DIA 8 Jueves Gozozos

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DIA 8 ¡SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, RUEGA POR NOSOTROS!

OFRENDA DE LA MAÑANA

“Señor Jesucristo, en unión con esa intención divina con la que en la tierra ofreciste a Dios Tus alabanzas
a través de Tu Sacratísimo Corazón, y ahora las ofreces en el Sacramento de la Eucaristía en todas
partes de la tierra, incluso hasta el fin de los tiempos, Te ofrezco gustosamente durante todo este día,
todos mis pensamientos e intenciones, todos mis afectos y deseos, todas mis palabras y hechos, a
imitación del Sacratísimo Corazón de la bendita y siempre Virgen María Inmaculada. Amén."

CATECISMO DE LA DOCTRINA CRISTIANA EXPLICADO – AÑO 1900


Padre Santiago José García Mazo

¿Qué cosa es signar? - Hacer tres cruces con el dedo pulgar de la mano derecha, la primera en la frente,
la segunda en la boca, la tercera en el pecho, hablando con Dios, nuestro Señor.

Mostrad cómo. - Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.

El cristiano se signa, haciendo tres cruces, bien formadas, en la frente, boca y pecho, y acompañando a
ellas las palabras correspondientes. Las cruces se han de hacer de aarriba a bajo y de izquierda a
derecha con pausa y reverencia, porque representan a Jesucristo crucificado; y las palabras se han de
decir con claridad y devoción, porque con ellas pedimos a Dios que nos libre de nuestros enemigos por la
cruz de Jesucristo, su Santísimo Hijo.

¿Por qué os signais en la frente? - Porque nos libre Dios de los malos pensamientos.

La frente viene a ser la fachada del edificio racional, en cuyo centro reside nuestra alma como en su trono.
En él forma una multitud casi infinita de pensamientos, que ya se encuentran y chocan como las olas del
mar alterado, ya se suceden con rapidez como las aguas de un río que se precipita, o bien se fijan como
una roca en medio de la corriente. Mil lenguas no bastarían para explicar la multitud de pensamientos que
ocupan al hombre en cada día de su vida. Muchos de ellos son malos, y tal vez la mayor parte, sea
porque nuestra corrompida naturaleza los suscita, sea porque encontramos frecuentemente con objetos
que los motivan, sea, en fin, porque Satanás no se descuida en sugerirlos. Pues todos estos malos
pensamientos son otras tantas tentaciones que vienen a incitarnos al pecado. Y ¿qué haremos para
defendernos de tantos y tan contínuos enemigos? Cubrirnos y defendernos con la señal de la cruz,
signándonos en la frente.

¿Porqué en la boca? - Porque nos libre Dios de las malas palabras.

La lengua es un pequeño miembro de nuestro cuerpo, dice el Apóstol Santiago en el capítulo 3 de su


carta, pero avanza a cosas grandes. Con ella bendecimos a Dios, y maldecimos a los hombres, que son
imágenes de Dios. La buena lengua produce grandes bienes, pero la mala causa espantosos males. Es
terrible la pintura que nos hace este Apóstol de la mala lengua. Dice: que es un conjunto de iniquidad, un
fuego infernal que inflama el curso de nuestra vida, un depósito de veneno que todo lo emponzoña, y un
mal inquieto que a nadie deja en paz. Añade: que un caballo se sujeta con un freno, y los mayores navíos
con un pequeño timón, pero que ningún hombre es capaz de domar y sujetar la lengua. A vista de
esta pintura ¿cuánto no debemos temer el desenfreno de la lengua? Estampemos, pues, con frecuencia la
señal de la cruz en la boca, para que nos libre Dios del desenfreno de la lengua.

¿Porqué en el pecho? - Porque nos libre Dios de las malas obras y deseos.

Del corazón, dice Jesucristo en Mateo 15, 19, salen los malos pensamientos, los homicidios, las
fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias… todas las cosas que manchan al hombre
haciéndole culpable: y para que Dios nos libre de ellas, nos signamos en el pecho, que es como la oficina
donde el corazón las fragua.

En algunos países apenas usan de la cruz signándose, pero la usan santiguándose.

ABORTO PRIORITARIO O TEORÍA DE LA «TÚNICA SIN COSTURAS»


Jorge Soley, el 13.10.20 a las 7:05 PM

Estamos pendientes de las elecciones presidenciales estadounidenses, una de las pocas elecciones en
las que la cuestión del aborto es una de las determinantes del voto de muchas personas. Como de
costumbre, aparecen los debates sobre el peso que el aborto debe tener a la hora de orientar el voto
de los católicos, si debe de ser conditio sine qua non, o si debe sopesarse junto con otras cuestiones
que incluyan la justicia social, la búsqueda de la paz, etc (lo que allí llaman la teoría del «seamless
garment»).

Estaba leyendo el enésimo debate sobre esta cuestión cuando he leído la referencia a la carta que el
entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe envió a los obispos estadounidenses en
2004 y que aborda la cuestión. Y la deja clarísima.

He encontrado la traducción de la carta en la web Ius Canonicum y es un dechado de rigor y brevedad


(son seis puntos). Lo que me hace pensar en cuántas veces nos enfrascamos en discusiones sobre
algo que la Iglesia enseña con una claridad pasmosa y que nosotros ignoramos (o preferimos
ignorar).

El documento se titula «Dignidad para recibir la Sagrada Comunión. Principios Generales» y se dirige
al episcopado estadounidense con ocasión de la reunión plenaria de la Conferencia Episcopal celebrada
en Denver del 14 al 19 de junio de 2004. Aborda la cuestión de si un cooperador formal con el aborto
puede recibir la Sagrada Comunión, pero en su argumentación deja muy claro que el aborto o la
eutanasia no se encuentran en el mismo nivel que otras cuestiones que no son intrínsecamente
injustas y donde puede haber legítima discrepancia.

La Carta dice así:

«1. Presentarse para recibir la Sagrada Comunión debería ser una decisión consciente, basada en un
juicio razonado respecto de la propia dignidad para hacerlo, según los criterios objetivos de la Iglesia,
haciéndose preguntas como: «¿Estoy en plena comunión con la Iglesia Católica? ¿Soy culpable de algún
pecado grave? ¿He incurrido en una pena (p.ej. la excomunión, el entredicho) que prohíbe que reciba la
Sagrada Comunión? ¿Me he preparado ayunando por lo menos una hora antes?» La práctica de
presentarse indiscriminadamente a recibir la Sagrada Comunión, simplemente como consecuencia de
estar presente en la Misa, es un abuso que debe ser corregido (cf. Instrucción Redemptionis
Sacramentum, n. 81, 83).

2. La Iglesia enseña que el aborto o la eutanasia son pecado grave. La Carta Encíclica Evangelium
vitae, respecto de decisiones judiciales o leyes civiles que autorizan o promueven el aborto o la eutanasia,
declara que existe «una grave y clara obligación de oponerse por la objeción de conciencia. En el caso de
una ley intrínsecamente injusta, como una ley que permite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito
por tanto obedecerla, o ‘participar en una campaña de propaganda a favor de tal ley o votar por ella’» (n.
73). Los cristianos tienen «una grave obligación de conciencia de no cooperar formalmente en prácticas
que, aún permitidas por la legislación civil, son contrarias a la ley de Dios. En efecto, desde el punto de
vista moral, nunca es lícito cooperar formalmente con el mal. Tal cooperación nunca puede ser justificada
invocando el respeto a la libertad de otros o apelando al hecho de que la ley civil lo permite o lo requiere»
(n. 74).

3. No todos los asuntos morales tienen el mismo peso moral que el aborto y la eutanasia. Por
ejemplo, si un católico discrepara con el Santo Padre sobre la aplicación de la pena de muerte o en
la decisión de hacer la guerra, éste no sería considerado por esta razón indigno de presentarse a
recibir la Sagrada Comunión. Aunque la Iglesia exhorta a las autoridades civiles a buscar la paz, y no la
guerra, y a ejercer discreción y misericordia al castigar a criminales, aún sería lícito tomar las armas para
repeler a un agresor o recurrir a la pena capital. Puede haber una legítima diversidad de opinión entre
católicos respecto de ir a la guerra y aplicar la pena de muerte, pero no, sin embargo, respecto del
aborto y la eutanasia.

4. Aparte del juicio de un individuo respecto de su propia dignidad para presentarse a recibir la Santa
Eucaristía, el ministro de la Sagrada Comunión se puede encontrar en la situación en la que debe
rechazar distribuir la Sagrada Comunión a alguien, como en el caso de un excomulgado declarado, un
declarado en entredicho, o una persistencia obstinada en pecado grave manifiesto (cf. canon 915).

5. Respecto del grave pecado del aborto o la eutanasia, cuando la cooperación formal de una persona es
manifiesta -entendida, en el caso de un político católico, como hacer campaña y votar sistemáticamente
por leyes permisivas de aborto y eutanasia-, su párroco debería reunirse con él, instruirlo respecto de las
enseñanzas de la Iglesia, informándole que no debe presentarse a la Sagrada Comunión hasta que
termine con la situación objetiva de pecado, y advirtiéndole que de otra manera se le negará la Eucaristía.

6. Cuando «estas medidas preventivas no han tenido su efecto o cuando no han sido posibles», y la
persona en cuestión, con obstinada persistencia, aún se presenta a recibir la Sagrada Comunión, «el
ministro de la Sagrada Comunión debe negarse a distribuirla» (cf. Declaración del Pontificio Consejo para
los Textos Legislativos «Sagrada Comunión y Divorcio, Católicos vueltos a casar civilmente» [2002], n. 3-
4). Esta decisión, propiamente hablando, no es una sanción o una pena. Tampoco es que el ministro de la
Sagrada Comunión esté realizando un juicio sobre la culpa subjetiva de la persona, sino que está
reaccionando ante la indignidad pública de la persona para recibir la Sagrada Comunión debido a una
situación objetiva de pecado.

Nota: Un católico sería culpable de cooperación formal en el mal, y tan indigno para presentarse a la
Sagrada Comunión, si deliberadamente votara a favor de un candidato precisamente por la postura
permisiva del candidato respecto del aborto y/o la eutanasia. Cuando un católico no comparte la posición
a favor del aborto o la eutanasia de un candidato, pero vota a favor de ese candidato por otras razones,
esto es considerado una cooperación material remota que sólo puede ser admitida ante la presencia de
razones proporcionalmente graves».

+Joseph Card. Ratzinger, Prefecto


ORACIONES DEL ROSARIO TRADICIONAL DE LA NOVENA DE 27 DÍAS
Las Intenciones de la Novena son las siguientes:

Restauración de la Fe Católica en el mundo


Libertad y justicia para nuestros países
Fin de la pandemia COVID19
Fin del aborto
Para que en estas próximas elecciones del 3 de noviembre, sepamos escoger al próximo presidente de
USA (Opcional)

LOS MISTERIOS GOZOSOS DEL SANTO ROSARIO

Por la señal de la Santa Cruz,


de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios nuestro.

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre todopoderoso,


Creador del Cielo y de la Tierra.
Creo en Jesucristo su único Hijo,
Nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de
entre los muertos, subió a los cielos
y está sentado a la diestra de
Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a
vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los Santos,
el perdón de los pecados
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

1 Padre Nuestro

Padre nuestro,
que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tú reino.
Hágase tú voluntad en la tierra
como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Amén.

3 Ave Marías

Dios te salve, Maria.


Llena eres de gracia:
El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres.
Y bendito es el fruto de tu vientre,
Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Gloria

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Primer Misterio Gozoso

La Anunciación del ángel a Nuestra Señora

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

Segundo Misterio Gozoso

La visita de la Virgen a su prima Santa Isabel

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

Tercer Misterio Gozoso

El nacimiento de Jesús del vientre Inmaculado de María

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

Cuarto Misterio Gozoso

La Presentación del Niño Jesús en el templo

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

Quinto Misterio Gozoso


El Niño perdido y hallado en el Templo

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

La Salve

Dios te salve, Reina y Madre de


misericordia, vida y dulzura y
esperanza nuestra:
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos
de Eva; a ti suspiramos, gimiendo
y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos y, después de este
destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente! ¡oh piadosa!
¡oh dulce Virgen María!

V. Ruega por nosotros santa


Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

MARIA, MADRE DE DIOS,


MADRE NUESTRA Y DE
NUESTROS HIJOS,
RUEGA POR NOSOTROS, AMEN

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

San Miguel Arcángel,


defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra las
perversidades y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tu príncipe de la milicia celestial
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.

OFRENDA DE LA NOCHE Y EXAMEN DE CONCIENCIA


En el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ADORACIÓN E INVOCACIÓN

¡SANTÍSIMO y Divino Corazón de Jesús! convencido de mi indignidad, me postro ante Ti para rendirte
homenaje, adorarte, amarte y alabarte tanto como esté en mi poder. ¡Oh Jesús, mi más sincero Amigo! Te
expongo todas mis necesidades, Te descubro todas mis miserias, mi debilidad, mi tibieza y pereza, en una
palabra, todas las heridas de mi alma, y te suplico fervientemente que te dejes conmover por ellas y que
vengas en mi ayuda según la magnitud de tu misericordia.

(Examine su conciencia).

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh SAGRADO CORAZÓN de mi Jesús! Por ese amor ardiente que te consumió en la Cruz, Víctima del
amor y del sufrimiento, y que te indujo a continuar este sacrificio en nuestros altares hasta el fin de los
tiempos, Yo, Tu miserable y pecador(a) hijo(a), te suplico que me concedas el perdón por todos los
pecados y ultrajes que cometí contra Ti, por toda ingratitud e infidelidad de las que fui culpable, y por mi
olvido de Ti. Perdona todos los pecados de mi vida. Los aborrezco, porque tú los aborreces; Los detesto,
porque tú los detestas. Por amor a Ti, me arrepiento de haberlos cometido, y debería sentir el mayor
remordimiento por ellos, aunque no haya cielo ni infierno, solo porque te ofendieron a Ti que eres infinita
bondad y digno de ser amado sobre todas las cosas. Preferiría morir mil veces antes que volver a
ofenderte, a quien amo por encima de mi vida.

ENCOMENDACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN

¡Oh Amabilísimo Corazón de Jesús! Permíteme, mi familia, parientes y amigos, y todos los que se han
encomendado a mis oraciones y por quienes estoy obligado a orar, experimentar Tu más poderosa ayuda.
Asístelos individualmente en sus necesidades. ¡Oh Corazón lleno de misericordia! Convierte todos los
corazones endurecidos, consuela a las Almas del Purgatorio, sé refugio de los moribundos, consuelo de
todos los afligidos y los que sufren. Sobre todo, sé el refugio de mi alma en la hora de la muerte, y recíbela
en el seno de tu misericordia.

En Ti duermo tranquilo(a) y descanso en paz. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

ORACIÓN

¡Sacratísimo Corazón! Te selecciono como mi lugar de descanso, para que seas mi fuerza en el combate,
mi apoyo en la debilidad, mi luz y guía en las tinieblas, la expiación de mis faltas y la santificación de mis
intenciones y acciones, que uno a las tuyas. Amén.

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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