Profetas Mayores y Menores Parte 16
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SOFONÍAS
Bosquejo:
( Comentarios por Ray C. Stedman) A Sof onías le tocó hablar acerca del tema más desagradable de la Biblia: el
juicio de Dios. Como es natural, no es el único lugar donde aparece el tema, pero es el trato más concentrado
que se da al juicio de Dios, ya que todo el libro se dedica a este tema.
Lucas nos dice que Jesús entró en la sinagoga en Sábado y le f ue dado a leer el libro de la prof ecía de Isaías.
Abriendo el pergamino halló el lugar (que casualmente era el capítulo sesenta y uno de nuestra versión de
Isaías) donde dice: “El Espíritu del Señor está sobre mi porque me ha ungido Jehová. Me ha enviado para
anunciar buenas nuevas a los pobres… (Isa. 61:1) Ese pasaje predice el ministerio del Mesías. Entonces se
detuve a mitad de la f rase, justo al llegar a la coma, y su última palabra f ue que había venido a proclamar el año
aceptable del Señor, pero Isaías continua diciendo “y el día de la venganza de nuestro Dios. (Isa. 61:2) Pero el
Señor no leyó eso porque no era el momento apropiado para proclamar el día de la venganza de Dios, pero ha
de llegar dicho día y f ue el Señor mismo el que describió el día del Señor (de lo cual ha quedado constancia en
Mateo, Marcos y Lucas) y es precisamente acerca de este día de lo que habla Sof onías.
Sof onías signif ica “oculto en el Señor y el prof eta está hablando como si f uese un representante del
remanente de la f e, de aquel grupo relativamente pequeño de personas que permanecerá f iel a Dios y a su
palabra en los tiempos de prueba y dif icultad que han de venir sobre la tierra. Serán ocultados, por así decirlo,
por Dios mismo entre las naciones de la tierra y Dios cuidará de ellos para mantenerlos en la f e durante este
tiempo. Y es acerca de este pueblo sobre el cual escribe Sof onías y especialmente sobre ese día que ha de
venir, el día del Señor, que describe gráf icamente el prof eta.
“¡Callad ante la presencia del Señor Jehová porque el día de Jehová está cercano…”
Hay una gran dif erencia entre el día del Señor y el día que se
le dedica al Señor. El domingo es el día del Señor, el día de la
resurrección, pero el día del Señor es algo dif erente y no
debemos nunca conf undir estos términos. (Es como la
dif erencia entre un caballo color castaño y un cof re como un
caballo.) El día del Señor era el día en el que el Señor resucitó
de los muertos y por eso es por lo que celebramos el
domingo.
Encontramos una ref erencia a ese tiempo, en palabras del mismo Jesús, en Mateo cuando nuestro Señor
habla acerca de la gran tribulación.
“Entonces os entregarán a tribulación y os matarán, y seréis aborrecidos por todas las naciones por causa de
mi nombre.” (Mat. 24:9)
Y el Señor describe este tiempo, pero no es este el día del Señor al que se ref iere Sof onías, porque este es
un tiempo en el que las naciones seguirán aún luchando y haciéndose la guerra. Entonces Jesús dice (Mat.
24:21, 22):
“Porque entonces habrá gran tribulación como no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni habrá
jamás. Si aquellos días no f uesen acortados, no se salvaría nadie, pero por causa de los escogidos, aquellos
días serán acortados.”
Esto concuerda exactamente con la prof ecía de Sof onías. Dios dice que acabará con todo lo que hay sobre la
f az de la tierra, “…pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Y Jesús continua diciendo
en Mateo 24:24:
“Porque se levantarán f alsos cristos y f alsos prof etas y darán grandes señales y maravillas de tal manera que
engañarán, de ser posible, aun a los escogidos.”
En otras palabras, no os pongáis nerviosos por esto. Luego nos encontramos con la descripción del día del
Señor (Mat. 24:29-31):
“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, hermanos, no tenéis necesidad de que os escriba. [¿Por qué
no? Bueno, porque ya se les había dicho en el Antiguo Testamento.] Porque vosotros mismos sabéis
perf ectamente bien que el día del Señor vendrá como ladrón de noche. Cuando digan “paz y seguridad
entonces vendrá la destrucción de repente sobre ellos, como vienen los dolores sobre la mujer que da a luz; y
de ninguna manera escaparán. Pero vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, como para que aquel día os
sorprenda como un ladrón. Todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día. No somos hijos de la noche ni de
las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios.”
Hay también muchos otros pasajes que se ref ieren al día del Señor y todos concuerdan en que el momento en
que los hombres proclamen paz, se estarán en realidad preparando para la guerra; en un tiempo en el que se
estarán af errando a una f orma de santidad, estarán negando los poderes de dicha santidad y en un tiempo en
el que estén declarando que los problemas de la vida se están resolviendo, será exactamente cuando se
encontrarán en mayor peligro que nunca y entonces vendrá el día del Señor.
Volvamos ahora a Sof onías y veamos lo que dice al respecto (capítulo 1, versículo 7-9):
“¡Callad ante la presencia del Señor Jehová, porque el día de Jehová está cercano! Jehová ha preparado un
sacrif icio y ha escogido a sus invitados. Sucederá en el día del sacrif icio que hará Jehová, que castigaré a los
principales, a los hijos del rey y a todos los que llevan vestido extranjero. Asimismo, en aquel día castigaré a
todos los que saltan sobre el umbral de las puertas y a los que llenan de violencia y de f raude la casa de su
señor.”
¿Qué es esta f iesta y quiénes son estos invitados que han sido invitados al día del Señor? Es la gran cena de
Dios que también se describe en Apocalipsis 19, versículos 17 a 20, donde Juan dice:
“Vi a un ángel que estaba de pie en el sol, y el gritó con gran voz a todas las aves que volaban en medio del
cielo, diciendo: ¡Venid!, ¡Congregaos para el gran banquete de Dios! Para que comáis la carne de reyes, de
comandantes y de los poderosos; y la carne de caballos y de sus jinetes; y la carne de todos, tanto de libres
como de esclavos, tanto de pequeños como de grandes. Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra y a sus
ejércitos, congregados para hacer la guerra contra el que estaba montado sobre el caballo y contra su ejército.
Y la bestia f ue tomada prisionera, junto con el f also prof eta que había hecho delante de ella las señales con
que había engañado a los que recibieron la marca de la bestia y adoraban a su imagen. Ambos f ueron lanzados
vivos al lago de f uego ardiendo con azuf re.”
Este es el gran banquete de Dios. Son los pájaros y los buitres los que son invitados a f estejar comiéndose
los cuerpos de los hombres. Hay otra descripción de esto en Ezequiel 39. Los invitados son los gallinazos, los
buitres, y las águilas que son llamadas a alimentarse de los muertos, los millones que perecerán en ese día
espantoso cuando Dios intervendrá de nuevo directamente en los asuntos de los hombres.
Es esta clase de razonamiento lo que sugiere que deberíamos leer nuestras Biblia y arrancar aquellas partes
que no concuerdan con nuestras ideas acerca de Dios, pero lo que nos queda, como es natural, no es otra
cosa que lo que nos agrada y lo que pensamos con respecto a cómo debería de ser Dios.
Como es natural, eso demuestra de qué modo nuestro argumento cae por su propio peso porque el libro que
nos dice que Dios es un Dios de amor también nos dice que es un Dios de venganza. Y cualquiera que medite
en serio acerca de sí mismo y sobre el amor entenderá por qué un Dios de amor tiene que ser además un Dios
de venganza. Porque si amamos a alguien, odiaremos todo aquello que pueda perjudicar a la persona amada y
nosotros estamos en contra de cualquier cosa que sea una amenaza o destruya lo que nosotros amamos. Y
el mismo amor que ha movido el corazón de Dios a ser derramado durante siglos, en un esf uerzo incesante
por conseguir que el hombre despierte a su necesidad y para que escuche el llamamiento a la gracia, es el
mismo amor que por f in le incita a eliminar a aquellos que niegan todo lo relacionado con su gracia y se
identif ican con lo que se opone a su voluntad y su obra entre los hombres. Entonces no le queda otra cosa
que hacer que destruirlos y por eso es por lo que el prof eta habla tan claramente sobre esto.
Continuando con Sof onías y Dios dice con f ranqueza (capítulo 1, versículos 14-18):
“Cercano está el gran día de Jehová; está cerca y se apresura con rapidez. Veloz es el día de Jehová; es más
ágil que un corredor, y más presuroso que un valiente. Aquel será día de ira, día de desolación y de
devastación, día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y de densa neblina, día de toque de corneta y de
griterío, sobre las ciudades f ortif icadas y sobre las torres altas. Yo traeré tribulación sobre los hombres, y
andarán como ciegos; porque pecaron contra Jehová. La sangre de ellos será derramada como polvo, y su
carne como excremento. Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra
será consumida con el f uego de su celo. Porque de cierto exterminará repentinamente a todos los habitantes
de la tierra.”
El capítulo 2 expone el plan de la venganza de Dios, mencionando a ciertas naciones (versículos 8, 9):
“He oído las af rentas de Moab y los insultos de los hijos de Amón…Moab será como Sodoma y los hijos de
Amón como Gomorra…”
Se menciona a los etíopes en el versículo 12 y a los asirios en el 13. Lo interesante es que a pesar de que
estas naciones se han perdido envueltas por el polvo de la historia, la promesa de este día del Señor sigue
siendo algo f uturo. ¿Cómo puede ser esto? ¿Por qué se menciona aquí a estas naciones cuando llevan ya
tantísimo tiempo enterradas en la antigüedad? ¿Cómo pueden ser destruidas en un día venidero?
Como es lógico, la respuesta es que las naciones se mencionan de modo simbólico a lo largo de las Escrituras
además de literalmente porque f ueron literalmente destruidas en el curso de la historia, pero se usan de modo
simbólico con ref erencia a su total y def initivo signif icado en relación con el día del Señor. Moab, por ejemplo,
es siempre una imagen de la carnalidad del hombre, de su dependencia de sus propios recursos y los amonitas
son una imagen de lo mismo. Etiopia es una imagen de la obstinación y la intransigencia del hombre. Las
Escrituras preguntan “¿puede el etíope cambiar su color? Y Asiria representa al hombre en su arrogancia y su
orgullo. Dios dice que está en contra de todas estas cosas y al actuar por f in juzgando a la raza humana,
estas cosas tienen que ser eliminadas. En el capítulo 3 vemos lo extenso de la ira de Dios (versículos 1-2):
“¡Ay de la ciudad rebelde, manchada y opresora! No escucha la voz, ni recibe la corrección. No conf ía en
Jehová, ni se acerca a su Dios.”
Esto es algo que se podría decir de casi todas las ciudades de la tierra. Al seguir con la lectura verá que este
es un tema a escala mundial (versículo 8):
“¡Por tanto, dice Jehová, esperad el día en que me levante para ser testigo! Porque tengo determinado reunir
las naciones y juntar los reinos para derramar sobre ellos mi enojo, todo el f uror de mi ira. Porque toda la
tierra será consumida por el f uego de mi celo.”
¿Para qué? ¿Qué es lo que pretende Dios? ¿Está sencillamente interesado en ajustar las cuentas, en
vengarse por f in de la obstinación y voluntariedad de los hombres? ¿Va a visitar la tierra con este terrible
huracán de destrucción con el f in de convertirla en una ruina humeante, desierta, desolada y sin habitantes?
No, porque eso sería lo que conseguirían los hombres si hubiese otra guerra mundial. Dejaríamos la tierra
despoblada, pero Dios no la dejará nunca así.
Una vez que haya leído usted la descripción de toda la oscuridad, la lobreguez
y la matanza, después de la ruina y la destrucción, ¿cuál es la próxima palabra?
Versículo 14:
¿Por qué? Pues porque ese será el nuevo orden que se establecerá. Por eso
es por lo que Dios se está ocupando de los hombres, para que pueda traer
canción en lugar de tristeza, servicio en lugar de egoísmo, seguridad en lugar
de esclavitud. Esta será la consecuencia del juicio de Dios y se nos dice que el
Señor Dios se encuentra en medio de su pueblo, no para juzgarlo, como lo
hace en el capítulo 3, versículo 5:
“¡Jehová tu Dios está en medio de ti: ¡es poderoso; él salvará! Con alegría se
regocijará por causa de ti. Te renovará en su amor; por causa de ti se regocijará con cánticos.”
“Yo quitaré de ti el pesar de la f estividad…convertiré en oprobio a tus opresores. Pero salvaré a la que cojea y
recogeré a la descarriada…En aquel tiempo os traeré; en aquel tiempo os reuniré. Yo os haré objeto de
renombre y de alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando os restauraré de la cautividad…”
¡Qué maravillosa imagen! Esto tiene que ver, como es natural, con el remanente de Israel, pero es una imagen
del amor y el cuidado de Dios durante cualquier época de desesperación y oscuridad. Estoy personalmente
convencido de que esto es algo de lo que la iglesia no es consciente. La iglesia será llevada antes de que
ocurran estos acontecimientos, pero en el tiempo que viene a continuación, Dios vuelve a llamar al remanente
de Israel a sí mismo y por f in lo redimidos prorrumpirán en un cántico. El cántico acerca del que leemos aquí lo
dirige el Señor mismo en una maravillosa y gloriosa melodía de gozo. Esto me recuerda el precioso pasaje del
Cantar de los Cantares:
“Ya ha pasado el invierno, la estación de la lluvia se ha ido. Han brotado las f lores en la tierra. El tiempo de la
canción ha llegado. Eso es lo que ha de seguir al juicio, pero nadie, aparte de los redimidos, pueden unirse a
ese cántico. Elisabeth Browning, en su poema, el Sef arín, describe a los ángeles contemplando la obra del Hijo
de Dios en la tierra y por f in, viendo con asombro estupef acto la encarnación y f inalmente la cruz, uno de los
ángeles contempla este ejército de almas redimidas y le dice a otro: “De aquí en adelante los cautivos
comprados por la sangre elevarán su apasionado cántico de sangre. Y el otro contesta: “y extendemos
nuestras santas manos vacías hacia el trono y clamamos: no tenemos música., Porque solo los redimidos
pueden cantar de este modo. Después de las tinieblas, de la matanza, de la terrible destrucción llega el
momento de cantar. Eso es lo que Dios desea para las vidas de todos ustedes y eso es posible ahora mismo
a nivel del Espíritu, cuando Dios da un golpe mortal a la carne en nosotros y nos hace pasar por esta dolorosa
experiencia de tener que decir que no y renunciar a nuestro ego y a nuestra propia vida. Entonces es cuando
llega el momento del cántico, el tiempo que desea Dios para nosotros, y el motivo por el que permite que
pasemos por el suf rimiento y la oscuridad. Lo que ve usted como algo que es cierto en la vida individual es
también algo que se aplica a todo el ámbito de la historia al hacer Dios que la historia vaya llegando a su f in.”
De eso es de lo que nos habla Sof onías. Aunque es una escena dolorosa, que comienza con oscuridad y
tristeza, el f inal es uno de gozo, alegría y cántico.
Hola, usted puede hacer uso de este material con libertad. Esta sección pertenece
a la segunda parte de un f olleto de estudio con énf asis sobre Prof etas Mayores y
Menores. Cada día tratare de poner un nuevo resumen del mismo hasta llegar al f inal
del libro. En la página de descarga usted podrá bajar el mismo en f ormato PDF y al
f inal pondré el libro completo. Usted puede imprimirlo y usarlo con libertad. Dios te
bendiga.