Profetas Mayores y Menores Parte 16

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PROFETAS MAYORES Y MENORES (PARTE 16)

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SOFONÍAS

Autor : Sof onías (Jehová Esconde).

Fecha de escritura: Entre el 640 y el 612 A.C.

Período que abarca: No especif icado.

T ítulo: Es el nombre del autor del libro: Sof onías. Este


nombre signif ica “Jehová protege.”

Trasfondo: El ministerio de Sof onías es para con Judá–


durante los años previos a la destrucción total–durante el
reinado del joven Josías. Josías comienza siendo un muy
buen rey, e instituye ref ormas radicales, probablemente por la inf luencia del prof eta Sof onías. Pero ni siquiera
estas ref ormas son suf icientes porque Judá cae más y más prof undamente en apostasía y pecado. Sof onías,
contemporáneo de Jeremías, reside en Jerusalén. Su prof ecía tiene que ver tanto con el juicio divino inmediato
como el de largo plazo. Sof onías probablemente es el biznieto de Ezequías, que f ue rey de Judá.

Lugar de escritura: Judá.

Destinatario: Principalmente Judá.

Contenido: El libro de Sof onías es un mensaje de juicio. El


prof eta gráf icamente usa los 53 versículos de este libro para
describir la ira que vendrá sobre Judá, Filistea, Moab, Amón,
Etiopía y Asiria. Los pecados y subsiguiente destrucción de
Jerusalén reciben especial atención. Sin embargo, las f uturas
bendiciones son para todos, judíos y gentiles, si
obedientemente se vuelven a El. El prometido remanente de
Israel será restaurado, y habrá gozo en el mundo entero (
Cáp.. 3).

Palabras claves: “El día grande de Jehová”; “Remanente.”


Sof onías anuncia enf áticamente que la venganza y santidad de Dios lo llevarán a juzgar a las naciones por el
pecado en el anunciado “día grande de Jehová” (Cáp.. 1). Pero Dios ha prometido exaltar a un “remanente,” que
será juntado desde los conf ines de la tierra para vivir en el consuelo y gozo del Señor.

Temas: Dios no tiene prejuicios . . . El siempre odia el


pecado y ama la obediencia. Dios quiere que tengamos
corazones puros, no señales externas de piedad. El
anunciado día del Señor traerá un juicio más grande de lo que
el mundo haya conocido. La renovada comunión con Dios es
posible para todos los que con sinceridad tengan corazones
arrepentidos.

Bosquejo:

1. El juicio de Dios sobre Judá. ( 1:1 -2:3)

2. El juicio de Dios sobre los vecinos de Judá. ( 2:4 -3:8)

3. La restauración de Dios sobre Judá. ( 3:9 -3:20)

SOFONIAS: EL DIA DE LA IRA DEL SEÑOR

( Comentarios por Ray C. Stedman) A Sof onías le tocó hablar acerca del tema más desagradable de la Biblia: el
juicio de Dios. Como es natural, no es el único lugar donde aparece el tema, pero es el trato más concentrado
que se da al juicio de Dios, ya que todo el libro se dedica a este tema.

Son muchas las personas a las que les gustaría hacer


desaparecer por completo de la Biblia todo el tema del juicio
de Dios. Hay aquellos que nos dicen que el Dios del Nuevo
Testamento, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, es la
clase de Dios que nunca juzgaría porque tiene un corazón
tierno, su amor es una manif estación de su gracia y su
paciencia es tan inf inita que no habrá nunca un momento en
que Dios actúe con venganza. Es asombroso, sin embargo,
que en el Nuevo Testamento el Señor Jesús hablase con
bastante f recuencia acerca del juicio de Dios. En el cuarto
capítulo de Lucas, el Señor regresó a su ciudad natal,
después de haber estado predicando durante muchos meses en Judea. Había realizado muchos milagros y la
f ama acerca de sus milagros le había precedido, por lo que todos sus parientes en Nazaret estaban ansiosos
por verle. No se había comportado de ese modo mientras era niño y estaba creciendo y ardían en deseos de
ver si al volver a su hogar realizaría alguna obra poderosa.

Lucas nos dice que Jesús entró en la sinagoga en Sábado y le f ue dado a leer el libro de la prof ecía de Isaías.
Abriendo el pergamino halló el lugar (que casualmente era el capítulo sesenta y uno de nuestra versión de
Isaías) donde dice: “El Espíritu del Señor está sobre mi porque me ha ungido Jehová. Me ha enviado para
anunciar buenas nuevas a los pobres… (Isa. 61:1) Ese pasaje predice el ministerio del Mesías. Entonces se
detuve a mitad de la f rase, justo al llegar a la coma, y su última palabra f ue que había venido a proclamar el año
aceptable del Señor, pero Isaías continua diciendo “y el día de la venganza de nuestro Dios. (Isa. 61:2) Pero el
Señor no leyó eso porque no era el momento apropiado para proclamar el día de la venganza de Dios, pero ha
de llegar dicho día y f ue el Señor mismo el que describió el día del Señor (de lo cual ha quedado constancia en
Mateo, Marcos y Lucas) y es precisamente acerca de este día de lo que habla Sof onías.

Sof onías signif ica “oculto en el Señor y el prof eta está hablando como si f uese un representante del
remanente de la f e, de aquel grupo relativamente pequeño de personas que permanecerá f iel a Dios y a su
palabra en los tiempos de prueba y dif icultad que han de venir sobre la tierra. Serán ocultados, por así decirlo,
por Dios mismo entre las naciones de la tierra y Dios cuidará de ellos para mantenerlos en la f e durante este
tiempo. Y es acerca de este pueblo sobre el cual escribe Sof onías y especialmente sobre ese día que ha de
venir, el día del Señor, que describe gráf icamente el prof eta.

En el capítulo 1, Sof onías nos habla acerca del carácter de


la venganza de Dios y no es un pasaje agradable. Comienza
después de que el prof eta se ha identif icado a sí mismo
como el biznieto de uno de los reyes de Judá (versículos 2-
6):

“¡Yo acabaré por completo con todas las cosas de la f az de


la tierra!, dice Jehová. Acabaré con los hombres y con los
animales y acabaré con las aves del cielo y con los peces del
mar. Haré tropezar a los impíos y eliminaré a los hombres de
la f az de la tierra, dice Jehová. Extenderé mi mano contra
Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén. Eliminaré de este lugar lo que queda del culto de Baal, y el
nombre de los sacerdotes idólatras. Eliminaré también a los que se postran en las azoteas ante el ejército de
los cielos; a los que se postran y juran por Jehová, y al mismo tiempo juran por Moloc. Eliminaré a los que se
apartan de en pos de Jehová, y a los que no le buscan ni le consultan.”

Y Sof onías dice (versículo 7):

“¡Callad ante la presencia del Señor Jehová porque el día de Jehová está cercano…”

Hay una gran dif erencia entre el día del Señor y el día que se
le dedica al Señor. El domingo es el día del Señor, el día de la
resurrección, pero el día del Señor es algo dif erente y no
debemos nunca conf undir estos términos. (Es como la
dif erencia entre un caballo color castaño y un cof re como un
caballo.) El día del Señor era el día en el que el Señor resucitó
de los muertos y por eso es por lo que celebramos el
domingo.

Pero el día del Señor es el día en que se manif estará la mano


de Dios directamente en los asuntos de los hombres. Fíjese en el proverbio personal en todo el pasaje: “yo
acabaré por completo con todo. Acabaré con los hombres y con los animales. “Eliminaré a la humanidad. Dios
está obrando por medio de los acontecimientos de la historia, por medio de las naciones, de los ejércitos y de
las diversas calamidades que acontecen. Su mano está oculta, envuelto en el guante de la historia, pero todos
los escritores de la Biblia concuerdan en que vendrá ese día en el que Dios intervendrá directamente de nuevo
en los asuntos de los hombres.

Encontramos una ref erencia a ese tiempo, en palabras del mismo Jesús, en Mateo cuando nuestro Señor
habla acerca de la gran tribulación.

“Entonces os entregarán a tribulación y os matarán, y seréis aborrecidos por todas las naciones por causa de
mi nombre.” (Mat. 24:9)

Y el Señor describe este tiempo, pero no es este el día del Señor al que se ref iere Sof onías, porque este es
un tiempo en el que las naciones seguirán aún luchando y haciéndose la guerra. Entonces Jesús dice (Mat.
24:21, 22):

“Porque entonces habrá gran tribulación como no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni habrá
jamás. Si aquellos días no f uesen acortados, no se salvaría nadie, pero por causa de los escogidos, aquellos
días serán acortados.”

Esto concuerda exactamente con la prof ecía de Sof onías. Dios dice que acabará con todo lo que hay sobre la
f az de la tierra, “…pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Y Jesús continua diciendo
en Mateo 24:24:
“Porque se levantarán f alsos cristos y f alsos prof etas y darán grandes señales y maravillas de tal manera que
engañarán, de ser posible, aun a los escogidos.”

Y dice claramente (versículo 25):

“¡Mirad! Os lo he dicho de antemano.”

En otras palabras, no os pongáis nerviosos por esto. Luego nos encontramos con la descripción del día del
Señor (Mat. 24:29-31):

“Pero inmediatamente después de la tribulación de aquellos


días, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor. Las
estrellan caerán del cielo y los poderes de los cielos serán
sacudidos. Entonces se manif estará la señal del Hijo del
Hombre en el cielo, y en ese tiempo harán duelo todas las
tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre
las nubes del cielo con poder y gran gloria. El enviará a sus
ángeles con un gran sonar de trompeta, y ellos reunirán a los
escogidos de él de los cuatro vientos, desde un extremo del
cielo hasta el otro.”

El Apóstol Pablo habla de una manera un tanto parecida y


usa el mismo término “el día del Señor. En Iª de
Tesalonicenses encontrará usted una de varias ref erencias
que hace Pablo a este gran acontecimiento. En el capítulo 5,
versículos 1-6 dice:

“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, hermanos, no tenéis necesidad de que os escriba. [¿Por qué
no? Bueno, porque ya se les había dicho en el Antiguo Testamento.] Porque vosotros mismos sabéis
perf ectamente bien que el día del Señor vendrá como ladrón de noche. Cuando digan “paz y seguridad
entonces vendrá la destrucción de repente sobre ellos, como vienen los dolores sobre la mujer que da a luz; y
de ninguna manera escaparán. Pero vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, como para que aquel día os
sorprenda como un ladrón. Todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día. No somos hijos de la noche ni de
las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios.”

Hay también muchos otros pasajes que se ref ieren al día del Señor y todos concuerdan en que el momento en
que los hombres proclamen paz, se estarán en realidad preparando para la guerra; en un tiempo en el que se
estarán af errando a una f orma de santidad, estarán negando los poderes de dicha santidad y en un tiempo en
el que estén declarando que los problemas de la vida se están resolviendo, será exactamente cuando se
encontrarán en mayor peligro que nunca y entonces vendrá el día del Señor.

Volvamos ahora a Sof onías y veamos lo que dice al respecto (capítulo 1, versículo 7-9):

“¡Callad ante la presencia del Señor Jehová, porque el día de Jehová está cercano! Jehová ha preparado un
sacrif icio y ha escogido a sus invitados. Sucederá en el día del sacrif icio que hará Jehová, que castigaré a los
principales, a los hijos del rey y a todos los que llevan vestido extranjero. Asimismo, en aquel día castigaré a
todos los que saltan sobre el umbral de las puertas y a los que llenan de violencia y de f raude la casa de su
señor.”

¿Qué es esta f iesta y quiénes son estos invitados que han sido invitados al día del Señor? Es la gran cena de
Dios que también se describe en Apocalipsis 19, versículos 17 a 20, donde Juan dice:

“Vi a un ángel que estaba de pie en el sol, y el gritó con gran voz a todas las aves que volaban en medio del
cielo, diciendo: ¡Venid!, ¡Congregaos para el gran banquete de Dios! Para que comáis la carne de reyes, de
comandantes y de los poderosos; y la carne de caballos y de sus jinetes; y la carne de todos, tanto de libres
como de esclavos, tanto de pequeños como de grandes. Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra y a sus
ejércitos, congregados para hacer la guerra contra el que estaba montado sobre el caballo y contra su ejército.
Y la bestia f ue tomada prisionera, junto con el f also prof eta que había hecho delante de ella las señales con
que había engañado a los que recibieron la marca de la bestia y adoraban a su imagen. Ambos f ueron lanzados
vivos al lago de f uego ardiendo con azuf re.”

Este es el gran banquete de Dios. Son los pájaros y los buitres los que son invitados a f estejar comiéndose
los cuerpos de los hombres. Hay otra descripción de esto en Ezequiel 39. Los invitados son los gallinazos, los
buitres, y las águilas que son llamadas a alimentarse de los muertos, los millones que perecerán en ese día
espantoso cuando Dios intervendrá de nuevo directamente en los asuntos de los hombres.

“Pero bueno dirá usted, “¿cómo puede ser esto? ¿Cómo


puede un Dios de amor, el Dios del Nuevo Testamento, hacer
algo así? ¿Cómo puede Dios, que ama la misericordia y es
lento para la irá, llegar a semejante situación? Y hay muchos
que nos dicen que debiéramos eliminar estos pasajes de la
Biblia, alegando que debiéramos de leer nuestras Biblias de
manera muy parecida a como leemos literatura. Por ejemplo,
leemos en la novela de Robert Louis Stevenson “La Isla del
Tesoro acerca de un personaje que se llama Long John Silver.
Leemos que era un hombre cruel, rapaz, un individuo que no
era digno de conf ianza. Pero si después de haber leído eso,
viniese alguien y nos dijese que en realidad Long John Silver
es una gran persona, que es amable con su madre y que una vez que se le conoce es un hombre muy
agradable, no lo creeríamos porque conocemos a Long John Silver y sabemos que no es esa clase de hombre.
Por lo tanto, si alguien nos dice eso, no le creeremos. Una persona con una actitud así podrá decirnos
además: “He conocido a Dios como un Dios de amor, de gracia y, por lo tanto, cuando leo en la Biblia algo que
dice que es un Dios de venganza y que va a destruir a la gente, sencillamente no me lo creo. Lo que hago es
eliminarlo y digo que ha sido otro el que lo ha insinuado, porque no es ese la clase de Dios al que yo conozco.

Es esta clase de razonamiento lo que sugiere que deberíamos leer nuestras Biblia y arrancar aquellas partes
que no concuerdan con nuestras ideas acerca de Dios, pero lo que nos queda, como es natural, no es otra
cosa que lo que nos agrada y lo que pensamos con respecto a cómo debería de ser Dios.

Como es natural, eso demuestra de qué modo nuestro argumento cae por su propio peso porque el libro que
nos dice que Dios es un Dios de amor también nos dice que es un Dios de venganza. Y cualquiera que medite
en serio acerca de sí mismo y sobre el amor entenderá por qué un Dios de amor tiene que ser además un Dios
de venganza. Porque si amamos a alguien, odiaremos todo aquello que pueda perjudicar a la persona amada y
nosotros estamos en contra de cualquier cosa que sea una amenaza o destruya lo que nosotros amamos. Y
el mismo amor que ha movido el corazón de Dios a ser derramado durante siglos, en un esf uerzo incesante
por conseguir que el hombre despierte a su necesidad y para que escuche el llamamiento a la gracia, es el
mismo amor que por f in le incita a eliminar a aquellos que niegan todo lo relacionado con su gracia y se
identif ican con lo que se opone a su voluntad y su obra entre los hombres. Entonces no le queda otra cosa
que hacer que destruirlos y por eso es por lo que el prof eta habla tan claramente sobre esto.

Continuando con Sof onías y Dios dice con f ranqueza (capítulo 1, versículos 14-18):

“Cercano está el gran día de Jehová; está cerca y se apresura con rapidez. Veloz es el día de Jehová; es más
ágil que un corredor, y más presuroso que un valiente. Aquel será día de ira, día de desolación y de
devastación, día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y de densa neblina, día de toque de corneta y de
griterío, sobre las ciudades f ortif icadas y sobre las torres altas. Yo traeré tribulación sobre los hombres, y
andarán como ciegos; porque pecaron contra Jehová. La sangre de ellos será derramada como polvo, y su
carne como excremento. Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra
será consumida con el f uego de su celo. Porque de cierto exterminará repentinamente a todos los habitantes
de la tierra.”

A Dios no le resulta f ácil hablar de este modo. El mismo dice


que no se deleita en la muerte de los hombres ni en el juicio.
El juicio, nos dice el prof eta, es una obra que le es ajena
porque su corazón se deleita en la misericordia, pero al f inal,
si no se hace su voluntad, si la tierra ha de disf rutar algún día
de la gloriosa libertad de las promesas transmitidas por los
prof etas con respecto al hombre, si los sueños que se
encuentran en el f ondo de los corazones de los hombres
con respecto a un mundo en el que no haya guerra, sino un
tiempo de prosperidad, un tiempo en el que el gozo inunde la
tierra, en el cual los hombres puedan vivir juntos en una
gloriosa armonía, cuando hasta los animales perderán su
enemistad los unos hacia los otros y la paz cubra la tierra
como las aguas cubren la mar, si eso ha de convertirse en una realidad, entonces es preciso que Dios resuelva
la maldad enraizada de los hombres. Por eso es por lo que es absolutamente segura la venida del día de la
venganza de nuestro Dios. Los prof etas advierten acerca de ello y la palabra habla con toda claridad. También
en todo el Nuevo Testamento nos dice que cuando la gracia de Dios quede a un lado, nos esperará su juicio.

El capítulo 2 expone el plan de la venganza de Dios, mencionando a ciertas naciones (versículos 8, 9):

“He oído las af rentas de Moab y los insultos de los hijos de Amón…Moab será como Sodoma y los hijos de
Amón como Gomorra…”

Se menciona a los etíopes en el versículo 12 y a los asirios en el 13. Lo interesante es que a pesar de que
estas naciones se han perdido envueltas por el polvo de la historia, la promesa de este día del Señor sigue
siendo algo f uturo. ¿Cómo puede ser esto? ¿Por qué se menciona aquí a estas naciones cuando llevan ya
tantísimo tiempo enterradas en la antigüedad? ¿Cómo pueden ser destruidas en un día venidero?

Como es lógico, la respuesta es que las naciones se mencionan de modo simbólico a lo largo de las Escrituras
además de literalmente porque f ueron literalmente destruidas en el curso de la historia, pero se usan de modo
simbólico con ref erencia a su total y def initivo signif icado en relación con el día del Señor. Moab, por ejemplo,
es siempre una imagen de la carnalidad del hombre, de su dependencia de sus propios recursos y los amonitas
son una imagen de lo mismo. Etiopia es una imagen de la obstinación y la intransigencia del hombre. Las
Escrituras preguntan “¿puede el etíope cambiar su color? Y Asiria representa al hombre en su arrogancia y su
orgullo. Dios dice que está en contra de todas estas cosas y al actuar por f in juzgando a la raza humana,
estas cosas tienen que ser eliminadas. En el capítulo 3 vemos lo extenso de la ira de Dios (versículos 1-2):

“¡Ay de la ciudad rebelde, manchada y opresora! No escucha la voz, ni recibe la corrección. No conf ía en
Jehová, ni se acerca a su Dios.”

Esto es algo que se podría decir de casi todas las ciudades de la tierra. Al seguir con la lectura verá que este
es un tema a escala mundial (versículo 8):

“¡Por tanto, dice Jehová, esperad el día en que me levante para ser testigo! Porque tengo determinado reunir
las naciones y juntar los reinos para derramar sobre ellos mi enojo, todo el f uror de mi ira. Porque toda la
tierra será consumida por el f uego de mi celo.”
¿Para qué? ¿Qué es lo que pretende Dios? ¿Está sencillamente interesado en ajustar las cuentas, en
vengarse por f in de la obstinación y voluntariedad de los hombres? ¿Va a visitar la tierra con este terrible
huracán de destrucción con el f in de convertirla en una ruina humeante, desierta, desolada y sin habitantes?
No, porque eso sería lo que conseguirían los hombres si hubiese otra guerra mundial. Dejaríamos la tierra
despoblada, pero Dios no la dejará nunca así.

Una vez que haya leído usted la descripción de toda la oscuridad, la lobreguez
y la matanza, después de la ruina y la destrucción, ¿cuál es la próxima palabra?
Versículo 14:

“¡Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel! ¡Gózate y regocíjate de


todo corazón, oh hija de Jerusalén!”

¿Por qué? Pues porque ese será el nuevo orden que se establecerá. Por eso
es por lo que Dios se está ocupando de los hombres, para que pueda traer
canción en lugar de tristeza, servicio en lugar de egoísmo, seguridad en lugar
de esclavitud. Esta será la consecuencia del juicio de Dios y se nos dice que el
Señor Dios se encuentra en medio de su pueblo, no para juzgarlo, como lo
hace en el capítulo 3, versículo 5:

“Jehová es justo en medio de ella, él no hará maldad…”

Pero aquí dice en el versículo 17:

“¡Jehová tu Dios está en medio de ti: ¡es poderoso; él salvará! Con alegría se
regocijará por causa de ti. Te renovará en su amor; por causa de ti se regocijará con cánticos.”

Además el Señor dice (versículos 18-20):

“Yo quitaré de ti el pesar de la f estividad…convertiré en oprobio a tus opresores. Pero salvaré a la que cojea y
recogeré a la descarriada…En aquel tiempo os traeré; en aquel tiempo os reuniré. Yo os haré objeto de
renombre y de alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando os restauraré de la cautividad…”

¡Qué maravillosa imagen! Esto tiene que ver, como es natural, con el remanente de Israel, pero es una imagen
del amor y el cuidado de Dios durante cualquier época de desesperación y oscuridad. Estoy personalmente
convencido de que esto es algo de lo que la iglesia no es consciente. La iglesia será llevada antes de que
ocurran estos acontecimientos, pero en el tiempo que viene a continuación, Dios vuelve a llamar al remanente
de Israel a sí mismo y por f in lo redimidos prorrumpirán en un cántico. El cántico acerca del que leemos aquí lo
dirige el Señor mismo en una maravillosa y gloriosa melodía de gozo. Esto me recuerda el precioso pasaje del
Cantar de los Cantares:

“Ya ha pasado el invierno, la estación de la lluvia se ha ido. Han brotado las f lores en la tierra. El tiempo de la
canción ha llegado. Eso es lo que ha de seguir al juicio, pero nadie, aparte de los redimidos, pueden unirse a
ese cántico. Elisabeth Browning, en su poema, el Sef arín, describe a los ángeles contemplando la obra del Hijo
de Dios en la tierra y por f in, viendo con asombro estupef acto la encarnación y f inalmente la cruz, uno de los
ángeles contempla este ejército de almas redimidas y le dice a otro: “De aquí en adelante los cautivos
comprados por la sangre elevarán su apasionado cántico de sangre. Y el otro contesta: “y extendemos
nuestras santas manos vacías hacia el trono y clamamos: no tenemos música., Porque solo los redimidos
pueden cantar de este modo. Después de las tinieblas, de la matanza, de la terrible destrucción llega el
momento de cantar. Eso es lo que Dios desea para las vidas de todos ustedes y eso es posible ahora mismo
a nivel del Espíritu, cuando Dios da un golpe mortal a la carne en nosotros y nos hace pasar por esta dolorosa
experiencia de tener que decir que no y renunciar a nuestro ego y a nuestra propia vida. Entonces es cuando
llega el momento del cántico, el tiempo que desea Dios para nosotros, y el motivo por el que permite que
pasemos por el suf rimiento y la oscuridad. Lo que ve usted como algo que es cierto en la vida individual es
también algo que se aplica a todo el ámbito de la historia al hacer Dios que la historia vaya llegando a su f in.”

De eso es de lo que nos habla Sof onías. Aunque es una escena dolorosa, que comienza con oscuridad y
tristeza, el f inal es uno de gozo, alegría y cántico.

Hola, usted puede hacer uso de este material con libertad. Esta sección pertenece
a la segunda parte de un f olleto de estudio con énf asis sobre Prof etas Mayores y
Menores. Cada día tratare de poner un nuevo resumen del mismo hasta llegar al f inal
del libro. En la página de descarga usted podrá bajar el mismo en f ormato PDF y al
f inal pondré el libro completo. Usted puede imprimirlo y usarlo con libertad. Dios te
bendiga.

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