Josué 1

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Josué 1:9.

Esfuérzate y sé valiente
La vida puede estar repleta de desafíos, pesares y decisiones
difíciles. Pero aun en medio de las dificultades, el Señor nos aconseja
que seamos fuertes y valientes. Entender Josué 1:9 en la Biblia
puede ayudarnos a afrontar las cosas difíciles con fe y confianza.
Los desafíos de Josué
Los hijos de Israel habían andado errantes por el desierto durante 40 años y ahora
le tocaba a Josué conducirlos a la tierra prometida. Tendría que reclamar la tierra
de sus habitantes actuales, pelear y dirigir batallas, y brindar liderazgo espiritual a
un grupo numeroso de personas. Al sentir el peso abrumador de la tarea que tenía
por delante, el Señor le ofreció estas palabras de aliento:
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes,
porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas”.
Josué 1:9
Esas palabras de consuelo pueden aplicarse a todos nosotros a medida que
buscamos vivir una vida buena y superar nuestros propios desafíos singulares.
¿Qué significa esforzarse?
Parte de esforzarse y ser valientes significa confiar en el Señor como nuestra
verdadera fuente de fortaleza. En el caso de Josué, él no tenía todas las respuestas
para los desafíos que tenía por delante, pero se le aconsejó seguir adelante de
cualquier modo, actuando con fe. Al igual que Josué, rara vez tenemos todas las
respuestas a nuestros desafíos personales, pero Dios nos promete que cuando
acudamos a Él en busca de guía, tendremos éxito. Dios es omnipotente y
omnisciente. Él tiene las respuestas y la fortaleza que necesitamos para afrontar
cualquier desafío que tengamos ante nosotros. Él estuvo con Josué y estará con
nosotros.

¿Cómo podemos esforzarnos y ser valientes?


Por lo general, esforzarse y ser valiente no requiere ningún gesto
grandioso. Con frecuencia, comprende pequeñas decisiones que
tomamos cada día que muestran nuestra confianza en Dios. A
medida que busquemos Su guía con espíritu de oración,
estudiemos Su palabra y sigamos Su ejemplo a diario, tendremos
el valor de dejar de temer y afrontar nuestros desafíos con fe. Al
grado en que acudas a Jesucristo con fe y sigas Su consejo de
esforzarte y ser valiente, sentirás la certeza de que Él siempre
está contigo.
Josué 1:1-9
El tema central de este capítulo 1, comprende tres aspectos.
Primero, el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés.
En segundo lugar, la promesa de Dios de ayudar a Josué. Y
en tercer lugar, la preparación que Josué hizo del pueblo
para pasar el Jordán.
El gran tema de este libro es la posesión de la tierra. En este
primer capítulo veremos las implicaciones de esta posesión.
El libro de Josué debió comenzar propiamente en
Deuteronomio capítulo 34, el cual nos relató la muerte y
sepultura de Moisés. Es la creencia de muchos eruditos, que
ese último capítulo del libro de Deuteronomio fue escrito en
realidad por Josué.
Aquí en el capítulo 1 de Josué, Dios fortaleció a Josué e inició
a la nación en una nueva modalidad de vida. La jornada por
el desierto ya había pasado. Ya no eran nómadas del
desierto, sino moradores en la tierra. Rubén, Gad, y la media
tribu de Manasés tenían sus posesiones al lado oriental del
río Jordán.
Leamos el versículo 1 de este capítulo 1 de Josué, donde
vemos que el Señor le comunicó personalmente a Josué su
misión y su mandato:
"Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová,
que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés,
diciendo:"
Es evidente que existe una clara conexión entre este primer
versículo y el final del libro del Deuteronomio, que refuerza
la teoría que Josué el último capítulo, el 24, de
Deuteronomio. Volviendo a este capítulo 1 de Josué, leamos
ahora el versículo 2:
"Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa
este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy
a los hijos de Israel."
Observemos que dice: "Mi siervo Moisés ha muerto". Moisés
ya no era un personaje esencial para guiar a los israelitas a
la tierra prometida. En realidad, Moisés no podía
introducirles en la tierra de la promesa. Moisés representaba
la ley, y la ley no nos puede salvar. La ley es un revelador.
No es un Redentor. Nos muestra que somos pecadores. La
ley nunca fue un Salvador, y a Moisés no le fue permitido
guiar a Israel a la tierra prometida, a causa de su error. El
problema no estaba en la ley sino en Moisés, así como el
problema está en nosotros mismos. La ley revela que
estamos destituidos de la gloria de Dios. El Señor dijo aquí
en este versículo 2: "Mi siervo Moisés ha muerto". Sólo
Josué, o sea Jesús nuestro Salvador, puede guiarnos, en la
actualidad, a la tierra prometida de la lucha, la conquista y
las bendiciones.
Este versículo nos dice que la tierra fue dada a Israel. Le
pertenecía a Israel en forma incondicional. Dios la había
prometido a Abraham y a su descendencia. Y Dios reafirmó
Su promesa muchas veces en el libro de Génesis. En el libro
de Deuteronomio Dios hizo el Pacto Palestino con Israel, el
cual les dio la tierra como una posesión eterna. Leamos
ahora el versículo 3 de este capítulo 1 de Josué:
"Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo
lugar que pisare la planta de vuestro pie."
Dios les había dado esa tierra. La tierra estaba allí. Pero sólo
podrían disfrutarla, si tomaban posesión de ella. Esa parte de
la tierra sobre la cual caminaban les pertenecería a ellos.
Hablando comparativamente, se nos dice en Efesios 1:3 que
somos bendecidos "con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo". Desafortunadamente, muy
pocos cristianos toman posesión de las bendiciones
espirituales que les pertenecen.
Hace años, un inglés se trasladó a los Estados Unidos. Poco
después de su llegada desapareció. Un día, un tío que tenía
en Inglaterra murió y le dejó una herencia de cinco millones
de dólares. La policía en Londres buscaba a este hombre por
todas partes y la última dirección que tenía era en la ciudad
de Chicago. Pensaban que él era vago y esperaban
encontrarlo en un hotel común, de tercera categoría. Le
buscaron, pero nunca pudieron encontrarle. Un día, mucho
tiempo después, lo encontraron muerto de frío en la entrada
de un hotel muy pobre. No tenía ni cinco centavos en el
bolsillo. Sin embargo, era heredero de cinco millones de
dólares. Simplemente no había tomado posesión de lo que
era de él. Nunca reclamó lo que le pertenecía.
Estimado oyente, Dios les dio a los israelitas la tierra
prometida, pero nunca la poseyeron en su totalidad. El hecho
es que Israel poseyó muy poca tierra. Y muchos cristianos
hoy en día, son como aquellos israelitas en que han sido
bendecidos con toda bendición espiritual, y sin embargo,
llegan al final de su vida viviendo en la pobreza espiritual,
sin haber tomado posesión de esas bendiciones. ¡Qué
tragedia! El libro de Josué, a los creyentes se nos dirá cómo
tomar posesión de lo que es nuestro. Y como habrá conflicto,
se nos manda en el capítulo 6 de la carta del apóstol Pablo a
los Efesios, "vestirnos de toda la armadura de Dios".
Tenemos un enemigo espiritual que lucha contra nosotros.
Dice el capítulo 6 de la carta a los Efesios, versículo 12:
"Porque no tenemos lucha contra gente de carne y hueso,
sino contra malignas fuerzas espirituales de la esfera
celestial, que tienen mando, autoridad y dominio sobre este
mundo lleno de oscuridad". Nuestro enemigo, es un enemigo
espiritual.
Hay una victoria que tiene que ser ganada. Para ser
victoriosos debemos vestirnos de toda la armadura de Dios,
y entonces venceremos por medio de Jesucristo. Por Él
recibiremos salvación, liberación y la posesión de
bendiciones espirituales, así como Israel las recibió. Cada
victoria que los israelitas ganaron fue dada por Dios. Nunca
obtuvieron un triunfo por sí mismos. Si usted y yo alguna vez
obtenemos la victoria, será porque Él la ganará para
nosotros. Volviendo ahora al capítulo 1 de Josué, leamos el
versículo 4:
"Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda
la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el
sol, será vuestro territorio."
Dios dio a Israel una gran extensión de tierra, pero ellos sólo
tomaron posesión de una pequeña parte de lo que Dios les
había dado. Lo mismo les sucede a los creyentes en la
actualidad, frente a lo que Dios les ha provisto. Ahora, el
versículo 5 dice:
"Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida;
como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te
desampararé."
Josué, como era un hombre común y corriente, necesitaba
ser estimulado. Y Dios hizo exactamente eso. Prometió no
dejar solo a Josué. Dios prometió estar con él así como había
estado con Moisés. Dos veces, en los versículos 6 y 7, de este
capítulo 1, Dios le mandó esforzarse y ser valiente. Dios
quería que Josué supiera que no estaría solo. Ahora, leamos
los versículos 6 y 7:
"Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo
por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría
a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar
de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te
mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para
que seas prosperado en todas las cosas que emprendas."
Vemos que, por 2 veces, Dios le mandó que se esforzase y
fuese valiente. Y además, le dijo algo de suma importancia.
El versículo 8 dice:
"Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que
de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
El "libro de la ley" se menciona por primera vez en este
versículo. No había revelación escrita antes de Moisés. Dios
se comunicaba con Moisés por medio de Sus apariciones.
Pero Moisés había registrado fielmente todo lo que Dios le
había revelado, así que los primeros cinco libros de la Biblia
estaban a disposición de Josué y de los israelitas. Dios les
había comunicado todo lo que necesitaban saber para entrar
en aquella tierra. No debían apartarse de aquellas
instrucciones de la palabra escrita. Debían meditar en ellas y
cumplirlas. Pasemos ahora a considerar el siguiente aspecto.
Dios prometió ayudar a Josué. Leamos el versículo 9 de este
capítulo 1 de Josué:
"Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no
temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas."
Josué debía tomar la Palabra de Dios en una mano y una
espada en la otra. Se le ordenó entrar en acción por la fe.
Debía esforzarse y ser valiente. Como Israel, nosotros
debemos esforzarnos y ser valientes también. Tenemos que
ponernos en marcha por la fe, y por la fe tenemos que
apropiarnos de nuestras posesiones espirituales. Recuerde
que estamos en un país enemigo, porque está controlado por
un sistema que se opone a Dios. Somos peregrinos y
extranjeros en esta tierra. Necesitamos llevar con nosotros
la Palabra de Dios en el viaje de la vida.
Estimado oyente, sin la guía de la Palabra de Dios, el viaje
por esta vida se convierte en un deambular, en un caminar
sin rumbo. Y sin la luz de esa Palabra, el ser humano, vive en
la oscuridad, espiritualmente hablando. Hoy hemos hablado
de Josué, y hemos dicho que fue una figura de Cristo. Y toda
esta historia nos proyecta al futuro, a los tiempos del Nuevo
Testamento, a la persona de Cristo. Le invitamos a
contemplarle como el Hijo de Dios, el Salvador, el Señor, y a
recibirle por la fe. Hemos visto a un pueblo que fue liberado,
salvado, y preparado para disfrutar de las bendiciones de
Dios en esta tierra. Usted también puede experimentar esa
liberación y entrar en una nueva etapa, en una nueva
dimensión, en la cual disfrutará de lo que Dios tiene
preparado para usted en esta vida y en la vida futura.

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