Militares Masones en El Bando Nacional

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MILITARES MASONES EN EL BANDO NACIONAL DURANTE LA

GUERRA CIVIL (1936-1939)


Durante la Guerra Civil española, ni fueron tantos los militares masones, ni todos ellos
estaban en el bando republicano. Concretamente, del total de militares masones, en torno al
27% se adhirieron al Bando Nacional y aunque muchos de ellos no serían perdonados,
algunos sí continuaron prestando sus servicios —exitosamente incluso— en las fuerzas
armadas tras la Guerra Civil. Entre los numerosos ejemplos, podemos citar al capitán Ernesto
Sellés Rivas, vizconde de Castro y Orozco, séptimo hijo del marqués de Gerona. Nacido en
Granada en 1888, sería iniciado el 28 de marzo de 1931 en la logia “Hércules” n.º 446 del
Gran Logia Regional del Mediodía, del Gran Oriente Español. En mayo de 1940 presentó ante
las autoridades militares su declaración-retractación lo que le llevó a obtener el
sobreseimiento de las actuaciones judiciales en 1946.

Un ejemplo ilustrativo de oficial de alta graduación masón es el del general Miguel


Cabanellas Ferrer. Comandante general de Menorca en 1926, pasó a la reserva por sus
discrepancias con el general Primo de Rivera y su apoyo al restablecimiento del régimen
constitucional. Con el advenimiento de la República fue jefe de la II Región Militar (Andalucía).
En 1932 sustituyó a Sanjurjo como Director general de la Guardia Civil. Su amistad personal
con Alejandro Lerroux le llevó a afiliarse al Partido Republicano Radical y a ser diputado por
Jaén en 1933. Como jefe de la V Región Militar (Zaragoza), Cabanellas fue, junto a Mola y
otros militares, uno de los principales implicados en el golpe militar de julio de 1936. De hecho,
en su calidad de general más antiguo, asumió la jefatura de la Junta de Defensa Nacional de
Burgos desde el 24 de julio hasta el 30 de septiembre de 1936, fecha en la que Franco fue
elegido Jefe del Estado. Había sido iniciado en Madrid en 1932 y estuvo afiliado a las logias
madrileñas “Mare Nostrum” y “Condorcet” hasta su traslado a Zaragoza, en donde mantuvo
buenas relaciones con sus hermanos masones de la logia “Constancia”. En su Expediente
masónico de Salamanca consta su correspondencia con varias logias dependientes de la
Gran Logia de Marruecos.

Otro general masón fue Mariano Muñoz Castellanos, nacido en Madrid en 1880. Se
inició el 13 de mayo de 1927 en la madrileña logia “Danton” n.º 7 del Gran Oriente Español,
bajo el nombre simbólico de Lealtad. Al parecer en 1936 estaba vinculado, aunque como
hermano durmiente, al triángulo “Floreal” de Calatayud, el cual dependía de la logia
“Constancia” n° 16. Con motivo de su ascenso a general en febrero de 1938, Muñoz
Castellanos fue procesado por masón aunque fue exonerado de responsabilidad.
De entre los coroneles masones cabe citar a Enrique Adrados Semper, del cuerpo de
ingenieros, nacido en Madrid en 1885. Iniciado con el nombre simbólico Zola el 28 de marzo
de 1935 en la logia “Constancia” n.º 16 de Zaragoza, del Gran Oriente Español, pasó al grado
de compañero el 7 de diciembre de 1935. Poco después obtuvo la maestría, lo que le permitió
desempeñar el oficio de maestro de ceremonias del taller. Se conservan algunos de sus
trabajos presentados en logia, como la necrológica en memoria de “nuestra hermana” Carmen
de Burgos. Al inicio de la Guerra se sumó al Bando Nacional como comandante militar de
Huesca. Tomó más tarde el mando de la brigada mixta del Cuerpo de Ejército de Aragón, de
la 55ª División, y la Jefatura del Estado Mayor del III Cuerpo de Ejército (Cuerpo de Ejército
del Turia). Por su brillante actuación militar, fue recibido en audiencia por Franco en enero de
1939 y le fueron concedidas dos cruces de guerra, cuatro cruces de 1.ª clase del mérito militar
con distintivo rojo, dos cruces de San Hermenegildo y placa pensionada, una cruz del mérito
de la orden del águila alemana con espadas, y la cruz de comendador de la Orden de la
Corona italiana. Denunciado por masón, el Tribunal Especial para la Represión de la
Masonería y el Comunismo le abrió el sumario 848/1945 y le citó a comparecer, aunque la
causa se archivó provisionalmente por hallarse en “ignorado paradero”. Dado que el coronel
Samper estaba perfectamente localizado en Madrid, era evidente que las autoridades
militares ordenasen la suspensión de la causa a la vista de su brillante hoja de servicios.

Igualmente era masón el teniente coronel de Artillería Luis Parallé de Vicente, nacido
en Valladolid en 1892. Con el nombre simbólico Templanza, había sido iniciado en diciembre
de 1929 en la logia “Curros Enriquez” n.º 9 de La Coruña, adscrita al Gran Oriente Español.
Procesado por masón, pero habiendo sido absuelto, continuó en el servicio activo, aunque
no ascendió al generalato. En 1943 estaba destinado en la jefatura de los servicios de
Automovilismo de la 7.ª Región Militar. No tuvo la misma suerte el teniente coronel Alejandro
Quesada del Pino, iniciado en diciembre de 1920 en la logia “Constante Alona” n.º 3 de
Alicante, simbólico “Pestalozzi”, y miembros de otras logias como “Cordorcet” n.º 13 o “Hijos
de Hiram” n.º 9 de Madrid, que, pese a presentar plancha de quite en 1935 e incorporarse al
bando sublevado, fue separado del servicio.

Otro masón fue el comandante de Infantería Enrique Alonso Allustante, nacido en


Zaragoza en 1905. Iniciado en 1931 en el triángulo “Lombroso” de Xauen (Marruecos), bajo
patente del Gran Oriente español, recibió el nombre simbólico Joaquín Costa. En su posterior
declaración-retractación explicó las circunstancias que le movieron a abandonar la
masonería. Relató que, a raíz del triunfo del Frente Popular, había sido sancionado con sus
compañeros del Grupo de Asalto de Oviedo y trasladado a Zaragoza. Añadía que, pese a
haber sido “expulsado el día antes del glorioso Movimiento”, fue “el primer oficial que, al frente
de mi compañía, se lanzó a la calle en Zaragoza”. Además, señaló que había asistido “a
varias reuniones de oficiales antes del Movimiento, no ocultando a nadie lo que había sido y
diciéndolo en voz alta en cuanto tenía ocasiones para ello”. A la vista de su “colaboración
resuelta y decidida para el triunfo del glorioso Movimiento Nacional en Zaragoza, al mando
de una Compañía de Asalto”, las concesiones de la medalla de oro de Zaragoza y la medalla
de sufrimientos por la Patria (BOE, 107, 15-10-1938) así como su brillante hoja de servicios,
fue finalmente absuelto del delito de pertenencia a la masonería.

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Un caso similar fue el del comandante José Galán Fontenla, el cual también sería
procesado y posteriormente absuelto gracias a su meritoria trayectoria. Nacido en El Ferrol
en 1907, había sido iniciado el 30 de octubre de 1932 en el triángulo “Adelante” n.º 7 —luego
logia “Constancia” n.º 13— de Orense, con el nombre simbólico Baüer. El año siguiente pasó
al grado de compañero. De entre sus actividades en la logia, consta que en mayo de 1933
presentó una propuesta para combatir la propaganda antimasónica e “impedir que contra
nosotros se desaten las iras clericales de modo tan grosero e infame”, pero “sin llegar a la
amenaza ni a la ejecución de actos reprobables”. El 18 de julio de 1936 se unió al golpe
militar, a favor del cual participó en diversos hechos de armas en Oviedo, Vizcaya, Huesca,
Navarra y en el frente de Guadalajara. Obtuvo dos cruces de 1.ª clase del mérito militar, dos
cruces rojas, dos cruces de guerra y la cruz de la real y militar Orden de San Hermenegildo.

De entre los capitanes masones podemos citar a Luis de Martín-Pinillos Bento, nacido
en Madrid en 1904, hijo del gobernador militar de Algeciras. Bajo el pseudónimo de Evaristo
San Miguel, Luis de Martín-Pinillos Bento fue iniciado en la logia “Igualdad” n.º 53 el 10 de
febrero de 1934, si bien causó baja a finales de ese mismo año. Adherido al alzamiento, tras
la Guerra Civil siguió en activo en la Armada. El Tribunal Especial para la Represión de la
Masonería y el Comunismo decretó en 1952 el archivo de las actuaciones.

También podemos mencionar el caso del teniente Ramón Díaz Cañas, nacido en
Paterna de Rivera (Cádiz) en 1901. Se inició en la logia “Trafalgar” n.º 20 del Gran Oriente
Español en diciembre de 1932, y meses más tarde, en julio de 1933, alcanzó el grado de
compañero. En abril de 1934 se le concedió la baja (plancha de quite) a causa de la Orden
ministerial que prohibía “a los militares asistir ni pertenecer a ninguna sociedad”. Procesado
por masón, presentó declaración-retractación de abril de 1940, y continuó en el servicio activo
como capitán de la escala complementaria de Infantería.

Junto a los militares masones adheridos al bando nacional, hubo otro grupo nutrido de
masones militares moderados o de derechas que permanecieron fieles a la República.
Citaremos, por todos ellos, el ejemplo de un militar que en 1922 fue nombrado gentilhombre
de cámara de Alfonso XIII: el general Miguel Núñez de Prado y Susbielas. Natural de Montilla
(Córdoba), fue el primer jefe de las Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla. Bajo el nombre
simbólico Lafayette, se inició el 4 de abril de 1923 en la logia “Hijos de la Africana” n.° 430 de
esta ciudad, que trabajaba con patente del Gran Oriente Español. Núñez de Prado fue
nombrado Inspector general del Ejército en 1935. Tras el alzamiento del 18 de julio de 1936
permaneció fiel a la República, lo que motivó que fuera detenido y fusilado el 24 siguiente por
orden del general Mola. Había sido condecorado con la medalla Militar individual.

La lista de masones militares de alta graduación adheridos al Bando Nacional podría


alargarse con facilidad, pero basten estos ejemplos para desmentir la simplista identificación
entre masonería, republicanismo e izquierdismo.

Extractado de: Javier Alvarado Planas, Masones en la nobleza de España, Madrid, 2016,
pp. 349-357.

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