Guíon Obra Jinayá

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Guión de obra Jinayá

5to. Bach “C”


Jinayá
Recibí una carta hace ya un mes, en donde Monsieur Claudio Lizard me invitaba a pasar unos días en su finca,
Jinayá. Esta, es una finca cafetalera ubicada en Alta Verapaz; allá en lugar entre montañas, en donde es muy
fácil perderse gracias a lo maravilloso y salvaje del lugar.
Entonces ahí me encontraba yo, esperando en el pueblo de Papaljá; ese era el lugar en donde los mozos de la
finca me esperarían para llevarme hasta Jinayá; el significado del nombre en Quecchíe era “El lugar de la mucha
agua”.
Después de un momento de larga espera llegaron Manú, Xuguán y Felipe, sabía que Manú y Xuguán eran
cazadores quecchíes; Felipe en cambio era el hijo de Don Claudio Lizard, el dueño de Jinayá. Aun así los tres
tenían rasgos físicos muy similares, los cuales me hacían pensar en la madre de Felipe, seguramente habría sido
una mujer quecchíe.

FELIPE: Buenas tardes licenciado. (Se estrechan las manos) Disculpe por la tardanza, tuvimos
algunos inconvenientes en el camino.
RICARDO: No se preocupe, no llevo tanto tiempo esperando.
FELIPE: Que bien (Con tono sarcástico)
Después Manú y Xuguán cargaron mi equipaje hasta Jinayá. Mientras caminaba por la montaña, me deleitaba
con el hermoso y vivaz paisaje; árboles grandes y majestuosos, con sus ramas que ayudaban a esconder a
quienes por ahí transitaban.
Al llegar al Jinayá, me sorprendí cuando vi que varias personas me esperaban en la entrada principal de la casa.
La casa a pesar de tener aspecto sencillo, por dentro tenía toda la esencia elegante y europea de Monsieur Lizard,
su dueño, que además era un belga.
DON CLAUDIO: Buenas tardes Ricardo. (Estrechan manos) Espero que no se haya cansado mucho.
RICARDO: No se preocupe Monsieur Lizard, que aun tengo suficientes fuerzas para disfrutar de este
lugar.
Después de un pequeño saludo me presentó a su familia.
DON CLAUDIO: Ricardo le presento a mi hermosa esposa Elena.
Cuando estreche la mano de Elena, no pude dejar de notar la belleza de aquella joven mujer.
DON CLAUDIO: Elena, él es Ricardo, un licenciado que viene desde la capital a pasar unos días con
nosotros.
ELENA: Mucho gusto licenciado. (Sonríe)
RICARDO: El gusto es mío. (Serio)
DON CLAUDIO: Ella es Patricia mi hija, mi gran tesoro y orgullo. Actualmente está comprometida con
Franz Ziegele, hijo de un amigo alemán que fue expulsado de Guatemala junto con su hijo.
RICARDO: Me sorprende que su hija siga esperándolo, sin la certeza de si volverá.
DON CLAUDIO: Yo se que volverá, o yo hare que lo haga.
También Patricia era muy hermosa, con su tez aun más clara que la de Elena, su cabello era un mezcla entre el
de su padre e imagino que el de su madre y sus tiernos ojos.
RICARDO: Mucho gusto señorita. (Serio)
PATRICIA: Mucho gusto. (Seria)
A continuación me presento a Betty, una joven norteamericana que hace algún tiempo había llegado a
vacacionar a la finca, no se sabe exactamente cuando se enamoro de Benito, un joven mulato a quien no dejo en
paz hasta que logro conquistarlo; ahora ellos estaban comprometidos y pronto se casarían.
Mis días en Jinayá transcurrieron sin mucho problema, en realidad los disfruté bastante. Por las mañanas bebía
mi café caliente, ah! Ese café, con toda su esencia pura, me hacia transportarme a un lugar de extrema calma.
Después iba con Manú y Xuguán quienes me enseñaban la finca y a su vez me daban lecciones de Quecchíe, su
idioma; al poco tiempo pude hablarlo sin problema. Ellos me llamaban Má Lic. Que para ellos significaba a
alguien honorable. Yo siempre he sido amante de la cacería; cuando ellos se enteraron de mi pasión por la caza,
me convencieron de ir a buscar dantas muy grandes, de las cuales no había oído jamás. Las dantas son de la
familia de los tapires y suelen ser peligrosas cuando están heridas. Así fue como al día siguiente Felipe, Manú,
Xuguán, otros mozos y yo fuimos de cacería.
Fue un trayecto muy largo, caminamos entre montañas, subiendo y bajado. Yo no estaba acostumbrado a
caminar tanto, así que me quede a descansar cerca de una poza. Estaba tan relajado y durmiendo, cuando de
pronto escuché el sonido de hojas moviéndose con violencia; como cuando se está persiguiendo algo muy grande.
La verdad es que no imaginaba que podría estar causando ese ruido. Después unos gritos y perros ladrando.
Corrí entonces hasta donde considere prudente. Era el momento, yo estaba listo para disparar cuando el ruido
cesó. BOOM!
El sonido del arma disparándose y los grito de Xuguán. Corrí hasta donde estaba y vi a un león de montaña que
trataba de reponerse y lanzarse sombre los cazadores, entonces se volteó y me miro con sus ojos amarillos llenos
de odio, cuando iba a atacarme le disparé y el león cayó muerto.
Arrastramos el león hasta Jinayá, los cazadores quecchíes me veían y comentaban asombrados; ahora sabia que
me había ganado su respeto. El viaje de regreso fue menos cansado.
Cuando llegamos contamos la gran aventura, todo era maravilloso, sin embargo mi tiempo en Jinayá había
terminado. Al día siguiente Salí con mis maletas y volví a Guatemala haciendo caso omiso a las suplicas de los
demás para que me quedara, especialmente de Elena.
Cuando regrese a Guatemala tuve que seguir ocupándome de mi despacho, pero aun con mucho trabajo seguía
extrañando a Jinayá, el lugar de la mucha agua.
Una mañana recibí una carta de Don Claudio en donde me pedía volver a Jinayá, esta vez no como amigo sino
como abogado. No lo pensé más y a la mañana siguiente volví a Jinayá.
Regresé a Jinayá con la misma rutina de la vez anterior, Manú y Xuguán estaban esperándome en Papaljá, esta
vez no estaba Felipe. En realidad estaba esperando algo así, si soy sincero, Felipe no me agradaba ni me
inspiraba confianza. Al llegar a la finca todos me esperaban, como cuando esperan que un familiar muy querido
vuelva después de mucho tiempo. Inmediatamente Monsieur Lizard me llevo a su oficina y me dijo el motivo de
su carta.

DON CLAUDIO: Ricardo, seguro se preguntara por qué lo he llamado; antes de que se lo diga
déjeme contarle una historia.
Entonces Don Claudio me conto que en tiempos pasados Baviera, la finca vecina, pertenecía a su gran amigo
Kurt Ziegele, un alemán. El tenía a su único hijo, Franz Ziegele, el prometido de Patricia; cuando ocurrió la
revolución del 44, las fincas que pertenecían a alemanes fueron expropiadas y ahora le pertenecían al gobierno.
Así que Don Kurt y su hijo nacido en Guatemala, de madre guatemalteca, fueron enviados a Alemania por
pertenecer supuestamente al imperio Nazi. Don Claudio me dijo que Baviera anteriormente producía hasta 5,000
quintales de café al año, pero que por el mal cuidado que los trabajadores le daban actualmente apenas si
llegaban a los 3,000 quintales; sin embargo él creía que la producción sobrepasaba esa cifra, lo que indicaba que
alguien había estado robando algunos quintales y estos no habían sido notificados.

DON CLAUDIO: Hasta hace un tiempo no sabía si mi gran amigo seguía aun con vida, pero de
pronto recibí una carta de Franz notificándome que estaba vivo, aunque su padre ya no.
RICARDO: Esto es algo sorprendente.
DON CLAUDIO: Si, en su carta además mencionaba que quería recuperar su finca y que estaba
dispuesto a todo por conseguirlo.
Don Claudio me lanzó una mirada y luego prosiguió.
DON CLAUDIO: Inmediatamente pensé en usted. ¿Qué dice Ricardo? ¿Quiere luchar por lo justo?
Seguía viéndome fijamente.
RICARDO: Tengo que pensarlo, no es fácil pelear en contra del gobierno aunque la causa sea justa.
Algunos días después fuimos de pesca al rio matanzas; íbamos Don Claudio, Elena, Patricia, Felipe y yo;
Monsieur Lizard no quiso que ningún mozo nos acompañara, pues sería una actividad familiar. Hoy Patricia se
veía más hermosa que nunca. Aun sentía la mirada Elena sobre mí, al igual que la mirada de Felipe. Elena era
sin duda una mujer hermosa, de cabello oscuro y salvaje aunque siempre bien arreglado; su piel era morena y su
figura esbelta. Sus ojos eran tan penetrantes, caprichosos y altaneros. Cuando ya estábamos muy cerca del rio
escuchamos que algo se acercaba, no llevaba mi revolver conmigo y nadie más iba armado así que nos
preocupamos. De pronto salieron de entre los arboles un grupo de ladrones armados, yo intente sacar mi revolver
de donde lo aguardaba. Pero antes de poder realizar cualquier acción, me dieron un golpe en la cabeza y caí
mientras amarraban al resto y se llevaban a Patricia como rehén. Apenas pude pararme, y corrí tras ellos pero no
podía dispararles, cuando al fin los alcancé comenzamos a pelear, ahora sabia que lo que había aprendido de mis
años en el extranjero me había sido útil, pues así logre que la soltaran; los ladrones huyeron y yo quede como
todo un héroe. Al darme cuenta estábamos muy lejos de los demás, entonces ocurrió lo que tanto añoraba.

PATRICIA: Oh! Ricardo muchas gracias, creí que moriría a manos de esos bandidos.
RICARDO: No tiene por qué agradecer, para mí fue un gusto poder salvarla.
Estábamos frente a frente y ella no pudo contenerse, así que me dio un beso en la mejilla. Yo respondí a ese
gesto tomando su mano. Caminamos así de vuelta con el resto y hablamos mientras lo hacíamos. Me contó por
qué había esperado tanto tiempo por Franz. No fue por ella, fue por su padre. Me dijo que ella solo amaba a
alguien muy especial y viéndome a los ojos me dio otro beso en la mejilla, luego soltó mi mano pues ya
habíamos llegado con los demás que nos esperaban ansiosos y amarrados. Lamenté tanto que aquel momento tan
especial hubiese terminado tan rápido, esto pensaba mientras desatábamos a los demás; de regreso caminamos
con cuidado y alerta por si los bandidos volvían. Tenía la sensación de que alguien me veía con odio y desprecio,
creí que era Felipe, pero era Elena. Felipe por su parte estaba muy feliz.
Al volver le dije a Don Claudio que aceptaría llevar el caso de Baviera. Enseguida le envié una carta a mi colega
el licenciado Torres en donde le pedía su ayuda. A la semana siguiente llego su respuesta y era la que yo
esperaba; acordamos comunicarnos por cartas y telegramas así no tendría que viajar tanto a Guatemala y podría
ocuparme de investigar desde Baviera. Desde que empezamos el caso, los insultos hacia nosotros por medio del
periódico no cesaron.
A los dos meses de haber iniciado el juicio se celebró la boda de Betty y Benito; ellos eran amigos ya cercanos
así que estaba feliz por ellos. En la fiesta estaban personas muy influyentes de la región. También estaba Don
Rubén Morales y el que parecía su socio Don Macario Ordoñez alias el “Canillón”. Los salude cordialmente y
sabia que ellos me ayudaría de alguna forma u otra.
Yo había bebido mucho así que volví a la casa para recostarme un poco. Escuche que Elena me llamaba e
instintivamente me escondí, luego escuche que Felipe entro tras ella.
ELENA: ¿Qué haces aquí?
FELIPE: Tú qué haces aquí, viniste a ver al licenciado, ya me di cuenta como lo miras.
ELENA: Estas loco.
FELIPE: Cuidado, yo sé mucho de ti y no me va a importar armar escándalo.
ELENA: ¿De qué estás hablando? No sé a qué te refieres (Se da la vuelta)
FELIPE: (Toma el brazo de Elena) No te vayas todavía primero dame un beso.
ELENA: ¿Te has vuelto loco? ¿Y si alguien nos ve? ¿Si te lo doy me dejas ir?
FELIPE: Sí
(Elena le da un beso en la mejilla a Felipe)
No vi el beso exactamente pero si escuche cuando ambos se fueron, me sentía asqueado y ellos no imaginaban
que conocía su horrible verdad.
Recibí una carta del abogado Torres en donde me decía que necesitábamos probar la existencia de los robos en
Baviera. Así que todos los días Manú y yo íbamos a la finca con la escusa de cazar, hablábamos con los mozos y
recopilábamos datos. Una noche vino Manú a buscarme y me dijo que Leco su yerno le conto que Don Rubén y
Don Maco planeaban sacar algunos sacos de café el día siguiente. Se lo notifique a Don Claudio y Xuguán fue a
traer al alcalde y al secretario de la Tinta. Entrando ya la noche nos reunimos con Xuguán, el alcalde y el
secretario en el lugar acordado. Ellos jugarían el papel de testigos por lo que les dejamos el mejor lugar.
Estábamos sentados y mientras la noche llegaba esperábamos a que algo sucediera.
Escuchamos de pronto ruidos de pasos, después vimos como los mozos comenzaban a llevarse los quintales de
café, logramos reconocer a Don Rubén y a Don Maco. El alcalde y yo concordamos en que el café se lo llevaban
a la finca de Don Maco, entonces Xuguán y el secretario los siguieron para comprobar nuestra hipótesis. Al día
siguiente esperaba a Xuguán, cuando llegó confirmo mis sospechas; redacté un artículo en donde denunciaba el
manejo que el gobierno le daba a las fincas intervenidas, además de los robos, a esto adjunte el acta firmada por
los testigos y cuando se publico todo se torno caótico. Aun así logre mi objetivo y Don Rubén fue destituido
cuando se comprobó lo que denunciaba.
Volví a Guatemala a petición del licenciado Torres para arreglar asuntos legales y tan pronto como termine volví
a Jinayá para planear mi golpe final pero también para ver a Patricia.
Al llegar a Papaljá me esperaban Xuguán, Manú, Felipe y Benito, todos armados. Don Claudio los había enviado
así para que cuidaran me porque Don Rubén y Don Maco eran peligrosos y podría tomar venganza. Felipe iba al
frente como si no le importara lo que sucedía. Estábamos caminando y Manú se detuvo de pronto, nos advirtió
que todos lo hiciéramos, pero Felipe siguió caminando, de pronto escuchamos el ruido de escopetas
disparándose. Yo saque mi revolver y me escondí, los demás también los hicieron. En un momento de confusión
y balas no nos percatamos que Felipe yacía en el suelo. Cuando los hombres escaparon corrimos y a ver a Felipe,
él estaba muerto, diez balas atravesaron su cuerpo, las balas que eran para mí.
Xuguán logro reconocer a Don Rubén y a Don Maco de entre los pistoleros. Luego llevamos el cuerpo de Felipe
hasta Jinayá. Cuando llegamos todo el que nos veía se quedaba perplejo. Fui entonces a comunicarle la noticia a
Don Claudio.
DON CLAUDIO: Ricardo ya está aquí, por qué tan serio.
RICARDO: Tengo que notificarle algo señor. De camino a Jinayá unos hombres nos atacaron y…
DON CLAUDIO: Como pudo pasar eso, ¿alguien está herido?
RICARDO: De hecho su hijo…
DON CLAUDIO: Sí
Titubeé por un instante y luego le dije.
RICARDO: Su hijo está muerto.
Me sorprendió tanto su reacción pues creí que se estaría muy triste por la noticia pero solo dijo:
DON CLAUDIO: Entonces me encargare del funeral.
Para el resto de la familia si fue muy duro, Patricia no dejo de llorar desde que se entero hasta el día del funeral;
Felipe era la última conexión que Patricia tenía con su madre. Elena se mantuvo indiferente hasta que vio el
ataúd de Felipe descender, fue ahí cuando soltó en un llanto profundo. Don Claudio estaba muy sereno aunque
triste.
El entierro de Felipe fue muy solemne y triste. En gesto de agradecimiento a Felipe por haberme salvado la vida,
moví cielo y tierra para que atraparan a los culpables. Atraparon a Don Maco y a Don Rubén cuando se dirigían
hacia el oriente y los encarcelaron.
Algunas semanas después el abogado Torres me pedía volver a la capital para la resolución del juez. Esa misma
semana le fue devuelta la Baviera a Franz Ziegele, quien estaría pronto en Guatemala. Cuando estaba en
Guatemala decidí esperarlo y acompañarlo cuando le fuera devuelta su finca. Sin embargo en mi mente no
dejaba de rondar una idea, pensaba en lo que sucedería cuando Franz se reuniera con Patricia. Al fin el día que
tanto temía llegó.
FRANZ: Mucho gusto, Ricardo y en verdad le agradezco.
Cuando dijo esto me sentí como un miserable por estar enamorado de su prometida.
RICARDO: No se preocupe yo solo hice mi trabajo.
Volvimos a Jinayá con la orden del juez y los inspectores, para que le fuera devuelta la finca a Franz. Esa misma
noche hubo una fiesta en Jinayá para darle la bienvenida a Franz y darme las gracias por haberle devuelto
Baviera a Franz.
Estábamos todos reunidos y el ambiente de la fiesta no estaba mal. Mientras hablaba con Don Claudio, vi como
Patricia y a Franz se dirigían hacia el corredor. Monsieur Lizard seguía hablando, pero yo ya no lo escuchaba,
mi mente imaginaba lo que estaría sucediendo entre ellos. A la media hora Franz volvió como si nada hubiese
ocurrido; debo admitir que esa fue la media hora más larga en toda mi vida. Franz se acerco a mí y me ofreció
otra copa de whisky, aun seguía agradeciéndome.
FRANZ: Ricardo, quisiera saber cuando vuelve a Guatemala.
RICARDO: La verdad estaba pensando en mañana aun tengo muchos asuntos en la capital que debo
que resolver.
FRANZ: Muy bien, es que quiero irme con usted y pagarle lo que le debo por haberme devuelto mi
finca.
RICARDO: Entonces lo veré en Papaljá mañana por la tarde.
FRANZ: Ahí lo veo entonces.
Después de eso se fue a hablar con Don Claudio y Elena, yo me dirigí al corredor en donde estaba Patricia.
RICARDO: ¿Cómo estás?
PATRICIA: Estoy bien. Franz es un hombre muy bueno. Le dije que amaba a alguien más y solo me
dijo que me deseaba lo mejor.
RICARDO: ¿Y luego? (Sonriendo)
PATRICIA: Luego se fue sonriendo.
RICARDO: Patricia, ahora si te casarás conmigo. (Frente a frente)
PATRICIA: Ahora sí, pero debemos esperar por lo que paso con Felipe.
RICARDO: Mañana volveré a la capital y a mi regreso será.
PATRICIA: Sí, hasta tu regreso.
A la mañana siguiente prepare mis cosas, después fui con Don Claudio para hablarle sobre lo que sentía por
Patricia. Me sentía realmente nervioso, sería lo más importante que habría hecho hasta ahora.
RICARDO: Don Claudio, tengo que confesarle algo.
DON CLAUDIO: Sí adelante.
RICARDO: Estoy enamorando de Patricia y quiero llevárla conmigo.
DON CLAUDIO: Ricardo, yo lo aprecio mucho.
RICARDO: Lo sé
DON CLAUDIO: Usted sabe que también aprecio a Franz, pero sé que Patricia nunca lo va amar
como seguramente lo ama a usted.
RICARDO: Entiendo.
DON CLAUDIO: Si quiere a Patricia no me opondré, es más le doy mi bendición.
RICARDO: Gracias en verdad lo aprecio.
Me preparé para salir de Jinayá, ahora sabía que no sería la última vez, la próxima vez Patricia me acompañaría.
Allí estaba ella sujetando mi mano, después de prometernos muchas cosas nos despedimos y yo le di un beso en
la mejilla. Luego comencé a caminar hasta la salida de Jinayá en donde Manú y Xuguán me esperarían para
acompañarme. Mientras caminaba sentí como si dejara a mi corazón así que sin poder contenerme me di la
vuelta y sin pesarlo grite:
RICARDO: ¡Patricia, volveré por ti! (Grita)
(RICARDO SALE DEL ESCENARIO Y LA OBRA TERMINA)

Alejandra Patricia Tax Sapón

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