Fábulas

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“El cuervo y el zorro”.

Estaban un grupo de pastores descansando después de haber comido, cuando el cuervo


consiguió acercarse y robar un buen trozo de carne, que había sobrado a los hombres.
Satisfecho de haber conseguido tan suculento manjar, el cuervo se subió a lo alto de un
árbol para disfrutar de él.
Por casualidades de la vida, pasaba por allí un zorro que, al ver semejante trozo de carne,
tramó un plan para arrebatárselo al cuervo.
– Buenos días, señor cuervo. Hay que ver que plumaje tan brillante tiene usted. Me fascina
su elegante figura, que no se puede comparar con la de ningún otro cuervo que haya visto
jamás. Y le garantizo que he visto muchos – dijo el zorro.
El plan estaba en marcha. Los halagos del zorro tenían un claro objetivo y, prosiguió –
Estoy seguro de que su belleza no es superada por ningún otro cuervo. Lástima que no
pueda escucharlo cantar, pero ahora me tengo que ir. Hay otros animales a los que me
gustaría admirar –
El cuervo, henchido de vanidad, no quiso que el zorro se marchase sin escuchar y admirar
su canto y, así, soltó el trozo de carne para cantar.
Justo en ese instante, el zorro abrió la boca y se comió el bocado que el cuervo había
robado. Y, con la tripa llena, le dijo – ¡Pobre cuervo! Ser tan presumido y vanidoso no te va
a traer más que problemas. La próxima vez, no te fíes de aquellos que sólo te dicen cosas
bonitas para conseguir algo a cambio. –

1. ¿Qué robo el cuervo? ¿A quién se lo robo?


2. ¿Adónde fue el cuervo tras el robo?
3. ¿Cuál era el plan de la zorra?
4. ¿Cómo llevó a cabo su plan?
5. ¿Cómo consiguió la zorra que soltara la carne?
6. ¿Qué le dijo la zorra al cuervo tras conseguir arrebatarle el suculento bocado?
“El león y el ratón”.

Una tarde de otoño, el león más feroz de la selva se sentó


un ratito y, con el agradable calor del sol, se quedó dormido
en un santiamén.
Un pequeño ratón, que regresaba a su hogar, lo vio
dormido y se acercó para tocar su suave melena.
Pero con el movimiento de sus patitas, el león se despertó
de muy mal humor. – ¿Quién osa despertarme de mi siesta? – gritó mientras agarraba de la
colita al pequeño ratón.
– Discúlpeme, señor león, no quería molestarlo. Es que lo he visto dormido y no he podido
resistirme a tocar su preciosa melena – dijo el ratón entre gemidos de terror.
El león, que no quería seguir hablando, abrió su enorme boca para devorar al ratón.
Entonces, el ratón gritó – Por favor, señor león, no me coma, prometo no volver a
molestarlo nunca más.
El león se apiadó del ratoncito y le dijo – está bien, no te comeré. Me pareces un ratón muy
simpático, pero no vuelvas a molestarme –
– Gracias, señor león – dijo el ratón, que al verse libre prometió al león que, si algún día lo
necesitaba, ahí estaría para ayudarlo.
El león se echó a reír – ¡Un ratón tan pequeñito! ¿Cómo podrías tú ayudarme a mí? –
Y cada uno se fue por su camino.
Unos días después, el león se topó con una trampa que habían dejado unos malvados
cazadores. Una red lo tenía atrapado y, si no conseguía salir de allí, los cazadores se lo
llevarían.
El ratón, que caminaba por la selva, escuchó los rugidos de desesperación del león y, sin
pensárselo dos veces, se acercó al lugar del que venían.
Al ver al león preso, se subió sobre la red y
comenzó a roerla hasta hacer un agujero ¿En qué estación del año se narra esta
suficientemente grande como para liberar al león. fábula?
– Gracias, ratón. El otro día me burlé de tu ¿Por qué se quedó dormido el león?
tamaño y hoy habría muerto de no ser por tu
ayuda – ¿Qué llamó la atención del ratón para
acercarse tanto al león?
– Te dije que si necesitabas mi ayuda la tendrías.
Los pequeños roedores siempre cumplimos ¿Qué sucedió cuando el ratón se subió a la
cabeza del león?
nuestras promesas y somos muy agradecidos con aquellos que nos ayudan- contestó el
ratón.

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