Teoría Del Etiq-Wps Office
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Nacido en Chicago en 1928, Howard Becker, el mayor referente de la teoría del etiquetamiento, estudió
sociología en la Universidad de su ciudad natal, un bastión de la sociología funcionalista americana,
donde se doctoró en 1951. Se formó en medio del auge de las tesis criminológicas explicativas de la
Escuela de Chicago, al influjo de investigadores tales como Robert Park o Herbert Blumer .
Según Becker, para comprender el crimen debe atenderse especialmente a la “reacción social”, por una
parte, y al proceso de definición o selección de determinadas conductas y personas -etiquetadas como
“desviadas”- por la otra.
El delito o el infractor tienen para esta tendencia naturaleza social y definicional. Integran una realidad
social que se construye. Por lo tanto, no interesan tanto las “causas” de la desviación cuanto los
procesos de criminalización a través de los cuales, ciertos grupos sociales que tienen poder para ello,
definen como delito y como delincuente a determinadas conductas y determinadas personas. Cuando
este proceso de etiquetamiento se realiza con éxito, se construye un delincuente.
De esta forma, se analizan mucho más los procesos de definición social del delincuente que el desviado
en sí mismo.
Son las instancias estatales, institucionales o sociales de “control” las que crean el delito y el
delincuente. Pero esas instancias de control son altamente selectivas, discriminatorias y poseen una
altísima capacidad de atribuir significados simbólicos que visibilizan y exponen a los desviados a
continuos procesos de re-victimización.
La “reacción social”, no solamente es injusta, sino que resulta irracional, va precedida de intenciones
reales que se enmascaran detrás de la verbalización de grandes valores y, no solamente no previene el
delito ni reinserta al desviado, sino que crea al delincuente, potencia los conflictos, genera y legitima
estereotipos y
Desde la utilización de esposas, y los rituales carcelarios, hasta gestualidades “preventivas” tales como
los recaudos que los operadores de la justicia adoptan cuando comparece ante sí un acusado (quitar los
pisapapeles, requerir la presencia policial durante el acto), suponen una función constitutiva del control
social y una asignación de un nuevo rol: el del delincuente, que además es aceptado por este.
Becker también se ocupa de desenmascarar un sujeto social de entera vigencia: el empresario moral;
una persona que, arrogándose la representación del conjunto, sobre todo si se trata en ese caso de una
víctima de un delito o un miembro de una corporación, promueve iniciativas generalmente punitivas en
materia criminal, hasta lograr sancionar nuevos códigos y nuevas leyes. Afirma que el éxito de cada
cruzada moral trae consigo un emprendedor “profesional” y un nuevo grupo de “extraños”, y una nueva
responsabilidad de un organismo de aplicación respecto de estos “otros”.
En definitiva, la teoría del etiquetamiento sustituye el paradigma etiológico por el paradigma del control.
El control es asimétrico e irracional; puede ser formal, cuando lo llevan a cabo agencias estatales (poder
judicial, policía, códigos penales) o informal, cuando es la sociedad la que genera esos mecanismos, a
través de actores tales como la prensa, los empresarios morales, el rumor, la escuela, etcétera.
La teoría del etiquetamiento (o “labeling approach”), en síntesis, nace en Estados Unidos a mediados de
los años 60', casi como una réplica al excesivo empirismo de las teorías criminológicas de la época,
preocupadas casi exclusivamente por dar respuestas a los estados acerca de las causas que originan el
delito, las formas para mantener y reproducir el orden y el logro de las mejores estrategias para la
prevención de las conductas desviadas. Como lo explica Lamnek, el labeling approach demuestra
también que la importancia práctica de los criterios biológicos subsiste por su aplicación estigmatizante
en el comportamiento social, siendo esperable en la esfera de las prácticas cotidianas, incluso en el
futuro, repercusiones de los enfoques biológico antropológicos[1], en buena medida retomados por el
nuevo realismo de derecha anglosajón a partir de los años 80’.
Sus representantes más conocidos son Lemert[2] y Howard Becker:[3] aunque algunos sostienen que
debería reconocerse a Frank Tenenbaum la condición de precursor de esta perspectiva, a partir de su
formulación: “The young delinquent becomes bad, because he in defined as bad”[4] y a Lemert como un
refundador de la escuela.
Si bien la teoría crece un contexto histórico particular, que incluye la guerra de Vietnam, las
consecuentes movilizaciones populares contra esa invasión armada, contra la segregación racial, contra
la discriminación de las mujeres y a favor del aborto, su impronta novedosa la produce, sin duda, el
corrimiento de la pregunta acerca de las causas de la delincuencia hacia la indagación respecto de los
procesos de definición del delincuente.
Surge, además, en medio de una nueva concepción de la vida, más libertaria, menos materialista, no tan
consumista como la que proponía el capitalismo welfarista, al punto de que se pone en crisis la idea
misma del sueño americano y del “american way of life”.
El cambio de paradigma implica, fundamentalmente, una evolución de los abordajes causales hacia la
auscultación de las percepciones y los sistemas de creencias sociales mediante los cuales se define una
conducta como desviada y se reacciona frente a ella, con un conjunto de lógicas, discursos y prácticas
que “etiquetan” a la persona que ha incurrido en las mismas. Como dicen Larrauri-Cid, citando a
Lemert, se produce un viraje respecto de la antigua idea que concebía al control social como una
respuesta a la desviación, que concibe ahora a la desviación como una respuesta a las formas de control
y reacción social[5].
La teoría cuestiona, en primer lugar, el proceso de definición del delito. Se pone en jaque la idea de que
las normas penales sancionan las conductas socialmente más reprochables, argumentando que, en
realidad, esas normas responden a los intereses de grupos sociales poderosos, muchas veces
sintetizados en empresarios morales, con aptitud para decidir e influir en lo que legalmente está
prohibido y lo que está permitido. Lo que acontece es, primeramente, un “proceso de calificación”, en
un contexto de interacción en el que los hombres le atribuyen a otro la condición desviada. Si una
persona incumple estos mandatos normativos grupales, seguramente, será considerada desviada desde
la visión de esos grupos. Sin embargo, a la inversa, “Desde el punto de vista del individuo que es
etiquetado como desviado, pueden ser outsiders aquellas personas que elaboraron las reglas, de cuya
violación fue encontrado culpable”[6].
Luego sobreviene una instancia de aplicación de las normas, mediante la cual son definidos como
desviados los contraventores de las mismas.
Esta relativización de la ontología del delito, a su vez, es necesariamente ributaria del interaccionsimo
simbólico, ya que no puede comprenderse el crimen sino a través de la reacción social, del proceso
social de definición y selección de ciertas personas y conductas etiquetadas como criminales. Delito y
reacción social son términos interdependientes e inseparables[7].
En la visión de Howard Becker, la teoría del etiquetamiento puede ser presentada con arreglo a estas
características:
1) Ningún modo de comportamiento contiene en sí la cualidad de desviado; antes bien, los mismos
modos de comportamiento pueden ser tanto conformistas como desviados, lo que se demuestra con
facilidad interculturalmente como también intracultural e históricamente.
3) Estas definiciones del comportamiento desviado sólo influyen sobre el comportamiento cuando las
mismas son aplicadas. Las normas implícitas o explícitas son realizadas en interacciones.
5) Aquellos criterios que determinan la selección pueden ser subsumidos bajo el facto poder. El poder
puede ser concebido, operacionalmente, como la pertenencia a un estrato.
6) la rotulación como desviado pone en movimiento, bajo condiciones que deben ser aún más
especificadas los mecanismos de la self-fulfilling prophecy que permite esperar modos de
comportamiento ulteriores que están definidos como desviados, o bien que serán definidos como tales.
Por una decisiva reducción de las posibilidades de acción conformista por expectativas de
comportamiento no conformista se inician las carreras desviadas”[8].
En términos de política criminal, la teoría del etiquetamiento supone una crítica de las instancias
punitivas del estado, basada en que éste, a través de sus instancias de criminalización (primarias y
secundarias) favorece la identidad del delincuente, visibilizándolo como tal y estigmatizándolo de tal
manera que la persona termina asumiéndose como tal, como portador de un nuevo rol desvalorado que
lo obliga a iniciar procesos de socialización en grupos vinculados a comportamientos desviados, lo que
no hace más que favorecer su inserción en la “carrera delictiva”.
Por lo tanto, desde el labeling se proponen estrategias basadas no tanto en la recurrencia al sistema
penal cuanto en medidas de descriminalización, vinculadas a la reparación o restauración de los daños
causados por el ofensor, evitando el proceso de estigmatización que, de manera irreversible, ocasiona el
sistema penal a través de sus normas, sus símbolos, sus prácticas y sus gramáticas cotidianas.
FRANK TANNENBAUM
La teoría del etiquetamiento, rotulación, asignación, definición, calificación y/o estigmatización del
sujeto desviado se inscribe principalmente en las corrientes del pensamiento sociológico denominado
“Interaccionismo Simbólico” primero y luego en la “Etnometodología”.
Esta novedosa teoría propuesta, se la debemos a Frank Tannenbaum*, quien ya en 1938 fue el primero
que observó y propuso que “los jóvenes delincuentes llegaban a ser malos porque eran definidos como
malos” en su libro “Crimen y Comunidad” pero no le dio la elaboración necesaria como teoría.
Luego Howard S. Becker, con su obra, “Los Extraños, Sociología de la Desviación”, siendo él quién si le
diera en 1963 un verdadero orden teorético a esta propuesta.
Edwim M. Lemert con su libro “Patología Social”, quien ya en 1951 contribuyó con partes importantes,
aunque no completó la propuesta en forma de teoría sociológica global.
Más tarde con los aportes de Erich Woode, Ervin Goffman, David Matza, Kai Erikson y Fritz Sack se
completa esta propuesta.
HOWARD H. BECKER
Según H. Becker el comportamiento de algunas personas permiten ser calificarlas como desviadas por
otros, debido al significado que tienen para ellos tales comportamientos y asignarles un estatus y su
respectivo rol en el grupo social, en el cual operan cuando se violan las reglas o leyes aceptadas por el
mismo grupo o por la sociedad global.
Lo cual permite afirmar que la conducta desviada “no es un hecho objetivo”, sino que tiene “significados
o interpretaciones que la gente le atribuye a las diferentes clases de conductas” debido a la existencia
de personas que crean y tienden a hacer cumplir dichas leyes cuando alguien las violan, lo cual implica
entre otras cosas:
La existencia de reglas y a los creadores de dichas reglas Howard H. Becker les llamó “empresarios
morales” encargados de llamar la atención sobre los violadores de las mismas y también los sujetos que
caen en el etiquetamiento por incurrir en la transgresión de dichas reglas, ante lo cual este autor se
permite establecer la siguiente tipología de la desviación:
La conducta “desviada pura” se refiere al(s) sujeto(s) violador que ha sido rotulado o etiquetado como
desviado, delincuente o criminal.
La conducta del “acusado falsamente” se presenta en muchos casos donde interviene el prejuicio contra
inocentes.
La conducta del delincuente que no ha sido rotulado como tal porque no se conocen sus acciones o
tiene tanta influencia que es “tolerado”.
Ahora bien, la “asignación” de desviado está directamente relacionada con los que tienen el “poder y el
dominio” en un grupo y en la sociedad e influyen para la aceptación por parte del “definido” de su
nuevo rol, lo cual complota contra el mismo sujeto “etiquetado” porque acepta el nuevo papel asignado,
en lo que se denomina la “profecía del autocumplimiento”.
EDWIN LEMERT
Para esto, Edwin Lemert ya había explicado como se etiquetaba al desviado y el cambio que este tenía
como consecuencia de la situación, en un proceso de desviación primaria y luego en la llamada
desviación secundaria, las cuales se dan de la siguiente manera:
La delincuencia primaria se refiere al inicio de la carrera del desviado y se inicia con la no-aceptación de
las normas aceptadas, “conocidas o existentes o que se desvían definitivamente de ellas” y se refiere a
la violación inicial a una “regla social” que todavía no trae una reacción social del etiquetamiento.
La delincuencia secundaria se refiere a los casos en los cuales ya se ha dado la carrera del desviado y es
consecuencia de las “reacciones de otras personas a la violación inicial”, porque consigue del sujeto un
status-rol de permanencia en el delito del cual no puede salir, reforzado por la presión social.
ERICH GOODE
Identifica seis estereotipos de la gente hacia las personas consideradas con etiqueta de desviado o
delincuente:
La “Centralidad” en la existencia del desvío en el sujeto como si solo se viviera para este
comportamiento delincuencial.
La “Persistencia” del acto desviado en los sujetos aunque estos hayan tenido un cambio en su
comportamiento, pues la etiqueta le es asignada hasta después de muerto.
La “dicotomía” se da cuando se etiqueta a las personas como desviadas o no desviadas, sin pensar que
pueden haber situaciones intermedias.
La “homogeneidad” que se supone deben tener todos los etiquetados como si fueran iguales, sin notar
la diferencia que puede existir entre ellos.
ERWING GOFFMAN
Erwing Goffman propone su teoría del “Estigma”, entendido desde el punto de vista de la
etnometodología, según la cual, el etiquetado es un marcado por la sociedad con un “atributo
profundamente desacreditador”, sea este adscrito o adquirido aunque haya o no violado una norma,
siendo clasificado en tres tipos:
Los “stigmas” de índole “tribal”, que se refieren al origen étnico, cultural e incluso religioso.
Aunque Erwing Goffman centra su atención en la tipología anotada anteriormente, trata los casos de
delincuencia como formadores de subcultura.
Pero en muchos casos la rotulación y el estigma no consiguen los objetivos de llevar a la “marginación” y
de la “profecía del auto – cumplimiento”, sino que se pueden presentar rechazos al etiquetamiento en
procesos de “neutralización”.
Como lo llamaron Gresham Sykes y David Matza, expresadas en “cinco técnicas de neutralización”:
Apelación a las lealtades más altas (“Lo hice por mi amigo, no por mí mismo”.
La teoría del etiquetamiento fue muy apoyada en Europa y en especial en Alemania donde recibió apoyo
de “Fritz Sack, Klaus Dietre Opp, Tilmman Moser y Werner Ruther”.
FRANK SACK
Frank Sack, trató de completar esta teoría con una ampliación de su punto de vista para tomar en
cuenta la mayoría de los componentes de las situaciones donde se da el proceso de etiquetamiento,
tomando en cuenta los aspectos físicos y los estados mentales en la acción desviada debido a las
reacciones sociales y rechazando todo análisis de las causas en la criminalidad.
Frank. Sack propone el uso de una teoría de la sociedad a la cual se debe inscribir cualquier teoría de la
conducta desviada, debido a que el Labeling Approach se le criticó no tener una teoría que le sustente,
proponiendo un “modelo teórico-sistemático, cibernético”, que use el materialismo histórico de K.
Marx, que explique “la esencia y la apariencia de la criminalidad” en una estructura de clases sociales en
el capitalismo, porque debe tomarse en cuenta el dominio y el poder existente.
DENNIS CHAPMAN
Un aporte muy importante dentro de esta corriente interaccionista es la obra de Dennis Chapman,
expuesta en “Sociology and the stereotype of the criminal” en Londres en 1968, siendo director de
University School of business Studies en Liverpool, debido a sus estudios sobre el “estereotipo del
delincuente” basado en sus contactos
personales con encargados del control
social de los aparatos de la ley y la
justicia.
Como se puede notar esta teoría muy cercana a nuestros días presenta una serie de alternativas muy
sugestivas sobre el origen, el desarrollo y la explicación del problema de la conducta desviada que
degenera en delito y en el crimen.