Barbagelata, N (2015) Exploración Sobre El Lazo Social en Nuestra Época

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“Exploración sobre el lazo social en nuestra época”

Barbagelata, Norma

I. ¿Qué entendemos por lazo social?


En primer lugar definimos como marco de la exposición qué entendemos por lazo social, ampliando las
cuestiones históricas e indagando acerca de lo que se llama el “malestar”.

Vamos a desarrollar específicamente algunas características de nuestra época y retomar sobre ellas,
algunas conceptualizaciones de filósofos, y escritores que describieron, a partir de lo que en su momento
eran meros indicios, figuras que hoy se imponen como realidades. Modos de relacionarnos con otros, de
vivir las instituciones y con sus consecuentes efectos en la constitución de la subjetividad de cada uno.

Acerca del lazo

¿Cuando hablamos de lazo social a qué nos referimos? ¿Implica que estamos frente a un nuevo modo de
nombrar lo que se ha llamado relaciones sociales, sociedad o comunidad en otros momentos históricos?

En cierto sentido hablar de lazo social es hablar de sociedad, comunidad. Pero al nombrarlo de otro modo
son diferentes las teorizaciones que lo acompañan.

Se vuelve necesario destacar qué es lo nuevo del término lazo social, respecto de estos otros conceptos
que también refieren a la condición, y necesidad de sociabilidad de los seres humanos.

Muchos trabajos psicoanalíticos toman este término, sin preguntarse acerca de su especificidad.

Insistimos: ¿Qué es lo nuevo en la nominación de lazo social?.

Los trabajos inaugurados por Freud respecto de “la sociabilidad” humana tuvieron la novedad de
construir artefactos teóricos donde la unidad supuesta del sujeto se rompe. Esto produjo una apertura
del campo epistémico comparable al momento en que se logró atravesar la prohibición de estudiar los
cadáveres y el interior del cuerpo humano pudo ser explorado.

Esta ruptura reveló que el psiquismo se construye en un ámbito de intercambios y fusiones con los otros
que son seres de cultura. El psiquismo en su movimiento y formación depende, en el sentido fuerte de la
palabra, de la cultura y de los otros que lo rodean conformándolo. No tiene una existencia autónoma,
independiente.

Freud empezó a dar nombres a aquello que estaba entre el sujeto y lo colectivo, aquello que tenía la
cualidad de ser bifronte, tener una cara subjetiva y otra social. Es el caso del Ideal. Concepto que le
permite articular el lugar del líder, y el punto específico de una identificación fundante del psiquismo. El
“otro” no será un personaje que existe sólo fuera del yo, sino que también es un personaje que habita en
el interior del yo.

Freud pudo seguir el camino de la pulsión y su articulación con las prohibiciones sociales. La pulsión
tendrá una triple frontera, por una lado conecta con el cuerpo-organismo, por el otro con las
prohibiciones (lo que la lleva a ser reprimida) y por último es parte del sujeto que la padece, siente su
fuerza, vive bajo su imperio.

Siguiendo el camino abierto por el psicoanálisis Lévi Strauss revoluciona la antropología, dando lugar al
inconsciente. Enseña cómo los pueblos ordenan sus vidas, sus relaciones a través de estructuras muy
complejas y elaboradas que son legibles en sus mitos, en la disposición de los poblados, en sus ritos.
Permite así pensar en “el interior” de lo psíquico “las estructuras sociales”. Ponemos comillas porque
evidentemente no se tratará estrictamente de un “interior” ni de “unas estructuras sociales” externas.

Con Jacques Lacan y su teoría de los discursos se da el paso a una mayor formalización de esto que
llamamos “lazo”. Esta formalización vuelve compleja la posibilidad de decir en pocas y sencillas líneas de
qué se trata, ya que apela para su explicación a las nociones que ha ido articulando a lo largo de muchos
años de su enseñanza como son el objeto “a”, el sujeto dividido, el rasgo unario, etc.

Cuando hablemos de lazo no vamos a darle el sentido restringido en que aparecen los cuatro discursos
que desarrolla Lacan en esta formalización, aunque esté presente en nuestro modo de leer. Lazo social
y discurso no son sinónimos, aunque a veces aparezcan como si lo fueran.

Características del lazo

Inconsistencia Aparece un punto donde enlaza pero al mismo tiempo separa. Punto en sí mismo
paradojal. Es un espacio, un entre. Es decir algo que no está lleno, algo que permite movimientos, que
prohíbe pensar determinaciones simples. La idea es pensar con un modelo donde demos lugar a algo que
no está, es decir una negatividad, o falta. Esta idea es contraria al pensamiento habitual acerca de la
sociedad.

En el entre, en el espacio que une y separa hay ligadura y desligadura en varios sentidos. Con los
semejantes (pequeños otros) y con aquello que constituye un espacio de filiación, es decir con el Otro,
con los ancestros, con la cultura en su conjunto. Un lazo vertical, que supone el paso de las generaciones,
y de la cultura de una generación a otra.

El modo horizontal del lazo será la manera en que se aproximan, intercambian, trabajan conjuntamente,
se reconocen, los diferentes miembros de una comunidad. Estos modos o estructuras están culturalmente
establecidos por reglas generalmente inconscientes donde se reproduce y se repite aquello que se ha
vivido.

Discontinuidad En el paso de las generaciones se produce una encrucijada que señala ese punto de
inconsistencia que es a la vez un lugar de discontinuidad. Cuando Edipo se encuentra con su padre están
en un cruce de caminos. Allí se produce el asesinato. Si lo leemos como metáfora, vemos claramente que
entre el hijo y el padre debe haber un lugar de ruptura de los caminos, para que el hijo pueda ser un
sujeto.

Vamos a dar un ejemplo: en nuestra historia la recuperación de la generación del setenta hecha por las
nuevas generaciones. En algunos casos aparecían situaciones de identificaciones miméticas, de clonaje
(tanto en lo ideológico como en aspectos más estéticos vestimentas, música etc.). En otros las propuestas
y los modos son de recuperación de ideas de reivindicación pero con elementos que muestran claramente
que se trata de “otro tiempo”. Podemos decir que en el segundo caso hubo un duelo por la muerte
simbólica de la generación anterior, y el primer caso una idealización que mantiene una continuidad sin
ruptura, con alto costo psíquico para los que lo hacen.
Imposibilidad Ciertas dificultades en el lazo entre los hombres ya están relatadas en los mitos más
antiguos. Hay en ellos un saber sobre la división interna que toda comunidad padece. La imposibilidad de
plena comprensión y vida armónica. Desde el mito bíblico de Babel al mito Platónico de Prometeo (quien
por su imprudente modo de dar dones a los hombres produce la imposibilidad de la vida en común) circula
un saber sobre un punto de imposibilidad del lazo.

Lacan cuando piensa las teorías de los discursos sigue esta antigua tradición que destaca la imposibilidad
en el encuentro con los otros. El fracaso, sufrimiento, decepción que cada modo discursivo produce en
aquellos que lo habitan son tomados en cuenta en su teoría. Allí hay un lugar para ver cómo se debe
renunciar a un goce pleno, condición de la sociabilidad y por otro lado un resto que deja esta renuncia
que es causa de sufrimientos y malestar.

El lazo construye sujetos. Sin lazo social no hay sujetos humanos. El lazo es efecto y causa de la
obligación a la exogamia y al intercambio. El modo en que se estructura el “entre” los sujetos determina
posibilidades y límites para ellos. Es en ese espacio donde circulan y se intercambian, objetos y bienes
simbólicos.

Un ejemplo luminoso para ver el modo en que el lazo determina y posibilita la construcción de
subjetividades, es lo que se llamó “el milagro griego”. El paso del Mitos al Logos, el nacimiento de la
razón y de un nuevo modo de pensar apareció como una irrupción sin explicaciones, en Grecia alrededor
de los siglos VIII y VII A.C. Por esto la idea de “milagro”.

Sin embargo un trabajo que conecta las modificaciones políticas y sociales que se van produciendo
destaca que la práctica del Ágora como lugar de decisión, de toma de la palabra por los ciudadanos
produce una modificación fundamental en la relación de los ciudadanos con la verdad, con el saber y con
el poder. Generando nuevos seres, capaces de actuar y pensar de otro modo, de construir y vivir un nuevo
mundo, mundo racional, mundo que produce una expansión del pensamiento y de la cultura
absolutamente inédita.

Estas modificaciones vividas en los debates de las asambleas y en las conversaciones en los mercados da
la oportunidad de desarrollo de un modo de argumentación, pensamiento que deja una huella
imperecedera en la cultura y en la humanidad toda. Esta señala que las modificaciones de las prácticas
sociales son la base de las modificaciones de las posibilidades de pensamiento, de producción de
saber y de sujetos.

En el lazo la creencia no funciona como afirmación consciente de ciertas ideas, sino que se sostiene en
acto, en el modo en que obramos cotidianamente. Por esto insistimos que se trata de modos de práctica
social, y no de pensar esa práctica.

Repetimos: El ejemplo de lo ocurrido en Grecia fue pensado en términos de milagro porque no se tenían
las categorías para pensar la relación entre el cambio de las prácticas políticas y sociales (las modalidades
del lazo) y la aparición de personas racionales capaces de argumentar y pensar de un modo
absolutamente original. La concepción de autonomía del yo y del sujeto moderno que aparecía como
causado desde sí, lo impedía.
II. Una exploración acerca de las novedades del lazo contemporáneo
¿Qué es y cómo funciona el sentido?

El sentido es una orientación. El sentido orienta. En las organizaciones sociales los sentidos están dados
tomando como punto cero los lugares sagrados. Un poblado se construye alrededor de esos lugares. El
tiempo, los calendarios tienen sus inicios en temporalidades sagradas. El fin de año, en nuestra cultura el
31 de Diciembre es poco tiempo después del nacimiento de Cristo, es el momento de la circuncisión. Su
bautismo. La entrada en el mundo simbólico.

El sentido aparece con la señal, la marca de ese lugar que conecta con el más allá en cada cultura.
El más allá es también el lugar de lo otro (la absoluta alteridad), lo trascendente, lo desconocido.

Que el sentido ligue con lo que la cultura tramita de lo desconocido, no quiere decir que siempre se
tramite del mismo modo. Las culturas politeístas disponen de una pluralidad de sentidos que el
monoteísmo reprime.

Dar sentido no equivale a responder. Si algo caracteriza a lo sagrado es la respuesta poco clara a las
demandas. Sólo es presencia ritualizada y mítica que conecta con la existencia de algo que es
puro enigma.

El sentido no es sólo aquello sobre lo que se reflexiona, el sentido es algo que se vive y que organiza y da
fuerza a nuestros actos y a nuestros días.

El sentido es lo que permite que lo “insoportable” sea soportable. Cuando algo extremadamente doloroso
se hace en espera de un bien, “tiene sentido” y al tenerlo se puede atravesar ese padecimiento
sostenido, soportado por el sentido y la espera de aquello que vendrá después.

Afirmamos entonces que cualquier “dolor”, “golpe”, “agresión” “afrenta” que recibamos si tiene sentido
ocasiona menos sufrimiento que si no lo tiene.

El sentido y el sin sentido

La aparición de una relación diferente con el “sentido” es parte de las novedades del lazo
contemporáneo. La pérdida de sentido efecto del avance de las ciencias y el mercado produce un
debilitamiento de los ideales que orientaban los grandes relatos. Esto impacta directamente en la
regulación de las relaciones entre las personas.

Estos relatos que daban sentido y que hoy se diluyen dejan muchas actividades que estaban claramente
delimitadas (cómo se comportaba una madre, una esposa, un trabajador, un alumno, etc.) en un estado
de indeterminación. Hoy se responde de múltiples modos, se vive de diferente manera lo que hay que
hacer como madre, como trabajador, como esposos lo que obliga a una negociación y desentendimiento
constantes, en el marco de la creencia que el sentido verdadero es uno solo.

Este debilitamiento del sentido tiene efectos en la vida social contemporánea. En particular afecta el
paso de la cultura, ya que cada vez es más evidente los problemas de masas enormes de población (sobre
todo los más jóvenes) que viven en la total intemperie. Existen en los bordes y afuera de la vida
institucional, lo que implica que ningún sentido cubre sus actos, sus vidas; no se trata sólo de no tener
con qué cubrir sus cuerpos ni sus vulnerabilidades. Estas carencias no son nuevas en la historia de la
humanidad. Es nuevo el modo en que se presentan.
En la vida cotidiana en tiempos no tan lejanos o en culturas diferentes a la nuestra el problema del
sentido casi no existía. Bettelheim en el inicio del análisis sobre los cuentos de hadas interroga las razones
de la fuerza con que los relatos tradicionales atraviesan los siglos y siguen siendo portadores de sentido.
Pregunta que merece ser tomada en cuenta para entender algo de la situación actual.

El trauma generalizado

Para el psicoanálisis el sentido viene dado por el Otro. Este Otro opera del mismo modo que venimos
señalando que lo hace el mito y el rito en el orden social. Está allí. Sanciona y da palabras, y con ella
ordena las experiencias.

La confianza en el Otro lleva a la identificación con sus palabras, y esto permite humanizarnos y en ese
proceso cubrir los agujeros de sentido que podrían producir los sufrimientos que aparecen en la vida. Esa
confianza hace que la mayor parte del sufrimiento sea tolerable. Sin embargo en determinado momento
puede rasgarse esa confianza y aparece lo traumático. Esta apertura hace que el sentido se diluya, se
rompe, y el trabajo psíquico será de reconstrucción.

En estos tiempos nos encontramos con un aumento de sujetos traumatizados. Esto es una característica
de nuestra época donde existe un sentimiento social predominante de perjuicio, de haber sido dañado. La
pérdida de sentido expone a que la realidad se transforme en un encuentro traumático permanente. Los
“stress post traumáticos” que se diagnostican a posteriori de las catástrofes, crecen exponencialmente.

Este daño es ejecutado por cualquiera, por alguien indeterminado. Es una realidad que vemos
diariamente: la queja y el sentimiento de estafa, de ser acreedores, de ser injustamente tratados por el
Estado, por los gobernantes, por el vecino, y la denuncia de esta injusticia con la exigencia de reparación
por ese perjuicio.

Es un hecho colectivo, una forma del “malestar actual”. El sujeto se encuentra “dañado” nos
preguntamos ¿Cuál es la civilización ideal desde la que se anota este daño?

Este daño vivido como injusto lleva a una posición pasiva e inmóvil de los sujetos dañados, a la espera de
la reparación, de la restitución, de la devolución de aquello que les falta, que les ha sido negado.

Existe una fantasía de una ley que debería dar sólo derechos y que todo dolor, sufrimiento o carencia es
adjudicable a un fallo inadmisible, y que ella debe reparar. Se exige un lugar de excepción.

Anomia

Una ley a la que se le reclama un lugar de excepción es una ley que no funciona como tal. Fuente de
malestar es la paradoja entre el avance de una política y sociedad de los derechos humanos y la anomia
en que se encuentra el mismo orden social. Anomia en el sentido que la ley pierde su eficacia y se
multiplica en un laberinto infinito de reglas, que transforman algunas realidades en universos kafkianos.
Intentar salir de las empresas telefónicas, dar de baja una tarjeta de crédito, son experiencias (de las
menos cruentas, pero no por ello menos asfixiante) de cualquier ciudadano.

Inexistencia del Otro

Es difícil salir del estado de “traumatizado”. Esto se debe a las modificaciones simbólicas de esta época.
El sentido vuelve soportable lo “insoportable”, tal como decíamos antes. Un dolor que se sufre para que
algo mejore “tiene sentido” y al tenerlo se puede atravesar el padecimiento.
En un primer tiempo Freud pensó lo traumático como un exceso de goce sexual, pero luego lo piensa
como un exceso de goce que no se sexualiza, que no logra ser enlazado por la pulsión de vida, por Eros.

¿Por qué en nuestro tiempo la pulsión de muerte se encuentra con mayores dificultades para intrincarse
con la pulsión de vida?

La vida erótica tampoco queda indemne en estas modificaciones. El imperativo de goce, que se
manifiesta como una orden hedonista (lo que es claramente un oxímoron) transforma al eros en
obligación, al sexo, al alimento, a la belleza en deber, deber social de ser joven, de tener sexo adecuado,
etc.

La angustia en la actualidad

La angustia no es una afección que existió siempre. Podemos historizar su aparición y la manera en que
emerge en la cultura. El avance de la racionalidad moderna con el consecuente alejamiento de los modos
tradicionales del lazo trae aparejado un sentimiento diferente, una afección nueva. En el campo de la
filosofía se le comienza a dar nombre, sin confundirla con el miedo, el sufrimiento o el dolor.

Es con Kierkegaard que tendrá el estatuto de “concepto”. Cuando el hombre se enfrenta al Otro, que para
este autor es Dios, y advierte su separación (es decir se elige a sí mismo, lo que es propio del
advenimiento de la humanidad) entonces surge la angustia.

Es tan nuevo esto que permite diferenciar a la tragedia antigua con la moderna. En la tragedia moderna
hay angustia, en la antigua sufrimiento. En la antigüedad no está la dimensión subjetiva. Es decir, cuando
Edipo o Antígona sienten que están haciendo algo que los coloca en un lugar conflictivo respecto de la
ley, esto se produce por fuerzas que le son exteriores. Tiene que ver con un orden que les viene de
generaciones anteriores. Son los dioses o las maldiciones que pasan de una generación a la otra, les es
exterior. Es clara la fuerza del destino y lo ajeno que es para el propio protagonista, en la tragedia de
Edipo. Se da porque los dioses se les imponen o los engañan. Con la modernidad el desgarramiento trágico
se produce en “el interior” del sujeto.

La angustia no se produce frente a una situación que tenga un objeto claro y definido. La angustia para
Freud es angustia de castración. No refiere a un objeto empírico o de la realidad, dirá Lacan en el
Seminario X que dedica al tema; allí Lacan produce su invención en el campo del psicoanálisis cuando
conceptualiza el objeto “a”, y plantea que la angustia no está en relación a un objeto de la realidad, sino
en relación con "la pérdida de la veladura del objeto a”, como una irrupción del mismo, allí donde no
debería aparecer o debería estar velado —es este un tema muy interesante para pensar situaciones de
desencadenamiento de la angustia en algunas escenas cotidianas, por ejemplo, cuando un chico sale
corriendo frente a determinada mirada de un maestro. ¿Se trata en concreto, podríamos decir, de la
mirada de ese maestro? De acuerdo al planteo lacaniano, es la mirada que desencadena algo del “objeto”
para el sujeto: "Cada vez que, de repente, por algún incidente fomentado por el Otro, su imagen en el
Otro aparece para el sujeto como privada de su mirada, toda la trama de la cadena por la que el sujeto
está cautivo en la pulsión escópica se deshace, y es el retorno a la angustia más básica” (Seminario X, La
Angustia)

El aumento de la angustia, hoy se manifiesta en el síntoma vedette de los espacios televisivos: los
ataques de pánico.
La razón como reguladora

Nuestra situación actual, lejos ya del tiempo idílico del inicio de la modernidad, encuentra hombres
moralmente desorientados; hombres, comunidades, Estados y sobre todo “una razón”, una ciencia, que
pareciera que hace mucho tiempo vuela con poca atmósfera. La razón moderna, con sus luces, se mira a sí
misma, se ve como época, como comunidad, como mundo, transformando en objeto aquello que mira.
Con este saber objetivo pretende regular las relaciones entre las personas, y regular la relación del
hombre consigo mismo. Sin embargo hay evidencias que esa regulación tiene dificultades.

Aquello sobre lo que enfoca eso es un objeto, arrojado delante. ¿Delante de qué? Delante de esta mirada
curiosa, poderosa en su ansía de saber, de dominio, que no quiere trabas, ni límites, ni autoridades, ni
reglas que detengan su marcha.

La mirada metáfora del intelecto, busca ver lejos, ver más allá, pero hay algo en esa mirada que produce
sobresalto, que tiene efectos que desde la propia ciencia no se pueden pensar. La mirada es la fuente
pulsional que escapa a la castración.

Este nuevo objeto que la razón moderna crea bajo su mirada, aparece separado, absolutamente separado
de aquel que lo mira y habla de él. Los enunciados que se emitan le pertenecen objetivamente.

La mirada de la ciencia

La ciencia es un permanente factor de modificación del lazo: la tecnología y su avance acelerado


modifica todas las conductas y hábitos de cientos de años incluso de milenios. La cibernética por
ejemplo, ha entrado de lleno en la vida sexual y social de las personas. La biotecnología sigue buscando
los factores genéticos, los bioquímicos (ya no los anatómicos como en otros tiempos) que pueden alterar
la agresividad, la depresión, la impulsividad.

La ciencia en su confianza ciega dice de su no saber sobre la pulsión de muerte. Su rechazo a pensar la
contrapartida de estos avances y lo que en otros momentos históricos significaron, y los experimentos
inhumanos que en su nombre se han realizado, siendo los del nazismo el broche de oro.

Al no querer saber nada con otras causas sobre el sufrimiento, la ciencia presiona una marcha que por
momentos genera más y más pulsión de muerte.

¿Puede el psicoanálisis poner en juego elementos que modifiquen en algo esta ceguera?

Aquí ceguera es correlato de la forclusión de la castración en la mirada de la ciencia. Es una mirada


donde no hay castración, no hay agujero, salvo ligeros atisbos en algunas siniestras imágenes de su labor
que dan algunos científicos.

La ciencia no permite buscar el sentido de los síntomas y del sufrimiento más que en causas reales.
Genes, virus, proteínas, intoxicaciones, y las soluciones también son reales. Nada que tenga que ver con
la palabra, con la cultura, con el sentido del mundo y de lo que le sucede al sujeto es tenido en cuenta.

Hipervigilancia, riesgo cero, peligrosidad en aumento

“Riesgo cero” es una expresión muy usada en nuestros días: en los trabajos que buscan eliminar el delito,
en la concepción de algunos equipos que trabajan en catástrofes, etc. Disminuir o eliminar los riesgos
sociales siguiendo el camino de controlar a la sociedad con la misma lógica que se controla el cuerpo
desde la medicina.
Desde el siglo XIX la psiquiatría comienza a trabajar sobre la criminología y aparece el concepto
de peligrosidad hoy estrella de los juzgados y de los peritajes psi. Se trata de evaluar el potencial
peligroso de un sujeto.

Desde el inicio en el siglo XIX a los estudios genéticos de nuestro tiempo, o escandalosos trabajos con
niños de jardín de infantes donde se pretenden detectar conductas antisociales o potencialmente
peligrosas para trabajar sobre ellas. Uno de los eslabones del control social por la vía de la biopolíticas.

El capitalismo ha profundizado todas las conductas de control y de examen sobre todos los aspectos de la
vida individual y social. Estar sometido a control permanente produce efectos en la subjetividad y en la
espontaneidad de los vínculos que tienen hondas repercusiones negativas. Temor, inhibición, angustia,
sensación de ser perseguido, falta de confianza en sí mismo y en el propio saber, exhibicionismo son
respuestas a la hipervigilancia. En la actualidad la mirada sobre todos y la evaluación constante es fuente
de angustia y de parálisis, todo bajo sospecha.

Existen muchas otras características del lazo contemporáneo que merecen ser exploradas mencionamos
sólo algunas: el aumento de las llamadas urgencias subjetivas, de la violencia. Luego de esta indagación
acerca del lazo social como clave de lectura conceptual les propongo abordar entonces la siguiente
pregunta: ¿Se trata hoy de transformaciones o de la disolución de las instituciones?

III. ¿Transformaciones o disolución de las instituciones?


Producción subjetiva. El sujeto versus el individuo.

“Una media zurcida es mejor que una media rota, no así la conciencia de sí mismo.”

El psicoanálisis va a concebir un sujeto que no es un ser completo, no es un uno, una totalidad, ni una
pura conciencia. No es un sujeto de conocimiento, en el sentido que lo pensó la filosofía. Para la cual el
sujeto era básicamente un ser epistémico. De todos modos, esta incompletud tiene puntos en común con
algunos desarrollos de la filosofía, como es el caso de la frase de Hegel y el comentario de Heidegger
respecto de la conciencia.

Respecto de otras ramas del saber existe una diferencia fundamental entre la concepción de sujeto o
persona de la pedagogía tradicional, de algunas psicologías, incluso en la medicina o en las ciencias
jurídicas y la concepción de sujeto que tiene el psicoanálisis.

La modernidad instauró en todos los discursos o teorías una manera de concebir al hombre que va a ser
cuestionada por Freud. Evidentemente, hay una episteme donde ciertos saberes largamente legitimados
serán puestos en cuestión. Esto explica que algunos escritores casi contemporáneos de Freud como es el
caso del escritor Luigi Pirandello trabaje en sus textos de ficción, creando personajes que se muestran
como multitudes, construye seres que no tienen un yo unificado y único.

Esta multiplicidad que está en cada persona a Freud se le revela cuando estudia el mundo de
identificaciones de los síntomas neuróticos. Detrás de cada síntoma están representados (al mismo
tiempo y en conflicto) muchos de los personajes de la novela familiar del paciente.

Haciendo un recorrido de pincelada gruesa diríamos que el hombre moderno (el sujeto cartesiano subyace
en esta concepción) es un ser indiviso, es decir un in-divi-duo: no dividido.
Es uno, es autónomo, es consciente, sabe lo que dice, sabe lo que quiere y no está sujeto más que a sus
determinaciones. Es racional, capaz de conocer y aprender. Es social, capaz de vivir en grupo si respeta
los límites de su libertad esta convivencia debería ser pacífica y armónica.

En caso de que no aprenda, que no respete las reglas sociales, que no se comporte autónomamente, será
efecto de alguna equivocación subsanable en el futuro. No hay noción de un fallo originario, de un lugar
de falta o división, no existe la idea de tener un desconocido en el propio corazón del sujeto.

¿Cómo surgió esta concepción tan omnipotente de sujeto? ¿Desde qué época el hombre se vio a sí mismo
de este modo?

Esto se produce con el inicio de la modernidad, el hombre medieval se veía como “criatura”, hijo del
“creador” y en tanto tal tenía un saber que le había sido dado, no lo conseguía él por la libertad de su
pensamiento o razón, al contrario, debía someter siempre su pensamiento a la autoridad del saber dado,
es decir del saber revelado.

La historia nos enseñó lo caro que pagaron algunos su rebelión, al proponer un saber que tuviera otras
garantías que no fueran las autoridades.

Fue necesario un cambio de época (cambio en el fundamento de todas las instituciones: Dios deja de ser
el centro) para que surgiera el Yo pienso, como nuevo lugar de fundamento.

El psicoanálisis y su concepción de sujeto, se encuentra en un lugar de pasaje de época, produciendo una


ruptura tan inmensa y con tantas repercusiones que todavía no podemos darle todo su alcance. Es tan
grande como el paso de concebir al hombre como creatura de Dios a sujeto que existe desde sí,
inaugurado por Descartes.

Insistimos entonces, hubo un hombre medieval: creatura, un hombre moderno: sujeto que pasa a ser “yo”
conciente y autónomo, que se da la libertad de saber y conocer. Finalmente surge un sujeto, a fines del
siglo XIX, que desconfía de su conciencia y de sus pensamientos, porque ya sea la ideología o el
inconsciente o la voluntad de poder indican que existen lugares de determinación que eran desconocidos
para la conciencia. Se vuelven visibles los espejismos en que el yo y la conciencia se pierden, que lo
apartan de su propia e íntima verdad como sujeto.

Hasta aquí vimos un panorama amplio respecto de la emergencia de un descentramiento respecto del yo y
de la conciencia.

En particular Freud no habló nunca de “sujeto” sino de “aparato psíquico” término deudor de la medicina
de su tiempo. Lacan va a introducir el término sujeto para pensar “el sujeto del inconsciente” freudiano,
pero al mismo tiempo produce una inscripción del psicoanálisis en la historia del pensamiento y de la
cultura occidental como portador de una posición inédita.

En ese sentido, quiero resaltar que la introducción de la noción de inconsciente quiebra el tablero y
propone el inicio de un nuevo juego entre sujeto- saber- poder, completamente diferente al tiempo
anterior.

El pensamiento moderno supone una concepción del hombre y del lenguaje donde se puede ser dueño de
lo que se dice, de lo que se hace y del mundo en el que se vive. Hay una idea de DOMINIO en la base de la
racionalidad moderna. Dueño de lo que se dice: implica que cuando hablo digo exactamente lo que quiero
decir y que no hay más significado en lo que digo que aquel que como emisor le imprimo. Desde la
hipótesis del inconsciente las cosas no son tan así. Se desbarata este esquema.
Siempre que haya un mensaje entre el emisor y el mensaje, aun el mensaje consigo mismo, o entre el
mensaje y el receptor habrá incertidumbre, diferencias de interpretación, significaciones nuevas, olvidos,
lagunas y malentendido. Es decir las palabras comunican pero lo hacen mal, permiten la diversidad de
interpretaciones y expanden el malentendido. Freud pondrá en el corazón mismo de las formaciones del
inconsciente el enigmático “deseo inconsciente” Es decir que la falla, la división que produce la existencia
de lo inconsciente está soportada por algo que tiene que ver con el deseo.

Resumiendo lo fundamental es que el nuevo sujeto que el psicoanálisis teoriza, no se determina, ni se


sabe por sus pensamientos conscientes. Emerge nace en un lugar que no le es “propio”, lugar que es del
Otro, familia, instituciones, cultura, que lo alojan y al hacerlo lo conforman como parte de su universo de
sentido.

El psiquismo se produce en un lugar Otro al cual debe renunciar, o desde el cual debe alejarse, separase,
dividirse según las operaciones específicas que Freud y Lacan conciben.

Esta separación deja un espacio que no termina nunca de suturar, y esto para Freud es causa de la
producción de síntomas, pero también de obras de arte o de producciones científicas. Cuando no se
intenta o no se puede lograr una capacidad sublimatoria y de desarrollo intelectual como para llegar al
arte o a la ciencia, el trabajo es también junto con la vida amorosa un lugar de pacificación y de salud.
Bibliografía

Bibligrafía citada
Alemán J. (2009) “Para una izquierda lacaniana” Ed. Grama Bs. As.

“Bifo”, Franco Beraldi (2008) “La generación post alfa” Ed. Tinta Limón, Buenos Aires.

Frigerio, Graciela (2005) “Educar: la oportunidad de deshacer profecías de fracaso”, en Birgin y otros
“Contra lo inexorable” Bs. As. Zorzal, Cepa

Dufour (2007) “El arte de reducir cabezas”, Ed. Paidós.

Kreszes, David (2000) "El lazo filiatorio y sus paradojas", Editorial Laborde, Rosario.

Rifflet Lemaire, A. (1971) “Lacan”, prólogo. Edhasa Barcelona.

Soler, Colette (1998) "Los discursos pantalla" en Revista de "Estudios psicoanalíticos" Nº 4 "Trauma y
discurso" Ed. Eolia- Miguel Gómez.

Vernant, J.P. (1993) “Mito y pensamiento en la Grecia antigua”, Ed. Ariel.

Zizek, Slavoj (1992) "El sublime objeto de la ideología", Editorial Siglo XX, España.

Bibliografía básica
En la Biblioteca correspondiente a la Clase 7 pueden encontrar una carpeta, que contiene los links para
acceder a la bibliografía básica.

GAGO, Verónica (20077) Entrevista a Franco "Bifo" Berardi: “La felicidad es subversiva”, en el Diario
Página 12, Buenos Aires. Disponible en http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/index-2007-11-
12.html

Compartimos con ustedes una entrevista realizada a uno de los autores que Norma Barbagelata nos
sugiere leer. Franco "Bifo" Berardi, filósofo profesor de la Universidad de Bologna, analiza en esta
entrevista la relación entre procesos sociales y cambios tecnológicos.

FITOUSSI, Jean-Paul y ROSANVALLON, Pierre (1997) "La nueva era de las desigualdades", Editorial
Manantial.

Y por último, compartimos con ustedes el resumen de un libro, como invitación a la lectura. Entendemos
que aporta un análisis acerca del malestar actual desde la perspectiva de la sociología cuando se plantea
por ejemplo, la idea de un malestar identitario en la actualidad.

Bibliografía ampliatoria
A continuación ponemos a disposición un itinerario de textos y películas que Norma Barbagelata ha
elaborado para acompañar la lectura de esta clase.

Si el interés es sobre la temática de la imagen y la modernidad, sugerimos:

Heidegger “Sendas perdidas” capítulo sobre la imagen del mundo.

Zizek “Metástasis del goce” 1ª Parte, capítulo 3 apartado “La mirada impotente” y “La guerra de los
fantasmas”

Dufour “El arte de reducir cabezas” cap. Zapping

Si el interés es sobre la temática de las adicciones como modo de defensa o de goce frente a la
arrasadora destructividad de la pulsión de muerte en el discurso capitalistas:

“Sujeto goce y modernidad” Ed Atuel tomo I y II

En relación con la cuestión de las posibilidades y transformaciones de la política, en la nueva


configuración globalizada y post capitalista:

Zarka Y. Ch. (2004) “Jacques Lacan psicoanálisis y política”, Ed. Nueva Visión.

Alemán Jorge (2009) “Para una izquierda lacaniana”, Ed. Grama.

Sugerencia de películas
"Ojos bien cerrados" (1999) (Eyes Wide Shut); décimo tercer largometraje del director norteamericano
Stanley Kubrick. Protagonizado por Tom Cruise y Nicole Kidman.

Los modos de goce de las nuevas formas del capitalismo, que van más allá de los ideales que tuvo la
primera burguesía, impiden el sostenimiento del amor.

"Brazil" (1985) Terry Gilliam, Reino Unido. Intérpretes: Bob Hoskins, Ian Holm, Jonathan Pryce, Katherine
Helmond, Michael Palin, Robert De Niro.

La tendencia burocratizante que tiene el lazo y los montajes perversos que esto facilita en estructuras
subjetivas que no son necesariamente perversas.

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