La Mujer Del Génesis
La Mujer Del Génesis
La Mujer Del Génesis
(Génesis 3, 15)
El Arca de Salvación
Por FRANK DUFF
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Empiezo a la manera de un viejo sermón citando un texto. Es aquel del que puede decirse
sobre el que está construida la Legión. Es uno del famoso Libro del Génesis: "Pondré enemistad
entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón".
Esas palabras fueron dirigidas a Satanás por Dios después de la caída del hombre y profetizan
la futura Redención. Esta inversión de la caída sería cumplida por una Mujer y su Niño que
aplastarían la cabeza de la Serpiente. La Legión enfatiza la importancia del texto que se pone
en el borde de la Téssera, en la tapa del Manual, y se remarca de varias maneras en las
secciones del Manual. En pocas palabras indica la misión de la Iglesia. Apunta a una guerra
eterna entre la Mujer y la Serpiente, entre las fuerzas de bien y de mal, y armoniza la idea de la
misma Legión como un ejército, la Legión de María que algunos pacifistas modernos encuentran
desagradable. Por eso ellos parecen volar en los dientes del reciente Concilio Vaticano que
afirma esta idea de una guerra espiritual perpetua. La siguiente frase del Decreto sobre la
Iglesia en el mundo moderno, se ha incluido en la primera página de la nueva edición del
Manual: "Como resultado de la caída, toda la vida humana, tanto individual como colectiva, se
presenta como una lucha dramática entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas."
Esta idea subraya también ese gran escrito, de Grignion De Montfort, La Verdadera Devoción a
María, que no está siendo debidamente asumido en las manos de los legionarios. Porque un
hecho real golpea la nota predominante del espíritu legionario: que el legionario que nunca ha
leído ese Tratado no está debidamente equipado para su papel legionario.
Como señala el Manual, San Luis María es nuestro gran tutor. Es por esa razón que es Patrono
de la Legión. Por eso él fue incluido, de entre lo que podría llamarse los santos ordinarios y
podría ser puesto por nosotros entre lo selecto de sus contemporáneos e inmediatos
cooperadores de Nuestro Señor. Éste es un contexto extraordinario en el que él es situado por
la Legión; muestra lo que la Legión piensa elocuentemente de él. Se le acusa de ir al exceso en
sus alabanzas a Nuestra Señora. Pero si alguna vez un cargo es injusto, ése es uno. Recuérdese
que ningún libro aceptado, ha sostenido tanta crítica alguna vez como este Tratado suyo, la
crítica más dura sin ninguna duda ha sido el escrutinio al que fue sometido por Roma en
relación a su canonización. De entre todas las ardientes pruebas, esta ha salido triunfalmente.
Personalmente yo no puedo pensar en frase alguna donde él yerra yendo demasiado lejos; el
libro es irreprochablemente legítimo en toda su extensión desde el punto de vista teológico. Es
extraño decirlo. Soy bastante audaz para encontrar un poco de falta en él desde un punto de
vista muy opuesto. Yo pienso que un par de sus frases yerran por defecto. Una de éstas es esa
que Dios puede y a veces da Sus gracias no solo a través de María. Yo pienso que esto no es
exacto. La mediación de María, se subordina por supuesto a la de Cristo, es operativa en cada
gracia concedida por Dios.
Otra pequeña mancha es cuando el santo usa el símil de un peticionario que va a la madre de
un rey a solicitarle le consiga un favor del rey como si el rey fuera inaccesible y como si la
pequeña intercesión humana fuera necesaria. Por supuesto esa clase de cosas son aplicables en
el orden humano, pero no en el cristianismo. Confiar en ese ejemplo nos dejaría abiertos
contundentemente a la mordaz réplica protestante de que al parecer conocen a María mejor
que lo que nosotros conocemos a Jesús, pero considerando que su posición es la opuesta: ellos
conocen a Jesús y no conocen a María. De paso, me permito decir que su réplica mordaz va
demasiado lejos. Se suma a la triste confesión de que ellos no pertenecen a las generaciones
que la Escritura dice, la llamarán "Bienaventurada."
Pero esa no es en absoluto nuestra posición real. Nos obliga a buscar la intercesión de María
por una razón más alta. Así esta comparación de De Montfort no es aplicable, y en cierto modo
está mal encaminada.
María no es solamente la Madre del más gran Hombre que vivió; Ella es la Mujer más grande
que existió. Es grande por derecho propio. Más que eso, Ella se hizo parte del plan de la gracia
y de cada gracia individual. No sólo concibió a Jesús en su cuerpo, sino que, simultáneamente
ella lo concibió en su mente a través de la fe. Es más, esta doble concepción, es la que le
permitió a Él llevar a cabo la Redención, como la Santísima Trinidad la contempló como
necesaria. Ese plan requirió la cooperación humana. No deseó hacer una Redención forzada a la
humanidad que no apreciaba, no actuaba y no cooperaba. Tenía que ver en la humanidad no
solamente una respuesta sino un salir al encuentro del Redentor. Estas respuestas de la
naturaleza humana, inicialmente fueron respondidas de una manera completa y perfecta
solamente por María; ella cumplió esta parte en nombre de toda la naturaleza humana.
Es interesante remontarse a Abraham quien ha sido llamado el Padre de la fe, para buscar
juzgar acerca de hasta qué punto él se conformó a este requisito de respuesta humana. Para
entender este simbólico drama que él cumplió, él tuvo mucha ayuda divina. Se le ordenó que él
llevara a su hijo a un lugar lejano donde no había estado antes, para que allí sacrificara a su
hijo. Si este extraordinario episodio poseía su debida fuerza en la cadena de la redención, sería
necesario que Abraham lo viera como un eslabón de esa cadena. En otras palabras él tendría
que entender que era parte de la restauración de la raza humana que había sido prometida por
Dios inmediatamente después de la caída.
Abraham conocería esa promesa, porque era la esperanza de la raza humana, se la llevarían
con ellos a donde quiera que irían en su conquista de tierra nueva. Esa profecía formó la base
de cada creencia que la humanidad entera llevó por todo el mundo. No importa qué distorsión
sufriría la idea redentora de la Mujer y su Niño con el correr del tiempo y cuando la humanidad
estaba más separada siempre quedaría la idea. Una Mujer y su Niño invertirían el desastre
original de algún modo y derrotarían al Diablo. Ese patrón todavía es discernible en las más
antiguas formas de diferentes creencias.
Abraham sabría todos esos detalles incluso mejor que Moisés, porque él estaba más cercano al
punto de origen por aproximadamente 450 años. No es como si Moisés hubiera tenido acceso a
fuentes que no estaban disponibles a Abraham. La sugerencia de que Dios reveló directamente
a Moisés todo el material para la narración no necesariamente ni probablemente tuvo algún
sostenimiento. No es el método de Dios revelar o intervenir innecesariamente. Donde la ayuda
humana existe, Él la usa. En este caso Él esperaría ciertamente que Moisés trabajara de
acuerdo con la historia, interviniendo entonces en producir lo exacto. Realmente la composición
es tan humana en su aspecto acerca de la evidente composición, que el autor dio su propio
colorido a todas las descripciones.
No había descendencia por la cual tales tradiciones o archivos podrían pasar excepto a través
del Arca. Cuando uno procede a pensarlo, hay la probabilidad de que entre los artículos de la
preciosa carga, de la cual el futuro tenía que florecer en ese repositorio de seguridad y
supervivencia, los archivos de los eventos pasados estarían disponibles. No es ninguna idea
nueva para el hombre, que cuando construye algún gran edificio destinado para el futuro, la
piedra angular registra el presente y el pasado. Ese hecho ha estado presente en toda la
historia y no podemos dudar que representa una inclinación humana
Recuerde que no hubo ninguna pregunta de alarma súbita con lamentos de "diluvio". Noé había
sido notificado mucho tiempo antes. A causa del tamaño gigantesco y los pocos trabajadores,
Noé y su propia familia, la construcción del Arca debe haber tomado un gran número de años.
Yo juzgo por la cronología escrita en algunas de las Biblias que ocupó cien años. Podemos estar
seguros que los obreros eran motivo de mucha burla de parte de sus vecinos, que se habrían
burlado de la profecía del próximo Diluvio, y se congregarían en asombro y entretenimiento
para inspeccionar el progreso que había. Habría por supuesto una expresión locuaz que se
acuñó para designar el crecimiento de tal Arca como "la tontería de Noé."
Para completar este cuadro yo especifico sus dimensiones: 525 pies de largo, 86 pies de ancho,
52 pies de alto. Es extraño decir, que estas proporciones son declaradas por San Agustín que
eran iguales a los de un cuerpo humano perfecto. ¿No podemos ver nosotros en esto una
indicación del Arca como un símbolo de María que lleva la Vida del mundo dentro de ella? La
capacidad del Arca era casi dos y un medio millones de pies cúbicos, o casi diez veces el
tamaño del magnífico Templo de Salomón.
Segundo, se llevaron pájaros en el Arca. ¿Por qué, si la inundación fuera de cobertura limitada?
Para los pájaros, así como muchos de los animales, fuera fácil encontrar su camino a la tierra
que no estaba sumergida. En esas circunstancias se podría haber llevado peces al Arca como a
los pájaros.
Tercero, parecería que se afirma en la Biblia, esta idea en peligro, de que todo ser humano
pereció en el Diluvio excepto aquéllos que estaban destinados a perpetuar la raza humana.
Yo les he llevado a una larga digresión. Espero que no haya sido improductiva. Nos ha llevado
sobre el territorio respecto de que los escritores religiosos han sido tímidos ejerciendo su
imaginación. Posiblemente ellos lo evitan porque la afectación moderna es que cualquiera que
cree lo que la Biblia dice sobre el Arca es manifiestamente un necio.
Abraham que vivió toda su fe como a través de un vidrio oscuro, no habría formado en su
mente el Jesús a quien nosotros conocemos, ni tampoco para la Mujer que sería Su Madre, ni
para el verdadero Pueblo de Dios -el Cuerpo Místico. Todavía menos habría vislumbrado él, el
deseo de Dios de una respuesta de la humanidad, uno que entraría sincera y amorosamente en
el plan de salvación; que no solamente cooperaría totalmente con el plan cuando le sería
presentado, sino que también entendería todas sus implicaciones completamente y que
suplicaría por su aplicación. Y no sólo suplica, sino suplica con tal intensidad y pureza de fe que
tenía que lograr su fin y así proveer la completa cooperación del ser humano que Dios pensaba
debía ser el rasgo del plan de la Redención. Era María la que fue destinada a proporcionar
todos esos ingredientes vitales. Ésa es la razón por la que la Mujer es tan prominente y tan
insistida en la primera Profecía de Redención.
Así María cooperó en la venida del Mesías de la manera más responsable y comprensiva. Como
era parte del plan de Dios, nosotros podemos estar seguros que su parte no pudiera ser más
completa. No podía quedar corta en nada en particular. Era la Voluntad de Dios que ella debía
completar lo que estaba faltando en la contribución del resto de la humanidad. Para ese
propósito se hizo la extraordinaria provisión de la Inmaculada Concepción. Se le dio a ella el
potencial necesario para el cumplimiento completo de su parte heroica, y yo repito que eso de
ninguna manera hizo que su actuación traicione ese potencial. Como se ha dicho, ella era la
única criatura pura de quien Dios recibió todo lo que Él quiso, el único en quien Él pudo trabajar
la realización de su Voluntad. Su papel es incomparablemente superior al de Abraham, el Padre
del Pueblo Escogido. Su fe era inmensa, más pura, y más comprensiva que la de él. En un
grado que excede absolutamente a la de Abraham, que ella merecía ser la Madre del Pueblo
Escogido, la Madre de todos los hombres, la Madre de la Fe.
La primera parte de su respuesta fue que ella oró para que el Redentor se abajara a la tierra.
Por supuesto durante los tiempos de mayor comprensión y creencia de los judíos, muchos de
estas muy santas personas, habían estado haciendo la misma petición. Pero todas las suplicas
eran insuficientes; no había bastante fe y pureza de intención en ellas. Pero la oración de María
era irresistible, porque era la oración de la Inmaculada Concepción. Ella entendió claramente la
idea de la Redención aunque no comprendió que Ella iba a ser la Mujer. Ella suplicó por la
venida del Mesías, y esa oración en la que el Espíritu Santo oró, logró su fin y Jesús vino.
Pero eso era sólo como el alba. Ella fue asignada como la más íntima y extensa parte de ser la
madre a través la cual Él vendría al mundo. Esa entrada dependería de su libre consentimiento,
cedido de una fe completa que no sólo dijo "fíat" a la Encamación de Dios en ella, sino que se
extendió comprensivamente a incluir la Cruz y la integridad de su maternidad del Redentor.
Algunas personas sugieren que en la Anunciación nuestra Señora no fue iluminada totalmente
acerca de la Pasión y Muerte salvadoras; que Ella adquirió ese conocimiento solamente en el
tiempo. La respuesta firme y más breve a esto es que si María no hubiera conocido entonces la
inmolación de su Hijo, Ella habría concebido de verdad al Redentor en su cuerpo pero no en su
mente. Esto ofendería un primer principio de la Encarnación.
Todos esos elementos fueron juagados por Dios para ser necesarios a la integridad absoluta de
Su plan. Así que la vida cristiana debe hacerlo todo suyo, en ambos, en entendimiento y
cooperando con él en pensamiento, palabra y obra.
María es la Voluntad de Dios y nosotros no debemos sustituirla con nuestra propia voluntad.
Ése es su lugar y su demanda sobre nosotros. Ella es parte del culto divino. Es la derogación de
pensar que su posición es solamente "influyente" con su Hijo, o hablar de acercarse a Ella como
cuando uno iría donde un político bien puesto. No hay ninguna clase de pregunta acerca de si
vamos a escoger a ir a Ella o no. En dependencia de su Hijo divino Ella es una parte primaria
del mecanismo de salvación, como fue dicha en la profecía original: "Pondré enemistades entre
ti y la Mujer". Ella es esa Mujer, el cumplimiento de la Promesa. ¡Mire cómo la Promesa es,
como el árbol que sale de su semilla, y se extiende, a su providencial forma! El Mesías ha
aplastado la cabeza de la Serpiente, y María ha cooperado totalmente con Él al punto de
merecer el derecho de las diversas descripciones que el Vaticano II ha proclamado sobre Ella.
Ella es nuestra Abogada. Ella es la cooperadora del nuevo Adán. Ella ha sido instrumento con Él
en cada fase de la Redención y es la dispensadora de todos sus frutos. Ella es la Medianera y la
Madre de todos los hombres, la Madre de la Iglesia, la Madre del Apostolado, la Madre de la
Unidad, la Madre de la Fe.