Comentario de La Confesion de Fe de Westminster Hodge
Comentario de La Confesion de Fe de Westminster Hodge
Comentario de La Confesion de Fe de Westminster Hodge
DE LA CONFESIÓN
DE FE
DE WESTMINSTER
COMENTARIO
DE LA CONFESIÓN
DE FE
DE WESTMINSTER
ARCHIBAL ALEXANDER HODGE
COMENTARIO
DE LA CONFESIÓN
DE FE
DE WESTMINSTER
Libros CLIE
Galvani, 113
TERRASSA (Barcelona)
COMENTARIO DE LA CONFESIÓN
DE FE DE WESTMINSTER
Versión española:Plutarco Arellano
Printed in Spain
PRÓLOGO
DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA
HUBERT W. BROWN
A. A. H .
EL TRADUCTOR
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
COMENTARIO DE LA CONFESIÓN DE FE
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
Pág.
corporales.—3—Posee todas las perfecciones absolutas en sí mismo.
4—Posee todos las perfecciones relativas con respecto a sus criaturas.
—5—Es el Sostenedor independiente en lo absoluto y existente por sí
mismo, Dueño y Disponedor de todas sus criaturas.
LA SECCIÓN III enseña—1—Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es ra-
da uno e igualmente el mismo Dios, y poseen en común todas las per-
fecciones absolutas.—2—Que son tres personas distintas aunque de una
sustancia.—3—Que se distinguen el uno del otro por ciertos atributos
personales y ciertos modos de obrar y manifestarse, a saber, e t c . . . 4 1 - 5 5
CAPÍTULO la
Pág.
CAPÍTULO IV
LA CREACIÓN
LA SECCIÓN I enseña—1—Ni la sustancia elemental, ni la forma del uni-
verso o alguna de sus partes, existen por sí mismas, ni son eternas.—
2—El Dios trino creó originalmente la sustancia elemental del universo
sacándola de la nada, y arregló todas las formas que ahora asume, re-
construyendo esta tierra conforme a todas sus condiciones actuales en
el espacio de seis días.—3—Cuando Dios terminó todas sus obras, eran
muy buenas cada una en su género.—4—El fin que Dios se propuso en
su creación, fue su propia gloria.
LA SECCIÓN II enseña—1—Que el hombre fue creado directamente por
Dios y al último de las otras criaturas.—2—Que toda la familia huma-
na desciende de un solo par.—3—Originalmente Dios creó al hombre
según su propia i m a g e n — ( a ) — u n espíritu p e r s o n a l — ( b ) — u n espíritu in-
teligente, justo y santo, con dominio sobre las criaturas.—4—Dios dotó
a Adán con una naturaleza moral en un estado perfecto, y con una re-
velación positiva de su voluntad.—5—Aun cuando era capaz de obede-
cer, sin embargo, era capaz de caer, dejado a una prueba especial....71 - 81
CAPÍTULO V
LA PROVIDENCIA
L A SECCIÓN I enseña—1—Dios continúa sosteniendo a todas sus criaturas en
su existencia y en la posesión y ejercicio de sus cualidades y poderes
activos con que los dotó.—2—Dios dirige todas las acciones de sus
criaturas conforme a sus relaciones y propiedades de ellas.—3—Este
gobierno providencial se extiende a todas las criaturas y a todas las
acciones de ellas.—4—Es consecuente con la ejecución de su propósito
eterno en el tiempo.—5—El fin propuesto es la manifestación de su
gloria.
LAS SECCIONES II Y III enseñan—1—El gobierno providencial de Dios
sobre los seres y los eventos, es eficaz con toda certeza.—2—Cuanto a
la manera es del todo conforme a la naturaleza de los agentes sobre quie-
nes obra.—3—Dios efectúa ordinariamente su propósito por medio de
causas secundarias.—4—Sin embargo, otras veces lo hace por la ener-
gía directa de su poder.
LA SECCIÓN IV enseña—1—Dios no sólo permite los actos pecaminosos,
sino los dirige y gobierna.—2—Lo pecaminoso de tales acciones perte-
nece a los agentes pecaminosos, y Dios en ningún caso aprueba o causa
el pecado.
LAS SECCIONES V, VI Y VII enseñan—1—Que la providencia general de
Dios comprende varios sistemas distintos.—2—Están subordinados el
uno al otro bajo cierto orden—lo general a lo especial, lo físico a lo
CONTENIDO XXI
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
CRISTO EL MEDIADOR
L A SECCIÓN I enseña—1—La Cabeza de la Iglesia con quien se ha pacta-
do es el Dios hombre.—2—Su oficio mediatorial abarca los tres oficios
de Profeta, de Sacerdote y de Rey.—3—Como Mediador Cristo es Ca-
beza de la Iglesia, Heredero de todas las cosas y Juez del mundo.
LA SECCIÓN II, enseña.—1—Que Cristo es verdadero hombre.—2—Que fue
absolutamente sin pecado.—3—Él era verdadero Dios, la segunda per-
sona de la Trinidad.—4—El Dios hombre fue una sola persona.—5—Su
única personalidad era la de el Hijo Eterno del Padre.—6—Las dos na-
turalezas han continuado distintas en Él.
LAS SECCIONES III Y IV enseñan—1—La naturaleza humana de Cristo
fue grandemente exaltada en la encarnación.—2—Cristo desempeña sus
oficios mediatoriales como Dios hombre.—3—Él lo hizo por estar seña-
lado por el Padre.—4—Asumió el oficio voluntariamente.—5—Él obra
como Mediador en su estado de exaltación y—6—en el de humillación.
LAS SECCIONES V, Y VI enseñan.—1—Cristo dio satisfacción por su pue-
blo p o r — ( a ) — s u obediencia y — ( b ) — p o r sus sufrimientos.—2—Satis-
fizo plenamente por ellos según las exigencias de la justicia m i s estric-
ta.—3—Aseguró para ellos—(a.)—remisión de p e c a d o s — ( b ) — u n a he-
rencia eterna.—4—Los beneficios de su redención son aplicados a su
pueblo por su Espíritu Santo.
LA SECCIÓN VII enseña.—1—Que las propiedades de cada naturaleza de
Cristo son ejercidas en todas sus acciones como Mediador.—2—Se nom-
bra indiferentemente a la persona por el título de alguna de las dos na-
turalezas, y las cualidades de cada naturaleza se atribuyen sin distin-
ción a toda la persona.
LA SECCIÓN VIII enseña.—1—Cristo como Rey medianero aplica su re-
dención a aquellos para quienes la adquirió.—2—Él la a p l i c a — ( a ) — p o r
intercesión—(b)—por revelación—(c)—por el llamamiento eficaz.—
( d ) — p o r su providencia.—3—Se aplicará con toda certeza a "aquéllos
para quienes el la adquirió" 121-144
CONTENIDO XXIII
Pág,
CAPÍTULO IX
EL LIBRE ALBEDRÍO
L A SECCIÓN I. enseña que el hombre está dotado de un poder moral y ra-
cional para determinar por sí mismo.
LAS SECCIONES II, III, IV Y V, enseñan las condiciones peculiares de la
libertad humana.—1—En el estado primitivo de inocencia.—2—En el
estado pecaminoso actual.—3—En el estado de santos imperfectamente
santificados en la tierra.—4—En el estado de gloria en el cielo 145-152
CAPÍTULO X
LLAMAMIENTO EFICAZ
LAS SECCIONES I Y II enseñan.—1—Que es necesario el llamamiento in-
terno tanto como el externo para la salvación de los hombres.—2—Lo
reciben sólo los elegidos.—3—El Espíritu Santo es el único que lo efec-
túa por la instrumentalidad de la verdad.—4—Es un acto eficaz del po-
der divino.—5—Produce un cambio radical en la condición moral de
todo el hombre.
LA SECCIÓN III enseña que los infantes y otras personas que son incapa-
ces de conocer la verdad los regenera directamente el Espíritu Santo.
LA SECCIÓN IV enseña.—1—Que los no elegidos perecerán ciertamente
por haber rechazado con toda libertad a Cristo.—2—Que los hombres
sólo se salvarán por Cristo.—3—En el caso de los que tienen el uso com-
pleto de sus facultades, el conocimiento de Cristo es necesario 153-162
CAPÍTULO XI
LA JUSTIFICACIÓN
LAS SECCIONES I, II enseñan.—1—Todos y solamente los llamados eficaz-
mente serán justificados.—2—La justificación es un acto judicial de
Dios, en el que se declara que la persona justificada tiene derecho a la
vista de la ley.—3—Tiene origen en la imputación de la justicia de
Cristo.—4—Esta imputación se hace por la fe.—5—Esta fe es un donde
Dios.—6—La fe únicamente, pero no la fe sola es la que justifica.
LA SECCIÓN III enseña—1—Que la justificación se funda en la completa
satisfacción legal hecha por Cristo.—2—Sin embargo, es una obra es-
tupenda de la libre gracia.
LA SECCIÓN IV enseña que los elegidos no serán justificados sino hasta
que crean en Cristo.
LAS SECCIONES V Y VI enseñan—1—Que aun cuando los justificados pue-
den caer temporalmente en el desagrado de Dios, por razón de su peca-
do, nunca serán abandonados de un modo total.—2—Los creyentes que
XXIV CONTENIDO
Pág.
vivieron bajo el Antiguo Testamento, fueron justificados bajo los mis-
mos principios que los creyentes actuales 163-173
CAPÍTULO XII
LA ADOPCIÓN
Relación entre la regeneración, la fe, la justificación, la santificación y
la adopción. Elementos y resultados de la adopción 174-176
CAPÍTULO XIII
LA SANTIFICACIÓN
Este capítulo enseña—1—Que el principio de vida que la gracia implanta
en la regeneración, se desenvuelve gradualmente en la santificación.
—2—La santificación tanto negativa como positivamente.—3—Se ex-
tiende a todo lo que es el hombre.—4—No llega a la perfección en esta
vida.—5—Sin embargo, al que tiene la gracia nunca le faltará 177-184
CAPÍTULO XIV
LA FE SALVADORA
La fe salvadora definida. LA SECCIÓN I enseña.—1—Que la fe verdadera
es la obra del Espíritu Santo.—2—por medio de la palabra.—3—y co-
rroborada por el uso de los sacramentos y la oración.
LA SECCIÓN II enseña.—1—La fe salvadora descansa en la verdad de lo
que Dios ha hablado en su Palabra.—3—Abarca toda el contenido de
esta Palabra.—4—El acto específico de la fe que justifica, incluye—(a)
—asentimiento,— (b) —confianza.
LA SECCIÓN III enseña.—1—Que la fe verdadera varía en grado en dife-
rentes personas, y aún en la misma en tiempos diversos.—2—Es ataca-
da y algunas veces debilitada, más siempre gana la victoria.—3—Con
el tiempo crece hasta la medida de una seguridad plena 185-191
CAPÍTULO XV
Pág.
procurar una nueva obediencia.—3—Es tanto un deber como una gra-
cia.—4—Debe predicarse fielmente.
L A S SECCIONES III, IV Y V enseñan.—1—Que no hay mérito en el arre-
pentimiento.—2—El arrepentimiento logra el perdón del pecado más
grande.—3—Debemos arrepentimos de nuestra naturaleza pecaminosa
así como de cada pecado en particular.
L A SECCIÓN VI enseña—1—Que cada hombre debe hacer una confesión pri-
vada de su pecado a Dios.—2—Que deben confesarse las faltas a la
persona a quien se ha faltado, y si la falta es pública, a la Iglesia.—3—
Los cristianos deben perdonar a ofensores arrepentidos 192-201
CAPÍTULO XVI
CAPÍTULO XVII
LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
ESTE CAPÍTULO enseña.—1—Que el creyente verdadero nunca puede caer
totalmente.—2—La base de esta perseverancia cierta no está en el
creyente, sino en el propósito, promesa y gracia de Dios.—3—Sin em-
bargo el creyente verdadero puede caer temporalmente. Especifícanse
las ocasiones y efectos de estas caídas . 213-218
CAPÍTULO XVIII
SEGURIDAD DE LA GRACIA Y SALVACIÓN
L A S SECCIONES I Y II enseñan.—1—Que hay una falsa seguridad que chas-
quea a los que la tienen.—2—Hay una seguridad verdadera que puede
XXVI CONTENIDO
CAPÍTULO XIX
LA LEY DE DIOS
LAS SECCIONES I Y II enseña—1—El hombre fue creado como un agente
moral, sujeto a una ley moral de perfección absoluta.—2—Dios puso a
Adán, la cabeza natural de la humanidad, bajo una prueba de obe-
diencia por un período probatorio.—3—Esta ley aun cuando desde la
caída no es la condición de salvación, continúa como modelo de vida
y de carácter.—4—Está comprendida sumariamente en los Diez Man-
damientos.
LAS SECCIONES III, IV Y V enseñan—1—También Dios dio a los Judíos una
ley ceremonial.—2—También les dio un sistema de leyes judiciales..—
3—Éstas han perdido su fuerza bajo la dispensación cristiana.—4—
La ley moral continúa en toda su fuerza.
LAS SECCIONES IV Y VII enseñan.—1—Desde la caída ningún hombre pue-
de salvarse por la ley.—2—Los creyentes no están bajo la ley como
condición de vida.—3.—No obstante la ley es de mucha utilidad bajo
el Evangelio como pasa a explicarse 229-239
CAPÍTULO XX
CAPÍTULO XXI
CAPÍTULO XXII
DE LOS JURAMENTOS LEGALES Y DE LOS VOTOS
LAS SECCIONES I, II, III Y IV. enseñan—1—La naturaleza de un jura-
mento legal.—2—El único nombre por el que debe jurarse.—3—La pro-
piedad de tomar juramento en ocasiones lícitas.—4—El sentido en que
debe interpretarse un juramento.—5—La extensión y base de su obli-
gación.
LAS SECCIONES V, VI, VII enseñan la naturaleza y obligaciones de un
voto 265-271
CAPÍTULO XXIII
EL MAGISTRADO CIVIL
LAS SECCIONES I YII enseñan.—1—El Gobierno civil tiene su origen en
Dios, no en el pueblo: se prueba este punto.—2—El objeto próximo es
el bien de la sociedad: el último objeto la gloria de Dios.—3—Les ma-
gistrados cristianos deben promover la piedad, etc.—4—Es lícito para
los cristianos ser magistrados.—5—La guerra justificable es lícita.
XXVIII CONTENIDO
Pág.
LAS SECCIONES III Y IV enseñan en oposición al error Romanista y Eras-
tiano, que la Iglesia y el Estado no se estorban el uno al otro 272-279
CAPÍTULO XXIV
MATRIMONIO Y DIVORCIO
LAS SECCIONES I, II Y III enseñan—1— Que el matrimonio es una insti-
tución divina, y un contrato tanto civil como religioso.—2—Se expli-
can los fines del matrimonio.—3—Sólo es lícito entre un hombre y una
mujer.—4—El matrimonio es bueno y lícito para todos—5—Personas
de religión diferente no deben casarse entre sí.
LAS SECCIONES IV, V Y VI enseñan.—1—La ley divina en cuanto al in-
cesto.—2.—En cuanto ai Divorcio 280-287
CAPÍTULO XXV
LA IGLESIA
LAS SECCIONES I, II, III, enseñan—1—La doctrina bíblica en cuanto a la Igle-
sia católica invisible.—2—En cuanto a la Iglesia católica visible.—3—Que
esta Iglesia católica visible está enriquecida con los medios de gracia
—4-—Que fuera de ella no hay posibilidad ordinaria de salvación.
LAS SECCIONES IV, V Y VI, enseñan.—1—Que la Iglesia católica visi-
ble varía en pureza y visibilidad en diferentes tiempos y lugares.—2—
Que nunca puede caer.—3—Que Cristo es la única Cabeza de la Igle-
sia 288-297
CAPÍTULO XXVI
LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
Este Capítulo enseña.—1—Lo relativo a la unión de Cristo y de su pue-
blo.—2—Las consecuencias que se siguen de ella.—3—.De la unión del
uno con el otro.—4—Sus deberes mutuos 298-303
CAPÍTULO XXVII
LOS SACRAMENTOS
LAS SECCIONES I Y II enseñan.—1—Que un sacramento es una ordenan-
za instituida por Cristo.—2—Consiste de—(a.)—un signo visible; — (b) —
una gracia espiritual interna significada por él.—3—La naturaleza y
consecuencias de la unión sacramental entre el signo y la gracia sig-
CONTENIDO XXIX
Mi-
nificada.—4—Los sacramentos fueron instituidos para "representar, se-
llar y aplicar" los beneficios de Cristo a los creyentes.—5—Son sig-
nos de profesión.
LA SECCIÓN III, enseña.—1—Que la virtud del sacramento no es inheren-
te—2—Que no dependen de la piedad o de la "intención" del que los
administra.—3—Depende de—(a)—que está señalando divinamente;—
(b)—de la gracia soberana del Espíritu Santo.
LA SECCIÓN IV enseña que sólo hay dos sacramentos.
LA SECCIÓN V enseña que los sacramentos de la antigua y de la nueva
dispensación en sustancia son los mismos 304-313
CAPÍTULO XXVIII
EL BAUTISMO
LAS SECCIONES I, II, III, enseñan.—1—Que el Bautismo es un sacramen-
to del Nuevo Pacto.—2—Es un lavamiento con agua en el nombre de
la Trinidad.—3—Tiene por objeto significar y sellar nuestra participa-
ción con Cristo y nuestro comprometimiento de ser Él.
LA SECCIÓN IV, enseña que no sólo los que profesan la religión sino "tam-
bién los hijos de padres que uno o los dos sean creyentes deben ser
bautizados."
LAS SECCIONES V, VI, Y VII, enseñan.—1—Que el bautismo no es esen-
cial para la salvación.—2—Sin embargo su observancia es un deber.
—3—Su eficacia no se limita al momento de su aplicación.—4—Debe
ser administrado una sola vez a la misma persona 314-328
CAPÍTULO XXIX
LA CENA DEL SEÑOR
LA SECCIÓN I. enseña.—1—El tiempo en que se instituyó esta ordenan-
za y la Persona que lo hizo.—2—Que su obligación es perpetua.—3—
Su objeto y resultado de su observancia.
LAS SECCIONES II, III, IV, V Y VI enseñan la doctrina verdadera que se
opone a los errores siguientes.—1—La transustanciación.—2—Sacrifi-
cio de la misa.—3—La elevación y adoración de los elementos.—
4—Al quitamiento de la copa a los laicos.—5—A la comunión privada.
LAS SECCIONES VII Y VIII enseñan.—1—Que la relación entre el pan y el
vino y la carne y la sangre de Cristo es puramente moral.—2—Que el
cuerpo de Cristo está presente virtualmente.—3—El creyente se alimen-
ta sólo por medio de la fe.—4—Así como lo hacen en otras ocasio¬
nes - 329-338
XXX CONTENIDO
CAPÍTULO XXX
CENSURAS DE LA IGLESIA
Pág.
LA SECCIÓN I enseña.—1—Que Cristo ha establecido un gobierno para la
Iglesia.—2—Que éste es distinto de aquel del Estado.
LAS SECCIONES II, III Y IV enseñan—1—Lo relativo a la naturaleza, y ex-
tensión del poder de la Iglesia.—2—Los fines de la disciplina.—3—Los
métodos bajo los cuales debe administrarse 339-345
CAPÍTULO XXXI
DE LOS SÍNODOS Y CONCILIOS
LA SECCIÓN I enseña lo relativo a los sínodos y concilios, y al derecho
que tienen los oficiales de la iglesia para convocarlos.
LAS SECCIONES II, III Y IV enseñan.—1—La clase de personas que están
bajo la jurisdicción de los sínodos y concilios.—2—Los fundamentos
del poder obligatorio de éstos.—.3—La extensión hasta donde debe lle-
gar la sumisión a sus decisiones 346-352
CAPÍTULO XXXII
DEL ESTADO DEL HOMBRE DESPUÉS DE LA MUERTE
Y DE LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
LA SECCIÓN I enseña.—1—que el hombre se compone de cuerpo y alma.
—2—Que en la muerte, el cuerpo del creyente se descompone, y el al-
m a — ( a ) — e s hecha perfecta—(b)—continúa consciente y feliz—(c)—es-
tá con Cristo.— ( d ) — L a s almas de los malvados están en un estado cons-
ciente en la miseria con el Diablo.— ( e ) — E s t a s condiciones son incam-
biables.— (f)—La doctrina Romanista en cuanto al purgatorio, etc., es re-
futada.
LAS SECCIONES II Y III enseñan.—1—Que habrá una resurrección simultá-
nea de justos e injustos.—2—Que los que vivan serán transformados.—
3—Los mismos cuerpos que reposan en la tumba se levantarán.—4—Los
cuerpos animales de los santos serán hechos "espirituales*'.—5—Los
cuerpos de los réprobos se levantarán para deshonra 353-361
CAPÍTULO XXXIII
EL JUICIO FINAL
LAS SECCIONES I Y II enseñan—1—Que Dios ha señalado un día para el
juicio general.—2—Que ha puesto este juicio en la mano del Mediador.
3—Que serán juzgados los ángeles y los hombres de toda la raza huma-
CONTENIDO XXXI
Pág.
na.—4—Que se extenderá a los pensamientos y a los sentimientos tanto
como a las palabras y acciones.—5—Vindicará la justicia de Dios y en-
grandecerá la gracia de Dios.—6—Los justos serán exaltados al honor
y felicidad eternos.—7—Los malvados serán dejados en la miseria y el
deshonor que sufrirán conscientemente por toda la eternidad.
LA SECCIÓN III enseña—I—La certeza del hecho,—2—pero la incertidum¬
bre del tiempo en que se hará el juicio, y el por qué Dios ha dejado es-
ta incertidumbre 362-369
ÍNDICE 371-377
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
2º Credo Niceno. Éste fue formado sobre las bases del de los
Apóstoles, y la cláusula relativa a la divinidad substancial de Cristo,
fue agregada por el Gran Concilio celebrado en Nicea, Bitinia, A. D.
325. y las que se refieren a la divinidad y personalidad del Espíritu
Santo, las añadió el segundo Concilio Ecuménico reunido en Constan¬
tinopla, A. D. 381, y la cláusula "filioque" la añadió el Concilio de la
Iglesia Occidental verificado en Toledo, (España) A. D. 569. En su
forma actual es el Credo de toda la Iglesia Cristiana; la Iglesia Griega
sólo rechaza la última cláusula mencionada. Dicho credo es como
sigue:
"Creo en un solo Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y
de la tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles;
Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios,
Engendrado del Padre antes de todos los siglos,
Dios de Dios, Luz de Luz, verdadero Dios de Dios verdadero.
Engendrado, no hecho, consubstancial con el Padre;
Por el cual todas las cosas fueron hechas,
El cual por amor de nosotros y por nuestra salud descendió del
cielo,
Y tomando nuestra carne de la virgen María, por el Espíritu
Santo, fue hecho hombre,
6 INTRODUCCIÓN
* No debe olvidarse que el autor escribió en 1869, antes del Concilio del
Vaticano en 1870.
8 INTRODUCCIÓN
CUESTIONARIO
25. ¿Cuál fue el objeto y la época del Credo del Concilio de Efeso?
26. ¿Cuál fue el objeto y la época del Credo del Concilio de Calcedonia?
27. ¿Cuál es el objeto y la época del Credo atribuido falsamente al gran
Atanasío?
28. Léase la parte que se refiere a la persona de Cristo.
29. ¿Cuáles son los tipos doctrinales de la Iglesia de Roma?
30. ¿ Cuál es el carácter de la Teología que enseña?
31. ¿Cuándo, por qué y en cuáles ramas se dividió la Iglesia de la Edad
Media?
32. ¿En qué países se extiende la Iglesia Griega?
33. ¿Cuál es el tipo doctrinal de dicha Iglesia?
34. Cuáles son las dos grandes divisiones de las Iglesias de la Reforma?
,r>. Cuál es el distintivo de las Iglesias Luteranas?
36. ¿Cuál es el distintivo de las Iglesias Reformadas?
V. Qué Iglesias pertenecen a la familia Luterana?
• >
* Nota. Véase "The Westminster Assembly, its History and Standards", por
Alex, F. Mitchell, D. T. para una narración más completa y autorizada de las
fuentes y origen de la Confesión y Catecismos de Westminster.
20 INTRODUCCIÓN
CUESTIONARIO
CAPÍTULO I
SECCIONES II y III
II. Bajo el título de "Santas Escrituras" o la Palabra de Dios escrita, se
contienen todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, y los cuales son
como sigue:
ANTIGUO TESTAMENTO
NUEVO TESTAMENTO
Todos estos fueron dados por inspiración de Dios para que sean la regla de
fe y de conducta. (Efe. 2: 20. Rev. 22: 18, 19. II Tim. 3: 16.)
III. Los libros comúnmente titulados Apócrifos, por no ser de inspiración
divina, no deben formar parte del canon de las Santas Escrituras, y por lo
tanto no son de autoridad para la Iglesia de Dios, ni deben aceptarse ni usar-
se sino de la misma manera que otros escritos humanos. (Luc. 24: 27 44.
II Ped 1: 21.)
E s t a s secciones a f i r m a n las v e r d a d e s s i g u i e n t e s :
lª Q u e en l a s d o s g r a n d e s d i v i s i o n e s del A n t i g u o y N u e v o Testa-
m e n t o , c u y o s l i b r o s h e m o s n o m b r a d o p a r t i c u l a r m e n t e , está completo
el C a n o n de la Escritura.
2 a Q u e los l i b r o s c o m u n m e n t e l l a m a d o s Apócrifos n o son p a r t e
28 CONFESIÓN DE FE
SECCIONES IV Y V
IV. La autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creí-
das y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino
enteramente del de Dios (quien en sí mismo es la v e r d a d ) , el autor de ellas;
y deben ser creídas, porque son la Palabra de Dios. (II Tim. 3: 16; J u a n 5: 9;
I Tes. 2 : 13.)
V. El testimonio de la Iglesia puede movernos e inducirnos a tener para
las Santas Escrituras una estimación alta y reverencial; (I Tim. 3:15) a la vez
que el carácter celestial del contenido de la Biblia, la eficacia de su doctrina,
la majestad de su estilo, el consenso de todas sus partes, el fin que se propo-
ne alcanzar en todo el libro (que es el de dar toda gloria a Dios), el claro des-
cubrimiento que hace el único modo por el cual puede alcanzar la salvación
el hombre, la multitud incomparable de otras de sus excelencias y su entera
perfección, son todos argumentos por los cuales la Biblia demuestra abun-
dantemente que es la Palabra de Dios. Sin embargo, nuestra persuasión y
completa seguridad de que su verdad es infalible y su autoridad divina, pro-
viene de la obra del Espíritu Santo, quien da testimonio a nuestro corazón
con la palabra divina y por medio de ella. (I Juan 2: 20, 27. Juan 16: 13, 14.
I Cor. 2 : 10, 11.)
SECCIÓN VI
Todo el consejo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su pro-
pia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente ex-
puesto en las Escrituras, o se puede deducir de ellas por buena y necesaria
consecuencia, y, a esta revelación de su voluntad, nada será añadido, ni por
nuevas revelaciones del Espíritu, ni por las tradiciones de los hombres. (II
Tim. 3: 16, 17. Gal. 1; 8, II Tes.. 2: 2.) Sin embargo, confesamos que la ilumi-
nación interna del Espíritu de Dios es necesaria para que se entiendan de una
manera salvadora las cosas reveladas en la Palabra, (Juan 6:45. I Cor. 2: 9,
10, 12.) y que hay algunas circunstancias tocante al culto de Dios y al gobier-
no de la iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que deben
arreglarse conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, pe-
ro guardándose siempre las reglas generales de la Palabra. (I Cor. 1 1 : 13, 14,
y 14: 26, 40.)
SECCIÓN VII
claras ni se entienden con la misma facilidad por todos; (II Ped. 3. 16.) sin
embargo, las cosas que necesariamente deben saberse, creerse y guardarse para
conseguir la salvación, se proponen y declaran en uno u otro lugar de las Es-
crituras, de tal manera que no sólo los eruditos, sino aun los que no lo son,
pueden adquirir un conocimiento suficiente de tales cosas por el debido uso de
los medios ordinarios. (Sal. 119: 105, 130.)
Esta sección afirma que las Escrituras son perspicuas de tal manera
que todo lo que el hombre necesita saber para salvarse, o como guía
práctica en el cumplimiento del deber, puede aprenderlo en ellas, puesto
que están designadas para el uso personal, y adaptadas a la instrucción
tanto de los sabios como de los ignorantes.
Los Protestantes admiten que muchas de las verdades reveladas
en las Escrituras sobrepujan a la inteligencia humana, y que muchas
profecías permanecen intencionalmente oscuras hasta que sean expli-
cadas al realizarse en el desenvolvimiento de la historia. Con todo,
los Protestantes afirman y los Romanistas niegan—(a)—que todos los
artículos esenciales de fe y práctica pueden aprenderse en la Escritura;
y—(b)—Que los cristianos ignorantes pueden, sin peligro, procurar
interpretar en lo privado estas Escrituras para la instrucción de sí
mismos. Podemos agregar, por otra parte, que es cierto que con el
avance del conocimiento histórico y crítico, y por las controversias
la Iglesia como comunidad ha progresado en la interpretación plena
del sistema entero de verdades revelado en ellas.
Que la doctrina Protestante sobre este particular es verdadera,
se prueba por—(a)—el hecho de que a todos los cristianos se les man-
da claramente escudriñar las Escrituras. [2 Tim. 3: 15-17: Act. 17: 1 1 ;
Juan 5: 39.] — (b)—Por el hecho de que las Escrituras son dirigidas a
todos los hombres o a todo el cuerpo de creyentes. [Deut. 6: 4-9; Luc.
1 : 3 ; Rom. 1: 7; 1 Cor. 1: 2; 2 Cor. 1: 1;] y por las salutaciones de
todas las Epístolas, con excepción de las dirigidas a Timoteo, a Tito y a
Filemón.— (c)—La afirmación de las mismas Escrituras de que son
perspicuas [Sal. 119: 105 y 130; 2 Cor. 3: 14; 2 Ped. 1: 18 19; 2 Tim.
3: 15-17.] — (d)—El hecho de que las Escrituras han sido dadas a los
hombres como guía que los conduzca a la salvación y como ley divina
que deben obedecer. Si para los usos prácticos no son claras, son enga-
ñosas y falsas sus pretensiones.— (e)—El hecho de que la experiencia
ha comprobado la verdad de la doctrina protestante. Las iglesias que
fielmente han diseminado las Escrituras en lengua vulgar entre la masa
del pueblo, han conformándose al sentido cierto y pleno de sus ense-
ñanzas en la fe y en la práctica; mientras que aquellas que las han
LAS SANTAS ESCRITURAS 37
SECCIÓN VIII
SECCIONES DC y X
CUESTIONARIO
11. ¿Cómo puede probarse el hecho de que las Escrituras contienen tal
revelación?
12. ¿Qué proposiciones se enseñan en las secciones II y III?
1?. ¿Qué es el Antiguo Testamento?
14. ¿Qué es el Nuevo Testamento?
15. ¿Por cuáles principios podemos determinar qué libros tienen derecho
a formar el canon de la Escritura?
16. ¿Cómo se establece lo genuino de los libros del Antiguo Testamento
recibido por los Protestantes?
17. ¿Cómo se prueba lo genuino de los libros del Nuevo Testamento 0
18. ¿Cuáles son los Apócrifos?
19. ¿Cómo podemos probar que no deben formar parte de la Escritura?
20 ¿Qué es la inspiración?
21. ¿Cuáles son los efectos de la inspiración y hasta qué punto llegaron
en el caso de los que escribieron las Escrituras?
22. Expóngase la evidencia de que las Escrituras son inspiradas.
23 Demuéstrese que la autoridad de las Escrituras no se funda en el
testimonio de la Iglesia.
24. ¿Cuáles son las evidencias internas que justifican las pretensiones de
las Escrituras?
25. ¿Cómo da el Espíritu Santo testimonio de las Escrituras?
26 ¿Qué significa la afirmación de que las Escrituras son completas co-
mo regla de fe y práctica?
27. ¿Cómo se prueba esto?
28. Pruébese que ninguna revelación nueva del Espíritu debe esperarse.
29. Pruébese que no deben admitirse las tradiciones de los hombres.
30 ¿En qué se diferencia la iluminación espiritual de la inspiración?
31. ¿Qué libertad dejan las Escrituras a la razón de los hombres para es-
coger y ordenar prudentemente lo que toca a la religión?
32. ¿Qué se quiere decir cuando se afirma que las Escrituras son perspi-
cuas ?
33. ¿Qué admiten o afirman los Protestantes sobre este particular?
34. Pruébese que las Escrituras son perspicuas.
35. ¿Cuáles proposiciones se enseñan en la sección octava?
36. ¿Cómo se establece que nuestras copias de las Escrituras del Hebreo
y Griego son exactas?
37. ¿Cuáles proposiciones afirman las secciones novena y décima?
38. Pruébese que la Escritura debe interpretarse con la Escritura.
39. ¿Cuál es la doctrina Romanista, en cuanto a la autoridad de la Iglesia
en cuestiones de fe y de práctica?
40. ¿Cuál es la diferencia entre "regla" v "juez?"
41. ¿Cuál es la doctrina Protestante tocante al verdadero juez en las con-
troversias?
42. Pruébese que la doctrina protestante es la verdadera.
CAPÍTULO II
SECCIONES I y II
tuiría dos Dioses. Las Escrituras nos enseñan que la Trinidad cristiana
es un solo e indivisible Dios. "Yo y mi Padre somos uno" Juan 10:30.
2º. Este Dios es un Espíritu libre y personal, sin miembros ni
pasiones.
Hay un modo muy antiguo que prevalece, persiste y llena una
gran parte de nuestra literatura del día, el cual tiende a confundir a
Dios con el mundo y a identificarle con las leyes, el orden y la her-
mosura de la creación. De una manera o de otra, se le considera
como el sostén de los fenómenos de la naturaleza de un modo semejante
a la relación del alma con el cuerpo, del todo con las partes, de las
sustancias permanentes a los modos transitorios. Ahora bien, todos
los argumentos que establecen la existencia de Dios se unen a la Escri-
tura para afirmar que es un espíritu personal distinto del mundo.
Por espíritu entendemos el sujeto a quien pertenecen la inteligen-
cia, el sentimiento y la voluntad como propiedades activas. La unidad
es distinta de la personalidad. El argumento de designio prueba que
la gran causa primera a quien se atribuye todo el sistema del universo,
posee inteligencia, bondad y voluntad al elegir los fines y al escoger
y adaptar los medios para alcanzarlos. El argumento de responsabilidad
moral innato en todos los hombres, prueba que estamos sujetos a un
Legislador supremo, distinto y superior a las personas que gobierna;
a uno que tiene conocimiento de nosotros, y que nos tomará cuenta
estricta y personal. Entonces es un espíritu personal, distinto aunque
íntimamente asociado con los sujetos que gobierna.
Conocemos nuestro espíritu por un acto de conciencia propia, y
cuando afirmamos que Dios es espíritu,—1)—afirmamos que posee en
un grado de perfección infinita todas las propiedades que pertenecen
al nuestro—(a)—porque las Escrituras afirman que fuimos creados a
su imagen;—(b)—porque las mismas Escrituras le atribuyen todas
estas propiedades;—(c)—porque nuestra naturaleza religiosa demanda
que las reconozcamos en Él;—(d)—porque el ejercicio de ellas se
evidencia en las obras de creación y providencia;—(e)—porque la
naturaleza divina de Cristo las poseyó. Y—(2)—negamos que le
pertenezcan las propiedades de la materia, tales como los miembros y
las pasiones. Lo negamos—(a)—porque no hay evidencia de que posea
tales propiedades; y—(b)—porque la naturaleza de la materia y sus
efectos, no corresponden a las infinitas perfecciones absolutas que son
propias de la esencia divina, tales como la simplicidad, inmutabilidad,
unidad, omnipresencia, etc.
Cuando las Escrituras, atendiendo a nuestras circunstancias, ex-
presan el hecho de que Dios oye, diciendo que tiene oídos; o el de que
44 CONFESIÓN DE FE
CUESTIONARIO
SECCIONES I y II
SECCIONES III, IV y V
V. A aquellos que Dios ha predestinado para vida desde antes que fuesen
puestos los fundamentos del mundo, conforme a su eterno e inmutable pro-
pósito y al consejo y beneplácito secreto de su propia voluntad, los ha escogi-
do en Cristo para la gloria eterna; (Efe. 1: 4, 9, 11. Rom. 8: 30. II Tim. 1: 9.
I Tes. 5: 9.) mas esto por su libre gracia y puro amor, sin la previsión de la fe
o buenas obras, de la perseverancia en ellas o de cualquiera otra cosa en la
criatura como condición o causa que le mueva a ello; (Rom. 6: 11, 13, 16 Efe.
1: 4-9) y lo ha hecho todo para alabanza de su gracia gloriosa. (Efe. 1: 6-12.)
SECCIÓN VI
SECCIÓN VII
ción divina. Lam. 3:22; Rom. 4 : 4 ; 11:6; Efe. 1:6-7; Juan 3.16; 1
Juan 3:16; 4:10.
Que la doctrina explicada arriba es verdadera, se ve—(1)—por-
que se implica necesariamente en la doctrina bíblica de la elección
enseñada en la parte anterior.— (2)—Expresamente se indica en la
Escritura: "Del que quiere tiene misericordia, y al que quiere endu-
r e c e " Rom. 9:18; 1 Ped. 2 : 8 ; Rev. 13:8; Judas 4.
(3)—Dios reclama tal derecho para sí, como una prerrogativa
justa. "Me dirás pues: ¿por qué, pues, se enoja? porque ¿quién re-
sistirá a su voluntad? Mas antes, oh hombre ¿quién eres tú, para que
alterques con Dios? Dirá el vaso de barro al que le labró: ¿por qué
me has hecho tal? ¿O no tiene potestad el alfarero para hacer de la
misma masa un vaso para honra y otro para vergüenza? ¿Y qué, si
Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notoria su potencia, soportó
con mucha mansedumbre los vasos de ira, preparados para muerte: y
para hacer notorias las riquezas de su gloria, para con los vasos de
misericordia que él ha preparado para gloria?" Rom. 9:19-23.
SECCIÓN VIII
CUESTIONARIO
LA CREACIÓN
SECCIÓN I
modo aun muy imperfecto y han sido aun mucho más imperfectamente
entendidos. Llegará un día en que una comparación y ajuste favora-
ble de los dos libros pueda hacerse.— (4)—La narración en el Géne-
sis, tan breve y general como es, según su designio es enteramente a
propósito para infundir una fe inteligente en Jehová como Creador
absoluto, que formó las cosas sin intermedio alguno y las gobierna por
su providencia. No se escribió para preocupar la mente o para que
ocupara el lugar de una interpretación científica de los fenómenos
existentes y de todas las huellas de la historia pasada del mundo que
Dios ha dejado al hombre para que las descubra. Las discrepancias
aparentes de verdades bien establecidas, sólo se basan en lo imperfec-
to del conocimiento. Dios quiere que los hombres crean y aprendan.
Ahora nos impone la necesidad de ser humildes y pacientes.
3ª Dios mismo dijo que todas las obras de sus manos eran. com-
pletamente buenas. Gen. 1:31. Esto no quiere decir que las cosas fi-
nitas y materiales posean una perfección absoluta, ni que aun siquiera
tengan la más alta excelencia conforme a su naturaleza. Quiere de-
cir.— (1)—Que las cosas son excelentes según su género respectivo—
las almas humanas, buenas moralmente. según la ley moral; el mundo
y todos sus habitantes organizados, excelentes, según sus varias natu-
ralezas y relaciones.— (2)—Que cada cosa y todo el sistema de ellas
eran perfectamente buenas con referencia al designio 'tanto general co-
mo especial que tuvo Dios al crearlas.
4ª En lo que toca al objeto final que Dios se propuso en la crea-
ción del universo, los teólogos han tenido dos opiniones distintas:—
(1)—Que Dios se propuso por único fin el promover la felicidad de
sus criaturas, o según otros, la excelencia de sus obras.—(2)—Que
Dios se propuso la manifestación de su gloria.
Sin duda que esta cuestión es de la mayor importancia. Así como
el fin principal de cada sistema de medios y agentes gobierna y da
carácter a todo el sistema, de la misma manera nuestro modo de ver
el fin principal de Dios en sus obras, dará carácter a nuestras apre-
ciaciones a los hechos de creación, de providencia y gracia de Dios.
Nuestra Confesión claramente asegura que el fin principal de Dios en
sus propósitos, y en la ejecución temporal de ellos en las obras de
creación y providencia, es manifestar su propia gloria. Cap. III., §§ 3,
5, 7; VI, § 1; V., § 1; VI, § 1; XXXIII, § 2; Catecismo Mayor, pre-
guntas 12 y 18; Catecismo Menor pregunta 7. El que esta opinión es
verdadera se aprueba:
(1)—Porque las Escrituras así lo aseguran terminantemente de
LA CREACIÓN 75
SECCIÓN II
II. Después que Dios hubo creado todas las demás criaturas, creó al hom-
bre, varón y hembra, (Gen. 1:27.) con alma racional e inmortal, (Gen. 2:7. Luc.
23:43. Ecle. 12:7. Mat. 10:28.) dotados de conocimiento, justicia y santidad
verdadera, a la imagen de Dios, (Gen. 1:26.) teniendo la ley de éste escrita
en su corazón, (Rom. 2:14,15.) y dotados del poder de cumplirla; (Ecles. 7:29)
sin embargo, había la posibilidad de que la quebrantaran dejados a su libre
albedrío que era mudable. (Gen. 3:6. Ecle. 7:29.) Además de esta ley escrita
en su corazón, recibieron el mandato de no comer del árbol de la ciencia del
bien y del mal, y mientras guardaron este mandamiento, fueron felices, go-
zando de comunión con Dios, (Gen. 2:27. Véase Gen. 3:8-11, 23.) y teniendo
dominio sobre las criaturas. (Gen. 1:28. Véase Sal. 8:6, 7, 8).
para que pudiese guiarse, dándole además una ley escrita en su cora-
zón v una revelación externa y especial de su voluntad.
5ª Que aun cuando creó a Adam santo y capaz de obedecer, éste
era susceptible de caer como sucedió cuando le sujetó a una prueba
especial de obediencia, prohibiéndole comer del árbol de la ciencia del
bien y del mal.
toda la raza humana en todas sus variedades. Esto también es una ver-
dad fundamental enseñada por la revelación divina.
Hay una clase de científicos, tales como Sir Carlos Lyell. que de
las posiciones en que han sido hallados los restos humanos, deducen
que el hombre ha existido en la tierra miles de años antes que Adam,
a quien consideran sólo como antecesor de una variedad particular
de la raza. Todas estas deducciones nada valen contra la enseñanza po-
sitiva de las Escrituras, mientras los hechos en que se fundan no hayan
sido establecidos con certeza o examinados completamente; ni en nin-
gún caso puede probar nada en cuanto a la relación de Adam con
la raza, sino cuando más que éste fue creado algunos años más allá
de lo que suponemos.
Otra clase de filósofos, de la que es jefe el Profesor Agassiz, sos-
tiene que las diferencias entre las diversas variedades de la raza hu-
mana son tan grandes y persistentes, que es imposible hayan podido
descender de los mismos padres; que los progenitores de cada raza
fueron creados separadamente y cada uno en el centro geográfico apro-
piado. Esta conclusión de la ciencia puede perfectamente contrabalan-
cearse por la otra opinión extrema mencionada arriba. Si en vista de
todos los hechos del caso, es posible para una clase de filósofos con-
cluir que los hombres, monos, perros, etc.. han descendido de los mis-
mos progenitores, bajo la influencia modificadora de diferentes con-
diciones, seguramente, que es una necedad en la otra clase afirmar
que es imposible que todas las variedades de hombres hayan deri-
vádose de los mismos padres. Que la doctrina de esta parte de nuestra
Confesión es verdadera, se prueba:
(1) Porque las diferencias que se notan entre las diversas razas
de la familia humana, no son más grandes que las que se han efectua-
do por la diferencia de condiciones y crianza de los individuos en
algunas de las especies inferiores que sabemos tienen un origen co-
mún.
(2) Porque la familia humana forma una sola especie y no varias
— (a)—Porque las diferentes clases se mezclan libremente y producen
siempre hijos que vuelven a producir criaturas que también son férti-
les, es decir, tienen potencia reproductora.* —(b)—Porque las na-
turalezas mentales, morales y espirituales de las diferentes razas, son
idénticas.
* La mezcla de las especies del asno y del caballo, produce al mulo que es
una especie estéril.
78 CONFESIÓN DE FE
motivo que la inspira, Pero si Adam fue creado sin una disposición
santa y positiva del alma, su primer acto de voluntad habría sido pe-
caminoso o indiferente, no puede impartir un carácter santo a cual-
quiera disposición o hábito que se deriven de él como consecuencia.
(3) Las Escrituras enseñan que Adam fue creado "en justicia y
santidad verdadera."—(a)—Dios mismo declaró que todas sus obras
eran "muy buenas." Es evidente que "lo bueno" de un agente moral,
envuelve esencialmente un carácter santo.— (b)—En Ecle. 7:9; dice;
"Dios hizo al hombre recto; pero ellos buscaron muchas invenciones."
— (c)—El Génesis declara que el hombre fue creado "a la imagen de
Dios." En Efes. 4,24 y Col. 3:10, se declara que el hombre por la
regeneración ha sido creado otra vez "a la imagen de Dios." La re-
generación es aquel acto que restaura la naturaleza humana a su con-
dición prístina, pero no es una trasmutación de su naturaleza a una
nueva forma. La semejanza a Dios que fue perdida por la caída, será
a la que hemos de ser restaurados por el nuevo nacimiento, pues se
dice que esta semejanza consistía en "conocimiento, justicia y santidad
verdadera."—(4)—Cristo es el modelo del hombre; 1 Cor. 15:45, 47.
formado por el poder divino inmediato, en el vientre de la Virgen,
no sólo sin pecado, sino predeterminado positivamente para la san-
tidad. En el vientre de la madre se le llamó a Jesús, "cosa santa."
Luc. 1:35.
4ª El que Dios revistió a Adam del conocimiento necesario para
que se guiase, se implica necesariamente del hecho de que Adam era
un agente moral santo, y Dios un gobernador moral justo. Aún de
sus descendientes ya corrompidos se declara que tienen en la ley es-
crita en su corazón una luz suficiente que los hace "inexcusables."
Rom. 1:20, 2:14, 15. Adam también gozó una revelación especial y
directa de Dios, la que le declaraba directamente la voluntad divina
con respecto al uso del árbol de la ciencia del bien y del mal, y de
la que tendremos ocasión de hablar más detalladamente en el capítulo
V., § 1 y V I I , § 2.
5ª El que Adam fue creado santo y capaz de prestar obediencia,
y al mismo tiempo en la posibilidad de caer, es evidente del caso.
Esta, parece ser la condición moral en que han sido creados ios ánge-
les y los hombres. Es también uno de los elementos especiales de los
que no podemos tener conocimiento ni por la experiencia ni por la
observación. Dios, los ángeles y los santos en la gloria son libres,
pero ron naturalezas inclinadas verdadera e infaliblemente a la santi-
dad. El demonio y los hombres caídos son libres, pero con naturalezas
inclinadas infaliblemente al mal. Los cristianos que no están comple-
80 CONFESIÓN DE FE
CUESTIONARIO
PROVIDENCIA
SECCIÓN I
raleza precisa del ejercicio del poder divino por el cual penetra Dios
con su presencia en el interior del universo abarcando todas las cosas
con su poder, y sosteniéndolas en existencia, no se nos revela, y de
contado, no puede descubrirse.
El que Dios continúa ejerciendo su gran poder en el sostén de la
existencia de las cosas y en mantenerlos en la posesión y uso de sus
propiedades, puede probarse así:
(1)—Por el hecho de que la idea de la dependencia continua es
inseparable de la que tenemos de lo que es criatura. La causa perma-
nente de la existencia continua de la criatura debe estar en Dios y no
en ella.
(2)—La relación que existe entre la obra de creación y Dios, no es
semejante a la de una obra de arte y el que la hizo. El uno está en-
teramente fuera de su obra. La inteligencia y el poder de] otro están
constante y permanentemente en cada elemento de su obra.
(3)—En la conciencia de todos los hombres religiosos se haya un
sentimiento de dependencia absoluta de Dios, de quien se espera po-
der, vida y bendiciones.
(4)—Claramente se enseña esta verdad en la Escritura: "Por él
todas las cosas subsisten" Col. 1:17. "Sosteniendo todas las cosas con
la palabra de su poder." Heb. 1:3. "En él vivimos y nos movemos y
somos." Act. 17:18. "Bendecid, pueblos, a nuestro Dios. Él es el que
puso nuestra alma en vida." Salmo 66:8-9;63;8;36:6.
2 a El que Dios gobierna las acciones de sus criaturas; y
3ª Que su gobierno se extiende a todas sus criaturas y a todas
las acciones de éstas, se prueba del modo siguiente:
(1)—Por el hecho de que la naturaleza religiosa del hombre de-
manda el reconocimiento de esta verdad. Se envuelve en el sentimien-
to de dependencia y de sujeción a un gobierno moral que se halla en
el corazón religioso y se reconoce por todas las religiones.
(2)—Se evidencia por los indicios que se hallan por todas partes
en la naturaleza externa, de las operaciones de una inteligencia supre-
ma. La armonía, la justa proporción y la debida concurrencia en la
acción que existe siempre entre tantos elementos que están constante-
mente sujetos a cambios perennes, prueban sin dejar lugar a la duda,
la presencia de una inteligencia que abarca todo y dirije cada cosa.
(3)—Lo mismo se manifiesta en el designio evidentemente adop-
tado en el desenvolvimiento de la historia humana por largos períodos,
en areas extensas y en miríadas de agentes. El "que Dios está en la
historia" es tanto una conclusión de la ciencia recta como un dictado
de la religión verdadera.
PROVIDENCIA 85
SECCIONES II y II
SECCIÓN IV
SECCIÓN V, VI y VII
V. El todo sabio, justo y benigno Dios, a menudo deja por algún tiempo
a sus hijos en las tentaciones multiformes y en la corrupción de sus propios
corazones, a fin de corregirles de sus pecados anteriores o para descubrirles
la fuerza oculta de la corrupción, para humillarlos, (II Crón. 23: 25. 26, 31.)
v para infundir en ellos el sentimiento de una dependencia más íntima y
constante de Él como su apoyo, y para hacerles más vigilantes contra todas
las ocasiones futuras del pecado, y para otros muchos fines santos y justos.
(II Cor. 12: 7, 8, 9. Sal. 73; 77: 1, 2, al 8-10, 12; Mar. 14: 66 al fin. Juan 2 1 :
15. 17).
VI. En cuanto a aquellos hombres malvados e impíos a quienes Dios
como juez justo ha cegado y endurecido a causa de sus pecados anteriores,
(Rom. 1: 24, 26, 28, y 11: 7, 8 ) , no sólo les retira su gracia por la cual pedían
haber alumbrado sus entendimientos y recibido en su corazón su influjo
salvador, (Deut. 29: 4.) sino también algunas veces les retira los dones que ya
tenían, (Mat. 13: 12. Véase Mat. 25: 29) y los deja expuesto? a objetos que son
causa de pecado debido a la corrupción humana, (II Rey. 8: 12. 13) y a la vez
les entrega a sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al no-
PROVIDENCIA 91
der de Satanás, (Sal. 8 1 : 11, 12. Tes. 2: 10, 12.) de donde sucede que se
endurecen bajo los mismos medios que Dios emplea para enternecer a los demás.
(Exo. 8: 15, 32. II Cor. 2: 15, 16. Isa, 8: 14. Véase también Exo. 7: 3: I Ped.
2: 7, 8; Isa. 6: 9, 10. con Act. 28: 26, 27.)
VII Así como la providencia de Dios alcanza, en general a todas las cria-
turas, así también de un modo especial cuida a su Iglesia y dipone todas las
cosas para el bien de ella. (Amós 9:8, 9. Rom. 8: 28.)
CUESTIONARIO
SECCIÓN I
SECCIÓN II
Esta sección enseña cuáles fueron las consecuencias del primer pe-
cado sobre sus autores inmediatos. Al hacer esto afirma:
1ª- Que por este pecado nuestros primeros padres perdieron la co-
munión con Dios.
2ª Que por lo tanto perdieron su justicia original.
3ª Que al mismo tiempo quedaron muertos en el pecado quedando
totalmente viciados.
4 a Que esta corrupción moral se extendió a todas las partes y fa-
cultades del cuerpo y del alma.
Como ser natural, el hombre depende del mismo poder de Dios,
que providencialmente sustenta en su existencia a todas las cosas. Co-
mo ser moral y religioso, su vida espiritual depende de la comunión
íntima y amorosa con el Espíritu Santo de Dios, y naturalmente nece-
sita de este auxilio para mantener buenos su estado y actividad moral.
De aquí es —1 a —Que por este primer pecado el hombre quedó ins-
tantáneamente separado de la comunión amorosa con el Espíritu divi-
no. Este sería el resultado natural del pecado bajo cualquiera forma
LA CAÍDA, EL PECADO Y SU CASTIGO 99
SECCIONES III y IV
III. Siendo ellos la raíz de la raza humana, la culpa de este pecado fue
imputada a su posteridad, (Act. 17:26: Gen. 2:16, 17, con Rom. 5:12, 15-19 y
1 Cor. 15:21, 22, 45, 49.) y la misma muerte en el pecado y la naturaleza co-
rrompida se transmitieron a aquella que desciende de ellos según la genera-
ción ordinaria. (Sal. 51:5. Gen. 5:3. Job. 14:4 y 15:14).
IV. De esta corrupción original, por la cual carecemos de disposición y
aptitud para todo bien (Rom, 5:6, 8:7, y 7:18. Juan 3:6) y estamos opuestos a
este así como enteramente inclinados a todo mal, (Gen. 8:21. Rom. 3:10, 11,
12) dimanan todas nuestras transgresiones actuales. (Sant. 1:14, 15. Mat. 15:19)
100 CONFESIÓN DE FE
SECCIONES V y VI
hombres por Dios en el justo desagrado que tuvo por los pecados de
éstos, y al hacer tal enumeración dice que son "la maldición de Dios
sobre las criaturas por causa de lo que ellas han hecho, y todos los
otros males que recibimos en nuestro cuerpo, nombre, estado, empleo
y relaciones juntamente con la muerte misma". Estas por supuesto,
sólo se aplican a los pecadores no justificados que permanecen en la
incredulidad. Todas las tribulaciones que los creyentes justificados
sufren en esta vida, son castigos que tienen por objeto el Lien de
ellos, siendo la expresión del amor de su Padre celestial—y no cas-
tigos penales expresivos de la ira de Dios o de la justicia de él no
satisfecha.
Las miserias espirituales que el pecado trae en esta vida sobre los
que no están perdonados, son: "la ceguedad de la mente, un juicio
erróneo, grandes engaños, dureza de corazón, temor en la conciencia
y pasiones viles". Rom. 1:28; 2.6; 2 Tes. 2 : 1 1 ; Cat. May. P. 28.
Las miserias eternas que vienen sobre aquellos cuyos pecados no
han recibido el perdón, según el Cat. May. P. 29, son apartamiento
por siempre de la corroboradora presencia de Dios y los más graves
tormentos del cuerpo y del alma, sin intermisión en el fuego del in-
fierno para siempre".
CUESTIONARIO
17. ¿Cuál es el segundo elemento del misterio del origen del pecado?
18. Pruébese que la permisión del pecado estaba comprendida en el de-
creto divino.
19. Pruébese que Dios no es causa del pecado ni tampoco lo aprueba.
20. Pruébese que Dios permitió el pecado para su propia gloria.
21. ¿Cuál es la primera proposición de la Sección II?
22. ¿Cuál es la segunda?
23. ¿La tercera?
24. ¿La cuarta?
25. ¿De qué depende el origen de la vida espiritual del alma humana''
26. Enséñese que las influencias vivificadoras del Espíritu Santo fueron
retiradas inmediatamente por causa del pecado.
27. ¿Cuál fue la consecuencia de tal retiro?
28. ¿Hasta qué grado se afectaron el carácter moral y espiritual de nues-
tros primeros padres?
29. ¿Cuál es la primera proposición enseñada en las Secciones III y IV?
30. ¿Cuál es la segunda?
31. ¿La tercera?
32. ¿La cuarta?
33. ¿La quinta?
34. ¿En cuáles Secciones y en qué palabras enseña nuestra Confesión que
Adán en el pacto de obras representaba a todos sus descendientes?
35. ¿Cuáles planes podían haberse seguido en la prueba moral de miem-
bros individuales en la familia humana?
36. Pruébese que el plan que nosotros admitimos para la prueba de Adán
es el más sabio y misericordioso.
37. Pruébese el hecho de que Adán era nuestro representante federal.
38. ¿En qué sentido usa nuestra Confesión la palabra "culpa"?
39. ¿En qué sentido usa la palabra "imputar"?
40. ¿En cuáles Secciones y en qué palabras afirma nuestra Confesión que
la culpa de] primer pecado de Adán se cargó a la cuenta de los hijos de éste?
41. ¿Qué razón da para que tal imputación se nos haga?
42 Pruébese por la Escritura que Dios nos imputa tal pecado.
43. ¿Por qué se nos imputa sólo el primer pecado?
44. ¿Cómo se castiga el primer pecado en nosotros?
45. ¿Cuál es el efecto necesario de tal castigo?
46. ¿Qué enseñan estas Secciones en cuanto al estado moral del hombre
por naturaleza?
47. ¿Qué puntos se envuelven en las enseñanzas de las secciones dichas?
48. Pruébese que la doctrina enseñada aquí está de acuerdo con la expe-
riencia universal de los hombres.
49. Pruébense los varios puntos enseñados en la Escritura respecto al prin-
cipio y extensión de la perversidad humana.
50. ¿De qué se trata en las Secciones V y VI?
51. ¿Qué se enseña respecto a la durabilidad y carácter de esta corrup-
ción en los regenerados?
52. Pruébese que la tendencia innata y permanente del alma hacia el pe-
cado, es tanto una violación de la ley de Dios como una transgresión actual.
LA CAÍDA, EL PECADO Y SU CASTIGO 109
53. Pruébese que tanto la tendencia hacia el pecado como las transgre-
siones actuales merecen castigo.
54. ¿Cuáles son las miserias temporales que Dios aplica por causa del pe-
cado?
55. ¿Cuál es la ratón de los castigos temporales que vienen sobre los cre-
yentes?
56. ¿Cuáles son las miserias espirituales que se aplican por causa de! pe-
cado?
57. ¿Cuáles son las miserias eternas que se aplican por la misma causa?
CAPÍTULO VII
SECCIONES I y II
SECCIONES III y IV
III. El hombre, por su caída, se hizo indigno de la vida por aquel pacto,
por lo que plugo a Dios hacer un pacto nuevo, (Gal. 3:21. Rom. 8:3. Isa. 42:6.
Gen. 3:15) llamado de gracia, según el cual Dios ofrece libremente a los
pecadores vida y salvación por Cristo, exigiéndoles la fe en éste para que
puedan ser salvos. (Mar. 16:15, 16. Juan 3:16) y prometiendo dar su Espíritu
Santo a todos aquellos que ha ordenado para vida, dándoles así voluntad y
capacidad para creer. (Eze. 36:26, 27. Juan 6:37, 4 4 ) .
IV. Este pacto de gracia se enuncia ron frecuencia en las Escrituras con
el nombre de testamento, con referencia a la muerte de Jesucristo el testador, y
a la herencia sempiterna con todas las cosas que a esta pertenecen y están
legadas por él. (Heb. 9:15, 16, 17 y 7:22. Luc. 22:20. I Cor. 11:25).
114 CONFESIÓN DE FE
SECCIONES V y VI
siendo suficientes y eficaces para los de aquel tiempo por la operación del Es-
píritu Santo, instruyendo y edificando a los elegidos en la fe en el Mesías pro-
metido, (I Cor. 10:1-4; 4 Heb. 11:13 Juan 8:56) por quien tenemos plena
remisión de pecados y salvación eterna. A esa dispensación se le llama Antiguo
Testamento. (Gal. 3:7, 8, 9, 14.)
VI. Bajo el Evangelio, donde se presenta Jesucristo la sustancia, (Col.
2ª17) las ordenanzas por las cuales dispensa este pacto, son: la predicación de
la Palabra, la administración de los sacramentos del Bautismo y de la Cena
del Señor; (Mat. 28:19, 20, I. Cor. 11.23-25. II Cor. 3:7-11.) y aun cuando son
pocas en número y administradas con mayor sencillez y menos gloria exterior,
sin embargo, en ellas se presenta con más plenitud, evidencia y eficacia espi-
ritual (Heb. 12:22-28. Véase Jer. 31:33,34.) a todas las naciones, así a los Ju-
díos como a los Gentiles; (Gal. 3:7, 8, 9, 14. Mat. 28:19; Efes. 2:15-19, Gal. 3:
14, 16) y se le llama Nuevo Testamento. (Luc. 22:20. Heb. 8:7-9). Con todo,
no son dos pactos de gracia diferentes en sustancia, sino uno y el mismo ba-
jo diversas dispensaciones. (Gal. 3:14-16, Act. 15:11. Rom. 3:30).
con Gal. 3:16; véanse también Isa. 43:25; Sal. 16:51; 7 3 : 2 4 2 6 : Eze.
36:27; Job 19:25-27; Dan. 12:2-3.
2ª Bajo la antigua dispensación el pacto de gracia fue adminis-
trado con crecimiento progresivo de claridad y plenitud,— (a)—de
Adam basta Abraham en la promesa hecha a la mujer, Gen. 3: 15; la
institución del sacrificio sangriento y en las apariciones visibles y
constantes de Jehová a su pueblo.— (b)—De Abraham hasta Moisés
las promesas hechas a Abraham son más definidas, Gen. 17:7, 22:18;
la iglesia es separada del mundo por un pacto especial cuyo sello es el
sacramento de la circuncisión.— (c)—De Moisés hasta Cristo, el rito
simple y primitivo del sacrificio se desenvuelve hasta llegar a ser el
laborioso y significativo simbolismo del servicio en el templo; el pac-
to se enriqueció con promesas nuevas, la igle?ia fue separada del
mundo por nuevas barreras y sellada con el sacramento adicional de
la Pascua.
3ª La dispensación actual es superior a la antigua—(a)—en que
la antigua fue administrada por Moisés, que era un siervo; la presente
es administrada visible y directamente por Cristo, quien es como hijo
en su propia casa. Heb. 3: 5-6.— (b)—La verdad estaba oculta en
parte, y en parte revelada en los tipos y símbolos. Ahora se revela
bajo la forma de historia clara y de enseñanzas didácticas.— (c)—La
antigua dispensación tuvo que ser aumentada grandemente, tanto cuan-
to podía ser por la encarnación de Cristo como por la misión del
Espíritu Santo.— (d)—Aquella dispensación estaba sobrecargada con
ceremonias carnales. La presente es espiritual.— (d)—Aquella estaba
circunscrita a un pueblo. La presente quitando las barreras de 'as or-
ganizaciones nacionales, abarca a toda la tierra.— (f)—Aquel método
de administración era preparatorio. El presente es final por lo menos
en lo que concierne al orden actual del mundo. Sólo cederá el lugar a
la administración eterna que hará el Cordero en los cielos nuevos y en
la tierra nueva cuando sean reunidas todas las cosas, tanto las que es-
tán en los cielos como las que están en la tierra. Efes. 1:10. Mas de
esto poco sabemos por ahora.
CUESTIONARIO
CRISTO EL MEDIADOR
SECCIÓN I
Ya hemos visto:
1ª Que Dios desde la eternidad ha escogido soberanamente de
entre la raza caída, a un número definido de hombres para salvarlos
por medio de la obra redentora de Cristo. Conf. de Fe, cap. III §§ 3, 6.
2ª Que Dios desde la eternidad, hizo un pacto de gracia con su
Hijo, en cuyo pacto el Padre le dio a éste un pueblo por simiente, pro-
metiéndole como recompensa la salvación de dicho pueblo, y obligán-
dose el Hijo a obedecer y sufrir todo lo que fuera necesario para
alcanzar aquel fin. Conf. de Fe, cap. VII, §§ 3, 4.
La sección que tenemos a nuestra vista confirma estas verdades,
v al mismo tiempo añade:
lª Que el Jefe de la Iglesia redimida con quien se hizo el pac-
to, no es el Verbo divino considerado en lo absoluto, sino el Dios hom-
bre, el Señor Jesu-Cristo: este fue señalado divinamente para que
fuera el Mediador entre Dios y el hombre.
2ª Que el oficio de mediador, en cuyo oficio Cristo lleva a cabo
nuestra redención, comprende tres funciones distintas; la de Profeta,
la de Sacerdote y la de Rey.
3ª Que Cristo, como Mediador es Jefe y Salvador de su Iglesia,
Heredero de todas las cosas y Juez de todo el mundo.
122 CONFESIÓN DE FE
SECCIÓN II
bía alma humana sino que el Espíritu divino había ocupado el lugar
del alma en su cuerpo humano. Otros separan tanto las dos naturale-
zas, que hacen dos personas—un Dios y un hombre unidos íntima-
mente. Otros han mezclado tanto las dos naturalezas que no queda
pura ni la divina ni la humana, sino una nueva como resultado de la
mezcla de ambas. Como respuesta a esto, ya hemos probado arriba
— (a)—que Cristo tenía alma y cuerpo humanos, y—(b)—que siendo
un Dios y un hombre, es una sola persona. El tercer punto que afir-
ma que en Cristo las dos naturalezas permanecen separadas, distintas
y sin confundirse, es evidente por sí mismo. Las Escrituras afirman
que Cristo continúa siendo verdadero Dios y verdadero hombre—y no
algo intermedio entre los dos. Por otra parte, los atributos de la divi-
nidad no pueden comunicarse a la humanidad, esto es, que la humani-
dad no puede ser infinita, existente por sí misma, eterna y perfecta
en lo absoluto. Poseyendo estos atributos la humanidad dejaría de
ser humana; y por otra parte, ni Dios mismo puede crear una divini-
dad, haciendo a la humanidad divina. Esto es verdad hablando de la
divinidad de Cristo. Si éste cayera bajo las limitaciones de la huma-
nidad, dejaría de ser divino, y ni aun Dios puede destruir la divini-
dad. Por tanto, si Cristo es Dios y hombre, se sigue que no puede ser
una mezcla de ambos, es decir, ninguno. Mientras las Escrituras afir-
man constantemente (como ya lo hemos visto) de toda la Persona, lo
que es verdadero en ella sin distinguir las naturalezas, nunca afirman
que Jo que es de una pertenezca a la otra. Por ejemplo, se dice de la
Persona que es Dios que dio su sangre por su iglesia, mas nunca se
dice que la Divinidad murió o que su humanidad descendió del cielo.
SECCIONES III y IV
37.) Al tercer día se levantó de entre los muertos (I Cor. 15:4.) con el mismo
cuerpo que tenía cuando sufrió, (Juan 20:25,27.) con el cual también ascendió
al cielo donde se sentó a la diestra del Padre. (Mar. 16:19.) Allí intercede por
su pueblo, (Rom. 8:34; Heb. 7:25.) y cuando sea el fin del mundo volverá para
juzgar a los hombres y a los ángeles. (Rom. 14:9, 10; Act. 1:11 y 10:42: Mat.
13:40-42; Jud. 6. Véase II Ped. 2:4.)
ron testigos de ella los once Apóstoles. Act. 1:3.— (d)—Pablo dio su
testimonio independientemente. I Cor. 15:8; Gal. 1.12; Act. 9.3-3.—
(e)—Fueron testigos de ella quinientos hermanos a la vez I Cor. 15:6.
— (f)—La atestiguaron de una manera indirecta los milagros hechos
por los Apóstoles. Heb. 2:4.— (g)—El Espíritu Santo dio otro testi-
monio. Act. 5:32.— (h)—También la comprueba el hecho de haberse
cambiado el descanso del día séptimo al primero de la semana.
La importancia del hecho es fundamental.— (a)—La resurrección
de Cristo era la prenda del cumplimiento de todas las profecías y pro-
mesas de los dos Testamentos.— (b)—Como Cristo se levantó por su
propio poder, confirmó así sus pretensiones de ser el Hijo de Dios.
Juan 2:19; 10:17.—(c)—Era la prueba pública de que el Padre acep-
taba la obra medianera que Cristo había hecho en favor nuestro. Rom.
6:25,— (d)—Es por la resurrección por la que nosotros tenemos abo-
gado para con el Padre. Rom. 8:34.— (e)—Si Cristo vive, también
viviremos nosotros. Juan 14:19; 1 Ped. 1:3-5; I Cor. 15:21-22.— (f)
—La resurrección de Cristo asegura la nuestra. Rom. 8.11; I Cor.
6:15; 15:49; Fil. 3 : 2 1 ; 1 Juan 3:2.*
(2) En ascender al cielo. Esto se verificó cuarenta días después
de su resurrección, en una parte del Monte de los Olivos cerca de Be-
tania, ante la presencia do sus once Apóstoles y tal vez de algunos
otros discípulos. Él ascendió como Mediador triunfante sobre los que
se le oponían y repartiendo dones a sus amigos, Efe. 4:8-12, para
completar su obra medianera como el precursor de su pueblo. Juan
14:2-3; Heb. 6:20, y para llenar el Universo con la manifestación
de su gloria.
(3) En estar sentado a la diestra de Dios Padre, donde intercede
por su pueblo y reina sobre todas las cosas en bien de éste. Los pasa-
jes que hablan de que el Mediador se había de asentar a la diestra
del Padre, son: Sal. 16:11; 1 1 0 : 1 ; Dan. 7:13-14; Mat. 26:64: Mor.
16:19; Juan 5:22; Rom. 8:34; Efe. 1:20-22 Fil. 2:9-11; Col. 3:1,
Heb. 1:3-4; 2 : 9 ; 10:12; I Ped. 3:22; Rev. 5:6. Esta mano derecha
de Dios denota la exaltación oficial del Mediador a la gloria, felicidad
y dominio supremo sobre todo nombre que se nombra. Es, sin embar-
go, un lugar definido, pues el cuerpo y el alma finitos de Cristo deben
estar en un lugar definido donde revela su gloria y ejerce su poder.
Allí intercede por sus redimidos como sacerdote en su trono; Zac.
6:1?, y desde allí les aplica por su Espíritu, la salvación que adquirió
para ellos en su estado de humillación.
SECCIONES V y VI
SECCIÓN VII
SECCIÓN VIII
cia. Estos puntos se han discutido, parte, bajo los capítulos titulados
"Las Santas Escrituras", "Providencia", "El Pacto de Dios con el
Hombre", "Cristo el Mediador", y acabaremos de discutirlos en los
del "Llamamiento", "La Justificación", etc.
3 a Que Cristo aplica y comunica cierta y eficazmente la reden-
ción a TODOS AQUELLOS para quienes la adquirió.
Nuestra Confesión, como ya se habrá observado, enseña explíci-
tamente que Cristo como Sacerdote mediador, hizo la expiación y
compró la salvación para un número definido de personas. Así en el
capítulo III § 6 dice: "Así como Dios ha destinado a los elegidos pa-
ra gloria, de la misma manera, por el propósito libre y eterno de su
voluntad, ha preordenado todos los medios para efectuarla. Aquellos
que han sido electos, habiendo caído en Adam, son redimidos por
C r i s t o . . . Ninguno más será redimido por C r i s t o . . . sino los elegi-
dos solamente". En estas palabras se afirma terminantemente—(a) —
Que Cristo murió sobre la cruz con el objeto de realizar el propósito
eterno de Dios tocante a la elección de algunos individuos para la
vida eterna.— (b)—Que Cristo murió con el objeto de salvar a Jos
elegidos y no a ningún otro.
En el cap. VIII § 5 dice: "El Señor Jesu-Cristo por su obedien-
cia perfecta y por el sacrificio de sí m i s m o . . . alcanzó no sólo la
reconciliación, sino también una herencia eterna en el reino del cielo
para aquellos que el Padre le había dado". Aquí terminantemente se
enseña:—(a)—Que el objeto de la agonía de Cristo no fue sólo hacer
posible la salvación de los hombres, sino alcanzar una reconciliación
verdadera para todos los que el Padre le había dado.— (b)—Que para
estas mismas personas Cristo adquiere de hecho y asegura infalible-
mente, una herencia eterna en el cielo.
En el cap. VIII § 8, dice: "A TODOS AQUELLOS para quienes Cris-
to alcanzó la salvación, Él la aplica comunicándoselas cierta y eficaz-
mente". Cat. May. P. 59, dice: "La redención es aplicada con certeza
y comunicada eficazmente a todos aquellos para quienes Cristo la ad-
quirió". Cuando esta Confesión se escribió, la frase "comprar salva-
ción" se usaba con el significado de esta otra: "hacer Redención
Universal de la Humanidad por el Señor Jesu-Cristo". Así la usó
también el Dr. Isaac Barrow en su sermón titulado "La Doctrina Je
la Redención Universal defendida y explicada"; y el Dr. Henry B.
Smith, en su edición de Hagenbach, Vol. II pp. 356, 357, dice que
nuestra Confesión usó la frase en este sentido.
Toda la verdad sobre este asunto, tal como es enseñada por núes-
CRISTO EL MEDIADOR 141
CUESTIONARIO
40. Pruébese que las dos naturalezas permanecen inmutables y sin mez-
clarse jamás.
41. ¿Cuál es la primera proposición enseñada en las secciones III y IV?
42. ¿Cuál es la segunda?
43. ¿La tercera?
44. ¿La cuarta?
45 ¿La quinta?
46. ¿La sexta?
47. ¿Cuál fue el efecto de la unión hipostática sobre la naturaleza huma-
na de Cristo?
48. ¿Cristo fue Mediador como Dios o como hombre?
49. ¿Quién nombró a Cristo para este oficio, y por la autoridad de quién
obra?
50. ¿En qué sentido está Cristo subordinado al P a d r e ?
51. Pruébese que Cristo aceptó el oficio voluntariamente.
52. ¿En cuáles dos estados diferentes ejecuta Cristo el oficio de Me-
diador?
53. ¿ P o r qué fue su nacimiento un acto de humillación?
54. ¿En qué sentido fue hecho bajo la ley, y en qué sentido la obedeció
perfectamente?
55. ¿Cuál fue el objeto y el significado de su sujeción a las miserias de
esta vida, a la ira de Dios y a la muerte maldita de la crucifixión?
56. ¿Cómo se ha explicado la frase del Credo que dice: "descendió a los
infiernos:
57. ¿Cómo la explica nuestra Confesión?
58. ¿Cómo se prueba el hecho de la resurrección de Cristo?
59. Muéstrese la importancia fundamental de este hecho.
60. ¿Cuándo, cómo y con qué objeto ascendió al cielo?
61. ¿Qué se quiere significar cuando se dice que está sentado a la dies-
tra de Dios?
62. ¿Con qué objeto asumió y ejerce la autoridad y el poder de Mediador?
63. ¿De qué manera, para quiénes, para qué, y con qué resultado hace
su intercesión?
64. ¿Cuál es la primera proposición de las secciones V y V I ?
65. ¿Cuál es la segunda?
66. ¿La tercera?
67. ¿La cuarta?
68. ¿De cuáles dos maneras dio satisfacción Cristo por nosotros?
69. ¿Cómo se sienta esta verdad por el Catecismo de Heidelberg y por la
Fórmula de la Concordia?
70. Pruébese que Cristo satisfizo la justicia de Dios con el más estricto
rigor.
71. ¿Cómo se expresa esta verdad por los artículos de la Iglesia de Ingla-
terra y por el Catecismo del Concilio de Trento?
72. Pruébese que Cristo murió no sólo para alcanzar la reconciliación,
sino también para asegurar una herencia eterna para aquellos a quienes re-
presentaba.
73. Muéstrese que Cristo murió no sólo para hacer posible la salvación,
sino para asegurar una salvación cierta.
144 CONFESIÓN DE FE
74. Enséñese que Cristo murió para salvar un número definido de per-
sonas,
75. Pruébese que la satisfacción que dio Cristo fue de valor para los cre-
yentes que murieron antes de su venida.
76. Pruébese que tanto la humanidad como la divindad de Cristo obran
necesariamente en el desempeño de todas sus funciones medianeras—de pro-
feta, sacerdote y rey.
77. ¿A qué persona deben atribuirse las acciones medianeras del Salvador?
78. ¿Cuál es el primer punto enseñado en la sección VIII?
79. ¿Cuál es el segundo?
80. ¿Cuál el tercero?
81. ¿En qué lugares y de qué modo enseña nuestra Confesión que Cristo
murió con el objeto de salvar un número definido de personas?
82. ¿Cómo enseña nuestra Confesión la suficiencia, validez, lo adaptable y
universal de la oferta de la redención de Cristo?
83. ¿Qué nos enseña cuanto al objeto del Padre y el Hijo en el acto de la
redención?
84. ¿Cómo nos enseña la certeza de su aplicación a los que fueron elegi-
dos desde el principio?
CAPÍTULO IX
EL LIBRE ALBEDRÍO
SECCIÓN I
hombre siempre son como sus deseos. Sus deseos se determinan por
las tendencias, hábitos y gustos permanentes de su carácter. Es res-
ponsable de sus deseos, porque estos son determinados por la natura-
leza y rasgos permanentes de su alma. Es responsable de estos últi-
mos porque ellos son las tendencias y cualidades de su propia natu-
raleza. Si estas son inmorales, él y sus acciones lo son también. Si
son santas él y sus acciones lo serán.
Cuando decimos que el hombre es un agente libre, queremos sig-
nificar— (1)—Que tiene la facultad de producir sus acciones, que se
mueve a sí mismo y no es movido simplemente por lo que está fuera
de él.— (2)—Que siempre se decide a hacer lo que según las aprecia-
ciones presentadas por su inteligencia en un caso y momento dado
desea.— (3)—Que el hombre está dotado con una razón para distin-
guir entre lo falso y lo verdadero; con una conciencia moral para dis-
tingan lo bueno de lo malo, a fin de que sus deseos y sus voliciones
sean racionales y justas. Con todo, estos deseos no son necesariamente
racionales o justos, sino que se forman bajo la luz de la razón y de la
conciencia moral, siendo unas veces contrarios a éstas y otras de
acuerdo con ellas, según sean las disposiciones habituales y perma-
nentes, o el carácter moral del alma.
1:18, 20. También se dice que todos los deberes Cristianos son los
frutos del Espíritu. Gal. 5:22, 23.—(4)—Por la experiencia de todo
verdadero cristiano.— (5)—Por la conciencia de todo pecador con-
vencido. El gran pesar que acompaña a toda verdadera convicción
de pecado, no es principalmente por los pecados cometidos, sino por
la insensibilidad del corazón y la aversión a las cosas divinas, la cual
es la raíz de las transgresiones actuales, que permanece inamovible a
despecho de todo lo que hacemos.— (6)—Y por la experiencia univer-
sal de la raza humana. Si alguno ha poseído la capacidaid suficiente
para cumplir sus deberes religiosos, lo cierto es que nadie la ha
ejercido.
3 a En cuanto al estado a que entran los regenerados por la gra-
cia, nuestra Confesión enseña: (1) que los cristianos regenerados per-
manecen como antes, siendo agentes libres, determinándose siempre
conforme a sus deseos predominantes.— (2)—En el acto de la rege-
neración, el Espíritu Santo implanta una nueva tendencia en los afec-
tos del alma, un nuevo principio o hábito espiritual, que siendo en lo
sucesivo alimentado y dirigido por la presencia y poder del Espíritu,
libra al hombre de su esclavitud natural bajo el pecado, y le capacita
para tener una voluntad dominante que se inclina a lo que es espiri-
tualmente bueno. Mas a causa de la permanencia en el alma de ciertos
hábitos corruptos, se suscita un conflicto entre dos tendencias, de tal
manera, que el cristiano ni quiere ni hace perfectamente lo bueno,
sino que al mismo tiempo que ama lo bueno, quiere lo malo. Estos
puntos serán discutidos en los capítulos X y XIII.
4ª En cuanto al estado de los hombres glorificados en el cielo,
nuestra Confesión enseña que éstos continúan, tanto como antes, sien-
do agentes libres, únicamente que los restos de las antiguas tendencias
corruptas de su naturaleza moral, han sido ya extirpados del todo y
para siempre; y las disposiciones implantadas por la gracia en la rege-
neración, han sido perfeccionadas y todo el ser humano ha llegado a
la medida de las estaturas de la humanidad glorificada de Cristo,
permaneciendo para siempre perfectamente libres y a la vez inmu-
tablemente conformados a la santidad perfecta. Adam fue santo pero
inestable. Los hombres no regenerados son estables pero no santos;
esto es, su impureza es permanente. Los hombres regenerados, tienen
dentro de sí dos tendencias morales opuestas que luchan por el impe-
rio del corazón. Este está repartido entre las dos, hasta que la tenden-
cia impulsada por la gracia gradualmente triunfa. Los hombres glo-
rificados son santos y estables. Empero los hombres de todas estas
clase:3 son libres y por tanto todos son responsables.
152 CONFESIÓN DE FE
CUESTIONARIO
LLAMAMIENTO EFICAZ
SECCIONES I y II
SECCIÓN III
ITT. Los niños elegidos que mueren en la infancia, son regenerados y sal-
vados en Cristo por medio del Espíritu, (Luc. 18:15, 16; Act. 2:38, 39) quien
obra cuándo, dónde y cómo quiere. (Juan 3:8). Lo mismo sucederá con todas
las personas elegidas que sean incapaces de ser llamadas externamente por el
ministerio de la palabra. (Act. 4:12).
SECCIÓN IV
IV. Otras personas no elegidas, aun cuando sean llamadas por el minis-
terio de la palabra (Mat. 22:14) y tengan algunas de las operaciones comunes
del Espíritu, (Mat. 13:20, 21) nunca vienen verdaderamente a Cristo, y por lo
mismo no pueden ser salvas; (Juan 6:64-66 y 8:24) mucho menos pueden. los
que no profesan la religión cristiana, salvarse de alguna otra manera, aun
cuando sean diligentes en ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la
ley de la religión que profesan, (Act. 4:12; Juan 14:6 y 17:3) y el decir y soste-
ner que lo pueden lograr así, es muy pernicioso y detestable. (Juan 10:11;
Gal. 1:8.)
CUESTIONARIO
LA JUSTIFICACIÓN
SECCIONES I y II
I. A los que Dios llama de una manera eficaz, también justifica gratui-
tamente, (Rom. 8:30 y 3:24) no por infundir justicia en ellos sino por perdo-
narles sus pecados; reputando y aceptando sus personas como justas, no por
algo hecho en ellos o por ellos, sino solamente por amor de Cristo; no por im-
putarles como justicia propia la fe, ni el acto de creer, ni alguna otra obe-
diencia evangélica, sino por imputarles la obediencia y satisfacción Je Cristo,
(Rom. 4:5-8 y 3:22, 24, 25, 27, 28, y 5:7-19. II Cor. 5:19,21. Tit. 3:5, 7. Efe.
1:7. Jer. 23:6. Véase I Cor. 1:30, 31. Rom. 5:17-19) y ellos, por su parte, por
la fe la reciben y descansan en Él y en su justicia. Esta fe no la tienen de sí
mismos porque es un don de Dios. (Fil. 3:9. Act. 13:38, 39. Efes. 2:8.)
II. La fe que recibe a Cristo y descansa en él y en su justicia, es el único
medio para alcanzar la justificación. (Juan 1:12. Rom. 3:28. 3:28 y 5:1). Sin em-
bargo, no so halla sola en la persona justificada, sino que siempre va acompaña-
da de todas las demás gracias salvadoras y no es una fe muerta, sino que obra
por el amor. (Sant. 2:17, 22, 26. Gal. 5:6.)
la. Dios justifica sólo a los que llama eficazmente o a los que la
gracia divina ha regenerado. Esto se comprueba.— (1)—Por la decla-
ración expresa de la Escritura: "A los que predestinó, a estos también
llamó, y, a los que llamó, a estos también justificó."—(2)—Por el he-
cho de que el llamamiento eficaz y la justificación son necesarias para
que el creyente se salve, y las dos cosas son actos esenciales por los que
Dios ejecuta su decreto inmutable de elección, el cual será ciertamen-
te eficaz.— (3)—Por el hecho de que sólo los verdaderos creyentes se-
rán justificados, y sólo los que reciban la regeneración serán verdade-
ros creyentes.
2a. En cuanto a su naturaleza, esta justificación es puramente un
acto judicial de Dios como Juez, y por él Dios perdona al creyente
todos sus pecados, y lo estima, acepta y trata como a una persona
justa ante la ley divina. Este punto envuelve dos proposiciones subor-
dinadas.
(1)—La justificación es un acto judicial de Dios por el cual se nos
declara que estamos conformes a las demandas de la ley divina cuan-
to a la condición de vida. Los Romanistas usan la palabra justificación
en un sentido muy vago y general, como incluyendo a la vez perdón
de pecados e infusión de gracia. Los Socinianos y todos aquellos que
enseñan la teoría de la influencia moral de la expiación, consideran a
la justificación como igual a la satisfacción; esto es, como lo que hace
a un hombre personalmente santo. El verdadero significado de la pa-
labra justificación es el que hemos dicho arriba. Este, juntamente con
la doctrina de la fe, era el gran principio de la Reforma, sacado a
luz y tan victoriosamente defendido por Lutero. Podemos comprobar
este significado—(a)—por la significación universal de la palabra jus-
tificar y la palabra griega equivalente usada en el Nuevo Testamento.
Se usa siempre para expresar el acto en que se declara que la conducta
de un hombre está ajustada a las demandas de la ley, mas nunca para
expresar el acto de hacer a alguien santo. Gal. v:16; 3:11.
(b)—En la Biblia se representa siempre a la justificación como lo
contrario a condenación. El extremo opuesto de "santificar", es "man-
cillar", y el opuesto a "justificar" es "condenar". Rom. 8:30-34;
Juan 3:18.
(c)—El significado verdadero de la palabra justificar, se comprue-
LA JUSTIFICACIÓN 165
ficación: "Así que, como por la ofensa de uno vino el juicio sobre to-
dos los hombres para condenación, así también, por la justicia de uno,
el don libre vino sobre todos los hombres para la justificación. Por-
que como por la desobediencia de un hombre muchos fueron hechos
pecadores, así por la obediencia de uno, muchos serán hechos justos.
Rom. 5:18, 19; 10:4; I Cor. 1:30; II Cor. 5 : 2 1 ; Fil. 3:9.
(4)—Las Escrituras también enseñan que en el acto de la justifica-
ción, la justicia de Cristo es imputada a los creyentes. La frase, im-
putar pecado o justicia, en su uso bíblico, significa simplemente poner
a la cuenta, abonarlo al crédito de alguno como base de un proceso
judicial. Se dice que nuestros pecados fueron puestos sobre Cristo,
Isa. 53:6-12; Gal. 3:13; Heb. 9:28; I Ped. 2:4, porque la culpa Je
ellos fue cargada a éste de tal manera, que fueron castigados justa-
mente en él. De un modo semejante la justicia de Cristo se imputa, o
la recompensa que merece es acreditada al creyente, de tal manera
que todos los honores y recompensas pactadas sobre una justicia per-
fecta, pertenecen con toda justicia al pecador justificado. Rom. 4:4-
8; II Cor. 5:19-21. Las palabras usadas en el hebreo y en el griego,
equivalen exactamente a la de "imputar". Véase Gen. 31:15; Lev.
7:18; Num. 18:27-30; Mar. 15:28; Rom. 2:26; 4:3-9; II Cor. 5:19-
Esta doctrina de nuestra Confesión es igual a la de todo el cuer-
po Protestante de Iglesias Reformadas y Luteranas.
Calvino en sus "Institutos", L. 3, cap. 11, § 2, dice "Un hombre
es justificado por la fe, cuando excluyendo toda justicia de obras, se
apropia la justicia de Cristo por medio de la fe, y vistiéndose con aque-
lla, aparece a la vista de Dios, no como pecador, sino como justo."
El Catecismo de Heidelberg, P. 60, dice: "¿Cómo serás justifi-
cado a la vista de Dios? Solamente por una fe verdadera en Cristo,
así que, cuando mi conciencia me acusa de que grandemente he
quebrantado todos los mandamientos de Dios, que no he guardado
ninguno de ellos, y, que soy inclinado a todo lo malo, no obstante esto,
Dios sin ningún mérito mío sino de pura gracia, me concede e imputa
la satisfacción, justicia y santidad perfectas de Cristo".
La Fórmula de la Concordia, Credo Luterano, dice: "Esta justi-
cia que de pura gracia es imputada ante Dios a la fe o al creyente, es
la obediencia, sufrimientos y resurrección de Cristo, por los que expió
nuestros pecados y satisfizo la ley en favor n u e s t r o . . . Sobre cuya
cuenta, su obediencia... nos es imputada; así que Dios sobre la
cuenta de toda esta obediencia. .. remite nuestros pecados, nos reputa
como buenos y justos, dándonos por esto salvación eterna."
168 CONFESIÓN DE FE
han reconocido que sólo la fe justifica, pero que la que existe sola sin
estar asociada con las otras gracias y con el fruto de las buenas obras,
no justificará.
"Las obras" dice Lutero, "no se toman en cuenta en el punto que
toca a la justificación; mas la verdadera fe no dejará de producir
hueras obras, así como el sol mientras sea sol, no dejará de dar luz."
SECCIÓN III
SECCIÓN IV
SECCIÓN V
luz de su rostro sino hasta que se humillen, confiesen sus pecados, pidan perdón
y renueven su fe y arrepentimiento, (Sal. 89:31-33 y 32:5; Mat. 26:75. Véase
Sal. 51:7-12; I Cor. 11:30-32.)
SECCIÓN VI
CUESTIONARIO
2. ¿Cuál es la segunda?
3. ¿La tercera?
4. ¿La cuarta?
5. ¿La quinta?
6. ¿La sexta?
7. ¿Cómo puede probarse que Dios justifica sólo a los regenerados?
8. ¿Cuál es la primera proposición del punto que trata de la naturaleza de
la justificación?
9. ¿Cuál es la opinión romanista sobre este punto?
10. ¿Cuál es la opinión sobre el mismo asunto, de los que sostienen la in-
fluencia moral de la expiación?
11. ¿Cuándo y por quién fue esta verdad defendida y explicada clara-
mente?
12. Pruébese que la justificación es el acto legal en el cual Dios declara
que una persona es justa legalmente, y que no es el acto de la gracia en que
se hace santa a una persona.
13. ¿Cuál es la segunda proposición del punto que trata de la naturaleza de
la justificación?
14. Siéntense la base, naturaleza y efecto del mero perdón.
15. Siéntense la naturaleza, base y efectos de la justificación.
16. Pruébese que la justificación no es un mero perdón.
17. ¿Sobre qué se funda la justificación?
18. ¿Cuál es la opinión arminiana respecto a la naturaleza y base de la
justificación?
19. Siéntese como respuesta la opinión verdadera.
20. Siéntense las pruebas de que la justicia de Cristo imputada y reci-
bida por la fe, es el fundamento verdadero de la justificación.
21. ¿Cuál es el uso bíblico de la frase "imputar" pecado o justicia?
22. ¿Cuál es la base de la justificación según Calvino?
23. ¿Qué enseña sobre este punto el Catecismo de Heidelberg?
24. ¿Qué se enseña sobre el mismo punto en la Fórmula de la Concordia,
Credo Luterano?
25. ¿Qué relación sostiene la fe con la justificación?
26. Pruébese que sólo la fe, y la fe sola, es el instrumento para alcanzar
!a justificación.
27. ¿Qué acto especial de la fe es el medio para alcanzar la justifica-
ción?
28. Pruébese que la fe no es la base de la justificación.
29. Pruébese que la fe es un don de Dios.
30. Si la fe es el único medio para alcanzar la justificación, ¿existe la fe
sola en la experiencia de la persona justificada?
31. ¿Cómo puede conciliarse la doctrina enseñada por Santiago en el
capítulo segundo de su Epístola con lo que enseña Pablo sobre el mismo
asunto?
32. ¿Qué dijo Lutero sobre el particular?
33. ¿Cuál es la primera verdad enseñada en la sección tercera y en dónde
la consideramos ya?
34. ¿Cuál es el segundo principio de grande importancia que se enseña en
conexión con el primero?
LA JUSTIFICACIÓN 173
LA ADOPCIÓN
CUESTIONARIO
LA SANTIFICACIÓN
SECCIONES I, II y III
CUESTIONARIO
25. Hágase lo mismo por las declaraciones de la Escritura y por las bio-
grafías de los hombres bíblicos.
26. ¿En qué sentido se aplica por la Biblia a algunos hombres el epíteto
"perfecto"?
27. ¿A qué se opone el perfeccionismo?
28. ¿Cuál será el fin cierto de la lucha entre la "ley de los miembros" y
la "ley del espíritu"?
29. ¿Cuál es el fundamento de la seguridad de este resultado?
CAPÍTULO XIV
LA FE SALVADORA
SECCIÓN I
SECCIÓN II
II. Por esta fe, el cristianismo cree que es verdad todo lo que se revela en
las Santas Escrituras, porque la autoridad de Dios mismo habla en ellas. (I
Tes. 2:13. I Juan 5:10. Act. 24:14.) Obra de diversas maneras según lo que
rada pasaje particular contiene, produciendo obediencia a los mandamien-
tos, (Rom. 16:26) infundiendo temor ante las amenazas, (Isa. 66:2) y dando
confianza en las promesas de Dios para esta vida y para la venidera; (Heb.
11:13. I Tim. 4:8) pero los principales actos de la fe salvadora, son los de
aceptar, recibir y descansar solamente en Cristo para la justificación, la san-
tificación y la vida eterna en virtud del pacto de gracia. (Juan 1:12. Act. 16:31
y 15:11. Gal. 2.20.)
ánimo que son semejantes, es la de que en todos ellos hay una buena
disposición para dar asentimiento a la verdad presentada. Pero el es-
tado del ánimo que siente plenamente la verdad de una amenaza, debe
ser en algo diferente de la impresión hecha por la verdad de una pro-
mesa. El ver cumplida la verdad de que la gloria de Dios brilla en la
fe de Jesu-Cristo, y el experimentarse esto, no puede ser igual a la
impresión producida por el conocimiento creyente de un deber o de !a
verdad de un hecho histórico.
Fue muy debatido entre los romanistas y los reformadores el punto
de si la fe incluía confianza o no. La respuesta que puede darse como
verdadera, es que la confianza es un elemento íntegro e inseparable
de cada acto de la fe salvadora en lo que esta confianza es apropiada
a la naturaleza del objeto creído. Es claro que muchas proposiciones
de la Escritura no demandan confianza sino sólo fe. En todos los ca-
sos, la fe incluye reconocimiento, aquiescencia o sumisión, según de
lo que se trate. Pero en todos los casos en que la naturaleza de la ver-
dad creída hace legítimo el uso de la confianza, y especialmente en
aquél acto especial de la fe que salva, llamado fe justificadora, la cual
nos une a Cristo y es la raíz y órgano de toda la vida espiritual, !a
confianza es un elemento esencial de aquel estado del ánimo que las
Escrituras llaman fe. Esto se comprobará en la división siguiente.
4 a Aquel acto especial que nos une a Cristo y que es la única
condición e instrumento para alcanzar la justificación, comprende dos
elementos esenciales.
(1)—Asentimiento a todo lo que las Escrituras nos revelan acerca
de la persona, oficios y obra de Cristo.— (a)—La Biblia dice clara-
mente que somos justificados por aquella fe de la que Cristo es el
objeto. Rom. 3:22-25; Gal. 2:16; Fil. 3:9.— ( b ) — La Escritura declara
que el rechazar a Cristo será la causa de la condenación. Juan 3:18-19;
8:24. El asentimiento incluye un reconocimiento intelectual del objeto,
y al mismo tiempo una recepción afectuosa de él. Es un acto de todo
el hombre, —inteligencia, afectos y voluntad— por el cual recibe la
verdad. Este acto especial de fe en Cristo, que asegura la salvación,
es parafraseado con frases como estas: "venir a Cristo", Juan 6:35;
"mirar a él", Isa. 44:22; "recibirle", Juan 1:12, "correr a él para
refugiarse", Heb. 6:18. Todo esto, como se ve, envuelve asentimiento
activo v recepción cordial, y al mismo tiempo un reconocimiento in-
telectual de la verdad.
(2)—El segundo elemento incluido en aquel acto de la fe que sal-
va, es la creencia o confianza implícita en Cristo y sobre Cristo
solamente, para alcanzar todo lo que comprende una salvación com-
190 CONFESIÓN DE FE
SECCIÓN III
CUESTIONARIO
SECCIONES I y II
SECCIONES III, IV y V
SECCIÓN VI
VI. Así como todos los hombres están obligados a confesar privadamente
sus pecados a Dios orando por el perdón de ellos. (Sal. 32:5, 6. Véase Sal. 51:4,
5, 7, 9, 14) pues que haciendo esto y apartándose de ellos hallarán miseri-
cordia, (Prov. 28:13. I Juan 1:9) así también el que escandaliza a su hermano
o a la Iglesia de Cristo, debe estar dispuesto a declarar su arrepentimiento
ron tristeza por su pecado, por medio de una confesión pública o privada, a
aquellos a quienes haya ofendido, íSant. 5:16. Luc. 17:3, 4. Jos. 7:19, Sal. 51)
quienes deberán entonces reconciliarse con él y recibirle en amor, (II Cor.
2;8. Gal. 6:1, 2.)
to, v a Dios por medio de Cristo, I Tim. 2 : 5 ; Juan 14:6; 5:40; Mal.
11:28, y se le ordena el que confiese sus pecados directamente a Dios.
I Juan 1:9. No se le atribuye ninguna función sacerdotal al ministerio
cristiano en el Nuevo Testamento. El poder absoluto de perdonar pe-
cados pertenece a Dios solamente, Mat. 9:2-6, y es incomunicable por
su propia naturaleza. Además, como cuestión de hecho nunca ha sido
entregado tal poder a ninguna clase de hombres. El poder de atar y
desatar que Cristo concedió a su Iglesia, lo entendieron los apóstoles,
según se demuestra por la práctica de ellos, simplemente como un
poder para declarar las condiciones por las cuales Dios perdona el
pecado, y en conformidad con esta declaración, admitir o apartar a
los hombres de las ordenanzas que sellan el pacto.
CUESTIONARIO
SECCIONES I y II
por las obras, y por lo tanto, quiere decir que el género de obras del
cual se habla, brotan sólo de un corazón creyente. Sant. 2:18-22.
3ª Son muchos los efectos y la utilidad de las buenas obras en
la vida del cristiano.— (1)—Expresan la gratitud y manifiestan la gra-
cia de Dios en el creyente, y adornan así la profesión del evangelio.
La fe obra por el amor. Gal. 5:6. Cristo dice que debemos probar
nuestro amor hacia él, guardando sus mandamientos. Juan 14:15, 23.
Como ellas son el fruto del Espíritu, hacen manifiesta la excelencia
del trabajo de éste. I Tim. 2:10; Tit. 2:10.—(2)—Glorifican a Dios.
Si Dios es el autor de ellas (Efe. 2:10), claro está que manifiestan la
excelencia de su gracia, y excitan a todos los que las ven, a estimar y
proclamar la gloria del autor. Mat. 5:16; I Ped. 2:12.— (3)—Como
nacen de la gracia, hacer obras buenas, ejercita la gracia en general,
y cada gracia en particular, según la naturaleza de la obra hecha. Y
así, conforme a la ley universal, el hábito de la gracia, creció con su
ejercicio. La confianza respecto a nuestro estado de gracia, también
crece naturalmente con la fortaleza y evidencia de aquellas gracias
(obras) a que va adherida la promesa de salvación.— (4)—Edifican
a los hermanos. Las buenas obras edifican a los otros, tanto por la
evidencia confirmatoria de la verdad cristiana y del poder de la gracia
divina, como por el poder del ejemplo que induce a los demás a prac-
ticarlas. I Tes. 1:7; I Tim. 4:12; I Ped. 5:3—(5)—Por las mismas
razones, las buenas obras reprueban las cavilaciones y frustran la
oposición de los hombres malvados. I Ped. 2:15.— (6)—Son necesa-
rias para alcanzar la salvación, no en el sentido de que sean un pre-
requisito para la justificación, ni como un grado del progreso del cre-
yente en hacerse de méritos para alcanzar el favor divino, sino frutos
y medios consustanciales de la santificación y glorificación. El alma
que está salva es una alma santa, y alma santa es aquella cuyas facul-
tades están empeñadas en prestar una obediencia llena de amor. La
gracia en el corazón no puede existir sin buenas obras, porque estas
son sus resultados. También las buenas obras no pueden existir sin el
crecimiento de las gracias que son ejercidas en ellas. El cielo no sería
cielo, si no existiera en él una sociedad de almas santas que obedecen
mutuamente la ley del amor en toda buena obra que la ley exige. Efes.
5:25-27; I Tes. 4; 6-7; Rev. 21:27.
SECCIÓN III
III La aptitud que tienen los creyentes para hacer buenas obras, no es
de ellos en ninguna manera, sino enteramente del Espíritu de Cristo, (Juan
15:5, 6. Véase Eze. 36:26, 27) y para que ellos puedan tener esta aptitud, ade-
LAS BUENAS OBRAS 205
más de las gracias que hayan recibido, necesitan el influjo eficaz del mismo
Espíritu Santo que obrará en ellos así el querer como el hacer por su buena
voluntad; (Fil. 2:13 y 4:13. II Cor. 3:5) sin embargo, ellos no deben mostrarse
negligentes, como si no estuviesen obligados a obrar fuera de una moción
especial del Espíritu, sino que deben ser diligentes en despertar la gracia de
Dios que está en ellos. (Fil. 2:12; Heb. 6:11, 12, Isa. 64:7. Véase II Ped. 1:3
5, 10, 11. II Tim. 1:6 y Act. 26:6, 7 con Jud. 20, 21.
SECCIONES IV, V y VI
SECCIÓN VII
VIL Las obras hechas por los hombres no regenerados, aun cuando por
6U naturaleza puedan ser cosas mandadas por Dios y de utilidad para ellos y
para otros, (II Rey. 10:30, 3 1 ; Fil. 1:15, 16, 18) como no proceden de un cora-
zón purificado por la fe, (Heb. 11:4, 6. Véase Gen. 4:3-5) ni son hechas de un
modo recto conforme a la palabra, (I Cor. 13:3; Isa. 1:12) ni con el objeto jus-
to de glorificar a Dios, (Mat. 6:2, 5, 16) ellas son entonces pecaminosas y no
pueden agradar a Dios ni hacer al hombre digno de recibir la gracia de Aquél.
(Age. 2:14; Tit. 1:15 y 3:5; Amós. 5:21, 22; Oseas 1:4; Rom. 9:16). Con todo,
los hombres se hacen más pecaminosos y desagradan más a Dios si descuidan las
buenas obras, (Sal. 14:4 y 36:3; Job. 21:14. Véase Mat. 25:41-43, 45 y 23:23.)
CUESTIONARIO
hacer buenas obras, el creyente necesita que el Espíritu Santo le ayude, ca-
pacite y guíe continuamente.
16. ¿Cuál es la tercera proposición enseñada?
17. Dígase que el cristiano no espera que las influencias del Espíritu San-
to le conduzcan al deber, sino que confiando en la continua ayuda de éste, y
obediencia a la voluntad revelada de Dios, usa con diligencia la gracia que
se le ha dado, esperando recibir toda la que necesita.
18. ¿Cuál es la primera proposición enseñada en las secciones IV, V y VI?
19. ¿Cuál es la segunda?
20. ¿La tercera?
21. ¿Cuáles son las obras de "supererogación"?
22. ¿Cuál es la doctrina romanista cuanto al mérito de las buenas obras
y de las de supererogación?
23. Pruébese, por la naturaleza de la ley moral, por la palabra de Dios y
por los efectos prácticos del sistema romanista, que su doctrina cuanto a las
obras de supererogación es inmoral.
24. Pruébese que las mejores obras de los cristianos son incapaces de re-
sistir el justo juicio de Dios.
25. ¿Sobre qué base son aceptadas por Dios las buenas obras de los cre-
yentes?
26. ¿Cuál es el sentido estricto de la palabra "mérito?"
27. Pruébese que en este sentido ninguna criatura tiene mérito para recibir
algo de la mano de Dios.
28. ¿Cuál es el sentido secundario en que se usa la misma palabra?
29. Pruébese que en ninguno de los dos sentidos puede aplicarse justamente
la palabra a las obras de los cristianos.
30. ¿Qué enseñan las Escrituras cuanto a la relación de las buenas obras
con la recompensa?
31 ¿Por qué son llamados algunos dones de la gracia de Dios, recompensas?
32. ¿Cuál es la primera proposición enseñada por la sección VII?
33. Pruébese que las mejores obras de los hombres no regenerados no sólo
son imperfectas moralmente sino malas, vistas de un modo religioso.
34. Pruébese que ellos cometerán un pecado más grande si dejan de hacerlas
que haciéndolas.
35. ¿Cuál es el primer deber absolutamente necesario de un rebelde con-
tra Dios y Jesucristo?
CAPÍTULO XVII
SECCIONES I, II y III
que sigue: "Si alguno sostiene que el hombre justificado una vez, no
puede caer de la gracia, y entonces, que el que cae y peca, nunca fue
justificado verdaderamente, sea maldito".*
Los protestantes arminianos sostienen que no sólo es posible, sino
sucede con frecuencia, que personas verdaderamente regeneradas, por
su negligencia en el uso de la gracia, y por contristar al Espíritu
Santo por el pecado, caen del todo, y si permanecen así por mucho
tiempo, caen por siempre de la gracia a una reprobación eterna.**
La doctrina calvinista tal como se asienta en este Capítulo de
nuestra confesión, es la de que Dios ha revelado el propósito de su
gracia, de que cada creyente persevere en su fe y obediencia hasta la
muerte; que él quiere que nunca caiga de la gracia y por esta razón
el cristiano nunca caerá.
Es claro de esta afirmación, que esta doctrina no se presta a las
objeciones que con frecuencia se le hacen.— (1)—Es absurdo decir que
no está de acuerdo con la voluntad libre del hombre. Así como Dios
no hace que un hombre venga a Cristo de un modo independiente do
la voluntad del mismo individuo, de la misma manera no le constreñirá
a que permanezca en Cristo contra su libre voluntad. Dios por su gra-
cia hace que el cristiano persevere voluntariamente. Esta es toda la
verdad. Es una verdad preciosa revelada claramente, que a los cris-
tianos partidarios de Arminio les conviene aceptar como lo hacen los
calvinistas, esto es, que Dios puede gobernar, y que de hecho gobierna,
la voluntad libre de su pueblo sin limitar su libertad, haciéndolos
"voluntarios en el día de su poder" y obrando en ellos, "así el querer
como el hacer por su buena voluntad". Sal. 110:3; Fil. 2:13. Los ar-
minianos mismos creen que cuando los santos vayan al cielo, recibirán
la seguridad de que nunca caerán de la gracia, y, sin embargo, no
por esto dejarán de ser perfectamente libres en su voluntad. Si las dos
condiciones pueden armonizarse en el cielo, también pueden serlo aquí
en la tierra.— (2)—Esta doctrina no está expuesta a alimentar un es-
píritu de seguridad carnal, sugiriendo la idea de que si estamos una
vez en la gracia, nunca la perderemos ni seremos condenados, y que
por tanto podemos hacer entonces todo lo que nos plazca. Debe obser-
varse— (a)—que la doctrina verdadera no es que la salvación está se-
gura sí creímos una vez, sino la de que la perseverancia en la santidad
es cierta si hemos creído verdaderamente.— (b)—La probabilidad, y
aun más, la certeza de la salvación individual no es conocida de una
persona sino por su perseverancia en la santidad. Una tendencia que
relaje los esfuerzos vigilantes para crecer en la gracia, por los cuales
la voluntad verdadera del cristiano no caerá totalmente, será una evi-
dencia directa de que no estamos en un estado de gracia, y que las
amenazas de la ley y las invitaciones del Evangelio, y no la perseve-
rancia de los santos, son las verdades especiales aplicables a nuestro
caso—(c)—Esta doctrina no enseña que los esfuerzos persistentes de
nuestra parte, no sean necesarios para asegurar la perseverancia en
la gracia hasta el fin, sino el que estos esfuerzos tienen un éxito se-
guro "porque Dios obra en nosotros así el querer como el hacer por
su buena voluntad". Fil. 2:13.
El hecho de esta perseverancia cierta se enseña distintamente en
la Biblia. Se dice que los creyentes "son guardados por el poder de
Dios por medio de la fe para salvación". Pablo tenía la confianza de
"que el que comenzó en vosotros (en los Filipenses) la buena obra, la
perfeccionará (terminándola completamente) hasta el día de Jesu-
-risto". Fil. 1:6. Jesús dijo: "Yo les doy (a sus ovejas) vida eterna;
y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano".
Juan 10:28; Rom. 9:29.
2ª La base de esta perseverancia cierta no es sólo la voluntad li-
bre de los santos, sino juntamente con ella.— (1)—la inmutabilidad
inherente al decreto eterno de la elección. Vimos en el Cap. III, que
el decreto eterno de Dios sobre la elección, es—(a)—de individuos,—
(b)—a quienes ha escogido para la salvación y al mismo tiempo los
medios para ello.—(c)—que no se funda en la previsión del uso que
ellos liarán de la gracia, sino en el "consejo eterno de su voluntad".—
(d)—Que es inmutable y eficaz con toda certeza. Por esto es que los
elegidos por la gracia perseverarán en ella para la salvación.— (2) —
También la certeza de la perseverancia de los santos descansa en las
provisiones del pacto eterno de gracia. Hemos visto en el Cap. VII,
que las Escrituras enseñan que fue un pacto o consejo personal hecho
en la eternidad entre el Padre y el Hijo como el Fiador de los elegi-
dos, determinando explícitamente—(a)—quienes serían salvos,— (b) —
lo que Cristo haría y sufriría para salvarlos,— (c)—cuándo y cómo
les sería aplicada personalmente la redención de Cristo.— (d)—las ven-
tajas comprendidas en esta salvación, etc. De todo esto se sigue necesa-
riamente que aquellos que están comprendidos en este pacto, no dejarán
de recibir los beneficios concedidos en él. "Mi Padre que me los dio.
mayor que todos es y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Pa-
dre." Juan 10:29—(3)—También se funda en los merecimientos e in-
tercesión de Cristo. Nosotros vimos en el Cap. VIII, que las Escrituras
enseñan que Cristo por su obediencia y sufrimientos vicarios como re-
LA PERSEVERANCIA 217
CUESTIONARIO
SECCIONES I y II
limpio corazón, a los que tienen hambre y sed de justicia, etc. De aquí
es, que cuando se poseen estas gracias en un grado tal que por su po-
der y pureza tengamos la conciencia de su genuinidad, la conclusión
de que estamos unidos a Cristo y que tenemos derecho a hacerlas
nuestras, es pronta e irresistible. También descansa esta seguridad—(3)
—en el testimonio del Espíritu de adopción, que testifica a nuestro es-
píritu que somos hijos de Dios. Este es el lenguaje usado en Rom. 8:
16. La manera como debe entenderse este testimonio del Espíritu
Santo a nuestro espíritu, ha sido muy debatido por los teólogos.
Algunos de estos sostienen que el pasaje citado enseña que el Es-
píritu Santo de un modo misterioso revela directamente a nuestro es-
píritu el hecho de que somos hijos de Dios, de la manera que un
hombre lleva directamente una noticia a otro. Las objeciones a esta
opinión, son las siguientes: Que los cristianos no tienen, ni pueden
tener la conciencia de la introducción de tal testimonio si no es por
medio de la inteligencia, y que en lo que toca al testimonio, que somos
incapaces para distinguir con certeza el testimonio del Espíritu de las
conclusiones de nuestra razón o de las sugestiones de nuestra alma.
Al mismo tiempo, el esperar tal comunicación directa puede engen-
drar el entusiasmo y la presunción. Algunos como un extremo contra-
rio, sostienen que el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu sólo
indirectamente por medio de la evidencia suministrada por las gracias
que él ha puesto en nosotros. Parece ser la opinión verdadera aquella
que dice que el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que
somos los hijos de Dios, por medio de un testimonio que comprende
un número de circunstancias a las cuales combina para llegar a tal fin,
el Espíritu Santo.— (1)—El Espíritu es el Autor de las promesas de la
Escritura y de las señales de carácter que indican las personas a las
cuales pertenecen aquellas promesas.— (2)—El Espíritu es el Autor de
las gracias de los santos, correspondientes a las señales de carácter
que se asocian con las promesas de la Escritura.— (3)—El Espíritu da
al creyente verdadero, y con especialidad a los cristianos eminentes
por su diligencia y fidelidad, la gracia de la iluminación espiritual
para que pueda poseer un conocimiento profundo de su propio carácter
para que pueda juzgar con verdad lo genuino de los dones que posee,
para que pueda interpretar rectamente las promesas y los caracteres
a quien éstas corresponden según la Escritura, de tal manera que
comparando los modelos externos con la experiencia interna, pueda
deducir conclusiones rectas e incuestionables.—(4)—El Espíritu Santo
es el Autor directo de la fe en todos sus grados, así como del amor y
de la esperanza. Entonces, la seguridad completa que es la plenitud
LA SEGURIDAD 223
SECCIONES III y IV
la operación del Espíritu, (I Juan 3:9; Job 13:15; Luc. 22:32; Sal. 73:15 y 51:8,
12; Isa. 51:10) estando preservados entre tanto por estas mismas cosas de la
desesperación completa. (Miq. 7:7, 9; Isa. 54:7, 8).
CUESTIONARIO
LA LEY DE DIOS
SECCIONES I y II
I Dios dio a Adán una ley como un pacto de obras, por la que obligó a
él y a toda su posteridad a una obediencia personal, completa, exacta y per-
petua, prometiéndole la vida por el cumplimiento de ella, y amenazándole con
la muerte si la infringía, dotándole también de poder y de capacidad para
guardarla. (Gen. 1:26 y 2:17; Rom. 2:14, 15; 10.5 a 5.12, 19. Véase Gal. 3:10,
12: Ecle. 7:29 y Job 28:28.)
II. Esta ley, después de la caída, continúa siendo una regla perfecta de
justicia, y como tal fue dada por Dios en el Monte Sinaí en diez mandamien-
tos y escrita en dos tablas. (Sant. 1:25 y 2:10; Rom. 3:19 y 13, 8, 9; Deut. 5:32
y 10:4; Exo. 34:1) Los cuatro primeros mandamientos contienen nuestros debe-
-es para con Dios, y los otros seis, nuestros deberes para con los hombres. (Mat.
22:37-40: Exo. 20:3-17).
bres, y el Salvador dijo que en esto se resumía toda la ley y los profe-
tas. Mat. 22:37-40.
(4)—Cada deber específico enseñado en alguna parte de la Biblia,
puede tener relación más o menos directamente con uno o con otro de
los preceptos generales enseñados en el Decálogo.
Estos mandamientos originalmente fueron escritos por el mismo
dedo de Dios en dos tablas de piedra. Del primero al cuarto contienen
los deberes del hombre para con Dios, y los seis restantes expresan los
deberes que tenemos para con el prójimo. La Iglesia de Roma señala
sólo tres mandamientos en la primera tabla y siete en la segunda. Ellos
unen el primero y el segundo, con el objeto de hacer aparecer que sólo
está prohibida la adoración de dioses falsos y de las imágenes de éstos*
mientras que las imágenes de Dios y de los santos, dicen, no están ex-
cluidos como instrumentos de adoración; y para que el número de man-
damientos no disminuyera, dividieron el décimo en dos; la primera
cláusula la hicieron Nono mandamiento y la segunda Décimo.
La gran regla para interpretar el Decálogo es tener siempre en l¿
mente la idea de que es la ley de Dios y no de los hombres—y que re-
quiere conformidad a ella tanto en el gobierno de los afectos y dispo-
siciones del corazón como en las acciones externas. Cada mandamiento
envuelve un principio general, aplicable a una variedad inmensa de
condiciones particulares, refiriéndose tanto a los motivos y fines de las
acciones como a las acciones mismas. Las reglas de interpretación se
dan en el Cat. May. P. 99, siendo en sustancia como siguen:—(1)—La
ley es perfecta, requiere completa obediencia y condena la más pequeña
deficiencia como pecado.
(2)—Es espiritual tanto en lo que toca a los pensamientos, senti-
mientos, motivos y estado interno del corazón, como a las acciones.
(3)—Cada cosa de las que manda implica una prohibición corres-
pondiente, y cada prohibición, la amenaza que le corresponde; cada
promesa lleva consigo una amenaza y así recíprocamente.
(4)—Que bajo un pecado o deber está prohibido o mandado todo
lo que directa o indirectamente corresponde a su género o es causa o
motivo de ello.
(5)—Que no sólo estamos obligados a cumplir la ley por nosotros
misinos, sino también a ayudar en todo cuanto nos sea posible a que
los demás la cumplan.
SECCIONES III, IV y V
III Además de esta ley llamada ley moral, plugo a Dios dar al pueblo de
Israel, que era la iglesia en su menor edad, leyes ceremoniales que contenían
?34 CONFESIÓN DE FE
varias ordenanzas típicas, ora de culto simbolizando a Cristo, sus gracias, ac-
ciones, sufrimientos y beneficios, (Heb. 10:1 y 9. Gal. 4:1-3. Col. 2:17) ora pro-
clamando diversas instrucciones sobre los deberes morales. (I. Cor. 5:7. II
Cor. 6:17.) Todas aquellas leyes ceremoniales están abrogadas bajo el Nuevo
Testamento. (Col. 2:14, 16, 17. Efe. 2:15, 16.)
IV. A los Israelitas como a un cuerpo político, también les dio algunas
leyes judiciales que expiaron juntamente con el estado político de aquel
pueblo, por lo que ahora no obligan a los otros pueblos sino en lo que la equi-
dad general de ellas lo requiera. (Exo. 21 y 22:1-29. Gen. 49:10. Mat. 5:38, 39.
I Cor. 9:8-10).
V. La ley moral obliga a la obediencia de ella a todos los hombres, tanto
a los justificados como a los que no lo están. (Rom. 13:8, 9. Sant. 1:25; 2:8, LO.
Deut. 5:32 y cap. 10. Ex. 34: I Juan 2:3, 4, 7. Rom. 3:31 y 6:15) y esto no sólo
en consideración a la naturaleza de ella sino también con respecto a la auto-
ridad de Dios el Creador que la dio (Sant. 2:10, 11 y Rom. 13:8, 9 ) . Esta obli-
gación no la ha destruido Cristo en el Evangelio sino antes más bien la ha co-
rroborado. (Mat. 5:18, 19. Sant. 2:8. Rom. 3:31.)
(Tit. 2:14), y ya vimos en el Cap. XVI que sólo son buenas obras las
que se hacen en obediencia a la ley. Por la redención, Cristo también
trajo su pueblo a una obediencia nueva y más elevada, la adornó con
nuevos motivos, y por la gracia de la regeneración y de la santificación.
Él comunica al alma nuevos poderes y fuerza para cumplirla. Algunas
de estas leyes originales, fundadas en la constitución de las cosas, Dios
permitió bajo la dispensación mosaica relajarlas un poco, como en el
caso del matrimonio y del divorcio, pero en todo caso la ley original,
lejos de haber sido abrogada, ha sido restaurada a su prístina extensión
y autoridad por Cristo y sus apóstoles. El sermón en el Monte, con-
signado en los capítulos cinco, seis y siete de Mateo, es una muestra
de la manera en que el espíritu del cristianismo exalta y desarrolla la
letra de la ley mucho más allá de lo que las revelaciones anteriores lo
habían hecho.
Los principios por los cuales determinamos cuáles elementos de la
ley establecida bajo la dispensación antigua, han sido abrogados, y
cuáles permanecen en toda su fuerza en el nuevo plan del Evangelio,
son los siguientes:—(1)—Cuando la obligación continuada de algún
mandamiento se afirma o se reconoce prácticamente en el Nuevo Tes-
tamento, es claro que el cambio de dispensaciones no ha hecho ninguna
alteración en la ley. Las provisiones de la ley moral se reconocen de
un modo constante en el Nuevo Testamento. Por la otra parte, cuando
ellas son explícitamente desechadas, o se implica su derogación por lo
que se enseña en el Nuevo Testamento, es claro que ya no es obli-
gatorio.— (2)—Cuando ninguna información directa sobre la cuestión
puede hallarse en el Nuevo Testamento, un examen cuidadoso de la
razón de la ley puede darnos una buena base para juzgar de su perpe
tuidad. Si la razón original de su establecimiento era universal y per-
manente, y la ley no ha sido explícitamente derogada, entonces con
serva toda su fuerza. Si la razón de la ley era transitoria, su fuerza
también lo era.
La institución mosáica puede verse bajo tres aspectos diferentes.
(1)—Como un pacto nacional y político, por el cual, bajo un go-
bierno teocrático los israelitas venían a ser el pueblo de Jehová, y éste
era su Rey, siendo la iglesia y el estado, idénticos.— (2)—Bajo el otro
aspecto era un pacto legal, porque la ley, que era la condición de vida
en el pacto Adámico, fue establecido con preeminencia en los Diez
Mandamientos, y éstos fueron hechos la base del nuevo contrato de Dios
con su pueblo. Aun el sistema ceremonial, en su letra y aparte de su
aspecto ceremonial, era regla de obras: "Maldito el que no permane-
ciere en todas las palabras de la ley para hacerlas." Deut. 27:26.
236 CONFESIÓN DE FE
SECCIONES VI y VII
VI. Aun cuando los verdaderos creyentes no están bajo la ley como un
pacto de obras para ser justificados o condenados, (Rom. 6:14 y 8:1. Véase
Gal. 4:4, 5 y Act. 13:39) sin embargo, es de gran utilidad tanto para ellos co-
mo para otros, pues como una regla de vida les informa de la voluntad de
Dios y de sus deberes, dirigiéndoles y obligándoles a andar de conformidad
LA LEY DE DIOS 237
con ella, (Rom. 7:12. Sal. 119:5. I Cor. 7:19. Gal. 5:14, 18-23) descubriéndoles
también la corrupción pecaminosa de su naturaleza, corazón y vida. (Rom.
7:7 y 3:20) de tal manera, que cuando ellos se examinan delante de ella, pue-
den llegar a una convicción más íntima de su pecado, se humillarán por él y
le odiarán, (Rom. 7:9, 14, 24) alcanzando también un conocimiento más claro
de la necesidad que tienen de Cristo y de la perfección de la obediencia de
éste (Gal. 3:24. Rom. 8:3, 4 y 7:24, 25). También para los regenerados es útil
la ley moral para restringir su corrupción, tanto porque prohibe el pecado,
(Sant. 2:11. Sal. 119:128) como porque las amenazas de ella sirven para mos-
trar lo que sus pecados aun merecen, y cuáles son las aflicciones que en esta
vida deben esperar por ellos, aun cuando estén libres de la maldición denun-
ciada por la ley. (Esd. 9:13, 14. Sal. 89:30-34). Las promesas de ella, de un mo-
do semejante, manifiestan que Dios aprueba la obediencia y cuáles son Jas
bendiciones que deben esperarse por el cumplimiento de la misma. (Sal.
37:11 y 19:11. Lev. 26:1-14. Efe. 6:2. Mat. 5:5) aunque no sea debido a ellos
por la ley como un pacto de obras; (Gal. 2:16) así que, si un hombre hace
lo bueno y deja de hacer lo malo porque la ley le manda aquello y le prohibe
esto, no es evidencia de que esté bajo la ley, sino bajo la gracia, (Rom. 6: 12,
14. Heb. 12:28, 29. I Ped. 3:8-12. Sal. 34:12-16.)
VII Los usos de la ley ya mencionados, no se oponen a la gracia del
Evangelio, sino que concuerdan armoniosamente con él, (Gal. 3:21. Tit. 2:11-
14,) pues el Espíritu de Cristo subyuga y capacita a la voluntad del hombre
para que alegre y voluntariamente haga lo que de él requiere la voluntad de
Dios revelada en la ley. (Eze. 36:27. Heb. 8:10. Jer. 31:33.)
CUESTIONARIO
SECCIÓN I
I. La libertad que Cristo ha comprado para los creyentes que están bajo
el Evangelio, consiste en la libertad de la culpa del pecado, de la ira conde-
natoria de Dios y de la maldición de la ley moral; (Tit. 2:14. Gal. 3:13) en ser
librados del presente siglo malo, de la servidumbre de Satanás y del dominio
del pecado; (Gal. 1:4. Act. 26:18. Rom. 6:14) en estar libres del mal de las
aflicciones, del aguijón de la muerte, de la victoria del sepulcro y de la con-
denación eterna; (Sal. 119:71. I Cor. 15:56-57. Rom. 8:1) consiste además en
tener libre acceso a Dios, (Rom. 5:2) en prestar obediencia a Él no por un temor
servil, sino con un amor filial y con ánimo voluntario. (Rom. 8:14-15. I Juan
4:8). De todo esto gozaron los creyentes bajo la ley, (Gal. 3:9-14); pero bajo
el Nuevo Testamento la libertad de los cristianos es más amplia porque están
libres de la ley ceremonial a que estaba sujeta la iglesia judaica, (Gal. 5:1 y 4:
1, 3, 6. Act. 15:10) y tienen ahora mayor confianza para presentarse al trono
de la gracia, (Heb. 4:14, 16 y 10:19-20) y gozan de comunicaciones del Espíritu
de Dios más abundantes que aquellas de las cuales participaron los creyentes
bajo la ley. (Juan 7:38-39. II Cor. 3:13, 17-18.)
la. La libertad cristiana que ha sido común a los creyentes que han
vivido en todas las épocas, comprende de un modo especial los elemen-
tos siguientes:—(1)—Libertad de la culpa del pecado y de la maldición
de la ley moral. Esto se verifica, según lo hemos visto en el Capítu-
lo XI, cuando el creyente es justificado. Su culpa se cancela conforme a
los principios de la justicia más estricta, y todas las demandas de la ley
quedan satisfechas por acreditar a la cuenta del creyente la justicia per-
fecta de Jesucristo. La culpa de su pecado ha sido extinguida en la ac-
tualidad, y habiendo sido ya enteramente satisfechas las demandas de !a
ley, ya éstas no le retienen por más tiempo en la esclavitud. "Dios es el
que los JUSTIFICA: ¿quién es el que los condena?" Rom. 8:33, 34
(2)—Son libertados de la esclavitud del pecado que ha sido como
una parte inherente de su naturaleza. Este libramiento comienza en
la regeneración aumenta y se perfecciona por la santificación, como lo
vimos en los Capítulos X y XII. En los miembros de los creyentes que-
da una ley luchando con la ley de la mente, y que muchas veces los
lleva cautivos a la ley del pecado que está en sus miembros; (Rom. 7:
23.) sin embargo, como el Espíritu mora en ellos y obra en los mismos,
así el querer como el hacer por su buena voluntad, esto les asegura de
un modo completo la victoria. Véase Cap. XVII.
(3)—Tienen paz con Dios. Ésta incluye dos beneficios, a saber:
la reconciliación con Dios por medio de la propiciación hecha por nues-
tro Sumo Sacerdote, y la alcanzada por la obra del Espíritu Santo. De
esta manera somos libertados del temor que nos ha atormentado como
242 CONFESIÓN DE FE
* Catecismo del Concilio de Trento, I, 18, 18; Bellarmine Eccle. Mil., ch.
XIV; Catecismo del Concilio de Trento, I, 11, 4.
246 CONFESIÓN DE FE
CUESTIONARIO
SECCIONES I y II
I. La luz de la naturaleza nos enseña que hay un Dios que tiene señorío
y soberanía sobre todo, que es bueno y hace bien a todos, y que por lo mismo
debe ser temido, amado, alabado, invocado, creído de todo corazón, y servi-
do con toda el alma y con todas las fuerzas; (Rom. 1:20; Sal. 119:68; Jer. 10:7;
Sal. 31.23 y 18:3; Rom. 10:12; Sal. 62:8; Jos. 24:14; Mar. 12:33) pero el modo
aceptable de adorar al verdadero Dios ha sido instituido por él mismo, y es-
tá tan determinado por su voluntad revelada, que no se debe adorar a Dios
conforme a las imaginaciones e invenciones de los hombres o a las sugestio-
nes de Satanás, bajo alguna representación visible o de otro modo que no sea
el prescrito en la Santa Escritura. (Deut. 12:32 y 15:1-20; Mat. 15:9 y 4:9, 10;
Exo. 20:4-6).
II. El culto religioso debe rendirse a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,
y a él solamente (Juan 5:23; II Cor. 13:14; Mat. 4:10; Rev. 5:11-13), y no a los
ángeles, santos o a alguna otra criatura; (Col. 2:18; Rev. 19:10; Rom. 1:25) y
desde la caída debe ofrecerse por un mediador, que no puede ser ningún otro
sino Cristo. (Juan 14:6; I Tim. 2:5; Efe. 2:18).
* Concilio de Trento, Sess. 25: "Bonum atque utile esse... ad corum ora-
tiones, opem, auxiliumque confugere". Cat. Rom. III, 2, 10; IV. 5, 8; y III., 2. 8.
EL CULTO Y EL DÍA DE DESCANSO 253
SECCIONES III y IV
III. La oración con acciones de gracias, siendo una parte especial del
culto religioso, (Fil. 4:6) la exige Dios de todos los hombres, (Sal. 65:2) y para
que le sea acepta debe hacerse en el nombre del Hijo, (Juan 14:13, 14) con el
auxilio del Espíritu, (Rom. 8:26) conforme a su voluntad, (I Juan 5:14) con
conocimiento, reverencia, humildad, fervor, fe, amor y perseverancia; (Sal.
47:7; Heb. 12:28; Gen. 18:27; Sant. 5:16 y 1:6, 7; Efes. 6:18; Mar. 11:24; Mat.
6:12. 14, 15; Col. 4:2) y si se hace oralmente, en la lengua vulgar. (I Cor.
14:14)
IV. La oración debe hacerse por todas las cosas legítimas, (I Juan 5:14)
y por toda clase de hombres tanto de los que viven como de los que vivirán;
(I Tim. 2:1, 2) pero no por los muertos (II Sam. 12:21-23; Luc. 16:25, 26 y
Rev. 14:13) ni por aquellos que sabemos han cometido pecado de muerte. (I
Juan 5:16.)
EL CULTO Y EL DÍA DE DESCANSO 255
SECCIONES V y VI
ligioso están limitados a un lugar, ni son más o menos aceptables por razón
de las personas que las dirigen, (Juan 4:21) sino que Dios debe ser adorado en
todas partes (Mal. 1:11; Tim. 2:8) en espíritu y en verdad, (Juan 4:23, 24.)
tanto en lo privado entre las familias (Jer. 10:25; Job 1:5; II Sam. 6:18, 20.)
diariamente (Mat. 6:11; Jos. 24:15) y en lo secreto cada uno por sí mismo,
(Mat. 6:6; Efes. 6:18) como de una manera más solemne en las reuniones pú-
blicas que no deben descuidarse ni dejarse u olvidarse voluntariamente cuan-
do Dios por su palabra y providencia nos llama a ellas. (Isa. 56:7 Heb. 10:25;
Prov. 8:34; Act. 2:42).
VIII. Este reposo se guarda santo para el Señor, cuando el hombre des-
pués de la debida preparación de su alma y arreglados con anticipación to-
dos sus negocios ordinarios, no solamente guarda un santo descanso en todo
el día de sus propias obras, palabras y pensamientos, acerca de sus empleos
y recreaciones mundanales, (Exo. 16:23, 25, 26, 29, 30 y 31:15, 16; Isa. 58:13;
Nehe. 13:15-22) sino que también emplea todo el tiempo en los ejercicios de
culto público o privados, y en los deberes de piedad y misericordia. (Isa.
58:13; Mat. 12:1-13).
CUESTIONARIO
3. ¿Cuál es la tercera?
4. ¿Cuál es la cuarta?
5. Muéstrese que es un dictado de la conciencia natural el que Dios sea
adorado.
6. ¿Cuáles son los fundamentos de esta obligación?
7. Muéstrense las razones por las cuales sólo debemos adorar a Dios de
la manera que él lo ha prescrito.
8. ¿Conforme a nuestra Confesión, Dios deja a nuestra voluntad el mo-
do de adorarle?
9. Dígase quién es el único objeto digno de adoración.
10. Muéstrese que desde la caída los hombres no pueden acercarse a Dios
sino por el oficio de un Mediador.
11. ¿Qué enseñan los tipos de doctrina de la Iglesia romana respecto a la
adoración, invocación de la Virgen, santos y ángeles?
12. ¿Qué distinción hacen ellos entre los diferentes cultos ofrecidos a Dios
y a las criaturas?
13. ¿Qué distinción hacen entre los cultos ofrecidos a las imágenes ó pin-
turas y a las personas representadas?
14. Muéstrese que el culto a los santos, no lo manda ni lo aprueba la ra-
zón, y que está prohibido.
15. Hágase lo mismo respectó al culto de las imágenes.
16. Muéstrese que los romanistas no se diferencian de los idólatras.
17 Enséñese que es un absurdo la invocación de los santos.
18 Pruébese que los santos y ángeles no son mediadores entre nosotros y
Dios, y entre nosotros y Cristo.
19. ¿Qué pasa a enseñar la Confesión en las secciones tercera y cuarta de
este Capítulo?
20. ¿Cuál es la primera proposición enseñada en esta parte?
21. ¿En qué sentidos se emplea la palabra oración?
22. ¿Qué elementos comprende la oración en su sentido más extenso?
23. Conforme a nuestra Confesión, ¿quiénes deben orar?
24. Muéstrese que aun los no regenerados deben orar.
25. Muéstrese que para que la oración sea aceptable debe ofrecerse por
Cristo.
26. Enséñese que debe ofrecerse con la ayuda del Espíritu Santo.
27. ¿Qué estado es necesario en la mente para acercarse a Dios por la
oración?
28. ¿Por qué debe ofrecerse en lengua conocida toda oración hecha en com-
pañía de otros?
29. ¿Qué se dice cuanto a los objetos que podemos pedir?
30. ¿Las cosas lícitas deben tener precedencia en nuestras oraciones, y
por qué?
31 ¿Qué relación deben sostener los deseos expresados en nuestra oración
con la voluntad de Dios?
32. ¿Por quiénes debemos interceder?
33. ¿Por qué es bueno orar por los que aún no nacen?
34. ¿Cuál es la doctrina romanista cuanto al estado intermedio y a las
oraciones por los muertos?
35. Pruébese que su doctrina es falsa.
264 CONFESIÓN DE FE
36. ¿De cuáles dos clases generales de culto se habla en las secciones quinta
y sexta?
37. ¿En cuáles dos clases se subdividen los actos de culto regular?
38 ¿De qué elementos debe componerse el culto regular y público?
39. ¿De qué no depende la aceptabilidad de este culto?
40. ¿En qué se funda?
41. ¿Qué enseña nuestro Directorio de Culto en cuanto al culto privado?
42. ¿Qué enseña en cuanto al culto de familia?
43. ¿Qué en cuanto a la instrucción de los niños y criados, en cuanto a la3
personas sobre quienes descansa este deber y el tiempo en que debe desempe-
ñarse?
44. ¿Por cuáles actos especiales de culto puede adorarse a Dios?
45. ¿Cómo pueden clasificarse las diferentes leyes de Dios?
46. ¿A cuál clase pertenece la ley del descanso?
47. Muéstrense los diferentes fines para los cuales puede servir el día de!
Descanso.
48. Muéstrese que la naturaleza de estos fines para los que es designado,
son perpetuos y universales.
49 Enséñese que el Descanso fue establecido originalmente para todo el
género humano y que no era una institución peculiar de los judíos.
50. Muéstrese lo mismo por la historia de su promulgación y observancia.
51. ¿Cuáles elementos de la ley del Descanso son puramente positivos?
52. ¿Cuándo y por qué se cambió el tiempo de su observancia del sépti-
mo al primer día de la semana?
53. Siéntense las razones por las que creemos que este cambio fue según
la voluntad de Dios.
54. Siéntese el primer principio general que determina la manera cómo debe
observarse el Descanso.
55. Siéntese el segundo principio general que determina lo mismo.
56 ¿Por qué debe consagrarse todo el día a los fines para los que fue ins-
tituido?
57. Siéntense las excepciones permitidas.
CAPÍTULO XXII
SECCIONES I, II, II y IV
eso Josué guardó el juramento que hizo a los Gabaonitas, aun cuando
fue engañado por ellos. Jos. 9:3-29 *.
SECCIONES V, VI y VII
válidos cuando son hechos por un niño u otra persona que está some
tida a otra autoridad o destituida del derecho de obligarse a sí misma
Num. 30:1-8. Tampoco pueden seguir obligando en los casos en quo
su observancia es claramente contraria a nuestros intereses espiritua-
les, porque entonces podemos decir que Dios no lo quiere, y una
promesa no obliga cuando la parte a quien se hace no desea guar-
darla.
Cuando la materia del voto no sea ilícita, sino indiferente consi-
derada en lo moral, el voto es obligatorio, pero la experiencia prueba
que es perjudicial acumular tales obligaciones. La palabra de D i o ,
que es la Biblia, nos impone por autoridad de Dios todo lo que es
su voluntad o lo que está en nuestro propio interés guardar. El mul-
tiplicar deberes impuestos por nosotros mismos, le deshonra a él y nos
embaraza, poniendo en peligro nuestra seguridad. Es mejor que los
votos sean restringidos por la admisión voluntaria y por la promesa de
observar con la ayuda de la gracia divina, los deberes impuestos por
Dios y revelados plenamente en la Biblia.
CUESTIONARIO
EL MAGISTRADO CIVIL
SECCIONES I y II
SECCIONES III y IV
guiar y una disciplina en su iglesia, ninguna ley de cuerpo político alguno de-
berá entrometerse con ella, estorbando o limitando los ejercicios debidos que
verifiquen los miembros voluntarios de alguna denominación de cristianos
conforme a su propia confesión y creencia. (Sal. 105:15; Act. 17:14, 15.) Es el
deber de los magistrados civiles proteger las personas y buen nombre de todo
su pueblo de tal manera que no se permita a ninguna persona que so pretexto
de religión o incredulidad haga alguna indignidad, violencia, abuso o injuria
a otra persona cualquiera; debiendo procurar además que toda reunión ecle-
siástica religiosa se verifique sin molestia o disturbio. (II Sam. 2 3 : 3 : I Tim. 2:
1, 2: Rom. 13:4.)
IV. Es el deber del pueblo orar por los magistrados, (I Tim. 2 : 1 , 2 : 1 , 2.) hon-
rar sus personas. (I Ped. 2:17,) pagarles tributo y otros derechos., (Rom. 13:6,
7.) obedecer sus mandatos legales y estar sujetos a su autoridad por causa de
la conciencia. (Rom. 13:5; Tit. 3:1.) La incredulidad o diferencia de religión
no hace vana la autoridad legal y justa del magistrado, ni libra al pueblo del
deber de la obediencia, (I Ped. 2: 13, 14, 16.) de la cual las personas eclesiás
ticas no están exentas; (Rom. 1 3 : 1 ; Act. 25:10, 11.) mucho menos tiene el Papa
algún poder o jurisdicción sobre los poderes civiles en los dominios de éstos
ni sobre alguno de los de su pueblo, y mucho menos tiene poder para q u i t ó -
les la vida o sus dominios por juzgarlos herejes o bajo cualquier otro pretexto,
(II Tes. 2:4. Rev. 13:15-18.)
CUESTIONARIO
MATRIMONIO Y DIVORCIO
SECCIONES I, II y III
SECCIONES IV, V y VI
sible, ni es cosa que puedan autorizar las leyes humanas o las decisio-
nes de los tribunales, porque tales matrimonios, aun cuando así se
pretenda, son nulos—ad initio—inválidos en la esencia y así mismo
impropios y perjudiciales. Mientras los grados de parentesco dentro
de los cuales está prohibido el matrimonio, difieren según la proxi-
midad, así el delito del incesto difiere conforme a estos grados, desde-
la más pequeña hasta la más grande criminalidad. La obligación de
evitar los casamientos entre los parientes cercanos, es tanto un dicta-
do de la naturaleza como de la Palabra de Dios.
La única ley sobre el particular, que encontramos en la Biblia, es
la ley Levítica consignada en Lev. 20:10-21. Si esta ley es aun
obligatoria, lleva consigo el principio de que un hombre comete inces-
to si tomare una pariente consanguínea a su esposa muerta. Si esta
ley no es ya obligatoria, entonces no queda ley sobre el particular, más
que la ley natural.
La Iglesia de Roma y la Griega admiten que esta ley es aún obli-
gatoria, por que la razón de la ley descansa en relaciones permanen-
tes y no sobre alguna circunstancia especial de la sociedad de los
Judíos. Todas las ramas de la Iglesia Protestante—Episcopal, Luterana
y Presbiteriana—sostienen el mismo principio en sus Confesiones de
Fé v en sus cánones de disciplina. Así lo aseguran estas secciones de
nuestra Confesión. Mas existe una gran diversidad de sentimientos y
prácticas sobre el particular entre las diferentes partes de nuestra Igle-
sia, v p a r a la mayor parte la insistencia sobre esta regla se ha dejado
a la discreción de la mayoría de cada tribunal. Se han hecho esfuerzos
(en la Asamblea General) en los años de 1826, 1827, 1843, 1845 y
1847 * a fin de cambiar esta sección, pero no se ha llegado a ningún
resultado.**
2ª La ley divina cuanto al DIVORCIO es, que el matrimonio se con-
trae [para toda la vida entre un hombre y una mujer, y que se di-
suelve ipso facto, sólo por la muerte Rom. 7:2-3 y que los únicos casos
nor los cuales la autoridad civil puede disolver la unión de aquellos
a quienes Dios ha juntado, únicamente s o n — ( a ) — e l adulterio,— (b)
—el de deserción voluntaria, infundada e irremediable.
( 1 ) — L a s únicas causas por las cuales es lícito el divorcio, son—
(a) el adulterio; así lo dice terminante el Señor Mat. 5 : 3 1 — 3 2 ; 19:9
y (b) la de deserción voluntaria, infundada e irremediable. Esto se
enseña por Pablo al esposo o esposa cristiana de quien se hubiera se
parado la parte gentil. I Cor. 7:15. La razón del caso es evidente, por-
que tal razón siendo total e incurable, hace al matrimonio una pa-
labra vacía, sin ningún valor en la realidad, y, siendo sin causa, deja
a la parte desertora sin derecho para defenderse.
v2)—Tales causas, sin embargo, no disuelven ipso facto la cade-
na del matrimonio, sino solamente dan a la parte inocente el derecho,
si ella así lo quiere, para pedir que la unión sea disuelta por autori-
dad competente. Y si pide la disolución, no son dejados a su propia
prudencia, sino deben buscar la vindicación de sus derechos de manos
de las autoridades públicas, y conforme a las leyes del país.
(3)—Sin embargo, la ley civil no tiene autoridad para conceder
divorcio, sino es sobre las bases indicadas arriba y establecidas por
la ley de Dios. Si no se hace así, como de hecho no siempre se hace,
la autoridad civil se pone en conflicto directo con la ley de Dios sobre
el caso. Por esto es que todos los tribunales y los cristianos, están
obligados en tales casos a no respetar el juicio de la autoridad civil,
y a considerar y tratar tales divorcios ilegales como nulos y sin valor.
Si las partes de un matrimonio disuelto contra derecho, se casaren otra
vez, deben ser consideradas y tratadas por los que temen a Dios, como
viviendo, en dichos matrimonios nuevos, en pecado mortal. Mat. 19:
8,9: Act. 4:19:5:29.
CUESTIONARIO
LA IGLESIA
SECCIONES I, II y III
SECCIONES IV, V y VI
IV. Esta Iglesia católica ha sido más visible en unos tiempos que en otros,
(Rom. 11:3, 4; Rev. 12: 6-14; Act. 9:31) y las iglesias particulares que son par-
tes de ella, son más o menos puras según que enseñan y reciben en ellas las
doctrinas del Evangelio, se administran las ordenanzas y se celebra con ma-
yor o menor pureza el culto público. (I Cor. 5:6, 7: Rev. 2 y 3 ) .
V. Las más puras Iglesias bajo del cielo están expuestas a errar y a co-
rromperse, (I Cor. 13:12; Mat. 13:24-30, 47; Rev. 2 y 3) y algunas han dege-
nerado tanto que han venido a ser no Iglesias de Cristo sino sinagogas de Sa
tanas. (Rev. 18:2. Rom. 11:18-22.) Sin embargo, siempre habrá una Iglesia en
la tiene que adore a Dios conforme a su voluntad. (Mat. 16:18 y 28:19-20,
Sal. 1C2:28.)
VI. No hay otra cabeza de la Iglesia más del Señor Jesucristo, (Col.
1:18, Efe. 1:22) ni puede el Papa de Roma ser cabeza de ella en ningún sen-
tido, porque es aquel anticristo, aquel hombre de pecado, que se ensalza en
la Iglesia contra Cristo y contra todo lo que se llama Dios. (Mat. 23-8-10. II[
Tes. 2:3-4, etc.)
LA IGLESIA 293
CUESTIONARIO
SECCIONES I, II y III
CUESTIONARIO
6. ¿El quinto?
7. ¿Cuál es el fundamento de la unión entre el creyente y Cristo?
8. ¿Cuáles tres puntos se enseñan aquí en cuanto a la naturaleza de esa
unión:
9. ¿Qué se quiere significar cuando se dice que es federal?
10- Y, ¿qué cuando se dice que es vital y espiritual?
11. ¿Por qué se dice que envuelve a toda la persona?
12. ¿Cómo se verifica esta unión?
13. ¿Cuál es el oficio del Espíritu Santo con respecto a ella?
14. ¿Cuál es el oficio de la fe para el mismo caso?
15. ¿Por cuáles símiles se ilustra esta unión?
16. ¿Por qué se califica esta unión de mística?
17. ¿En qué sentido no es misteriosa y qué es lo que no se envuelve
en ella?
18. ¿Cuál es la consecuencia práctica de nuestra unión con Cristo?
19. ¿En qué respectos tiene el creyente comunión con Cristo?
20. ¿En qué respectos tiene Cristo comunión con el creyente?
21. ¿Qué se sigue si todos los creyentes están unidos a Cristo?
22. ¿Cuál es la opinión romanista y la de los ritualistas, y cuál es la ver-
dadera en cuanto al camino por el que los miembros individuales se unen a
Cristo?
23. ¿Cómo puede determinarse la presencia del Espíritu Santo?
24. ¿Cuál es la gran consecuencia práctica que nace de la unión de todos
los sanios en uno?
25. Siéntense los particulares principales que se envuelven en la comu-
nión de los santos.
26. ¿Qué deberes prácticos de éstos pertenecen a cada rama de la Iglesia
con referencia a cada una de las otras?
27. ¿Cuáles deberes principales de estos pertenecen a los que profesan la
relie ion verdadera con respecto a sus compañeros?
28. ¿Cuál es la regla para guiarnos sobre esta materia?
29. ¿A cuáles consecuencias nos conduce esta doctrina?
CAPÍTULO XXVII
LOS SACRAMENTOS
SECCIONES I y II
I. Los Sacramentos son signos y sellos santos del pacto de gracia (Rom.
4:11; Gen. 17:7.) instituidos directamente por Dios (Mat. 28:19; I Cor. 11:23
para simbolizar a Cristo y a sus beneficios y para confirmar nuestro interés
en él, (I Cor. 10:16 y 11:25, 26; Gal. 3:27.) y también para hacer una distinción
visible de aquellos que pertenecen a la Iglesia y los que son del mundo, (Exo.
12; 48; I Cor. 10:21.) y para obligar solemnemente a aquéllos al servicio de
Dios en Cristo conforme a su palabra. (Rom. 6:3, 4; I Cor. 10:2-16.)
II. En todo sacramento hay una relación espiritual o unión sacramental
entre el signo y la cosa significada, de donde resulta que los nombres y efec-
tos del upo se atribuyen al otro. (Gen. 17:10; Mat. 26:27, 28; Tit. 3:5).
SECCIÓN III
SECCIÓN IV
SECCIÓN V
CUESTIONARIO
EL BAUTISMO
ses, es verter agua sobre ellas. Los ricos tienen siervos cuya ocupación
es verter el agua sobre las manos. Los pobres vierten el agua con sus
propias manos.
(4)—Cuando los discípulos de Juan disputaban acerca del bautis-
mo, se dice claramente que disputaban acerca de la purificación. Juan
3:22; 4 : 3 .
(5)—La misma idea se expresa uniformemente por la palabra
bautismo o bautismos en el Nuevo Testamento. En Mar. 7:2-8 leemos
del bautismo de las copas, ollas, vasos de bronce y mesas (lechos so-
bre los que varias personas se reclinaban en la mesa.) Estas cosas no
podían ser sumergidas, y por lo tanto no lo eran. El objeto de todo este
servicio no era sepultar sino purificar. En Heb. 9:10, dice Pablo que
el primer tabernáculo "consistía" sólo en viandas y bebidas, y en di-
versos bautismos; "y más adelante en los versos 13,19, 21, el especi-
fica algunos de aquellos bautismos" "porque si la sangre de los toros
y de los machos cabríos, y la ceniza de la becerra rociada a los in-
mundos, santifica para la purificación de la carne", y "Moisés roció
al mismo libro y también a todo el pueblo, el tabernáculo y a todos los
vasos del ministerio".
(6)—El bautismo con agua es emblema del bautismo por el Espí-
ritu Santo, cuyo fin es la purificación. Luc. 3:16; Mat. 3 : 1 1 ; Mar. 1:
8; Juan 1:26, 3 3 ; Act. 1:5; 11:16. Al bautismo espiritual se !e lla-
ma "el lavamiento de la regeneración y renovación del Espíritu San-
to". Tit 3:5. El bautismo con agua simboliza al bautismo por el Es-
píritu Santo. Pero el bautismo del Espíritu Santo nos une a Cristo, y
nos hace uno con él en su muerte, en su resurrección, en su nueva vi-
da para con Dios, en su justicia, herencia, etc., etc. El bautismo espi-
ritual lleva consigo todos estos resultados, y el agua bautismal repre-
senta al bautismo espiritual; por esto se dice, ser bautizados en Cris-
to, en su muerte, en su cuerpo, sepultados con él, levantándose con
él, como andando con él en novedad de vida; vestidos de Cristo (como
de una vestidura) ser plantados juntamente con él (como un árbol)
etc. Nada de esto tiene que ver con el modo del bautismo, porque es un
absurdo suponer que la misma acción puede al mismo tiempo simboli-
zar cosas tan diferentes como sepultar, ponerse vestidos y plantar ár-
boles. La cosa verdadera es, que el lavamiento con agua representa el
lavamiento del Espíritu. El lavamiento del Espíritu nos une a Cristo,
y la unión con Cristo trae todos los resultados mencionados arriba.
(7)—El bautismo del Espíritu Santo, del cual el bautismo con
agua es un emblema, nunca se representa en la Escritura como una
"inmersión", sino siempre como "derramamiento" o "rociamiento".
318 CONFESIÓN DE FE
Act. 2:1-4, 32, 3 3 ; 10:44- 4 8 ; 11:15, 16. Del don del Espíritu San-
to se dice que "vino del cielo", "fue derramado", "despedido", caído
sobre ellos. "Empero él rociará muchas gentes". Isa. 52:15. Eze.
36:25, 27. "Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis limpiados",
etc. Joel. 2:28, 29, "Derramaré mi Espíritu sobre toda carne".
(8)—La manera dominante y universal de hacer el rito de la pu-
rificación entre los judíos de cuya analogía fue tomado el bautismo
cristiano, fue por rociamiento y no por inmersión. Las manos y los
pies de los sacerdotes eran lavados junto al mar de bronce de donde
salía el agua por tubos o llaves. Exo. 30:18, 2 1 ; II Cro. 4 : 6 ; 1 Rey.
7:27-39. Véase también Lev. 8:30; 14:7, 5 1 ; Ex. 24:5-8; Num. 8:
6, 7; Heb. 9:12-22.
(9)—En I Cor. se dice que los israelitas fueron bautizados con
Moisés "en la nube y en el mar". Comp. Ex. 14:19-31. Pero los
Egipcios que fueron sumergidos no fueron bautizados, y los israelitas
que fueron bautizados no fueron sumergidos. Dr. Carson (p. 413)
dice que Moisés tuvo "una inmersión en seco". En I Ped. 3:20- 21,
se dice que el bautismo era el antitipo de la salvación de las ocho per-
sonas en el arca. El punto capital de su salvación consistió en que no
fueron sumergidos.
- ( 1 0 ) — E n t r e los casos consignados de bautismo celebrados por
Juan el Bautista y por los apóstoles, no hay alguno en que se asegure
Ja inmersión, mientras hay muchos en los cuales ésta es improbable.
— (a)—Porque los apóstoles que bautizaban y los primeros conversos
que se bautizaron eran judíos, acostumbrados a purificarse por el ro-
ciamiento y la afusión.— (b)—Por lo grande de las multitudes bauti-
zadas en aquel tiempo, la conocida escaséz de agua en Jerusalem y por
el modo general como se habla de ello. El Eunuco fue bautizado a la
orilla del camino en un lugar desierto. Tres mil fueron bautizados en
un solo día en Jerusalem, ciudad reseca, donde se necesita reunir en
tanques y en cisternas el agua de la lluvia. Lo grande de las multi-
tudes que acudían a Juan. El carcelero bautizado a media noche en la
prisión. Pablo fue bautizado junto al lecho. Ananias le dijo: "Le-
vántate y sé bautizado", y "levantándose Pablo fue bautizado". Act.
9:18; 2 2 ; 16.— (c)—Las primeras pinturas representativas del bautis-
mo, que datan del segundo y tercer siglo, indican todas que la manera
de aplicar el agua al cuerpo del bautizado, era por afusión.— (d) —
En el tiempo presente se hace así de un modo general en las Iglesias
Orientales.
El que es esencial que este lavamiento se haga en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es claro—(1)—por el manda-
EL BAUTISMO 319
SECCIÓN IV
SECCIONES V, VI y VII
V. Aun cuando el menosprecio o descuido de esta ordenanza es un pe-
cado grave, (Luc. 7:30. Exo. 4:24-26) sin embargo, la gracia y la salvación
no están tan inseparablemente unidas a la misma, que no pueda alguna per-
sona ser regenerada o salvada sin ella, (Rom. 4: 11. Act. 10: 2, 4, 22, 31, 45,
47) ni tampoco sucede que todos los que son bautizados sean regenerados
efectivamente. (Act. 8: 13, 23).
VI. La eficacia del bautismo no se limita al momento en que se admi-
nistra (Juan 3: 5, 8) ; sin embargo, por el uso propio de esta ordenanza, la gra-
cia prometida no solamente se ofrece, sino que en debido tiempo realmente
se exhibe y confiere por el Espíritu Santo a aquellos (sean adultos o infan-
tes) a quienes pertenece la gracia, según el consejo de la propia voluntad de
Dios. (Gal. 3: 27).
VII. El sacramento del bautismo no debe administrarse a la misma persona
más de una vez. (Tit. 3 : 5.)
NOTA.—No hay mandato ni ejemplo adecuado de la repetición del bau
tismo.
gracia transferida por el sacramento debe ser poseída por los adultos
come un requisito previo para el bautismo, y con frecuencia subse-
cuentemente por medio de otros canales.
( f ) — Así es que la necesidad de ser bautizado se desprende del
mandato divino. La obediencia es necesaria cuando existe el conoci-
miento.— (2)—Es el método propio y eficiente de hacer una profesión
de fe y fidelidad a Cristo.— (3)—Ayuda eminentemente como medio
de gracia.
Este bautismo no debe administrarse más de una vez a la misma
persona. Eso debe ser así—(1)—por la significación simbólica del ri-
to. Significa regeneración espiritual—el principio de la vida divina.
—Esta, de contado, no puede tener más de un principio.—(2)—Es el
rito de iniciación en la Iglesia Cristiana, y como no hay ninguno para
salir de ella una vez que se entró, así no hay provisión para volver de
nuevo.— (3)—Los apóstoles sólo bautizaron una vez al mismo indi-
viduo.
CUESTIONARIO
17. ¿ E n qué sentido fue usado el término bautismo por los discípulos de
Juan?
18. ¿ E n qué sentido se usa generalmente "bautismo" 'o "bautismos" en
el Nuevo Testamento?
19. ¿De qué es emblemática el agua del bautismo?
20. ¿Qué consecuencias lleva consigo el bautismo del Espíritu Santo?
21. ¿ P o r qué se nos dice que somos "sepultados con Cristo en el bautis-
mo", etc., etc.?
22. ¿ E n qué términos se expresa el bautismo del Espíritu Santo en la Es-
critura; como una inmersión o como "afusión" o "aspersión"?
23. ¿Cuál era el modo generalmente adoptado por los judíos para el rito
de la purificación?
24. ¿Qué luz da I. Cor. 10: 12, y I. Ped. 3: 20 sobre este punto?
25. ¿Se dice que Juan el Bautista o los apóstoles de Cristo hayan bauti-
zado por inmersión?
26. Tomando en cuenta todas las circunstancias consignadas en varios bau-
tismos, ¿de qué parte está la probabilidad?
27. ¿ P o r qué es esencial que este rito sea hecho en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo?
28. ¿Cuál fue el primer objeto del bautismo?
29. ¿Cuál es el segundo?
30. ¿Qué enseñan nuestros tipos de doctrina sobre los requisitos indis
pensables para administrar el bautismo a los adultos?
31. ¿Qué pueden requerir y juzgar competentemente el pastor y el Con-
sistorio de la Iglesia?
32. En último caso, ¿sobre quién recae la responsabilidad?
33. ¿Qué deben requerir las iglesias de los que reciben el bautismo, en
adición a una profesión de fe creíble?
34. ¿Cómo puede mostrarse que tales requerimientos son ingarantizables?
35. ¿Qué enseñan nuestros tipos de doctrina en cuanto al derecho de los ni-
ños para ser bautizados?
36. Siéntese el argumento derivado de la constitución de la naturaleza
humana y de la providencia ordinaria de Dios.
37. Hágase lo mismo del hecho de que todos los pactos de Dios con la hu-
manidad incluyen tanto a los niños como a los padres.
38. Pruébese que la Iglesia del Evangelio existió bajo el Antiguo Testa-
mento.
39. Pruébese que la fe era la condición de salvación tanto entonces como
ahora.
40. Pruébese que la circuncisión tenía la misma significación espiritual que
tiene ahora el bautismo.
41 Pruébese que la Iglesia es idénticamente la misma en la nueva dispen-
sación como en la antigua.
43. Pruébese que los niños fueron reconocidos como miembros de la antigua
Iglesia desde su principio, y muéstrese cómo ahora el bautismo de los niños se
sigue como una consecuencia necesaria.
44. Muéstrese que Cristo y sus apóstoles siempre hablaron y trataron a los
niños bajo la idea de que eran miembros de la Iglesia.
328 CONFESIÓN DE FE
45. Enséñese por lo que está escrito que los apóstoles siempre bautizaron
las familias de los creyentes donde los había.
46. ¿Cuál ha sido la creencia y práctica de la Iglesia Cristiana, y cuál es
la fuerza de este argumento?
47. ¿Cuáles niños, conforme a nuestros credos, deben bautizarse?
48. ¿Qué requiere nuestro Directorio de Culto de los padres cuando traen
a sus niños, y qué conclusión se sigue?
49. ¿Cuál es la posición y cuál es el derecho de los adultos que han sido
bautizados en su niñez, y que nunca han profesado su fe personal en Cristo
50. ¿Por qué debe negarse a tales personas el privilegio de traer al bau-
tismo sus niños?
51. ¿Cuál es la primera proposición enseñada en las secciones quinta, sex-
ta y séptima?
52. ¿Cuál es la segunda?
53. ¿Cuál es la tercera?
54. ¿Cuál es la cuarta?
55. ¿Entre cuáles dos extremos está la doctrina en cuanto a la eficacia sa-
cramental sostenida por nuestra Iglesia?
56. ¿Cuál es la doctrina de los ritualistas y romanistas sobre este punto?
57. Enséñese que la doctrina de la regeneración bautismal no puede ser
verdadera.
58. Siéntense los diferentes puntos envueltos en la doctrina de nuestros
Credos en cuanto a la eficacia del sacramento.
59. ¿De dónde dimana su eficacia?
60. Muéstrese que el bautismo presupone y confiere gracia, y saqúense las
inferencias necesarias.
61. ¿En qué base y hasta qué extensión es necesario el bautismo?
62. Muéstrese que no debe administrarse más de una vez a la misma per-
sona
CAPÍTULO XXIX
SECCIÓN I
CUESTIONARIO
31. ¿Cuáles son las objeciones serias que pueden hacerse a llamar altar a
la mesa de la comunión y sacerdote al ministro?
32. ¿Por qué sostienen los romanistas que lo distribución y recepción de
los elementos no son partes esenciales de esta ordenanza, y cómo tratan ellos
a los elementos consagrados?
33. ¿Por qué niegan la copa a los laicos, y en qué se fundan para preten-
der que la copa no es tan necesaria como el pan para la comunión válida?
34. ¿Cuál error Papal y Ritualista sobre la comunión privada, se contra-
dice en esta sección y sobre qué fundamento?
35. ¿Bajo qué circunstancias y de qué manera debe administrarse con pro-
piedad la comunión en las casas privadas?
36. ¿Cuáles son los asuntos tratados en las secciones séptima y octava de
este capítulo?
37. ¿Cuál es la primera proposición enseñada?
38. ¿Cuál es la verdadera naturaleza de la relación que existe entre el signo
y la gracia significada?
39. ¿En qué sentido el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes en el
sacramento?
40 ¿En qué sentido se dice que el creyente se alimenta del "cuerpo y de
la sangre de Cristo"?
41. ¿Por la agencia de quién es esto?
42. ¿Cuál es la relación del Espíritu Santo al sacramento, y las bendicio-
nes aplicadas?
43. ¿Qué relación existe entre la fe del recipiente y las bendiciones signi-
ficadas y aplicadas?
44. ¿Cuál es el efecto de estas ordenanzas en los incrédulos?
45. ¿Cómo debe amonestarse en este respecto a los que son ignorantes e
indignos?
46. ¿Reciben los creyentes la misma gracia sin el uso del sacramento, y
cómo?
CAPÍTULO XXX
CENSURAS DE LA IGLESIA
SECCIÓN I
I. El Señor Jesús como Rey y Cabeza de su Iglesia, ha constituido en
ella un gobierno dirigido por funcionarios eclesiásticos distintos de los ma-
gistrados civiles. (Isa. 9: 6, 7. I Tim. 5: 17. I Tes. 5: 12. I Cor. 12:28. Sal. 2: 6-
9. Juan 18;36.)
II. A estos funcionarios han sido entregadas las llaves del reino de los
cielos, en virtud de lo cual tienen poder respectivamente para retener v re-
mitir pecados, para cerrar aquel reino a los impenitentes, por la palabra y por las censuras; para abrirlo a los
del Evangelio, y por la remoción de las censuras según lo exijan las circuns-
tancias. (Mat. 18:19 y 18:17, 18. Juan 20:21-23. II Cor. 2;6-8.)
III. Las censuras de la Iglesia son necesarias para corregir y hacer vol-
raetan ofensas semejantes, para quitar la mala levadura que puede infectar
ver sobre sus pasos a I09 hermanos que ofenden, para impedir que otros co-
toda la masa, para reivindicar el honor de Cristo y la santa profesión del Evan-
gelio, para evitar la ira de Dio9 que justamente podría venir sobre la Iglesia
si ella consintiera que su pacto y sus sellos fuesen profanados por ofensores no-
torios y obstinados, (I Cor. 5. I Tim. 5:20 y 1;20. M a t 7:6. I Cor. 11:27-34.)
IV. Para lograr mejor estos fines, los funcionarios de la Iglesia deben
proceder primeramente por amonestar, y después por suspender el sacramen-
to de la Santa Cena por un tiempo, y por la excomunión de la Iglesia, según
la naturaleza del crimen y la ofensa de la persona. (I Tes. 5:12, II Tes. 3:6,
14. I Cor. 5:4, 5, 13. Mat. 18:17. Tit. 3:10.)
CUESTIONARIO
SECCIÓN I
SECCIONES II, II y IV
CUESTIONARIO
SECCIÓN I
bres que han muerto, sino sólo habla de los dos estados mencionados
arriba.
neta la tierra, una vez que haya sido quemada con fuego y acondi-
cionada gloriosamente para ello. Véase Rom. 38:19-23; 2 Ped. 3:5-13;
Rev. 21:1.
La prueba de todas las proposiciones sentadas arriba —por ejem-
plo, que en el estado intermedio las almas conservan su conciencia y
actividad, que los redimidos son hechos perfectamente santos y feli-
ces con Cristo, que los reprobados estarán con el diablo y sus ánge-
les en el tormento, y que estas condiciones son inmutables— puede
presentarse mejor colectiva que distributivamente. Es como sigue: La
reaparición de Samuel en un estado consciente, en el uso de todas sus
facultades, al llamamiento de Saúl y la pitonisa de Endor. I Sam.
28:7-20; la aparición de Moisés y Elias en la transfiguración de Cris-
to en el monte, Mat. 17:3; las palabras que Cristo dirigió al ladrón
en la cruz, Luc. 23:43; la parábola del Rico y Lázaro, Luc. 16:23,24;
Lázaro estaba consciente en el seno de Abraham; el Rico estaba cons-
ciente en los tormentos del infierno (Hades), mientras sus hermanos
viven todavía en la carne. Cuando la muerte de Esteban se dice, Act.
7:55-59, que, estando lleno del Espíritu Santo, vio los cielos abiertos,
y a Jesucristo sentado a la diestra de Dios y mirando esto clamó:
"¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!" y así murió.
En II Cor. 5: 1-8, Pablo dice que morar en el cuerpo es estar au-
sente del Señor; y, estar ausente del cuerpo, es estar presente con el
Señor, y por esto Pablo dice, Fil. 1:21-24, que para él, morir era ga-
nancia, y estaba "en estrecho, teniendo deseos de partir y estar con
Cristo, que es mucho mejor, no obstante permanecer en la carne es
más necesario por causa de vosotros." En I Tes. 5:10, Pablo también
dice que el sueño de la muerte, es "un vivir juntamente con Cristo."
En Efes. 3:15, se declara que toda la Iglesia es una sola familia, de
la que en el presente una parte está en el cielo y otra en la tierra. En
Heb. 6:12-20, se dice que después de que Abraham (y otros santos
antiguos) esperó pacientemente, "obtuvo las promesas", cuyas prome-
sas, como sabemos, tenían una verdadera significación espiritual y ce-
lestial. En Act. 1:25, se dice que Judas se fue a su propio lugar. En
Judas 6-7, se dice que los ángeles perdidos están reservados en pri-
siones eternas, en tinieblas, para el juicio del último día, sufriendo la
venganza del fuego eterno. En Heb. 7:23, se representa a los espí-
ritus de los justos como hechos perfectos y felices con los ángeles en
el cielo. En Rev. 6:9-11, se representa a las almas de los mártires co-
mo estando bajo el altar en el cielo, clamando por el castigo de sus
perseguidores en la tierra, y esto de contado será antes de la resu-
rrección. En Rev. 5:9;7:9;14:l-3, se representa a las almas de los
DEL HOMBRE DESPUÉS DE LA MUERTE 357
SECCIONES II y III
II. Los que sean encontrados vivos en el último día, no morirán sino se-
rán transformados, (I Tes. 4: 17. I Cor. 15: 51, 52.) y todos los muertos resuci-
tarán con sus mismos cuerpos y no con otros, aunque teniendo cualidades dife-
rentes, los cuales se unirán otra vez con sus almas para siempre. Job. 19: 26,
27. I Cor. 15: 42-44.)
III. Los cuerpos de los injustos resucitarán por el poder de Cristo para
deshonra; y por el Espíritu del mismo, los cuerpos de los justos, para honra;
siendo entonces hechos semejantes al cuerpo glorioso de Cristo. (Act. 24. 15.
Juan 5: 28, 29. Fil. 3: 21).
dos los que están en los sepulcros oirán su voz. .. los que hicieron
mal a resurrección de condenación." Juan 5:5-29.
CUESTIONARIO
SECCIONES I y II
dor del Espíritu Santo, son los únicos medios señalados p a r a traer a
los hombres al arrepentimiento, y en verdad, son los medios posibles
más grandes p a r a lograr tal fin. En el caso de los réprobos, estos han
sido rechazados finalmente, y por lo tanto "ya no queda sacrificio
por el pecado, sino una h o r r e n d a esperanza de juicio, y hervor de
fuego, que ha de devorar a los adversarios." Heb. 6:26,27.— ( c ) — N o
hay ni el más pequeño rastro en la Escritura, de tal restauración final,
ni de su objeto, medios o resultados. Por el contrario, como lo he-
mos visto, la Biblia afirma positivamente que lo contrario es ver-
dadero.
SECCIÓN III
III. Como Cristo quiso que estuviéramos persuadidos de que habrá un día
de juicio, tanto para contener a todos los hombres del pecado, como para el
mayor consuelo de los buenos en la adversidad, (II Ped. 3: 11, 14. II Cor. 5:
11. II Tes. 1: 5-7. Luc. 21: 27, 28.) así también quiso que ese día fuera desco-
nocido de los hombres, para que renuncien de toda seguridad carnal y estén
siempre dispuestos para decir: "Ven Señor Jesús, ven prontamente. (Mar. 13:
35, 37. Rev 22:20. Véase Mat. 24: 36, 42-44.) Amén.
nalmente incierto, se dice con toda claridad una y otra vez en la Es-
critura: "Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun !os
ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre." Mar. 13:32.
Mat. 24:36. "Vosotros, pues, también estad apercibidos: porque a la
hora que no pensáis, el Hijo del Hombre vendrá." Luc. 12:40. "No
toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que el Padre puso en
su sola potestad." Act. 1:7. "Porque vosotros sabéis bien que el día
del Señor vendrá así como ladrón de noche." I Tes. 5:2. II Ped. 3:10.
"He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guar-
da su vestidura." Rev. 16:15.
El resultado propuesto por la actitud de incertidumbre en que los
santos son dejados con respecto al tiempo de la segunda venida del
Señor y del juicio general, es el de que ellos se consideren como que
están siempre amenazados por él; y que miren hacia adelante con so-
lemne temor y con gozosa confianza, y en vista de todo, se sientan
excitados al cumplimiento de su deber, a la adquisición de la santidad
y a consolarse en la tristeza. Fil. 3:20. Col. 3:4,5. Sant. 5:7. Es un
deber también amar, velar, esperar y apresurarse a la venida de nues-
tro Señor. Luc. 12:35-37. I Cor. 1:7,8. I Tes. 1:9,10. II Tim. 4:8. II
Ped. 3:12. Rev. 22:20.
CUESTIONARIO
nio y efecto de la, 330, 331. Refuta- 77, 78. Del hombre en un estado de
ción de los errores romanistas, 331- perfección moral a la imagen de
335. Elementos esenciales y acciones Dios, 78, 79, con todo, falible, 79. 80.
sacramentales, 332-333. No debe ad- Credos y Confesiones, breve historia de
ministrarse en privado, 335. los, 1-10. Origen de los, 2. Necesi-
Relación entre el signo y la cosa sig- dad y uso propio de los, 2, 3. De los
nificada, 336, 337. Apóstoles, 4. Niceno, 5, 6. 53. Del
Censuras de la iglesia. Doctrina de las, Concilio de Efeso, 6. Del Concilio de
339-344. Calcedonia, 6, 126. Atanasiano, 6, 7.
Certeza ( L a ) de un suceso no está en De las Iglesias Luteranas, 8, 9. De
desacuerdo con la libertad del agen- las Iglesias Reformadas, 9, 10. Con-
te al efectuarlo, 61. sensus o Tigurines de Calvino, 328.
C I E L O , 335, 356. Eterna felicidad y hon- Cristianismo, evidencias de, 26. Un
ra, 365. conocimiento y una profesión de, es
Comunión de los Santos, doctrina de, necesario para la salvación, 160, 161.
298-302. Fundada en su unión con Cristo, Divinidad de, 51-53. Pre-exis-
Cristo, 299, 300. Con el Señor, 300, tencia de, 53. Su relación eterna
301. Entre uno y otro, 301, 302. Uni- con el P a d r e , 53. Fue dado para
versalidad y gloria, 302. efectuar el decreto de elección, 64-
Conciencia, libertad de, Véase Liber- 66. Señalado para asegurar la salva-
tad. ción de los elegidos solamente, 64-
Concilios, véase Sínodos y Concilios. 66. Como Rey medianero contrató y
Concupiscencia, su pecado y culpa, 182. administró el pacto de gracia, 116,
Condiciones para la comunión minis- 117. Su oficio medianero, 121-141.
terial y unión con la iglesia, 3. Profeta, sacerdote y rey, 122-125. Ca-
Confesión de Fe adoptada por el Sí- beza sobre todas las cosas para su
nodo original, 3, 4. Tridentina, 7. iglesia, 124-125. Verdadero Dios y ver-
Ortodoxa, 8. De Genadius, 8. De dadero hombre en una persona, 125-
Augsburgo, y Apología de, 8. Hel- 129. «Su persona eterna y divina, su
vética, Segunda, 9. De Westminster, humanidad impersonal, 128. Absolu-
adoptada por los Congregacionalis- tamente sin pecado, 127. La consti-
tas Ingleses y Americanos, 10. De tución de su persona es un misterio,
Westminster, historia del origen, 13- 128, 129. Las naturalezas no están
20. Escocesa Antigua, y Primer Li- confundidas, 128, 129. Su humanidad
bro de Disciplina, 13, 14. De West- fue exaltada pero no deificada, 130.
minster, preparada, 17, 18. Termina- Es Mediador como Dios hombre, 131.
da y ratificada por el parlamento y Señalado para este oficio por su Pa-
por la Asamblea General de Esco- dre, 131. A s u m i ó este oficio volun-
cia, 18. Ratificada por el Sínodo ori- tariamente, 131, 132. Desempeñó es-
ginal, 19. Revisada en los capítulos tas funciones en su estado de humi-
y secciones que tratan de los magis- llación, 132, 133. En su estado de
trados civiles, 19, 20. exaltación, 133, 135. "Descendió a los
Confesión de pecado, verdadera doctri- infierno" (Hades)—diferentes opi-
na de la, 198-200. Doctrina Romanis- niones sobre esto, 133. Su resurrec-
ta, 199. ción, su ascensión y el estar sentado
Confianza, un elemento esencial de la a la diestra de Dios, 133-135. La sa-
fe salvadora, 189, 190. tisfacción de, incluyó una obediencia
Creación, doctrina de la, 71-80. tanto activa como pasiva, 136. Su sa-
Creatio prima y creatio secunda, 72-73. tisfacción fue dada de conformidad
Elementos creados de la nada, tanto con la más estricta y rigurosa justi-
como las cosas formadas por Dios, cia, 136, 137. Asegura la salvación de
72-74. Se prueba la creación absolu- todos aquellos por quienes fue ofre-
ta de la nada, 72-73. Historia de la, cida, Los beneficios de, aplicados por
en el Génesis, 73, 74. Atribuida a las el Espíritu Santo, 138. Los actos del
tres divinas personas, 74. El fin últi- Mediador abarcan las dos naturalezas
mo de la, la gloria de Dios, 74, 75. y se atribuyen a toda la Persona, 138,
Todas las obras de la, fueron decla- 139. Él aplica la salvación a todos
radas buenas, 74. Del hombre, 76- aquellos para quienes la adquirió,
80. Del hombre, el último de habi- 139-141. Su suficiencia infinita, su
tantes organizados de la tierra, 76, 77. adaptabilidad, lo universal de su ofer-
Del hombre directamente por Dios, ta y los efectos que intenta, 140, 141.
76, 77. De toda la raza en un par, La unión y comunión de Cristo con
ÍNDICE 373
los santos 299-300. Juzgará a los vi- 65, 74, 75, 86, Orden de los decretos,
vos y a los muertos, 363. establecido, 65.
Culto, religioso, doctrina del, 250-259. Directorio de culto, adoptado, 4. For-
Un dictado de la religión natural, mado, 18. Ratificado por la Asamblea
251. La Escritura es la única regla General de Escocia, 18.
del, 251. Todo culto inventado por el Dispensaciones del pacto de gracia, va-
hombre está prohibido, 251. Se debe rias, 118, 119.
igualmente al Padre, al Hijo y al Es- Divorcio, 285, 286.
píritu Santo, 252. No debe ofrecerse Dort, Sínodo de. Véase Sínodos y Cá-
a los santos ni a los ángeles, 252. Ido- nones.
latría romanista, 253, 255. Oración, Erastianos, 17, 277, 295, 339.
su naturaleza y objetos, 255, 257. Por Elección. Véase Predestinación y De-
medio de Cristo por el Espíritu San- cretos.
to, 255. No son permitidas las oracio- Escrituras, la única regla de fe y de
nes por los muertos, 257. Doctrina ro- práctica, 1. Deben ser interpretadas
manista del, 257. Público, secreto, por los hombres, 1. Doctrina de las,
familiar y de ocasiones, 258-259. 22-39. Contienen la única revelación
Decretos de Dios, doctrina de los, 56-69. que Dios ha hecho al hombre, 25-26.
Comprende todos los eventos de toda Canon de las, 27, 28. Comprenden el
clase, 57, 58. Ninguno de ellos es con- Antiguo y Nuevo Testamento, 27, 28.
dicional, 58, 60. Siempre son efica- Inspiradas, 28, 30, 31. Evidencias in-
ces con certeza, 60. Están de acuerdo ternas de las, 32 t 33. Externa, 28.
con las perfecciones de Dios, 60, 61. Prueba de lo genuino del canon de
Y con la naturaleza y modo de obrar las, 28-30. No incluyen los Apócrifos,
de la criatura, 61. Todos tienen un 29, 30. Inspiración de las, probada,
sólo objeto, 56, 57. Determinan las 30, 31. La autoridad de las, no des-
acciones libres de los hombres, 58. cansa sobre la Iglesia, sino directa-
Y las acciones pecaminosas de los mente en Dios, 32, 33. Se establece
hombres, 58, 97, 98. No son la cau- por el testimonio directo del Espíritu
sa próxima de un suceso, 61. Predes- Santo, 33. Perfección de las, 32. Una
tinación individual para la salvación, regla completa de fe y práctica, 33,
62-64. Véase Predestinación. Incluye 34. Nada se le debe añadir, 34. En-
la reprobación de los malvados, 64- seña principios generales, deja que
66. Véase Reprobación. La doctrina el hombre use su propio juicio al
de los, debe tratarse con cuidado, 68, aplicarlas a los detalles de la vida,
69. No son revelados y no son la re- 35. En que sentido son perspicuas,
cia del deber para el hombre, 68- 35. Probado que lo son, 36. Los ori-
69. ginales Hebreo y Griego son los tipos
Depravación total. Véase Pecado. verdaderos, 37, 38. Texto de las, puro
en la esencia, 37. Deben ser tradu-
Día del Descanso, doctrina del, 260-262. cidas al idioma vulgar de cada pue-
Razón de la institución permanente, blo, 37. La Biblia debe interpretarse
260, 261. También una institución po- por la Biblia misma, 38, 39. Es el
sitiva, 261, 262. Como cristiano, di- Juez Supremo en todas las controver-
fiere del Judaico, 202-262. sias, 38.
Diestra de Dios, Cristo sentado, a la, Esmalcalda, artículos de, 8.
134. Espíritu Santo, divinidad del ,51, 52.
Dios, unidad de, 42, 43, 50. Un espíri- Personalidad del, 52, 53. El don del,
tu personal, 43, 44. Posee todas las un medio para efectuar y determinar
perfecciones absolutas, 44-50. Atribu- la elección soberana, 65. Regenera y
tos de, 44-50. Atributos de, comunes santifica solamente a los elegidos, 65.
a todas las Personas de la Divinidad, El testimonio del, 222, 223.
44. Infinito, 44. Inmenso, 44. Eter- Estado del hombre después de la muer-
no 45. Su inteligencia infinita, 45. te. Intermedio, 353-357. Final, 366-
Su omnipotencia, 46. Su absoluta gra- 367.
cia y bondad, 47. Su absoluta verdad, Estado intermedio de los hombres, 357.
47. Su infinita justicia, 48, 49. Su Eucaristía. Véase Cena del Señor.
infinita santidad, 49. Su soberanía Evolución orgánica, Teoría de la, 76.
absoluta, 49, 50. Los decretos de, 56- Expiación, Objeto de la, 64-66, 140,
69. Desde la eternidad tiene un plan 141.
inmutable, 56, 57. Su propia gloria es Fe, relación de la, con la justificación,
su último fin en su propósito y obra, 168, 169. Relación de la, con las
374 ÍNDICE
obras, 168. Salvadora, doctrina de la, Independientes, 17. Teoría del Gobier-
185-189. Sentido general del término, no de la iglesia de los, 341.
185, 186. Religioso, 186. Salvadora, 294.
definida, 186. Operada en el alma por Infalibilidad, doctrina papista de la,
el Espíritu Santo por medio de la 294.
verdad, 187. Fortalecida por el uso Infierno, 355. Miseria conciente abso-
de medios, 187. Descansa en el testi- lutamente sin fin, 366, 367.
monio de Dios, 188, Abarca toda la Inspiración, 30. Doctrina de la, proba-
verdad revelada, 188, 189. Varía con da, 30.31:
la naturaleza de la verdad revelada, Intercesión de Cristo, 134, 135.
188, 189. Incluye confianza, 189. El JURAMENTOS, doctrina de los, 265, 269.
acto específico de la fe que justifica Su naturaleza, 266. Lícitos solamen-
incluye a sentimiento y confianza, y te cuando se hacen en el nombre del
termina en Cristo como su objeto, Dios verdadero, 266, 267. Significa-
188, 189. Variedad en grado, es in- ción literal del tercer mandamiento,
destructible, llega a ser una plena 266. Regla de interpretación de los,
seguridad, 190. La seguridad no es
267. Su obligación, 168, 269.
de la esencia de la fe, 224-226.
Forma de Gobierno adoptada, 4. Justicia, Véase Dios.
Fórmula de la Concordia, 8, 133, 136, Justificación, doctrina de la, 163-171.
149, 167. Doctrina calvinista de la, 167. Un ac-
Gobierno de la Iglesia, teoría del Pa- to judicial de Dios, 164-166. Experi-
pado, 340. Teoría Prelática de, 341, mentada por todos al ser eficazmente
Teoría Independiente de, 34. Teo- llamados, 164. No es mero perdón,
ría Presbiteriana de, 34, 342, 346, 165, 166. Tiene su origen en la im-
35. Poder de, su naturaleza y exten- putación de la justicia de Cristo, 166,
sión, 342, 343. Objeto de la discipli- 168. La fe en o sobre Cristo es el ins-
na, 343, 344. trumento de la, 168. Un acto estu-
Gracia. Véase Dios. Distinción entre co- pendo de la gracia, 169, 170. No es
mún y eficaz, 155, 156. eterna, sino depende del ejercicio
Guerra, defensiva, lícita, 275. constante de la fe, 170, 171. Los jus-
HABILIDAD, como se distingue de la li-
tificados nunca caerán totalmente de
bertad, 150. la gracia—arrepentimiento y perdón
de sus caídas, 171. La de los cre-
Heidelberg, Catecismo de, 9, 136, 197.
yentes bajo el nuevo v Antiguo Tes-
Iglesia doctrina de la, 288-290. Católi-
tamento, se basa en el mismo princi-
ca, 288. Etimología y uso bíblico de
pio, 171. Relación de la, con la rege-
la palabra, 289. Invisible, 289, 290.
neración, santificación y adopción,
291. Se le han concedido la palabra
174, 175.
visible 290, y las ordenanzas, 291.
Fuera de la, no hay salvación, 291, J U I C I O , día del, 362-368. Tiempo del,
292. Varía en pureza, 293, 294. "En señalado por Dios, 363. Será hecho
qué sentido es infalible, 294. El Señor por Cristo, 363. Todos los hombres
Jesús es la única Cabeza de la, 294, y los ángeles malos serán juzgados,
295, 340. Errores papales y erastianos 363. Los secretos de todos los hom-
acerca de refutados, 339-344. bres serán manifestados, 364, 365. El
La Iglesia y el Estado, relación de, tiempo es desconocido, 367, 368.
276-278. Largo Parlamento. Véase Parlamento.
Iluminación espiritual necesaria, 35. L E Y DE D I O S , doctrina de la, 229-238.
La IMPUTACIÓN, significación del tér- El hombre fue creado bajo la, 229.
mino, 104, se prueba que la, del pe- Tiene su base en la naturaleza de
cado de Adam a cada uno de sus des- Dios, 229. Diferentes clases de, 230.
cendientes es una doctrina de nues- Revelada en la naturaleza moral del
tros modelos de fe, 102, y se prueba hombre, 231. Las Escrituras son el
que es doctrina de la Escritura, 103, único modelo perfecto de la, 232. La
104. Del pecado y de las consecuen- relación federal de la, es temporal,
cias morales, 104, 105, De la justicia 232. Comprendida sumariamente en
de Cristo a los creyentes, 166-168. los Diez Mandamientos, 232, 233. Ce-
Incapacidad del hombre, total, 148-151. remonial y judicial de los Judíos, 234,
Absoluta, 150. Moral, 150. Natural, 236. Los usos de la, con las diferen-
150. Distinción entre libertad y ca- tes clases de hombres, 237, 238.
pacidad, 150. Libertad, cristiana y de conciencia, doc-
Incesto, 285. trina de la, 240, 248. Cómo difiere
ÍNDICE 375
del libre albedrío, 240. En que con- Medianero, oficio de, incluye las fun-
siste, 241, 243. Cómo se ha gozado ciones de profeta, sacerdote y rey,
bajo la ley y bajo el evangelio, 243, 122-125.
244. Dios solamente es el señor de la Méritos, diferentes sentidos de la pa-
conciencia, 245, 247. No es absoluta, labra, 208. En el sentido estricto de
sino regulada y limitada, 147. la palabra es imposible en cualquie-
Libre albedrío, doctrina del, 145-156. ra criatura, 209. Véase Buenas obras.
Diferentes teorías sobre el, 145, 142. Milagros, posibilidad de los, 88-89.
Estado del, en las varias condiciones MUERTE, 516.
de inocencia, pecado, gracia y glo- Niños, regeneración de los ,158, 159,
ria, 148, 152. Distinción entre capa- bautismo de los 322, 324.
cidad y libertad, 150. Incapacidad Obras. Véase Buenas obras.
completa, 138-151. Pacto de gracia, doctrina del, 113-119.
Libre albedrío no destruye la certeza Opinión Arminiana del, 114, 115.
de un evento, 61. Véase Libre albe- Opinión Calvinista, 115-118. Prueba
drío, 145, etc. Cómo se distingue de de que tal pacto fue celebrado entre
la capacidad, 150. el Padre y el Hijo, 116. La promesa
Luteranas, Distribución geográfica de y condición del, 116, 117. Adminis-
las iglesias, 8. trado por Cristo y sus bendiciones
aplicadas por él mismo como Rey
Lutero, catecismo mayor y menor de, Medianero, 117. Varias dispensacio-
8, 9. nes del, 118-119.
Luz de la naturaleza suficiente para Pacto de obras, doctrina del, 110, 113.
hacer al hombre responsable, 23. No Hecho con Adam como con el re-
es suficiente para conducir a la sal- presentante de la raza, 100-102, 111,
vación, 23, 25. 112. Los elementos del, 112. Una
LLAMAMIENTO EFICAZ, doctrina del, constitución benévola, racional y fa-
153-161. Se prueba que es necesario vorable, 111, 112. La promesa, la con-
para la salvación un llamamiento es- dición y la pena del, 112, 113.
piritual interno, 154, 155. Compren- Nacional, 14. Liga Solemne y, 14.
de a todos los elegidos y solamente PANTEÍSMO, 43, 83.
a ellos, 155. El único agente que lo
efectúa es el Espíritu Santo, 155, PAPISTA, Doctrina de la confesión. De
157. Distinción entre gracia eficaz y la Iglesia y el Estado, 276. Del ce-
común. Como se relaciona con la libato, 282. De la infalibilidad de la
iglesia, 284, 295. De la supremacía
actividad del alma, 156. Distinción del Papa, 295. Del número de los sa-
entre regeneración y conversión, 156. cramentos, 312. De la cena del Señor
Operada por el Espíritu por medio y sacrificio de la misa, 333, 335.
de la verdad, 157. Eficaz con certe- Del Gobierno de la iglesia. 340. Del
za, 157. En perfecta conformidad con purgatorio y del estado intermedio,
nuestra naturaleza, 157, 158. Sus efec- 357.
tos se extienden a todo el hombre, Parlamento largo, convocado, 15. Di-
158. suelto, 19.
LLAMAMIENTO, externo e interno. Véa- Pearson en el Credo, 133.
se Llamamiento eficaz. Pecado, origen del, un misterio, 96-98.
Magistrado civil, doctrina de, 272-278. Naturaleza del, de Adam, 96. Per-
Es de institución divina, 272-274. Ob- misión del, cómo se relaciona con
jetos de la institución del, 274. De- Dios, 97-98. De Adam, sus efectos
ben promover la piedad, 274. Deben sobre este, 98. 100. Sobre sus descen-
ser cristianos, 274, Guerras defensi- dientes, 100, 101. Original, propaga-
vas son lícitas, 275. No tienen juris- ción y extensión del, 104, 105. Origi-
dicción en los negocios eclesiásticos, nal tanto como el actual envuelve
277. La obediencia al, es un deber culpabilidad, 101-107. Restos, en los
religioso, 277. regenerados tienen culpabilidad, 105.
Matrimonio, doctrina del, 280-286. Ins- Toda clase de pecado atrae el justo
titución divina, 281, 282. Fines de la juicio de Dios, 106, 107. La concu-
institución, 282. La poligamia no es piscencia que queda en los santifica-
lícita, 282. El Celibato no es meri- dos es, 180, 183.
torio, 282. No debe contraerse con Pecado original. Véase Pecado, Adam e
incrédulos, 283, 284. Incesto, 285. Di- Imputación.
vorcio, ley bíblica del, 285, 286. Pecaminoso, lo, del hombre en su to-
Mediador, 122. Doctrina del, 122-141. talidad y por nacimiento, 104.
376 ÍNDICE