Biografa Asensio Torrado

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JOSÉ ASENSIO TORRADO

GENERAL DE DIVISIÓN

por Fernando Puell de la Villa, coronel (R), doctor en Historia, profesor del Instituto Universitario General
Gutiérrez Mellado (UNED).

Asensio, dormido, veía más que Rojo despierto.


Julián ZUGAZAGOITIA, 1939

La mayor parte de los datos recogidos en estas páginas procede de dos fuentes básicas.
La primera es el voluminoso ejemplar de la hoja de servicios del que fue General del
Ejército Popular de la República y Subsecretario del Ministerio de la Guerra en el
Gobierno presidido por Francisco Largo Caballero, conservado en el Archivo General
Militar de Segovia y cerrado cuando, en marzo de 1936, cesó en el destino militar que
desempeñaba en Lisboa. Y la segunda, el folleto que él mismo escribió en la cárcel de
Santa Clara de Valencia, fechado el 2 de enero de 1938, con la intención de desvincularse
de la causa judicial incoada para depurar las responsabilidades de la estrepitosa caída de
Málaga en manos franquistas en febrero de 19371. Complementariamente, se ha
consultado el Anuario Militar, el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, la Gaceta
de Madrid, la prensa de la época, diversas obras testimoniales y la abundante literatura
que hace referencia al personaje, en especial las dos breves semblanzas biográficas de
María Teresa Suero2.
José Asensio Torrado nació en La Coruña el 18 de mayo de 1892 y al estar su padre,
Teniente de Navío de la Armada, destinado en Ferrol, pasó sus primeros años en aquella
pequeña y entonces remota población, donde, recién cumplidos los seis años, conoció las
dos grandes debacles navales de Cavite y Santiago de Cuba, que debieron de conmocionar
todo su entorno familiar y social. Al cumplir doce años y sin haber realizado el examen
de ingreso en el bachillerato, lo cual era habitual entre quienes encauzaban sus pasos hacia
la milicia3, se matriculó en la pequeña academia dirigida por el Capitán de Corbeta
Saturnino Suanzes para preparar la oposición de ingreso en la Escuela Naval Flotante de

1
El General Asensio: su lealtad a la República, Artes Gráficas C. N. T., Barcelona, 1938.
2
SUERO ROCA, María Teresa, “Un mando incomprendido: José Asensio Torrado”, Tiempo de Historia, n.º
42, 1978, pp. 26-33, y “José Asensio Torrado, víctima de una injusticia”, en Militares republicanos de la
guerra de España, Península, Barcelona, 1981, pp. 27-52.
3
Sólo cuando, en 1927, se creó la Academia General Militar de Zaragoza comenzó a exigirse a los
opositores el requisito de haber superado el Bachillerato Elemental, novedad introducida en el plan de
estudios aprobado el año anterior por el Ministro Eduardo Callejo de la Cuesta. En época de Asensio regía
el llamado Plan Romanones de 1901, que contemplaba un Bachillerato de seis años orientado hacia los
estudios universitarios. Cfr. Fernando PUELL DE LA VILLA, Gutiérrez Mellado: un militar del siglo XX,
Biblioteca Nueva, Madrid, 1997, pp. 45, 46, 49 y 52.

1
Aspirantes de Marina, establecida desde 1869 en la fragata Asturias, de pontón en el
Arsenal ferrolano4.

PRIMEROS AÑOS DE CARRERA MILITAR (1907-1923)

Aunque se desconoce si fue condiscípulo o compañero de juegos de Francisco Franco,


también vástago de marinos y apenas cinco meses menor que él, está documentado que
ambos coincidieron en la academia de Suanzes y que, cuando a los catorce años, se les
ofreció la primera oportunidad de presentarse a los exámenes de ingreso en la Escuela
Naval, vieron truncada su aspiración de seguir la carrera de sus padres. La causa fue que,
en enero de 1907, el Gobierno de Antonio Maura decidió poner en marcha un ambicioso
proyecto de construcciones navales para recomponer la flota perdida en Ultramar diez
años antes. Y al estimar su Ministro de Marina, el Almirante José Ferrándiz, que la
reforma en ciernes podría afectar a la estructura de los diversos Cuerpos de la Armada,
resolvió suspender el ingreso en todos ellos “hasta que no estén determinadas las plantillas
a que cada servicio deba sujetarse”5.

Alumno de la Academia de Infantería (1907-1910)

A consecuencia de ello, la familia acordó que probara fortuna en alguna de las academias
militares del Ejército de Tierra, cuyo examen de ingreso no difería mucho del que había
estado preparando durante dos años. La labor realizada por Suanzes debió haber sido
suficientemente efectiva y Asensio superó sin dificultades los dos ejercicios exigidos para
ingresar en la Academia de Infantería de Toledo, obteniendo el puesto 20 de una
promoción de 354 alumnos6.
A ella se incorporó el 27 de agosto de 1907, en compañía de una pléyade de cadetes muy
conocida por su posterior papel durante la Guerra Civil: el también ferrolano Camilo
Alonso Vega, estrecho colaborador del General Emilio Mola durante la conspiración de
1936 y luego jefe de la 4.ª División Navarra; Eduardo Álvarez Rementería, cabecilla de

4
José M.ª BLANCA CARLIER, La Escuela Naval Militar: su origen histórico, cap. IX,
http://www.islabahia.com/arenaycal/2001/05mayo/Blanca.htm.
5
Real Decreto dejando en suspenso el ingreso en todos los Cuerpos de la Armada, 31 de enero de 1907,
Gaceta de Madrid (GM), n.º 32.
6
ABC, Madrid, 19 y 26 de mayo de 1907. En 1914 ingresaría también en Toledo su hermano menor,
destinado en Melilla desde su salida de la academia y que murió en 1921 a consecuencia de heridas recibidas
en combate.

2
la Unión Militar Española (UME) madrileña en 1936; Emilio Esteban-Infantes, ayudante
del general José Sanjurjo cuando dio el golpe de Estado de 1932, jefe de la 5.ª División
Navarra durante la Guerra Civil y sucesor de Muñoz Grandes en el mando de la División
Azul; Francisco Franco, jefe del bando rebelde; Leopoldo Menéndez, jefe del Ejército de
Maniobra republicano en 1938 y del de Levante en 1939; Heli Rolando Tella, jefe de una
de las columnas franquistas que marcharon contra Madrid en 1936 y de una de las
Brigadas Navarras durante la campaña del Norte, y Juan Yagüe, jefe de las tropas
coloniales que reprimieron la revolución de Asturias en 1934, de las que asediaron Madrid
en 1936 y del Cuerpo de Ejército Marroquí de 1937 a 19397.
Durante su estancia en el Alcázar de Toledo tuvieron lugar en Barcelona los graves
disturbios que han pasado a la historia con el nombre de Semana Trágica y, casi
simultáneamente, la horrenda masacre del Barranco del Lobo en las inmediaciones de
Melilla, acontecimientos que debieron de revolucionar el rutinario ambiente académico y
que marcarían indeleblemente la mentalidad de aquellos jóvenes cadetes, aparte de
determinar la vinculación de una gran parte de ellos con Marruecos durante buena parte
de su juventud.

Teniente de Infantería y capitán de Estado Mayor (1910-1917)

Asensio obtuvo su primera estrella de oficial el 13 de julio de 1910, incorporándose poco


después al Regimiento de Infantería Wad-Ras número 50 de guarnición en el cantón
madrileño de Leganés, a las órdenes directas del Capitán José Solchaga, que con el tiempo
colaboraría estrechamente con Mola en la conspiración de 1936 y sería el jefe de las
Brigadas Navarras durante la campaña del Norte y del Cuerpo de Ejército de Navarra a
partir de la batalla de Teruel.
En 1911, tras participar con su compañía en las maniobras desarrolladas en la Dehesa de
Carabanchel y ser felicitado «por el celo e inteligencia con que desempeñó el mando de
su sección», marchó a San Sebastián para reprimir las huelgas desencadenadas en el País
Vasco. Y a principios de 1912, los dos regimientos de la II Brigada de la 1.ª División⎯el
Saboya y el Wad-Ras⎯ fueron enviados a Melilla para sofocar la rebelión encabezada

7
Yagüe fue el número 17 de aquella promoción; Menéndez, el 81; Franco, el 101; Tella, el 243, y Esteban-
Infantes, el 268. Alonso Vega y Álvarez Rementería obtuvieron plaza de gracia por su condición de
huérfanos de militar muerto en acto de servicio. Cfr. Real Orden Circular de 9 de julio de 1907, Diario
Oficial del Ministerio de la Guerra (DOMG), n.º 149.

3
por El Mizián, ciclo de operaciones que ha pasado a la historia con el nombre de
«campaña del Kert». El Wad-Ras, integrado en la llamada División Provisional, mandada
por el General Francisco Larrea, participó en la operación organizada para ocupar Monte
Arruit en febrero y en la dirigida contra la guarida de El Mizzián en abril y mayo. Asensio
fue recompensado con la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo por estas acciones8.
El 13 de julio de 1912, al cumplirse dos años de su salida de la Academia, ascendió a
Primer Teniente y, recién reincorporado a Madrid, aprobó las oposiciones de ingreso en
la Escuela Superior de Guerra. Uno de sus profesores era el Comandante Joaquín Fanjul,
que en 1936 encabezaría la rebelión madrileña, y entre sus compañeros de clase cabría
citar al Comandante Mariano Salafranca, a quien tendrá a sus órdenes en agosto de 1936,
y a los Tenientes José Ungría, futuro jefe del Servicio de Información y Policía Militar
(SIPM) del bando franquista, y Antonio Barroso, que, en 1936, como Agregado Militar
en París, tanto contribuyó al éxito de la trama urdida contra la República, incorporándose
después al Cuartel General de Franco, y al que éste confió el Ministerio del Ejército entre
1957 y 1962.
Apenas iniciado el primer curso en la Escuela de Guerra, el Presidente del Consejo de
Ministros, José Canalejas, fue asesinado por un anarquista en la madrileña Puerta del Sol.
La muerte de Canalejas, sumada a la forzada dimisión de Antonio Maura a consecuencia
de su desacertada gestión de la crisis barcelonesa y melillense de 1909, supuso el principio
del fin del régimen de la Restauración, al quedar éste privado de un liderazgo político
indiscutido en la izquierda y en la derecha que asegurase el pacífico turnismo pactado por
Cánovas y Sagasta tras la muerte de Alfonso XII en 1885.
En julio de 1915, tras superar los tres años de estudios requeridos y recibir dos notas
ampliatorias en su hoja de servicios por su «laboriosidad, celo e inteligencia», comenzó
el periodo de prácticas reglamentario: un año en unidades armadas ⎯la mitad en el
Regimiento de Húsares de Pavía y la otra mitad en el 5.º Regimiento Montado de
Artillería, ambos de guarnición en Madrid⎯ y seis meses en las Comisiones Topográficas
dependientes del Depósito de la Guerra: los tres primeros en Plasencia, en la Comisión
Geográfica del Tajo, y los otros tres en Madrid, en la del Mapa Militar de España.
Precisamente durante este último periodo de prácticas, el régimen canovista entró en su
recta final, al verse desafiado militar, política y socialmente por las Juntas de Defensa en
el mes de junio de 1917, por los parlamentarios de los partidos minoritarios en julio, y

8
Historia de las campañas de Marruecos, Servicio Histórico Militar, Madrid, 1951, t. II, pp. 501-566.

4
por la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Confederación Nacional del Trabajo
(CNT) en agosto9.
Aún se sentían los efectos de la huelga general revolucionaria convocada por las dos
grandes centrales sindicales, cuando Asensio culminó el complejo y exigente plan de
estudios que le habilitaba para obtener el empleo de Capitán del Cuerpo de Estado Mayor,
que en aquella época llevaba aparejado el ingreso en el Cuerpo de Ingenieros Geógrafos10.
El Cuerpo de Estado Mayor era por entonces, junto a los de Artillería e Ingenieros,
eminentemente técnico y su principal tarea, el levantamiento, confección y custodia de la
planimetría militar. Los tres cuerpos, denominados en el argot de la época «facultativos»,
tenían a gala ser de «escala cerrada», es decir, que el único sistema de promoción interna
era el ascenso por rigurosa antigüedad en el empleo. Por el contrario, la escala de las
«armas generales» de Infantería y Caballería era «abierta», lo cual permitía recompensar
acciones de guerra destacadas con el ascenso al empleo inmediato o con el avance de un
determinado número de puestos en el escalafón. Los celos y rivalidades ocasionados por
este sistema de ascensos, que favorecía que algunos oficiales ⎯los llamados
«africanistas»⎯realizasen carreras fulgurantes en Marruecos, fueron continua fuente de
conflictos en el primer tercio del siglo XX, siendo la principal causa de la aparición de las
Juntas Militares de Defensa en 1917, del enfrentamiento de los artilleros con el dictador
Primo de Rivera y del visceral rechazo de los africanistas a las reformas de Azaña,
coadyuvando a que muchos de ellos se implicasen en los movimientos subversivos que
condujeron a la Guerra Civil.
Para mejor comprender la gravedad del asunto, que años después afectaría a la propia
carrera militar del biografiado, en marzo de 1918 el Ministro de la Guerra Juan de la
Cierva decidió que, como regla general, se aplicase el principio de «rigurosa antigüedad»
para los ascensos de la oficialidad y supeditó la concesión de ascensos por méritos de
guerra a la tramitación de una Ley extraordinaria, «previa instrucción de un expediente
contradictorio de carácter sumarísimo»11. Ambas medidas pretendían solucionar el
conflicto de las Juntas de Defensa, cuyos miembros se consideraban vejados por la
escandalosa promoción de los africanistas. La respuesta de estos no se hizo esperar y el

9
Fernando PUELL DE LA VILLA, “Las Fuerzas Armadas en la crisis de la Restauración: las Juntas Militares
de Defensa”, en Mario HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA y Miguel ALONSO BAQUER, Historia Social de las
Fuerzas Armadas Españolas, Alhambra, Madrid, 1986, t. 5, pp. 108-126.
10
Real Orden Circular de 25 de septiembre de 1917, DOMG, n.º 216.
11
Ley aprobando las Bases para la Reorganización del Ejército, contenidas en el Real Decreto de 7 de
marzo del año actual, 29 de junio de 1918, Bases 9.ª y 10.ª, GM, n.º 181.

5
Teniente General Francisco Gómez Jordana, Alto Comisario de España en Marruecos, se
hizo portavoz del malestar generado por aquella medida: «La supresión de las
recompensas ha sido un rudo golpe que se ha dado al espíritu de la oficialidad». Sin
embargo, el principal efecto del endurecimiento de la política de ascensos no parecía ser
precisamente de índole moral: «nadie quiere venir aquí y el que viene lo hace a la fuerza»,
decía también Jordana12.

Etapa africanista (1917-1923)

Con su flamante faja azul en la cintura, el Capitán Asensio regresó a su ciudad natal para
ocupar destino de Estado Mayor en la Capitanía General de la VIII Región Militar. Sólo
llevaba diez meses en La Coruña cuando solicitó el pase a la situación de supernumerario,
equivalente a la actual de excedencia voluntaria, para incorporarse al Instituto Geográfico
Nacional, en su condición de Ingeniero 3.º del Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, con
categoría de Oficial 2.º de la Administración Civil del Estado.
Probablemente hubiera seguido largo tiempo en aquel cómodo puesto de trabajo de no
haberse cruzado en su camino Abd el Krim y masacrar sus tropas a las españolas en
Annual en julio de 1921, donde su hermano Adolfo sufrió las heridas que le llevaron a la
muerte. A consecuencia de ello, cuando llevaba casi tres años en el Instituto Geográfico,
en el que había permanecido tras ser promovido a Comandante por antigüedad13, se sintió
obligado a sumarse al esfuerzo bélico dirigido a reparar la afrenta causada al honor
nacional por el caudillo rifeño y vengar la cruel masacre de Monte Arruit.
A tal efecto, en el mes de octubre de 1921 solicitó destino en comisión de servicios a la
Comandancia General de Ceuta y, nada más cruzar el estrecho, se incorporó al Estado
Mayor de la columna del General Enrique Marzo, Segundo Jefe de la citada
Comandancia, cuya misión era «reducir o expulsar al Raisuni de su guarida de Tazarut,
someter Beni Arós y la parte del Ajmás contigua a esta cabila para establecer una línea
fortificada» desde Xauen al Lucus, al objeto de asegurar el enlace entre Ceuta y Larache14.
Logrados todos estos objetivos bien entrada la primavera de 1922, Asensio recibió sendas

12
Carta sin fecha dirigida al Conde de Romanones y al General Dámaso Berenguer, respectivamente
Ministros de Estado y de la Guerra, que no llegó a ser enviada al fallecer repentinamente Gómez Jordana
cuando se disponía a firmarla, ápud Francisco GÓMEZ-JORDANA Y SOUZA, La tramoya de nuestra actuación
en Marruecos, Editora Nacional, Madrid, 1976, p. 36.
13
Real Orden Circular de 5 de octubre de 1920, DOMG, n.º 225.
14
Historia, op. cit., t. III, p. 227.

6
menciones laudatorias en su hoja de servicios, que le acreditaban como «excelente oficial
de Estado Mayor» y que destacaban su eficacia «lo mismo en la preparación de una
operación que en el desarrollo de ella, y tanto en la línea de fuego como donde sea
necesaria su presencia».
Una vez pacificado el territorio de la Yebala, pasó destinado a Tetuán, al Estado Mayor
del Ejército de África, donde trabó por primera vez contacto directo con un personaje que
determinaría su carrera durante los siguientes años: el General Francisco Gómez-Jordana
y Souza, que desde 1915, a la vera de su padre, dirigía el Gabinete Militar de la Alta
Comisaría y mandaba el citado Estado Mayor15.
En febrero de 1922, mientras se desarrollaba aquel ciclo de operaciones, el Presidente del
Consejo de Ministros, el conservador Antonio Maura, consideró suficientemente saldadas
las cuentas por el desastre de Annual y reunió en la localidad malagueña de Pizarra a los
Ministros de Estado, Manuel González Hontoria, de la Guerra, Juan de la Cierva, y de
Marina, José Gómez Acebo, con el Alto Comisario de España en Marruecos, General
Dámaso Berenguer, para hacer planes a largo plazo con respecto al Protectorado. Allí se
tomó el acuerdo de planificar un desembarco en la bahía de Alhucemas, demorado por
diversas causas hasta septiembre de 1925, pero también se produjo un serio
enfrentamiento entre Hontoria y La Cierva, que precipitaría la dimisión en bloque del
Gobierno y su sustitución por otro presidido por el también conservador José Sánchez
Guerra16.
El nuevo Gobierno decidió terminar de depurar las responsabilidades de Annual, lo que
conllevó procesar a Berenguer en el mes de julio y nombrar para sucederle al General
Ricardo Burguete. Recién llegado éste a Tetuán, la carrera africanista de Asensio recibió
un fuerte impulso al ser nombrado Segundo Jefe del Estado Mayor del Ejército de África,
puesto aparejado a la dirección de su Sección de Operaciones. El puesto de Asensio exigía
que acompañase a menudo al Alto Comisario y a Jordana a las entrevistas de alto nivel
mantenidas con los miembros del Gobierno, lo que le permitió ir adquiriendo un profundo
conocimiento de las luces y sombras de la política colonial española.

15
El General de Brigada Francisco Gómez-Jordana Souza, principal valedor de Asensio entre 1922 y 1931,
era hijo del Teniente General Francisco Gómez Jordana, Alto Comisario de España en Marruecos desde
1915 hasta su muerte en 1918. Aquél se convertiría después en la mano derecha de Primo de Rivera en
cuestiones de Marruecos y Franco le nombraría Presidente de la Junta Técnica de Estado en 1937 y
Vicepresidente y Ministro de Asuntos Exteriores de su primer Gobierno (enero de 1938-agosto de 1939).
16
PABÓN, Jesús, Cambó, Alpha, Barcelona, 1969, t. II, vol. 1, pp. 340-347.

7
DICTADURA Y REPÚBLICA (1923-1931)

Durante los últimos meses de 1922, la cuestión de las responsabilidades de Annual se fue
enconando en Madrid, tanto en el Palacio Real, al comenzar a rondar por la cabeza de
Alfonso XIII la idea de que podía verse involucrado, como en el Congreso de los
Diputados, donde se debatían las presuntas derivaciones políticas. El tema provocó una
nueva crisis ministerial y el Rey confío el Gobierno al líder de los liberales, Manuel
García Prieto, que formó el último gabinete constitucional de la Restauración. La política
civilista del Ministro de Estado Santiago Alba con respecto a Marruecos le costó el puesto
a Burguete en diciembre de 1922, siendo relevado por el ex Ministro de Hacienda Miguel
Villanueva y, cuando la enfermedad de éste le impidió ocupar el cargo, por el Ministro
de Marina, Luis Silvela, en febrero de 1923.
Éste disolvió el Estado Mayor de la Alta Comisaría y encomendó al Gabinete Militar
entablar negociaciones de paz con Abd el Krim y con El Raisuni, lo que provocó la
dimisión del Ministro de la Guerra, Niceto Alcalá Zamora, el violento cese de Gómez-
Jordana y la indignación de los africanistas. Asensio, ajeno a aquellas batallas políticas,
quedó agregado al Gabinete Militar y, dando por primera vez muestra de su lealtad al
poder constituido, se dedicó intensamente a implementar la Administración Civil del
Protectorado, labor complementada con algunas esporádicas visitas a la zona de
operaciones acompañando a Silvela y, como no podía ser de otra forma dada su formación
técnica, prestando gran dedicación a las tareas geodésicas y topográficas, labor que
mereció una felicitación del Director General del Instituto Geográfico Nacional.

Al servicio del Directorio Militar (1923-1925)

El 13 de septiembre de 1923, el General Miguel Primo de Rivera dio el golpe de Estado


que puso fin al régimen canovista. Inmediatamente, Silvela fue cesado y sustituido por el
General Luis Aizpuru, quien, conforme a lo tradicional en estos casos, asumió también el
puesto de General en Jefe del Ejército de África y volvió a reorganizar su Estado Mayor,
al que quedó vinculado Asensio hasta que, a finales de octubre y por motivos que no ha
sido posible aclarar, solicitó reincorporarse al destino que continuaba teniendo en
propiedad en el Instituto Geográfico Nacional.
Apenas llegado a Madrid, aunque lo más probable es que la decisión se hubiese tomado
antes, se reincorporó al Cuerpo de Estado Mayor y fue destinado al Directorio Militar,

8
organismo formado por Primo de Rivera a raíz del golpe de Estado en sustitución del
Consejo de Ministros, para desempeñar el cargo de Secretario de la Oficina de Marruecos,
recién creada por el General Gómez-Jordana, uno de los nueve vocales del citado
Directorio, para «auxiliar al Presidente en el estudio y tramitación de todos los asuntos»
relacionados con el Protectorado17.
Resulta bastante frustrante que no haya quedado constancia de las razones que inspiraron
aquel nombramiento, pues se trataba de un puesto de especial relevancia y que presuponía
un alto nivel de confianza por parte de quienes acababan de hacerse con el poder. Como
se recordará, en Tetuán, Asensio había sido el segundo de Gómez-Jordana, que también
procedía del Cuerpo de Estado Mayor, durante catorce meses y sin duda debió de llamarle
la atención el perfil de un Comandante que despuntaba por su lucidez, dinamismo y
capacidad de trabajo, que hablaba con bastante fluidez el francés y había adquirido
amplios conocimientos del árabe bereber. Lamentablemente, nada de esto queda aclarado
en sus memorias18.
Cuando llevaba un año como Secretario de Gómez-Jordana y para recompensar su papel
en la campaña de 1922, se le concedió el ascenso a Teniente Coronel por méritos de
guerra19. Sorprendentemente, tres meses después, en marzo de 1925, volvió a solicitar la
situación de supernumerario y se reincorporó al Instituto Geográfico y Estadístico, que
había pasado a depender de la Presidencia del Directorio Militar. Poco tiempo permaneció
allí, pues en mayo abandonó su trabajo de Ingeniero Ggeógrafo y pasó a mandar la Mehal-
la Jalifiana n.º 3, que aparejaba la Jefatura del Servicio de Intervenciones Militares de la
zona de Larache.
Una vez más nada se sabe del porqué de este acelerado cambio de destinos en tan corto
espacio de tiempo, cosa realmente muy poco habitual y en este caso sin aparente
justificación. Los únicos hechos constatables son que Gómez-Jordana gozó siempre de la
confianza de Primo de Rivera, por lo que el pase al Instituto Geográfico no obedeció a
que su jefe hubiese caído en desgracia, y que el desprenderse de Asensio tampoco parece
deberse a una pérdida de confianza por parte de Jordana, pues éste era el que proponía los

17
Real Decreto creando en la Presidencia del Gobierno una Oficina de Marruecos, 18 de enero de 1924,
GM, n.º 19.
18
Jordana escribió sus memorias a principios de los años cuarenta y da la sensación de que evitó
intencionadamente hacer cualquier alusión a Asensio, que había sido su protegido durante casi una década,
pero que en 1936 se había alineado con el bando contrario al suyo. No ocurre así con el resto de sus
colaboradores en la Oficina de Marruecos, a los que se refiere ampliamente. GÓMEZ-JORDANA, op. cit., pp.
61 y 62.
19
Real Orden Circular de 5 de diciembre de 1924, DOMG, n.º 275.

9
destinos en la Mehal-la, especie de policía local dependiente del Jalifa, y concedía
directamente los importantes y lucrativos puestos del Servicio de Intervenciones
Militares, cuya principal labor era de inteligencia militar, bajo la tapadera de promover el
desarrollo económico y cultural de las cabilas20.
En Larache, Asensio desarrolló una intensa actividad político-administrativa para
consolidar la paz y atraer a las cabilas insumisas, sin dudar en recurrir a la fuerza para
desarmar algunos aduares rebeldes. Allí también entró por primera vez en contacto con
dos oficiales que desempeñarían un destacado papel en el Ejército Popular de la
República: el Comandante José Villalba, entonces 2.º Jefe de su Mehal-la, al que Largo
Caballero encomendaría la defensa de Málaga en enero de 1937, y el Teniente José Galán,
quien, en noviembre de 1936, lideró las milicias que lograron detener el ataque franquista
en la zona de Pozuelo y Húmera, y después mandaría la recién organizada 3.ª Brigada
Mixta en el frente madrileño.
Debido a lindar la demarcación de Larache con la zona francesa del Protectorado y ser
atravesada por la estratégica línea férrea que unía Tánger con Fez, su Mehal-la colaboró
en numerosas acciones con las tropas dependientes del Mariscal Lyautey, quien le
concedió la Legión de Honor. Dicha colaboración se hizo más frecuente a partir del
momento en que el ensoberbecido Abd el Krim cometió el error de atacar la zona
francesa, llegando casi a las puertas de Fez. Debido a ello, a comienzos del verano de
1925, España y Francia rubricaron una serie de acuerdos dirigida a aniquilar el llamado
Imperio del Rif, cuyo principal resultado práctico fue la importante operación conjunta y
combinada conocida como «desembarco de Alhucemas».
Primo de Rivera se desplazó a Marruecos para perfilar el alcance y desarrollo de la
trascendental operación y, sin duda por indicación de Jordana, se hizo acompañar de
Asensio en las diversas entrevistas mantenidas con las autoridades militares francesas. El
desembarco comenzó el 8 de septiembre y un tabor de la Mehal-la de Asensio participó
directamente en él, encuadrado en la columna del General Leopoldo Saro y a las órdenes
inmediatas del Coronel Francisco Franco21.
La definitiva pacificación del Protectorado se planificó en otra cumbre hispano-francesa,
celebrada en Madrid el 6 de febrero de 1926 entre Primo de Rivera y el Mariscal Petain,
a la que fue convocado Asensio, así como en la mantenida en Uazan un mes después entre

20
TEIJEIRO DE LA ROSA, Juan Miguel, “El Servicio de Intervenciones en Marruecos”, en Actas del Congreso
Internacional «El Estrecho de Gibraltar», UNED, Madrid, 1987, pp. 455-467.
21
Historia, op. cit., t. IV, pp. 38 y 65.

10
Sanjurjo y Lyautey. Una de las decisiones tomadas en esta última fue la ocupación de la
ciudad santa de Xauen, situada al sur de Tetuán, tarea asignada al General Federico
Berenguer y en la que la Mehal-la de Larache contribuyó decisivamente al éxito logrado
el 10 de agosto. La campaña se interrumpió hasta la primavera de 1927 y, al reanudarse
bajo el mando conjunto de Sanjurjo, Asensio se hizo cargo de una de las columnas que,
junto a las de Balmes, Canis, Capaz, Martínez Monge, Mola y Sáenz de Buruaga,
sometieron las últimas cabilas insumisas de la Yebala, dando término a la guerra iniciada
en 190922. Este último periodo de operaciones le valdría el ascenso a Coronel por «sus
méritos y servicios de campaña», con efectividad de 30 de septiembre de 192623.

En la Dirección General de Marruecos y Colonias (1926-1931)

En diciembre de 1925, tras el brillante éxito logrado en las playas de Alhucemas, Primo
de Rivera había sustituido el Directorio Militar por el llamado Directorio Civil. Entre
muchos otros cambios, la constitución de aquel remedo de Consejo de Ministros supuso
que las competencias sobre Marruecos pasaron del Ministerio de Estado a la Presidencia
del Gobierno, concretamente a la Dirección General de Marruecos y Colonias, creada y
dirigida por Gómez-Jordana y que no era otra cosa que una versión ampliada de la Oficina
de Marruecos adonde Asensio había sido destinado en 192424.
Jordana nombró Jefe de la Sección de Asuntos Militares de la citada Dirección General
al Coronel de Estado Mayor Luis Valdés Cabanilles25, al que Franco confiaría el cargo de
Gobernador General de la Junta Técnica de Estado en diciembre de 1936, y, al ascender
Valdés a General, decidió volver a echar mano del Coronel Asensio26. Sin embargo, no
le permitió incorporarse a su nuevo destino hasta que culminaron las operaciones antes
descritas y no fue hasta el 2 de agosto de 1927 cuando se instaló en su despacho de la
segunda planta del Palacete del Paseo de la Castellana número 3, donde también trabajaba
otro célebre general franquista: el entonces Coronel Luis Orgaz, que colaboró con Franco

22
Ibídem, t. IV, pp. 143 y 163-169.
23
Real Orden Circular de 18 de junio de 1927, DOMG, n.º 134. Junto con Asensio ascendieron sus
compañeros de Cuerpo y empleo Antonio Aranda y Aureliano Álvarez-Coque, que tomarían caminos
opuestos en 1936.
24
Real Decreto creando, bajo la dependencia del Presidente del Consejo de Ministros, una Dirección
General de Marruecos y Colonias, 15 de diciembre de 1925, GM, n.º 351.
25
Real Decreto de 25 de diciembre de 1925, GM, n.º 361.
26
Real Decreto por el que se nombra al Coronel del Cuerpo de Estado Mayor don José Asensio Torrado
Jefe de la Sección de Asuntos Militares de la Dirección General de Marruecos y Colonias, 22 de junio de
1927, GM, n.º 175.

11
para declarar en rebeldía el archipiélago canario y fue su mano derecha para mantener el
flujo de marroquíes que realimentó los Grupos de Regulares Indígenas durante toda la
Guerra Civil27. Tampoco ahora dará ninguna pista su jefe sobre la génesis de este
nombramiento, salvo que eligió «el personal que por sus servicios y méritos en Marruecos
estimaba más apto»28.
Al año siguiente, Jordana fue nombrado Alto Comisario, pero Asensio permaneció en el
mismo destino, al que pronto vinieron a sumarse los cargos de Vocal de la Junta
Facultativa del Cuerpo de Estado Mayor, Consejero eventual del Consejo Superior de
Aeronáutica y Presidente de la Comisión encargada de redactar el Reglamento de la
Medalla de la Paz de Marruecos, creada por Primo de Rivera como recordatorio de aquella
larga y cruenta contienda.
En enero de 1930, tras permanecer en el poder algo más de seis años, el Dictador dimitió
al perder el apoyo de sus compañeros de armas, y dejó a Alfonso XIII, en aquellas fechas
su único valedor, abandonado a su suerte. Los dirigentes de los antiguos partidos
dinásticos se negaron a hacerse cargo del Gobierno y el Rey encomendó la difícil tarea
de restaurar la legalidad constitucional al General Berenguer.
Nada de ello influyó en la trayectoria del Coronel Asensio, a quien Berenguer mantuvo
en su puesto, acumulando además en aquella convulsa coyuntura la Presidencia de la
Ponencia Interministerial encargada de organizar el Servicio de Intérpretes del árabe
bereber en el Protectorado y la de la Delegación española en la Conferencia Hispano
francesa de Marsella. Tranquilas tareas en unos momentos de efervescencia política, en
los que la mayor parte de sus compañeros contemplaban atónitos la creciente
movilización ciudadana, la alineación de algunos líderes monárquicos con la República
y la reaparición de sindicatos y partidos políticos de carácter republicano, marxista,
anarquista y nacionalista.
Nada ha trascendido sobre la postura adoptada por Asensio cuando aquel verano se firmó
el llamado Pacto de San Sebastián, ni ante la formación en otoño de un Comité
Revolucionario, presidido por Alcalá Zamora, dirigido a derrocar la Monarquía y
proclamar la República, ni tampoco sobre su actitud frente a la sublevación de la
guarnición de Jaca en diciembre, que costó la vida a los Capitanes Fermín Galán, hermano
del teniente de su antigua Mehal-la, y José García Hernández. Sólo sabemos que el 16 de

27
Real Decreto nombrando Secretario de la Dirección General de Marruecos y Colonias al Coronel de
Infantería don Luis Orgaz Yoldi, 1 de enero de 1926, GM, n.º 3.
28
GÓMEZ-JORDANA, op. cit., p. 62.

12
enero de 1931, cuando acababa de dimitir Berenguer y Alfonso XIII se vio obligado a
sustituirle por el Almirante Juan Bautista Aznar, fue convocado para realizar el Curso de
Ascenso a General, junto con su compañero Antonio Aranda, que le precedía
inmediatamente en el escalafón del Cuerpo de Estado Mayor y que en la Guerra Civil se
decantará por el bando franquista y se hizo célebre como defensor de Oviedo. También
que, a finales de ese mes, tuvo que volar a Cabo Juby para hacerse cargo interinamente
del Gobierno del Sahara Occidental, al tener su titular que trasladarse a Madrid por haber
fallecido su esposa29, y que por entonces debió escribir el largo y concienzudo artículo
publicado por la revista África, que aún dirigía el General Franco30.
El Almirante Aznar aceptó encabezar el Gobierno a condición de ser autorizado a
convocar elecciones municipales en abril, provinciales en mayo y generales en junio. Las
municipales se convocaron el 12 de abril y la coalición republicano-socialista, resultado
práctico del pacto de San Sebastián, planteó los comicios como un plebiscito, en el que
había que optar por Monarquía o República. Nada más computarse los primeros votos,
los de las grandes ciudades, la prensa vaticinó un triunfo arrollador de la citada coalición
y el Gobierno, sintiéndose derrotado, instó al Rey a exiliarse temporalmente, a la espera
de que se convocasen elecciones a Cortes Constituyentes.

Etapa lisboeta (1931-1935)

Manuel Azaña, Ministro de la Guerra del Gobierno provisional de la República, puso en


marcha un ambicioso y racional programa de reformas militares nada más tomar posesión
de la cartera. De entre todas ellas, una de las más controvertidas fue la que derogó el
régimen de ascensos por elección decretado por Primo de Rivera y anuló todos los
concedidos a partir de 192731. La decisión tenía un evidente respaldo legal: el Decreto de
Primo contravenía una norma de rango superior ⎯la llamada Ley de La Cierva, a la que
ya se ha hecho referencia⎯, y además colmaba las aspiraciones de buena parte de la
oficialidad peninsular, por lo general opuesta a la escandalosa promoción de los
africanistas, que había «producido dentro del Ejército perturbación y molestias
innegables», según reconocía el Decreto expedido por Azaña. De haberse aplicado su

29
ABC, Madrid, 27 de enero de 1931.
30
“Los ejércitos coloniales (I), (II) y (III)”, África, antigua Revista de Tropas Coloniales, abril, mayo y
junio de 1931, pp. 85-90, 95-100 y 124-128.
31
Decreto por el que se deroga el Real Decreto de 26 de julio de 1927 por ser contrario a la Ley de 29 de
junio de 1918, 18 de mayo de 1931, GM, n.º 139.

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letra con todo rigor, Goded habría pasado de General de División a Coronel, Franco y
Mola de Generales de Brigada a Tenientes Coroneles, y Varela de Coronel a Comandante.
Todos cuantos habían sido promocionados por elección vieron anulado su ascenso; entre
ellos, los Coroneles José Moscardó, defensor del Alcázar de Toledo, y Juan Yagüe,
compañero de promoción de Asensio, y los Comandantes Pérez Farrás, que marchó con
la primera columna anarquista que salió de Barcelona en dirección a Aragón, y Enrique
Jurado, que llegaría a mandar el Grupo de Ejércitos de la Región Oriental (GERO),
aunque éste solicitó la anulación a petición propia. La antigüedad de los ascendidos por
méritos de guerra también fue anulada y quedaron a la espera de obtener el empleo
superior a que lo hicieran los que habían sido postergados; en esta situación quedaron los
Generales Castelló, Franco, Martínez Monge, Mena, Orgaz y Romerales, y los Coroneles
Aranda y Asensio, entre otros.
Es decir, en la mayor parte de los casos todo se redujo a una mera revisión de las fechas
de efectividad en el empleo, con el único resultado práctico de reordenar los escalafones
y congelar la carrera de los ascendidos irregularmente hasta que les correspondiese
hacerlo por rigurosa antigüedad. Además, la norma precisaba que la anulación no tendría
«efectos retroactivos en cuanto a los haberes percibidos». El único efecto verdaderamente
nocivo de aquella iniciativa fue indisponer contra la República a la práctica totalidad de
los africanistas y contribuir a su alineación con las tramas conspirativas que comenzaron
a actuar desde el verano de 1931 y terminarían desencadenando la rebelión de julio de
1936.
Cuando llegó el momento de revisar el caso de Asensio, la fecha de su ascenso a Coronel,
que se recordará era de 30 de septiembre de 1926, pasó a ser de 3 de mayo de 1933, lo
que le supuso verse postergado en el escalafón del Cuerpo de Estado Mayor ⎯pasó del
cuarto al décimo lugar⎯ y resignarse a que le precedieran en el ascenso a General de
Brigada 25 Coroneles que habían estado escalafonados por detrás de él durante casi seis
años. Como se acaba de decir, estas postergaciones, que fueron anuladas por el Ministro
de la Guerra José María Gil Robles en 1935, sólo sirvieron para irritar a muchos de los
perjudicados y para incitarles, cuando ganó las elecciones el Frente Popular en febrero de
1936, a sumarse a la rebelión en ciernes ante el temor de ver peligrar de nuevo sus
fulgurantes carreras.
En junio de 1931, el Presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá
Zamora, había también reformado en profundidad el organigrama de la Dirección General
de Marruecos y Colonias, en el que la Sección de Asuntos Militares fue sustituida por un

14
Negociado Militar, a cargo de un Comandante32. La reforma conllevó el cese de Asensio,
pero Azaña compensó la pérdida de prestigio que ello aparejaba con la concesión de una
de las vacantes más atractivas y mejor retribuidas que podían desempeñar los Coroneles
de Estado Mayor: la representación del Ministerio de la Guerra en la Delegación española
de la Comisión Internacional de Límites entre España y Portugal, con residencia en
Lisboa.
Desde aquella lejana atalaya, donde permaneció hasta 1936, debió de contemplar con
equilibrada perspectiva el crispado ambiente que se vivía en España, que muchos de sus
compañeros achacaban al régimen republicano. La investigación histórica ha demostrado
que, objetivamente, el clima de incertidumbre e inquietud estaba generado, de una parte,
por los intentos de bloqueo de las reformas sociales por parte de la oligarquía agraria y la
burguesía industrial, y de otra, por la violenta actitud de grupos extremistas de raigambre
anarquista, que interfirieron casi desde primer día el normal desenvolvimiento de la vida
política de aquel penúltimo intento de convertir a España en un país moderno y
democrático, donde imperase la justicia social33.
La primera manifestación relevante del descontento de algunos oficiales hacia la
República fue la frustrada intentona golpista encabezada por el General Sanjurjo y
secundada por una mínima parte de las guarniciones madrileña y sevillana, con la activa
participación de militantes carlistas y monárquicos. Sanjurjo, confirmado en abril de 1931
en el cargo de Director General de la Guardia Civil, juzgó enseguida inadecuada la
política reformista de Azaña e inaceptable el nombramiento de un diplomático como Alto
Comisario del Protectorado. En Navidades, su disconformidad comenzó a trascender
debido a la postura gubernamental ante los llamados sucesos de Castilblanco (Badajoz) y
Arnedo (La Rioja), y Azaña decidió separarle del mando de la Guardia Civil y ponerle al
frente del Cuerpo de Carabineros, medida que Sanjurjo consideró tan ultrajante que le
incitó a ponerse a disposición de Acción Nacional, organización ultraderechista dirigida
por José María Gil-Robles, Antonio de Goicoechea y el conde de Vallellano, que, desde
julio de 1931, intentaba derrocar la República.
El Gobierno, advertido de lo que se tramaba, reaccionó con rapidez y contundencia: «Se
diría que la autoridad se adelantaba mecánicamente a cada una de las maniobras de los

32
Decreto reorganizando los servicios de la Dirección General de Marruecos y Colonias, 16 de junio de
1931, GM, n.º 170.
33
PRESTON, Paul, El holocausto español: odio y exterminio en la Guerra Civil y después, Debate,
Barcelona, 2011, pp. 29-70.

15
conjurados»34. Abortado el golpe con facilidad y detenida la práctica totalidad de los
implicados, la Sala Sexta del Tribunal Superior de Justicia condenó a muerte a Sanjurjo,
pena inmediatamente conmutada por la de reclusión perpetua35; a la de reclusión perpetua
al General Miguel García de Herrán, y a doce años y un día de reclusión al Teniente
Coronel Esteban-Infantes. Otros implicados, como fue el caso del Coronel Varela,
sufrieron distintas penas de prisión o fueron deportados al Sahara Occidental. Dos años
después, el Gobierno presidido por Alejandro Lerroux amnistió de la pena principal a
todos ellos, pero no de la accesoria de pérdida del empleo militar36. Al recobrar la libertad,
Sanjurjo y Esteban-Infantes decidieron exiliarse en Portugal, donde continuaron
conspirando contra la República hasta julio de 1936, con el respaldo y beneplácito del
régimen dictatorial de Oliveira Salazar.
Allí debieron de intentar captar para su causa al Coronel Asensio, al que Sanjurjo había
tenido a sus órdenes en Marruecos y que, como se recordará, era compañero de promoción
de Estaban-Infantes. Asensio, que siempre había despuntado por su inteligencia y
raciocinio, debió de considerar demenciales los argumentos de sus interlocutores, basados
en imaginarios complots judeo-masónico-bolcheviques, cuya principal apoyatura eran los
artículos publicados en el Boletín de la Entente Internationale contre la 3.e Internationale
y las fábulas contenidas en el libelo titulado Los protocolos de los sabios de Sión37. Como
no se distinguía precisamente por su buen carácter, su reacción ante las pretensiones y
planes de sus antiguos compañeros debió de ser extremadamente violenta: «tuve que reñir
verdaderas batallas con los elementos monárquicos allí refugiados, como consecuencia
de los sucesos del diez de agosto [y salir en defensa de] la actuación democrática del
Gobierno español y los preceptos de su Constitución»38. Su actitud terminó enfrentándole
con las autoridades portuguesas, según él mismo reconocería en 1938, pero sobre todo
con la reaccionaria cúpula militar instalada en el Palacio de Buenavista desde la
revolución de Octubre: Franco, Jefe del Estado Mayor Central (EMC); Fanjul,
Subsecretario, y Goded, Inspector General del Ejército.
Tal vez esta serie de contratiempos le movieron a solicitar el reingreso en el Cuerpo de
Ingenieros Geógrafos para, una vez trascurridos los dos años que exigía el Reglamento

34
El Sol, Madrid, 10 de agosto de 1932.
35
Decreto conmutando la pena de muerte impuesta a don José Sanjurjo Sacanell por la de reclusión
perpetua, 25 de agosto de 1932, GM n.º 239.
36
Ley concediendo amnistía por distintos hechos, 24 de abril de 1934, GM n.º 115.
37
SOUTHWORTH, Herbert R., El lavado de cerebro de Francisco Franco: conspiración y guerra civil,
Crítica, Barcelona, 2000, pp. 187-266.
38
ASENSIO, op. cit., p. 88.

16
corporativo para asignar destino a los procedentes de la situación de supernumerario,
distanciarse de la locura que parecía haberse apoderado de muchos de sus compañeros de
armas39.
Ello no fue óbice para que “Franco y sus secuaces”, por utilizar las palabras del propio
Asensio, comenzaran a maniobrar para que éste abandonase Lisboa, lugar considerado
estratégico para la trama golpista. La forma de plantearlo fue muy inteligente: amortizar
el puesto y adscribirlo al Agregado Militar. El complejo trámite burocrático requerido
haría que la resolución terminase siendo firmada por el General Carlos Masquelet,
Ministro de la Guerra del Gobierno de Azaña, es decir, después del triunfo electoral del
Frente Popular40. Probablemente, Masquelet consideró el asunto como un mero asunto de
trámite, e incluso presupuestariamente beneficioso, sin llegar a valorar el alcance político
que iba a tener la separación de Asensio de un puesto donde, según él, «seguramente
hubiera logrado que allí las cosas no llegasen al estado en que han llegado»41.

GUERRA CIVIL (1936-1939)

Asensio regresó a Madrid a mediados de mayo de 1936, quedando en situación de


disponible forzoso en la 1.ª División Orgánica42. A aquellas alturas, Mola ya tenía muy
adelantados sus planes sediciosos ⎯sus cuatro primeras instrucciones reservadas, aunque
fechadas el 25 de mayo, se redactaron a mediados de abril43⎯, los miembros de la Unión
Militar Republicana Antifascista (UMRA) estaban perfectamente al tanto de lo que se
tramaba, sin que desde el Gobierno se prestase atención alguna a sus voces de alerta, y la
UME contaba con cerca de 400 afiliados.

39
Resolución de la Presidencia del Consejo de Ministros concediendo el reingreso en el servicio activo al
Ingeniero segundo del Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, Jefe de Negociado de segunda clase, D. José
Asensio Torrado, quien deberá permanecer dos años en expectación de destino, 21 de noviembre de 1934,
GM n.º 329.
40
Orden Circular resolviendo que la representación del Ministerio de la Guerra en las Comisiones
Internacionales de Límites con Portugal y Francia la ostenten en lo sucesivo los Agregados Militares en
Lisboa y París, quedando sus titulares disponibles forzosos en la 1.ª División Orgánica, 25 de marzo de
1936, DOMG; n.º 73.
41
ASENSIO, op. cit., p. 88.
42
A fin de hacer entrega de la representación en la Comisión de Límites al Agregado Militar, fue autorizado
a prolongar su estancia en Lisboa por Resolución del Ministerio de la Guerra de 27 de abril de 1936,
DOMG, n.º 100. La causa de que al llegar a Madrid no se le asignara un destino militar pudo ser que
quedaban sólo seis meses para obtener el que estaba esperando como Ingeniero Geógrafo. Ver nota 39.
43
Copias de documentos facilitados por el Teniente Coronel don Emiliano Fernández Cordón referentes a
la preparación y desarrollo del Alzamiento Nacional. Archivo General Militar de Ávila (AGMAv), Fondos
de la Guerra Civil (FGC), armario 31, legajo 4, carpeta 8, y MAÍZ, B. Félix, Mola, aquel hombre: diario de
la conspiración 1936, Planeta, Barcelona, 1976, p. 86.

17
Mucho se ha especulado sobre la pertenencia de Asensio a la UMRA. Lo único que él
admitió fue que «En días anteriores al de producirse la rebelión, cuando ya estaba en el
ambiente, tomé parte con elementos del Ejército adictos al Gobierno en proyectos de
organización para armar al pueblo», lo que parece indicar que, si no era miembro de pleno
derecho, al menos colaboraba abiertamente con la UMRA44.
Las reuniones del Comité Nacional se celebraban habitualmente en un entresuelo de la
calle del Prado, domicilio del Capitán Eleuterio Díaz Tendero, fundador y presidente de
la UMRA, y a ellas asistían habitualmente los Tenientes Coroneles Ernesto Carratalá,
Juan Hernández Saravia y Rodrigo Gil; los Comandantes Luis Barceló y Ricardo Burillo,
y el Capitán Urbano Orad, que hacía de secretario. El Comité madrileño se reunía en casa
del Capitán Carlos Faraudo, instructor de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas
(MAOC), asesinado por Falange el 8 de mayo. No parece que Asensio frecuentara esos
domicilios, sino que sus contactos con la UMRA tenían lugar en las tertulias frecuentadas
por militares afines a la República en el Café Negresco, en la calle de Alcalá junto al
Círculo de Bellas Artes, y en La Granja del Henar, en el arranque del Paseo de la
Castellana, frente por frente al Palacete de la Presidencia del Gobierno45.
Ricardo de la Cierva afirma, sin citar la fuente, que Díaz Tendero le tenía catalogado
como fascista y que los rebeldes se sorprendieron de que se alinease con la República46.
Franco, en sus célebres confidencias a su primo, aparte de elogiar a su antiguo compañero
de promoción «Pepito Asensio» por «inteligente y [sentir] la milicia» y vituperarle por
carecer del «menor ideal fuera de su estómago», decía recordar que le escribió varias
cartas desde Lisboa para ponerse a su disposición cuando era Jefe del EMC, por lo que
creía que su lealtad había sido de carácter «geográfico» y que, de haber estado seguro del
triunfo del golpe o de haber estado destinado en Marruecos, «no habría titubeado»47.
Como pudo pasarle a Díaz Tendero, si nos guiamos exclusivamente por su origen social
y trayectoria profesional, Asensio parecía predestinado a compartir los planteamientos de
los muñidores del golpe. Pero si ponderamos su racionalidad e inteligencia, virtudes

44
ASENSIO, op. cit., p. 88.
45
SUERO, art. cit., p. 28.
46
CIERVA, Ricardo de la, Historia ilustrada de la Guerra Civil española, Danae, Barcelona, 1970, t. I, p.
340. Díaz Tendero había ido elaborando un minucioso fichero con datos muy concretos y actualizados
sobre las características personales, políticas y profesionales de buena parte de los oficiales del Ejército y
de la Armada. Su principal fuente fueron las listas confeccionadas por la ultraderechista UME, organización
en la que se habían infiltrado algunos miembros de la UMRA, a fin de conocer con quiénes se podía contar
para dar un golpe de Estado. También proporcionó informes sobre algunos mandos la organización
clandestina de cabos y soldados que editaba el periódico El Soldado Rojo.
47
FRANCO SALGADO-ARAÚJO, Francisco, Mis conversaciones privadas con Franco, Planeta, Barcelona,
2005, p. 276.

18
apreciadas por todos cuantos le trataron, y la tradición de lealtad inquebrantable al mando
de la oficialidad de Estado Mayor, corporación a la que también pertenecía Vicente Rojo,
se comprende su repugnancia a compartir los criminales designios de la oficialidad
africanista que protagonizó la rebelión. Tampoco su rígido e irascible carácter, su
elegancia natural y su pulido aspecto de dandi le hacían muy popular entre sus
compañeros ni incitaban a clasificarle como defensor nato de las reivindicaciones del
proletariado. El único retrato literario que se conserva de él le describe así:

Alto, delgado, vestido correctamente de uniforme, plantado en medio de la calzada, solo


[…] ¿Quién es?, preguntó Olivares a Tori, señalando a aquel hombre que de tal manera
desafiaba a las balas. Es el general. Lo conozco muy bien. ¿Ves cómo se juega la vida?
Pues estoy seguro de que antes de venir aquí, esta mañana, se ha rasurado, perfumado y
peinado esmeradamente como si fuera a una fiesta. Es nuestro primer talento militar48.

La guerra de columnas (julio-septiembre de 1936)

La trama golpista en la capital de la República fue urdida por tres Generales sin mando
de tropas: Joaquín Fanjul, Miguel García de la Herrán y Rafael Villegas, auxiliados por
dos Tenientes Coroneles de la UME: Eduardo Álvarez Rementería y Valentín Galarza.
Mola, convencido de que el golpe fracasaría, les había recomendado contemporizar con
las autoridades hasta la llegada de sus tropas o, si ello no era posible, abrirse paso hasta
la sierra, evitando en todo caso encerrarse en los cuarteles49.
La tarde del viernes 17 de julio, nada más conocerse que la guarnición de Melilla se había
alzado en armas, el Gobierno acuarteló todas las unidades como medida precautoria. En
Madrid, la jornada del sábado trascurrió sin incidentes de importancia, aunque al
trascender la rebelión de las unidades del Protectorado, el clima en los cuarteles y en la
calle se enrareció. Precisamente aquella mañana, Asensio había emprendido viaje a San
Rafael, donde veraneaba su familia. Al llegar a aquel punto, se enteró de lo ocurrido y
emprendió inmediatamente el regreso, presentándose en el Ministerio de la Guerra, donde
la situación era bastante caótica. El Presidente y Ministro de la Guerra, Santiago Casares
Quiroga, acababa de dimitir y Azaña había encomendado formar Gobierno a Diego
Martínez Barrio, quien nombró Ministro al General José Miaja. Por la noche, ambos

48
LERA, Ángel M.ª de, Las últimas banderas, Planeta, Barcelona, 1967, p. 225 y 226. Lera, que se esconde
detrás de Olivares, sitúa la escena en octubre de 1936, cuando las tropas de Varela se acercaban a Madrid,
y pone la semblanza de Asensio en boca del Comandante de Infantería de Marina Antonio Risori, Ayudante
de Largo Caballero, que sería herido de muerte en aquel lugar.
49
MAÍZ, op.cit., p. 256.

19
dimitieron y el Gobierno pasó a manos de José Giral y el Ministerio de la Guerra a las del
General Luis Castelló, Comandante Militar de Badajoz, que no se incorporó hasta la tarde
del domingo 19.
El tema en discordia, causa de aquella serie de crisis gubernamentales, era la propuesta
de entregar los fusiles almacenados en los Parques de Artillería a las milicias de los
partidos y sindicatos izquierdistas, postura defendida, entre otros, por Asensio.
Convencido éste de que la mayoría de la oficialidad se pondría del lado de los golpistas,
estimaba necesario, para malbaratar sus planes, disolver el Ejército y rehacerlo sobre la
base de las citadas milicias: «De mí salió la idea de las milicias encuadradas [por militares
profesionales] y redacté notas para su ejecución y organización»50.
Aquella mañana dominical, al comprobar que otras guarniciones se sumaban al golpe,
Giral ordenó distribuir los fusiles del Parque de Pacífico. La negativa del Coronel del
Regimiento de Infantería número 4 a entregar sus cerrojos, custodiados preventivamente
en el Cuartel de la Montaña, precipitó los acontecimientos. Fanjul, que se presentó allí al
mediodía, alzó en armas a las tres unidades en él acuarteladas y pidió refuerzos a
Campamento, contraviniendo las instrucciones de Mola. Llegada la noche, nutridos
grupos de milicianos armados comenzaron a concentrarse en torno del cuartel, mientras
Asensio preparaba su asalto, que comenzó nada más clarear el lunes 20: «en Madrid,
colaborando con Burillo, planeé el asalto al Cuartel de la Montaña»51. Los sublevados
capitularon a media mañana y pasado el mediodía lo hicieron las unidades alzadas en
Campamento52.
Cuando Castelló se incorporó a su despacho, se encontró con que el Teniente Coronel
Hernández Saravia, al frente de un comité formado por oficiales de la UMRA, había
tomado las riendas del Ministerio y enviado columnas mixtas de soldados y milicianos a
bloquear los pasos de la sierra madrileña. También había dispuesto que Miaja, tras
concentrar en Albacete soldados, guardias civiles, guardias de asalto y carabineros de la
división de Valencia, marchase a cerrar Despeñaperros. Castelló ordenó que Asensio se
trasladase a Andújar para, tras organizar a las milicias jienenses, constituirse en Jefe de
Estado Mayor de Miaja. El 28 de julio, sus 3.000 hombres llegaron a Montoro y, en lugar
de utilizarlos para recuperar Córdoba, que estaba prácticamente indefensa, los envió a

50
ASENSIO, op. cit., p. 88.
51
Ibídem, p. 89.
52
PUELL DE LA VILLA, Fernando y HUERTA BARAJAS, Justo A., Atlas de la Guerra Civil española:
antecedentes operaciones y secuelas militares (1931-1945), Síntesis, Madrid, 2007, pp. 52 y 53.

20
doblegar la resistencia de los guardias civiles sublevados al norte de la provincia, lo que
permitió la llegada del Coronel José Enrique Varela con refuerzos.
Para entonces, Asensio había marchado a Málaga, donde llegó el 30 de julio, con
instrucciones de organizar columnas mixtas de soldados, guardias y milicianos para
recuperar Granada. Tras lograr a duras penas imponer su autoridad ⎯«lo que devolvió la
tranquilidad a la Capital»53⎯ y recabar del Gobierno el envío por vía marítima de varios
miles de fusiles y algunos aviones, envió sendas columnas por Loja y Motril, que fueron
detenidas por las fuerzas rebeldes a unos 20 kilómetros de Granada. En esta ocasión,
Asensio, con el respaldo del General Toribio Martínez Cabrera, recién nombrado Jefe del
EMC, cometió el error de desestimar la sugerencia del Teniente de Navío Pedro Prado,
jefe de operaciones navales, partidario de marchar primero contra Algeciras, lo que tal
vez hubiese impedido que el día 5 desembarcase allí el llamado «Convoy de la Victoria»,
que permitió sumar 1.600 regulares y legionarios a los 2.300 que habían traspasado el
estrecho por vía aérea los días anteriores54.
Ese mismo día, Castelló le ordenó regresar a Madrid para tomar el mando directo de las
columnas de Guadarrama en sustitución del General José Riquelme, nombrado Jefe del
Teatro de Operaciones del Centro de España (TOCE), que comprendía los frentes de
Gredos, Guadarrama, Somosierra y Guadalajara, y el que se iba creando en Extremadura.
A su llegada, la tropa estaba bastante desmoralizada por los continuos reveses sufridos en
días anteriores al intentar recuperar el Alto del León y el Teniente Coronel Domingo
Moriones, que mandaba la vanguardia, le propuso retirar a las unidades más castigadas y
ponerse a la defensiva con las que vinieran a relevarlas. Asensio decidió que continuara
el ataque y que se retirasen las fuerzas que lo deseasen. Aunque ninguna lo hizo, la
ofensiva no prosperó. La dura lucha por el dominio de la divisoria terminó en tablas. Tras
quince días de durísimos combates y de sufrir numerosas bajas, ni los rebeldes pudieron
progresar hacia Madrid ni los republicanos forzar su resistencia, quedando estabilizado el
frente en aquel sector hasta el final de la guerra55.
A partir de ese momento, emprendió la tarea de transformar en una fuerza disciplinada y
eficiente a las columnas a sus órdenes, no dudando en utilizar procedimientos duros e
incluso crueles. Gracias a ello, el 30 de agosto, Asensio brindó a la República el primer

53
ASENSIO, op. cit., p. 89.
54
SALAS LARRAZÁBAL, Ramón, Historia del Ejército Popular de la República, La Esfera de los Libros,
Madrid, 2006, t. I, pp. 389-396.
55
PUELL, Atlas, op. cit., pp. 53-55.

21
triunfo logrado por aquellas improvisadas unidades sobre las tropas profesionales venidas
de Marruecos. El hecho tuvo lugar en Peguerinos, conquistado por una columna formada
por unos dos mil hombres, entre soldados, regulares indígenas a pie y a caballo,
falangistas y requetés, procedente de El Espinar y con intenciones de ocupar El Escorial.
Al tener conocimiento de ello, Asensio concentró toda la fuerza disponible, mandada por
Moriones, Burillo, Juan Modesto Guilloto y Etelvino Vega, y, tras bombardear la
población con artillería y aviación, lanzó un «brioso ataque» que puso en fuga al enemigo,
causándole unas 800 bajas, haciendo más de cien prisioneros y cobrando sus
ametralladoras y morteros. Al día siguiente, fue recuperado todo el terreno perdido56.
El más prolífico de los historiadores militares franquistas reconoció la magnitud de
aquella derrota ⎯«La operación intentada el día 30 constituye un serio fracaso, siendo
batidas las vanguardias y huyendo las más de las fuerzas en desorden»57⎯, y el más
afamado puso de relieve su importancia simbólica y moral y el papel que desempeñaría
en la futura trayectoria de Asensio:

Este combate, de alcance local, era el primer éxito de relativa importancia que conseguirían
las fuerzas del Gobierno, con la significación de que la victoria se había logrado no sobre
las bisoñas e inconsistentes tropas organizadas presurosamente en la Península, sino sobre
fuerzas africanas. Con ello aumentó considerablemente el prestigio de Asensio y se
fortaleció la moral de sus tropas. Las milicias, o cuando menos algunas de sus unidades,
entre las que figuraban casi todas las que como fuerza de maniobra participaron en esta
acción, empezaban a alcanzar valor en el combate y su principal artífice era, sin duda
alguna, el coronel Asensio58.

Aparte de alcanzar prestigio profesional, Asensio comenzó a ser conocido por la


población y los partidos políticos intentaron atraérselo a su lado, en particular el
comunista. A ese objeto, su gesta fue reconocida mediante el nombramiento de Coronel
honorario del 5.º Regimiento, que había organizado y nutrido tres de los batallones
implicados en la acción: el Acero, el Octubre y el Thaelmann.

En la reunión celebrada el día 30 de agosto pasado, la Comandancia del 5.º Regimiento de


Milicias Populares, analizando su labor en el frente y su gran actividad y conocimientos
militares puestos al servicio de la Causa del pueblo, su gran interés por la vida de los
Milicianos, su deseo ferviente de llegar rápidamente a la gran victoria, hemos acordado por

56
Instancia del General Asensio al Ministro de Defensa Nacional en solicitud de la Placa Laureada de
Madrid, 27 de mayo de 1937, ápud ASENSIO, op. cit., pp. 113-117.
57
MARTÍNEZ BANDE, José Manuel, La marcha sobre Madrid, San Martín, Madrid, 1982, p. 109.
58
SALAS, op. cit., t. I, p. 324.

22
unanimidad el nombrarle a Vd. Comandante de Honor del 5.º Regimiento, como
reconocimiento popular de su formidable acción antifascista59.

En Talavera y Toledo (septiembre-octubre de 1936)

Entretanto, la situación se había deteriorado notablemente en el frente extremeño, donde


la cada vez más potente Columna Madrid, formada por legionarios y regulares y mandada
por el Teniente Coronel Yagüe, tras tomar Badajoz el 14 de agosto, había progresado 220
kilómetros en menos de dos semanas. Su llegada a Navalmoral de la Mata, que la situaba
en el valle del Tajo, provocó gran alarma en Madrid y el Coronel Hernández Saravia, a
quien Giral había nombrado Ministro de la Guerra a principios de agosto, acordó
establecer una línea defensiva en Talavera, conforme a lo propuesto por Riquelme. La
línea fue guarnecida por unos 6.000 hombres, entre soldados, fuerzas de seguridad y
milicianos, bajo el mando del Coronel Mariano Salafranca y desplegados a caballo de la
carretera, al oeste de la ciudad. Pero el 1 de septiembre, mediante una audaz maniobra de
envolvimiento, un batallón rebasó la línea por el norte y se adueñó de los puentes de la
carretera y del ferrocarril sobre el río Alberche, mientras otro atacaba de frente las
posiciones de Salafranca. Ante el temor de quedar copados, sus defensores las
abandonaron y el enemigo se apoderó de Talavera, quedando expedita la ruta hacia
Madrid60.
Probablemente el éxito alcanzado en Peguerinos fue la causa de que, el 4 de septiembre,
Hernández Saravia convocase a Asensio a la reunión donde se iba a decidir lo que se
podía hacer. En ella, a propuesta del Teniente Coronel Subsecretario Leopoldo
Menéndez, se acordó que el General Masquelet fortificase rápidamente la línea Escalona-
Maqueda-Torrijos y estableciese una segunda línea defensiva a la altura de Navalcarnero.
Pero Asensio, más partidario de la ofensiva, propuso atacar de flanco con las tropas que
acababan de vencer en Peguerinos, en tanto se construían las citadas líneas.
Mientras se celebraba aquella reunión en el Palacio de Buenavista, Giral estaba en el de
Oriente presentando su dimisión y Azaña confiaba el Gobierno a Francisco Largo
Caballero. Políticamente, la decisión de poner a un socialista al frente del Gobierno, por
primera vez en la historia de España, y el nombramiento de dos Ministros comunistas,

59
Carta del Comandante del 5.º Regimiento al General Asensio, 12 de septiembre de 1936, ápud ASENSIO,
op. cit., p. 105.
60
PUELL, Atlas, op. cit., pp. 74-77.

23
por primera vez en la de los países occidentales, podría interpretarse como un desesperado
intento de elevar la decaída moral de los vapuleados defensores de la República.
Largo, que se había reservado la cartera de Guerra, se incorporó a la citada reunión y,
encandilado por el plan de Asensio, le encomendó la difícil misión de detener la
progresión de las tropas de Yagüe. Aquella misma tarde, tras ser ascendido a General y
nombrado Jefe del TOCE61, se desplazó a Santa Olalla con la columna del Comandante
Burillo y se dispuso inmediatamente a recuperar los puentes sobre el Alberche, mientras
por el sur del Tajo otra columna, también procedente de la sierra madrileña, amenazaba
Talavera. Pero el batallón rebelde allí situado se mantuvo firme y otro vadeó el Alberche
aguas arriba y, cayendo sobre la retaguardia de los atacantes, les obligó a replegarse.
Tras el fracasado contraataque, Asensio fue concentrando numerosos efectivos entre
Santa Olalla y Talavera, que llegaron a sumar 20.000 hombres el 20 de septiembre, entre
los que se contaban los del 5.º Regimiento, liderados por Modesto y Líster, y situó a su
frente a militares profesionales con orden de corregir con dureza la indisciplinada actitud
de los milicianos, a la que todos achacaban los pasados reveses, aprovechando cualquier
momento de descanso para adiestrarlos. Simultáneamente, estableció una fuerte línea
defensiva del Alberche al Tajo, dotada por primera vez de trincheras y alambradas.
Franco, por su parte, reforzó la Columna Madrid con una nueva agrupación de regulares
y legionarios y ordenó a Yagüe continuar avanzando hacia Santa Olalla, Maqueda y
Torrijos.
El 11 de septiembre Yagüe no pudo envolver a las fuerzas de Asensio y lanzó un durísimo
ataque frontal, que sólo le permitió ganar un par de kilómetros. Ante la creciente fortaleza
de las posiciones republicanas, decidió desbordarlas, ordenando a uno de sus batallones
cruzar el Alberche por Cardiel de los Montes, mientras otro avanzaba por la carretera de
Extremadura para confluir ambos en Santa Olalla. El primero, nada más vadear el
Alberche, fue rechazado y la operación se detuvo.
Durante los días siguientes, la intervención de la llamada Aviazione Legionaria
⎯formada por cazas Fiat CR-32, pilotados por italianos⎯ y de seis batallones por el
norte y dos por el sur de la carretera quebrantó la tenaz resistencia republicana, logrando
al fin ocupar Santa Olalla el día 20. La extrema dureza de los combates desmoralizó una
vez más a los recién militarizados milicianos y, más temerosos de caer en manos de los

61
Decretos de 4 de septiembre de 1936, DOMG, n.º 176.

24
moros que de los castigos de Asensio, abandonaron las posiciones, lo que permitió a
Yagüe ocupar Maqueda el día 21 y Torrijos el 22.

Para hacer frente a todo ese movimiento físico y moral, Asensio sólo disponía de su pistola
reglamentaria y de unas milicias que, sin transición, por rachas, pasaban del heroísmo al
susto y del susto al heroísmo, abandonando el terreno, cuando tenía defensa y pegándose a
él, cabeza y cuerpo al descubierto, en las planicies indefendibles62.

No obstante, la capacidad de combate de las columnas republicanas había progresado


notablemente, vaticinando ya su futura actuación en Madrid, y también la competencia y
liderazgo de algunos de sus improvisados mandos. No en vano el enemigo, que sólo había
tardado un mes en recorrer 450 kilómetros de Sevilla a Talavera, necesitó dos semanas
para cubrir los 43 que había de allí a Maqueda.
Una vez allí, Franco ordenó desviarse a Toledo, en lugar de continuar directamente hacia
Madrid, como parecía ortodoxo. Su polémica decisión respondió a un planteamiento
exclusivamente dirigido a promocionar su figura: lograr el triunfo propagandístico y
sentimental de liberar el Alcázar de Toledo, cuna de la Infantería española, que venía
resistiendo numantinamente dos meses de enconado asedio. La pretensión de sus
hagiógrafos de que obedeció a una cuestión táctica ⎯la conveniencia de continuar
apoyando el flanco sur del dispositivo en la segura línea del Tajo⎯ se cae por su propio
peso, pues no se planteó tal hipótesis al reiniciarse la marcha hacia Madrid.
Asensio, más preocupado por entonces de doblegar la resistencia del Alcázar, alguno de
cuyos asaltos dirigió personalmente, que de detener a Yagüe, se apresuró a fortificar el
río Guadarrama, único obstáculo importante entre Torrijos y Toledo, y a contraatacar sin
éxito en Maqueda. Franco decidió relevar al Teniente Coronel Yagüe por el General
Varela, cuyas tropas vadearon el Guadarrama y, envolviendo las posiciones republicanas,
ocuparon Bargas el día 26. Al día siguiente, tras hacer explosión una potente mina situada
bajo uno de los torreones del Alcázar, regulares y legionarios se lanzaron al asalto de la
ciudad, defendida por 5.000 milicianos que no lograron detener el empuje de los
asaltantes, y al anochecer entraron en la fortaleza.
El éxito obtenido tuvo enorme repercusión dentro y fuera de España. Sus principales e
inmediatas consecuencias fueron, en el bando rebelde, el encumbramiento de Franco por
los Generales que integraban la Junta de Defensa Nacional, reunidos en una finca
salmantina, quienes lo nombraron Generalísimo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, y

62
ZUGAZAGOITIA, Julián, Guerra y vicisitudes de los españoles, Tusquets, Barcelona, 2001, p. 170.

25
Jefe del Gobierno del Estado. En el republicano, la asunción por Largo Caballero del
mando directo de las fuerzas armadas, aunando en su persona la dirección política y
militar de la guerra, y la militarización de las milicias, reconociendo la imperiosa
necesidad de disciplinarlas y organizarlas militarmente, primer paso dado hacia la
creación del Ejército Popular de la República63. En él se daría enseguida cabida a las
Brigadas Internacionales, organizadas bajo los auspicios de la Unión Soviética, cuyos
equipos de asesores acababan de llegar a Madrid, seguidos por la primera remesa de
aviones y carros de combate.
La militarización fue un proceso extremadamente lento, debido a la resistencia y protestas
de las propias milicias, especialmente las de raigambre anarquista. Los mandos
profesionales que las tenían a su cargo llevaban meses denunciando que el soldado mejor
pagado de Europa ⎯el miliciano cobraba tres veces más que el legionario⎯ fuese
también el más indisciplinado e ineficaz, juicio sin duda apropiado en el caso de los
anarquistas pero no tanto en el de los comunistas y menos de los procedentes del 5.º
Regimiento. Las ventajas de la militarización se observaron inmediatamente en los
combates en torno a Madrid del invierno y la primavera de 1937, pero tardó meses en
extenderse al resto de España, lo que ayuda a explicar las grandes debacles de Málaga y
de la cornisa cantábrica.
Asensio acababa de abandonar el frente toledano para establecer su cuartel general en
Madrid, cuando el Alcázar cayó en manos de Franco. Plenamente consciente de la
incapacidad ofensiva de sus columnas, pero también de que ya eran bastante capaces de
dificultar el avance enemigo, impuso el criterio de realizar una maniobra retardatriz, que
proporcionase el tiempo necesario para impedir que el enemigo progresara rápidamente
hacia Madrid, que a la postre era el verdadero objetivo de los rebeldes, como muy
certeramente especificaban las instrucciones de Mola: «el Poder hay que conquistarlo en
Madrid»64:

La acción por mí propuesta no tenía, no podía tener, las pretensiones de vencer a un


enemigo más numeroso y mejor armado. Se trataba de una serie de operaciones de desgaste,
aun a costa de tener que realizar una gran retirada estratégica en que se le discutiría al
enemigo su avance porción a porción, palmo a palmo. Nuestro objetivo no era, no podía

63
Decreto disponiendo que las fuerzas de Milicias voluntarias tengan carácter, condición y fuero militar,
28 de septiembre de 1936, DOMG, n.º 196, y Orden Circular comunicando que el Ministro de la Guerra
asume el mando de todas las fuerzas armadas y organizadas, como Jefe Superior del Ejército, 15 de octubre
de 1936, DOMG, n.º 211.
64
“El objetivo, los medios y los itinerarios”, 26 de mayo de 1936, AGMAv, FGC, armario 31, legajo 4,
carpeta 8.

26
ser otra cosa que una defensa, dinámica y con reacciones ofensivas, para que el enemigo
fuera retardando su contacto con los puestos y las líneas avanzadas que defendían Madrid
ganando tiempo para mejorarlas y ultimarlas […] Gracias a ella, cuando el enemigo se
asoma a la Casa de Campo, llegaba desgastado considerablemente y, por otra parte, era ya
tarde para realizar sus proyectos de conquistar la capital de la República65.

Subsecretario del Ministerio de la Guerra (octubre de 1936-febrero de 1937)

No obstante, su postura no fue bien comprendida y su estrella comenzó a declinar. El


Ejército que mandaba, desde cualquier punto de vista inferior al del adversario, carecía
de la capacidad necesaria para vencer en campo abierto y la alarma cundió entre la
aterrada población madrileña. Sólo el Presidente del Consejo de Ministros parecía
continuar confiando inquebrantablemente en él, pero los dirigentes del Partido
Comunista, que de un lado pretendían librarse de Largo Caballero y de otro estaban
encorajinados con un militar que se oponía a someterse a sus dictados, comenzaron a
desprestigiarle, apodándole el «organizador de las derrotas». Además su rígida actitud
ordenancista, unida a su desdén por los comités y su empecinada independencia política,
terminó convirtiéndole en un personaje odiado por sus tropas e incómodo para sus
superiores.
El arrollador avance enemigo por las carreteras de Extremadura y Toledo aumentó la
presión ejercida sobre Largo y, muy a su pesar, tomó la decisión de apartar a Asensio del
mando directo sobre la fuerza. Pero consciente de su valía, le confió el puesto de
Subsecretario del Ministerio de la Guerra66, una posición menos expuesta a las invectivas
de los órganos de opinión, pero esencial en los momentos en que se estaban sentando las
bases del Ejército Popular, que en buena medida fue el gran legado de Asensio a la
República.
La organización concebida entre Asensio y el General Jefe del EMC, Toribio Martínez
Cabrera, era teóricamente perfecta y muy similar a la que hoy rige en España67:

⎯ Mando operativo, con vértice en el Ministro de la Guerra y canalizado a través del


EMC.

65
ASENSIO, op. cit., pp. 18 y 20.
66
Decreto de 22 de octubre de 1936, DOMG, n.º 217.
67
SALAS, op. cit., t. IV, p. 3184.

27
⎯ Fuerza, con base en Brigadas Mixtas, especie de ejércitos en miniatura,
autosuficientes desde el punto de vista operativo y logístico, y capaces de ser con
facilidad encuadradas en grandes unidades.
⎯ Apoyo a la fuerza a través de tres órganos rectores de nueva creación ⎯el Centro
de Organización Permanente de Artillería (COPA), la Dirección General de
Transportes y Retaguardia, y los Centros de Reclutamiento, Instrucción y
Movilización (CRIM)⎯, más un amplio entramado de centros de enseñanza para
la formación y perfeccionamiento de la nueva oficialidad: escuelas populares,
escuelas de aplicación y centros de perfeccionamiento de gran unidad.

El General Sebastián Pozas, sustituto de Asensio como Jefe del Ejército de Operaciones
del Centro, volvió a optar por la defensiva y Masquelet recibió de nuevo el encargo de
construir un cinturón de líneas fuertemente fortificadas en torno a Madrid, en cuyas calles
surgieron las primeras barricadas y, para elevar el espíritu de resistencia, comenzó a
popularizarse el eslogan más representativo de gesta de noviembre: ¡No pasarán!, versión
española de la consigna utilizada en Verdún durante la Primera Guerra Mundial.
La principal aportación de Asensio a la defensa de Madrid fue conseguir encuadrar en
seis Brigadas Mixtas a los aproximadamente 28.000 hombres de las descoordinadas
columnas de soldados, guardias y milicianos del Ejército del Centro, uniformarlas,
alimentarlas, armarlas y municionarlas, encauzar hacia el frente los aviones, carros de
combate y piezas de artillería recién importados de la Unión Soviética, y atender al
acuartelamiento, adiestramiento y armamento de los brigadistas internacionales que iban
llegando a Albacete, logrando transportar su primer contingente a Madrid el 8 de
noviembre, el mismo día que Varela había previsto cruzar el Manzanares68.
Aunque los enardecidos madrileños parecían seguros de poder detener el empuje de los
franquistas, Largo Caballero, mejor informado y menos confiado, consideró que poco se
podía hacer desde el interior de una ciudad asediada y había trasladado dos días antes el
Gobierno a Valencia. Asensio fue el encargado de entregar, instantes antes de partir con
el Presidente, dos sobres cerrados con instrucciones para que Pozas estableciese su cuartel
general en Tarancón y que Miaja, Jefe de la 1.ª División, asumiese el mando de las fuerzas
de la capital y la Presidencia de la Junta Delegada del Gobierno para la Defensa de
Madrid, investido de plenos poderes en lo político y en lo militar.

68
COX, Geoffrey, La defensa de Madrid, Oberon, Madrid, 2005, pp. 155-158.

28
En Valencia, Asensio continuó con su tarea de organizar y avituallar el flamante Ejército
Popular. Entre las principales decisiones entonces adoptadas cabría destacar la que
estableció el Consejo Superior de Guerra, organizó el Estado Mayor del Ministro y creó
los Ejércitos del Norte y del Sur. Sin duda el más importante de estos órganos era el
Consejo Superior de Guerra, presidido por Largo Caballero e integrado por los Ministros
de Justicia, Juan García Oliver; Marina y Aire, Indalecio Prieto; Agricultura, Vicente
Uribe; Obras Públicas, Julio Just, y el Comisario General de Guerra, Julio Álvarez del
Vayo, actuando como Secretario el propio Asensio. Su principal misión era prestar
asesoramiento al Ministro de la Guerra y «ocuparse de cuanto se refiere a la movilización
industrial del país, el armamento y munición de todas las fuerzas, planes generales de
abastecimiento y puesta en producción de toda la industria nacional»69, cometidos que
adujo en su descargo cuando fue acusado de traición por haber mantenido los frentes de
Málaga «débilmente guarnecidos y mal dotados de armamento»70.
Efectivamente, la vertiginosa pérdida de Málaga en menos de un mes supuso el
lamentable final de su brillante carrera militar. Desde que Queipo de Llano, en agosto de
1936, logró hacerse con Granada, aquella provincia, gobernada por un comité de partidos
y sindicatos y carente en absoluto de unidades militarmente organizadas, había quedado
aislada, enmarcada por 250 kilómetros de terreno muy abrupto, muy adecuado para la
defensiva, y unida únicamente al territorio leal por una franja de 20 kilómetros entre
Orgiva y Motril.
Al contemplar la parsimonia con que las tropas de Franco avanzaban hacia Madrid,
Mussolini, ansioso por zanjar cuanto antes la contienda, puso a su disposición 10.000
voluntarios del Partido Fascista, dotados de modernos vehículos blindados, que llegaron
a Cádiz a principios de 1937. Su pretensión era que protagonizaran inmediatamente una
maniobra de gran envergadura sobre Valencia o Madrid, pero Franco decidió foguearles
antes en una operación breve y sencilla, acordando lanzarles contra Málaga.
Antes de entrar en acción los italianos, Queipo se apoderó por sorpresa de Marbella y
Alhama de Granada, arrollando la resistencia de los inexpertos milicianos. Largo
Caballero destituyó fulminantemente al Jefe del Sector, el Coronel Manuel Hernández
Arteaga, cuyas dotes de mando y organización eran lamentables, y lo sustituyó por el del

69
Decreto creando el Consejo Superior de Guerra, 9 de noviembre de 1936, GM, n.º 315.
70
Auto de procesamiento decretando el procesamiento y prisión provisional del General don José Asensio
Torrado, Valencia, 18 de octubre de 1937, 4.º resultando, E, ápud ASENSIO, op. cit., p. 50.

29
mismo empleo José Villalba Rubio, cuya buena voluntad se vio desbordada por los
acontecimientos, sin recibir apenas de Valencia ayuda alguna.
La operación quedó en suspenso hasta que, el 5 de febrero, los italianos se posicionaron
en Antequera, Loja y Alhama, desde donde llegaron a las inmediaciones de la capital en
dos días. Simultáneamente, por la carretera de la costa y con apoyo de tres barcos de
guerra españoles y uno alemán, llegaron a sus puertas las tropas de Queipo, que tomaron
Málaga el día 8. Al día siguiente, dos columnas motorizadas italianas ocuparon Motril71.

Cesado, procesado y encarcelado (febrero de 1937-mayo de 1938)

En Valencia, la pérdida de Málaga dio lugar a un monumental escándalo político y


periodístico. El ataque se polarizó contra los militares y muy especialmente contra
Asensio, odiado por los comunistas y antipático a los sindicalistas, pero los tiros iban
directos contra el Gobierno y más concretamente contra su Presidente. Durante días,
periódicos, mítines y manifestaciones, con la excusa de fortalecer la moral y el espíritu
de resistencia, denunciaban a los presuntos traidores, solicitaban su depuración y
veladamente primero, descaradamente después, atacaban a quien les protegía.
En el caso de Asensio, la campaña aireó su licenciosa conducta, cosa que era de dominio
público, y muy especialmente el hecho de no haber podido ser localizado el día de la
pérdida de Málaga por estar en un cabaret72. El 5 de marzo, José Díaz, Secretario General
del Partido Comunista, elevó el tono de las acusaciones en un durísimo discurso ante el
Comité Central: «¿Se han investigado a fondo las causas de las derrotas de Talavera y
Toledo? ¿Se ha castigado a los responsables? Desgraciadamente, no. ¿Han sido
castigados los responsables de la caída de Málaga? Tampoco»73.
Asensio no fue sino la víctima colateral de la feroz batalla política librada entre los
comunistas y Largo Caballero. Al carecer de influencia suficiente para que Azaña se
deshiciese de él, decidieron privarle de su más cercano colaborador: «Le atacaban, por de
frente, en una de sus debilidades: el general Asensio»74, quien, acusado de ser el

71
PUELL, Atlas, op. cit., pp. 101-103.
72
En opinión de quienes le conocían, su gran vitalidad, similar a la de Negrín, le permitía salir de farra al
término de una prolongada y agotadora jornada de trabajo, pero lo que era celebrado y aplaudido en Negrín
se consideró denigrante en su caso. SALAS, op. cit., t. II, p. 1125.
73
DÍAZ RAMOS, José, Tres años de lucha, Laia, Barcelona, 1978, pp. 341-408.
74
ZUGAZAGOITIA, op. cit., p. 253.

30
responsable político de la pérdida de Málaga, terminó dimitiendo el 20 de febrero75. A
continuación, el objetivo pasó a ser el Jefe de Estado Mayor, General Martínez Cabrera,
que fue reemplazado por el Teniente Coronel Rojo veinte días después76. Y finalmente,
en mayo, se cobraron la pieza mayor, forzando la dimisión de Largo Caballero con
ocasión de la insurrección anarquista de Barcelona.
Dos meses antes, el 10 de marzo, el Ministro de Hacienda, Juan Negrín, de quien dependía
el Cuerpo de Carabineros, había ordenado abrir diligencias judiciales para conocer la
suerte corrida por el batallón de Orihuela que desapareció en el desastre de Málaga y, tras
la dimisión de Largo, elevó lo actuado a la Sala Sexta del Tribunal Superior de Justicia.
El Juez Instructor, Juan José González de la Calle, calificó como presunto delito de
traición la actuación de los Generales Asensio, Martínez Cabrera y Fernando Martínez-
Monje, Jefe del Ejército del Sur, y de los Coroneles Hernández Arteaga y Villalba, por
considerar que el abastecimiento de armamento y munición a aquel frente se había
realizado con lentitud, a cuentagotas y a destiempo, y, el 18 de octubre, bajo este
gravísimo cargo, decretó su procesamiento e ingreso en prisión.
Asensio fue llevado primero a la cárcel de San Miguel de los Reyes de Valencia, de la
que pasó a la de Santa Clara, en la que, en enero de 1938, escribió el alegato al que varias
veces se ha hecho referencia, aunque se editó después de ser trasladado, a mediados de
febrero, a la prisión establecida en el antiguo convento carmelita de la calle Déu i Mata
de Barcelona, sede del Gobierno desde noviembre, donde también estaban internados los
dirigentes del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) detenidos durante los
sucesos de mayo de 1937.
Su excelente y meditado alegato, que se publicó y circuló profusamente, hizo que muchos
reconocieran el injusto trato que se le había dado77. A mediados de mayo, Julián
Zugazagoitia, por entonces Secretario General del Ministerio de Defensa Nacional,
expuso la situación a su Ministro, Juan Negrín, quien ordenó hacer gestiones para que se

75
Decreto aceptando la dimisión del cargo de Subsecretario del Ministerio de la Guerra a don José Asensio
Torrado y Orden Circular disponiendo que fije su residencia en Valencia, a las órdenes del Ministro del
citado departamento, 20 de febrero de 1937, GM, n.º 52. A finales de abril, el Lehendakari Aguirre solicitó
varias veces a Largo Caballero que nombrase a Asensio Jefe del Ejército de Euskadi, debido a sus
discrepancias con el General Francisco Llano de la Encomienda, pero el escándalo de Málaga impidió que
prosperara la propuesta. SALAS, op. cit., t. II, nota 28, p. 1654.
76
Orden Circular disponiendo el cese en la Jefatura del Estado Mayor del Ministerio de la Guerra del
General don Toribio Martínez Cabrera, 12 de marzo de 1937, GM, n.º 72.
77
El folleto de Asensio se vendió sin trabas de ninguna clase en las librerías de Barcelona, algo realmente
inconcebible en las de Burgos, lo que, según Preston, avala la independencia de criterio de Negrín respecto
a los comunistas. PRESTON, op. cit., p. 556.

31
viera cuanto antes su caso ante el tribunal competente o se sobreseyera la causa si no
había indicios suficientes de culpabilidad.

A las 24 horas no cumplidas ⎯narraba Zugazagoitia⎯, el general Asensio, con un


sobreseimiento provisional en la mano, se presentó en mi despacho, solicitando una
entrevista con el Presidente para hacer su presentación oficial, ya que estaba a sus órdenes.
Era la primera vez que veía a Asensio. Me produjo una impresión excelente, que fue
aumentando con un trato, que el Presidente hizo que fuese constante, y que me resultó, por
mi ignorancia de las cosas militares, provechoso78.

La última etapa de su vida (1938-1961)

El definitivo sobreseimiento de la causa por traición incoada contra los Generales


Asensio, Martínez Cabrera y Martínez Monge, no les libró de ser condenados al
ostracismo profesional. A pesar de su pública rehabilitación, nunca más se les volvió a
permitir ejercer mandos en consonancia con su empleo y capacidad: Asensio fue
arrumbado en una oscura covachuela del Ministerio de Defensa, posiblemente
dependiente de Zugazagoitia; a Cabrera se le nombró Comandante Militar de Madrid, con
funciones meramente burocráticas, y Monje quedó en situación de disponible forzoso.
En el caso concreto de Asensio, el 19 de mayo se decretó su vuelta a la situación de
actividad en el Ejército Popular, pero ni el General Subsecretario Antonio Cordón, ni el
General Jefe del EMC Vicente Rojo le concedieron el destino de mando que les solicitó
al efectuar ante ellos su presentación reglamentaria79. A Negrín se le pasó por la cabeza,
«creyendo que de esa manera lo reivindicaría ante sus debeladores», enviarle de Agregado
Militar a Moscú, pero Marcelino Pascua, que acababa de cesar en aquella Embajada, le
disuadió de hacerlo80.
Para mitigar su ociosidad, el 26 de junio aceptó dar una conferencia en el Ateneo
Profesional de Periodistas y, un mes después, Negrín le ordenó trasladarse a Extremadura
para instruir el expediente informativo para depurar la presunta responsabilidad del
Coronel Burillo, Jefe de aquel Ejército, en la pérdida de la llamada «bolsa de la Serena»,
donde se habían cedido al enemigo cerca de 2.000 kilómetros cuadrados, incluyendo
ciudades tan importantes como Don Benito y Villanueva de la Serena, y quedaron
copados 6.000 hombres con todo su armamento y material81. Su larga estancia en la cárcel

78
ZUGAZAGOITIA, op. cit., pp. 469 y 470.
79
Decreto de 19 de mayo de 1938, DOMG, n.º 119.
80
ZUGAZAGOITIA, op. cit., p. 470.
81
PUELL, Atlas, op. cit., pp. 197-200.

32
debió de haberle hecho mucho más tolerante y, en el exhaustivo informe que redactó
sobre la conducta de su antiguo subordinado ⎯nada menos que siete legajos completos
del Archivo de Ávila⎯, se esforzó por justificar su actuación. Tan favorable fue el
informe que Burillo no sólo quedó exento de culpa, sino que se le concedió el mando,
evidentemente de menor importancia, sobre las fuerzas de seguridad del sector murciano
y alicantino.
Nada más iniciarse la batalla del Ebro, se corrió el rumor por Barcelona de que Asensio
había sido el artífice de la operación ⎯cosa totalmente falsa, pues su autoría era
exclusivamente de Rojo⎯, pero, como certeramente observó Zugazagoita, el mero hecho
de que alguien lo pensara era demostrativo de «cómo ha[bía] crecido [su] prestigio y
popularidad»82. Pese a ello, al llegar el otoño, Negrín se limitó a nombrarle Asesor de la
Dirección General de Marruecos y Colonias, que todavía continuaba existiendo, pero,
claro está, vacía de contenido.
A comienzos de 1939, volvió a rumorearse que iba a ser nombrado Jefe del EMC, en
sustitución de Rojo, cuya reputación habían dañado los graves reveses sufridos nada más
iniciarse la invasión de Cataluña. Una vez más, aquello se demostró falso y Negrín, tal
vez para evitar que continuaran cundiendo tales fabulaciones y preservar el prestigio y
autoridad de su Jefe de Estado Mayor, cortó por lo sano y le destinó a Washington como
Agregado Militar. El Director del Comissariat de Propaganda de la Generalitat, Jaume
Miravitlles, ofrece otra versión, presentándose a sí mismo como promotor de aquel
nombramiento, único modo, según él, de impedir que los comunistas le jugasen una mala
pasada a última hora83.
En vísperas ya de la entrada de las tropas franquistas en Barcelona, Asensio hizo varios
intentos para evitar su marcha a Estados Unidos. De una parte, le pidió a Zugazagoitia
que convenciera al Presidente de que le concediera un mando de tropas, pues estimaba
que partir en aquellos graves momentos podría ser considerado casi una infamante
deserción. Negrín, ya fuera por una u otra razón de las expuestas, no dio su brazo a torcer:
«Necesito que se incorpore a su nuevo puesto lo más rápidamente posible. Es allí donde
le necesitamos y donde puede prestarnos grandes servicios»84. Incluso tras esta respuesta
negativa, se ofreció a los anarquistas para encabezar la resistencia y convertir la capital
catalana en un nuevo Madrid; sus interlocutores se plegaron a ello, pero no debió

82
ZUGAZAGOITIA, op. cit., p. 469.
83
MIRATVILLES, Jaume, Episodis de la guerra civil españyola, Pòrtic, Barcelona, 1972, p. 177.
84
ZUGAZAGOITIA, op. cit., , p. 518.

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encontrar más asistencias y, el día 26, mientras las tropas navarras y marroquíes
penetraban en la ciudad, Asensio tomó un tren hacia París.
Allí, contempló la llegada de Azaña, seguida por la de sus antiguos compañeros de armas
leales a la República: los Generales Gámir, Hernández Saravia, Jurado, Masquelet, Perea,
Pozas, Riquelme y Rojo. Allí también, en espera de un barco que le condujese a Estados
Unidos, conoció la constitución del Consejo Nacional de Defensa por Julián Besteiro y el
Coronel Segismundo Casado, a quien envió un telegrama de apoyo, y allí también probó
el amargo sabor de la derrota.
Finalmente, gracias a su acreditación diplomática, superó las barreras aduaneras
estadounidenses y estableció su residencia en Nueva York, donde se ganaría durante
veinte años la vida dando clases de español, con esporádicas incursiones en la prensa
latinoamericana como analista de las contiendas española y mundial, la situación de la
España de la posguerra y las repercusiones que sobre ella podría tener la situación
internacional85.
Sus contactos con los demás exiliados, no siempre muy fluidas entre los de distintas
afinidades políticas, fueron bastante estrechos, especialmente con los afincados en París.
Como muestra de sus discrepancias, el General Rojo, desde su exilio bonaerense, calificó
de «resbalón lamentable» sus declaraciones a un periódico neoyorquino en octubre de
1940, en vísperas de la entrevista de Hendaya entre Hitler y Franco, en las que elucubraba
sobre lo que deberían hacer los republicanos en el supuesto de que España entrara en
guerra al lado de las potencias del Eje86.
Años después, según un amigo suyo, el Teniente General Francisco García-Escámez, que
desde 1943 hasta su muerte en 1951 desempeñó el cargo de Capitán General de Canarias,
le visitó en algún momento en su domicilio neoyorquino y le ofreció regresar a España,
asegurándole que no habría dificultades para su total rehabilitación, pero Asensio declinó
la oferta87.
Tras ingresar a finales de la década de los cuarenta en la Logia Lealtad Española,
dependiente del Gran Oriente de España, en la que le introdujo el Presidente de la
República en el exilio, Diego Martínez Barrio, fue nombrado Ministro sin cartera, «con
misión en América», del Gobierno presidido por Álvaro de Albornoz, de febrero de 1949

85
SUERO, op. cit., p. 52.
86
Carta de Vicente Rojo a José Mora Guarnido, Buenos Aires, 9 de octubre de 1940, Archivo Histórico
Nacional, Fondo General Rojo, 39/6.
87
SUERO, op. cit., p. 52.

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a julio de 1951, quedando acreditado como observador en la Organización de Naciones
Unidas y representante en París de la Liga de los Derechos del Hombre88. En 1952, fue
elegido Vocal de la Junta Directiva de las Sociedades Hispanas Confederadas, donde
pronunció algunas conferencias, y Director del periódico España Libre, órgano
neoyorquino de Unión Republicana hasta 1958 y desde ese año de Acción Republicana
Democrática Española (ARDE), periódico en el que publicaría diversos artículos89.
De enero de 1956 a abril de 1960, ocupó de nuevo el cargo de Ministro sin cartera del
gabinete formado por Félix Gordon. Y por tercera vez, en mayo de ese mismo año, el
General Emilio Herrera le nombró «Ministro delegado» de su Gobierno, puesto que
desempeñaba cuando, el 21 de febrero de 1961, sufrió un ataque cardiaco en plena calle.
Trasladado al Hospital St. Claire de Nueva York, murió a los tres días con sesenta y ocho
años90.

88
Carta de Fernando Valera al General Asensio, 15 de septiembre de 1952. Instituto Cervantes, Archivo
Carlos Esplá, 9.14/6225.
89
España Libre, Nueva York, 18 de julio de 1952.
90
«Obituario del Gral. Asensio», España Libre, Nueva York, 3 de marzo de 1961.

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