Perfil de La Maltratadora y Del Hombre Maltratado

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EL PERFIL DE LA MUJER MALTRATADORA Y EL PERFIL DEL

HOMBRE SUMISO
© K. Leyton Báez
© Revista de Psicología
© 2022

Evolución del Maltrato


El maltrato suele escalar, luego aparece el insulto ocasional, la
manipulación emocional, la culpa, es justo en ese instante cuando la
persona empieza a pensar que no vale nada, y que la otra persona
tiene razón, eso es lo que pretende conseguir la maltratadora y lo
hace muy bien, la victima empieza a sentirte mal consigo misma y
piensa que la otra persona tiene razón.
Cada conducta que pasa conduce a otra peor. Es un proceso en el
que el maltratado pierde su autonomía, su autoestima, su decisión, la
maltratadora le levanta la mano a su víctima, le tira un cenicero o le
empuja contra una pared. En un primer momento lo choca y aunque
la víctima se enfade lo tolera, la maltratadora siempre tendrá una
buena excusa, siempre tendrá una buena disculpa y unas palabras
acarameladas, es la fase denominada “luna de miel” y la que
engancha a la víctima con las que le convence de que eso no volverá
a pasar, lo cual es improbable.
Cuando la víctima ha cruzado esa fina línea. Ha dejado que le
agredan, y aunque no lo crea eso hará mella en su autoestima
haciendo que la próxima vez sienta aún menos fuerzas para luchar
contra ello y con eso cuenta la maltratadora. Y, luego, la siguiente
agresión aparecerá, con sus justificaciones y todo lo patético de las
excusas pero seguirá siendo una agresión, tal vez sean pequeñas al
principio, pero irán escalando y cuando la víctima quiera darse cuenta
tendrá miedo.
Un miedo que mantendrá enganchada a la víctima, oscilando entre el
amor y el odio, tendrá tanto miedo a vivir con esa persona
maltratadora, así como miedo a vivir sin ella, una combinación que
acabará por minar la propia personalidad, dejarle sin fuerzas y sin
dirección a merced de la autoridad de esa mujer. Y, obviamente, se
sentirá culpable por haber dejado que las cosas llegaran hasta aquí y
sentirá vergüenza de contarlo. La maltratadora lo ha conseguido, ha
cerrado el bucle, el ciclo.
Hay diferentes tipos de maltrato: El psicológico, el físico, una
combinación de los dos. El más difícil es el psicológico porque parte
de la función del mismo es que no se ve como tal, el poder de la
maltratadora es hacer que la víctima crea que se lo merece y que es
normal, que no debe quejarse, es una manipulación y anulación de la
persona que no se da cuenta del bucle en el que entra. El maltrato
físico es más llamativo, sobretodo de puertas a fuera, pero este suele
ir acompañado de maltrato psicológico.
El maltrato crea dependencia, es una alternancia continua entre
refuerzo y castigo que confunde y engancha a la persona que lo
sufre, una vez se entra en la dinámica es difícil salir, cuando ya se ha
perdonado una conducta es difícil cognitivamente aceptar ese error y
seguir otro camino, esto se debe a que se produce una disonancia
cognitiva entre lo que esperamos y la realidad, una disonancia que
implica que hemos tomado una decisión errónea y que va a volver a
ocurrir, esto nos produce dolor y por ello es más fácil pensar que
cambiará, que la próxima vez será diferente.
Se suele decir que existen perfiles pero esto no quiere decir que
siempre sea así, cualquier persona puede ser maltratada o acabar
maltratando a alguien, no hay personas “débiles” o “fuertes”.
Tampoco queremos decir que ninguna de las circunstancias que
enlistamos justifique de ninguna manera la conducta del agresor.
El perfil de la Maltratadora se basa en:
Utiliza la violencia con el fin de doblegar la voluntad de la víctima.
Los ejes en que basa los abusos domésticos vienen determinados por
la edad, el género y la legislación que las ampara.
No es enferma mental, aunque lo parece.
Selecciona a la víctima y escoge el lugar del ataque.
Tiene actitudes sexistas y creencias estereotipadas de las mujeres, su
bula hacia el maltrato la hace más fuerte.
Ve amenazado permanentemente su poder en el ámbito familiar. Si
no se hace lo que ella quiera, como ella quiera y cuando ella quiera
montará en cólera.
Impone el aislamiento social de su entorno familiar, como estrategia
para romper la independencia y autoestima de su pareja. La
imposición de aislamiento en no pocas ocasiones va más allá de lo
psicológico y pasa a la inmovilidad física, dándose situaciones de
secuestro en el propio hogar.
Critica constantemente con el ánimo de crear inseguridad y fomentar
la dependencia.
No asume la responsabilidad de sus actos violentos ni considera el
problema como propio.
Tiene una gran capacidad de persuasión. Con extraños utiliza la
seducción para imponer sus criterios.
Racionaliza su conducta violenta, la justifica y minimiza.
Utiliza todo tipo de estrategias para lograr un único fin: que al
hombre no se le ocurra marcharse. Para ello, no duda en amenazarle
con denunciarle, con no ver a sus hijos y quedarse con todo.
Literalmente dicen "Si estás aquí es porque yo quiero, me basta una
llamada para que te pongan en la cárcel"
Atribuye el problema a la propia conducta de la víctima, a la familia,
el trabajo, la situación socioeconómica.
Representa una imagen social opuesta a la que tiene en el ámbito
privado.
Fuera de casa puede ser educada, alegre, amable, seductora,
solidaria, atenta, respetuosa, mártir y mujer amantísima.
Una de sus estrategias es la de convencer al hombre de que no puede
vivir sin ella, cuando en realidad es ella quien depende
"funcionalmente" de él.
Manipula al compañero ejerciendo el control sobre los bienes
materiales.
Utiliza las visitas a sus hijos para acercarse a su víctima y seguir
maltratándole.
Tiende a manipular e intenta seducir a los profesionales con su juego
de doble fachada.
Entiende su equilibrio emocional como control absoluto del otro.
Siempre pide una segunda oportunidad.
Esgrime los celos para invadir y controlar la vida del hombre.
Tiene generalmente antecedentes de violencia en su familia de
origen.
Repetirá su conducta violenta en las sucesivas relaciones que
mantenga con otros hombres
Finalmente denuncian por maltrato; el invento les cae bien, actúan
perfectamente ante las autoridades pertinentes, las cuales ponen
enseguida el protocolo en marcha.
Si tienen hijos, su acoso no cesa jamás; insultará a la víctima delante
de ellos, pero dirán que no, intentará ponerlos en su contra, hará
todo lo posible para que no mantenga con ellos una relación parental,
le volverá a acusar de maltratador, de pederasta, de lo que haga
falta, su cinismo no tiene límites.
Sus estrategias defensivas.
Las estrategias defensivas utilizadas por la agresora consiguen un
resultado excelente al trasladar la responsabilidad de la agresión a la
víctima, provocando una doble victimización cuando afirma que ha
sido maltratada, que está loco, que tiene una visión distorsionada de
la realidad.
Fundamenta; racionalizan los ataques de forma que parezca que está
bien lo que hizo.
Minimiza; restando importancia a la agresión para conseguir
distanciarse del daño causado, argumentando que éste no ha sido tan
grave, que podía haber sido peor, haber hecho más daño pero no ha
querido, eso parece ser que la convierte en "buena".
Desvía el problema; suele achacar su comportamiento a la falta o
exceso de trabajo, el exceso en los gastos, al stress cotidiano, a los
problemas económicos.
Con este mecanismo trasladan la responsabilidad a cuestiones ajenas
a sí mismas.
Olvida; asegura que no recuerdan, que no son conscientes de lo que
se les recrimina.
Niega; abiertamente los ataques utilizando como defensa este
mecanismo para restar credibilidad al relato de la víctima.
Racionaliza; explica coherentemente conductas y hechos. La
explicación real y la motivación de las mismas no serían admitidas
por la instancia moral de la personalidad si el entorno social no
admitiese esos comportamientos como legítimos.
Proyecta; atribuye a la víctima la responsabilidad de las conductas
violentas.
El maltrato psicológico hacia los hombres no se diferencia mucho del
que sufren las mujeres, lo que pasa es que es menos probable que un
hombre lo saque a la luz, lo denuncie o pida ayuda por el hecho de
que la sociedad tiene unos tabúes y una imagen del hombre en la que
este debe ser fuerte y “superior” a la mujer aunque no queramos
reconocerlo seguimos teniendo muchos prejuicios y a ellos tal vez les
heriría más el orgullo que reconocer una situación así. Además igual
que se da con la mujer, el hombre maltratado teme perder a su
pareja si denuncia, perder su amor o provocar más ira.
Perfil del Hombre Maltratado
Suelen ser hombres con poca confianza en sí mismos, con baja
autoestima y pocas creencias de valía; suelen ser más pasivos que la
mujer con la que están y tolerar las vejaciones. Necesitan la
aprobación de la pareja.
Prácticamente identifican a la pareja como una figura maternal,
punitiva, consideran los malos tratos como algo “normal”.
Puede que haya sufrido maltratos de pequeño o los haya vivido en la
familia.
Su concepto del amor le lleva al sacrificio y a la dependencia.
No contemplan la forma de salir de esa relación y sobrevaloran a la
otra persona (la maltratadora), la idealizan, creyéndose inferiores, de
esta forma no se ven capaces de poder seguir adelante solos.
Suelen ser hombres muy sobreprotegidos, que han crecido
acostumbrados a la dependencia de los demás, son hombres
educados para volcarse en los demás y priorizar las necesidades de
los otros.
Presentan síntomas de estrés, ansiedad y problemas somáticos: de
sueño, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales.
Es probable que acaben distanciándose de las amistades o familia y
sintiéndose diferente al resto.
Un dato muy interesante es que tanto maltratadora como el
maltratado comparten la baja autoestima.
Ella necesita sentirse poderosa para no reconocer sus debilidades.
El hombre que se deja humillar y agredir por su pareja teme
abandonar un lugar infantil donde se creía omnipotente con su
madre. No ha podido aceptar los límites que el crecimiento adulto
impone, ni construir una virilidad gratificante. Tampoco ha podido
identificarse con un padre que le haya sostenido lo suficiente. Suele
encontrar a una mujer que le controla y de la que depende de forma
excesiva, a veces una pareja que es agresiva con él.
La mujer agresiva ataca a su pareja porque lo ve "poco hombre". No
sabe que es ese "poco" de él lo que promueve en ella un deseo que la
satisface, aunque también le canse. El afán por someterlo está
promovido por la fantasía inconsciente de que el hombre es más que
ella. Por eso, si logra dominarlo, se demostrará a sí misma lo
contrario. En esta combinación de pareja, ella necesita sentirse
poderosa para evitar reconocer sus debilidades; él, sentir que lo
manejan para no asumir su fuerza como adulto.

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