Ritual Confirmación
Ritual Confirmación
Ritual Confirmación
Ritos iniciales:
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ACTO PENITENCIAL:
O bien:
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Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
El pueblo responde:
Amén.
2
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Siguen las invocaciones Señor, ten piedad (Kýrie, eléison), si no se han dicho ya en alguna de las
fórmulas del acto penitencial:
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Oración Colecta:
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Les infundiré un espíritu nuevo
E sto dice el Señor: “Los sacaré de entre las naciones, los reuniré de
todos los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua pura y
quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias e
idolatrías.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 103
SEGUNDA LECTURA
Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas
En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del
mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque
cada uno los oía hablar en su propio idioma.
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Entonces Pedro, tomó la palabra junto con los Once, se presentó ante la
multitud, y levantando la voz, dijo: “Israelitas, escúchenme, Jesús de Nazaret
fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros,
prodigios y señales que Dios realizó por medio de él y que ustedes bien
conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue
entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.
Pues bien, a este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos
testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el
Espíritu Santo prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes lo están
viendo y oyendo”.
Palabra de Dios.
R. Aleluya, aleluya.
El Espíritu de verdad dará testimonio de mí, dice el Señor, y también ustedes
serán mis testigos.
R. Aleluya, aleluya.
EVANGELIO
Comieron todos y se saciaron
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Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los
asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar,
diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes
acaban de oír”.
Después del Evangelio, el obispo se sienta en la sede preparada (y los presbíteros que van a
ayudarle en la administración de la Confirmación se sientan en los lugares preparados para ellos). A
continuación, los que han de ser confirmados son presentados al obispo por el párroco o por otro
presbítero o por un diácono o, también, por un catequista, según la costumbre de cada lugar. Cada
confirmando, si es posible, es llamado por su nombre, y cada uno avanza hasta el presbiterio; si los
confirmandos son niños, los acompaña uno de los padrinos o uno de los padres, y permanecen en
pie delante del obispo.
Si los confirmandos son muchos, no se les llama nominalmente, sino que se colocan en un
lugar adecuado ante el obispo.
Homilía o alocución
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Si el obispo, en vez de leer la exhortación hace una homilía, concluye siempre con estas o
semejantes palabras, que destacan la relación del Bautismo con la Confirmación:
Ahora, antes de recibir el don del Espíritu Santo, conviene que renueven
personalmente la profesión de fe, que sus papás y padrinos hicieron, en unión
con toda la Iglesia, el día de su Bautismo, y renuncien a todo lo que aparta del
Reino de Dios, prometiendo seguir a Jesucristo con la fidelidad de los
Apóstoles y los mártires.
Después, el obispo pregunta simultáneamente a todos los confirmandos, que se han puesto de pie:
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Los confirmandos: Sí, creo.
Asentimiento de la comunidad
Todos: Amén.
Monición:
El día de Pentecostés, los Apóstoles recibieron una presencia muy especial del
Espíritu Santo. Los obispos, sus continuadores, trasmiten desde entonces el
Espíritu Santo como un don personal por medio del sacramento de la
Confirmación, que ahora va a comenzar con la imposición de las manos del
obispo. La imposición de las manos es uno de los gestos que aparece
habitualmente en la historia de salvación y en la liturgia para indicar la
transmisión de un poder o de una fuerza o de unos derechos.
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Luego, el obispo (teniendo a ambos lados a los presbíteros que van a ayudarle), de pie y con las
manos juntas, exhortan al pueblo, diciendo:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso,
por estos hijos suyos,
que renacieron ya a la vida eterna en el Bautismo,
para que envíe abundantemente sobre ellos
al Espíritu Santo,
a fin de que este mismo Espíritu
los fortalezca con la abundancia de sus dones,
los consagre con su unción espiritual
y haga ellos imagen fiel de Jesucristo.
Todos oran en silencio unos instantes.
Luego, el obispo (y los presbíteros que lo ayudan) impone las manos sobre todos los confirmandos.
El obispo, él sólo, dice:
Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo
que has hecho nacer de nuevo a estos hijos tuyos
por medio del agua y del Espíritu Santo,
librándolos del pecado,
escucha nuestra oración
y envía sobre ellos al Espíritu Santo Consolador:
espíritu de sabiduría y de inteligencia
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia, de piedad
y de tu santo temor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos: Amén.
Monición:
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Un diácono presenta al obispo el santo crisma. Cada uno de los confirmandos se acerca al obispo (o
a uno de los presbíteros), o, si parece más conveniente, el obispo (y los presbíteros) se acercan a
cada confirmando.
Quien presenta al confirmando le coloca la mano derecha sobre el hombro y dice el nombre de éste
al obispo o, si se prefiere, el mismo confirmando dice su nombre.
El obispo (y los presbíteros) moja el pulgar derecho en el crisma y traza el signo de la cruz en la
frente del confirmando, mientras dice:
Mientras dura la unción, se puede entonar algún canto adecuado. Terminada la unción, el obispo (y
los presbíteros) se lava las manos.
Terminada la unción de los confirmandos, sigue la oración universal o de los fieles, para la cual se
puede usar la siguiente fórmula u otra adecuada:
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A continuación, el diácono, u otro ministro, propone las siguientes intenciones:
El diácono o ministro:
El diácono o ministro:
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El diácono o ministro:
Todos: Amén.
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LITURGIA EUCARISTICA
Acabada la Oración de los fieles, sigue la Liturgia de la Eucaristía, en la que todo se realiza como
ordinario, excepto lo siguiente:
a) Algunos de los confirmandos pueden llevar al altar el pan, el vino y el agua para la
Eucaristía.
b) En las Plegarias eucarísticas téngase en cuenta las variantes propias.
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Oración sobre las ofrendas
Prefacio II de la confirmación
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
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PLEGARIA EUCARISTICA II
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y cáliz conjuntamente diciendo:
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere
la naturaleza de éstas.
El cual,
cuando iba a ser entregado a su Pasión,
voluntariamente aceptada,
tomó pan,
dándote gracias,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco,
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo
genuflexión.
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Después prosigue
tomó el cáliz
y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco:
Y el pueblo, aclamando:
Anunciamos tu muerte
proclamamos tu resurrección
¡Ven, Señor Jesús!
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Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
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Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
El pueblo aclama:
Amén.
Después sigue el rito de la Comunión.
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PLEGARIA EUCARISTICA III
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y cáliz conjuntamente diciendo:
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En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere
la naturaleza de éstas.
Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
tomó pan,
y dándote gracias te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco,
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo
genuflexión.
Después prosigue
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Luego dice una de las siguientes fórmulas:
Y el pueblo, aclamando:
Anunciamos tu muerte
proclamamos tu resurrección
¡Ven, Señor Jesús!
C2 Te pedimos, Padre,
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que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa Francisco
con nuestro Obispo, el Cardenal Norberto Rivera,
con su obispo auxiliar de esta Vicaria (N)
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
RITO DE LA COMUNIÓN
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Una vez depositado el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las manos juntas dice:
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Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor,
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
El pueblo responde:
Amén.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
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Dense fraternalmente la paz.
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O bien
Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena y pone una partícula dentro del cáliz, diciendo en
secreto:
El cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,
unidos en este cáliz,
sean para nosotros
alimento de vida eterna.
Mientras tanto, se canta o se dice:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o
sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
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Después el sacerdote puede volver a la sede. Si se considera oportuno, se puede dejar un breve espacio de
silencio sagrado o entonar un salmo o algún cántico de alabanza.
Luego, de pie en el altar o en la sede, el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice:
RITO DE CONCLUSIÓN
El obispo, con las manos extendidas sobre los recién confirmandos y sobre el pueblo, los bendice:
El Señor esté con ustedes.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
El celebrante dice:
Bendito sea el nombre del Señor.
Todos responden:
Ahora y por siempre.
El celebrante dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Todos responden:
Que hizo el cielo y la tierra.
Luego, el obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:
Confirma, Señor,
lo que has realizado en nosotros
y conserva en el corazón de tus fieles
los dones del Espíritu Santo,
para que nunca se avergüencen
de dar testimonio de Jesucristo
y cumplan siempre con amor tu voluntad.
Todos: Amén.
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Entonces el celebrante, habiendo recibido el báculo, si lo usa, dice:
La bendición de Dios todopoderoso,
Y, haciendo tres veces la señal de la cruz sobre el pueblo, añade
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.
Todos responden:
Amén.
Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vuelto hacia el pueblo, dice:
Pueden ir en paz.
El pueblo responde:
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