Profetas Mayores y Menores Parte 13

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MIQUEAS

Autor: Miqueas (Quien es semejante a Jehová?).

Fecha de escritura: Entre el 735 y el 698 A.C.

Período que abarca: Alrededor de 25 años.

Título: Es el nombre del autor del libro: Miqueas. Este nombre significa
"quién es como Jehová."

Antecedentes Políticos, Sociales y Religiosos: Políticos – Asiria


había impuesto su tributo y dominio a Israel y se proyectaba hacia Judá,
aunque para esta época no pudo tomarla. Sociales – Abundaba la injusticia
y el desprecio. Los jueces eran sobornados. Profetas asalariados (3:9-11)
Sacerdotes corruptos e inmorales. Los nobles oprimían a los pobres,
creando odio, enemistades y temores (2:2) (3:2) Oprimían a las viudas (2:8-
9) Religiosas – La religión estaba mezclada con toda clase de religiones
gentiles. Dejadez y descuido al culto a Jehová. Solo oían a los predicadores
adulantes. (2:11) La adivinación, la brujería, la superstición y la idolatría
prevalecían en toda la tierra. Adoptaron las prácticas religiosas de Asiria y
los cultos sensuales extranjeros. No había integridad. (Nadie confiaba en
nadie) Los sacerdotes y los profetas estaban corrompidos, eran necios, y
egoístas, inmorales y ambiciosos, por lo mismo mataban la vida espiritual
del pueblo, e iban en pos del dinero, de las comodidades y del lujo. (3:5)

Trasfondo: Miqueas es un profeta de entre la gente común (tosco,


directo y convincente) de la prominente ciudad de Moreset (a unas 25
millas/36 km. al sudoeste de Jerusalén) en Judea. El ministerio de Miqueas
abarca los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías. Estos son tiempos
turbulentos de gran opresión, corrupción y explotación. A pesar de su
riqueza, Israel y Judá están enterradas en pecado, y el mensaje de Miqueas
de juicio inminente no es ni agradable ni popular.

Lugar de escritura: Judá.

Destinatarios: Tanto Israel como Judá.

Contenido: El mensaje de Miqueas está dirigido a los pecados del


pueblo de Jerusalén y de Samaria, las capitales de Judá e Israel. Las
principales razones para el juicio de Dios sobre las naciones son los
gobernantes corruptos, los falsos profetas, los sacerdotes impíos y los
comerciantes engañadores. Pero en medio de la destrucción y 700 años
antes que naciera Jesucristo, Miqueas profetiza el nacimiento del Mesías en
Belén (5:2). Esta aldea que una vez fue insignificante, ahora adquiere
prominencia eterna. A través de Miqueas Dios también revela estas
promesas: un remanente permanecerá; El juntará a los suyos desde los
confines de la tierra; y Sion será restaurada.

Palabras claves: "Justicia"; "Misericordia"; "Humildad." El pedido


repetido y enfático de Miqueas es que el pueblo de Dios muestre "justicia"
en todos sus caminos, que ame la "misericordia" mostrándola a otros, y
que camine en "humildad" con su Dios (6:8).

Temas: Dios hace advertencias para que no tengamos que sufrir su ira.
Si no hay obediencia a las advertencias de Dios, el juicio es seguro. Dios
nos disciplina porque nos ama. Dios sabe que el pecado destruye, y Él nos
quiere enteros. La promesa de restauración divina a quienes permanecen
fieles a Dios.

Bosquejo:

1. La visión de juicio contra Samaria y Jerusalén. (1:1-1:16)


2. El juicio de líderes y profetas. (2:1-3:12)
3. El Rey que viene y Su restauración. (4:1-5:9)
4. El castigo de Dios y subsiguientes bendiciones para Israel. (5:10-7:20)

MIQUEAS: ¿QUIEN HAY COMO DIOS?

Miqueas fue contemporáneo del gran profeta Isaías y su libro tiene un


estilo muy parecido. De hecho, en algunas ocasiones a este libro se le
llama "Isaías en miniatura porque es una presentación mucho más breve de
lo que es esencialmente el mismo mensaje que el de la profecía de Isaías.

El tema de esta breve profecía se encuentra en el significado del nombre


del profeta. Espero que tengan ustedes una Biblia que les ayude con el
significado de los nombres hebreos porque con frecuencia estos nombres
son muy importantes. Por ejemplo, en el libro de Génesis el nombre del
hombre que se hizo famoso por ser el hombre más viejo que jamás haya
vivido en el mundo es de por sí una profecía. De hecho, cuando nació
Matusalén, su padre Enoc aprendió algo que no olvidó nunca y estaba
oculto en el nombre de Matusalén. Matusalén vivió un total de 969 años y
su nombre quiere decir "cuando él muera, vendrá. El año en que él murió
llegó la inundación, de manera que eso nos enseña algo acerca del
significado de los nombres hebreos.

El nombre Miqueas quiere decir "¿quién es como Dios o ¿quién es como


Jehová? Por lo tanto, esta es su pregunta repetida. Al parecer a
dondequiera que iba este hombre preguntaba "¿quién es como Jehová,
"¿quién es como Dios? hasta que la gente comenzó a llamarle de ese modo.
Se ha llegado incluso a sugerir que ese era el mote por el cual conocían a
este hombre. ¿Podemos imaginarnos a la gente que estaba alrededor de
Miqueas mirándole al pasar por la calle y diciéndose a sí mismos: "Aquí
viene el viejo "Quién es como Dios? Comoquiera que de esto es de lo que
habla Miqueas en este libro, el tema del mismo es la santidad y el gran
mensaje de Dios al mundo hoy es cómo ser semejantes a Dios, que es
además el tema de la epístola de Pablo a los Efesios y creo que es muy
instructivo unir estos dos mensajes a fin de que nos demos cuenta de que
el Antiguo y el Nuevo Testamento enseñan la verdad de muy diferentes
maneras. Eso es lo que hace que el Antiguo Testamento nos resulte tan
revelador y si no entienden ustedes el Nuevo Testamento lean el Antiguo.

¿Recuerda usted la historia del filósofo griego Diogenes? Era un hombre


que iba todo el día con una linterna, buscando a un hombre honesto.
Incluso a plena luz del día llevaba su linterna para despertar la curiosidad.
Cuando alguien le preguntaba a Diogenes "¿Por qué vas por ahí con una
linterna a plena luz del día? les contestaba: "Estoy buscando a un hombre
honesto. Es como la búsqueda de Miqueas (capítulo 1, versículo 1):

"La palabra de Jehová que vino a Miqueas de Moréset en los días de Jotam,
Acaz y Ezequías, reyes de Judá, sobre lo que vio acerca de Samaria y de
Jerusalén."

El libro se divide en tres partes. Los primeros tres capítulos describen el


fracaso de la nación. Este es un mensaje que transmiten muchos de los
profetas, pero en este libro lo que encontramos es una imagen de la falta
de santidad y a continuación una maravillosa sección, en los capítulos
cuatro y cinco, que es una visión del futuro, del que es semejante a Dios.
Esta es una sección con una predicción esperando la venida de Cristo, el
Mesías. Los tres últimos capítulos nos muestran la súplica que le hace Dios
a esta nación.

En el primer capítulo hay una imagen magnífica de Dios que se aproxima


con el fin de juzgar a esta nación de Judá por causa de su amargo fracaso y
por no ser capaces de ser santos a pesar de que Dios les ha provisto todo
cuanto precisan para ser semejantes a Dios. Eso es algo que nos resulta
familiar ¿verdad? ¿Por qué no somos nosotros santos? Tenemos todo
cuanto precisamos, en el Espíritu Santo, para ser santos. Por lo tanto, este
libro nos viene como anillo al dedo porque estamos en la misma barca.

En la primera sección tenemos una imagen preciosa y poética de un Dios


que sale y desciende sobre este pueblo (capítulo 1:3-5)

"Porque he aquí que Jehová saldrá de su lugar; descenderá y caminará


sobre las alturas de la tierra. Debajo de él se derretirán las montañas como
la cera delante del fuego; se hendirán los valles como las aguas arrojadas
por una pendiente. Todo esto sucederá por la transgresión de Jacob y por
los pecados de la casa de Israel."

A continuación Dios escoge a las capitales de estas dos naciones. ¿Cuál fue
la transgresión de Jacob? Samaria. Es decir, la capital, el corazón de la
nación. ¿Y cuál fue el pecado de la casa de Judá? ¿Acaso no fue Jerusalén?
Dice (en el versículo 6):
"Convertiré, pues, a Samaria en un montón de ruinas [o un basurero], del
campo, y en viñedos. Haré rodar sus piedras por el valle y dejaré al
descubierto sus cimientos."

Todo esto es una imagen de la destrucción que causarían los ejércitos de


Asiria que, cientos de años después, asolarían el campo y destruirían todo
cuanto hallasen a su paso. El profeta dice que este es el juicio de Dios.

En los versículos 10 al 16 encontramos algo muy interesante, aunque en


otro idioma que no sea el original, puede resultar difícil de ver. Estos
profetas eran equivoquistas y aunque algunas personas dicen que un juego
de palabras es la peor forma de humor, la Biblia está llena de ellos, pero a
nosotros nos cuesta trabajo hallarlos si no entendemos el hebreo. Si
pudiesen ustedes leer el original en hebreo, se darían cuenta de que hay un
montón de juegos de palabra en los nombres de las ciudades mencionados
por Miqueas. Dice el versículo 10:

"No lo digáis en Gat, ni os entreguéis al llanto..."

Gat significa "llorar y el profeta hace un juego de palabras con ese nombre
y, de esta manera, sucede en todo. Va escogiendo los nombres de ciudades
y los relaciona con el juicio de Dios. En este caso diría:

"No lloréis en la ciudad del llanto; en la ciudad del polvo, revolveos en él


(Bet-le-ofra significa polvo.) En la Ciudad de la Belleza, la belleza quedará
en vergüenza (pues ese es el significado de Safir-belleza.) En Zaanan (que
quiere decir marcha) no marcharán. En la Ciudad de los Vecinos acabarán
con un vecino inútil. En la Ciudad de la Amargura harán amargo duelo."

En el versículo 13 está Laquis, que quiere decir caballo, la Ciudad del


Caballo o ciudad de un solo caballo. Miqueas dice: "Oh habitantes de la
Ciudad Caballo. Es un juego de palabras tras otro.

En el capítulo 2 se describe de un modo muy gráfico la total destrucción


del pueblo, incluyendo los gobernantes, los profetas, las mujeres y los
niños.

En el capítulo 3 leemos el motivo por el que Dios les juzga de este modo.
Miqueas ha estado buscando la santidad y la busca donde sería de esperar
encontrarla, entre los gobernantes de la nación, entre los representantes
de Dios, pero lo que encuentra es corrupción, opresión, soborno e
injusticia por todas partes. Miqueas expone esta lamentable situación en
Jerusalén y dice que el motivo por el que Dios está juzgando a este pueblo
es que aquellos a los que les ha sido concedida la autoridad para actuar en
nombre de Dios se han olvidado de que son responsables ante El.
Esto es algo que siempre nos afecta ¿no es cierto? Porque siempre que nos
encontramos en un puesto de autoridad se nos dice que recordemos que
también tenemos una autoridad sobre nosotros. Poco importa si es usted
una autoridad en la iglesia, como anciano, o en la ciudad, como alcalde o
parte del consejo, o si ha sido nombrado presidente de su clase o si dirige
su propio grupo. El Nuevo Testamento nos recuerda que es preciso que los
amos no olviden que tienen también un amo en el cielo y que Dios tiene
toda la autoridad y es el responsable. (Efe. 6:9) Por lo tanto, el hombre que
olvida este hecho usa el poder para su propio provecho y eso fue
precisamente lo que había corrompido a aquella nación. El profeta nos lo
resume en el capítulo 3, versículo 11:

"Sus jefes [o gobernantes] juzgan por soborno, sus sacerdotes enseñan


solo por paga y sus profetas predicen por dinero..."

Hay tres clases diferentes de gobernantes en la nación: los dirigentes


espirituales, los gobernantes civiles y los dirigentes morales y aunque
precisamente ellos debían haber sido santos, son los más impíos porque
no han sabido reconocer que cuando el hombre ocupa un puesto de
responsabilidad de cualquier clase, lo ocupa con el fin de representar a
Dios. Esto se aplica incluso a los jóvenes que ocupan cargos en las
escuelas. Estamos representando a Dios en esos cargos. Pablo dijo: "No hay
autoridad [o poderes] que no provenga de Dios. (Rom. 13:1) Y eso no se
refiere solo al gobierno civil, sino que se aplica a todos los niveles. Pablo
les llama los ministros de Dios para bien y cuando los gobernantes, sean
civiles, espirituales o morales, reconocen que son representantes de Dios,
siempre hay un buen gobierno, pero cuando se olvidan, se produce la
corrupción, la opresión, los sobornos, la agonía y las lágrimas.

En el capítulo 4, encontramos un pasaje que es una visión


maravillosamente exaltada, en el que el profeta eleva sus ojos y mira a lo
largo de los siglos más allá del retorno de Babilonia, después del gran
imperio occidental de Grecia, del Imperio Romano y los tiempos de los
Cesares, más allá de la Edad Media con Martín Lutero y la Reforma y John
Wesley e incluso más allá de nuestra propia época, a la venida del que es
semejante a Dios. Este es el más precioso de los pasajes mesiánicos en las
Escrituras (capítulo 4, versículos 1-4):

"Acontecerá en los últimos días que el monte de la casa de Jehová será


establecido como cabeza de los montes, y será elevado más que las
colinas; y correrán a él los pueblos. Muchas personas vendrán y dirán:
Venid, subamos al monte de Jehová y a la casa del Dios de Jacob, para que
él nos enseñe sus caminos y nosotros caminemos por sus sendas., Porque
de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. El juzgará entre
muchos pueblos y arbitrará entre naciones poderosas, hasta las más
distantes. Y convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en
podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más
para la guerra. Cada uno se sentará debajo de su vid y debajo de su
higuera. Y no habrá quien los amedrente, porque la boca de Jehová de los
Ejércitos ha hablado."

Eso aún tiene que suceder. Las naciones no olvidarán nunca cómo hacer la
guerra, nunca obedecerán a esta palabra de convertir sus espadas en rejas
de arado y sus lanzas en podaderas hasta que no venga Aquel que sabe
gobernar en santidad. El resto del capítulo 4 describe cómo se reunirá
Israel y por fin derrotará a sus enemigos.

El capítulo 5 empieza con un nuevo pensamiento. El profeta le dice a Israel


(versículo 1):

"¡Reúne ahora a tus tropas, ciudad de tropas! ¡Nos han sitiado! [Esa era una
imagen del ejército asirio que se había reunido alrededor de la ciudad]
¡Con vara herirán en la mejilla al juez de Israel!"

Pero además es una imagen del día en que un gran ejército asirio,
procedente del norte, descenderá contra Israel. El motivo por el que viene
este ejército se menciona en este versículo:

"¡Con vara herirán en la mejilla al juez de Israel!"

Esta es una referencia bastante rápida a la primera venida del Señor Jesús,
cuando se halló ante Pilato y los gobernantes de la nación y le golpearon
con una caña y le colocaron una corona de espinas sobre la cabeza y le
vistieron con un manto de púrpura, inclinándose ante él, haciéndole burla,
golpeando en la mejilla al gobernante de Israel (Mat. 27:27-30)

El profeta ve de repente de dónde vendrá este gobernante. Este es uno de


los grandes pasajes proféticos del Antiguo Testamento (versículo 2):

"Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti
me saldrá el que será el gobernante de Israel, cuyo origen es antiguo,
desde los días de la eternidad."

Desde la eternidad, desde siempre y para siempre. ¿Recuerda usted cuando


vinieron los sabios del Este buscando al rey de los judíos que había nacido?
Le dijeron a los gobernantes de Jerusalén: "¿dónde está el rey de los judíos
que ha nacido? Y los principales sacerdotes les contestaron: "en Belén de
Judea. (Mat. 2:1-6) ¿Cómo lo sabían? Porque 700 años antes, Miqueas les
había dicho: "Pero tú, Belén Efrata, (es decir, Belén en la tierra de Efrain)
aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será
el gobernante de Israel, cuyo origen es antiguo, desde los días de la
eternidad.
Y luego en el versículo 3 hay un paréntesis:

"Sin embargo, Dios los abandonará [a la nación de Israel] hasta el tiempo..."

Y por eso es por lo que Israel ha estado vagando en derrota, sin un rey, sin
un templo y sin sacrificio durante siglos. Una de las maravillas del mundo
es que esta nación de Israel sigue manteniendo su identidad, a pesar de
hallarse dispersa entre las naciones. "Les abandonará hasta el tiempo.

"...en que dé a luz la que ha de dar a luz, y vuelva el resto de sus hermanos
para reunirse con los hijos de Israel."

Y mirando de nuevo al que había de venir de Belén Efrata (versículo 4):

"El se levantará y los apacentará con el poder de Jehová, con la grandeza


del nombre de Jehová, su Dios y se establecerán, porque entonces será
engrandecido hasta los fines de la tierra."

Setecientos años a través del espacio de los siglos Miqueas ve claramente a


Aquel que habría de surgir de entre las tinieblas para cumplir estas
profecías. Su venida es desde la eternidad porque es el Dios-hombre, el
único hombre santo que jamás ha caminado sobre la tierra, el que es
semejante a Dios.

En los capítulos 6 y 7, en un pasaje de poder y belleza, Jehová vuelve a


suplicar a su pueblo y a mostrarles el camino de la santidad. En la
actualidad oímos hablar mucho acerca del dialogo, de que necesitamos
hablar con aquellos a los que nos oponemos. En este caso, Dios tuvo una
controversia con su pueblo y lo habló con ellos en este pasaje. El profeta
dice (capítulo 6:1-2):\

"Oid, por favor, lo que dice Jehová: ¡Levántate, pleitea junto a los montes, y
que oigan las colinas tu voz!, Oid, oh montes, el pleito de Jehová, vosotros
los poderosos fundamentos de la tierra; porque Jehová tiene pleito con su
pueblo y contenderá con Israel."

Eso prepara el escenario. Aquí Dios habla y he aquí lo que dice (versículos
3-5):

"Pueblo mío, ¿que te he hecho o en qué te he agobiado? ¡Responde contra


mi! Yo te hice subir de la tierra de Egipto. De la casa de esclavitud te redimí
y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. Recuerda, oh pueblo mío,
que maquinó Balac, rey de Moab, y que le respondió Balaam hijo de Beor
desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas los actos de justicia de Jehová.
¿Qué cree usted que va a responder el pueblo a esto? Aquí tenemos su
respuesta (versículos 6-7):

"¿Con qué me presentaré a Jehová y me postraré ante el Dios Altísimo? ¿Me


presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Aceptará
Jehová millares de carneros o miriadas de arroyos de aceite? ¿Daré mi
primogénito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi
alma?"

"¿Qué es lo que quieres Dios? (¿No es eso lo que dice tantas veces la
gente?) ¿Qué es lo que me pides? Escuchemos a la misericordiosa respuesta
de Dios, que es uno de los más hermosos versículos de toda la Biblia
(versículo 8):

"¡Oh hombre, el te ha declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti


Jehová? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar
humildemente con tu Dios."

Esa es la respuesta, ¿no es cierto? Así es como podemos ser semejantes a


Dios: caminando en humildad ante Dios. Después de todo él es el que
puede hacer que seamos semejantes a Dios, santos, pero los israelitas no
lo consiguieron, de modo que aparece de nuevo la declaración de juicio,
cuando por fin Dios se ve obligado a hacer que despierten de su insensatez
y de su debilidad. La descripción del juicio se resume y continua hasta que
llegamos al final del capítulo 7, donde el profeta concluye el mensaje con
una imagen maravillosa de Dios. Fíjese cómo empieza (versículos 18-20):

"¿Qué Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del
remanente de su heredad? No ha guardado para siempre su enojo, porque
él se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros.
Pisoteará nuestras iniquidades y echará nuestros pecados en las
profundidades del mar.[Como alguien dijo en cierta ocasión: "y luego
pondrás un letrero diciendo "prohibido pescar.] Concederás la verdad a
Jacob y a Abraham la lealtad que juraste a nuestros padres desde tiempo
antiguos."

¿Qué camino hay que seguir para ser santos? Dejar a un lado nuestra
maldad, confesando nuestra culpa ante Dios, esperando que él perdone
nuestras iniquidades y que eche nuestros pecados en lo más profundo del
mar. ¿No es eso lo que dice el Nuevo Testamento? "Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de
toda maldad. (Iª Juan 1:9) ¿Cómo se puede caminar en humildad ante Dios?
Juan contesta diciendo que debemos de andar en luz de la misma manera
que él es luz, es decir andar de una manera abierta y honesta, no
intentando ocultarle nada a Dios. No debemos pretender ser lo que no
somos ante él. "Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos
comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo
pecado. (Iª Juan 1:7)

La pregunta de Miqueas resuena en nuestros oídos. ¿Quién como Dios? El


único que es como Dios es el hombre que camina con el Señor Jesucristo,
que es Dios mismo en el que es semejante a El.

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