Determinantes Sociales de La Salud en La Región de Las Américas - Docx - Documentos de Google
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En la Región de las Américas se dispone de datos probatorios sobre el modo en que los
determinantes sociales de la salud influyen en una amplia gama de resultados en materia
de salud y de actividades encaminadas al logro de la salud universal, como se reflejó en
la formulación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y en las formas en
que los países se esforzaron por alcanzarlos. El análisis de estos determinantes reviste
particular importancia en esta Región dado que la inequidad y la desigualdad en materia
de salud siguen siendo los principales obstáculos para el desarrollo sostenido. Las
personas que viven en la Región suelen verse afectadas de manera desproporcionada por
las condiciones deficientes de la vida cotidiana, causadas por los factores estructurales y
sociales (macroeconomía, etnicidad, normas culturales, ingresos, educación,
ocupación). Estas condiciones y factores son la causa de las desigualdades y las
inequidades generalizadas y persistentes en materia de salud en todo el continente.
Fuente: Adaptado de Solar e Irwin: A conceptual framework for action on the social
determinants of health. Ginebra: Organización Mundial de la Salud; 2007.
Se considera en general que el enfoque de los determinantes sociales de la salud es una
manera sumamente eficaz de abordar las inequidades en materia de salud dado que
promueve medidas con respecto a una variedad de factores que influyen en los
resultados individuales y poblacionales en materia de salud, muchos de los cuales están
fuera del alcance del sector de la salud. Este enfoque ha avanzado considerablemente en
los últimos años, de la mano de dos llamamientos a la acción centrales. En el 2005, la
Organización Mundial de la Salud creó una Comisión sobre Determinantes Sociales de
la Salud y le asignó la responsabilidad de recopilar pruebas sobre las inequidades, como
una manera de comprender los determinantes sociales de la salud y su repercusión sobre
la equidad en la salud y de formular recomendaciones para la acción (6). En el informe
final de la Comisión (2008) se formularon tres recomendaciones para la acción: mejorar
las condiciones de vida; luchar contra la distribución desigual del dinero, el poder y los
recursos, y medir y comprender el problema y evaluar los efectos de las intervenciones
(6). La Declaración Política de Rio sobre Determinantes Sociales de la Salud (2011)
también tuvo implicaciones sustanciales para esta agenda en la Región. La Declaración
subraya la necesidad de un enfoque de los determinantes sociales de la salud y sirvió de
llamamiento a la acción con respecto a los principios interrelacionados para abordar los
determinantes sociales de la salud, así como con respecto a algunos conceptos conexos
más amplios, entre ellos la equidad y el desarrollo humano.
Además, las tendencias favorables que se han reflejado en los promedios nacionales y
regionales ocultan las brechas en el progreso que siguen existiendo dentro de los países
y entre estos. Una mirada más inquisitiva de los promedios regionales y nacionales,
desglosados por ingresos y estratos sociales, muestra brechas sustanciales en la equidad
entre los países de la Región y dentro de estos (15). En el 2015 particularmente, si bien
la Región de las Américas tenía uno de los promedios más altos notificados de
esperanza de vida (76,9) (16), un análisis más detallado de los datos específicos por país
revelaba que la diferencia en la esperanza de vida al nacer entre los países llegaba hasta
18 años (17). El éxito aparente de la Región en lo que respecta a erradicar la pobreza
demuestra también que los ODM se centran en los promedios nacionales más que en el
progreso a nivel subnacional o entre diferentes grupos poblacionales (18). La edición
del 2014 del documento informativo Panorama Social de América Latina, publicado por
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), confirmó que no
todos en la Región habían cosechado los mismos beneficios en esta materia, pues la
tendencia descendente de la pobreza durante los 15 últimos años fue mayor entre los
grupos más ricos que entre los más desfavorecidos (19). Muchas personas clasificadas
como pobres crónicos no pudieron salir de la pobreza durante este período. Los ingresos
laborales fueron un poderoso motor que impulsó la inmensa reducción de la pobreza
durante el último decenio. Los pobres crónicos tropiezan con mayores barreras para
incorporarse a la fuerza laboral, lo cual reduce sus oportunidades de empleo y exacerba
el ciclo de la pobreza crónica. La pobreza también sigue estando concentrada dentro de
ciertos grupos étnicos. En la Región de las Américas, los pueblos indígenas continúan
siendo los más pobres y, en algunas zonas, la brecha que hay entre sus ingresos y los de
otros grupos poblacionales ha aumentado aún más (20).
Estos resultados resaltan las inquietudes de que la programación para cumplir los ODM
no fue lo suficientemente lejos para atender a las poblaciones menos favorecidas. Los
éxitos regionales se relacionan desproporcionadamente con los «resultados fáciles» de
los que ya reciben una mejor atención de los servicios públicos. Esta paradoja destaca
las verdaderas limitaciones de los logros de la era de los ODM. Si bien se ha obtenido
verdaderos éxitos en cuanto a los indicadores de salud mundiales, muchos de estos son
insuficientes cuando se los analiza desde la perspectiva de la equidad.
La salud de las mujeres puede afectar de manera directa a la salud de sus hijos. El ciclo
que se crea a partir de esta dinámica puede dar lugar a desigualdades en materia de
salud que se concentran en ciertos grupos poblacionales durante generaciones. Si bien
se lograron avances en cuanto a la reducción de la razón de mortalidad de menores de 5
años durante la era de los ODM, a escala mundial la mortalidad materna permanece en
un nivel increíblemente alto, lo cual refleja la presencia de inequidades en el acceso a
los servicios de salud, como la atención de salud reproductiva de rutina. La falta de
acceso a los servicios básicos da lugar a muchas necesidades de atención de salud
desatendidas, como las necesidades en materia de anticoncepción, los embarazos
involuntarios, las infecciones de transmisión sexual sin diagnosticar y los cánceres sin
diagnosticar.
Para superar los obstáculos y lograr progresos, es indispensable que las políticas
sociales reconozcan la función de género como un fuerte determinante estructural de la
salud. Por ejemplo, las mujeres tienen costos de salud mayores que los hombres debido
a su mayor utilización de los servicios de atención de salud. Al mismo tiempo, las
mujeres corren un mayor riesgo que los hombres de ser pobres, desempleadas o estar
contratadas en trabajos que no ofrecen prestaciones de atención de salud (22). Dicho
esto, el género de por sí no origina todos los obstáculos con que las mujeres tropiezan al
obtener acceso a la atención. El acceso a los recursos necesarios para obtener logros en
materia de salud resulta aún más limitado por las intersecciones entre la desigualdad en
materia de género y otros determinantes importantes de la salud, como los ingresos, la
educación, la edad, la etnicidad y la orientación sexual, lo cual deja a las poblaciones
vulnerables en un riesgo especialmente alto. Por ejemplo, en América Latina y el
Caribe, las mujeres del quintil más pobre tienen mayores necesidades de salud
desatendidas, como la necesidad de anticoncepción, en comparación con las mujeres del
quintil más rico (23). Los niveles inferiores de ingresos y el origen étnico han estado
asociados con la iniciación sexual precoz. La iniciación sexual precoz suele estar
relacionada con riesgos de embarazo en mujeres jóvenes durante su adolescencia y con
resultados adversos en materia de salud sexual, como las infecciones de transmisión
sexual, por lo que las poblaciones menos favorecidas se ven expuestas a una doble carga
de enfermedades infecciosas y obstáculos para la movilidad socioeconómica de las
mujeres (24). Además, las mujeres de las comunidades rurales no tienen un acceso
igualitario a servicios de salud reproductiva que sean convenientes, asequibles o
culturalmente apropiados, ni a la educación en ese sentido. Las mujeres de las minorías
étnico-raciales experimentan con frecuencia exclusión social y económica, otro ejemplo
más de una situación desigual que produce inequidades en materia de salud en muchos
momentos a lo largo de todo el curso de la vida, en particular durante el embarazo y el
parto.
Figura 2. Razón de mortalidad materna (por 100 000 nacidos vivos), 2015
Fuente: Organización Mundial de la Salud, Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia, Fondo de Población de las Naciones Unidas, Grupo del Banco Mundial,
División de Población de las Naciones Unidas. Evolución de la mortalidad materna:
1990-2015. Ginebra: OMS; 2015.
Enfermedades transmisibles
La salud mental también ha estado estrechamente relacionada con las ENT y sus
resultados. La prevalencia y distribución social de los trastornos de salud mental ha
estado bien documentada en los países de ingresos altos, y cada vez se reconoce más el
tema en los países de ingresos bajos y de ingresos medianos. Los datos indican que los
factores de riesgo sociales de muchos trastornos mentales comunes están asociados en
gran medida con las desigualdades sociales, según lo cual, cuanto mayor es la
desigualdad, mayor es el riesgo (34). En consecuencia, los trastornos de salud mental
pueden estar determinados por diversos entornos sociales, económicos y físicos (35)
que influyen en diferentes etapas de la vida, no solo en los primeros años, cuando hay
una predisposición mayor para desarrollar un trastorno de salud mental, sino también al
tener mayor edad y durante los años de trabajo y en que se establece una familia (36,
37). La repercusión de estos determinantes sociales en la salud mental puede
acumularse durante el curso de la vida (por eso es importante emplear la «perspectiva
del curso de la vida» al considerar las causas fundamentales de la salud y la
morbilidad), lo cual aumenta la gravedad de los trastornos de salud mental y la
incidencia de nuevos trastornos.
Varios estudios han mostrado que los principales determinantes sociales de la salud
asociados con los trastornos de salud mental son los ingresos, el nivel de escolaridad, el
sexo, la edad, la etnicidad y la zona geográfica de residencia. Por ejemplo, las mayores
tasas de depresión y de consumo de sustancias psicoactivas están asociadas
sistemáticamente con los niveles de ingresos inferiores (38, 39). Los pobres y los
desfavorecidos sufren de manera desproporcionada trastornos mentales comunes
(depresión, ansiedad, suicidio, etc.) y sus consecuencias adversas (40-42). Además de
los ingresos familiares, el nivel bajo de instrucción, las desventajas materiales y el
desempleo son otros factores que traen aparejados trastornos mentales comunes (43,
44). El sexo es otro determinante social importante: ciertos trastornos de salud mental
son más prevalentes en las mujeres que en los hombres (45) y, de hecho, las mujeres
experimentan con frecuencia la repercusión de los determinantes sociales, económicos y
ambientales en formas distintas a las de los hombres (46). Por ejemplo, las mujeres
informan más intentos de suicidio mientras que los hombres cometen más suicidios
mortales (47). En cuanto al abuso de sustancias psicoactivas, aunque los hombres tienen
mayores probabilidades de incurrir en comportamientos peligrosos y tener problemas
relacionados con las drogas, las mujeres que sufren de adicción tienen menores
probabilidades de buscar tratamiento para este trastorno debido a las barreras que
existen por parte de la sociedad (48, 49).
En la Región de las Américas, es cada vez mayor el interés por la relación entre las
condiciones de empleo y los trastornos mentales, en particular la depresión y la
ansiedad. Los trastornos de salud mental afectan a muchos empleados en la Región,
algo que en el pasado se pasó por alto porque estos trastornos casi siempre se han
ocultado en el lugar de trabajo. En consecuencia, los trastornos de salud mental a
menudo pasan desapercibidos y no reciben tratamiento, lo cual no solo daña la salud y
la carrera de una persona, sino que también reduce su productividad en el trabajo (50-
52).
Aplicación del enfoque de los determinantes sociales de
la salud a los principales retos regionales
Dada la estrecha relación entre la equidad en materia de salud y los determinantes
subyacentes de la salud, es esencial un enfoque integrado y sistemático que permita
abordar dichos determinantes para reducir las inequidades en torno a la salud. La idea
de que la salud se crea en el contexto de la vida diaria en vez de limitarse a los entornos
orientados a los servicios de salud se enunció en la Carta de Ottawa para la Promoción
de la Salud de 1986 (53). En la Carta de Ottawa se establecieron fuertes vínculos entre
los principios de promoción de la salud y los determinantes sociales de la salud, y en
ambos enfoques se considera que la salud es un fenómeno ecológico, creado y
modificado por el sistema más amplio de factores que influyen en el modo en que las
personas, así como los grupos poblacionales, viven la vida cotidiana y las tendencias a
largo plazo durante todo el curso de la vida. Teniendo en cuenta los determinantes
contextuales de la salud y los comportamientos relativos a la salud, una respuesta
enérgica de promoción de la salud sería otro componente esencial para encarar los
problemas de salud (54).
Tras ser el país anfitrión del primer evento de capacitación de la subregión sobre la
salud en todas las políticas en Paramaribo, el Gobierno de Suriname empezó a
orientarse de inmediato hacia la aplicación de este enfoque para abordar los
determinantes sociales de la salud. Con el liderazgo del Ministerio de Salud y el apoyo
de la OPS, el Gobierno de Suriname realizó una evaluación rápida de los determinantes
sociales de la salud para comprender las causas subyacentes de los principales
problemas de salud y las inequidades conexas en materia de salud. Los resultados de la
evaluación de los datos disponibles revelaron que, en Suriname, los determinantes
sociales que están relacionados fundamentalmente con las enfermedades principales que
contribuyen a los AVAD son la ubicación geográfica, la situación socioeconómica, el
grupo poblacional y el sexo. Estos resultados sirvieron para establecer ocho áreas de
acción específicas del país en la aplicación del enfoque. La experiencia de Suriname
demuestra el éxito que puede traer adoptar un enfoque multisectorial de salud y destaca
los fuertes vínculos entre los determinantes sociales de la salud y la salud en toda las
políticas.
Fuente: Organización Panamericana de la Salud. Salud en todas las políticas en las
Américas. Health in All Policies approach: quick assessment of health inequities.
[Internet]; 2015. Disponible en:
http://saludentodaslaspoliticas.org/en/experiencia-amp.php?id=29.
1. Área clave: adoptar una mejor gobernanza en pro de la salud y del desarrollo
Para tener éxito en las acciones relativas a los determinantes sociales de la salud se
necesitan la participación de las comunidades y los grupos de la sociedad civil en la
creación de políticas, así como el seguimiento y la evaluación de su ejecución. La
sociedad civil desempeña un papel fundamental al definir las áreas de acción
prioritarias, generar datos probatorios para el trabajo relativo a los determinantes
sociales de la salud, y responsabilizar a los formuladores de políticas y los ejecutores de
programas por las acciones que emprenden y los compromisos que asumen. Los
Gobiernos pueden cumplir una función activa al promover la participación ofreciendo
incentivos, subvencionando los costos y asegurando la legitimidad y transparencia. La
mejora de la transparencia en la formulación de políticas sobre los determinantes de la
salud es fundamental para la adopción y ejecución de políticas acertadas e inclusivas.
En un informe reciente del Banco Mundial y la OPS, Toward universal health coverage
and equity in Latin America and the Caribbean: evidence from selected countries, se
observó que los Gobiernos habían logrado en las actividades de apoyo y promoción de
la participación de sociedad civil en el proceso de formulación de políticas (69). Varios
países, como Bolivia, Ecuador y Venezuela, han incorporado la participación social en
sus constituciones como medio de reducción de la desigualdad social y económica (69).
Además, al 2014, nueve países y territorios informaron tener mecanismos específicos
implantados para fomentar la participación de las comunidades y la sociedad civil en el
proceso de formulación de políticas de los distintos sectores.
En toda la Región también se han realizado esfuerzos para hacer participar a las
poblaciones anteriormente excluidas. En 2014, 10 países y territorios dijeron tener
estrategias específicas implantadas para promover la participación de los grupos
marginados en los debates sobre políticas a nivel local, subnacional y nacional (2).
Además se están realizando acciones para promover la salud mental y el bienestar de las
poblaciones indígenas. Las poblaciones indígenas se ven afectadas de manera
desproporcionada por una diversidad de trastornos mentales comunes. Estos grupos
tienen diferentes maneras de conceptualizar sus problemas de salud y organizar los
cuidados, de acuerdo con lo determinado por los factores históricos, geográficos y
culturales. Argentina, Brasil, Canadá y Chile, entre otros, han promovido foros de
diálogo en diferentes comunidades indígenas con la participación de curanderos
indígenas y especialistas en salud clínica, salud pública, antropología y salud mental,
donde cada uno de los actores transmite sus conocimientos y mejores prácticas.
3. Área clave: seguir reorientando el sector de la salud con miras a reducir las
inequidades sanitarias
Las estrategias adoptadas por los países para transformar los sistemas de salud a fin de
que avancen hacia la salud universal se presentan en otra parte del capítulo 1,
específicamente en los debates en torno al acceso a los servicios de salud, una mejor
gobernanza y rectoría de la salud, y el financiamiento de la salud. En este caso, sin
embargo, cabe señalar que los esfuerzos para dar respuesta a las inequidades en materia
de salud, en la medida en que se relacionan con los determinantes sociales de la salud,
deben variar según el contexto del país, las inequidades existentes en materia de salud y
la estructura de los sistemas sociales y de salud. Por ejemplo, al examinar la situación
de salud de las mujeres en La Paz (Bolivia), se encontraron variaciones fundamentales
en relación al cáncer (especialmente el cáncer cervicouterino), la mortalidad materna, la
salud sexual y reproductiva, el impacto de la infección por el VIH/sida y la violencia
doméstica e intrafamiliar. Las mujeres dijeron que tenían una cobertura de atención de
salud significativamente inferior y una participación mínima en la promoción y atención
de su propia salud. Los datos probatorios indican que esto se debió a la discriminación,
el maltrato y la falta de servicios disponibles que atendieran necesidades específicas de
las mujeres. La iniciativa de Servicios de Salud Estrella fue creada por el Ministerio de
Salud en La Paz del 2004 al 2006 y, posteriormente, se centró en los servicios de salud
de Pampahasi Bajo (71). Esta iniciativa tuvo por objeto mejorar las condiciones de
salud fortaleciendo la gestión de los servicios, de forma que se garantizara la «calidad
con énfasis en el género» y se crearan procesos que empoderaran a las mujeres en su
comunidad (principalmente las migrantes aimaras y las mujeres que vivían en zonas
pobres).
El seguimiento del progreso logrado durante la era de los ODM ha cumplido una
función importante en la determinación de las áreas clave para la acción futura y los
problemas de salud centrales que todavía no se han resuelto. La Región de las Américas
ha demostrado un firme compromiso para establecer estas áreas clave. En toda la
Región, los países han empezado a establecer redes nacionales o regionales de grupos
de trabajo multisectoriales e interesados directos para evaluar la repercusión de las
políticas gubernamentales sobre la salud y la equidad en materia de salud. En 2014, seis
países informaron tener estas redes implantadas. Además, en mayo del 2016, la CEPAL
presentó un documento, Horizontes 2030: la igualdad en el centro del desarrollo
sostenible, en el que se realiza un análisis exhaustivo de los retos y oportunidades clave
para aplicar este enfoque en la Región (77). Asimismo, los Estados Miembros de la
CEPAL aprobaron recientemente la resolución 700(XXXVI) por la que se crea el Foro
de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible, un órgano
responsable del seguimiento y examen de los avances en la aplicación de la Agenda
2030 más amplia. La CEPAL ha articulado una serie de prioridades para apoyar este
enfoque, que fortalecen y refuerzan los vínculos entre los determinantes sociales de la
salud, la igualdad y el desarrollo sostenible, por ejemplo, fortalecer la arquitectura
institucional regional, mejorar el análisis de los medios de aplicación de la Agenda 2030
a nivel regional, apoyar la integración de los ODS en los planes y presupuestos
nacionales de desarrollo, y promover la integración de los procesos de medición que
permitan incorporar los indicadores de los ODS a las estrategias nacionales y regionales
para el desarrollo de capacidad estadística (26). Varios de estos componentes, en
particular el fortalecimiento de capacidad estadística a nivel nacional, que facilita el
examen de los grupos poblacionales que se benefician más y que se benefician menos
de ciertas políticas e intervenciones, tienen profundas implicaciones para lograr la
equidad y mejorar la salud.
El programa “Uruguay Crece Contigo” utiliza otra plataforma exitosa, que realiza
actividades sumamente centradas en los ciudadanos más vulnerables. El impacto sobre
los que se matricularon ha sido considerable hasta el momento, lo cual reduce el nivel
de depresión en las madres y las embarazadas del 31% al 16% desde el 2012. Otras
medidas tienen que ver con la inclusión en redes de seguridad social, como las
asignaciones familiares y los programas de vivienda, y la creación de políticas
inclusivas. Esto último reviste particular importancia pues la formulación de políticas
inclusivas contribuye a promover oportunidades económicas para los pobres.
Tanto en Uruguay como en Perú, la ejecución contextualizada fue un aspecto clave; no
obstante, en cada caso y en otros lugares de la Región, la integración de diferentes
sectores institucionales en una estrategia general ha permitido que las instancias
decisorias puedan crear estrategias integrales para combatir la pobreza en formas
novedosas y eficaces.
Conclusiones
A medida que la Región completa la transición de los ODM a la nueva Agenda 2030
para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), dar
respuesta a las inequidades en materia de salud debe considerarse una prioridad. Es
importante beneficiarse de las enseñanzas extraídas y resolver los asuntos inconclusos
mediante la nueva agenda para el desarrollo (84). Esta nueva Agenda es producto de un
proceso inclusivo y colaborativo sin precedentes y es única en el sentido de que integra
las tres dimensiones (económica, social y ambiental) del desarrollo sostenible en torno a
las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y las alianzas. En las metas fijadas por los
ODS se procura trascender el alcance de los ODM además de afrontar los desafíos
sociales, económicos, ambientales y de gobernanza más importantes de nuestro tiempo.
En los ODS se reconoce que la erradicación de la pobreza y la desigualdad, la
promoción de un crecimiento económico inclusivo y la preservación del planeta están
vinculadas mutuamente y también con la salud y el bienestar generales de la población
mundial (85). La puesta en práctica de los ODS ofrece una oportunidad única de encarar
las «causas de las causas» e influir en los resultados en materia de salud mediante un
énfasis mayor en la distribución diferencial en el acceso a los servicios de salud. Siguen
siendo pertinentes los enfoques tradicionales de la salud pública y la promoción de la
salud que dan respuesta a los factores de riesgo centrados en el comportamiento
individual «peligroso», pero la atención se orienta cada vez más (a nivel regional y
mundial) hacia el examen de los procesos en macroescala que abarcan el comercio, los
mercados mundiales y las relaciones geopolíticas como determinantes de la salud (86).
Los sistemas de vigilancia deberán mejorarse para el mayor seguimiento social de los
objetivos de los determinantes sociales de la salud, los ODS y la salud en todas las
políticas.
A medida que los países continúan desarrollando sistemas de salud sólidos, resilientes y
centrados en la persona, las actividades deben seguir intensificando la acción
intersectorial centrada en las áreas no comprendidas en el sector de la salud para
mejorar la equidad, la salud y el bienestar, de conformidad con la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La amplitud y ambición
de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la naturaleza interrelacionada de los
17 Objetivos requieren una respuesta nacional, regional y mundial que aproveche la
cooperación entre todos los sectores. Desde la educación de las mujeres y las niñas
hasta la aplicación de impuestos a los alimentos no nutritivos, desde los espacios de
vivienda saludables hasta el financiamiento de la salud, la salud universal solo se
obtendrá mediante un esfuerzo concertado para abordar los determinantes sociales de la
salud, y mediante la creación de alianzas estratégicas clave que incluyan actores que no
formen parte del sector de la salud.
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