10 Pasos Hogar Feliz

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PASOS CLAVES PARA UN HOGAR FELIZ


Por Daniel R. Zuccherino

El hogar actual determina el mundo del mañana. La influencia del ambiente


familiar, lo que en él se cree y se practica, modela para bien o para mal a cada
uno de sus miembros y en especial a los hijos.

La realidad nos demuestra que el hogar moderno está en crisis. Esta crisis
pone en peligro la supervivencia misma de la sociedad. Pero a pesar del
oscuro panorama del presente, existe la posibilidad concreta de tener un hogar
feliz.

I. El hogar en crisis
Con sólo mirar alrededor se advierte que algo no anda bien en la vida familiar
actual: divorcios, infidelidad, hijos rebeldes, incomunicación, etc.

El asunto adquiere mayor gravedad si pensamos en las consecuencias futuras.


Una joven profesional universitaria me dijo, seria y preocupada, durante una
conversación sobre el tema:

- Si las cosas están hoy así, ¿qué será de nuestros hijos?

Ella tiene razón. Nuestros hijos no merecen crecer en hogares cargados de


tensión y a veces directamente destruidos. No les pidamos que lo entiendan y
menos que lo acepten: es hora de remover las causas que han llevado a la
ruina al hogar moderno.

En cierta ocasión, observaba jugar a una niña de cuatro años, cuyos padres se
habían separado hacía muy poco. Mientras acomodaba sus juguetes, la niña
comenzó a reflexionar en voz alta. Si uno no hubiese prestado mucha atención,
hubiera creído que hablaba a sus muñecas. Pero no… decía:

- Papá…ya no vive en casa con mamita… pero va a venir a visitarme… no


viven juntos porque ya no se quieren como antes.

De inmediato se preguntó:

- ¿Por qué no se quieren como antes?

Guardó silencio. No intentó ninguna explicación. Un momento después estaba


jugando como si nada hubiese sucedido.

Causas de la crisis.

¿Qué es lo que ha causado la destrucción de millones de hogares y empuja


actualmente a la ruina a otros tantos?
Vamos a denunciar las causas y proponer las soluciones. Esas soluciones no
se fundan en la inteligencia o la experiencia humanas sino en la autoridad de la
Biblia. La Biblia es la Palabra de Dios y Dios el creador de la familia.
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Primera causa:
La influencia del mundo en que vivimos y su falso concepto de “éxito”.

¿Qué es ser una persona exitosa en la vida? En el concepto de la sociedad


actual, tener éxito consiste fundamentalmente en poseer mucho dinero y ser
famoso.

Muchos han asentado sus vidas sobre estos falsos valores. Han corrido una
carrera desenfrenada detrás de este supuesto “éxito”, han estado siempre
ocupados, sin tiempo para la familia y sin advertir que lo material y la fama sólo
dan satisfacción momentánea.

El Dr. Luis Palau dice que el concepto cristiano de “éxito” es poder mirar atrás,
el camino recorrido en la vida y decir: - Valió la pena.

En cierta oportunidad, me entrevisté con un hombre adinerado y de prestigio en


su profesión. Había llegado a la edad de pensar en jubilarse y, a primera vista,
uno podía asegurar que tenía todo para estar satisfecho. Pero durante la
charla, el Doctor me dijo:

- ¡Siento que me equivoqué… lo que he vivido no me conforma! Y comenzó a


llorar.

Había llegado a la cúspide del “éxito” que el mundo propone, había subido
despacio, con gran esfuerzo, y ahora se daba cuenta que no era allí donde
quería llegar. Este Doctor miraba hacia atrás la historia de su vida y decía no
encontrarle sentido. En cambio, el cristiano que vive controlado por Jesucristo,
puede decir: ¡Valió la pena! Vale la pena vivir la vida con la seguridad de
valores que son eternos. Lo material sólo proporciona una falsa seguridad y
aparente satisfacción.

Jesucristo dijo: “¡Mucho cuidado!”, no anden deseando desmesuradamente lo


que no tienen. La vida no depende de la abundancia de bienes (Lucas 12:15 La
Biblia al día).

Las riquezas no son sinónimo de felicidad y la aparente seguridad que


proporcionan es sólo eso: un espejismo. Por ejemplo, no dan respuesta al
hecho de la muerte. Por eso Dios pregunta: “¿De qué le servirá al hombre
ganar todo el mundo, si pierde su alma?” (Mateo 16:26a).

Mi suegra falleció siendo joven todavía. En sus últimos momentos, y


conociendo el próximo desenlace, le dijo al pastor que la asistía
espiritualmente, en la sala de terapia intensiva:

- Tengo paz… me siento en paz con Dios y a ÉL le encomiendo mi ser…

Porque su esperanza y seguridad estaban en Jesucristo. El mundo no puede


ofrecer nada semejante. Es necesario rechazar los valores que el mundo
ofrece aunque ello signifique, a veces, ir contra la corriente.
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Dios dice:
“No os adaptéis a este mundo” (Romanos 12:2a, Biblia de las Américas). Lo
dice porque los valores del mundo llevan a la ruina al individuo y a la familia.

Así es Hollywood

Si hay un lugar donde abundan los “exitosos” según el concepto del mundo, es
en Hollywood. Allí están los que lo han sacrificado todo para lograr fama y
dinero. ¿Con qué resultado? Las estadísticas indican que en la colonia
cinematográfica de Hollywood hay una posibilidad en diez, de que una boda
sea la primera para los contrayentes y sólo una en 275 de que sea la primera
boda para ambos. En resumidas cuentas, es el caos y la destrucción de la
familia. Por eso es necesario huir de los espejismos y mentiras que pueden
arruinar nuestra vida y nuestro hogar y resistir el sutil lavado de cerebro que
intenta Satanás. Antes de presentar el remedio de Dios, veamos otros tres
enemigos del hogar feliz.

Segunda causa:
La moral relativa del mundo actual

Otra mentira que ha causado desastres en la vida familiar, consiste en sostener


que el bien y el mal, lo justo y lo injusto, cambian de acuerdo a cada época y
cada circunstancia.

Se dice que todo es de acuerdo “al color de cristal con que se mire”. Se
sostiene que lo bueno es lo que hace la mayoría.

Muchas veces, luego de las cruzadas evangelísticas con mi Equipo, vienen a


verme personas que se sienten culpables por algo que han hecho y que
quisieran olvidar pero no pueden. Cuando pregunto:

- ¿Por qué lo hizo?

La respuesta invariable es:

- Porque todos lo hacen.

Lo dice el hombre que engañó a su mujer, los jóvenes que cayeron en la


inmoralidad sexual, el empleado que robó a su patrón, el hombre de negocios
que mintió en su declaración de impuestos, etc.

Pero el bien y el mal no se determinan por lo que todos hacen. No cambian y


están claramente presentados en la Biblia. Por eso, para el cristiano, lo bueno
no es lo que hace la mayoría, sino lo que el Señor ordena.

Tercera causa:
La hipocresía

Hace un tiempo, en una visita que hice a un país latinoamericano, un hombre


de edad madura me dijo:
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- Mi padre se decía cristiano, pero vivía una doble vida. Predicaba una cosa y
luego hacía otra. Yo me escandalicé y durante años renegué de Dios. Hizo
falta la paciencia de un amigo de la infancia que con el ejemplo de su vida y
su amor me visitó durante cinco años hasta llevarme a los pies de
Jesucristo.

Los demás ven primero nuestros hechos, nuestra conducta, y después pueden
oír las palabras.

Por ejemplo, si usted es padre o madre, sepa que sus hijos aprenden
fundamentalmente de la conducta que observan y de acuerdo a ella actuarán
en el futuro.

¿Conoce la historia del hombre que llegó borracho a su casa en horas de la


madrugada? Era invierno y la nieve cubría el paisaje. Llegó pero no para
quedarse sino a buscar más dinero y volver a la cantina a seguir bebiendo.
Encontró dinero y volvió a salir. El frío de la mañana le sacó un poco el sopor
de la borrachera y entonces pudo oir que alguien venía detrás suyo, era su
pequeño hijo de cinco años que caminaba pisando sobre las huellas que su
padre marcaba en la nieve. El padre enojado preguntó:

-¿Qué hacés fuera de casa, cuando debieras estar en la cama?

El niño contestó:

-Estoy caminando sobre tus pasos, papito.

Nuestra influencia es mayor de lo que pensamos. No sé hacia dónde se dirige


usted, amigo lector, pero quiero que sepa que su seres queridos le están
siguiendo.

Cuarta causa:
Indiferencia espiritual.

El drama de nuestra generación no es la oposición a las verdades de Dios, sino


la indiferencia. Se predica que sin Cristo el hombre está perdido y sin
esperanzas y por toda respuesta muchos dicen:

-¡Buen mensaje!

Pero no toman ninguna decisión ante tremenda alternativa.

Esta indiferencia se muestra cuando los padres, al hablar respecto a las


verdades espirituales que debieran enseñar a sus hijos, dicen:

-Quiero que él decida cuando sea grande.

Eso es empujar al hijo a vivir la vida espiritualmente vacío.


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Existen las llamadas “Reglas para que su hijo llegue a ser un delincuente”. La
tercera de esas diez reglas dice:

“Jamás le dé formación espiritual y religiosa antes de que llegue a la mayoría


de edad. Entonces él sabrá decidir por cuenta propia el camino que debe
tomar”.

Y eso se comprueba dolorosamente en la realidad: en la República Argentina,


en uno de los principales institutos de reclusión para menores delincuentes, se
realizó un estudio y su resultado fue que la mayoría de los jóvenes reclusos
provienen de hogares descuidados y en los cuales nunca han recibido
formación espiritual alguna.

Quizás usted se pregunta cómo orientar a los suyos, ya que usted mismo se
encuentra desorientado: Uno sólo puede tener conceptos claros y autoridad
después de recibir por la fe a Jesucristo y permitir que su vida sea controlada
por el Señor.

El precio que se debe pagar

Por supuesto que uno puede ser rebelde y desoír la voz de Dios. Pero la
indiferencia o terquedad espiritual tienen un precio mortal.

Una vez un médico cristiano me relató la siguiente, tremenda experiencia:

- Una mañana llegué a la clínica donde diariamente atiendo pacientes,


cuando inesperadamente mis colegas y enfermeras vinieron a mi encuentro
y me dijeron:

- Doctor, haga algo por favor, hay un jovencito que se está muriendo y quizás
usted pueda darle un poco de fe y esperanza.

Antes de seguir el relato del médico, quiero que note usted algo, amigo lector:
muchos se burlan de los cristianos cuando aparentemente todo va bien, pero
cuando los problemas vienen, las palabras de los demás parecen vacías y sólo
quien tiene a Cristo puede enfrentar la situación con una respuesta adecuada.

- Entré a la habitación – continuó diciendo el Doctor –y me encontré a un


muchachito de catorce años que se debatía entre la vida y la muerte. Me
senté a su lado, tomé su mano y comencé a hablarle del amor de Dios. Le
expliqué que en ese amor, Dios ofrece salvación por la sangre de
Jesucristo.

Pero el muchachito me interrumpió para decirme:

- No me importa lo que usted me dice, ¡váyase!.

Traté de insistir – me dijo el Doctor – pero al ver que se ponía nervioso y se


agitaba, sólo atiné a decirle:
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- ¿Te das cuenta que el fin se acerca y vas a enfrentar la eternidad sin Dios?

- Sí –me contestó- pero váyase. Horas después el muchachito había fallecido


y el mismo padre reconocía su culpa diciendo:

- ¿Por qué mi hijo murió sin fe?

¡Qué hice!… ¿Por qué no pude darle una fe?”

¿Sabe por qué? Porque él mismo no tenía ninguna y siempre había tomado
livianamente los asuntos espirituales.

II. Pasos hacia un hogar feliz

Primer paso:
Reciba a Cristo como Señor y Salvador.

Si usted se siente desorientado y cansado de la vida, ésta es la decisión más


importante que puede tomar.

Dios le ofrece su Vida Nueva y en ella se incluye un hogar nuevo.

Lo primero es arrepentirse de haber vivido lejos de Dios, sin darle en su vida el


primer lugar. La vida independiente de Dios es lo que la Biblia llama pecado.

Luego de arrepentirse del pecado, usted debe recibir a Jesucristo por la fe.
Esto significa que aunque usted no entienda todo, debe creer que Jesucristo
murió para salvarle. La Biblia dice que “De tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda,
sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Debemos recibir a Jesucristo para que controle y dirija nuestra vida. Usted
puede comunicarse con Dios, de inmediato; eso se llama oración.
Comuníquese con él para pedirle que Cristo entre en su vida, ahora mismo.

Lea la siguiente oración y si expresa el deseo de su corazón, incline su cabeza


y dígaselo al Señor:

- Gracias, Señor, porque me amas. Gracias, porque Cristo murió para


salvarme. Perdona mi desobediencia y mi pecado. Recibo a Jesús por fe
como Salvador y Señor. Te entrego mi vida para que la dirijas y pongo en
tus manos mi familia. Gracias, mi Dios, por escuchar mi oración. En el
nombre de Jesús, Amén.

Segundo paso:
Dedique tiempo y amor a su familia.

Cuando recibimos a Cristo por la fe, Dios nos capacita para amar
verdaderamente. Dice la Biblia: “…el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).
También nos dice que el primer fruto del Espíritu es amor. Recibimos la
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capacidad de amar con un amor sobrenatural, aún a aquellos que nos hayan
hecho daño u ofendido.

Dijo Corrie Ten Boom: “Cuando Jesús nos dice que amemos a nuestros
enemigos; él mismo nos dará el amor para hacerlo. No somos ni fábricas ni
represas de su amor, sino conductores”. Y si Dios hace posible que amemos a
nuestros enemigos, los que nos lastiman, insultan o desprecian, ¿no va a ser
esto una hermosa realidad respecto a los hijos, el esposo o la esposa y la
familia toda? Es por eso que hay esperanza aún para aquellos que piensan que
el amor entre ellos se terminó.

Muchas parejas me han dicho:

- Ya no nos queremos y entonces no tiene sentido seguir juntos.

Dios no sólo tiene poder para reconstruir el antiguo amor sino para
perfeccionarlo. Una revista femenina publicó un artículo con el título “Aprendí a
amar a mi esposo”. La autora relata cómo se casó apresuradamente para huir
del hogar paterno, lleno de conflictos; al poco tiempo comprendió que se había
unido a alguien a quien no amaba en absoluto. Pero buscó la ayuda del Señor
y dejó que su corazón fuese cambiado por el Espíritu Santo. Ella hizo su
aporte: obedeció al Señor, o sea que comenzó a actuar en la forma en que lo
haría una mujer que amara realmente a su marido. Le preparaba sus comidas
favoritas, cuidaba con esmero la casa, se expresaba en la forma más cariñosa
y amable posible.

Unos años después, uno de los hijos dijo:

- Mamá, con mis hermanos siempre nos sentimos muy dichosos: tenemos un
padre y una madre que se aman en verdad.

Esta mujer tuvo la disposición de obedecer a Dios, dio un paso de fe y el Señor


le dio la capacidad de desarrollar un amor genuino y profundo. Dios capacita a
sus hijos a amar con un amor sobrenatural. Un amor más allá de las palabras y
el puro sentimiento: un amor probado en los hechos.

Es el tipo de amor que llevó a Cristo a dar su vida por nosotros: porque, no
fueron los clavos los que sujetaron al Señor a la cruz del calvario, sino su amor
maravilloso, capaz de todo por redimirnos.

Durante todo el proceso en que fue oprimido y afligido, no pronunció palabra:


“Como a un cordero lo llevaron al matadero, como muda oveja ante sus
trasquiladores, permaneció callado ante quienes lo condenaban” (Isaías 53:7,
Biblia al día).

En Jesucristo se revela el corazón de Dios: que no sólo espera al pecador con


los brazos abiertos sino que sale a buscarlo para darle salvación.

Es un amor práctico, que se manifiesta en hechos concretos. En la cruz, antes


de morir, Jesús exclama: “¡Consumado es!”, o sea: todo ha terminado.
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Tercer paso:
Viva de acuerdo a la Palabra de Dios.

No hace falta insistir demasiado en este aspecto. No basta sólo con leer la
Biblia, ir a la iglesia o hacer oraciones para tener una vida y un hogar feliz.
Debemos dejar que Cristo controle nuestra vida para poder vivir de acuerdo a
su voluntad. En una oportunidad, dirigiéndose el Señor a un grupo de creyentes
les aclaró (Juan 8:31-32): “Ustedes serán verdaderamente mis discípulos
cuando vivan como yo les he enseñado. Entonces conocerán la Verdad y la
Verdad los libertará” (Biblia al día).

Cuando Cristo ocupa el primer lugar en nuestras vidas, disfrutamos la


verdadera libertad. Watchman Nee dijo: “Ser lleno de Cristo es ser lleno de
obediencia”.

Sí, rotundamente sí: un hogar feliz y vencedor de las dificultades de este crítico
tiempo moderno, es posible. El secreto es la unión vital de sus integrantes con
el Señor Jesucristo.

Si pretendemos enfrentar solos las dificultades, fracasaremos; en cambio, con


Jesús, venceremos.

La naturaleza nos brinda una excelente ilustración acerca de cómo es posible


salir victoriosos aún en la más difícil situación: Cada año, en los Alpes suizos,
se repite el maravilloso espectáculo del surgimiento de una flor que crece a
través del hielo. Se trata de la “lunaria azul”, que en la primavera y luego de un
largo período cubierta de nieve, genera calor por combustión interna y,
derritiendo la helada superficie, produce un túnel por el cual la planta sale al
encuentro del aire y el sol.

Su flor da la sensación de sembrada sobre la gruesa capa de hielo.

De igual modo, no importa bajo qué circunstancias actuemos, el hogar cristiano


se levanta victorioso.

La presencia de Jesucristo provee la energía para luchar y vencer.

Estimado lector, creo de todo corazón que Dios puede cambiar su hogar y su
vida. Lo creo porque cambió mi vida y disfruto la bendición de tener un hogar
cristiano.

Quizás usted se siente – ya sea hombre o mujer – desorientado, con deseos de


cambiar pero sin saber cómo empezar. Y se pregunta:

- ¿Qué hago? ¿Dónde está la solución?

Existe una respuesta universal e invariable… la de Pablo y Silas, dos


predicadores cristianos, cuando un hombre les preguntó hace casi 2000 años:
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- Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?.

La respuesta que ellos le dieron, es la respuesta que su vida y su hogar


necesitan:

- Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu familia (Hechos 16:30-31).

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