La Estructura Del Deseo Sadico

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Michel Sauval

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La estructura del
deseo sádico
Lectura y comentarios de la sesión del 16 de enero de
1963 del seminario “La angustia”, de Jacques Lacan
www.sauval.com/angustia/

Publicado en el número 27 de la revista Acheronta


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La estructura del deseo sádico

Para proseguir con su desarrollo sobre la "precesión esencial" en que debe ubicarse al
objeto a, Lacan aborda la "estructura subjetiva" de "las funciones llamadas del sadismo y del
masoquismo" (1). Dichas funciones le permitirán precisar cómo "allí donde dicen yo (je), es ahí,
donde, propiamente hablando, en el plano del inconsciente, se sitúa a. En este plano, tú eres a,
el objeto, y todos sabemos que es esto lo intolerable" (2)

Para Lacan, el deseo sádico "sólo es articulable a partir de la esquicia, la disociación (...) el
límite exacto en que aparece en el sujeto una división, una hiancia (...) No es tanto el
sufrimiento del otro lo que se busca en la intención sádica como su angustia (...) La angustia
del otro, su existencia esencial como sujeto en relación con esa angustia, he aquí lo que el
deseo sádico es un experto en hacer vibrar" (3)
En el cumplimiento de su acto, "lo que el agente del deseo sádico no sabe es lo que busca, y lo
que busca es hacerse aparecer a si mismo (...) como puro objeto, fetiche negro. A esto se
resume, en último término, la manifestación del deseo sádico, en tanto que aquel que es su
agente se dirige a una realización" (4)

La referencia obligada para dar su dimensión a estos párrafos es "Kant con Sade".
Lacan ya había hecho alusión a este escrito un poco antes (en la página 114 de Paidós),
presentándolo como la formulación más "desarrollada" para cuestionar la "perspectiva
subjetivista" respecto al deseo (ver notas y comentarios). Ahora vuelve a referirse
explícitamente (en la página 118 de Paidós) para anunciar su próxima publicación como
prefacio a una edición de "La filosofía en el tocador" (5), tras un pequeño recordatorio del
abordaje que ya realizó de la obra de Sade en el seminario VII sobre "La ética del psicoanálisis"
(6), donde presentó la estructura del deseo sádico "como propiamente homóloga a lo que
Kant articuló como la condición del ejercicio de una razón pura práctica, de una voluntad moral
para hablar con propiedad" (7)

Veamos qué significa todo esto.

El objeto de la ley moral

La reflexión kantiana se inscribe en el giro profundo que ha representado Descartes en cuanto


al traslado del origen de la certeza de Dios al sujeto. El problema del cogito es que, al tiempo
que "emancipa" al sujeto del Otro, lo carga con la tarea de garantizar su certidumbre. Esta
preocupación se presenta en Kant en su diferenciación entre lo condicionado y lo
incondicionado o absoluto, que es la Idea, producida por la razón, en virtud de la imposibilidad
del acceso cognitivo al correspondiente objeto. Para Kant hay tres ideas, correlativas de tres
objetos de acceso imposible: la del mundo, la del alma y la de Dios. Estas Ideas no son
constitutivas del objeto, pero si regulativas. Es decir que, aunque no se pueda alcanzar la
totalidad de las condiciones, la idea funciona como un indicador de la tarea que le espera al
sujeto en relación a ese objeto. En la "Crítica de la razón pura" (8), Kant establece los límites y
condiciones de posibilidad del conocimiento y define los principios y características del
funcionamiento de la razón (la estética trascendental). En su "Crítica de la razón práctica" (9),
la diferencia entre lo condicionado y lo incondicionado se aplica al campo de la moral como
diferencia entre el "whol" y el "guten", es decir, entre el bienestar (que en alemán se dice "der
wohlstand", y depende del gusto o subjetividad) y el bien como principio o valor (que en alemán
se dice "das Gute"). La acción moral deberá apartarse del primero puesto que ella no puede
valer por lo que produce sino por la ley misma, por lo incondicionado (el bien que implica esa
misma universalidad).
En términos de Lacan: "Ningún "Wohl", ya sea el nuestro o el de nuestro prójimo, debe entrar
como tal en la finalidad de la acción moral. La única definición de la acción moral posible es
aquella cuya fórmula bien conocida da Kant: Haz de modo tal que la máxima de tu acción
pueda ser considerada como una máxima universal. La acción sólo es moral entonces en la

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medida en que es comandada por el único motivo que articula la máxima" (10). Lo cual plantea
el problema de la enunciación de una tal ley, puesto que "su peso no aparece sino por excluir,
pulsión o sentimiento, todo aquello que puede padecer el sujeto en su interés por un objeto, lo
que Kant por eso designa como patológico" (11)

Para Lacan, es a este punto al que "La filosofía en el tocador" (12) vendría a dar respuesta, 8
años después de la "Crítica de la razón práctica", en la medida en que, tras encontrar que
concuerda con ella y la completa, "diremos que da la verdad de la Crítica" (13).
¿Cómo? ¿En qué sentido?

En primer lugar, Lacan subraya que, "para justificar las posiciones de lo que puede llamarse
una suerte de antimoral", lo que la obra del marqués de Sade propone, son "exactamente los
criterios kantianos" (14), es decir, erigir como "máxima universal de nuestra acción el derecho a
gozar de cualquier prójimo como instrumento de nuestro placer" (15). En efecto, "si se elimina
todo elemento de sentimiento de la moral (...) en su extremo, el mundo sadista es concebible -
aún cuando sea su envés y su caricatura - como una de las realizaciones posibles de un
mundo gobernado por una ética radical, por la ética kantiana tal como ésta se inscribe en 1788"
(16).
Este planteo no va sin algunos forzamientos, como el de la atribución a Sade de la "máxima"
presentada con las comillas propias de las citas: "Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede
decirme quienquiera, y ese derecho lo ejerceré, sin que ningún límite me detenga en el
capricho de las exacciones que me venga en gana saciar en él" (17). En efecto, y como bien
analiza Allouch (18), aunque podemos rastrear muchas frases en la obra de Sade que tienen la
estructura de una máxima (solo en "Juliette" Allouch rastrea al menos cinco), ninguna responde
literalmente a la que "cita" Lacan, la cual, incluso, presenta modificaciones entre la versión de
"Kant con Sade" de 1963 (de la revista "Critique") y la versión final de 1966 que se incluye en
los Escritos (19).
Los avatares del establecimiento de dicha "máxima" no son secundarios ya que dan cuerpo al
punto en que, según Lacan, Sade revela la "verdad" de Kant. En efecto, la "máxima" atribuida a
Sade, al tiempo que presenta la misma factura formal que la ley moral kanteana, sería más
"honesta" que esta porque, conforme a la enseñanza de Lacan, en ella, la ley proviene del
Otro. A diferencia de la versión de 1963, donde la máxima decía "le diría a quien me plazca"
(es decir, donde quien habla es el torturador, con el problema que implica la reciprocidad o
paridad que esta situación establece entre los partenaires), en la versión final de 1966 de
los Escritos, leemos "puede decirme quienquiera", donde el que habla es la víctima y donde,
por lo tanto, "el Otro puede ser a la vez esa voluntad que impone y la racionalidad que por si
sola funda la imposición" (20). De ese modo, la máxima sadiana desenmascara la escisión,
escamoteada ordinariamente, del sujeto de la enunciación al sujeto del enunciado. En otros
términos, utilizando a Sade, Lacan muestra que "la ética kantiana se detiene en un punto que
no es aquel donde el deseo se efectúa como deseo del Otro" (21). La ley moral no realiza el
deseo como deseo del Otro, y esa carencia del objeto va a refluir sobre la pureza misma de esa
moral (22).

Esta función y lugar del objeto (que se "hurta" a todo lo largo de la "Crítica de la razón práctica",
y retorna en Sade) es uno de los puntos que Lacan busca poner de relieve en ese escrito. Y
sobre este asunto es sobre el que parece querer volver, en esta sesión del 16 de enero de
1963, en su prosecución del análisis de la "precesión esencial" en que debe ubicarse al
objeto a cuando señala que su intervención está "destinada a desplazar, incluso a conmover
los caminos trillados donde suelen dejar las funciones llamadas del sadismo y del masoquismo,
como si sólo se tratara de una agresión inmanente y de su reversibilidad". Lo cual nos plantea
la pregunta por los cambios en la concepción del "sadismo" que resultan a partir de la invención
(o cambio de estatuto) del objeto a, en la sesión anterior del 9 de enero de 1963 (tal como lo
anticipábamos en las notas y comentarios del comienzo de esa sesión)

Por esa razón, quizás tenga cierta utilidad recordar cómo fue "recuperada" la obra de Sade, es
decir, cómo surgió la noción misma del "sadismo".

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La noción de "sadismo"

Donatien Alphonse-François de Sade murió en 1814. Publicó la mayor parte de sus textos
luego de recuperar su libertad en 1790 (tras muchos años de encarcelamiento, hasta que la
nueva Asamblea Nacional abolió la "lettre de cachet" (23) ) . La publicación fue anónima y
circuló clandestinamente. El texto más difundido en su tiempo y durante el siglo XIX fue
"Justine o los infortunios de la Virtud" (24), al que la crítica consideró una obra obscena e
impía, al tiempo que calificaban a su autor de depravado. En vida de Sade se hicieron seis
ediciones de este texto y los ejemplares pasaron de mano en mano, leyéndose de forma
oculta, convirtiéndose en una novela maldita. Durante el siglo XIX continuó circulando
clandestinamente, influyendo en escritores como Flaubert, Dostoievski y en la poesía de
Baudelaire. En 1909 Guillaume Apollinaire realizó la primer edición pública de la obra completa,
pero recién después de la segunda guerra mundial, esa obra fue "recuperada" o tomada por
una serie de intelectuales destacados: Pierre Klossowski ("Sade mon prochain", 1947),
Georges Bataille ("La Littérature et le Mal", 1957), Maurice Blanchot ("Lautréamont et Sade",
1949), Roland Barthes y Jean Paulhan. Gilbert Lély publicó en 1950 la primera biografía
rigurosa del autor.

La palabra "sadismo" aparece por primera vez en la 8º edición de 1834 del "Dictionnaire
universel de la langue française" de Pierre Claude Victor Boiste (25): "s.m., aberración
espantosa del desenfreno, sistema monstruoso y antisocial que ofende a la naturaleza (de
Sade, nombre propio)" (26)

En palabras del propio Lacan, la obra de Sade fue considerada como "un absoluto de lo
insoportable capaz de ser expresado por palabras en lo concerniente a la transgresión de todos
los límites humanos" (27). En ninguna literatura de ningún tiempo habría habido obra tan
escandalosa y que hiriera "tan profundamente los sentimientos y los pensamientos de los
hombres" (28).

En "La razón de Sade" (29), Maurice Blanchot historiza su recepción en cuatro tiempos:

1. Sade es considerado el autor de un crimen monstruoso, y encarcelado por tal


razón (con sugerencia a los demás presos de desembarazarse de él)
2. Surge el "sadismo" como nombre de la anomalía que Sade habría encarnado y
que los científicos habrían renunciado a especificar.
3. Se asocia el saber desarrollado en la obra de Sade como contenido del
"sadismo" (como consecuencia de la renuncia anterior de los científicos)
4. La obra de Sade es recepcionada por el lado literario a título de "fundador de la
modernidad", justamente por el vínculo que ofrece entre enfermedad y
pensamiento

Sade es tomado como alguien que padece una enfermedad que toma su designación de su
propio nombre ("sadismo") y que se instituye como un componente del psiquismo humano. Y
podemos decir que el psicoanálisis avaló ese sentido. De hecho, Freud usó ampliamente el
adjetivo "sádico" (para pulsión, trato, fase libidinal, componente libidinal, mociones, impulso,
concepción del coito, etc.), y el término "sadismo" constituye una noción a la que recurre a lo
largo de toda su obra, desde el subtítulo "sadismo y masoquismo" del capítulo sobre "Las
aberraciones sexuales" en "Tres ensayos de teoría sexual", donde el sadismo es definido como
"un componente agresivo de la pulsión sexual, componente que se ha vuelto autónomo,
exagerado, elevado por desplazamiento {descentramiento} al papel principal" (30), o, en
términos más generales, como "el placer de infligir dolor", en la cuarta de las cinco primeras
"Conferencias de introducción al psicoanálisis" (31). Sin embargo Freud nunca se interesó ni en
la obra ni en la vida de Sade (32).

En suma, el "sadismo" se va fabricando con la atribución intempestiva a Sade de los crímenes


que este describía en su obra. Como bien señala Allouch, "no hay sadismo sino contra un
fondo de no-distinción entre la vida y la obra de Sade" (33).

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Y uno de los problemas que encontraremos en la lectura clásica de "Kant con Sade", es que
suele proseguir esta asociación de la noción de perversión con esta concepción de Sade como
paradigma de vínculo entre enfermedad y pensamiento.
Por ejemplo, según Miller, "la fantasía que le interesa a Lacan en este texto, es la fantasía
perversa. Más aún, es la fantasía en la perversión" (34). "Se trata del goce. No se trata tanto
del deseo. El modo como parece obtener Sade ese goce en su fantasma es el paradigma del
fantasma en la perversión" (35). Para Miller, la preocupación de Lacan sería diferenciar "la
perversión sádica" y "la perversión masoquista" en términos psicopatológicos, es decir, como
"una estructura completamente diferente de la estructura neurótica, fundada sobre un rechazo
de la castración" (36).
Encontraremos una lectura similar por parte de otros analistas (de otras filiaciones políticas).
Por ejemplo, para Rolando Karothy, lo que Lacan plantea es "la división subjetiva en la
perversión, en el caso de esta figura del Marqués de Sade" (37), y para Luis Darío Salamone,
"Lacan aisló y formalizó la estructura del fantasma sadiano. Como lo señala Serge André, Sade
es un libertino prisionero, no sólo por haber pasado tantos años de su vida en la prisión y en el
manicomio, sino porque fue prisionero de su fantasma" (38)

La discusión que se plantea aquí es similar a la que se planteó anteriormente respecto de si la


sesión del 9 de enero solo propone un "cambio de estatuto" del objeto a, o si podemos leer ahí
su "invención" (ver notas y comentarios). En efecto, siguiendo a Karothy o Miller, podríamos
decir que en esta sesión del 16 de enero, Lacan solo modifica su concepción de la perversión,
según esta nueva definición: "el perverso es un instrumento del goce del Otro" (39). Pero en
esos términos, por un lado, y como vimos en el párrafo anterior, Sade seguiría siendo un
"ejemplo" de perversión, y por el otro, la posición de "causa" del objeto permanece confusa tras
este nuevo ropaje de "instrumento del goce del Otro".

Intentemos ser un poco más precisos sobre estos puntos.

Freud con Sade

El escrito de Lacan comienza de forma absolutamente contundente: "Que la obra de Sade se


adelanta a Freud, aunque sea respecto del catálogo de las perversiones, es una tontería, que
se repite en las letras, la culpa de la cual, como siempre, corresponde a los especialistas" (40),
es decir, a los profesionales del mundo psi. Por lo tanto, este escrito no busca presentar una
nueva versión del "sadismo" desarrollada por un nuevo "especialista", sino desmontar esa
construcción.

De hecho, en su minucioso análisis de las posibles razones por las que este escrito no fue
publicado como estaba previsto inicialmente, es decir, como prefacio de "La filosofía en el
tocador" en la edición del "Círculo del libro coleccionable" de las obras completas de Sade,
Allouch argumenta que lo que se esperaba de Lacan, justamente, era la opinión de un
"especialista", y que el escrito de Lacan "habría sido rechazado no tanto porque el texto era
malo o difícilmente legible, sino porque era un psicoanalista quien lo escribía (...) Al atacar de
entrada lo que se decía en "las letras", ¿no indicaba que él también pretendía ubicarse en ese
terreno?" (41). En suma, Lacan no cumplía con lo que se esperaba de un "psicoanalista": que
confirmara el "sadismo" y la "enfermedad". Para Allouch, el hecho de que, a posteriori, "nunca
ninguno de los divos de ese Gotha (42) mencione "Kant con Sade" confirma que esa negativa a
publicarlo no era para nada accidental" (43). Es decir, en ese mismo rechazo subraya que ese
texto de Lacan "podía leerse como inscribiéndose perfectamente dentro de la operación en
curso, la que pretendía mostrar que hay una razón en Sade" (44)

Ahora bien, precisar esa razón requiere desarticular esa supuesta ausencia de distancia entre
la vida y obra de Sade, "que autorizó la sustantivación y el paso del nombre propio al nombre
común" (45).

Podríamos plantear como punto de disyunción la frase que encontramos justo antes del
segundo esquema del escrito, cuando Lacan señala que "Sade no es engañado por su

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fantasma, en la medida en que el rigor de su pensamiento pasa a la lógica de su vida" (46).


Según como se lea esta frase, se podría pensar

• que Sade es "prisionero de su fantasma" (como decía Salamone) y que "su


vida tiene una lógica común con el fantasma" (47) (como dice Miller)
• o, al contrario, que el fantasma sadiano, presentado en la "obra" (y analizado
en el primer esquema), se desarticula en la "vida", tal como vendrá a
demostrarlo el cuarto de giro que da lugar al segundo esquema.

¿Que debe entenderse por ser "engañado por su fantasma", y por "el rigor de su pensamiento
pasa a la lógica de su vida"?

Para Allouch, estos malentendidos resultan de quedar atrapados en la idea de que, en lo


esencial, y según lo sugiere el título, el objeto central del texto de Lacan sería cuestionar a Kant
"con Sade", es decir, utilizar a Sade para cuestionar a Kant (que es lo que vimos como "lectura
clásica", más arriba). En cambio, a su juicio, el objeto central de este escrito es el que se
anuncia en su primera frase, es decir, el vínculo Sade Freud (y eventualmente Lacan): el
tocador sadiano "prepara la ciencia rectificando la posición de la ética. En esto, S, se opera un
despejamiento que debe caminar cien años en las profundidades del gusto para que la vía de
Freud sea practicable. Cuenten otros sesenta más para que se diga porqué todo eso" (48). En
otros términos, la vía de Freud es practicable gracias al despejamiento que habilitó la
rectificación ética producida por Sade, cuya razón viene a explicitar Lacan. Precisar la razón de
Sade, permitirá apartar al psicoanálisis de la vulgata del "sadismo", y en la misma medida,
precisar tanto el estatuto del objeto a como la estructura del deseo sádico.

El fantasma sadiano y el objeto causa

El objeto, en el fantasma sadiano, es el torturador. El objeto inaccesible, trascendente, "lo


impensable de la cosa en si" de Kant, se transforma, en la experiencia sadiana, en el agente
del tormento, en un "Dasein". Es decir, se le da lugar en la experiencia, a un participante que
Kant escamoteaba, y cuyo funcionamiento será necesario precisar para no desbarrancarnos
rápidamente por las vías comunes de la agresividad y la violencia, "pues ese objeto está
extrañamente separado del sujeto" (49). La referencia al fenómeno elemental de la psicosis,
donde el torturador y la voz son una sola y misma cosa, evidencia que "el heraldo de la máxima
no necesita ser aquí más que un punto de emisión" (50).

Esta referencia a la psicosis es pertinente también para abordar la pregunta sobre si el


torturador goza. La posición de Lacan respecto a la psicosis se diferencia de la de la
antipsiquiatría, que tiende a seguir al psicótico en su creencia en el goce del objeto. Pero,
volviendo a la situación del sadismo, ¿acaso el torturador, reducido a instrumento, goza?.

Cuando Blanchot analiza la acciones de los libertinos, lo que subraya es la insensibilidad y


apatía de los mismos: "todos esos grandes libertinos, que no viven sino para el placer, no son
grandes sino porque han aniquilado en ellos toda capacidad de placer. Por ello llegan a
espantosas anomalías, pues la mediocridad de las voluptuosidades les bastaría. Pero se han
vuelto insensibles: pretenden gozar de su insensibilidad, de esa insensibilidad negada y se
vuelven feroces" (51).

A diferencia de esta lógica de la soberanía que desarrolla Blanchot, Lacan hace intervenir el
fantasma como un freno al goce que impide que el placer quede fuera de juego, ya que aunque
el goce del "ejecutor de la experiencia sádica" se coagule en ella, esto "no lo exime de la
humildad de un acto con el que nada puede hacer para que no se presente como ser de carne
y, hasta el hueso, siervo del placer" (52). "El fantasma hace al placer propio para el deseo", y
su asidero lo da "el desvanecimiento del sujeto", que muestra que el dolor, por prolongado que
se lo suponga "tiene sin embargo, como el placer, su término", y constituye "el dato vital que va
a aprovechar el fantasma para fijar en lo sensible de la experiencia sadiana el deseo que
aparece en su agente" (53).

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El primer esquema, entonces, escribe la experiencia sadiana, "focalizada en ese instante de


desvanecimiento de la víctima, que es también aquél donde el goce del torturador se fija como
placer" (54).

1º esquema
Jacques Lacan, "Kant con Sade", Ed. Siglo XXI, edición argentina 2008, página 736

Las posiciones del torturador son las del primer tramo el vector: la voluntad de goce V en el
nivel del Otro, y el placer, retroactivo, al inicio.

El desvanecimiento de la víctima, por su parte, tiene una función de defensa que, a su vez,
conlleva la duplicación del sujeto por la inscripción, en otro sitio, de lo que se ha puesto a
resguardo, el S al final del vector (55)

Allouch ubica estos elementos del siguiente modo:

Ubicación de elementos en el 1º esquema


Jean Allouch, "Faltar a la cita. Sobre "Kant con Sade". Erotología analítica III", Ediciones
Literales, página 120

Estas dos duplicaciones no son ni recíprocas, ni reflejas (es decir, no implican


intersubjetividad). "La construcción de una ordenación subjetiva" con los cuatro términos así
definidos de esta "estructura cuatripartita", a lo largo de la "línea sinuosa" de este esquema,
nos permitirá precisar el "cálculo del sujeto" (56). Y la sesión del 9 de enero no es sin
consecuencias para este "cálculo".

En efecto, la versión de 1966 difiere en un punto substancial respecto de la de 1963,


justamente en lo relativo a la función de la causa y el objeto a. En lugar de "la línea sinuosa que
une los cuatro términos de un vector orientado indica un orden de causalidad entre ellos", de la
versión de 1963, en la versión de 1966 "la aparición del objeto a" pasa a ubicar, por sí solo, "el
lugar de la causa".
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Queda claro que no es lo mismo distribuir la causalidad sobre toda la línea que concentrarla en
el inicio, en el punto donde se ubica el objeto a. Por un lado porque el placer ya no es "tomado
como objeto (a en la sigla)" (en 1963) sino que "ha sido substituido por un instrumento
(objeto a de la fórmula)" (en 1966) (57). Y por el otro porque el deseo ya no solo "parece ser el
agente" ("semble être") (en 1963) sino que "aparece" ("paraît") en el agente (en 1966), tal como
vimos en el señalamiento de que el desvanecimiento es lo que le permite al fantasma "fijar en
lo sensible de la experiencia sadiana el deseo que aparece en su agente" (58).

El resaltado del lugar el objeto a en la escritura del esquema que encontramos en la página 10
de la estenotipia corrobora estas indicaciones

En la misma página de la estenotipia Lacan señala que el deseo sádico (d) "no es articulable,
no es formulable más que por esa esquicia, esa disociación que él apunta esencialmente a
introducir en el otro imponiéndole, hasta un cierto límite, lo que no podría ser tolerado" .
La edición Paidós, en la página 117, transcribe este fragmento de este otro modo: "solo es
articulable a partir de la esquicia, la disociación que apunta a introducir en el sujeto, el
otro, imponiéndole hasta cierto límite algo imposible de tolerar" (subrayado mío).
La diferencia principal radica en el agregado de esta referencia al "sujeto" en las ediciones de
Seuil y Paidós, que en la estenotipia no aparece. La importancia de esta diferencia radica en
las ambigüedades en juego respecto a la referencia al "sujeto" en estas páginas. Lacan acaba
definir, en el grafo, el lado derecho, donde se ubican la $ (S barrado) y S, como el lado del
Otro, y el lado izquierdo, donde se encuentran el objeto a y el deseo (d) (en la posición de la V
de la voluntad de goce), como el lado del S "que es del je todavía inconstituido, del sujeto que
hay que revisar en el interior de nuestra experiencia, del cual sabemos que no puede coincidir
con la fórmula tradicional del sujeto, a saber, ser exhaustivo en toda relación con el objeto"
(59).
Entonces tenemos referencias a "sujeto" de ambos lados del grafo, y ello se debe a que de
cada lado del grafo tenemos uno de los componentes del fantasma, articulados (en la versión
del grafo del Escrito, la que hemos reproducido más arriba) por el rombo, en la "línea del
fantasma". El componente de "sujeto" de la derecha es el $ (S barrado"), el sujeto dividido
correspondiente al instante del desvanecimiento de la víctima. El componente de "sujeto" de la
izquierda es el objeto a, que es el plano donde debemos ubicar a este problemático
"yo (je) todavía inconstituido".
Problemático por las dificultades que implica asociar ese estatuto real del objeto al sujeto, ya
que "lo real remite al sujeto a la huella y, al mismo tiempo, produce la abolición del sujeto,
porque no hay sujeto sino por el significante, por el paso al significante" (60)

El grafo despliega estos elementos y nos permite analizar la función de cada uno y las
relaciones entre ellos, en particular, la función de causa del objeto, como lo demuestra el hecho
de que la intención sádica no busca el sufrimiento del otro sino su angustia, "su existencia
esencial como sujeto en relación con esa angustia, he aquí lo que el deseo sádico es un
experto en hacer vibrar" (61).
Como vemos, la tortura no opera aquí como condición de acceso a un goce. En el
ordenamiento de la línea sinuosa del grafo, el daño recibido por la víctima es de entrada una
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realización de la voluntad de goce (no hay posibilidad de revancha para la víctima, puesto que
las posiciones no son ni reflejas ni recíprocas). En otros términos, "el goce es aquello con que
se modifica la experiencia sadiana. Porque ésta no proyecta acaparar una voluntad, sino por
haberla atravesado ya para instalarse en lo más íntimo del sujeto que provoca más allá,
alcanzando su pudor" (62). En otros términos, no toda violencia o tortura es sádica, al menos
en el sentido en que aquí se está precisando esta intención sádica.

Para lograr esa angustia en el otro, el agente de ese deseo sádico funciona "como puro objeto,
fetiche negro" (63) (por analogía con el planteo anterior de que "el fetiche causa el deseo" (64),
ver notas y comentarios). El "agente" del deseo, entonces, es el objeto en posición de causa. Y
este análisis de la estructura del deseo sádico busca presentar, de modo más general, ese
estatuto del objeto a como causa del deseo.

Esa es la preocupación de Lacan en todas estas sesiones, como lo verifica su consideración


también del superyó en "la función de este objeto en cuanto causa" (65) y como uno de los
objetos que Lacan se propone desplegar como serie (seno, escíbalo, ojo) a continuación.

Obra y vida de Sade

Ahora bien, el cuarto de giro (66) que nos lleva del primer esquema al segundo, introduce una
diferencia entre la obra y la vida de Sade: "Situando la obra del lado del fantasma,
distinguiendo a éste de la vida de Sade, subrayando que la producción de la obra se hizo
posible porque en su vida Sade había pasado más allá de los límites constitutivos de su
fantasma, Lacan pretende resaltar el desprendimiento (y no la asimilación que lleva el nombre
de sadismo) entre la obra y el acontecimiento que consiste en hacer obra. Una cosa es lo
escrito, otra es el escribir (...) Hay una disparidad entre la obra y la vida, una disparidad que
Lacan se esfuerza por cifrar con su cuarto de giro. La obra es un dato capital de la vida de
Sade; su vida no está dada en la obra" (67)

Veamos este segundo esquema. Por un lado tenemos cuatro sitios fijos espacialmente, y por el
otro las cuatro letras montadas sobre la línea sinuosa, que no modifican su sucesión.

2º esquema
Jacques Lacan, "Kant con Sade", Ed. Siglo XXI, edición argentina 2008, página 740

La primera consecuencia de este cuarto de giro es que desaparece la línea horizontal inferior,
donde se ubicaba el rombo que configuraba, con su presencia, la "línea del fantasma".
Al reseñar los términos del 1º esquema, Lacan ya había asociado (en la versión de 1966, pero

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no en la de 1963) la parte inferior de ese rombo perdido, con la V: "Queda la V que ocupando
en ese sitio una elevada posición parece imponer la voluntad que domina todo el asunto, pero
cuya forma también evoca la reunión de lo que divide reteniéndolos unidos con un vel, a saber,
dando a elegir lo que hará el $ (S barrado) de la razón práctica con el S sujeto en bruto del
placer (sujeto "patológico")" (68).

En consecuencia, en el primer esquema, los términos a y $ tenían dos vías de determinación:


la del rombo (configurando la "línea del fantasma") y la de la V (siguiendo la línea sinuosa).
Según Allouch, podemos asociar las lecturas de Blanchot y Lacan a cada una de estas
determinaciones. En Blanchot, no hay rombo, solo línea sinuosa. En Lacan, en cambio, la
inscripción del rombo "heterogéneo con respecto a la línea sinuosa de la causalidad, inscribe
que el fantasma interviene según una lógica que no es solamente la lógica pura de la voluntad
de goce" (69)

La línea del fantasma cifraba el "fantasma sadiano puesto en juego en la experiencia erótica
sadiana. Apenas el matema funciona para cifrar otra cosa, empezando por el cuarto de giro
que da cuenta por escrito del asunto Sade, el fantasma sadiano queda omitido" (70).

El segundo esquema implica una puesta fuera de juego del fantasma sadiano (al desaparecer
el rombo que articulaba a y $, en la "línea del fantasma"). Y la voluntad de goce, que en el
primer esquema tenía el carácter de la razón pura, en este segundo esquema se vuelve
patológica, convirtiéndose en "la constricción moral ejercida implacablemente por la Presidenta
de Montreuil sobre el sujeto respecto del cual se ve que su división no exige ser reunida en un
solo cuerpo" (71)

Allouch ordena estos elementos sobre el segundo esquema del siguiente modo:

Ubicación de elementos en el 1º esquema


Jean Allouch, "Faltar a la cita. Sobre "Kant con Sade". Erotología analítica III", Ediciones
Literales, página 134

En otros términos, el "fantasma sadiano" ya no interviene en la política y en la vida de Sade.


Aquí, ya no se trata de un "Kant con Sade". "La política Sade no es un lugar de realización de
su fantasma: se hallan funcionando los mismos elementos estructurales presentes en el
fantasma sadiano, pero ese mismo fantasma está desmembrado, desactivado" (72)

Los límites de la vida de Sade no son los del fantasma sadiano. El rechazo de Sade a la pena
de muerte da cuenta (a diferencia de lo planteado por Klossowski en "Sade, mi prójimo") que
"Sade no es bastante vecino de su propia maldad como para encontrar allí a su prójimo" (73).
En otros términos, Sade se niega a inscribir esa maldad en el lugar del Otro. Y la inclusión de la

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V en la columna derecha del segundo esquema no contradice esto en la justa medida en que
"la acción de la vida de Sade será convertir a esa voluntad en impotente" (74). En su vida,
pretendiendo conformarse a una ley, Sade "no fue más lejos", se queda a mitad de camino, en
el punto donde "se anuda el deseo con la ley" (75). Como bien señala Allouch, "hubiera hecho
falta que Sade inscribiese su malignidad en el Otro para que pudiéramos admitir que en su vida
el Otro estaba barrado. Pero no fue así, lo prueba el hecho de que la operación que consiste en
"rechazar hacia el Otro el dolor de existir" supone un Otro que existe" (76).

En este punto, entonces, ya no se trata de Sade mostrando la verdad de Kant, sino de Kant
arrastrando a Sade a su propio fracaso (el de Kant), es decir, de un "Sade con Kant". En otros
términos, Sade no se enfrenta con el deseo, sino con la ley, como lo confirma el hecho de que
"la madre sigue estando prohibida. Queda confirmado nuestro veredicto sobre la sumisión de
Sade a la ley" (77)

En la sesión del 13 de marzo 1963 Lacan plantea que en la perversión, el deseo, que se
presenta "como un subversión de la ley, de hecho es, ciertamente, el soporte de una ley". Lo
que aparece "desde el exterior como satisfacción sin freno es defensa y puesta en ejercicio de
una ley en tanto que frena, suspende, detiene al sujeto en su camino al goce. La voluntad de
goce en el perverso es, como en cualquier otro, una voluntad que fracasa, que encuentra su
propio límite, su propio freno, en el ejercicio mismo del deseo" (78)

Así como encontramos las ambigüedades y malentendidos respecto a la referencia al "sujeto"


en la página 117, aquí también debemos diferenciar el fantasma sadiano, presentado en la
obra de Sade, de estas consideraciones sobre la perversión, aplicables a la vida de Sade. Solo
en el fantasma sadiano (presentado en su obra) encontramos despejada la función del objeto
como causa, y podemos ordenar los términos a y $ con el objeto "detrás" (a diferencia de la
escritura habitual, en la que el objeto está "delante"). En cambio, en la vida de Sade, el objeto
vuelve a escabullirse tras la "puesta en ejercicio de una ley" (y por eso podemos decir que es
arrastrado al mismo "fracaso" de Kant).
Si no diferenciamos la obra de la vida, en Sade, no podemos diferenciar el estatuto y función
del objeto en el fantasma sadiano, del empantanamiento respecto a la ley en que caen, tanto el
neurótico como el perverso (ver notas y comentarios sobre las relaciones entre la ley y el
deseo, tal como son analizadas en la segunda mitad de la segunda parte de esta sesión del 16
de enero)

¿Sade analista (analista sádico)?

Antes de terminar estas notas y comentarios, veamos uno de los problemas a donde nos
conducen las lecturas más comunes o corrientes que suelen identificar la obra y la vida de
Sade, lo que da lugar a suponer que en su vida Sade habría ido más allá de "la puesta en
ejercicio de una ley".

Según Miller, "en la tesis de Lacan, que se encuentra en el texto "Kant con Sade",
leemos: "Sade realiza el atravesamiento de su propio fantasma". En esas palabras, antes del
esquema 2 vemos que Sade no es engañado por su fantasma".
Esto lo podemos leer en la página 274 de "Elucidación de Lacan. Charlas brasileñas" (79), en
el capítulo titulado "Sobre Kant con Sade" (80)

Podrán buscar en vano, en cualquiera de las versiones de "Kant con Sade", esta supuesta
"cita" que expresaría la "tesis de Lacan", puesto que lo que Miller hace es invertir la cita y su
interpretación de la misma, erigiendo a esta última en "tesis de Lacan". La cita, lo que
corresponde a Lacan, en realidad, es "Sade no es engañado por su fantasma", frase que se
encuentra poco antes del esquema 2, y que se completa con "en la medida que el rigor de su
pensamiento pasa a la lógica de su vida" (81). En cambio lo que Miller presenta como cita de
Lacan, es su propia lectura de esa frase de Lacan. Miller interpreta que cuando Lacan dice que
"Sade no es engañado por su fantasma", eso significa "Sade realiza el atravesamiento de su
propio fantasma".

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El "atravesamiento del fantasma" es una noción acuñada por Miller, que se ha difundido como
un aforismo lacaniano (82), y que vendría a dar cuenta del "cambio de posición del sujeto frente
a su fantasma" en el fin de análisis (83). Es decir, una experiencia por la que, se supone, ha
debido pasar todo analista, y que, al parecer, Sade compartiría.

Miller interpreta la frase "el rigor de su pensamiento pasa a la lógica de su vida", como que la
vida de Sade "tiene una lógica común con su fantasma" (84), lo que permite asemejarlo a
Lacan, puesto que, según Miller, este también "fue el caso propio de Lacan" (85).
Plantea, incluso, que "a propósito de Sade, estoy de acuerdo en que obedecía la máxima "no
ceder en su deseo"...” (86).

Se comprende entonces la lógica que llevó a uno de sus oyentes (llamado Isidoro) a plantear el
siguiente problema: "Tengo algunas dificultades también con el objeto a como lugar del
verdugo y después como agente del discurso del analista" (87).
Allouch dice que "Miller no sabe qué responder" (88), pero en realidad, a Miller le parece válida,
o interesante, la idea de pensar al analista en analogía con el sádico. En efecto, dos páginas
más adelante ubica al analista "como objeto que produce la división del $ en el analizante" (89),
y unos años antes, en la sesión del 12 de diciembre de 1984 de su seminario "1, 2, 3, 4"
(inédito), planteaba acabadamente la analogía: "el analista, como Sade aquí, no es más que
un instrumento" ("L'analyste, comme Sade ici, n'est qu'un instrument") (subrayado mío), en la
medida en que, según Miller, la experiencia analítica "apunta a la división del sujeto" ("vise la
division du sujet") (90), es decir, como en la experiencia sádica, invertir la alienación, imponer
la alienación al otro.

Es cierto que Miller agrega que "evoca esto con la mayor prudencia" ("je n'évoque ça qu'avec la
plus grande prudence") (91), y que "no debemos ir muy lejos en la comparación de la
perversión y el análisis" (92). Pero si la idea se plantea es porque quedan dudas sobre el
estatuto del objeto, en particular, una confusión entre el objeto como instrumento del goce del
Otro y el objeto como causa del deseo del Otro. Y me parece que esas confusiones son las
mismas que resultan de confundir la estructura del deseo sádico, tal como es desarrollada en el
fantasma sadiano, en la obra de Sade, con la perversión como otra de las modalidades de
hacer existir al Otro, más allá de la diferencia de estrategia en cuanto a donde ubicarse
respecto a la castración.

Referencias siguientes

Lacan retomará la cuestión del sadismo en la sesión del 6 de marzo (ver notas y comentarios),
insistiendo en "el carácter instrumental al que se reduce la función del agente, lo cual le oculta,
salvo en algún relámpago, adónde apunta su acción" (93)

Notas

(1) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidós, página 117

(2) Idem, página 116

(3) Idem, página 117

(4) Idem, página 118

(5) DAF de Sade, "La filosofía en el tocador", Editorial San Pio X (disponible aquí) (también en
francés)

(6) Jacques Lacan, El Seminario, Libro VII "La ética del psicoanálisis", Editorial Paidós.
Las sesiones donde Lacan aborda la obra de Sade son, principalmente las del 23 de diciembre
de 1959 (capítulo 6 "De la ley moral", ítem 2, páginas 95 a 100) y 30 de marzo de 1960

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(capítulo 15 "El goce de la transgresión", páginas 238, y 240 a 245, donde Lacan presenta la
primer versión de la "máxima" atribuida a Sade). También hay referencias en las sesiones del
23 marzo de 1960 (capítulo 14 "El amor al prójimo", páginas 227/8), 4 de mayo 1960 (capítulo
16, "La pulsión de muerte"), 11 de mayo 1960 (capítulo 17 "La función del bien"), 18 de mayo
1960 (capítulo 18 "La función de lo bello") y 1 de junio (capítulo 20 "Las articulaciones de la
pieza")
En el seminario siguiente, sobre "La identificación", Lacan también refiere a estas sesiones de
marzo de 1960 para ubicar sus comentarios sobre "La razón práctica" de Kant y los textos de
Sade. Lo hace en la sesión del 28 de febrero de 1962, y retoma el tema en la sesión del 28 de
mazo 1962, donde trata de la constitución del objeto del deseo.

(7) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidós, página 117

(8) Immanuel Kant, "Crítica de la razón pura", Editorial Losada (disponible aquí)

(9) Immanuel Kant, "Crítica de la razón práctica", Editorial Losada (disponible aquí)

(10) Jacques Lacan, El Seminario, Libro VII "La ética del psicoanálisis", Editorial Paidós, página
95

(11) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 728 (disponible aquí)

(12) D.A.F. de Sade, "La filosofía en el tocador", Editorial San Pio X (disponible aquí)
(también en francés)
Este texto fue escrito en 1795. La "Crítica de la razón práctica" de Kant fue publicada en 1788

(13) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 727

(14) Jacques Lacan, El Seminario, Libro VII "La ética del psicoanálisis", Editorial Paidós, página
95

(15) Idem, página 98

(16) Idem

(17) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 730

(18) Jean Allouch, "Faltar a la cita. Sobre "Kant con Sade". Erotología analítica III", Ediciones
Literales, Segundo item ("La máxima Sadiana") de la segunda parte ("Kant con Sade:
adoquinado"), páginas 100 a 110

(19) La primera versión de "Kant con Sade" fue entregada por Lacan al "Circulo del libro
coleccionable", en 1962, para ser incluida como prefacio del tercer tomo de las obras
completas de Sade, que incluía "La filosofía en el tocador". Pero su texto no fue aceptado (en
su lugar apareció un prefacio, ya anunciado, de Klossowski), y recién vio la luz en abril de
1963, al ser publicado en el número 191 de la revista Critique. Una nueva versión corregida fue
incluida en los Escritos, en 1966, y una tercera (con algunas modificaciones tanto respecto de
la de Critique como de la de los Escritos) fue finalmente incluida en la segunda edición del
"Circulo del libro coleccionable" de las obras completas de Sade, pero ya no como prefacio,
sino como postfacio (entre los "índices"). Pueden chequearse algunas de las diferencias entre
estas versiones en el libro "Los Escritos de Jacques Lacan. Variantes textuales" de Ángel de
Frutos Salvador (Siglo Veintiuno de España Editores, Madrid, 1994). Pero sin dudas se
encontrará el detalle más pormenorizado de los avatares de estas publicaciones, así como su

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más minuciosa lectura, en el libro "ça de Kant, cas de Sade" (Cahiers de l'Unebévue) de Jean
Allouch , disponible en castellano como "Faltar a la cita. Sobre "Kant con Sade". Erotología
analítica III" (Ediciones Literales)

(20) Jean Allouch, op. cit., página 110

(21) Idem, página 136


(la realización del deseo como deseo del Otro requeriría asumir la posición de objeto causa de
ese deseo del Otro)

(22) En un artículo titulado "Kant avec Sade?" (publicado en Littoral nº 6 "Intension et extension
de la psychanalyse", EPEL 1982, disponible aquí) Thierry Marchaisse señala que Kant mismo
habría percibido la tensión entre el formalismo de la ley y su estatuto de ley moral, ya que, en
tanto puramente formal, la ley no podría ser ni moral ni amoral. Según Marchaisse, sobre el
final de su vida, atormentado por la decapitación de Luis XVI, Kant admite la existencia de una
malignidad completamente formal, es decir, admite a Sade.

(23) Sade había sido condenado a muerte en 1772 por el supuesto envenenamiento de varias
prostitutas en Marsella. Esa condena es revocada en 1778, momento a partir del cual Sade
continuará en prisión por la "lettre de cachet". Así se denominaban, en el siglo XVIII, las
órdenes del rey que privaban de libertad, requerían encarcelamiento, expulsión o destierro de
alguien. La "carta" tiene origen en la justicia retenida por el rey, que cortocircuita el sistema
judicial ordinario: las personas que recibían estas "cartas" no eran juzgadas, sino que iban
directamente a una prisión estatal (Bastilla, fortaleza de Vincennes) o manicomio.
Ver también, Marques de Sade (en Wikipedia)

(24) D.A.F. de Sade, "Justine o los infortunios de la Virtud", Editorial San Pio X, (disponible
aquí)

(25) Pierre Claude Victor Boiste (ver aquí), "Dictionnaire universel de la langue française"
(ver aquí y aquí)

(26) citado por Jean Allouch, op. cit., páginas 38/9

(27) Jacques Lacan, El Seminario, Libro VII "La ética del psicoanálisis", Editorial Paidós, página
242

(28) Idem

(29) Maurice Blanchot, "La razón de Sade", en "Lautréamont y Sade", Fondo de Cultura
Económica, México (disponible aquí)

(30) Sigmund Freud, "Tres ensayos de una teoría sexual", Obras Completas, Editorial
Amorrortu, Tomo VII, página 143

(31) Sigmund Freud, "Cinco conferencias de introducción al psicoanálisis", Obras Completas,


Editorial Amorrortu, tomo XI, página 40

(32) La primer referencia a Sade en una publicación psicoanalítica, es la de Pierre Klossowski


(ver biografía), en "Elementos para un estudio psicoanalítico sobre el marqués de Sade"
(publicado en Revue française de psychanalyse nº 6, 1933) parte de cuyo contenido se incluye
en los apéndices de su libro, ciertamente más famoso, "Sade, mi prójimo", Arena Libros
(disponible aquí).

(33) Jean Allouch, op. cit., página 50

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(34) Jacques-Alain Miller, "Elucidación de Lacan. Charlas brasileñas", EOL Paidós, Colección
Orientación Lacaniana, página 228

(35) Idem, página 250

(36) Idem, página 255

(37) Rolando Karothy, 3º clase de su seminario sobre "Kant con Sade"

(38) Luis Darío Salamone, "La estructura del fantasma perverso", síntesis de la primer clase del
seminario “Clínica de la perversiones”, dictado en el Master en Psicoanálisis de la Universidad
Argentina J. F. Kennedy durante el 2003

(39) Rolando Karothy, 5º clase de su seminario sobre "Kant con Sade"

(40) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 727

(41) Jean Allouch, op. cit., página 53

(42) El término "Gotha" se utiliza metonímicamente para aludir al conjunto de la realeza


europea. Proviene de un libro de referencia, un almanaque originario de la ciudad de Gotha, en
Alemania, en el que aparecen todos los miembros de las casas reales y familias nobiliarias.
Tanta ha sido su importancia que se ha llegado a acuñar la frase “estaba todo el Gotha”, para
indicar que en un acontecimiento concreto se encontraba la más alta representación de reyes,
príncipes y los más linajudos duques europeos.

(43) Jean Allouch, op. cit., página 53

(44) Idem, página 54

(45) Jean Paul Brighelli, Sade, Ed. Larousse, página 150

(46) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 739

(47) Jacques Alain Miller, op. cit., página 279

(48) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 727

(49) Idem, página 733

(50) Idem

(51) Maurice Blanchot, "La razón de Sade", página 25/6:

"El crimen es más importante que la lujuria; el crimen de sangre fría es más grande que el
crimen ejecutado en el ardor de los sentimientos; pero el crimen "cometido con el
endurecimiento de la parte sensitiva", crimen sombrío y secreto, importa más que todo, porque
es el acto de un alma que, habiendo destruido todo en ella, ha acumulado una inmensa fuerza,
la cual será identificada con el movimiento total de destrucción que prepara. Todos esos
grandes libertinos, que no viven sino para el placer, no son grandes sino porque han aniquilado
en ellos toda capacidad de placer. Por ello llegan a espantosas anomalías, pues la mediocridad
de las voluptuosidades les bastaría. Pero se han vuelto insensibles: pretenden gozar de su

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insensibilidad, de esa insensibilidad negada y se vuelven feroces. La crueldad no es sino la


negación de sí mismo, llevada tan lejos que se transforma en una explosión destructora; la
insensibilidad se vuelve estremecimiento de todo el ser, dice Sade; "el alma pasa a una
especie de apatía, que pronto se metamorfosea en placeres mil veces más divinos que
aquellos que le procurarían sus debilidades".
Comprendemos que en este mundo los principios desempeñan un gran papel. El libertino es
"pensativo, concentrado en sí mismo, incapaz de conmoverse por cualquier cosa que pueda
suceder". Es solitario, no soporta el ruido ni la risa; nada debe distraerlo; "la apatía, la
tranquilidad, el estoicismo, la soledad de sí mismo, he aquí el tono en que le es necesario
preparar su alma". Semejante transformación, semejante destrucción de sí mismo no se realiza
sin extremas dificultades. Juliette es una especie de Bildunsgrosman, un libro de aprendizaje
donde aprendemos a reconocer la lenta formación de un alma enérgica. En apariencia, Juliette
es, desde el principio, enteramente depravada. Pero, en realidad, no tiene aún sino ciertas
inclinaciones y su cabeza está intacta; le queda por realizar un esfuerzo gigantesco pues, como
lo dice Balzac, no está destruido lo que desea. Sade señala que hay en ese trabajo de la apatía
momentos muy peligrosos. Sucede por ejemplo, que la insensibilidad coloca al libertino en tal
estado de aniquilamiento que puede en ese instante regresar a la moral: se cree endurecido,
no es sino debilidad, presa perfectamente preparada para todos los remordimientos; ahora
bien, un solo movimiento de virtud, al revalorar el Universo del hombre y de Dios, basta para
arruinar todo su poder; por muy alto que esté, se derrumba, y generalmente, esta caída es su
muerte. Por el contrario, si en ese estado de aniquilamiento en el cual no siente hacia los
peores excesos sino una repugnancia sin gusto, encuentra un último excedente de fuerza para
aumentar esta insensibilidad inventando nuevos excesos que le repugnan aún más, entonces
pasará del aniquilamiento a la omnipotencia, del endurecimiento a la voluntad más extrema y
"agitado por todas partes", gozará soberanamente de sí mismo más allá de todos los límites"

Respecto del alcance de las exacciones de algunos personajes de la época, en el seminario VII
Lacan sugiere que leamos las "Memorias sobre los grandes días de Auvernia de Esprit
Fléchier, para aprender qué podía permitirse con sus campesinos un gran señor de los albores
del siglo XVII" (Jacques Lacan, El Seminario, Libro VII, La ética del psicoanálisis, Editorial
Paidós página 241)
"Mémoires de Fléchier sur les Grands-Jours d'Auvergne en 1665" (disponible aquí)

(52) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 734

(53) Idem, página 735

(54) Jean Allouch, op. cit., página 120

(55) La inalcanzable afanisis del sujeto, de la que el desvanecimiento de la víctima no es más


que una pálida figuración, da cuenta de una serie de características del relato de Sade: "la
supervivencia inverosímil de las víctimas, su necesaria belleza, las referencias de Sade al
infierno y a la segunda muerte (todo lo cual ya había sido discutido por Lacan en marzo abril de
1960)" (Jean Allouch, op. cit., página 128)

(56) Jacques Lacan, op. cit., página 736

(57) Idem, página 735

(58) Idem

(59) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidós, página 117

(60) Idem, página 165 (sesión del 27 de febrero 1963)

(61) Idem, página 117

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(62) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 733

(63) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidós, página 118

(64) Idem, página 116

(65) Ya decía Freud que "el superyó, la conciencia moral eficaz dentro de él, puede volverse
duro, cruel, despiadado hacia el yo a quien tutela. De ese modo el imperativo categórico de
Kant es la herencia directa del complejo de Edipo" ("El yo y el Ello", Obras Completas, Ed.
Amorrortu, Tomo XIX, página )

(66) Allouch señala (op. cit., página 129, en nota a pie de página) que esta sería la primera
ocasión en que Lacan produce este tipo de operación. Pero antes de la estructura de los cuatro
discursos, ubica una segunda aparición, en la asociación del sadismo con el masoquismo (ver
las notas y comentarios sobre masoquismo)

(67) Jean Allouch, op. cit., página 140

(68) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 736

(69) Jean Allouch, op. cit., páginas 131/2

(70) Idem, página 132

(71) Jacques Lacan, op. cit., página 740

(72) Jean Allouch, op. cit., página 134

(73) Jacques Lacan, op. cit, página 750

(74) Jean Allouch, op. cit., página 142

(75) Jacques Lacan, op. cit, página 750

(76) Jean Allouch, op. cit., página 144

(77) Jacques Lacan, op. cit, página 750


Al respecto, ver el último capítulo del libro de Allouch (op. cit.), titulado "Sobre la aguja curva de
Buñuel", donde deduce que no son tres sino cuatro los puntos suspensivos en el "V....ée" con
que comienza la frase de esta cita, sugiriendo que ahí no habría que leer "violada" ("violée"),
sino "sifilizada" ("verolée")

(78) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidós, página 164

(79) Jacques-Alain Miller, "Elucidación de Lacan. Charlas brasileñas", EOL Paidós, Colección
Orientación Lacaniana, Buenos Aires 1998

(80) Idem, páginas 201 a 280


Transcripción de un seminario dictado por Miller en 1985 en Río de Janeiro, Brasil.

(81) Jacques Lacan, "Kant con Sade", en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva edición
argentina 2008, página 739

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(82) Como suele ocurrir con estos efectos de difusión y coagulación teórica, se asume que fue
dicho y desarrollado por Lacan, y se repite, una y otra vez, sin indicar ninguna referencia
(prueben buscar en Google, y ver cuantos cientos de páginas de resultados pueden obtener
con esa frase sin que ninguno de ellos de una indicación de referencia precisa en Lacan) (ver
también mi sección Algunos "mitos y leyendas" relativos a la enseñanza de Lacan).
Sin embargo, esa expresión, como tal, no existe en Lacan. Desconozco si hay alguna
referencia donde Miller de cuenta de esta acuñación, pero si ubico dos referencias en Lacan
que podrían dar lugar a esa fórmula Milleriana:

• En la sesión del 3 de julio de 1963, en este seminario sobre "La angustia",


Lacan señala: "Por eso toda función del a no hace más que referirse a la
hiancia central que separa, en el plano sexual, el deseo del lugar del goce, y
nos condena a que necesariamente para nosotros el goce no le esté, por su
naturaleza, destinado al deseo. El deseo no puede más que ir a su encuentro
y, para encontrarlo, debe no solo comprender sino franquear el
fantasma mismo que lo sostiene y lo constituye" (subrayado mío) (página 358
de la edición Paidós)
• En la sesión del 24 de julio de 1964, del seminario XI sobre "Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis", Lacan señala: "después de la
localización del sujeto con respecto al a, la experiencia de la fantasía
fundamental se convierte en la pulsión. ¿En qué se convierte entonces el que
ha pasado por la experiencia de esta relación opaca con el origen, con la
pulsión? ¿Cómo puede vivir la pulsión un sujeto que ha atravesado la fantasía
radical? Esto es el más allá del análisis, y nunca ha sido abordado. Hasta
ahora sólo es abordable al nivel del analista, por cuanto se le exigiría
precisamente el haber atravesado en su totalidad el ciclo de la experiencia
analítica" (subrayado mío) (página de la edición Paidós

Sin embargo, notemos que respecto a Sade, ya en el seminario VII sobre "La ética del
psicoanálisis", en la sesión del 30 de marzo de 1960, Lacan señalaba que: "Sade está sobre
ese límite y nos enseña, en tanto que imagina atravesarlo, que cultiva su fantasma, con la
delectación morbosa - retomaré estos términos - en la que este se despliega. En tanto que lo
imagina, demuestra la estructura imaginaria del límite. Pero también lo franquea. No lo
franquea, obviamente, en el fantasma, y esto determina su carácter fastidioso, sino en la teoría,
en la doctrina proferida en palabras que son, según los momentos de su obra, el goce de la
destrucción, la virtud propia del crimen, el mal buscado por el mal y, en último término (...) el
supremo-en-maldad" (página 238 de la edición Paidós)

(83) Jacques-Alain Miller, op. cit., página 274

(84) Idem, página 279

(85) Idem

(86) Idem, página 277

(87) Idem, página 268

(88) Jean Allouch, op. cit., página 86

(89) Jacques-Alain Miller, op. cit., página 271

(90) Jacques-Alain Miller, seminario "1, 2, 3, 4", inédito, sesión del 12 de diciembre 1984,
página 10. Disponible aquí

(91) Idem

La estructura del deseo sádico Michel Sauval Página 18


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(92) Jacques-Alain Miller, "Elucidación de Lacan. Charlas brasileñas", EOL Paidós, Colección
Orientación Lacaniana, Buenos Aires 1998, página 271

(93) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidós, página 179

Bibliografía recomendada

• Marquis de Sade, La philosophie dans le boudoir


• Jacques Lacan, "Kant con Sade", Escritos 2, Siglo XXI, páginas 727 a 751
• Ángel de Frutos Salvador, "Los Escritos de Jacques Lacan. Variantes
textuales", Siglo XXI, páginas 226 a 255
• Jean Allouch, "Faltar a la cita", Erotología analítica III, Ediciones Literales
(también incluye las variantes textuales de "Kant con Sade", en el Anexo V).
• Jacques-Alain Miller, "Kant con Sade", en "Elucidación de Lacan. Charlas
brasileñas", Editorial Paidós, Buenos Aires 1988 (conferencias dadas en Rio de
Janeiro, Brasil, en 1985)
• Bernard Baas, "El deseo puro. A propósito de Kant con Sade de Lacan", en
Freudiana Nº 26, Escuela Europea de Psicoanálisis, Editorial Paidós
• Thierry Marchaisse, "Kant avec Sade?", en Littoral nº 6 "Intension et extension
de la psychanalyse", EPEL 1982

Artículos en Internet

• Carlos Faig, Lectura de "Kant con Sade". La ley moral y el imperativo del goce
• Slavoj Zizek, Kant y Sade ¿la pareja ideal?
• Carola Oñate Muñoz, Kant con Sade. Acerca de la práctica analítica
• Luis Darío Salamone, El superyó es perverso
• Alexandre Stevens, Una carta de Sade
• Alfredo Ramos, El dolor en la ética kantiana
• Rolando Karothy, seminario sobre "Kant con Sade"
• Dolores Leonor Oliva, Lectura Lacaniana de las máximas de Kant y Sade, para
una aproximación a la Cuestión del Goce
• Marques de Sade (en Wikipedia)
• Daniel Gerber, De Sade a Freud: el mal como un deber kantiano

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La estructura del deseo sádico Michel Sauval Página 19


Universidad Nacional de La Plata, y
participó de la vida institucional
psicoanalítica en La Plata, hasta 1992,
cuando se mudó a Buenos Aires, donde
reside y desarrolla su práctica desde
entonces.

En 1995 fundó la revista Acheronta (cuya


dirección ejerce desde entonces), y poco
después, el portal PsicoMundo, en torno al
cual se ha desarrollado una de las
experiencias editoriales psicoanalíticas más
importantes de la Internet de lengua latina
(entre cuyas áreas cabe destacar el
Programa de Seminarios por Internet,
EduPsi).
Michel Sauval nació en Montevideo,
Ha dictado seminarios y publicado
Uruguay, de padres franceses, lo que le ha
numerosos artículos y trabajos.
habilitado dos lenguas y dos
nacionalidades: Francia y Uruguay. En los Practica el psicoanálisis en Buenos Aires y
70 emigró a la Argentina, a la ciudad de La La Plata
Plata, en cuya Universidad Nacional
estudió, se recibió de Ingeniero Electricista
(con "medalla de oro" al mejor promedio),
fue Profesor en la Facultad de Ingeniería
(en la cátedra "Teoría de las Máquinas
Eléctricas") y trabajó como investigador en
el IITREE (Instituto de Investigaciones
Tecnológicas para Redes y Equipos
Eléctricos, dependiente de la UNLP)
durante toda la década del 80.

Pero esa profesión no sería su


destino. Comenzó a estudiar Historia del
Arte en la Facultad de Bellas Artes (entre
1984 y 1987), hasta que la circunstancia del
encuentro con un psicoanalista (como
respuesta a una consulta) le dio otro cauce
a sus síntomas y su historia. Luego de un
primer análisis, estudió Psicología en la
Universidad Nacional de Buenos Aires
(haciendo la carrera en 3 años: entre
agosto de 1984 y diciembre de 1987).

Fue docente en las cátedras de


"Psicopatología" y "Escuela Francesa" en la

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