El documento resume una conferencia del Dr. Jorge Barudy sobre los buenos tratos y la resiliencia infantil. Barudy explica que los buenos tratos son fundamentales para el desarrollo infantil saludable y la prevención de problemas de comportamiento. Además, destaca que el bienestar infantil depende no solo de los padres sino también de factores comunitarios y del apoyo que la sociedad brinda a las familias.
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El documento resume una conferencia del Dr. Jorge Barudy sobre los buenos tratos y la resiliencia infantil. Barudy explica que los buenos tratos son fundamentales para el desarrollo infantil saludable y la prevención de problemas de comportamiento. Además, destaca que el bienestar infantil depende no solo de los padres sino también de factores comunitarios y del apoyo que la sociedad brinda a las familias.
El documento resume una conferencia del Dr. Jorge Barudy sobre los buenos tratos y la resiliencia infantil. Barudy explica que los buenos tratos son fundamentales para el desarrollo infantil saludable y la prevención de problemas de comportamiento. Además, destaca que el bienestar infantil depende no solo de los padres sino también de factores comunitarios y del apoyo que la sociedad brinda a las familias.
El documento resume una conferencia del Dr. Jorge Barudy sobre los buenos tratos y la resiliencia infantil. Barudy explica que los buenos tratos son fundamentales para el desarrollo infantil saludable y la prevención de problemas de comportamiento. Además, destaca que el bienestar infantil depende no solo de los padres sino también de factores comunitarios y del apoyo que la sociedad brinda a las familias.
: "LOS BUENOS TRATOS Y LA RESILIENCIA INFANTIL EN LA PREVENCIÓN DE LOS TRASTORNOSDEL COMPORTAMIENTO” Jorge Barudy El modelo de buenos tratos que queremos presentar en esta conferencia, coloca en el centro delas prioridades de los adultos, el bienestar y la salud de todos los niños, las niñas y los adolescentes,particularmente aquellos cuyos derechos han sido o son vulnerados.Uno de los derechos fundamentales de los niños, las niñas y los jóvenes es que sus necesidadessean satisfechas para desarrollarse y alcanzar la madurez. Esto es una tarea, no solo de sus padres ycuidadores, sino del conjunto de la sociedad. En este sentido nos parece importante insistir que esresponsabilidad de cada adulto, cada comunidad y cada Estado, crear las condiciones para que todos losniños y niñas tengan acceso a los cuidados, la protección y la educación que necesitan para llegar a laadolescencia y luego integrar la vida adulta, de una forma sana, constructiva y feliz. Esto es una garantíapara que todos los niños lleguen a ser ciudadanos y ciudadanas adultas, poseedores de una posturaética y de los comportamientos altruistas necesarios para establecer relaciones conyugales, parentales,familiares y sociales basadas en modelos de buenos tratos hacia sí mismos y hacia los demás. Por ello,nos parece relevante insistir en la relación existente entre trastornos del desarrollo, comportamientosagresivos y violentos, así como otras manifestaciones de sufrimiento infantil y juvenil, con el hecho que unnúmero significativo de niños y adolescentes son víctimas de violencia tanto en el ámbito familiar, comoen el ámbito institucional y social. En relación a esto último, nuestra percepción es que el mundoeconómico, social, cultural y político que los adultos están ofreciendo en la actualidad a la infancia y a la juventud, contiene una cantidad significativa de factores que favorecen esta violencia.En esta perspectiva la prevención de los malos tratos infantiles y sus consecuencias, tiene queanclarse en la promoción de dinámicas de cuidado y buen trato de todos los niños y niñas en todos losámbitos de la sociedad. Esto será posible sólo si los adultos son capaces de asociarse constructivamentepara lograr una sociedad justa, solidaria y sin violencia.En el marco de esta conferencia, trataremos de demostrar que la violencia y los trastornos delcomportamiento de los menores, está en estrecha relación con el hecho que sus familias, las institucionesy la sociedad, por su funcionamiento, no han podido de una forma suficientemente adecuada, asegurarlesuna infancia caracterizada por un clima afectivo y un contexto educativo basado en los buenos tratos y enel desarrollo de la resiliencia.Nuestro concepto de buen trato se basa en la idea que la capacidad de tratar bien a las crías esuna capacidad inherente a las posibilidades biológicas de los seres humanos. Nuestra estructura biológicapermite el carácter social y altruista de nuestros comportamientos por las hormonas que produce, entreotras: la oxitocina, la vasopresina y las endorfinas. En ese sentido, cuidar de los niños y niñasofreciéndoles contextos de buenos tratos es una fenómeno posible y al alcance de cualquier comunidadhumana.En el marco de esta conferencia, queremos aportar nuestro modelo para explicar los procesosbio-psico-sociales a través de los cuales emergen los “buenos tratos infantiles”, y la relación que estostienen con una infancia y una adolescencia sana, constructiva, feliz y resiliente.
Diferentes investigaciones realizadas en el campo de la neurología, la etología humana y
lasneurociencias entregan la información necesaria, para que no quede ninguna duda que la maduración delcerebro y del sistema nervioso de los infantes, depende del cariño, la estimulación y los cuidados quereciben del mundo adulto en especial de sus madres y padres. Cuando esto no ocurre existe un enormeriesgo de daños de las diferentes funciones mentales necesarias para asegurar el aprendizaje, unaadaptación sana al entorno y la participación en relaciones interpersonales afectivas basadas en elrespeto y la reciprocidad en la producción de cuidados. Por esta razón, insistiremos que los buenos tratos,sobre todo, antes de los tres años de edad, son fundamentales para promover una infancia y unaadolescencia sana , así como una adultez, constructiva y altruista. A diferencia de las dinámicas socio-familiares que producen malos tratos, las dinámicas de buen trato no producen sufrimiento, ni vulneraciónde derechos y daños a los niños ni a los jóvenes, sino al contrario, bienestar, salud, así como recursosresilientes.También compartiremos con los y las participantes, el resultado de investigaciones científicasrelevantes, así como nuestro material clínico, que nos permiten afirmar que los buenos tratos durante lainfancia es uno de los principales factores para promover una buena salud mental y física en laadolescencia y mas tarde en la vida adulta. Los buenos tratos infantiles como una producción social
En el marco de esta conferencia presentaremos los factores fundamentales que según
nuestromodelo participan en la producción de un contexto de buenos tratos para los niños, niñas y adolescentes.El bienestar infantil basado en una filosofía de derechos y obligaciones, es el resultado de unproceso complejo, basado en una práctica de buenos tratos (B.T.) en la cual interactúan los diferentesniveles representados en la ecuación presentada en el esquema siguiente:
El proceso de los buenos tratos infanto-juveniles
Recursos comunitarios Competencias parentalesB.I. = B.T = --------------------------------------------------------------- ResilienciaFactores contextuales Necesidades infantilesA través de esta ecuación, intentamos mostrar que el bienestar infanto-juvenil, es el resultado deun proceso, que es más que la suma de los aportes y las responsabilidades individuales de los padres yde los miembros de una familia. El bienestar infantil es también y sobre todo la consecuencia de losesfuerzos y recursos coordinados, que una comunidad pone al servicio del desarrollo integral de todossus niños y niñas.Con esta fórmula presentamos los diferentes componentes de este proceso, y nos sirve paramostrar que el desarrollo sano de los menores, es la consecuencia del predominio de experiencias debuenos tratos que han conocido en sus vidas. Estos buenos tratos no sólo corresponden a lo que lospadres son capaces de ofrecer, sino también son el resultado de los recursos que una comunidad pone asu servicio para garantizar la satisfacción de las necesidades infantiles y el respeto de sus derechos asícomo promover, apoyar y rehabilitar las funciones parentales. LA PROMOCIÓN, EVALUACIÓN Y REHABILITACIÓN DE LAS COMPETENCIAS PARENTALES De los diferentes componentes de nuestra fórmula, hemos elegido el de las competenciasparentales, como uno de los factores intrafamiliares esenciales para asegurar el buen trato. En otraspalabras, el buen trato aquí y ahora es el resultado de la existencia de competencias parentales y estasúltimas son el resultado de la experiencias de buen trato que los adultos conocieron con sus familiascuando niños. Al contrario, una historia de malos tratos no facilita el desarrollo de competenciasparentales. En esta óptica, los malos tratos infantiles son el resultado de una incompetencia, en elejercicio de la función parental. De ahí nuestro interés por compartir el modelo teórico que nos permitecomprender el origen de las competencias parentales, así como nuestros esfuerzos para confeccionaruna guía que permita evaluar la existencia o carencia de éstas. Esto último con el fin de promoverlas y deofrecer a los padres con dificultades las intervenciones psicológicas, sociales y educativas necesariaspara desarrollarlas.
El concepto de competencias parentales es una forma semántica de referirse a
lascapacidades prácticas que tienen los padres para cuidar, proteger y educar a sus hijos, asegurándoles undesarrollo suficientemente sano. Las competencias parentales forman parte de lo que hemos llamado la parentalidad social, para diferenciarla de la parentalidad biológica, es decir, de la capacidad deprocrear o dar la vida a una cría. La mayoría de los padres pueden asumir la parentalidad social comouna continuidad de la biológica, de tal manera que sus hijos son cuidados, educados y protegidos por lasmismas personas que los han procreado. Sin embargo, para un grupo de niños y niñas esto no es posible. Sus padres tuvieron la capacidad biológica para copular, engendrarlos y en el caso de la madre parirles,pero desgraciadamente no poseen las competencias para ejercer una práctica parental mínimamenteadecuada. Las causas de estas incompetencias se encuentran en las historias personales, familiares ysociales de estos padres y que en la mayoría de los casos, encontramos antecedentes de malos tratosinfantiles, medidas de protección inadecuadas o inexistentes, institucionalización masiva, pérdidas yrupturas, antecedentes de enfermedad mental de uno o de los dos padres, pobreza y exclusión social.Al identificar las causas de estas incompetencias puede existir la tentación de identificarse con elsufrimiento de los padres en desmedro de las necesidades y derechos de sus hijos. Desgraciadamentelos malos tratos, consecuencia de las incompetencias de los padres, provocan diferentes tipos de dañossiempre graves en los niños, aunque no siempre visibles. Esto último explica que a menudo nos referimosal dolor de los niños, niñas y jóvenes como “el dolor invisible de la infancia”. Los daños que los niñossufren son: trastornos del apego y de la socialización, trastornos de estrés traumático de evolucióncrónica, traumatismos severos y alteración de los procesos resilientes (Barudy J., 1998). Pero además, silos niños no reciben protección oportuna y adecuada, ni tratamientos para reparar estos daños existeuna gran probabilidad que en la adolescencia el sufrimiento se exprese por manifestaciones como:comportamientos violentos, delincuencia, abusos sexuales, uso de drogas y alcohol.Pero todo no termina allí, pues a la hora actual existen suficientes investigaciones y experienciasclínicas para afirmar que los malos tratos en la infancia junto con los factores culturales resultados de laideología patriarcal, juegan un papel preponderante en la producción de la violencia conyugal que hacevíctimas y asesina a cientos de mujeres. Por otra parte, las tragedias infantiles de los padres que sonfactores causales de los diferentes tipos de malos tratos a sus niños, pueden ser la base de lasincompetencias parentales que éstos pueden presentar mañana. Por lo tanto, la detección y la protecciónde los niños y niñas maltratados y el apoyo terapéutico para la reparación de sus carencias y sufrimientos es una forma efectiva de prevenir lo que se conoce como la transmisión transgeneracional delos malos tratos (Barudy J. 1998).Todos los niños y niñas y en particular aquellas víctimas de malos tratos tienen el derecho deacceder a una parentalidad social capaz de satisfacer sus necesidades y respetar sus derechos. Por estarazón, hay que evaluar las competencias parentales de todos los miembros adultos de la red familiar delniño o niña, para determinar cuál puede ser el adulto capaz de garantizar el ejercicio de esta función, protegiéndole además del daño causado por las personas que les han maltratado. La permanencia deestos niños y niñas en sus entornos socio-familiares, debe ser posible solamente en los casos que existanadultos protectores con competencias parentales para asegurarles un desarrollo sano. Cuando esto no es posible, la parentalidad ejercida por otros cuidadores, pueden compensar lasincompetencias de los padres biológicos. En esta perspectiva, el acogimiento familiar o residencial, asícomo la adopción, deben ser considerados como recursos que una comunidad pone al servicio de losniños y niñas para asegurarles una parentalidad social, puesto que los padres biológicos, por suscondicionantes históricas y sus dificultades actuales, no están en condiciones de asegurar los cuidados yla protección que sus hijos necesitan. Los padres acogedores o los educadores que se ocupan de losniños en Centros de Acogida deben ser considerados como dispensadores de una parentalidad social. Eltrabajo de estas personas, verdaderos tutores de resiliencia, como diria Boris Cyrulnik, no reemplaza laimportancia simbólica de los padres biológicos. Al contrario el ejercicio de la parentalidad social implica elrespeto incondicional por la filiación de los niños, así como el facilitar y participar en todas aquellasintervenciones que permitan mantener un vínculo de los niños con sus familias de origen.Según las características de los padres biológicos, hay que facilitar siempre que se pueda, elejercicio por parte de éstos de una " co- parentalidad" . En este caso, los niños deberán integrar en sudesarrollo la singularidad de una doble vinculación: a sus padres biológicos y a “sus padres sociales”,además de resolver los conflictos de lealtad que pudieran presentárseles, para integrar en sus identidadesestas dos pertenencias de la forma más equilibrada posible.
El origen de las competencias parentales
La adquisición de competencias parentales es el resultado de procesos complejos. En él seentremezclan las posibilidades personales innatas marcadas por factores hereditarios con los procesosde aprendizaje influenciados por la cultura, así como con las experiencias de buen trato o mal trato que lafutura madre o padre hayan conocido en sus historias familiares, especialmente en su infancia yadolescencia. Ser madre o padre competentes es una tarea delicada y compleja fundamental para lapreservación de la especie humana. Por esto, “la naturaleza” ha puesto todo de su parte para que en lamayoría de las familias esta función sea posible.Una gran parte de la actividad parental es guiada por una especie “de piloto automático”. Estepilotaje es el resultado de una especie de “mecánica espontánea” casi inconsciente. Los padres bientratantes fueron sujetos de dinámicas socio-familiares sanas que les permitió aprender a responder alas necesidades fundamentales de su hijos e hijas. Esto les permite ser capaces de satisfacer un conjuntode necesidades que no solamente son múltiples, sino que además evolutivas, es decir, van cambiandocon el tiempo. Evaluación de la parentalidad Al evaluar las competencias de las madres y de los padres nos interesa la co-relación existenteentre éstas y las necesidades infantiles. Esto tiene una doble implicación: a) El desafío de la función parental implica poder satisfacer las múltiples necesidades de sus hijos(alimentación, cuidados corporales, protección, necesidades cognitivas, emocionales, socioculturales,etc.), pero, siendo que estas necesidades son evolutivas, los padres deben poseer una plasticidadestructural que les permita adaptarse a los cambios de las necesidades de sus hijos. Por ejemplo, no eslo mismo cuidar, proteger, educar a un bebé que hacerlo con un adolescente. b) Si los padres no poseen las competencias parentales para satisfacer las necesidades de sus hijos yademás les hacen daño, es muy probable que los niños en el momento de la intervención paraprotegerles y ayudarles presentarán necesidades especiales, tanto en el ámbito terapéutico comoeducativo. Si las intervenciones de protección son tardías e inadecuadas, mayores serán estasnecesidades, lo que obligará a mejores y mayores esfuerzos para ayudar a los niños y niñas arecuperarse del daño sufrido. Los componentes evaluables de la parentalidad Para elegir las variables de la parentalidad a evaluar, promover y rehabilitar es importante distinguir losdos componentes de la parentalidad:A) Las capacidades parentales fundamentales y. B) Las habilidades parentales. A) Las capacidades parentales fundamentales : son el conjunto de capacidades cuyo origen estádeterminado por factores biológicos y hereditarios, no obstante, son modulados por las experienciasvitales y son influenciados por la cultura y los contextos sociales.1) La capacidad de apegarse a sus hijos: lo utilizamos para referirnos a los recursos emotivos,cognitivos y conductuales que las madres y los padres poseen para apegarse a sus hijos e hijas.Esto se expresa por la capacidad de los padres a vincularse afectivamente a sus críasrespondiendo a sus necesidades. Las diferentes investigaciones sobre el apego, muestran que losrecién nacidos poseen una capacidad innata para apegarse. De esta capacidad depende susupervivencia. Por otra parte, la capacidad del adulto a responder a sus hijos y apegarse a ellosdepende no sólo de sus potenciales biológicos, sino de sus propias experiencias de apego y suhistoria de vida. Además, los factores ambientales que facilitan u obstaculizan las relacionesprecoces con sus crías son fundamentales en el desarrollo de esta capacidad. Por ejemplo, lacapacidad de apego puede promoverse o reforzarse a través de acompañamientos psico-socialesde los futuros padres antes y durante el embarazo, así como durante el parto y el periodo que lesigue. Las intervenciones destinadas a fomentar el apego seguro son intervenciones de prevenciónprimaria de los malos tratos, por excelencia.2) La empatía: o capacidad de percibir las vivencias internas de sus hijos a través de la comprensiónde sus manifestaciones emocionales y gestuales a través de las cuales manifiestan sus necesidades. Los padres que tienen esta capacidad son capaces de sintonizar con el mundo internode sus hijos para responder adecuadamente a sus necesidades. Los trastornos de la empatía estánen estrecha relación con los trastornos del apego, en la mayoría de los casos son una consecuenciade éste. La prevención
de los malos tratos pasa también por promover en los futuros padres ymadres una vivencia de aceptación incondicional de los bebés como sujetos que poseennecesidades singulares y una forma particular de expresarlas. La detección precoz de los trastornosde la empatía y las intervenciones terapéuticas para estimular el desarrollo de ésta, es unaintervención fundamental para prevenir situaciones de malos tratos, negligencia y abuso.c) Los modelos de crianza: saber responder a las demandas de cuidados de un hijo o una hija, así comoprotegerle y educarle son el resultado de complejos procesos de aprendizaje. Estos se realizan depreferencia en la familia de origen, pero también en las redes sociales primarias. Al mismo tiempoque todo esto está influenciado por la cultura y las condiciones sociales de las personas. Losmodelos de crianza se transmiten como fenómenos culturales, de generación en generación. Enestos modelos, las formas de percibir y comprender las necesidades de los niños estánimplícitamente o explícitamente incluidas, así como las respuestas para satisfacer estasnecesidades, así como las formas prácticas para protegerles y educarles. Los déficits en losmodelos de crianza, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo, son indicadores deincompetencia parental y casi siempre están vinculados a experiencias de malos tratos intrafamiliaresen la infancia de los padres, así como a experiencias de institucionalización desprovistas deexperiencias familiarisantes. Otro eje fundamental de la prevención
de los malos tratos
es lapromoción de una educación a la parentalidad bientratante como eje transversal en el currículumescolar. Por otra parte las intervenciones educativas para facilitar en los padres y madres quepresentan indicadores de riesgo y/o que viven en contextos de riesgos, el aprendizaje de modelos deparentalidad respetuosos y eficaces es también una forma de prevenir los malos tratos infantiles.d) La capacidad de participar en redes sociales y de utilizar los recursos comunitarios. Esta es tambiénuna capacidad fundamental y necesaria para el ejercicio de la parentalidad. Esto se refiere a lacapacidad de pedir, aportar y recibir ayuda de sus redes familiares y sociales, incluyendo las redesinstitucionales y profesionales que tienen como mandato promover la salud y el bienestar infantil. Laparentalidad es también el resultado de una práctica social, por lo tanto las instituciones sanitarias,los jardines infantiles, las instituciones sociales de protección, tienen que conformar redes de apoyosvisibles y confiables para apoyar la parentalidad en las famílias. La parentalidad bientratante como unfenómeno general, es en este sentido un indicador de la jerarquía que un Estado realiza en laatribución de recursos para promover y apoyar la vida familiar. Buenos tratos y resiliencia
Buenos tratos y resiliencia
La definición adoptada por nosotros y que hemos incluido en nuestra fórmula de buen trato es lapropuesta por Manciaux, Vanistendael, Lecomte y Cyrulnik (2003 ): “La resiliencia es la capacidad de una persona o de un grupo para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro a pesar de los acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves”. Esta definición nos parece sobre todo útil, su contenido nos ha permitido incorporarla como uno delos objetivos educativos, sociales y psicoterapéuticos de nuestras prácticas. Tanto en lo que se refiere alas acciones de promoción del buen trato, como a las intervenciones destinadas a la reparación terapéutica del daño en los niños y jóvenes de los malos tratos, como a las destinadas a la rehabilitaciónde las competencias parentales.Las investigaciones sobre resiliencia demuestran el papel central de la familia en la protecciónpsicológica del niño o la niña ante las experiencias traumáticas. La presencia de al menos un progenitorque asegura una parentalidad competente, proporcionando afecto y apoyo a los hijos e hijas, puedepermitir que estos pasen hacia la vida adulta por una adolescencia sana .Por esto hay que reconocer el papel esencial de los padres, especialmente el de la madre, comola fuente fundamental de los buenos tratos de sus hijos, que explican su resiliencia. Por lo tanto, de losdiferentes niveles que componen la estructura familiar, la parentalidad nos parece el nivel más pertinentea la hora de examinar la fuente de los buenos tratos infantiles.Esto nos ha conducido a usar la expresión de “parentalidad competente y resiliente” parareferirnos a la capacidad de las madres y de los padres, para asegurar no sólo los cuidados necesarios asus hijos, sino que ayudarles a hacer frente a los sucesos dolorosos que les toca vivir. La parentalidadresiliente se reconoce como aquella ejercida por la madre y/o el padre, que es capaz de apoyarafectivamente a sus hijos, transmitiéndoles que los sucesos de la vida son parte de un proceso continuodonde existen perturbaciones y consolidaciones. En el desafío de existir, las dificultades perturbadoras,pueden ser fuentes de crecimiento, siempre y cuando el niño o el joven encuentren en una madre o en unpadre el apoyo necesario para enfrentarlas y darles un sentido.La existencia de este apoyo, es un indicador que los progenitores también son resilientes y que estose nutre de un sentimiento de pertenencia a una familia.Entre las características de estos padres competentes y resilientes, se encuentran una opciónprioritaria para estar presentes con afectividad y autoridad en los cuidados y educación de sus crías, asícomo flexibilidad, capacidad para enfrentar y resolver problemas, las habilidades de comunicación y lasdestrezas para participar en redes sociales de apoyo.Diferentes autores señalan el papel crítico de un ambiente social y cultural adverso para la saludy el desarrollo infantil. En este sentido se señala, por una parte, el papel nocivo de los entornos socialesplenos de carencias, resultado de la pobreza y la exclusión social. Por otra parte, se insiste también quelos entornos caracterizados por la acumulación de las riquezas materiales presentan el riesgo detransformar las relaciones familiares y sociales en meros formalismos, que privan a los niños de laafectividad y el apoyo social que necesitan para crecer sanamente .En la perspectiva de los buenos tratos infantiles nos parece importante insistir en la importancia de lapresencia de adultos significativos en la colectividad que puedan influir positivamente en el desarrollo delos niños y de las niñas cuando sus padres se hallan en estado de incapacidad o falta de disponibilidad.Estos adultos significativos constituyen “verdaderos tutores de resiliencia” por la calidad del apoyoafectivo e instrumental que aportan a los niños, compensan las carencias de cuidados de padresdemasiados ocupados por la presión consumista o la presión laboral. O en los casos más dramáticossuplen las carencias de las incompetencias parentales y permiten a los niños y jóvenes, la elaboracióndel sufrimiento cuando éstos violentan a sus hijos. La importancia de este apoyo social y afectivo para “amortiguar” el sufrimiento y resiliar las experiencias traumáticas en fuerzas constructivas lo hemos podidoconstatar y practicar, en poblaciones infantiles y juveniles muy variadas: en niños y niñas hijos derefugiados latinoamericanos, africanos o de los países del este de Europa, en niños y niñas residentes enbarrios con conflictividad social en Bruselas o Barcelona, o en hijos e hijas de profesionales, ejecutivos ycomerciantes de los países en que nos ha tocado intervenir.Esto lo hemos constatado también en niños, niñas y jóvenes víctimas de negligencia, malostratos físicos y abusos sexuales consecuencia de las incompetencias crónicas y severas de susprogenitores. En esta perspectiva, el apoyo de los iguales es también una fuente de protecciónpsicológica para los hijos de padres que presentan diferentes tipos de incompetencias transitorias, perotambién de padres con incompetencias múltiples y crónicas.En ambos casos, la escuela debería ser otra fuente básica de apoyo para los niños y niñasexpuestos a sucesos traumáticos en sus familias o al contexto social y cultural, caracterizado por lasoledad afectiva, el acoso psicológico de los publicistas para transformar los deseos infantiles y juvenilesen necesidades vitales, y la interiorización de falsos valores como el individualismo, la alienación del sersujeto para parecerse y comportarse como los personajes de moda, el hedonismo a todo precio y eldesprecio por la autoridad y la competencia de los adultos. El medio escolar es para muchos niños lasegunda fuente de cuidados, buenos tratos y seguridad después del hogar y, a veces, la única.Los profesores, el director o la directora de un colegio, el personal de la cocina, constituyenmuchas veces modelos adultos de buen trato. A través de relaciones afectuosas, aportan, ejemplos derespeto, reciprocidad y respeto a la autoridad pudiendo brindar así experiencias que a menudo faltan enel hogar familiar o en sistema social de pertenencia.Muchas son las historias de vida de hijos e hijas de madres y padres con incompetenciasparentales graves, que testimonian de las experiencias reparadoras que encontraron en la relación conuna maestra en la escuela o un profesor de su instituto.Estas personas sin pretender ser substitutos parentales, por su cariño y coherencia educativalograron comunicar confianza incondicional en las capacidades de los niños, valorizando sus esfuerzos yreconociendo sus dificultades. Los recursos comunitarios y la promoción de los buenos tratos. En lo que se refiere al aporte de la comunidad, podemos afirmar que los programas destinados ala promoción de los buenos tratos tienen que contar con los recursos específicos que la sociedad pone adisposición de las familias para contribuir al buen trato infantil. En este sentido, los recursos profesionalesde las diferentes instancias sociales que trabajan con la infancia y la adolescencia, pueden participar deestos procesos, si dentro de sus dominios de actuación se considera la existencia de acciones destinadasa influenciar positivamente las competencias parentales, ya sea promoviendo su adquisición, facilitandosus mejoras o rehabilitándolas cuando es necesario. Además, apoyar a las familias con los recursosmateriales, educativos y terapéuticos para asegurar una cobertura de las necesidades infantiles y laprotección de los derechos de los niños y de las niñas.Por otra parte, en lo que se refiere a la prevención secundaria, en el caso de familias cuyospadres no poseen las competencias parentales y como consecuencia dañan a sus hijos, los servicios delas diferentes instancias que se ocupan del bienestar de niños, niñas y adolescentes, deberían en primerlugar, desarrollar programas específicos para evaluar estas incompetencias parentales, determinando surecuperabilidad, y en segundo lugar, evaluar las necesidades especiales de los niños dañados por estasincompetencias, para proporcionarles el apoyo terapéutico necesario.En lo que se refiere a los niños y adolescentes en situación de riesgo familiar y social, nuestratarea es promover su bienestar integral que, por desgracia les ha tocado vivir en el seno de familiascuyos padres, por sus tragedias infantiles y la falta de apoyo de su comunidad, no desarrollaron lascompetencias para cuidarles, protegerles ni asegurarles un desarrollo sano, y que además, en muchasocasiones les provocan daños irreversibles. Hacer frente a la tarea de evaluar las competencias de estos padres, y a partir dedatos objetivos, proponer las mejores medidas para el niño y programas de rehabilitaciónparental que parezcan los más adecuados, nos parece en la actualidad una muestra devalentía, pero sobre todo de solidaridad con todos los implicados. A los primeros, paraasegurarles el derecho a una vida sana y sin violencia, a los segundos, para proporcionarleslos recursos adecuados para el desarrollo de competencias parentales, que por las injusticiasde la vida no pudieron adquirir.Proporcionar recursos a las madres y a los padres para que mejoren sus capacidadesparentales es, al mismo tiempo, facilitar a los hijos modelos más sanos para la crianza de susfuturos hijos. Si a pesar de los recursos proporcionados los padres no pueden mejorar suscompetencias, tenemos la posibilidad de ofrecer a sus hijos una acogida familiar o residencialpara asegurarles un desarrollo sano como personas. Si además se complementa elacompañamiento de estos niños con experiencias familiares, esto podrá facilitar la adquisiciónde modelos de crianza que podrá permitirles superar en sus propias historias el rol de padresque sus propios padres no pudieron cumplir adecuadamente. En lo que se refiere al acompañamiento terapeutico de los niños y a los adolescentes conproblemas de compotamiento preconizamos modelos de intervención basados en la promoción de laresiliencia como las que siguen. Las acciones preventivas y curativas basadas en los modelos de resiliencia La investigación longitudinal mencionada, así como nuestra propia investigación clínica nos hapermitido establecer el contenido de las experiencias que favorecen la emergencia de la resiliencia en losniños y adolescentes. Estas experiencias constituyen el ingrediente de nuestras intervenciones tantopreventivas – promoción de los buenos tratos- como curativas, es decir, la reparación del daño producidotanto a nivel de la familia, las instituciones y la sociedad. Nuestras intervenciones están basadas enacciones destinadas a: Ofrecer vinculaciones afectivas seguras, fiables y continuas por lo menos con un adultosignificativo, de preferencia de su red familiar o si no de la red social incluyendo a losprofesionales. Facilitar los procesos relacionales que permitan dar un sentido o significado a lasexperiencias. Esto equivale a facilitar la toma de conciencia y la simbolización de la realidadfamiliar y social por muy dura que ésta sea. Brindar apoyo social, es decir, facilitar la emergencia de redes psico-socio afectivas paralos y las adolescentes. Facilitar la participación de los niños, jóvenes, padres, profesionales, cada uno/a de acuerdoa sus capacidades en los procesos destinados a obtener una mejora en la distribución delos bienes y de la riqueza , así como en las dinámicas sociales para obtener más justicia yasegurar el buen trato y la erradicación de la violencia en las relaciones humanas. Tambiénparticipar en la defensa del planeta y de su ecología. Promover y participar de procesos educativos que potencien el respeto de los derechos detodas las personas, especialmente de la infancia, así como el respeto por la naturaleza. Participar y promover la participación de los niños, niñas y jóvenes en actividades que por sucontenido valórico y espiritual les permitan acceder a una visión trascendente de lo humano,así como a un compromiso social, religioso o político altruistas para lograr sociedades más justas, solidarias y sin violencia. Favorecer las experiencias que promuevan la alegría y el humor Favorecer el desarrollo de la creatividad y el arte. A TÍTULO DE CONCLUSIÓN Los paradigmas de los buenos tratos y de la resiliencia son modelos teórico-prácticos que abrenpuertas esperanzadoras para la comprensión de las conductas infantiles problemáticas y violentasactuales, así como para un acompañamiento terapeútico adecuado de estos.Esto último, puede consistir en acompañar a los niños y a los adolescentes a “resiliar” elsufrimiento, consecuencia del vacío afectivo o la violencia intrafamiliar y/o de la alienación y la anomiaresultado de la manipulación, que los mercaderes adultos, con complicidad de políticos y dueños demedios de comunicación, les imponen. Esta manipulación consiste en acosarles con “modelos de ser oparecer modernos” que entre otros daños, les induce a imitar los comportamientos violentos depersonajes televisivos o de los videojuegos, a agrediendo a sus pares y los adultos que representan laautoridad, a consumir alcohol y drogas, para luego ser usados como chivos expiatorios, o gruposproblemáticos designados para ocultar las contradicciones y la incoherencias del mundo adulto.