Microbiota y Obesidad TFG-M-N1621

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Trabajo de Fin de Grado

Facultad de Medicina

OBESIDAD Y MICROBIOTA INTESTINAL

Curso 2018-2019
Grado en Nutrición Humana y Dietética

Autor: Sonia Concellón Herrero


Tutor: Raquel Muñoz Martínez
RESUMEN

La obesidad se asocia a un estado inflamatorio de bajo grado, producido por una


disfunción del tejido adiposo y un cambio en las respuestas inmunitarias de los
macrófagos residentes en este tejido. Este estado inflamatorio trae consigo alteraciones
en el metabolismo energético. La microbiota intestinal actúa tanto sobre el metabolismo
energético, como sobre el sistema inmunitario del huésped, gracias a la producción de
los ácidos grasos de cadena corta. Es por ello, por lo que cambios en la composición y
funcionamiento de la microbiota intestinal (disbiosis), pueden llevar a un aumento en el
aprovechamiento energético de los alimentos y a respuestas inflamatorias. Así una
microbiota alterada puede ser considerada como un factor más en el desarrollo o
perpetuación de la obesidad; y su modulación con el empleo de probióticos podría ser
una estrategia preventiva o de tratamiento para mejorar las comorbilidades asociadas a
la obesidad.

Palabras clave: Obesidad, Microbiota, Probióticos, Disbiosis, Ácidos grasos de cadena


corta, Metabolismo energético.

Listado de abreviaturas (por orden alfabético)


AGCC: Ácidos grasos de cadena corta IL-6: Interleucina-6
AGL: Ácidos grasos libres IMC: Índice de Masa Corporal
AGS: Ácidos grasos saturados LPL: Enzima lipoprotína lipasa
BAT: Tejido adiposo marrón LPS: Lipopolisacárido
DC: Células dendríticas sIgA: Inmunoglobulina A secretora
DM: Diabetes Mellitus TG: Triglicéridos
FOS: Fructooligosacáridos TGF- β: factor de crecimiento
transformante β
FXR: Receptor nuclear Farnesoide X
TGR: Receptor de membrana
GALT: Tejido linfoide asociado a la plasmática unido a proteína G
mucosa intestinal
TLR: Receptor tipo Toll
GLP-1: Péptido similar al glucagón 1
TNF- α: Factor de necrosis tumoral- α
GOS: Galactooligosacáridos
Treg: Linfocitos T reguladores
GPR: Receptor acoplado a proteína G
SNC: Sistema Nervioso Central
HCO: Hidratos de carbono
WAT: Tejido adiposo blanco

1
ÍNDICE
Justificación y objetivos……………………………………………………………………..3

Contexto y diseño metodológico…………………………………………………………..4

Desarrollo………………………………………………………………………………………7

1. El problema de la obesidad…………………………………………………………...7
1.1. Factores que intervienen en el desarrollo de la obesidad……………………8
- Factores genéticos……………………………………………………………8
- Factores ambientales…………………………………………………………9
- Cambios en la composición de la microbiota intestinal…………………..10
1.2. Alteraciones metabólicas en la obesidad……………………………………..10
- Disfunción del tejido adiposo debido a la obesidad………………………13
2. La microbiota intestinal………………………………………………………………15
2.1. Adquisición y evolución de la microbiota a lo largo de la vida………………18
2.2. Relación de la microbiota intestinal y el sistema inmune: salud y
enfermedad……………………………………………………………………...21
2.3. Funciones metabólicas y nutricionales de la microbiota intestinal…………26
- Fermentación de hidratos de carbono……………………………………..27
- Fermentación de proteínas…………………………………………………29
- Fermentación de ácidos biliares……………………………………………30
3. Cambios en la composición y funcionamiento de la microbiota intestinal………30
3.1. Disbiosis intestinal: causas y consecuencias………………………………...31
3.2. Pérdida de la homeostasis intestinal y endotoxemia metabólica…………..32
4. Tratamiento dietético en la modulación de la microbiota intestinal……………..34
4.1. Uso de prebióticos………………………………………………………………34
4.2. Uso de probióticos………………………………………………………………35

Conclusiones………………………………………………………………………………...39

Bibliografía……………………………………………………………………………………42

2
JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS

Hay un alarmante aumento de la obesidad tanto en población adulta como entre los más
jóvenes en todos los países, pero especialmente ha habido un gran aumento, sobre todo
en los últimos años, en los países de las zonas mediterráneas (donde se incluye a
España), que se sitúan con las tasas más elevadas de toda Europa (1). Según la
Encuesta Nacional de Salud del año 2017 en población adulta (mayores de 18 años),
un 62,5% de los hombres y un 46,7% de las mujeres presentaban sobrepeso u
obesidad. Además, se ha producido un cambio en el patrón alimentario, con el abandono
de las dietas basadas en cereales integrales, verduras y frutas, a favor de dietas ricas
en grasas saturas, azucares sencillos y altas en proteínas. Que no han hecho más que
incrementar el peso corporal de la población.

En los últimos años se ha habido un gran avance en el conocimiento de la microbiota


humana. En concreto, se ha visto como la microbiota intestinal es importante para
mantener un adecuado estado de salud, ya que interacciona y produce cambios en
multitud de tejidos y sistemas corporales. Actúa en la maduración del sistema
inmunitario, como en la regulación de sus respuestas, y en la regulación del
metabolismo energético. Así una la alteración en la composición y funcionamiento
normal de la microbiota intestinal puede conllevar a la aparición de enfermedades, que
están relacionadas con el desarrollo y la perpetuación de la obesidad.

Conocer todos los factores que llevan a la obesidad permitirá el desarrollo de,
estrategias preventivas para disminuir su incidencia, y de tratamientos eficaces para
combatirla. Y aquí la modulación de la composición de la microbiota intestinal se plantea
como un tratamiento prometedor para combatir el desarrollo de la obesidad y de sus
enfermedades asociadas.

Los puntos tratados en este trabajo (obesidad, dieta y metabolismo energético) han sido
estudiados ampliamente a lo largo de la carrera de Nutrición Humana y Dietética, ya que
son competencias imprescindibles que se deben conocer para el desarrollo adecuado
de la profesión de Dietista-Nutricionista. Pero la realización del trabajo me ha permito
adquirir conocimientos nuevos sobre la importancia de la microbiota intestinal, y sobre
su interacción con el sistema inmunitario, el cual se va desarrollando conjuntamente con
la microbiota. Además, pese a no haber sido desarrollado en el trabajo, he descubierto
como también la microbiota intestinal está relacionada con el sistema nervioso central,
y puede llegar a regular alguna de sus acciones. Todo esto no es un tema cerrado, sino

3
que actualmente se están realizando más estudios para determinar verdaderamente la
influencia que tiene la microbiota intestinal en el organismo.

Por todo ello los objetivos planteados en el presente trabajo han sido:

- Conocer algunos de los cambios que se producen en el tejido adiposo durante


la obesidad, a nivel del adipocito y de las sustancias secretadas por las células
inmunitarias asociadas (macrófagos).
- Conocer algunas de las funciones de la microbiota intestinal sobre la regulación
del metabolismo energético y sobre la regulación del sistema inmunitario
asociado al intestino, en respuesta a la bioproducción de ciertos metabolitos.
- Conocer algunos aspectos del tratamiento dietético, principalmente con el
empleo de probióticos, en la modulación de la composición y funcionamiento de
la microbiota intestinal, para mejorar algunos de los factores que están asociados
con la obesidad.

CONTEXTO Y DISEÑO METODOLÓGICO


El presente trabajo se trata de una revisión bibliográfica sobre microbiota intestinal.
Dentro del amplio tema de la microbiota intestinal, nos hemos centrado en su relación
con la obesidad. Para ello se ha investigado sobre las causas de la obesidad,
relacionándolo con los cambios que se producen en el tejido adiposo, y en cómo la
microbiota intestinal interviene en la regulación del metabolismo energético y en el
sistema inmunitario.

Se han seleccionado tanto artículos de revisión, como experimentales y de metaanálisis.


También se han utilizado libros y se han consultado páginas web para obtener algunos
datos sobre prevalencia de obesidad y definiciones. Las fuentes utilizadas para la
búsqueda de los artículos han sido:

- PubMed: ha sido la fuente más utilizada para la obtención de los artículos de este
trabajo. Para centrar la búsqueda se han utilizado diferentes palabras clave en
inglés, ya que partiendo de “Gut microbiota” se obtenían 24102 resultados. Algunas
de ellas han sido “Adipose tissue dysfunction and Gut microbiota” “Adipose tissue
dysfunction in obesity”, “Gut microbiota and Obesity”, “immune system and Gut
microbiota”, “Mucosal immune system and Gut microbiota”, “Acquisition of Gut
microbiota”, “Gut microbiota modulation with probiotics”, “Gut microbiota modulation
with prebiotics”. Una vez encontrados los artículos, se han utilizado los filtros de tipo
de artículo y año de publicación para acotar los resultados.

4
- Google Académico: donde se han utilizado también distintas palabras clave tanto
en inglés, como en español para centrar y definir la búsqueda, como “Gut
microbiota”, “Funciones de la microbiota intestinal”, “Gut microbiota Disbiosis”,
“Microbiota intestinal y sistema inmune”, “Microbiota intestinal y obesidad”.
- Recursos UVa: para la búsqueda de libros electrónicos, utilizando Wiley Online
Library Books y Springer Link Books y como palabra clave “Gut microbiota”. Los
libros han sido seleccionados en función de la fecha de la última revisión, para
obtener los resultados más actuales.
- Páginas web:
o Fundación española de la Nutrición (FEN), de donde se ha obtenido el libro
Blando de la nutrición en España (2013)
o Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), para
obtener la información sobre el estudio ALADINO (2015)
- Libros obtenidos de la Facultad de Medicina, UVa, relacionados con bioquímica
y dietética, para tratar generalidades.

La mayoría de los artículos seleccionados fueron publicados entre 2010-2019, aunque


algunos son más antiguos, pero fueron escogidos por su especial relevancia. También
se han seleccionado artículos citados en otros trabajos, cuando se quería ampliar la
información sobre algún punto que se trataba y resultaba de interés para el presente
trabajo.

A continuación, se presenta una tabla en la que indica la categoría temática y la posición


que ocupan las revistas, a nuestro parecer, más importantes utilizadas para el desarrollo
de este trabajo, junto con su factor de impacto. El “impact factor” de una publicación
científica permite medir el alcance y la mayor o menor importancia de la misma. La
información se ha obtenido de la página web “Web of Science”.

*Se utilizaron además artículos de revistas que están presentes en la categoría general
Multidisciplinary Sciences, estas son:

− Nature (factor de impacto de 41.577), puesto 1º en la categoría


− Science (factor de impacto de 41.058), puesto 2º en la categoría

5
Endocrinology Food
Impact Nutrition
Revistas utilizadas Cell biology and science and Inmunology Microbiology
Factor and dietetic
metabolism technology

190 142 133 155 126 83
revista/categoría
Am J Physiol Endocrinol 4.018 35
Metab
Ann Nutr Metab 3.051 70 36
Benef Microbes 2.310 76 53
Cell 31.398 3
Cell Mol Life Sci 6.721 33
Curr Opin Clin Nutr 4.534 27 13
Metab Care
Diabetes 7.273 10
Endocinol Nutr 1.268 127 67
Eur J Nutrition 4.423 14
Food Funct 3.289 20
Front Endocrinol 3.519 52
Front Inmunol 5.511 Puesto en la 30
Front Microbiol 4.019 categoría 32
Immunol Lett 2.436 104
J Cell Biol 8.784 24
Mol Nutr Metab 5.151 5
Mucosal Immunol 7.360 18
Nat Med 32.621 2
Nat Rev Immunol 41.982 1
Nutrients 4.196 18
Nutr Hosp 0.845 70
Nutr Rev 5.788 6
Obes Rev 8.483 8
Trends Endocrinol Metab 3.063 19
Trends Microbiol 11.776 6
6
DESARROLLO

1. EL PROBLEMA DE LA OBESIDAD

La obesidad es una enfermedad inflamatoria crónica de bajo grado producida por una
acumulación excesiva de masa grasa 1,2. Este exceso de masa grasa se produce por un
desequilibrio prolongado entre la ingesta calórica y el gasto energético, que da como
resultado un exceso de energía que será almacenada en forma de triglicéridos en el
tejido adiposo 3. La obesidad es determinada en la población adulta gracias al Índice de
Masa Corporal (IMC), considerando obesidad a un valor igual o superior a 30Kg/m2 1.

Como consecuencia del exceso de masa grasa y del aumento de la secreción de


sustancias proinflamatorias, que generan un estado sistémico de inflamación de bajo
grado, la obesidad tiene asociados múltiples trastornos y enfermedades crónicas que
podrían resumirse en el denominado síndrome metabólico 4. Existen diferentes guías
que tratan de definirlo y que han consensuado los criterios para su mejor diagnóstico,
las más utilizadas en la actualidad son las de la Federación Internacional de Diabetes
(IDF) y el Panel III de Tratamiento para Adultos del Programa Educativo Nacional sobre
el Colesterol de los EUU (NCEP ATP III). Así podríamos definir el Síndrome Metabólico,
como una entidad clínica heterogénea donde aparecen desórdenes metabólicos y
vasculares, que son factores de riesgo principales para el desarrollo de la enfermedad
cardiovascular. La fisiopatología de la obesidad radica en la resistencia a la insulina,
que a su vez es producto del exceso de masa grasa y de la disfunción del tejido adiposo.
Como consecuencia se producen alteraciones en el metabolismo de principios
inmediatos, tales como glúcidos y lípidos. Así, se produce una alteración en la glucemia,
y una mayor secreción de insulina, para tratar de compensar esta resistencia y mantener
la glucemia en parámetros normales. Este hecho prolongado en el tiempo genera micro
y macroangiopatías que dan como resultado un aumento de la presión arterial y un
mayor riesgo de padecer Diabetes Mellitus tipo 2 (DM2). Además, se producen
alteraciones del metabolismo lipídico, que conducen a dislipemias y exceso de ácidos
grasos libres, generando un estado proinflamatorio y protrombótico que deriva en el
aumento de la tensión arterial y en la aparición de arterosclerosis; además de contribuir
a la resistencia a la insulina. Todo esto trae como resultado un incremento de 5 veces
en la prevalencia de DM2, y de 2-3 veces en la enfermedad cardiovascular 5,6.

Es por ello, que la obesidad se asocia a una mayor tasa de mortalidad debido a las
comorbilidades que tiene asociadas. Además de las mencionadas, otras como,
síndrome de la apnea obstructiva del sueño, enfermedades digestivas producto de la

7
alteración y disfunción del tejido adiposo, enfermedades osteomusculares debido al
elevado peso, o el aumento del riesgo de cáncer 5. Además de trastornos psicológicos
y de imagen corporal, no menos importantes, que pueden afectar a las relaciones con
otras personas 1.

1.1. Factores que intervienen en el desarrollo de la obesidad

La obesidad es un trastorno muy heterogéneo en su origen, en el que están implicados


múltiples y complejos factores. No es solo el resultado de un desequilibrio entre ingesta
y gasto, sino de un conjunto de interacciones entre factores individuales o genéticos y
factores ambientales 1. En cuanto a los factores genéticos, estos presentan mayor peso
e importancia en el desarrollo de la obesidad a edades tempranas, y se caracterizan por
desarrollar obesidades extremas; mientras que los factores ambientales son claves en
el desarrollo de la obesidad del adulto 3.

▪ Factores genéticos

Entre el 20-70% de las causas de obesidad se pueden explicar por algún factor genético.
Pero atribuir la obesidad únicamente a estos factores es un error, ya que en la mayoría
de los casos deben confluir tanto factores genéticos como ambientales para finalmente
acabar desarrollando obesidad 3.

Algunas investigaciones sugieren que el desarrollo de la obesidad podría tener su origen


durante el periodo fetal, en el denominado “Programming” o programación metabólica,
que no es más que una respuesta adaptativa a las influencias nutricionales externas en
periodos claves del desarrollo (periodo fetal y lactancia), que dan lugar a una serie de
cambios metabólicos que persistirán a lo largo de toda la vida 4,7. Una obesidad materna
durante el embarazo propicia un ambiente proinflamatorio mayor que el que se
produciría en madres sanas, generando una mayor resistencia a la insulina y un
aumento de la movilización de lípidos, por lo que cuando se produzca el desarrollo del
tejido graso del feto (ocurre sobre todo alrededor del segundo trimestre de gestación)
este podría captar más cantidad de grasa. Como consecuencia el niño puede presentar
un peso elevado para la edad gestacional y este sí es un factor de riesgo para el
desarrollo de alteraciones metabólicas, tales como obesidad y DM2 7.

También se han identificado genes que influyen tanto en la cantidad de grasa corporal
y su distribución, como en la regulación hipotalámica de la ingesta, mediante el hambre-
saciedad. Así uno de los genes más implicados y estudiados es el gen ob, de la leptina3.

8
▪ Factores ambientales

Los factores ambientales y el estilo de vida actual generan cambios socioculturales que
repercuten tanto en el patrón alimentario, como en el número de horas que se dedica a
la actividad física. Estos cambios han repercutido y afectado en mayor medida a las
personas más jóvenes. Así el estudio ALADINO, (Estudio de Vigilancia de Crecimiento,
Alimentación, Actividad Física, Desarrollo infantil y Obesidad), llevado a cabo por la
Agencia Española de Consumo, Seguridad alimentaria y Nutrición (AECOSAN), estimó
en 2015 que más del 40% de los niños en edad escolar y adolescentes presentaban
sobrepeso u obesidad 8. Es importante conocer que esta obesidad tiende a perpetuarse
en el adulto, y aunque las comorbilidades son menores, en la edad adulta tendrán mayor
riesgo de padecer las patologías y los problemas asociados de la obesidad 1.

Se ha producido un cambio en el patrón alimentario, con un abandono progresivo de la


Dieta Mediterránea y una pérdida de las habilidades culinarias. Junto a esto, se han
sucedido cambios y mejoras tecnológicas en la industria alimentaria, que traen consigo
accesibilidad casi ilimitada y disponibilidad durante todo el año de los alimentos. En
consecuencia, se ha incrementado el consumo de carnes y productos cárnicos, en
contraposición con una disminución del consumo de cereales, frutas y verduras.
Además, ha aumentado el consumo de productos de alta densidad calórica, ricos en
grasas y azúcares, que presentan gran palatabilidad y que se ofertan a precios muy
económicos y fáciles de consumir, ya que la mayoría de ellos están listos para su
consumo. Esto trae consigo un cambio en la composición nutricional, con un aumento
del perfil calórico de las comidas; del perfil lipídico, con aumento del consumo de ácidos
grasos saturados (AGS); y de azúcares libres. Y hay una relación causal entre dietas
ricas en grasa y calorías y el desarrollo de la obesidad; además de que este mayor
consumo de grasas y azúcares simples otorga menor saciedad y por tanto un consumo
excesivo y pasivo de este tipo de alimentos 1,3,4.

Unido a esto, ha habido una reducción de la actividad física a causa de la mecanización


de actividades laborales, que propicia en numerosas ocasiones estar largas horas
sentado. Además, los medios de transporte y un estilo de vida urbano donde
predominan actividades de ocio sedentarias (televisión, videojuegos, cine…) ha influido
en la disminución de la práctica de ejercicio físico y por tanto en el aumento del
1,3
sedentarismo . En consecuencia, el aumento de la ingesta calórica junto con la
disminución de actividad física origina aumento del peso a expensas del aumento de
masa grasa corporal.

9
Finalmente, el modelo económico actual compite con la creación de estrategias
preventivas, así como de políticas claras y adecuadas para la promoción de hábitos de
vida saludables que consigan frenar esta actual epidemia de obesidad 1.

▪ Cambios en la composición de la microbiota intestinal

Entre otros factores, que se tratarán a lo largo de la presente memoria, el consumo de


productos de alta densidad energética, ricos en grasa y azúcares, junto con la
disminución del consumo de vegetales, también conlleva un cambio en la composición
de la microbiota intestinal, denominada disbiosis, que tendrá repercusiones en el
metabolismo energético, por lo que podrá ser un factor de riesgo más para el desarrollo
de la obesidad o para su perpetuación 9.

1.2. Alteraciones metabólicas en la obesidad

El desequilibrio entre la ingesta y el gasto contribuye en gran medida al desarrollo de la


obesidad, pese a que hay multitud de otros factores asociados. El equilibrio entre la
ingesta y el gasto, y por tanto el control del peso, está regulado por numerosos sistemas
y señales, donde el eje principal es el sistema nervioso central (SNC) que es capaz de
determinar el estado metabólico del organismo mediante las señales que le llegan de
los tejidos periféricos, fundamentalmente del sistema digestivo, sistema endocrino y
3,4,10
tejido adiposo, al estimular o inhibir neuronas anorexigénicas u orexigénica . Así al
estimular las neuronas anorexigénicas se produce la liberación de sustancias que
inhiben el apetito, y al estimular neuronas orexigénicas se produce lo contrario, se
liberan sustancias que estimulan el apetito, como el neuropeptido Y 10:

− El sistema digestivo libera péptidos gastrointestinales, la mayoría de ellos


presentan una acción anorexigénica al producirse su liberación tras la ingesta y por
tanto aumentan su concentración en sangre durante las horas siguientes a la
comida. Son el péptido liberador de gastrina, la colecistocinina y el péptido PYY, que
se producen en las células endocrinas del epitelio intestinal y colónico y actúan a
nivel del núcleo arqueado del hipotálamo inhibiendo neuronas orexigénicas.
Además, algunos péptidos liberados por el sistema digestivo son capaces de
estimular la secreción de insulina, hormona anorexigénica, ya que presentan
receptores en las células beta pancreáticas, como el péptido similar al glucagón tipo
1 (GLP-1) o el polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP). Ambos se
denominan incretinas y son segregados por células intestinales, células K y células
11
L respectivamente . La microbiota intestinal sana actúa estimulando la liberación
de estos péptidos, sobre todo de las incretinas, gracias a la liberación de sustancias
10
que interaccionan con determinados receptores de las células L intestinales que
estimulan su secreción, y por tanto puede ayudar a mejorar la homeostasis de la
11,12
glucosa . En cuanto a péptidos con acción orexigénica, encontramos la grelina,
que aumenta justo antes de las comidas para disminuir su concentración plasmática
tras la ingesta. Esta, es liberada por células que recubren el epitelio del estómago y
actúa en hipófisis e hipotálamo donde se une a receptores acoplados a proteínas
G10. Se ha visto como en situaciones de ayuno esta hormona aumenta su
concentración significativamente en plasma 3,10. Además, las señales percibidas del
exterior, fundamentalmente por los órganos de los sentidos, tienen repercusión
también en el control de la ingesta 4.
− El sistema endocrino libera hormonas tiroideas y hormonas del crecimiento que
aumentan el gasto energético y por tanto estimulan la ingesta. También entran en
juego las hormonas sexuales que fundamentalmente determinan el tipo de
composición corporal. Estas son la testosterona y los estrógenos 4.
− El tejido adiposo está formado por los adipocitos, además de otros tipos celulares
asociados, macrófagos, fibroblastos, preadipocitos, o células endoteliales, entre
13
otras ; pudiendo diferenciar 3 tipos: tejido adiposo blanco (WAT) cuya principal
función es la de almacén de triglicéridos (TG), además de una función endocrina;
tejido adiposo marrón (BAT) que almacena lípidos, aunque en menor medida y libera
energía en forma de calor, lo que es conocido como efecto termogénico; y tejido
beige, con funciones similares al BAT 4. El WAT es un auténtico órgano endocrino
con la capacidad de interaccionar con otros órganos y tejidos, como son el SNC, el
2,13
sistema muscular o el sistema inmune, entre otros . Esto se debe a que secreta
multitud de hormonas, citocinas, factores de crecimiento y factores vasoactivos, que
en conjunto se denominan adipocinas. Estas adipocinas pueden actuar tanto
localmente, como sistémicamente al enviar información sobre las reservas
energéticas, y por tanto influir en la regulación de la ingesta, del metabolismo
energético, en procesos inflamatorios, o en la coagulación. Entre las hormonas
secretadas destacan, la leptina que inhibe el apetito, aumentando la sensación de
saciedad gracias a la estimulación a nivel hipotalámico de neuronas anorexigénicas;
y la adiponectina con funciones antiinflamatorias y de sensibilización a la acción de
10
la insulina . En cuanto a las citocinas, presentan funciones principalmente
inflamatorias, como son el factor de necrosis tumoral- α (TNF- α) o la interleucina-6
(IL-6) 14.

La ingesta calórica va a permitir la obtención de energía procedente de los alimentos


para el correcto funcionamiento del organismo. Esta energía es obtenida a través del
11
metabolismo energético, que no es más que el conjunto de reacciones de
oxidorreducción de los principios inmediatos (hidratos de carbono, proteínas y grasa)
para obtener energía en forma de ATP 1,4. La microbiota intestinal produce un aumento
de la ingesta calórica ya que, debido a la fermentación de los productos que no han
podido ser degradados por las enzimas digestivas e intestinales, produce un
11,12
aprovechamiento de la energía de los alimentos , tal como se estudiará en el
apartado 2.3.

En cuanto al gasto energético, es la energía que el organismo consume para llevar


acabo correctamente las funciones celulares, además de para mantener una adecuada
temperatura corporal y la realización de la actividad física diaria 1. Este gasto, a su vez
está formado por 3 componentes: el metabolismo basal, que representa entre un 60-
75% total del gasto energético, es la energía requerida en reposo para mantener las
funciones vitales (respiración, frecuencia cardiaca…); el efecto termogénico, que no es
más del 10% del total, y consiste en la energía requerida para la correcta asimilación de
los alimentos (digestión, absorción, transporte, almacenamiento); y la actividad física,
que es el componente sobre el que más se va a poder intervenir para conseguir
aumentar el gasto energético total del día, y por tanto es el componente más variable
del gasto energético 1,3.

El principal sustrato que el organismo utiliza para la obtención de energía son los
hidratos de carbono (HCO). En una situación de exceso de energía, estos HCO pasarán
a ser transformados en grasa y con un déficit energético o ausencia de HCO, la grasa
será utilizada para obtener energía. Así es como funciona el tejido adiposo,
almacenando el exceso de energía en forma de grasa, o liberando ácidos grasos para
4,15
obtener energía mediante la lipólisis en situaciones de déficit energético . Tras la
ingesta los TG, contenidos en los quilomicrones, son liberados a la circulación
sanguínea y sufren una hidrolisis por la enzima lipoproteína lipasa (LPL) del endotelio,
formándose así ácidos grasos libres (AGL) que entran al adipocito para ser
almacenados y volver a ser transformados en TG. Cuando se necesita obtener energía
de los TG la enzima adipo-triglicérido-lipasa actúa hidrolizándolos, lo que permite la
salida de AGL al torrente circulatorio. Esta entrada y salida de AGL es controlado por la
13
acción de la insulina, ya que activa la LPL e inhibe la adipo-triglicérido-lipasa . La
microbiota intestinal, y tal como se explicará en el apartado 2.3, actúa estimulando la
lipogénesis ya que interviene en la liberación de insulina 16.

12
▪ Disfunción del tejido adiposo debido a la obesidad

La obesidad se asocia con un cambio del tejido adiposo WAT, aumenta de tamaño,
cambia su distribución y composición celular y finalmente se ve afectada su función. Se
produce una hipertrofia, es decir un aumento del volumen de los adipocitos. También se
puede producir una hiperplasia que consiste en el aumento del número de adipocitos,
que tienen menor capacidad de almacenamiento de grasa. En el caso de obesidades
extremas o muy prolongadas en el tiempo, ambos procesos se producirían por lo que
12,14
aumentaría el número de adipocitos y además estos se hipertrofiarían . Por tanto,
como respuesta a la sobrenutrición, el tejido adiposo se expande (hipertrofia e
hiperplasia) para acumular la energía y la grasa en exceso y así prevenir la acumulación
de lípidos ectópicos y la lipotoxicidad en otros órganos y tejidos 2,13,15.

La expansión del tejido adiposo conduce a una disfunción del tejido. El tejido tiene una
incapacidad de almacenar lípidos, lo que origina un aumento de la lipólisis en los
adipocitos, aumentando la cantidad de AGL y su liberación. Los AGL se van a unir a
células inmunitarias, presentes en el tejido, principalmente macrófagos, por medio del
receptor tipo Toll 4 (TLR-4), activándolas. La activación provoca la producción de
citocinas proinflamatorias, tales como TNF- α, por parte de los macrófagos. TNF- α
activa a los adipocitos estimulando la lipólisis y aumentado la expresión de genes para
la IL-6, para la proteína quimiotáctica de macrófagos (MCP-1) y para la molécula de
adhesión intracelular (ICAM-1). Estas dos últimas proteínas inducen la entrada de
macrófagos al tejido adiposo, como consecuencia se genera un estado proinflamatorio
que implica a los adipocitos y a los macrófagos. Al estado proinflamatorio hay que añadir
la generación de zonas hipóxicas en el tejido, que conducen a un aumento en la muerte
celular por apoptosis de los adipocitos 12,13. En este ambiente, los macrófagos cambian
de tipo y pasan de dar fundamentalmente respuestas de reparación de tejido
(macrófagos M2, residentes en tejido sano, que producen IL-10) a dar respuestas
fundamentalmente proinflamatorias (macrófagos M1, macrófagos activados que
producen TNF- α e IL-6) 12
. Como consecuencia de este estado proinflamatorio se
producen cambios en la función secretora del tejido adiposo. Así, aumentan los niveles
de adipocinas secretadas al plasma sanguíneo con función inflamatoria como IL-6 y
TNF- α. Disminuye la secreción de adiponectina, con alto poder antiinflamatorio,
aumentando las respuestas proinflamatorias. La secreción de leptina aumenta, ya que
guarda relación con los depósitos grasos, pero existe una resistencia a su acción debido
fundamentalmente a la resistencia que hay a la insulina 2,13 (Figura 1).

13
Los cambios en el metabolismo energético en la obesidad vienen producidos, por tanto,
por los altos niveles de moléculas proinflamatorias y AGL en la circulación sistémica que
generan una resistencia a la acción de la insulina. Esta resistencia se traduce, en un
aumento de la producción de glucosa hepática y una reducción en la capacidad de
captación de glucosa en músculos y tejido adiposo a través del transportador de glucosa
GLUT-4 (sensible a la insulina). Debido a esta falta de sensibilidad a la insulina, se
produce una disminución de su acción inhibidora de la lipólisis, generándose un círculo
vicioso que finalmente acaba en una acumulación de grasa ectópica y en un mayor
2,12
aumento de la resistencia a la acción insulínica . Los altos niveles de AGL
prolongados en el tiempo inducen una inhibición de la secreción de insulina por las
células β pancreáticas, siendo la apoptosis de estas células una posible causa 14
. La
necesidad de mayor producción de insulina y la disminución en la capacidad secretora
del páncreas genera una intolerancia a los HCO y una alteración de la glucemia, que
acabará con el desarrollo de DM2 13,14 (Figura 1). La disbiosis de la microbiota intestinal
perpetúa toda esta cascada de señalización proinflamatoria y de resistencia a la insulina,
como se explicará posteriormente.

Figura 1: Disfunción del tejido adiposo y sus consecuencias. AGL: ácidos grasos libres, M1: macrófagos
tipo 1, M2: macrófagos tipo 2, ICAMM1: molécula de adhesión intracelular, MCP1: proteína quimiotáctica
de macrófagos. Figura de elaboración propia.
14
Debido a toda esta disfunción del tejido adiposo, se genera un estrés oxidativo que
propicia el aumento de especies reactivas de oxígeno (ROS). Los ROS interaccionan
con los AGL y forman aldehídos reactivos que reaccionan con componentes
intracelulares (proteínas DNA o ARN y lípidos) alterándolos. Es por ello, por lo que
pueden afectar a las mitocondrias generando una disminución del número, y provocando
una disfunción mitocondrial que afecta sobre todo al músculo esquelético y cardiaco,
hígado y tejido adiposo. Esta disfunción mitocondrial se debe a la incapacidad de las
mitocondrias de atender las demandas energéticas del organismo, por fallo en la
fosforilación oxidativa y en la -oxidación de ácidos grasos, lo que disminuye la
capacidad de almacenamiento de lípidos en los adipocitos y produce un aumento de
AGL. Todo ello genera mayor estrés oxidativo y un círculo vicioso difícil de romper 2,17.

El conocimiento de todas las alteraciones del metabolismo energético y de las


respuestas que se producen en el sistema inmunitario, implicadas tanto en el desarrollo
como en la perpetuación de la obesidad, permitirá la elaboración de estrategias
preventivas multidisciplinares y específicas para evitar su aparición y de mejores
tratamientos individualizados para revertirla.

2. LA MICROBIOTA INTESTINAL

El término microbiota hace referencia al conjunto de comunidades microbianas que


viven en nuestro organismo, en una relación de simbiosis tanto comensal como de
mutualismo. Encontramos comunidades microbianas en todas las superficies del cuerpo
expuestas al medio externo; tales como la piel y las mucosas de la cavidad oral, de las
vías respiratorias y de los tractos genito-urinario y gastrointestinal. El término
microbioma, se refiere al conjunto de comunidades microbianas, sus genes y productos
18,19
metabólicos, en un determinado ambiente del organismo . Los científicos estiman
que cerca de 100 billones de microorganismos colonizan nuestro organismo y en torno
al 70% de ellos se encuentran en el tracto gastrointestinal, siendo fundamentalmente
bacterias 18,20.

La relación entre el hombre y sus comunidades microbianas representan un largo


proceso de coevolución y adaptación dinámica entre ambos. Se trata de una relación de
mutuo beneficio; así, por ejemplo, se ha conseguido que la capacidad enzimática y
21,22,23
metabólica de ambos se complemente entre sí . El conocimiento de cómo están
estructuradas las distintas comunidades microbianas, la interrelación entre ellas y el
huésped es esencial para comprender su implicación en nuestra salud. Así, condiciones
en las que se producen alteraciones en la composición de los simbiontes intestinales

15
junto con la colonización por patógenos (disbiosis de la microbiota intestinal), pueden
llevar a la aparición de diferentes patologías relacionadas fundamentalmente con
26,34
alteraciones metabólicas y con respuestas no adecuadas del sistema inmunitario .
El estudio de las comunidades microbianas humanas se lleva a cabo utilizando muestras
de DNA (DNA total y/o DNA que codifica para el RNA ribosómico 16S) aisladas a partir
19
de mucosa y heces . En los últimos años ha habido un gran avance gracias al
desarrollo y abaratamiento de las técnicas de secuenciación de alto rendimiento 24.

El microbioma humano más analizado, y en el que vamos a centrar nuestro trabajo, es


el correspondiente al intestino. Estudios del microbioma intestinal en adultos sanos han
determinado la presencia de dos filotipos predominantes de bacterias: Firmicutes y
19
Bacteroidetes, y en menor medida Actinobacteria . Los géneros principales de
bacterias que incluyen el filotipo Firmicutes son Clostridium y Lactobacillus, el filotipo
Bacteroidetes incluye los géneros Bacteroides y Prevotella; y finalmente Bifidobacterium
19,22
es el género principal perteneciente a Actinobacteria . El filotipo es definido como
“Un grupo taxonómico caracterizado por el grado de similitud entre secuencias de ADN
19
del gen 16S, y no por las características fenotípicas (funcionalidad de los genes)” .A
nivel taxonómico de especie, la microbiota intestinal es más diversa y presenta mayor
variabilidad entre personas. En torno a 1000 especies bacterianas distintas colonizan el
tracto gastrointestinal, principalmente del tipo anaerobias facultativas 19.

Estudios filogenéticos y funcionales llevados a cabo por el consorcio europeo MetaHIT


(metagenómica del tracto intestinal humano), en el que participó España, han
demostrado la existencia de tres enterotipos en el microbioma del intestino de individuos
adultos: enterotipo 1 (predominio del género Bacteroides), enterotipo 2 (predominio del
22,25
género Prevotella) y enterotipo 3 (predominio del género Rumminococcus) . Los
enterotipos se podrían definir como agrupaciones bacterianas, dominadas por un
género, en las que se establecen relaciones de cooperación y de competencia,
manteniendo un estado de equilibrio. Los enterotipos muestran diferencias funcionales,
funciones que, en cada agrupación, van a permitir usar de manera más eficaz los
diferentes nutrientes y combatir patógenos; parecen estar relacionados con
características fisiológicas del huésped (tiempo de tránsito intestinal, pH del lumen, etc)
23,25
y principalmente con el tipo de dieta llevada a largo plazo . Así, una dieta rica en
grasa de tipo saturado y proteínas animales parece asociarse a una mayor abundancia
del enterotipo 1, mientras que dietas ricas en HCO complejos y fibra se asocian al
enterotipo 2 26.

16
Debido a que el tracto gastrointestinal presenta diferentes características a lo largo de
27,28
su recorrido, la densidad y composición microbiana también varía (Figura 2). Se
pueden encontrar:

- Tracto gastrointestinal superior (faringe y esófago), sin gran densidad


microbiana debido al paso rápido de alimentos y secreciones.
- Estómago, densidad microbiana muy baja por pH ácido. Se encuentran
bacterias ácido-resistentes con predominio de anaerobios.
- Duodeno y yeyuno, el pH sigue siendo bastante ácido, además de que en
duodeno encontramos secreciones antimicrobianas derivadas de la bilis. Por ello
se encuentra microorganismos dispersos resistentes a pH ácidos. A medida que
se va avanzando por el intestino, se va encontrando una mayor densidad
microbiana, por aumento de pH y enlentecimiento del tránsito. En íleon
encontramos ya altas proporciones de anaerobios.
- Colon, se encuentra la mayor densidad microbiana, en torno a 1011-12 UFC/g,
fundamentalmente debido a su pH básico, además de que el tiempo de tránsito
es mayor que en intestino delgado y los compuestos fermentables son más
accesibles a su degradación.

Figura 2: Densidad microbiana y características del tracto gastrointestinal.


UFC/g: unidades formadoras de colonias por gramo de contenido. Imagen modificada 27.

Se puede concluir que en el organismo adulto y en condiciones de salud, la microbiota


intestinal se mantiene dentro de unos límites de estabilidad, y en constante interacción
con las células del huésped, así como con los alimentos, los microorganismos ingeridos
17
en los alimentos y con posibles patógenos 21. La microbiota intestinal influye tanto en la
estructura como en la funcionalidad intestinal. Es por ello por lo que juega un papel
importante en el equilibrio entre la salud y la enfermedad 19,20,22.

2.1. Adquisición y evolución de la microbiota intestinal a lo largo de la vida

La colonización microbiana parece que empieza ya dentro del útero materno, donde se
pueden encontrar microorganismos no patógenos en la placenta y líquido amniótico que
pasan al feto en embarazos de mujeres sanas. Esto se ha comprobado debido a que el
meconio de los recién nacidos no es estéril 29.

Los cambios en la microbiota intestinal a lo largo de las etapas de la vida, que se van a
comentar a continuación, se muestran en la Figura 3.

Después del nacimiento se produce una gran expansión microbiana. Los primeros
colonizadores son bacterias anaerobias facultativas, miembros de la familia
Enterobacteriaceae. En pocos días, el lumen intestinal se vuelve anaerobio como
consecuencia del metabolismo de los primeros colonizadores y se desarrollan
anaerobios estrictos como los géneros Bifidobacterium, (filotipo Actinobacteria),
Bacteroides (filotipo Bacteroidetes) y Clostridium (filotipo Firmicutes). El tipo de parto es
relevante en las poblaciones de microorganismos que empiezan a colonizar el inmaduro
intestino del recién nacido. Así, si se produce por vía vaginal, la microbiota del recién
nacido durante sus primeras semanas es semejante a la microbiota de la piel y la vagina
de la madre; conteniendo las familias Enterococcaceae, Streptococcaceae,
Lactobacillaceae y Clostridiaceae, todas ellas pertenecientes al filotipo Firmicutes y la
familia Bifidobacteriaceae perteneciente al filotipo Actinobacteria 29.

Durante los primeros 6 meses de vida el tipo de lactancia será clave para el desarrollo
de la microbiota intestinal. La lactancia materna otorga al bebé microrganismo
procedentes tanto de la glándula mamaria como de la piel materna 29. La leche materna
tiene un alto porcentaje de oligosacáridos complejos, que la especie humana no puede
digerir, lo que estimula el crecimiento de fermentadores del género Bifidobacterium
(filotipo Actinobacteria) principalmente. La leche materna proporciona alimento al bebe
y, además debido a su composición en factores inmunomoduladores e inmunoglobulina
A secretora (sIgA), favorece la protección inmune y el correcto desarrollo del sistema
inmunitario asociado a la mucosa intestinal del bebe. La sIgA es sintetizada por células
plasmáticas (linfocitos B diferenciados para la producción de anticuerpos) de la lámina
propia de la glándula mamaria y transportada por las células alveolares a la leche
materna. La sIgA endógena se va produciendo lentamente en el lactante a la par que
18
su sistema inmunitario y puede tardar incluso años en producirse a niveles de los
adultos30. Por otra parte, la leche materna cuenta con un microbioma cuyo origen
todavía no se conoce con exactitud, y que además puede variar en función de la salud
materna, y cuyas bacterias pueden pasar al lactante 29,31. Hacen falta más estudios para
determinar cuál es el microbioma “normal” que presenta la leche materna y el impacto
de este en la predisposición a determinadas enfermedades futuras del niño 31.

Con el destete y el comienzo de la alimentación sólida se produce un aumento en la


diversidad de microorganismos del tracto gastrointestinal, ya que se empieza a consumir
mayor variedad de nutrientes, entre los que se encuentran polisacáridos de las paredes
celulares de los vegetales (celulosas, xilanos) que no son digeribles por los humanos,
lo que permite el crecimiento de especies bacterianas fermentadoras de carbohidratos
complejos pertenecientes al género Bacteroides (filotipo Bacteroidetes) y a los géneros
Clostridium y Ruminococcus (filotipo Firmicutes); junto con la disminución progresiva del
género Bifidobacterium (filotipo Actinobacteria) y la familia Enterobacteriaceae debido al
menor consumo de leche 22,29.

Desde los 12 meses a los 3 años, la microbiota intestinal del niño evoluciona
desarrollándose una microbiota más semejante a la del adulto, abundante en las familias
Ruminococcaceae, Lachnospiraceae pertenecientes al filotipo Firmicutes y las familias
Bacteroidaceae y Prevotellaceae pertenecientes al filotipo Bacteroidetes 29.

A lo largo de los tres primeros años de vida, la microbiota intestinal es muy inestable,
evoluciona adquiriendo una mayor riqueza y diversidad y muestra una gran variabilidad
entre individuos. Cabe destacar que es muy susceptible a factores ambientales y va a
21,29
determinar la composición final de la microbiota en la edad adulta . A lo largo de la
niñez y adolescencia la microbiota sigue evolucionando; se produce un aumento del
género Bacteroides (filotipo Bacteroidetes), que va a ser en la edad adulta el género
más abundante 22.

La composición y el establecimiento de la microbiota intestinal va a depender de


múltiples factores. Así se ha demostrado que influye el tipo de parto, en los partos por
cesárea los recién nacidos presentan menor cantidad de especies de los géneros
Bifidobacterium y Bacteroides, que lo nacidos por la vía vaginal, ya que la microbiota se
asemeja más a la comunidad bacteriana de la superficie de la piel y es rica en bacterias
21,29
de los géneros Staphylococcus, Corynebacterium, y Propionibacterium . También
influye la prematuridad y la alimentación con lactancia materna o leches de fórmula, ya
que la lactancia materna, frente a las leches de fórmula, a parte de todos los beneficios

19
arriba indicados, favorece el establecimiento, en el intestino del niño, de una microbiota
con una composición más uniforme y con abundancia de los géneros Bifidobacterium y
Lactobacillus 18,29. Otros factores que influyen son la microbiota materna, la localización
geográfica, la interacción con otros individuos y animales, y muy especialmente la
exposición a fármacos y antibióticos. A lo largo de la infancia y adolescencia, la
microbiota intestinal es muy sensible a cambios en los hábitos alimentarios, fisiológicos,
metabólicos y hormonales que se van produciendo 18.

En el adulto, la microbiota es muy diversa, muestra una variabilidad entre individuos


menor que la mostrada en las etapas previas y mayor estabilidad, por lo que va a ser
más difícil de modificar. Dominan los filotipos Bacteroidetes, Firmicutes y
Actinobacteria18.

En las personas mayores (>65 años) la diversidad de la microbiota va disminuyendo,


pero en ancianos sanos e independientes se mantiene una microbiota de composición
y funcionalidad similar a la de adultos sanos. Ya en personas ancianas frágiles, se ha
visto como presentan una composición alterada en comparación con adultos sanos,
debido a cambios en el estilo de vida, movilidad más reducida, dieta menos variada,
18,32
disminución de funcionalidad intestinal, uso de medicamentos, etc . Parece que
existen niveles reducidos de Bifidobacterium, Bacteroides y Enterobacteriaceae y se
produce un aumento de la proporción de bacterias anaerobias facultativas y
proteolíticas, con aumento del filotipo Proteobacterias y bacterias del género Clostridium
32,33
(C. perfringens y C. difficile), que pueden actuar como patógenos oportunistas .
Además, con el envejecimiento, también cambia el perfil de ácidos grasos de cadena
corta (AGCC), fundamentalmente por una ingesta más baja en fibra (dieta menos
variada) que ocasiona descenso de las bacterias fermentadoras de HCO (que son las
principales productoras de AGCC), produciéndose una reducción en su producción que
origina menor aprovechamiento de la energía de los alimentos, y que unido a un
32
probable o hipotético aporte energético bajo puede desencadenar una malnutrición .
Además, el descenso de la producción de AGCC también se relaciona con un aumento
de enfermedades crónicas asociadas con la inflamación, como enfermedades
gastrointestinales, ateroesclerosis, caquexia, fragilidad, síndrome metabólico,
enfermedades neurodegenerativas, etc. Debido a esta asociación entre microbioma
intestinal y envejecimiento, el uso de probióticos y prebióticos podrían tener un papel
beneficioso para conseguir una composición de microbiota sana que ayude a un
envejecimiento más saludable y contribuya así a una mayor calidad de vida en las
personas mayores 32,33.

20
Figura 3: Evolución de la microbiota a lo largo de las diferentes etapas de la vida. Imagen de
elaboración propia. HCO: hidratos de carbono, AGCC: ácidos grasos de cadena corta

2.2. Relación de la microbiota intestinal y el sistema inmune: salud y


enfermedad

La colonización microbiana del intestino y su interacción con el huésped en las etapas


tempranas de la vida, son procesos esenciales para la salud de las personas a lo largo
de toda su vida. Estos procesos conducen a un desarrollo anatómico del epitelio
intestinal, al desarrollo y maduración del tejido linfoide asociado a la mucosa intestinal
(GALT) y al establecimiento de una tolerancia inmune hacia el alimento y hacia la propia
20,34
microbiota intestinal , como se observa en la Figura 4. Estos procesos tienen lugar
a lo largo de lo que se ha denominado “ventana critica”, cuya extensión exacta no se
conoce, pero que podría extenderse entre el nacimiento y el primer año de vida. Así
alteraciones en el desarrollo y composición del microbioma en este tiempo cursan con
alteraciones de las respuestas inmunitarias, que originan respuestas de
hipersensibilidad a antígenos aparentemente inocuos, y respuestas inflamatorias
exacerbadas. Este hecho, aumenta la probabilidad de presentar enfermedades
metabólicas e inmunitarias en el futuro, que pueden contribuir al desarrollo de obesidad,
asma o atopía, entre otros 35.

21
Figura 4: Sección transversal de intestino delgado de feto humano, en útero, frente a la misma
sección transversal de bebe humano, en ambiente extrauterino. La colonización microbiana del epitelio
intestinal en los recién nacidos favorece el correcto desarrollo del tejido linfoide asociado al intestino (GALT),
con el aumento significativo de las células inmunitarias presentes en él. También se observa la
transformación de un epitelio fino, inmaduro con baja capacidad de proliferación de sus células a un epitelio
bien desarrollado, maduro, con una velocidad de renovación elevada (flechas rojas). 34

La microbiota intestinal es fundamental para la salud de las personas, ya que como se


ha mencionado anteriormente, evita la colonización intestinal de los patógenos e
18,20
interviene en el correcto desarrollo y maduracion del sistema inmunológico . Pero
para comprender esta relación entre sistema inmunitario y tracto gastrointestinal hay
que conocer las estructuras que el intestino presenta.

El tracto gastrointestinal está en continua interacción con el medio exterior a través de


la toma de alimentos. Está sometido por tanto a una exposición continuada de antígenos
27
y microorganismos foráneos que pueden desencadenar respuestas inmunitarias .
Debido a esto tiene que protegerse del medio exterior para evitar la colonización e
infección por posibles patógenos. Para ello forma una barrera protectora epitelial
(barrera fisicoquímica) y contiene el GALT, los dos elementos que contribuyen a
mantener la homeostasis inmune intestinal 20 y que se describen a continuación.

La primera línea de defensa del tracto gastrointestinal es su epitelio, que está formado
por diferentes tipos celulares. Así, una única capa de células (enterocitos), responsables
de la absorción de nutrientes y agua, unidas fuertemente entre sí mediante uniones
estrechas, forman una barrera física que separa el contenido luminal de la lámina propia
(tejido conjuntivo subyacente). También se encuentran otros tipos celulares, como
células Goblet (células caliciformes) que secretan mucina y células de Paneth que
secretan diversas sustancias antimicrobianas, como las α-defensinas y lisozima, tal

22
como se ve en la Figura 5. Este epitelio, además, se recambia continuamente gracias a
la presencia de células madre en la base de las criptas, lo que permite que células
infectadas o dañadas sean eliminadas, consiguiendo así que el epitelio esté sano y
compacto. Recubriendo este epitelio se encuentra la capa de moco denso, formado por
las células Goblet de manera continua. La capa de moco se mezcla con las sustancias
antimicrobianas y forma una barrera que impide que los microorganismos puedan
alcanzar el epitelio, pero sí permite el paso de nutrientes 34.

Figura 5: Representación de las diferentes líneas de defensa intestinal. a) Microvellosidades b) Uniones


estrechas celulares c) Glucocálix d) Péptidos antimicrobianos e) Células M f) Células dendríticas en Placa
de Peyer g) Célula dendrítica de reconocimiento. La capa de moco se encontraría por encima del epitelio
intestinal, junto con las secreciones antimicrobianas secretadas 34.

Hay regiones especializadas del epitelio del intestino delgado (epitelio asociado con
folículos) que están asociados con el GALT y forman los denominados lugares de
inducción (GALT organizado o inductor), por donde entran los antígenos que activan la
respuesta inmunitaria. Estas zonas del epitelio cubren a las placas de Peyer, órganos
linfoides secundarios, compuestos de varios folículos linfoides y localizados en la lámina
propia, en cuyo interior se encuentran numerosas células inmunitarias (células
dendríticas, células T, células B, etc.) que desencadenan la respuesta inmunitaria. Las
células M, del epitelio asociado con folículos, son enterocitos especializados en la
captación y transporte de antígenos al interior de las placas de Peyer (Figuras 5 y 6).
Por otra parte, los denominados lugares efectores (GALT difuso o efector), donde las
células inmunitarias activadas ejercen su función, se localizan en el compartimento
intraepitelial (linfocitos intraepiteliales) y en la lámina propia (linfocitos de la lámina
propia), como se observa en la Figura 6. Así las placas de Peyer, los ganglios linfáticos

23
mesentéricos, que forman una barrera entre el sistema inmune mucosal y el sistémico,
los folículos aislados y las poblaciones de linfocitos diseminadas forman la estructura
del GALT 36.

Figura 6: Representación gráfica de los elementos constituyentes del GALT. Elementos inductores de
la respuesta inmunitaria (GALT organizado), formando el folículo asociado al epitelio (FAE), y elementos
efectores (GALT difuso), con los linfocitos intraepiteliales (IEL) y los linfocitos de la lámina propia (LPL) 36.

El GALT debe distinguir entre bacterias patógenas y los microbios comensales, ya que
frente a los patógenos deberá desencadenar una respuestas inmunitaria adecuada para
defenderse; y frente a las bacterias comensales, tendrá que aprender a generar
28
respuestas de tolerancia . Los mecanismos de defensa en el epitelio intestinal se
inician con el reconocimiento de patrones moleculares asociados a patógenos (flagelina,
lipopolisacáridos, peptidoglucano etc). En este reconocimiento participan las células M
a través de los receptores tipo Toll (TLR), localizados en su membrana plasmática
(reconocimiento del medio extracelular) y también a través de receptores
intracelulares37. Las células M transfieren los antígenos, o microorganismos enteros, a
células dendríticas localizadas en las placas de Peyer que los digieren, procesan y
presentan en su superficie asociados con moléculas del complejo de histocompatibilidad
de la clase II (MHC-II). Otra vía de captación de antígenos luminales es mediante células
dendríticas de reconocimiento, que se encuentran entre los espacios paracelulares, y
que, gracias a la proyección de sus dendritas, son capaces de captar directamente
antígenos en el lumen intestinal. Las células dendríticas (DC) activadas son las
encargadas de presentar el antígeno a los linfocitos T vírgenes (Th0) 34,38 (Figura 8).

El muestreo de bacterias comensales promueve respuestas de tolerancia al generar


citocinas antiinflamatorias como el factor de crecimiento transformante- (TGF-) o IL-
10, lo que conduce a la diferenciación de las células Th0 a células T reguladoras (Treg)

24
que no causan inflamación. Las células Treg secretan citocinas reguladoras (IL-10, TGF-
) que inducen la formación de las células plasmáticas productoras de sIgA. La sIgA es
secretada al lumen intestinal y se une a antígenos del alimento y a la microbiota de la
luz intestinal evitando su interacción con el epitelio e impidiendo la colonización y el
tránsito de bacterias patógenas, que puedan desencadenar una respuesta inmunitaria.
Por lo que desempeña un papel importante en el mantenimiento de la homeostasis al
favorecer la tolerancia frente a antígenos inocuos del alimento y de la microbiota
comensal 28,30,34 (Figura 7).

Cuando se produce el muestreo de algún patógeno o se producen cambios drásticos en


la microbiota intestinal se promueven respuestas inflamatorias. Las células dendríticas
activadas generan citocinas inflamatorias (IL-12, IFN-) que conducen a la proliferación
y diferenciación de las células Th0 en linfocitos Th1 y Th2 los cuales rechazan a los
patógenos generando inflamación intestinal 28,34,38 (Figura 7).

Figura 7: Respuestas inmunitarias del GALT. Las células M y las células dendríticas de reconocimiento
captan microorganismos comensales y posibles patógenos y los presentan a los linfocitos T vírgenes (Th0).
La captación de comensales provoca respuestas inmunitarias reguladoras (Treg) que estimulan la secreción
de IgA, manteniendo así la correcta homeostasis intestinal Mientras que la captación de patógenos provoca
respuestas inmunitarias inflamatorias (Th1 y Th2) para combatirlos 34.

Por lo tanto, un incremento en la proporción de células Treg frente a células Th1 y Th2
conlleva un estado de homeostasis entre la microbiota y el huésped. Cuando se produce
una disminución en la proporción células Treg frente a Th1 y Th2 todavía puede
mantenerse un equilibrio en la microbiota y se mantiene un estado de alerta “inflamación
fisiológica”. Cuando el desequilibrio en la microbiota es muy grande, se genera una
39
disbiosis, caracterizada por un proceso inflamatorio intestinal de mayor grado . En
estas situaciones de disbiosis de la microbiota intestinal, se pueden producir
alteraciones en la barrera epitelial intestinal y en consecuencia detectar la presencia de

25
antígenos bacterianos como lipopolisacáridos (LPS) en la circulación sistémica. Esto
puede causar una endotoxemia que conlleva al desarrollo de la inflamación metabólica
y en última instancia a la aparición de una inflamación crónica de bajo grado en el
organismo y resistencia a la insulina 40. Es importante tener en cuenta que la microbiota
no solo es importante para la defensa del GALT, si no que debido a los metabolitos que
produce, que son absorbidos y pasan a la circulación sanguínea, también es capaz de
modular la respuesta inmunitaria a nivel sistémico. Es por lo que no solo produce
respuestas reguladoras en el intestino, sino que también en el resto de los tejidos del
organismo 41.

2.3. Funciones metabólicas y nutricionales de la microbiota intestinal

La microbiota intestinal se nutre a partir de componentes de nuestra dieta


(carbohidratos, proteínas, grasas), de secreciones gastro-intestinales (enzimas, moco,
péptidos antimicrobianos, inmunoglobulinas etc.) y de células epiteliales desprendidas22.
El tipo de dieta que se sigue determina la composición de la microbiota intestinal, ya que
esta será diferente en función de la disponibilidad de sustratos que estén presentes en
19
el lumen intestinal . Así una dieta rica en HCO complejos no digeribles favorece una
mayor diversidad de microorganismos intestinales. Ante la disponibilidad de este tipo de
HCO se genera competencia entre los microorganismos, pero también una cooperación
que permite optimizar la asimilación y accesibilidad a estos sustratos por un mayor
42
número de bacterias . En estudios observacionales realizados a adultos y niños de
diferentes continentes donde existen diferentes patrones alimenticios, se observó que
la dieta alta en fibra aumenta el número de Bacteroidetes a expensas del género
Prevotella, frente a las dietas ricas en proteínas, grasas y azúcares simples, consumidas
en la actualidad por el cambio en el patrón dietético, donde hay un aumento de
Firmicutes y un cambio en el filotipo Bacteroidetes con disminución sobre todo del
género Prevotella 43.

Los microbios presentes en el intestino producen diferentes metabolitos a partir del


metabolismo y/o fermentación de HCO, proteínas y ácidos biliares; compuestos tales
como la vitamina K y algunos componentes del complejo vitamínico B, incluida la B6 y
la B12, cofactores enzimáticos como la biotina, AGCC y ácidos grasos de cadena
ramificada 44. Estos productos del metabolismo microbiano ejercen diferentes funciones
en el organismo relacionadas con la homeostasis energética, repercutiendo en el peso
corporal, y con la inmunidad, por lo que afectan a la salud del huésped 11,19.

26
▪ Fermentación de hidratos de carbono

Al colon pueden llegar diferentes tipos de HCO. En torno al 10-20% del total de HCO
22
que consumimos son resistentes al proceso de digestión . Estos son los almidones
resistentes, polisacáridos no almidones (fermentables como pectina, no fermentables
como celulosa), oligosacáridos y algunos tipos de di-monosacáridos (azúcares-alcohol).
La microbiota intestinal actúa de manera cooperativa sobre estos HCO, para así mejorar
su asimilación, ya que los productos de fermentación de unas especies bacterianas
sirven a otras bacterias como sustratos. Estas bacterias que actúan de manera
cooperativa son sobre todo del filotipo Bacteroidete frente al filotipo de Firmicutes que
solo son capaces de asimilar determinados HCO 19, La mayoría de los HCO que llegan
al colon son fermentados por la microbiota intestinal para producir principalmente AGCC
22
y gases . Los AGCC principales que se producen son acetato, propionato y butirato,
en una relación molar que varía entre 3:1:1 a 10:2:1 9,42.

La producción de AGCC es importante porque regulan la homeostasis energética del


organismo al representar entre el 6-10% de la energía total producida por los alimentos
en humanos y esta producción, varía en función de la cantidad de HCO y composición
11,45
de la microbiota intestinal . Los ácidos grasos producidos se absorben en el colon.
El butirato va a servir de fuente de energía a los colonocitos y el acetato y propionato se
distribuyen al hígado y a órganos periféricos y son sustratos para el proceso de
43,45
gluconeogénesis y de lipogénesis . Es por ello por lo que la microbiota intestinal
puede generar expansión del tejido adiposo, y en una situación de metabolismo
energético positivo que perdura en el tiempo, contribuir a la disfunción del tejido
adiposo19,42.

En estudios in vitro, realizados con células humanas, y en ensayos in vivo, con ratones,
se ha comprobado que los AGCC son además moléculas de señalización, ya que se
unen a receptores acoplados a proteínas G (GPR), GPR41 y GPR43, que se expresan
en diferentes tipos celulares. La respuesta celular generada, tras la señalización a través
de estos receptores, depende del tipo celular. Así, la señalización de GPR43 en células
inmunes produce una reducción en la producción de citocinas proinflamatorias. Cuando
se unen al receptor GPR41 en células L intestinales (células enteroendocrinas),
aumentan la secreción de péptido YY y la motilidad intestinal se ralentiza permitiendo
de esta forma el máximo aprovechamiento energético de los alimentos. En cuanto a la
unión con el receptor GPR43, estimula la secreción de GLP-1 por las células L
intestinales consiguiendo aumentar la secreción de insulina, lo que permite mantener la
homeostasis de la glucosa 16,45 (Figura 8). Además, la unión a estos dos receptores en
27
las células L intestinales podría permitir regular el apetito por la acción de los
compuestos anorexígenos, PYY y GLP-1, ya que se estimula su secreción 11,45.

− El butirato es un metabolito producido sobre todo por las bacterias pertenecientes


al filotipo Firmicutes 9. Es uno de los AGCC más importante, ya que es el sustrato
energético principal de los colonocitos, a lo que hay que añadir un papel regulador
en la formación de las uniones estrechas en el epitelio intestinal, permitiendo
mantener su integridad 9,16. En estudios in vitro se ha comprobado su efecto inhibidor
sobre las histonas deacetilasas, enzimas que impiden la transcripción de proteínas
46
reguladoras encargadas de la apoptosis celular . Por ello el butirato se postula
como un metabolito con cierta capacidad anticancerígena, a la que también puede
contribuir su papel antiinflamatorio y regulador de las células inmunitarias16,47 (Figura
8).
− El propionato, producido fundamentalmente por Bacteroides 9. En estudios in vivo
en ratones se ha comprobado que tras su absorción estimula la gluconeogénesis en
hígado, pero sobre todo en el intestino, y esta gluconeogénesis intestinal reduce
directamente la producción de glucosa en hígado, por tanto, junto con la
estimulación de incretinas (GLP-1) ayuda a mejorar la homeostasis de la glucosa.
Se postula que el propionato podría mejorar la tolerancia a la glucosa gracias a la
gluconeogénesis intestinal, ya que se ha visto como el aumento de la
gluconeogénesis hepática en ratones puede contribuir a empeorar la tolerancia a la
glucosa 9,48 (Figura 8).
− El acetato es el AGCC más abundante, producido por la mayoría de la especies
microbianas intestinales. Es esencial para el crecimiento de otras bacterias
comensales que no lo producen 9. Al absorberse en el colon, llega al hígado donde
estimula la lipogénesis de novo y la colesterogénesis, y debido a que el propionato
en hígado inhibe estas acciones, la proporción de acetato: propionato es importante
para determinar cómo el acetato contribuye en mayor o menor intensidad al aumento
16
de las reservas lipídicas en tejido adiposo . El acetato, al estimular la lipogénesis,
inhibe la lipólisis en tejido adiposo, lo que contribuye a la reducción de AGL que van
desde tejido adiposo a hígado (AGL séricos). La disminución de AGL séricos, se
debe también a la inhibición de la lipólisis por el propionato, que es un sustrato
gluconeogénico; por ello la acción conjunta de acetato y propionato puede contribuir
a disminuir la acumulación de grasa ectópica, como se ha visto en estudios in vivo
en ratones 49 (Figura 8).

28
▪ Fermentación de proteínas

Aunque la mayoría de las proteínas ingeridas serán metabolizadas y absorbidas por el


epitelio intestinal, al colon pueden llegar entre 12-18g. De la fermentación de proteínas
y péptidos (fermentación proteolítica) que llegan al colon, principalmente al colon distal,
se encargan bacterias de los géneros Clostridium, Bacteroides y Lactobacillus, que
42
contienen multitud de proteasas capaces de digerir estas proteínas . Estos sustratos
sirven de fuente de energía, nitrógeno y aminoácidos para las bacterias residentes. Esta
fermentación da lugar a metabolitos más diversos que la fermentación de carbohidratos.
Se producen metabolitos tales como AGCC (acetato, propionato, butirato) y ácidos
grasos de cadena ramificada (isobutirato, 2-metilbutirato e isovalerato); también se
produce amoniaco, que será absorbido y metabolizado en el hígado gracias al ciclo de
la urea y posteriormente se excretará en la orina, y sustancias potencialmente toxicas
43
como aminas, fenoles, tioles, indoles . Esta fermentación proteolítica es más intensa
en el colon distal, y junto con la menor accesibilidad a sustratos de HCO, el pH del lumen
colónico es más neutro y el crecimiento bacteriano se vuelve más lento 50.

Figura 8: Representación del papel de los AGCC producidos por la microbiota intestinal en la
regulación del metabolismo energético y en la homeostasis intestinal. La mejora en la homeostasis
intestinal se consigue gracias a la mejora en el recambio de colonocitos y en las uniones estrechas
celulares, además de por la estimulación de respuestas antiinflamatorias. Todo ello contribuye también, a
mantener un mejor control metabólico, al reducir las respuestas inflamatorias. Imagen de elaboración
propia. HCO: hidratos de carbono, GLP-1: péptido similar al glucagón tipo 1, PYY: péptido Y, AGL: ácidos
grasos libres
29
▪ Fermentación de ácidos biliares

Los ácidos biliares son producidos en el hígado a partir de colesterol y permiten la


formación de micelas para la correcta movilización y digestión de las grasas de la dieta
a lo largo del tracto gastrointestinal. Se absorben casi en su totalidad en el íleon terminal
y pasan a la circulación enterohepática. Los que no se absorben pasan a colon y debido
a sus características antimicrobianas, pueden influir en la composición bacteriana al
controlar el crecimiento bacteriano. Los ácidos biliares, a su vez, sufren una
metabolización (biotransformación) por acción de enzimas bacterianas formando así los
ácidos biliares secundarios que son formas no toxicas para los microorganismos, sin
embargo, pueden ser toxicas para el huésped, pudiendo producir cáncer de colon 9.

Los ácidos biliares son además moléculas de señalización al unirse al receptor nuclear,
Farnesoide X (FXR) y al receptor de membrana plasmática unido a proteínas G, TGR5.
A través de su unión a estos receptores se ha demostrado en ensayos in vitro e in vivo
con ratones, que ejercen un control sobre el metabolismo lipídico, glucídico y sobre la
homeostasis energética 9.

El receptor FXR se encuentra en el hígado y en íleon intestinal y controla la producción


11
y la circulación enterohepática de los ácidos biliares . El receptor TGR5, reconoce
principalmente ácidos biliares secundarios, generando un estímulo para la secreción de
GLP-1 por las células L intestinales (enteroendocrinas), que, como se ha explicado en
el apartado 1, es una incretina que aumenta la secreción de insulina, por lo que su
activación puede mejorar la tolerancia a la glucosa. El receptor TGR5 también se
encuentra en el BAT, donde su activación promueve termogénesis, lo que aumentaría
el gasto energético 45.

3. CAMBIOS EN LA COMPOSICIÓN Y FUNCIONAMIENTO DE LA MICROBIOTA


INTESTINAL

Los cambios actuales en el estilo de vida llevan al consumo de una dieta alta en grasa
y en energía que condiciona en gran parte el actual aumento de la obesidad. La
microbiota intestinal por su parte, afecta al metabolismo energético, al aumentar la
extracción de energía de los alimentos y tiene un papel esencial en mantener la
tolerancia inmunológica, homeostasis intestinal y la estructura de la barrera intestinal.
Es por todo ello, que la microbiota intestinal se podría considerar como un factor
ambiental más que puede contribuir al desarrollo e instauración de la obesidad y de sus
enfermedades asociadas 45. Las alteraciones en el desarrollo y composición bacteriana
en los recién nacidos durante la “ventana crítica” van a ser especialmente relevantes ya
30
que pueden conllevar trastornos inmunológicos y metabolicos que predisponen a
enfermedades en el futuro (mayor riesgo de alergia, infecciones gastrointestinales
recurrentes, afecciones inflamatorias u obesidad), debido a que tanto el desarrollo de la
microbiota como del sistema inmunitario se realiza conjuntamente 51.

3.1. Disbiosis intestinal: causas y consecuencias

La disbiosis es un desequilibrio en la composición de la microbiota intestinal, que


provoca alteraciones tanto en su funcionamiento, como en las señales que envía a otros
órganos y tejidos y en la regulación que produce sobre el sistema inmunitario y el
metabolismo energético 52,53.

Parece que no hay un factor claro que repercuta directamente sobre la composición de
la microbiota intestinal alterándola y provocando la disbiosis, sino que más bien se
tienen que dar un conjunto de factores para producirlo. Los más destacados son el uso
de fármacos, especialmente la utilización de antibióticos, cuyo uso repetido sí que podría
desencadenar, por sí solo, alteraciones en la homeostasis bacteriana; y también el tipo
de dieta 20,52.

En cuanto a los antibióticos, atacan indiscriminada a todas las bacterias del organismo
sean comensales o patógenos, pero parece que la microbiota de los adultos sanos
podría presentar cierta resistencia a la acción de estos, ya que una vez que se abandona
el tratamiento se recupera rápidamente la composición y homeostasis normal. El
problema viene cuando se hace un uso repetido e indiscriminado de los mismos, ya que
la microbiota cada vez presentará mayor dificultad para recuperar su homeostasis
normal y por tanto pueden ocasionar un cambio ya permanente en su composición 20.

En cuanto a la dieta, se puede decir, que la microbiota responde rápidamente a cambios


importantes en la dieta, pero se ha visto que para determinar la composición bacteriana
en adultos es más importante y pesan más los hábitos que se llevan a largo plazo que
un cambio puntual en la dieta 54. La dieta en niños si tiene especial importancia, ya que
su microbiota está en desarrollo y es muy inestable, sobre todo durante la “ventana
crítica”. Cambios en estas etapas, tendrán repercusiones en la composición de la
microbiota adulta y pueden generar, como se ha mencionado anteriormente, mayor
predisposición a determinadas enfermedades metabólicas e inmunitarias 35.

El aumento en el consumo de energía, junto con una dieta alta en grasas, trae consigo
no solo un aumento en el peso corporal, sino también un cambio en la composición de
la microbiota intestinal. En este sentido, las grasas provocan una mayor producción de

31
ácidos biliares, que son sustancias antimicrobianas que condicionan la composición de
51,55
la microbiota intestinal . Las dietas ricas en grasa y proteínas animales conllevan
una mayor riqueza del enterotipo 1 (con predominio del género Bacteroides), frente a
las dietas ricas en HCO complejos que se asocian a mayor abundancia del enterotipo 2
26
(con predominio del género Prevotella) . Estas dietas pueden conducir a la aparición
de una disbiosis, es decir el desequilibrio en la composición de la microbiota intestinal y
en su funcionamiento52,53 (Figura 9). Así la microbiota, o más bien cambios en su
composición y tipo de enterotipo dominante, provoca un aumento de la extracción de
energía de los alimentos, que generará mayor estimulación de la lipogénesis y por tanto
habrá mayor almacenamiento de grasa en los adipocitos 51,54.

Unido a la mayor extracción de energía de los alimentos, en ensayos con ratones se


comprobó como la disbiosis de la microbiota inhibía el factor de adipocitos inducido por
51
ayuno (FIAF) , el cual es una proteína de la familia de las angiopoyetinas, que actúa
inhibiendo la enzima LPL, (como se explicaba en el apartado 1.2, es una enzima que
hidroliza los TG de los quilomicrones, liberando ácidos grasos que ya pueden, en el
tejido adiposo, almacenarse en forma de TG), por lo que su inhibición impide la
20
deposición de TG en los adipocitos . Además, esta disbiosis, también provocó una
disminución de la actividad de la enzima proteína quinasa activada por adinosina-
monofosfato (AMPK) 51, la cual es importante para la producción de energía a través de
las diferentes rutas metabólicas 11. La inhibición de FIAF condiciona, que la actividad del
enzima LPL sea menor, y la disminución de la actividad de AMPK conduce a una
inhibición de la oxidación de ácidos grasos; Todo ello contribuye finalmente a una mayor
acumulación de grasa en el tejido adiposo 51 (Figura 9).

3.2. Pérdida de la homeostasis intestinal y endotoxemia metabólica

Como se ha visto, la alimentación contribuye a determinar la composición y


funcionamiento de la microbiota intestinal. Las dietas ricas en grasas, proteínas y
azúcares libres producen una disbiosis de la microbiota, con cambios en los enterotipos
a favor de bacterias que producen mayor aprovechamiento de la energía de los
alimentos; que unido, al mayor consumo de energía por este tipo de dietas, se
incrementa la deposición de lípidos en el tejido adiposo y con el tiempo se produce
26,51,55
aumento del peso corporal y finalmente desarrollo de la obesidad . La obesidad,
se relaciona con una inflamación de bajo grado, que condiciona respuestas inmunitarias
alteradas que lleva a la disfunción del tejido adiposo y a todas las comorbilidades
asociadas (Figura 1), como se ha comentado en el apartado 1.

32
Las dietas altas en grasas y por tanto bajas en fibra, además de alterar la composición
de la microbiota, provocan también un cambio en el perfil de los AGCC producidos, con
menor producción de butirato y propionato. Esto se traduce en menor activación de los
receptores GPR41 y GRP43, junto con la pérdida de las acciones beneficiosas, tanto
metabólicas como inmunitarias, que esto conlleva (aumento de la secreción GLP-1,
respuestas inmunitarias reguladoras) 54,57, visto en el apartado 2.3 (Figura 8).

Una de las funciones beneficiosas de los AGCC, especialmente del butirato, es


mantener la barrera intestinal. Por lo que, alteraciones en el perfil de los AGCC,
producen un debilitamiento de las uniones estrechas celulares y se incrementa la
permeabilidad intestinal, que conduce a mayor interacción de las células inmunitarias
con la microbiota y el contenido luminal, y a una mayor liberación de endotoxinas (LPS)
52,54,55
a nivel de la circulación sistémicas (endotoxemia metabólica) (Figura 9). La
endotoxemia metabólica genera un estado proinflamatorio generalizado, que propicia el
51,52,54
aumento de la resistencia a la insulina ; y la mayor inflamación lleva a una mayor
infiltración de macrófagos en el tejido adiposo que produce la disfunción del tejido y sus
consecuencias 54,56 (Figuras 1 y 9).

Ingesta de grasas y proteínas animales

Figura 9: Repercusiones globales de la disbiosis de la microbiota intestinal. La disbiosis conduce a


cambios la homeostasis energética que llevan al aumento de peso corporal, a la disfunción del tejido
adiposo y finalmente a la resistencia a la insulina. Imagen de elaboración propia. LPS: lipopolisacárido, TRL:
receptores tipo Toll, AMPK: enzima proteína quinasa activada por adinosina-monofosfato, FIAF: factor de
adipocitos inducido por ayuno, LPL: lipoproteína lipasa.
33
4. TRATAMIENTO DIETÉTICO EN LA MODULACIÓN DE LA MICROBIOTA
INTESTINAL

El consumo de fibras y bacterias vivas pueden ser utilizadas con el objetivo de poder
modificar la composición de la microbiota intestinal, produciendo aumento de
determinadas bacterias comensales beneficiosas. Por ello se estudia, si los prebióticos
y probióticos podrían ser utilizados como tratamiento para revertir la disbiosis de la
microbiota intestinal, así como sus consecuencias 58.

4.1. Uso de prebióticos

Los prebióticos son compuestos fermentables presentes en algunos alimentos, con


propiedades y actividades beneficiosas para la salud del huésped al promover cambios
43,59
en la composición y actividad de la microbiota intestinal . Para ser denominado
prebiótico se tienen que presentar una serie de características: resistir el proceso de
digestión, ser fermentable por la microbiota intestinal y estimular el crecimiento y/o
actividad de determinadas bacterias beneficiosas para la salud del huésped 59.

Actualmente los prebióticos más estudiados, son los fructanos de tipo inulina,
fructooligosacáridos (FOS) y galactooligosacáridos (GOS), que están presentes en
productos vegetales tales como cebolla, alcachofas, tomate, remolacha y también en la
leche, en el caso de GOS 60,61.

Se ha visto como el mayor consumo de prebióticos, produce el llamado “cross-feeding”


o alimentación cruzada, al igual que ocurre con el uso de probióticos. Esto consiste en
que los productos fermentados de una especie microbiana son utilizados para el
desarrollo de otras bacterias presentes en la microbiota. Así la fermentación de los
fructanos o mucinas por Bifidobacterium y Lactobacilos genera lactato y acetato que
será fermento por otras especies bacterianas para producir butirato, contribuyendo así
a cambios en la capacidad metabólica de las bacterias comensales y al mantenimiento
de una microbiota intestinal sana 58,59.

Los efectos que pueden producir los prebióticos sobre nuestra microbiota no están
claros y no han sido demostrados por completo en humanos. Hay que tener en cuenta
que para que se produzcan tienen que estar presentes, en la microbiota intestinal del
huésped, las bacterias capaces de fermentarlos y, por otra parte, no cualquier dosis
parece producir una respuesta beneficiosa; dosis inferiores a 10g de FOS y GOS parece
que no aportaron ningún efecto en estudios experimentales con animales 59.

34
4.2. Uso de probióticos

Los probióticos son organismos vivos, fundamentalmente bacterias, que cuando se


consumen en dosis adecuadas ejercen actividades beneficiosas para la salud del
huésped. En la actualidad las que más se utilizan son bacterias del género Lactobacillus
y Bifidobacterium, junto con alguna levadura. Entre los beneficios atribuidos al empleo
de probióticos, están el refortalecimiento de la barrera intestinal, exclusión competitiva
de patógenos, producción de AGCC, un mayor recambios de colonocitos, normalización
de la microbiota alterada, regulación del tránsito gastro-intestinal, y modulación de la
58,60
respuesta inmunitaria . Hay evidencias probadas científicamente sobre sus
beneficios en el tratamiento de enfermedades y alteraciones intestinales diversas. Por
ejemplo, en el tratamiento de la diarrea provocada por el uso de antibióticos 58.

Los probióticos interactúan con los TLR del epitelio intestinal, generando una reducción
en la producción de citocinas proinflamatorias, hecho que favorece respuestas
58,60
inmunitarias reguladoras . En este sentido, los AGCC producidos, generan
respuestas beneficiosas, especialmente el butirato que favorece la homeostasis
intestinal, y mantiene la barrera intestinal 58.

Si el efecto de los probióticos está relacionado con un efecto en la composición de la


microbiota intestinal del huésped, todavía no se ha podido determinar; ya que los
resultados de estudios, llevados a cabo con animales y humanos, no son concluyentes.
Se cree, que pueden ser los cambios metabólicos que generan, lo que podrían explicar
sus beneficios 58,62.

Por otra parte, se están llevando a cabo estudios de cómo afecta el empleo de
probióticos en personas obesas. Así un metaanálisis en el que se incluyeron 15 ensayos
aleatorizados controlados, con el fin de examinar los efectos de la suplementación con
probióticos sobre el peso corporal, IMC y masa grasa; concluyó que la administración
de probióticos produjo una pérdida significativa de peso y reducción del IMC, en
comparación con el grupo control, sin cambios significativos en el porcentaje de masa
62
grasa . En otro metaanálisis en el que se examinaron 12 estudios, con el fin de
examinar los efectos de la suplementación de probióticos sobre los lípidos plasmáticos
en niños/adolescentes y adultos; se concluyó que la administración de probióticos
reducía los niveles de colesterol total en sangre y lipoproteínas de baja densidad (LDL),
en comparación con el grupo control, sin cambios significativos en los niveles de
triglicéridos totales y lipoproteínas de alta densidad (HDL) 63.

35
También se están empezando a utilizar los llamados simbióticos, que son la
combinación de prebióticos y probióticos. El uso conjunto genera una mayor
supervivencia de los probióticos, junto con una mejora en sus actividades beneficiosas.
La combinación utilizada debería ser la que mayor eficacia produzca. Sin embargo, al
igual que para el empleo de probióticos, hacen falta un gran número de pruebas
experimentales, en animales y en humanos, para conocer los mecanismos de acción y
entender porque se producen con su utilización respuestas beneficiosas en el
organismo43,60.

A continuación, se analizará un metaanálisis en el que se determina los efectos del uso


de probióticos sobre la obesidad e indicadores clínicos asociados, tales como perfiles
64
lipídicos y parámetros glucémicos . Los parámetros considerados en relación con la
obesidad fueron: peso corporal, índice de masa corporal (IMC), circunferencia de
cintura, masa grasa y % de grasa corporal. Los parámetros considerados en relación
con perfiles lipídicos fueron: colesterol total, triacilglicéridos, niveles de lipoproteínas de
baja (LDL) y alta densidad (HDL) y sobre el metabolismo de la glucosa fueron: efecto
sobre la glucosa en plasma en ayunas, prueba de hemoglobina HbA1c y el índice de
resistencia a la insulina (HOMA-IR).

The Potential Role of Probiotics in Controlling Overweight/Obesity and Associated Metabolic


Parameters in Adults: A Systematic Review and Meta-Analysis 64
Abreviaturas - WMD: diferencia de medias ponderada
- SMD: diferencia de medias estandarizada
Examinar los efectos de los probióticos en el control de peso corporal,
Objetivo perfil lipídico y control glucémico en adultos sanos, con sobrepeso y
con obesidad
PubMed, Embase y Web of Science, donde se revisaron artículos desde
enero de 2008 a julio de 2018.
Bases de datos - Total inicial: 1255 artículos
utilizadas - Total incluidos en metaanálisis: 12 artículos
11 ensayos clínicos aleatorios, doble-ciego, controlados.
1 ensayo clínico aleatorizado, ciego, controlado.
- Sobrepeso y obesidad se midan con el IMC y los participantes
presentaran un IMC > 25Kg/m2.
- Los participantes presenten buen estado de salud.
- Ensayos clínicos aleatorios de adultos >18 años.
- Resultado principal: cambios en la pérdida de peso en los
adultos, con el consumo de probióticos, antes y después de la
Criterios de
intervención
selección
- Resultados secundarios:
o Perfiles lipídicos
o Parámetros metabólicos de la glucosa
- En sucesos con varios grupos de intervención (cepas múltiples
o varias dosis de probióticos), se incluyó el grupo del mayor
número de cepas o dosis junto con el grupo placebo.
36
- Estudios con mujeres lactantes o embarazadas
- Participantes con:
o Hipertensión
o Diabetes
o Enfermedades inmunológicas crónicas
Criterios de
o Enfermedades tiroideas
exclusión
o Cirugía gastrointestinal
o Otras enfermedades crónicas
- Estudios con participantes que tomaron además de
probióticos, prebióticos, simbióticos, hierbas y otras
suplementos.
Número de cepas de probióticos consumidas:
- 7 estudios >2 cepas
- 5 estudios 1 cepa
Dosis de probióticos consumidas:
Características
- Dosis altas (>1010UFC): 7 estudios
artículos
- Dosis bajas (<1010UFC): 5 estudios
seleccionados
Número total de sujetos: 821
- 416 participantes tratados con placebo
- 405 participantes tratados con probióticos
Duración de suplementación: 8-24 semanas
Resultados grupo Probiótico vs Control:
Pérdida de peso corporal:
WMD [95%CI]; -0,55 [-0,91, -0,19] Kg, P=0.003 reducción
estadísticamente significativa
- 10 estudios: 641 participantes, 315 con probióticos
IMC:
WMD [95%CI]; -0,30 [-0,43 -0,0,18], Kg/m2, P0.00001 reducción
estadísticamente significativa.
- 11 estudios: 717 participantes, 357 con probióticos
Masa grasa:
WMD de -0.91 [-1.19, -0.63] kg, P<0.00001 reducción
estadísticamente significativa.
- 9 estudios: 632 participantes, 311 con probióticos
Resultados % masa grasa:
WMD [95%CI]; -0,92 [-1,27, -0,56]%, P0.00001 reducción
estadísticamente significativa.
- 6 estudios: 450 participantes, 244 con probióticos
Colesterol total:
SMD [95%CI]; -0,43 [-0,80 -0,07], P=0.02 reducción
estadísticamente significativa.
- 7 estudios: 479 participantes, 236 con probióticos
Triglicéridos: no reducción significativa
- 7 estudios: 479 participantes, 236 con probióticos
LDL-c:
SMD [95%CI]; -0,41 [-0,77 -0,04], P=0.03 reducción
estadísticamente significativa.
- 7 estudios: 479 participantes, 236 con probióticos

37
HDL-c: No se lleva acabo el análisis, debido a que fueron menos
de 7 estudios los que mostraban resultados sobre los efectos de
los probióticos en el HDL-c
Glucosa en ayunas:
SMD [95%CI] -0,35 [-0,67 -0,02], P=0.04 reducción
estadísticamente significativa.
- 6 estudios: 436 participantes, 215 con probióticos
Insulina:
SMD [95%CI]; -0,44 [-0,84 -0,03], P=0.03 reducción
estadísticamente significativa.
- 6 estudios: 436 participantes, 215 con probióticos
HOMA-IR:
SMD [95%CI]; -0,51 [-0,96 -0,05], P=0.03 reducción
estadísticamente significativa
- 5 estudios: 341 participantes, 166 con probióticos
-Los ensayos clínicos son de un número de participantes pequeño.
-Un estudio no informó sobre dosis y cepa de probiótico utilizada.
Limitaciones
-Pueden existir cambios de estabilidad de los probióticos en función del
tipo de fabricantes.
“La suplementación con probióticos podría reducir el peso corporal y la
masa grasa y mejorar algunos parámetros del metabolismos de lípidos
Conclusiones
y glucosa asociados. Por ello el empleo de probióticos se puede
obtenidas
convertir en una estrategia para la prevención y tratamiento del
sobrepeso/ obesidad en individuos adultos sanos”

Los posibles mecanismos que se proponen en el metaanálisis para explicar estos


hallazgos son los siguientes: los probióticos son capaces de modular la composición de
la microbiota intestinal, aumentado las especies bacterianas productoras de AGCC y
reduciendo la presencia de patógenos oportunistas. La barrera intestinal estaría
protegida y esto traería consigo una disminución de la inflamación sistémica y de la
acumulación de grasa, junto con mejoras en la sensibilidad a la insulina. Por todo ello,
la suplementación con probióticos parece tener un efecto positivo sobre la homeostasis
metabólica de los sujetos 64.

Estas mejoras con la ingesta de probióticos, como se ha visto a lo largo del trabajo,
podrían deberse a una menor endotoxemia metabólica, al reducir la producción de LPS
por la reducción de patógenos oportunistas y aumentando la producción butirato, ya que
aumentan las especies productoras de este. Con esto se consige mejorar la
permeabilidad intestinal e inflamación tanto local como sistémica y por tanto puede tener
ciertos efectos beneficiosos para el tratamiento de la obesidad.

38
CONCLUSIONES

A través del desarrollo del presente trabajo se pueden sacar una serie de conclusiones
sobre lo que sucede en el tejido adiposo durante la obesidad:

- La obesidad lleva a una disfunción del tejido adiposo. Este hecho provoca una
incapacidad del tejido adiposo para almacenar ácidos grasos y, por tanto,
aumenta la lipólisis y la liberación de ácidos grasos libres a la circulación
sanguínea.
- El aumento en la producción de ácidos grasos libres genera un estado
proinflamatorio dentro del tejido adiposo en el que están implicadas células
inmunitarias (macrófagos). Los ácidos grasos libres se unen a los macrófagos
generando un aumento de la liberación de citocinas proinflamatorias, junto con
un estímulo para la mayor infiltración de células inmunitarias en el tejido adiposo,
que finalmente provoca un estado proinflamatorio.
- En el estado proinflamatorio el tejido adiposo secreta adipocinas al torrente
circulatorio con función inflamatoria. Como consecuencia hay una perpetuación
del estado inflamatorio y cambios en el metabolismo energético, que se traducen
en una mayor resistencia a la insulina y finalmente puede conducir a un mayor
riesgo de padecer Diabetes Mellitus tipo 2.

En cuanto a la microbiota intestinal, se puede concluir:

- Una microbiota intestinal sana es clave para el correcto funcionamiento del


sistema inmunitario y de la homeostasis energética.
- La microbiota intestinal y sistema inmunitario del huésped maduran
conjuntamente, lo que favorece respuestas de tolerancia en el epitelio intestinal
para conseguir mantener una adecuada homeostasis.
- La producción de ácidos grasos de cadena corta por la microbiota comensal
favorece una regulación del metabolismo energético, inhibiendo la lipólisis en el
tejido adiposo y aumentando la gluconeogénesis intestinal y las secreciones de
incretinas (GLP-1), que llevan a un mejor control de la homeostasis de la
glucosa. Además, también induce respuestas reguladoras por parte del sistema
inmunitario, inhibiendo las respuestas inflamatorias.
- Dietas altas en grasa o uso de antibióticos, llevan a cambios en la composición
y funcionamiento de la microbiota intestinal, generando una disbiosis que
conduce a un mayor aprovechamiento energético de los alimentos y a una
endotoxemia metabólica.

39
- La endotoxemia metabólica genera un estado proinflamatorio, por aumento en
plasma de lipopolisacárido bacteriano. Todo ello produce cambios en el
metabolismo energético que inducen un aumento de peso corporal, a favor de la
ganancia de masa grasa.

En cuanto al uso de probióticos, se puede concluir:

- El consumo de probióticos puede producir beneficios en el tratamiento de


enfermedades y alteraciones intestinales, debido al fortalecimiento de la barrera
intestinal, exclusión de patógenos y la modulación que ejercen sobre el sistema
inmunitario. Además, de por generar aumento de las especies bacterianas
productoras de butirato, uno de los ácidos grasos de cadena corta más
importante.
- Se están realizando estudios clínicos empleando probióticos para el tratamiento
de la obesidad, ya que parece que pueden llegar a modular la composición de la
microbiota intestinal alterada, y mejorar ciertos parámetros plasmáticos
asociados a la obesidad.
- Pero los estudios sobre el papel de los probióticos realizados en individuos
obesos son limitados, por lo que no se puede llegar a conclusiones definitivas y
harían falta más estudios y con mayor número de sujetos para determinar
verdaderamente las acciones del uso de los probióticos.

40
41
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