Documento Sindrome FOMO

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FOMO, el miedo a quedarnos fuera de juego

El ser humano es un animal social por naturaleza, es decir, tiende a relacionarse con los
demás. Por eso, uno de sus temores primarios ha sido la exclusión. Pero, ¿qué pasaría si
este temor lo llevamos al extremo en la sociedad tecnológica actual? El resultado se
conoce como FoMo (Fear of missing out), es decir, el miedo a quedarnos fuera.

La explosión de las redes sociales y los videojuegos, así como la inmediatez de los
dispositivos móviles, nos han transformado en auténticos zombies de las nuevas
tecnologías, hasta el punto de que se están convirtiendo en un gran problema, tanto entre
los más jóvenes como en los adultos.

Cada vez frases como “le he escrito, lo ha leído y no me contesta”, “ha subido una foto,
pero no me ha etiquetado” o “me ha expulsado del grupo”, se repiten con más asiduidad.
Y, ¿quién no ha visto –o protagonizado– la clásica imagen donde, en una cena, todos
los amigos tienen los dispositivos encima de la mesa?

Todos estos ejemplos tan comunes nos hablan de problemas como la nomofobia, o
el miedo a no tener disponible el teléfono móvil en todo momento, o el síndrome de
la vibración fantasma, es decir, aquella ansiedad generada cuando el teléfono nos
vibra en la pierna pero no lo podemos mirar. En este contexto, FoMo engloba toda
esta ansiedad perpetua producida porque están pasando demasiadas cosas
alrededor y no podemos estar conectados siempre que queremos.

La situación se complica más con los adolescentes. Líderes de las tecnologías, es difícil
entender que un niño no tenga un par de consolas como mínimo, un móvil de última
generación o que no sea un asiduo en las redes sociales como Instagram, Facebook,
Snapchat… Y, lo que es peor, muchas veces lo que les preocupa no es perderse alguna
cosa, si no que la gente no sepa que han estado allí.

¿QUÉ CONSECUENCIAS EXISTEN?

Y no solo esto, este tipo de conductas son las que generan el auge exagerado de
programas de televisión que no aportan ningún valor positivo a los jóvenes, creando
falsos estereotipos o banalizando temas como el amor, la amistad, la tolerancia y hasta la
convivencia. El impacto en el mundo real puede llegar a influir, al final, en los hábitos y
sus objetivos en la vida.

Todo se mezcla y se complica, aún más, cuando los jóvenes deben compaginarlo con
sus tareas diarias, donde el estudio y los deberes les llevan mucho tiempo. ¿Son
realmente capaces de trabajar sin estar pendientes del teléfono?

Es aquí donde muchas veces se encienden las alarmas. “No somos capaces de hacer que
desconecte del móvil, de la consola de juegos o de Instagram”. Aunque es difícil luchar
contracorriente, podemos fomentar ciertos hábitos que beneficien a los jóvenes. Por
eso se proponen a continuación una serie de tips que pueden resultar muy útiles:

Escucharlos

Para los adultos puede ser que las redes sociales sean solo un entretenimiento, pero
para muchos jóvenes se trata de “su vida social”. De manera que, si nos preocupamos
más por cómo se siente y, más profundamente, por sus inquietudes, se mostrarán más
abiertos para explicarnos sus problemas.
No juzgar

Que un adolescente se pase horas jugando en la computadora o con la consola es algo


que podemos clasificar como absurdo. Pero no tiene por qué serlo. Los jóvenes están en
pleno proceso de crecimiento madurativo y, muchas veces, allí encuentran un mundo
alternativo donde se sienten a gusto. Debemos saber escuchar e indagar antes de
juzgarlos.

Animar sus vidas offline

“Mamá, bajo al parque a jugar con los amigos” o “quedamos en tu casa a las seis” son
dos frases que marcan toda una generación. ¿Son capaces los niños de hoy en día de bajar
a jugar en vez de conectarse a internet o quedar con sus amigos sin estar sujetos a la
inmediatez del WhatsApp (bajas, cambios de hora, modificaciones de planes)?

Establecer límites

Si estudian, estudian; si juegan, juegan. No podemos pretender que los niños y los jóvenes
sean suficientemente responsables como para que hagan las cosas para ellos mismos.
Debemos marcar las pautas sobre qué pueden hacer y qué no deben hacer. Si realizan
los deberes o estudian para el examen, no deben tener el móvil al lado ni la consola o la
computadora.

Este no es el mundo real

Muchos jóvenes se adentran tanto al mundo virtual que, después, pueden mostrar
ciertas dificultades sociales. Se sienten desprotegidos o simplemente menos importantes
respecto al videojuego que juegan durante horas y horas. No podemos caer en la trampa.
Como padres, tutores o docentes, debemos ayudarlos para que adquieran la suficiente
fortaleza para afrontar los problemas reales, sin desmoralizarse, y que sepan dar a las
cosas la importancia real que tienen, sin hacer una montaña de un grano de arena.

Bibliografía
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Przybylski, A. K.; Murayama, K.; DeHaan, C. R. & Gladwell, V. (2013), «Motivational,
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Riordan, B. C.; Flett, J. A. M.; Hunter, J. A.; Scarf, D. & Conner, T. S. (2015), «Fear of
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