El cuervo robó un trozo de carne a unos pastores y se lo llevó a lo alto de un árbol para comérselo. Un zorro que pasaba por allí ideó un plan para quitárselo halagando la belleza del cuervo para que cantara y soltara la carne, momento que el zorro aprovechó para comérsela. Luego le dijo al cuervo que no debía fiarse de quienes le hacen cumplidos solo para conseguir algo.
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El cuervo robó un trozo de carne a unos pastores y se lo llevó a lo alto de un árbol para comérselo. Un zorro que pasaba por allí ideó un plan para quitárselo halagando la belleza del cuervo para que cantara y soltara la carne, momento que el zorro aprovechó para comérsela. Luego le dijo al cuervo que no debía fiarse de quienes le hacen cumplidos solo para conseguir algo.
El cuervo robó un trozo de carne a unos pastores y se lo llevó a lo alto de un árbol para comérselo. Un zorro que pasaba por allí ideó un plan para quitárselo halagando la belleza del cuervo para que cantara y soltara la carne, momento que el zorro aprovechó para comérsela. Luego le dijo al cuervo que no debía fiarse de quienes le hacen cumplidos solo para conseguir algo.
El cuervo robó un trozo de carne a unos pastores y se lo llevó a lo alto de un árbol para comérselo. Un zorro que pasaba por allí ideó un plan para quitárselo halagando la belleza del cuervo para que cantara y soltara la carne, momento que el zorro aprovechó para comérsela. Luego le dijo al cuervo que no debía fiarse de quienes le hacen cumplidos solo para conseguir algo.
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“El cuervo y el zorro”.
Estaban un grupo de pastores descansando después de haber comido, cuando el cuervo
consiguió acercarse y robar un buen trozo de carne, que había sobrado a los hombres. Satisfecho de haber conseguido tan suculento manjar, el cuervo se subió a lo alto de un árbol para disfrutar de él. Por casualidades de la vida, pasaba por allí un zorro que, al ver semejante trozo de carne, tramó un plan para arrebatárselo al cuervo. – Buenos días, señor cuervo. Hay que ver que plumaje tan brillante tiene usted. Me fascina su elegante figura, que no se puede comparar con la de ningún otro cuervo que haya visto jamás. Y le garantizo que he visto muchos – dijo el zorro. El plan estaba en marcha. Los halagos del zorro tenían un claro objetivo y, prosiguió – Estoy seguro de que su belleza no es superada por ningún otro cuervo. Lástima que no pueda escucharlo cantar, pero ahora me tengo que ir. Hay otros animales a los que me gustaría admirar – El cuervo, henchido de vanidad, no quiso que el zorro se marchase sin escuchar y admirar su canto y, así, soltó el trozo de carne para cantar. Justo en ese instante, el zorro abrió la boca y se comió el bocado que el cuervo había robado. Y, con la tripa llena, le dijo – ¡Pobre cuervo! Ser tan presumido y vanidoso no te va a traer más que problemas. La próxima vez, no te fíes de aquellos que sólo te dicen cosas bonitas para conseguir algo a cambio. –
1. ¿Qué robo el cuervo? ¿A quién se lo robo?
2. ¿Adónde fue el cuervo tras el robo? 3. ¿Cuál era el plan de la zorra? 4. ¿Cómo llevó a cabo su plan? 5. ¿Cómo consiguió la zorra que soltara la carne? 6. ¿Qué le dijo la zorra al cuervo tras conseguir arrebatarle el suculento bocado? “El león y el ratón”.
Una tarde de otoño, el león más feroz de la selva se sentó
un ratito y, con el agradable calor del sol, se quedó dormido en un santiamén. Un pequeño ratón, que regresaba a su hogar, lo vio dormido y se acercó para tocar su suave melena. Pero con el movimiento de sus patitas, el león se despertó de muy mal humor. – ¿Quién osa despertarme de mi siesta? – gritó mientras agarraba de la colita al pequeño ratón. – Discúlpeme, señor león, no quería molestarlo. Es que lo he visto dormido y no he podido resistirme a tocar su preciosa melena – dijo el ratón entre gemidos de terror. El león, que no quería seguir hablando, abrió su enorme boca para devorar al ratón. Entonces, el ratón gritó – Por favor, señor león, no me coma, prometo no volver a molestarlo nunca más. El león se apiadó del ratoncito y le dijo – está bien, no te comeré. Me pareces un ratón muy simpático, pero no vuelvas a molestarme – – Gracias, señor león – dijo el ratón, que al verse libre prometió al león que, si algún día lo necesitaba, ahí estaría para ayudarlo. El león se echó a reír – ¡Un ratón tan pequeñito! ¿Cómo podrías tú ayudarme a mí? – Y cada uno se fue por su camino. Unos días después, el león se topó con una trampa que habían dejado unos malvados cazadores. Una red lo tenía atrapado y, si no conseguía salir de allí, los cazadores se lo llevarían. El ratón, que caminaba por la selva, escuchó los rugidos de desesperación del león y, sin pensárselo dos veces, se acercó al lugar del que venían. Al ver al león preso, se subió sobre la red y comenzó a roerla hasta hacer un agujero ¿En qué estación del año se narra esta suficientemente grande como para liberar al león. fábula? – Gracias, ratón. El otro día me burlé de tu ¿Por qué se quedó dormido el león? tamaño y hoy habría muerto de no ser por tu ayuda – ¿Qué llamó la atención del ratón para acercarse tanto al león? – Te dije que si necesitabas mi ayuda la tendrías. Los pequeños roedores siempre cumplimos ¿Qué sucedió cuando el ratón se subió a la cabeza del león? nuestras promesas y somos muy agradecidos con aquellos que nos ayudan- contestó el ratón.