Perfil Psicológico Del Secuestrador

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PERFIL PSICOLÓGICO DEL SECUESTRADOR*

Por Karly Leyton B


El estudio del perfil del victimario en casos de secuestro, es esencial
para entender y contestarnos las preguntas básicas de la
investigación criminal en cuanto al ¿Quién?, se vuelve muy
importante la perfilación de estos sujetos de conducta antisocial, ya
que realizando esta técnica criminológica, tendremos la información
necesaria del sujeto para darle un orden y de ahí partir a una
investigación efectiva del delito de secuestro, puesto que tendremos
todas las herramientas para combatir de manera frontal este delito,
y al realizar un trabajo de inteligencia de campo, el agente encubierto
podrá explotar a su favor todos los recursos de información de los
que se ha allegado, incluyendo dentro de estos recursos el perfil
criminológico de los delincuentes que cometen esta alevosa conducta
criminal.
Si bien es cierto, es muy difícil llegar a una perfilación única del
secuestrador, ya que este delito, por la facilidad de comisión y por
sus distintas clasificaciones y formas, no es igual quien comete un
secuestro tradicional que el que comete un secuestro exprés, razón
por la cual, al realizar la búsqueda de un perfil del delincuente
dedicado al secuestro, encontramos una gran diferencia de perfiles,
ya que encontramos perfiles diversos que depende de la función que
se realice, ya que algunos solo participan en la preparación, otros en
la ejecución, otros en el cuidado y unos más en la negociación de
este delito.
Tratar de comprender el perfil psicológico de un secuestrador supone
hacer abstracción momentánea de las razones y justificaciones que el
plagiario tiene para explicar su conducta. Los secuestradores dan
cuenta de su comportamiento aduciendo razones políticas, venganzas
y por una situación económica precaria. Razones que independiente
de su validez esconden también un modo de ser con ciertas
características.
Los factores que determinan la personalidad del secuestrador se
forman y consolidan a través de la vida. Se trata de experiencias
primarias internalizadas, propias e intransferibles que determinan el
comportamiento general del secuestrador y explicarían, en parte, su
tendencia a la trasgresión de las normas sociales que regulan la
comunidad donde habitan.
Estas experiencias primarias son de carácter inconsciente, lo cual
indica que el plagiario no puede recordarlas. Posiblemente las sienten
como una compulsión a obrar y las justifiquen con razones válidas
para sí mismos que si hace conscientes.
Por extraño que parezca, no son muy diferentes al ciudadano
promedio del país. Su edad oscila entre los 22 y los 35 años pero en
general los secuestradores no rebasan los 31 años, son personas que
están casadas y además tiene alrededor de tres hijos.
Con antecedentes delictivos principalmente en los delitos
patrimoniales. Proviene de una familia disfuncional, muchas veces es
adicto a las drogas. Su ocupación más frecuente es la de comerciante
informal o chofer y sueña con integrarse a un sector socioeconómico
superior al que pertenece. Es el "genoma" del secuestrador.
Llama la atención en énfasis que hacen en calificar siempre a los
secuestradores como inmaduros y limitados en su capacidad de
discernimiento y toma de decisiones y en considerar que tienen una
pobre preparación intelectual.
También hay delincuentes comunes por ausencia de rasgos definidos,
más se caracterizan por la indisciplina, en consumo de drogas, las
discusiones permanentes y por la violencia física y psicológica que
ejercen contra los secuestrados, originada en el mero placer sádico
de hacerlo.
El secuestrador se caracteriza por su capacidad calculadora, no son
tan agresivos como los homicidas, pueden estallar, pero no perder el
control. Por su parte, las mujeres homicidas son más emocionales,
pero también más explosivas. “Agreden de manera exagerada porque
tienen ese potencial, pueden ser más verbales, pero también muy
impulsivas. Tienen alteraciones cognitivas intensas, de reacción
extrema, después de que aguantaron muchos años de agresiones”.
El secuestrador tiene rasgos sociopáticos, son impersonales, no se
conectan fácilmente con los otros y siempre buscan su beneficio.
Además de recibir dinero o de explotar de alguna manera a sus
víctimas, estos delincuentes suelen elegir dicha forma de extorsión
porque les hace sentir poder: controlar a otras personas es algo que
casi siempre anhelan.
En la mayoría de los casos, los captores disfrutan de la influencia
física y psicológica que ejercen sobre el retenido o su círculo cercano,
dándoles una sensación de dominio sobre el entorno.
La personalidad de los secuestradores se asocia con la falta de
empatía, es decir la incapacidad de ponerse en el lugar del otro.
En general son delincuentes que han sufrido cierto tipo de abuso en
algún momento de su vida, buscando con este comportamiento
recuperar el control alguna vez perdido.
Los secuestradores intelectuales presentan rasgos narcisistas
predominantes. Los que se encuentran limitados para formarse
juicios objetivos sobre la realidad de su entorno, viven una vida de
fantasías exaltadas, sienten un deseo intenso de ser admirados y
universalmente amados, sueñan con ser el centro de adoración de los
demás y ver al mundo entero rendido a sus pies por hazañas
grandiosas que construyen en sus ensueños.
Creen que la comunidad se va a poner en pie de guerra para
respaldarlos en sus demandas y, necesariamente, sufren una
desilusión cuando sus perentorios llamados no producen la respuesta
esperada. Estas fantasías grandilocuentes hacen que en la vida
cotidiana sean torpes y estén orientados más bien hacia el fracaso.
Otro motivo que puede llevar a este acto criminal es el placer de
engañar al mundo exterior: los secuestradores son personas que
suelen aparentar llevar una vida normal, siendo agradables con su
entorno. Este peligroso disfraz les permite salirse con la suya, sin
recibir ningún tipo de sospechas.
Los secuestradores se caracterizan por su frialdad, alta peligrosidad,
insensibilidad, agresividad, egocentrismo, indiferencia afectiva y la
manifestación de conductas antisociales.
Al disponer totalmente de la libertad, la integridad y la vida misma de
la víctima, el delincuente exhibe violencia, con objeto de demostrar
su fuerza y su decisión de destruir, frente a la desprotección de la
víctima. Son personas capaces de ejecutar a sus víctimas sin ningún -
o muy pocos- reatos de conciencia.
Con su actitud buscan deshumanizar psicológicamente a los
secuestrados, y distanciarse de los afectos y penalidades inherentes a
la situación de cautiverio. Pero lo anterior no implica que desdeñen
las necesidades del secuestrado. Por el contrario, este tipo de
secuestrador es un maestro de la introspección psicológica, captan
intuitivamente todas aquellas debilidades del secuestrado que pueden
utilizar a su favor, y que les garantiza su control y la obtención del
beneficio del rescate.
Los afectos del secuestrado, su angustia, sus súplicas, los ruegos de
los familiares, son contemplados por estos secuestradores, pero de
un modo alejado e impreciso, sus propias emociones están ligadas al
cálculo racional que hace para garantizar el éxito del plagio.
Después que el secuestrado ha concluido, el plagiado deja de existir
en su memoria, no queda perturbado por la acción que llevó a cabo,
ni por la posible secuela que la experiencia haya dejado en la persona
liberada.
El secuestrador deliberado presenta bastantes elementos de
psicopatología, particularmente la falta de afecto y un
desconocimiento de que la reciprocidad es necesaria en las relaciones
con los demás.
Son manipuladores (tienden a dar vuelta la situación), mentirosos,
promiscuos, impulsivos. Necesitan ser activos, tendencia a la
hiperagresividad, ausencia de remordimiento, no aprenden de las
experiencias pasadas, son refractarios al castigo (no escarmientan),
no hay afectos, tienen incapacidad de amar, tienen poco poder de
atención y concentración. La mayoría de los secuestradores tenían
hiperconservada la esfera intelectual: “Memoria, Percepción y Juicio
de la realidad”.
Comúnmente eran individuos orientados en tiempo y espacio, con un
excelente funcionamiento de las facultades mentales. Por lo general
desde los quince años en adelante presentaban antecedentes de
características antisociales (robos, huidas, deserción escolar, etc.).
La característica principal del secuestrador es su amoralidad. La
personalidad es anómala porque posee una desarmonía
intrapsíquicacongénita, posee un inestable equilibrio psíquico sin
perder el contacto con la realidad, posee episódicamente reacciones
desequilibradas, afectivas, caracterológicas y temperamentales; esto
lleva ineludiblemente a un desajuste social.
Su conducta violenta no procede de una crisis sino que sus planes
tienen un arreglo perfecto y no duda en usar los medios más
brutales.
Generalmente acude a la mentira y él mismo las cree. Es teatral,
falso y carente de una auténtica afectividad. Muchos secuestradores
se caracterizaba por el contraste entre sus súbitos arranques de ira y
sus restantes comportamientos, más bien tranquilo y lento.
Los secuestradores que están relacionados con la delincuencia
organizada prefieren a los comerciantes y estudiantes como víctimas.
Existen en el país tres tipos de secuestros: los de alto impacto, los
vinculados a la delincuencia organizada y los coyunturales o exprés.
Los de alto impacto son ejecutados por grupos armados de corte
radical, para obtener recursos económicos y financiar proyectos
político-ideológicos y de desestabilización. Estos plagios se ejecutan
con un alto grado de sofisticación tanto en la planeación como en los
procesos de cautiverio y negociación. Los montos cobrados por
rescate son millonarios y exigidos siempre en dólares. Hace ya casi
un lustro que no se sabe de un secuestro de este tipo en el país. Los
secuestros vinculados con la delincuencia organizada son perpetrados
por bandas de delincuentes para obtener recursos económicos. Las
bandas están integradas por ex convictos y delincuentes, que han
evolucionado a secuestradores partiendo de delitos menores. Así
como por policías y ex policías de corporaciones federales, estatales y
municipales.
Los exprés y coyunturales son aquellos que están relacionados con el
robo y la extorsión, así como con venganzas personales y de tipo
pasional. En su evolución criminal, el primer nivel que escalan en la
pirámide de la delincuencia es el del robo a transeúntes. El siguiente
paso hacia arriba es el robo a casa habitación. Después se dedican al
robo de vehículos y de carga para más adelante dedicarse al robo de
transportes de valores y bancos. Después de esta última actividad se
asocian con secuestradores, ex convictos, policías o ex policías y
forman parte de alguna banda de plagiarios. Algunos de ellos
terminan por formar y dirigir sus propias organizaciones.
En cada uno de los niveles de su evolución criminal, los delincuentes
van adquiriendo la necesidad de ejercer mayores niveles de violencia
y de utilizar armas más poderosas, por lo que su nivel de peligrosidad
va creciendo. Muchas veces esta carrera delincuencial es impulsada
por el consumo de drogas. La conducta delictiva “no es por
generación espontánea”, sino que surge por diversos factores
asociados a la situación sociodemográfica, lo mismo que los motivos
de incidencia y reincidencia.
Al cruzar variables como edad, sexo y escolaridad, determinaron que
existe una tendencia mayor a delinquir en la etapa productiva, es
decir, entre los 18 y 40 años de edad, y si un preso se adapta al
medio penitenciario y adopta conductas para sobrevivir, entonces
está lejos de la readaptación social.
*Licenciada en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional Autónoma de México y Licenciada en Criminología por la
Universidad Autónoma de Querétaro; Especialista en Seguridad
Pública con opción terminal en Investigación Policial por la Academia
de Seguridad Pública del Estado de Baja California; así como
egresada de la Maestría en Criminalística del Centro de Estudios
Superiores en Ciencias Penales; Obtuvo el Segundo Lugar de la
categoría profesional en el Primer Concurso Nacional de
Investigaciones Criminológicas 2010-2011 de la Secretaría de
Seguridad Pública Federal y la Subsecretaría del Sistema
Penitenciario Federal; y actualmente miembro de la Comisión de
Justicia Penal y Prevención del Delito, Mx, A.C.; Directora del
Proyecto Creación y Consolidación del B.I.C de Nicaragua; Fiscal
Anticorrupción de la CNAC; Fiscal en Materia de Derechos Humanos
de la CNDH-Mx.

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