RIVIA
RIVIA
RIVIA
RESEÑAS 100
PRESENTACIÓN
Milton Schwantes
ensayos que vienen de otros contextos que no son de América Central. De esa ma-
nera, el intercambio queda evidenciado. Lo aprendido pasa a ser de conjunto.
Nos integramos a la caminata ecuménica. Tenemos nuestro origen en diferen-
tes iglesias. Somos, por así decirlo, de varias tribus. Mas creemos pertenecer a un
solo pueblo de Dios. Así nos lo enseña la propia realidad de los pueblos latinoame-
ricanos. La opresión nos atañe por igual. No respeta las separaciones de las iglesias.
Pasa por todas. Mas, no solo esta realidad de dolor y utopía nos hermana y nos apro-
xima. El ecumenismo es un llamado del propio Cristo. ¡Todos han de ser uno! Las
diferencias que existen en el Cuerpo de Cristo se destinan a la ayuda mutua. En el
pueblo de Dios, la variedad de tribus desemboca en la complementariedad. El cami-
no ecuménico es, pues, un mandato bíblico. Ribla se esfuerza por integrarse en este
movimiento.
En un momento dado, llegamos a pensar en una publicación bilingüe. pero,
en el proceso de la elaboración de la Revista, fuimos descubriendo que existían con-
diciones materiales reales para mantenerla tanto en español como en portugués. Nos
decidimos por esta posibilidad. Habrá, pues, una publicación en portugués y otra en
español. Ambas contendrán los mismos artículos. Creemos que eso también facili-
tará la circulación de la Revista.
Por cierto, otros aspectos más merecerían ser comentados. Sin embargo, me
parece que la propia Revista se podrá encargar de presentar los pormenores. Otros
detalles pueden ser deducidos de este primer número y de los que le seguirán. Por
otra parte, el segundo número ya está en elaboración. Espérelo para el segundo se-
mestre.
EDITORIAL
Pablo Richard
1. Hablamos aquí de “lectura” siguiendo una costumbre ya común, en Europa, especialmente a partir
de: BELO, F. Lectura materialista del evangelio de Marcos. Relato-práctica-ideología. Ed. Verbo Di-
vino, Estella (Navarra), 1975- CLEVENOT, M. Enfoques materialistas da Bíblia. Ed. Paz e Terra, Rio
de Janeiro, 1979- CASALIS, Georges, Las buenas ideas no caen del cielo. Elementos de teología in-
ductiva. DEI-EDUCA, San José, 1979. Los tres títulos anteriores fueron originalmente publicados por
Ed. du Cerf, Paris: el primero en 1974; el segundo en 1976; y el tercero en 1977. Por lo que respecta
a América Latina, mencionemos: MESTERS C. “A brisa leve; uma nova leitura da Bíblia”, en SEDOC
11/118 (Jan.-Fev., 1979), col. 733-765. “Lectura, para diferenciar de ‘método”’ (“La méthode n’est
riend d’autre que le savoir que nous avons au sujet de notre savoir”: ROSTAGNO, S. “Qu’est-ce que
la lecture matérialiste de la Bible?”, en VARIOS. Introduction a la lecture matérialiste de la Bible (Tra-
ducción al francés de COISON, M. F.) Ed. Agapé Centre Oecumenique, PraliItalia, 1978, págs. 29-
39). La “lectura” es más amplia que el “método” exegético- ella está interesada no solamente en com-
prender la Biblia, sino especialmente en relacionarla con la vida. “Lectura” y hermenéutica, se identi-
fican. Cf. nota siguiente.
2. La “Hermenéutica” ya había sido definida por Ricoeur, como una actividad interpretativa versando
sobre los textos escritos (Cf. RICOEUR, P. De l’interprétation. Essai sur Freud. Col.L’ Ordrephilosop-
hique, Seuil (Paris), 1965, págs. 29-44 y 61-63). Siguiendo la línea de reflexión de Ricoeur, entende-
remos aquí por hermenéutica: la actividad humana “que busca la captación del sentido o del significa-
do que tiene para el hombre la Palabra de Dios” (PARRA, A. Fe e interpretaciones de la fe. Una intro-
ducción a la hermenéutica teológica. Pontificia Universidad Javeriana (Facultad de Teología), Bogo-
tá, Col. Profesores N.2,1976, pág. 24). “Es necesario definir el papel de la exégesis propiamente di-
cha, en relación al objetivo más amplio trazado para la hermenéutica”: MESTERS C. “Como se faz
teologia bíblica hoje no Brasil”, en Estudos Bíblicos N. 1, Petrópolis, 1984, págs. 7-l9, aquí pág. 13.
“La interpretación no habrá agotado su tarea a no ser cuando haya mostrado cómo el significado de la
Escritura se refiere al presente momento salvífico, esto es, cuando hace ver su aplicación en las actua-
les circunstancias de la Iglesia y del mundo”, PABLO VI (en “Mensaje a los biblistas italianos”),en:
Associazone Bíblica Italiana, esegesi ed ermeneutica, Brescia, 1972, pág.11; citado por MESTERS, C.
“A brisa leve; uma nova leitura da Bíblia”, op. cit., col. 752.
NEPTALÍ VÉLEZ, La lectura bíblica en las CEB’s 10
3. Para la descripción y análisis del curso de Petrópolis, tomamos: VELEZ, N. “Compreensão liberta-
dora da Bíblia” (Anotaciones metodológicas hechas en el curso bíblico de Petrópolis, realizado del 28
de febrero al 5 de marzo de 1985), en: Por trás das palabras, Março-abril de 1985, N.27, págs. 11-18.
4. VELEZ N., op. cit., pág. 18; citado también por el propio MESTERS, C. en: ‘Interpretação da Bí-
blia em algumas Comunidades Eclesiais de Base no Brasil”, en: Concilium 158 (1980/8), pág. 56.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 11
toria del pueblo de Israel y que iluminó a los redactores de la Biblia; que acompaña
también hoy, desde dentro, el proceso de liberación y que posibilita una compren-
sión liberadora de los textos sagrados. Así pues, no es únicamente un Espíritu que
está en las Escrituras y que tenemos que descubrir, sino que es, sobre todo, el Espí-
ritu que camina con nosotros, caminata en la cual nos posibilita comprenderlo tam-
bién presente en la caminata del pueblo de Israel, expresada en la Biblia”(5).
Estos fueron los cuatro aspectos que sobresalieron durante el curso bíblico de
Petrópolis: práctica de liberación como ambiente de comprensión del texto de la Bi-
blia; uso de la exégesis europea y contexto de fe y de oración en la interrelación en-
tre Espíritu e historia. Estos aspectos son igualmente percibidos en otras actividades
de las CEBs que tienen que ver con la lectura bíblica; y esto no sólo en el sector de
las CEBs del Estado de Río, sino también en otras latitudes del país (6). Podríamos
decir que ellas están originando una nueva lectura de la Biblia, la cual debe mucho
a otras lecturas, pero que tiene sus características propias. En lo que sigue, intenta-
ré perfilar las líneas fundamentales de este nuevo camino de interpretación de la Pa-
labra de Dios, el cual se constituye en fuente principal de la conciencia que se desa-
rrolla en medio de las Comunidades Eclesiales de Base(7).
11. Tomaremos solamente algunos de los tipos de aproximación al texto bíblico. Existen, por otra par-
te, muchas formas de clasificar estos diferentes caminos de lectura del texto sagrado. Por ejemplo, CA-
SALIS, G. habla de 12 tipos de lectura: apostólico-profética, magisterial, teológica, ingenua, funda-
mentalista, estructural, pietista, existencialista, histórico-crítica, historia de las formas, “materialista”,
militante espiritual, en: Repérage de différentes lectures bibliques, mimeo; material de trabajo sumi-
nistrado a los participantes en el Seminario “Análisis y acción social”, organizado por “L’Entraide
Missionaire”, Montreal (Canadá), 1 al 7 de julio de 1980, págs. 1-2.
12. “Pertenece a la tarea de la crítica textual definir, con la mayor precisión posible, el texto original
primitivo de los escritos del Nuevo Testamento. La crítica literaria, a su vez, se aplica para definir el
texto ya definido, buscando captar sus peculiaridades e intenciones literarias, esclarecer las sinuosida-
des de la composición de cada libro y revelar el problema de la paternidad del autor”, ZIMMER-
MANN, H. Los métodos histórico-críticos en el Nuevo Testamento (Traducción española de G. Bra-
vo). BAC, Madrid, 1969, pág. 81. “Entonces, la historia de las formas, partiendo de ese resultado de
la crítica literaria, se aplica a estudiar la tradición pre-evangélica, en tanto que la historia de la redac-
ción orienta su búsqueda a ver cómo cada evangelista manejó la tradición con la cual previamente se
encontró”, idem, pág. 83.
13. “La Biblia se tornó una voz, casi anónima, grabada en un muy lejano pasado, que solamente valía
por el contenido de las verdades divinas que comunicaba y transmitía”, MESTERS, C. Por trás das pa-
lavras, Vol. I: Um estudo sobre a porta de entrada no mundo da Bíblia,3a. ed. Ed. Vozes, Petrópo-
lis,1977, pág. 49. Más recientemente, la crítica a estos métodos histórico-críticos ha llegado inclusive
a superarlos en sus propias bases. En esta dimensión puede ubicarse el intento de lectura de Gn. 12-
25 de M. SCHWANTES. El propone una alternativa diferente de la literaria, de los cuatro documen-
tos (J, E, D, P), y diferente de la “tradicionista”, al estilo de Von Rad. Esta alternativa busca priorizar
“la perícopa como memoria familiar-popular”, considerando que ella no ha pasado por alteraciones
significativas, en: “Interpretação de Gn. 12-25, no contexto da elaboração de uma hermeneutica do
Pentateuco”, en: Estudos Bíblicos, N. 1. Ed. Vozes, Petrópolis, 1974.
14. MESTERS, C. Por trás das palabras, op. cit., pág.23. “Percibíamos un malestar cuando la explica-
ción de la Biblia se limitaba a una simple crítica textual, literaria e histórica del texto. No dábamos en
el blanco, no alcanzábamos al hombre en su vida, y no lo sabíamos. No comprendíamos por qué tan-
ta gente volvía la espalda a la Iglesia”, idem., págs. 45-46. “La pregunta que se debe hacer es: ¿un chi-
no necesita de la ciencia exegética para comprender las Escrituras? (...). Esto lleva a una reflexión crí-
tica sobre la exégesis científica actual” SCHOKEL, L. A. “Será necessária a exegese?”, en: Concilium
70 (1971), pág.1200, citado por MESTERS, C. Por trás das palavras, op, cit., págs. 23-24.
NEPTALÍ VÉLEZ, La lectura bíblica en las CEB’s 14
aquella que mejor explica sus pasajes difíciles, sino aquella que más ayuda a captar
el sentido de la vida, “que hace al pueblo andar nuevamente en el largo camino de
la fe, de la esperanza y del amor, que hace a la vida de la gente, ser vida de gen-
te”(15). Como ya se dijo, la comprensión se hace en medio del contexto de la prác-
tica de liberación desarrollada por los participantes de las comunidades.
En estos métodos histórico-críticos tiene gran relevancia la historia de las for-
mas (Formgeschichte)(16). Visto desde la lectura que se empieza a hacer en las
CEBs, tiene la limitación de dar mucha importancia al discurso (base de la elabora-
ción de sus perícopas), dejando prácticamente de lado los relatos (17), que posibili-
tarían más directamente la relación con la caminata actual en las CEBs. Por otro la-
do, a pesar de librarse de la afirmación genérica de que estos métodos se quedan en
el pasado, su exagerado énfasis en el sujeto que interpreta lo lleva, en el fondo, a
desconocer la ligazón entre el pasado y el presente, entre el sujeto y el objeto(18).
15. MESTERS, C. Por trás das palavras, op. cit., pág. 85.
16. La historia de las formas (Formgeschichte) surge en Alemania después de la Primera Guerra Mun-
dial. Sus iniciadores formaron una “escuela” (formgeschichte schule) de la cual fueron parte: K. L. DI-
BELIUS, R. BULTMANN, G. BERTRAN, M. ALBERTZ. Las dos obras consideradas por muchos
como las verdaderamente fundadoras, son: Die formgeschichte des Evagelims, de DIBELIUS, publi-
cada en ¿1919? y Die geschichte der synoptischen tradition, de BULTMANN, publicada en 1921. Cf.
un breve resumen de la historia del método en BEAUDE, P.M. Tendances nouvelles de l’exégese. Ed.
Le Centurion, Paris, 1979, págs. 60-64. Cf. también ZIMMERMANN, H., op. cit., págs. 132-139.
17. Esta es una crítica hecha a partir de la lectura materialista, pero válida también a partir de la lec-
tura que comienza a desarrollarse en las CEBs: “La división de los textos en perícopas aisladas y re-
lacionadas en cuanto tales, está en estrecha relación con el postulado ‘racionalista’ que privilegia las
palabras (logoi y no los relatos, lo cual anula la textualidad de Marcos)”, BELO, F. “Problématique
d’un christianisme matérialiste”, en VARIOS. Introduction a la lecture matérialiste de la Bible, op. cit.,
págs. 53-71, aquí pág. 62.
18. Cf. MESTERS, C. Por trás das palavras, op. cit., págs. 53-54.
19. Muchos sitúan las primeras raíces de la lingüística en 1916, con SAUSSURE; otros piensan que
con TROUBETZKOY en 1926; y otros, con CHOMSKY en 1956. Sin embargo, la aplicación al co-
nocimiento de la Biblia es de la década de los sesenta Cf. MOUNIN, G. Clefs pour la linguistique. Pa-
ris, 1968, y del mismo autor: Histoire de la linguistique des origines au XXe siècle, Paris, 2a. ed.,
1975- todos ellos citados en KIEFFER R. “Dois tipos de exegese linguística”, en Concilium 158(1980)
págs.l2-21, aquí pág. l2.
20. “Comparando el proceso de la escritura con el trabajo de tejeduría BARTHES llama ‘código’ a ca-
da hilo, y el conjunto de códigos es el trenzado, la trama, mediante la cual poco a poco se compone el
tejido o texto”, CLEVENOT, M. Enfoques materialistas da Bíblia, op. cit., pág. 85. Ese trenzado es
considerado como una verdadera producción: “El texto es una producción. El tiene conciencia de un
objeto producido. No puede ser considerado como una simple vitrina totalmente transparente, desapa-
reciendo (s’effaçant ) ante lo real o la historia donde habla”, BEAUDE, P. M. Tendances nouvelles de
l’exégese, op. cit., pág. 149. Por otro lado, el texto es un producto, “todo texto se hace de la re-utili-
zación de palabras ya usadas (...). El se aparece delante mío como un corpus, un cuerpo muerto, pi-
diendo un acto de lectura de mi parte para tener sentido”, BEAUDE, P. M., idem., pág. 150.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 15
21. “Interpretar un texto no es darle un sentido (más o menos bien fundado, más o menos libre), al
contrario, es apreciar su pluralidad”, BARTHES, R. STZ. Seuil, Paris,1970, pág. 19; citado por CLE-
VENOT, M. Enfoques materialistas da Biblia op. cit., pág. 85.
22. BELO,F. “O que pretende a leitura materialista?”, en Concilium 158(1980), págs. 22-30, aquí pág.
22.
23. Damos mayor realce a esta lectura de la Biblia por la relación que tiene con la que se comienza a
realizar en las CEBs. La lectura materialista se inicia propiamente con la publicación del libro de BE-
LO, F. Lectura materialista del Evangelio de Marcos. Después vinieron otras obras como: CLEVE-
NOT, M. Enfoques materialistas da Bíble; VARIOS. Revista Lettre N. 198 (Fev., 1975) (que contiene
varios artículos de mucho interés sobre el método materialista); finalmente, VARIOS, Introduction a
la lecture matérialiste de la Bible; y CASALIS, C. Las buenas ideas no caen del cielo.
24. RAMOS-REGIDOR,J. “Les chrétiens, le marxisme et la Bible. A propos de la rencentre de Car-
tigny, décembre l976”, en VARIOS, Introduction à la lecture matérialiste de la Bible, págs. 39-51, aquí
pág. 39.
25. ZUURMOND R . “Misère de l’herméneutique”, en Introduction à la lecture matérialiste de la Bi-
ble, págs. 17-27, aquí pág. 20.
26. O sea, “análisis de las relaciones sociales de producción (quiere decir del juego que existe entre el
nivel económico, político e ideológico de la sociedad) y de la forma como el contexto histórico deter-
minado condicionó la producción del texto; y también con nuestro contexto actual y la posición de cla-
se de los grupos y personas que condicionan hoy la lectura”, RAMOS-REGIDOR, J. “Les chrétiens,
le marxisme et la Bible”, pág. 40.
27. RAMOS-REGIDOR, J., op. cit., págs. 40ss.
NEPTALÍ VÉLEZ, La lectura bíblica en las CEB’s 16
y deben estar presentes en toda lectura llamada materialista. Por medio de ellos se
intenta recoger una doble herencia, tanto lingüística (la lingüística sincrónica, des-
pués de Saussure), como histórica (el materialismo histórico de Marx).
La hermenéutica que se hace en las Comunidades de Base tiene puntos de
contacto con la lectura materialista. Mencionaremos algunos de ellos. Primero, en
relación con el conocimiento del “ayer”, se concuerda en las CEBs en que no es su-
ficiente un estudio del contexto vital (Sitz im Leben) en la forma en que es realiza-
do por la Formgeschichte, descuidando las dimensiones económica y política (28).
Solamente tomándolas en cuenta, es posible captar los conflictos propios de los tex-
tos y los “conflictos que aparecen hoy en la vida de las Comunidades”(29). Asimis-
mo, en contraste con la Historia de las Formas, que simplemente desprecia los mi-
tos bíblicos, tanto la lectura materialista como ésta que comienza a despuntar en las
CEBs, devuelven “a los grandes mitos bíblicos su plena actualidad histórica y uni-
versal”(30). Finalmente, queriendo huir del “logocentrismo” idealista (centralidad
de la palabra, fijación en el discurso), se hace mucho más énfasis en los relatos.
El relato está ligado a la práctica o, como dice el propio Belo: “el relato es el
discurso de la práctica, el texto sin narrador, donde la práctica se narra a sí mis-
ma”(31). La lectura materialista y también, en parte, la que se desarrolla en las
CEBs, privilegia la función transformadora del relato sobre la instauradora y/o la re-
productora. De esta forma, “anunciador de la subversión, el relato permite su lectu-
ra y, por consiguiente, su continuación, su desarrollo, su extensión”; no es otra cosa
lo que se hace con el análisis del Evangelio de Marcos como el relato de la práctica
subversiva de Jesús(32).
En las Comunidades de Base se encuentra el comienzo del aprovechamiento
de estos valiosos elementos propiciados por la comprensión materialista de la Bi-
blia. El análisis de las dimensiones económica, política, social y cultural, puede ser
considerado como un “habitus” en medio de algunas CEBs brasileñas(33). Los mi-
28. Cf. BELO, F. “Problématique d’un christianisme matérialiste”, op, cit., pág. 62.
29. MESTERS, C. “Os conflitos no livro dos Atos dos Apóstolos (Uma sugestão para o estudo)”, en
Estudos Bíblicos N. 3, págs. 21-34, aquí pág. 21. Otros trabajos exegéticos se han producido en esta
línea de los conflictos sociales. Cf., por ejemplo, SCHWANTES, M. História de Israel (local e ori-
gens), mimeo, São Leopoldo (RS), 1984, 166 págs.; GALLAZI, S. “A mão do Senhor contra o Egito.
(Uma reflexão sobre as 10 pragas), en Estudos Bíblicos N. 6, Separata da REB, 1985, págs. 11-21.
30. Cf. CASALIS, G., Las buenas ideas no caen del cielo, págs. 76-78.
31. BELO, F. Lectura materialista del Evangelio de Marcos, pág. 50 (Hipótesis 5a.). Comparándolo
con el discurso, queda más claro el significado del relato: “el discurso se caracteriza por el sistema de
la persona (yo-tú, aquí-ahora, demostrativos) y por los verbos usados en todos los tiempos, menos en
el aoristo (...); el relato se caracteriza por el sistema de la no-persona (ausencia de yo-tú, presencia de
‘él’) y verbos sobre todo en el aoristo, pero nunca en presente, ni en imperfecto o futuro. Es porque el
relato (o texto narrativo) cuenta con una práctica”, CLEVENOT, M. Enfoques materialistas da Bíblia,
págs. 81-82. Cf. BENVENISTE. Problémes de linguistique générale, en la cual se basa tanto la posi-
ción tanto de Belo como de Clévenot.
32. BELO, F. Lectura materialista del Evangelio de Marcos, pág. 63. La “apertura” del relato es enfa-
tizada ampliamente por el autor en su análisis del Evangelio: “El (Jesús) deja siempre este espacio de
decisión en el cual ellos pueden actuar”; BELO, F. “Une approche politique de l’Evangile”, en Lettre,
op. cit., págs. 2-8, aquí pág. 8. Una lectura emparentada con esta de Belo, en BRAVO, C. Jesús, hom-
bre en conflicto. El relato de Marcos. CRT, México, 1985.
33. En el ámbito de la Pastoral Obrera de São Paulo, se le ha llamado “lectura por los cuatro lados”,
Cf. TOSAR, C. “A leitura da Bíblia con o povo trabalhador”, en Estudos Bíblicos N. 2, págs. 71-74,
aquí págs. 72-74. Otros la han llamado “lectura sociológica”, Cf. GORGULHO, G. y ANDERSON,
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 17
A. F. “A leitura sociológica da Bíblia”, en Estudos Bíblicos Ed. Vozes, Petrópolis, N. 2, págs. 6-10. A
esta lectura “sociológica” algunos la llaman lectura “materialista”. Nosotros reservamos esta última
expresión para la lectura hecha en Europa (Belo, Clévenot, etc.).
34. Para esto véase la comprensión del paraíso en MESTERS, C. Paraiso terrestre: saudade ou espe-
rança?, 8a. ed. Ed. Vozes, Petrópolis, 1981.
35. “En un barrio marginal de Recife, una señora dijo a una religiosa: ‘¡Hermana, hoy Dios pasó allá
por casa!’. La Hermana preguntó: ‘Pero, ¿cómo?’. Ella respondió: ‘Yo no tenía dinero para pagar el
remedio para mi niño que está enfermo. Mi vecina tenía el dinero de lavar ropa de una semana ente-
ra. Eran cien cruzeiros. Ella me dio todo para que yo pudiera comprar el remedio. Eso sólo puede ser
Dios, ¿o no?”’. MESTERS, C. “Interpretação da Bíblia em algumas Comunidades Eclesiais de Base
no Brasil”, en Concilium 158(1980), pág. 54. Se trata de una profunda comprensión existencial de la
presencia de Dios en la historia, por más que algunas veces se encuentre “mezclada” con otros ele-
mentos que podrían llevar a posturas alienadas y a-históricas.
36 Cf MESTERS C. Esperança de um povo que luta. También, RUBEAUX, F. “A luta permanente”,
en Estudos Bíblicos N. 6 (Separata de la REB ), 1985, págs. 65-67.
37. CASALIS,G. Las buenas ideas no caen del cielo, llega a decir: “la praxis y la práctica son fuentes
de interpretación de la historia y de los textos” (pág. 67).
38. Cf MESTERS, C. La missão do povo que sofre. Os cánticos do Servo de Deus no livro do profe-
ta Isaías. Ed. Vozes-CEBI, Petrópolis, 1981. Perspectivas semejantes de otros profetas y personajes bí-
blicos en: MESTERS, C. A Palavra de Deus na história dos homes. Ed. Vozes, Petrópolis, Vol. I, 6a
ed., 1977, Vol. II, 4a. ed., 1979. En esa línea: SOARES, S. “Reler os profetas (Notas sobre a releitura
da profecia bíblica)”, en: Estudos Bíblicos, Separata de la REB, N. 4, 1984, págs. 8-32. Finalmente,
SCHWANTES, M. “Profecia e organização. Anotações à luz de um texto (Am.2,6-16)”, en Estudos
Bíblicos N.5, Separata de la REB, 1985, págs. 26-39.
39. En esta perspectiva, Cf.: BARROS, M. Nossos pais nos contaram. Nova leitura da historia sagra-
da. Ed. Vozes-CPT-CEBI, Petrópolis, 1984. Cf. también: VARIOS. O povo acorda. Diocese de Join-
ville (SC), policopiado, 1984, 314 págs. Finalmente, TONUCCI, P.
O povo e a Biblia, história sagrada. Ed. Paulinas, Sao Paulo, 1983, 260 págs.
NEPTALÍ VÉLEZ, La lectura bíblica en las CEB’s 18
Tercero, con respecto a la relación entre el “ayer” y el “hoy”, más de una vez
se encontrarán semejanzas. En la lectura materialista, esta ligazón es fundamentada
teológicamente: “La historia de las liberaciones humanas puede y debe ser leída co-
mo ‘sagrada escritura continuada’ (...) La historia bíblica de las liberaciones ofrece
una preciosa retícula de lectura para descifrar la historia de todos los tiempos hasta
hoy”(40). En la comprensión que se comienza a tener en las CEBs, la relación es
percibida desde una fundamentación propiamente bíblica: “Somos hoy ese mismo
pueblo del pasado”. O sea, consciencia de la continuidad histórica; segundo, “certe-
za absoluta de que Dios está con nosotros en nuestra caminata”, lo que quiere decir
que el presente relativiza el pasado, precisamente en el horizonte de la venida de Je-
sucristo, su vida, muerte y resurrección; tercero, el pasado sirve como “inspiración
para el presente”, ya que nos muestra “cómo los hombres pueden caminar con Dios
y dialogar con El”; y, finalmente, el deseo de “responder a los llamados de Dios que
emergen de la historia”, o sea, de ser fieles al amor permanente de Dios para con no-
sotros(41).
En el fondo, también aquí se encuentra la afirmación de que el presente y el
pasado se ligan precisamente porque Dios continúa actuando en la historia, “cami-
na con nosotros, con fuerza poderosa y fiel, capaz de originar la vida de la muer-
te”(42). Esta percepción y, sobre todo, esta experiencia en medio de las Comunida-
des de Base, posibilita una constante referencia a los textos bíblicos y una perma-
nente comparación con sus personajes y, especialmente, con sus prácticas.
Los puntos de contacto señalados entre las dos lecturas bíblicas, han llevado
a algunos a hablar de una “lectura materialista” que se desarrolla en las CEBs de
Brasil. Aquí reservaremos ese nombre para las producciones europeas antes mencio-
nadas y otras semejantes. En las CEBs, como veremos luego, no se hace una simple
aplicación de aquella lectura, sino que se recrea una “nueva” con su especificidad.
40. CASALIS, G. Las buenas ideas no caen del cielo, págs. 55-56.
41. Cf. MESTERS, C. Por trás das palavras, págs. 91-133.
42 . Ibid., pág . 132 . Un poco antes había afirmado que “la revelación de Dios no está relegada al pa-
sado; ella es una realidad actual que debe ser redescubierta hoy”, idem.
43. (Lo que hace materialista una lectura de la Biblia) “es la perspectiva en la cual ella se hace, la pre-
comprensión histórica y antropológica que deriva de la práctica política del militante y que se expre-
sa por la adopción del marxismo”, RAMOS, J. “Les chrétiens, le marxisme et la Bible”, pág. 43.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 19
cieron a un movimiento (como JEC, MRJC, Vida Nueva, etc.). Se dirige a sacerdo-
tes, religiosos y pastores, todos ellos, en su mayoría, comprometidos políticamente
y más o menos conocedores del marxismo(44).
La lectura que comienza a despuntar en las Comunidades, por el contrario, se di-
rige a las propias Comunidades, profundamente eclesiales (tanto las católicas cuanto las
protestantes), tratando de ayudar en la profundización de la fe, en la dinamización de la
pastoral, directamente ligada con la transformación social, pero no simplemente redu-
cida a ella. Es una lectura que, “de inicio, se da en el contexto pastoral”(45).
Por otra parte, esta lectura, la cual se hace con la ayuda de los exégetas y de
los biblistas ligados a las Comunidades de Base, critica los esquemas rígidos en que
puede caer la lectura materialista. “Si la lectura materialista habla de una ‘Vorvers-
tandnis marxiste’ (...), (ésta) debería tener sus raíces en el texto (...) y deberíamos te-
ner el coraje de remitir los resultados de la exégesis a los textos”(46). En otros tér-
minos, lo que propone es la aceptación de la pequeñez o “miseria” de la hermenéu-
tica, la que siempre tiene que estar en continuo movimiento de circulación con el
texto a fin de no reducirlo o manipularlo. En este mismo sentido es la crítica de que
algunos autores materialistas llevan a “reducir el mensaje”(47), y de que conducen
a una eclesiología pensada como “una de las regiones del materialismo históri-
co”(48). En el curso de Petrópolis se vio que la lectura que se hace en las CEBs, sin
desconocer algunos elementos de esta “precomprensión marxista”, no se reduce a
ellos ni los toma como “rejas” inmóviles dentro de las cuales se acomodaría el tex-
to. Las preguntas por los conflictos, por los condicionamientos económicos, políti-
cos, culturales, religiosos, etc., son verificados o no en el propio tejido bíblico, que
simultáneamente es interpretado en el contexto de la práctica de la fe cristiana.
En segundo lugar, el “ayer” es comprendido de manera diferente. El análisis
del texto bíblico hecho por la lectura materialista, pone mucho énfasis en éste, en
cuanto producto ideológico de grupos sociales ligados con el poder(49). Con ello, se
descuida muchas veces la percepción de las luchas y resistencias de los dominados,
también presentes en la Escritura(50). En este sentido, la centralidad del templo,
considerada como excesiva por los críticos de la lectura materialista(51), pretende
ser acompañada, en la lectura de las CEBs, por la importancia también de los peque-
ños pasos de transformación ocurridos en la propia sociedad palestinense. Para las
CEBs, la critica a las ideologías tiene sentido no en sí misma, sino en la medida en
que ayude a dinamizar la caminata, que es el objetivo fundamental.
En tercer lugar, en cuanto al “hoy”, todo está muy ligado con lo anterior. La
lectura materialista, al querer desenmascarar a los grupos dominantes y a sus lectu-
ras presentes en el texto bíblico, corre el riesgo de articular una hermenéutica bíbli-
ca “contra el aparato político eclesiástico”(52). Esto no pasa por la cabeza de los in-
térpretes de las Comunidades de Base, no porque no critiquen muchos aspectos den-
tro de la Iglesia, sino porque esta lectura se hace en el contexto de una Iglesia que
se quiere ayudar a transformar. Llegamos así, a una de las diferencias claves entre
las dos lecturas: la comunidad eclesial de fe (Iglesia-comunidad, Iglesia-diócesis,
Iglesia-universal)(53). Este elemento no está totalmente ausente en la comprensión
materialista, pero sólo aparece indirecta y débilmente; en la lectura de las CEBs, por
el contrario, es un punto central y determinante. En los cursos, el ambiente partici-
pativo y de producción en común, lo mismo que la conformación del grupo por per-
sonas comprometidas en la pastoral de la Iglesia, evidencian lo que acaba de ser di-
cho(54).
52. CLEVENOT, M., op. cit., pág. 30, llega a decir que “una de las metas de nuestro trabajo es des-
montar esa ideología, esa lectura idealista de la Biblia. Nosotros lo hacemos a partir de lugares (ma-
terialistas), de luchas actuales y, sobre todo, contra el aparato político eclesiástico”.
53. Para verificar esta afirmación acerca de la diferencia entre las dos lecturas, la materialista y la que
comienza a articularse en las CEBs, podemos comparar la descripción de los tres niveles (RAMOS
REGIDOR, J., op. cit., págs. 40-43), con la descripción de las tres fuerzas de la lectura en las CEBs
más desarrolladas (MESTERS, C. “Flor sem defesa”, col. 361-371). No obstante, encontramos una po-
sición más próxima a ésta última en los ‘ triángulos” de CASALIS, G., op. cit., págs. 49-52.
54. Por los diversos contextos sociales y eclesiales, no sólo la lectura bíblica sino las propias comuni-
dades son diferentes en América Latina y en Europa. Para esto, véase un relatorio al respecto en: “As
Comunidades de Base européias nas lutas de libertação”, SEDOC, vol 18 (183), Julho-agosto 1985,
págs. 30-44; cf. también VARIOS, Concilium N. 104/4 (1975). Sobre las Comunidades de Base en va-
rios países, especialmente europeos véase especialmente FLORISTAN, C. “Boletim sobre as Comu-
nidades de Base”, págs. 1007-1014, con amplia bibliografía especificando país por país; también FA-
LLICO, A. Le comunitá eclesiali di base. Milano, Ed. Paoline, 1982.
55. Para esto, véase por ejemplo, DANIELOU, J. Etudes d’exégèse judéo-chrétienne. Les Testimonia,
Paris, 1965; Herméneutique judéo-chrétierme. Ermeneutica e Tradizione Roma, 1963; “Une vision
neuvelle des origirles chrétiermes: le judéo-cristianisme”, en Etudes 327 (1967), págs. 595-608. Cf.
MESTERS, C. Por trás das palavras, y otras.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 21
56. MESTERS, C. “Como se faz teologia bíblica hoje no Brasil”, págs. 9-10 y “A brisa leve; uma no-
va leitura da Bíblia”, págs. 744-747.
57. En Gál. 1, 11; P. L., 26, 347A, citado por BOFF, C. Teologia e prática ..., pág. 265.
58. Cf. PARRA, A., op. cit., págs. 53-60.
59. MESTERS, C. “A brisa leve ...”, col. 756.
60. Esta visión de la comprensión comunitaria de la Biblia, también está fundamentada. Cf. MES-
TERS, C. Bíblia, livro feito em mutirão. Ed. Paulinas, São Paulo, 1982. Podríamos decir que la ma-
yoría de las últimas publicaciones del propio Carlos Mesters y del equipo del CEBI, son - en buena
parte - fruto de los trabajos bíblicos en conjunto realizados en los cursos, en las reuniones, en los se-
minarios, etc., con la participación de muchos integrantes de las CEBs, agentes de pastoral, pastores
protestantes, obispos, exégetas. Algo semejante ocurre en otros países latinoamericanos, lo que guar-
da estrecha relación con lo que acontece en Brasil; por ejemplo, véase: SARAVIA, J. El poblado de la
Biblia. El camino de Israel y el camino de Jesús. ERIT, Tabasco (México), 1984, 181 págs.
NEPTALÍ VÉLEZ, La lectura bíblica en las CEB’s 22
4.1. La comunidad de fe
En primer lugar, es una lectura bíblica desarrollada por la comunidad de fe,
donde el biblista tiene un papel de importancia como servidor de la comunidad(61).
Es un ejercicio hermenéutico realizado de forma participativa, en común, donde ca-
da uno expresa aquello que conoce y experimenta frente a la Palabra de Dios. El sen-
tido transformador de todo esto, es el de ayudar al pueblo que participa en las CEBs
a hacerse consciente de su historia y participar en su proceso.
En las Comunidades falta todavía mucho camino por recorrer. No se puede
hablar aún de muchos biblistas prestando este humilde servicio de los cursos bíbli-
cos participativos al pueblo oprimido de las CEBs. Algunos de ellos no se conside-
ran preparados para esto; otros, por desconocer la perspectiva más amplia o por te-
ner marcos de análisis diferentes, rechazan este tipo de lectura que comienza en las
CEBs por considerarlo superficial, anti-científico y parcializado. Los propios biblis-
tas familiarizados con este enfoque de lectura de las Comunidades, se preguntan:
“¿Cómo hacer para que el acceso a la Palabra de Dios no sea condicionado por el
acceso a la ciencia humana (. . .)? ¿Cómo hacer para que la fe de los ‘simples y pe-
queños’ no se vuelva dependiente de la ciencia de los ‘sabios y entendidos’?”(62).
Y dentro de este cuestionamiento, el desafío de la educación de los millones de bra-
sileños (y latinoamericanos) que quieren conocer la Biblia y no saben leer y escri-
bir(63).
Este contacto directo con el pueblo de las CEBs en las reflexiones bíblicas,
conlleva además para algunos biblistas, el riesgo de caer en posiciones populistas,
precisamente por la pretensión de liberarse de otros tipos de exégesis reducidos a la
academia. Tales posiciones verían en el pueblo de las CEBs, solito, sin los señores
biblistas, el punto fundamental y determinante de esta nueva lectura de la Biblia en
las CEBs(64).
61. Por razones eminentemente prácticas usamos aquí los términos, “biblista”, como más abarcante, y
“exégeta”, como más restringido. El primero implica el segundo. Este se diferencia del primero por la
profundidad de sus estudios de la Biblia, especialmente por su comprensión de las lenguas orientales
antiguas (griego, arameo, hebreo, etc.).
62. MESTERS, C. “Como se faz teología bíblica hoje no Brasil”, pág. 18.
63. En relación con esto, el desafío ya comienza a ser enfrentado. La hermana Agostinha benedictina
del CEBI, ha desarrollado largos cursos bíblicos para analfabetos adultos; esta iniciativa ha sido imi-
tada en otros lugares del país. Así mismo, la hermana Dolores, del interior de Bahía, elabora folletos
para la catequesis con niños analfabetos.
64. “El pueblo puede no conocer las cosas de la fe, pero las reconoce; eso, él lo puede y lo sabe, me-
jor tal vez que nosotros que se las enseñamos. Eso es algo misterioso, aunque verdadero, que se veri-
fica no sólo al nivel de la fe, sino también al nivel de la vida”, MESTERS, C. Por trás das palavras,
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 23
Anteriormente hemos dejado en claro que esa nueva hermenéutica ha sido po-
sible tanto por la exégesis europea, cuanto por el contexto de las prácticas de las Co-
munidades; tanto por los avances de las ciencia exegética, cuanto por el contexto de
fe y de búsqueda de liberación de las CEBs. Esto ciertamente no es negado por la
posición referida, sólo que en ella no queda suficientemente claro el movimiento
dialéctico de los dos elementos. Enfatiza más en uno y mitifica un poco al pueblo
de las CEBs, sin considerar suficientemente el proceso de la exégesis actual.
Si de parte de los biblistas existen dificultades y cuestionamientos manifies-
tos, de parte del pueblo oprimido de las CEBs también los existen. Su participación
en las reflexiones en conjunto se dificulta por la falta de traducciones comprensibles
de la Biblia(65). Por otro lado, existe el riesgo de historizar a ésta, convirtiéndola en
un simple conjunto de relatos y desconociendo, al menos en parte, la importancia de
los discursos. Esta versión historicista es únicamente un riesgo en la medida que
puede ser obviada mediante buena asesoría bíblica a las Comunidades. Muchas ve-
ces es también un período por el cual pasa la CEB, de rechazo ante otra forma ante-
rior, preferentemente doctrinal o moralizante, de leer la Biblia.
Otro riesgo es la gran importancia que adquiere el Antiguo Testamento, el
cual, algunas veces, es leído sin la mediación socio-analítica que ayudaría a com-
prender mejor la época en que fue escrita la Biblia y sus diferencias con la época ac-
tual. La práctica pastoral lleva a pensar que son las CEBs más nuevas, y por eso mis-
mo menos críticas (crinein=discernir), las más propensas a esto. En esta misma lí-
nea, se percibe algunas veces el riesgo de lecturas un tanto “rabinizantes”, según las
cuales el proceso hermenéutico se rige por el principio implícito “regla-aplicación”,
ligando el pasado con el presente de forma un tanto mecánica(66). Esto no es más
que una consecuencia de la mencionada falta de mediaciones socio-analíticas. Final-
mente, algunas veces aparece el “modelo de correspondencia de términos”(67), con-
forme al cual se colocan paralelamente el pasado y el presente, las personas de ayer
y las de hoy, el contexto de ayer y el de hoy. Este tipo de paralelismo existente en
algunas CEBs, se supera en la medida que las mediaciones socio-analíticas permi-
ten comprender las diferencias existentes entre el pasado bíblico y el presente que
viven las propias CEBs (lo que luego llamaremos “correspondencia de relaciones”).
Los anteriores cuestionamientos de parte de los biblistas y del propio pueblo de
las CEBs se plantean precisamente en esta primera conclusión, debido al hecho de que
pág. 35 . Sin embargo, esta posición parece haberse ido matizando con el correr de los años (el texto
anterior fue escrito en 1974). En un escrito de 1984, este riesgo de “populismo” aparece mucho más
leve, si bien todavía está presente: “Esta nueva ‘teología bíblica’ que fermenta en las Comunidades
Eclesiales de Base se expresa en la manera del pueblo leer la Biblia Por ahora es una teología apenas
hablada (...). No es a través de los libros publicados, sino a través de una tradición oral, a través de ce-
lebraciones y benditos, de historias y dramatizaciones, de poesías y cánticos, de encuentros, cursos y
reuniones, de visitas, fiestas y asambleas. Exactamente como la propia palabra de Dios, antes de reci-
bir su forma escrita en la Biblia”, MESTERS, C. “Como se faz teología bíblica hoje no Brasil”, pág.
9. Obviamente, es apenas un riesgo. El propio Mesters critica un optimismo exagerado en el pueblo,
desconociendo sus límites, cf. Por trás das palavras, págs. 66-67, 81.
65. Esta es una queja permanente de los integrantes de las CEBs, en los cursos bíblicos de los cuales
participan. Véase, por ejemplo, Assembléia do CEBI-RIO, mimeo, Petrópolis,
1985.
66. Véanse las anotaciones sobre esto en BOFF, C. Teologia e prática ..., págs. 256-258.
67. La expresión está tomada de BOFF, C., op. cit., págs. 258-262.
NEPTALÍ VÉLEZ, La lectura bíblica en las CEB’s 24
pondencia de relaciones”. Pero este movimiento circular tiene siempre una domi-
nante, la Escritura, que va a regir la direccionalidad del proceso: “la fuerza del mo-
vimiento dialéctico-hermenéutico viene de la Escritura y se mide, en última instan-
cia, sobre ella a título de ‘norma normans”’(71). Este tipo de lectura que se viene
desarrollando en las CEBs, permite percibir como deficientes los modelos rabini-
zantes y de correspondencia de términos ya mencionados.
Pero este modelo hermenéutico, por más que sea una realidad que comienza
a despuntar en las CEBs, no se ha generalizado todavía. Por otro lado, muchas co-
munidades lo practican de hecho, pero no consiguen explicarlo suficientemente. Es
de gran urgencia que el trabajo bíblico continúe no solamente abriendo nuevas fron-
teras al nivel de los contenidos, sino que ayude también a los integrantes de las
CEBs a captar los criterios metodológicos que sustentan y posibilitan el tipo de her-
menéutica que se pone en práctica. Esto llevaría a un trabajo de interpretación bíbli-
ca aún más consciente y participativo de parte de los integrantes de las Comunida-
des.
71. Véase un análisis de este “modelo” en: BOFF, C., op. cit., págs. 262-267. Algo semejante, aunque
con un ámbito más restringido, en: CASALIS, G., op. cit., págs. 65-78.
72. ZUURMOND, R., op. cit., págs. 25-26.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 27
73. Palabras de San Agust n, citadas sin referencia exacta por MESTERS, C. “Flor sem defesa”, col.
375.
74. FERNANDES. L. Como se faz uma Comunidade Eclesial de Base, pág. 64.
75. VOGTLE, A. “Révélation et histoire dans le Nouveau Testament. Contribution a l’herméneutique
biblique”, en: Concilium 21 (1967), págs. 39-48, aquí 47. Véase también, DUSBERG, H. “Il leur ouv-
rit l’Esprit a 1’ untelligence de l’Ecriture (Lc. 24, 25)”, en: Concilium 30 (1967), págs. 97-104.
76. mensión puede ubicarse el intento de lectura MESTERS, C. “Interpretaçao da Bíblia em algumas
CEBs do Brasil”, págs. 51-58.
PABLO RICHARD
Introducción
La Lectura Popular de la Biblia es una práctica de lectura de la Biblia, reali-
zada generalmente en las Comunidades Eclesiales de Base insertas en medios popu-
lares en América Latina, que busca rescatar el sentido histórico y espiritual original
de la Biblia, a partir de la experiencia de la presencia y Revelación de Dios en el
mundo de los pobres y en función del discernimiento y comunicación de la Palabra
de Dios. La Hermenéutica de la liberación es simplemente la teoría de esta práctica
de lectura popular de la Biblia. En el presente artículo buscamos en primer lugar
analizar todos los momentos constitutivos de la práctica de lectura popular de la Bi-
blia, y en segundo lugar, elaborar una teoría hermenéutica liberadora a partir de esa
práctica de lectura popular de la Biblia.
Este trabajo tendrá tres capítulos:
Primero: Raíz del proceso hermenéutico: aquí describiremos el nuevo sujeto
histórico y la nueva experiencia espiritual que está en la raíz de la lectura popular de
la Biblia y de la Hermenéutica de la Liberación. Esta raíz es simultáneamente polí-
tica y espiritual y es lo que explica el carácter radical de todo este nuevo proceso
hermenéutico en América Latina. En este capítulo hablaremos por consiguiente de
la ruptura política y de la ruptura espiritual que está en la base de la ruptura herme-
néutica que constituye la llamada Hermenéutica de la Liberación.
Segundo: Objetivo del proceso hermenéutico: aquí analizaremos la razón de
ser de la lectura popular de la Biblia; el para qué de esta Hermenéutica de la libera-
ción. El Pueblo pobre de Dios lee la Biblia para discernir y comunicar la Palabra de
Dios y al hacerlo recupera el sentido espiritual de la Biblia. Profundizaremos aquí
en este sentido espiritual y su relación dialéctica con el sentido literal. Veremos
igualmente cómo este rescate del sentido espiritual de la Biblia responde a una ne-
cesidad urgente del pueblo pobre y creyente, lo que explica la rápida y eficaz difu-
sión de la lectura popular de la Biblia.
Tercero: La ruptura hermenéutica: este es el capítulo más analítico y conflic-
tivo y nos introduce en la dinámica interna del proceso hermenéutico liberador en
América Latina. La ruptura política y espiritual descritas en los capítulos anteriores
nos llevan ahora a esta ruptura hermenéutica. Veremos la lucha o conflicto de lectu-
ras o teorías hermenéuticas hoy en América Latina desde la perspectiva de la libe-
ración política y espiritual de los pobres.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 29
Para ser creyente se necesita destruir toda idolatría. Todo esto es evidente y no pre-
tendemos demostrarlo. Lo que aquí nos interesa es recalcar cómo esta nueva expe-
riencia espiritual está a la raíz del proceso hermenéutico. La lectura popular de la Bi-
blia en América Latina encuentra su raíz, su fuerza y su originalidad, en esa presen-
cia y revelación de Dios en el mundo de los pobres.
Resumiendo: en la raíz de la lectura popular de la Biblia y de la hermenéuti-
ca de la liberación, como nace hoy en América Latina, está el pobre como nuevo su-
jeto histórico y la experiencia de Dios en el mundo de los pobres como una nueva
experiencia espiritual. Esto simultáneamente significa una ruptura política con el
sistema dominante y una ruptura espiritual con la idolatría dominante. Todo el pro-
ceso hermenéutico está marcado por esta doble ruptura. Más adelante hablaremos de
la ruptura hermenéutica, pero desde ya podemos decir cómo ésta tiene su raíz en la
ruptura política y en la ruptura espiritual de la cual hemos hablado. Debemos agre-
gar desde ya también que la lectura popular de la Biblia no sólo tiene su raíz en la
realidad política y espiritual a la que hemos aludido, sino que también esta lectura
de la Biblia viene a reforzar esa realidad política y espiritual. La nueva lectura de la
Biblia refuerza al pueblo como sujeto de la historia y refuerza esa nueva experien-
cia de Dios en el mundo de los pobres. La ruptura hermenéutica radicaliza así la rup-
tura política y espiritual que está en su raíz. Existe una estrecha relación, que se re-
fuerza en todos los sentidos, entre la realidad política y espiritual del pobre, y la lec-
tura popular de la Biblia. La política, la espiritualidad y la hermenéutica, están ínti-
mamente relacionadas y se afectan profundamente entre sí. Ahí está nuestra fuerza
y originalidad.
sentido textual; el método histórico crítico estudia sobretodo el sentido histórico del
texto; también trabaja fundamentalmente en este sentido histórico el método llama-
do lectura materialista de la Biblia y el análisis sociológico del texto. La Hermenéu-
tica, tomada en su sentido estricto, trabaja sobretodo en el sentido espiritual del tex-
to. En Brasil se ha hecho corriente la distinción entre texto, contexto y pretexto, que
aproximadamente corresponde al sentido textual, histórico y espiritual. Otros hablan
del sentido-en-sí (textual) y del sentido-para-nosotros (espiritual).
cional, con la cual puedo medir algo y decir, por ejemplo, que una calle tiene 20 me-
tros de ancho. De modo análogo, cuando se fija el canon, la Iglesia acepta como
“medida” o “criterio” para “medir” o “discernir” la Palabra de Dios, un número de-
terminado de libros bíblicos. Esos libros, y nada más que esos, pueden ser utiliza-
dos para discernir la Palabra de Dios. La Biblia contiene la Revelación de Dios y es
Palabra de Dios, pero al mismo tiempo la Biblia, en cuanto tal, es criterio de discer-
nimiento de la Palabra viva de Dios que se revela a lo largo de todos los tiempos. La
Biblia no solo nos revela la Palabra de Dios, sino que también nos revela dónde y
cómo Dios se revela hoy en nuestra historia. El sentido textual o literal de la Biblia
da testimonio de la Revelación de la Palabra de Dios referida a un tiempo y espacio
determinados, pero el sentido espiritual de la Biblia nos permite descubrir esa Re-
velación de la Palabra de Dios en situaciones históricas posteriores al tiempo bíbli-
co de la Revelación. De esta manera lo que llamamos “canon” corresponde exacta-
mente a lo que llamamos “sentido espiritual de la Biblia”.
Muchas veces damos la impresión que para escuchar la Palabra de Dios lo
único que podemos hacer es leer con fe el texto bíblico; solo leyendo un texto se
puede escuchar la Palabra de Dios. Tenemos la idea que Dios habló a Abrahán, a
Moisés, a los Profetas... que Dios habló con claridad y en plenitud en Jesús y des-
pués ya no habló más. Dios habría hablado sólo en el pasado y todo lo que tenía que
decir a los hombres lo dejó escrito en el texto de la Biblia. Ahora solo nos quedaría
leer la Biblia para poder escuchar la Palabra de Dios. Esto es falso y responde a la
herejía del fundamentalismo. El Dios del fundamentalismo es un Dios muerto, o al
menos, mudo o lejano. No es el Dios vivo que sigue comunicándose con su pueblo
y revelándole en todo momento su Palabra. Una cristología falsa también presenta
muchas veces a Jesús como el CULMEN de la Revelación de Dios. Todo estaría di-
cho y hecho en Jesús. Sólo nos quedaría explicar o repetir lo ya dicho y hecho en
Jesús. Mucho más correcto es decir que en Jesús ciertamente se dio la plenitud de la
Revelación, pero plenitud no significa fin de la Revelación y de la comunicación de
Dios. Jesús como plenitud de la Revelación del Padre llega a ser la clave hermenéu-
tica por excelencia para discernir a Dios en nuestra historia. Con Jesús se inaugura
un tiempo nuevo donde se da una comunicación mucho más abundante de Dios con
su pueblo. Es el Espíritu de Jesús el que nos conduce a la verdad plena (Jn 16,13).
Jesús vino para abrir la historia a una mayor cercanía y comunicación de Dios; Je-
sús no vino para cerrar la Revelación, sino para hacerla más transparente, más cer-
cana, más abundante. No podemos clausurar la Revelación de Dios en una historia
pasada. La Biblia no es un “depósito” cerrado, del cual solo podemos “sacar” la Pa-
labra de Dios. El fundamentalismo reduce la Biblia a una letra sin Espíritu y hace
de la Biblia un objeto muerto puramente arqueológico. Tampoco podemos irnos al
extremo opuesto de negar a la Biblia su carácter “canónico “, es decir, normativo pa-
ra discernir la Palabra de Dios. No podemos discernir de cualquier manera la Pala-
bra de Dios. Tenemos que hacerlo con criterios bien determinados, y es la Biblia en
cuanto “canon” la que nos da esos criterios, y sobre todo el criterio por excelencia
que es Jesús. Más adelante volveremos sobre este punto.
PABLO RICHARD, Lectura popular de la Biblia en América Latina 34
El sentido literal (littera) nos narra los hechos (gesta), pero estos hechos no
tienen sentido para nosotros si no descubrimos su sentido espiritual. Una primera di-
mensión del sentido espiritual es el sentido alegórico (allegoria), que nos indica lo
que debemos creer, es decir, construye una nueva interpretación, funda una nueva
teología, una nueva manera de entender. Una segunda dimensión del sentido espiri-
tual es el sentido moral (moralis) o sentido tropológico o antropológico, que nos en-
seña lo que debemos hacer, es decir, este sentido crea una nueva práctica, una nue-
va manera de ser o actuar en la historia. Por último tenemos la dimensión dada por
el sentido anagógico (anagogía) o escatológico del sentido espiritual, que nos indi-
ca hacia dónde debemos ir, es decir, crea una nueva esperanza, un nuevo proyecto
histórico, una nueva utopía.
Resumiendo: El sentido espiritual de la Biblia crea en nosotros una nueva ma-
nera de comprender, vivir y esperar (quid credas, quid agas, quo tendas), lo que sig-
nifica una nueva experiencia de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es vivida en
una nueva teología, en una nueva praxis y en un nuevo proyecto histórico o utopía.
Si el sentido literal descubre la historia pasada de la Palabra de Dios, el sentido es-
piritual revela esa Palabra de Dios en nuestro pensamiento, práctica y esperanza. La
Biblia lee en la historia pasada la Palabra de Dios, pero también lee esa Palabra en
nuestra realidad, en nuestra manera de ser, pensar y esperar. Nosotros leemos la Bi-
blia (sentido literal), pero también la Biblia nos lee a nosotros (sentido espiritual),
es decir, revela en nuestra praxis, en nuestra teología y en nuestra utopía la Palabra
de Dios.
profundo en las Escrituras que ningún exégeta o agente de pastoral había sospecha-
do. Los pobres, los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de justicia son los
primeros en captar la Palabra viva de Dios que se revela hoy en nuestra historia.
Desde este descubrimiento de la Palabra de Dios, realizado con la fuerza del senti-
do espiritual de la Biblia, se llega a una comprensión también mucho más profunda
del sentido histórico y textual de la misma Biblia.
Este sentido espiritual de la Biblia, a menudo, está ausente en las obras de los
exégetas o especialistas. Es por eso que sus obras muchas veces no dicen nada a los
que hoy buscan en su vida descubrir la Palabra de Dios. Son obras muy eruditas, pe-
ro muertas, sin espíritu. Como alguien decía: “Cuanto más leo los comentarios bí-
blicos, menos entiendo la Biblia y cuanto más leo la Biblia menos entiendo los co-
mentarios bíblicos”. Lo que pasa es que los especialistas solo buscan entender el
sentido textual e histórico de la Biblia y descuidan el sentido espiritual. Muchos exé-
getas no pasan de ser arqueólogos del texto bíblico, hombres del pasado, sin Espíri-
tu. Los eruditos deben aprender mucho más del trabajo exegético espiritual de la
gente sencilla, que con la ayuda del Espíritu Santo y del texto bíblico tienen, a ve-
ces, mayor capacidad de escuchar la Palabra de Dios y normalmente mayor capaci-
dad para entender la Biblia misma.
Todo lo dicho anteriormente es para valorizar la importancia del sentido espi-
ritual de la Biblia. Sin embargo esa importancia y eficacia del sentido espiritual no
invalida la necesidad del sentido literal. El sentido literal y el trabajo del exégeta so-
bre este sentido literal es imprescindible para “controlar” el sentido espiritual. El
sentido espiritual de la Biblia sólo puede desarrollarse a partir del sentido literal y
teniéndolo como norma y criterio (como canon) de discernimiento de la Palabra de
Dios. El sentido espiritual debe ser siempre el sentido del texto. Igualmente el exé-
geta profesional debe entrar como “vigilante” del proceso hermenéutico, para velar
por el sentido textual e histórico del texto. Antiguamente se abusó mucho del senti-
do espiritual del texto bíblico; con el texto se fabricaba toda clase de alegorías, don-
de el texto ya era irreconocible. Se puede caer así en un espiritualismo bíblico. Por
eso es necesaria la intervención constante y vigilante tanto del exégeta, como del
sentido textual e histórico del texto. Esta relación dialéctica y fecunda entre pueblo
creyente y exégeta, entre sentido espiritual y literal, se da normalmente en el seno
de la Comunidad Cristiana y en el seno de la Iglesia. La comunidad pone en diálo-
go al exégeta vigilante del sentido histórico y literal del texto y al pueblo pobre de
Dios, que con la ayuda del Espíritu Santo, es Creador inagotable de sentido espiri-
tual en la historia, descubridor y comunicador incansable de la Palabra de Dios.
Hemos dicho que el maestro por excelencia del sentido literal del texto es el
exégeta profesional. Igualmente que el Maestro por excelencia del sentido espiritual
del texto es el Espíritu Santo. Pero esto no debe llevar a una exagerada “división so-
cial del trabajo”. El exégeta profesional debe también ponerse a la escucha del Es-
píritu para descubrir el sentido espiritual del texto. Igualmente el pueblo pobre que
es lector sencillo del texto, que busca en él sobretodo su sentido espiritual, debe en
la medida de lo posible tener conocimientos exegéticos que le den acceso directo al
descubrimiento del sentido histórico y textual de la Biblia. El exégeta debe apren-
der de la lectura espiritual de la Biblia que hace el pueblo y el pueblo debe también
aprender de la lectura histórica y textual que hace el exégeta. Está claro que cada
cual mantendrá su propio espacio y carisma de lectura y discernimiento.
PABLO RICHARD, Lectura popular de la Biblia en América Latina 36
mo sujeto de su propia historia y con una conciencia histórica propia (el pobre ya no
es objeto ni tiene una conciencia alienada). Por otro lado el discernimiento proféti-
co de la Palabra de Dios en el mundo de los pobres resuelve la contradicción entre
conciencia religiosa popular y teología idolátrica dominante; la lectura popular de la
Biblia purifica y libera la fe del pueblo y desencadena con fuerza todo el potencial
evangelizador de los pobres, lo que tiene ciertamente consecuencias liberadoras en
el campo político, ideológico y cultural. Todo esto es lo que hemos visto en los ca-
pítulos anteriores y constituye, como hemos dicho, la raíz y el objetivo (horizonte)
del proceso hermenéutico implicado en la lectura popular de la Biblia. Todo esto es
importante y determinante del mismo proceso hermenéutico, desde su raíz y desde
su horizonte, pero ahora es necesario entrar en la dinámica interna del mismo pro-
ceso hermenéutico.
Anteriormente hemos hablado de una ruptura política y espiritual, ahora lle-
gamos a lo que llamamos la ruptura hermenéutica. No podemos hablar de una her-
menéutica de la liberación, sin entrar en contradicción con una hermenéutica opre-
sora y ésta ciertamente existe, aunque nunca se hable de ello. Existe una teoría do-
minante de la interpretación bíblica y una lectura dominante de la Biblia que la
transforma en un instrumento de dominación. Por eso hablamos de ruptura herme-
néutica o de lucha hermenéutica entre teorías y lecturas bíblicas contrapuestas. Aho-
ra vamos a entrar al análisis de esta ruptura, para mostrar cómo el pueblo pobre de
Dios está hoy en día luchando contra interpretaciones y lecturas bíblicas opresoras
y se está reapropiando del texto bíblico y lo está marcando con su propia espiritua-
lidad.
Es esta ruptura hermenéutica la que permite al pueblo pobre de Dios apropiar-
se de la Biblia y utilizarla como instrumento de discernimiento de la Palabra de Dios
y como medio de comunicación de esta Palabra a otros en el mundo de los pobres.
En esta ruptura o lucha hermenéutica el Pueblo de Dios está potenciando toda su
fuerza evangelizadora y liberadora y haciendo así resonar en toda América Latina la
Palabra Viva de Dios.
Recordemos que esta lucha o ruptura hermenéutica tiene como raíz la expe-
riencia de Dios en el mundo de los pobres y está al servicio del discernimiento y co-
municación de la Palabra de Dios en el mismo mundo de los pobres. La lucha her-
menéutica es por lo tanto una lucha profundamente espiritual, aunque en su raíz y
en su contexto exista ciertamente una ruptura y una consecuencia de carácter polí-
tico.
blia su capacidad de leer la Palabra de Dios en nuestra historia actual y por lo tanto
la posibilidad de “meter” en el texto bíblico un nuevo sentido.
Una lectura fundamentalista de la Biblia, que hace de la Biblia un texto sin
historia, y una lectura historicista de la Biblia, que hace de la Biblia un texto sin es-
píritu, tienen necesariamente un mismo efecto: la Biblia se convierte en algo abs-
tracto. Tenemos una Biblia abstracta, sin historia y sin fuerza espiritual. Esta Biblia
abstracta llega a ser totalmente ajena a la historia de los pobres y a la fuerza espiri-
tual de los pobres. Es una Biblia que pierde sus raíces históricas en el mundo de los
pobres, que se sitúa por encima de la historia de los pobres y al margen de la con-
ciencia de los oprimidos. La Biblia sin historia y sin fuerza espiritual deja de ser la
memoria histórica de los pobres. La Biblia, como texto abstracto, sin memoria his-
tórica y sin espíritu creador de sentido al interior del mundo de los pobres, puede
ahora ser enajenada y expropiada radicalmente al pueblo pobre de Dios.
La Biblia abstracta, sin raíces históricas y sin fuerza espiritual, puede ahora
ser fácilmente manipulada por las fuerzas dominantes y opresoras. La Biblia, sin sus
raíces históricas y espirituales en el mundo de los pobres, empieza a ser leída desde
el sujeto histórico dominante y su propia conciencia religiosa. La Biblia queda cau-
tiva del mundo histórico dominante y su fuerza religiosa de dominación. El funda-
mentalismo y el historicismo no son así inocentes, pues han expropiado la Biblia al
pueblo y la han entregado al sistema dominante. Una Biblia así expropiada, cautiva
y enajenada, pierde su sentido histórico y espiritual y por lo tanto toda su capacidad
de dar testimonio histórico de la Palabra de Dios o su capacidad de discernir esa Pa-
labra de Dios hoy día en el mundo de los pobres.
cultura, ideología y espiritualidad del sistema dominante. Es por eso que normal-
mente las traducciones son tan ajenas al mundo cultural y espiritual de los pobres.
Toda traducción bíblica normalmente contiene distorsiones que van en contra del
sentido histórico y espiritual original del texto bíblico. No son distorsiones inocen-
tes, pues la traducción corresponde muchas veces a una reconstrucción del texto que
significa una real expropiación del texto al pueblo pobre de Dios. La Biblia, a me-
nudo, pierde en las traducciones la fuerza histórica y espiritual del texto original. El
texto ya no transmite la Palabra de Dios, sino una determinada cultura o ideología
dominantes. Hoy día, afortunadamente tenemos mejores traducciones, que recons-
truyen más fielmente el sentido histórico y espiritual del texto original y en las cua-
les el pueblo pobre y creyente se siente más a gusto y tiene mayor capacidad para
discernir la Palabra de Dios. Se avanza, pero todavía muy tímidamente. La Biblia
Latinoamericana es un esfuerzo en este sentido.
(2) Distorsión semántica. Esta distorsión comienza normalmente en la misma
traducción, pero es un fenómeno más amplio y perdurable. Se produce esta distor-
sión cuando algunos conceptos bíblicos claves son interpretados en las categorías de
la ideología dominante. A través de esta distorsión de algunos conceptos claves, to-
da la Biblia queda distorsionada. No es necesario tomar todos los conceptos bíbli-
cos, sino aquellos que estructuran en profundidad el pensamiento bíblico. Demos un
ejemplo: los conceptos “sarx” y “pneuma”, que literalmente se traducen por carne y
espíritu, expresan las dos tendencias fundamentales en el ser humano: la carne ex-
presa la tendencia hacia la muerte y el espíritu la tendencia hacia la vida. El pecado
refuerza la tendencia hacia la muerte. El Espíritu Santo hace triunfar la tendencia ha-
cia la vida. Sarx-pneuma, por lo tanto, deben ser traducidos en el código de la opo-
sición muerte-vida. Pero lo que sucede normalmente es una distorsión semántica:
sarx - pneuma es interpretado en el código semántico marcado por la oposición cuer-
po-alma. Es bien sabido que el dualismo “cuerpo-alma”, desde Aristóteles hasta hoy,
es la estructura fundamental de la ideología dominante: el alma debe dominar al
cuerpo, como el libre al esclavo, como el hombre a la mujer, como el ser humano al
animal...etc. Al traducir sarx-pneuma en el código cuerpo-alma, y no en el código
muerte-vida, no sólo estas palabras son distorsionadas, sino toda la Biblia queda
comprometida por la ideología dominante. Esta ideologización de la Biblia se da no
sólo en la interpretación del texto, sino en el texto mismo. La ideologización no se
da en todas la palabras o versículos de la Biblia, pero sí en aquellos lugares bíblicos
que son más vulnerables y pervertibles. Por ejemplo Mt. 5, 3: “Bienaventurados los
pobres de espíritu...”. Si traducimos “espíritu” usando el código “cuerpo-alma”, la
bienaventuranza queda reducida a los que son “pobres en su alma”, lo que distorsio-
na no sólo este versículo, sino todo el sermón de la montaña, por no decir que dis-
torsiona el Nuevo Testamento o la Biblia entera. Lo mismo sucede con Mc.12, 13-
17 (“Dad al Cesar....”). Si traducimos la oposición “Dios-César” usando el código
“Religión -Política”, entonces llegarnos a la brillante conclusión que no se debe
mezclar la religión con la política, lo que corresponde al pensamiento liberal domi-
nante, pero que deforma profundamente todo el Evangelio. Otros versículos vulne-
rables y normalmente manipulados son: Mt 10, 28 (“No teman a los que matan el
cuerpo...”); Jn 18,30 (“Mi Reino no es de este mundo...”); Mc.14, 7 (“Pobres ten-
dréis siempre con vosotros...”), etc... Manipulando así conceptos y versículos cla-
ves, la ideología dominante puede llegar a manipular la Biblia entera y ponerla al
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 41
Pablo Richard
PABLO RICHARD, Lectura popular de la Biblia en América Latina 44
Bibliografía
Andiñach,Pablo Rubén: “Condiciones para una semántica profunda en Amé-
rica Latina”, Revista Bíblica, Año 46, Nueva Época NN 13/14, (1984) pp. 69-77
Cavalcanti, Teresa María P.: A Lógica do amor. Pensamento teológico de Car-
los Mesters, São Paulo (Ediçoes Paulinas),1986.
Comblin, José: “Criterios para un comentario de la Biblia”. Servir. Teología y
Pastoral,, XIX/104/1983 pp.537-577.
Comblin, José: A Força da Palabra, Petrópolis (Vozes) 1986,406p.
Croatto, Severino: Liberación y Libertad. Pautas Hermenéuticas. Lima,
(CEP) 1978. Edición revisada, 130 p.
Croatto, Severino: Hermenéutica Bíblica. Para una teoría de la lectura como
producción de sentido, Buenos Aires, (La Aurora), 1984, 95 p.
De Ferrari, J. Manuel: Cómo leer la Biblia, Santiago, (Centro Ecuménico
Diego de Medellín, Ediciones Rehue), 1987,55p.
Gutiérrez, Gustavo: La Fuerza histórica de los Pobres, Lima,
(CEP),1979,423p.
Mesters, Carlos: Flor sin defensa. Una explicación de la Biblia a partir del
Pueblo, Bogotá, (Clar), 1984, 225p.
Richard, Pablo: La Fuerza Espiritual de la Iglesia de los Pobres, San José,
(DEI), 1987, 187p.
Schwantes, Milton: Teología bíblica junto al pueblo, Manuscrito, 25p.
Varios: Leitura da Biblia a partir das condiçoes reais da vida, Estudos Bíbli-
cos Nº 7, Petrópolis, (Vozes), 1985, 85p.
Varios: Aportes para una lectura popular de la Biblia, México, (Centro An-
tonio de Montesinos), Serie Iglesia y Religión Nº 21, 1984, 22p.
CARLOS MESTERS
1. En el 36, esto es, diez años después de Juan Bautista, un samaritano anóni-
mo convocó al pueblo al monte Garizim. Prometía revelar el lugar donde Moisés ha-
bía escondido los utensilios sagrados del santuario. Pilatos, el procurador romano,
supo, mandó su tropa y mató a la mayoría (AJ XVIII 4,1-3).
2. En el 45, un cierto Teudas convocó al pueblo al Jordán. Prometía dividir las
aguas y abrir un pasaje. Fadus, el procurador romano, supo, mandó su tropa, disper-
só al pueblo, mató a Teudas y le cortó la cabeza para poder mostrarla al pueblo de
Jerusalén (AJ XX 5,1).
3. En el 56, un egipcio, también anónimo, convocó al pueblo al desierto, de
donde subieron juntos al Monte de los Olivos. Prometía que, desde lo alto, verían la
caída de las murallas de Jerusalén. Félix, el procurador romano, supo, mandó su tro-
pa, apresó a doscientos y mató a cuatrocientos. El egipcio escapó y el bandolerismo
aumentó (AJ XX 8,6).
4. En el 60, otro se presentó como profeta. Prometía “libertad y liberación de
las miserias a los que lo seguían al desierto”. Festus, el procurador romano, supo,
mandó su tropa y destruyó todo (AJ XX 8,10).
Como estos, hubo otros muchos profetas. Para los romanos, y lo mismo para
los escribas y fariseos, no había mucha diferencia entre estos profetas y los otros lí-
deres populares. Por ejemplo, el capitán romano que prendió a Pablo, confundía al
profeta egipcio y sus seguidores con los “sicarios” (Hech 21,38). Pilatos confundía
a Jesús con Barrabás, un revoltoso (Mc 15,7), y con los que se autoproclamaban rey
de los judíos (Mc 15,9). Los acusadores de Jesús hacían la misma confusión (Lc
23,2.5). Gamaliel, un doctor de la ley, colocaba al profeta Teudas en la misma línea
de Judas, el jefe de un grupo de revoltosos, y no creía en ninguno de los dos (Hech
5,35- 37). En tanto, había una diferencia muy grande entre los profetas y los otros
líderes populares: sicarios, revoltosos, zelotas, reyes mesiánicos y otros.
La diferencia aparece cuando se examina más de cerca el movimiento popu-
lar de aquella época. Desde la invasión romana en el 63 antes de Cristo, la lucha del
pueblo contra la opresión, entró en un proceso de radicalización progresiva, esto es,
entró en un proceso de vuelta a las raíces, pasando por varias etapas. El reapareci-
miento de la profecía con Juan y Jesús, alrededor del año 26 de nuestra era, fue una
etapa más en este proceso de radicalización de la lucha del pueblo. Veamos de cer-
ca las etapas de este proceso.
tendiente al trono; en el 56, con Aristóbulo, padre de Alejandro y rey depuesto por
los romanos; en el 55, nuevamente con Alejandro; en el 54, con Pitolao, un agricul-
tor de Galilea, que llegó a ocupar la ciudad de Tariquea, a la orilla del lago; en el 47,
con Ezequías, el famoso jefe de un grupo de revoltosos, que operaba en el nordeste
de Galilea (AJ XIV 5-9).
Flavio Josefo dice que, en aquella época, Galilea estaba llena de “bandidos y
ladrones”. Describiendo la vida de los que llama “ladrones”, él informa: “Robar es
la práctica común de este pueblo, pues no hay otra manera para que ellos vivan: ellos
no tenían una ciudad que fuera de ellos, ni poseían tierra, sólo unos agujeros, don-
de viven junto con sus animales” (AJ XV 10,3). En otras palabras, se trataba de un
pueblo empobrecido del interior, al cual no le sobró nada. ¡Todo le fue quitado! La
revuelta de ellos era fruto de la desesperación.
Dos tipos de líderes animaban la lucha del pueblo en este período: por un la-
do, Alejandro y Aristóbulo, de familia real, que querían reconquistar el poder perdi-
do; por otro lado, Pitolao y Ezequías, de origen campesino. Pitolao llegó a apoyar la
lucha de Aristóbulo y Alejandro. El era pobre y no tenia armas para dar al pueblo
que lo seguía (AJ XIV 5,2; 7;3).
En la represión al movimiento popular, los romanos consiguieron la ayuda de
la clase dirigente de Jerusalén. Herodes, nombrado comandante militar de Galilea
(47-41), apoyado por Hircano, el Sumo Sacerdote, enfrenta, vence y mata a Eze-
quías. Más tarde, en el 38, nombrado rey de Palestina por un decreto del Senado Ro-
mano, el mismo Herodes comienza su reinado procurando “limpiar a Galilea del
vandalismo”. Por el trabajo hecho él recibió los elogios de los propietarios de la re-
gión (AJ XIV 9,2-3; 15,4-6).
El censo provocó una fuerte reacción popular, sobretodo en Galilea, más fue
una reacción diferente a las anteriores. No fue una revuelta ciega del bandolerismo
del tiempo de Pitolao y de Ezequías, ni la lucha del mesianismo real del tiempo de
Atronges y otros. Fue más bien una resistencia consciente del celo por la Ley de
Dios, conducida por Judas de Gamla y por Sadoq, el fariseo. Flavio Josefo cuenta
cómo el celo tomó cuenta de Judas y Sadoq (AJ XVIII 1,2.6).
El celo era algo muy antiguo, muy arraigado en la tradición del pueblo de Is-
rael. En el pasado, había animado a Fineés en la lucha contra los infieles (Núm 25,7-
12), del profeta Elías en la lucha contra Jezabel y los falsos profetas (1 R 18,4);
19,10.14) y, sobretodo, del viejo Matatías, padre de los Macabeos, en la lucha con-
tra Antíoco, el perseguidor del pueblo (1 Mac 2, 24-28). El celo por la Ley de Dios
nació del deseo de fidelidad a las exigencias de la Alianza.
El rumbo del celo dependía de la visión que se tenía de Dios y de la Ley de
Dios. En el caso de Judas y Sadoq, el celo tomó el siguiente rumbo: no dar el nom-
bre al censo, no pagar impuesto ni tributo a los romanos, afirmar la libertad contra
Roma, no reconocer al emperador romano como señor, pues sólo Yahvé, el Dios de
Israel, es el único Señor del pueblo (AJ XVIII 1,1.6).
El movimiento de los Zelotas tuvo su origen en este celo por la Ley de Dios
que tomó cuenta de Judas y Sadoq con ocasión del censo del año 6. El movimiento
de los Zelotas, por ejemplo, no nació como movimiento organizado sino como una
mentalidad que, de repente, se encargó del modo de pensar y de actuar de mucha
gente y comenzó a reflejarse por todos los rincones como mancha de óleo en la su-
perficie del agua. ¡Mancha peligrosa! Era una nueva forma de resistencia a los ro-
manos, un paso más en ese proceso de radicalización de la lucha del pueblo, después
del fracaso de la revuelta ciega y del mesianismo real. En el decir de Flavio Josefo,
el partido organizado de los Zelotas apareció mucho más tarde durante el gobierno
del procurador romano Gessio Floro (64-66) (AJ XVIII 1,6).
En esta época de Judas y Sadoq, el joven Jesús, llegando a la edad de doce
años, pasaba a participar plenamente de la vida de la comunidad y comenzaba a
aprender una profesión para ganarse la vida.
El cambio de régimen, decretado con ocasión de la deposición de Arquelao,
trajo una relativa calma que duró del año 6 hasta el año 41. Pero la amenaza de la
explosión popular y de la destrucción por los romanos continuaba existiendo. La re-
vueltas esporádicas, como, por ejemplo, la de Barrabás (Mc 15,7) y de los galileos
(Lc 13,1), así como la inmediata represión romana, recordaban la extrema gravedad
de la situación. Pues, en lo profundo de la conciencia, crecía el celo, la resistencia
del pueblo, sin posibilidad de una salida, como un fuego reprimido bajo las cenizas.
Bastaba alguien para soplar y Roma vendría y acabaría con la nación (cfr. Jn 11,48),
como de hecho ocurrió en el año 70. La calma era apenas una tregua, una ocasión
ofrecida por la historia—por Dios—para hacer una revisión del rumbo del caminar
y de la lucha del pueblo.
Fue precisamente en este periodo de relativa calma y de revisión que apare-
cieron los profetas. Son profetas, porque supieron leer los signos de los tiempos,
captaron el llamado de Dios expresado y escondido en el grito callado de los pobres
y, de este modo, se tornaron portavoces de las aspiraciones más profundas del pue-
blo de Dios. El reaparecimiento de la profecía fue un paso más en ese proceso de ra-
dicalización de la lucha del pueblo contra la opresión. Juan Bautista fue el primero.
CARLOS MESTERS, Los profetas Juan y Jesús y otros líderes populares de aquella época 50
Luego, en seguida, vino Jesús. Después de ellos, vinieron otros. ¿Qué es lo que los
profetas querían y lo que representaban para el pueblo oprimido?
Bibliografía
Guevara, H.: Ambiente político del pueblo judío en tiempos de Jesús. Ed.
Cristiandad, Madrid, 1985.
Horsley, R. A. y Hanson, J.S.: Bandits, prophets and messiahs. Popular mo-
vements at the time of Jesus, Winston Press, Chicago, 1985.
Josephus: Complete works, Kregel publications, Grand Rapids, Michigan,
1984.
Sacchi, P.: Storia del mondo giudaico, Torino, 1976.
Safrai S. y Stem M.: The jewish people in the first century, 2 Vol. 1974-1976.
Saulnier, Ch.: Histoire D ‘israel . De la conquete D ‘alexandre a la destruc-
tion du temple, Ed. du Cerf, París, 1985.
Schürer E.: Sttoria del popolo giudaico al tempo de gesu cristo, Paideia, Bres-
cia, 1985.
ELSA TAMEZ
Introducción
En este artículo nos interesa proponer una lectura actualizada de algunos ele-
mentos de la Carta de Santiago, que sean útiles para las comunidades cristianas de
América Latina. Sin embargo, queremos también dar razón del procedimiento her-
menéutico aquí empleado, con el fin de que los líderes laicos de dichas comunida-
des enriquezcan su capacidad de leer las Escrituras. Para cumplir con esta propues-
ta, hemos elaborado dos puntos: el procedimiento hermenéutico y la relectura de
Santiago. En este último hemos elegido cuatro rasgos que consideramos importan-
tes para nuestras comunidades hoy: la solidaridad, la coherencia, el coraje y la ora-
ción.
1) Por ejemplo, dos de los últimos comentarios más conocidos no coinciden en ninguno de esos tres aspectos: Sop-
he Laws afirma que el autor es alguien que tomó el nombre de Santiago como seudónimo, costumbre común en la
literatura judía y greco-romana; ubica la carta en Roma por la similitud con otra literatura como I Pedro, Clemen-
te de Roma y Hermas; fecha la carta entre los años 70 y 130 d.C. (The Epistle of James, Cambridge: Harper & Row
Publishers, 1980). Peter Davids, por su parte, afirma que el autor fue Santiago, el hermano del Señor y que posi-
blemente alguien, un poco más tarde, retocó la carta; ubica la carta en Palestina, y para él pudo ser escrita entre los
años 45-65 ó 75-85 a .C. (Commentary on James, Michigan: W. Eerdmans Publishing Company Grand Rapids,
1982).
ELSA TAMEZ, Elementos bíblicos que iluminan el camino de la comunidad cristiana 54
2. Propuesta de lectura
Hay cuatro rasgos que se destacan en la carta de Santiago. Para el autor, la co-
munidad cristiana debe ser solidaria, coherente, valiente y amiga inseparable de
Dios. Estos cuatro aspectos sobresalen debido a que, por el contenido de la carta, se
percibe que los destinatarios están pasando por graves problemas, hecho que nos in-
terpela bastante, pues hoy día nos concierne una situación parecida. Veamos con
más detalle estos cuatros rasgos.
cimos por medio de varios versos, tales como “Feliz el que soporta la prueba...”
(1,12) “hermanos, míos, tened paciencia...” (5,7), “tened por sumo gozo cuando os
halléis en distintas pruebas...” (1,2), “hermanos míos, tomad como ejemplo de aflic-
ción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor (5,10)... “ ¿no
os oprimen los ricos y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales?
(2,6). “...El de condición humilde gloríese en su exaltación, y el rico en su humilla-
ción...” (2,9.10). “...He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vues-
tras tierras, el cual, por engaño no les ha sido pagado por vosotros...” (5,4). A esta
comunidad cristiana escribe Santiago. Una comunidad que bien podría ser la nues-
tra si tomamos como punto de partida el mundo estructurado injustamente.
Ahora bien, ¿Cómo son los miembros de la comunidad de Santiago? Encon-
tramos gente muy pobre de la categoría bíblica ptojos... si un hermano o una herma-
na está desnudo y tiene necesidad del mantenimiento de cada día... (2,15). Se trata
de aquellos que no tienen nada, ni siquiera trabajo para poder subsistir, son los men-
digos que viven de la buena voluntad del otro. También hay trabajadores que son ex-
plotados por los terratenientes (5,1-6). Por otro lado, pertenecen a la comunidad
ciertos negociantes o comerciantes que sólo piensan en la plusvalía... ¡Vamos aho-
ra! los que decís: hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y tra-
ficaremos y ganaremos... (4,13), son de la comunidad porque termina esta sección
diciendo:... el que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado (4,17). Y final-
mente aunque no es seguro, hay en la comunidad gente rica que vive a expensas de
los jomaleros, son los terratenientes, los ricos del capítulo 5. No sabemos si real-
mente pertenecen a la comunidad; podría ser, si consideramos al rico que aparece en
1,10, como hermano (adelfós, por posición de equivalencia con el v. 9); lo que sí sa-
bemos es que para Santiago no deben pertenecer a la comunidad cristiana. En todos
los casos que aparecen en la carta, el autor los presenta negativamente.
Esta es la comunidad y sus miembros. La solidaridad con los oprimidos es
aquí, obviamente, indispensable. Santiago apela a la solidaridad. Esta es, para el au-
tor, un camino de santidad.
Es camino de santidad porque es parte constitutiva de la “religión pura y sin
mancha”. Para Santiago esto es muy claro, pues afirma que “La religión pura y sin
mancha delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus
tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Está de más decir que, en la Bi-
blia, los huérfanos y las viudas son los representantes clásicos de los oprimidos, y
que guardarse sin mancha del mundo connota no participar de las estructuras injus-
tas que producen la opresión a los desvalidos. “Visitar a los huérfanos y viudas en
sus opresiones” es asistirlos de manera eficaz, es solidarizarse con ellos en todo: ma-
terial y efectivamente.
Esta solidaridad con los pobres y desvalidos es camino de santidad y de ben-
dición para la comunidad, porque ellos son los elegidos del Señor. El mismo autor
le recuerda a la comunidad ese hecho cuando escribe: “¿No ha elegido Dios a los
pobres de este mundo para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prome-
tido a los que le aman?” (2,6). Esto debería ser una cosa tan obvia para aquella co-
munidad. Santiago se los recuerda cuando algunos de ellos discriminaban al pobre
y se parcializaban en favor del rico (2,1-13). Solidaridad con los humildes es bendi-
ción para la comunidad porque a ellos les ha sido revelado el misterio del reino (Mt
ELSA TAMEZ, Elementos bíblicos que iluminan el camino de la comunidad cristiana 56
3) John Eliott, A Home for the Homeless A Sociological Exegesis of I Peter. Its Situation and Strategy (Philadelp-
hia: Fortress Press, 1981), págs. 21-58.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 57
4) Jon Sobrino, Liberación con Espíritu, (Santander, Sal Terrae, 1985), pp. 25-27.
ELSA TAMEZ, Elementos bíblicos que iluminan el camino de la comunidad cristiana 58
sigue el régimen del mundo estructurado injustamente (Mr 10,43). En las comuni-
dades de Santiago había ciertos miembros que querían ocupar puestos altos en la
iglesia, pero sus actos tal vez contradecían sus discursos. El autor les exhorta dicién-
doles: No os hagáis maestros muchos de vosotros... Quien es sabio y entendido en-
tre vosotros, muestre por buena conducta sus obras en sabia mansedumbre...
(3,1.13).
En resumen, la iglesia está llamada a seguir el camino de la verdad. Ella está
en el camino cuando expresa y vive la fe cristiana coherentemente, con honestidad
y humildad.
cia que sabe aguardar, sin desesperarse (macrothimía), el momento que se sabe con
seguridad que va a llegar. La desesperación es una actitud negativa en tiempos difí-
ciles, pues se corre el peligro de perder la prudencia y caer, con facilidad, en la ago-
nía. A esa paciencia se refiere Santiago cuando, poco después de acusar con vehe-
mencia a los ricos opresores, escribe a las comunidades: “Tened paciencia, (makrot-
himía), hasta la venida del Señor. Mirad; el labrador espera el fruto precioso de la
tierra aguardándolo con paciencia hasta recibir las lluvias tempranas y tardías” (5,7).
Podemos concluir, entonces, afirmando que Santiago exhorta a las comunida-
des cristianas a la valentía, prudencia y sabiduría. Con esto estamos diciendo que to-
da exhortación a una paciencia pasiva, según Santiago, debe reformularse.
Oseas es a la vez uno de los libros proféticos más importantes de la Biblia por
la fuerza de imágenes que fueron retomadas por la tradición legal (Deuteronomio) y
por profetas que le siguieron (Jeremías y Ezequiel) y uno de los más difíciles de en-
tender. En una buena medida la dificultad estriba de la confrontación radical de es-
tas profecías con circunstancias políticas y sociales concretas que conocemos única-
mente en grandes líneas. Se trata de los agitados años que van desde aproximada-
mente 760 cuando Amós fue expulsado de Betel por hablar contra el gran rey Jero-
boán hasta poco antes del año 722, cuando Samaria fue tomada por el ejército de
Sargón, el rey de Asiria.
Para esta época habían pasado cinco siglos desde la liberación de Egipto, ba-
jo la conducción de Moisés quien nunca reclamó, según la tradición, ser más que un
simple enviado de Yavé, un Dios que deseaba la vida y la seguridad de su pueblo.
Durante esos cinco siglos la tradición religiosa se había complicado con muchas ex-
periencias, algunas de opresión en nombre de Yavé (Salomón, contra quien Yavé in-
citó a Jeroboán el Primero, 1 Re 11,26ss.), otras de penetración de los santuarios de
Yavé por antiguos ritos agrarios de la tierra de Canaán. De modo que para este tiem-
po, invocar el nombre de Yavé era equívoco. Le invocaban los reyes en Samaria, los
sacerdotes en santuarios oficiales como Betel y Guilgal, campesinos que de Dios es-
peraban poco más que la lluvia a su tiempo, y levitas, algunos de los cuales conser-
vaban con fidelidad las antiguas historias de la liberación. Parte de la tradición reli-
giosa era la memoria aún viva de las luchas que condujeron Elías y Eliseo contra el
culto oficial de Baal de la dinastía omrida (884-841), que culminaron en el baño de
sangre cuando Jehú eliminó a los devotos de Baal.
yes de Samaria desde 734 al 722 no gobernaron sino sobre la “montaña de Efraim”,
el territorio central de las tribus de Manasés, Efraim y Benjamín (1).
Durante los años que estamos considerando hubo en Israel tres golpes de es-
tado, de los que se siguieron los reinados de Menajem (752-742), Pékaj (740-732) y
Oseas (732-722) (2). La inestabilidad política refleja las divisiones nacionales ante
la amenaza del imperio. Menajem y Oseas optaron por mantener la buena voluntad
del imperio, mientras Pékaj buscó una política de alianza bajo la dirección de Da-
masco para protegerse de las imposiciones de Asiria (3). Las tradiciones religiosas
estaban implicadas en estas luchas por la sobrevivencia nacional, como tenía que su-
ceder.
Oseas—en primer lugar el libro y luego, en la medida en que el libro refleja
al profeta de ese nombre, también el hombre—usa múltiples imágenes en su esfuer-
zo de discernimiento de la vida de la nación, religiosa, política y económica. Pero
cualquier lector reconocerá que la imagen dominante es la de Israel como una rame-
ra, una mujer que vende su cuerpo para satisfacer sus necesidades y, cuando las co-
sas le van bien mientras dure su juventud, también sus caprichos. No se puede con-
denar a nadie por buscar los medios para nutrirse y abrigarse, pero en cualquier so-
ciedad se reconoce la precariedad de la subsistencia de una vida de prostitución, así
como la inconstancia y falta de control sobre su propio destino que esta vida impli-
ca.
En América Central en el último cuarto del siglo XX esta imagen tiene inme-
diatas resonancias. El epíteto preciso y contundente que aplicó Augusto César San-
dino en 1927 al General José María Moncada y los demás líderes liberales fue “ven-
depatria”. Por lograr la presidencia de la República de Nicaragua aceptaban el ver-
gonzoso tratado Chamorro-Bryan, con el que los Conservadores, en 1914, negocia-
ron la entrega a perpetuidad al imperio sin aranceles de los derechos a cualquier ca-
nal interoceánico que pudiera construirse y a una base militar en el Golfo de Fonse-
ca para defenderlo con tropas del imperio. Políticos panameños aceptaron condicio-
nes poco menos vergonzantes en 1903 para lograr el respaldo imperial a su gobier-
no sobre el nuevo país que se formó de la zona ístmica de Colombia para satisfacer
las pretensiones imperiales.
Un grupo de militares guatemaltecos, en 1954, aceptaron derrocar al gobier-
no democráticamente constituido de Jacobo Arbenz para proteger los intereses im-
periales, recibiendo ellos el poder con todos los beneficios que les trajo durante
treinta años. Hace pocos años los intereses del imperio exigían la democratización,
aunque fuera formal, de Guatemala, y los herederos de aquellos militares entrega-
ron la presidencia y una parte de poder a un gobierno civil.
Costa Rica es un país que desde su lucha civil de 1947 ha sido cliente del im-
perio con la consigna de ser una vitrina democrática para modelo de América Lati-
na. Como tal desarrolló un amplio sistema de beneficio sociales administrados por
el Estado. Con el surgimiento del movimiento popular en América Central y su
l) Albrecht Alt, “Das System der assyrischen Provinze nauf dem Boden des Reiches Israel”, en sus Kleine Schrif-
ten zur Geschichte des Volkes Israel (München. 2a. ed., 1959), tomo II, págs. 188-205.
2) Los informes cronológicos del Segundo Libro de los Reyes para este período no concuerdan entre sí. Los años
indicados en el texto son los que se derivan de los estudios de S. J. De Vries, en el artículo, “Chronology of the Old
Testament, Interpreter’s Dictionary of the Bible (Nashville: Abingdon, 1962), Vol. I, págs. 580-599.
3) B. Oded, “The Historical Background of the Syro-Ephraimite War Reconsidered”, Catholic Biblical Quarterly,
34 (1972), 153-65.
JORGE PIXLEY, Oseas: una nueva propuesta de lectura desde América Latina 62
bien fluir la justicia como un arroyo perenne. ¿Cómo explicar este profundo desen-
cuentro entre el hombre de Dios y el pueblo piadoso? Pues bien, la experiencia de
Dios de Amós es completamente diferente a la experiencia de Dios de Amasías de
Betel y las clases pudientes de Samaria.
Aunque el lenguaje profético de Oseas es muy diferente del lenguaje de su
precursor, el desencuentro de fondo es el mismo. Veamos:
¡La trompeta a la boca!
Como buitre sobre la casa de Yavé...
Porque han traspasado mi alianza,
se rebelan contra mi ley.
A mí claman: “¡Dios mío, te conocemos (los de) Israel!”
pero Israel ha rechazado el bien,
¡el enemigo le perseguirá! (Oseas 8,1-3)
Aquí parece estarse dirigiendo a los dirigentes de la nación, “Israel”, que tie-
ne el poder de “traspasar mi alianza”. Practican la religión y confían conocer al Dios
verdadero... ¡pero han rechazado el bien!
Cuando en Os 4,6 se acusa al sacerdote de haber rechazado el conocimiento,
parece ser un conocimiento intelectual, pues su contrario es haber “olvidado la ley
de tu Dios”. Entonces cuando el profeta insiste “No conoces otro Dios fuera de mí,
no hay más salvador que yo”, se refiere en primer lugar a un conocimiento objetivo
de que “ yo soy Yavé, tu Dios, desde el país de Egipto” (13,4). En un primer plano,
pues, existe en Israel una práctica asidua de la religión de Yavé que se da junto con
un olvido de lo específico de Yavé que se puede conocer en las historias del Éxodo
y otras.
Pero la experiencia de Dios con la cual Oseas se confronta con la religiosidad
oficial de Israel tiene más que un contenido intelectual: el recuerdo de la historia de
salvación. Es posible, aún probable, que en su angustia la nación vuelva al conoci-
miento de Yavé y recite oraciones legítimas de confesión de pecados sin llegar a lo
que Dios quiere. Es lo que Oseas contempla en 5.15-6.6, culminando en la justamen-
te famosa frase, “Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios más
que holocaustos”. Aquí “conocimiento de Dios” está en paralelo con “amor” (jesed)
y su contrario son (meramente) sacrificios u holocaustos.
El texto que resume con mayor densidad el planteamiento de Oseas sobre la
experiencia (conocimiento) de Dios es 4,1-2:
Escuchad la palabra de Yavé, hijos de Israel,
que una contienda tiene Yavé con los habitantes de la tierra.
Pues no hay fidelidad ni lealtad,
ni conocimiento de Dios en la tierra.
Perjurio y mentira, homicidio, robo y adulterio rompen en la tierra (4).
Sangre se junta con sangre.
Pareciera que aquí como también en 5,15-6,6. Oseas mide la autenticidad del
conocimiento de Yavé, la ley y las historias de salvación que el sacerdote debe ma-
nejar, por un conocimiento de Dios más profundo y humano que ese conocimiento
real e importante del Yavé histórico. Si no hay en la vida de la nación lealtad y res-
peto por el otro, todo “conocimiento de Yavé” resultará falso (5). Los sacerdotes
además de olvidarse de la ley de Yavé asaltan y matan (6,9). No queda pues otro re-
curso que declarar falso el conocimiento de Dios que dice tener esta nación.
El problema tiene analogías con la religiosidad de quienes reprimen y matan
al pueblo que busca defender su vida. En Guatemala el General José Efraín Ríos
Montt (1982-1983) en nombre de Dios mandaba a matar a los indígenas que se or-
ganizaban para exigir condiciones mínimas para sus vidas. En Nicaragua las fuerzas
contrarrevolucionarias dicen actuar en defensa de Dios y la democracia cuando ata-
can con prioridad las cooperativas campesinas en las cuales los pobres tratan de de-
fender sus condiciones de vida. Muchos llevan Biblias en sus mochilas y sin duda
se sienten cruzados de la fe, defendiendo a Nicaragua del ateísmo de la revolución
sandinista. De ahí la necesidad, tanto en Israel antiguo como en América Central
hoy, de discernimiento del lenguaje y las prácticas religiosas.
Dentro de las varias prácticas religiosas de la nación, Oseas enfila críticas es-
pecíficas contra “el becerro de Samaria” (8.5-6,=becerro de Bet-Aven, 10,5):
Ante el becerro de Bet-Aven adoran los habitantes de Samaria (6). Oseas
10,5.
¡Rechaza tu becerro, Samaria! (7)
Arde mi ira contra ellos,
¿Hasta cuándo no podrán ser inocentes en Israel? (8)
Y él, un artesano lo fabricó y no es Dios.
Será hecho pedazos el becerro de Samaria. (Oseas 8,5-6)
5)Aquí me aparto de la posición de Hans Walter Woiff, quien en su excelente estudio. “Wissen um Got’ bei Hosea
als Urform von Theologie”, en sus Gesammelte Studien (München: Chr. Kaiser Verlag, 1964), págs. 182-205, pro-
pone que se trata únicamente del conocimiento técnico teológico e histórico que el sacerdote debía manejar en su
enseñanza.
6) El singular “becerro” está apoyado en el texto de los LXX. El verbo (Yguro) es ambiguo. LXX traduce (paroi-
késousin) en referencia a las peregrinaciones. Pero el verbo hebreo tiene también el significado “temer” además del
“morar como extranjero” que está detrás de la versión de los LXX.
7) LXX leyó el verbo hebreo como imperativo; la vocalización del TM lo lee como perfecto. Seguimos a los LXX.
8) La lectura “en Israel” es la de los LXX; el TM, “porque desde Israel”, no da un sentido comprensible.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 65
rio. Sabía que en el templo de Jerusalén, que para él era probablemente mayor que
el de Betel, había querubines sobre el Arca de la Alianza, había doce toros que sos-
tenían el mar de bronce (1 Re 7,25), y ésta estaba adornada con varias figuras inclu-
yendo leones (1 Re 7,36). De modo que al sureño Amós no le llamó la atención la
imagen del becerro.
En el norte, Oseas no estaba solo en su crítica a la imagen central del culto
oficial. Dos tradiciones testifican el debate que se dio en torno a esta figura del be-
cerro (‘eguel’), la historia de la fabricación del becerro en el monte Sinaí (Ex 32), y
el relato del establecimiento del reinado de Jeroboán (1 Re 12,26-33). Ambos textos
son, en su forma actual, posteriores a Oseas siendo el primero de la redacción yeho-
vista del Pentateuco (RJE, tiempos de sequías), y el segundo una redacción deutero-
nomística (Dtr1, fines del siglo VII).
Conviene comenzar nuestro análisis con el repudio de los becerros de Betel y
de Dan en la historia deuteronomística (1 Re 12,26-33). Estos becerros fueron, se-
gún el juicio deuteronomístico, “el pecado de Jeroboán con el que hizo pecar a Is-
rael”, pecado en el cual le siguieron todos los reyes de Israel (1 Re 15,30.34; 16,7;
16,26; 2 Re 3,3; 9,9; etc.). Hasta el mismo Jehú, quien exterminó a los profetas de
Baal y destruyó el templo de la ciudad de Samaria consagrado a ese Dios es conde-
nado porque a pesar de haberse “portado bien haciendo lo recto a mis ojos”, con to-
do “no se apartó de los pecados con que Jeroboán hizo pecar a Israel” (2 Re 10,30-
31). Para este juicio los deutemomistas se apoyaron en el relato del pecado de Aa-
rón en el asunto de un becerro de oro, cuya redacción es del tiempo de Ezequías.
Acusaron a Jeroboán de hacer una imagen, de erigir “altos” (bamot), cosa que tam-
bién hicieron los reyes de Judá, de haber puesto sacerdotes que no eran levitas, y de
haber cambiado la gran fiesta del séptimo mes, al mes octavo. El problema parece
un tanto inflado, considerando que se dice que por este pecado destruyó Yavé la na-
ción.
Los historiadores cronistas ponen su posición, más clara y terminante que la
deuteronomística, en boca del rey Abías.
¡Oídme, Jeroboán y todo Israel! ¿Acaso no sabéis que Yavé, el Dios de Israel,
dio el reino de lsrael para siempre a David, a él y a sus hijos, con pacto de sal? Pe-
ro Jeroboán, hijo de Nebat, siervo de Salomón, hijo de David, se alzó en rebeldía
contra su señor se juntaron con él unos hombres fatuos y malvados y prevalecieron
sobre Roboán, hijo de Salomón, pues Robóan era joven y débil de corazón y no pu-
do resistirles. ¿Y ahora tratáis vosotros de poner resistencia al reino dc Yavé, que es-
tá en manos dc los hijos de David, porque vosotros sois una muchedumbre? Pero te-
néis los becerros dc oro que Jeroboán Os puso por dioses. (2 Cro 13,4-8)
Para los cronistas, la mera existencia de un reino de Israel que era indepen-
diente de la dinastía de David era una rebelión contra Yavé. De modo que los bece-
rros tenían que haber sido imágenes de “otros” dioses.
Los historiadores deuteronomísticos no tienen un juicio tan tajante sobre el
reino de Israel. Jeroboán se alzó contra el linaje de David inspirado por Yavé a tra-
vés del profeta Ajías (Texto Masorético 1 Re 11,29ss) o de Semaías (LXX 1 Re
12,24). Cuando estableció los becerros fue para representar al Dios que “te hizo su-
bir de la tierra de Egipto” (1 Re 12,28). La base para el rechazo deuteronomístico
no es ni un reino rebelde ( cronista) ni una imagen condenable (Oseas) sino la sepa-
ración del único lugar de culto que Yavé había escogido entre las tribus de Israel, co-
JORGE PIXLEY, Oseas: una nueva propuesta de lectura desde América Latina 66
9) Es la posición del biblista mexicano José Loza, “Exode XXXII et la redaction JE”, Vetus Testamentum, XXIII
(1973), 31-55.
10) Frank Moore Cross, “The Priestly Houses of Early Israel”, cap. 8 de su libro Canaaanite Myth and Hebrew
Epic (Cambridge: Harvard University Press, 1973).
11) Julio C. Trebolle Barrera. Salomón y Jeroboán. Historia de la recensión y redacción de 1 Reyes 2-12.14, Sala-
manca, 1980.
12) Entre nosotros José Severino Croatto en un estudio cuidadoso, “La exclusión de ‘otros dioses’ y sus imágenes
en decálogo, “Revista bíblica, 48 (1986), 129-39, presenta con gran fuerza un argumento de que la prohibición de
imágenes siempre fue parte del mandamiento contra el culto a “otros dioses” y que, por lo tanto, no fue nunca un
mandamiento independiente. La posición contraria está bien presentada por Walther Zimmerli, “Das zweite Ge-
bot”, en su Gottes Offenbarung: Gesamalte Aufsätze zum Altes Testament (Munchen, 1963), págs. 234-48.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 67
levantado esta tradición que más tarde se elaborará en una forma definitiva en Dt. 4,
y que será posteriormente una pieza clave de la cultura islámica.
El mensaje de Oseas no puede analizarse en átomos que se puedan entender
en aislamiento. No será posible comprender la profundidad del análisis del becerro
de Samaria hasta que hayamos visto la crítica de Oseas a la monarquía de Samaria
pues es en la existencia y naturaleza de la monarquía, que estriba la fuerza del ata-
que a los “dioses hechos con manos”.
Siguiendo con nuestra exploración del discernimiento de la práctica religiosa
examinemos la crítica a los cultos de Baal. Para no confundirnos es importante no
olvidar que la legitimidad de la dinastía de Jehú descansaba sobre su expulsión del
culto de Baal de los círculos oficiales en Samaria. Desde el levantamiento de Jehú
en el año 841, el culto a Baal era estrictamente local y/o privado, sin respaldo de la
corona. Con todo esto, Oseas es testigo de que siguió siendo importante. Veamos al-
gunos textos:
Los llamaba, y así se alejaban de mí,
sacrificando a los baales, quemando a los ídolos. (11,2)
Se trata del culto con el cual los campesinos buscaban asegurar la lluvia y las
otras condiciones necesarias para la fertilidad. De los textos mitológicos de Ugarit
se confirma el papel de Baal como dios de la fertilidad. El culto de Baal entre los
campesinos de Israel era antiguo. Joás de Abiézer en la tribu de Manasés, el padre
del “juez” Gedeón, tenía un altar a Baal en su propiedad (Jue 6,30). Era, según pa-
rece, un miembro de la tribu de Manasés, y su altar era visto como natural por sus
compatriotas. Se daba, pues, el fenómeno común en la religión de una dicotomía en-
tre la religión pública y nacional, en la que Manasés se consagraba a Yavé y la reli-
gión local de los campesinos, en la cual se esperaba que Baal bendijera los cultivos.
Entre campesinos tradicionales, en muchas partes del mundo, las prácticas re-
ligiosas descansan en la analogía sentida entre la fertilidad de los campos y la se-
xualidad humana (13). Amós, quien por lo general se interesa poco en las prácticas
religiosas de Israel, menciona de paso que “hijo y padre acuden á la misma moza,
para profanar mi santo nombre, sobre ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier
altar” (Amós 2,7-8). Oseas conoce prácticas similares:
De su madero preguntan, y su vara les enseña,
porque un espíritu de prostitución los desvía
y se prostituyen “de debajo de” su Dios.
Sobre las cumbres de los montes sacrifican
y sobre los cerros queman incienso,
bajo la encina, el chopo y el terebinto
¡qué grata es su sombra!
13) El asunto está bien interpretado por el gran erudito rumano, Mircea Eliade; “Agriculture and Fertility Cults”,
cap.9 de su Patterns in Comparative Religion (Londres: Sheed & Ward, 1958). Existe una versión castellana de es-
ta obra, cuyo original fue francés, bajo el título Tratado de historia de las religiones (Madrid: Instituto de Estudios
Políticos, 1954).
JORGE PIXLEY, Oseas: una nueva propuesta de lectura desde América Latina 68
taba con el apoyo del rey arameo de Damasco (14). Con el apoyo de un contingen-
te galaadita (2 Re 15,25) el poder en el año 740 y gobernó en un intento imposible
de independencia hasta el año 732. Durante la incursión de Tiglat-Pileser III en el
734 perdió tres cuartas partes del territorio nacional. Esto permitió al grupo que pe-
día una política de sometimiento tomar nuevamente el poder en el año 732 con el
rey Oseas.
Por este somero vistazo de los gobiernos durante estos últimos treinta años de
Israel constatamos que fue el imperio el que determinó la vida política de la nación.
Es un fenómeno análogo a lo que se ha vivido durante el siglo XX en América Cen-
tral, donde el único esfuerzo serio y sostenido de crear una política soberana es la
que empieza con el General Sandino y el Ejército Defensor de la Soberanía Nacio-
nal. Veamos algunas expresiones de Oseas sobre la política internacional de Israel
durante esos años:
Efraim se apacienta de viento, persigue al solano todo el día,
multiplica mentira y engaño.
Hace alianza con Asiria y carga aceite a Egipto. (Os 12,2)
14) Oded, op. cit., interpreta de esta forma el dato de los veinte años de reinado que se le adjudican a Pékaj en 2
Re 15,27, dato imposible de meter en la secuencia de reinados en Samaria.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 71
Dios fuera de mí, ni hay más salvador que yo” (Os 13,4). Cuando Israel vuelva de
corazón, dirá:
Para un pueblo pequeño como Israel las fortificaciones son, por supuesto, in-
dispensables. El problema no está en armarse para la defensa, sino en “olvidarse de
su Hacedor”. Las poderosas armas pueden venir a mirarse como la seguridad de la
nación y esto es un grave error, el error de esperar la salvación de las obras de las
15)José Luis Sicre. Los dioses olvidados. Poder y riqueza en los profetas preexílicos. Madrid: Ediciones Cristian-
dad. 1979.
JORGE PIXLEY, Oseas: una nueva propuesta de lectura desde América Latina 72
manos. En los orígenes de Israel la defensa había recaído en las milicias populares,
los campesinos armados que respondieron al llamado de lideres como Débora y Ge-
deón (16). Venían “en ayuda de Yavé” (Jue 5,23) y Yavé entregaba en sus manos a
sus enemigos, de modo que hasta las estrellas luchaban por ellos (Jue 5,20). Esta
verdad de que la defensa del pueblo está en su propia voluntad de lucha se simboli-
za en América Central con la pedrada con la que Andrés Castro inició la batalla de
San Jacinto con el invasor yanqui en 1856. Pero la crítica de Oseas a la conducción
política de Israel llega a un nivel estructural con su ataque a los reyes, y en última
instancia a la misma institución de la monarquía. Citamos algunos textos:
Se nombraron reyes, pero no vino de mí;
se hicieron príncipes, y yo no lo supe.
De su oro y su plata se hicieron imágenes
—para ser destruidos. (Os 8,4)
Podría pensarse que el pecado de Guibeá sea una alusión al crimen de los ben-
jaminitas perpetrado con la concubina del levita (Jue. 19); ésta parece ser la referen-
cia en Os 9,9. Pero Guibeá era también la ciudad de Saúl, el primer rey de Israel. Y
la referencia a Guilgal, la ciudad donde fue proclamado Saúl como rey sobre Israel
(1 Sam 11,15), es inconfundible. De allí salieron los “rebeldes” de los príncipes.
No creo que nos equivocaremos si colocamos a Oseas dentro de la corriente
de pensamiento político israelita que interpretaba la monarquía como un rechazo del
reinado de Yavé. Aquí entra la fábula de Jotam (Jue 9,7-15) y la corriente principal
del complicado texto de 1 Sam 8-12 que reflexiona sobre la institución monárquica.
Esta corriente política nace de la experiencia originaria de Israel como una alianza
de tribus rodeada por monarquías cananeas. Es, pues, parte de la misma identidad
nacional israelita. Es llamativo que Oseas plantee este asunto en un momento de la
vida nacional cuando la supervivencia misma de la nación estaba en juego. Para el
profeta es la fidelidad a su propia historia y al Dios que guió esa historia desde sus
orígenes lo que mayores garantías ofrece para la sobrevivencia. Contrario a la sabi-
duría común de cerrar filas ante la amenaza exterior, Oseas pone en duda la legiti-
midad de la conducción política nacional. Su falta de legitimidad data ya de tres si-
glos, cuando Israel en rebeldía contra el Dios de su salvación exigió para sí reyes
como todas las naciones. Que últimamente esos reyes hayan jugado el futuro de la
nación en alianzas con el imperio, dioses hechos por sus manos, solamente lleva a
su culminación la rebeldía inicial de haberse puesto reyes, en contra de la voluntad
de su único salvador Yavé.
A juzgar por las acusaciones de Amós, los beneficiarios de este lujo eran en
primer lugar los comerciantes (Amós 8,4-8; 2,6).
La situación de una economía nacional que explotaba a los campesinos para
beneficio de las élites urbanas no escapó a la atención de Oseas:
Canaán tiene en su mano balanzas tramposas,
es amigo de explotar.
Y Efraim dice: “Sí, me he enriquecido,
me he fraguado una fortuna”.
¡Ninguna de sus ganancias se hallará,
por el pecado de que se ha hecho culpable! (20) (Os 12,8-9)
Canaán aquí tiene doble sentido, al referirse a los cananeos (=no israelitas que
vivían en la tierra) y también a los comerciantes. Como Amós, Oseas también pien-
sa que los comerciantes, cuyas lujosas casas están a la vista, son los opresores en pri-
mera instancia. La palabra de juicio con la seguridad de que sus ganancias desapa-
recerán, es la Palabra autorizada de Yavé.
La prostitución es una imagen apropiada para este comercio despiadado que
efectivamente genera riquezas, aunque asegure el profeta que son riquezas efímeras:
No te regocijes, Israel,
no te jubiles como los pueblos,
pues te has prostituido, lejos de tu Dios,
y amas ese salario sobre todas las eras de grano.
Ni la era ni el lagar los alimentarán,
y el mosto los engañará.
No habitarán en la tierra de Yavé:
Efraim volverá a Egipto,
y en Asiria comerán viandas impuras. (Os 9,1-3)
“Amar al salario” es lo que lleva a quienes controlan la riqueza del país a bus-
car cómo seguir enriqueciéndose sin tomar en consideración el efecto que esto pro-
duce sobre la población en general. “Volver a Egipto” no es solamente un anuncio
de las realidades políticas de la época, sino también una alusión a las tradiciones del
19) Me apoyo en el trabajo inédito de H. Darrel Lance, “Israelite Society as Reflected in Excavations of Eighth
Century Cities”.
20) La traducción es la de la Biblia de Jerusalén. Las últimas dos líneas traducen el texto de Los LXX; el texto del
TM es incoherente.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 75
desierto, donde los rebeldes quisieron volver a la esclavitud (Nú. 14,1-4, J). Asiria
era la gran potencia, y “comer viandas en Asiria” era una posibilidad real que esta-
ba a la vista. Oseas culpa la prostitución económica de los ricos con apresurar ese
peligro. En América Central la base para afirmaciones análogas es clarísima. Los ri-
cos son los agentes de las corporaciones norteamericanas o quienes se dedican al co-
mercio de exportación e importación, quienes desean mantener relaciones buenas
con el imperio, lo cual supone relaciones de venderse en las condiciones que el im-
perio imponga. Es probable que una lógica similar se pudo aplicar a los comercian-
tes de aquel tiempo. Pero al convertirse en “vendepatrias” acercaban el momento en
que Asiria terminaría con toda pretensión de independencia nacional.
Pero Oseas detecta que no se trata de un problema únicamente de Israel; en
Judá también existe un “espíritu de prostitución”:
Yo conozco a Efraim,
e Israel no se me oculta.
Si tú te has prostituido, Efraim,
e Israel se ha contaminado.
No les permiten sus obras volver a su Dios,
pues un espíritu de prostitución hay dentro de ellos,
y no conocen a Yavé.
El orgullo de Israel testifica contra él;
Israel y Efraim tropiezan por sus culpas,
y también Judá tropieza con ellos.
buscarán a Yavé su Dios (y a David su rey) (21), y acudirán con temor a Yavé y a
sus bienes en los días venideros. Os 3,1-5.
Oseas prevé un tiempo de carencias, una nueva etapa del desierto (Os 2,16),
durante la cual se vaya purificando la relación entre Yavé y su pueblo que había que-
dado estropeada por las prostituciones de los israelitas, tanto los lideres políticos y
comerciales como los mismos campesinos. No se puede esperar que el marido en-
galane a su mujer como sus amantes, y menos después de su conducta desenfrena-
da. Solo que la relación matrimonial asegurará a la nación una estabilidad y una se-
guridad que justifican que se acepten las disciplinas que exige una restauración de
la nacionalidad.
Lo más sorprendente e importante del esfuerzo de prospectiva teológica de
Oseas es su rescate de la unidad de Israel con Judá. El siglo VIII comenzó con una
terrible guerra entre estas naciones “hermanas”, guerra que terminó con un saqueo
de Jerusalén por el ejército de Joás, rey de Israel, y la captura de un gran número de
rehenes, entre ellos el rey Amasías (2 Re 14,11-14). Y durante la vida de Oseas hu-
bo otra guerra, la llamada Guerra Siro-efraimita que enfrentó a Pékaj de Israel con
Ajaz de Judá en el año 734.
Pero, a pesar de estos confrontamientos, Oseas rescata la unidad israelita que
incluye en sus horizontes a Judá. El texto clave es Oseas 2,1-2 (22).
Y será el número de los hijos de Israel como la arena del mar que no se pue-
de contar ni numerar. Y sucederá en el lugar donde se les dijo “vosotros no sois mi
pueblo” se les dirá “hijos del Dios vivo”. Y serán reunidos los hijos de Judá y los hi-
jos de Israel a una, y pondré sobre ellos una cabeza, y subirán de la tierra, pues gran-
de es el día de Yizreel.
Yizreel (= Dios sembrará) significará la restauración de la unidad original de
tiempos de Moisés y luego de David. La palabra “cabeza” se escoge para no tomar
las prerrogativas de Yavé, el único Rey de Israel.
El horizonte de la predicación de Oseas, en consecuencia con su visión del fu-
turo, abarca los dos países cuya unidad propugna. Nueve veces menciona Oseas a
Judá en conjunción con Efraim o Israel como objeto del castigo de Yavé
(5,5.12.13.14; 6,4.10-11; 8-14; 10,11; y 12,3). Una vez denuncia a Judá en particu-
lar por violar los límites territoriales de Israel aprovechando el ataque asirio contra
éste (5,10) (23). Estas referencias a Judá no deben considerarse glosas a la redacción
judaísta. (Las muestras de actividad redaccional judaita son 1,7; 3,5 (David); 4,15,
y 12,1).
Conclusión
Oseas es un libro difícil. No podemos pretender haber resuelto sus problemas.
Pero creemos que esta lectura desde Centroamérica logra plantear posibles solucio-
nes a varios de los enigmas del libro. Israel vivía bajo la sombra de un gran impe-
21)La frase que hemos puesto en paréntesis parece ser una adición hecha por los redactores judaítas de libro de
Oseas. Es inverosímil que Oseas piense que Israel debía buscar “a David su rey”.
22) Este oráculo, frecuentemente tomado como secundario, fue rescatado por Hans Walter Wolff en su excelente
estudio, “Der grosse Jesreeltag (Hosea 2,1-3)”, en sus Gesammelte Schriften (Munchen: Chr. Kaiser Verlag, 1964),
págs. 151-81.
23) Siguiendo la interpretación de Albrecht Alt, “Hosea 5,8-6,6. Ein Krieg und seine Folgen in prophetischer Be-
leuchtung”, en sus Kleine Schriften zur Geschichte des Volkes Israel, vo. II, págs. 163-87.
JORGE PIXLEY, Oseas: una nueva propuesta de lectura desde América Latina 78
rio. La división entre Israel y Judá no podía resistir una seria lectura de sus respec-
tivas historias nacionales. El rescate de su identidad nacional junto con el control de
su destino era su única salvación. Nuestra situación en América Central, nos permi-
te gozar de una sensibilidad a estos temas.
MILTON SCHWANTES
JACOB EL PEQUEÑO
VISIONES EN AMOS 7-9
nuestra América Latina, cuanto consideraré la praxis histórica en la cual los textos
en cuestión fueron formulados. Entiendo que esta manera de abordar el texto desde
lo concreto, promueve la solidaridad con los oprimidos. Deletrea su dolor. Sensibi-
liza con su esperanza.
Aquí se ve que las visiones hacen las veces de hilo conductor. Narración,
himno y dichos, son agregados. Pero, ciertamente, no son intercalaciones casuales.
Solamente las tres últimas visiones poseen agregados. Diría que se trata de una
especie de comentarios explicativos. La narración del conflicto entre Amós y
Amasías (7,10-17) ejemplifica el sentido de la tercera visión (7,7-9). La colección
de dichos (8,4-14) que acompaña la cuarta visión (8,1-3), explica la razón de la
destrucción anunciada: los palacios serán destruidos (8,1-3), porque promueven la
opresión de los pobres (8,4-6). Además de lo dicho, 8,4-14 también prepara la quin-
ta visión al enunciar el fin del culto. Y esta quinta y última visión (9,1-4) es com-
pletada por el himno que enaltece a Yahvé (9,5-6). Pienso que los dichos en 9,7- 8
y 9,9-10 no sólo tienen en mente la última visión, sino la totalidad de los capítulos
7-9.
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 81
4. “¡Jamás pasaré!”
La tercera y la cuarta visiones (7,7-9 y 8,1-3), forman un par diferente en
forma y contenido de las dos primeras. (Nuevamente hay que señalar que el texto
hebreo no fue bien transmitido. Quedan incógnitas que se encuentran discutidas en
la bibliografía especializada que se cita al final).
7 Así me hizo ver: He aquí que mi Señor estaba parado sobre un muro. Tenía en su
mano una plomada. 8 Y Yahvé me dijo: “¿Qué ves, Amós?”. Yo dije: “Una plomada”.
Mi Señor dijo: “He aquí que yo puse una plomada en medio de mi pueblo Israel.
Jamás pasaré por él. 9 Serán destruidos los altos de Isaac. Los santuarios de Israel
serán devastados. Me levantaré con espada contra la casa de Jeroboam”.
1 Así me hizo ver mi Señor Yahvé: He aquí un cesto de frutas de verano. 2 Y él dijo:
“¿Qué ves, Amós?” Yo dije: “Un cesto de frutas de verano”. Me dijo Yahvé: “Llegó
el fin para mi pueblo Israel. Jamás pasaré por él”. 3 En aquel día gemirán las cantoras
del palacio, dice el Señor Yahvé. Muchos cadáveres en todas partes están regados.
¡Silencio!
(Am 7,7-9; 8,1-3)
Estas dos visiones son, pues, muy distintas de las dos primeras. Su inten-
cionalidad es otra. Y se refieren también a grandezas distintas. Las dos primeras
decían respecto al pequeño Jacob, los labradores “segados” por el rey y “devorados”
por plagas y sequías. Las dos ahora en estudio amenazan a “mi pueblo Israel”. ¿Y
quién es éste? La respuesta ha de ser buscada, en la medida de lo posible, en las
propias visiones. Veamos.
Acabamos de observar que recién la palabra divina fija el sentido de la “plo-
mada” y del “cesto de frutas”. Esta constatación acerca del significado de aquello
que el profeta ve, no excluye que se pregunte por su ubicación social. ¿A qué con-
texto social pertenecen “plomada” y “cesto de frutas”? En el caso de la “plomada”,
la propia visión aclara que estamos “sobre un muro”. Se podría pensar en un “muro”
de la ciudad. Sería lo más obvio. El “cesto de frutas” permite también alguna deduc-
ción. Se podría pensar en la fiesta de la cosecha de las frutas. En este caso,
estaríamos en el ámbito de lo sagrado, posiblemente otra vez en el ambiente de la
ciudad. Por lo tanto, “plomo” y “cesto de frutas” podrían apuntar hacia el mundo
urbano. Pero eso no pasa de ser una posibilidad toda vez que, también en lo que
concierne a su identidad social, las “cosas” vistas permanecen vagas y poco
definibles. En todo caso, queda la sospecha: las visiones de la “plomada” y del
“cesto de frutas”, ¿tendrían en mente el mundo de la ciudad?
Esto es lo que se confirma a partir de 7,9 y 8,3. Estos dos versículos son deci-
sivos para la identificación del contexto social de la tercera y de la cuarta visión.
El escenario aludido en 8,3 es el cortesano. En palacio abundan los cadáveres,
prevalece el silencio fúnebre. Las “cantoras del palacio”, que eran esclavas y en
tiempos de “paz” animaban las fiestas palaciegas, presiden ahora los rituales fúne-
bres de sus señores. A la corte se refiere también 7,9, al anunciar la muerte para la
“casa de Jeroboam”, es decir, para la dinastía en el poder. Se podría decir que 8,3 (el
entierro de los de la corte) es el cumplimiento de lo preanunciado en 7,9 (“Me lev-
antaré con espada contra la casa de Jeroboam”). Luego, este mundo palaciego es, en
concreto, “mi pueblo Israel”. En lo que toca a las “cantoras del palacio”—¡que no
sucumbieron!—, ellas forman parte del pequeño Jacob. Después de todo, ¡el campo
era el lugar de origen de estas “cantoras”-esclavas!
En 7,9 tenemos la confirmación de este resultado desde otro ángulo. Además
de amenazar a la “casa”-dinastía real, este versículo pone en peligro los “altos de
Isaac” y los “santuarios de Israel”. Serán destruidos y devastados. Los “santuarios
de Israel” habrían de ser los centros cúlticos de mayor proyección en el Estado de
Israel, en especial el de Betel (7,13), pero también los de Samaria (Os 8,4-6) y el de
Dan (l Re 12,29-30). Los “altos de Isaac” son los locales de menor relevancia, como
los de Guilgal y Berseba (Am 5,4-5). Tanto unos como otros se hallaban profunda-
mente ligados a los intereses palaciegos y urbanos. “Mi pueblo Israel” es, pues, este
conjunto constituido por ciudad, palacio y templo. Es lo que confirma también el
contexto literario. La narración de 7,10-17 es un comentario a la tercera visión. De
acuerdo con ella, Yahvé “jamás pasará” por la dinastía, el templo, el sacerdocio. Y
la colección de dichos de 8,4-14, explicita el sentido de la cuarta visión. De acuer-
do con ella, la muerte en el palacio arrastra consigo a los comerciantes (8,4-8), los
ritos y lugares sagrados (8,9-14). Y estos que se encuentran bajo la mira de la ame-
naza profética, son “mi pueblo Israel”. Este “mi pueblo Israel”, del cual Yahvé
pronostica: “jamás pasaré”, es el “reinado pecador” (9,8). Es todo lo contrario del
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 85
pequeño Jacob, esto es, del campesinado “segado” por la realeza y amedrentado por
las plagas y por el “fuego” de la sequía; de las “cantoras”, campesinas esclavizadas
en el palacio; y, en fin, de los “pobres”, tan defendidos por Amós.
Podemos pasar a la quinta visión. Su asunto aparece ya en la tercera, cuando
son mencionados los “altos de Isaac” y los “santuarios de Israel”.
5. “Golpeaba el capitel”
La quinta visión (9,1-4) se encuentra sola, sin embargo, su proximidad a las
dos precedentes es evidente. Es su continuación. Las lleva a su culminación. (Infe-
lizmente, una vez más el texto original encierra muchas incertidumbres. De ellas nos
habla la bibliografía especializada con mayores detalles).
1 Vi a mi Señor parado sobre el altar. Golpeaba el capitel, de suerte que se
estremecían los umbrales. Y él dijo: “Destrozo la cabeza de todos ellos, su resto mató
a espada. No escapará de ellos un fugitivo siquiera, ni se salvará ningún refugiado. 2
Aunque penetren en el mundo de los muertos, de allá los sacará mi mano. Aunque
suban hasta el cielo, de allá los haré descender. 3 Aunque se escondan en la cumbre
del Carmelo, allá los buscaré y agarraré. Aunque se escondan en el mar lejos de mis
ojos, allá ordenaré a la serpiente que los muerda. 4 Aunque fuesen al cautiverio
delante de sus enemigos, allá ordenaré a la espada que los mate. Pondré mis ojos
sobre ellos para mal, no para bien”.
(Am 9,14)
Es evidente que esta visión difiere de las anteriores. Resalto dos diferencias.
Por un lado, la mayor parte de estos cuatro versículos insisten en afirmar la ruina
total. Nada queda del resto. No escapa fugitivo ni desertor. Ni siquiera los mejores
escondrijos dan abrigo. Tan gran obstinación de “destrozar la cabeza de todos ellos”,
no aparecía en las dos visiones precedentes. Por otro lado, el profeta ve al propio
Yahvé: “vi a mi Señor”. Las visiones anteriores no habían llegado a este punto. Man-
tenían una respetuosa distancia. Por lo tanto, la quinta visión no sólo está separada
de las otras, sino que es su culminación. Al final, el propio Yahvé es visto, y de los
amenazados nada resta. ¿Quiénes son ellos? Para la comprensión de esta quinta
visión y, en consecuencia, de las demás, es fundamental identificar qué es lo que está
siendo “golpeado” y “destrozado”.
¡El objeto de destrucción completa es el templo! Esta es la deducción que se
impone a partir del texto.
Yahvé se encuentra “parado sobre el altar”. Aquí no se trata ciertamente del
pequeño altar para quemar el incienso, que existía dentro de la sala mayor del tem-
plo (ver Is 6,6-7). Debemos pensar más bien en el altar de los sacrificios, construi-
do al aire libre frente al santuario. “Sobre” este altar se encontraba el Señor. Por otra
parte, no deja de ser un tanto extraño que Yahvé estuviera “parado sobre” este lugar
tan sagrado. Se esperaría verlo “junto” al altar, ocupando el lugar del sacerdote. El
gesto de pararse “sobre el altar” hiere la sensibilidad; es poco elegante. Pero sucede
que el altar no agrada a Yahvé; por el contrario, “le aborrece” (Am 5,21-23). Luego,
¡no es casual que el Señor estuviera parado justamente “sobre el altar” !
Desde encima del altar, Yahvé “golpeaba el capitel”. A los golpes del propio
Dios, no hay construcción que resista. Se estremecen los umbrales, como en un día
MILTON SCHWANTES, Jacob el pequeño, visiones en Amós 7-9 86
de terremoto. El edificio se derrumba sobre “la cabeza de todos ellos”. ¡Y esta con-
strucción es el templo! De él y, en especial, de sus más allegados adeptos, de aque-
llos que tenían acceso al interior de lo sagrado, nada quedará. Estos que no con-
seguirán huir ni protegerse, son primordialmente los sacerdotes.
En rigor, esta radical amenaza al templo, sus ritos y sacerdotes, se encuentra
presente desde la tercera visión, la cual profetiza la destrucción de los “altos de
Isaac” y de los “santuarios de Israel” (7,9). La historia del conflicto entre Amós y el
sacerdote Amazías (7,10-17), se refiere a la misma cuestión. Y en la colección de
dichos que precede a la última visión, la negación de los santuarios y de los ritos está
presente (8,10,13-14). En otras partes del libro se lee lo mismo (2,8; 4,4-5; 5,4-5.21-
27). Sí, el repudio al templo es uno de los estribillos propios de Amós. ¡No extraña,
pues, que constituya el ápice del ciclo de las visiones!
A nuestra quinta visión le sigue un himno (9,5 -6). Es, por así decirlo, la últi-
ma estrofa de un himno de alabanza, del cual son también parte: 4,13; 5,8-9, y que
está próximo al propio encabezado del libro: 1,2. Es muy probable que este lengua-
je hímnico haya sido incluido por los compiladores posteriores. Por lo tanto, inclu-
so para las generaciones posteriores a Amós, la alabanza a Yahvé alcanza su senti-
do más pleno recién después de la ruina total y completa del templo. ¿Por qué se da
tanta relevancia al templo?
7. El camino de la pastoral
No estoy dando por cerrada la interpretación del ciclo de las visiones de Amós
7-9. Muchos detalles no han recibido atención. Aparte de esto, permanece el prob-
MILTON SCHWANTES, Jacob el pequeño, visiones en Amós 7-9 88
lema de la transmisión del texto hebreo con sus “impasses” y posibles engaños. Así
mismo, la teología de estos capítulos merecería ser evaluada. Ciertamente, persisten
tales tareas. Sin embargo, pienso que al menos he esbozado una respuesta para la
cuestión que me plantee: situar las visiones en su contexto social. Por ello, juzgo
adecuado que, por ahora, nos encaminemos a una conclusión.
Comencé por la pastoral. Fue mi referencia en el transcurso de la reflexión
sobre los capítulos 7-9. Retorno, pues, a la pastoral. Qué servicio podría prestar este
estudio a las comunidades cristianas que, en medio de los pobres, dan nuevo rostro
a las iglesias.
Propongo comenzar por la constatación de la distancia. Este ensayo no es ni
quiere ser un texto para ser leído en el encuentro del círculo bíblico, allí en la per-
iferia de la ciudad o entre los sin tierra. El no se presta para esa aplicación inmedi-
ata. Presupongo que el lector tenga sensibilidad para las cuestiones literarias. Prob-
ablemente, sólo quien esté habituado a la lectura alcanzará a valorar la relación entre
las tres últimas visiones y sus comentarios anexos. Además de esto, cuento con lec-
tores que estén ejercitados en la percepción de la diferencia entre el tributarismo y
el capitalismo. Estoy insistiendo en que no se apliquen de manera directa a nuestra
situación, textos formulados en ambientes socio-históricos muy diferentes. Por lo
tanto, este ensayo no es un reportaje de la reunión comunitaria. ¡Pero, ahí brotó y
allá remite! La solidaridad con los empobrecidos es, pues, la matriz de nuestra relec-
tura de las visiones. No me parece necesario explicitarlo. Es lo que se transpira a
cada paso. Las “cantoras” esclavas, el pequeño Jacob, el profeta de los pobres son,
claramente, la clave hermenéutica de este comentario a Am 7-9.
No obstante, no me parece que en la relectura bíblica sea suficiente el ser sol-
idario con las mujeres y los hombres empobrecidos. Igualmente decisivo es el modo
de leer. La sola intención y el propósito pueden evidenciarse como incompletos. El
método de lectura de la Biblia necesita estar ajustado al método de lectura y de
transformación de las condiciones a las cuales los pobres están siendo sometidos.
Los pobres se entienden cada vez más como empobrecidos y, en sus organizaciones,
muestran que recién el derrocamiento de las causas de su diaria pauperización será
capaz de transformar su situación. La lectura de la Biblia no podrá estar separada de
esta práctica de los oprimidos. Ella precisa estar inserta en el método de los pobres.
Justamente por eso insistí en situar las visiones de Amós en la práctica y en la utopía
del pequeño Jacob. Luego, la manera de leer la realidad y de transformarla y la man-
era de interpretar la Sagrada Escritura convergen. “La religión pura y sin mancha
para con nuestro Dios y Padre, es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus
tribulaciones, y, asimismo, guardarse incontaminado del mundo”. (Tg 1.27)
Ni la solidaridad, más bien intencionada, ni el método más afinado, bastan por
sí solos. Afirmar su suficiencia rayaría con la arrogancia. Y, en última instancia, la
solidaridad y el método no son los que sustentan y nutren las comunidades de las
mujeres y de los hombres oprimidos. Lo que las impulsa a resistir con tenacidad y a
avanzar con sabiduría, es la experiencia de Dios. En esta mística reside el secreto de
la insumisión. Es lo que a ojos sucede en nuestros días. La tarea primordial de la
relectura bíblica está conectada a esta experiencia de Dios. Textos como los capítu-
los 7-9 del libro de Amós ayudan a madurar el conocimiento del Yahvé que está con
el pequeño Jacob, “segado” por los reyes y en dificultad con las adversidades de la
naturaleza. Yahvé, él mismo como Creador y Liberador, es solidario con las “can-
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 89
toras”-esclavas, las viudas, los huérfanos, los pequeños. No hay nada más decisivo
que este testimonio respecto del Dios que ve y oye el clamor de su pueblo pisotea-
do.
Referencias bibliográficas
Evité las notas bibliográficas. Ahora al final, juzgo necesario indicar algunas
de las obras que fueron compañeras de jornada. Existe una valiosa bibliografía sobre
Amós. Cito algunos de los trabajos más recientes; en ellos está valorizada y consid-
erada la literatura más antigua. Dentro de los comentarios exegéticos, el más
exhaustivo y valioso continúa siendo el de Hans Walter WOLFF. “Dodekapropheton
2 Joel und Amos”, en: Biblischer Kommentar Altes Testament, Vol. 14/2.
Neukirchen, 1969. Existe traducción al inglés: “Joel and Amos”, en: Hermeneia.
Philadelphia,1977. En español se encuentra accesible una síntesis de este comen-
tario bajo el titulo: “La hora de Amós”, en Nueva Alianza, Vol.92. Salamanca,1984.
Importante también es el comentario de Wilhelm RUDOLPH. “Joel-Amos-Obakja-
Jona”, en Kommentar zum Alten Testament, Vol. 13/2. Gutersloh, 1971. Informa-
ciones exegéticas e históricas pueden ser obtenidas consultando otros estudios.
Reseño algunos: Georgio TOURN. Amós, profeta de la justicia. Buenos Aires,1978;
Nelson KIRST. “Amós, textos seleccionados”, en: Exegese, Vol. 1/1-2. São Leopol-
do,1981; J. A. MOTYER. O dia lo leao, a mensagem de Amós. São Paulo, 1984;
Milton SCHWANTES, Amós, meditaçoes e estudos. Sao Leopoldo,1987. Existe una
monografía reciente especializada en las visiones de Am 7-9: Gunter BARTCZEK.
“Prophetie und Vermittlung, zur literarischen analyse und theologischen interpreta-
tion der visionsberchte des Amos”, en Euro- paische hochschulschriften, Serie 23,
Vol.120. Frankfurt a. M.,1980. Para el análisis literario recurrí a Pablo Rubén AND-
INACH. “Amós: memoria y hermenéutica; análisis estructural y hermenéutica”, en
Revista Bíblica, año 45. Buenos Aires,1983, págs. 209-301. Introducciones al tribu-
tarismo se encuentran, por ejemplo, en: Francois HOUTART. “Religiao e modos de
producao pré-capitalistas”, en Pesquisa y projeto, Vol. l. São Paulo,1982; Philome-
na GEBRAN (ed.). “Conceito de modo de producao”, en: Pensamento crítico, Vol.
24. Rio de Janeiro, 1978.
JAVIER SARAVIA
Nicaragua en la Biblia
Trataré de compartir tres casos que me han hecho descubrir tres comparacio-
nes simbólicas de Nicaragua con personajes Bíblicos: Nicaragua sufre como la viu-
da de Naím, Nicaragua es como una nueva Judit y Nicaragua espera, como Mardo-
queo y Ester, celebrar la fiesta de la victoria.
piadoso escrito alrededor del año 150 aC. Hacía poco tiempo que los macabeos, de-
fendiendo su fe, sus costumbres y su patria habían vencido a los sirios comandados
por Antíoco IV. La Historia de Judit es una narración simbólica que ayudaba a sinte-
tizar y memorizar los hechos pasados y reavivar la esperanza de que cuando el pue-
blo es fiel a la ley, Dios siempre defenderá al pueblo en las situaciones de peligro.
Judit era una viuda que vivía en Betulia, aldea de las montañas. El ejército po-
derosísimo de los asirios quiere invadir Judá porque no les apoyó en su campaña
contra otro pueblo poderoso. Holofernes, uno de sus generales principales sitia Be-
tulia y pretende tomarla, arrasarla porque es un lugar estratégico para sus planes in-
vasores. Judit con valor, astucia y oración le corta la cabeza al jefe y así el pueblo
logra la victoria.
Leamos algunos textos directamente a la luz de lo que pasa en Nicaragua.
Despreciaron el mensaje de Nabucodonosor, rey de los asirios, y no quisieron ir con
él a la guerra, pues no le temían... Nabucodonosor experimentó una gran cólera con-
tra toda aquella tierra y juró por su trono y por su reino que tomaría venganza y pa-
saría a cuchillo...(Jd l,11-12).Acabado el consejo, Nabucodonosor rey de Asiria llamó
a Holofernes: Toma contigo hombres de valor... Marcha contra esa tierra.... Ordéna-
les que ponga a tu disposición tierra y agua, porque partiré airado contra ellos y cu-
briré toda la superficie de la tierra con los pies de mis soldados. Parte, pues, y comien-
za a apoderarte del territorio... Entrégalos a la muerte y al saqueo... Porque por mi vi-
da y por el poderío de mi reino, como lo he dicho, cumpliré por mi propia mano... (Jd
2,4-13). Se puso luego Holofernes en camino con todo su ejército... y para cubrir to-
da la superficie de la tierra de occidente con sus carros, sus caballos y sus mejores in-
fantes. Se le agregó una multitud tan numerosa...Desbarató.... devastó.... arrasó....
Cercó a todos los madianitas, incendió sus tiendas y saqueó... incendió todos sus cul-
tivos, exterminó sus rebaños... Temor y espanto de él cayó sobre todos los habitantes
del litoral (Jd 2, 14-28).
“Ordenó Holofernes, a todo su ejército y a todos los pueblos que iban como tropas
auxiliares, mover el campo CONTRA Betulia, ocupar los accesos de la montaña y co-
menzar las hostilidades contra los hijos de Israel (Jd 7,1). “Cuando los hijos de Israel
vieron su muchedumbre, quedaron sobrecogidos ‘...Estos van a arrasar toda la tierra.
Tomó cada cual su equipo de guerra... y permanecieron sobre las armas toda aquella
noche” (Jd 7,4). “Holofernes hizo desfilar toda su caballería... Inspeccionó todas las
subidas de la ciudad, reconoció las fuentes y las ocupó, dejando en ellas guarniciones
de soldados...” (Jd 7,6).
Y aconsejado por otros aliados deciden hacer una guerra de baja intensidad y
de bloqueo económico:
No pelees contra ellos en el orden de batalla acostumbrado... que tus siervos se apo-
deren de la fuente de agua... La sed los destruirá... serán consumidos por el hambre”
(Jd 7,11-15).
Los ánimos empezaron a flaquear ante el largo sitio y el abatimiento fue tra-
yendo desmoralización, falta de esperanza y división interna y criticaron a los jefes
por no haberse rendido:
Todo el pueblo, los adolescentes, las mujeres y los niños, se reunieron en tomo a
Ozías y a los jefes de la ciudad... habéis hecho una gran injusticia contra nosotros, por
haber hecho tentativas de paz con los asirios... Seremos sus esclavos pero salvaremos
la vida” (Jd 7,23).
Y cuando están a punto de capitular aparece JUDIT es decir “la Judía”, sím-
bolo del pueblo de Israel. Ella no acepta claudicar, y rendirse porque sabe que tie-
nen una posición estratégica y si ceden, vendrá la destrucción total para ellos y sus
hermanos.
Porque si de hecho se apodera de nosotros, caerá toda Judea... La muerte de nuestros
hermanos, la deportación de esta tierra y la devastación de nuestra heredad caerá so-
bre nuestra responsabilidad... Mostremos a nuestros hermanos que su vida depende
de nosotros y que sobre nosotros se apoyan las cosas sagradas. El templo y el altar
(Jd 8, 21-24).
JAVIER SARAVIA, Nicaragua en la Biblia 94
Judit les recuerda la historia de salvación del propio pueblo para animarlos.
Ellos piden una solución parcial: Piden a Dios que llueva para que ‘tengan con qué
beber’. Ella tiene un plan más radical. Y con fe, oración, valor, astucia, hermosura
y todos los medios posibles entra al campo enemigo y le arranca la cabeza a Holo-
fernes.
Nicaragua con su actitud heroica de resistencia, de defensa de la vida, de la
patria y de su libertad nos está conscientizando, nos está haciendo ver muchas co-
sas: La corrupción del sistema capitalista, nos está descubriéndola la verdad ante
tanta mentira, engaño, desinformación, control y manipulación de los medios de co-
municación social para defender sus intereses egoístas, su ‘seguridad nacional’. No
sólo está desenmascarando al enemigo con sus proyectos de muerte, sino que esta
situación va haciendo que caigan caretas y máscaras y el mismo sistema capitalista
se va hundiendo, pudriendo en su miseria. El poder, los poderosos han perdido la ca-
beza.
“El Señor le ha herido por medio de mano de mujer. Vive el Señor” (Jd 13,15-
16).“Bendita seas, hija del Dios Altísimo más que todas las mujeres de la tierra... Y
bendito sea al Dios Creador, el Señor, creador del cielo y de la tierra... Jamás la con-
fianza que tú has manifestado faltará en el corazón de los hombres... porque no vaci-
laste en exponer tu vida a causa de la humillación de nuestra causa. Detuviste nues-
tra ruina procediendo rectamente ante nuestro Dios’ Todo el pueblo respondió:
AMEN” (Jd 13,18-20).
TRABAJA EN PROPAGAR
LA BUENA NOTICIA
“Trabaja en propagar la buena noticia y desempeña
bien tu servicio” (2 Tim 4,5)
La Buena Noticia que Jesús viene a anunciar a los pobres son hechos de trans-
formación profunda.
Y cuando le preguntan si es el que tenía que venir o esperar a otro, responde:
Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les
anuncia la buena noticia (Lc 7, 22).
La frase final no se añade a las anteriores, sino que las resume. Nuevamente
está clara la referencia a hechos de salvación. Mateo resume en forma parecida la
actividad de Jesús:
“Jesús recorría Galilea entera, enseñando en aquellas sinagogas, proclamando la bue-
na noticia del Reino y curando todo achaque y enfermedad del pueblo” (Mt 4, 23; 9,
35).
Un mal camino
Al hablar de buena noticia, ¿a qué hechos de transformación profunda pode-
mos hacer referencia?
J.P. WYSSENBACH, Trabaja en propagar la Buena Noticia 98
¿Una limosna a un pobre, una ayuda en comida, un buen consejo al que lo ne-
cesita, una visita a un enfermo, a un preso, una obra de misericordia individual? Cla-
ro que se trata de auténticas manifestaciones dc vida cristiana. Pero, ¿Cristo no es-
pera más de nosotros? ¿No podemos hacer más?
En lo económico el sistema capitalista permite algunas uniones y cooperati-
vas de consumo donde los precios de compra se mantienen algo más bajos por las
horas de trabajo no retribuidos que aportan algunos miembros más desinteresados.
Hasta que se agotan. Pero si se intenta una cooperativa de producción tropezará con
los amos del mercado.
En lo político, los partidos políticos nos dejarán reunirnos a rezar y hablar. Pe-
ro no nos permitirán tener una asociación de vecinos ni un sindicato independiente,
ni mucho menos escoger nuestros representantes independientemente de ellos. La
burocracia se ríe de los reclamos populares por los servicios públicos.
En lo educativo no parece fácil dinamizar las sociedades de padres y repre-
sentantes de alumnos y estudiantes. ¿Será que los adultos tienen una cierta insegu-
ridad por su más bajo nivel de estudios? No hay esperanza de poder hacerse oír se-
riamente en los medios de incomunicación social masiva.
La interpretación de la Buena Noticia aparece como algo bien difícil. Pero
tengo vagamente la sospecha de que si podemos publicar tranquilamente diez mil li-
bros o artículos al año de interpretación bíblica sin hacer un mundo más humano, no
caminamos en la buena dirección.
Un buen camino
Yo no soy el genio que va a anunciar el buen camino de la interpretación cris-
tiana. Simplemente siento que para los intérpretes de la Biblia, para los exégetas,
también valen las parábolas del Buen Samaritano y del Juicio Final. Que también en
nosotros se van a fijar si pasamos de largo junto al herido, los millones de heridos
de hoy—o si nos acercamos a él y lo curamos. También a nosotros nos van a decir
si al hambriento—los millones de hambrientos de hoy les dimos de comer o les en-
señamos a leer.
No tengo ni autoridad ni intención de erigirme en juez de nadie. Pero me
preocupa muy seriamente si todos los libros de exégesis científica que los estudian-
tes tenemos que leer nos llevan por el buen camino o nos llevan por el lado del ca-
mino donde no está Cristo.
Tengo la suerte de estar con un grupo de jóvenes que ayudan a sus compañe-
ros en los estudios, juegos, deporte, cultura, fe. Pocas veces explicitan su dimensión
cristiana. Pero en el fondo, ¿no están siendo portadores de la buena noticia del amor,
la fe, la esperanza?
Tengo la suerte de vivir en un país con numerosas religiosas y gente consa-
grada que está al lado del pueblo. Con grandes yacimientos de buena voluntad. Es
como una semilla. Pero ¿dónde están las plantas? ¿Dónde está ese árbol de mostaza
en el que se cobijan los pájaros? Esta preocupación, ¿no tiene que ver con la inter-
pretación bíblica, con la exégesis? ¿Es una preocupación pastoral pero no científi-
ca?
En un país intentan hacer una sociedad menos inhumana, y enseguida les lan-
zamos minas, bombas y condenas. Y esa situación, ¿no tiene que ver con la procla-
REVISTA DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA LATINOAMERICANA, No. 1 99