La Represión Resumen
La Represión Resumen
La Represión Resumen
Nota introductoria:
En «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (1914) Freud
declaró que la doctrina de la represión es «el pilar fundamental sobre el que
descansa el edificio del psicoanálisis». En el artículo y en lo inconciente (1915)
hizo la formulación más elaborada.
Históricamente, el concepto de represión se retrotrae a los comienzos mismos
del psicoanálisis: primera publicación en que se lo mencionó fue en «Sobre el
mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación preliminar», de
Breuer y Freud (1893). En los Estudios sobre la histeria, la palabra utilizada
para describir el proceso no es «represión» sino «defensa».
En Inhibición, síntoma y angustia (1926) uso de «defensa» como «designación
general para todas las técnicas de que se sirve el yo en los conflictos que
eventualmente llevan a la neurosis».
También hay varios relatos acerca de la forma en que se produjo el
descubrimiento, en los Estudios sobre la histeria (1895) y en la “contribución”.
En todos, se destaca que el concepto de represión fue sugerido
imperiosamente por el fenómeno clínico de la resistencia.
La índole de la fuerza impulsora que pone en marcha a la represión constituyó
un permanente problema para Freud. rechazó firmemente todo intento de
«sexualizar» la represión (se hallará una amplia discusión de esta cuestión).
Por último, en la 32 de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis
(1933) arrojó nueva luz sobre el asunto sosteniendo que la angustia no era,
como había afirmado antes (y como lo hace en este artículo) una consecuencia
de la represión sino una de sus principales fuerzas impulsoras.
Ahora si el artículo: Puede ser el destino de una moción pulsional chocar con
resistencias que quieran hacerla inoperante. Una etapa previa al juicio adverso,
una cosa intermedia entre la huida y el juicio adverso, es la represión.
¿Por qué una moción pulsional habría de ser víctima de semejante
destino? Para ello, debe llenarse la condición de que el logro de la meta
pulsional depare displacer en lugar de placer (pero una satisfacción pulsional
es siempre placentera, entonces) algún proceso por el cual el placer de
satisfacción se mudara en displacer (el caso de la represión NO está dado
cuando la tensión provocada por la insatisfacción de una moción pulsional se
hace insoportablemente grande).
La satisfacción de la pulsión sometida a la represión sería sin duda posible y
siempre placentera en sí misma, pero sería inconciliable con otras exigencias y
designios. Por tanto, produciría placer en un lugar y displacer en otro.
LA CONDICIÓN PARA LA REPRESIÓN es que el motivo de displacer cobre un
poder mayor que el placer de la satisfacción.
La represión no es un mecanismo de defensa presente desde el origen; no
puede engendrarse antes que se haya establecido una separación nítida entre
actividad conciente y actividad inconciente del alma, y su esencia consiste en
rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella. (antes de esa
etapa de la organización del alma los otros destinos de pulsión, como la
mudanza hacia lo contrario y la vuelta hacia la persona propia, tenían a su
exclusivo cargo la tarea de la defensa contra las mociones pulsionales).
CARACTERES DE LA REPRESIÓN
Fases:
o Represión primordial: primera fase de la represión que consiste
en que a la agencia representante psíquica (agencia
representante-representación) de la pulsión se le deniega la
admisión en lo conciente. Así se establece una fijación; a partir de
ese momento la agencia representante en cuestión persiste
inmutable y la pulsión sigue ligada a ella.
Ejemplos:
1) De la histeria de angustia:
La moción pulsional sometida: una actitud libidinosa hacia el padre,
apareada con la angustia frente a él.
Después de la represión, esta moción ha desaparecido de la conciencia
y el padre no se presenta en ella como objeto de la libido. Como
sustituto se encuentra un animal.
La formación sustitutiva se ha establecido por vía del desplazamiento.
La parte cuantitativa no ha desaparecido, sino que se ha traspuesto en
angustia.
Una represión como la del caso de la fobia a los animales puede definirse
como radicalmente fracasada, porque la represión solo elimino y sustituyo la
representación, pero no el displacer, por eso el trabajo de la neurosis no
descansa, sino que se continúa en un segundo tempo:
llega a la formación de un intento de huida, la fobia (que es una cantidad
de evitaciones destinadas a excluir el desprendimiento de angustia).
2) Histeria de conversión:
Lo sobresaliente es que consigue hacer desaparecer por completo el monto de
afecto. El enfermo exhibe entonces hacia sus síntomas la conducta que
Charcot ha llamado “la belle indifference des hystériquesy”
Veces esta sofocación no se logra tan completa: dosis de sensaciones
penosas se anuda a los síntomas mismos, o no puede evitarse algún
desprendimiento de angustia.
El contenido de representación se ha sustraído radicalmente de la
conciencia; como formación sustitutiva —y al mismo tiempo como
síntoma.
Puede juzgarse totalmente fracasada en la medida en que sólo se ha vuelto
posible mediante unas extensas formaciones sustitutivas; pero con respecto a
la finiquitación del monto de afecto, por regla general constituye éxito completo.
El proceso represivo de la histeria de conversión se clausura entonces con la
formación de síntoma, y no necesita recomenzar en un segundo tiempo.
3) Neurosis obsesiva:
Descansa en la premisa de una regresión por la cual una aspiración sádica
remplaza a una aspiración tierna.
Primero alcanza un éxito pleno: el contenido de representación es
rechazado y se hace desaparecer el afecto. Como formación sustitutiva
hallamos una alteración del yo en la forma de unos escrúpulos de
conciencia extremos. Y la represión de afecto ha producido una
sustracción de libido, pero a este fin se sirve de la formación reactiva por
fortalecimiento de un opuesto.
Esa represión inicialmente buena no resiste, la ambivalencia, en virtud
de la cual se había hecho posible la represión, por formación reactiva, es
también el lugar en el cual lo reprimido consigue retornar.
El afecto desaparecido retorna mudándose en angustia social, en
angustia de la conciencia moral, en reproches sin medida; la
representación rechazada se remplaza mediante un sustituto por
desplazamiento, a menudo por desplazamiento a lo ínfimo, a lo
indiferente.