Grado Octavo
Grado Octavo
Grado Octavo
La crónica es un tipo de narración que presenta los eventos en el orden en que efectivamente ocurrieron e intenta
ser lo más explicativa y exacta posible respecto del tema sobre el que se narra.
Una crónica relata y transmite los acontecimientos de modo secuencial, es decir, en orden cronológico, con el
objetivo de comunicar al lector los hechos narrados de la manera más clara y precisa posible.
Crónica literaria. Se trata de un género que se encuentra entre el periodismo y la literatura, dado que puede
combinar hechos reales con otros imaginarios, y para narrarlos se utilizan herramientas y recursos literarios. En
este caso, toma más relevancia el punto de vista del autor, por lo cual pueden incorporarse elementos subjetivos
que den cuenta de la experiencia vivida por quien narra.
Crónica periodística. Se trata de textos que suelen aparecer en periódicos y en los que se narran los
hechos ocurridos cronológicamente. Para ello, se utilizan distintos recursos, a fin de lograr una descripción
minuciosa y que el lector pueda conocer todo lo que aconteció. El periodista suele ser testigo de los hechos o
recopilar testimonios de quienes lo fueron. De acuerdo con su contenido, existen distintos tipos de crónicas
periodísticas, entre los más comunes, política, policial, deportiva y de viaje.
Crónica histórica. Se trata de textos en los que se narran de manera cronológica los hechos más
importantes de un lugar, de una persona o de un acontecimiento. Por lo general, el autor suele ser un testigo o
una persona que vivió en la época en que ocurrieron los hechos. Además, estas crónicas suelen situar los
acontecimientos en su contexto e incluyen documentos y testimonios para probar la veracidad del relato.
Ana Rodríguez se levantó el viernes 14 de marzo a las 8, como era su costumbre. Luego de desayunar, partió
de su casa. Salió por la puerta hacia las oficinas de su trabajo, que quedaba a pocas calles de su hogar.
Al cruzar la avenida San Martín, no se percató de que un automóvil venía en sentido contrario y, sin poder
esquivarla, el vehículo la atropelló.
La víctima fue trasladada al hospital más cercano. Afortunadamente, fue dada de alta al día siguiente con
lesiones menores y con la indicación mantener controles médicos externos.
El 15 de abril del año 1912 tuvo lugar una de las mayores tragedias náuticas de la historia: el hundimiento del
Titanic.
Aquella travesía era el viaje inaugural del reluciente Titanic. La embarcación debía atravesar el océano
Atlántico hasta arribar a las costas de América del Norte, en Estados Unidos.
Sin embargo, otro sería el destino del magnífico barco: la noche anterior, el día 14 de abril de 1912, cerca de
las 23:40 horas, el Titanic chocó contra un gigantesco iceberg, que rasgó el casco de la embarcación de tal
forma que, luego de unas cuantas horas, hizo que se hundiera en el fondo del mar.
A pesar de los intentos de la tripulación por solicitar ayuda mediante radio, ningún barco acudió a ellos. Así,
sin poder ver la madrugada, exactamente a las 2.20 h del 15 de abril, el Titanic se encontraba ya sepultado
en el fondo del mar.
La tragedia se llevó a más de la mitad de los pasajeros: 1.600 personas se hundieron con la embarcación y
perdieron la vida, cuando el total de plazas para ese viaje era de 2.207 personas.
El micro partió a las 17 horas del día 20 de febrero. Los siguientes diez días los pasaríamos cerca de la
cordillera, en la ciudad de Bariloche, provincia de Neuquén, Argentina.
Al llegar, a las 12 horas del 21 de febrero, nos dispusimos a tomar la habitación. Luego de una cálida ducha,
fuimos al centro comercial para almorzar.
Finalmente, encontramos un restaurante que nos gustó a todos. Allí almorzamos y, cerca de las 14 horas,
regresamos al hotel para emprender la primera salida de nuestras vacaciones: la visita al cerro Otto.
Allí llegamos a las 15 horas y, luego del ascenso, visitamos el museo y la confitería giratoria. Por supuesto, no
pudimos evitar tomar un café en la confitería y observar el magnífico cerro Tronador a lo lejos, siempre
nevado, siempre espléndido.
Más tarde, visitamos el bosque que se encuentra de lado sobre el mismo cerro Otto. Logramos sacar muchas
fotografías y, a las 19 horas, decidimos emprender el regreso.
Luego, en el hotel, cambiamos nuestra ropa y partimos para visitar el centro comercial, realizar algunas
compras y cenar mariscos.
Ya cerca de las 23 horas regresamos al hotel, cansados y con deseos de dormir, para al día siguiente
comenzar otra aventura en familia.
El pasado 12 de julio cuatro delincuentes ingresaron en una concesionaria de automóviles y se llevaron una
importante suma de dinero.
Como cualquier día de semana, la concesionaria abrió a primera hora de la mañana y todo transcurría con
normalidad hasta que cuatro encapuchados ingresaron al local portando armas de fuego.
En cuestión de minutos, lograron reducir al personal de seguridad y los empleados fueron maniatados y
encerrados en los baños del local. Pudieron llevarse una gran suma de dinero, que todavía no ha podido
determinarse fehacientemente. Se sospecha que el operativo contó con ayuda de alguien cercano al dueño,
puesto que el dinero estaba en una caja de seguridad que solo era conocida por él y por sus empleados de
mayor confianza.
Los ladrones se dieron a la fuga y la policía llegó al lugar del hecho minutos después, alertada por los vecinos
que escucharon gritos y golpes. Los investigadores afirmaron que cuentan con pistas sólidas para dar con la
banda, pero aún no pueden revelar más información.
Los que luchan y los que lloran, de Jorge Ricardo Masetti (fragmento)
“Bajé del avión y no pude evitar sentirme turbado por el calor pegajoso y refulgente y por la emoción
nerviosa del debut en peligro. Desde que la camarera había anunciado ‘Aeropuerto Rancho Boyeros, Habana’,
no había dejado de pensar cómo sería ese temido tamiz de viajeros sospechosos, cómo actuaría la policía –
que me imaginaba con cara de policía–, y qué pasaría con mis pobres excusas de turista sin equipaje. […]
En Cuba era un delito ser joven. Y mientras revisaban mi escaso equipaje y mis documentos, me di cuenta de
que lo estaba pagando. De los once pasajeros que descendimos en La Habana, solo a mí me revisaron las
ropas. Parado, en medio de cuatro mulatos que parecían tener viejos rencores hacia mí, me dejé revisar
tratando de no demostrar preocupación”.
Las noticias que llegaban de Europa eran alarmantes. Fernando VII había abdicado al trono, presionado por
las tropas invasoras de la Francia bonapartista, y la insurrección del 2 de mayo se había esparcido por toda la
metrópoli. Todo aquello ponía en un aprieto al virrey José de Iturrigaray, quien tenía apenas cinco años en su
cargo, y se preparaba para los actos de jura y proclamación del soberano de España e Indias, como si nada
pasara.
El virrey caminaba sobre un hielo delgado, y lo sabía. La situación política y económica del virreinato no era
muy buena. El eco de los alzamientos indígenas de las décadas pasadas aún vibraba en el ambiente, y las
reformas borbónicas habían conducido la economía colonial a la crisis. Y ahora una grieta se abría
rápidamente bajo sus pies: por un lado, los españoles peninsulares y la Real Audiencia de México defendían
que todo siguiera sin cambios, pues la colonia debía ser fiel al verdadero rey de España, Fernando VII, y no al
usurpador colocado en el trono por los franceses; y en el bando contrario, los criollos y el Ayuntamiento de
México pedían un gobierno autónomo, para paliar la ausencia de Su Majestad: una Junta de Gobierno que
estaría en vigencia hasta que el trono volviera a las manos de la dinastía borbónica.
Todo el mundo sabía, en el México de finales del siglo XIX, quién era el general Porfirio Díaz. Muchos lo
conocían como el “héroe del 2 de abril”, ya que había estado al mando de las fuerzas mexicanas en la toma
de Puebla de 1867. Otros lo recordaban porque compitió en dos ocasiones por la presidencia de México con el
mismísimo Benito Juárez, y cuando fue derrotado por segunda vez en los comicios, proclamó el Plan de la
Noria, oponiéndose por las armas a la reelección de Juárez.
“Porfirio de la Noria”, como lo apodaron entonces, tampoco logró hacerse con el poder en ese alzamiento,
pero la muerte de Juárez en 1872 le brindó el terreno propicio para abandonar las armas y retirarse de la vida
pública. Sebastián Lerdo de Tejada asumía la presidencia interina y nadie habría sospechado que ese mismo
Porfirio Díaz, más adelante, gobernaría los destinos de México durante 31 años.
Es un domingo 20 de noviembre de 1910. Porfirio Díaz, conocido por el pueblo que le adversa como “el llorón
de Icamole” dada la manera en que terminó su discurso en la cámara de diputados de 1874,
gobierna México con puño firme desde hace casi 35 años. Y aunque el país ha prosperado económicamente,
lo ha hecho dejando en el olvido a las masas campesinas empobrecidas y negándole a la oposición cualquier
acceso a las instituciones del Estado.
Soplan los primeros vientos de cambio. No hace mucho, el periodista estadounidense James Creelman, de la
revista “The Pearson’s Magazine”, ha entrevistado a Porfirio Díaz, que le ha asegurado que no se presentará a
la reelección.
La conquista de Tenochtitlán
Transcurría el año 1-caña, equivalente en el calendario de los invasores al 1519, cuando llegaron a México-
Tenochtitlán las noticias de los avistamientos en la costa. Se hablaba de barcos enormes como montañas,
poblados con hombres blancos y barbudos, ávidos de oro, mujeres y piedras preciosas, y provenientes del
oriente, tal como anunciaba la leyenda del regreso de Quetzalcóatl. Profetas y sacerdotes anunciaban el fin
de una era, y el propio huey tlatoani, Moctezuma Xocoyotzin, rey de los mexicas, parecía convencido de ello,
luego de haber visto en el cielo el fuego espontáneo de un cometa surcar la casa del dios Huitzilopochtli.
Ordenó entonces el monarca construir atalayas en Nautla, Toztlan y Milanquactla, para vigilar las costas, pues
eran varios los pueblos que ya habían recibido a los visitantes barbudos en Yucatán. La estrategia de los
pobladores, para evitar las confrontaciones, había consistido en darles aquello de lo que se mostraron
deseosos, con la esperanza de que se fueran pronto y en paz. Poco sabían los pobladores de Cozumel lo que
se les avecinaba.
Ya muchos sabíamos que la llegada del virus a nuestros respectivos países era inminente: dos días después
se anunció el primer caso en México, el 3 de marzo el primero en Chile y en Argentina, el 6 de marzo en
Colombia y en Perú, el 9 en Panamá, el 10 de marzo en Bolivia, el 11 de marzo en Cuba… el virus, estaba
claro, tocaba ya a nuestras puertas.
La caída de las Torres Gemelas en Nueva York: el gran atentado terrorista que dio inicio al siglo
XXI
Culminaba el primer año propiamente dicho del siglo XXI aquel martes 11 de septiembre de 2001, sin que
nadie en Nueva York ni en ningún lugar de Occidente sospechara siquiera los eventos que tendrían lugar esa
mañana. Eventos que parecen sacados de una película de Hollywood, pero que causaron daños muy reales y
muy emblemáticos en el corazón de la urbe estadounidense: la destrucción de las Torres Gemelas del World
Trade Center y de todas sus estructuras aledañas.
Fuente: https://www.ejemplos.co/ejemplos-de-cronica-corta/#ixzz7OQ2qrCG5
DÉCIMO