Predicando Con Integridad
Predicando Con Integridad
Predicando Con Integridad
CON
INTEGRIDAD
“Ninguno de nosotros está a salvo de la tentación. Todos tenemos nuestros
límites. La gran pregunta es cómo vamos a responder cuando tropezamos
con esos límites”. —Tomado del prefacio
Un buen porcentaje de pastores admite haber tenido relaciones sexuales con
alguien que no era su cónyuge. Esto es un serio recordatorio de que los llamados
a proclamar la Palabra de Dios tienen pies de barro. ¿Cómo hombres caídos y
defectuosos predican con integridad moral?
Esta cautivante continuación de Predicando con convicción sigue el relato ficticio
de José García, un pastor que lucha con la idea de cómo puede Dios usar seres
humanos imperfectos para predicar su divina Palabra.
Por medio de las experiencias de José García, Predicando con integridad
provee esperanza para los que luchan para mantener la integridad en el ministerio.
Este libro también amplía el modelo de predicación integrada que ya encontramos
en Predicando con convicción, proveyendo ayuda práctica para un ministerio de
predicación marcado por la integridad.
“Bien puede suceder que Kenton Anderson sea la siguiente voz creativa
que los cristianos evangélicos han estado esperando” .
— C a lv in M ill e r
ISBN D-aESH-lDfll-T
PREDICANDO
CON
INTEGRIDAD
PECCANDO
CON
INTEGRIDAD
Kenton C. Anderson
PORTAVOZ
L a misión de Editorial Portavoz consiste en proporcionar productos de calidad
— con integridad y excelencia— , desde una perspectiva bíblica y confiable, que
animen a las personas en su vida espiritual y servicio cristiano.
EX LIBRIS ELTROPICAL
Título del original: Preaching with Integrity, © 2003 por
Kenton C. Anderson y publicado por Kregel Publications,
Grand Rapids, Michigan 49501.
ED ITO R IA L PO RTA V O Z
P.O. Box 2607
Grand Rapids, Michigan 49501 USA
ISBN 0-8254-1081-9
1 2 3 4 5 edición / año 09 08 07 06 05
Prólogo 9
Prefacio 11
Notas 157
7
Prólogo
¿Es posible que, para los oídos de los que tienen menos de cuarenta
años, su predicación suene tan antigua como la de Jonathan Edwards?
Hay algunas cosas en el ministerio de la Palabra que nunca cambian.
Las buenas noticias de salvación por medio de Cristo, las verdades
acerca de lo que Dios es y de lo que El ha hecho, las doctrinas
mantenidas con confianza por la iglesia durante siglos, son todas
eternas.
Pero otras cosas acerca del ministerio de la Palabra nunca van a dejar
de cambiar: Nuestros oyentes, nuestra cultura, la envoltura de los
pensamientos, el lenguaje y las preguntas que planteamos hoy día. Los
sermones de Edwards y Spurgeon nos recuerdan que la predicación
nunca permanece estática.
Predicando con integridad se enfoca en cómo la predicación que
permanece firme sobre la plena autoridad de las Escrituras y la
necesidad de proclamar sus verdades absolutas, puede al mismo tiempo
adaptarse para alcanzar a una generación sintonizada con la historia y
los sentimientos.
En muchos sentidos el lado divino e inmutable de la predicación
9
10 Predicando con integridad
— C r a ig B r ia n L a r s o n
Editor de recursos para la predicación, PreachingToday.com
Christianity Today International
Prefacio
11
12 Predicando con integridad
La narración
En la línea de la falla
C U E N TE LA HISTORIA
Al principio pensó que era un tren. Al vivir cerca de las vías del
ferrocarril, el pastor José García estaba acostumbrado a sentir que los
cimientos se estremecían cada vez un tren cargado pasaba por detrás
de su casa. A menudo se preguntaba cómo era posible que su casa se
mantuviera en pie después de tan gran trepidación.
Pero esto no era un tren. Quedó evidenciado al ver cómo bailaban
las cortinas, cómo se caían los libros de la estantería y el espejo del
pasillo caía al suelo haciéndose añicos. Aquello era un terremoto. No
uno de los grandes, pensó él. El espejo había estado siempre mal sujeto
a la pared. Esa era una de las cosas para las que nunca había terminado
de encontrar tiempo ni deseos de arreglarla. Ahora era demasiado tarde.
Solo había durado unos pocos segundos. El daño era menor. La casa
volvió a su acostumbrada estabilidad. No había que preocuparse de lo
sucedido. Nadie estaba herido.
Entonces, ¿porqué le había dejado con ese sentimiento de descon
cierto? ¿Por qué esa sensación de incomodidad en su estómago? Hacía
17
18 Predicando con integridad
—-«rasxvXJsxv—
—
—«SMXssa»-
que es que prefiero no tener que lidiar con ello, al menos por ahora.
Estoy seguro de que dispondremos de amplia oportunidad para
conversar.
El pastor comenzaba a sentir un nudo en su garganta.
Es acerca de Luis.
El corazón de García comenzó a latir acelerado. Luis Fernández era
el hijo de Juan y el mejor amigo de García. Ahora vivían muy lejos
uno del otro y no les resultaba fácil pasar tiempo juntos. Luis y José
habían sido compañeros de estudio y de cuarto hacía veinticinco años.
Se habían relacionado como amigos como solo dos hombres jóvenes
suelen hacerlo. Les gustaban los mismos deportes y las mismas chicas.
Participaban de un mismo sentido de llamamiento. Cuando llegó el
momento de graduarse del seminario, en una semana ambos recibieron
invitaciones para ministrar tiempo completo en lados opuestos de la
misma ciudad.
La distancia era lo suficientemente grande para hacer difícil el seguir
cultivando la amistad. Una o dos veces al año se veía el uno al otro en
alguna reunión o actividad. Entonces hacían planes para verse de vez
en cuando y comer juntos. Había, por supuesto, reuniones de iglesias
y de pastores. Pero García se dio cuenta de que ya hacía año y medio
que no se habían visto desde la última vez que se encontraron en una
reunión.
...sé muy bien cuánto se valoran y se estiman el uno al otro Luis y
usted, continuó diciendo Juan. Y quería que lo supiera de parte mía
antes de que le llegaran las noticias por otro conducto.
García sintió que su corazón se estremecía. Se supone que estas
cosas ya no deben sorprender a nadie, pues es algo común enterarse
por los medios de comunicación de fracasos sexuales de los ministros.
Los pastores caen. Sucede. Ya ha desaparecido la mística de la posición.
Los pastores no son tan santos como para evitar la atracción de una
mujer coqueta y enredadora o incluso una mujer que no es tanto
"picara" como que tiene problemas. Muchas de estas situaciones
involucran a una mujer normal y vulnerable, y a un hombre normal y
vulnerable, se recordó a sí mismo el pastor García.
¡Pero no Luis!
Luis está hospedado en el Monarch Hotel, terminó Samuel.
En la linea de la falla: Cuente la historia 23
^ssX\|Xssn»-
—Voy a ver si consigo traer aquí uno de esos carros para el transporte
de equipajes, de esos que llevan luces centelleantes —dijo—.
Pondremos las luces de forma que aparezcan en la cámara. Y si
filmamos la escena cuando está oscureciendo conseguiremos el efecto
deseado.
Quince minutos más tarde, el presentador de TV Francisco García,
con su cabello peinado y su corbata bien puesta, se paraba antes las
cámaras como parte de una escena que a los televidentes les parecería
el lugar de una gran catástrofe.
—En estos momentos las autoridades del aeropuerto no pueden
decirnos cuándo se volverá a abrir la pista —advirtió Paco a los
televidentes.
—La seguridad de los viajeros es nuestra principal preocupación
—dijo con seriedad y mirando directamente a la cámara un empleado
del aeropuerto que parecía ser un manejador de equipajes.
Este no era uno de los momentos mejores de Paco García. Era
curioso cómo estas cosas lo molestaban en este tiempo. Quería
convencerse a sí mismo de que estaba llevando a cabo un servicio
público, pero él sabía que la verdad era otra. Estaba creando una noticia.
Este tipo de temblores menores suceden con frecuencia a lo largo de
la costa del Océano Pacífico. Esto volvería a ocurrir en unos pocos
meses y quizás el próximo fuera uno de los grandes. No llegará a tiempo
para el telediario de esta noche y probablemente tampoco para mañana.
Movió la cabeza con energía como para quitarse de encima lo
desagradable de la situación.
—¿Lo hice bien? —preguntó el manejador de equipajes. Tenía una eti
queta de equipajes en la mano y un bolígrafo. Parecía esperar un autógrafo.
—Si, lo hizo usted bien —respondió Paco, firmando con desinterés.
Las personas tendrán temor de viajar ahora durante varias
semanas, se dijo a sí mismo al tiempo que abandonaba la escena.
Infidelidad pastoral
► Sesenta y cuatro por ciento de los pastores confiesa
En la línea de la falla: Cuente la historia 29
—Dudo que fuera tan sencillo para Luis —dijo Juan—, No hay duda
que se encontraba bajo presión. Es obvio que no estaba actuando
racionalmente. Tenía mucho que perder. Me imagino que nunca
debiéramos subestimar nuestra habilidad para engañarnos a nosotros
mismos. El pecado es engañoso.
"Pecado” . Luego de haber mencionado el problema, a Juan le
quedaba poco que decir. Sonrió embarazosamente y salió del cuarto
sin hacer ningún comentario.
Cuente la historia...
El parque Fiedler se encontraba solo a media manzana de la casa de
Juan. José decidió visitarlo. Con el teléfono celular y una computadora
portátil podía prácticamente montar una oficina en una de las mesas
y bancos que daban al río. Era uno de sus lugares favoritos. Muchos
de los mejores sermones de José habían sido cocidos allí y había orado
por ellos y los había ensayado mentalmente por los caminos a lo largo
del río.
Abrió su cartera de mano y sacó la carpeta con las notas de su
sermón para el domingo próximo. Ya tenía el sermón bastante
desarrollado. Recientemente, José se había disciplinado a sí mismo
para trabajar con anticipación en sus sermones. Encontró que al
trabajar en dos o tres sermones a la vez, disponía de más tiempo para
su mejor desarrollo y maduración Era como preparar un sermón en
una olla de cocción lenta en vez de un microondas. Aquel cocimiento
lento de sus sermones lo ayudaban a preparar comidas más sólidas y
nutritivas.
José sintió que su corazón palpitaba con fuerza al mirar las palabras
en la hoja. El texto describía al inconmovible reino de Dios, un lenguaje
propio de terremotos. Era sobrenatural.
Teológicamente, él estaba bien firme en la idea de que la predicación
consistía en ayudar a las personas a oír de parte de Dios. Ahora ya sabía
que la voz de Dios se escucharía con más fuerza en este domingo y
una de las razones podría ser que la tierra había temblado. Algunos
domingos tenía que trabajar más para lograr relacionar a las personas
con el texto. Eso no sería un problema esta vez. Su sermón sería como
uno de los episodios de un programa favorito de la televisión.
En la línea de la falla: Cuente la historia 37
Su
historia
La historia Nuestra
de ellos historia
Hebreos 12:28-29 dirige a los oyentes judíos del tiempo del Nuevo
Testamento a reflexionar profundamente en su antigua historia
corporativa. Estas personas tenían largos recuerdos. Cuando el escritor
de la carta a los hebreos hablaba de ser cuidadosos en cuanto a tocar
el monte que ardía con fuego a causa de la voz de Dios que conmovía
la tierra, sus recuerdos inmediatamente se fijaron en el Monte Sinaí.
En Éxodo 19, Moisés se encontró con Dios en el monte mientras el
pueblo permanecía congregado al pie del mismo. Éxodo 19:18 nos dice
que el Monte Sinaí quedó cubierto de humo al descender el Señor en
fuego. La nube de humo lo cubrió todo y el monte tembló violenta
mente al escucharse la voz de Dios.
Este poderoso recuerdo traía a la memoria de los cristianos judíos
del primer siglo la realidad de que Dios podía conmover la tierra
mediante el sonido de su voz. "...no desechéis al que habla", decía el
texto (He. 12:25). Si no pudieron escapar entonces los que Dios advertía
desde la tierra: ¿Qué posibilidad tendremos de escapar nosotros los
que escucham os su advertencia desde el cielo? Esta no es una
advertencia sutil. En aquella ocasión, decía la carta, Dios conmovió
la tierra con su voz. Esta vez hará que se estremezcan no solo la tierra,
sino también el cielo (v. 26). Este mensaje de parte de Dios es como
un cataclismo, un trastorno total del cosmos, todo el universo se
trastornaría y estremecería violentamente a causa de la voz del Dios
todopoderoso.
¡Juicio!
Todo este hablar acerca de terremotos era un poco inquietante
cuando la persona acaba de sentir literalmente los temblores. José sabía
que todo aquel retumbar y estremecimiento sísmico presagiaba más
En la línea de la falla: Cuente la historia 39
Cuente la historia
Involucre a las personas al relacionarlas
con la historia humana en el texto
Fundamentos
DIGA DE QUÉ SE TR ATA
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44 Predicando con integridad
surcado por las marcas que habían dejado las lágrimas, su peinado
estaba revuelto, sus ropas arrugadas. Extendió la mano y apagó las
luces. El cuarto quedó sumido en la oscuridad y se igualó a su corazón.
Terremotos:
• Temblor de la tierra causado de forma natural.
• Causado por la fractura y movimiento de rocas dentro de la
corteza terrestre.
Usted comienza con los hechos, no todos los hechos, sino los que
sean relevantes para el caso que se está considerando. José sabía que a
veces este es el verdadero reto del sermón: Conseguir la información
correcta y discernir lo que es de verdad importante. En lo que se refiere
a la predicación eso significa, por supuesto, hacer el trabajo exegético.
Puede incluso implicar dedicar tiempo a las lenguas originales,
diagramando la construcción de las oraciones para establecer con
claridad cuáles son los puntos principales y cuáles son los menores.
52 Predicando con integridad
La gran idea
► Una oración declarativa completa.
► Diez palabras o menos.
► Un pensamiento, no conjunciones.
Una vez desarrollada la idea, José sabía que tenía que comunicarla,
obvia y abiertamente. "Esto es lo que necesitamos escuchar", diría
durante la predicación. "Esta es la gran enseñanza que no debemos
perdernos de este pasaje de la Palabra de Dios". En la presentación
oral ante una congregación llena de oyentes que se distraen con suma
facilidad, el predicador tiene que ser evidente y deliberado.
Cambió de postura en la silla y miró su reloj. Todavía le quedaba
bastante tiempo. Aliviado, volvió a concentrarse en sus pensamientos.
A veces José sentía la tentación de ser "profundo". No estaba seguro
si las personas deseaban que él fuera "profundo", pero ocasionalmente
pensaba que podría gustarle que las personas lo vieran como profundo
en su predicación. Él sabía que la clave estaba en no confundir
"profundidad" con "complejidad". Los sermones deben ser retadores,
pero no difíciles. Retan en el sentido de que ofrecen grandes pensamientos
que demandan una respuesta de parte del oyente obediente. Pero si
resulta difícil entender el sermón y está excesivamente complicado con
54 Predicando con integridad
qué vas a predicar? Dime algo que sea seguro. Dime algo en lo que
pueda confiar.
—Hebreos 12 —contestó José. Es en realidad bastante oportuno, a
causa del jaleo que tú creaste acerca del temblor de tierra en el
aeropuerto.
Paco parecía interesado.
—Ese texto usa la imagen de un terremoto para describir la
inestabilidad, no solo de la tierra, sino de las personas, de las
instituciones, incluso de las ideas que manejamos. Supongo que trata
exactamente de las cosas de las que tú has estado hablando. Todo es
frágil, todo con lo que contamos para nuestra vida, seguridad y
estabilidad. Un buen temblor puede hacer que todo se nos venga abajo.
—Esa es la razón por la que las personas tienen temor —coincidió
Paco. La estabilidad es clave para nuestra seguridad económica.
Nuestra sociedad crece cuando sentimos que las cosas están bajo con
trol. Cuando comienza a sentirse tambaleante, los mercados caen y
cada cual corre buscando cobijo. Vamos a presentar esta noche un
informe sacado de Wall Street, cómo reacciona con tanta inestabilidad
ante las noticias de primera página.
—El texto va más allá. Describe una clase de sacudida más siniestra.
(José hablaba ahora de forma más lenta; pues no estaba seguro de cómo
su hermano tomaría lo que quería decir. Eligió las palabras con
cuidado.) Habla acerca de juicio.
—¿Qué? ¿Armagedón?
Paco trató de aparentar escepticismo. Fue una reacción automática,
que no pareció auténtica esta vez.
—Bueno, algo parecido a eso. La Biblia nos dice que un día Dios se
levantará y hablará. Cuando eso suceda, todo en la tierra sentirá el
efecto de su ira, como una gran sacudida.
—¿Quieres decir literalmente?
—Puede ser. No te puedo decir cómo será exactamente, pero la
Biblia dice que cuando Dios conmueva la tierra, todo lo que es inestable
e impuro caerá y desaparecerá. Todo lo que las personas buscan en el
mundo para su seguridad demostrará lo que de verdad es.
—Eso suena a malas noticias.
—No del todo. La Biblia nunca habla de malas noticias sin aportar
a la vez mejores noticias. Las buenas noticias es que Dios ha provisto
62 Predicando con integridad
para nuestra seguridad. Hay un lugar seguro donde estar, algo seguro
que nunca se verá afectado, un refugio en el centro de la tormenta. La
Biblia dice que el reino de Dios es lo que nunca puede ser conmovido,
y mientras tanto que nosotros formemos parte de él, nada nos puede
tocar. Estamos seguros. Somos fuertes. Somos...
José se quedó sorprendido de la profundidad de sus propias
convicciones. Sintió que sus venas se llenaban, su confianza se
afirmaba. Pensó acerca del dolor de los últimos días. Pensó en Luis y
en Yolanda. Pensó en lo que su hermano le había estado preguntando,
su exitoso y confundido hermano. José se sintió lleno de una confianza
desbordante. Sentía que le gustaría ponerse de pie como uno de esos
antiguos evangelistas de la calle. Se sintió listo para predicar.
El suelo se movió, literalmente.
Más tarde, José reflexionaría en el momento oportuno. Fue como
si hubiera sido preparado de antemano, como si Dios hubiera elegido
aquel momento en su conversación. Sin embargo, en ese momento
José y Paco lo que hicieron fue reaccionar automáticamente. José
agarró a su hermano por el brazo y tiró de él para sentarlo en el banco.
Paco no estaba seguro de lo que sucedía. Se agarró del banco
firmemente. La incertidumbre no duró mucho tiempo. La plancha de
cemento debajo de sus pies se agrietó con un fuerte ruido. El banco ya
no estaba firmemente fijo al suelo, se ladeó arrojando a los hermanos
al suelo. Los cristales de las ventanas de los edificios cercanos se
quebraron, sonando como pequeñas explosiones. Los vidrios volaban.
Un pedazo grande de vidrio le pegó a José en una pierna y le hizo una
cortada. Ninguno de los edificios se cayó, al menos no de forma
completa. El polvo volaba por todas partes y el cielo se había quedado
bastante oscuro. Los dos hermanos echaron a correr, pero sin saber
exactamente a dónde correr. El teléfono celular de Paco sonaba, pero
el hombre de las noticias ni se dio cuenta.
sido una amiga y que eso había sido apreciado. Tratando de prolongar
ese momento, se había quedado un poco más en la librería. Quizá se
encontraría con algo nuevo para leer, quizás algo que fuera divertido.
Una revista cayó al lado de sus pies. Se agachó para recogerla cuando
otra cayó a su izquierda, abriéndose por la página en la que aparecía
una mujer en una pose provocativa. Cayó también una tercera revista
y luego varias más. Ester miró para arriba justo a tiempo para ver cómo
se le venía encima la estantería. Trató de apartarse con una agilidad
que no había conocido por años, pero no fue suficiente.
Yolanda Fernández estaba tratando de meter llave en la cerradura
de su automóvil, pero parecía que no atinaba a hacerlo. No pensó que
ella estuviera así de alterada. En realidad, después de la conversación
con Ester se sentía mucho más calmada de lo que había estado en los
últimos días, excepto que su mano temblaba o quizá ¿no sería el
automóvil el que se movía?
Los gritos que procedían del edificio de la librería la ayudaron a darse
cuenta de lo que estaba sucediendo. Entonces todo lo que pudo pensar
fue acerca de Ester. Impulsivamente echó a correr de regreso a la
librería. Varias estanterías habían caído y los clientes parecían
desesperados. Los asustados empleados intentaban poner un poco de
orden. Yolanda los ignoró. Ella estaba buscando a su amiga.
La cabeza de Ester era todo lo que se veía de su cuerpo, que yacía
sobre el suelo retorcido. Yolanda la encontró atrapada debajo de una
estantería, con revistas caídas por todas partes. Se veía algo de sangre
sobre una revista de motocicletas debajo de su cabeza. Yolanda se sintió
mal al agacharse para ver si Ester respiraba. Sí, estaba viva.
Las estanterías eran pesadas. Aquellas elegantes estanterías de
madera oscura le daban a la librería un ambiente distinguido. Yolanda
maldijo lo pesadas que eran al tratar de levantarlas. El establecimiento
se estaba quedando vacío con rapidez y nadie parecía darse cuenta de
lo que ella estaba haciendo. Yolanda quiso agarrar el brazo de un
hombre cuando este pasaba, pero él se desprendió rápidamente. Sus
gritos llamaron la atención de una mujer joven que portaba la
identificación de la librería, indicando que su nombre era Isabel, quién
acudió y preguntó
—¿En qué la puedo ayudar?
Las palabras le salieron como una respuesta m uchas veces
64 Predicando con integridad
-«iSSSVjVD»!—
Juan Fernández iba camino del templo para colocar las sillas para
el culto. Alguien lo haría si él no aparecía a tiempo. Puede que tuvieran
que comenzar la reunión cinco minutos más tarde, pero cada uno podía
colocar su propia silla si había necesidad de hacerlo. Juan no sentía
que le gustara ahora ir a hacer cosas al templo, pero esa era su tarea.
Esa era su responsabilidad. Se había comprometido a hacerlo y la vida
tenía que seguir adelante.
No tenía sentido encerrarse en la casa y andar deprimido todo el
día. Tenía que hacer lo que acostumbraba a hacer todos los días. Cuanto
antes volviera a su rutina diaria, tanto mejor se sentiría o eso es lo
que se decía a sí mismo.
Estaba teniendo dificultades para ir derecho por la carretera y
rápidamente reconoció que estaba sufriendo un terremoto. Dio la
vuelta a la esquina justo a tiempo para ver como caía la torre del
templo. Es chistoso lo que a veces se piensa en momentos como este.
Mientras observaba como se aflojaban los soportes de la torre y esta
se desprendía de su base, se acordaba del trabajo que hicieron para
renovar el tejado. A fin de ahorrar dinero, habían hecho el trabajo con
voluntarios de la iglesia. Hicieron un buen trabajo en las partes planas,
pero su inexperiencia quedó evidenciada en los bordes y en las
esquinas. La torre les resultó difícil de manejar. No pudieron terminar
Fundamentos: Diga de qué se trata 65
--aayíXs»'—-
wni^ ixnw» 1
Predicación ‘desordenada’
¿Relevancia?
Juan se echó a reír y luego trató de ahogar la risa. Pero este arranque
de risa era algo que se veía venir. Siguió riéndose a carcajadas, contento
de tener un poco de desahogo emocional. José, sin embargo, no se reía.
—¿Por qué no caminamos un poco? —dijo José, y se puso en pie sin
esperar a oír una respuesta.
Juan también se levantó y trató con rapidez de recoger lo que se
había caído, mientras José se preparaba para salir del restaurante.
Probablemente se hubiera marchado y hubiera dejado las cosas como
estaban, pero se quedó para ayudar a Juan hasta que llegó uno de los
meseros con un trapeador y les dijo que no se preocuparan. El empleado
incluso le pasó a José otro vaso de refresco, que él gentilmente lo
rechazó pues no deseaba beber más.
El cielo se estaba oscureciendo. El aire era frío. El invierno se acerca
—pensó José mientras se subía la cremallera de su suéter hasta el
cuello. Los dos hombres caminaron durante unos minutos sin decir
ni media palabra. José era el que iba delante aunque sin saber
exactamente a dónde se dirigía.
—A veces pienso que debiera ser más agresivo en mi predicación —dijo.
Juan no estaba seguro de lo que el pastor quería decir.
—Pienso que estam os dem asiado dom esticados en nuestra
predicación—continuó diciendo José. No quiero decir que debiéramos
atacar a nuestros oyentes o hacer que la experiencia sea desagradable.
—Quizá debamos ser desagradables a veces. Un sermón desagrada
ble de vez en cuando podría demostrar más integridad.
—Exacto, a eso me refiero. ¿Por qué pensamos que los sermones
debieran ser fáciles? Somos muy predecibles. ¿Cuántas veces sale usted
del templo sintiéndose complacido de sí m ism o porque ya ha
escuchado y se ha comprometido, al menos intelectualmente, con todo
lo que ha dicho el predicador? Si de verdad queremos producir cambio,
si de verdad queremos llegar al corazón de las personas, tenemos que
penetrar debajo de su piel. El verdadero cambio tiene lugar en lo
profundo del corazón y no es tan fácil llegar hasta allí. Las personas le
han puesto llave a la cerradura y lo han enterrado debajo de toda clase
de basura. Pienso que muchos de nuestros sermones resbalan por la
superficie sin realmente echan raíces en el alma del oyente.
—Oyentes de teflón (material que se usa en sartenes para evitar que
se peguen).
Debilidad: Enfrente al problema 79
difícil acerca del ministerio era su incapacidad para controlar las cri
sis. Le gustaban las semanas cuando todo rodaba con suavidad de modo
que podía completar todo su trabajo conforme a lo planificado.
Esas semanas eran raras. Siempre sucedía algo. Siempre había
alguien que hacía alguna tontería y, por supuesto, lo llamaban a él. Él
era el pastor y eso era parte de su tarea. Pero en esta ocasión no era un
problema de otra persona. Era su problema propio, pues la vida de su
esposa corría peligro, sin contar con toda la situación que se vivía en
toda la ciudad y el hecho de que la iglesia ya no contaba con un edificio.
Sus pensamientos quedaron interrumpidos por una voz familiar
procedente de un cuarto al otro lado del pasillo. José se animó a abrir
un poco más la puerta y preguntar.
—Teresa, ¿es usted?
—¿Quién es? —respondió una voz desde detrás de una cortina
parcialmente corrida.
—Soy el pastor García, el hermano de Francisco García.
—¡Pastor! —dijo Teresa Díaz cálidamente. Por favor, entre.
José pasó alrededor de la cortina y la encontró un poco despeinada,
en una forma atractiva.
—Tengo que decir que se la ve muy bien... para estar en la cama de
un hospital, quiero decir...
José se dio cuenta de inmediato que aquella expresión era muy poco
profesional. Jamás habría dicho una cosa así si estuviera allí porque
lo habían llamado por motivos pastorales. Se sintió fuera de su
elemento. Se sintió como un chico de escuela. A la mujer se la veía
bien atractiva...
—¿Así que está en sus visitas pastorales en el hospital? —preguntó
Teresa. Me imagino que tendrá un montón de personas que visitar
después del terremoto. Gracias por encontrar tiempo para mí.
—En realidad no es así —dijo José—. Estaba esperando ahí fuera en
pasillo. Mi esposa está aquí, pero no me dejan verla en este momento.
No estoy en mis tareas ahora —dijo sonriendo.
Ella cambió de postura en la cama con dificultad. La sábana se
deslizó, dejando ver parte de su pierna desnuda hasta el muslo. José
apartó la mirada, pero sin lograr evitar que la imagen se le quedara
grabada en la mente.
—¿Qué le ocurrió a usted? —preguntó.
82 Predicando con integridad
Enfrente al problema...
José no podía dormir a pesar de que estaba agotado. Yacía en la c^ma
con los ojos cerrados, tratando de pensar, pero no llegaba a ninguna
parte con ello. Trató de orar. A veces cuando no podía dormir, pues
estaba desvelado, trataba de orar. La oración a menudo lo llevaba a
quedarse dormido, lo cual él sabía que no era una gran razón para orar.
Pero si eso no funcionaba, al menos estaba usando el tiempo
productivamente. Además, era todavía temprano.
Quería orar, pero le parecía incorrecto, que era poco sincero, así que
dejó de hacerlo. Pensó en el templo y se sintió atraído por la idea. Trató
de ver qué hora era, pero era oscuro y su reloj no brillaba como debía.
Encendió las luces y eso lo ayudó a espabilarse. Sacó un pantalón y
una camisa de deporte, y buscó su cartera y sus llaves.
El lugar parecía misterioso y extraño a la luz de la luna. El edificio
del templo estaba ubicado en la zona antigua de negocios y todo el
mundo se había marchado a casa. Nadie estaba en los alrededores. Una
cinta ancha amarilla y negra circundaba los restos de lo que hasta
recientemente había sido la casa del Señor.
José salió del automóvil y se sentó en la acera. Pensó en su sermón.
"Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también
el cielo" (He. 12:26).
¡Impresionante! ¿Qué había ocurrido aquí? Se preguntaba José. ¡Hizo
Dios esto como un acto de juicio! Si es así, ¿por qué fue el juiciol Por
supuesto, todos somos pecadores, pero esto parece cosa del Antiguo
Testamento. Estaba mucho más allá de lo común, aun para Dios. ¿Qué
les estaba diciendo Dios?
José se acordó que su portafolio estaba en el asiento trasero. Se alegró
de que no se hubiera perdido en el derrumbe del edificio. Las notas de
su sermón, tal como las había dejado, estaban todavía allí, aunque no
estaba seguro de que eso era bueno. Fue al automóvil y sacó la cartera.
Echó mano de la computadora portátil en la esperanza de que las
baterías todavía funcionaran. La encendió y abrió el archivo.
Esta sería una de las partes importantes de su sermón: El tercer
cuadrante, como solía llamarlo, donde el sermón trataba de pasar de
la comprensión al asentimiento. Se requería sinceridad y humildad.
El sermón tenía que ser real al predicador para que también lo fuera
86 Predicando con integridad
Enfrente al problema
Pasemos de la comprensión al asentimiento
► Una vez que ha establecido la enseñanza, sea sincero
acerca de sus propios objetivos y suposiciones.
► Déle al Espíritu de Dios tiempo y espacio para tratar con la
resistencia de los oyentes.
► Sea lo suficientemente humilde como para que las
personas sientan que les está diciendo la verdad.
Quizás eso está bien. Pensó en lo que Bryan Chapell había dicho
en su libro acerca de "E l enfoque de la condición caíd a", la
preocupación por hacer que cada sermón hable a la realidad de la
condición humana de pecado.2 En este momento, José sentía que su
condición caída estaba muy enfocada.
Reflexionando, quizá no era una mala situación desde la cual
predicar.
Quizás esa era exactamente donde él necesitaba estar... exacta
mente donde Dios quería que estuviera. Quizá Dios le había puesto
en el lugar donde él podría predicar este domingo. Quizás esto era lo
que él necesitaba para ser capaz de predicar este sermón. Pero le parecía
que era un precio terrible.
Juan le había hecho aprender a fuerza de repetirlo la importancia de
la preparación espiritual para la predicación. José entendía que la per
sona que profesaba dirigir al pueblo de Dios a la presencia divina debía
primero de todo pasar tiempo a solas con Dios. El sabía que este era su
momento. Allí y ahora. Si es que de verdad quería tener la oportunidad
88 Predicando con integridad
Fidelidad
IMAGÍNESE LA DIFERENCIA
91
92 Predicando con integridad
—«ce^Toso*—
—Me alegra mucho que sea así. ¿La esperas en casa para mañana?
—No lo sé exactamente. Ella me habló un poco esta noche, pero
apenas pude entenderla. Parecía muy débil, pero al menos habló. Los
médicos parecen pensar que esa es una buena señal. Le han estado
haciendo diversas pruebas y hasta ahora todo va saliendo bien.
—Esas son buenas noticias, las mejores noticias. De verdad lo son.
Tú vas a tener bastante trabajo en la iglesia para las próximas semanas.
—Eso es un lío tremendo.
—Creo que podremos poner eso en orden mañana. ¿Ustedes están
al día con el seguro del edificio, ¿no es cierto?
—Por supuesto, pagamos siempre puntualmente.
—Estupendo —dijo Pedro—. Tengo algunas ideas acerca de lo que
se puede hacer mientras se va arreglando todo. Podemos hablar de ello
en la mañana.
—Yo también tengo algunas ideas sobre el asunto —dijo José.
Los dos hombres permanecieron en silencio por unos minutos
Entonces José comenzó a hablar de nuevo.
—Pedro —dijo—. (Había intensidad en su voz y en su mirada, como
cuando un hombre está a punto de sacar algo que es importante.) ¿Cuán
sincero se me permite ser?
—¿Conmigo? —preguntó Pedro—. Sé guardar un secreto. Por
supuesto, si es...
—No, no —dijo José, no es acerca de ti—. Me estoy refiriendo a mi
congregación. ¿Cuán sincero puedo ser en mi predicación?
Pedro no respondió inmediatamente.
—Siempre me enseñaron que el predicador debe hacerse a un lado
para que el mensaje resplandezca. Mis viejos maestros de homilética
me enseñaron que el predicador no debiera hablar mucho acerca de sí
mismo en el púlpito. Se supone que nosotros debiéramos hacernos a
un lado para que Dios pueda hablar sin que nosotros seamos un
impedimento en sus propósitos —dijo José.
—*05^X0»—-
—»aso^Xsa»—-
Imagínese la diferencia...
—Te agradezco de veras que estuvieras dispuesto a encontrarte
conmigo —dijo Luis mirando al suelo—. Después de la manera en que
te traté cuando fuiste a visitarme al hotel...
—Creo que ha sido mejor así —respondió José—. Me parece que
ninguno de los dos estaba en condiciones de apreciar lo que fui a decirte
aquella noche.
—Te felicito por lo que estás haciendo aquí —dijo Luis señalando a
la propiedad del templo.
Los dos estaban sentados en la parte delantera del viejo automóvil
de José. La propiedad de la iglesia había adoptado un aspecto surrealista
a la luz de la luna. Habían montado una plataforma provisional. Habían
puesto juntos los restos del viejo púlpito para que sirviera para la
predicación de un sermón más. Todo lo que se necesitaba eran las sillas.
—Creo que te vi la otra noche aquí.
—Sí que me viste —admitió Luis. Vine buscándote o buscando a
Dios. Pero cuando te vi no logré encontrar el valor suficiente para
hablarte.
—Estabas extendiendo tus manos buscando ayuda.
—Estaba asustado. (Luis comenzó a llorar, lo cual estaba empezando
a ser su estado normal.) Mañana voy a venir y te escucharé predicar.
Confío que sea uno de los buenos. (Trató de sonreír.) Voy a necesitar
una clase especial de predicación que me ayude a pasar por todo esto.
Vas a tener que ser asombroso.
—Pues me parece que te voy a desilusionar en cuanto a eso —dijo
José—. Pero está bien. Tú no necesitas que yo sea asombroso, lo que
necesitas es que Dios lo sea para ti, y eso es algo bueno para ti porque
Él siempre lo es, más de lo que jamás te has imaginado. Yo solo soy el
mensajero, el que les habla a los demás acerca de ello.
José paró, incómodo con su entusiasmo. No estaba diciendo nada
que Luis no supiera por sí mismo, pues llevaba en el ministerio tanto
tiempo como él mismo.
—No sé cuántos sermones he predicado desde que salí del seminario
—dijo Luis—. Al comienzo, tenía una gran visión de lo que estábamos
haciendo. La predicación era algo tan poderoso e importante. Después
Fidelidad: Imagínese la diferencia 105
Imagínese la diferencia
¿Cuál sería el resultado si el sermón funciona,
si las personas escucharan de verdad el mensaje de Dios
106 Predicando con integridad
— «aXS\j\3C0v*-
Hebreos 12:28-29
"Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible,
tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios
agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios
es fuego consumidor".
Las cosas han estado por aquí tan poco temblorosas en los últimos días.
José hizo una pausa para que ese pensamiento calara en la mente
de cada uno de los presentes.
Pensé en esa idea cuando leí este texto. Solo hay una cosa en
este mundo que puede aguantar esa clase de estremecimiento
Fidelidad: Imagínese la diferencia 113
Esa era una palabra de esperanza. José quería que los oyentes
percibieran el sentido de promesa inherente en esas palabras, pero no
hasta que lucharan con ello por un tiempo. Como un pescador, él tenía
a su pez enganchado, pero necesitaba dejarlo correr un tiempo antes
de sacarlo del agua.
— «SStf\S0a— r
La enseñanza
5
Clínica en predicación
integradora
121
122 Predicando con integridad
El modelo integrador
Este libro está basado sobre un modelo que llamo Predicación
integiadoia. Durante demasiado tiempo, el estudio de la homilética
se ha estado formando sobre un sistema de polaridades (exposición o
narración; explicación o experiencia), lo cual ha forzado al predicador
Clínica en predicación integradora 123
Predicación integradora
¿Cuál es la gran idea?
Com prensión
T
Conocimiento
cabeza
f ¿De qué Sí. >
se trata? pero...
¿Cuál es la enseñanza? ¿Cuál es el problema?
¿Y ¿Ahora
qué? qué?
. ¿Cuál es la historia? ¿Cuál es la diferencia?
Com prensión
124 Predicando con integridad
que sus pies están sobre roca firme. Cuando todo lo demás se
desmorona a su alrededor, el reino de Dios queda. El reino de
Dios nunca será conmovido.
No sentí que fuera necesario decir mucho acerca del Monte Sinaí
porque ya había descrito aquel acontecimiento en el primer cuadrante.
De nuevo, siento que quiero decir algo más aquí, pero guardaré parte
del lenguaje de motivación para el cuarto cuadrante.
¡Eso es suficiente!
Una de las ventajas de este pasaje es que el texto nos provee una
forma primaria de responder al sermón. La parte difícil es desarrollar
este pensamiento sin meterse en explicaciones detalladas. Este no es
el momento para ser intelectualmente exigentes. Este es el momento
cuando queremos estimular una respuesta.
Solo humano
HACIA U N A A N TR O PO LO G ÍA DE LA
PREDICACIÓN
Los predicadores son solo seres humanos. Parece que es una lástima,
dada la magnitud de lo que intentan. Es asombroso que un humano,
deficiente y finito, pueda pararse en el púlpito y se proponga hablar
en el nombre de Dios. Y es un misterio que Dios estuviera de acuerdo
en hablar por medio de esos seres humanos.
Lo que sigue sirve como un modesto intento de lidiar con los
asuntos relacionados con la humanidad del predicador. Tratará con ese
asunto enfocándolo alrededor de tres preocupaciones: La primera, bajo
el encabezado de "Inmanencia", ofrece una base teológica para la
predicación. La segunda, bajo el encabezado de "Integridad", lidia con
las debilidades del predicador como un ser humano. La tercera, bajo
el encabezado de "R evelación", pregunta cuán humano puede
permitirse ser el predicador cuando predica. Al hacerlo así, estoy
tratando de sugerir formas de pensar acerca de antropología o de los
aspectos humanos de la predicación.
143
144 Predicando con integridad
Inmanencia
He reflexionado con frecuencia en la sabiduría de la predicación.
Dios tenía otras opciones. Que Dios optara por la predicación como
un medio mediante el cual transmitir su voluntad a humanos rebeldes
y caprichosos parece insensato cuando había muchas otras posibi
lidades. La relevancia del mensaje parece ser mucho más importante
que lo este método parece indicar.
Las empresas de transporte expreso (rápido) tienen como prioridad
asegurar a los clientes que son capaces de entregar cualquier paquete
en cualquier lugar, a tiempo e intacto. ¿Podrían los predicadores hacer
la m isma promesa? Sería imposible imaginarse un paquete más
precioso que el evangelio de Cristo Jesús, no obstante, resulta difícil
de imaginarse un sistema de entrega más defectuoso que las palabras
pronunciadas por el predicador.
Había otras opciones. ¿Por qué no podía Dios haber transmitido esta
información tan vital mediante un sistema de trasvase de conoci
miento biotécnico? Él podía sencillamente haber plantado en nuestra
mente lo que necesitamos conocer. Podía haberlo escrito en nuestro
ADN.
Por supuesto, en un sentido Él lo ha hecho. Él ha puesto eternidad
en nuestro corazón (Ec. 3:11). Nos ha creado a su imagen y semejanza.
No obstante, luchamos con el mensaje. Nuestro cráneo es demasiado
grueso y nuestra mente demasiado torpe para oír la Palabra que Dios
prepara para nosotros. Nuestra lengua es demasiado lenta para dar a
conocer la verdad que Dios quiere que conozcamos.
Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo. ¿Pero cómo
pueden las personas invocar el nombre del Señor si no han creído en
Él? ¿Y cómo puede creer en el Señor si nunca ha oído acerca de Él? ¿Y
cómo pueden oír acerca del Señor si no hay nadie que les hable de Él?
¿Y cómo va a haber quien les hable del Señor si no tenem os
predicadores? (Ro. 10:12-15)
Solo humano: Hacia una antropología de la predicación 145
Integridad
Que Dios quiera usar a seres humanos deficientes y caídos para
comunicar su Palabra no le otorga al predicador ninguna licencia para
continuar con sus tendencias depravadas. Dios quiera que no dejemos
el pecado sin control a fin de que la gracia abunde (Ro. 6:1). Donde
Dios es compasivo, su pueblo no lo es. Los oyentes tienen poca
tolerancia para los que predican sin integridad.
Si hay alguna duda en cuanto a la verdad de esta afirmación,
consideremos el caso del sacerdocio católico romano. Durante siglos,
el pueblo en general apreciaba a los sacerdotes por su liderazgo
espiritual. Ahora, sin embargo, los sacerdotes se están tambaleando a
causa de las muchas acusaciones de inmoralidad sexual. La integridad
148 Predicando con integridad
su Espíritu. Así, pues, ¿qué hace el predicador cuando Dios parece que
se ha ausentado sin permiso? ¿Cómo podemos predicar cuando el pozo
se ha secado? Todo predicador vacila entre la fe y la duda, la esperanza
y el temor. Resulta difícil ofrecer refrigerio cuando estamos viviendo
en el desierto.
Los predicadores con integridad tenemos que admitir también los
límites de nuestra sabiduría. Aunque nos gusta el alimentar el "mito
de héroe", reconocemos cuando somos sinceros que la tarea es mucho
más grande que nosotros. ¿Qué vamos a hacer que anime a la esposa
abusada y a los hijos abandonados? ¿Cómo proclamamos que la verdad
es relevante a personas que creen que toda verdad es relativa? ¿Qué
hacemos cuando perdemos nuestro gozo y nuestro llamamiento parece
una carga pesada y monótona?
Nuestra primera respuesta debe ser reconocer nuestro fracaso. No
tiene sentido pretender ser lo que no somos. La sinceridad, incluso
acerca de nuestras debilidades personales, marca a un verdadero líder
espiritual. Cuanta m ás integridad tenem os, mayor es nuestra
disposición de admitir nuestro pecado. Sencillamente apelamos a la
gracia.
No obstante, la gracia nos parece un escándalo. Luchamos con la
idea de que alguien se pueda escapar tan fácilmente cuando debe tanto.
Cuando hemos sido perjudicados por el pecado del pecador, puede
resultar bien difícil responder con compasión al líder que nos ha
fallado. ¿Qué hacemos con nuestras expectativas rotas?
Consideremos el caso de Bill Clinton, que fue Presidente de los
Estados Unidos. Alan Wolfe de la Universidad de Boston nos describe
las dos respuestas hacia la inmoralidad sexual como una ilustración
de lo que él llama protestantismo duro y blando. Los protestantes duros
fueron intransigentes, disciplinados y de firm eza m oral. Los
protestantes blandos fueron inclusivos, terapéuticos y perdonadores.5
Por un lado queremos "mantener el nivel alto" y por el otro, preferimos
ser "compasivos". El primer enfoque apela a las normas bíblicas de
santidad. El posterior apela al mandato bíblico del perdón.
Por supuesto, ambos principios son esenciales dentro de las
Escrituras. Encuentran su punto de integración en el concepto bíblico
de la gracia. La gracia no libera a las personas de su responsabilidad
ante el Dios justo y recto. Como C. S. Lewis dijo: "El verdadero perdón
150 Predicando con integridad
Revelación
Recuerdo una tira cómica que leí hace unos años. Un pastor y su
familia estaban recibiendo un regalo de despedida de la congregación.
No había duda de que el pastor había predicado fielmente a estas per
sonas por muchos años. Un anciano le ofrecía un libro bien grande y
pesado, lo que le resultaba bastante de difícil de sostener debido a su
tamaño y peso. El título del libro era visible en el lomo: "La vida y
tiempo del pastor Smith como fueron compilados de las ilustraciones
de sus sermones, tomo 1".
Todos conocemos la agonía de escuchar a un predicador que está
demasiado pegado de sí mismo y de sus propias experiencias. No obs
tante, pocos de nosotros estaríamos dispuestos a escuchar un sermón
desprovisto de experiencia humana y de sabor de auténtica vida
humana. Por su parte, el predicador debiera evitar interponerse entre
el mensaje de las Escrituras y el oyente. Y al mismo tiempo, los oyentes
encuentran deseable que al predicador se le vea humano.
jCuán humano debiera ser un predicador! ¿Cuánta revelación
152 Predicando con integridad
3. Ted Olsen, “Today Sermon: Thou Shalt Not Steal”, Christianity Today,
4 febrero 2004: 13.
4. Charles Bartow, God’s Human Speech [El habla humana de Dios] (Grand
Rapids: Eerdmans, 1997), 19.