TEMA1 3 Administrativo
TEMA1 3 Administrativo
TEMA1 3 Administrativo
Tema 3: Los vicios de los actos administrativos. Vicios sustantivos y vicios formales. Teoría de las
nulidades. La revisión de oficio.
“La exclusión o inexistencia de los elementos esenciales o el incumplimiento total o parcial de ellos,
expresa o implícitamente exigidos por el orden jurídico, constituyen la fórmula legislativa común
para definir los vicios del acto administrativo”[2].
Ahora bien, los actos administrativos son inválidos cuando han violado una norma constitucional o
legal o cuando las requisitos de validez mencionados. En estos casos, el acto administrativo está
viciado de nulidad absoluta o anulabilidad, y es susceptible de ser impugnado tanto en vía
administrativa como en vía contencioso administrativa. En estos casos podría decirse que el acto
está viciado por contrariedad al derecho y es susceptible de ser anulado[3].
Para el Catedrático de Derecho Administrativo Ramón Parada, define la invalidez como una
situación patológica del acto administrativo, caracterizada porque faltan o están viciados algunos
de sus elementos.
Por lo tanto, para que un acto administrativo se considere “perfecto”, debe reunir dos condiciones
validez y eficacia. Válido es el acto que ha nacido de acuerdo al ordenamiento jurídico vigente y
eficaz es el acto que, siendo válido, reúne los requisitos para ser cumplido, para ser puesto en
práctica.
En este sentido, Marienhoff afirma que los vicios del acto administrativo son las fallas o defectos
con que éste aparece en el mundo del derecho y que, de acuerdo al orden jurídico vigente, afectan
la “perfección” del acto, sea en su validez o en su eficacia, obstando ello a la subsistencia o a la
ejecución del acto.
La invalidez es la consecuencia jurídica del acto viciado, pero la gravedad de invalidez de un acto
administrativo no debe medirse por la conducta del agente creador del vicio, si no por el efecto, la
lesión que produzca en los intereses de los afectados.
a. Incompetencia: Manifiesta o no
La incompetencia manifiesta como su propio nombre lo indica, se entiende como aquel acto
administrativo que ha sido dictado por una autoridad que no está facultada y no le corresponde en
el ejercicio de sus atribuciones legalmente establecidas, y ello resulta evidente, claro y sin
necesidad de hacer esfuerzo para su comprobación. En este sentido el Catedrático Venezolano
Eloy Lares Martínez sostiene que la incompetencia manifiesta habrá en aquellos casos en que la
autoridad administrativa invade el campo reservado a los órganos jurisdiccionales o legislativos, y
también aun cuando el acto dictado esté comprendido dentro del área propia de la administración,
adolezca de incompetencia por razón de la materia o por razón del territorio.
Mientras que la incompetencia no manifiesta se entiende como aquella que no es obvia y requiere
de un análisis para determinar si se produce o no, ello es muy común cuando un acto es dictado
por una autoridad administrativa que invade las atribuciones de otra autoridad, pero de la misma
rama de la administración pública. En estos casos lo importante es determinar si la autoridad que
emitió el acto está facultada para ello aunque parezca flagrante.
La Usurpación de funciones: son las atribuciones y funciones que son realizadas por un órgano del
Poder Público distinto al cual le corresponden, es decir, es cuando un órgano de una de las ramas
del poder público realiza funciones de otro órgano de las ramas del Poder Público. Debe
entenderse que el sentido de las ramas del Poder
Público son en sentido amplio, sea territorial (Nacional, Estadal y Municipal) como la de Poderes
(Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Ciudadano y Electoral)
d. Desviación de poder
El vicio por desviación de poder está reconocido por la Constitución en el artículo 259, en el que
faculta a los órganos de la jurisdicción contencioso administrativos anular los actos administrativos,
incluso por desviación de poder.
integran el “bloque de legalidad”, sino también a los principios que derivan de la propia naturaleza y
finalidad de las instituciones[6].
Por lo tanto, cuando un funcionario dicta un acto, tiene que cumplir los fines que la norma prevé ;
no puede usar su poder para fines distintos a los previstos en ella, por lo que si el funcionario usa
su poder para otros fines distintos a los establecidos, el acto dictado está viciado en la finalidad,
conocido como vicio de desviación de poder.[8]
e. Inmotivación
Para el profesor Eloy Lares Martínez, todo acto debe tener sus motivos de hecho y de derecho.
Hay ilegalidad en caso de inconsistencia de los motivos, porque los hechos o situaciones que se
han presentado como determinantes del acto sean materialmente inexistentes, o bien porque no
tienen el carácter exigido por ley para servir de motivos del acto considerado. Ello fue antes
desarrollado mediante del falso supuesto, pero no debe confundirse con el vicio de inmotivación,
pues consiste en la ausencia total del origen o causa que lleve a producir el acto administrativo.
En estos casos el acto está viciado por no cumplir los requisitos establecidos en la ley en cuanto a
su forma, pero ello no implica que el órgano que emitió el acto pueda subsanarlos.
La doctrina emplea un doble punto de vista para descubrir la noción de acto administrativo entre el
conjunto de actos que emanan del Estado, un punto de vista formal y uno material, sin embargo,
afirma Fernando Garrido Falla en su Tratado de Derecho Administrativo, que “sólo a los actos que
emanan de la Administración Pública, entendida en sentido subjetivo, puede aplicarse un régimen
jurídico unitario”. Sólo los actos que emanan de la administración pública tienen valor formal de
acto administrativos (frente al valor formal de la ley o de la sentencia); solo estos actos interesan al
derecho administrativo.
Manuel María Diez define acto administrativo, desde un punto de vista material, como toda
manifestación de voluntad de un órgano del Estado, sea administrativo, legislativo o judicial, con
sustancia o contenido administrativo. En este sentido – afirma el propio autor- puede ser acto
administrativo el acto emanado del órgano legislativo, sea que este se trate de una ley formal,
como sería la de aprobación de un presupuesto, o sea que se trate de medidas de carácter interno
de las cámaras, como las relativas al nombramiento, ascenso y licencia del personal. También
sería acto administrativo, aquel emanado del órgano judicial, también de contenido administrativo,
como lo sería la autorización al tutor para vender bienes del pupilo, o el nombramiento del
personal, etc.
En un sentido formal, habrá que tomar en cuenta ya no el contenido u objeto del acto que se dicta,
sino la naturaleza del órgano del que emana el acto. Así serán Legislativos, Administrativos y
Jurisdiccionales los actos que emanen de los respectivos órganos (a los que por su naturaleza, le
sean inherentes tales funciones). En este sentido son actos administrativos los que emanen del
órgano Administrativo. En resumen, será acto administrativo aquel que emane del órgano
administrativo, en cumplimiento de sus funciones.
· Enrique Sayagues Laso: “Es toda declaración unilateral de voluntad de la administración, que
produce efectos subjetivos.”.
· Rafael Bielsa: “Es la decisión general de una autoridad administrativa en ejercicio de sus propias
funciones sobre derechos, deberes e intereses de las entidades administrativas o de los
particulares respecto de ellos.”.
· Manuel María Diez: “Es una declaración concreta y unilateral de voluntad de voluntad de un
órgano de la administración activa en ejercicio de la potestad Administrativa.”.
· Vitta: “ Actos que emanan de una autoridad administrativa y que producen efectos jurídicos
respecto de sujetos extraños a la misma administración Pública.”.
· Renato Alessi: “Es la manifestación voluntaria de actividad de una autoridad administrativa, con
autonomía estructural y funcional dirigida a la inmediata y concreta realización de intereses
públicos concretos.”.
· Eloy Lares Martínez: “Son las declaraciones de voluntad, de juicio o de conocimiento, emanadas
de los órganos de la administración y que tengan por objeto producir efectos de derecho, generales
o individuales.”.
· García Oviedo: “Es una declaración especial de voluntad de un órgano público, preferentemente
de un órgano administrativo para la satisfacción de un interés administrativo.”.
· Gustavo Urdaneta Troconis: “Es la declaración de voluntad realizada por la administración, con el
propósito de producir un efecto jurídico.”.
· Luis Humberto Delgadillo: “Es aquella declaración unilateral y concreta del órgano ejecutivo que
produce efectos jurídicos directos e inmediatos.”.
· George Vedel: “Es un acto jurídico emitido unilateralmente por la administración con el objeto de
modificar el ordenamiento jurídico mediante las obligaciones que impone o por los derechos que
confiere.”.
· Hildegard Rondon de Sansó : “Es toda declaración de carácter general o particular emitida de
acuerdo con las formalidades y requisitos establecidos en la ley, por los órganos de la
Administración pública.”.
· Antonio Royo Villanova: “Un hecho jurídico que por su procedencia emana de un funcionario
administrativo, por su naturaleza se concreta en una declaración especial y por su alcance afecta
positiva o negativamente a los derechos administrativos de las personas individuales o colectivas
que se relacionan con la Administración pública.”.
· Gabino Fraga: “Es el acto realizado por la administración creador de situaciones jurídicas e
individuales y bajo un orden jurídico que tiene su objeto determinado por el autor del acto y que
trae como consecuencia la existencia de innumerables obligaciones.”.
· Sabino Álvarez Gendin: “En el sentido amplio son los trámites y formalidades exigidas para la
realización de un acto administrativo, es decir se refiere a la fuerza jurídica de la administración
para perseguir la gestión o bueno marcha de la Administración.”.
· Massimo Severo Giannini: “Los actos administrativos en sentido amplio, son actos en los cuales
se manifiesta la administración, son los actos de la actividad administrativa de derecho público.
Estos se dividen en declaraciones y actos reales, las declaraciones a su vez comprenden los
proveimientos administrativos y los actos administrativos instrumentales, proveimiento
administrativo es el acto mediante el cual la autoridad administrativa dispone en orden a los
intereses públicos que le están atribuidos, ejerciendo la propia potestad y correlativamente
incidiendo en situaciones subjetivas de los particulares. Los otros actos de la administración son
actos instrumentales.”.
· José Guillermo Andueza: “Es una manifestación de voluntad de la Administración Pública, claro
está, entendida esta como un conjunto de órganos que ejercen el poder ejecutivo.”.
· José Antonio García Trevijano Fos: “Declaración unilateral de conocimiento, juicio o voluntad,
emanada de una entidad administrativa actuando en su faceta de Derecho Público, bien tendente a
constatar hechos, emitir opiniones, crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas, entre los
administrados, o con la Administración, bien con simples efectos dentro de la propia esfera
administrativa.”.
· Miguel Acosta Romero: “Es una manifestación unilateral y externa de voluntad, que expresa una
decisión de una autoridad de una autoridad administrativa competente, en ejercicio de la potestad
pública, crea, reconoce, modifica, transmite o extingue derechos u obligaciones, es generalmente
ejecutivo y se propone satisfacer el interés general.”.
· Manuel María Diez: “Es una declaración unilateral de un órgano del Poder Ejecutivo en ejercicio
de su función administrativa que produce efectos jurídicos con relación a terceros.”.
· César Tinoco Richter: “Se define como acto administrativo aquellas decisiones de carácter
general o particular emanadas de las autoridades administrativas en el ejercicio de sus propias
funciones, referentes a los derechos, deberes o interés de las actividades administrativas o de los
particulares en relación con la administración.”.
· Manuel Osorio: “Son los que realiza la administración, son los que realiza la administración
pública en su calidad de sujeto de Derecho Público, como manifestación unilateral de su voluntad,
por lo cual no entran en ese concepto los ejecutados por aquella en su calidad de persona jurídica
sometida a las normas de Derecho Civil.”.
· Fernando Garrido Falla: “Son el conjunto de actos sometidos al régimen jurídico Administrativo,
por lo que se rigen por dos principios fundamentales, sumisión a la ley y a las normas
jerárquicamente superiores; siendo posible esta sumisión gracias a la fiscalización jurisdiccional.”.
· Rolland: “ Es el acto que emana de un agente que forma parte de los cuadros organizadores de
los Servicios Públicos y que actúa para el cumplimiento de una misión que le corresponde a su
empleo en los cuadros.”.
· Agustín Gordillo: “Una declaración unilateral realizada en ejercicio de la función administrativa que
produce efectos jurídicos individuales en forma inmediata.”.
· Juan Carlos Cassagne: “Es toda declaración de un órgano estatal, en ejercicio de función
materialmente administrativa y caracterizada por un régimen exorbitante, que produce efectos
jurídicos individuales, en forma directa, en relación a los administrados o terceros destinatarios del
acto.”.
· Allan Brewer Carias: “Es toda manifestación de voluntad de carácter sublegal, realizada, primero
por los órganos del Poder Ejecutivo, es decir, por la administración Pública, actuando en ejercicio
de la función administrativa, de la función legislativa y de la función jurisdiccional; segundo, por los
órganos del Poder Legislativo ( de carácter sublegal) actuando en ejercicio de la función
administrativa; y tercero, por los órganos del Poder Judicial, actuando en ejercicio de la función
administrativa y de la función legislativa.”.
“Artículo 7°: Se entiende por acto administrativo o a los fines de esta ley, toda declaración de
carácter general o particular emitida de acuerdo con las formalidades y requisitos establecidos en
la Ley, por los órganos de la Administración Pública.”.
Esta definición acoge, evidentemente, el criterio orgánico del acto administrativo, es decir que para
los efectos de la mencionada definición solo son actos administrativos, aquellas decisiones
emanadas de los órganos de la administración pública.
A los fines de esta ley, no es una definición universal. La ley se destina, a la administración Pública
descentralizada funcionalmente. Además a otros órganos que gozan de autonomía funcional y que
define en forma incompleta. Solo habla de la Fiscalía General y de la Contraloría General, pero no
del Consejo de la Judicatura ( Dirección Ejecutiva de la Magistratura) , ni del Consejo Nacional
Electoral, ni de la Comisión Investigadora de Enriquecimiento Ilícito.
La Ley extiende la posibilidad de su aplicación a los Estados y Municipios. Sin embargo, esto es
discutible en virtud, del signo de autonomía manifiesto a nivel estadal y municipal, y que es la
autonomía administrativa. El hecho de que la constitución, haga referencia a que es de la
competencia nacional las leyes de procedimiento, esta referencia debe entenderse dirigida a los
procedimientos de carácter nacional (procedimientos judiciales), pero no a los procedimientos
administrativos de las administraciones territoriales.
Lo que dice la ley es que no se aplica a los Tribunales ni a las Cámaras Legislativas.
Los actos administrativos que pueden regular la ley son aquellos que emanan a la Administración
Pública. Pero además la definición legal, ésta es inconveniente. En efecto, la ley da una definición
a sus propios fines, pero no a los fines de otros textos que hablan de actos administrativos.
No podemos definir acto administrativo a los fines de cada una de las leyes de la República, por
que sería sembrar el caos dentro de la interpretación del Derecho Administrativo y del objeto del
recurso contencioso-administrativo.
La noción de acto administrativo, sin duda, continúa siendo una de las parte modulares del derecho
administrativo ya que su definición depende la identificación de la actividad administrativa unilateral
frente a las otras actividades del Estado, el objeto de los recursos contencioso-administrativo de
anulación contra los actos administrativos.
La jurisprudencia considera como actos administrativos no sólo algunos emanados de órganos
legislativos, sino también, los dictados por órganos administrativos, en ejercicio de funciones
jurisdiccionales.
4. La noción de acto administrativo en la doctrina venezolana
EL CRITERIO ORGÁNICO (Mayoritario)
Eloy Lares Martínez
Solo a “las declaraciones o decisiones de los órganos de la Administración de los órganos de la
Administración, corresponde propiamente la calificación de actos administrativos.”.
Solo estas declaraciones o decisiones de los órganos de la administración son las que “están bajo
el régimen del derecho administrativo, y sujeto a los recursos creados por el ordenamiento jurídico
para hacer efectiva la supremacía de la ley” “los actos sancionados por las cámaras legislativas, no
importa cual sea su contenido, están regulados por el derecho constitucional y los actos emanados
de los tribunales y penales, por el derecho procesal civil y penal.”.
Resulta decir hoy que los actos de un órgano del Estado sólo están regidos por una específica
rama del derecho, la opción de Lares Martínez parece tener una justificación procesal, solo son
actos administrativos los que pueden ser objeto de control parte de la jurisdicción Contencioso-
administrativo.
Acto autoritario de la Administración, es el acto a través del cual se actualiza la potestad autoritaria
de la Administración, no basta que el acto emane de una autoridad administrativa dotada de
potestad para emanarlo, sino que es necesario que este acto administrativos por parte de una
autoridad competente.
El criterio funcional.
Es aquella manifestación de voluntad realizada por una autoridad pública cuando en ejercicio
cuando en ejercicio de la función administrativa, con el objeto de producir efectos jurídicos.
Esta forma de definición lleva a un criterio material rígido. Así el acto administrativo sólo podía ser
dictado en ejercicio de la función administrativa y esta consistía primordialmente en el cumplimiento
de los actos administrativos por parte de la autoridad competente.
García Enterría, sostiene que “la potestad administrativa en el acto ha de ser distinta de la potestad
reglamentaria”. Dedica especial atención a la diferencia entre Reglamentos y actos administrativos.
En tal sentido afirma:
· El Reglamento forma parte del Ordenamiento mientras que el acto es algo ordenado, producido
en su seno.
· La Potestad Reglamentaria corresponde a aquellos órganos a quienes específica y expresamente
se les atribuye, en cambio, la facultad de dictar actos administrativos, es inherente a todo órgano
de la administración.
· El Reglamento es derogable ad nutum, mientras que al acto administrativo le afectan los límites a
su revocación.
· La ilegalidad de un Reglamento comporta siempre su nulidad de pleno derecho, mientras que la
ilegalidad de un acto, como regla general, sólo implica su anulabilidad.
Los actos de gobierno definitivamente no son actos administrativos, pues al ser dictados por el
Presidente de la República en ejecución directa de la Constitución, tienen rango legal y no
sublegal, en principio, no están sometidos al control jurisdiccional contencioso-administrativo, pero
no porque sean pretendidas excepciones o inflexiones al principio de la legalidad, sino porque
simplemente no son actos administrativos, estando sometidos, al control jurisdiccional pero, de la
justicia constitucional, pues solo están sujetos a normas constitucionales.
Los actos administrativos pueden ser clasificados desde numerosos puntos de vista. Al respecto,
cabe destacar la existencia de una clasificación analítica y una sintética. La primera, desde el punto
de vista de un gran sector de la doctrina la que fundamentalmente es seguida.
En el sistema alemán llamado antiguo, la doctrina distinguía entre cuatro tipo de actos:
· De constatación o certificación.
· Decisiones.
· Ordenes.
· Actos ordinarios constitutivos.
Otro sistema sigue las etapas psicológicas de la voluntad humana, a las que corresponden
determinados actos jurídicos. Estas etapas las atraviesan todos los actos del Estado, ya sean
jurisdiccionales o administrativos, que pueden ser clasificados de la siguiente forma, según la
postura de W. Jellinek:
· Aceptaciones de declaraciones, tales como matrimonios, nacimientos, etc. En el Registro Civil
( es decir, recepción de las declaraciones).
· Manifestaciones de juicio y constataciones de ciertas situaciones materiales.
· Actos en general, que tienden a la formación de la conclusión del juicio, Los negocios jurídicos
que pertenecen a este grupo se clasifican, según que dejen intacta la relación Estado- súbdito, que
restrinjan o limiten la esfera particular o ampliadores. A su vez cabe que sean libremente
revocables o no.
Como crítica a esta postura, está el fundamento de carácter psicológico del cual se sirve. Por una
parte se basa el autor en la unificación de los actos jurisdiccionales y los actos administrativos,
pero, a pesar de ello, en la clasificación se ve obligado a separarlos, ya que los primeros
pertenecen al segundo grupo, (juicios), mientras que los administrativos se incluyen dentro del
tercer, es decir actos en general.
Kormann deja aparte los actos que no producen efectos jurídicos tales como certificaciones,
notificaciones, etc., y clasifica los negocios jurídicos así:
· Negativos.
· Positivos.
· Actos administrativos imperativos, que son los que contienen un mandato o una prohibición.
· Conformadores , cuya caracterización es la de crear, modificar o suprimir una relación concreta.
· Actos administrativos declarativos, que encierran todas la declaraciones sobre propiedades, al
condición de los vecinos, la declaración de utilidad pública a favor de las empresas.
· Actos administrativos registrales, bien sea que se lleven a cabo mediante registros o con
documento.
a) Actos preparatorios: Son los que se dictan para hacer posible el acto principal ulterior. Son de
muy diversa clase y constituyen el antecedente necesario del acto principal que vendrá después,
cuya validez condicionan con frecuencia.
c) Actos complementarios: Son los requeridos para complementar la eficacia del acto principal,
pero sin confundirse con este.
d) Acto definitivo: Es el que resulta después de agotada la vía administrativa, es decir, una vez
resueltos los recursos administrativos interpuestos o cuando se deja vencer el plazo para
deducirlos, con el cual el acto principal se vuelve irecurrible, definitivo.
e) Actos de ejecución: Son los que se dictan para dar cumplimiento definitivo al acto principal.
a) Actos de imperio: Eran los actos en que la administración actuaba como autoridad,
imponiéndose coactivamente a los administrados.
b) Actos de Gestión: Actos en que la administración procedía igual que los particulares según las
normas de derecho privado.
a) Actos externos: Son los que proyectan sus efectos fuera del ente público, es decir, sobre otros
sujetos de derecho.
b) Actos internos: Son los que tienen únicamente trascendencia interna, dentro de la persona
pública a que pertenece el órgano que lo dictó.
a) Actos de dispensa: Acto por el cual la administración descarta la aplicación de una norma
general en concreto, eximiendo a una persona de las obligaciones que aquella le impone.
a) Actos de autorización: Acto de la administración que habilita a una persona física o jurídica,
privada o pública, para ejercer un poder jurídico o un derecho preexistente.
b) Actos de aprobación: La declaración de voluntad administrativa que acepta como bueno un acto
de otro órgano, complementando así su eficacia jurídica.
a) Actos de admisión: Es el que tiene por objeto introducir a una persona en un servicio, institución
o categoría especial, atribuyéndole los derechos y obligaciones que establece el régimen jurídico
propio de aquellos.
b) Acto de concesión: Acto que se crea en beneficio del cesionario de un derecho que antes
carecía totalmente.
a) Meros actos Administrativos: La voluntad del órgano se dirige únicamente al cumplimiento del
acto, es solo voluntad de cumplir la norma, por lo que los efectos que se producen no derivan de la
voluntad de la autoridad administrativa sino de la ley, a cuya simple ejecución el acto dirige.
b) Complejos: Es aquel que se produce por la intervención de dos o más órganos administrativos.
c) Unilaterales: Son actos administrativos (simples o complejos) que despliegan sus efectos de
modo independiente, al margen de toda forma de combinación con actos de voluntad de otros
sujetos que persiguen finalidades diferentes.
Son aquellos actos que crean normas que rigen las relaciones mutuas entre sus autores, ó sea que
estatuyen obligaciones y derechos de unos respecto de los otros; crean normas que tienen por
objeto a sus propios autores.
a) Actos preparatorios: Aquellos que se dictan para hacer posible el acto principal ulterior.
c) Actos complementarios: Son los que sin confundirse con el acto definitivo, se requieren para
darle eficacia.
a) Actos de trámite: Sirven para hacer avanzar el procedimiento administrativo que da lugar al acto
definitivo
b) Actos de ejecución: Están encaminados a imponer, coercitivamente, los efectos del acto
administrativo, es decir, a darle cumplimiento al acto definitivo.
b) Actos Individuales: Aquellos que afectan a uno o un grupo determinado de sujetos, como por
ejemplo el reconocimiento de una pensión jubilatoria..
a) Actos Simples: El que es producto de la manifestación de voluntad de un solo órgano del estado.
b) Actos Complejos: Lo constituye la manifestación de voluntad que requiere del concurso de dos o
más órganos.
c) Actos Unilaterales: Ellos son el producto de la voluntad exclusiva del estado.
b) Actos Locales: Son los dictados por las autoridades locales, y tienen vigencia únicamente en el
territorio sobre el que tales autoridades ejercen su potestad.
a) Actos Simples: Aquellos formados mediante la declaración de un solo órgano del Estado, que
puede ser unipersonal o colegiado.
a) Actos Preparatorios o de Trámite: Son aquellos dictados por la administración como de carácter
previo al procedimiento.
b) Actos Principales o Definitivos: Decisión emitida por el órgano competente sobre el fondo o
sustancia de la cuestión que le ha sido planteada. Se emite como culminación del procedimiento
administrativo, y debe contener la voluntad esencial del órgano competente sobre el asunto
ventilado, esto es la concesión o negativa de los pedidos, el mandato, permiso o prohibición.
c) Actos de Ejecución: Aquellos dictados para dar cumplimiento aun acto principal o definitivo.
d) Actos firmes o que han causado estado: Aquellos respecto de los cuales está cerrada o agotada.
a) Actos Reglados.
b) Actos Discrecionales.
a) Actos de Autoridad: Aquellas por medio de los cuales la administración procura hacer cumplir las
leyes y asegurar la marcha de los servicios públicos.
b) Actos de Gestión: Aquellos por medio de los cuales la administración vela por la conservación
de la riqueza y su debida inversión.
a) Admisiones: Decisiones de la autoridad que tienen por efecto permitir el ingreso de un sujeto en
un servicio, institución u organización determinada con el fin de hacerlo participe de algunos
derechos o ventajas, o del goce de algunos servicios administrativos.
b) Concesiones: A través de ellas un concesionario adquiere un derecho del que antes carecía.
c) Autorizaciones: Hacen posible que una persona ejerza un derecho o un poder que de antemano
le pertenecía, pero para cuyo ejercicio existía un obstáculo legal.
d) Aprobaciones: Aquellas mediante la cual un órgano del Estado declara su conformidad con un
acto ya formado por otro órgano estatal.
e) Renuncias: Aquellas mediante las cuales se declaran extinguidas, graciosamente, créditos o
derechos pertenecientes al fisco.
b) Complejo: Son los que resultan del concurso de voluntades de varios órganos de una misma
entidad o de entidades públicas distintas, que se unen a una sola voluntad.
c) Colectivo: Es el que resulta de la conjunción de varias voluntades con igual contenido y finalidad
que se unen solamente para la manifestación común, permaneciendo jurídicamente autónomas. En
definitiva se forma cuando varios sujetos u órganos de un mismo ente, concurren, por comunidad
de materia, a formar en común un acto jurídico.
f) Gestión Pública: Son los realizados por las entidades administrativas en virtud de su actividad
pública y con motivo de la prestación de los servicios públicos propios.
b) Meros actos administrativos: Aquí la voluntad del órgano se dirige únicamente al cumplimiento
del acto, no se ocupa de los efectos que el acto debe producir, los que derivan de la ley, los efectos
son únicamente aquellos que el derecho establece.
c.1) De admisión: Tienen por objeto permitir que una persona entre a formar parte de una
institución, con el objeto de que participe de ciertos derechos o ventajas o goce de algunos
servicios públicos.
c.2) Concesorios: Es un acto del cual se confiere a una persona extraña a la administración, una
nueva condición jurídica, un nuevo derecho subjetivo.
c.3) Autorizatorios: Es un acto constituido por medio del cual la administración confiere derechos a
un particular, en que no se determina el nacimiento de un nuevo derecho a favor de una persona,
sino simplemente la remoción de un obstáculo jurídico que hace posible el ejercicio de un derecho
o de un poder que pertenecía al beneficiario por la autorización.
c.4) Aprobatorios: Acto por medio del cual la autoridad administrativa controla los actos emitidos
por una autoridad autárquica.
c.5) De dispensa: Es el acto administrativo que exime a una persona del cumplimiento de una
obligación.
c.6) Ablatorios: Son aquellos que restringen la esfera jurídica de los particulares.
a) Penas Disciplinarias: Son las que impone la administración a sus empleados, a concesionarios o
a simples particulares por inobservancia de ciertos deberes.
b) Expropiación.
c) Revocación o nulidad.
d) Las ordenes.
Jurisprudencia.
“... reconoce esta Sala que en la actualidad, las transformaciones ocurridas en torno a las
funciones del estado han impuesto la ampliación del ámbito del recurso contencioso
administrativo... en efecto, se propugna abandonar criterios unívocos y adoptar otros más flexibles
para caracterizar un determinado acto como administrativo. En tal virtud, puede ahora sostenerse
con razón, que el control jurisdiccional ejercido por los Tribunales de lo Contencioso Administrativo
se extiendo no sólo sobre los actos dictados por los órganos de la Administración Pública Nacional,
Estadal o Municipal, Centralizada o Descentralizada, sino también respecto de los emanados de
cualquier organismo, público o privado, que haya sido válidamente facultado por la ley o por el
órgano competente para proveer a la satisfacción de los intereses colectivos, o lo que es lo mismo,
para ejercer funciones administrativas ...”.
ma 4, 2
Tema 4: Eficacia de los actos administrativos. Notificación y publicación. Acto firme. Acto que ha
causado estado. La cosa juzgada administrativa. Los principios de ejecutividad y ejecutoriedad. La
suspensión de efectos en la vía administrativa.
El Derecho a la notificación.
Por ello, vinculado a la motivación y al formalismo, podría decirse que otro derecho del interesado
en relación al acto administrativo concreto que se adopte, es el derecho a la notificación. Este
derecho existe respecto de los actos de efectos particulares, es decir, que afecten derechos
sujetivos o intereses legítimos, personales y directos de estos particulares. La notificación
conforme al Articulo 75 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, debe hacerse en el
domicilio o residencia del interesado o de su apoderado. Además para que exista notificación, debe
haber un recibo firmado en el cual se deje constancia de la fecha en que se realiza la notificación,
del contenido de la misma, así como del nombre y de la cédula de identidad de la persona que
reciba la notificación.
Este formalismo de la notificación que establece el Artículo 75 ejusdem, también tiene una enorme
importancia para asegurar los derechos del particular. En general, puede decirse que la Ley exige
notificación personal, que debe recibirse con constancia de recibo en el domicilio de residencia del
interesado o de su apoderado. Por tanto, no son válidas, conforme a la Ley, las notificaciones
realizadas por correo donde no hay constancia de recibo.
Debe aclararse, sin embargo, que cuando afirmamos que la notificación debe ser personal,
significa que debe realizarse en el domicilio o residencia del interesado, no necesariamente al
interesado personalmente, sino en el domicilio o en su residencia.La puede recibir cualquier
persona vinculada a ese lugar, por relaciones familiares o de trabajo, siempre que se deje
constancia del recibo y de quién la recibió, a los efectos de poder comprobar que, en efecto, ha
sido una persona vinculada al interesado que vive, reside, o trabaja en el lugar, quién ha recibido el
documento.
En todo caso, debe destacarse que no puede realizarse esta publicación del acto en la Gaceta
Oficial, no de la entidad territorial ni de la República, sino que tiene que ser en un diario de mayor
circulación. Por tanto, el hecho de que haya imposibilidad de practicar la notificación, no da
derecho a la Administración a publicar el acto en la Gaceta Oficial, sea de la entidad, sea del
ámbito nacional.
Sobre la notificación de los actos administrativos, véase Allan R. Brewer-Carias, Las Instituciones
fundamentales del Derecho Administrativo y la Jurisprudencia Venezolana, Caracas 1964, p. 74 y
ss y, 125 y ss; Hildegard Rondón de Sansó, Análisis Crítico de la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos", en Revista del Consejo de la Judicatura., Nº 22, Caracas 1981, pp.22-23.
Ahora bien, tratándose de actos administrativos de efectos particulares, salvo la excepción antes
mencionada, la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos establece la obligación, en el
artículo 73, de que sean notificados para que comiencen a surtir efectos, prescribiendo la
notificación a los interesados de todo acto administrativo de carácter o de efectos particulares, que
afecte los derechos subjetivos o los intereses legítimos, personales y directos de un interesado.
En ese caso, para que el acto comience a surtir efectos, es necesario hacérselo conocer expresa e
individualmente al interesado mediante la notificación.
Requisitos de la notificación.
En cuanto a los requisitos de la notificación, la Ley establece varios. En primer lugar, la notificación
del acto debe contener el texto integro del mismo, exigencia muy importante que va a cambiar la
tradición administrativa. No siempre la Administración, en la notificación, le indicaba al particular el
texto integro de la decisión, sino que se limitaba a darle una información escueta en la cual, por
ejemplo, le indicaba que había sido multado. En esos casos el particular, para enterarse de los
motivos, tenia que acudir a los organismos y pedir copia d algunos otros actos o resoluciones. Esto
sucede con frecuencia con las decisiones en los Consejos Municipales. Como órganos colegiados,
a veces el contenido del acto y sus motivos esta en las discusiones que los concejales han tenido
en la sesión respectiva y que consta en acta, y lo que normalmente la Administración Municipal
notifica al particular, es la escueta decisión final, sin sus motivos.
El particular normalmente en estos casos, tiene que acudir al Consejo Municipal, pedir copia del
Acta de la sesión respectiva, estudiarla y enterarse o deducir de lo que se discutió, cuales fueron
los motivos del acto que se le notifica.
Ahora, de acuerdo con el Articulo 73 de la Ley Orgánica, el oficio de notificación debe contener el
texto íntegro del acto, de manera que con la sola notificación el particular esté enterado de todo lo
que contiene el acto.
Además, la notificación conforme al mismo Artículo 73, debe indicar, si fuere el caso, los recursos
que proceden contra el acto que se está notificando, con expresión de los términos para ejercerlo y
de los órganos o Tribunales ante los cuales debe interponerse. Esta es una manifestación, como
señalábamos anteriormente del derecho a la defensa: se obliga a la administración al notificar el
acto al particular, además de informarle sobre el texto íntegro, le indique cuales son las
posibilidades del recurso que tiene contra el mismo, sea que se trate de un recurso administrativo
jerárquico, o de reconsideración, o si es el caso, el recurso contencioso-administrativo que proceda
con indicación de los lapsos para ejercerlos y de los organismos ante los cuales pueden
interponerse. Esta exigencia, sin duda también va a cambiar radicalmente la tradicional forma de
proceder de la Administración la cuál normalmente no actúa en esa forma, y mas bien, parecería
que siempre ha buscado que el particular no se entere de que existe algún recurso, para que el
acto quede firme. Conforme a la Ley, en cambio, se exige que el funcionario informe al particular
interesado, sobre cuales son los mecanismos de defensa que tiene frente a la Administración.
Pero puede ocurrir que no se conozca el domicilio o la residencia del interesado ni del apoderado o
que no halla nadie en el domicilio o la residencia, no habiendo forma de practicar la notificación, ya
que esta no se puede dejar físicamente en el lugar pura y simplemente. En estos casos, como es
necesario que alguien la reciba, y si no hay nadie, no se puede practicar la notificación, se
configuran conforme al Artículo 76 de la Ley, las llamadas notificaciones impracticables. En estos
casos cuando resulte impracticable una notificación en la forma establecida, entonces puede
practicarse el acto, por vía subsidiaria pero ello debe hacerse en un diario de mayor circulación en
la entidad territorial donde la autoridad que conoce del asunto tenga su sed, y en ese caso, se
entiende que el interesado queda notificado a los 15 días hábiles después de la publicación,
debiendo advertirse ese hecho en el aviso. Por otra parte, si en la entidad territorial respectiva no
hay una prensa diaria, la publicación debe hacerse en un diario de gran circulación de la capital de
la República.
Debe advertirse, sin embargo, que no solo se trata de una publicación en la Gaceta Oficial, sino en
un diario de mayor circulación de la entidad respectiva de la República. Por tanto, la Administración
no puede, si no lograr notificar a un interesado, publicar el acto en la Gaceta Oficial, y si lo hace,
esta notificación no surte efectos. Solo surtirán efectos, los actos administrativos de efectos
particulares publicados en la Gaceta Oficial, cuando la Ley expresamente requiere que esa sea la
forma en que comienzan su eficacia, conforme lo establece el Artículo 72 de la Ley Orgánica.
1.- INTRODUCCION
Ha señalado el ilustre Profesor Hostiou que la publicidad del acto determina, por un lado, su
vigencia y de allí su eficacia, claro está en los casos en que la publicidad es la única circunstancia
exigida para que el acto sea capaz de producir sus efectos jurídicos.
De otra parte, aborda el ponente el tema de la publicidad como presupuesto para el ejercicio de los
recursos administrativos y, en todo caso, como presupuesto para la impugnación judicial.
El autor español Entrena Cuesta le atribuye también a la publicidad una doble función: "En primer
lugar -señala- la publicidad constituye una condición jurídica para la eficacia de los actos
administrativos que afectan directamente a los administrados y, en segundo término, actúa como
presupuesto para que transcurran los plazos de impugnación".
Puede, sin embargo, agregarse una tercera función, pues la notificación califica en algunos casos
la legitimación del recurrente, ya que se ha establecido que la legitimación puede deducirse de la
cualidad de destinatario del acto, lo cual no obsta para que se desvirtúe su legalidad,
precisamente, sobre la base de que el destinatario no es quien debe recibir tales efectos o no era a
quien correspondía la legitimación en la sede administrativa.
Eficacia, impugnación y legitimación son por tanto las tres funciones que pueden atribuirse a la
publicidad.
La eficacia, según la naturaleza del acto, se manifiesta de distintos modos. La comunicación del
acto, por sí sola, puede en algunos casos dar lugar al cumplimiento de los efectos jurídicos que de
él se derivan, o simplemente dar lugar a que puedan cumplirse las circunstancias requeridas para
la concreción de sus efectos (actos sujetos a término o condición y actos que requieren de
ejecuciones materiales).
Por lo que a esta función se refiere eficacia del acto-, puede afirmarse que la publicidad constituye
principio del procedimiento vinculado al respeto de las garantías jurídicas del administrado. Se
realza así la seguridad jurídica de aquellos a quienes la Administración pretende imponer una
obligación o afectar de manera absoluta o parcial en sus derechos.
Como segunda función, se ha dicho que la publicidad actúa como presupuesto para que
transcurran los plazos de impugnación, con lo cual se vincula este principio con un tema que hoy
se esgrime como base fundamental del contencioso administrativo: la tutela judicial efectiva.
La certeza acerca del inicio del lapso para recurrir y en algunos casos la exigencia del
señalamiento en el acto de notificación, de los recursos que contra el acto notificado proceden, así
como de su exacto contenido, son sin duda mecanismos que tienden a asegurar aún más el
derecho del administrado de acceder a la justicia en búsqueda de protección y reparación frente a
la ilegalidad en el actuar administrativo.
Sin embargo, antes de abordar lo relativo a las diferentes modalidades, debemos hacer referencia
a la naturaleza jurídica que a estos medios de publicidad le ha reconocido la doctrina.
Para quienes siguen esta corriente, la publicidad constituye una condición para la existencia o
validez del acto, en tanto que la notificación sólo está referida a la eficacia del mismo y como acto
autónomo está igualmente sujeto a requisitos y formalidades cuyo cumplimiento supedita su propia
validez. Siendo ello así, la invalidez o inexistencia de la notificación produce la ineficacia del acto
cuya notificación se pretende así como la invalidez de los actos de ejecución o complementarios.
En esta tesis se inscribe parte de la doctrina española (Garrido Falla, García de Enterría, entre
otros), para quienes en ausencia de notificación, el acto administrativo es jurídicamente perfecto,
pero incapaz de producir efectos jurídicos.
De allí que una vez que el acto ha sido dictado por la Administración no podría ser desconocido por
ésta, ni revocado en base a la ausencia de notificación
En otro sentido opinan quienes consideran a la publicidad (incluida la notificación como especie de
aquella) como un requisito de forma del acto administrativo y, por ende, un requisito relativo a su
validez y no a su vigencia.
Esta concepción acerca de la publicidad parte de los postulados de la teoría pura del derecho,
conforme a los cuales para que determinado orden normativo o norma particular sea válida debe
existir correspondencia con el principio de efectividad
"La publicidad, -afirma el profesor Juan Carlos Cassagne, quien se inscribe en esta tendencia- en
cuanto constituye un requisito de exteriorización de la voluntad administrativa configura un recaudo
inherente al elemento forma. Si la publicidad aparece exigida por el ordenamiento jurídico y no se
cumple con tal requisito, es evidente que el acto como tal, no habrá nacido. Si por el contrario, la
publicidad se observa, pero en forma defectuosa, el acto será inválido, siempre desde luego, que la
irregularidad tenga trascendencia jurídica suficiente"
Obsérvese que al estimarse la notificación como vicio formal del acto, se le aplicaría en todo caso
la tesis acogida por nuestra jurisprudencia- del carácter no invalidante del vicio cuando no se
afecten elementos sustanciales o se violen, como consecuencia de éstos, derechos fundamentales
del administrado.
La jurisprudencia patria ha asumido la tesis de la notificación como requisito de eficacia del acto y
no de validez. Se ha señalado que el ejercicio del recurso supone el cumplimiento de la finalidad
perseguida por la notificación, esto es, el conocimiento del acto por sus destinatarios.
Por lo que se refiere a la publicación, como forma de dar publicidad a un acto, la doctrina sostiene
la tesis de la inexistencia o de la invalidez del acto ante la ausencia de la publicación. No existe en
este caso un acto distinto, autónomo, sino que se trata del propio acto que es publicado. Por ello se
afirma que la falta de publicación atañe a la existencia (o validez) misma del acto. La tesis de la
inexistencia impide la impugnación del acto antes de la publicación así como la posibilidad por
parte de la Administración de su revocación o modificación.
La tesis de la invalidez, por su parte, por faltar un elemento formal, la publicación, si permitiría su
impugnación por vicios distintos o relativos a la propia publicación, de ser ésta, por ejemplo
defectuosa.
Ciertamente, la Administración habría producido un acto con base a una ordenanza que permitía
una altura para la construcción de "una vez y media el ancho de la calle más el retiro de frente"
sobre la base de que la publicación del texto normativo que le servía de fundamento y que había
sido objeto de una modificación antes de ser dictado el acto, establecía una altura distinta de "una
vez el ancho de la calle" en lugar de una vez y media" como se había autorizado. Sin embargo, en
el caso citado se determinó que la segunda disposición invocada era producto de un defecto en el
acto de publicación, pues no existía prueba alguna de que se hubiese producido reforma respecto
de esa norma.
Se señala en el fallo que se comenta que de las copias certificadas de las Actas de sesiones del
Concejo Municipal se verifica que no se discutió la modificación del artículo que prevé la altura
permitida y por lo tanto se debía a un error material de la publicación el cambio alegado, lo cual
determinaba que el acto que pretendía desconocer la autorización otorgada no tenía marco legal.
3.-MEDIOS DE PUBLICIDAD
La notificación se prevé fundamentalmente para los actos individuales, aun cuando ello no obsta
para que en ciertos casos pueda exigirse, además, o en su lugar, la publicación.
El expositor del tema adicionalmente destaca la posibilidad de que un acto no pueda calificarse
como individual ni como reglamentario y esos actos de carácter sui generis (actos intermedios)
requieran no sólo publicación sino además notificación personal cuando contengan prescripciones
particulares que tiendan a afectar de manera específica a un administrado. El ejemplo traído a
colación es el de la declaratoria de un lugar como monumento natural o como sitio histórico, lo cual
determinaría la modificación de su estado o utilización.
No obstante, la norma general contempla también la publicación del acto particular en Gaceta
Oficial y el mecanismo subsidiario de la publicación, a través de la comunicación por prensa,
mediante cartel, este último en caso de ser imposible la notificación personal.
Se plantea, por tanto, cierta confusión respecto del acto individual, en cuanto que si bien se prevé
la notificación personal como mecanismo principal, ésta parece ceder frente a la publicación
cuando esté prevista de manera específica la publicidad a través de la Gaceta Oficial.
Tal sistema publicación en Gaceta-, en palabras del autor español Bermejo Vera, puede evitar que
"al amparo de la realización de notificaciones individuales a los interesados directos se consagren
situaciones antijurídicas definitivas e irremediables", pero, en palabras del misma autor, la
publicación en Gaceta no deja de ser reconocido como un medio de publicidad insuficiente, pues
constituye un instrumento difícilmente asequible al ciudadano medio.
En los casos en que se prevé la publicación como mecanismo de notificación del acto individual,
bien de manera principal, bien de manera subsidiaria, se plantea la duda sobre a partir de qué
momento debe computarse el plazo para la interposición de los recursos.
Comenta nuestro expositor un caso específico, decidido por el Consejo de Estado Francés, en
fecha 7 de Noviembre de l986, en el cual se declaró inadmisible el recurso intentado por
particulares propietarios de determinado terreno contra un acto administrativo que había decretado
"sitio histórico" a inmuebles propiedad de los recurrentes, fundamentando el Consejo de Estado tal
decisión en el hecho de que habiendo sido dicho acto objeto de publicación en Gaceta Oficial y así
mismo notificado de manera personal al recurrente, habría transcurrido íntegramente el lapso de
caducidad para intentar la acción, contando ello a partir de la publicación del acto, aun cuando su
notificación fuere posterior en el tiempo.
Respecto a tal caso concreto, la Corte Europea de los Derechos del Hombre estimó que dicha
decisión privaba al particular del derecho al acceso de justicia, dando preeminencia al transcurso
de los lapsos correspondientes para la impugnación del acto desde la notificación personal del
interesado, según nos ha señalado el expositor.
En ese mismo sentido se había pronunciado la mencionada Sala en sentencia anterior (de fecha
10 de octubre de 1989), mediante la cual se estableció que "el lapso de caducidad para el ejercicio
del recurso de anulación, se inicia a partir de la notificación personal al interesado de la decisión,
ya que por ella es como adquiere eficacia y surte efectos frente a aquél. Por lo tanto la publicación
en Gaceta Oficial y en los diarios de mayor circulación en la República no sería necesaria para su
exigibilidad y si acaso sólo tendría el efecto de una información a la colectividad".
Se señala en la referida decisión que el hecho de que el contenido del acto hubiere sido notificado
a los destinatarios con posterioridad a la publicación, no altera la consecuencia de la caducidad
aplicada, dado que independientemente de que se trate de un acto de efectos particulares, como lo
alegaban los recurrentes- "...el artículo 134 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia es
claro al ordenar el cómputo del lapso de caducidad para los actos particulares a partir de su
publicación en el respectivo órgano oficial, señalando la alternativa de computarlo desde la
notificación para el caso de que aquella no se efectuare, circunstancia que no ocurrió en este
caso...", puesto que la Resolución impugnada sí fue publicada.
En otro orden de ideas, en la conferencia que nos corresponde comentar se trata lo relativo a los
actos que deben ser notificados. La notificación, como se ha dicho, está prevista respecto del acto
de alcance individual.
El autor argentino José Roberto Dromi clasifica los actos sujetos a notificación en cinco categorías,
a saber:
a) Los actos administrativos de alcance individual que tengan carácter definitivo y los que sin serlo,
obsten a la prosecución de los trámites.
b) Los que resuelvan un incidente planteado o en alguna medida afecten derechos subjetivos o
intereses legítimos.
d) Los que se dicten con motivo o en ocasión de la prueba y los que dispongan de oficio la
agregación de actuaciones.
e) Todos los demás que la autoridad así dispusiere, teniendo en cuenta su naturaleza e
importancia.
Sobre los actos que deben ser notificados, comentaremos únicamente lo relativo al acto de trámite
y lo referente al acto interno, éste último no mencionado en la clasificación referida.
De allí que los actos de trámite no sea necesario notificarlos, salvo aquellos que sean susceptibles
de recurso, bien porque imposibiliten la continuación del procedimiento, produzcan indefensión o
prejuzguen como definitivos, o bien, porque afecten derechos subjetivos o intereses personales,
legítimos y directos, circunstancia que determinaría su recurribilidad.
Al tratarse de actos sujetos a recurso, se impone su notificación, pues, como se ha dicho, uno de
los efectos que ésta produce es, precisamente, el inicio de los lapsos correspondientes.
Por lo que se refiere al régimen de publicidad de los actos internos de la Administración, la Ley
Orgánica de Procedimientos Administrativos establece que quedan exceptuados de la publicación
en Gaceta Oficial, aquellos actos referentes a asuntos internos de la Administración, se entiende
que tal excepción está referida al acto general.
Además del régimen general, nuestra legislación contempla regulaciones especiales acerca de la
publicidad de determinados actos administrativos. Así, encontramos la notificación de actos
individuales por carteles, o por prensa, por boletín o mediante publicación.
En materia inquilinaria, por ejemplo, se distingue entre la forma de notificar los actos del
procedimiento y la forma de notificar el acto administrativo definitivo.
Respecto del acto definitivo, se prevé la notificación personal, pero además se establece la
posibilidad de notificar mediante un resumen de la decisión, a través de un simple aviso (artículo 14
de la Ley de Regulación de Alquileres).
Todas las otras actuaciones distintas al acto definitivo que deban ser notificadas -como sería el
inicio del procedimiento- pueden hacerse a través de cualquiera de los medios previstos en el
artículo 63 del Reglamento de la materia, y estos son: correo certificado, publicación en un diario
de la localidad, fijación de carteles a las puertas de la residencia o local ocupado por la persona
que deba ser notificada, entrega por funcionarios de la Administración, y, finalmente, publicación en
el Boletín Oficial de la Dirección de Inquilinato.
La Ley de Licitaciones, por su parte, contempla en algunos casos la publicación de actos del
procedimiento licitatorio a través de la prensa (llamado a licitar y declaratoria de haber quedado
desierta la licitación). En otros supuestos prevé la notificación personal (solicitud de la presentación
y descalificación, así como el otorgamiento de la buena pro) y, en el Reglamento, se prevé la
notificación personal de los descalificados y la publicación en prensa de la información acerca de
quienes hubieren sido preseleccionados (artículo 68 Reglamento).
En materia electoral se observa que la vigente Ley Orgánica del Sufragio establece que los actos
de eminente contenido electoral deberán ser publicados en Gaceta Oficial, dentro de los quince
días siguientes a la proclamación de los candidatos electos, y para el caso de elecciones
municipales, deberá además publicarse los resultados electorales en las Gacetas Oficiales de las
respectivas entidades, o en su defecto, en cualquier periódico de circulación de la localidad. De allí,
que esta especial Ley, al igual que ocurre respecto de los actos registrales de la propiedad
industrial, no prevé notificaciones personales, aun cuando podrían determinarse afectados directos
o destinatarios del acto.
Ahora bien, en estos casos se ha planteado cómo debe tratarse lo relativo a la notificación de las
decisiones que recaigan cuando se hayan ejercido recursos administrativos contra esos actos
definitivos inicialmente publicados. Por ejemplo, si como consecuencia de un recurso
administrativo-electoral contra una proclamación, ésta queda modificada, lo que se plantea es si
basta en ese supuesto publicar la nueva proclamación o debe notificarse personalmente al
recurrente y al afectado tal decisión y, en caso de que se realicen las notificaciones a partir de cuál
de los medios utilizados debe contarse el inicio del plazo de caducidad.
En un caso de esta naturaleza electoral se declaró inadmisible el recurso por haberse configurado
la causal de caducidad de la acción, lo cual fue determinado por la Corte tomando en cuenta la
fecha de publicación y no de la notificación personal que también había sido practicada.
De tal manera que en esa decisión se declaró caduco el recurso por haber transcurrido
íntegramente el lapso legal para recurrir desde el momento en que se publicó la decisión y la fecha
de interposición del recurso en sede judicial.
Por último, tanto la doctrina como la jurisprudencia reconocen la existencia de otros medios de
notificación. Se atenúa la formalidad del acto de notificación cuando, entre otras, se acepta la
notificación: "a) Por acceso directo de la parte interesada, por su apoderado o representante legal
al expediente, dejándose constancia expresa y previa justificación de la identidad del interesado; b)
Por presentación espontánea de la parte interesada, su apoderado o representante legal, de la que
resulten estar en conocimiento fehaciente del acto respectivo; c) Por cédula (...); d) Por telegrama
colacionado, copiado o certificado, con aviso de entrega; e) Por oficio impuesto como certificado
expreso con aviso de recepción..." .
Considerada como ha sido la notificación como una garantía en beneficio del administrado, el
legislador impone la obligación de informar en el acto de notificación, además del texto íntegro del
acto, los recursos que contra éste proceden, la autoridad revisora o que deba conocer de ellos y
los plazos para interponerlos.
Así ocurrió en un caso en el cual la Administración al notificar al particular no señaló los recursos
procedentes contra el acto notificado, siendo ejercidos por éste fuera del lapso de ley. Una vez en
la sede judicial, el tribunal de la causa declaró extemporánea la interposición de los recursos
administrativos y por lo tanto inadmisible el recurso contencioso de anulación, por falta de
agotamiento de la instancia administrativa.
También se ha decidido que la interposición incorrecta del recurso ante autoridad distinta a la
pertinente, en virtud de un error inducido por una defectuosa notificación, no puede menoscabar el
derecho del administrado de acceder a la justicia. La jurisprudencia ha señalado que en tales casos
corresponde al órgano administrativo ante el cual se interpuso el recurso, remitir para su decisión al
órgano que sea efectivamente competente.
Finalmente, cuando el acto se comunica por medios formales distintos a la notificación publicación-
no existiría la obligación de cumplir las formalidades a que se refiere la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos, como sería el anunció de los recursos pertinentes. Así, se
pronunció la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, en reciente decisión de fecha 16 de
octubre de 1997, al declarar inadmisible un recurso contencioso de anulación contra un acto
emanado del Registrador de la Propiedad Industrial, por falta de interposición del recurso jerárquico
que contra el acto procedía ante el Ministro, señalando que si bien la publicación del mismo no
contenía mención alguna respecto a los recursos procedentes, la ley no establece, respecto a su
comunicación a los interesados, tal obligación para la Administración.
8.- CONCLUSIONES
Cabe observar que el régimen de notificaciones con preponderancia a la protección particular del
afectado, podría en algunos casos colidir con la ampliación que el principio de tutela judicial
efectiva ha producido respecto del control de legalidad, pues plantea la eficacia del acto a partir de
la notificación del interesado, generalmente el titular del derecho, quedando excluidos de la
garantía de la notificación, los interesados afectados, igualmente legitimados para recurrir. El
sistema de notificaciones con preponderancia a la protección del interés general puede causar
indefensión del afectado directo, pues al ser un régimen de publicidad general lo que determina la
eficacia del acto y consecuentemente el inicio del plazo para recurrir, se corre el riesgo de que el
principal afectado no conozca oportunamente del acto para proceder a su impugnación.
2.- Teniendo en cuenta la carga que configuran los recursos administrativos, no sujetos por demás
a una regulación uniforme y teniendo presente la complejidad del régimen de competencia de los
órganos contencioso-administrativos, es positiva la consagración legislativa de formalidades
especiales para el acto de notificación en los casos de actos individuales.
3.- Para el caso del acto que se comunica por medios formales distintos a la notificación
publicación-, no existiría la obligación de cumplir con las formalidades establecidas en la ley para la
notificación, como sería la obligación de informar los recursos pertinentes; por tanto, cualquier error
en este sentido se le imputa al administrado con todas sus consecuencias.
6.- Surge la necesidad de garantizar la tutela judicial efectiva ante la situación en la que el
recurrente inducido por la defectuosa notificación o aún más, en ausencia de ésta, ejerce el recurso
judicial sin haber agotado las instancias administrativas y esta circunstancia es advertida por el
juez en la primera, o más grave aún, en la segunda instancia del proceso al pronunciarse sobre la
apelación ejercida.
Para concluir consideramos que cualquier interpretación sobre la publicidad del acto en cuanto
requisito, debe hacerse en cuanto garantía que ella es, de tal manera que se propenda a la
verdadera vigencia del principio de la tutela judicial efectiva, base cardinal del régimen contencioso
administrativo de nuestros días.
1. Su origen jurisprudencial.
Así, en lo que podría considerarse una primera etapa de la jurisprudencia, la medida cautelar
contenida en el artículo 136 se consideró una excepción al principio de ejecutividad y ejecutoriedad
de los actos administrativos que, como tal, procedía sólo ante casos tasados y excepcionales (en
este sentido, la sentencia de la Sala Político-Administrativa de 22 de febrero de 1995, caso Angel
Enrique Zambrano. En doctrina, véanse los comentarios de Canova González, Antonio,
Reflexiones para la reforma del sistema Contencioso Administrativo Venezolano, Editorial
Sherwood, Caracas, 1998, pp. 253 y siguientes y Ortiz Alvarez, Luis, La protección cautelar en el
contencioso administrativo, Editorial Sherwood, Caracas, 1999, pp. 252 y siguientes).
Cabe acotar, en este sentido, que la medida cautelar prevista en el artículo 136 no supone la
desaparición del efecto ejecutorio de los actos administrativos: el principio de autotutela ejecutiva
no choca contra el derecho a la tutela judicial efectiva –así lo ha aceptado expresamente el
Tribunal Constitucional español en sentencias de fechas 17 y 21 de julio de 1982– pues esta
medida parte siempre del equilibro entre las prerrogativas de la Administración y el derecho a la
tutela judicial efectiva de los particulares. Se ha señalado así que “... el reconocimiento de la
constitucionalidad del privilegio de autotutela no puede hacerse a costa de un principio más
explícito en la Constitución y, además, en el capítulo de derechos fundamentales (...) el de la tutela
‘judicial’ y aun ‘efectiva’ no simplemente formularia o formal. La esencia de las medidas cautelares
es, justamente, evitar las frustraciones de los fallos judiciales de fondo, de modo que no resulten
‘desprovistos de eficacia’, consolidando las situaciones que resulten contrarias al derecho según el
propio fallo ...”( García de Enterría, Eduardo, La Batalla por las medidas cautelares, segunda
Edición ampliada, Civitas, 1995, p. 314). La posibilidad de efectuar esta ponderación de intereses
queda resguardada incluso en la propia redacción del artículo 136, que sujeta la procedencia de tal
medida a “las circunstancias del caso”. Por ello, en la resolución de esta medida cautelar, y
además de los requisitos tradicionales referidos a la presunción del buen derecho y al periculum in
mora, el juez deberá ponderar el interés general que puede exigir la ejecución del acto
administrativo impugnado. Interés general que si bien puede impedir la adopción de esta medida
cautelar, no puede impedir la adopción de cualquier otra medida preventiva que resulte cónsona
con tal interés público, lo cual evidencia la importancia del poder cautelar general del juez
contencioso administrativo. Eventualmente, y también en protección de ese interés público, puede
exigirse la constitución de una caución.
La Constitución de 1999, y en concreto, su artículo 26, no aportan nada novedoso a esta situación.
En todo caso, reafirman que el artículo 136, en tanto instrumento para la efectividad del derecho
constitucional a la tutela judicial efectiva, debe ser interpretado extensivamente, sin perjuicio de la
necesaria ponderación del interés general que motiva toda la actuación de la Administración y cuya
específica protección dimana del artículo 141 constitucional.
Sin embargo, la interpretación dada por la Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia en torno al artículo 136, considera nuevamente al artículo 136 como una medida
excepcional frente al principio general de la ejecutividad de los actos administrativos. La
jurisprudencia, además, se ha pronunciado sobre otros dos aspectos: los requisitos de procedencia
de esta medida preventiva y la posibilidad de revocar ésta por “contrario imperio”.
Este criterio supone una vuelta a la primera interpretación dada por la jurisprudencia en torno al
artículo 136, esto es, la concepción de esta medida como una excepción al principio de
ejecutividad y ejecutoriedad de los actos administrativos y en consecuencia, la aplicación del
principio conforme al cual las excepciones deben siempre interpretarse restrictivamente. Es ésta,
precisamente, la consecuencia derivada de la jurisprudencia de la Sala Político-Administrativa que
aquí analizamos: el carácter restrictivo de la medida cautelar contenida en el artículo 136, lo que
supone la estricta aplicación de sus requisitos de procedencia.
La proyección del derecho constitucional a la tutela judicial efectiva sobre la medida cautelar de
suspensión de efectos del acto impugnado debería apuntar hacia una dirección contraria, esto es,
la interpretación amplia del artículo 136 en el sentido más favorable a tal derecho fundamental
(principio pro actione).
2. Requisitos de procedencia
Pero no basta con la comprobación de este requisito. Por el contrario, la procedencia de la medida
cautelar de suspensión de efectos supone también la prueba de la apariencia del derecho alegado
(fumus boni iuris), pese a que ello no se contempla, expresamente, en el artículo 136. En el fallo de
6 de febrero de 2001, caso Aserca, la Sala sostuvo que “... si bien la norma citada otorga al juez
contencioso-administrativo un amplio poder de apreciación y ponderación en relación con la
conveniencia de esta medida, debe también verificar los requisitos de procedencia de toda medida
cautelar, esto es, no solamente, el peligro en la demora, sino también la presunción grave del
derecho que se reclama, pues mientras aquél es exigido como supuesto de procedencia del caso
concreto, el fumus boni iuris es el fundamento mismo de la protección cautelar pues, en definitiva,
sólo a quien posea la razón en juicio pueden causársele perjuicios que deban ser evitados...”. Este
criterio sería luego retomado en la sentencia de 6 de marzo de 2001, caso Santa Caterina da Siena
s.r.l., al señalarse que “... el correcto análisis acerca de la procedencia de la medida cautelar
solicitada requiere además de la verificación del periculum in mora, la determinación del fumus boni
iuris, pues mientras aquél es exigido como supuesto de procedencia en el caso concreto, ésta, la
presunción grave de buen derecho, es el fundamento mismo de la protección cautelar, dado que en
definitiva, sólo a la parte que posee la razón en juicio puede causársele perjuicios irreparables que
deben ser evitados, bien que emanen de la contraparte o sean efecto de la tardanza del proceso.
Consecuentemente el referido principio se encuentra necesariamente inmerso en las exigencias
requeridas en el artículo 136 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia para acordar la
suspensión de efectos, cuando alude la norma en referencia que la medida será acordada teniendo
en cuenta las circunstancias del caso ...”. En definitiva deben comprobarse “... los requisitos de
procedencia de toda medida cautelar: el riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del
fallo y la presunción grave del derecho que se reclama...” (Sentencia de 6 de marzo de 2001, caso
Mervin Antonio Peley Quintero).
Convendría precisar que el análisis de estos requisitos concurrentes, como antes apuntábamos,
debe favorecer siempre a la protección cautelar, esto es, debe regir la interpretación más favorable
a la parte actora. Criterio que, ciertamente, no aparece reflejado en las sentencias que se
comentan.
Además, según este fallo, y de conformidad con lo preceptuado en el artículo 136, el juez “...en
aras de mantener el debido equilibrio entre la tutela judicial efectiva del particular y los fines
públicos...”, puede otorgar la medida cautelar bajo una condición resolutoria, a saber, que “...el
particular otorgue garantía suficiente sobre las resultas del juicio interpuesto, esto es, que en caso
de resultar infundada su pretensión judicial, la Administración tenga la oportunidad de acometer la
ejecución expedita del acto administrativo que temporalmente le ha sido suspendido por una orden
judicial...”. Es esa, acotamos, una medida adicional que puede adoptarse a fin de proteger el
interés público lesionado por la suspensión de efectos del acto recurrido.
4. Revocatoria por contrario imperio. La caución como condición resolutoria de la medida cautelar.
Este fue el punto concreto abordado en la sentencia de 28 de marzo de 2001, caso Rhone Poulenc
Rorer de Venezuela S.A. En esa ocasión se había otorgado la medida cautelar de suspensión de
efectos del acto impugnado imponiendo el juez la obligación de otorgar caución suficiente,
obligación cumplida, sin embargo, fuera del lapso fijado a tales efectos por la Sala.
Fijadas todas estas consideraciones, y observando que la parte actora no cumplió dentro del plazo
fijado por la Sala la obligación de prestar caución pese haber efectuado diversas diligencias en el
proceso, la sentencia declara “... procedente la solicitud de revocatoria por contrario imperio...”.
Podemos concluir que, de conformidad con el artículo 136, la parte que solicita y obtiene la medida
cautelar debe otorgar la caución fijada por la sentencia –de ser el caso- dentro del lapso fijado para
ello o, eventualmente, y antes que tal lapso precluya, solicitar la correspondiente prórroga por
razones justificadas. Por tanto –y es conveniente insistir en esto- la exigencia de una caución actúa
como condición resolutoria de la medida cautelar, esto es, que la medida surte plenos efectos aún
cuando la parte recurrente no haya cumplido con esa carga y hasta tanto el juez contencioso-
administrativo proceda a “revocar por contrario imperio” tal medida, de ser ese el supuesto.
A modo de conclusión.
Lo anterior ha supuesto la erradicación del carácter ejecutorio de los actos administrativos como
dogma que se opone a las medidas cautelares en el contencioso administrativo. Ha supuesto,
también, la consolidación de una nueva perspectiva de la jurisdicción contencioso-administrativa
cuyo centro de gravedad se sitúa no ya en el principio de legalidad sino en la protección de los
derechos subjetivos. Es bajo esa orientación –avalada por la Constitución de 1999- con la que
debe plantearse el tema de la suspensión de efectos como medida cautelar. Ya no se trataría –
escribe Eduardo García de Enterría- de una medida excepcional que pondría en cuestión “un
principio general de la ordenación pública, que la tradición quiso ver en la ejecutoriedad necesaria
de las decisiones de la Administración, sino de dar cobertura a la tutela judicial efectiva” (cfr.:
Problemas del Derecho Público a comienzos de siglo, Civitas, Madrid, 2001, p. 55).