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El Porfiriato
El Porfiriato representó una gran transformación en la economía y sociedad mexicana entre 1877 y 1910. La primera fase de 1877 a 1896 correspondió al establecimiento y consolidación del régimen de Porfirio Díaz a través de varios periodos presidenciales suyos y de aliados. La segunda fase de 1896 a 1910 fue dominada por el grupo de "científicos" que apoyaron a Díaz, culminando con una crisis en el régimen hacia 1910. A pesar de logros iniciales, el prolongado gobierno de Díaz y la concentración de poder l
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El Porfiriato
El Porfiriato representó una gran transformación en la economía y sociedad mexicana entre 1877 y 1910. La primera fase de 1877 a 1896 correspondió al establecimiento y consolidación del régimen de Porfirio Díaz a través de varios periodos presidenciales suyos y de aliados. La segunda fase de 1896 a 1910 fue dominada por el grupo de "científicos" que apoyaron a Díaz, culminando con una crisis en el régimen hacia 1910. A pesar de logros iniciales, el prolongado gobierno de Díaz y la concentración de poder l
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EL PORFIRIATO
Significó una gran transformación en la economía y la sociedad mexicana, presenta
características que permiten dividirlo en dos fases, la primera, de 1877 a 1896, que corresponde al inicio y consolidación del régimen porfirista; comprende el primer periodo presidencial de Porfirio Díaz (1877-1880), el del general Manuel Gonzáles (1880-1884), el segundo periodo de Porfirio (1884-1888), el tercer gobierno presidencial, correspondiente a la segunda reelección de Díaz (1888-1892), y el cuatrienio 1892-1896, en el que gobernó bajo la aceptación popular de la reelección indefinida. La segunda fase, de 1896 a 1910, corresponde a la época en que el llamado grupo de los “científicos” dominó la escena política bajo el amparo del dictador, fase que culminaría con la crisis que aqueja al régimen en los últimos años de la primera década del siglo XX. El Porfirito es una etapa de transformación y un arranque hacia la modernidad, a pesar de sus fallas y no obstante que el envejecimiento del sistema y la prolongada permanencia del dictador dejaron grietas muy profundas y obstáculos sumamente difíciles de vencer. En su primera gestión administrativa, Díaz procuró apegarse a las normas legales y al principio de no reelección que lo habían llevado al poder y que fue incluido en la Constitución. Díaz formó un gabinete que no satisfago la opinión pública; debido a las presiones tuvo que formar uno nuevo. Ante las intrigas políticas, Díaz manejó hábilmente un doble juego; mantuvo una abierta autonomía del Congreso, mientras dejaba que Justo Benítez y su grupo se hicieron de enemigos políticos. La estrategia porfirista de la amificación, derivada de la política de “pan o palo”, fue el medio más eficaz para la concentración del poder político y el logro del orden interno. Tras el desprestigio de Benítez, algunos de sus seguidores propusieron la reelección de Díaz por una sola vez, pero éste rechazó la propuesta porque según dijo, iba en contra del espíritu de la revolución de Tuxtepec. Cuando Díaz estuvo seguro de que Benítez no recibiría apoyo a su candidatura, comunicó de forma discreta, pero clara, que su gobierno “protegía” la candidatura del general Manuel González. El reconocimiento de Estados Unidos era imprescindible; era la única potencia accidental con lo que México mantenía relaciones después del Imperio de Maximiliano. González había declarado públicamente que actuaría bajo la supervisión de Porfirio Díaz y su fidelidad hacia éste habría de mantenerse por todo el cuatrienio; pero en los primeros mese la influencia de Díaz fue demasiado notoria. Durante la administración gonzalista se reinició y se incrementó de forma considerable la construcción de ferrocarriles, y se introdujeron algunas reformas constitucionales. Iniciado el gobierno de Díaz, abundaron las acusaciones en contra de González; por el desorden de las finanzas públicas y porque, según se decía, había realizado lucrativos negocios en beneficio propio y de algunos miembros de su gobierno. La “política de conciliación” se entendió como una tendencia de Díaz a complacer a sus adversarios antes que a sus amigos; constituyó la piedra angular de su ciencia de gobierno y fue también la base de la unidad nacional y de la paz social. Favoreció también al clero, que colaboró con Díaz por medio de un concordato no escrito que comprendía concesiones multas y se basada en una interpretación flexible de Las Leyes de Reforma. Para la preservación de la paz porfiriana, en su segunda administración Díaz se valió de los recursos violentos que había utilizado en la primera, y uno de los ejemplos de esa represión se dio en contra de la prensa. Al comenzar el año 1887, se dio una marcada mejoría en el comercio, debido a una gran parte al restablecimiento de la confianza del extrajera hacia México, causada por el reconocimiento de la deuda inglesa. Las metas de Porfirio Díaz en el tercer mandato era el orden y el progreso: poca política y mucha administración. En los últimos dos años del cuatrienio 1888-1892, la popularidad del presidente se vio amenazada por una crisis financiera que, puso en peligro la tan ponderada prosperidad. Con el fin de contrarrestar a la oposición, fue creado el partido porfirista Unión Liberal, formado por políticos intelectuales y hombres de negocios, grupo que empezó a ser conocido como los “científicos”. Ante la falta de un sucesor de Díaz, se preparó una nueva reelección en 1904, con dos innovaciones propuestas por los “científicos”: 1) la creación de la vicepresidencia y 2) la prolongación del periodo presidencial a seis años. En el periodo 1904-1910 se intensificaron los conflictos políticos contra el gobierno de Díaz y ocurrieron los más graves problemas sociales de la segunda fase del porfiriano. De acuerdo al libro La sucesión presidencial en 1910, escrito por Madero, lo único que hacía falta en México era el establecimiento de un verdadero régimen democrático que enmendara los males ocasionados por la prolongada dictadura y continuara consolidando el desarrollo económico. En el Plan de San Luis Potosí, Madero declaraba ilegales las elecciones y asumía provisionalmente la Presidencia de la República, convocando al pueblo a levantarse en armas el 20 de noviembre.
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