El Contrato
El Contrato
I. DEFINICIÓN
El artículo 1351º del Código Civil define al contrato como el acuerdo de dos o más partes para crear,
regular, modificar o extinguir relaciones jurídico-patrimoniales.
• Elementos Esenciales Comunes: son los que deben existir en todos los contratos, como el
consentimiento, la causa y el objeto.
• Elementos Esenciales Especialísimos: son los que deben existir en cada tipo determinado de
contrato, como empresa en la compraventa y la renta en el arrendamiento.
El disentimiento se da cuando las personas que quieren celebrar un contrato no llegan a coincidir en
sus declaraciones de voluntad.
IV. AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD
Es la facultad que permite a las partes determinar libremente el contenido de los contratos, siempre
que no sea contrario a las normas de carácter imperativo, o vaya contra el orden público y las buenas
costumbres.
EL PRINCIPIO DE AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD TIENE DOBLE CONTENIDO:
Las normas imperativas son aquellas que se imponen a la voluntad de las partes, de tal manera que
debe ser necesariamente acatadas por los particulares, lo cual excluye la posibilidad de pacto en
contrario
• Normas Legales Preceptivas: ordenan que los particulares tengan una conducta determinada.
Ejemplo, el objeto del contrato debe ser lícito, etc.
El artículo 1354º concuerda con el artículo V del Título Preliminar del Código Civil establece que es
nulo el negocio jurídico contrario a las normas que interesan al orden público y a la buenas
costumbres
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PRINCIPIOS CONTRACTUALES
Algunos principios se aplican en forma general a todos los contratos y otros son específicos de cada
forma contractual, sin perjuicio de los principios generales del Derecho aplicables a los contratos.
Sobre esta base analizaremos los que, en nuestra opinión, son los principales principios
contractuales.
Este principio configura el acto creador de la relación jurídica, siendo para ello necesario que se
realice en plena libertad. La voluntad así expresada es la que finalmente busca obligarse frente a otro
sujeto y generar, en esta forma, los elementos del contrato. La aplicación de este principio y su
importancia reside en que la manifestación de voluntad se realice en libertad. Ello supone que los
sujetos que se obligan tienen plena autodeterminación individual del acto, el mismo que generará
una relación obligacional que afectará su esfera de interés y su patrimonio.
Al habernos referido al interés que persiguen las partes al generar una relación jurídica, también
aludimos a la legítima expectativa que tiene cada una de ellas de obtener una conducta idónea de su
contraparte, la misma que determina que el apartamiento de la relación solo pueda producirse por
determinadas razones que son ajenas a la intención originaria de vincularse.
el principio de obligatoriedad del contrato, ordena que el acto celebrado entre las partes revierta
singular importancia, pues al haberse constituido una relación jurídica se origina una deuda de
justicia entre las partes que conlleva los efectos que precisamente las vinculan. La obligatoriedad
que se desprende de un contrato es una característica común que no es accesoria ni accidental, sino
que constituye uno de los principales efectos que genera su celebración
¿Qué sucede con los terceros ajenos al vínculo creado por las partes?
Es común pensar que efectivamente existen situaciones en que los sujetos se obligan a favor de un
tercero, como ocurre en el contrato de seguro donde el beneficiario puede ser un tercero ajeno a la
relación jurídica entre la entidad prestadora del servicio y el asegurado.
Roppo señala, por eso, que “el principio de relatividad no significa que el tercero sea inmune a
cualquier consecuencia fáctica que derive del contrato inter alias. Es muy posible que un contrato
tenga, de hecho, consecuencias también muy relevantes para terceros ajenos al mismo”
Lo q se observa claramente en ciertas obligaciones de “no hacer”, en las que se aprecia con claridad
el principio de relatividad de los contratos. Por ejemplo, en un contrato de suministro con
exclusividad o en un contrato de distribución con la misma obligación de no hacer o de no contratar
con 4 terceros, es notorio que los efectos de la celebración del contrato que inicialmente perseguían
las partes se han extendido hacia terceros, quienes están impedidos de celebrar un contrato de
distribución similar con una de las partes.
En este sentido la “causa” del negocio jurídico en nuestro ordenamiento, al igual que en la doctrina
italiana, se manifiesta con la intención de las partes para la celebración del contrato. En otras
palabras, no puede haber contrato sin una motivación suficiente que genere en los contratantes la
intención de contratar. Este principio reposa por tanto en la formación de la voluntad. En este sentido
la razón justificativa sobre la que descansa la relación contractual es precisamente aquello que hace
posible la existencia de un contrato legítimo
Este principio se entiende en la declaración conjunta de voluntad para la formación del contrato.
El principio del consensualismo, sin embargo, tiene una limitación natural, y ella se presenta cuando
los efectos buscados por las partes requieren de un acto adicional para la celebración eficiente del
contrato y para que sus efectos realmente tengan lugar. Nos referimos a la exigencia de la
formalidad.
Es razonable, por ello, que el legislador haya dispuesto que algunos contratos revistan la forma ad
solemnitatem para su validez, y otros la forma ad probationem, en que la forma no es necesaria para
que el contrato exista. Para el contrato ad solemnitatem la forma es requerida para el consentimiento,
mientras que para los contratos ad probationem el contrato es consensual.
El principio de sociabilidad genera una suerte de amortiguamiento sobre la voluntad de las partes,
restándoles la posibilidad de celebrar contratos “leoninos” o con cláusulas exorbitantes. Este
principio se conjuga con otro denominado principio de inalterabilidad, que protege lo pactado por las
partes.
El Principio de Inalterabilidad.
En atención al principio de inalterabilidad, se debe respetar lo pactado por las partes, cuando ello sea
lícito y posible, ya que usualmente el límite a la autonomía de la voluntad está impuesto por la
licitud de los acuerdos. En ese sentido, el principio de inalterabilidad presupone y obliga a que lo
pactado por las partes, se mantenga en el tiempo, sin intervencionismos ajenos a la voluntad de las
partes, que no solo contravendrían las normas imperativas de rango constitucional, sino la naturaleza
propia del contrato.
El Principio de Eficiencia.
Carlos Soto Coaguila, al referirse al principio de eficiencia, expresa que en relación con la realidad
jurídica él supone un sistema de asignación de recursos que garantice su apropiación, en donde “este
sistema, que reconoce y garantiza esta asignación de recursos, no es otro que el derecho contractual.
CONCLUSION
El contrato es una de las más importantes instituciones del Derecho Civil Patrimonial. Debido a su
uso extendido e intenso entre los actores del mercado, la contratación civil tiene un rol estelar dentro
de la disciplina jurídica, de tal manera que esta hoy sería inconcebible sin el Derecho de los
Contratos
el contrato es el instrumento que no solo permite asegurar o transferir derechos sino que también
posibilita que los particulares delimiten su contenido.
Otra de las principales razones del éxito del contrato es su adaptabilidad. El contrato ha sabido mutar
sus características para incorporar en sus dominios las nuevas expresiones negociales y las
condiciones contemporáneas del mercado. el contrato haya sabido adaptarse y extenderse a nuevas
áreas
si bien es cierto que el Derecho de los Contratos se ha adaptado a las nuevas formas de contratación,
también es cierto que estas necesitan reglas como la buena fe de las partes, el consentimiento, la
fuerza vinculatoria del contrato, la conclusión del contrato a plazo indeterminado, la resolución de
los contratos de prestaciones recíprocas, la regulación de los contratos típicos, entre muchas otras,
son aplicadas directa o supletoriamente –aunque no sin algunas particularidades–, para resolver los
conflictos que puedan surgir en la contratación.