdmans 1993, pp.175-
192).
Grellert, Manfred, "Misión Integral" en Misión Integral", ed. Rafael Narvaez (San
Salvador: Visión Mundial, 1990).
Rowley H.H, The Missionary Message of the Old Testament (London: Carey Press,
1944).
[1] )
Este artículo y el siguiente fueron presentados en la Primera Iglesia Bautista, San
José, Costa Rica, en noviembre de 1993. Posteriormente fueron publicados en
Oikodomein (México: Comunidad Teológica, III:4, octubre de 1997).
[2])
En la NVI no aparece "misionero", y "misión" sólo en 1Sm 15.18,20, Isa 48.15 y
Ezq 38.8. En la concordancia de la Biblia inglesa, no aparecen nunca ni la palabra
"mission" ni "missionary".
[3])Debe notarse que tanto en hebreo como en griego dominan las formas verbales
(enviar, comisionar) mucho más que los sustantivos (el/la enviado/a, el envío, el
apostolado, la misión).
[4]) Bosch (1993: 17) y Hahn (1965:19) demuestran que tampoco el libro de Jonás ni
Isa. 40-66 plantean un concepto de misión evangelizadora trans-cultural. Tal concepto
se introdujo al judaísmo más bien con el proselitismo de los fariseos (cf Mt 23.15)
[5]) Dios envía también a su ángel: Gn 24.7,40; Ex 23.20; 33.2; Sal 78.49 ángeles de
ira).
[6])Is 6.8; Jer 1.7; 7.25; Ezq 2.3s; 3.4s: cf Ag 1.12; Jonás 1.1; Zac 2.15 (11); 4.9; Mal
3.1; 4.5. Los falsos profetas, en cambio, hablan sin haber sido enviados por Dios (Jr
14.14s; 23.21,32; 28.15; 29.9).
[7])
Is 66.19 parece referirse a un "remanente gentil" que después de ecaparase del juicio
de Dios sobre las naciones vecinas de Israel, irán a advertir a las naciones lejanas. En
forma similar, Dios enviárá un "salvador y príncipe" para liberar a Egipto de sus
opresores futuros (Is 19.20).
[8])No debe ser necesario aclarar que de ninguna manera estamos negando ni
despreciando la tarea evangelizadora y el mandato novotestamentario de ir a todas las
naciones. Solamente estamos señalando que tal mandato no aparece en el AT, el cual
sin embargo es un libro profundamento misionero.
[9])La integridad de la creación y del amor de Dios se ve también cuando, según Jon
3.7, el rey arrepentido ordenó que "hombres y animales, bueyes y ovejas" ayunasen y se
vistiesen de cilicio.
[12]) De este y otros pasajes debemos entender que Dios bien puede llamar a hijos e
hijas suyos para auténticas "misiones históricas", como tareas socio-económicas y
políticas. Para dos ejemplos positivos de los EE.UU, se podría mencionar a Jimmy
Carter y Mark Hatfield. Hay también casos positivos en diversos países de America
Latina, junto con los muy conocidos anti-ejemplos. El llamado a la vida cívica, cultural,
profesional, doméstica o mecánica o agrícola -- todo pertenece a la "misión integral"
que corresponde al sacerdocio universal del pueblo de Dios.