Historias de Vida
Historias de Vida
Historias de Vida
Nicholas James Vujicic nació el 4 de diciembre de 1982, en Brisbane, Australia con el síndrome de
tretra-amelia, el cual se caracteriza por la carencia de extremidades. Es decir, Nick nació sin piernas
ni brazos, solamente tiene una formación o Meromelia de lado inferior izquierdo.
Su madre era una enfermera australiana que debido a su trabajo sabía todas las medidas que debía
tener durante su embarazo y tuvo especial cuidado del mismo. No obstante, el bebé tuvo una
enfermedad, agenesia y nació con el síndrome de tetraamelia, el cual se caracteriza por la carencia
de las extremidades. Por lo mismo Nick nació sin brazos ni piernas; solamente con una pequeña
formación o meromelia de lado inferior izquierdo. Al principio por su estado de discapacidad sus
padres se sintieron devastados pero agradecidos porque al menos Nick tenía salud.
Durante su edad escolar, Nick y su familia (incluyendo su hermano y hermana menores) se mudaron
a Melbourne buscando mejores oportunidades. No obstante, por causa de la condición de Nick se
les prohibió que él asistiera a una escuela regular debido a sus discapacidades físicas, (a pesar de
que sus capacidades mentales siempre fueron totalmente normales). Más tarde, las leyes del estado
australiano cambiaron, y Vujicic se convirtió en uno de los primeros estudiantes discapacitados en
integrarse a escuelas regulares.
En ese entonces Nick comenzó a ser víctima del abuso de sus compañeros que le humillaban debido
a su discapacidad, por lo que tuvo episodios de depresión y cuando tenía alrededor de ocho años
pensó en suicidarse. A los diez años trató de ahogarse en la bañera, pero no se dejó morir por
recordar el amor que le tenían sus padres. Después de orar numerosas veces para que le crecieran
brazos y piernas, se sintió agradecido por su vida, y eventualmente se dio cuenta de que él era único
en la clase de retos que tenía que enfrentar, y que su vida podría inspirar a otras personas.
Llegó a vender a su perro para poder alimentarse, hasta que una pelea de boxeo lo inspiró y hora es
reconocido a nivel mundial por su papel protagónico en el éxito Rocky.
Stallone nació un 6 de julio de 1946 en Nueva York, en medio de un parto con complicaciones que
le provocó la parálisis de un nervio facial del lado izquierdo, con el que debió vivir toda su vida. Tuvo
una problemática infancia y fue expulsado de muchos colegios. Pero él tenía un sueño: ser un
reconocido actor.
En la década de los 70, Sylvester empieza a trabajar como actor, pero solo consigue papeles
menores. Motivo por el cual entró a trabajar en el zoológico limpiando la jaula de los leones. Pero
el dinero no era suficiente y fue desalojado de su departamento teniendo que vivir durante varios
días en una Terminal de Autobuses.
La situación para Sylvester no era fácil y mucho menos esperanzadora. Hasta que un día vio una
pelea de Muhammad Ali que lo inspiró y por el que decidió escribir un guion de un boxeador en
ascenso.
La necesidad y la falta de dinero hicieron que Stallone escriba el libreto en tres días. Pero cuando
intento venderlo no hubo interesados. Tiempo después conoció a unos productores, encantados en
llevar la película a Hollywood. Pero él se negó, ya que quería ser el protagonista de la película.
Le ofrecieron 125 mil dólares y se volvió a negar. Le ofrecieron más dinero e insistió en rechazar la
oferta. Finalmente, luego de varias negociaciones, logró venderlo. Los productores le compraron el
guion y aceptaron que él tomara el rol principal. Le pagaron 300 mil dólares. Y lo primero que hizo
fue comprar a “Buktus”.
Rocky se estrenó el 21 de noviembre de 1976 con un gran éxito. Ganó los Oscar como Mejor Película,
Mejor Dirección y Mejor Montaje. Rocky era el sueño de Sylvester Stallone y gracias a él podemos
disfrutar de una de las sagas más importantes de historia del cine.
Damián López
Con 13 años una descarga eléctrica le dejó sin brazos y desfigurado. Ahora, con 40 años, Damián
López ya acumula dos participaciones en los Juegos Paralímpicos
Desde pequeño Damián López tuvo dos grandes pasiones: la bicicleta y las cometas. El 6 de
noviembre de 1989, cuando él tenía 13 años, paseando por su Habana natal, vio una cometa
enredada entre unos cables eléctricos y no pudo resistirse, quiso desenredarla. Recibió una descarga
de 13.000.
Milagrosamente sobrevivió, pero le dejaría marcado para siempre. La parte superior de su cuerpo
sufrió graves quemaduras que obligaron a los médicos a amputarle ambos brazos a la altura del
codo, y su rostro quedó desfigurado. Damián pasó cuatro meses en coma, y tardó casi un año en
salir del hospital. “Oía a la gente que decía que no saldría. Y salí”, explica.
Apenas logró estar lo suficientemente recuperado como para caminar, Damián decidió volver a
subirse a una bicicleta. Pedía a sus amigos que se la prestaran. “Mi madre tuvo que pedir a mis
amigos que no me dejaran más bicicletas, que me iba a matar”, explica Damián. Pero él persistió.
“Me gusta la ruta, manejo mejor que muchos que están enteros”. Damián tuvo que volver a
aprender a ir en bicicleta, utilizando los codos en vez de las manos para controlar el manillar
adaptado desde el que puede activar el freno y el cambio de marcha.
De pequeño participó en carreras infantiles y soñaba con representar a su país en los Juegos
Olímpicos. Ese sueño se cumplió en Londres 2012, y repitió experiencia en Río de Janeiro en 2016,
donde terminó en el puesto decimosegundo en la prueba de contrarreloj, con un tiempo de 43
minutos y 43,13 segundos.
Pese a las consecuencias del accidente, Damián no ha dejado que el miedo domine su vida. “Desde
que era niño me resistía a oír a la gente que me decía ‘no puedes hacerlo'”, cuenta. En la entrada
de su cuarto cuelga un cartel que reza “Cuidado, peligro de electrocución”. Se lo trajo un amigo para
molestarle, pero cuenta que “me hizo gracia, se ilumina de noche”. Una muestra de cómo ha logrado
conquistar sus miedos.
Fernando Seler Parrado
La historia de Nando Parrado es una de esas que ocurre una vez cada siglo. Tenía tan solo 23 años
cuando vivió una experiencia que partió su vida en dos. Nando fue el protagonista de la hazaña que
se conoció como “El milagro de los Andes”, ocurrida durante los años setenta en Sudamérica. Un
avión privado, que transportaba a un equipo de rugby uruguayo, se estrelló contra uno de los picos
de los Andes, en territorio chileno. El equipo iba a participar en un torneo internacional. Contando
la tripulación, había 45 personas en ese avión. Después de una semana solo 27 seguían vivos. Al
final, únicamente 16 se salvaron, en gran medida gracias a Nando.
El accidente tuvo lugar a una altura superior a los 4.000 metros. Era una zona rocosa,
completamente cubierta de nieve. No había vida en el sitio, solo los restos del avión y un grupo de
personas que hicieron lo que fuera necesario por sobrevivir.
El accidente aéreo sucedió el 13 de octubre de 1972. El vuelo tenía un curso normal, pero los
vientos cambiaron súbitamente de dirección y el piloto no tuvo en cuenta esta variable. Siguió su
trayecto, sin percatarse de que se había desviado. Había mal tiempo y la visibilidad era escasa. Por
eso la aeronave chocó súbitamente contra una montaña. El piloto había reportado incorrectamente
sus coordenadas. Por eso, cuando llevaron a cabo la misión de rescate, no encontraron ni rastro del
aparato. La búsqueda se suspendió poco más de una semana después.
Mientras tanto, los supervivientes se organizaron para atender a los enfermos, racionar las escasas
provisiones con las que contaban e intentar lanzar señales de ayuda. El líder de todos era el mismo
capitán del equipo, Marcelo Pérez.
Nando Parrado viajaba con su madre y su hermana. La madre murió instantáneamente cuando
ocurrió el accidente. La hermana sobrevivió, pero estaba herida. Mientras tanto, Nando se debatía
entre la vida y la muerte. Estuvo tres días inconsciente y fue atendido por sus compañeros, hasta
que despertó. Luego se dedicó a cuidar a su hermana, hasta que ella falleció.
Este joven uruguayo, estudiante de ingeniería mecánica, tenía un bajo perfil dentro del grupo. Sin
embargo, su deseo de sobrevivir parecía ser mayor al de los demás, pese a sus pérdidas. El grupo se
fue dejando llevar por la inercia, mientras que Nando solo pensaba en la manera de salir de allí.
Los jóvenes comenzaron a morir uno a uno. Esto hizo que Nando se decidiera a intentar, por sí solo,
atravesar la cordillera y llegar hasta un lugar habitado para pedir ayuda. Al final convenció a su
compañero Roberto Canessa para que lo acompañara. Los dos emprendieron una travesía de 10
días más que peligrosa. Con solo una ración de comida y sin equipo para escalar o abrigarse, lograron
su cometido.
Nando y su compañero llevaron a las autoridades al lugar del siniestro, el mismo día que entraron
en contacto con la civilización. Sus 14 compañeros lograron salvarse gracias a ese acto de voluntad
y decisión. La noticia se volvió un hit en pocas horas. Sin embargo, cuando les preguntaron cómo
habían hecho para sobrevivir sin comer durante más de dos meses, salió a flote una historia
polémica. Los jóvenes habían decidido comer carne humana. Se alimentaron de los cadáveres que
yacían bajo la nieve, ya que no contaban con otra fuente de comida. Esto suscitó, y sigue suscitando,
fuertes críticas. El hecho se convirtió en un escándalo.
En sus propias palabras: “perdí a mi mamá, a mi hermana y a mis amigos, me fracturé la cabeza, me
sepultó una avalancha, crucé los Andes en busca de ayuda y regresé al sitio del accidente con los
helicópteros de rescate, en medio de una fuerte ventisca. Cuando todo terminó, mi vida estaba
destruida, me tocó rehacerla. Mi cordillera empezó después”.
Lizzie Velásquez
Estadounidense de Texas, tenía 17 años cuando consultando YouTube un video titulado "La mujer
más fea del mundo" le llamó la atención. Duraba apenas ocho segundos y ya tenía cuatro millones
de visualizaciones.
"Estaba impresionada", cuenta Velásquez. "Pero no fue hasta que empecé a leer los comentarios
cuando me hundí del todo"."¿Por qué la tendrían sus padres?", decía uno de los textos. "Que la
quemen", otro. La lista era larga.
Algunos de los que decidieron dejar su opinión por escrito sugerían que debería suicidarse, incluso
había quien aseguraba que se quedaría ciego si la viera por la calle.
Velásquez no pudo dejar de leer cada uno de los comentarios. Y eso que había cientos.
"Lloré noches enteras. Era apenas una adolescente y pensé que mi vida había acabado", recuerda.
"No pude contarle a nadie sobre el tema. No le dije nada a mis amigos. Estaba demasiado
impresionada".Y eso que Velásquez estaba acostumbrada al acoso diario por su aspecto.
Nació con dos enfermedades raras. Una de ellas, el síndrome de Marfan, es una afección de los
tejidos conectivos y se caracteriza por un aumento inusual de la longitud de los miembros. Su
segundo padecimiento es la lipodistrofia, que provoca una distribución anormal de la grasa corporal.
Como consecuencia de ambas, Velásquez no puede ganar peso, no importa cuánto coma.
El primer día en la guardería, por ejemplo, sus compañeros retrocedieron al verla, por miedo.
Su historial médico incluye una cirugía ocular, una de oído, reconstrucción total de los pies, pruebas
de densidad ósea e incontables entradas y salidas del hospital con el objetivo de determinar cuál
era la enfermedad que sufría.
Ahora tiene 26 años, mide metro y medio y pesa 27 kilos. Está totalmente ciega del ojo derecho y
tiene discapacidad visual en el izquierdo. También suele sufrir agotamiento e infecciones con
frecuencia, como bronquitis. Cuando nació pesaba 1,2 kilos y los médicos dijeron a sus padres que
no sabían cuánto viviría y que, en cualquier caso, tendrían que cuidar de ella por el resto de su vida.
Sus padres, sin embargo, dicen que en aquél momento no pensaron "¿por qué nos está pasando
esto a nosotros?" y que todo lo que querían era llegar a casa para empezar una nueva vida.
Y por esa actitud asegura Velásquez que les debe a ellos su capacidad para pensar en positivo. Así
lo hacía cuando la acosaban en la escuela o se burlaban de ella en la calle.
Sus padres le insistían en que debía ir al colegio con la cabeza alta, sonriente, y ser amable con todo
el mundo, la trataran como la trataran.
Por eso, ahora dice que felizmente perdonaría a los autores de aquél video de YouTube que tanto
la hizo sufrir hace 9 años.
"No sé qué estarán viviendo", sugiere. "Aunque mi vida puede ser dura por momentos, ellos podrían
estar pasando por algo mucho peor".
Además, cuando aquello ocurrió, Velásquez decidió que podía hacer algo más con su vida.
Abrió su propio canal de YouTube para hacer saber a la gente quién era realmente la persona de la
que hablaba el video de "La mujer más fea del mundo" y para animar a otros a sentirse cómodos en
su propia piel y tener confianza en ellos mismos.
Ahora se asoció con Tina Meier, cuya hija Megan se suicidó después de haber sido acosada en
internet, y juntas están haciendo campaña para que los representantes del Congreso de Estados
Unidos voten a favor del primer proyecto de ley federal contra el acoso escolar.
De aprobarse, todas las escuelas del país tendrían que registrar cada uno de los casos. Además, se
destinarían fondos federales a luchar contra este tipo de intimidación. Y ahora todo este trabajo
contra el acoso, además de su propia historia, será recogido en un documental.
La directora del film, Sara Hirsch Bordo, insiste en que no trata de la historia de Velásquez sino que
es una historia universal, dirigida a todos aquellos que han sido acosados.
"Y tan pronto como Lizzie se hizo más abierta y honesta, con su charla para TED y sus videos en
YouTube, quedó claro que la gente estaba sedienta de una historia en la que alguien se levanta y
dice 'no voy a ser una víctima, voy a cambiar esto'".