CAMILLI. El Legado de Manuel Belgrano
CAMILLI. El Legado de Manuel Belgrano
CAMILLI. El Legado de Manuel Belgrano
Introducción
Desarrollo
Apenas iniciada la Revolución de Mayo, la Primera Junta buscó
poner bajo su dominio aquellos puntos de la geografía colonial
que pudieran disputarle a Buenos Aires la hegemonía a través de
expediciones militares. Así, una se dirigió contra el Interior y el
Alto Perú (1810-1811), otra a la Banda Oriental (1811-1812) y
una tercera hacia el Paraguay (1810-1811).
El mismo Belgrano nos relata este momento de su vida en sus
Memorias:
Me hallaba de vocal de la Junta provisoria, cuando en el mes de agosto
de 1810, se determinó mandar una expedición al Paraguay, en atención
a que se creía que allí había un gran partido por la revolución que es-
taba oprimido por el gobernador Velazco y unos cuantos mandones, y
como es fácil persuadirse de lo que halaga, se prestó crédito al coro-
nel Espínola de las milicias de aquella provincia, que al tiempo de la
predicha Junta se hallaba en Buenos Aires. Fue con pliegos, y regresó
diciendo que con 200 hombres era suficiente para proteger el partido
de la revolución; sin embargo de que fue perseguido por su paisanos y
tuvo que escaparse a uña de buen caballo, aun batiéndose no sé en
qué punto para librarse. La Junta puso las miras en mí, para mandarme
con la expedición auxiliadora como representante y general en jefe de
ella: admití porque no se creyese que repugnaba los riesgos, que solo
quería disfrutar de la capital, y también porque entreveía una semilla
de desunión entre los vocales mismos, que yo no podía atajar, y deseaba
hallarme en un servicio activo, sin embargo de que mis conocimiento
militares eran muy cortos, pues también me había persuadido que el
partido de la revolución sería grande, muy en ello, de que los americanos
al soló oír libertad, aspirarían a conseguirla. (Belgrano, 1942: 31)
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Paraguarí
El 15 de enero de 1811, finalmente estaba a la vista del
oponente, fortificado en la villa de Paraguarí. La batalla se dio
en la madrugada del 19 de enero y luego de una intensa pugna,
rechazado por los efectivos paraguayos, Belgrano se retiró
ordenadamente hacia el río Tacuarí, seguido a la distancia.
La decisión de presentar batalla le iba a costar cara, pues
algunos errores tácticos de inferioridad numérica y la necesidad
de no retirarse obligaron a Belgrano a ofrecer batalla confiando
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Tacuarí
A fines de enero, Belgrano fue intimado a rendirse por Tomás
Yegros, cabeza de la vanguardia paraguaya, que comprendió que
no pensaba continuar su retirada. También recibió sus despachos
de Brigadier (general).
En febrero, ambos adversarios se mantuvieron sobre las
armas aprestándose para la batalla. Belgrano, afectado por las
deserciones, escribió que solo podía confiar en los soldados
de Buenos Aires. Velazco buscó obligarlo a recruzar el Paraná
asegurando nuevamente las comunicaciones con Montevideo.
Belgrano envió efectivos para mantener asegurado un paso sobre
el río.
El prócer estaba decidido a jugarse la última carta, por ello
puso a sus soldados en movimiento con el fin de dar batalla
nuevamente. No cabe duda que el miedo y la tibieza no ocupaban
un lugar en el espíritu de lucha del General Belgrano, lo que
entusiasmaba a sus subordinados.
El ejército paraguayo no esperaba una reacción de esa
naturaleza: solo creía que la rendición de las tropas de Belgrano
era inminente. Sin embargo, los hombres de Velazco tuvieron
que prepararse otra vez para una batalla cuya victoria daban por
descontada.
El jefe del ejército patriota fue el responsable de iniciar una
de las epopeyas más grandes de nuestra historia pues, con solo
235 hombres, Belgrano enfrentó a una poderosa fuerza de más
de 2000 soldados. Tacuarí fue un ejemplo de coraje, entrega y
abnegación fuera de lo común donde Belgrano puso en juego toda
su capacidad y audacia para alcanzar una victoria épica, al ritmo
de un tambor tocado por un niño de 12 años, Pedro Ríos. La
infantería nacional avanzó sin temor contra las fuerzas enemigas.
Fue una jornada de gloria, donde según Mario Belgrano3 la
Reflexiones finales
Belgrano le manifestó al comandante de las fuerzas paraguayas
que las armas habían ido como auxiliares y no a conquistar el
Paraguay pero que, puesto que rechazaban con fortaleza a sus
libertadores, había resuelto evacuar la provincia repasando el
Paraná con su ejército, para lo que proponía una cesación de hos-
tilidades que contuviese para siempre la efusión de sangre entre
hermanos. Cabañas aceptó en forma inmediata la propuesta con
la condición de que el ejército patriota abandonase la Provincia
del Paraguay lo antes posible, a lo que Belgrano no puso reparo.
El prócer deseaba que el conflicto se encaminara hacia un sende-
ro de paz y reconciliación.
Es destacable reconocer que, a pesar de las difíciles circun-
stancias por las que atravesaba Belgrano, supo dominar la situ-
ación para convertir lo que pintaba como una derrota humillante
en una salida decorosa y honorable. Además, sembró una semilla
entre la oficialidad paraguaya que prontamente iba a dar sus fru-
tos.
Belgrano actuó con miras al cumplimiento de la misión im-
puesta por la Junta de Gobierno de Buenos Aires:
• Hacer reconocer la autoridad de la Junta por el gobierno
de la Intendencia del Paraguay; y en caso de fracasar este
objetivo,
• Propiciar un gobierno propio con el cual pudieran existir
buenas relaciones diplomáticas.
Es evidente que Belgrano pudo cumplir con el objetivo ulterior
encomendado, ya que el armisticio ofrecido a Cabañas iba a traer
considerables beneficios para el militar porteño y sus objetivos.
Las ideas de la Revolución Mayo fueron vistas con agrado por
la oficialidad paraguaya. El documento que ponía fin a las hostili-
dades fue redactado por el mismo jefe patriota; en él se vuelcan
las ideas de la Revolución con el fin de que los hombres que con-
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