DIA 8 Jueves Gozozos
DIA 8 Jueves Gozozos
DIA 8 Jueves Gozozos
OFRENDA DE LA MAÑANA
“Señor Jesucristo, en unión con esa intención divina con la que en la tierra ofreciste a Dios Tus alabanzas
a través de Tu Sacratísimo Corazón, y ahora las ofreces en el Sacramento de la Eucaristía en todas
partes de la tierra, incluso hasta el fin de los tiempos, Te ofrezco gustosamente durante todo este día,
todos mis pensamientos e intenciones, todos mis afectos y deseos, todas mis palabras y hechos, a
imitación del Sacratísimo Corazón de la bendita y siempre Virgen María Inmaculada. Amén."
¿Qué cosa es signar? - Hacer tres cruces con el dedo pulgar de la mano derecha, la primera en la frente,
la segunda en la boca, la tercera en el pecho, hablando con Dios, nuestro Señor.
Mostrad cómo. - Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
El cristiano se signa, haciendo tres cruces, bien formadas, en la frente, boca y pecho, y acompañando a
ellas las palabras correspondientes. Las cruces se han de hacer de aarriba a bajo y de izquierda a
derecha con pausa y reverencia, porque representan a Jesucristo crucificado; y las palabras se han de
decir con claridad y devoción, porque con ellas pedimos a Dios que nos libre de nuestros enemigos por la
cruz de Jesucristo, su Santísimo Hijo.
¿Por qué os signais en la frente? - Porque nos libre Dios de los malos pensamientos.
La frente viene a ser la fachada del edificio racional, en cuyo centro reside nuestra alma como en su trono.
En él forma una multitud casi infinita de pensamientos, que ya se encuentran y chocan como las olas del
mar alterado, ya se suceden con rapidez como las aguas de un río que se precipita, o bien se fijan como
una roca en medio de la corriente. Mil lenguas no bastarían para explicar la multitud de pensamientos que
ocupan al hombre en cada día de su vida. Muchos de ellos son malos, y tal vez la mayor parte, sea
porque nuestra corrompida naturaleza los suscita, sea porque encontramos frecuentemente con objetos
que los motivan, sea, en fin, porque Satanás no se descuida en sugerirlos. Pues todos estos malos
pensamientos son otras tantas tentaciones que vienen a incitarnos al pecado. Y ¿qué haremos para
defendernos de tantos y tan contínuos enemigos? Cubrirnos y defendernos con la señal de la cruz,
signándonos en la frente.
¿Porqué en el pecho? - Porque nos libre Dios de las malas obras y deseos.
Del corazón, dice Jesucristo en Mateo 15, 19, salen los malos pensamientos, los homicidios, las
fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias… todas las cosas que manchan al hombre
haciéndole culpable: y para que Dios nos libre de ellas, nos signamos en el pecho, que es como la oficina
donde el corazón las fragua.
Estamos pendientes de las elecciones presidenciales estadounidenses, una de las pocas elecciones en
las que la cuestión del aborto es una de las determinantes del voto de muchas personas. Como de
costumbre, aparecen los debates sobre el peso que el aborto debe tener a la hora de orientar el voto
de los católicos, si debe de ser conditio sine qua non, o si debe sopesarse junto con otras cuestiones
que incluyan la justicia social, la búsqueda de la paz, etc (lo que allí llaman la teoría del «seamless
garment»).
Estaba leyendo el enésimo debate sobre esta cuestión cuando he leído la referencia a la carta que el
entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe envió a los obispos estadounidenses en
2004 y que aborda la cuestión. Y la deja clarísima.
El documento se titula «Dignidad para recibir la Sagrada Comunión. Principios Generales» y se dirige
al episcopado estadounidense con ocasión de la reunión plenaria de la Conferencia Episcopal celebrada
en Denver del 14 al 19 de junio de 2004. Aborda la cuestión de si un cooperador formal con el aborto
puede recibir la Sagrada Comunión, pero en su argumentación deja muy claro que el aborto o la
eutanasia no se encuentran en el mismo nivel que otras cuestiones que no son intrínsecamente
injustas y donde puede haber legítima discrepancia.
«1. Presentarse para recibir la Sagrada Comunión debería ser una decisión consciente, basada en un
juicio razonado respecto de la propia dignidad para hacerlo, según los criterios objetivos de la Iglesia,
haciéndose preguntas como: «¿Estoy en plena comunión con la Iglesia Católica? ¿Soy culpable de algún
pecado grave? ¿He incurrido en una pena (p.ej. la excomunión, el entredicho) que prohíbe que reciba la
Sagrada Comunión? ¿Me he preparado ayunando por lo menos una hora antes?» La práctica de
presentarse indiscriminadamente a recibir la Sagrada Comunión, simplemente como consecuencia de
estar presente en la Misa, es un abuso que debe ser corregido (cf. Instrucción Redemptionis
Sacramentum, n. 81, 83).
2. La Iglesia enseña que el aborto o la eutanasia son pecado grave. La Carta Encíclica Evangelium
vitae, respecto de decisiones judiciales o leyes civiles que autorizan o promueven el aborto o la eutanasia,
declara que existe «una grave y clara obligación de oponerse por la objeción de conciencia. En el caso de
una ley intrínsecamente injusta, como una ley que permite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito
por tanto obedecerla, o ‘participar en una campaña de propaganda a favor de tal ley o votar por ella’» (n.
73). Los cristianos tienen «una grave obligación de conciencia de no cooperar formalmente en prácticas
que, aún permitidas por la legislación civil, son contrarias a la ley de Dios. En efecto, desde el punto de
vista moral, nunca es lícito cooperar formalmente con el mal. Tal cooperación nunca puede ser justificada
invocando el respeto a la libertad de otros o apelando al hecho de que la ley civil lo permite o lo requiere»
(n. 74).
3. No todos los asuntos morales tienen el mismo peso moral que el aborto y la eutanasia. Por
ejemplo, si un católico discrepara con el Santo Padre sobre la aplicación de la pena de muerte o en
la decisión de hacer la guerra, éste no sería considerado por esta razón indigno de presentarse a
recibir la Sagrada Comunión. Aunque la Iglesia exhorta a las autoridades civiles a buscar la paz, y no la
guerra, y a ejercer discreción y misericordia al castigar a criminales, aún sería lícito tomar las armas para
repeler a un agresor o recurrir a la pena capital. Puede haber una legítima diversidad de opinión entre
católicos respecto de ir a la guerra y aplicar la pena de muerte, pero no, sin embargo, respecto del
aborto y la eutanasia.
4. Aparte del juicio de un individuo respecto de su propia dignidad para presentarse a recibir la Santa
Eucaristía, el ministro de la Sagrada Comunión se puede encontrar en la situación en la que debe
rechazar distribuir la Sagrada Comunión a alguien, como en el caso de un excomulgado declarado, un
declarado en entredicho, o una persistencia obstinada en pecado grave manifiesto (cf. canon 915).
5. Respecto del grave pecado del aborto o la eutanasia, cuando la cooperación formal de una persona es
manifiesta -entendida, en el caso de un político católico, como hacer campaña y votar sistemáticamente
por leyes permisivas de aborto y eutanasia-, su párroco debería reunirse con él, instruirlo respecto de las
enseñanzas de la Iglesia, informándole que no debe presentarse a la Sagrada Comunión hasta que
termine con la situación objetiva de pecado, y advirtiéndole que de otra manera se le negará la Eucaristía.
6. Cuando «estas medidas preventivas no han tenido su efecto o cuando no han sido posibles», y la
persona en cuestión, con obstinada persistencia, aún se presenta a recibir la Sagrada Comunión, «el
ministro de la Sagrada Comunión debe negarse a distribuirla» (cf. Declaración del Pontificio Consejo para
los Textos Legislativos «Sagrada Comunión y Divorcio, Católicos vueltos a casar civilmente» [2002], n. 3-
4). Esta decisión, propiamente hablando, no es una sanción o una pena. Tampoco es que el ministro de la
Sagrada Comunión esté realizando un juicio sobre la culpa subjetiva de la persona, sino que está
reaccionando ante la indignidad pública de la persona para recibir la Sagrada Comunión debido a una
situación objetiva de pecado.
Nota: Un católico sería culpable de cooperación formal en el mal, y tan indigno para presentarse a la
Sagrada Comunión, si deliberadamente votara a favor de un candidato precisamente por la postura
permisiva del candidato respecto del aborto y/o la eutanasia. Cuando un católico no comparte la posición
a favor del aborto o la eutanasia de un candidato, pero vota a favor de ese candidato por otras razones,
esto es considerado una cooperación material remota que sólo puede ser admitida ante la presencia de
razones proporcionalmente graves».
1 Padre Nuestro
Padre nuestro,
que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tú reino.
Hágase tú voluntad en la tierra
como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Amén.
3 Ave Marías
Gloria
1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.
1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.
1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.
1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.
1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.
La Salve
ADORACIÓN E INVOCACIÓN
¡SANTÍSIMO y Divino Corazón de Jesús! convencido de mi indignidad, me postro ante Ti para rendirte
homenaje, adorarte, amarte y alabarte tanto como esté en mi poder. ¡Oh Jesús, mi más sincero Amigo! Te
expongo todas mis necesidades, Te descubro todas mis miserias, mi debilidad, mi tibieza y pereza, en una
palabra, todas las heridas de mi alma, y te suplico fervientemente que te dejes conmover por ellas y que
vengas en mi ayuda según la magnitud de tu misericordia.
(Examine su conciencia).
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh SAGRADO CORAZÓN de mi Jesús! Por ese amor ardiente que te consumió en la Cruz, Víctima del
amor y del sufrimiento, y que te indujo a continuar este sacrificio en nuestros altares hasta el fin de los
tiempos, Yo, Tu miserable y pecador(a) hijo(a), te suplico que me concedas el perdón por todos los
pecados y ultrajes que cometí contra Ti, por toda ingratitud e infidelidad de las que fui culpable, y por mi
olvido de Ti. Perdona todos los pecados de mi vida. Los aborrezco, porque tú los aborreces; Los detesto,
porque tú los detestas. Por amor a Ti, me arrepiento de haberlos cometido, y debería sentir el mayor
remordimiento por ellos, aunque no haya cielo ni infierno, solo porque te ofendieron a Ti que eres infinita
bondad y digno de ser amado sobre todas las cosas. Preferiría morir mil veces antes que volver a
ofenderte, a quien amo por encima de mi vida.
¡Oh Amabilísimo Corazón de Jesús! Permíteme, mi familia, parientes y amigos, y todos los que se han
encomendado a mis oraciones y por quienes estoy obligado a orar, experimentar Tu más poderosa ayuda.
Asístelos individualmente en sus necesidades. ¡Oh Corazón lleno de misericordia! Convierte todos los
corazones endurecidos, consuela a las Almas del Purgatorio, sé refugio de los moribundos, consuelo de
todos los afligidos y los que sufren. Sobre todo, sé el refugio de mi alma en la hora de la muerte, y recíbela
en el seno de tu misericordia.
ORACIÓN
¡Sacratísimo Corazón! Te selecciono como mi lugar de descanso, para que seas mi fuerza en el combate,
mi apoyo en la debilidad, mi luz y guía en las tinieblas, la expiación de mis faltas y la santificación de mis
intenciones y acciones, que uno a las tuyas. Amén.