Plan de Pago de Deuda Previsional Del Frente de Todos

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PLAN DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL

CAPÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES

ARTÍCULO 1º.- Créase el “PLAN DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL” que tendrá


como objeto el ingreso de aportes previsionales por parte de personas físicas para
el acceso a las prestaciones previsionales, en las condiciones que se establecen
por la presente ley.

ARTÍCULO 2º.- El “PLAN DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL” se conformará


con:
a) La “UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL”, conforme las
disposiciones contenidas en el Capítulo II de la presente ley.
b) La “UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES PREVISIONALES PARA
TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD”, conforme las
disposiciones contenidas en el Capítulo III de la presente ley.

ARTÍCULO 3º.- Establécese que los períodos a incluir en el presente Plan


comprenderán lapsos que, en el caso del inciso a) del artículo 2º, sean anteriores a
diciembre del año 2008 inclusive y, en el caso del inciso b), sean anteriores al 31 de
marzo de 2012, siempre que la persona solicitante no haya prestado servicios bajo
relación de dependencia registrada y/o en carácter de autónomo/a y/o
monotributista.

CAPÍTULO II
UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL
ARTÍCULO 4º.- La UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL creada por la
presente podrá ser adquirida por las personas y por las y los derechohabientes del
o la causante en el caso de pensión por fallecimiento y regirá por el término de dos
(2) años contados a partir de la fecha de su entrada en vigencia, pudiendo ser
prorrogado por igual período.

ARTÍCULO 5º.- Aquellas personas que hayan cumplido a la fecha, o que cumplan
la edad jubilatoria prevista en el artículo 19 de la Ley Nº 24.241 dentro del plazo de
dos (2) años desde la vigencia de la presente, podrán acceder a la “UNIDAD DE
PAGO DE DEUDA PREVISIONAL” conforme el régimen establecido en la presente
ley y solicitar las prestaciones instituidas en los incisos a), b), c), d), e) y f) del artículo
17 de la Ley Nº 24.241 y sus modificatorias.
De igual modo, tendrán derecho a adquirir la UNIDAD DE PAGO DE DEUDA
PREVISIONAL aquellas y aquellos derechohabientes previsionales mencionados
en el artículo 53 de la Ley Nº 24.241 y sus modificatorias, siempre que existiera
inscripción previa de la o del causante al deceso como afiliado o afiliada al Sistema
Integrado Previsional Argentino (SIPA), formalizada y registrada ante la
ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES) o LA
ADMINISTRACIÓN FEDERAL DE INGRESOS PÚBLICOS (AFIP), según el período
que corresponda.

ARTÍCULO 6º.- Para acceder a la UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL


será necesario:
a) Haber cumplido la edad jubilatoria establecida en el artículo 19 de la Ley Nº
24.241; sus complementarias y modificatorias;
b) Haber residido en el país y no haberse encontrado prestando servicios bajo
relación de dependencia o en carácter de autónomo/a y/o monotributista,
durante el período por el que se pretende adquirir las UNIDAD DE PAGO DE
DEUDA PREVISIONAL.
Establécese que cada UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL representa
un mes de servicios y aquellas personas que cumplan los requisitos establecidos
en el presente artículo, podrán adquirir la totalidad de las UNIDADES DE PAGO DE
DEUDA PREVISIONAL que resulten necesarias para acceder a la prestación
previsional correspondiente.
ARTÍCULO 7º.- La UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL será
considerada al único fin de acreditar el mínimo de servicios necesarios para el logro
de la Prestación Básica Universal (PBU).

ARTÍCULO 8º.- El valor de la UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL será


equivalente a un valor del VEINTINUEVE POR CIENTO (29%) de la base mínima
imponible de la remuneración establecida por el artículo 9 de la Ley Nº 24.241 y sus
modificatorias, vigente a la fecha de la solicitud de la prestación previsional,
independientemente del período al que se aplique.

ARTÍCULO 9º.- Las UNIDADES DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL adquiridas


podrán cancelarse en cuotas mensuales, que no podrán superar un máximo de
ciento veinte (120), y la ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD
SOCIAL (ANSES) será el organismo encargado de establecer los parámetros
objetivos para el acceso a las mismas en base a la cantidad de meses necesarios
para acceder a las prestaciones previsionales y a evaluaciones patrimoniales o
socioeconómicas objetivas que se determinen en la reglamentación.
La cancelación de la deuda por la adquisición de UNIDADES DE PAGO DE DEUDA
PREVISIONAL será efectuada en la forma y condiciones que establezca la
ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES) en conjunto
con la ADMINISTRACION FEDERAL DE INGRESOS PUBLICOS (AFIP). En todos
los casos la ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES)
actuará como agente de retención respecto de los fondos que deben ser derivados
a la ADMINISTRACIÓN FEDERAL DE INGRESOS PÚBLICOS (AFIP).

ARTÍCULO 10.- Las cuotas incluidas en el Plan de Pagos, previa aceptación por
parte de la persona solicitante, serán descontadas por la ADMINISTRACIÓN
NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES) de manera directa del haber
jubilatorio que se obtenga a través del presente Programa, mediante el
procedimiento que establezca la reglamentación y sujetas a la movilidad establecida
por el artículo 32 de la Ley Nº 24.241 y sus modificatorias.

ARTÍCULO 11.- La fecha inicial de pago de las prestaciones que se otorguen por
aplicación de la presente ley, será aquella correspondiente a la fecha de solicitud,
siempre que se cumpla con el resto de los requisitos necesarios para acceder de
ellas.

ARTÍCULO 12.- El beneficio previsional obtenido por el presente Plan resulta


incompatible con el goce de otra prestación previsional de cualquier naturaleza
(contributiva o no contributiva), incluyendo retiros y planes sociales, salvo en el caso
en que la única prestación que la o el titular perciba a la fecha de solicitud fuera
contributiva y su importe no supere el importe equivalente a una jubilación mínima
vigente a la fecha de solicitud de la prestación.
Si la o el solicitante percibiera un ingreso incompatible con la prestación previsional
que se otorga mediante la consideración de servicios incluidos en el presente Plan,
deberá requerir la baja de la prestación, retiro o plan previo que percibe para poder
acceder al Programa aprobado por la presente.

ARTÍCULO 13.- Todas aquellas personas que se hayan acogido a programas de


regularización de aportes anteriores y que no hayan cancelado la totalidad de las
cuotas antes del 31 de diciembre de 2021, no podrán acceder al “PLAN DE PAGO
DE DEUDA PREVISIONAL” creado por la presente.

ARTÍCULO 14.- La ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL


(ANSES) será la autoridad de aplicación para todo lo concerniente al registro y
cómputo de los períodos incluidos como UNIDADES DE PAGO DE DEUDA
PREVISIONAL.

CAPÍTULO III
UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES PREVISIONALES PARA
TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD

ARTÍCULO 15.- Créase la UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES


PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD
que tendrá como finalidad computar como servicios para el acceso a las
prestaciones previsionales en aquellos períodos en los que la persona no haya
prestado servicios bajo relación de dependencia registrada y/o en carácter de
autónomo/a y/o monotributista y siempre que dicho período no fuera posterior al
establecido en el artículo 3° de la presente.

ARTÍCULO 16.- Para acceder a la UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES


PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD
será necesario:
a) Ser mayor de 50 años la mujer y 55 el hombre y menor de 60 años la mujer
y 65 años el hombre;
b) Acreditar ingresos que permitan la justificación del pago de la Unidad,
conforme lo establezca la reglamentación pertinente.
c) Haber residido en el país y no haberse encontrado prestando servicios bajo
relación de dependencia registrada o en carácter de autónomo/a y/o
monotributista en el período que se pretende adquirir la UNIDAD DE
CANCELACIÓN DE APORTES PREVISIONALES PARA TRABAJADORES
Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD, contando desde los 18 años y hasta la
fecha establecida en el artículo 3º de la presente.

ARTÍCULO 17.- La UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES PREVISIONALES


PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD tendrá un valor del
VEINTINUEVE POR CIENTO (29%) de la base mínima imponible de remuneración
establecida por el artículo 9° de la Ley Nº 24.241 y sus modificatorias, y se
computará como un mes de servicio para el cómputo de la Prestación Básica
Universal (PBU), correspondiente al período que fuera imputado, el cual será
registrado en la historia laboral del ciudadano o de la ciudadana.

ARTÍCULO 18.- El valor de UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES


PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD se
considerará al valor del mes en el que se abona efectivamente, independientemente
del período al que se aplique.
El mismo será de pago voluntario, pudiendo pagarse del primer al último día del mes
de adquisición del mismo.
Para el caso en que la persona formulara una solicitud para el pago de la UNIDAD
y ésta no fuera abonada durante el transcurso del mes en el que fuera adquirido, la
misma quedará sin efecto y no generará deuda alguna al requirente.
ARTÍCULO 19.- La adquisición de las UNIDADES DE CANCELACIÓN DE
APORTES PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN
ACTIVIDAD será efectuada en la forma y condiciones que establezca la
ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES) en conjunto
con la ADMINISTRACION FEDERAL DE INGRESOS PUBLICOS (AFIP) a fines de
registrar los mismos en los sistemas correspondientes.

ARTÍCULO 20.- La ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL


(ANSES) será la autoridad de aplicación para todo lo concerniente al cómputo de
los períodos regularizados a través de la UNIDAD DE CANCELACIÓN DE
APORTES PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN
ACTIVIDAD.

CAPÍTULO IV
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

ARTÍCULO 21.- Para la determinación de la condición de aportante prevista en el


artículo 95 de la Ley N° 24.241 y la aplicación de las previsiones del Decreto N°
1120/94 (redacción sustituida por el Decreto Nº 460/99), se podrán considerar
servicios reconocidos por el presente Plan sólo en el supuesto que las trabajadoras
y los trabajadores acrediten el mínimo de años de servicios con aportes exigidos en
el régimen común o diferencial en que se encuentren incluidos para acceder a la
Prestación Básica Universal (PBU), en cuyo caso se considerará aportante regular.
Asimismo, se considerará aportante irregular con derecho quien acredite doce (12)
meses de aportes dentro de los sesenta (60) meses anteriores a la fecha de solicitud
del retiro por invalidez o la fecha de fallecimiento del afiliado en actividad, siempre
que acredite el CINCUENTA POR CIENTO (50%) del mínimo de años exigido para
el goce de la Prestación Básica Universal (PBU).
Del mismo modo podrán utilizarse servicios reconocidos en el presente Plan para
acreditar el cincuenta por ciento (50%) del mínimo de años exigido por el régimen
común o diferencial para acceder a la Prestación Básica Universal, para ser
considerado aportante irregular con derecho.
ARTÍCULO 22.- La recaudación que resulte de la adquisición, por parte de las
personas, de la UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL y de la UNIDAD DE
CANCELACIÓN DE APORTES PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y
TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD correspondientes al PLAN DE PAGO DE
DEUDA PREVISIONAL será imputada a APORTES PREVISIONALES para
financiar a la ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL
(ANSES).

ARTÍCULO 23.- El Poder Ejecutivo, en el plazo de noventa (90) días a partir de la


entrada en vigencia de la presente Ley deberá proceder a su reglamentación.

ARTÍCULO 24.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.


FUNDAMENTOS

Señora Presidenta:
Tengo el agrado de dirigirme a usted para poner a consideración un Plan de
Pago de Deuda de Aportes Previsionales que permita consolidar una política
sustentable, de corto y mediano plazo para solucionar una problemática que afecta
a nuestra ciudadanía y que arrojaría a la desprotección y la vulnerabilidad en la
vejez a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras en el futuro cercano.
De aprobarse esta iniciativa, estaremos dando un paso muy importante para
dotar de previsibilidad a las ciudadanas y ciudadanos, a la vez que fortaleceremos
nuestro sistema previsional al reforzar el principio de la contributividad, conjugado
con el objetivo inclaudicable de alcanzar la universalidad en materia previsional.
Las políticas de seguridad social resultan un instrumento central dentro de
las herramientas con las que cuenta el Estado para garantizar el bienestar de su
población y, dentro de ellas, el componente previsional se torna de especial
relevancia, en tanto se trata del instrumento que permite que las personas mayores
afronten la contingencia de la vejez con seguridad de ingresos.
Argentina ha logrado en los pasados 15 años -y gracias a la implementación
de políticas de inclusión muy efectivas como las moratorias de la Ley 25.994 y del
Decreto 1054/05 de la Presidencia de Néstor Kirchner o la de la Ley 26.970 durante
la Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner- una sólida cobertura de seguridad
social. Entre los instrumentos jurídicos que orientan a garantizar la cobertura de
seguridad social como derecho se destacan, además del artículo 14 Bis de la
Constitución Nacional, la incorporación en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución
Nacional del conjunto de Declaraciones, Tratados y Pactos Internacionales sobre
Derechos Humanos; y, específicamente en materia de Seguridad Social, la más
reciente Ley 26.678 del año 2011, a través de la cual nuestro país ratificó el
Convenio N°102 de la OIT.
Más allá de este desempeño alcanzado, el nivel de cobertura no ha sido
siempre tan extendido y, en la actualidad, nos encontramos ante el inminente riesgo
de comenzar a experimentar un descenso abrupto de las tasas de cobertura
jubilatoria.
Lo que define la capacidad de cobertura de los sistemas previsionales es el
alcance de la protección respecto de la población definida (Mesa Lago, 2004). En
sistemas previsionales como el argentino, la cobertura abarca dos etapas diferentes
del ciclo de vida de las personas: una, mientras se encuentran en su etapa
laboralmente activa; y la otra, cuando el trabajador o la trabajadora ha alcanzado la
edad definida como la edad legal de retiro. En esta última etapa, es cuando se ponen
a prueba los efectos acumulados de las condiciones de cobertura en la etapa activa,
dado que, una vez alcanzada la edad para que el trabajador o trabajadora pueda
retirarse del mercado de trabajo, se espera que pueda remplazar sus ingresos por
una prestación monetaria que, en nuestro país, conocemos como jubilación.
Para poder jubilarse en Argentina en el régimen general del Sistema
Integrado Previsional Argentino y regido por la Ley 24.241, modificatorias y
complementarias, las personas deben alcanzar una cierta edad (65 años los
varones y 60 las mujeres) y deben acumular un mínimo de 30 años de servicios con
aportes. Es decir, las personas deben llegar a la edad de retiro con una robusta
trayectoria ya cumplida de trabajo registrado.
Sin embargo, nuestro país -al igual que otros de la región- ha atravesado
importantísimas crisis socioeconómicas y del mercado de trabajo que hacen que, a
lo largo de la historia laboral de las personas, para muchos y muchas, sea muy
dificultoso poder alcanzar el requisito de 30 años de servicios con aportes.
Hasta mediados de la década del setenta, Argentina consolidó un modelo de
desarrollo basado en la industrialización sustitutiva, con mayores niveles de trabajo
asalariado que el resto de América Latina, con incremento del acceso a la seguridad
social y bajas tasas de desempleo, pobreza y exclusión social. A partir del golpe de
Estado de 1976, la dictadura cívico militar instauró un modelo económico basado
en la valorización financiera y la actividad primaria, generando un proceso de
deslocalización, subcontratación y tercerización que deterioraron las condiciones
laborales y de bienestar de la población. A partir de entonces, comenzó la
ampliación del sector informal urbano, tendencia que se hizo más marcada durante
el periodo de convertibilidad durante toda la década del noventa y hasta la crisis de
2001 cuando, además, las instituciones laborales se debilitaron, se flexibilizaron los
derechos laborales y se transformó la estructura productiva en detrimento de la
actividad industrial, con informalidad, desempleo, subocupación y precarización
(CEPAL, 2021).
Las políticas de corte neoliberal de los años noventa tuvieron un alto costo
social, dejando la marca indeleble de la desocupación y la informalidad como
problemas estructurales del período.
La informalidad laboral se define por el no registro del trabajo asalariado por
parte del empleador y la no inscripción ante la seguridad social de quienes trabajan
en forma independiente. Se trata de un fenómeno complejo y multidimensional cuya
persistencia puede verificarse, incluso, en etapas de crecimiento económico y
recuperación del empleo.
La OIT (Bertranou y Casanova, 2014) analiza la problemática de la
informalidad como un fenómeno estructural del mercado de trabajo en Argentina.
Entre sus consecuencias se encuentra la desprotección de las trabajadoras y los
trabajadores frente a diversos riesgos sociales, como pueden ser los accidentes
laborales, el desempleo y la pobreza en la vejez, entre otros. A nivel más agregado,
la informalidad laboral afecta a la equidad, la eficiencia y la capacidad del Estado
para recaudar recursos, sostener el alcance de la seguridad social, la productividad
y el crecimiento.
Las nuevas políticas macroeconómicas implementadas a partir de 2003
transformaron el patrón de generación de empleo, favoreciendo la creación de
puestos formales, derogando la flexibilización laboral con la sanción de la Ley
25.877, reactivando el Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil y las paritarias,
implementando el Plan Nacional de Regularización del Trabajo, entre otras muchas
medidas.
A pesar de las notables y persistentes mejorías del mercado de trabajo
evidenciadas a partir del año 2003 y hasta 2015, las marcas de las condiciones
previas ya se habían acumulado en las historias laborales de quienes hoy están
cumpliendo su edad de jubilación.
A través de las historias laborales puede darse cuenta de la densidad de
aportes de las personas a lo largo de su vida activa. Según el Boletín Estadístico de
la Seguridad Social (BESS, diciembre 2021), entre 1995 y 2020, las personas
aportantes cotizaron, en promedio, durante 9,62 meses al año. Sin embargo,
cuando se analiza esta densidad de aportes por sub-períodos, se observa que, entre
1995 y 2003, ese promedio fue de 9,30 y que, entre 2004 y 2015, fue de 9,72.
Debido a la acumulación de dificultades laborales en diferentes trayectos de
las biografías de las y los trabajadores, al observarse la densidad de cotizaciones
con la que las personas actualmente alcanzan la edad jubilatoria, los datos de la
seguridad social arrojan que, en lo que queda del año 2022, solamente 1 de cada
10 mujeres y 3 de cada 10 varones estarán en condiciones de cumplir con el
requisito mínimo de 30 años de servicios con aportes. Como resulta evidente, este
escenario –aunque vaya progresivamente mejorando por los efectos de pasadas
mejorías del mercado de trabajo- tendrá persistencia a lo largo de los próximos años
ya que, como ha sido dicho, las posibilidades de acceder a una jubilación están
altamente afectadas por un ciclo de más de 30 años de contracciones recurrentes
del mercado de trabajo.
Esta situación de larga data configuró el mercado laboral y
consecuentemente las trayectorias laborales de las personas en edad de trabajar,
y por eso en Argentina, desde el año 2005, se han implementado políticas públicas
de alto impacto en materia de inclusión previsional que permitieron que las personas
que no acumulaban la totalidad de aportes, pudieran saldar los períodos faltantes a
través de modalidades de regularización de pago. El primero de estos planes fue a
partir de la sanción de Ley 25.994 de diciembre de 2004 y los decretos 164/04 y
1454/05 en la Presidencia de Néstor Kirchner, que le dieron carácter permanente al
régimen de regularización de la Ley 24.476 y permitieron a las personas cancelar
su deuda de aportes en cuotas. El segundo Plan de Inclusión Previsional, durante
la Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, fue en el año 2014, con la sanción
de la Ley 26.970.
Las moratorias previsionales de 2005 y 2014 atendieron la situación
problemática de las personas mayores que no habían podido completar sus
historias laborales contributivas, poniendo en igualdad de condiciones a las
trabajadoras y los trabajadores en cuanto al derecho a acceder a una jubilación
digna, pudiendo declarar y aportar a partir de este mecanismo de regularización por
períodos discontinuos de su historia laboral.
Estas políticas de inclusión previsional permitieron que, al día de hoy, haya
vigentes más de 3,6 millones de beneficios previsionales que se obtuvieron gracias
a este mecanismo de regularización.
Como menciona el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en un informe
del año 2013, un buen sistema previsional, con amplia cobertura, permite que la
pobreza en la vejez disminuya de manera notable. En ese sentido, resulta oportuno
recordar el fuerte impacto que tuvieron los planes de inclusión previsional en materia
de mejora de las condiciones de vida de las personas mayores, en especial, de
aquellas pertenecientes a los estratos más desventajados. Diferentes estudios dan
cuenta de que el incremento de la cobertura previsional (a niveles prácticamente
universales) como consecuencia de las moratorias, ocasionó una caída en la
incidencia de la pobreza entre las personas mayores. A su vez, esto tuvo impactos
positivos sobre todos los miembros del hogar, al verificarse que la incidencia de la
pobreza fue menor en los hogares con presencia de personas mayores que en
aquellos en que no los había. Es decir, las personas mayores, a través de sus
jubilaciones y pensiones, contribuyen a mejorar las condiciones económicas del
hogar, particularmente las de aquellos de menores recursos (Rofman, R. y Oliveri,
L., 2012; Calabria, A.; Calero, A; D'Elia, V., Gaiada, J., Rottenschweiler, S., 2012;
Tinoboras, C., 2018; Paz, J. y Arévalo, C., 2019).
Asimismo, a raíz de que las mujeres tienen mayores dificultades para
acumular períodos de servicios con aportes que los varones por las brechas de
género derivadas del mercado de trabajo, estas moratorias tuvieron, además, un
importante efecto de género. El 74% de las prestaciones previsionales obtenidas a
través de moratorias corresponde a mujeres y, por su parte, alrededor del 77% del
total de las mujeres jubiladas, lo pudieron hacer gracias a cancelar períodos por
estos planes de regularización.
Es importante destacar la impronta que han tenido las moratorias
previsionales como políticas públicas que, además de reforzar el principio de la
seguridad social como un derecho y como una garantía para afrontar la contingencia
de la vejez, lo han hecho sin fragmentar ni generar nuevos componentes no
contributivos del sistema previsional. Muy por el contrario, las moratorias han
priorizado la inclusión a través del Régimen General, previendo herramientas que
permitieran a las personas cancelar la deuda ocasionada por los períodos faltantes
que no habían sido aportados al momento de la vida laboral activa y que, en gran
medida, se explican por las condiciones estructurales que, ya se dijo, han
atravesado estas personas y que no dependieron de su voluntad.
De no haberse implementado las diversas moratorias previsionales que
estuvieron vigentes en distintos períodos desde 2005 no hubiese sido posible
alcanzar los altos niveles de cobertura previsional y que destacan al sistema
argentino, no solo a nivel regional sino también a nivel mundial.
Las diferentes etapas de los Planes de Inclusión previsional no pueden ser
analizadas por fuera de la implementación de un nuevo paradigma en materia de
seguridad social a partir del año 2003, de manera consecuente con un modelo de
desarrollo basado en la producción, el trabajo y la inclusión social. Tal vez el punto
más importante de este nuevo paradigma para la seguridad social haya sido la
sanción de la Ley 26.425 del año 2008, que dio nacimiento al SIPA y recuperó el
principio de integralidad, solidaridad y reparto, re-unificando el sistema previsional
en un solo régimen de administración estatal, generando un sistema de coberturas
sólido y sustentable en el tiempo. Otro hito fundante de un sistema de seguridad
social sólido y garante de derechos fue la sanción de la Ley 26.417 de movilidad
jubilatoria, que permitió el crecimiento real de las jubilaciones y pensiones a lo largo
del tiempo garantizando que las personas mayores recuperaran la dignidad de sus
ingresos después de toda una vida de trabajo.
Argentina llegó a tener niveles de cobertura previsional récord en la región y,
hacia diciembre de 2015, los haberes previsionales eran, en términos reales, los
más altos de América Latina, algo que fue reconocido por el propio Banco Mundial
en su momento.
El proceso de inclusión e incremento de ingresos reales de las personas
mayores se interrumpió a partir del cambio de gobierno en 2016 con un drástico
viraje en las políticas públicas de seguridad social, que produjeron mayor
desigualdad y discontinuaron o desaceleraron las medidas que permitían regularizar
períodos de aportes a las personas que no alcanzaban una trayectoria contributiva
completa al contar con la edad jubilatoria.
En el año 2016 fue sancionada la Ley 27.260 en la que se creó la Pensión
Universal para el Adulto Mayor (PUAM). Esta pensión no contributiva, buscó
remplazar la herramienta de las moratorias previsionales. Otorga una prestación del
80% del haber mínimo y refleja la imposibilidad por parte de las personas mayores
de reconocer los años de trabajo registrados que hayan acumulado cuando estos
no llegan a 30. Tampoco permite a las personas la oportunidad de hacer, aunque
sea de manera extemporánea, el esfuerzo contributivo para regularizar los años de
trabajo oportunamente no registrados. En relación a esto, cabe destacar que cerca
del 73% de las PUAM vigentes a marzo de 2022, cuenta con registros de aportes
en el SIPA a partir de 1994.
Un Estado preocupado por el bien común debe orientarse en la búsqueda de
recuperar coberturas universales y de calidad en materia de seguridad social,
garantizando derechos y promoviendo la generación de oportunidades para que las
personas puedan tomar participación activa y aspirar a un futuro mejor. Para ello
resulta indispensable la construcción de instrumentos de política pública a partir de
la inteligencia institucional, la buena administración, la empatía y el compromiso.
Actualmente, hay dos moratorias vigentes: la Ley 24.476 y la Ley 26.970 que
permiten que las trabajadoras y los trabajadores que han sido víctimas en el pasado
de prácticas laborales desfavorables y del flagelo de la desocupación, puedan
revertir esa situación al momento de la vejez a partir de cancelar la deuda de aportes
previsionales. La moratoria de la Ley 24.476, es permanente y permite a varones y
mujeres regularizar aportes por años trabajados entre el 1° de enero de 1955 y el
30 de septiembre de 1993. Esto significa que un varón que en 2022 cumple 65 años
de edad, en caso de necesitar, puede regularizar solamente 18 años de aportes
hasta septiembre de 1993 y deberá acreditar, al menos, otros 12 años de aportes
desde septiembre de 1993 en adelante. El período en que la persona debe tener
aportes realizados coincide con el período de mayores niveles de desocupación e
informalidad en la historia reciente de nuestro país. Por su parte, peores
posibilidades otorga a las mujeres, que deberán contar con, al menos, 17 años de
aportes posteriores a septiembre de 1993.
La segunda moratoria aún vigente, es la correspondiente a la Ley N° 26.970
del año 2014. Esta puede ser utilizada solo por mujeres de entre 60 y 64 años y
permite regularizar períodos de aportes desde los 18 años de edad de la solicitante
y hasta diciembre del año 2003.
Estas dos leyes vienen experimentando un proceso de agotamiento paulatino
a raíz de la fecha de corte de los períodos que permiten regularizar, lo que explica,
en gran media, la tendencia descendente en la cantidad de altas por jubilación entre
2016 y 2020, tendencia que se revierte en 2021 por la implementación del Decreto
475/21 de Reconocimiento de Aportes por Tareas de Cuidado por el cual más de
125.000 mujeres pudieron completar los requisitos para poder jubilarse.
A pesar del agotamiento mencionado, la Ley 26.970 es la vía a través de la
cual se genera la mayor cantidad de altas jubilatorias aún en la actualidad. Si se
consideran las altas de jubilación promedio de los primeros tres meses del año
2022, el 65 % de ellas recurrió a alguna de las dos moratorias para poder realizar el
trámite. Por su parte, de todas las jubilaciones por moratoria, el 74% se concretó a
través de la Ley N° 26.970.
La situación general de agotamiento de las moratorias resulta alarmante ante
la expectativa de sostener los niveles de cobertura en el tiempo. El inminente cierre
total de la Ley 26.970 en el mes de julio de 2022, imprime aún mayor urgencia a la
necesidad de un abordaje integral de esta temática.
Sin una nueva medida de regularización de aportes previsionales, la
cobertura jubilatoria en nuestro país caería brusca y notablemente. Así se
desprende del análisis de la cantidad de aportes de las personas que estarán
cumpliendo la edad de retiro en lo inmediato, siendo que apenas entre un 30% y un
37% de los varones de 64 años y entre un 12% y un 25% de las mujeres de 59
llegarán a la edad con el requisito cumplido de los 30 años de servicios con aportes.
Por su parte, un 27% de los varones y un 22% de las mujeres deberían regularizar
entre 5 y 19 años faltantes de aportes, mientras que el resto, debe regularizar más
de 20 años de servicios para poder jubilarse.
Extendiendo el análisis de la densidad de aportes a personas que aún están
a unos años de cumplir la edad de retiro, aunque se comienzan a mostrar signos de
leve mejoría, también puede detectarse la dificultad de acumulación de períodos
contributivos suficientes para llegar a la edad de 60 las mujeres y 65 los varones
con los 30 años de servicios con aportes.
Para las mujeres de 50 a 58 años y los varones de 55 a 63 años, se advierte
que un 24% de las mujeres y un 12% de los varones no cuentan con aportes
registrados en la actualidad y que un 47% de las mujeres y un 37% de los varones
tienen apenas entre 1 y 15 años de períodos con aportes registrados, por lo que,
aun suponiendo que mantuvieran las mejores condiciones en lo que resta de sus
trayectorias laborales, no podrían alcanzar los 30 años de servicios con aportes
requeridos.

Esta mirada de más largo alcance da cuenta de la necesidad de implementar


medidas que no solamente respondan a la situación de mayor urgencia, sino que,
además, tengan un alcance de mediano plazo y permitan torcer un destino que, con
suficiente antelación, ya podemos saber que arrojará a las trabajadoras y
trabajadores a condiciones futuras de exclusión o precariedad al momento de su
vejez.
¿Qué ocurriría si no se toman medidas al respecto?
Solamente la implementación de un nuevo mecanismo que permita
regularizar años de aportes faltantes, podría evitar que la mayoría de los hombres
y mujeres tengan como destino obligado el acceso a la Pensión Universal del Adulto
Mayor (PUAM), a pesar de contar con parte de sus trayectorias pasadas con
aportes. La PUAM, no solamente otorga un haber menor en un 20% al haber
mínimo, sino que, además, no genera derecho a pensión; y dado que la edad
mínima para acceder es a los 65 años, en el caso de las mujeres implica una espera
de 5 años más respecto de la edad jubilatoria (60 años), generando una gran
demora en el acceso a un beneficio pleno que debería serles garantizado.
Como se ha argumentado, las condiciones de acceso al derecho a la
jubilación tienen una relación directa con las trayectorias laborales de las personas
a lo largo del tiempo y, por lo tanto, con el funcionamiento del mercado de trabajo.
Asimismo, el buen funcionamiento del mercado de trabajo es un requisito
indispensable para la solvencia de un sistema de reparto y solidaridad
intergeneracional como es el SIPA.
En ese sentido, cabe destacar que en el contexto crítico de la pandemia que
azotó a nuestro país y al mundo desde principios del año 2020, se han puesto en
marcha un abanico de políticas públicas de protección de los puestos de trabajo
como la prohibición de efectuar despidos o suspensiones sin justa causa y por las
causales de falta y disminución de trabajo y fuerza mayor (Decreto 329/20 y sus
sucesivas prórrogas hasta el 31/12/2021); el Programa de Asistencia de
Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), que alcanzó a más de 3 millones de
personas empleadas en alrededor de 314.000 empresas; o el Programa de
Recuperación Productiva (REPRO II) que durante 2021 dio continuidad al ATP y
que acompañó y protegió el empleo de más de 965.000 trabajadores y trabajadoras
pertenecientes a más de 130.000 empresas durante todo ese año y sigue vigente
durante 2022.
Después de atravesar dos años de la pandemia de COVID, que sucedieron
a la contracción económica de 3 de los 4 años del gobierno de Mauricio Macri, los
datos estadísticos muestran una importante recuperación de las variables
asociadas al trabajo. En el cuarto trimestre de 2021, el dato de desocupación se
encontró en 7%, arrojando el índice más bajo desde diciembre de 2015 (INDEC).
En sincronía, también resultó auspicioso el dato de la tasa de empleo, indicador que
mide la proporción de personas ocupadas con relación a la población total y que se
ubicó en sus niveles más altos de los últimos 18 años, alcanzando el 43,6%. Cabe
destacar, asimismo, que la cantidad de trabajadores registrados a diciembre 2021
ya superan los niveles pre pandemia (MTEySS).
Estas mejorías, en caso de sostenerse en el tiempo, tendrán efectos positivos
en la sostenibilidad de la seguridad social y, además, impactarán en las trayectorias
presentes y futuras de las y los trabajadores, garantizando su acceso a la seguridad
social en su etapa activa y afianzando su posibilidad de acceder en el momento del
retiro. Sin embargo, sigue siendo necesaria la implementación de políticas públicas
que puedan generar estrategias voluntarias para que, quienes así lo deseen,
puedan subsanar un pasado en el cual no contaron con las oportunidades
suficientes para consolidar su historia laboral contributiva.
En esa línea, se propone la implementación de un nuevo PLAN DE PAGO
DE DEUDA PREVISIONAL que permita a las personas realizar el esfuerzo
contributivo para regularizar sus aportes previsionales faltantes y así, poder
alcanzar el requisito establecido por el artículo 19 inciso c) de la Ley 24.241 y
obtener el derecho a la Prestación Básica Universal. Este plan constará de DOS
COMPONENTES que buscan dar respuesta, el primero, a una situación de
urgencia, como es la de las personas que ya tienen la edad jubilatoria y se quedan
sin instrumentos jurídicos para poder jubilarse; y el segundo, busca abordar una
situación de mediano plazo que, según los datos con los que ya se cuenta en los
registros administrativos de la seguridad social, hace prever que durante los
próximos años subsistirán dificultades estructurales para que las personas puedan
jubilarse.
De este modo, el PLAN DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL constituye una
estrategia integral que permite abordar la inmediata problemática de las personas
que están alcanzando la edad jubilatoria y dar un plazo prudencial para que quienes
aún se encuentran en los diez años previos tengan la oportunidad de ponerse al día
con el reconocimiento de los servicios a los fines previsionales, y, así, torcer un
destino que aún puede mejorarse.
CEPAL/OIT (2015) en su documento “Protección Social Universal en mercados
laborales con informalidad” señalan que, para promover la formalización, las
políticas de protección social deben ser acompañadas y articuladas con acciones
de diversa índole, tanto en el mismo ámbito de la protección social como en el
ámbito de las políticas de empleo y las regulaciones laborales, puesto que éstas
también actúan para prevenir ciertos riesgos sociales, así como para mitigar sus
consecuencias.
El PLAN DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL se inscribe dentro de un
conjunto de políticas con distintos horizontes temporales, que procuran
simultáneamente fomentar los derechos sociales de las trabajadoras y los
trabajadores de edad, como el Decreto 574/21 de Reconocimiento de Aportes por
Tareas de Cuidado, el Decreto 674/21 de Jubilación Anticipada, la extensión de la
Prestación por Desempleo y las demás políticas de promoción del empleo
registrado.
La cobertura universal de protección social es un derecho humano
reconocido en diversos instrumentos internacionales que, además, permite
consolidar el desarrollo económico y social, al reducir la pobreza y la desigualdad,
promoviendo la inclusión social. Junto con elevar la dignidad de cada ciudadano y
ciudadana, en combinación con otras políticas, contribuirá al incremento de la
productividad y la empleabilidad, apoyando el desarrollo económico (OIT, 2011).
Este Plan se inserta en el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA),
reconociendo que las jubilaciones y pensiones se financian a partir de un
componente contributivo y brindando una ventana de oportunidad para que quienes
se acercan a la edad de jubilación tengan la posibilidad de realizar las
contribuciones faltantes y así, cambiar un posible futuro acechado por el riesgo de
la exclusión o vulnerabilidad, causado por una trayectoria pasada en la que sufrieron
las consecuencias de un mercado de trabajo atravesado por restricciones
periódicas.

I. El Componente UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL


Se trata de un mecanismo voluntario destinado a las personas que ya han
cumplido, o que cumplan en los próximos dos años, la edad jubilatoria y que no
alcanzan el requisito establecido por el artículo 19 inciso c) de la Ley 24.241 para
obtener el derecho a la Prestación Básica Universal.
Permite regularizar los períodos faltantes hasta el mes de diciembre del año
2008 (inclusive) a través de la aplicación de una modalidad de pago en cuotas que
serán descontadas de manera directa del haber jubilatorio que se obtenga a través
del presente Programa. La cantidad de cuotas podrá ser de hasta 120, según las
condiciones que establezca la reglamentación.
Cada UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL será equivalente a un
mes de servicios y su cancelación será considerada al único fin de acreditar el
mínimo de servicios necesarios para el logro de la Prestación Básica Universal
(PBU). El valor de la UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL será
equivalente al VEINTINUEVE POR CIENTO (29%) de la base mínima imponible de
remuneración establecida por el artículo 9° de la Ley 24.241 y sus modificatorias,
vigente a la fecha de la solicitud de la prestación previsional, independientemente
del período al que se aplique.
De esta manera, la UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL permitirá
que las personas salden los años de aportes faltantes para poder jubilarse,
realizándolo de una forma proporcional a lo que contribuyen al sistema previsional
las personas que se encuentran en actividad. Por su parte, dado que la
remuneración mínima imponible tiene como mecanismo de actualización periódico
la movilidad previsional, las cuotas del Plan de Pago de Deuda Previsional
mantendrán este mismo criterio de actualización en el tiempo.
Podrán acceder al Componente UNIDAD DE PAGO DE DEUDA
PREVISIONAL aquellas personas que, cumplida la edad jubilatoria no reúnan los
años de servicios con aportes exigidos por la Ley 24.241 sus modificatorias y
complementarias y se encuentren en un estado de vulnerabilidad socioeconómica
y patrimonial.
Por todo lo dicho, el Componente de UNIDAD DE PAGO DE DEUDA
PREVISIONAL afianza el principio de solidaridad del sistema de seguridad social y
los ingresos generados de la misma se integrarán a los recursos que financian a la
ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES). De esta
manera, el componente UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL otorga al
Plan de Pago de Deuda Previsional consistencia y procura garantizar en el tiempo
la sustentabilidad del sistema jubilatorio.
Por su parte, las y los nuevos jubilados y jubiladas significarán un impulso al
consumo y, con ello, serán una herramienta más para sustentar y fortalecer el
proceso económico y social que nuestro país necesita. Sin mencionar que, además,
estos recursos volverán a la seguridad social de manera directa a través de la forma
de aportes en la cancelación de las UNIDADES DE PAGO y, de manera indirecta,
a través de los recursos tributarios que alimentan al SIPA.

II. El Componente UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES


PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN
ACTIVIDAD
Se trata de un mecanismo de adhesión voluntaria que permite a las personas
que aún no han alcanzado la edad jubilatoria, prever y reparar anticipadamente las
dificultades que tendrán a futuro por la escasez de aportes previsionales.
En la actualidad y considerando solo a las personas que se encuentran
aportando (ya sea en relación de dependencia o como cuentapropistas) hay un 26%
de personas cercanas a la edad jubilatoria que llegará con menos de 16 años de
servicios con aportes al momento de alcanzar los 60 años las mujeres y los 65 años
los varones. Esta situación se agrava considerablemente cuando en el análisis se
contemplan a las personas que actualmente no están aportando ya sea porque
están desocupadas, tienen actividades informales o son inactivas. Actualmente
alrededor del 60% de las personas que están a 10 años o menos de la edad
jubilatoria no está aportando al sistema previsional.
De esta manera, el Componente UNIDAD DE CANCELACIÓN DE
APORTES PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN
ACTIVIDAD, es decir, de personas en edad pre-jubilatoria, busca generar un
instrumento de política pública que promueva la resolución temprana de una
problemática que afectará en el futuro cercano a una considerable porción de la
población actualmente adulta. Se trata de una medida que crea oportunidades para
poder torcer positivamente un rumbo en las trayectorias de muchos trabajadores y
trabajadoras. Para que este objetivo pueda cumplirse requiere que, en simultaneo,
las personas se comprometan con su propio bienestar futuro realizando
anticipadamente el esfuerzo contributivo necesario.
El Componente UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES
PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD
está destinado a mujeres mayores de 50 y menores de 60 años y varones mayores
de 55 y menores de 65 años que no alcanzarán a completar sus aportes en el tiempo
esperado. Podrán utilizar este mecanismo quienes puedan acreditar ingresos que
permitan justificar el pago de la UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES.
A través de las UNIDADES DE CANCELACIÓN DE APORTES
PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD se
podrán saldar períodos que deberán ser anteriores al 31 de marzo de 2012, y solo
podrán incluirse etapas en que la persona cuente con residencia en el país y no
tenga registro de actividad como trabajador o trabajadora independiente o en
relación de dependencia.
La UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES PREVISIONALES PARA
TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD es equivalente a un mes de
servicios y tendrá un valor fijo del VEINTINUEVE POR CIENTO (29%) de la base
mínima imponible de remuneración correspondiente al mes y año en que fuera
efectivamente abonado, independientemente del período de servicios al que se
aplique. De esta manera, la UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES
PREVISIONALES tiene consistencia con lo que contribuyen a la seguridad social
las y los trabajadores en actividad cuando están registrados y realizan sus aportes
en tiempo y forma.
Un antecedente de la UNIDAD DE CANCELACION DE APORTES
PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD
podría ser la posibilidad que otorga la Ley 24.476 que permite cancelar períodos de
trabajo autónomo pasado sin necesidad de solicitar simultáneamente una
prestación previsional.
A diferencia de esa experiencia, la UNIDAD DE CANCELACION DE
APORTES PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN
ACTIVIDAD, posibilitará la implementación de un procedimiento ágil y simplificado,
en el que las personas identifiquen y puedan ir cancelando períodos pasados de
aportes faltantes en la medida de sus posibilidades y sin necesidad de intervención
de profesionales ni intermediarios.
Así, las personas podrán solicitar la liquidación de UNIDADES DE
CANCELACIÓN de manera voluntaria. Cabe destacar que el proyecto prevé que en
aquellos casos en que la persona interesada no efectivizara el correspondiente pago
luego de haber formulado una solicitud de liquidación, el trámite quedará sin efecto
y no generará deuda alguna.
Cada UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES PREVISIONALES
abonada, será registrada en la historia laboral del ciudadano o de la ciudadana que
podrá ir previendo la evolución de sus servicios con aportes conforme va avanzando
en la cancelación de UNIDADES.
El Componente UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES
PREVISIONALES PARA TRABAJADORES Y TRABAJADORAS EN ACTIVIDAD
es una medida que afianza la cultura previsional y el principio de solidaridad
intergeneracional del sistema previsional, funcionando de manera complementaria
dentro del PLAN DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL.
Se trata de un Estado que genera herramientas para que las personas, con
tiempo y antelación, puedan prever las maneras en las que afrontarán la
contingencia de la vejez. En este sentido, recupera lo más esencial de la cultura
previsional.
Al estar destinado a quienes puedan acreditar ingresos es también una
medida que fomenta la registración durante el último tramo de la vida laboral activa,
por lo que se complementa con el resto de las políticas públicas de promoción del
trabajo registrado. Esta medida consolida la idea de que el trabajo es la mejor
herramienta para garantizar la inclusión social y el desarrollo personal de cada uno
de nosotros y nosotras como sujeto. Y también refuerza la convicción de que la
realidad es transformable y que, cuando hay un Estado creando oportunidades,
todos y todas podemos hacer realidad un futuro mejor.
Finalmente, es una medida que, basada en los principios fundamentales de
un sistema solidario y de reparto, refuerza los ingresos del SIPA para garantizar las
coberturas presentes y futuras de las personas mayores.
En conclusión, con esta propuesta se pretende avanzar en un sistema
previsional más sólido, en donde el Estado sea el garante de generar oportunidades
para todos y todas y en el que las personas puedan verdaderamente prever su
futuro y participar activamente en la consolidación y recuperación de sus
trayectorias contributivas, ya sea que lo hagan a partir de la edad de retiro a través
del Componente UNIDAD DE PAGO DE DEUDA PREVISIONAL, o que lo hagan
anticipadamente, Componente UNIDAD DE CANCELACIÓN DE APORTES
PREVISIONALES cuando aún están en actividad, reforzando el principio de
solidaridad intergeneracional del SIPA.
Por lo expuesto y convencida de que esta propuesta permitirá consolidar un
país más justo, con mayor inclusión, mayor igualdad y mejores derechos, solicito a
mis pares me acompañen con su voto en la aprobación del presente Proyecto de
Ley.

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