Marina Tsvietaieva

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MARINA TSVIETÁIEVA

TRAS LA NOCHE DE INSOMNIO EL


CUERPO ES DÉBIL
Marina Tsvietáieva

Nació el 26 de setiembre de 1892 en Moscú, Rusia. Fue una escritora que destacó
como poeta y prosista.

De su obra poética sobresalen los títulos Álbum vespertino (1910), Viorsti (1922), El
poema de la montaña (1924-1925), Poema del fin (1925), Carta de año nuevo (1926-
1927). Escribió también las dos primeras partes de una trilogía dramática consagrada
a la figura de Teseo: Ariadna (1923) y Fedra (1924). Destacan igualmente sus ensayos
El poeta y la crítica y El poeta y el tiempo.

Falleció el 31 de agosto de 1941.


Tras la noche de insomnio el cuerpo es débil
Marina Tsvietáieva

Christopher Zecevich Arriaga


Gerente de Educación y Deportes
Juan Pablo de la Guerra de Urioste
Asesor de Educación
Doris Renata Teodori de la Puente
Gestora de proyectos educativos
María Celeste del Rocío Asurza Matos
Jefa del programa Lima Lee
Editor del programa Lima Lee: José Miguel Juárez Zevallos
Selección de textos: Alvaro Emidgio Alarco Rios
Corrección de estilo: Margarita Erení Quintanilla Rodríguez
Diagramación: Andrea Veruska Ayanz Cuéllar
Concepto de portada: Melissa Pérez García

Editado por la Municipalidad de Lima


Jirón de la Unión 300, Lima
www.munlima.gob.pe
Lima, 2020
Presentación

La Municipalidad de Lima, a través del programa


Lima Lee, apunta a generar múltiples puentes para que
el ciudadano acceda al libro y establezca, a partir de
ello, una fructífera relación con el conocimiento, con
la creatividad, con los valores y con el saber en general,
que lo haga aún más sensible al rol que tiene con su
entorno y con la sociedad.

La democratización del libro y lectura son temas


primordiales de esta gestión municipal; con ello
buscamos, en principio, confrontar las conocidas
brechas que separan al potencial lector de la biblioteca
física o virtual. Los tiempos actuales nos plantean
nuevos retos, que estamos enfrentando hoy mismo
como país, pero también oportunidades para lograr
ese acercamiento anhelado con el libro que nos lleve
a desterrar los bajísimos niveles de lectura que tiene
nuestro país.

La pandemia del denominado COVID-19 nos plantea


una reformulación de nuestros hábitos, pero, también,
una revaloración de la vida misma como espacio de
interacción social y desarrollo personal; y la cultura
de la mano con el libro y la lectura deben estar en esa
agenda que tenemos todos en el futuro más cercano.

En ese sentido, en la línea editorial del programa, se


elaboró la colección Lima Lee, títulos con contenido
amigable y cálido que permiten el encuentro con el
conocimiento. Estos libros reúnen la literatura de
autores peruanos y escritores universales.

El programa Lima Lee de la Municipalidad de Lima


tiene el agrado de entregar estas publicaciones a los
vecinos de la ciudad con la finalidad de fomentar ese
maravilloso y gratificante encuentro con el libro y
la buena lectura que nos hemos propuesto impulsar
firmemente en el marco del Bicentenario de la
Independencia del Perú.

Jorge Muñoz Wells


Alcalde de Lima
TRAS LA NOCHE DE INSOMNIO EL
CUERPO ES DÉBIL
EN LA SALA

En la tarde y su mundo de visiones


nosotros, los niños, hoy somos zares.
Las alargadas sombras se imponen,
las farolas doran los ventanales,

oscurece el inmenso salón.


El espejo en sí mismo se evade…
¡No tardemos! ¡El momento llegó!
Mira, del rincón alguien ya sale.

Nosotros dos sobre el oscuro piano


echados, el pavor nos viene a buscar.
En el mantón de la madre arropados
palidecemos, sin osar respirar.

Veamos, ¿qué ocurre esta vez


bajo la cortina del oscuro enemigo?
¡A los rostros más oscuros de él
ya otra vez nosotros vencimos!

8
Somos eslabones de secreta cadena.
El ánimo de lucha no se desanima,
ya el último combate está cerca
y el poder de la sombra termina.

Despreciamos de los mayores


los días normales y molestos…
¡Conocemos cosas mejores
que las que conocen ellos!

9
ORACIÓN

¡Cristo y Dios! ¡Ansío un milagro,


ahora, ahora, al romper del día!
Oh, dame la muerte, mientras abro
como un libro para mí toda la vida.

Tú eres sabio, tú no dices despiadado:


«Paciencia, el momento aún no vino».
¡Tú a mí me diste ya — tan demasiado!
¡Yo ansío de una vez — todos los caminos!

Todo lo quiero: con el alma gitana


irme entre canciones al bandidaje,
todo sufrir mientras el órgano clama
y con las amazonas ir veloz al combate;

adivinar los astros en la torre negra,


guiar a los niños por la sombra oscura…
¡Tal que los días de ayer — sean leyenda,
tal que entonces cada día — sea locura!

10
Mi alma es una huella de momentos,
amo la cruz y la seda y los cascos…
¡Me diste una infancia bella — como un cuento,
dame la muerte — a los diecisiete años!

11
VIEJA (Staruja)

Extraña palabra — ¡«vieja»!


Sentido confuso, sonido sombrío,
tal para rosada oreja
de concha oscuro ruido.

En ella — nada transpira


al tímpano momentáneo.
En esta palabra el tiempo respira.
En la concha — el océano.

12
A MIS VERSOS ESCRITOS PRONTAMENTE,

cuando no sabía que yo era poeta,


surgiendo como chorros de fuente,
como chispas de cohetes violetas,

diablillos irrumpiendo a su suerte


en el santuario en incienso dormido,
a mis versos de juventud y muerte
— ¡versos por nadie leídos! —

(¡Que nadie compró, ni ha comprado!),


dispersos en el polvo de las librerías,
a mis versos, como a los vinos preciados,
les llegará su día.

13
S. E.

¡Con desafío su anillo llevo!


¡Sí, para la eternidad — esposa, no en los papeles! —
Su rostro con exceso estrecho,
como un florete.

Su boca silenciosa, las comisuras hacia abajo,


atormentadas — magníficas cejas.
En su rostro, trágicas se han juntado
como dos estirpes viejas.

Es finura primera de fina rama.


¡Sus ojos — hermosamente sin sentido!
Bajo las cejas, tendidas alas,
dos precipicios.

Ante su rostro soy a la nobleza leal.


—¡A todo el que vivió y el miedo no ha matado!
Tales — en el tiempo fatal —
escriben estancias — y van al cadalso.

14
A LA ABUELA1

Óvalo duro y alargado,


de negro encaje vestida…
¡Joven abuela! — ¿quién ha besado
vuestra boca altiva?

Cuando valses de Chopin tocaras


con tus manos en estancias reales…
Como de hielo parte de la cara —
los bucles parecían espirales.

Ojos de la defensa pendientes.


Así no miran las jóvenes mujeres.
Ojos oscuros, fijos, exigentes.
Joven abuela, dime: ¿quién eres?

¿Cuántas posibilidades te llevaste al fin


e imposibilidades — cuántas eran? —

1  El poema está dedicado a la abuela materna, María


Lukínichena Bernazkaia (1841-1888), e inspirado en el retrato que
había de ella en la casa de la familia Tsvietáiev en Moscú, según
cuenta la hermana de Marina, Anastasia, en sus «Recuerdos».

15
al hoyo insaciable sin fin,
polaca veintiañera.
El tiempo despejado, inocente era el día,
las estrellas se apagaron en la oscuridad.
— ¡Abuela! — esta intensa rebeldía
en mi corazón es vuestra, ¿verdad?

16
DUERMEN LAS CHICHARRAS y los perros
vecinos,

no hay carros, no hay voces.


Oh, amante, si los cerrojos quito
no busques las intenciones.

La luna de junio entra en la medianoche,


hora de los monjes — y de aves vigilantes,
hora de conjurados — y de jóvenes,
hora de los asesinos y de los amantes.

Aquí de cada uno es doble el pensamiento,


aquí, jinete, al caballo dale espuela.
Pasaremos sin que suene el monedero
y sin que resuenen las pulseras.

Ya las casas de las casas se retiran,


y en la plaza hay danza y discusión…
Aquí, ante la Santa Virgencita,
toda Córdoba jura el amor.

17
En la fuente nos sentamos silenciosos
junto a la piedra de los soportales,
donde por primera vez con ojos de lobo
fijamente a mi cara apuntaste.

Perfume de rosas y perfume de rizos,


susurro de seda en torno a un talle…
¡Oh, amante, aquí está ella, ¿has visto?
la envenenadora! — Carmen.

18
POR INFOLIOS NEFANDOS

nunca tentadas fueran


las mujeres. — «Ars amandi2»
de ellas — toda la tierra.

El corazón — filtro es
de filtros — fiel el más.
Ya en la cuna la mujer
es pecado original.

¡Ah, tan lejos del cielo querido!


Los labios — en la calina cerca…
¡Dios, no juzgues! — ¡Tú, no has sido
una mujer en la tierra!

2  «Ars Amandi», el arte de amar, poema de Ovidio.

19
POR LAS NOCTURNAS TORRES,3

por plazas pasamos volando;


¡ay, el llanto en la noche
de los jóvenes soldados!

¡Truena sonoro, corazón!


¡Amor, besa ardiente!
¡Ay, este llanto feroz!
¡Ay, sangre insolente!

Mi boca — pleno verano,


aunque santa es — la vista.
Como un joyero de oro
la cúpula de Iver brilla.

Tú deja las travesuras


y enciende el candelero,

3  El ciclo «Versos de Moscú» fue motivado por su viaje


a Petersburgo donde en una velada literaria leyó sus poemas «en
nombre de Moscú» delante de Iesenin, Kusmín y Mandelstam, que
después la visitaría en Moscú y al que dedicó varios poemas. Iver es
alusión al nombre del arquitecto de la cúpula.

20
para que ahora no ocurra
contigo — lo que yo quiero.

21
EN MI ENORME CIUDAD — LA NOCHE

de la casa del sueño salgo — me voy.


Una esposa, una hija, piensan que soy —
pero mi único recuerdo es: la noche.

El viento de julio me barre — el camino,


donde hay música en la ventana — quedo.
Ah, hoy el viento hasta la aurora — un suspiro,
que atraviesa las finas paredes — del pecho.

Un álamo negro y en la ventana — luz


un sonido en la torre y en mi mano — la flor,
el paso está allí y tras ninguno vas — tú,
y la sombra allí está, pero yo — no.

Fuego de collares de oro sarta fina,


de nocturna hoja en la boca el gusto.
Amigos, libradme de las trabas del día.
Comprended que a vuestro sueño acudo.

22
TRAS LA NOCHE DE INSOMNIO EL
CUERPO DÉBIL

se vuelve dulce, no es de nadie — ni de sí.


En las venas lentas aún las flechas duelen —
y se sonríe a la gente como un serafín.

Tras la noche de insomnio débiles son las manos


y totalmente indiferentes — amigo y enemigo.
Un arcoíris total — en cada sonido espontáneo,
y de repente en la helada a Florencia ha olido.

Tiernos brillan los labios y la sombra dorada


en redor de hondos ojos. Esta noche encendió
esta faz iluminada. Y desde la noche cerrada
solamente los ojos oscuros a nosotros dejó.

23
¡EN LA NOCHE DE HOY ESTOY SOLA EN LA
NOCHE

como una monja insomne, de negro, sin hogar!


¡Conmigo tengo todas las llaves esta noche
de todas las puertas de la ciudad singular!

El insomnio a los caminos me ha hecho


— ¡Oh, mi bello Kremlin en luz austera! —
En la noche de hoy beso en el pecho —
¡a toda la tierra redonda y guerrera!

La pieles se erizan — no se me eriza el pelo,


el viento sofocante por el alma atraviesa.
En la noche de hoy de todos tengo duelo —
de los compadecidos y de los que besan.

24
ALTO-ALTO, TIERNO-TIERNO

lo que silba en el abeto.


Niño de ojos negros
que yo vi en el sueño.

Tal de abetos de hojas rojas


gotea resina en ardor.
Tal en mi noche hermosa
la sierra en el corazón.

25
POEMAS PARA BLOK4

Tu nombre — pájaro entre los dedos.


Tu nombre — en la lengua grano de hielo.
Un solo movimiento de los labios.
Tu nombre — de letras cuatro.
Bolita en la huida atrapada.
En la boca campanita de plata.
Piedra al estanque silente arrojada,
que así sollozará: cómo te llamas.
Tal repiqueteo de cascos en la noche
atronadoramente retumba tu nombre.
Y lo nombra en las sienes el chasquido
del sonoramente metálico gatillo.
Tu nombre — ¡ah, imposible eco! —
tu nombre, en los ojos un beso,
en tierno frío de párpados leves.

4  Marina Tsvietáieva no conoció personalmente a Alexandr


Alexándrovich Blok. Lo vio el 9 y el 14 de mayo en Moscú, durante
una lectura del poeta. Lo llamaba «La conciencia misma» y el
«espíritu encarnado» y lo admiró toda su vida. Una conferencia con
el título «Mi encuentro con Blok», que pronunció el 2 de febrero de
1935, no se ha conservado. En una carta de 1923 a Boris Pasternak
escribió: «He perdido en mi vida… el gran encuentro con Blok, si
nos hubiéramos encontrado no hubiera muerto».

26
Tu nombre — un beso en la nieve.
De la fuente, helado, azulado sorbo.
Con tu nombre — el sueño es hondo.

27
NO LAS COSTILLAS QUEBRADAS —

resquebrajadas las alas.

No fusiladas de parte a parte,


trasbaleado el pecho. No se extrae

esta bala. No curaron el ala.


Así bien herido andaba.

¡Ceñida, ceñida corona de espina!


Qué es al que muere la negra caricia,

femenino halago, de cisne plumón…


Iba solitario sin oír un son,

congelado ocaso,
con ojos de estatua, en blanco.

En él solo una cosa aún vivía:


el par de alas partidas.

28
AMIGA

Él duerme, tus tormentos son alegres,


duerme de tu corazón el paraíso de dolores.
Sobre la cuna dorada del que duerme,
¡bienaventurada! — deja que me demore.

Ni envidia, ni vanidad
a la casa traje — ¡no prohíbas!
Yo a tu niño vine a celebrar
como los pastores en su día…

¿No me guía la misma estrella?


¡Oh, plateado-oropel-de-mica!
¡Mira sobre la casa la estrella,
clavada — clavada — mira!

Ni me alegro, ni estoy celosa,


miro — y hay sierra en el corazón.
¿Qué regalar a tu hijo de mis cosas?
He aquí mi manto — he aquí mi bordón.

29
¡OH, MUSA DEL LLANTO, la más bella de las
musas!

¡Oh, tú, alocado engendro de la noche blanca!


Tú envías la negra borrasca sobre Rusia
y tus gritos se nos clavan como lanzas.

Y nos echamos a un lado y un sordo: ¡Oh! —


cien mil veces — te rinde juramento — ¡Anna
Ajmátova! — Es tu nombre — aliento grandioso,
que cae en la profundidad por nadie nombrada.

¡Coronados estamos porque juntos contigo


la tierra pisamos bajo el mismo cielo!
Y el que es herido de tu mortal destino
inmortal entra ya en el mortal lecho.

Las cúpulas brillan en mi ciudad cantora,


al radiante Salvador un ciego errante alaba…
Yo te doy mi ciudad de campanas sonoras,
¡Ajmátova!, y además te regalo mi alma.

30
¡AL SOL EN LA ALTURA TÚ PUEDES
ECLIPSAR,

con todas las estrellas en tu mano!


¡Ay, si pudiera las puertas de par en par —
entrar en tu casa como el viento temprano!

Y balbucear y sonrojarme,
y de pronto bajar la mirada,
y, suspirando, sosegarme, tal en la infancia, perdonada.

31
YO TE RECONQUISTO de toda tierra y
celestial altura,

porque me es cuna el bosque y el bosque — sepultura,


porque en la tierra estoy — con un pie solo, uno,
porque voy a cantarte — como no canto a ninguno.

Yo te reconquisto de todo tiempo y de toda espada,


de toda noche y de toda bandera dorada,
arrojaré las llaves y los mastines del umbral —
pues perro fiel soy yo en la noche terrenal.

Te reconquisto de todos los demás, de la otra, de la una


no seré yo esposa de ninguno, ni serás tú esposo de
ninguna,
y en la última lucha te sacaré — ¡no reproches, calla! —
— del que en la noche estuvo con Jacob en la batalla.

Pero hasta que en tu pecho los dedos cruzar pueda


— ¡oh, maldito seas tú! — en ti mismo te quedas:
tus dos alas dirigidas al espacio profundo —
pues el mundo es tu cuna — y tu sepulcro — el mundo.

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