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.SANTA EULALIA DE BARCELONA
PUBLICACIONES DEL I N S T . ESP. DE EST. ECLESIASTICOS
SECCIÓN: MONOGRAFÍAS N.° 4

/
ANGEL FABREGA GRAU
Doctor en Historia eclesiástica

SANTA EULALIA
DE BARCELONA
REVISION DE UN PROBLEMA HISTORICO

IGLESIA NACIONAL ESPAÑOLA


ROMA
»9.58
Nibil osbtat:

Dr. Melquíades Andrés

Imprimatur

José María Obispo Auxiliar


Vicírio General

Madrid, 22 de diciembre de 1957.

ESTA DES. Arte» Orificís.-Eviristo sin Miguel, 8. Teléfono 47 54 25.-MADRID


PARENTIBUS MEIS
QUI ME
A TENERIS UNGUICULIS
AD AMOREM VERITATIS
INSTAKTER
ACUERUNT
D. D.
INTRODUCCION
I

NATURALEZA DE LA LITERATURA HAGIOGRAFICA


MEDIEVAL

Se ha llamado a la Edad Media la edad del simbolismo v de la ale-

goría, y no sin razón.


Africa, no la de nuestros días, anda, culturalmente atrasada v pagana,
sino el Africa cristiana que tantos días de glor.a diera a la Iglesia, irra-

dió sobre Europa al declinar la Edad antigua potentes focos de luz desde
sus emporios de la civilización v de la cultura paleocnstianas : Alejan-
dría, Cartago, Hipona. Las tendencias alegóricas v simbólicas peculiares
de las escuelas catequéticas que brillaron en estas iglesias, v, sobre todo,
el ejemplarismo de San Agustín, llevado hasta el último ápice en su
obra inmortal La Ciudad de Dios, ejercieron un poderosísimo influjo

en la formación del mundo medieval.


Una de las concreciones de este alegonsmo pragmático fueron las

levendas hagiográficas medievales. Sus autores no pensaron, ni de lejos,

escribir la histor.a verídica de las hazañas de sus protagonistas, siempre


invictos; su intención fué simplemente proponer a la consideración de
sus oventes las gestas martiriales de sus héroes, paladines de la fe. para
inducirles a su imitación. Fraguar una de estas actas, en las que el hé-
roe o la heroína, dechado de todas las virtudes, llegara hasta la impavi-
dez e insensibilidad ante las más espantosas e inverosímiles, por innu-
merables, torturas, sin reparo en achacarle inconveniencias v hasta insul-
tos a los jueces, muv impropios de la candad v mansedumbre cnstianas,
constituían el desiderátum de los hagiógrafos medievales. ;Qué más na-
tural si los «caballeros », héroes de la tierra, se coronaban de glona en
los palenques entre justas v torneos o en las luchas «pro aris et focis»
contra los enemigos, aun al precio de la propia sangre, cuando el honor
o la justicia lo requerían? ;Por qué debían ser menos aquellos campeo-
nes de la fe, prototipos de la virtud y de la generosidad, que lucharon
por la causa de Dios y de su Iglesia?
ÁNGEL FABREGA GRAL"

Estas actas o leyendas, género literario tan noble como las parábolas
empleadas por el Divino Maestro, contribuyeron de una manera singu-
larísima a la formación de la piedad del pueblo fiel, de aquella que fué,
no se olvide, cristianísima Edad Media. No en balde decíamos que los

hagiógrafos escribieron para sus oyentes, no para sus lectores; de lo con-


trario, su influencia habría sido muy limitada, porque muy limitado era
entonces el número de los que podían disfrutar del patrimonio de la

cultura literaria. Está todavía por estudiar la función pedagógica y so-

ciológica de la hagiografía medieval, pero se intuye que fué muy pro-


funda la huella que imprimió en la sociedad cristiana, aun como simple
medio ascético de formación.
Lo que no debe olvidarse es que ni sus autores ni sus oyentes dieron

jamás a estos escritos honores de historia propiamente tal. Debíamos ser

nosotros, los hombres de estos útimos siglos, herederos de una genera-


ción realista y positivista que, en un afán nobilísimo de crítica, con ga-
nas de tributar culto a la verdad, admitiendo sólo aquello que constare
por documentos fidedignos, debíamos arrogarnos la facultad de atribuir
tales honores a esta clase de literatura, sin caer en la cuenta de que un
documento puede no decir la verdad por el solo hecho de ser antiguo
ni aun contemporáneo de los hechos; la verdad contenida en los testi-

monios debe situarse, para ser debidamente interpretada, en el ambiente


en que éstos se realizaron, so pena de correr peligro de equivocación.
No. Es preciso salir por los fueros de la verdad. En la historia de la

Iglesia ha sonado ya la hora de llamar a cada cosa por su nombre si no


queremos que se confunda lamentablemente un dogma con un error. Y
que no nos tilden de hipercríticos y demoledores los espíritus mezquinos
apoyan su «fe» en tan débiles fundamentos; Pío XII,
y pusilámines que
emulando a León XIII en aquella frase «ne quid falsi dicere audeat, ne
quid veri non audeat», dijo en un reciente discurso que (da Iglesia no
tiene nada que ganar con la propagación de estas insulsas leyendas, ni
nada que perder con la manifestación de la verdadera historia». Si nos-
otros no distinguimos ni enseñamos a distinguir entre la verdad incon-
cusa de un dogma y el contenido de cualquiera de estas leyendas alegó-
ricas, compuestas con fines simplemente parenéticos, tampoco van a dis-

tinguir nuestros enemigos, no nos extrañe que, en consecuencia


y así

lógica, se parangonee cualquiera verdad dogmática con la irrealidad his-


tórica de la literatura hagiográfica.

Por otra parte, no se tema lastimar con este proceder la objetividad


histórica de los hechos; no se tema echar abajo los tabiques que escon-

den la belleza de un edificio construido con piedra de sillería que, lejos de


SANTA EULALIA DE BARCELONA I I

sufrir menoscabo su estructura, con esta labor aparentemente demoledora


pueden descubrirse tesoros insospechados y afianzar más los fundamen-
tos en que se apoya toda su fábrica.

¿Qué le importa a un historiador serio renunciar al conocimiento de


los pormenores del martirio de una santa tan famosa y popular como
nuestra Santa Eulalia, según se narran en sus leyendas medievales, si en
cambio no se puede negar, sin pecar de temerario, que el culto que
Barcelona le tributaba, ciertamente en el siglo vi, remonta probable-
mente a los mismos años inmediatos posteriores a la paz de Constantino?
¿Qué le importa esta renuncia si, demostrado su culto en estas lejanísimas

épocas, se vienen abajo cuantos argumentos apnorísticos se han enhebrado


para impugnar la existencia histórica de nuestra Santa Eulalia?

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA HAGIOGRAFICO DE LA


HISTORICIDAD DE SANTA EULALIA DE BARCELONA

No vamos a entretenernos, como alguien pudiera esperar, en hacer


una disquisición tan minuciosa que abarque toda la gama de matices
con que vieron problema todos y cada uno de los autores que trata-
este

ron más o menos incidentalmente de él. Nos contentaremos con estu-


diar los diferentes ángulos de visión de quienes, con probada competen-
cia, se han ido erigiendo a través de los tiempos en apologistas o impug-
nadores de la historicidad de nuestra santa. Y éstos, a nuestro entender,

son principalmente cuatro : el señor Ponsich


y Camps, el P. Moretus,
í
el P. García Villada y el P. Muñera . Sólo, pues, de las obras de estos

Es1
cierto que un decenio después de la publicación de la obra de Ponsich

y Camps se encendió en Barcelona una estrepitosa polémica acerca de la conve-


niencia de modificar las fórmulas del rezo de Santa Eulalia de Barcelona y en
consecuencia en torno a la genuinidad de los hechos históricos que las lecciones
del Oficio atribuían a la santa; pero expresamente prescindimos de exponer los
puntos de vista y argumentaciones propuestas por el P. Jaime Caresmar,
O. Praem., y el P. Domingo Ignacio Boria, O. P., campeones de ambos bandos
en aquella célebre disputa, porque, como es sabido, la polémica no es ocasión

propicia para el estudio sereno y objetivo de los problemas históricos.


Ej estudio sistemático de los archivos barceloneses nos ha puesto en las ma-
nos una buena cantidad de documentación original desconocida sobre esta fa-
ÁNGEL FÁBREGA GRAU

cuatro autores queremos dar, en breve síntesis, nuestro juicio, tan obje-
tivo como será posible.

Posición del señor Ponsich y Camps.

En el año 1770 don Ramón de Ponsich y Camps, de la Real Acade-


mia de Buenas Letras de Barcelona, dio a luz en Madrid una obra titu-
Vida, martyrios
lada :
y grandezas de Santa Eulalia, Hija, Patrona y
Tutelar de la Ciudad de Barcelona, con las pruebas que convencen ser
distinta de la de Mérida, sacadas de Memorias antiquísimas de la Igle-
sia de España, de los Martyrologios, y AA. (Autores) más venerables;
de Instrumentos, y Diplomas de los Soberanos de Cathaluña, y Condes
de Barcelona, anteriores a la época de haver passado á ser Reyes de Ara-
gón (484 páginas).
La obra de Ponsich y Camps, escrita con aquel ampuloso estilo de
los historiadores de aquellos tiempos, está dividida en dos partes. En la

primera el autor desarrolla su tesis: Santa Eulalia de Barcelona es dis-

tinta de la de Mérida, por tener a su favor el testimonio de todos los


calendarlos españoles y martirologios extranjeros conocidos, que distin-
guen claramente ambas santas, y, sobre todo, porque las dos cuentan
con un antiquísimo formulario litúrgico propio e independiente. Es ver-
dad que el autor, de ordinario, no valoriza adecuadamente los testimo-
nios, atribuyendo a algunos una antigüedad a todas luces exagerada,
como pasa con los calendarios hispánicos, pero no puede negarse la extra-
ordinaria erudicióny la sorprendente clarividencia del fondo argumental
de Ponsich y Camps. ¡Lástima que después de esta argumentación, fun-
damentalmente sólida, empleara tantas páginas y capítulos empeñán-
dose en contarnos minuciosamente la vida, muerte y sepelio de la santa,
aunque esto fuera tomando por base la pasión más antigua que cono-
cemos, la BHL, 2.693 (
= ^)! ^as leyendas hagiográficas medievales,
salvo raras excepciones, distan mucho de la historia.

La segunda parte de la obra es la que ofrece un más positivo interés.

Es la parte documental. Transcríbense en ella el fragmento del calendario


de Pisa, que equivocadamente Ponsich creía ser un documento del si-

glo v; los textos litúrgicos de Santa Eulalia de Barcelona (Pasión B,

mosa disputa que costó la vida a uno de los controversistas y le valió al otro
las más severas penas canónicas. En su día —no aquí, que no es su lugar — pu-
blicaremos, Dios mediante, el resultado de estas nuevas investigaciones.
:

SANTA EULALIA DE BARCELONA >3

Himno y Misa); documentos en que se habla de la santa; pasión de


Santa Leocadia; donaciones v testamentos a favor del altar que la santa
tenía erigido en la catedral, especialmente de los siglos ix-xi ; actas de
las dos traslaciones de reliquias, la del año 877 y la del 1339, etc.
El mérito de Ponsich y Camps está en haber sistematizado la de-
fensa de la historicidad de Santa Eulalia barcelonesa, echando mano de
los resultados particulares a que habían llegado otros autores, algunos de
ellos eminentes historiadores, como el P. Enrique Flórez en su Es-paña
Sagrada (vol. XIH). Es digno de todo encomio el que Ponsich se diera

cuenta de que toda la cuestión estribaba en demostrar la historicidad


de la santa de Barcelona, partiendo de un estudio serio de las fuentes
locales, sobre todo litúrgicas; a pesar de ello hav que lamentar algunos
fallos, especialmente en problemas de cronología, perfectamente discul-
pables, dado el estado de la crítica histórica de su tiempo.

Posición del P. Moretus.

En el volumen 89 de la Revue des Questions historiques, el P. En-


rique Moretus, S. I., publicaba en el año 191 1 un artículo titulado Les
saintes Eulalies (págs. 85-110 de la revista).

En este bien documentado artículo, el P. Moretus, bajo la amigable


guía y el asesoramiento del P. Poncelet, S. I., de la Sociedad Bolandista,
quiso demostrar con gran aparato científico que Santa Eulalia de Bar-
celona era un caso vulgar de desdoblamiento hagiográfico elaborado a
través de los siglos sobre la tradición histórica de Santa Eulalia de
Mérida. Llegó a estas conclusiones después de afirmar y sostener los

siguientes extremos
La pasión más antigua que conocemos de Santa Eulalia de Barcelo-
m
na es la BHL, 2.696 ( = B ), que por haber sido la fuente de la noticia

del martirologio de Beda, debe ser de principios del siglo VIII. Este
texto es un calco hecho palabra por palabra sobre la pasión de la santa
ementense, y se difundió extraordinariamente por Francia, Italia v Ale-
mania, según testimonio de los manuscritos.
La existencia, a mediados del siglo vil, de un obispo de Barcelona
llamado Quirico, autor del himno «Fulget hic honor sepulcri» es una
pura imaginación sin fundamento alguno; las listas episcopales de Bar-
celona presentan entre año 693 v el 858 una laguna en la que se puede
el

introducir impunemente todo lo que se quiera. El himno es de dudosa


antigüedad, aunque podría ser del siglo vn.
ÁNGEL FÁBREGA GR AL'

La pasión BHL, 2.693 (


= ^) es un text0 no anterior al siglo ix,
pues ningún autor de los martirologios históricos medievales la empleó
para la redacción de sus noticias, y además depende textualmente del
himno de Quírxo y de la pasión de Santa Eulalia de Mérida.
La fiesta de la santa barcelonesa se celebró, antes del siglo vi 11, eL
mismo día que la de Santa Eulalia de Mérida, el día 10 de diciembre;
no fué sino hasta el siglo ix que apareció la nueva fecha del 12 de febre-
ro, después que el martirologio de Lvon la escogió interpretando arbi-
trariamente una mención del martirologio Jeronimiano, o bien, como dice
Moretus en otra parte, después que el Ivones quiso separar mejor los
cultos a ambas mártires.
Después de todo lo cual concluve así: «Nuestra interpretación (de
lo que antecede) es, como puede verse, por lo menos en parte, conjetu-

ral. Lo cierto es que nosotros no conocemos ni de la vida, del martirio

o de la leyenda de Eulalia de Barcelona, ni de los honores htúrg'.cos que


se le habrían tributado, ni de la fecha de su fiesta, detalle alguno que
no sea un plagio de la historia o del culto de Eulalia de Mérida. Sin
duda, viene creyéndose en buena hora, desde el siglo vi 11, en la exis-

tencia de la mártir barcelonesa, y se venera su sepulcro. Puede ser que


haya buenas razones para admitirlo, pero confesamos que estas razones
son absolutamente ignoradas por nosotros.»
Confesamos no poder admitir este sistema, tan hábilmente construido
por nuestro amigo, como, creemos, falto de consistencia. Si el P. Moretus,
que escribió su artículo en sus años jóvenes, hubiera estudiado el pro-
blema de la historicidad de Santa Eulalia de Barcelona —que, no se

olvide, es un problema local— en nuestra misma ciudad, como nosotros


lo hemos hecho, no dudamos que ambos habríamos coincidido en las
conclusiones. Mas no fué así.

Por otra parte, creemos que en este artículo su autor ins:ste dema-
siado en el cotejo de los textos histórico-litúrgicos de ambas mártires, v,

aunque tácitamente, parece que haga depender la existencia histórica de


nuestra santa de la verdad objetiva de su levenda o pasión. Es cierto que
m
la pasión B
depende textualmente de la pasión de Eulalia de Mérida,
m
pero el Moretus no cavó en la cuenta de que B es un texto total-
P.
mente desconocido en España, v, por consiguiente, completamente ajeno
a la tradición barcelonesa. La única pasión que responde a la tradición

litúrgica visigodo-mozárabe y que se utilizó siempre en el culto local de


la santa es el texto B (BHL, 2.693), cu a composición remonta, no al
X
siglo ix, sino a la primera mitad del siglo vn, pocos años antes de que
Quirico, obispo de Barcelona, que firmó las actas del X Concilio de
SANTA EULALIA DE BARCELONA '5

Toledo del año 653, se inspirara en ella para componer su celebrado


himno, en completa independencia de los textos de Santa Eulalia de
Mérida.
Con parecido desenfoque viene propuesta en el mencionado artículo

la cuestión de la festividad litúrgica de la santa. Barcelona jamás celebró


la fiesta el día 10 de diciembre, sino que siempre conmemoró el aniversa-
rio de su Patrona el día 12 de febrero, constando así por lo menos desde
el siglo vil. El único testimonio que sostiene el 10 de diciembre es la

pasión Bm ,
que. como dijimos, es totalmente ajena a la tradición local
barcelonesa, y el martirologio de Beda, que se inspiró en este texto para
componer su noticia. Pero ya el martirologio lyonés, que se inspiró para sus
noticias en fuentes hispánicas, y los demás martirologios históricos me-
dievales corngieron la fecha conmemorativa ajustándola a la del 12 de
febrero, tal como venía celebrándose en Barcelona desde tiempo inme-
morial.
Todo ello servirá para hacer entrever, a cuantos se interesen por este
problema hagiográfico, el poco fundamento de las razones y el desvío
de las conclusiones del artículo de nuestro amigo el P. Moretus. Los
yerros que hemos tan sólo apuntado son los que por su trascendencia
vienen a ser más decisivos en las conclusiones. Hay, además, otros erro-
res de menor cuantía que omitiremos proponer para excluir todo ánimo
de polémica.

Posicióx del P. García Villada.

El insigne y llorado P. Zacarías García Villada, víctima de la persecu-


ción en la España roja del 1936, volvió a estudiar el problema de la histo-

ricidad de ambas Eulalias en el volumen 58 (1920) de la revistaRazón y Fe


(páginas 166-186), artículo que más tarde pasó íntegro al tomo I, pri-
mera parte, de su tan celebrada Historia eclesiástica de España (Ma-
drid, 1929, págs. 282-300).
Después de proponer sintéticamente las conclusiones del artículo del
P. Moretus en lo que hacía respecto al estudio de la santa barcelonesa,
el P. Villada daba su juicio : «Confesamos que, estudiando este proble-
ma hace algunos años, habíamos también nosotros llegado a la misma
conclusión; pero habiendo recapacitado de nuevo sobre el asunto, cree-
mos que hav que modificarla. A nuestro juicio, no ha concedido el Padre
Moretus la importancia debida a los documentos litúrgicos españoles ni
ha apreciado en su justo valor algunos extranjeros.» Exacto.
i6 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

Sin embargo, fué una verdadera lástima que el P. Villada, después


de haberse dado cuenta del fallo del P. Moretus, no aprovechara esta
ocasión para hacer un estudio seno
y profundo de los documentos litúr-

gicos españoles; su labor se limitó casi exclusivamente a poner de mani-


fiesto y refutar los errores de su adversario, pero se olvidó de llenar de-
bidamente el hueco que él mismo deploraba.
El P. Villada intentó favorecer la tradición barcelonesa demostrando
que el culto a su Santa Eulalia remonta, por lo menos, al siglo v o vi,
apovado en el testimonio de los calendarios hispánicos. Es una pena tener
que confesar que nuestro tan venerado P. Villada estuvo en esto des-
acertado; los caléndanos hispánicos hov día conocidos en manera alguna
pueden un argumento de tanta antigüedad. Vió el P. Villada la im-
ser

portancia que tenía elhimno de Quirico, pero no supo relacionarlo debi-


damente con la pasión B y la misa más que con los mismos datos erróneos
que le ofrecía el P. Moretus; y, demasiado crédulo en este caso, con-
cedió exagerada importancia al texto Bm Por fin, revalorizó acertada-
.

mente testimonio del martirologio jerommiano y el de los martirolo-


el

gios históricos para demostrar que en todos ellos, incluso en el pnmero


(siglo vu), se halla mencionada expresamente la memona de nuestra
santa.
Sin embargo, la obra del P. García Villada constituve una valerosa
y bien dirigida defensa de la historicidad de Santa Eulalia de Barcelona.

Posición del P. Muñera.

El P. José Muñera. S. I., es el autor moderno que se ha erigido en


el más esforzado paladín de la causa de Santa Eulalia barcelonesa. Desde
muchos años los barceloneses amantes de sus tradiciones locales pueden
recrear su espíritu cada 12 de febrero con la lectura de uno o vanos ar-

tículos histórico-literanos sobre algún aspecto de la santa, aparecidos en


alguno de los grandes rotativos de la Ciudad Condal.
aquí que la De
producción del P. Múnera Añádase a esta vastedad la gran
sea vastísima.

dosis de acendrado amor a Santa Eulalia con que nuestro amigo ha ama-
sado toda su obra y se verá cuán difícil resulta enjuiciar equitativamente

su aportación desde el punto de vista netamente critico.

Los artículos elaborados con más y consistencia son


acierto, textura
los que el autor publicó bajo el nombre común de «Eulaliana», sene de
vanos artículos sobre diversos aspectos del problema, aparecidos pnnci-
palmente en las revistas barcelonesas Reseña Eclesiástica y Páranla Cris-
SANTA EULALIA DE BARCELONA »7

liana durante los años de 1929-31. Creemos que merecen especial mención
los «Eulaliana»IV, San Quirico obispo y Santa Eulalia de Barcelona
{((Reseña Eclesiástica», 22 (1930), pp. 152-167); V, Himno de San Quiri-
co en honor de Santa Eulalia de Barcelona (Ibídem, pp. 210224);
VI, El Passio de Santa Eulalia del códice CIV de la S. I. C. de
Barcelona es anterior al himno "Fulget hic honor sepulcri" (Ibídem, 23

{1931), pp. 79-60); y IX, L'antic temple de Santa Eulalia del Camp
(Ibídem, pp. 165-176).

Nuestro objetivo.

También nosotros, como el P. Villada, hemos de confesar que en


un principio fuimos seducidos por las aparentes razones propuestas por
el P. Moretus. Años después, habiendo estudiado a fondo todos los for-
mularios de la Liturgia hispánica, preparando nuestra tesis doctoral Pa-
jionario hispánico, vimos claramente cuán equivocadas eran aquellas ra-

zones y conclusiones del P. Moretus, v cómo el problema no había sido


todavía solucionado satisfactoriamente por no haber sido adecuadamente
•enfocado.
La cuestión de la historicidad de nuestra santa había sido tratada
estudiando, sí, las fuentes histónco-litúrgicas, pero éstas no habían sido
estudiadas, como creemos que era menester, en función de la historia
del culto a Santa Eulalia de Barcelona. Es decir, la investigación, sin ne-

gar el carácter litúrgico de cada uno de los textos —pasiones, himnos,


misa, martirologios, calendarios, etc. — los había empleado sólo como
simples testimonios narrativos de unos hechos más o menos históricos,

pero no como un grupo de piezas litúrgicas que, formando un todo,


son la expresión sensible, el testimonio perdurable del culto que Barce-
celona tributó a través de los siglos a su celestial Patrona Santa Eulalia.
La moderna hagiografía crítica sólo admite dos posibilidades de lle-

gar a un conocimiento cierto de la historicidad de un mártir de la Igle-

sia primitiva : el estudio de la arqueología — restos que atestigüen su


memoria histórica —y el estudio de la historia de su culto. Ambas, pero
singularmente la segunda, han prestado a la verdad excelentes servicios.

Y éste ha sidp nuestro propósito; puesto que carecemos hasta el mo-


mento de todo vestigio arqueológico, hemos querido investigar la his-

toria del culto a Santa Eulalia, para que de su genu:nidad v venerabi-


lísima antigüedad hondamente estudiadas pudiéramos llegar a conclu-
siones ciertas
y seguras sobre su historicidad.
ÁNGEL FÁBREGA GRAU

Esta es la hora de agradecer profundamente a la Providencia que en


el estudio sereno de la cuestión nos ha deparado el gran consuelo de
abrirnos nuevas perspectivas v encontrar cauces y senderos insospechados
para llegar a. poder formular la siguiente conclusión: Nuestra santa tiene

a su favor una historia de su culto tan antigua como casi todos los
demás mártires de la iglesia primitiva de España. Son de tanta firmeza
las conclusiones que se siguen de la investigación de la historia de su

culto, que, si a pesar de ellas se quiere negar la realidad histórica de


nuestra santa, habrá que negarla con lógica consecuencia a todos los otros
mártires de la primitiva iglesia española, excepto tres o cuatro.

# # #

En cuanto a la presentación del contenido formal de nuestro estu-


dio, hemos de advertir que quisimos en un principio limitar su inteligi-
bilidad a la esfera de los investigadores de profesión. Pero pronto nos
convencimos del provecho que de nuestra labor podría seguirse si ponía-
mos sus conclusiones al alcance, por lo menos, del público medianamente
culto. De ahí que hayamos tenido que ensanchar a tantas páginas lo
que hubiera podido caber en un artículo de revista de regular extensión
para tener ocasión de desmenuzar tantos y tantos conceptos de uso co-
rriente entre los hagiógrafos de profesión, pero de inteligencia poco me-

nos que impenetrable para la capacidad del gran público. Después de


todo, nos hemos alegrado del resultado de esta labor de adaptación, ya
que, sin pretenderlo, hemos puesto en manos de cuantos se sientan im-
pelidos al estudio de cuestiones parecidas a la nuestra, un manual de ha-
giografía donde pueden hallarse un sinnúmero de noticias, especialmente
sobre martirologios, calendarios y manuscritos litúrgicos hispánicos que
no pueden encontrarse sino con mucha dificultad.

III

FUENTES Y BIBLIOGRAFIA

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# # *

ADVERTENCIA MUY IMPORTANTE

Por !as mismas razones que alegábamos en nuestra edición del Pasionario his-
pánico pág. 14), decidimos en esta obra hacer el mismo uso de los epíte-
(vol. I,

tos «hispánico», «visigótico» y «mozárabe» que allí observamos.


Emp'earemos el epíteto «hispánico)) cuando nos referiremos ya a la Liturgia,

ya a sus libros, que estuvieron en uso en España desde un principio hasta los
últimos años de! siglo XL
Especificaciones temporales de esta palabra serán los calificativos «hispano-
romano» para el período «Evangelización de España-Conversión del pueblo vi-
sigodo en el III Concilio de Toledo (a. 589)» ; «Visigótico» desde el año 589
hasta la invasión de los árabes (a. 711); y «Mozárabe» desde la invasión hasta
la supresión de! rito hispánico hacia Jos últimos años del siglo XL
ESTUDIO
)

PRIMEROS PASOS DEL CULTO A SANTA EULALIA


DE BARCELONA
(siglos iv-vii)

En la historia del culto a los mártires de la iglesia española antigua,


hay que distinguir tres categorías : a) la del culto tributado a los mártires
atestiguado por monumentos y fuentes documentales contemporáneos, b
la del culto a los mártires probado por testimonios de fines del siglo iv,
y
c) la del culto a los mártires cuya historicidad se demuestra por fuentes
postenores al siglo v.

En el primer grupo están comprendidos los mártires españoles de las

persecuciones romanas, cuyos rasgos principales de su historia nos son


perfectamente conocidos por testimonios de veracidad incontestable, ya
por testigos oculares, como en el caso de los santos Fructuoso, Augurio y
Eulogio de Tarragona, ya por testigos mediatos pero fidedignos, como es
el caso de las santas Justa y Rufina de Sevilla y Eulalia de Ménda, ya por
una tradición oral recogida a punto de extinguirse, como en el de los santos
Emeteno y Celedonio de Calahorra y Vicente de Zaragoza-Valencia.
Pertenecen al segundo grupo los mártires cuyo culto puede demostrar-
se perfectamente existente a fines del siglo iv, aunque no nos sea dado lle-

gar a su conocimiento más que por vía deductiva. A este grupo pertenecen
los santos cordobeses Acisclo, Zoilo, Fausto, Jenaro y Marcial de Córdoba,

San Félix de Gerona, San Cucufate de Barcelona, Santa Engracia y los


dieciocho mártires de Zaragoza,
y probablemente los santos Justo y Pastor
de Alcalá de Henares.
El tercer grupo está integrado por dos series de mártires que conviene
distinguir cuidadosamente : la de aquellos cuyos vestigios de su culto apa-
recen ya existentes después de Prudencio, pero en un tiempo anterior
al IV Concilio de Toledo del año 633 ; y la de aquellos cuyos cultos no
aparecen si no es a partir de mediados del siglo vn. A la primera serie
pertenecen Santa Leocadia de Toledo, los santos Vicente, Sabina y Cris-
26 ÁNGEL FÁBREGA GRAL

teta de Avila y Santa Eulalia de Barcelona ; a la segunda, los santos Facun-


do y Primitivo de Sahagún, los santos Servando y Germano probablemen-
te de Mérida, los santos Verísimo, Máxima
y Julia de Lisboa, Santa Victo-
ria de Córdoba, etc.

A partir del s.glo vm, y especialmente después del siglo x, apare-


cen repentinamente en el cielo de la iglesia española una sene de santos
mártires que, por carecer de una tradición cultual secular, hacen fruncir
el ceño recelosamente a los más crédulos historiadores.
Ningún autor de sano criterio puede atreverse a negar la existencia
histórica de los mártires comprendidos en primero v segundo de aque-
el

llos grupos. Al margen de la v veracidad de los documentos


autenticidad
escritos que narran sus supuestas hazañas, redactados en un tiempo más
o menos cercano a los hechos, sería una temeridad negar la existencia
histórica de estos mártires cuyo culto fué instituido, sancionado y practi-
cado por las comunidades a que ellos mismos pertenecieron, integradas
por sus propios parientes próximos y amigos, todos ellos testigos de pri-

mera mano de las gloriosas hazañas de sus héroes.


Sólo quien conozca los penosos trámites a que necesariamente de-
bían sujetarse los procesos martiriales antes de que la Iglesia sancionara
o desaprobara oficialmente el culto a un presunto mártir, para que éste,

si verdaderamente había con su muerte dado testimonio dé la fe, fuera


incluido en el catálogo oficial de los mártires de cada comunidad, lla-

mado martirologio, v recibiera anualmente en la fiesta aniversaria los

honores del culto, apreciará todo el alcance de nuestra afirmación. Este


proceso llamado «vind:catio» no era una cosa baladí : era una prueba
difícil que no superaron más que algunos de los muchos cristianos que
murieron en la persecución, pero en circunstancias de haber constituido
su muerte un auténtico testimonio de la fe cristiana. De aquí que
no pueda dudarse de la historicidad de unos santos cuyo martirio fué
sujetado a tan severo juicio.
Idéntico dictamen merecen los mártires cuyo culto aparece por pri-
mera vez, no como una novedad, sino como una práctica habitual en
las respectivas comunidades, a fines del siglo iv. Durante todo este
siglo venía a ser moralmente imposible el nacimiento espontáneo de
cultos a unos mártires no reconocidos oficialmente por la Iglesia, o el

desdoblamiento de cultos debido sobre todo a la similitud de nombres;


durante todo este tiempo pudieron vivir cristianos que, o presenciaron
ellos mismos en su niñez las escenas de martirio que tuvieron por escena-
rio su propia ciudad, y los primeros pasos del establecimiento o reproba-
ción oficial de un culto, o, por lo menos, sin duda lo overon contar así
SANTA EULALIA DE BARCELONA 27

•de sus padres, testigos presenciales de los hechos. La invención de cul-


tos nuevos era prácticamente imposible.
Demostrada, pues, la existencia del culto a un mártir a fines del

siglo iv, éste viene automáticamente a equipararse a la categoría de


mártires del primer grupo, v, por consiguiente, su historicidad, como
la de aquéllos, si no consta expresamente que es una impostura, es in-

contestable. La existencia del culto tributado a aquella treintena de már-


tires españoles del segundo grupo, ciertamente a fines del siglo iv
se^ún
D
tía de
el

la
escueto testimonio del vate cala^urntano
3
realidad de su ex.stencia histórica.
...
Prudencio, es ^aran-
Xo es aquí el lugar adecua-
do para demostrar la significación litúrgica del testimonio de Prudencio
en el himno IV de su Penstéfanon, donde vienen recordados; próxima-
mente lo desarrollaremos en un lugar más oportuno.
Es más, a nuestro entender no sólo hav que reducir a la categoría
del primer grupo los mártires cuvo culto aparece atestiguado en la obra
poética de Prudencio, a fines del siglo iv, sino también aquellos que
pertenecen a la primera sene del tercer grupo, a saber : aquellos cinco
mártires españoles, no citados por el vate de Calahorra, pero cuvos vesti-
gios de su culto, o a lo menos su memoria, son anteriores al IV Conci-
liode Toledo del año 633. La segunda sene de este tercer grupo, que
comprende aquellos mártires cuvos pnmeros vestigios cultuales o su
memona histórica aparece por primera vez después del año 633, están
en una situación de manifiesta inferioridad respecto a los demás, por

caer dentro de la posibilidad de que sean un producto del exaltado fervor


que siguió al renacimiento del culto a los mártires, iniciado v fuerte-
mente impulsado por el IV Concilio toledano, que se celebró en este
año. De alguno de los mártires de esta segunda sene del tercer grupo,
así consta positivamente.
Si atentamente se busca la causa diferencial que separa los mártires de
la pnmera sene de este tercer grupo de los del segundo, se verá que
aquélla es únicamente el testimonio de Prudencio a favor de unos, v el

silencio de este poeta respecto de los otros. La mavor parte de los autores

de nuestros días, así españoles como extranjeros, sin profundizar el sen-


ndo v el valor de estos testimonios, positivo
y negativo del poeta, pero
apovándose en él, han concedido la existencia histórica para unos v la

han negado a los otros. Sin embargo, al analizar equitativamente el va-


lor de Prudencio en esta cuestión, el problema debe enjuiciarse de otro
modo.
Acostúmbrase olvidar, o tal vez diríamos mejor, se ignora que nues-
tros cinco mártires (Leocadia, Vicente, Sabina. Cristeta. Eulalia de Bar-
28 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

celona) tienen una tradición documental,


y algunos arqueológica, de su
culto mucho más antigua que algunos de aquellos otros fugazmente re-
cordados por Prudencio en su obra poética; es decir, hay algunos de
aquellos mártires del segundo grupo, de existencia histórica incontestable
por su culto demostrado a fines del siglo iv, que, de no haber sido re-
cordados por Prudencio, nos habríamos visto constreñidos a dejarlos en
la situación perentoria en que dejamos a aquellos mártires cuyo recuerdo
no aparece si no es más allá de mediados del siglo vn. En cambio, se
ha tributado un valor desmesurado al testimonio negativo de Prudencio
para negar con una sorprendente ligereza la existencia histórica de unos
mártires cuyo culto comprobamos como una cosa corriente en los si-

glos v y vi.
De aquí que se imponga un estudio profundo y serio del valor del
testimonio negativo de Prudencio para ver si realmente el silencio del
poeta acerca de Santa Eulalia de Barcelona es un argumento suficiente-
mente poderoso para hacer dudar de su existencia histórica. Sin embargo,
para proceder con claridad es conveniente demostrar antes la existencia
del culto a nuestra santa en Barcelona, por lo menos a fines del siglo vi.

# # #

Al hacer el estudio de las pasiones de los mártires españoles que se


leían en el día correspondiente de su aniversario en el oficio y la misa,
cuyas conclusiones recogimos en el primer volumen de nuestra obra
I
Pasionario Hispánico , tuvimos ocasión de demostrar que a fines del si-

1
A. FÁBREGA Grau, Pbro., Pasionario hispánico, z. I, Estudio. Madrid-
Barcelona, C. S. I. C, Inst. P. E. Fiórez, 1953, 303 págs.
La de la existencia de la Pasión d¿ communi, fundamental en nuestro
teoría
estudio, ha sido revisada recientemente por el P. B. De Gaiffier. Nuestro buen
amigo, a quien sometimos el original del I vol. del Pasionaria hispánico, antes
de que lo presentáramos como tesis doctoral en !a Facultad de Historia eclesiás-
tica de la P. Universidad Gregoriana,
y que benignamente nada entonces nos
objetó, propuso después ciertos reparos en «Analecta Bollandiana», 72 (1954),
páginas 378-396, unos pocos muy atinados y que suscribimos; otros, en cambio,
nos parecen poco convincentes. Esperamos que ante la edición crítica del Pasionaria.
Hispánico, aparecida con posterioridad al artículo mencionado, serán más claras
las razones que, como seguimos creyendo, sostienen nuestra tesis acerca del al-

cance de la Pasión común. Nosotros nos apovamos únicamente sobre los textos
del Pasionario, y no sobre versiones que no figuran en él (cf. págs. 387, 391, etcé-
tera, del Además se nos citan expresamente frases que,
artículo mencionado). si

de por sí poco prueban o prueban demasiado, como se nos achaca, tienen el


SANTA EULAILIA DE BARCELONA 25

glo vi existíaun texto hagiográfico-ktúrgico, que se utilizó simultánea-


mente en diversas iglesias españolas que carecían de pasiones propias para
la conmemoración aniversaria de sus mártires). Por su naturaleza llamá-

bamos a este texto Passio de communi, y demostramos allí que fué


escrito después del II Concilio de Zaragoza del año 592 y antes de la
redacción de la Pasión propia de los innumerables mártires de Zaragoza,
en los últimos años del siglo vi o primeros del vn.
Su autor, probablemente de Zaragoza, después de un prólogo ins-

pirado en la Pasión de San Saturnino y a base de algunas noticias sa-


cadas de la Pasión de San Vicente, trabajó su obra a base de un supuesto
itinerario persecutorio de Daciano por tierras ibéricas
2
. Este juez —aquel
mismo Daciano que a pesar de su extrema ferocidad tuvo que declararse
vencido por la intrépida constancia de Vicente («Vincens» = «el que
vence») — habría sido mandado por los emperadores Diocleciano y Ma-
ximiano a España para extirpar hasta las raíces su fe cristiana; ebrio de
sangre, entró en España, según nuestro autor anónimo, con veloz ca-

rrera por las Gahas. En Gerona


y en Barcelona, a donde
sacrificó a Félix,

llegó poco después, Cucufate y Eulalia, y otros muchos que sería prolijo
enumerar; tomó luego el camino de la tranquila y pacífica Zaragoza,
donde dió muerte a los llamados Innumerables; de aquí entró en Alcalá
T
de Henares, donde inmoló a usto y Pastor; llegóse después hasta To-

sentido cabal que quisimos darles solamente consideradas en su contexto, no ais-

ladamente. Cf. págs. 385-6, etc.). de nues-


Consideramos, pues, gratuita la teoría

tro buen amigo (pág. 393), puesto que no la demuestra. Véase cómo también
otros Je han atribuido inexactitudes, razones hipotéticas y no definitivas, en «His-
pania Sacra», 7 (1954), pág. 497.
2
El texto latino, suprimidas las frases que para nuestro objeto tienen un
valor secundario, dice así: «Primum namque Galham, ut lupus cruentus intra-
vit (Datianus) : ibique exsatiatus sanguine martyrum ac cadavera crapulatus, ruc-
tans,Spaniam ingressus est : Felicem, Cucufatem, Eulaliam et alios, quorum
nomina longum est scribere, gravissimis tormentis afficiens, Deo animas conse-
cravit innocuas. Ac post inde feücissimam Caesaraugustam, quasi leo frendens,
arripuit... Inde a!acri profectu complutensem ingreditur civitatem; protinus pro
cruore lac, truncatis corponbus, geminas margaritas...
fundens, Iustum et Pas-
torem a térra ad coelos per feralem impietatem pius Dominus suscepit. Deinde
adveniens toletanam urbem... reperit Leocadiam... Properans itaque E'lboram,
officium omne praemonet suum... Statimque, compertum adulescentem quern-
dam nomine Vincenáum..., quem cum Sabina et Christete, eius sororibus, in
abelensem urbem persequens, digna Christo muñera dedicavit. Profectus ab El-
bora, emeretensem ingreditur civitatem..., multosque, sanotorum crudeliter san-
guine fuso, transmissit ad Dominum inter quos Eulaliam, multis cruciatibus
;

multisque verberibus affüctam, igne adplicito, Domino consecravit...»


3o ÁNGEL FABREGA CRAU

ledo, donde encarceló a Leocadia, que murió poco después; marchó en


seguida para Avila, y allí mató a Vicente, Sabina
y Cristeta; hasta que,
llegado a Mérida, sacrificó entre otros mártires a Eulalia.
Cualquier investigador que sin prejuicio alguno examine este texto
en las dos menciones que se hacen del nombre de Eulalia, concluirá con
nosotros que el así como tuvo inten-
compositor de esta pieza de común,
ción de referirse a Santa Eulalia de Mérida al final del itinerario perse-
cutorio, así al principio cuando mencionó por primera vez a Santa Eula-
lia, después de San Félix v San Cucufate, primeras flores que pisoteó

el perseguidor al entrar en España, tuvo intención manifiesta de referirse


a la santa barcelonesa.
De la interpretación genuina de este texto, hecha precisamente en
una época anterior a la primera traslación de reliquias, celebrada en el

año 877, tenemos un testimonio elocuentísimo en el martirologio de -

Floro, según la recensión ET, códices de Clermont, Bolonia, Epternach

y Toul, que, como es sabido, puede datarse como una obra compuesta
en el segundo terco del siglo ix. Traducido al castellano dice así: «II
Id. Febr. En España, en la ciudad de Barcelona, es la fiesta de Santa
Eulalia virgen y mártir, que sufrió el martirio en tiempos del emperador
Diocleciano, bajo el poder de Daciano prefecto de España, cuando bajo
el mismo tirano consta que recibieron las gloriosas palmas del martirio
San Cucufate en la misma Barcelona y San Félix en Gerona. Así está

escrito en la pasión de Santa Leocadia.»


La última frase indica claramente que el autor de esta lección del
martirologio de Floro interpretó la Pasión de Santa Leocadia, o, según
3
tenemos demostrado , de la Pasión de communi, en el sentido de que
la primera mención de Santa Eulalia fuera una referencia a la santa bar-

celonesa, ya que hav que descartar que esto lo dijera movido por la

segunda mención en que es aludida manifiestamente la santa emeritense.


Por esto nunca comprendimos cómo pueda decirse verdaderamente obje-
tiva la interpretación que de esta frase tan clara se ha dado : «On remar-
quera tout de suite que l'auteur de la passion ne spéficie pas qu'il parle
d'Eulali'e de Barcelone; comme, un peu plus loin, il racconte le martyre
d'Eulalie de Merida, on peut présumer qu'il s'agissait deja d'elle dans
4
l'énumération de martvrs qui precede» . Esta interpretación, como se ve,

es totalmente gratuita. Es cierto que en el texto latino de la Pasión de


cornmuni no se dice expresamente que la primera Santa Eulalia mencio-

3
Pasionario hispánico, págs. 67-78.
4
H. Moretus, Les saintei Etdalie, «Revue Quest. hist.», 89 (191 1), pág. 112,
SANTA EULALIA DE BARCELONA 3*

nada sea la de Barcelona, como tampoco se dice de San Cucufate, ni se


habla de que San Félix sea el mártir gerundense, y en cambio nadie se
atrevería a ponerlo en tela de juicio.

De todas formas no vava a creerse con esto que sostengamos la rea-


lidad histórica del viaje persecutorio de Daciano por España; pues cuan-
do un autor se propone escribir una historia de unos hechos a tres siglos

de distancia, sin que medie ningún testimonio en que apoyarse, es de


sospechosa credib'lidad. Por esta misma razón ni debe concederse con
demasiada facilidad que todos los mártires mencionados en este texto fue-

ran víctimas de Daciano; hay efectivamente razones poderosas para du-


darlo de alguno. Sin embargo hay que conceder a este autor anónimo de
los últimos años del siglo vi por lo menos una autoridad suficiente cuan-

do nos refiere los acontecimientos y las cosas que ocurrían en su tiempo.


Es decir, de todo cuanto ref ere el texto de la Pasión de communi puede
darse como cierto, en virtud del testimonio de su autor, que a fines del
siglo vi, los mártires que se mencionan en este texto tenían culto por lo

menos en las respectivas iglesias allí mismo mencionadas. Desde luego,


no hay dificultad en admitir esto por lo que toca a los santos Félix, Cu-
cufate, Innumerables, Justo y Pastor, Leocadia y Eulalia de Mérida,

porque su culto consta por otros monumentos independientes y anterio-


res. En cambio son desconocidos otros monumentos más antiguos de
culto a Santa Eulal.a de Barcelona y a los santos Vicente, Sabina y Cris-
teta de Avila; de aquí que sea necesario demostrar que por este docu-
mento sabemos que a fines del siglo vi se les tributaba culto a estos
cuatro santos en sus respectivas iglesias.
Ya hemos dicho hace poco que el testimonio de la Pasión de comrrtuni
no es tan fehaciente para demostrar lo que narra que aconteció a prin-
cipios del siglo iv como para atestiguar lo que ocurría en la época en que
se componía este texto. En aquello él pudo
y hasta si se quiere en-
errar,

gañar, pero en esto no pudo falsear unos hechos que sus contemporáneos-
habrían podido reprocharle. Según esto, aun aquellos autores que nie-
gan la historicidad de estos cuatro santos deben admitir, si no quieren
ser tildados de hipercrítica, que este texto atestigua un culto existente
por lo menos a fines del siglo vi en Avila para los santos Vicente, Sabina

y Cnsteta, y en Barcelona para su Santa Eulalia, que aparece como már-


tir ciertamente distinta de su homónima emeritense.
Habrá sin duda quien diga que no fué ésta la primera ni la última
vez que una ciudad cree estar en posesión de unas reliquias de un mártir,
o que ella fué teatro de sus hazañas, o que le vio nacer para la tierra y
el celo después que un falsario sin documento alguno pero interesado'
3a ÁNGEL FABREGA CRAC

en ello así lo afirmó gratuitamente. Esto es cierto, y aún diremos más : es


bastante frecuente en hagiografía. Pero este tal olvida lamentablemente
que en todos estos casos se trasluce siempre, en uno u otro lugar, un
extraordinario
y sospechoso interés en afirmar y demostrar su aseveración,
cosa que no ocurre en nuestro caso. El anónimo autor de este texto de
común cita estos nombres como mártires de sus respectivas ciudades con
la naturalidad de quien habla a un auditorio o escr.be para un público
que conoce tan bien como él el asunto en cuestión; más aún, para Santa
Eulalia de Barcelona descuidadamente ni tan sólo cita el nombre de su
propia ciudad, que del contexto hay que deducir que es la nuestra, toda
vez que supone a Eulalia oriunda de la región vecina a las Galias, y en
ésta no hav otra ciudad que dispute tal honor a Barcelona.
De esto se deduce que ciertamente el autor de la Pasión de communi
no tuvo intención de inventar una Santa Eulalia para atribuirla a Bar-
celona, sino que haciéndose eco de la tradición barcelonesa, conocida en
Zaragoza al declinar el siglo vi, vino a testimoniar que en Barcelona se

veneraba junto con Cucufate una mártir llamada Eulalia,


y que ésta era
distinta de Santa Eulalia de Mérida.
No tenemos inconveniente en conceder que el culto tributado a nues-
tra Santa en Barcelona a fines del siglo vi vendría expresado por unas
ceremonias cuya solemnidad estaría tal vez reducida a su mínima expre-
sión v confirmado por unos textos litúrgicos vagos y comunes. Es casi
seguro que va en este tiempo se desconocerían los detalles de la historia
verdadera de Santa Eulalia de Barcelona : el culto a los mártires españoles
languideció poco a poco después que, para favorecer a la ortodoxia, fué
privado oficialmente por la iglesia española del elemento que le hacía po-
pular porque iba directamente al alma del pueblo cristiano : los himnos
para ser cantados junto al sepulcro de los mártires en los aniversarios;
y
habría venido a desaparecer aun la misma memoria de muchos de ellos, s:

oportunamente la jerarquía española, pasado el peligro priscilianista, no


hubiese virado en redondo, en el Concilio IV de Toledo (a. 633), que
presidido por San Isidoro de Sevilla, no sólo permitió el uso de los himnos,
sino que mandó componer himnos nuevos en honor de los mártires,
y
aún amenazó con pena de excomunión a quienes se obstinaran en pros-
cribirlos, pues, decía el Concilio, «si nulla decantetur, vacant officia om-
nia ecclesiastica — si no se cantan (los himnos) quedan vacías todas las fun-
5
ciones eclesiásticas)) .

Removido aquel obstáculo, a saber aquella prohibición de los himnos

5
Mansi, vol. 10, col. 622-623.
SANTA EULALIA DE BARCELONA 33

litúrgicos, el culto a los mártires tomó en España a partir de esta fecha


del año 633 un incremento nunca visto. En un espacio de tiempo relativa-
mente corto aparecieron más de cuarenta himnos de nuevo cuño y se im-
portaron más de un centenar procedentes de las iglesias de oriente, de
Italia, de las Gallas y del Africa cristiana. Pero la redacción de himnos
nuevos no paró ni con la invasión árabe, pues conocemos otros cuarenta,
escritos después del año 711. Y con los himnos aparecieron, naturalmente,
las misas y las demás fórmulas litúrgicas propias correspondientes.

Por esta misma razón también, y dado que para redactar las piezas
litúrgicas propias de los mártires era necesario conocer los detalles histó-
ricos que rodearon el martirio de aquellos héroes de la fe cuya gloriosa
memoria quería resucitarse, hubo necesidad de crear las pasiones propias.
En estas circunstancias de fervoroso renacimiento litúrgico hispano era
natural que la atención de los fieles y doctores de la iglesia visigótica
recavera desde el primer momento sobre los mártires que fecundaron con
su sangre la península ibérica, de los cuales, excepto San Fructuoso y com-
pañeros, San Vicente, Santa Eulalia de Ménda
y las santas Justa y Ru-
fina, no se sabía más que las cuatro vaguedades que se leían en aquella
Pasión de comimuni que se empleó, tarde o temprano, en su culto, a
falta de pasiones propias. Por esto no es de extrañar que, excepto para
los Innumerables de Zaragoza cuya Pasión parece compuesta a principios
del siglo vil, todos los demás mártires recordados en la Passio de commu-
ni, (Leocadia, Justo y Pastor, Eulalia de Barcelona, Félix, Vicente, Sabina

y Cristeta, y Cucufate en una versión perdida) tengan su Pasión pro-


pia, y, con dependencia de ésta, las demás fórmulas de su culto, com-
puestas alrededor de mediados del siglo vu, después del año 633.
Nada, pues, tiene de particular afirmar que el culto que nuestra
Santa Eulalia recibía en Barcelona al declinar el siglo vi, debía ser un cul-

to pobre e intrascendente. Era exactamente el mismo que, excepto tres


o cuatro, recibían todos los mártires de la iglesia hispano-romana de este
tiempo.
Santa Eulalia de Barcelona, pues, recibía culto de sus conciudadanos
por lo menos a fines del siglo vi, según nos atestigua desde Zaragoza el

autor anónimo de la Pasión de communi.

# # #

Con el fin de demostrar que los mártires de la primera sene de


aquel tercer grupo venían a reducirse prácticamente a la categoría de los
otros dos primeros, señalábamos que la única razón diferencial que les se-

3
34 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

paraba de los demás era el silencio del poeta calagurritano Prudencio. De-
mostrada la existencia del culto a nuestra santa a fines del siglo vi,
hecho que por sí solo valoriza poderosamente la tradición cultual de
nuestra santa frente a la de muchos otro mártires hispanos, es aquí el

momento de aquilatar el valor del testimonio negativo de Prudencio


respecto a algunos mártires españoles en general y a nuestra Santa Eula-
lia de Barcelona en particular.
Como es sabido, Prudencio fué el gran poeta hispano cantor de los

mártires cristianos. Por su naturaleza ibérica era natural que mostrara una
predilección especial por los mártires españoles : de los catorce himnos de
que consta su obra Peristéfanon, seis están dedicados a la memoria de
mártires hispano-romanos (dos a Emeterio-Celedonio, Eulalia de Mérida,
Innumerables de Zaragoza, Vicente, Fructuoso- Augurio-Eulogio) ; y de
los otros dieciséis mártires, que incidentalmente recordó, nueve son asi-

mismo españoles (Acisclo, Zoilo, Fausto, Jenaro, Marcial, Félix, Cucu-


fate, Justo y Pastor). Está ya demostrada más arriba la existencia histó-
ricade estos treinta y cuatro mártires españoles cuyo culto era una reali-
dad, por lo menos a fines del siglo iv. Pero, ¿es que en España no hubo-
otros mártires que los recordados por Prudencio? ¿Será tal vez cierto,

como quieren algunos, que todos los presuntos mártires hispanos no


mencionados en la obra poética del vate calagurritano, son una ficción
de épocas posteriores que nada tienen que ver con la historia?

Ni Prudencio ni autor antiguo alguno afirmó jamás que la lista de


los mártires hispanos entresacada de la producción literaria de este gran
poeta fuera una lista exhaustiva; al contrario, de esta misma producción
se desprende que ciudades hubo que regaron su suelo con profusión ge-
nerosa y fecunda de sangre de mártires : el poeta dice por ejemplo de
Tarragona que era madre de santos ugenitrix piorum» y de Gerona que
6
era rica en miembros santos «artubus sanctis locuples» Pero además .

pudo haber unos mártires de alguna ciudad de la península ibérica que


Prudencio no citó o porque no los conocía o simplemente porque no qui-
so. Unos versos del himno IV del Peristéfanon nos demuestran que Pru-
dencio omitió unos nombres por razones prosódicas. Efectivamente : al

hacer la enumeración de los dieciocho mártires de Zaragoza en este him-


no, se encontró con que cuatro de sus nombres no encajaban por su can-
tidad silábica en la estrofa sáfica con que escribía el himno, y así, des-
pués de nombrar a catorce de ellos, escribió : «Quator posthinc superest
virorum/nomen extolli renuente metro/...» («queda luego que ensalzar

* Peristéfanon, himno IV, versos 22 y 30.


?

S ANTA EULALIA DE BARCELONA 35

el nombre de otros cuatro que no caben en el metro...»). Luego, si se

vio obligado a declarar esta dificultad puesto en el trance de enumerar


estos mártires de Zaragoza, bien pudo por semejante dificultad o por
otras razones omitir, aún conociéndolos, nombres de otros esclarecidos
mártires hispanos.

¿No será esta misma razón la que motivó en el mismo himno IV


a buscar circunloquios para rehuir la mención expresa de otros nombres
de mártires españoles —versos 20, 24, 25-28, 31, 37-40 —
Queriendo evitar la censura del poeta romano — «sed nunc non erat.

his locus» — conviene que, dejando para otros el estudio del problema res-
pecto a otros santos, estrechemos más el círculo de investigaciones en
torno a Santa Eulalia de Barcelona.

Es cierto que nuestra Santa no mereció para Prudencio un trato de


favor como el que le merecieron otros mártires españoles; de lo contra-

rio le un himno completo. Sin embargo ni siquiera se


habría dedicado
limitó a recordar escuetamente su memoria como hizo con otros már-
tires en el mencionado himno. Ahora el problema a dilucidar es el si-

guiente ¿Pudo Prudencio y debió conocer la existencia del culto a Santa


:

Eulalia de Barcelona, y, en caso afirmativo, debió hablar de él? Sabido


es que la fuerza del argumento negativo de un autor calificado estriba
precisamente en la respuesta afirmativa a ambas preguntas.
No hay la menor duda de que Prudencio pudo v debió conocer la

existencia del culto que, en su tiempo, Barcelona tributaría a su mártir

Eulalia; si conoció, como es cierto, el culto que aquí se tributaba a San


Cucufate, no hav razón alguna que nos incline a sospechar que no pudo
tener noticia del que se tributaría a Santa Eulalia. En cambio en el su-

puesto de no querer redactar todo un himno completo a su honor, Pru-


dencio tuvo razones sujetivas, y éstas poderosísimas, para callarse el nom-
bre y memoria de Eulalia de Barcelona en el himno IV del Peristéfa-
la

non, es decir, en el himno donde únicamente son citados aquellos már-


tires que no tuvieron el honor de tener un himno completo dedicado por

el poeta. Estas razones son dos, una de orden interno o argumental, y


otra de orden externo o prosódico.

Al componer este himno IV para ensalzar la memoria de los dieciocho


mártires de Zaragoza, Prudencio lo vistió sobre la trama argumental si-

guiente. Zaragoza es la ciudad más dichosa del orbe porque guarda en


un sólo sepulcro las cenizas de dieciocho mártires. Al final de los tiem-
pos, cuando vendrá el Señor sobre rutilante nube blandiendo rayos en
su diestra para restablecer la justrcia y la equidad, cada una de las ciu-
.

3* ÁNGEL FABREGA GRAU

dades resucitadas saldrá regocijada al encuentro de Cristo para presen-


tarle en canastillas sus preciosos dones : Cartago presentará los huesos
de Cipriano; de Acisclo, Zoilo y las «tres coronas»; Ta-
Córdoba los

rragona presentará Fructuoso y sus dos diáconos; Gerona a Félix; y


Calahorra a Emeterio y Celedonio; Barcelona se levantará apoyada en
su esclarecido Cucufate, Narbona en su Pablo, y Arles en su Ginés;
Mérida saldrá al encuentro de Cristo con las cenizas de su virgencita
adorada; Alcalá se gozará con los sepulcros de Justo y Pastor; y Tánger
introducirá a Casiano. Unas ciudades presentarán un solo mártir, otras
dos o tres, y quizá alguna hasta cinco; en cambio Zaragoza, porque es

amante de Cristo, ceñida su cabeza con los oscuros olivos, insignia de


paz, presentará nada menos que dieciocho santos mártires; ella sola,

Zaragoza, preparó la comitiva más numerosa de los atletas de Cristo,


hasta el punto de que podría creérsela patria obligada de todos los már-
tires, de donde sube el cielo la nivea comitiva de la nobleza togada.
Apenas si la populosa ciudad de Cartago, ni aún la misma Roma, sen-
tada en su trono, podrán superar a Zaragoza en tal cúmulo de dádivas
(versos 1-75).
Dejando aparte el portentoso lirismo de toda la pieza y la fuerza de
esta última hipérbole, la mente del poeta estaba sin duda en comparar
la gloria de Zaragoza que presentará a Cristo-Juez- dieciocho mártires, ccn
otras ciudades que sólo podrán presentarle uno, dos o tres y alguna
quizá c:nco. Esto significa que Prudencio para favorecer la fuerza de su
argumentación pudo, sin negar nada, d'sminuir el número de mártires
que él citaba de cada ciudad, y por lo que respecta a Barcelona pudo
además ser inducido a la omisión del nombre de Eulalia ante la impo-
sibilidad que técnicamente representaba incluir su nombre en los endeca-
sílabos y la dificultad de introducirlo en el adorno de la estrofa sáfica en
que escribía el himno '

La palabra Eulalia, en cualquiera de las posibilidades morfológicas


que puede tomar en la oración, por similitud de la cantida desinencia!
viene a reducirse prosódicamente a estas dos formas: a, — uuu (nomi-
nativo, vocativo, acusativo) y b, — \j<J — (genitivo, dativo, ablativo).

Esto sucedería en toda las posibilidades, aun cuando la -m desinencial

del acusativo actuara como consonante de posición, en cuyo caso se redu-

ciría a la forma b, o aunque el acusativo sufriera la elisión de dicha dea

'
Agradecemos sinceramente a nuestro amigo don Baltasar Cali, licenciado

en Filología clásica, d asesoramietuo que nos ha prestado en esta materia


SANTA EULALIA DE BARCELONA 57

nencia yuxtaponerse a una palabra que empiece con vocal, larga o


al

breve, en cuvo caso admitiría una doble solución — vjvj — .

Es cierto que podría admitirse la posibilidad de que el poeta hubiera


recurrido al fenómeno de la sinícesis (Eü-Iál-já), pero éste es un recurso
extremo a que Prudencio hubiera podido acudir en el caso de querer c:tar
a la Santa fuese como fuese, pero que ciertamente pudo y quiso evitar

toda vez que así le convenía por la razón argumental del himno más
arriba explicada.

Ahora bien, en los endecasílabos sáficos, la forma a (— ww«->) queda


automáticamente descartada, y la forma h (— wu— ) también, porque
ocasionaría en el verso la cesura tras la cuarta sílaba, cosa que nunca
sucede ni en los clásicos ni en el mismo Prudencio. Católo y Horacio
colocaron la cesura ordinariamente tras la quinta sílaba y alguna que otra
vez tras la sexta, nunca en la cuarta. Por consiguiente Prudencio tuvo
como imposible la inserción del nombre de Eulalia en ios sáficos.
Es asimismo imposible introducir este nombre en el adorno bajo la

forma a (—www), y es muy difícil que cupiera decorosamente en él

bajo forma b (—
la ),
pues únicamente podría entrar posponiendo a!
nombre de Eulalia una partícula monosilábica breve, v esto no es de
creer que tuviera interés en hacerlo el ooeta por las mismas razones que
quiso evitar el fenómeno de la sinícesis.

Movido, pues, por las dos razones expuestas, una de r.po argumental.
otra de tipo prosódico, Prudencio tuvo poderosas razones sujetivas para
callarse, aun conociéndolo, el nombre de Eulalia en el himno IV de su
Peristéfanon.
Con todo lo que hasta aquí antecede, queda pues demostrado que
el testimonio negativo de Prudencio en nada impide que el culto que
Barcelona tributaba a su Santa Eulalia -.1 declinar el siglo vi, según tes-
timonio de la Passio de cornmuni, pueda remontarse a los años inmediata-
mente paz de Constantino, y así este culto equiparado al
posteriores a la

de los demás mártires que positivamente sabemos que eran venerados en


esta época, es garantía de su historicidad.
3« ÁNGEL FÁBRECA GRAL'

II

LOS MANUSCRITOS DE LA LITURGIA HISPANICA

Antes de enerar en el estudio de las fórmulas de la Liturgia hispá-


nica, propias de Santa Eulalia de Barcelona, es imprescindible hacer un
examen de los manuscritos litúrgicos con el solo objeto de comprobar
cuáles contienen su festividad y cuáles la omiten.
Este estudio, hecho con la debida seriedad y profundidad nos llevará
a un adecuado conocimiento de la difusión v extensión del culto a
Santa Eulalia desde que, como si saliera de madre, se propagó desde
Barcelona a las demás iglesias de la península ibérica. Por esta razón
cjueremos proponer minuciosamente el resultado del estudio no sólo de
los manuscritos que al contener las fórmulas, positivamente nos cercioran
de la existencia del culto a Santa Eulalra en la iglesia o monasterio para
el cual fueron escritos aquellos códices, sino también de aquellos otros
que, al no contenerlas, son un testimonio de que, al tiempo que se escri-

bían, el culto a nuestra santa no había entrado todavía en aquella iglesia

o monasterio.
De muchos de estos manuscritos cenemos las fotografías sobre las

cuales hemos trabajado; otros los conocemos por descripciones técnicas


publicadas en obras de reconocido mérito crítico, o facilitadas por amigos
nuestros que los consultaron directamente. Sin duda se nos habrán esca-
pado algunos, pero creemos haber estudiado la casi totalidad y estamos
seguros de haber utilizado los mejores.
Para mayor comodidad y preparando el terreno para los futuros ca-
pítulos, los hemos agrupado por razón de su contenido formal manus- :

critos del Oracional, Leccionario, Homiliárió, Antifonario, Sacramen-


tarlo, Misal v Breviario, Himnano. Pasionano y Legendario.

Oracional.

El Oracional era el libro de la liturgia que contenía las oraciones a


rezar en el Oficio Divino.
De él existen dos manuscritos : el Libellus Orationum de la Biblio-

teca Capitular de Verona. número Tarragona y escrito


89. procedente de
a fines del siglo vn o princip os del vi n. ciertamente antes del año 711,
SANTA EULALIA DE BARCELONA 39

V el del Museo Británico, Additional 30.852, procedente de Silos, escrito

a mediados del siglo ix.


El primero de estos manuscritos fué dado a conocer por J.
Bianchini
-en el año 1741 en 1946, ha sido editado por el reve-
; recientemente,
rendo doctor José Vives, juntamente con las fórmulas que fueron aña-
didas en el segundo manuscrito, en la obra Oracional visigótico \
Ni uno ni otro de estos dos manuscritos contiene, entre las fiestas,

la de Santa Eulalia de Barcelona.

Leccionario.

El Leccionario, llamado también Líber Commicus por estar compuesto


de fragmentos (=. de Comma) de la Sagrada Escritura, era el libro de

la liturgia que contenía las lecciones bíblicas que debían leerse en la

celebración de la misa.
De este libro conocemos cuatro manuscritos y un fragmento; es a
saber: el manuscrito de la Biblioteca Capitular de Toledo 35,8 y dos

fragmentos de otro en las guardas del códice 35,4 de la misma biblioteca,


ambos del siglo ix; el de Silos, hoy en la Biblioteca Nacional de París,

Nouv. acq. lat. 2. 171, de finales del siglo xi ; el del Archivo de la

Catedral de León, número 2, escrito antes del año 1071, y el de San


Millán de la Cogolla, hoy en la Real Academia de la Historia de
Madrid, Aemilianensis año 1075.22, escrito en el

Todos estos manuscritos han sido objeto de estudio por parte del
padre J. Pérez de Urbel y A. González en la publicación de su obra
2
Líber Commicus . Ninguno de ellos incluve, entre las fiestas de már-
tires, a Santa Eulalia de Barcelona.

Tampoco
se halla el nombre de nuestra santa entre las 216 notas con

que fué posteriormente enriquecido el manuscrito bíblico de la Biblioteca


Universitaria de Madrid, número 31, del siglo xi, para determinar a
qué festividad se destinaban los fragmentos de este códice bíblico adap-
tado a las exigencias litúrgicas en funciones de leccionario.

1
José Vives, Oracional visigótico. (Barcelona. 1946), LIV-433 págs. Cf.
«Anal, sacra Tarraconensia», 18 (1945), págs. 1-25.
1
J. Pérez de Urbel, A. González y Ruiz Zorrilla, Líber Comrnicus,^ I

(Maídrid, *95°\ CLI, 354 págs.; II (Id., 1955), págs. 355-778.


ÁNGEL FABREGA GRAU

HOMILIARIO.

Este libro contenía, como ya indica su nombre, las homilías que se


leían en determinadas festividades litúrgicas.

Desconocemos el contenido del manuscrito 9,6 de la Biblioteca Ca-


pitular de Toledo (siglo x), pero en cambio sabemos que los Homiliarios
Aemilianensis 63, de la Real Academia de la Historia (siglo ix), y el

33' 1
(s ^° x)' ^ e acl ue ll a misma biblioteca toledana, no contienen fórmula
alguna para la fiesta de la santa barcelonesa, lo que no es de extrañar
toda vez que estos códices sólo contienen homilías de tempore. Ignora-
mos, asimismo, el contenido exacto del Líber Homiliarum de la Biblio-

teca Capitular de Córdoba, códice número 1, procedente de San Pedro


de Berlangas, del siglo x. El único que conocemos es el Homiliarium
Mozarabicum u Homihae Toletanae de fines del siglo xi, hov en el

Museo Británico, Additional 30.853, procedente de Silos. Por el estudio


que Dom Monn hizo de él al publicar su Líber Comicus 3
,
págs. 407-

425, que en parte recogieron Dom Ferotin


4
, Cabrol 0
y el padre Ala-
mo 6
, sabemos que en él se transcribieron las homilías que debían leerse

en la liturgia de Toledo, correspondientes a una gran parte de las domi-


nicas del año y a muchas de las festividades que se celebraban en la

sede primada con especial Comprobamos también en este


solemnidad.
manuscrito un silencio absoluto. Lo mismo sucede en el homiliario de
Scheffield. «Ruskin Museum», número 7, del siglo xi, y con el del
Archivo Capitular de Burgos de fines del siglo xi o principios del xit.

Antifonario.

Con este nombre conocemos el libro de la liturgia que contenía


los cantos antifonales v responsoriales del Oficio y de la misa.
Conocemos tres códices y tres fragmentos del Antifonario mozá-
rabe. El fragmento de la Biblioteca Nacional de París, Nouv. acq. lat.

2.199, X
4_I ^ del sl gl° IX " X ' >' e ^ del Archivo Universitario de Coim-
bra, siglo xi exeunte, o principios del siglo xn, no coinciden con los fo-

3
G. Morin-, Líber comietts (Maredsous, 1893).
* LSacr., col. 882-885.
5
DACL, 12, ((Mozárabe», col. 401.
* «Revue d'Histoire ecclésiastique», 'Louvain,
39 (1943), págs. 115 ss.
SANTA EULALIA DE BARCELONA

lios que corresponderían a la fiesta de Santa Eulalia, de haberla conteni-


do. Dígase lo mismo del fragmento del manuscrito 11.695 ^ Irtish.

Museum de Londres (siglos x-xi) procedente de Silos. Tampoco incluye

esta festividad el códice de la Biblioteca Capitular de Luca, número 490,


del siglo vii i-i x.
En cambio sí contiene esta fiesta el Antifonario mozárabe de la Ca-
tedral de León de fines del siglo ix o primeros años del x: efectivamente
entre el día de Santa Dorotea (j de febrero) v el de la Cátedra de San
Pedro (22 de febrero) propone el < Offxmm in diem Sanctae Eolahae 1
'
(fols. io2r-io2v) '. Lo mismo hav que decir del manuscrito de la Real
Academia de la Historia. Aemilianensis 30, que Ferotin data como del

siglo xi
8
. pero Blume 9 v Millares Cario 10 sin duda con más conoci-
miento de causa, como del siglo x 11 También . estaba contenida la festivi-
dad de nuestra santa en el fragmento del Antifonario mozárabe de San
Juan de la Peña, de la segunda mitad del siglo x, hov conservado en la

B bhoteca de la Universidad de Zaragoza, aunque sus fórmulas son ilegi-


la
bles por el mal estado de conservación del folio que las contenía .

Las fórmulas de! Antifonario leonés están redactadas sobre temas de


Sagrada Escr.tura; en las del Antifonario de San Millán. además de
temas bíblicos, su autor echó mano v adaptó tres oraciones propias del
Oficio de Santa Eulalia de Mérida v una de Santa Agueda, conforme se
ind'cará en los Apéndices.

Sacramentario.

El Sacramentarlo, o Líber mvstenorum. es el libro por excelencia de


la liturgia eucarística, contema las fórmulas de la misa susceptibles de
variación según los días y las festividades, excluidas las fórmulas cantadas
(Antifonario) y las «lecturas» de la misa (Leccionario). Era el libro exclu-
sivamente reservado al celebrante.
No poseemos más que un solo ejemplar del Sacramentario mozárabe.

7
Véase su texto en nuestros Apéndices.
' LSacT., col. 893-898.
9
Hymnodia gothica XXVII : Die mozarabiscben H\mnen des JtJpanischer,
Rituj, pág. 167.
Tratado de Pdeografi* española /Madrid. 1932). pág. 463.
11
Véase su texto en nuestros apéndices.
11
L. Brou, Fragments efun Amipbonaire mozárabe du monastere de San
Juan de la Peña, en «Hispania Sacras, v
5 (1952), págs. 35 53.
ÁNGEL FÁBREGA GRAU

el manuscnto de la Toledo 35,3 de los últimos


Biblroteca Capicular de
lustros del siglo ix, que pulquérnma edición de Dom
sirvió de base a la

Ferotin '-Le Líber mozarabicus Sacramentorumw (París 1912). Este ma-


nuscnto contiene en los folios 63 r-67 V la 1 Missa ín diem Sanctae Eulaliae
barc.nonensis ). Gamo todas Jas misas del Sacramentarlo, ésta consta de
las fórmulas típicas: Missa. Alia. Post nomina, Ad Pacem, Inlatio, Post
Sanctus. Post Pndie. Ad Orationem dominicam, Benedicno. La impor-
tancia de estas fórmulas, cuva composición v anngíiedad estudiaremos
más abajo, es extraordinana en orden a establecer las hitaciones del culto
13
a nuestra santa .

Misal y Breviario.

Hacia el siglo ix el Sacramenraric, por razones prácticas, fué trans-


formándose en Misal completo —MissaJe plenum — . v no es raro observar
cómo entremezclándose con las fórmulas del misal aparece el Breviario.

Estos nuevos libros aparecen en la Liturgia mozárabe bajo varios tipos,


uno que es el misal, otro el misal-breviario, v un tercero que es el breviario

solo.

Al pnmer grupo pertenecen un fragmento del Museo de San Vicente,


de Toledo, del siglo ix, que trae sólo algunas fiestas de junio; el manus-
critoAemilianense número 35, de la Real Academia de la Historia de
Madrid, del siglo IX, v los números 18 v 52 del mismo fondo pertenecien-
tes al siglo xi, así como otros dos fragmentos del archivo universitario de

Coimbra. Ninguno de ellos trae la misa de Santa Eulalia de Barcelona.


Tampoco está contenida en el misal que figura en la segunda parte del
manuscrito número 4 del archivo del monasterio de Silos, aunque aquí no
es de extrañar este silencio puesto que sólo figuran en él sas de témpore, m
no de las fiestas de santos.
Parecido silencio encontramos en los manuscritos del segundo grupo,
es decir de aquellos que. con las misas, incluyen todo o parte del oficio
correspondiente. Así en los tres códices Officia et Missae de Silos, hov en
elMuseo Británico de Londres. Addit. 30.844 v 30.845, ambos del siglo x,
y el 30.846 del siglo x-xi, y en los cuatro de la Biblioteca Capitular de
Toledo 35.4, 35,5 v 35,7 del siglo ix-x, v el 35.6 del siglo x, según la
datación del señor Millares Cario.
Tampoco hallamos ninguna referencia a la fiesta de nuestra santa

11
Véase c! texto de esta misa en nuestros apéndices.
SANTA EULALIA DE BARCELONA 43

en los manuscritos del breviario, Biblioteca Nacional de Madrid, número


io.ooi (primera parte) y io.no de los siglos ix-x y xi, respectivamente,

ni en el fragmento del de la Universidad de Cambridge, additional 5-905


del siglo xi-xii, ni en el additional 30.847 del Museo Británico que pro-
cede de Silos.

HlMNARIO.

El Himnario era el libro que contenía una colección ordenada de los


himnos del año litúrgico y de las fiestas que en él recaían. Acostumbra

encontrársele acompañado de salmos y cánticos del breviario.


De los manuscritos que a él pertenecen no nos ha sido dado examinar
los dos de la Biblioteca Capitular de Toledo 9,38 y 10,5 (siglos x y xi res-
14
pectivamente) ,
pero creemos que no deben contener ningún himno de-
dicado a nuestra santa, como así también sucede con el de Silos, hoy
en el Museo Británico, additional 30.851, del siglo xi, publicado en Lon-
dres, 1905, por J. P. Gilson, «The Mozarabic Psalter».

Los fragmentos de himnanos hov conocidos no coinciden con las fe-

chas de febrero. Tal sucede con el del Museo de San Vicente, de Toledo,
número 3 y el de la Biblioteca Nacional de París, lar. 2.824.

En cambio elhimno «Fulget» figura en el himnario que constituye la


segunda parte (numeración romana de folios) del manuscrito de la Biblio-
teca Nacional de Madrid, 10.001 (antes 35,1 de Toledo) (siglo x), folios
XXXVIII-XXXIX. Hállase asimismo este himno entre las fórmulas propias
de la festividad de Santa Eulalia de Barcelona, del antifonario de San Mi-
llán de la Real Academia de la Historia de Madrid, Aemilianensis 30, del
siglo x. Más adelante volveremos sobre este precioso texto, que por ahora
nos basta comprobar que se encuentra en dos manuscritos del siglo x.

Pasionario y legendario.

No hay que confundir el Pasionario con el Legendario, a lo menos en


la Liturgia hispánica. Mientras el primero contenía actas de mártires o,

raras veces, de algún confesor, para ser leídas


y la misa, el en el oficio

Legendario contenía vidas y relatos milagrosos de obispos, de abades, de


monjes y de vírgenes, tratados ascéticos v morales, reglas monásticas, etc.,

14
Millares Carlo, op. cit., núms. 250-251.
44 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

no escritas con un fin litúrgico, como los textos del Pasionano, sino más
bien ascético para formar espintualmente a sus lectores en la que se lla-
lj
maba la <(Lectio sacra» .

De lo dicho se deduce que prescindimos del estudio de los manuscri-


tos del Legendario, porque en él no hallaríamos ninguna pista para el es-

tudio del culto a Santa Eulalia.


Conocemos cuatro manuscritos del Pasionario : el más antiguo, de
mediados del siglo x, es el manuscrito de San Pedro de Cárdena, hoy en
tn el Museo Británico, Additional 25.600, el cual contiene la Pasión de
Santa Eulalia de Barcelona, BHL, 2.693. C° ntlenen asimismo este texto

los dos pasionarios de Silos, hoy en la Biblioteca Nacional de París, Nouv.


16
acq. 2.180 y 2.179, del siglo x y xi respectivamente
lat. El cuarto .

manuscrito no la contiene; pero su silencio se explica, toda vez que


el b.I.4 de El Escorial, del siglo xi, no es más que un apéndice comple-
mentario del manuscrito de Cárdena, de donde también procede : es

decir, que b.l.4 sólo contiene las festividades que entraron en la Liturgia
mozárabe desde mediados del siglo x hasta su redacción, y como sea que
Santa Eulalia ya estaba incluida en el Additional 25.600, el escribano

del b.I.4 no volvió a copiarla.


Obsérvese aquí que estos tres manuscritos del Pasionano sólo proponen
la recens ón BHL, 2.693 y no otra de las que ya en el siglo x eran cono-
cidas fuera de Barcelona. Hacemos aquí esta advertencia en gracia a lo que
luego hemos de exponer y estudiar con toda meticulosidad y profundidad.

1S
Cf. A. FÁbrega Grau, Pasionaria hispánico, págs. 7-13.
" Edición crítica de este texto litúrgico, en. nuestros apéndices
SANTA EULALIA DE BARCELONA 45

III

LOS TEXTOS DE LA LITURGIA HISPANICA

Quien haya seguido paso a paso el capítulo anterior sobre los manus-
critos litúrgicos hispánicos habrá podido observar que los códices que con-
tienen fórmulas destinadas al culto de Santa Eulalia de Barcelona son muy
pocos: los dos Antifonarios, uno de León, de fines del siglo ix o principios
del x, otro de San Millán, el Aemilianensis 30 de la Real Academia de la

Historia de Madrid, del siglo xi ; el Himnario del manuscrito 10.001 de


la Biblioteca Nacional de Madrid, del siglo x ; el Sacramentarlo de Toledo
del siglo ix ; v los tres manuscritos del Pasionano, uno de Cárdena, el

Additional 25.600 del Museo Británico, del siglo x, y los otros dos de
Silos, los Nouv. acq. lat. 2.180 v 2.179 ^ e ^ Biblioteca Nacional de París,
de los siglos x y xi respectivamente.
El Antifonario y el Himnano nos dan a conocer el texto del himno
aFulget hic honor sepulcn» \ el Sacramentarlo el texto de la missa
«Adesoi, y el Pasionano las actas del martirio, BHL. 2.693, para ser leídas
en el oficio y posiblemente en la misa de la festividad. Fuera de estos
tres textos no son conocidos otros formularios propios en la Liturgia hispana.
Todos ellos pueden verse publicados en edición crítica en nuestros apén-
dices.

1. El himno «Fulget».

Al ocuparnos del himno «Fulget» advertimos desde un principio que


trataremos solamente de este himno porque sólo él formó parte de la lite-
ratura litúrgica mozárabe. Hay otros himnos dedicados a nuestra santa:
2
el que parece más antiguo es el «Flos patriae decus, atque decor» con
estrofas de ritmo dactilico de cinco versos, pero que no entró en la Litur-
gia hispánica sino hasta un tiempo muv tardío; como sea, por otra par-
te, que todos estos himnos desde el punto de vista de crítica textual no
ofrecen parentesco alguno con ninguna de las demás piezas de la liturgia

eulaliana, excusamos ocuparnos más de ellos.

1
Chevalier, Repertorinm . .., núm. 6.627.
1
Ibídem, núm. 26.707.
ÁNGEL FABREGA GRAU

El himno uFulget que. según dijimos, se encuentra en el antifonario


de San Millán (siglo y en el himnario del manuscrito 10.001 de la
x).

Biblioteca Nacional de Madrid que procede de Toledo, es sin duda alguna


una obra cuva composic'ón remonta a mediados del siglo vu. Nos cer-

ciora de ello su estudio interno.

Es un himno de quince estrofas de versos trocaicos puros aunque a


veces su autor echó mano, por las exigencias de la frase, de las licencias

del trocaico mixto.

El autor del himno empieza señalando el lugar donde brilla gloriosa-


mente el sepulcro de la mártir Eulalia, sellado por ella misma con los sa-

grados estigmas de su pasión; allí Eulalia quiere ver reunidos sus devo-
tos y el poeta pide que allá se acuda. En la segunda estrofa canta las gran-

dezas de Barcelona que si siempre ha sido augusta, más lo es desde que sus
3
ciudadanos, por ella, pertenecen a tan noble abolengo .

i. Fulget bic honor sepulcn 2. Germinis huius propago


martvns Euldiae vel caterva confluens.
quae saer signavit ídem
, Barcinon augusta semper.
passionis stigmate; snrpi s aucta insignibus,
huc vocat adesse cunctos : civium floren; corona.
convenit oceurrere. plebs fidelis ínclita!

El himnógrafo nos hace contemplar la gloria de nuestra virgen, des-


cribiéndonos con rápidas
y fulgurantes pinceladas su proceso y su mar-
tirio. Con la energía de su fe, Eulalia confunde al furioso juez, predi-

cando el honor de la cruz, que es la únxa señal de salvación. Es vilmente


azotada, v, valerosa, sufre en el eculeo; es lacerada con uñas o garfios
de hierro v atormentada con llamas sin que por esto deje de aflorar en sus
labios la divina alabanza.

3. Virginem videte nostram. 4. Haec enim caesa catomif


quam sít índex gloriae, sistitur eculeo,
quae fide probara terret caeditur exungulatur
sic furentem iudicem. arque flammis uritur
praedícans crucis honocem terminum habere laudis
vel salutis mdicem. ínter ista nesaens.

Emula de su esposo crucifijado, es suspendida en la cruz; pero el

honor de su cuerpo virginal es protegido, como por una túnica, por la

3
Cf. JosÉ TarrÉ. Sant-a EuliirLa de Barcelona: Vbimnc del bisbe Quine, en
( Vida cristiana», 2 (1915-161. págs. 122 v sigs.
:

SANTA EULALIA DE BARCELONA 47

nieve caída del cielo. Así resistió codos les tormentos llena de un fuego
divino. Deshechos sus miembros, sale de su boca una paloma que, con
raudo vuelo subiendo maravillosamente hacia el cielo, proclama en el su-
premo empíreo la victoria de la virgen.

Ambiens crucis patrón um 6. Huius ex ore columba


in cruce suspendrtur. iam soluris artubus
corpus illic ad honorem prosilit mire per auras
nix po!orum protegir. ceu vo'atu perdto
Sic calore plena sar.cto virginem vicisse clamans
passionem sustulit. in superáis sedibus.

En la estrofa siguiente dice el poeta que el cuerpo de la virgen, una


vez cumplida la lev de la muerte, antes que la paloma, esto es su alma,
llegara al cielo, es transportado milagrosamente de alegría, de tal forma
que una sonrisa a flor de labio consuela los corazones afligidos de les que
la lloraban.

-. Quam amen Dei puella


gesuens percurrere
lege iam moras pera era
gaudiis actollitur;

sicque risu comparato


corda mulcet flenrium.

En magnífica prosopopeva, el himnógrafo apostrofa a la ciudad de


Barcelona, que guarda su cuerpo como un precioso tesoro

8. Luada. felix. per orbem


Baranon attollens,
quae sinu pignus retentas
tam salubre tam pium,
scilicet tanri habendo

corporis consornum.

Sigue luego una fervorosa oración a Eulalia, virgen clementísima, es-


posa de Cristo, para que recoja Jas oraciones suspiros de sus devotos
y y
los presente a Jesucristo; pídele que por su intercesión dejemos de servir
las potestades malignas, y nuestra indómita carne no rehuse el suave

yugo de Cristo, sino que todos nosotros resplandezcamos en la santidad


del amor divino; que nos libre de la indolencia y de una muerte aciaga,
que apartándonos de la peste y de la guerra, nuestra vida se deslice en
48 ÁNGEL FABREGA GRAL

paz y tranquilidad, para que, socorriéndonos como patrona ahora con


su gracia, más tarde en el cielo nos obtenga la gloria.

Después de esta oración colectiva, el autor del himno, que dice lla-

marse Quirico, le dirige su súplica particular: que Eulalia quiera con-


tarle entre los que se acogen a su protección, a él, que levantó un mo-
nasterio junto a su sepulcro; que después de su muerte se acuerde de
él en el cielo,
y que ella le supla allí lo que él aquí realizó con poca des-
treza con su lira:

13. Inter haec admixtus ipse 14. Ut mei post claustra carnis
conquirat et Quiricus, sis memor ín aethens,
qui tiu locum sepulcri et minus quod hic peregi
regulis monasticis tu valenter suppleas,
ad honorem consecravit haec tibí perla ta vota
sempiterni numinis. vel camoena consecran s.

Y acaba como todos los himnos litúrgicos, con una Doxología.


Por cuanto respecta a la fecha de su redacción v a su paternidad lo
atribuímos, como lo ha hecho el P. Pérez de Urbel en su estudio sobre
4
el Origen de los himnos mozárabes al siglo vil, v concretamente a la
pluma de aquel obispo de Barcelona, llamado Quirico, que presidió la

diócesis barcelonesa alrededor del año 656.


No parece que pueda ponerse en tela de juicio la autenticidad de
5
esta pieza, como hizo el P. Delehave , sino que al contrario, por los
argumentos que propone el P. Pérez de Urbel, creemos suficientemente
demostradas la antigüedad y la autenticidad vindicadas por este bene-
mérito e incansable investigador de la historia eclesiástica de España.
Efectivamente, por la perfección del lenguaje v la exactitud con que
el poeta ha seguido las reglas del verso trocaico, esta composición no pue-
de ser tenida como posterior al siglo vi 1 : el estilo y la estructura del him-
no pertenecen todavía a la edad de oro de la literatura litúrgica hispana,

fruto del renacimiento que siguió a la inmigración de personajes orien-


tales v al trato que muchos padres españoles de aquella época tuvieron
con la corte de Bizancio. A semejanza de otras composiciones similares,
hechas por padres españoles coetáneos, en nuestro himno hay todavía
poesía, entusiasmo, inspiración, cualidades que hacen que esta pieza

* Origen de los himnos mozárabes, págs. 30-40. (Extrait du «BuUetin his-


panique», 1926.)
1
Carta particular a F. Carreras Candi. Cf. Geografía General de Cataluña,
Ciudad de Barcelona (s. a.), pág. 122, nota.
:

SANTA EULALIA DE BARCELONA

contraste fuertemente con el prosaísmo ínsorportable, con la sequedad


V el lenguaje bárbaro de las composiciones del siglo vui y siguientes.

Xuestro himno es uno de los que se compusieron como reacción a


la comente antihimnódica debida a la posición que tuvo que adoptar la

iglesia hispana ante el pnscilianismo, sancionada oficialmente por el

canon 12 del Concilio de Braga del año 563. reacción que tomó cuerpo de
verdadera cruzada en el IV Concilio de Toledo del año 633 en que bajo
la presidencia de San Isidro de Sevilla, sesenta y dos obispos de Españi
y de la Galia narbonesa establecieron que -de nuevo debían componerse
himnos con la misma libertad con que se componían misas y oraciones;
... que nadie se atreviera a reprobar los himnos, bajo pena de excomu-
nión». Fruto de esta sabia decisión conciliar fué el gran número de him-
nos que a partir de esta fecha o se compusieron en España o entraron en
ella importados de otras iglesias. Uno de estos himnos de nuevo cuño,

fué el que compuso en Barcelona a honor de su Santa Eulalia.


se

Ahora bien, toda vez que hav que colocar la redacción de este him-
no tan bien cortado entre el año 633. fecha dél IV Concilio de Toledo, \-
e¡ 690 en que munó San Julián de Toledo v con él el período áureo de
nuestra literatura litúrgica, v debiendo atribuirlo a un autor,buen lite-
rato, de nombre Quirico, no parece desacertado atribuirlo a uno que por
aquellas fechas fué abad de un monasterio construido junto al sepulcro
de Santa Eulalia de Barcelona, v más tarde obispo de la misma ciudad,

como lo han hecho todos los autores después de Ponsich v Camps 6 .

Efectivamente, del estudio interno del himno se deduce que su


autor, que se llama a sí mismo Quince, era naovo, o a lo menos vecino
de la ciudad de Barcelona, v que había sido fundador de un monasterio
junto al sepulcro de la santa

13. Inter haec admixtus ipse


conquirac et Quináis,
qui cui locum sepulcri
reguéis monasrias
ad honorem consecrar;-
sempiterni numinis.

Ahora bien, sabiendo que en Barcelona hubo un obispo de nombre


Quirico que firmó en las actas del Concilio X de Toledo del año 656.
—Quincus barcinonensis episcopus — . que sin duda hav que identificar

1
R DE PONSICH Y Camps, Vida, martyrios
y grandezas de santa Eulalia,
hija, patraña y tutelar de la ciudad de Barcelona (Madrid, 1770), pág. 48.

4
5° ÁNGEL FABREGA GRAU

con el «Quiriacus abbas» que firmó unos años antes en el Concilio VIII de-
Toledo del 653 ', según interpretación del cardenal-arzobispo García
s
de Loaysa , y sabiendo asimismo por otra parte que este Quirico, obispo
de Barcelona mantuvo correspondenca epistolar con San Ildefonso de
Toledo (657-667), y Tajón de Zaragoza (651-...) que le llaman «Quincus
episcopus barcnonensis», cuya amistosa relacón demuestra que era un
hombre de cultura no vulgar, no parece teoría peregrina el atribuir a este
varón la paternidad del himno de que se viene haciendo mención.
Era costumbre todavía en el siglo vi 1 que los obispos salieran elegi-
dos del mismo clero de la ciudad episcopal para la cual debían ser con-
sagrados; y con frecuencia eran escogidos de entre los monjes y abades,
especialmente cuando éstos tenían un prestigio : San Ildefonso de Toledo
había sido monje v abad del monasterio Agállense, de donde también sa-

lló probablemente Tajón de Zaragoza; Juan, abad de Bíclara, fué elegido

para la diócesis de Gerona; Eutropio de Valencia había sido abad del


monasterio Servitano; Non:to, sucesor de Juan de Gerona, había
sido monje, aunque no sabemos de qué monasterio, igual que Juan de
Zaragoza, etc. Según esto, pues, es muy verosímil que Quirico, primero
abad fundador del monasterio junto al sepulcro de Santa Eulalia (653),.
fuera más tarde elegido obispo para la sede barcelonesa (656). El himno
lo habría escrito, según nuestra opinión, durante su abadiato, cuando
al levantar el monasterio quiso resucitar el culto a Santa Eulalia de Bar-
celona.

No nos parece tan probable la identificación de este Quirico barcelo-


nés con homónimo que el año 667 aparece rigiendo la sede metropo-
el

litana de Toledo como sucesor de San Ildefonso (t 667). Los primeros


autores que intentaron identificarlos no son muy dignos de credibilidad
y todo historiador probo se pone en guardia al solo oír pronunciar sus
9
nombres Jerónimo Román de la Higuera y Felíu de la Peña
: Claro .

está que si los argumentos sobre los cuales basan su tesis fueran conclu-
ventes le daríamos la razón, pues la verdad es siempre verdad aunque
la diga un moro. Pero es el caso que la argumentación de los autores

que han empeñado en defender esta identidad no pasa de una conjetura


se

fundada en la igualdad de nombres que se dan en aquel obispo de Barce-


lona v el arzobispo de Toledo que aparece unos años después, y en la

7
Mansi, vol. 10, co!. 1.222.
e
lbídem, vol. 11, col. 46.
'
PL, 136, col 1.026-27. -Anales de Cataluña (Barcelona, 1709), I, pág. 195,
col. 2.
SANTA EULALIA DE BARCELONA

suposición tácita de que no puede admitirse que dos obispos de nombre


Quirico simultáneamente rigieran las diócesis de Barcelona y Toledo.

Es cierto que desconocemos quién regía la diócesis de Barcelona en


el año 677 cuando un Quirico presidía como arzobispo de Toledo el
XI Concilio de la serie toledana. Las fuentes de la historia de la diócesis
de Barcelona callan pero este silencio y el hecho de encontrar un Quirico
;

este año en Toledo no son argumentos suficientes para inventar una


traslación de sede, como si el obispo Quirico de Barcelona hubiera sido
trasladado a la sede toledana. Esto podría ser verdad s' se demuestra
que precisamente en año 677 a partir del día 23 de enero, no antes,
el

pues en Toledo vivía todavía San Ildefonso, apareció otro obispo en Barce-
lona distinto de Quirico, pero esto no se ha demostrado todavía : no co-

nocemos ningún nombre de algún obispo barcelonés hasta el año 683 en


que aparece Idalio, a quien Julián de Toledo dedicó en este año su oProg-
rosticon futuri saeculi», y desconocemos cuándo Idalio tomó posesión de
la sede barcelonesa.

No hay, pues, argumentación fehaciente hasta nuestros días, para


demostrar esta identidad entre el obispo Quirico de Barcelona y el que
fué arzobispo de Toledo.

Sin embargo el problema de esta identificación es de un valor muy


secundario. A nosotros nos basta demostrar la identidad del autor del
himno, llamado Quirico, que se dice fundador de un monasterio junto
al sepulcro de Santa Eulalia, con el abad barcelonés Quirico que asistió

al VIII Concilio de Toledo en año 653 v que más tarde, ya obispo de


el

Barcelona, firmó entre los obispos asistentes al Concilio X de Toledo del


año 656. Hecho lo cual, queda demostrado que el himno «Fulget hic
honor sepulcn» es una obra de mediados del siglo Vil.
Ahora es preciso dilucidar otro problema, éste sí verdaderamente im-
portante. Quínco, abad-obispo de Barcelona, ; honraba e invocaba en su
himno a una Santa Eulalia local, indígena de Barcelona, o más bien a

su homónima ementense ? La pregunta tiene su interés, pues el culto a ia

Santa mártir de Ménda era de aquellos que va de muy antiguo se había


difundido no sólo por la península ibérica, sino allende sus fronteras,,

gracias a la popularidad que le creó el himno que Prudencio le dedicó en


su Peristéfanon o Libro de las coronas. Por consiguiente es muv verosímil
que en Barcelona, como en las demás iglesias españolas, se diera culto a

la santa ementense, no solo en tiempo de Quirico, sino va desde muv


antiguo.

Aunque sea a trueque de repetir textos, vamos a demostrar hasta


: :

ÁNGEL FÁBRECA CRAC

la evidencia que la mártir Eulalia cantada por el poeta Quirico eia


una mártir barcelonesa, distinta de la de Ménda.
Quirico, que conocería por la actas y el himno de Prudencio que
Eulalia de Ménda yacía enterrada en una basílica cuajada de mármoles
relucientes v vistosos pavimentos, nos habla no de que Barcelona vene-
rara una reliquia más o menos insigne de una virgen llamada Eulalia que
podría ser la ementense, sino de que en Barcelona brilla la gloria del se-

pulcro de una mártir llamada Eulalia, donde el autor convoca a sus de-
1
votos. Así en las estrofas i ." v 8.

i. Fulget hic honor sepulcn 8. Lucida, felix, per oroem


martyris Eulaliae Barcinon atrolleris,

quae sacro, signavit idem quae sinu pignus retentas


passionis stigmate; tam salubre tam pium,
huc vocat adesse cuneros scilicet tanti habendo
convenir oceurrere. corpons consomum.

Luego Quirico estaba convencido de que Eulalia de Barcelona era


una mártir distinta de la de Ménda. Pero hav más. Esta virgen que
tiene su sepulcro en Barcelona no es una santa advenediza, extranjera,

s no que nació y dio su sangre en nuestra misma ciudad de Barcelona,


pues la llama ciudadana v le pide protección para sus conciudadanos

2. Germinis huius propago 3 Virginem videte nostram,


vel caterva confluen», quam sit índex g!onae,
Barcinon augusra sen.pt l quae fide probata terret
stirpU aucta insignibus sic furentem iudicem,
civium florens coron? praedicaris crucis honorem
plebs fideüs indita. ve! salutis indiceni.

i2. Civibus oceurre, CíVÍs,

et salutem porrige,
esto sic patrona nobis
in relacu granae,
sicu: es vicina coelis
ad favorem g'.onae.

Quirico, pues, se refería a nuestra Santa Eulalia de Barcelona. Por


otra parte, Quirico no se dejó influenciar de la pasión de Santa Eulalia
de Mérida, cuyas hazañas conocería por las actas y el himno prudenciarlo,

v asíatribuvó a nuestra santa unos tormentos y un género de muerte


distintos de los en que fué envuelta la intrépida mártir emeritense. Así

por ejemplo, para no citar más que un caso, mientras Eulalia de Mérida
SANTA EULALIA DG BARCELONA 53

al final de todos los suplicios muere envuelta en llamas que nutren sus
propios cabellos y es abandonada en la hoguera en medio del foro, Eulalia
de Barcelona, según Quirico, después de otros tantos suplicios entre los
que, es verdad, hay también el fuego, es suspendida en la cruz.

No : quien haya leído v comparado atentamente el himno de Pru-


dencio dedicado a Santa Eulalia de Mérida y el himno de Quirico es-
crito en honor de Santa Eulalia de Barcelona encontrará junto a ciertos

paralelismos ideológicos, que hay que atribuir a lugares comunes de ha-


giografía, una completa diferencia, porque no nos atrevemos a decir opo-
sición, pues no sólo carecen absolutamente de dependencias verbales en-
tre sí, sino que además, así en su contextura interna como en la narración
de los suplicios y el género de muerte atribuido, hay una evidente abso-
luta independencia.

Santa Eulalia, religiosamente cantada por Quirico, es en la mentalidad


del autor del himno una mártir distinta de la que dió su sangre por amor
al mismo Señor Jesucristo en la ciudad de los Vetones, junto al Gua-
diana, en la ciudad de Ménda.

2. Las actas o pasiones.

Con el estudio de los textos de las Pasiones llegamos al punto álgido


del problema.
Por las mismas razones que omitíamos en el capítulo anterior, el es-
tudio de los himnos «Flos patnae decus, atque decor»
y aquellos otros
dedicados a Santa Eulalia de Barcelona en un tiempo muy posterior, ha-
bríamos podido prescindir del estudio de las pasiones BHL, 2.694-2.696.
Sus textos ni entraron en la liturgia mozárabe ni tuvieron influencia al-

guna en la redacción de otros textos litúrgicos dedicados a Santa Eulalia


de Barcelona por la Liturgia hispánica. Esto es evidente.
Pero como precisamente el embrollo de todo el problema hagiográ-
fico de Santa ELilalia de Barcelona estriba en una falsa y errónea valora-
ción de todos estos textos, a los que se ha atribuido un origen, una anti-
güedad y una importancia equivocados y exagerados, es de todo punto
necesario que analicemos externa e internamente todas estas recensiones
para así atribuirles la consideración v el valor que objetivamente merecen.
Los textos hagiográficos propiamente dichos de Santa Eulalia de Bar-
celona, es decir, sus pasiones, son tres, según vienen descritos por los

PP. Bolandistas en su Bibliotheca Hagiografica Latina (Bruselas, 1898-99)


2
y en su Suplemento ( Bruselas, 191 1).
:

51 ÁNGEL FABREGA GRAL

/. La pasión BHL, 2.694, contenida en el códice 107 (s. xiv) de


la catedral de Barcelona, escrita en el año 1106 por el «grammaticus» Re-
mallo de Barcelona.
2. La pasión BHL, 2.696, que hasta la fecha no se ha encontrado
«n manuscrito alguno español, lo cual de por sí aboga ya por una compo-
sición hecha fuera de España. Los textos BHL, 2.696a, 2.695 v 2 ^95 a
presentan ligeras vanantes de esta misma versión.
3. La pasión BHL, 2.693, conten ¿da en el Pasionario hispánico, v.
por consiguiente, única versión empleada como fórmula litúrgica en la

Liturgia mozárabe. La versión BHL, 2.693b, que presenta ligeras va-


riantes, es fácilmente reducible a esta misma recensión.

1. La Pasión BHL, 2.694, que se halla en el códice 107 del Archivo


Catedral de Barcelona, es un texto compuesto por el maestro Renallo
hacia el año 1106. El P. Enrique Flórez lo preparó y el P. M. Risco
lo dió a luz por primera vez en la España Sagrada, volumen 29, pági-
nas 375-390, tal como se lo facilitó su descubridor, el erudito P. J. Ca-
resmar, del monasterio de Bellpuig de las Avellanas, insigne archivero
de la catedral barcelonesa.
El maestro Renallo, al componer su obra, no hizo más que ampliar
la recensión BHL, 2.693, 4 ue encontraría en algún manuscrito del Pa-
sionario, sea de los que quedarían arrinconados después de la supresión
del rito mozárabe, sea de los que se compusieron de nuevo conforme
al santoral romano, ccn los aditamentos correspondientes de los santos
españoles.
El latín es elegante, aunque lleno de frases ampulosas que empañan
la transparencia y tersura del texto primitivo. Baste decir que el texto
de Renallo es cuatro veces más extenso que el del pasionario que venía
a glosar.

# # #

2. La Pasión BHL, 2.696, con sus vanantes 2.696a, 2.695 v 2D95 a '

se encuentran, entre otros, en los manuscritos siguientes


BHL, 2.696: Manuscrito del monasterio de canónigos regulares de
San Agustín de Val-St-Martín (Valhs Sancti Marfini), en Lovaina, hoy
en la Biblioteca Real de Bruselas, núm. 081 , fols. 25 v., siglo xv
G. Narbev lo editó en su Snpplément aux Acta Sanctorum, II, 62-64.
:

SANTA EULALIA DE BARCELONA 55

Manuscrito del Archivo Municipal de Onscano (Italia). ¿Siglo ix?


(Cfr. «Estudios franciscanos», 18, 1917, págs. 37-40.)

BHL, 2.696a : Manuscrito de la Abadía benedictina de Marchien-


nes, en la diócesis de Arras, hoy en la Biblioteca de Douai, cód. 838,

fol. IÓ4T-V. Siglo XIII.

BHL, 2.695 : Manuscrito procedente del monasterio de San Pedro


de Chartrais (Carnutensis), hov en la Biblioteca de la ciudad de Char-

trais, núm. 101, fols. 125V-126V. Siglo x.

BHL, 2.695a: Manuscrito de la abadía de Fescanum, hoy en la Bi-

blioteca de Rouen, cód. U. 17, fols. 5V-7. Siglo xv. (Cfr. A. Poncelet,
Catalogus Codicum Hagiogr. latinorum Biblioth. romanamm praeter
quam Vaticanae (Bruselas, 1910), pág. 78, núm. 115, v pág. 123, nú-
mero 57, que no pudimos consultar.)
Según testimonio del P. Moretus, esta recensión se halla también
^n los manuscritos siguientes

Biblioteca Real de Bruselas: Mss. 3-391-99 (s. xv), fols. 193V-194V;


7.461 (s. xi 11), fols. 231-233; 7.473-7.486 (s. xi 11), fols. 128V-130;
7.808 (s. xiv), fols. 1 19-124; 8.751-8.760 (s. xv), fols. 155-156.

Biblioteca Nacional de París: Mss. lat. 5.287 (s. xm), fols. 199V-
201; 5.593 (s. xn), fols. 119-122; 5.308 (s. xu), fols. 355-355V; 5-593
(s. xi), fols. 180-182; 9-737 (s. xi 1), fols. 107V-109; 10.861 (s. vi n),
fols. 121-123V. Cfr. B. Krusch, en «Neues Archiv», 18 (1892-93), pá-
gina 594; 11.748 (s. x), fols. 85-85V; 11-756 (s. xiv), fols. 14-15;
12.021 (s. xi 1), fols. 168-169.

Biblioteca Vaticana: Mss. Vaticanus lat. 1.190 (s. xn), fols. 246V-
247V; 1.194 (s. xi 1), fols. 48-50; Ottobonianus lat. 223 (s. xiv), fo-

lios 263V-264.

Biblioteca Vaticana: Mss. Vaticanus lat. 1.190 (s. xn), fols. 246V-
fol. 180; H4 (s. xvi), fol. 13.

Biblioteca de Letrán : Mss. A. 81 (s. xi), fols. 268V-269V; A. 5


del Archivo de San Pedro (s. xi), fols. 215.
Biblioteca Capitular de Verona : Ms. 95 (s. ix), fol. 113.
Btblioteca Imperial de Viena : Ms. 420 (s. ix), fol. 172V.
Biblioteca de Munich
Ms. 14 364 (s. ix), fols. 160-162.
:

Biblioteca de Saint-Gall Ms. 561 (s. x), fol. 137.


:

Biblioteca de Troyes Ms. 7 hum. 95 (s. xu).


:

Biblioteca Nacional de Roma: Ms. Farfa 29 (s. xi), fols. 259V-261.


:

5« ÁNGEL FÁBRECA GRAU

Como el texto de Renallo, tampoco éste figuró nunca entre las fórmulas
de la liturgia mozárabe, por lo que su valor es muy relativo para la his-

toria de Santa Eulalia de Barcelona.


Si se ha seguido atentamente la lista de manuscritos que contienen
este texto, que para simplificar señalaremos también nosotros con la si-
m
gla «B », se habrá observado que sólo está contenido en manuscritos no
hispánicos. Este detalle, más importante de lo que a primera vista pa-

rece, convendrá tenerlo presente durante toda esta disquisición.

Por cuanto respecta a la fecha de su composición, es necesario que


sepamos, antes de entrar en su estudio más profundo, que existía en el

año 735, cuando San Beda el Venerable la empleó como fuente de ins-

piración de la noticia histórica de su martirologio. Más adelante volve-


remos sobre el problema de la datación.

Pasión B m Martirologio de Beda

In Barcelona civitate provinciae His- IV Id. Dece.mb. Natale sanctae Eu-


paniae, sub Daciano praeside, saeva laliae virginis, in Barcelona, civitate

christianis fuerat orta tempestas... Illic Hispjniae, sub Daciano praeside: quae
enim trat virgo quaedam nomine Eu- cum esset tredecim annorum, post plu-
lalia,annomrn circiter tredecim... In- rima tormenta decollata est; et resi-

iroeunte eodem Dactano Barcellonam liente ab ea capite, columba de cor-

civitatem... Eulalia sese in faciem prae- pore eius exire visa est.

sidis obrulit... [siguen numerosos tor-

mentos). Eulalia autem decollata est, et

quo die percussa est, resilivit ab ea ca-


put eius. Exiit autem de corpore eius

columba, quae consolabatur Eulaliam...


Celebratur ergo natalis eius, in Bar-
cellona civitate, sub die quarto idus de-
cembris.

Como atinadamente observó el P. Moretus, el texto de esta Pa-


sión Bm está en plena relación con el dt la Pasión de Santa Eulalia de
Mérida, que llamaremos «M». Estamos en este punto absolutamente de
acuerdo con este investigador. Vayan a manera de ejemplo los siguien-

tes cotejos de textos

Pasión B m Pasion M
. . . erat virgo quaedam nomine Eula- Haec ergo virgo bearissima, sancti-

lia, annorum circiter tredecim, mente monialis puella, Deo timorata... anno-
et corpore casta, religione púdica, cas- rum circiter tredecim, mente et cor-
SANTA EULALIA DE BARCELONA 57

titate firmissima. Docebaíur autem a pore casta, religione púdica, castitate


Dónalo quodam presbytero, ut confi- firma, docebatur a Donato quodam
teretur Christum amplias qaam ne- presbytero ab ipsnis rudimcntis infan-
gar*. tino, ut fateretur Christum amplias
quam negaret...

Quid ingrcderis urbem, inimice Dei Quur ingrederis urbem, inimice Dei
excelsi? Quid persequeris cbristianos et excelsi? Quid persequeris cbristianos et
niteris perderé virgines Dei? Dominus niteris perderé virgines Dei? Dominus
me docet in veritate sua, nec auferes a me docuit in veritate sua; nec auferes
me meam, quia non seduces
castitatem a me castitatem meam, quia non se-
pueritiam meam. Dacianus praeses di- duces adule\scentiam meam. Calpuinia-
xit: O infantula, antequam crescas flo- nus praeses dixit: O infantula, ante-
rem aetatis perderé quaeris?... qudm crescas florem aetatis tuae per-
deré quaeris?

Eulalia autem quae quotidie bene- Eulalia vero beata, quae quotidie be-
dicti Tbyrsi passionem legebat, amplis- nedicti Tbyrsi pasionem legebat, am-
simo magis roborabatur ardore. Cum plissimo magis robórala ardore, quum
poenam ante se illatam vidisset... poenam ante se oblatam vidisset...

Desde el principio hasta el final de la pasión B m hay la misma seme-


janza con M; todo el texto de Bm se encuentra casi palabra por palabra,
según se ve en estos ejemplos, en la pasión de Santa Eulalia de Mérida.
Por consiguiente, Pasión de Santa Eulalia de Mérida es la sola
si la
m m
y única fuente de esta pasión B todo cuanto se narra en B se aplica in-
,

debidamente a Santa Eulalia de Barcelona, por más que el autor de B m se


esfuerce en decir que se trata del martirio de la mártir barcelonesa no sólo
en las primeras palabras «In Barcellona civitate provinciae Hispaniae. . .»,

sino también en las últimas líneas «Celebratur ergo natahs eius in Bar-
cellona civitate, sub die quarto idus decembns». En esta última frase se

ve además la dependencia de M, hasta en el asignar a la santa barcelonesa


la misma fecha conmemorativa (10 diciembre) que la Pasión de la eme-
ntense, cuando ya en este época consta ciertamente que se festejaba a
Santa Eulalia de Barcelona el día 12 de febrero.

Sin embargo, aunque Moretus advirtió esta dependencia, no cayó-


en la cuenta de un detalle importantísimo: ¿Dónde pudo inspirarse
m
el autor de B para proponer el nombre de Daciano en lugar de Calpur-
niano, el juez que dió muerte a la santa barcelonesa según la tradición de
las fuentes litúrgicas españolas?
58 Ángel fábrega gral

Para conocer el nombre del prefecto Daciano v proponerlo en su obra


m
el autor de B pudo inspirarse en tres fuentes los libros de la : liturgia

barcelonesa, la Pasión de communi (o, si se quiere, la Pasión de Santa Leo-


cadia) v las actas de San Vicente.
Antes de ver cuál es la más verosímil de estas tres posibilidades, con-
viene saber que es evidente que el autor de Bm no era un autor español,
o por lo menos que escribió su obra fuera de España, puesto que de lo con-
trario no habría redactado la primera frase de su texto de esta manera:
* In Barcellona civitate, provinciae Hispaniae. . .

Jamás se vió que a un
autor español, escribiendo para españoles, se le ocurriera puntualizar que
Barcelona es una ciudad española, v mucho menos «de la provincia de Es-
paña». Además la esentura, la procedencia v la localización de todos aque-
llos manuscritos que la contienen antes citados, corrobora este mismo
aserto.
Partiendo, pues, de la base de que el autor de Bm no fué un autor es-

pañol, sino probablemente de las Gallas, es seguro que no consultó los


textos de la liturgia barcelonesa, porque : a) la expansión del culto a
Santa Eulalia de Barcelona fuera de la diócesis, no tuvo lugar sino después
del año Sjj ; b ) porque de haberlos consultado, no habría adaptado las

actas de la santa ementense a la de Barcelona que quería escribir, puesto


que ésta contaba, como luego diremos, desde mediados del siglo Vil con
una Pasión propia, v cj porque habría referido su conmemoración al día
12 de febrero v no. como lo hizo, al 10 de diciembre.
De dos hipótesis que creemos verosímiles por igual, creemos
las otras
m
más probable última, es decir que el autor de B
la se inspiró en las
m
actas de San Vicente. Así parece deducirse de las primeras líneas de B
cuando dice : «In Barcellona civitate, provinciae Hispaniae, sub Daciano
praeside saeva christianis fuerat orta tempestas: iam enim benedictus
Vincentius primus ad martyrium accesserat una cum episcopis glorióse.
Illic enim etiam erat virgo quaedam nomine Eulalia...» «En la ciudad de
Barcelona de la prov:ncia de España bajo el poder del presidente Daciano,
había estallado una terrible persecución contra los cristianos : ya el bendito
Vicente había gloriosamente sufrido el primero su martirio con los obispos.

Había también entonces una virgen, llamada Eulalia...»


A nuestro entender el autor de Bm conoció o la Pasión de San Vicente
o una noticia de algún martirologio : en ambos casos pudo enterarse de
que el prefecto que gobernaba -España» al tiempo que morían San Vi-
cente v Santa Eulalia de Barcelona se llamaba Daciano. v así pudo atri-

buirle tal cargo en su adaptación.


De todas formas esta conclusión no nos brinda argumento alguno para
SANTA EULALIA DE BARCELONA 59

ajustar de la manera más aproximada posible la fecha de redacción de Bm ,

pues la Pasión de San Vicente fué escrita en y la recensión el siglo IV,

B'" es ciertamente mucho más reciente. Como términos a quo y ad quem

entre los cuales hemos de movernos para buscar esta fecha no pueden ele-
girse más que estos la fecha de redacción de la Pasión de Santa Eulalia de
:

Mérida que le sirvió de falsilla, y la redacción del Martirologio de Beda


en el año 735. Entre estas dos fechas hav que situar pues la redacción
ra
de B .

En el primer volumen de nuestra obra fusionarlo hispánico, hicimos


el estudio de la Pasión de la santa ementense, y al tratar de averiguar
la fecha de su redacción, no dudamos en asignarle una composición de
fines del siglo Vil, o mejor, de los primeros años del siglo vi 11. Según
m
esto tenemos, pues, que la Pasión B , donde se nos pinta una seudo Eula-
lia barcelonesa, es una obra escrita hacia el primer tercio del siglo viii,

fuera de España.
La circunstancia de que este texto nos presente una v:da de Santa
Eulalia de Barcelona como una réplica exacta de la figura de su homónima
ementense trabajada por un autor que escribió fuera de nuestra península
sin conocer siquiera la tradición oral y escrita, que ya por el tiempo en
que se redactaba este texto, estaba perfectamente trazada en los libros de
la liturgia mozárabe localizada en Barcelona, desvirtúa toda la argumen-
tación de ciertos autores que apoyan la tesis de un desdoblamiento de
nuestra santa de la de Mérida fundada en la identidad de las Pasiones e
interdependencia de los textos litúrgicos de ambas mártires. Cuando el
m
autor de B escribía su obra, hacía ya un siglo que otro autor había escri-
to otra Pasión de nuestra santa independientemente de la vida y mar-
tino de la santa ementense : la Pasión B de la cual vamos a ocuparnos
inmediatamente.

# # #

3. La Pasión BHL, 2.693 se encuentra en los manuscritos siguientes:


Manuscrito Additional 25.600 del Museo Británico, procedente del
monasterio español de San Pedro de Cardeña, fols. i68a-iyob. Mediados
del siglo x.
Manuscrito Nouv. acq. lat. 2.180 de la Biblioteca Nacional de París,
procedente del monasterio español de Santo Domingo de Silos, fols. 155^
i
57 r. Siglo x.

Manuscrito Nouv. acq. lat. 2.179 ^ e ' a Biblioteca Nacional de París,


procedente del mismo monasterio de Silos, fols. 117-118V. Siglo xi.
6o ÁNGEL FABREGA GRAL

Manuscrito Augiensis XXXII de la Biblioteca Gr.-Ducale de Carls-


ruhe, procedente del monasterio de Reichenau (Cf. Holden, Catálogo
de mss. Reichenau). Siglo x (!).
Nosotros acabamos de publicar la edición crítica de este texto a base
de los tres manuscritos españoles, en la edción que hemos dado a luz, hace
poco, del texto del Pasionano Hispánico (CSIC, Madrid-Barcelona 1955,
páginas 233-237). Publ.caron este texto anteriormente Juan Tamayo Sa-
lazar en su Martyrologiitm bispanicum (Lvon 1651-59) I, 1, 103-105;
Acta SS. febr. II, 577-578: R. de Ponsich y Camps, Vida, martyrios y
grandezas de Santa Eulalia (\Iadnd 1770), págs. 306-403 v 404-413; En-
rique Flórez (Risco), España Sagrada, 29, págs. 371-375-
Con ligerísimas vanantes se presenta la versión BHL, 2.693b, cuyo»
único manuscrito conocido es el Cod. XV. AA. 1^. de la Biblioteca Na-
cional de Nápoles, fols. 2o8r-209v. Siglo xm.
Hemos de advertir desde un principio que este texto, que también
nosotros llamaremos «B», es la única recensión de las actas de Santa Eula-
lia de Barcelona que fué redactada con vistas a formar parte de los for-

mularios de la Liturgia mozárabe v fué usada como tal. Esto quiere decir
que es la única que podremos encontrar en relación inmediata y directa
con todos o la mayor parte de los textos litúrgicos destinados al culto
local de Barcelona primero, general en toda España después, de nuestra
santa, ya como fuentes de información de estos textos, ya como sujeto
receptor de las influencias de otros textos litúrgicos anteriores, si los hay.
La Pasión B es una obra completamente original, sin dependencia al-

guna clara y directa de la Pasión de Santa Eulalia de Mérida. Al revés


m
de lo que pasó con B , que no es más que una vulgar adaptación de la

Pasión emeritense, el autor de B, conociendo sin duda la Pasión M do


Eulalia de Xlénda, prescindió completamente de ésta Dará trazar la histo-

ria del martirio de nuestra santa con plena independencia de la historia

del martirio de su homónima.


Autores ha habido que se han empeñado en descubrir paralelismos
ídeológcos, escenas parecidas, igualdad de torturas, etc., con el fin de
demostrar unas dependencias de uno y otro texto; pero no puede sostener
estas teorías quien tenga unas nociones siquiera elementales de la ciencia

hagiográfica. Es harto sabido oue los autores del género literano-hagiográ-


fico medieval, que compusieron la casi totalidad de las Pasiones de los már-
tires que hoy poseemos, tenían a su disposición una sene de lugares comu-
nes o recursos literarios que empleaban indistintamente para uno u otro
de sus héroes, sobre todo cuando se ignoraban las circunstancias históricas
que rodearon los últimos momentos de la vida de sus protagonistas. Pues
SANTA EULALIA DE BARCELONA Si

bien : los textos B y M de las dos Santas Eulalia de Barcelona y de Mé-


rida respectivamente, escritas en plena Edad Media, adolecen de estos
mismos defectos, valga la palabra.

Sin embargo, por el solo hecho de encontrar estos paralelismos en lu-

gares comunes de hagiografía entre los textos B y M no es lícito concluir

que B depende necesariamente de M, pues con esta falsa lógica se podría

demostrar una dependencia de otras muchas actas de mártires.


Hay más todavía : no sólo rehusamos encontrar paralelismos en la es-

tructura general de ambas Pasiones, sino que tampoco admitimos, sin re-

servas de ninguna clase, que el texto B dependa de M por lo menos en la

primera y una de las últimas frases de ambos textos que Moretus enfren-
tó. Es cierto que hay en estas frases unos reflejos mutuos, pero habiéndose
perdido la versión primitiva de las actas de la santa ementense, es decir la

que pudo conocer el autor de B (pues la que actualmente está incluida

en el Pasionario hispánico es de fines del siglo vn o principios del vin,


y por consiguiente posterior a B), es muy aventurado v problemático afir-
mar una dependencia textual de B sobre el texto de en su versión ac- M
tualmente conocida, que es posterior. .Podría sospecharse una dependen-
cia a la inversa; es decir podría sospecharse que estas frases, originales
de B (mediados siglo vu) fueran aprovechadas e incrustadas en M (fina-

les siglo vn o comienzos del viii) por su autor, que por otra parte cier-

tamente conoció aquellas actas de Santa Eulalia de Barcelona; M podría


depender de B en estas frases.

Creemos, pues, poder afirmar que, a pesar de los reflejos textua-


les de B y M, la Pasión B es una obra original en su conjunto; es decir,
la figura de Eulalia de Barcelona, presentada por B, es completamente
distinta a la de la virgen v mártir de Ménda.
Sin embargo, si es evidente que B nada tiene que ver con M, no es

menos cierto que el autor de B conocía muv bien el texto de la Pasión


de communi, de la que va bastante se habló, lo cual demuestra que el
texto B se compuso después de aquélla, que, como dijimos, se redactó
a fines del siglo vi. El conocimiento que el autor de B tenía de Daciano,
así como algunas frases del principio del texto, como por ejemplo «Da- :

tianus praeses, adveniens ín civitate barcinonensium, sacnficavit das, ei


lussit perquirí chnstianos ut thurificarent. . . >., alusión manifiesta al viaje
que, según aquel texto de común. Daciano hizo por España persiguiendo
a los cristianos, muestra muv a las claras cómo aquella Passio de communi
le era harto familiar.
Es asimismo indiscutible que la Pasión B de Santa Eulalia de Bar-
celona es completamente independiente del texto de la seudo Eulalia
:

62 ÁNGEL FABREGA GRAU

barcelonesa B m de que hemos va


, hablado. Es más, no sólo nada tiene
que ver, s;no que está con ella en abierta contracción. Veámoslo
Según B m . Eulalia de Barcelona conmemoraría su aniversario el 10 de
diciembre, cuando B lo hace el 12 de febrero. Según B™, Eulalia muere
decapitada; según B, muere entre las llamas de los hachones v luego
es colgada en una cruz. Según Bm . fué enterrada por el presbítero Do-
nato, mientras según B lo fué por el confesor Félix v muchos fieles. La
m
Pasión B ignora el milagro de la nieve caída milagrosamente del cielo
para cubrir su virginidad una vez puesta en la cruz; B dice que cayó la

nieve y la cubrió. La Pasión B dice que Eulalia, ya muerta de tres días,

contestó con una sonrisa al confesor Félix, que le habló mientras la en-
terraba; Bm ni se enteró del hecho milagroso, etc.

De todas estas contradicciones que hay en los dos relatos se des-


prende que, o bien el autor de B escribió su obra en una época anterior
a la redacción de Bm . o bien que no la utilizó por no conocerla. Esta
segunda hipótesis tiene su verosimilitud, pues quedó dicho que la Pa-
m
sión B se compuso muy lejos de Barcelona, fuera de España, posible-

mente en las Gallas, y jamás entró a formar parte de formulario alguno


litúrgico-mozárabe. S:n embargo, tenemos la completa segundad de que
B no utilizó el texto de Bm porque la Pasión B es muy anterior a la re-

dacción de B m que se compuso a principios del siglo vi 11, según vamos


a demostrar inmediatamente.

Al tratar de averiguar la fecha de composición de la Pasión B, el

P. Moretus razona demasiado a la ligera. El P. Moretus afirma que no


hay motivo alguno para atribuir al texto B una antigüedad mayor que
el siglo ix, por la simple razón de que ninguno de los Martirologios Histó-
ricos medievales que emplearon tan gran número de vidas de santos para
componer sus noticias, jamás utilizó la Pasión B de Santa Eulalia de
Barcelona.

Este razonamiento es, hasta cierto punto, lógico; pero el P. Moretus


no reparó en preguntarse si los Martirologios Históricos medievales de-
bieron necesariamente emplear este texto, o si tuvieron algún motivo seno
que les excusara de su significativa omisión. De haberse formulado estas
preguntas y haber estudiado el caso habría visto, como lo vio Dom Ferotin,
que los Martirologios Históricos medievales, escritos todos ellos en las Ga-
llas (menos San Beda, que compuso el suyo en Inglaterra), no pudieron co-
nocer este texto porque era empleado sólo y exclusivamente por la igle-
sia de Barcelona para el culto local de su santa, de tal forma, que su

memoria no sólo pasó desapercibida a las iglesias de allende los Pirineos,


: .

SANTA EULALIA DE BARCELONA

sino aún a las mismas de la península ibérica; entre éstas Tarragona, a

pocos kilómetros de Barcelona, hasta fines del siglo ix.


No; contra la tesis del P. Moretus tenemos razones muy buenas
para demostrar que este texto, la Pasión B. es una composición de fines
de la primera mitad del siglo vn.
Por poca atención que preste un avisado lector al contenido del texto

de Pasión B. pronto ha de darse cuenta de que así como B diverge to-


la

talmente de v de B
m
M
según se ha demostrado, así por el contrario B
,

está unida con estrecha relación de dependencia con el himno de Qui-


rico, escrito, según se dijo, pocos años después del 633.
Efectivamente, todos los datos históricos que están en el himno están
también en la Pasión B. sin que hava uno que pueda atribuirse a otra
fuente, pues como se ha dicho, la Pasión B v el h:mno son completa-
mente independientes de otros textos, v originales. La razón de que en
la Pasión no hava mención del monasterio construido junto al sepulcro

de la santa es porque el himno, según luego demostraremos, es posterior


a la Pasión. Pero todo lo demás, patria, martirios, la muerte entre los

hachones, la cruz a la que fué suspendida después de la muerte, la nieve


que cubrió su cuerpo crucificado, su espíritu visto salir del cuerpo exáni-

me en forma de paloma, el amortajamiento v sepelio de Eulalia, la son-


risa con que el cadáver de Eulalia consoló a cuantos la lloraban, etc., todo
se halla narrado igual e indistintamente por el himno v la Pasión B.
Véase a manera de ejemplo el cotejo de algunos textos, entresacados de
las estrofas propiamente históricas (núm. 4-7) del himno. Es natural
que las estrofas parenéticas del himno (escrito posteriormente, no se ol-

vide) no tengan su paralelo en la Pasión

Himno Pasión B

4. Haec enim caesa catomis ...iranís iussit eam sisti et a terg»


sistHur eculeo rorater caedi. .

cieditur exungulatur ...maion ira repktus, iussit eculeum


atque fbtmmis uritur deferri et suspendí eam et torqueri
quamdiu exungu[aretnr.
...fáculas arden tes lateribus eius ad-
plicari, et pendens... quamdiu fiam-
r/XiTurn facibus exureretnr.
5. Ambiens crucis patronum ...Pendeat m cruce... Et ecce súbito
in cruce sttspenditur nix de coelo descerdit et cooperuit
corpus illic ad honorem eam.
nix pollorurn protegit
64 ÁNGEL FÁBREGA GRALÍ

6. Hmus ex ore columba Columba ab ore eius exiens, ad coe-


iam soluds artubus lum evolavit.
prosilit mire per auras

in stipernis sedibus.

7- ... parentes eius et sociae... flentes


sicque r/su comparato nimis tribuí abantur...
corda mulcet flentium. ...cui sancta Eulalia subrisit. Caeteri
quoquc coeperunt tetantes hymnum
Domino canere.
...in coe.estibus meruisse habere pa-
esto sic patrona nobis Uonarn.
in relatu gratiae
sicut es vicina coelis

Está, pues, demostrado que el himno y la pasión B están en relación


inmediata de interdependencia. Ahora bien, ¿cuál de estas dos piezas
fué compuesta con anterioridad, es decir, cuál es la fuente donde se ins-
piró la otra?

Ya sabemos que Quirico de Barcelona escribía su himno hacia me-


diados del siglo vil, alrededor del año 653, tal vez unos pocos años
antes. Ahora es conveniente señalar para B una fecha, por de pronto,
aproximada, ya que sólo habrá razón de preguntarse si pudo la pasión B
ser la fuente de inspiración del himno ¿n el caso que de antemano se

demuestre que la pasión B tiene probabilidades de haber sido escrita tam-


bién hacia mediados del siglo vii; si se demostrara posterior, ya no se

podría ni siquiera proponer el planteamiento del problema.


La existencia de una Pasión propia de Santa Eulalia de Barcelona
a mediados del siglo vii en rigurosa lógica no se puede poner en duda.

De no existir en esta fecha un texto literario o litúrgico en prosa que


narrara minuciosamente los detalles del martirio de nuestra santa, no se
explica razonablemente cómo Quirico pudo componer su obra.
Se objetará lo que han ido repitiendo la totalidad de autores que a

ciegas han seguido las palabras del P. Moretus, que el autor del himno
acudiría a su inventiva para redactar su obra en versos trocaicos, de ma-
nera que no fué la Pasión la que inspiró al autor del himno, sino que
en éste se inspiró el autor de B para desarrollar el tema. Esto
la Pasión
cuesta nada decirlo, pero costaría mucho demostrarlo, pues no es éste
el proceder lógico ni el camino común que se sigue normalmente en ca-

Mientras no se demuestre lo contrario en cada caso, cuan-


sos semejantes.

do hallamos un texto en prosa y otro en verso que están estrechamente


SANTA EULALIA DE BARCELONA 65

relacionados entre sí, el camino a seguir que pide la lógica es inclinarse

por una mayor antigüedad de la poema; lo normal


prosa respecto al

es que el poeta busque los datos en un texto en prosa, no viceversa.


Según esto, salvo raras excepciones que siempre habrá que demostrar,
los himnos propios de las festividades de los mártires escritos en la Edad
Media, se redactaron siempre sobre las composiciones en prosa de las

actas de los y nunca al


mártires, revés. Este mismo es el sentir del

P. Pérez de Urbel en su hermosa obrita sobre el origen de los himnos


mozárabes (París, 1926), cuya misma argumentación aduce en el estudio
de los himnos propios de San Vicente, de los santos cordobeses Fausto,
19
Jenaro y Marcial, de San Cristóbal, de nuestro San Cucufate, etc. .

Ahora bien, hemos demostrado que de cuantas actas se refieren a


Santa Eulalia de Barcelona conocidas, sólo la Pasión B puede ponerse en
relación de dependencia con el himno de Quirico. Luego la Pasión B,
de no obstar un argumento interno serio, hay que atribuirla a un tiempo
más o menos anterior a la redacción del himno «Fulget» de Quirico.
Y del estudio interno de la Pasión B, es decir, del estudio del estilo,

se deduce que esta pieza en nada desdice de un autor del siglo vn. So-
brio en la manera de narrar, sin afectación alguna, el hagiógrafo no tuvo
afán alguno de impresionar a los oyentes ni por la profundidad doctrinal
o dureza imprecatoria de las frases de su joven protagonista, ni por la

firmeza en tolerar los más espantosos tormentos, detalles que caracterizan


a los autores de baja época, sobre todo a los que compusieron obras pa-
recidas después de la invasión árabe, siglos vm-ix. Eulalia sufre valero-
samente los azotes, el eculeo, los hachones encendidos en sus pechos, y,
finalmente, es puesta en la cruz ;
pero en el diálogo entre ella y el juez, al
revés de lo que en semejantes ocasiones nos hacen oír los hagiógrafos de
épocas más tardías, no hay insulto alguno, ni oración alguna reclamando
venganza para sus enemigos; todo el relato está impregnado de sereni-

dad y unción cristiana. Es una obra verdaderamente digna de un autor


de los siglos vi-vii.
Pero a todos estos argumentos y razones de congruencia que no de-
muestran más, que siendo una obra del siglo VII, el texto B pudo haber

sido la fuente de inspiración del himno, hay que añadir otra argumenta-
ción más poderosa y más sólida.
Si el himno «Fulget» fuera más antiguo que la Pasión B, y se qu-ere
sostener la tesis de que la Pasión se inspiro en el himno, habrá que ser

10
Cf. J. Muñera, artículos citados de «Reseña eclesiástica», 22 (1930), pá-
ginas 210-224, y 23 (1931), págs. 79 y sigs.

5
66 ÁNGEL FÁBREGA GRMJ

consecuente con los principios en toda la argumentación. En este caso


en el texto de la Pasión hallaríamos necesariamente frases métricas del
himno que habrían venido a incrustarse en la prosa de la Pasión B; pero
esto no sucede en ninguna frase. En todo el texto B no hay ni siquiera

resto de frase alguna que pudiera ser un vestigio de metro poético son-

sacado del himno. Al mismo tiempo, con estos vestigios métricos del
himno deberían haber pasado a la Pasión todos los detalles más carac-
terísticos del poema, y en este caso en la Pasión, sin duda, se habría
hecho mención del monasterio construido junto al sepulcro de la santa,

a que se alude en la estrofa 13 del himno, la memoria del sepulcro que


brilla esplendoroso en Barcelona, según la estrofa i.\ etc., y nada de
esto sucede. Prueba de que el himno es posterior a la Pasión.

Por si esto fuera poco, hav en el himno algunas frases que no se

entienden ni tienen razón de ser, si no se conoce de antemano el texto de


a
la Pasión. Así, por ejemplo : a) la frase del himno (estrofa 4. ), «Termi-
num habere laudis/inter ista nesciens» no tiene sentido si se desconoce
lo que dice la Pasión, que Eulalia murió mientras estaba alabando con
una hermosísima oración a Dios Nuestro Señor; b) sabiendo por la Pa-
sión B que Eulalia murió entre las llamas de los hachones que los esbirros
le aplicaban a sus costados,
y que una vez muerta fué colgado su cuerpo
a
exánime en la cruz, se comprende la estrofa 5. del himno, cuyo sentido
de otra manera queda impenetrable. La frase «Sic calore plena sancto/pas-
sionem sustulit» es una recapitulación de todos los suplicios sufridos an-
tes de ser susDendida en la cruz ; c) las frases del himno aLege iam
mortis peracta/gaudiis attolhtur//sicque risu comparato /corda mulcet
a
flentium» (estrofa 7. )
suponen una inspiración en la última escena de
la Pasión B, cuando ésta cuenta que un tal Félix, que había sufrido tor-

mento con ella, le envidia la suerte de su martirio diciéndole : «Señora,


tú mereciste primero la palma», a lo que el cadáver de la santa respondió
con una sonrisa.

Estas frases son, como hemos dicho, ininteligibles, si no se supone


una inspiración del himno «Fulget» en la Pasión B de Eulalia de Bar-
celona. Queda, pues, demostrado cuán ligeramente aseguró el P. Moretus
que la Pasión B no era, sin duda, anterior al siglo ix. Por todos los ar-

gumentos aquí aducidos queda probado que la Pasión B (BHL, 2.693),


que es la que más tarde en el siglo ix entró a formar parte del Pasiona-
rio hispánico general, es una composición anterior al año 653, y de la

cual se sirvió el autor del himno «Fulget» para componer su obra.


No creemos que esta Pasión fuera redactada en una fecha muy an-
terior al año 653. A lo sumo será de una veintena de años antes, pues
SANTA EULALIA DE BARCELONA 67

como el himno, y según diremos, la misa del Sacramentano, esta pieza


esun producto creado a la sombra del impulso que el IV Concilio de
Toledo año 633 dio al culto de los mártires. Por esta razón creemos
del

que nada impide atribuir su paternidad al mismo abad-ob:spo de Barce-


lona, Quirico, que por estas fechas fué ciertamente autor del himno.
Tampoco creemos que fuera anterior al año 633. Antes de esta fecha
en Barcelona se emplearía como Pasión de Santa Eulalia para el día de
su aniversario aquel texto de la Pasión de común que hablaba manifies-
tamente del martirio de Santa Eulalia de Barcelona, como se hacía en
otras muchas iglesias de España para conmemorar sus respectivos már-
tires, de los cuales no se tenían noticias más concretas de su martirio.
Desde la fecha de su redación, años 633-653, la Pasión B se empleó
como fórmula litúrgica para el culto local de nuestra santa, quedando
su uso y conocimiento circunscrito a Barcelona, hasta que en el año 877,
a raíz del trasladosolemne de sus reliquias, este culto a Santa Eulalia
de Barcelona salió de los límites de nuestra diócesis para entrar a formar
parte del santoral que tenía culto general en toda la España mozárabe.
Por esta sencilla razón este texto no se encuentra en manuscrito alguno,
ni de España ni de fuera de España anterior al siglo ix.

3. La misa del sacramentarlo mozárabe.

Como ya se dijo, el único sacramentarlo completo de la Liturgia mo-


zárabe que nos ha llegado es manuscrito 35.3 de la Biblioteca Capi-
el

tular de Toledo de fines del siglo ix, dado a conocer por Dom Mario
Ferotin en su magistral edición titulada Le Líber mozarabicus Sacra-
mentorum (París, 191 2). El manuscrito contiene en los folios 65r-67v una
misa señalada con el número XXXIII y titulada «Missa in diem sanctae
Eulaliae barcinonensis».
Es verdad que en ninguna parte el manuscrito dice que esta fiesta
se celebrara el 12 de febrero; pero la colocación de esta misa entre la de
Santa Dorotea, cuya fiesta se señala en los calendarios hispánicos al día
7 de febrero, y la de la cátedra de San Pedro en Roma, que aquellos ca-
lendaros asignan al día 22 del mismo mes, aparta toda duda de que
Santa Eulalia de Barcelona, al tiempo de la composición de este manus-

crito, seconmemorara al día 12 de febrero, según lo comprueban por otra


parte los mismos calendarios hispánicos coetáneos.
Como todas las demás misas del Sacramentario, la de Santa Eulalia
de Barcelona consta de las piezas siguientes : Missa, Alia. Post nomina,
:

68 ÁNGEL. FÁBREGA GRAU

Ad Pacem, Inlatio, Post Sanctus, Pose Pndie, Ad Orationem Domini-


cam. Benedictio. Excusado es decir que todas estas fórmulas que se leían
en el lugar correspondiente de la misa eran las que se reservaban al cele-
brante v variaban para cada festividad.
Todas las misas del Sacramentarlo mozárabe, la mayor parte con
fórmulas preciosísimas, fueron escritas, a diferencia de las fórmulas de
los demás libros litúrgicos, por eclesiásticos. Unas veces eran los mis-
mos obispos que tomaban su pluma para escribir nuevos formularios;
otras se limitaban a revisarlas o corregirlas, dándoles una nueva fisono-
mía; es sabido cuánto debe la Liturgia hispánica al celo y a la fecundidad
de Pedro, de Lérida; de Leandro, de Sevilla;
de Juan y Braulio, de
Zaragoza; de Conancio, de Palencia; de Eugenio, Ildefonso v Julián, de
Toledo; de Quirico, de Barcelona; de Salvio, de Albelda.
Cuando los autores de los textos de la misa y del oficio de un már-
tir, o de una determinada festividad, desarrollaban tan sólo temas bíbli-
cos o ascéticos, podían hacer gala de sus conocimientos exegéticos o de
su madura experiencia como maestros del espíritu; pero una vez tocaban
datos concretos de la vida o del martirio, cuya gloria centraba el tema
de la festividad, se les imponía una inspiración o en la tradición oral o
en algún documento que, prescindiendo de su valor crítico, era parafra-
seado v glosado en sus puntos más salientes y. característicos. De aquí
que todas las misas del Sacramentarlo mozárabe estén emparentadas, me-
jor dicho, inspiradas, o en las actas o himnos propios, si se trata de la

misa de un mártir, o en las Vitae, si se trata de las misas de los pocos con-
fesores que contiene. Así acontece con la misa de nuestra santa.
La misa de Santa Eulalia de Barcelona fué escrita teniendo cierta-
mente a la vista una Pasión de la santa. Esta Pasión, dado que el autor
de la misa ciertamente no conoció el texto B m según
,
luego demostrare-
mos, fué la Pasión B.
Si no fuera porque el P. Moretus se empeñó en sostener insensata-
mente que la misa depende de la Pasión de Eulalia de Mérida v de la de
m
la seudo Eulalia barcelonesa B , habríamos creído inútil gastar tiempo
entreteniéndonos en comparar textos e ideas para demostrar que la misa
no depende absolutamente en nada ni de ni de B
m
Pero toda vez M .

que los prejuicios cegaron la visión clara


y iimpia en esta cuestión a este

erudito investigador, se nos impone una revisión directa de las fuentes.


m
La misa no deriva de la Pasión B , sino que depende exclusivamente
de B por las siguientes razones
m
/
) Porque mientras B propone expresamente su conmemoración
al día 10 de diciembre — «quod est 1111° idus decembns.../ Celebratur
. . :

SANTA EULALIA DE BARCELONA 69

ergo natalis eius... sub die quarto idus decembns. .


.» — , la misa que
concuerda puntualmente con B coloca su fiesta, según se ha dicho, entre
las festividades de Santa Dorotea (7 febrero) y la cátedra de San Pedro

(22 febrero), en cuyo período de tiempo la Liturgia mozárabe no cele-


braba otra fiesta de Santa Eulalia más que el día 12 del mismo mes.
m
2) La Pasión B dice en dos sitios que Eulalia de Barcelona tenía
trece años cuando murió. La misa emplea una frase más vaga, como la

Pasión B, para indicar que era todavía joven :

Pasión Bm Misa Pasión B

...Eulalia, annorum ... fortiter tenello vicit in . . . cum pervenisset ad


circiter tredecim... corpore... (LS'acr., col. 136.) pubescentes annos...
Ego annorum sum ... ultra aetatern... (Ibídem, . . . tthra aetatern il-

circiter tredecim... col. 136.) lius...

m
3) La Pasión B dice que Eulalia de Barcelona murió decapitada.
La misa, de acuerdo con la Pasión B, dice que murió entre las llamas de
las teas que los esbirros le aplicaban a sus pechos, después que el fuego
se volvió milagrosamente contra los verdugos

Pasión Misa Pasión B

Dacianus praeses di- ...et qui [Deus] illi post Praeses iussit militi-
xit : Ducite, decollate flammas contulit coelum... bus fáculas ardentes
verbosam . . Inde est ergo, quod coeles- lateribus eius adplica-
Eulalia autem decol- u's f.amma temporahbus flam- ri... quamdiu flarnma-
lara est... mis victa non def ecit ; sed vic- rum facibus exnrexe-
trix potius potestatem huius tur...

materialis ignis sibimet sub- Et... coepit flamma


iicit ac submittit... adpositae in mkustros convertí...
fonnsecus ''lammanim faculae mox extinctae faculae
defecerunt. . íllae ardentes. quae in-
Christus Dominus, qui Eu- fusae oleo nimis glo-
laliam virginem ínter flammas merabant flammis. Et
fecit esse victricem... (\LSacr., ministn qui admoven-
co's. 136, 138 y 139.) tes eas erant, ipsi exu-
rebanuir, et tremefacti
cecíderunt in facies
suas: et sancta Eulalia
emisit spiritum.
Datianus... iussit
corpus in cruce esse...
: : :

7° ANGEL FABREGA CRAC

m
4) $e gún B . Eulalia barcelonesa murió sin que ocurriera nada ex-
traordinario ; en cambio, la misa, de común acuerdo con B, refiere la

milagrosa nevada que cavó del cielo para cubrir la desnudez de su cuerpo
virginal colgado en la cruz después de su muerte

Pasión B" Misa PaskSn- B

Chnste Dei Filius. qiu exa- Datianus dixit :


Pen-
nimae beaue virginis corpus deat in cruce... Et tcce
niveo candore vestisri... súbito nix de cáelo des-
... insepj:tum virginis cor- cendit et cooperuit
pus nivalibus pruinis vestivit eam.
ad glonam... (LSacr., cois. 137
y 140.)

La Pasión B m nos dice que fué entenada por el presbítero Do-


5)
nato.La misa, de acuerdo perfectamente con la Pasión B. que lo fué
por un grupo de cristianos, entre los que había un confesor llamado
Félix

Pasión B" Misa Pasión B

Sepelivit autem eam ... post obitum sic exultat... ...viri religiosi [in-
üonarus presbvter... cum hic beato co?rfeiso r L Fe- ter quos] sanctus Fe-
iici... (LSacr., col. 139) ¡tx, qui in confessione
unanimis eius fuerat...
sepelKrunt eam...

m
6) La Pasión B no menciona la sonrisa del cuerpo exánime de Eu-
lalia después de la muerte: en cambio la misa, con dependencia de B, se
refiere a ella textualmente

Pasión B* Misa Pasión B

...post obitum sic exultat: Cui [sancto Feiici]

quum aeternam vulru iam sancta Eulalia subrisit.


quodammodo ¡aetitiam profe-
rens, in hac adhuc substantia
camali ostenderet quanta illic

animi pace gauderer. cum hic


beato confessori Feiici sic de
aeterna per corpus felicítate

siibridet. (LSacr., co'. 139.)

Queda, pues, suficientemente demostrado que la misa no depende


.absolutamente en nada de Bm v . sí en cambio del texto B.
:

SAMA EULALIA DE BARCELONA 71

Pero si la misa no depende de B m menos


, relación tiene aún con la

Pasión de Santa Eulalia de Ménda. El P. Moretus, con una afirmación


completamente gratuita, aseguraba que en algunas fórmulas la misa de-
pende palabra por palabra de y para probarlo propone tres
la Pasión M,
ejemplos, que objetivamente colacionados resultan ser tres frases que no
coinciden más que en una palabra común, y que a fin de cuentas pueden
hallar su perfecta correspondencia en el texto B.

En cambio, esto sí, es cierto que el autor de la misa se inspiró, además


de la Pasión B, en el himno de Quirico «Fulget». Además de haber plena
concordancia en las cuatro estrofas históricas (núm. 4-7) del himno, sue-
nan en la misa las cadencias de tres de las estrofas parenéticas (núme-
ros 10-12):

Misa Himno

Sit Domine, eadem virgo sa-


ergo, 10. Non iniquis serviamus
cratísima ante conspectum gloriae tnae mente factionibus
nostrorum criminum et intercessor pa- non caro íugum rebellis
riter et assertnx : ut et diluenda pro- suave Christi renuat;
ponat, et proposita precibus diluat. Qua- sed sacri caloris omnes
hter sic confessionem delictorum nos- sanctitate fulgeant.
trorum accipiens, ante te culpas sin-
gulorum ad emolumentum veniae ad- 11. Solve quod taedet, quod urget
serat, ut intercessorem se pro his quae mortis ad pemiciem;
adseruerit interponat. Si.t in sa'vatio- pestilens morbus recedat,
nem terrae sit in defensionem patriae.
: muero bostis subruat,
Gubernet civem, elimmet hostem, sub- vita sit tranquilla cunctis,
ruat pestem, arceat famen, morbos dis- sint quieta témpora.
sicet; adversum omne repellat, opta-
taque perficiat. Sicque per eam fauto- 12. Civibus oceurre, civis.

rem te semper nostris precibus prebe: et salutem porrige


ut er hic intercessione ius peccata nos- esto sic patrona nobis
tra habeant finem, et in futuro suis in relatu gratiae;
mentís mcreamur invenire quietem. sicut es vicina coelis,
Amen (LSacr.. co!s. 136-137.) ad favorem glonae.

Insistimos, pues, en nuestra afirmación convenientemente demostra-


da : la misa de Santa Eulalia de Barcelona del Sacramentano mozárabe, en
todas aquellas frases que suponen una inspiración directa en un texto ha-
giográfico, depende exclusivamente de la Pasión B y del himno de Qui-
rico, ambos escritos, como se ha demosttado, a mediados del siglo vil.
Conviene ahora indagar en cuanto sea posible el lugar y la fecha de la

redacción de esta misa. La circunstancia de que su redacción dependa neta


:

72 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

y exclusivamente de la Pasión B y del himno de Quirico, escritos ambos-


en Barcelona con destino al culto local de la santa, induce ya por sí mis-
mo a entrar en sospechas de que también la misa hubiera sido compuesta
en nuestra ciudad. Así lo afirma categóricamente el P. Pérez de Urbel
ante ciertas fórmulas de la «Misa» y de la «Inlatio» : «La misa de la Santa
que leemos en el Sacramentarlo (p. 136) también tiene su origen en Barce-
lona»
u .

Efectivamente, a lo largo de las fórmulas hay una serie de frases que


no tendrían razón de ser, de no haberse compuesto la misa en la misma
ciudad de Barcelona para ser leídas cabe el sepulcro, en la misa de la fiesta,

aniversaria. A manera de ejemplo transcribimos las siguientes

Adest, dilectissimi fratres, famosum illud beatae virginis Eulaliae fes-


tum ;
quod annuis recursibus suscipimus incolendum : in quo eadem
martyr barcinonensium cives et íncola, genitale solum quae meritorurrr
ntulis praetulit, honore eriam ínlustravit sepulcn... (LSacr., col. 136.)
Recognoscamus ergo per vulnera martyrem, per obsequia civem, per
pietatis studia genitricem... (Ibid., col. 136.)
. . . ut qui in hoc díe tantae martyris et passionem veneramur et se-
pulcrum... (Ibid., col. 139.)

Admitiendo, pues, que esta misa debió componerse en. la ciudad de


Barcelona, según lo demuestran estas frases, sin duda un tanto retocadas
y
adaptadas cuando la m:sa se intercaló en el sacramentarlo de Toledo que
debía ser leída lejos del sepulcro de la santa, vamos a ver si le asignamos
una fecha de composición.
Por de pronto no es posterior al siglo ix, pues ya en este siglo la en-
contramos en el sacramentarlo toledano. Como término a quo hav que
asignarle indiscutiblemente la fecha de mediados del siglo vn, es decir la
fecha de composición de la Pasión B y del himno de Quirico, de cuyos
textos depende. Carecemos de más datos seguros y fehacientes que nos
ayuden a acercarnos más a la fecha de su redacción. Sin embargo del es-

tudio del latín en que está escrito, parece que no hay inconveniente en
atribuirlo a la misma época en que se compusieron las otras piezas del
oficio de la santa, después que el IV Concilio de Toledo del año 633, para
incrementar el culto a los mártires, dispuso v ordenó, contra anteriores
normas prohibitivas, que se compusieran himnos con la misma libertad

con que se componían misas : «Componantur ergo himni, sicut compo-


nuntur missae, sive preces vel orationes. . . » Parece lógico y natural que
en Barcelona, donde se habían compuesto la Pasión B y el himno «Fulget»

11
Origen de los himnos mozárabes, pág. 40,
SANTA EULALIA DE BARCELONA 73-

para su Santa Eulalia, a tenor de esta disposición conciliar, también se re-

dactara simultáneamente una misa para conmemorar la festividad de nues-


tra santa, pues sin ésta, aquellos casi no tenían razón de ser.

Es cierto que de esto no se sigue que esta misa, que sin duda debió
componerse a mediados del siglo vu a honor de Santa Eulalia en Barce-

lona, necesariamente tenga que ser la que trae el sacramentarlo toledano;

pero toda vez que no se ha demostrado la existencia de otra, y que el

estudio a«' interno como externo de la que venimos tratando es favorable

a una redacción bastante antigua, nada impide que atribuyamos a esta una
fecha de redacció» contemporánea a la Pasión B y a aquel himno, es de-

cir, poco antes del año 653.


En consecuencia, así como la Pasión B y el himno son perfectamente
atribuíbles a Quirico, aquel obispo de Barcelona, antes abad del monasterio
de la misma ciudad, que firmó en las actas del Concilio X de Toledo del
año 653, así también es muy probable que haya que atribuir a su misma
pluma la misa del sacramentarlo toledano.
En este caso Quirico, probablemente desde el tiempo de su abadiato,

fué un verdadero impulsor del culto que venía tributándose va de mucho


más antiguo a Santa Eulalia de Barcelona en nuestra propia ciudad, su
labor no sólo se limitó a levantar un monasterio junto al sepulcro que la

santa tenía en nuestra ciudad para cantar sus glorias, sino que vino a

perfilar la figura histórica que nos trasmitía la tradición, creando las actar
propias de Santa Eulalia en las que con independencia plena de la vida
de su homónima emeritense, volcó todo cuanto pudo recoger de labios dé-

los barceloneses, y componiendo a base de ellas un himno para que lo


cantaran los sacerdotes y el pueblo junto al sepulcro, y, a base de ambn?
documentos, redactando el texto de la misa que anualmente se rezaría para
conmemorar sus gloriosas hazañas.
Con todo esto ¿quién dudará que Santa Eulalia de Barcelona alcanza
el mismo rango en la historia del culto a los santos, que tantos otros már-
tires que se festejaron en la liturgia mozárabe? Fuera de tres o cuatro
de ellos, Eulalia de Barcelona es, de cuantos mártires tuvieron culto en
España, uno de los que contó más pronto con una Pasión, un himno y
una misa propios. En la historia del culto a los mártires de España no es-

posible ya concederle mayor distinción.


74 ÁNGEL FABREGA CRAL

IV

MARTIROLOGIOS Y CALENDARIOS

El estudio de los Martirologios v Calendarios no puede faltar en ningún


trabajo hagiográfico seno. Desde un principio hav que inculcar la idea de
la distinción esencial entre Martirologio y Calendario.
El Calendario es una lista de fiestas que celebra una iglesia particular o
un pequeño grupo de comunidades vecinas. Está integrado por festividades

de santos propios (mártires, obispos, confesores, traslaciones, etc) (Cronó-


grafo romano) o bien por festividades propias a las que se han ido aña-
diendo otras importadas de otras iglesias (Calendario de Cartago); en am-
bos casos, tratándose de los más annguos calendarios, todas las fiestas de
los mismos fueron celebradas litúrgicamente por la comunidad.
El Martirologio es una compilación de vanos calendarios de una re-

gión, o de una provincia, o de un país, o de la mitad del Impeno, en cuyo


caso se llama Martirologio general (Martirologio oriental), o de toda la
cristiandad v en este caso se llama Martirologio universal (Martirologio
Jeronimiano); pero no todas las festividades mencionadas en ellos fueron
celebradas litúrgicamente por la comunidad o comunidades que los pose-

yeron. Teóricamente pueden distinguirse dos clases de Martirologios ge-


nerales v universales, unos formados exclusivamente por una simple com-
binación de calendarios, otros integrados además por noticias entresacadas
de otras fuentes literarias. Cuando estas noticias son algo extensas, aña-

diendo al simple nombre del santo un corto resumen, por ejemplo de su


viday marf rio, forman los llamados Martiiologios históricos (Beda, Floro,
Adón. etc.).
Los Calendarios más antiguos (siglo iv), y los Martirologios primitivos
que llegare a demostrarse haber sido compuestos exclusivamente a base
de caléndanos, son argumentos a favor de la genuinidad del culto a los

santos que contienen, culto que es garantía de su autenticidad histónca.


Estos calendarios tenían la aprobación eclesiásnca oficial de la comunidad
a que pertenecían, única autoridad que entonces tenía competencia sobre

la aprobación o reprobación del culto a un santo. Sin embargo es evidente


que los caléndanos compuestos en la Edad Media, como son los Calenda-

rios hispanos, no gozan de esta misma autoridad que los del siglo iv. Asi-
mismo aquellos martirologios primitivos tendrían igual autoridad que los
calendarios de donde sacaron exclusivamente .sus noticias.
SANTA EULALIA DE BARCELONA 75

Los Martirologios generales y universales, y los históricos, no tienen


más autoridad que la probidad de sus autores y la de las fuentes literarias

en que se inspiraron. Ninguno de ellos tuvo aprobación eclesiástica oficial


de la Sede Apostólica; el primer Martirologio universal que gozó de tal

prerrogativa fué el llamado Martirologio romano aprobado por el Papa


Gregorio XIII en el año 1584.
En nuestro caso empezaremos estudiando el testimonio de los Martiro-
logios antes que el de los Calendarios hispánicos por la sola razón de su

mayor antigüedad.

1. LOS MARTIROLOGIOS

A. El Martirologio Jerommiano

El Martirologio Jerommiano, así llamado por haber sido indebidamente


atribuido a San Jerónimo, es el más antiguo de todos los martirologios
y
la fuente principal donde se inspiraron siglos después casi todos los de-
más.
Después del concienzudo estudio que el sagaz investigador Don En-
rique Quentin, OSB., y el docto bolandista P. Hipólito Delehaye, S. L, es-

cribieron como introducción a la edicción crítica que hicieron de este


Martirologio (Bruselas, 1931) para aclarar y hacer inteligible la edición
diplomática que Juan B. de Rossi y Luis Duchesne habían hecho (Bruse-
las, 1894) de los principales manuscritos, oor desgracia no exento de negli-
gencias, más algún otro estudio recientemente sacado a luz, resulta que
el Martirologio Jerommiano, tal como lo conocemos hoy día, está integrado

por dos recensiones : una primitiva llamada Itálica v otra llamada Gali-
cana algo posterior.
La recensión primitiva, o Itálica por haber sido escrita en la Italia sep-
tentrional, en la región de Milán o en la de Aquileya, es de un autor
anónmo de la segunda mitad del siglo V. Su autor, pues, no pudo ser

San Jerónimo, que murió en el año 420. De ella no queda ningún manus-
crito. El autor anónimo de esta recensión se inspiró para componer su
obra en un calendario local de la iglesia romana redactado antes del año

422, que no ha llegado hasta nosotros; en un martirologio general de Italia


o vanos calendarios locales de iglesias italianas, que tampoco conocemos;
en un martirologio general del Africa cristiana o varios calendarios locales
:

ÁNGEL FABRECA GRAL"

de las iglesias africanas, de los cuales tampoco tenemos conocimiento; v


por fin en un martirologio general de las iglesias orientales escrito entre
el año 366 v el 411 en Xicomedia. en lengua griega, pero que ha llegado
a nosotros sólo a través de una traducción siríaca (de ahí el nombre con
que ordinariamente se conoce este Martirologio. Martyrologium Syiacum
o Brevtarium Syriacum) contenida en un códice de Edesa del año 411-412,
hov en el Museo Británico de Londres, Additional 12.150.

La segunda recensión llamada Galicana por haberse compuesto en la

Galia central, probablemente en la Borgoña, en la ciudad de Auxerre


(Antissiodorum). es también de un autor de nombre desconocido que lo

compuso alrededor del año 600. tomando por base la recensión primitiva,
a la que se limitó a añadir algunos nombres sacados de otros caléndanos
locales de Francia. Los códices de esta recensión son muchos : De Rossi-
Duchesne se limitaron a publicar diplomáticamente el Epternacense, el
Bernense y el \Vissemburo;ense. dando en las notas las lecciones de los

demás. Quentin-Delahave, con el propósito de buscar los arquetipos, es-

tablecieron dos familias en las cuales subdistinguieron les códices ((comple-


tos», es decir los que traían las noticias por extenso, v los «compendiados».
A la primera familia de la recensión galicana sólo pertenecen un có-
dice completo, el códice E, Epternacense, hoy en la Biblioteca Nacional
de París, lat.
10.83J,
de la primera mitad del s.glo'vm, y un códice com-
pendiado, el códice Cambr., Cambrense, hov en la biblioteca del Cole-
gio de la Santísima Tr.nidad de Dublín. A. 4.20, escrito durante el si-
glo xi. antes del año 1082.

A la segunda familia pertenecen cuatro manuscritos completos, de los


cuales el principal es el B, Bernense. de la biblioteca de la ciudad de Berna,
escrito a fines del siglo vi 11. Los otros tres son el A, Laureshamense. de
la Biblioteca Vaticana, Palat. 238, escrito en el siglo ix, el S, Senonense,
cuya primera mitad se encuentra en la Biblioteca Nacional de París,

Nouv. acq. 1.604 y la otra mitad en la Biblioteca Vaticana. Reg. 567,


v fué escrito en el siglo x. v el W, Wissemburgense, de la Biblioteca
Guelferbvtana, Wiss. 23, de fines del siglo vi n. Además pertenecen a
esta misma familia otros cinco códices completos : el C, Corbelense (si-

glo xi), el M, Florentino (siglo xn), el K, Lucense (siglo xi), el L. Lu-


cense segundo (siglo xi) v el V, Valumbrosano (siglo xn).
Ahora bien, todos los códices de ambas familias de la recensión gali-
cana, manuscritos E, Cambr.; B, A, S, W, C, M, K, L, V (siglos vm-xi)
proponen al día 12 de febrero. Dridie id. februar.i, el nombre de una
Eulalia
;
:

SANTA EULALIA DE BARCELONA 77

in Italia Donati Heracli Vincenti Susannae Orbanae Donatae Eula-


liae despositio Simpüci episcopi.

Notemos antes de entrar en el comentario de este fragmento, que el

códice B de fines del siglo vm, añade al nombre de Eulalia la frase «quo-

rum gesta habetur» (sobre la línea corrigió «habentur») ;


y que el S, del
siglo x, en lugar de «Eulaliae» dice «Elaliae», aunque en el margen otra

mano añadió «in hispaniis sanctae eulaliae virginis».


No queremos negar que la frase tal como está en los manuscritos del

Jeronimiano esté un tanto embrollada. Sin embargo de la crítica textual de

los PP. Quentin-Delehaye se deduce: i) Que el nombre de Eulalia fi-

guraba en el arquetipo de la recensión galicana, cuya redacción remonta a


los primeros años del siglo vn. 2) Que por el hecho de que el códice B
(siglo vi 11), que es el mejor de todos los de la segunda familia, añada al

nombre de Eulalia «quorum gesta habentur», v que así De Rossi-Du-


chesne como Quentin-Delehaye refieren exclusivamente a esta Eulalia y
no a los demás santos de la frase, resulta evidente que su autor conocía
las actas de Santa Eulalia cuando insertaba su nomdre en este manuscrito

3 ) Que en el siglo x, por lo menos en la región


al día 12 de febrero. del

Sennonais, había un conocimiento de que esta Eulalia, conmemorada en la


vigilia de los idus de febrero, era una mártir española, según reza la nota
marginal del manuscrito S: «in hispaniis. . .». Sería una insensatez negar
esta última aseveración apoyándose en el hecho de que toda la frase del

jeronimiano viene precedida por la determinación geográfica «in Africa»


después deésta, y antes de Eulalia, hay otros nombres que ciertamente

tampoco fueron oriundos de Africa, como por ejemplo Vicente (de Za-
ragoza) y otros. Efectivamente, el P. Delehaye restituye la lección del
arquetipo de ambas familias galicanas del Martirologio Jeronimiano así
<(in Spanis Eulaliae».
Creeríamos una imprudencia empeñarse en sacar más punta a esta
frase para demostrar que aquí se trata evidentemente de Santa Eulalia de
Barcelona. De este solo testimonio del Jeronimiano y con esta frase, tal

como se encuentra en el arquetipo del mismo, creemos con el P. Delehaye


que no se puede demostrar la existencia de dos Eulalias españolas ;
pero no
admitimos ni como verosímil, según cree este docto bolandista, que esta

frase es una expresión de una duplicidad de fiestas de una misma Santa


Eulalia, aunque, como sabemos, esto ocurra frecuentemente en este cele-

bérrimo Martirologio. Su testimonio imparcial y agudamente valorado,


hay que cotejarlo con el de otros testimonios contemporáneos, por ejemplo
los textos de la Liturgia hispánica, ya existentes en esta época en Barcelo-
»

73 ÁNGEL FABREGA GRAL"

na, v los martirologios históricos de que vamos a ocuparnos inmediata-


mente. No se puede negar que así valorado este testimonio hay que refe-
rirlo probabilísimamente a Santa Eulalia de Barcelona.

B. Los Martirologios históricos medievales

1
Llámanse Martirologios «históricos» los martirologios medievales
que nombre de cada santo añaden un pequeño resumen de sus actas o
al

vida, o de otros documentos v tradiciones que a él se refieren .El Martiro-

logio romano actual representa un tipo completo de Martirologio históri-


co; pero antes de la aparición del primer Martirologio romano aprobado
oficialmente por el Papa Gregorio XIII en el año 1584, otros Martirolo-
gios, debidos a tentativas privadas sin ninguna aprobación oficial, ha-
bían conseguido una boga casi de la misma manera universal. Tal fué
por ejemplo la aceptación del Martirologio de Usuardo, v, con menor esca-

la, la del de San Beda el Venerable, de Rábano Mauro, de Floro de Lyón,


de Wandelbert de Prüm, de Adón de Vienne, de Notker el tartamudo de
Hermando «ccntractus». de Wohlfard, monje de Herrieden y otros.
Aquí nos interesa estudiar solamente los principales Martirologios his-

tóricos que dicen relación con el culto de Santa Eulalia de Barcelona. E.'tos
son: el Martirologio de Beda, el Martirologio anónimo de Lyon del ma-
nuscrito de la Biblioteca Nacional de París, lat. 3-879. el de Floro de Lyon r .

el llamado Vetus o Parvum romanum, el de Adón y el de Usuardo.

a) El Martirologio de San Beda el Venerable.

El Martirologio del celebrado monje del monasterio de Jarrow inicia

la sene de los martirologios históricos medievales. La intención de su


autor era no sólo hacer lo que ya había hecho el autor del Jeronimiano,
señalar simplemente las fiestas de los mártires, sino añadirles una breve
noticia histórica: «Escribí, dice, un martirologio con las festividades de
los mártires, en el que procuré anotar con toda diligencia, no sólo el día,

sino con qué género de lucha, o bajo qué juez vencieron al mundo.
Fué escrito en aquel célebre cenobio inglés en una época incierta,

pero anterior al año 735. en que murió su autor.

H. Qlentim, Les Martyrologes historiqnes du Moyen Age, •


París, 1908-
SANTA EULALIA DE BARCELONA 79

No todas las noticias de este martirologio son historiadas, pero sí lo

es la que nos interesa en nuestro estudio, la noticia de Santa Eulalia de


Barcelona.
Del estudio que de esta noticia hizo Dom Quenf.n en su obra Les
Martyrologes kistoriques áu Moyen Age (París, 1908), pág. 71, se des-
prende ser aerto que Beda, al componerla, tuvo delante de sí un texto
de su pasión. De las dos recensiones de la pasión de Santa Eulalia de
Barcelona, completamente diversas una de otra, que circulaban en el

siglo viii, es decir, las que señalábamos con las siglas B v B m Beda ,

utlizó ciertamente la última, que, como demostramos contrariamente


al parecer del P. Moretus. era la de más reciente composición, pues se

redactó a principios del siglo vi 11, v que prácticamente venía a ser

una refundición de las actas de Santa Eulalia de Ménda.


Enterado, sin duda, por el Martirologio Jeronimiano de que existían
unas actas de Santa Eulalia de Barcelona, pues decía «quorum gesta
habentur», Beda buscaría donde encontrarlas; v vino a parar a sus ma-
nos, no la recensión que entonces se empleaba en Barcelona como pieza
litúrgica de la festividad de Santa Eulalia, la versión B, compuesta en
Barcelona mismo a mediados del siglo vil, sino la versión Bm , redac-
tada med:o siglo después, muy lejos de Barcelona, fuera de España.
El cotejo de los textos no deja lugar a dudas.

Martirologio Beda Pasión Bm

IV Id. Dec. Natale sanctae Eulaliae In Barcellorta civitate, provinciae


virginis, m Barcelona, civitate Hispa- Hispaniae, sub Daáano praeside saeva
niae, sub Dacúino praeside: quae, cum chnstianis fuerat orea tempestas... Illic

essec tredecim annorttm, post plurima enim erat virgo quaedam nomine Eu-
tormenta decollata est; et resaliente ab lalia, annorttm circiter tredecim... ín-

ej capí te, columba de corpore eitts exire troeunre todem Daciano Barcellonam
visa est. (MHMA., pág. 71.) civitatem... Eulalia sese jn facien prae-
sidis obtuht... (siguen numerosos tor-
mentos). Eulalia autem decolhta est et
quo est, resilivrt ab ea ca-
die percussa
put Exüt autem de corpore eitis
eius.

columba, quae consolabatur Eulaüam...


Celebratur ergo natalis eius, in Barce-
Ilona civitate, sub die quarto Idus De-
cembris. (BHL, 2.696: véase texto en
nuestros apéndices.)

Obsérvese cómo las coincidencias son sustanciales; un día 10 de di-


ciembre Eulalia murió decapitada en Barcelona a la edad de trece años;
So ÁNGEL FÁBREGA GRAL

al caer su cabeza bajo la espada, salió una paloma de su cuerpo («de


Gorpore eius»). Todos estos detalles son característicos de B m En . cambio,
según B, como luego veremos, Eulalia de Barcelona, jovencita de edad
desconocida, munó entre el crepitar de unas teas encendidas y más tarde
fué colgada de una cruz, un 12 de febrero; al morir salió una paloma
de su boca («ab ore eius»).

Si Beda al redactar su noticia se encontró con que el Martirologio


Jerommiano determinaba en el día 10 de diciembre la patria de Santa
Eulalia que ocurría en aquel día, en una ciudad llamada «Almen» (co-

rrupción, ininteligible para Beda, de <»Ementa»), no dudó en corregir


este nombre por el de «Barcellona», que le ofrecían con toda garantía
las actas B m que tenía delante de sí.

Beda. pues, es un testimonio del culto a Santa Eulalia de Barcelona


para la primera mitad del siglo vi 11. Lástima que en vez de redactar
su noticia histórica para su Martirologio sobre la Pasión B, donde hu-
biera encontrado determinada la festividad para el día 12 de febrero,
m
se inspiró en la Pasión B que, descendiente como es de la Pasión de
,

Santa Eulalia de Metida, y por haber sido redactada fuera de España,


la refería al día 10 de diciembre, en que se conmemoraba la va entonces

umversalmente famosa santa emer.tense.


Rábano Mauro v el autor del seudo Floro siguieron esta misma tra-
2
dición en sus Martirologios . El primero munó en el año 856 v el

segundo es un autor de la segunda mitad del mismo siglo ix. Ambos


copiaron literalmente la noticia de Beda v tuvieron escasa influencia
en los Martirologios históricos posteriores.

b) El Martirologio de Lyon, del manuscrito de la Biblioteca Nacional


de París, lat. 3.879.

Este martirologio anónimo fué escrito en Lvon antes del año 806.
Su autor tomó como base un manuscrito de la segunda familia del Mar-
tirologio de Beda, que reprodujo en su totalidad, aumentándolo con
129 nuevas aportaciones v completándolo con otras 15 noticias o men-
ciones va insertas en el martirologio de su predecesor.
La labor más importante que llevó a cabo fué. sin duda, la de am-
pliar las noticias históricas contenidas en Beda. Para ello revisó otra vez
el Martirologio Jeronimiano, que le avudó a hacer ciertas correcciones,

Cf. PL, no, col. 1.185. Acta SS., Mar. II. XXXVIII. y PL, 94, col. 1.128.
SANTA EULALIA DE BARCELONA

sobre todo en las fechas conmemorativas, y echó mano de otras fuentes


litúrgxo-hterarias, entre las cuales hay que contar, casi con toda segu-
ndad, con un manuscrito del Pasionario hispánico anterior a los actual-
mente conocidos de Cárdena y Silos. Efectivamente, a excepción de la
fiesta de los santos Facundo y Primitivo, todos los santos del Pasionario

mozárabe, tal como se encuentran en los manuscritos de Cárdena y Si-


3
los , ambos del siglo x, se encuentran en el Martirologio de Lyon; y
viceversa, en éste no hay más santos españoles que los propuestos por
4
los manuscritos del Pasionario hispánico .

Ahora bien, por lo que atañe a Santa Eulalia de Barcelona, que es


lo único que aquí nos interesa, el autor de nuestro martirologio realizó
el siguiente trabajo. Al controlar el Martirologio de Beda se dió cuenta
de que al día 10 de diciembre no era la santa de Barcelona la que se

debía conmemorar, sino la de Mérida, como pudo comprobar por el

estudio e interpretación de las noticias que el Jeronimiano propone a


los días 10, ii y 12 de diciembre. Desconociendo seguramente el texto
de la Pasión seudo-barcelonesa B™ que inspiró a Beda, no le faltaron ra-
zones para creer que Beda se había equivocado, sobre todo comprobando
que el Pasionario hispánico que tenía en sus manos traía el texto de la

Pasión de Santa Eulalia de Mérida para el día 10 de diciembre. Redactó,


pues, la noticia de este día resumiendo la Pasión ementense (BHL, 2.700),
sin tomar en cuenta para nada la mención de la santa barcelonesa.

En cambio, al llegar al día 12 de febrero, en que vió que el Jeroni-

miano decía: «ín Hispanas Eulaliae», no se atrevió a modificar esta


lección ampliándola, como lo hubiera podido hacer a base de la nota que
Beda le ofrecía en su obra al día 10 de diciembre. El autor del lyonés
tenía motivos para abstenerse de ello : el manuscrito del Pasionario his-

pánico que tenía delante de sus ojos, y en que se inspiraba, carecía de


toda noticia de la santa barcelonesa. Ni podía ser de otra manera, pues
Santa Eulalia de Barcelona no tuvo su Pasión propia inserta en el Pasio-
nario hispánico hasta fines del siglo ix, cuando su culto, de particular
de la iglesia barcelonesa, se hizo general a toda la Liturgia hispana;

y el autor del Martirologio Lyonés escribía su obra, según dijimos, en los


primeros años de este siglo. Eso sí, no tuvo reparos en ampliar la noti-

cia del Martirologio Jeronimiano en el sentido de atribuir a Barcelona la

3
Londres, Mustc Brit., Add. 25.600, y París, Bibl. Nac, Nouv. acq.
lat. 2.180.
* Cf. H. Qlentin, op. cit., págs. 139 y sigs.

6
82 ÁNGEL FABREGA GRAU

patria de Eulalia, que éste en el manuscrito senonense se limitaba ? oto-


poner vagamente uin Hispanns» «en España».

Martirologio Lyovés Mart. Jeronimiano, Ms. S.

II Id. Febr. In Hisfaniis, civitate ln Hispaniis, sanctat Eulalias vir-

Barcinone. natale sanctae EulaliaC gi^s-

El Martirologio Lyonés representa, pues, el testimonio de un autor


seguros, admite en su
serio
y probo, que, careciendo de datos precisos
y
obra una memoria del culto a Santa Eulalia de Barcelona; pero con-
trolando este culto con el libro oficial de las Pasiones hispanas, se da
cuenta de que Beda ha atribuido equivocadamente su festividad al día
10 de diciembre. En consecuencia, enmienda la plana a Beda y reserva
este día para la santa ementense; pero respecto a Santa Eulalia de Bar-
celona, se limita a recordarla como mártir barcelonesa al día 12 de fe-
brero, cuya fiesta dedujo ser la suva, una vez estudiado el Martirologio
Jeronimiano.

c) El Martirologio de Floro.

Floro, diácono de Lyon, fué el autor de este nuevo martirologio^


compuesto en el segundo tercio del siglo ix (a. 830-860). El autor tra-
bajó en su obra partiendo como base del Martirologio Lyonés, nueva-
mente controlado con el Jeronimiano, enriqueciéndolo con nuevas noti-
cias sacadas de algunos martirologios locales y otras fuentes litúrgicas y
literarias.

Los manuscritos hov existentes pertenecen a dos familias : la recen-


sión llamada M 1
(el más antiguo de los dos manuscritos de Macón, si-

glo xi 1), compuesta de los manuscritos que contienen exclusivamente


el fondo común de todas las noticias de ambas familias, v la recensión ET,
que propiamente forma el grupo de manuscritos que fueron enriquecién-
dose sucesivamente con nuevas noticias.
La noticia de Santa Eulalia de Barcelona forma parte de la fami-
lia ET y se encuentra en los manuscritos M 2
,
Macón, del siglo xiv
5
;

B, Bolonia, del segundo cuarto del siglo xm c


;
E, abadía de Epter-

¡
París, Bibl. Nac, lar. 5.263.
' Bolonia, Bib!. Univ., 925.
:

SANTA EULALIA DE BARCELONA

7
8
nach, del siglo xil ,
y T, Toul, de los primeros años del siglo xiv .

Todos estos manuscritos, aunque tardíos, son copia mediata o inme-


diata de otros manuscritos, probablemente de fines del siglo ix.

La noticia de Santa Eulalia barcelonesa, inserta en la recensión ET


de este Martirologio, es como sigue

II Id. Febr. civitate Ba.rcwonae naide sánelas. Eulalias,


ln Hispanits,
virginis et quae passa esc tempore Diocetiani imperatoris, sub
martyris.
praefecto Hispaniarum Datiano, quando sub eodem tyranno, et apud eam-
dem Barcinonem sanctum Cucufatem, et apud Gerundam sanctum Feli-
ccm. gloriosas constar martyni accepisse coronas. Scriptum in passione sanc-
tae Leocadiae.

La fuente de esta noticia no ofrece duda alguna : la primera parte


es la misma noticia del Martirologio Lvonés, que en la segunda nuestro
autor amplió con datos que le ofrecía la Pasión de Santa Leocadia, se-
gún él mismo advierte al final.
Al tiempo que se escribiría por primera vez esta noticia, a fines del
siglo ix, el culto v la Pasión de nuestra santa era va general en toda la

península ibérica, pero por lo visto no llegó a manos del autor de la


recensión ET del Martirologio de Floro, el cual, para completar la no-
ticia del Lvonés, tuvo que echar mano o del mismo códice del Pasionario
de que se sirvió el anónimo de Lyon antes del año 806, o de una copia
de las actas de Santa Leocadia del Pasionario hispánico, de cuya natu-
raleza hablamos en el capítulo I. al tratar de la Pasión de communi. Lo
mismo aconteció al componer nuestro autor la noticia de los sanios Tor-
cuato v compañeros, cuvas Actas conoció a- resumió.

d) El Martirologio aVetus» o «Parvurn Romanumn.

Cuando Adón publicaba en la segunda mitad del siglo ix su Mar-


tirologio, declaraba en su prefacio que con la obra de Floro había em-
pleado otro martirologio muv antiguo — ' venerabile perantiquum mar-
tyrologium» — , enviado en otro tiempo de Roma a Aquileva por el papa
a un santo obispo. Un religioso le prestó este venerable texto por algu-
nos días, durante una estancia suva en Rávena. y así tuvo ocasión de
transcribirlodiligentemente. Este documento, dice, le prestó un muy

7
París, Bibl. Nac, 10.158.
1
París, Bibl. Nac., 10.018.
»4 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

apreciable servicio, va que en medio de la confusión ordinariamente rei-

nante en los caléndanos le avudó a fijar de la manera más auténtica


las verdaderas fechas de los aniversarios de los mártires.

Desde que Roswevdo lo publicó en el año 1613 se ha venido dispu-


tando agudamente sobre antigüedad, fuentes y valor de este sospechoso
la

texto. Hov. todos los autores admiten v sostienen la posición de Dom


Quentin. el cual afirma que, lejos de tratarse de una pieza de mucha
antigüedad, no es otra cosa más que un derivado de la recensión ET
del Martirologio de Floro, esto es, una composición de la segunda
mitad del siglo ix. Adón. para justificar los cambios audaces que quiso
introducir en su obra, sobre tedo en la determinación de fiestas, necesi-
taba respaldarse con algún documento que tuviera visos de oficialidad
y
autoridad: para ello encontró la solución fingiendo la redacción de este
documento con apariencias de gran antigüedad, dándole gran autoridad
al sostener su procedencia romana y publicándolo en las primeras pági-
nas de su Martirologio.
La ñor cía del Parvum Romanum del día i¿ de febrero dice:

«Pridie Idus (Fcbr.) Barcilone. Eu'aliae virgin;s et mareras.»

Como se ve, esta noticia, tal como está redactada, no puede ser ante-

rior a Beda : la grafía cBarcilone;> es una variante de la lección de este


Martirologio.

El valor de este texto no es otro que el de un testimonio más del


culto a Santa Eulalia de Barcelona en la segunda mitad del siglo ix.

e) Martirologio de Adón.

Este martirologio fué escrito hacia el año 860 por un monje bene-
dictino llamado Adón. que más tarde fué creado obispo de Vienne, en
las Galias. Tomó por base de su obra, según apuntamos ya, la obra de
Ploro de Lvon, que corngió y aumentó con las correcciones y añadiduras
del o Parvum», audaz falsificación del mismo Adón, más otras mencio-
nes y noticias introducidas o desarrolladas por él mismo.
La noticia de Santa Eulalia de Barcelona es exactamente igual a la
de Floro, por lo que carece de importancia para el estudio del desarrollo
de los textos de los Martirologios históricos que se refieren a nuestra
santa.
:

SANTA EULALIA DE BARCELONA

f) Martirologio de Usuardo.

Usuardo compuso su obra hacia el año 875, valiéndose casi única-

mente del Martirologio de Adón; no corrigió de él error alguno, y fuera:

de unas pocas excepciones para santos de la Galias y de España, no sólo


no aumentó o desarrolló sus noticias y menciones, sino que lo condensó-
y resumió. El Martirologio de Usuardo fué el martirologio más usado
en lo que desde entonces quedaba de Edad Media.
Para Santa Eulalia de Barcelona, efectivamente, abrevió la noticia

de Adón, que era la misma de Floro, en estas palabras

In Hispaniis, sanctae Eulaliae virginis, quam constat tempore Diocle-


tiani imperatoris, gloriosam martyrii accepisse coronam, civitate Barcinona.

Al querer interpretar esta noticia no se olvide que Usuardo no pudo


todavía ampliar la noticia de Adón, como lo hizo con otros santos es-
pañoles, porque hasta estas mismas fechas en que él escribía su marti-

rologio, nuestra santa no empezó a tener culto general en España. La


expansión de su culto fuera de Barcelona empezó a raíz de la primera
traslación de sus reliquias en el año 877.

2. LOS CALENDARIOS HISPANICOS

Entendemos por Calendarios hispánicos aquellas obras de cómputo


eclesiástico destinadas a fijar la celebración de las fiestas litúrgicas en
determinados días de cada mes. Su objeto es, pues, exclusivamente litúr-
gico. Para clasificarlos tomamos como fecha ad quem de su composición
la supresión del rito mozárabe a fines del siglo xi. Constan todos ellos
de doce series de fiestas dispuestas en columnas, correspondientes a otros
tantos meses del año. Dentro de cada mes todos y cada uno de los días
están determinados expresamente con los nombres del calendario roma-
no (Kalendas, Nonas, Idus), y de ordinario con la letra dominical, aun
aquellos días en que no ocurre conmemoración alguna.
Ajustados a esta definición, conocemos diez calendarios hispánicos'
completos que luego describiremos sumariamente y dos fragmentos. Que-
dan, pues, excluidos de este estudio otras listas de santos que, según esta
definición, no pueden llamarse propiamente calendarios, tales como el
S6 ÁNGEL FABREGA GRAU

calendario epigráfico de Carmona y otras listas redactadas a base de ín-


9
dices del santoral de cualquier libro litúrgico .

Los calendarios hispánicos conocidos y publicados hasta nuestros días


10
son los siguientes:

E (año 976) = El Escorial, Biblioteca, ms. d. I. 2, fbl. 6r.-v.

E' (año 994) = El Escorial, Biblioteca, ms. d. I. 1, fols. 2 V.-3 r.

«L (núcleo primera mitad del siglo x; núcleo siglo xi) = León, Bibl. Catedral,

Antiphonarium, 6-9 = Ferotin D).


fols. (

S4 (fin. siglo x) = Silos, ms. 4, fols. 1-6 = Ferorin A). (

S
3
(año 1052) = Silos, ms. 3, fols. 1-3 = Ferotin B). (

C (año i055) = Compostela, Santiago de: Biblioteca Universidad, Reserva-


dlo I, fols. 1-4 = Ferotin
( C).
P 1067) = París, Nouv.
1
(año Bibl. Nationale, acq. lat., 2. 171, págs. 28-33
( = Ferotin E).
P 2
(año 1072) = París, Bibl. Nationale, Nouv. acq. lat., 2.169, fols. 22-24
( = Ferotin F).

Hay además otros dos calendarios: uno de Ripoll, pero de proceden-


ida or:ginal extraña
y que hallamos en este cenobio poco después de la
introducción del rito romano, que, como es sabido, en Cataluña entró
mucho antes que en el resto de España; y otro de Córdoba, el célebre
calendario de Recemundo, que propiamente es un calendario no mozá-
rabe, fuertemente influenciado por el santoral de la liturgia romana;

B (siglo x) = Barcelona, Archivo de la Corona de Aragón, fondo Ripoll,


m^. 59, fols. i95r.-203v. (numeración reciente).

Córdoba (año 96i) = Dozy, Le calendrier de Cordoue de l'année 961; texte


árabe ct ancienne traduction latine (Leyde, 1893), 8.°, 107 págs. ( = Ferotin G).

Conocemos, finalmente, dos fragmentos de otros tantos calendarios,


a lo que parece mozárabes:

M (siglos xi-xn) = Madrid, Academia de la Historia, ms. 18 (= Ferotin I).


Toledo (siglo xi 1 ?)= Versión muy tardía de un calendario copiado e im-
preso por Francisco de Pisa en 1593. Pinio lo publicó en Acta SS. Iul. VI,
pág. 78 (PL, 85, coi. 1.049) ( = Ferotin H).

9
Cf. M. Alamo, Les calenátieis mozárabes, d'aprés Dom Ferotin. Additions
•et corrections, en «Revue d'Histoire ecclésiastique», 29 (1943), págs. 100-131.
10
Véase nuestra edición pa'eográfica de los Calendarios, en «Hispania Sa-
«ra», 2 (1949), 1 19-146, 339-380, 145-161.
y 3 (1950),
SANTA EULALIA DE BARCELONA 87

No estamos en situación de elaborar aquí un estudio completo de la

naturaleza, origen y desarrollo de los Calendarios hispánicos; pero como


sea que sobre su antigüedad se ha fantaseado mucho, hemos de decir
cuatro palabras con el único intento de valorarlos debidamente para te-

ner nuevos hitos sobre cuya consistencia y estabilidad podamos apoyar


firmemente nuestro estudio sobre Santa Eulalia de Barcelona.
Dom Mario Ferotin, O. S. B. fué quien por primera vez estudió
la antigüedad de los Calendarios hispánicos al darlos a conocer en los

apéndices a su obra Le Líber Ordinum Desde el punto de vista litúr-

gico e histórico estos calendarios ofrecen un gran interés


y ayudan a re-
solver más de un difícil problema. El más reciente de estos calendarios
es, sin duda, el de la iglesia de Córdoba, los otros ocho son mucho más
antiguos. Fueron redactados en una fecha que no es posible precisar con
exactitud, pero que sin temeridad puede hacerse remontar más allá del

siglo vi. Es cierto que hay algunos nombres raros inscritos en una fecha
más reciente, corno por ejemplo San Ildefonso, San Pelagio; pero éstas
son adiciones excepcionales que apenas cambian la fisonomía de la re-

dacción primitiva. Hay que observar que fuera de una veintena de san-
tos, la mayor parte de ellos españoles, todos los demás (y ellos se cuentan
12
por centenares) pertenecen a los cuatro primeros siglos de la Iglesia» .

Esta atribución de Dom Ferotin, como puede apreciar cualquier crí-


tico imparcial, es a todas luces temeraria, pues que no da razón alguna
de peso para demostrarla. De hecho ya él mismo debía darse cuenta
cuando al hablar de dichos calendarios en la edición del «Liber Sacra-
mentorum», ocho años después, atenuaba su opinión rebajando en dos
siglos los límites de la antigüedad que les había atribuido «Aunque es- :

tos manuscritos, excepto el de Córdoba, son todos del siglo xi, reprodu-

cen un texto mucho más antiguo que remonta más allá de la invasión
13
de los árabes, en el año 711» .

Comentando estos textos, escribía el Dr. Vives: «Ferotin no dió


razón alguna para fundamentar su hipótesis. La única que parece insi-

nuar, según se puede ver en el texto antes transcrito, es que entre los

centenares de santos que figuran en los calendarios sólo unos pocos, unos
veinte, murieron en época posterior al siglo iv. Así formulada es una
razón ele cierta apariencia, pero de ningún valor. Para que lo tuviera se

11
Étude sur neiif edendrien mozatabes, en Liber Orclinum (París, 1904),
págs. XXX- XXXV v cois. 449-497.
12
Loe. cíe, págs. XXX-XXXI.
13
Líber Sacramentorum, pág. XLIII.
88 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

debería poder formular así: los sancos de los cuatro primeros siglos figu-
ran, con raras excepciones, en todos los calendarios, mientras que éstos
están casi siempre discordes respecto a los santos de los siglos postenores.
14
Por desgracia, la realidad es muv distinta . Es un razonamiento justo
v ponderado.
Xo lo Vieron de esta misma manera otros autores, sobre todo el llo-
rado P. García Villada que intentó llevar la hipótesis hasta las últimas
1o
consecuencias . En el afán de demostrar la historicidad de los llamados
Varones Apostólicos, García Villada echó mano de la tesis de Dom Fe-
rotin sobre la antigüedad de los Calendarios hispánicos para demostrar,
con la autoridad de éste, que aquellos Varones tuvieron culto en España
a lo menos en el siglo v, porque hasta este tiempo se remonta la existen-
cia del supuesto tronco común de aquellos caléndanos, hov en manuscn-
tos de los siglos x y xi. Hasta aquí García Villada no había hecho otra
cosa que aplicar la tesis de Ferotin al problema de los Varones Apostóli-
cos, sin darse cuenta de que la existencia histórica de estos personajes, su-
puestos enviados de los Apóstoles para evangelizar la península ibérica,
no puede intentarse demostrar por la histona de su culto, precisamente
porque, a lo que parece, no muñeron mártires, v es sabido que los con-

fesores no tuvieron culto en España ciertamente antes del siglo vn : éste


es un problema que hay que solucionar por otros caminos y con otros

argumentos. Pero dejando esto aparte, la aportación de García Villada


en este asunto de la antigüedad de los Caléndanos hispánicos consiste
en el razonamiento que dió para demostrar v defender la tesis de Dom
Ferotin, proferida sin duda con demasiada ligereza.

Partiendo del principio de que el Calendario de Recemundo, o sea el

Calendano de Córdoba, año 961 representa en su conjunto la fase litúr-


del

gica más reciente, completa en varias ocasiones los demás caléndanos, v


contiene una porción de fiestas ignoradas en la Liturgia mozárabe, hace

un estudio comparativo de este calendario con los demás, para llegar a la

conclusión de que entre éste v el calendario S* (1039) de Silos, que es

el que contiene menos santos, hay una gama que responde a un lento
través de los siglos. El mismo
y progresivo desarrollo de los caléndanos a
hecho de que en ellos aparezcan nombres de santos del siglo ix y aún

14
J. Vives. Santoral visigodo en calendario* e inscripciones, << Analecta sa-

cra Tarraconensia .
14 (1941)- P^g- 3&
15
Z. García Villada. Historia eclesiástica, de España, [, i." parte, pá-
ginas 148-151.
SANTA EULALIA DE BARCELONA 89.

del x, lejos de ser una dificultad para la antigüedad de los mismos es

una prueba que corrobora este lento y progresivo desarrollo.

En primer lugar hay que decir a todo este razonamiento de García


Villada que el Calendario de Córdoba, o de Recemundo, no puede ser
objeto de un estudio comparativo con los demás Calendarios hispánicos,

pues es de naturaleza diversa. Como lo prueban las mismas festividades

que García Villada aduce como añadiduras de última hora, este calenda-

rio es un exponente de las íntimas relaciones cultuales con que la iglesia

cordobesa estaba unida a la liturgia romana así antes, como durante la do-
minación árabe; nada, pues, tiene de extraño que únicamente él contenga
en España las festividades de la Conversión de San Pablo, San Gregorio
Magno, Santa María Magdalena, la Natividad de Nuestra Señora, San
1G
Pedro ad vincula, etc. . Pero aún hav más.
La teoría del P. García Villada descansa, aunque no lo afirme clara-
mente, sobre la idea de que ya desde el siglo V por lo menos, había un
solo y único Calendario general para todas las iglesias de la península, y
esto es a todas luces insostenible. Cada iglesia contaba con su calendario
propio que más o menos coincidía con el de las iglesias circunvecinas y se

conformaba, en cuanto era posible, al de las iglesias regidas por obispos


de reconocida y probada fama. Causas del desarrollo del calendario de cada
iglesia particular fueron entre otras la adquisición de alguna reliquia, la

fama del martirio propagada por algún himno o texto de sus Actas, etc.
De esta manera comprobamos cómo a mediados del siglo vn, a partir del

IV Concilio de Toledo del año 633, renacen o se propagan gran número


de festividades de mártires al son de los nuevos himnos compuestos por
los grandes Padres de la Liturgia visigoda, o a la sombra de los nuevos
templos erigidos en su honor. Es posible que, de no haber invadido los
árabes el año 711 toda la península, echando a bajo la admirable organi-
zación de la iglesia visigoda, se hubiese llegado a concretar un calendario
general obligatorio para todo el territorio hispano, pues ésta parece ser
la tendencia entonces reinante, pero después de aquel golpe, que vino a
desarticular la unidad administrativa de las iglesias ibéricas, no podía pen-
sarse en ello.

De aquí se sigue :
1) Que cada calendario hispánico, vale sólo para
comprobar las festividades que tenían culto en la iglesia o monasterio
para el cual fué redactado. 2) Que la comprobación de que un calendario
tenga un número mayor o menor de festividades no es argumento alguno

16
Cf. P. David, Éludes historiques sur le Galice et le Portugal, du VI e
au XII" siecle. (Lisboa-París, 1947), págs. 192-193.
:

9° ÁNGEL FÁBRECA GRAL

para que se le ambuva más


menos antigüedad, o Que es inútil bus-
car entre todos los caléndanos hispánicos un tronco común. 4J Que sólo
puede estudiarse el lento desarrollo del calendario en una iglesia particular,
cuando de ésta poseamos dos o más ejemplares del calendario redactado
en distintas épocas. o en el caso de poseer uno sólo, después de analizar
?

paleográficamente las diversas manos que tal vez intervinieron sucesiva-


mente en su confección. 5) Q ue P° r e l hecho de encontrar el nombre de
un márt;r en todos los caléndanos, no es lícito concluir que aquel santo
figuraría en una pnmiava redacción; pues tenemos entre otros el caso de
San Pelagio. que murió el año 925 v se encuentra conmemorado en todos
los caléndanos hispánicos; esto sólo guede demostrar una fama extraor-

dinana que indujo libremente a todas las iglesias a contarle entre los san-

tos que veneraba en su liturgia. 6 ) Que para interpretar debidamente el

testimonio de los caléndanos es absolutamente imprescindible controlarlo


con los hitos ciertos del desarrollo v propagación del culto a aquel mártir
determinado, dentro de la iglesia particular, v su expansión en las demás
iglesias de la península.
A la luz, pues, de estos extremos, que hemos desarrollado más de lo

debido, apliquemos nuestra atención al caso de Santa Eulalia de Barce-


lona.
Santa Eulalia de Barcelona viene conmemorada por todos los calenda-

rios hispánicos al día 12 de febrero (II Idus Februanas) con las siguientes

formas v grafías que transcnbimos paleográficamente de nuestra edición

E '976:: Sane; te eo'aiie btajrc inonensijs.


E (994): S(an)c(t)e eolalie b(a)rc(inoneiisi>.
L (núcleo primera mitad de¡ siglo x): S(an)c(t)e eolalie barcinona.
S* 'fin. siglo x): S(ao)c(t)e eolalie u(i)rg(inis).
S* (1052): Raspadura, según Ferotin, que examinó directamente el códice.

C 1055»: S(an)c(t)e eolalie barchinone(n)sis.


P1 (1067) y P» (1072): &»c(t)e eolalie u(i)rg(i)n(i)s et m(a)r(tyr)is Chns-
x. = Xpi.
5 r.z'.i y- Eulaüe b archín Dnensis'. 'segunda "--.¿no, porque el ms. fué
reiact-ado probablemente en las Galios).
Córdoba (961): In eo est chrisrianis festum Eulaliae, interfectae in civitare
Barchinona. Er ibi martvnzara es:, et eius monastenum inhabitatum in Sehelari,
et in eo est con gregario.
M (siglos xi-xn): Sonde Eolalie vhginis, Barzinone. (Transcripción no pa-
leografía.)
Toledo (siglo xii?): Sanctae Eulaliae virg. mar. Barcinona.

Como puede comprobarse la festividad de Santa Eulalia de Barcelona


3
se encuentra en todos los caléndanos, pues aún S la contendría en la ras-
SANTA EULALIA DE BARCELONA

4
padura; figurando en el calendario S escrito unos pocos años antes pro-
bablemente en el mismo monasterio de Silos, de donde provienen ambos,
¡

es moralmente imposible que faltara esta festividad en S' .

¿Qué podemos, pues, concluir de esta unanimidad, a la luz de los


principios de interpretación de los calendarios propuestos más arriba?
A nuestro modesto entender esta uniformidad nos demuestra que en el
siglo x-xi el culto a nuestra Santa Eulalia era general en España; su cul-
to había salido ya de los límites de la iglesia barcelonesa y se había ex-
tendido por toda la península. Los calendarios hispánicos estudiados proce-
den unos del N., otros del S., y otros del E. de la península ibérica.
Ahora bien, del sólo estudio interno del testimonio de los calendarios
hispánicos, no se puede llegar, como han hecho algunos autores impru-
dentes, seducidos por la aparente verdad de la temeraria afirmación de
Ferotin, a conclusión alguna que nos lleve al convencimiento de que la

mención de Santa Eulalia de Barcelona se encontraría en una utópica re-

censión de los calendarlos cuya antigüedad remontaría más allá del si-

glo Vi. Para examinar la antigüedad del culto que la iglesia visigodo-mozá-
rabe tributó a nuestra santa hay que abandonar decididamente este ca-
mino para seguir otros derroteros más firmes v seguros.

* # *

Ni el Martirologio Jeronimiano, ni los Martirologios históricos medie-


vales, ni los Calendarios hispánicos, que a fin de cuentas no son más que
testimonios de un culto tributado a Santa Eulalia fuera de Barcelona, que
es su patria, pueden dar más de sí. Es preciso, como hemos hecho ya, se-
guir las huellas del culto a nuestra santa en nuestra propia ciudad de Bar-
celona : es aquí donde encontraremos pistas nuevas, caminos insospecha-
dos que nos mostrarán un culto esplendorosísimo nada menos que a
mediados del siglo vil,
y vestigios de este culto en la segunda mitad del
siglo vi.

Y no se crea que esto sea poca cosa; esta aserción equivale a situar la

antigüedad del culto a Santa Eulalia de Barcelona en parangón con el de


los más renombrados mártires de la Liturgia visigodo-mozárabe : Ss"
Félix de Gerona, San Cucufate, santos Justo y Pastor, Santa Leocadia, et-

cétera, según vimos en los capítulos precedentes.


9a ÁNGEL FABREGA GRAU

V
LOS TEMPLOS DEDICADOS A SANTA EULALIA
DE BARCELONA

No hay duda de que una meticulosa y b:en llevada investigación,,


libre de apnonsmos, acerca de la verdadera santa titular de cada uno de
los templos dedicados a Santa Eulalia en la ciudad de Barcelona, puede
arrojar luz sobre algún problema de los que presenta la historia del culto
a nuestra santa. Así lo reconocía también el P. Moretus cuando escribía

en su citado artículo : «11 serait tres interessant, pour l'histor.e du cuite


d'Eulalie de Barcelone, de savoir si les églises de sainte Eulalie erigées
dans cette ville étaient dediées a ou a la martyre de Mé-
la sainte lócale

rida» \ De y toda vez que hay que descartar por el momen-


todas formas,
to toda probabilidad de demostrar que alguno de estos templos que va-
mos a estudiar estuviera levantado por lo menos a fines del siglo iv, este
examen tiene una importancia relativa y aún sólo para el estudio del culto
local a la santa. Queremos decir que el resultado de este capítulo no puede

compararse con la importancia de las consecuencias que se siguieron del

estudio por ejemplo de los textos litúrgicos hispánicos : este estudio no


añadirá ni un grano de anís al resultado de las investigaciones prece-
dentes.

Sin embargo tiene su importancia precisamente porque habrá que ex-


plicar satisfactoriamente —
y lo haremos —
por qué razón Barcelona tenía
levantado en plena Edad Media dentro de sus murallas un solo templo
a su Santa Eulalia, mientras en sus afueras inmediatas había por lo me-
nos otros tres eregidos a la memoria de su homónima emeritense.
En una segunda parte estudiaremos el verdadero título de los dos tem-
plos más importantes que se pretende estar dedicados a nuestra santa
Eulalia fuera de Barcelona.

«Revue des Questions histonques», 89 (191 1), págs. 117.


SANTA EULALIA DH BARCELONA 93

i. TEMPLOS DEDICADOS A SANTA EULALIA DE BARCE-


LONA EN SU MISMA CIUDAD NATAL!

Barcelona tuvo cuatro templos dedicados a Santa Eulalia antes de


finalizar el siglo xi : la Catedral, Santa Eulalia del Campo, Santa Eula-
lia de Vilapiscina, y Santa Eulalia de Provenzana, el primero dentro de
los muros de la ciudad, los otros tres en su extrarradio. El objeto del es-
tudio que vamos a realizar no es el de investigar y trazar su historia, sino
indagar cuál fué su verdadera titular, Santa Eulalia de Barcelona o bien
Santa Eulalia de Mérida.

Iglesia Catedral de Barcelona.

De aquellas cuatro iglesias que Barcelona tenía dedicadas a Santa Eula-

lia antes del siglo xn, la Catedral es la que estámás copiosamente docu-
mentada, tanto para el estudio de su historia como para investigar su ver-
dadero Título.
Primitivamente estaba dedicada a la Santa Cruz, pero unos años
después de haber acogido bajo sus bóvedas las reliquias de Santa Eulalia,
trasladadas a ella desde la iglesia de Santa María donde fueron encontra-
das, en el año 877, al antiguo Título de la Santa Cruz, un:ó el de Santa
Eulalia.
Desconocemos a punto fijo la fecha en que la Catedral de Barcelona,
convertida en relicario de la santa, empezó a llamarse la ((Catedral de

la Santa Cruz y de Santa Eulalia». Parece que Mn. Mas creía que la
Catedral tomó este nombre inmediatamente después del año 877, pero esto
no se ha podido demostrar; en cambio el Sr. F. Carreras Candi opina
qiie no lo tomó hasta el siglo x. La documentación de fines del siglo ix y
primeros años del x, cuando nombra a la Catedral de Barcelona usa ex-
presiones ambiguas, de las que parece hay que deducir que el nombre de
Santa Eulalia no se unió definitivamente al de la Santa Cruz sino hasta
principios del segundo tercio del s:glo x. Efectivamente unas veces dicen
los documentos «domus sanctae Eulaliae, qui requiescit intus in domum
sanctae Crucis - la capilla de Santa Eulalia que descansa dentro de la
2
iglesia Santa Cruz» (año 879)
de la otras claramente «...ob amorem ;

Dei et reverentiam Sanctae Crucis in cuius honore praedicta ecclesia bar-

Libri Antiquitacum, vol. í, fo!. 157, doc. 413,


94 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

chinonensis dedicata est, et sanctae Eulaliae, cuius corpus ín ipsa ecclesia


requiescit. . .
- ...por amor a Dios y reverencia a la Santa Cruz en cuyo-
honor está dedicada aquella iglesia barcelonesa, y de Santa Eulalia, cuyo
3
cuerpo descansa en esta misma iglesia...» (año 878) o bien simplemen-
4
te «domus Sanctae Crucis - iglesia de la Santa Cruz» (año 923) ; otras
de una manera dudosa, «Ego Galindo... donator domum sanctae Crucis
et sanctae Eulaliae martyris, que ib:dem quiescit infra muros civitatis

barchinona - Yo Galindo donador a la Santa Cruz, y de


iglesia de la

(a?) Santa Eulalia mártir, que allí descansa dentro de las murallas de la
ciudad de Barcelona» (año 919) '.

El amor que los fieles de Barcelona profesaban a su patrona trocóse


muy pronto, después de su traslación, en lluvia de donaciones a la capilla

que se le destinó en el interior del primer templo de la diócesis. Sabemos


que poco después de la Traslación, a 18 de junio del año 879, un tal

Casto hacía donación a aquella capilla de la santa de unas tierras situa-


6
das en el territorio de Barcelona en el «Monte Judeigo» .

Los mismos reyes y príncipes contribuyeron ya desde un principio


al esplendor del culto tributado a Santa Eulalia de Barcelona en su capi-
lla de la catedral Luis el Tartamudo, hijo de Carlos el Calvo, concedía
:

a 9 de septiembre del año 878 una «celia sanctae Eulaliae et sancti Ge-
nesii cum ómnibus appendiciis suis, molinis, etc. una capilla de Santa —
7
Eulalia y de San Ginés con todas sus propiedades, molinos, etc.» .

Las donaciones de particulares fueron siguiéndose numerosísimas, como-


se desprende del simple ojear el cartoral de la Catedral de Barcelona,
los Libri Antiquitatnm , sobre todo durante la primera mitad del si-
8
glo x .

En la segunda iglesia Catedral, que se consagró el 18 de noviembre del


año 1058 «ad honorem Chnsti et nomen sanctae Crucis sanctaeque Eula-
9
liae indigenae martyris et virginis» , ya no se destinó una capilla aparte
para contener las reliquias de nuestra gloriosa mártir, como se había hecha

3
Ibidem, I, fol. 2, doc. 2.
4
Ibidem, III, fol. 102, doc. 268.
s
Ibidem, I, fol. 101, doc. 246. Cfr. J.
Más, Rúbrica deis Libri AntiquÜa-
tum, núms. 3, 8, 11, 17, 20, 26, etc.
4
Ibidem, I, fol. 157, doc. 413.
1
Ibidem, I, fol. 2, doc. 2.
*
J.
Mas, Rúbrica deis L. A., núms. 6, 8, 17, 20, 21, 26, 30, 44, 46, 50,
51, 55, 88, 146, etc. —Testamento de Moció (año 986): Archivo Diocesano de
Barcelona.
* S. Puig Y PuiG, Efiscofologh de la Sede Battinomme, págs. 388-391.
SANTA EULALIA DE BARCELONA 95

en el templo anterior, sino que fueron depositadas en el altar de Santa


10
María, probabilísimamente situado en la cripta, debajo del altar mayor ,

como se hizo más tarde en la tercera y actual Catedral, cuya primera piedra
se colocó en tiempo de Jaime II de Aragón, el i de mayo de 1299
Sería irrisorio poner en tela de juicio el culto que Barcelona tributó
a su Santa Eulalia en la Catedral, después que sus restos fueron traslada-
dos a ella en el año 877. Pero el problema no es tan claro cuando se trata

del titular de las otras tres iglesias barcelonesas dedicadas a una Santa Eu-
lalia. Estudiemos objetivamente la cuestión.

Santa Eulalia del Campo.

El documento más antiguo que poseemos para demostrar la existen-

cia de este templo es la Capitular del Sínodo Attiniacense (Attigny) esta-


blecida por Carlos el Calvo el día 1 de julio del año 874, de la que des-
pués volveremos a ocuparnos. Del sólo hecho de haber sido promulgado
este documento tres años antes del Hallazgo de las reliquias de nuestra
santa en el templo de Santa María, de Barcelona, se deduce que el tal

documento no puede referirse más que a un templo dedicado a Santa Eu-


lalia fuera de las murallas, distinto por consiguiente de la catedral.

Moció, al signar su testamento sacramental en el año 986 testimonia-


ba de nuevo la existencia de este templo, que se levantaba extramuros,
cuando le asignaba uno de sus varios legados : «Et ad Sanctam Crucem
et Sanctam Eulaliam sedis Barchinona ipsa faxia de térra, qui est ad
12
Sancta Eulalia foris muros» .

Sin embargo sólo en el año 996 aparece la primera mención expre-


sa de este templo con el apelativo «de ipso Campo = del Campo» : así en
13
el documento 314 del III volumen de los Libn Antiquitatum . En el

año 1029 se determinaba expresamente su emplazamiento «ante portam


civitatis Barchinonae, in loco vocitato de ipso Campo - delante de la
puerta de la ciudad de Barcelona, en el lugar llamado del Campo» 14 . Y en

10
J.
Mas, Taula deis Jtars i capelles de la Seu de Barcelona (Barcelona. 1906),
pág. 12.
11
J.
Mas. Notes histbriques del Bhbat de Barcelona: XIII, Antigtietat de
algune¿ esglésies del Bisbat de Barcelona (Barcelona, 192 1), pág. 106.
12
Archivo Diocesano de Barcelona. En 1936 se extravió este importantí-
simo documento, del cual queda, sin embargo, copia fotográfica.
13
Folio 12; cf. Mas, Rúbrica..., núm. 165.
14
Archivo de la Corona de Aragón, Ramón Bcrcmguer I, doc. 94. Cf. MA-
NERA, «Reseña eclesiástica», 23 (1931), pág. 163. Mn. Mas concreta esta sirua-
ÁNGEL FÁBREGA GRAU

otros dos documentos fechados en 1080 y 11 25 se concreta un poco más su


situación, en ambos con las mismas palabras «in loco qui vocatur ad ipsa :

clavaguera, qui est ad ipsa via, quae pergit mxta sanctae Eulaliae prae-
lj
dictae» , Menciónase a sí nv.smo su nombre en una escritura hebrea del
16
año 1081 v en un sinfín de documentos del siglo xi v siguientes que
actualmente se custodian en el Archivo Diocesano de Barcelona, pero
proceden del antiguo Archivo de Santa Eulalia del Campo, que luego
17
en el siglo xv se unió al de Santa Ana .

En el año 1
155, a 22 de mayo, el obispo de Barcelona Guillermo To-
rroja (1144-1171), con la aprobación del Cardenal Legado Jacinto, esta-
blecía en la iglesia de Santa Eulalia del Campo una comunidad de canó-
nigos regulares de San Agustín, dotándola entre otros bienes con vanas
1S
piezas de tierra . El papa Alejandro III, con el Privilegio que les ex-
tendió a 21 de julio de 1 163, confirmaba la erección de esta canónica y
19
la dotación con que la había enriquecido el obispo barcelonés . El rey
Alfonso II de Aragón, conde de Barcelona, en junio de 1173 hacía dona-
20
ción a esta iglesia de varias propiedades . En el año 1196 fué erigida en
iglesia parroquial por el obispo Ramón de Castellvell, y en el 1293, debido
a la insalubridad del lugar en que estaba emplazada, los canónigos deja-
ron de tenerla por sede, para agregarse a los Frailes de la Penitencia, Ila-

ción señalando «vers !o Portal Nou, hont es ara l'Arch del Tnomf (Rúbrica...,

pág. 71, nota).


15
Archivo Dioc. de Barcelona : Fondo de Santa Ana. carpeta «Santa Eula-
lia del Camp, S. E., 1»
w Archivo Corona de Aragón, Mitja escala, armario 2, núm. 478. Con-
fróntese F. Baer, Urkunden und Regesten. Die luden m Chzinltchen Spartien, I,

Aragón und Navarra (Berlín, 1929), pág. 1008.


17
Este Archivo de Santa Ana, que actualmente forma parte del Archivo
Diocesano de Barcelona, está en período de catalogación. Antes de la guerra
civil1936-39 este fondo se encontraba depositado en el Seminario Conciliar
'Museo Diocesano), mas, a! recuperarse, se habían extraviado algunos documen-
tos y códices.
13
Decía el documento de dotación: ipsum ferragenale, quod est in
«...

circuitu praedictae ecclesiae et ipsam feixam terrae, quae est iuxta ipsum ferra-
genale, sicut discurrit usque hortum Petri cum ferraginali, quod est
Guitardi
ínter ambas plateas, et hortum simul cum domibus, quem Dominicus solebat te-
nere... cum terminis et affrontationibus, decimis atque primiriis...» (Archivo de
Santa Ana, loe. cit.)
19
Kehr, Papsturkunden in Spanien, I, págs. 391-392. Transcribe el
P.
texto del Privilegio cuyo regesto no se halla en Jaffé.
20
Archivo de Santa Ana. Cf. J. RiLS, La Confraria de Santa Eulalia del
Camp, «Estudis franáscans», 38 (1926), apéndice II, pág. 182.
SANTA EULAiLIA DE BARCELONA 97

mados entonces «Frares del sac», que tenían su convento en el interior de


la ciudad ai.
De este antiquísimo templo barcelonés, cuyas principales líneas de su
historia hemos esbozado, sólo nos interesa, al objeto de nuestro trabajo,
conocer su titular, es decir, saber si estaba dedicado a Santa Eulalia de
Mérida o a nuestra Santa Eulalia de Barcelona. Pues bien, a pesar de que
no tenemos toda la documentación para estudiar íntegramente este pro-

blema histórico, tenemos la suficiente para demostrar con el consiguiente


grado de certeza que este templo estaba dedicado, por lo menos a últimos
del siglo xi, a Santa Eulalia de Mérida.

Efectivamente, el día 27 de marzo de 1080 Ramón Guillén y Pedro


Sunyer, con su esposa Richeldis, vendían a Pedro Rodberto y a su mujer
Engilsendis una viña que tenían «ín territorio Barchinonae, supra Sancta
Eulalia Merita»; y a 18 de octubre del 1125 Pedro Amado y su esposa
Inés vendían a Pedro Mucio y a su mujer Ermeniardis un alodio de su
propiedad que tenían en el territorio de Barcelona, situado «supra Sancta
22
Eulalia Menta»
Ahora bien, sabiendo que ambos documentos se re-
.

fieren sin ninguna duda al templo de Santa Eulalia del Campo, se infiere

de los mismos que, por lo menos durante las últimas décadas del si-
glo xi principios del siguiente, esta capilla estaba dedicada a la santa
y
márt:r emeritense.

Pero además de estos documentos, de importancia extraordinaria para


señalar la titular del templo barcelonés de Santa Eulalia del Campo,
tenemos otros argumentos que coinciden en lo mismo. Un año después
de haberse fundado la comunidad de canónigos regulares en este templo,
es decir, en 1156, el mismo obispo Guillermo Torroja establecía a 6 de
junio, en aquella misma iglesia, una cofradía bajo la advocación de «Con-
fraria de Santa Eulalia del Camp» 23 . Conviene notar que tanto esta

cofradía misma comunidad de canónigos no fueron propiamente


como la

fundadas en 1 156 y 1 155, respectivamente, sino más bien restauradas,


24
una vez reconstruida la fábrica del edificio en el año 1154 después
,

de la destrucción que sufrió probablemente durante la primera mitad

del siglo xii. Efectivamente, la Canónica viene mencionada, aunque

21
A. Lambert, Barcelone (Diocese de) en «Dict. d'Hist. et Géogr. ecclés», VI,
pág. 697. Cf. J. VillanuEva, Viaje..., vol. XVIII, pág. 141.
22
Archivo Diocesano de Barc (Santa Ana), carpeta ((Santa Eulalia del Camp,
S E., 1».
23
J. Rius, loco citato, págs. 174-186. Cf. P. Keíhr, op. cit., pág. 93.
24
Cf. M. Aymerich, Nomina et acta episcoforum ba.rciu.QrKnsinm (Barce-
lona, 1760), pág. 95.

7
08 ÁNGEL FABREGA GRAU

con palabras viciadas, en la escritura hebrea arriba mencionada de 1081 25 ,

y en cuanto a la Cofradía se sabe que en el Acta de su establecimiento


en 1 156, se dice expresamente que fué fundada en tiempos de San Ole-
gario (1116-113/), ODls
F° de Barcelona y luego metropolitano de Tarra-
26
gona . Pero además hemos visto documentos que se refieren a esta
27
cofradía fechados en 1141, 1146 y 1155 ; a partir de 1 156 se cuentan
por centenares los documentos originales que mencionan esta cofradía,
muchos de los cuales no fueron vistos ni transcritos por el P. José Martí,
que en el siglo xvm compuso el cartulario «Resumen de instrumenta
del Archiu de Santa Ana de Barcelona»
28
. A través de esta copiosa
documentación (testamentos, ventas, cesiones, censos, etc.), puede se-

guirse la próspera vida de esta popular cofradía, que contaba con gran
número de devotos.

Pero he ahí que el Acta de restauración de la Cofradía por obra del


obispo Torroja ofrece la interesantísima particularidad de revelarnos que
estaba puesta bajo la advocación, no de la mártir barcelonesa, sino de
Santa Eulalia de Mérida. En efecto, dícese en ella que la fiesta principal
de la Cofradía se celebraba en el Adviento, «... in adventu, in festivitate

beatae Eulaliae. . .», fiesta que coincide siempre con la fecha conmemo-
rativa de la santa ementense, el 10 de diciembre, y nunca con la de la

barcelonesa, que recae el día 12 de febrero.


Ahora bien, si el templo hubiese estado dedicado a nuestra santa,
¿cómo explicarse la erección en él de una cofradía puesta bajo la advo-
cación de otra santa homónima de distinto país? ¿Por qué no erigirla

bajo el patrocinio de la santa, que en la hipótesis contraria sería la titular


de la iglesia? Aun admitiendo que este solo argumento no sea conclu-
yente, no puede negarse su fuerza lógica. Constreñido por él, el P. Mu-
ñera, intrépido apologista de la tesis contraria, se vio obligado a recurrir

a varias hipótesis con el fin de dar una explicación satisfactoria a esta


dificultad. un cambio de titular en una época incierta
La hipótesis de

para evitar que en la misma ciudad de Barcelona hubiera dos iglesias


dedicadas a la misma santa —Santa Eulalia de Barcelona es una razón —
que no satisface, pues además de que nada obsta, ni obstó nunca, que

25
En esta escritura se habla de «la Canónica de la iglesia solaría del campo»,
donde «solana» es corrupción probable de Eulalia =01ana: cf. nota 16, pág. 96.
26
Archivo de Santa Ana: Cartoral de Santa Eulalia, fols. i y 2. Confrón-
tese J. Rius, loco citato, apéndice I.
27
Archivo de Santa Ana — cf. supra — ,
carpeta «Santa Eulalia del Camp r

S. E., 1».
2>
Archivo de Santa Ana, loco citato.
S ANTA EL L ALIA DE BARCELON A 99'

una misma ciudad tenga dos templos dedicados a un mismo titular, no


explica por qué causas penetró en Barcelona el culto a la santa emen-
tense, que al fin y al cabo vendría a restar importancia y esplendor aL
culto de la mártir local.
Otro testimonio en favor de nuestra sentencia sobre la verdadera
titular del templo de Santa Eulalia del Campo es el Breviario que aduce
el P. Múnera para demostrar su tesis
y que identifica como de los si-
"9
glos xi o xii . La primera de las vírgenes invocadas en las Letanías
de los santos que contiene es uSancta Eulalia», y la penúltima «Sancta
Eulalia Ementa». Conviene notar que esta última es una añadidura de
mano posterior intercalada después de haber sido raspado y borrado eL
nombre de otra santa virgen, que no sabemos cuál sería.

Para nosotros la cosa se explica satisfactoriamente de la manera que


sigue. Notando en el siglo xiv o xv que hacía falta en aquellas Leta-
nías una invocación a la santa local, decidieron intercalarla entre las in-
vocaciones a las vírgenes; pero en vez de añadir el epígrafe «Barchino-
nae» a la que ya se invocaba en primer lugar de la lista, prefirieron bo-
nombre de la penúltima virgen v cambiarlo por «Sancta Eulalia
rrar el

Ementa», pasando de este modo la primera, de una manera automática,


a significar la de Barcelona, cuando hasta entonces había designado la

de Ménda, que era la titular de la iglesia.


Confesamos que este argumento no pasa de ser un argumento de
congruencia. Para que tuviera más fuerza habría sido menester ver el
mismo códice en cuestión, hoy extraviado; pero sólo con esta explica-
ción creemos se puede comprender el interés que se demostró en el si-

glo xv al no querer suprimir del manuscrito la santa emeritense, y, de


no admitirla, siempre queda abierto el interrogante ¿qué interés podían
tener en intrometer en el siglo xv el culto a Santa Eulalia de Ivíérida
en Barcelona, ciudad que siempre se ha vanagloriado de los restos de-
«su Eulalia» conciudadana, tan venerada v amada por los naturales de
la Ciudad Condal?
Intimamente relacionado con el problema de identificar la titular de
Santa Eulalia del Campo está el de identificar el antiguo «ager sanctae
Eulaliae» de la catedral de Barcelona, conmemorado ya en un documento
30
de Carlos el Calvo de i de julio del año 874 pero como esta cuestión
;

29
J. Muñera, L'antic temple de Santa Eulalia del Camp, «Reseña ecle-
siástica», 23 (1931), pág. 175. Este Breviario desapareció del Archivo de Sant-i
Ana en 1936, esperamos que no será definitivamente.
30
MGH, Leg., Sect. II, 2, pág. 460. Cf. E. Flórez, ES, 29, pág. 456,
apéndice XII.
JOO ÁNGEL FABRLGA GRAU

tiene un valor muy secundario en orden al objeto de este trabajo, vamos


tan sólo a tratarlo en sus líneas generales.
Se ha asegurado, aunque sin fundamento, que este campo se llamó
«ager sanctae Eulaliae» porque en él fué enterrada la joven mártir bar-
celonesa inmediatamente después de su martirio Nosotros, en cam-
bio, opinamos que el Campo de Santa Eulalia debe su nombre a la

situación topográfica que tenía respecto al templo ya existente de Santa


Eulalia del Campo; de suerte que el nombre del Campo de Santa Eula-
lia v el templo de Santa Eulalia del Campo hav que ponerlos en íntima
relación. De aquí se sigue, como va se dijo, que el templo de Santa
Eulalia del Campo existía en el año 874.
Efectivamente, sabemos que el templo de Santa Eulalia del Campo
se levantó hacia aquella parte externa de la ciudad llamada «Ager provin-
32
cialis»; en esto todos los autores están conformes . No sin razón sabemos
que una de las parroquias que lindaba con el templo de Santa Eulalia
del Campo en el siglo xn era la de San Martín de Proveníais: Bruneta
v sus hijos vendían a 27 de abril de 11 57 a Bruneto una pieza de tierra

colindante con el territorio del templo de Santa Eulalia del Campo, si-
33
tuada «ín parroechia Sancti Martini de Provincialis» ;
además, no se

olvide que hacia aquella parte de Barcelona está la región llamada todavía
hov «el Camp de l'Arpa». Edificado, pues, el templo de Santa Eulalia
en Campo Provincial,
el era muv natural que tomaran el nombre de
.Campo de Santa Eulalia del Campo» las tierras de labranza contiguas
— el «ager» de los documentos — ,
propiedad primero de la catedral, de
la que fueron robadas por «el godo Ricosindo» durante la ocupación sarra-

cena, v devueltas después en el año 878 por Luis el Tartamudo al obispo


34
Frodoino .

Difícil es asimismo la identificación de la «celia» o capilla de Santa

Eulalia y San Ginés, que Luis el Tartamudo, a instancia del obispo Fro-
doino. otorgó a la catedral de Barcelona en el año 878, más tarde tras-
pasada al monasterio de San Cucufate del Vallés, en el año 1002. por
35
el pana Silvestre II , donación que confirmó Juan XVIII en el año
36
1007 . El Rvdo. José Mas la distingue del templo de Santa Eulalia

31
E. Florez, ES, 29. págs. 182-185. M. Caballero, Vida de Santa Eula-
lia (Barcelona, 191 1), pág. 83.
" S. Sanpere y Miquel, Una, excursiá peí fia de Barcelona, en el segle X.
23 Camp,
Archivo de Santa Ana. carpeta «Santa Eulalia del S. E., 1».
M MGH, Joco cirato.
33
JL, núm. 3.927. Cf. ES, 29. apéndice XIII.
M núm.
JL. 3 956.
SANTA EULALIA DE BARCELONA : o i

del Campo y la identifica con la capilla de la Casa Paradell, en VaLL-


3:
gorguina (prov. Barcelona) . Nosotros nos abstenemos de opinar.

Santa Eulalia de Vilapiscina

Son varios los documentos que atestiguan la existencia de un tem-


plo dedicado a Santa Eulalia hacia la parte NE. de Barcelona, muy lejos

de las antiguas murallas de la ciudad, en el lugar llamado comúnmente


«Villapiscina». Hov, el crecimiento de la gran urbe catalana hacia aquella
parte ha convertido este templo en una de tantas parroquias urbanas.
La mavor parte de esta documentación se halla en el cartoral de la

catedral de Barcelona, llamados «Libri Antiquitatum», y pertenece


los

casi toda a la primera mitad del siglo xi. El más antiguo es un testa-
mento sacramental del año 1017, en el que expresamente se menciona «el

altar de Santa Eulalia virgen v mártir que t:ene su basílica en el lugar


38
llamado Vilapiscina» . En unas ventas de tierras que tuvieron lugar
39
en años 999, 1024 y 1031
los se habla de un territorio y de unas viñas

de Santa Eulalia del lugar de Vilapiscina, lo cual hace sospechar que las
tierras inmediatas al templo fueron comúnmente conocidas v designadas
con el nombre de la titular de aquella iglesia, algo así como ocurrió
con el «ager Sanctae Eulahae» contiguo a Santa Eulalia del Campo, a
que nos hemos referido hace poco. En el año 1034 vuelve a hablarse dos
40
veces del templo de Santa Eulalia de Vilapiscina pero con la particu-
,

laridad interesantísima de nombrarse expresamente en una de ellas la

Eulalia verdadera titular de esta iglesia, Santa Eulalia de Mérida. Dice


así el documento: «... ín villa piscina, circa ecclesiam sanctae Eulahae
Mentae». El testimonio no puede ser más elocuente.
El Rvdo. Mas, que como el P. Múnera, huye de todo testimonio
que declare un culto a la santa emeritense en la ciudad de Barcelona,
quiso eludir la fuerza de este testimonio recurriendo a una hipotética
corrupción del texto; en su opinión, «Mentae» seria una corrupción
de «Martvre». También pensó Mn. Mas en un posible cambio de titu-
lar, es decir, que primero habría sido puesto bajo la advocación de Santa

" Taula deis altar; i cabelles..., apéndice III, nota.


" Libri Antiquitatum, II, fo!. 85. doc. 251.
" Ibídem, II, fol. 102, doc. 311; II, £0!. 88, doc. 262; II, fol. 81, doc. 237
y 2 39
40
Ibídem, II, fol. 79, doc. 229; II, fo!. 92, doc. 279.
102 ÁNGEL FABREGA CRAL

Eulalia de Barcelona v más tarde de la de Ménda como el P. Muñera


lo sostiene para Santa Eulalia del Campo. Es una pena que un historia-
•dor local de tanta probidad tuviera estas vacilaciones. No hay razón
alguna para tener miedo de que la historia nos demuestre que Sanfa
Eulalia de Ménda tuvo culto en algunos de los templos del extrarradio
-de la ciudad medieval de Barcelona.
El cambio de titular de esta parroquia ocurrió, pero ocurrió al re-

vés. Efectivamente, estamos ciertos de que en el siglo xi este templo


estuvo dedicado a Santa Eulalia de Mérida; más tarde, en una época
<que no hemos podido precisar, púsose este templo bajo la advocación
de Santa Eulalia de Barcelona, v así esta feligresía celebra su fiesta pa-

tronal el día 12 de febrero, en cuyo día celebra la Iglesia la festividad


<de la santa barcelonesa.

Santa Eulalia de Provenzana

La primera fuente documental que tenemos para historiar esta iglesia

remonta año 989; según este documento, a 16 de mavo tuvo lugar


al

una permuta de tierras en el término de la parroquia de Santa Eulalia


42
de Provinciana» . El día 12 de septiembre de 1016 tenía lugar otra
permuta de una viña con unas tierras, situada aquélla en el término pa-
43
rroquial de Santa Eulalia «de Provinciana» .

Hemos visto por lo menos una docena más de documentos que nos
hablan también de esta iglesia, pertenecientes todos al siglo xn; en ellos

el apelativo es común, pero con alguna vanante : Santa Eulalia de Pro-


44
vinciana, de Provinciale. de Orronciana, etc. . Este templo parroquial
estaba situado a pocos kilómetros de la capital, hacia la parte NO. del

llamado «.Campo Provincial", de donde denva su nombre, que rodeaba


la ciudad de Barcelona.
Desconocemos cuál de las dos Eulalias era la ritular de este templo
en los siglos x y xi. Pero creemos estar en lo cierto al afirmar que, como
Santa Eulalia del Campo y Santa Eulalia de Vilapiscina. ésta estaba

también dedicada a Santa Eulalia de Mérida. Mn. Rius así lo asegura

41 do-
José Mas. Rúbrica deis Librt Antiqnitatum, fase. I. pág. 218, nota al

. mmento 470.
*'
Libri Anriquitatum. IV. fol. 18, doc. 57.
43
Ibidrm, IV, fo!. 15. doc. 49.
44
Archivo Diocesano (Santa Ana), carpetas «Varis-Pobles : siglos xi-xn,
"V-2» v «Santa Eula'ia de! Camp. S. E.. 1 (Serie "Sant Boi". núm. 10)».
SANTA EL LUJA DE BARCELONA

*s
invocando el texto del acta de su consagración . Hoy día esta capilla

v la parroquia que de ella se formó después, Hospitalet de Llobregat,


celebran todavía su hesta titular el 10 de diciembre, festividad de la cek-
berr.ma rr.árrr err.er.ter.5c.

2. TEMPLOS DEDICADOS A SANTA EULALL\


FUERA DE BARCELONA

De las vanas iglesias que Santa Eulalia tuvo dedicadas fuera de


Barcelona antes del siglo xn nos interesa estudiar solamente dos: una
levantada en Córdoba y otra en Montady, en la Galia narbonesa.

lglesU de Córdoba. —La basílica que Santa Eulalia de Barcelona tenía


levantada en la ciudad de Córdoba viene atestiguada por el calendario
de Recemundo del ano 961. Efectivamente, dice al día 12 de febrero:
«In eo est christianis festum Eulaüae interfectae in cívicate Barchincna.

Et ibi martynzata est, et est eius monastertum inhabitatum in Sehelati, et


in eo est congregarlo- **. Es decir, que según este testimonio nuestra
santa tenía dedicado un monasterio, y, por consiguiente, una basílica,

•m Sehelati» de Córdoba, donde anualmente el 12 de febrero se cele-


braba una reunión litúrgica, «Congregado».
No hay que confundir esta basílica con otra dedicada a Santa Eulalia
ce Xfénda en la mi^ma ciudad de Córdoba. La basílica dedicada a la

mártir barcelonesa estaba emplazada en la llanura : Sehelati, de Sahla.


-en árabe significa llanura, según se recuerda en el mismo calendario
al día de San Esteban (26-XII). cuya fiesta se celebraba can ecclesia
Alseelar.. :¿ est in planiaei»; en cambio, la dedicada a la santa emen-
tense se levantaba en «Careüas» . que Simonet idenefica con el «vicus
4T
Fragellas», uno de los arrabales de Córdoba .

Por supuesto que la memoria del martirio de Santa Eulalia de Bar-


celona se veneraba en Córdoba muy anees que lo recordara el famoso
\
**
I- Ls Confréñ* Je Senta EJÜU id C*mp loe.
Rils. etc.. pág. 178
A Campillo v Madieu publica d texto de U consagración del templo ''año 11 01)

en su obra Disqmisitío Metbodi..., apéndice, págs. 48-49. En Li noca siguiente


:r:er.:i derres— ir ?u de¿xa:::>r 1 '.1 <3t.:í. circe :r>c5¿
44
M. Fepottn LOrcí.. pág. 455.
*r
Ibidem. nota al día 10 de diciembre (cf. PL, 115, col. 811) y al 12 de
ÁNGEL FÁBRECA GRAU

calendario cordobés : San Eulogio, el Prudencio de los mártires de las


persecuciones mahometanas, recordaba expresamente su martino cuando
en su Memoriale sanctorum, compuesto hacia el año 856, escribía:

«Eulalia virgo barchinonensis. . . multique allí sponte se obtulerunt et


4S
coronati sunD> . Con todo, no podemos asegurar que en esta fecha
nuestra santa tuviera un templo dedicado en Córdoba, como sabemos que
lo tuvo a mediados del siglo x, según testimonio del Rabí Ben Zaid,
autor de aquel calendario.

Iglesia de Montady, en la Gaita narbonesa. —Una inscripción colo-


cada en otro tiempo en el pórtico de la iglesia de Regimond, en el pue-
blo de Montadv, distrito de Beziers, en la diócesis de Montpellier, ates-

tiguaba su dedicación a los santos Vicente, Inés v Eulalia, efectuada


en el año 455.
49
Esta lápida, aunque no era desconocida fué publicada por pri- ,

mera vez v comentada por E. Le Blant en el año 1865 50 el cual se halló ,

perplejo al querer identificar la santa Eulalia que allí se mencionaba.


En cambio, el P. Fita, que aprovechaba todas las ocasiones que podía
para defender a capa v espada la existencia de Santa Eulalia de Bar-
celona, sacando partido de una nota incompleta y de significación con-
fusa de la publicación de Le Blant, quiso demostrar que en el templo
de Montadv se tributaba culto a la Santa Eulalia, cuya fiesta se celebra
51
el día 12 de febrero, esto es, la mártir barcelonesa . Pero Le Blant
no decía esto, n: mucho menos. Le Blant, refiriéndose a la obra de Go-
52
descard , decía que este autor, en la brevísima nota biográfica que so-
bre Santa Eulalia propone correspondiente al día 12 de febrero, notaba
que Guienne y en el Languedoc muchas iglesias llevan el título de
a
Santa Eulalia, sin que precisara cuál de las dos; pero de la afirmación
de este autor, vaga e imprecisa, hasta afirmar que la basílica de Montady
estaba dedicada a Santa Eulalia de Barcelona, hay mucha distancia.

No : de la vaguedad de esta inscripción nada se puede deducir en


favor del culto allí tributado a Santa Eulalia de Barcelona. En cambio,

48
Memoriale Sanctorum, ed. Lorenzana (Madrid, 1785), pág. 446.
4
E. Sabatier, Histoire de la ville et des evéques de Beziers (Beziers, 1854),
*

pág. 66.
50
E. Le Blant, Inscriptions chretiennes de la Gaiile anterieurs au VIH Hi-
ele (Paris, 454-456 (núm. 610), lám. 81 (núm. 492).
1865), II, págs.
51
F. Fita, Sama Eulalia de Barcelona: Una de ¿us basílicas en el siglo V,
en «Boletín de ]a Real Academia de la Historia»,
43 (1903), pág. 250-255.
" Vies. des Peres, des martyrs et de autres principales saints (Versalks, 1818).
SANTA EULALIA DE BARCELONA

la celebridad del martirio de la santa emeritense, que ya por este tiempo


había traspasado las fronteras de la iglesia española, permite suponer con
mucha verosimilitud que se recuerde aquí su glorioso nombre.

* * *

De cuanto llevamos dicho se deduce que Barcelona, en los siglos ix-xi,

tenía dentro de la cinta de sus murallas un solo templo dedicado a su


Santa Eulalia, el templo catedral, y, fuera de sus muros, en el campo
que circundaba la ciudad, otros tres a la memoria de Santa Eulalia de

Mérida. La basílica de Córdoba r.ene sólo importancia en orden al es-

tudio de la expansión del culto a nuestra santa.


La superioridad numérica de los templos erigidos por Barcelona en
honor de la santa de Mérida sobre los que tenía levantados a su santa

local, lejos de ser un argumento que milite a favor de la teoría de un


posible desdoblamiento hagiográfico, es una confirmación más de la his-

toricidad de la mártir barcelonesa.


Santa Eulalia de Barcelona tuvo siempre un solo templo dedicado en
nuestra ciudad : a partir del año 877 es la catedral ; antes de esta fecha,

o mejor dicho, antes de la invasión árabe, fué otro, la basílica cimiterial.

de emplazamiento desconocido, pero ciertamente fuera de las murallas,


seguramente junto a uno de los caminos de acceso a la ciudad.
De los tres templos dedicados a la santa emeritense, sólo uno, Santa
Eulalia del Campo, puede demostrarse existente antes del año 877. fecha

en que tuvo lugar el hallazgo de reliquias de la santa local; los otros


dos tienen todas de haber sido levantados después del año 877.
las trazas

Ahora bien, hay que descartar que Santa Eulalia del Campo hubiera
estado dedxada, en algún tiemoo. a la santa local, como algunos induda-
blemente han pretendido. Creemos que es preciso insistir en esto : Santa
Eulalia del Campo no sería el templo que contenía en su interior, antes de
la invasión árabe, el sepulcro de la santa barcelonesa. De lo contrario, en el

año 877 no se habría ido a buscar los restos de nuestra mártir a una iglesia
llamada de Santa María, según veremos que se hizo, sino a este de Santa
Eulalia del Campo. La basílica cimitenal que contendría el mencionado
sepulcro, recordado por Quiricoen su himno, y el monasterio que éste,
siendo abad, construyó junto a él a mediados del siglo vn. no ha sido
todavía identificado; pero ciertamente no es la iglesia de Santa Eulalia
del Campo; ésta estuvo siempre dedicada a la santa de Mérida: de lo

contrario, en el siglo ix, en medio del fervor por la santa local, des-
pertado a raíz del hallazgo de sus reliquias en la basílica de Santa María,
io6 Ángel fábrega grau

hubiera reclamado la digmdad y la prerrogativa de ser ella la que estaba


desde tiempo inmemorial dedicada a la santa de Barcelona; v no ocurre
así, sino que aparece sin ninguna vacilación v sin que nadie proteste de-
dicada a la mártir emeritense.

Por consiguiente, sin extorsionar el sentido de ningún documento,


se deduce de todo lo que antecede que. antes de la invasión árabe. Bar-
celona tendría un solo templo dedicado a su Santa Eulalia, esto es, el

templo cimitenal, donde habría sido enterrada la mártir barcelonesa, de


emplazamiento hov por hov desconocido, y. a lo sumo, otro dedicado
a la santa emeritense, aunque esto no consta documentalmente, y es

Santa Eulalia del Campo.


Ahora bien, ;qué inconveniente hav en admitir que la ciudad de
Barcelona, junto a la basílica cimitenal de su propia Santa Eulalia, tu-
viera en sus inmediaciones, primero un templo desde antes o después
del año 712, y más tarde hasta tres templos dedicados a la famosa v
umversalmente venerada mártir emeritense? Xo sólo nada tiene de par-
ticular, sino que extrañaríamos no encontrar su nombre entre los titula-

res de las iglesias próximas a la ciudad, cuando comprobamos que Bar-


celona, además de tener en su interior los templos de San Miguel, San-
tos Justo v Pastor v San Jaime, tuvo, por lo menos, en la Edad Media,
a su rededor una cinta —
hov diríamos un cinturónx de basílicas de- t —
dicadas a los más conspicuos y famosos mártires celebrados solemnemente
por la Liturgia visigodo-mozárabe : San Adrián (de Besos). Santa Coloma
(de Gramanet), San Andrés (de Palomar), San Ginés (deis Agudells),
San Gervasio (de Cassoles). San Vicente (de Sarna). San Julián (de Mont-
juich), que con el tiempo vinieron a ser las parroquias de los grandes
núcleos de población, que, al unirse al casco antiguo, contnbuveron al

brillante engrandecimiento urbano de nuestros días, y las capillas de San


Celedonio, San Saturnino, San Pedro de las Puellas. San Pablo del
Campo, San Cucufate del Camí. San Fructuoso de Montjuich, Santa
Cecilia de Samá. San Martín de Provengáis, etc.

Xo podía faltar entre tantos santos el nombre de la esclarecida vir-


gen mártir de Ménda. Y he aquí que aparece antes de la invasión
árabe por lo menos con un templo, Santa Eulalia del Campo, v en los

siglos x-xi con otros dos. Santa Eulalia de Provencana v Santa Eulalia
de Vilapiscina. como haciendo augusto cortejo con todos aquellos
mártires, al templo madre de la diócesis, la catedral, que desde el

año 8jj se había constituido en rehquiario del cuerpo de nuestra glo-


riosa Santa Eulalia de Barcelona.
: :

SANTA EULALIA DE BARCELONA

VI

LAS RELIQUIAS DE SANTA EULALIA DE BARCELONA

En este capiculo cenemos el único propósito de crazar sincécicamence la

historia del cuíco a escás reliquias.

El primer eslabón de la cadena culcual es el himno de Quirico com-


puesco poco anees del año 653. En la primera estrofa su aucor demuescra
escar convencido de que en su ciempo Barcelona veneraba no una reli-

quia más o menos insigne de su Sanca Eulalia, sino el sepulcro que con-
tendría codo el cuerpo de la márcir. De no ser esca su idea no habría
usado las palabras con que empieza el himno

1. Fulget hic honor sepulcri


martyris Eulaliae

Barcelona, pues, según cescimonio de uno de sus más esclarecidos


obispos medievales, daba cuíco a las reliquias de nuescra sanca a media-
dos del siglo vii. Carecemos de dacos fehacientes que nos iluscren de
una manera satisfactoria sobre el lugar en que se daba este culto a Santa
Eulalia; sólo sabemos que alrededor de este lugar Quirico había levan-
tado un monasterio, lo cual aparta ya toda sospecha de que este sepulcro
se hallara antes del año 877 en el interior de la catedral de la Santa Cruz.
Tenemos la impresión personal de que este sepulcro de Santa Eulalia
no estaba emplazado dentro de la ciudad, sino en un lugar situado fuera
de las murallas, probablemente junto a uno de los caminos de entrada
a la urbe, donde habrían recibido sepultura según la costumbre romana;
pero lamentablemente se desconoce el emplazamiento de este sitio.

Con la invasión sarracena del año 712 y siguientes este culto a las
reliquias de la santa recibió un golpe mortal, pues según se deduce de
las fuentes coetáneas, vino a perderse el recuerdo, va sea del lugar donde
antes de la invasión recibía culto el cuerpo de la santa, ya sea del es-

condite donde fué puesco a salvo de las depredaciones de la morisma.


A fines del siglo ix cuvo lugar el Hallazgo del sepulcro, v I Traslación
de las reliquias de Sanca Eulalia de Barcelona a la iglesia Cacedral. Este

es un hecho históricamente cierto que consta por dos fuentes discintas


:

ÁNGEL FABRECA GRAU

una inscripción contemporánea y un extenso relato de estos aconte-


cimientos.
La inscripción está escrita en una losa de mármol aprovechada, hoy
rota en dos pedazos, empotrada en la pared central del ábside de la cripta

donde se encuentra el sepulcro de la santa, bajo el altar mayor de la Ca-


tedral de nuestra ciudad. Esta lápida mide 0,34 x 0,80 m. y está incisa

en caracteres que Hübner data sin ninguna duda como del siglo ix \ He
aquí su texto

[Hi]c requiescit beata Eulalia mar


[ty]ris Chr(ist)i, qui passa est in civita
[t]e Barchinona sub Daciano
[p] reside II Id(us) í(e)b(ruari)as, et fuit inventa
[a Fr]odoino ep(iscop)o cum suo clero in
domu(m) s(an)c(t)e Mane X K(a)l(endas) No(vem)br(es). Deo gra(ria)s.

Traducción :

«Aquí descansa Santa Eulalia mártir de Cnsto, que sufrió el martirio


en la ciudad de Barcelona, bajo el poder del presidente Daciano en la

vigilia de los idus de febrero (12 de febrero), y fué hallada por el obispo

1
Aem. Hübner, lnscriptiones Hisfamae Christianae: Supp'.ementum (Ber-
lín, núm. 519. Hübner copió mal la fecha de la Invención: no se dió cuenta
1900),
que a un lado de la fractura, que divide en dos la lápida, apunta uno de los
extremos superiores de la X que, cuando la lápida estaba entera, señaJaba el

día X de las calendas de noviembre.


La lápida a que venimos refiriéndonos fué descubierta a 24 de julio de 1774
por el P. Caresmar junto con una urna cineraria que el docto abad de Bellpuig

dt las Avellanas pretendía fuese el primitivo sepulcro de Santa Eulalia, labrado


por lo menos a principios del siglo v.
Así lo escribió en un memorial autógrafo del archivo diocesano (cf. J.
Sa-
nable, El archivo diocesano de Barcelona, pág. 105), y así lo hemos leído en
un apógrafo del archivo del Monasterio de Monserrat, ms. 725 «J. Caresmar.
Descobriment del sefulcre de Santa Eulalia de Barcelona» (siglo xrx), que su
transcriptor, el P. Guillermo Areny de Plandolit, dice haberlo copiado de un
manuscrito autógrafo del archivo de los PP. Capuchinos de Sarna (Barcelona).
Habiendo Caresmar facilitado noticia de ello al P. Risco, éste insertó lite-

ralmente una buena parte del informe en la «España Sagrada», vol. XIX, pá-
ginas 314 y sigs.

Estamos de acuerdo, por las razones que alegamos, en que la lápida sea del
siglo ix, pero discrepamos en la datación que Caresmar asigna a la urna cine-
raria. De
ninguna manera puede sostenerse su tesis, ya rebatida por J. Botet y
Sisó [«Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona», 5 (1896),
págs. 145-149] esta urna será, quizás, el sepulcro que se labró después de la
;
SANTA EULALIA DE BARCELONA

Frodoino con su clero en la iglesia de Santa María el día X de las ka-


lendas de noviembre (23 de octubre). Gracias a Dios.

Como atinadamente observa Hübner, la fórmula martyris en lugar de


martyr y la de qui en vez de quae son dos anomalías características de la

época a que se la atnbuve.


Según el testimonio, pues, de esta inscripción del siglo ix, genuina a
todas luces, sabemos que el cuerpo de Santa Eulalia de Barcelona fué ha-
llado por el obispo Frodoino v su clero en una basílica llamada de Santa
María, el día 23 de octubre de un año que no se cita. Veamos ahora el

otro testimonio.
El relato del hallazgo y traslación de las reliquias de la santa (BHL,
2.697) x
encuentra en tres manuscritos del Archivo Capitular de Barcelo-
na: el manuscrito 105 «Sanctorale» (((Flores sanctorum») de principios
-del siglo xiv (folios -jzT-yyi), el manuscrito 104 (cSanctorale primum seu
vetustius» que en realidad es de la segunda mitad del siglo xiv o prin-
cipios del xv (fols. iCjyb-iOyCjc) v el manuscrito 108 «Sanctorale» (pars ter-

tia) que, a lo que parece, será también de finales del siglo xiv o princi-
pios del siguiente (fols. y^r-jyr). Los dos últimos difieren muy poco entre
sí, v éstos concuerdan también con el primero, fuera de algunas varian-
2
tes v omisiones de escaso valor . Publicamos este texto en edición crítica
en nuestros Apéndices.
Este relato, que aunque inserto en unos manuscritos del siglo xiv,
quiere pasar por una obra redactada a fines del siglo ix, no ofrece, por
desgracia, suficientes garantías de veracidad histórica total. Una y otra
vez leído el documento con toda atención, creemos estar en posesión de
suficientes motivos para apoyar la opinión que nos hemos formado de
este documento, es a saber, que este relato, despojado del hermoso colorido
con que lo vistió un segundo autor, puede darse por verídico en su fondo.
En otras palabras, creemos que la actual versión del relato histórico del
hallazgo y I Traslación del cuerpo de Santa Eulalia es una compostura lite-

raria trabajada por un autor anónimo, buen literato, documento


sobre otro
fehaciente más conciso, que pudo muv bien ser una obra de un autor bar-

traslación del año 877 y que se abandonó en 1339, cuando se construyó para
Santa Eulalia el magnífico sarcófago con altorrelieves. que. levantado majestuo-
samente sobre ocho columnas, preside hoy la cripta v es suntuoso reliquiario
de la santa.
2
El texto del manuscrito 108 fué publicado con algunos retoques en «Scri-
nium» (Barcelona), fase. II (1951), págs. 42-45. Véase I. Villanxeva, Viaje lite-
rario..., val. 18. págs, 290-293, y S. Plic, Episcop. Sede barcin.,
pág 357, ss.
I 10 ÁNGEL FABREGA GR AL

celonés de fines del siglo ix, v en consecuencia testigo presencial de los


hechos.

Según esta nuestra opinión, creemos que por este documento consta
históricamente que, a finales del siglo ix, Frodoino, obispo de Barcelona,
se dispuso a buscar el cuerpo de Santa Eulalia toda vez que Sigebodo,
arzobispo de Narbona, de cuya archidiócesis formaba parte entonces nues-
tra ciudad, le pedía reliquias de la santa para dedicarle allí una basílica.

Después de acostumbradas oraciones y ayunos, con que los obispos de


las

otros tiempos solían preceder a la búsqueda de sepulturas desconocidas


de mártires en ocasiones parecidas, y siguiendo las instrucciones señaladas
por los Rituales de aquellos tiempos, el obispo Frodoino con su clero halla-
ron milagrosamente el sepulcro de Santa Eulalia en una iglesia de Barce-
lona, dedicada a Santa María, de cuya identificación luego nos ocupare-
mos. De esta basílica, el cuerpo de la gloriosa mártir fué solemnemente
trasladado a la Catedral, donde, una vez enterrada de nuevo, se le levantó
un altar.

Todo Jo demás narrado por el segundo autor anónimo con una gran
profusión de detalles se nos presenta a nuestro entender, falto de suficien-
tes garantías de autenticidad, especialmente lo que se contiene en los nú-
meros 7-10 de nuestra edición del apéndxe.
El autor de este relato señala para estos acontecimientos la fecha del
23 de octubre (X kalendas nov.) del año 878. Sin embargo el año de esta
fecha ha de ser desestimado. Efectivamente, la fecha segura del hallazgo
no pudo ser el 23 de octubre del año 878 según señala este relato, pues
3
tenemos un Privilegio de Luis el Tartamudo fechado a 9 de septiembre
de este mismo año que es incompatible con la cronología de estos aconte-
cinv.entos propuesta por el relato. Luis elTartamudo el día 9 de septiembre
del año 878 concedía varias posesiones al obispo Frodoino para que pudiera
restaurar la Canónica de la Catedral de Barcelona, haciendo en el docu-
mento mención expresa de «Santa Eulalia cuyo cuerpo descansa dentro
de la iglesia (de la Santa Cruz = Catedral)» 4
. En consecuencia hay que
abandonar el año de esta fecha señalada en este documento para conme-
morar la «Inventio» de Santa Eulalia de Barcelona.

El hallazgo pudo haber tenido lugar por lo menos desde el año 875
en que tenemos el primer vestigio conocido del episcopado de Frodoino
como pastor de Barcelona : su firma al pie de las decisiones del Concilio

3
MGH, Leg. Sect. II. vol. II, pág. 532. Lib. Ant., vol. I, fol. I, doc. 2.
* Libri Antiquitatum, I, fol. 1,doc. 2.
SANTA EULALIA DE BARCELONA

5
Cabilonense que se reunió en el año 875 ó 876 ;
pero proponemos como
más probable la fecha del año 877; los historiadores P. B. Gams y el

P. J.
Caresmar abogan también por esta fecha. Según esto el hallazgo de

Santa Eulalia habría tenido lugar el 23 de octubre del año 877.


Por cuanto atañe a ladonde se encontró el
identificación del lugar

sepulcro de nuestra santa, señalado por ambos testimonios con el nombre


de la iglesia de Santa María, creemos que no hay razón seria alguna para
abandonar la tradición barcelonesa de que tal acontecimiento ocurrió en
un iglesia emplazada en el mismo lugar donde hoy día se levanta la pa-
rroquial basílica de Santa María del Mar. Es cierto que no tenemos docu-
mentación anterior a la destrucción de Barcelona por Almanzor en el año
986, que nos cercioraría del número de iglesias que Barcelona tenía dedi-
cadas a Santa María pero de las dos que aparecen en los documentos de
;

los últimos años del siglo x, la del Mar y la del Pino, sólo la primera me-

reció los honores de ser considerada por la tradición barcelonesa como la

basílica donde fué encontrado el sepulcro de nuestra mártir.


La única objeción que se ha hecho a la posibilidad de esta tesis es la

de que esta basílica ocupa hoy un lugar antaño sumergido en las aguas del
mar vecino. No negamos que esta razón pueda tener algún valor para de-
mostrar que el cadáver de nuestra santa no pudo ser enterrado allí a prin-
cipios del siglo IV. Pero es que no es esto lo que afirma la tradición; sino
que la tradición refiere que el sepulcro de la santa, donde pudo haber sido
enterrada a principios del siglo vi 11 para protegerla de la devastación de
los moros, fué encontrado en la basílica de Santa María, anterior a la ac-

tual Santa María del Mar, y esto es plenamente conforme con el resultado
de los estud:os arqueológicos hechos sobre el terreno que circunda la actual

basílica.

Además de que es la existencia de un templo en este


indiscutible
lugar durante el siglo x, y de que puede comprobarse en aquellas regio-
nes la existencia de algunas prominencias de tierra firme, no de aluvión,
tales como el llamado «Puig de les falsies» (plaza de Palacio), nuestra
tesis resulta perfectamente verosímil después que el Sr. Durán y Sanpere,
Director del Museo de Historia de la Ciudad, tuvo ocasión de compro-
bar, años atrás, la existencia de un cementerio con sepulturas de teja plana
(siglos vm-x?) contiguo al templo, hacia la parte sur de la actual basí-
lica, en la calle de la Espadería. Se tiene noticia además de otro cemente-
rio emplazado en la actual plaza del Born.

5
Mansi, 17, cois. 290-301. Sigebodo rigió la archidiócesis de Narbona des-

de el año 873 al 885.


112 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

No hay, pues, razón alguna para apartarnos de esta tradición secular


de Barcelona; luego el cuerpo de Santa Eulalia fué encontrado el 23 de
octubre probablemente del año 877 por el obispo Frodoino en una iglesia
de Santa María emplazada donde hoy día se levanta la actual Santa Ma-
ría del Mar.
Cuestión ciertamente más espinosa, pero que nuestra vocación histó-
rica no nos permite eludir, es la de la identificación de las reliquias de San-
ta Eulalia encontradas en Santa María. El relato histórico a cuya genuini-
dad pusimos senos reparos, nos cerciora de que a fines del siglo ix, per-
dida la memoria del sitio donde vacían enterrados los sagrados restos de la
invicta mártir barcelonesa, vino a tenerse idea de este lugar por un himno
escrito en honor de la santa en que se decía que estaban en una
iglesia de Santa María. Hay que descartar la posibilidad de que este him-
no fuera el de Quirico, pues en éste no se habla para nada de este templo
de Sanca María ; ni tampoco creemos que Frodoino tuviera noticia de ello
por escrito alguno, que de ser esto verdad, se habría conservado.
El autor del relato del hallazgo, con una figura literaria vino a decir-
nos que el cuerpo de Santa Eulalia fué descubierto milagrosamente, es de-
cir, en unas circunstancias parecidas a aquellas en que fueron descubiertos
los cadáveres de otros muchos mártires, tales como el de San Esteban por
el presbítero Luciano de Cafargamala, de los Santos Gervasio y Protasio,
v Nazano y Celso por San Ambrosio de Milán, de Santos Vital y los

Agrícola en Bolonia, de los Santos Justo y Pastor en Alcalá de Hena-


res, etc., todos ellos encontrados a fines del siglo iv y principios del v.

En todos estos acontecimientos encontramos, como en nuestro relato


sobre el hallazgo de Santa Eulalia, una intervención sobrenatural para
descubrir el lugar del sepulcro, v unos milagros para demostrar y corrobo-
rar la genuinidad y autenticidad de aquellas venerables reliquias. Ahora
bien, si en el hecho histórico del hallazgo de Santa Eulalia realmente hu-
biera sucedido también así, la ciencia humana debería deponer sus pre-
juicios, v atribuir a las reliquias de Santa Eulalia, encontradas en el año
877 en Santa María del Mar, la misma importancia v la misma genuini-
dad que la historia concede a las reliquias de aquellos otros mártires en-
contrados milagrosamente en casi toda la cristiandad a fines del siglo iv y
comienzos del siguiente, con intervención decidida de grandes santos y
esclarecidos obispos.
Sea de todo esto lo que sea, el caso es que en el año 877 en ocasión de
este hallazgo, el culto a Santa Eulalia tomó un vuelo extraordinario, y así
su culto local, hasta este momento circunscrito a la ciudad de Barcelona,
entró desde entonces en los calendarios v libros litúrgicos de la casi totali-
SANTA EULALIA DE BARCELONA i»3

dad de iglesias españolas. Pero aún fuera de la península tuvo su repercu-


sión el hecho histórico del hallazgo de las reliquias. De entre otros muchos
testimonios queremos sólo hacer mención de dos : la llamada «Cantile-
na' de Santa Eulalia», que representa una influencia de este hallazgo en las

Gallas, v un relato de uña traslación de reliquias al Peloponeso que lo

representa en el Oriente.

La «Cantilene de sainte Eulalie» es una de las primeras manifestación


nes de la lengua romance en Francia. Un monje de la abadía d'Elnon o
Saint-Amand, junto a Valenciennes, a finales del siglo ix, se complació
en verter al francés la poesía de una pieza latina compuesta en honor de
nuestra santa, cuyas reliquias acababan de ser descubiertas, para que el

pueblo pudiera cantar aquellos versos en alguna iglesia, tal vez dedicada
en su honor, a la manera de nuestros populares ((gozos».

Estudiada esta pieza por los más eminentes filólogos, ha dado mucho
6
que discutir especialmente sobre sus fuentes y sobre su métrica .

La traslación de reliquias de Santa Eulalia de Barcelona al Peloponeso


es un eco que los acontecimientos, que rodearon el sepulcro de la santa
durante la invasión árabe, encontraron en el mundo oriental.

Cuenta una pequeña leyenda atribuida al obispo Pablo, que rigió la

diócesis de Monembasia, en el Peloponeso, a principios del siglo x, tra-


ducida al árabe probablemente por un monje llamado Antonio del monas-
7
terio de San Simeón el Taumaturgo que en tiempos de Nicetas, pre-
,

decesor de Pablo en la misma iglesia de Monembasia, es decir, bajo el


poder de los emperadores orientales León y Alejandro (886-911), tuvo lugar
el hallazgo de las reliquias de nuestra Santa Eulalia que habían sido tras-

ladadas milagrosamente con otros mártires a la isla de Creta dentro de


dos sarcófagos, muy antes de la destrucción de esta isla por los árabes
(a. 825).

El autor hace resaltar que ((llegaron a estas playas (de Creta) dos sar-

cófagos desde la ciudad de Qarkelona (corrupción evidente de Barcelona),


que está en España, en cuyo interior del primero había los huesos del obis-

6
DACL, «Canulene», II, cois. 1973-75. Véase texto y traducción española
por J.
Muñera, La Cantilena de santa Eulalia, en (tLa Paraula cristiana», 10
(1929), págs. 235.238.
7
Esta leyenda se encuentra en el manuscnto árabe 276 de la Biblioteca
Nacional -de París, fols. 245-246. Cf. P. Peeters, Une irwention des SS1 Valere,
Vjcent et Enlalie dans le Pelofonese, «Anal. Boíl.», 30 (1911), págs. 296-306.
"4 ÁNGEL FABREGA GRAU

po San Valerio, del diácono San Vicente y de Santa Eulalia, mártir cele-
bérrima, y en el del otro los huesos de las servidoras de esta Santa Eula-
lia de que se ha hecho mención».
Completamente aniquilada la vida en aquella isla por los moros, habría
venido a perderse, según la leyenda, la memoria del lugar sagrado donde
habían sido venerados aquellos sagrados cuerpos; hasta que Nicetas, a
fines del siglo IX, los descubrió y solemnemente trasladó a su catedral de
Monembasia para enterrarlos bajo el altar de Santa Irene, a la derecha del
mayor de aquella catedral.
altar

El contenido histórico de esta leyenda es a todas luces inadmisible,


pero no cabe la menor duda de que este relato tiene una importancia ex-
traordinaria para el estudio de la expansión de la fama y del culto a Santa
Eulalia de Barcelona más allá de las fronteras ibéricas a partir de Enes
del siglo ix, es decir, a partir delhecho histórico del hallazgo y trasla-

ción del cuerpo de la santa en Barcelona ocurrido en el año 877.


Es muy sugestiva la interpretación que hace de este acontecimiento

el P. Peeters, el cual op'.na que esta leyenda y este culto a Santa Eulalia
de Barcelona en el Oriente puede representar la veneración que a nuestra
insigne mártir tributaron algunos cristianos de Barcelona establecidos en el

Peloponeso, después de haber sido hechos cautivos por los árabes y obli-
gados a seguir a los conquistadores, que sabemos salieron de España para
invadir y sojuzgar la isla de Creta (823-825). He aquí cómo unos fervorosos

barceloneses relegados al exilio habrían podido ser el vehículo que trasplan-


tó al Oriente la devoción que la Ciudad Condal tenía y tiene por su celes-
8
tial patrona .

* Corno contribución a la hisrona del culto a nuestra santa fuera de la


Ciudad Condal, después del descubrimiento del Nuevo Mundo, señalamos la
obra de Oliver La Farce, Santa Eulalia: the religión of a Cuchumatán Iridian
town (Chicago, 1947), 211 págs. [Ex «The United States Quarterly Book
List», vol. 3, núm. 2, june 1947, pág. 154.]
COROLARIO

PORMENORES DE LA TRADICION LOCAL ACERCA


DE SANTA EULALIA DE BARCELONA

No como repetición, sino en forma de sintético corolario queremos


brindar al lector el resultado de nuestras precedentes investigaciones.

Todo ello cabrá bajo los epígrafes de Tradición cronológico-topográfica y


Tradición de los hechos «históricos» de la vida y martirio de la santa.

i. Tradición cronoi ógico-topográfica.

Santa Eulalia de Barcelona, después de su martirio, habría sido ente-


rrada en un cementerio cristiano contiguo a la ciudad, de emplazamiento
hoy por hoy desconocido. Una basílica debía levantarse más tarde sobre
su sepultura, y en ella empezaría a tributársele el culto en el día de su
fiesta aniversaria.

Conocemos los pnmeros vestigios de su culto en Barcelona, que apa-


recen en el siglo un testimonio de Zaragoza de fines de este siglo,
vi, por

el autor de la Pasión de communi; pero aun careciendo de documenta-

ción v fuentes probativas anteriores, nada impide creer que su culto pue-
da remontarse al siglo IV. El testimonio negativo de Prudencio, dado que
el poeta tenía poderosas razones sujetivas, una de orden argumental, otra
de orden prosódico, para callarse el nombre de nuestra Eulalia en el himno
en que parece que debía haberlo recordado, no es razón suficiente para ha-
cer dudar de la existencia histórica de la santa y del culto que recibiría va
durante el siglo IV.

La fiesta aniversaria de Santa Eulalia de Barcelona se celebraba ya en


esta época, al declinar el siglo vi, el día 12 de febrero: así lo indica el

arquetipo de la recensión galicana del Martirologio Jeronimiano compuesto


en los primeros años del siglo Vil. No hav duda de que si bien es verdad
que del solo testimonio de éste celebérrimo Martirologio nada puede con-
:

ÁNGEL FÁBRECA GRAU

cluirse, no lo es menos que esta noticia, estudiada a la luz de otras fuentes

contemporáneas, aparta de nosotros cualquier duda de que en ella se hace


alusión a la santa barcelonesa, no a la de Ménda.
Nunca celebró Barcelona la festividad de nuestra santa el día 10 de
diciembre. Para demostrar tal absurdo histórico sólo puede invocarse el tes-
m
timonio de la Pasión B (principios del siglo y la noticia del Marti- vm)
rologio de Beda
735) que se inspiró en aquélla. Pero este testimonio
(a.
m
carece absolutamente de valor, toda vez que está demostrado que B de-
pendió en esto exclusivamente de la Pasión de ra santa ementense, fué
redactada muv de Barcelona, y no conoció para nada
lejos los textos pro-

pios de la liturgia local barcelonesa va entonces existentes.

A mediados del siglo vil, en medio del resurgimiento del culto a

los mártires españoles, iniciado e impulsado por el IV Concilio de Toledo


del año 633, el culto a nuestra santa recibió una gran inyección de vita-

lidad por obra v gracia de uno de los más grandes obispos de la Barcelo-
na medieval. Quirico (656-666?). Siendo éste probablemente todavía abad
del monasterio que levantó cabe el sepulcro de nuestra mártir, inició un
gran movimiento de fervoroso amor por Santa Eulalia de Barcelona, que
culminó con el resurgir de aquellas grandes festividades aniversarias, para
cuya solemnidad compuso él mismo una Pasión, un Himno y una Misa.
Este es el período de oro de la historia del culto a Santa Eulalia de Bar-
celona que durará hasta recibir el rudo golpe de la invasión sarracena.
En este mismo t empo. a mediados del siglo vi 1 las fórmulas del cul-
to a nuestra santa repercutieron sobre las del culto a la santa de Ménda
la Pasión propia de Santa Eulalia de Barcelona (mediados del siglo vn)
inspiró ciertos pasajes de la nueva versión de las Actas de la santa emeri-
tense que vino a redactarse a fines del siglo vn.
Durante los sglos vi 1 1 a- ix, es decir, durante la ocupación árabe
v el dominio de los francos, el culto a nuestra santa, tan floreciente a
mediados del si^lo vn. vino casi a desaparecer. Si en Barcelona durante
este tiempo se celebraba la conmemoración aniversaria, como parece des-
prenderse del hecho de citarse el nombre de Eulalia de Barcelona en los

Martirologios listóneos de las Galias desde anónimo de Lyon (princi-


el

pios del siglo ix) hasta el de Usuardo (a. 875), esta conmemoración sería
celebrada con más o menos solemnidad por la comunidad barcelonesa para
festejar su gloriosa memoria, pero ciertamente fuera del lugar natural de
su culto, la basílica cimiterial, desaparecida bajo la dominación agarena.
v sin tener junto a sí las reliquias de la santa que, o desaparecieron,
o fueron cautelosamente puestas a salvo escondiéndolas a la morisma.
Sea lo que fuera de estas reliquias, el caso es que el 23 de octubre del
. !

S ANTA EULALIA DE E ARCELOS A "7

año 877 fué hallado milagrosamente un sepulcro, que por determinadas


circunstancias se identificó en seguida con el de Santa Eulalia, en la basí-

lica de Santa Mana, antecesora de la actual Santa Mana del Mar, por
el obispo barcelonés Frodoino. a instancias, según parece, de Sigebodo. ar-
zobispo de Narbona. Trasladadas solemnemente las reliquias de la santa
de allí a la Catedral barcelonesa, fueron depositadas en una capilla secun-

daria de la misma, donde recibieron el homenaje del culto de toda la Ciu-


dad Condal hasta la construcción de la segunda Catedral en el siglo xi-
El fervor v entusiasmo que este hallazgo v Traslación de reliquias des-
pertó en Barcelona, bien pronto se comunicó a otras muchas iglesias de
la península, que en seguida adoptaron las fórmulas de la liturgia local

para tributarles también ellas su homenaje oficial, como consta por todos
los caléndanos hispánicos. Entonces el Sacramentarlo, el Pasionano v
algunos manuscritos del Antifonario de la Liturgia mozárabe recocieron
entre sus fórmulas las que les correspondía de la tradición litúro^.ca nia-
nuscrita de Barcelona. He aquí cómo el culto a Santa Eulalia barcelonesa,
local hasta ahora, circunscnto a la sola Ciudad Condal, vino a transfor-
marse poco a poco en culto general aceptado por todas las iglesias de la
península ibérica.
Está fuera de duda que de los cuatro templos que Barcelona tuvo le-

vantados a Santa Eulalia dentro de la ciudad o en sus inmediaciones hasta


el siglo xi. sólo uno. la Catedral, estaba dedicado a la santa mártir local.
Los otros tres. Santa Eulalia de! Campo, Santa Eulalia de Provencana v
Santa Eulalia de Vilapiscma. lo estaban a la santa ementense.

2. Tradición local de los hechos históricos>- de la vida y mar-


tirio DE LA SANTA

Es completamente desconocido cualquier rastro de esta tradición, des-


de el siglo iv hasta mediados del sig!o ni. Pero este silencio en manera
alguna dificulta la demostración de la existencia histórica de Santa Eula-
lia de Barcelona, con tal que se demuestre en este tiempo la realidad histó-
rica de su culto. ¡Pobres historiadores de la Iglesia primitiva, si la exis-
tencia histórica de los mártires de la antigüedad dependiera exclusivamen-
te de la existencia de unas Actas, o de su autenticidad v veracidad! ¡Cuan:
pocos mártires escaparían de la piqueta de la hipercrítica

Si unas Actas o Pasiones se demuestran auténticas, éstas son realmen-


te un monumento firmísimc para demostrar la existencia histórica, v al^o
más, de una mártir: pero si resultan ser upí pura ficción creada por i?.
:

Ángel fábrega crac

fantasía más o menos hábil de un hagiógrafo medieval, no por esto pe-


ligra la demostrac.ón de su realidad histórica. Esta se salvará, como en
nuestro caso, en virtud del testimonio de otras fuentes que atestiguarán
la realidad histórica de la existencia de su culto. A fin de cuentas lo que
interesa es garantizar la autenticidad de su existencia histórica por la

demostración de la genuinidad de su culto, no por la sospechosa vera-


cidad de una tradición escrita, que a veces dista muchos siglos de los

acontecimientos que narra.


Al tiempo que Quirico restauraba con inusitado esplendor el culto
a nuestra santa, a mediados del siglo vn, aparece la tradición escrita de
los supuestos hechos «históricos» de la vida y martirio de Santa Eulalia
de Barcelona. Podría ser que Quír.co, en sus obras liferano-litúrgicas
que compuso, hubiera recogido algún tenue vestigio de un tradición oral

a punto de extinguirse, pero hasta el presente nadie es capaz de discer-


nir cuáles son estos vestigios, si exceptuamos el lugar del sepulcro, en-
tonces conocido, y el día de la conmemoración aniversaria.

De todas las fuentes literarias conocidas o escritas en Barcelona a me-


diados del siglo vil, se desprende que en esta época la tradición barce-
lonesa acerca de la vida y martirios de nuestra santa estaba concebida
en los siguientes términos
Eulalia nació en las inmediaciones de la ciudad de Barcelona, proba-
blemente hacia los últimos años del siglo tercero. Descendía, a lo que
parece, de noble familia; sus padres, con quienes vivía en aquella «villa»,
más que amarla la mimaban cariñosísimamente, impelidos por la humil-
dad, la sabiduría y la prudencia que resplandecían en ella de una manera
impropia de su tierna edad. Por encima de todo brillaba en aquella vir-

tuosa niña un acendrado amor a Dios nuestro Señor; su piedad la lle-

vaba a encerrarse cotidianamente en una pequeña celda de su casa con


un grupo de amiguitas que había reunido junto a sí para pasar buena
parte del día en el servicio del Señor, rezando oraciones que alternaban
con el canto de los himnos.
Habiendo llegado a la pubertad, hacia los doce o trece años, llegó a
oídos de los barceloneses la noticia de que la persecución contra los

cristianos volvía a arder de nuevo en todo el imperio, de manera que


quienquiera que se obstinara en negarse a sacrificar a los ídolos era

atormentado con diversos y espantosos suplicios.


Los emperadores romanos Diocleciano y Maximiano, que habían oído
contar la rápida y maravillosa propagación de la fe cristiana en las le-

janas tierras de. España, donde hasta entonces había sido tan rara aquella

fe, mandaron al más cruel y feroz de sus jueces, llamado Daciano, para
;

SANTA EULALIA DE BARCELONA "9

una vez con aquella «superstición». Cam:no de España,


•que acabara de
ya en mismas Gallas, ávido de sangre cristiana, Daciano hizo verda-
las

deramente honor al concepto en que le tenían sus emperadores. Tras-


pasó con veloz carrera los confines de Hispania, entró en Gerona, vino
luego a Barcelona para tomar rápidamente el camino de Zaragoza, Alca-
lá,Toledo, Avila, y acabar aquella sangrienta carrera persecutoria en la
famosa y próspera ciudad de Mérida; como lobo carnicero pasaba por
doquier, dejando en pos de sí, en aquellos tranquilos y pacíficos rediles

de Cristo, una estela de sangre.


Al entrar en Barcelona hizo con todo su séquito públicos y solem-
nes sacrificios a los dioses y dió orden de buscar cautelosamente todos los
cristianos para obligarles a hacer otro tanto. Con inusitada rapidez di-
vulgóse entre los cristianos de Barcelona y su comarca la noticia de que
la ciudad era perturbada por un juez impío e inicuo como no se había
conocido otro. Oyéndolo contar Santa Eulalia se regocijaba en su espíritu
y se la oía repetir «Gracias te doy, mi Señor, Jesucristo
alegremente :

gloria sea nombre porque veo muy cerca lo que tanto anhela-
dada a tu
La y estoy segura de que con tu ayuda podré ver cumplida mi voluntad.»
Sus familiares estaban vivamente preocupados por la causa de aquel
deseo tan vehemente, que Eulalia les ocultaba; ella, que precisamente no
les escondía ningún secreto, sino que siempre les explicaba con la pru-
dencia y circunspección debidas cuanto Dios nuestro Señor le revelaba.
Pero Santa Eulalia seguía sin contar a nadie lo que iba meditando en su
corazón, ni a sus padres, que tan tiernamente la amaban, ni a alguna de
sus amigas o de sus servidoras, que la querían más que a su propia vida;
hasta que un día, a la hora del mayor silencio, mientras los suyos toda-
vía dormían, al rayar el alba, emprendió sigilosamente el camino de Bar-
celona. Llevada de las ansias que la enardecían y la hacían infatigable,
hizo todo el trayecto a pie, a pesar de que la distancia que le separaba
de la ciudad fuese tal como para no poder andarla una muchacha tan de-
licada como ella.

Llegado que hubo a las puertas de la ciudad, y así que entró, oyó la

voz del pregonero que leía el edicto, y se fué, intrépida, al foro. Allí
vió a Daciano sentado en su tribunal,
y penetrando valerosamente por
entre lamultitud, mezclada con los guardianes, se dirigió hacia él, y con
voz sonora le dijo: «Juez inicuo, ¿de esta manera tan soberbia te atre-
ves a sentarte para juzgar a los cristianos? ¿Es que no temes al Dios
altísimoy verdadero que está por encima de todos tus emperadores y de
ti mismo, el cual ha ordenado que todos los hombres, que El con su
noder creó a su imagen y semejanza, le adoren v sirvan a El solamente?
I 20 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

Ya sé que tú, por obra del demonio, tienes en tus manos el poder de
la vida y de la muerte; pero esto poco importa.»
Daciano, pasmado de aquella intrepidez, mirándola fijamente, le res-

pondió, desconcertado: «Y ¿quién eres tú, que de una manera tan te-

meraria te has atrevido no sólo a presentarte espontáneamente ante el tri-

bunal, sino que además, engreída con una arrogancia inaudita, osas echar
en cara del juez estas cosas contrarias a las disposiciones imperiales?»
Mas ella, con mavor firmeza de ánimo y levantando la voz, dijo;
«Yo soy Eulalia, sierva de mi Señor Jesucristo que es el Rey de los
reyes y el Señor de los que dominan : por esto, porque tengo puesta en
El toda mi confianza, no dudé siquiera un momento en ir voluntaria-
mente y sin demora a reprochar tu necia conducta, al posponer al verda-
dero Dios, a quien todo pertenece, cielos v tierra, mar e infiernos, v
cuanto hay en ellos, al diablo, v lo que es peor, que quieras obligar a
hacer lo mismo a aquellos hombres que adoran al Dios verdadero y es-

peran conseguir así la vida eterna. Tú les obligas inicuamente, bajo la


amenaza de muchos tormentos, a sacrificar a unos dioses que jamás exis-
tieron, que son el mismo demonio con el cual todos vosotros, que le

adoráis, vais a arder otro día en el fuego eterno.»


Oyendo Daciano tales requerimientos, mandó que la detuvieran y
que inmediatamente la azotaran sin piedad. Mientras sin compasión
ejecutaba el suplicio, decíale Daciano en son de burla : «Oh miserable
doncella: ; Dónde está tu Dios? ;Por qué no te libra de esta tortura?
;Cómo te has dejado llevar por esta imprudencia que te hizo ejecutar
un acto tan atrevido? Di que lo hiciste por ignorancia, que desconocías
mi poder, y te perdonaré en seguida, pues hasta a mí me duele que una
persona nobilísima como tú, ya que vienes, según me han dicho, de
rancio abolengo, sea tan atrozmente atormentada.» A cuyas palabras
repuso Santa Eulalia: «Esto no será jamás; y no me aconsejes que mien-
ta confesando que desconocía tu poderío; ; quién ignora que toda po-
testad humana es y temporal como el mismo hombre que la
pasajera
tiene, que hoy v mañana no? En cambio, el poder de mi Señor
existe

Jesucristo no tiene ni tendrá fin, porque es El mismo, que es eterno.


Por esto no quiero ni puedo decir mentiras, porque temo a mi Señor,
que castiga los mentirosos v sacrilegos con fuego, como todos los que
obran la iniquidad. Por otra parte, cuanto más me castigas me siento más
ennoblecida; nada me duelen las heridas que me abres, porque me pro-
tege mi Señor Jesucristo, que, cuando será El quien juzgue, mandará
castigarte por lo que habrás hecho con penas que sera"n eternas.»

Enfurecido y rabioso, Daciano mandó traer el potro. La extienden


SANTA ELLALIA DE BARCELONA .12»

en él, y mientras unos esbirros iban torturándola con garfios, otros le


arrancaban las uñas. Pero Santa Eulalia, con cara sonriente, iba alabando
a Dios nuestro Señor, diciendo: <<Oh Señor mío Jesucristo, escucha a
esta tu inútil siena, perdona mis faltas v confórtame para que sufra los

tormentos que me infligen por causa tuva y así quede confuso v aver-
gonzado el demonio con sus ministros.»

Díjole Daciano : «; Dónde está Este a quien llamas e invocas? Es-


cúchame a mí, ¡oh infeliz v necia muchacha! Sacrifica a los dioses si

quieres vivir, porque se acerca va la hora de tu muerte y no veo toda-


vía quien venga a liberarte.»

Mas he aquí que Santa Eulalia gozosa le respondió : «Nunca vas a


tener prosperidad, sacrilego y endemoniado perjuro, mientras me pro-
pongas que reniegue de la fe de mi Señcr. Aquél a quien invoco está

aquí, junto a mí: v a t: no es dado el verle porque no lo mereces por


culpa de tu negra conciencia v la insensatez de su alma; El me alienta

v conforta, de manera que va puedes aplicarme cuantas torturas quieras


que las tengo por nada.»
Desesperado va, y rugiendo de indignación ante aquel caso de insó-
lita rebeldía, Daciano mandó a los soldados que, extendida todavía sobre

el potro, aplicaran hachones encendidos a sus virginales pechos para que


pereciera envuelta en llamas. Al oír aquella decisión judicial, Santa Eula-
lia, contenta y alegre, repetía las palabras del salmo «He aquí que :

Dios me avuda v el Señor es el consuelo de mi alma. Da. Señor, a m:s


enemigos, lo que se merecen v confúndeles; voluntariamente me sa-

crificaré por Ti v confesaré tu nombre, pues eres bueno, porque me has


librado de toda tribulación y te has fijado en mis enemigos.» Y ha-
biendo dicho esto, las llamas empezaron a volverse contra los mismos
soldados. Viendo lo cual Santa Eulalia, levantando la vista al cielo oraba
con voz más clara todavía, diciendo: -Oh Señor mío Jesucristo: escu-
cha mis ruegos, compadécete misericordiosamente de mí y manda va
recibirme entre tus escogidos en el descanso de la vida eterna, para que
viendo tus creventes la bondad que has obrado en mí, comprueben y
alaben tu gran poder.»
Luego que hubo terminado su oración se extinguieron aquellos ha-
chones encendidos, que, empapados como estaban todavía en aceite, debían
haber ardido por mucho tiempo, no sin antes abrasar a los verdugos que
los sostenían, los cuales, amedrentados, caveron dé hinojos, mientras
Santa Eulalia entregaba al Señor su espíritu, que voló al cielo, saliendo
de su boca en forma de blanca paloma. El pueblo que asistía a aquel
espectáculo, viendo tantas maravillas, quedó fuertemente impresionado
ÁNGEL FABREGA CRAC

y admirado, en especial los cristianos, que se regocijaban por haber me-


recido tener en los cielos como patrona v abogada una conciudadana
suya.
Pero Daciano, al ver que después de aquella enconada controversia
v que a pesar de tantos suplicios nada había aprovechado, descendió del
tribunal, mientras, enfurecido, daba la orden de que fuera colgada en una
cruz v vigilada cautelosamente por unos guardianes : «Que sea sus-
pendida en una cruz hasta que las aves de rapiña no dejen ni siquiera
los huesos, i) Y he aquí que al punto de ejecutarse la orden, cayó del
cielo una copiosa nevada que cubrió y protegió su virginidad. Los guar-
das, aterrorizados, la abandonaron, para seguir vigilándola a lo menos
desde lejos, según se les había ordenado.
Tan pronto se divulgó lo acaecido por los poblados circunvecinos de
la muchos quisieron ir a Barcelona para ver las maravillas obradas
ciudad,
por Dios. Sus mismos padres v amigas corrieron en seguida con gran
alegría, pero lamentando al propio tiempo no haber conocido antes lo

sucedido.
Después de tres días que Santa Eulalia pendía de la cruz, unos hom-
bres temerosos de Dios la descolgaron con gran sigilo, sin que se dieran

cuenta los soldados o guardianes; y habiéndosela llevado, la embalsama-


ron con purísimos lienzos
y fragantes aromas. Entre ellos había uno, que
se llamaba Félix, que con ella había también sufrido confesando a Cristo,
el cual con gran regocijo dijo al cuerpo de la santa : «Oh, señora mía,
ambos confesamos juntos, pero vos merecisteis la palma del martirio an-
tes que vo.» Y he aquí que la santa le contestó con una sonrisa. Los de-
más, mientras la llevaban a enterrar alegrábanse entonando cánticos e

himnos al Señor : «Los justos te invocarán, oh Señor, v Tú les oíste,

mientras les librabas de cualquier tribulación.» Al oír aquellos cantos


fué asociándose una gran multitud, hasta que con gran alegría le dieron
sepultura.
He aquí la tradición local escrita acerca de la vida, pasión y muerte
de Santa Eulalia de Barcelona, tal como circulaba en nuestra ciudad a
mediados del siglo vn. Así fué propagándose de siglo en siglo, pri-

mero en ciudad de Barcelona, y después, a partir del año 877, en toda


la

España y algunas otras comunidades de más allá de nuestras fronteras.


Otra versión distinta de estos hechos, conocida por manuscritos no
m
españoles, la llamada Pasión B es una levenda completamente espuna,
,

jamás conocida en España ni reconocida como versión genuina de la

tradición histórica de Santa Eulalia de Barcelona.


APENDICES
SANTA EULALIA DE BARCELONA

GENEALOGIA DE LOS TEXTOS HAGIOGRAFICO-LITURGICOS DE SANTA EULALIA DE BARCELONA

S.iv, Persecución de Diocleciano en España

5ía.£ULALIA de Mérida Sta. EULALIA de Barcelona


(OMo genera/ en Hispán/'á) (Culto particular tn Barcelona)

Actas S Vicente
Tradición oral-escrita, s.iv (S.iv)

Actas primitivas—*• Himno de Prudencio Tradición oral-escrita, s.iv-vi


(med.s.iv) (fin. s. IV)

r rassio de
(Zaragoza ,s.w)
commum-

Martirol. üeroniroiano
CRec. Galic ;frínt. S.vu)

rasión propia
(á.6Ü)
mno
f ^
"Fulfjet" /I
Missa'Ádest
(s.6íi)^
—Y*- (A 633?)
C Versión de las Actas
de Santa Eulalia de Mérida
(fin 5. vil)

rasión '&
(princ. s.vi/i)

Martirol. Beda(a.73Sj

Martirol. Lyon

Martirol. Floro
(á¿io-86o)

\
M.VetusRom.

Eulogio de Córdoba \
Martirol. Addn

Martirol. Usuardc

¿Traslación de Reliquias
(a m)
Culto general, España mo2¿rabe
,

Libros
T 4
litúrcjicc Calendarios
moiaVdbes: mozárabes:
A
Antifonario (' Fulgec^ -¡ E.E',L,S ,
2
Pdsionano("B s»;c* ?\? ,

1 Sacra menta rio ( "Adest")- i,(ord v M,Tol. 1

4
y Martirologio
* Romano.
TEXTOS
NORMAS GENERALES DE TRANSCRIPCION

Hemos preparado una fidelísima transcripción paleográfica de los ma-


nuscritos.En cada uno de los textos hemos tomado por base el primero
de Jos manuscritos propuestos : las vanantes que resultaren de la cola-

ción con los demás se notarán a pie de página.


Sin embargo, hemos resuelto todas las abreviaturas; en casos de duda
nos hemos inspirado en la solución dada por el mismo copista en otros
sitios del códice (Voluntas, spint«ales, februar/íU, etc.)

Hemos regularizado : a) la puntuación (moderadamente) ; b) el uso


de mayúsculas y minúsculas c) el empleo de b-v, u-v, i-y así en mayúscu-
;

las como en minúsculas, según las reglas de la fonética; d) el uso de h,

indebida o suprimida (no cuando sustituye otra consonante : mici, nial,


etcétera); e) el empleo de e caudada, que, cuando corresponda, susti-

tuiremos por ae, oe.

Los nombres propios serán transcritos tal como se encuentran en los

manuscritos. Si en algún caso, por razones de estética tipográfica, hemos


alterado su grafía en el empleo de b-v. u-v, i-v, anotaremos la lección
exacta del manuscrito en elAsimismo se notará el empleo o
aparato.
preterición de h en los nombres propios, menos en los nombres sagrados
(Ihu = Iesu; Ihrslm = Ierusalem ; Srhl = Srael, etc.), donde en realidad
no es una h, sino una eta griega.
añadiduras del transenptor, o lectura de abreviaturas.
<> suplencia de lagunas.
í ] letras o palabras sobrepuestas o escritas al margen.
laguna indescifrable o prosecución del texto conocido o des-
conocido.
129 Lngel fábrega grau

TEXTOS LITURGICOS DE LA LITURGIA HISPANICA


P A S I O X A R I O

«Pasión B» (BHL, 2.693)

(Barcelona, mediados siglo vn)

La edición críuca de este texto ha sido preparada a base de


todos los manuscritos del Pasionario hispánico en uso hasta
fines del siglo xi. Estos manuscritos, va descritos en su lugar
correspondiente, son:

L Ms. de San Pedro de Cardería (mediados del


(|) -

siglo x),hoy en el British Museum de Londres, Additiona!


25.600; fols. i68a-ijob: Pasión núm, 27 del ms.
P (II) = Ms. de Santo Domingo de Silos (siglo x), hoy
1

en la Bib'ioteca Nacional de París, Nouv. acq. lat. 2.180;


fols, I55b-i57b.
F (/) = Ms. de Santo Domingo de Silos (siglo Xi), hoy
en Ea Biblioteca Nacional de París, Nouv. acq. lat. 2.179;
fols. ii7a-u8d.
Ct. A. Fábrega Grau, Pasiotutrio Hispánico, II (Barcelona-
Madrid. 1955V págs. 233-237.

[Passio Eulaliae barcinonensis~

Notas litúrgicas marginales de L

[Lecrio] K 1
[Lecrio] IIIK
r
[Lectio] VIH».
[Lectio] ÜV 5

6
[Lectio] VI».
s

9
Or[atio].
[Lecrio] III». [Lecrio] VII». Or[atio].

Natas litúrgicas marginales de f


Or[ario].
H [Lectio] IIII». [Lecrio] VII.
s'
[Lectio] II». [Lectio] V. [Lecrio] VIII.
6'
[Lecrio] III». Or[atio].

1
1. Passio sanctae Eulaliae \ quae passa esc in civitate Barcinona
c
ib Datiano praeside : die pridie idus februarias. Deo granas .

b
I . » sanctae] ac beatissimae add-. P l
; Eulaliae] virginis add. P 1
¡
• Deo
gratias om. F* y P.
SANTA EULALIA DE BARCELONA 129

1
2. In diebus ülis. Eulalia sancta baranonensium cives ec íncola,
nobrlts genere, a cencro aetaris suae Dominum Iesum Chnstum tempore
ex toco corde amabat. Morabacur autem cum parenübus suis in prae-
diolo propno. quod erac situm paulo longius a civkace : quae * propcer
humilicatem ec cantam sapienciam. quae ultra aecacem eius erac [i68b
2
in illa, parenres eius plusquam indulgencissime amabanc eam. Ec quum
c d
in uno proposico * persistáis, rucil agerec aliud , nisi quocidianis die-
bus in sequescrata cellula cum sociabus. quas secum adunaverac. in lau-
dem hvmnorum Domino deserviret. / [117b
3. Haec taciendo. quum pervenissec D ad pubescentes ar.-

nos. coepit insaniencium principum saevire persequurio * adversus chris-


tianos: uc. si quis sacrificare nolutsset. diversis poenarum cruciacibus
3
moiti afficerecur. Dacianus praeses. adveniens in civitate barcinonen-
*
sium sacrihcavic das,
; ec íussic perquirí chriscianos. uc churificarenc. Ex
c
qua re mox flagravit opmio. per ímpassimum tudicem civicatem esse
1
curbatam. Quo audiens saneca Eulalia, hilaris etfecca esc. ec magno
l"
gaud:o repleca '
laecabacur. dicens : Gracias cibi 7
Domine Iesu Chnsce,
: B
ec glona nomini saneco cuo . quia video quoi cupiebam; ec sic credo
in te, uc de hoc opere, te adiuvante, impleatur mia * volumtas.
4. * Quo audien.ces sui miraban tur, haesitantes quid cam obea-
bile ec inenarrabile vidissec. qued nollec prodere eis sólito more: '
[168c
quia quaecumque per graciam Dei sciebat, omnia eis patetaciebat, se-

cundum vigilanciam c:rcumspecnonis *


fidei suae \ m quo
e
eas adlo-
4 *
quucione sua suavissime aed:£icabac. Saneca vero Eulalia quid cum
corde suo volverec nulü dicebat \ ñeque parencibus. qui eam [155c!

tam ínsaaabiliter düigebant. ñeque alicui de sociabus, aut de * famdia-


a
bus suis. qui eam omnes super / salutem animae habebanc. [117c
1
Sed silencii hora, primo g;allorum cancu. quiescencibus iüis, profecca
k
est ad civicatem
1
; omni animosicate cocum icer pedibus delicaca pueHa
infadgabilis confecic.

-- * quae" quam P 1
¡
1
proposito] propostu L, P ;
e
aüud ageret P ;
1
co-

3. persecuao P l
: "Ex] De P; c
fraglavit P ;
d
sancta om. P :
e
est et
ñusno gaudio repleta om P; ;
tuo sancro P; *sic] si L, P; "rnihi P.
' [Lecrio]. m.» Ms. L (Add. 25600).
* árcuminspectionis P; h
suae om. P: c
quo] qua P ¡
^quiidl L,
* cum] quum L, P; 1
dicebac] dicere voluit P ; aut de] aut P ;
11
rom-
oes! P; 'silenci P :
¡
evitare P; k
omni] et *nf*pon. P; 1
inrat¡gabi[Iils P.
9
ÁNGEL FABRECA CRAC

a b e
5. Quae quum ingrederetur portam civicatis, audivit praeconiaxn
voccm sonantem, et perrexit ad forum. Videns aucem Datianum pro tri-
d
bunali sedentem, mrumpens incer populi turmas cum officio permixtas ,
e
direxit se ad tribunal, et voce magna ad eum dixit ; Iudex iniquitatis,

sic altum sedes, ut Deum altissimum non timeas, qui est su- [i68d
in i

f
per omnes principes tuos, et super te, ut nomines quos ipse Do- ,

minus magnus et verus ad imaginem et similitudinem suam fecit,


ut ipsi solí serviant, tu propter opera Satanae per afflictionem poena-
°' 3 '
rum morti afficias*? Datianus autem cum stupore animi intuens
eam \ dixit :
||
Quae es, tu, quae tam ', temeré non solum
ad tribunal iudicis non iussa accederé praesumsisti ; insuper, elata
1
in

superbiae, causa fuens res inauditas, et contrarias imperatorum, in


k
vultu iudicis dicere? At illa cum maiore constantia animi, et

strepitu vocis, dixit


1

: Ego sum Eulalia, ancilla / Domini mei / [ujd


Iesu Christi. qui est rex regum et dominus dominantium et ideo confidens :

m
in eum nicil venta sum, ad redarguendum te volumtane ac festinanter
venisse, quare tam insipienter agas, ut postponas verum Deum, cuius
0
sunc omnia, coelum et térra , mare et omnia inferiora terrae, et° quae
sunt in eis |
et diabolum colas; et adhuc nomines, qui Deo suo |
[169a
vero deserviunt ut mereantur vitam aeternam consequi, tu eos" per di-
versa genera tormentorum cog:s Q sacrificare dns, qui non sunt, sed dia-
r
bolus est cum angelis suis : cum quibus vos omnes, qui eos colitis,

ignem aeternum consummendi * eritis.


6
6. Praeses haec audiens, iratus íussit eam sisti, et a [156b jj

3 b
tergo fortiter caedi. Quae quum caederetur praeses ad eam dix:t ,
:

O misera puella, ubi est Deus tuus? Quare te non liberat de poena ista?

Quare tanta dementia arrepta es, ut rem tam ínlicitam ageres? Sed dicito
te ignoranter incurrisse, quod nescires quae esset potestas iudicis, et aco-
4
pies veniam ;
"
quia et ego doleo super te. quod nobilissima persona
tam fortiter et gravissime flagellans, quum sis nobilis nata. Eulalia sancta
c
respondit: Te inride; non suades mici mentiré, ut dicam me nescire,

quanta sit potestas tua. /


Quis hominum ignorat omnem po- / [118a
d
testatem cuiuslibet hominis esse temporalem. sicut et ipse '[169b

5. Quae] Quam antef. P 1


sed de{ev.; * quum] cum P ;
c
preconiam] pre-
conia L, P* :
4
permixtas] permixta L, P 2
; 'dixit ad eum P; 'homines] om-
nes P ;
' eam] in antef. L; 1 tan
affkies P
datara L, ;
k n
maiori P ;
i
P ; P ;

'dixit] respondit P;
m ac] hac P n
terram L, 0
et om. L,
p eos] 1
;
P ; P ;

cogis a¿d. P "cogis om.


1 r
eoísl P
;
1
'consumendi P , P.
1
P ; ;

6. cederetur] duceretur P
b
dixit ad eam
0
mihi P
1 1
ipse om. :
1
; P ; ;
P
b
'eras] crasrino P 1
; 'meo om. P 1
; *iubeac L. P: affigi P.
SANTA EULALIA DE BARCELONA

homo hodie est et eras* moritur? Nam potestas Domini mei Iesu Christi
7
finem non habet, sicut et ipse aeternus esc. Ideo falsum dicere non pos-
sum, quia cmeo Dominum meum, qui mendaces ec sacrilegos ín gehen-
nam ignis cum ómnibus ínique agent;bus combun iubet. Nam [156c || j|

ego modo, dum cedor propter Dominum meum, plusquam satis nobi-
Iitata sum; tuas quidem plagas non sentio, protegente me ipso Domino

meo' Iesu Christo, qui te secundum actum tuum, in die iudicii sui aeter-
s
nis iubet poenis affl:gi\
v
7. At a praeses maiori ira repletus, mssit eculeum defern, et sus-

pendí eam, et torqueri, quamdiu exungularetur. Sancta Eulalia hilan


s
vultu conlaudabat Dominum, d'.cens :
*'
Domine Iesu Christe, exaudí
me ancillam tuam inutiiem, quia tibí solí peccavi : indulge factis meis
malis, et confirma me ad sufferenda tormenta, quae pro nomine sancto
b 0 1
tuo mici adiciuntur, ut confundatur diabolus cum suis ministris . Prae-
ses dixit ad eam: ¡
Ubi est, quem clamas? Me audi, infelix et ¡
[169c
stulta puella; sacrifica diis, ut vivere possis : quia ecce iam inmmet tibi
e f
mors, / et non est qui te liberet . Sancta vero Eulalia laeta /
[118b
g
effecta, dicit ei : Nunquam tib: bene sit, sacnlege, demoniose, penture.
ut ego a fide Domini mei discedam. Dominum meum, quem clamo \
hic mecum est, / quem tu propter ínmundi&imam mentemJ [ 1 56c!
tuam, et insanam animam, v:dere non mereris. Ipse me confirmat, ut
quacumque poenam mici' rabidus inferre volueris, pro nicilo habeam.
8. Praeses autem fremens, cum ira mssit militibus fáculas ardentes
latenbus eius adplicari, et pendens tamdiu sancta Eulalia quamdiu fla-
marum a facibus exureretur. magna voce Tune illa laeta, cum exultatione,
psalmum Domino dicebat Ecce enim Deus adiuvat me, et Dominus :

susceptor est animae meae. Redde mala inimicis meis\ et in veritate tua
0
disperde íllos. Volumtana sacnficabo tibí, et confitebor nomin: tuo,
d
Domine, quoniam bonum est quoniam ex omni tnbulatione [i6qd ;
[

6
enpuisti me, et super inimicos meos respexit oculus' tuus. Et haec
8 h 7
dicens coepit flama in ministros convertí.
,
'Quod videns sancta Eula-
lia, respiciens in coelum, clarión voce oravit', dicens 'Domine Iesu :

7.
s
At] Ad haec P 1
;
b
tuo sancto mihi P 1
;
c
confundantur P 1
;
a
ministris
suis P l
;
'liberet] L man. post. con. in [ad]iuberet ;
'vero om. P 1
;
s
dicit ei]
h
dixit P 1
; clamo] coló L, ¿ed delev. et con. in clamo ;
'
quacumque poenam
mici] quoquumque penam mihi P 1

8. 'quandiu flammarum P b
meis] Domine, add. P c
Volumtarie P
1
;
1
;
1
;

u
quoniam bonum est om. P e
super om. P despexit oíclulus P 6 haec l

;
1
;
'
1
;

h
dicens om. P' flamma P 'orabat P ^xaudi] me add.. et delev. L; k flam-
;
1
;
1
;

mis P 1
; 'volavit P.
'

ÁNGEL FABRECA GRAU

Oiriste. exaudí
1
deprecationem meam, ec perfice misencordiam tuam
m me. et mbe me iam suscipere ínter electos tuos in réquiem vitae aeter-
xiae, / faciens mecum signum in bono; ut credentes / [118c;
|| [
J
57 a
in te videant et conlaudent potentiam tuam. Et conpleta oratione sua,
Xtxa extinctae sunt faculae íllae ardentes, quae infusae oleo nimis glome-
rabant flamis\ Et ministn. qu: admoventes eas erant ipsi exurebantur.
•et tremefacti ceciderunt in facies suas: et sancta Eulalia emisit spiritum.
1
Columba ab ore eius exiens, ad coelum evolavit . Quod videntes populi
mirati sunt : ínter quos chnstiani laetabantur, civem in coelestibus me-
ruisse habere patronam.
B'
9. Datianus autem. videns post tanto* certamine poenarum nicil

se proficisse,
|
gemens cum ira, descendens a tnbunali, mssit |
[170a
b 0
corpus in cruce esse. positis custodibus, et cominans , d.xit : Pendeat in
d
cruce, quousque devoretur avibus cum
coeli ossibus . Et ecce, súbito nix

de coelo descendit et cooperuit eam. Quod videntes custodes, timore ni-


mio 6 perternti. amoverunt se a corpus: sed stantes a longe custodierunt
secundum praeceptum iudicis. Quod ut diframatum est per territorium

in circuitu civitatis, |j
muid advenerunt videre mirabilia 8 Dei. [157b |¡

h
et sociae eius cum magno /gaudio cucu- / [1 i8d
1
Sed et parentes eius

nimis tnbulabantur, quia quod evenerat


1
rrerunt: qui f lentes nesciebant.
k
Post diem autem terr.um viri religiosi nocte abstulerunt corpus eius, non
-sentientes custodes. quod cum linteis et aromatibus involverunt. Sanctus
m
vero
1
Félix. qui in ccnfessione unanimis eius fuerat, cum magna exulta-

tione anim: dicit ad eam


Domina, tu prior palma meruisti cui sancta : ;

Eulalia subrisit. Ceteri quoque coeperunt laetantes hvmnum Domino


canere: Clamaverunt íusti et Dominus exaudivit eos, et ex [170b |

ómnibus tnbulationtbus eorum liberavit eos. Et ad voces psallentium


multi e populo convenerunt, et mox cum laetitia sepelierunt eam.
10. Benedicentes Deum 1 Patrem. et Iesum Christum Filium eius

et Spiritum Sanctum : cuius regnum permanet :n saecula saeculorum.


Amen 1 .

5. 3
tantum P b
comniinans c
Penda t ccdd.; J ossibus] suis add. P1
1
: P : ;

'nimio om. P 1 custodiebant P s mirabilia P' 1


;
1
conex. ex miraculo: "eius ;

om. P quod evenerat] coevcncrat P k


noctanter P
1 1 1 1
socii codd.;
:
1
' vero ; ;

om. L, I» m qui] et add. L, P.


:

10. * Deum] Dominum P 1


;
b
.\men] P 1
alia manus po<t
H I M N A R I O

Himno vcFulget»

(U. Cheyalier. Repertoriun:... núm. 6.627)

(Barcelona, mediados siglo Vil)

La edición cnnca de este Himno ha swio redactada a base


de los des siguientes manuscritos:
MT(|) = Manuscrito 10.001 de la BibHoteca Xadona.
de Madrid siglo X . procedente de Toíedo: 2* parce (Han-
nano;. íols. XXXVÍlIb- XXXIXb.
MC 1

= Manuscrito Aemiiianensts 30 de la Biblioteca


de la Rea! Academia de !a Historia (siglo xy procedente de

San Milán de .'a Cogolla Antifonario): íoís. 198V-199V.

Cf. Bli/me. O. Dreves. G. M., «Anakcta Hymnica Meen


AÍBM*; tomo XVI. H\mr.odú Hibericj Leipz^ 18^1. pági-
nas ::--::$ :o~: XXVIÍ.
: H
Gc-zhicj Laoz:z :5cr .

páginas 167-168.

'Hymnus in honorem Sanctae Eulaliae barcinonensis"

(1) 1. Fulget hic honor sepulcn


martvris Eulaliae.
quae sacro signavit ídem
passionis stigmace.
Huc vocat adesse cunctos [tol. 199L
convenit oceurrere.

:
La numeraciór. de las estrofas es nuestra.

l.i hic om. MT; ia Eolaaae MC; 1.3 quae] quem MT: <qoae sacro
sig>navit idem MC;
'34 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

Germinis huius propago


vel caterva confluens,
Barcinon augusta semper,
st¡rp:s aucta insignibus,
civmm florens corona,
plebs fidelis ínclita!

Yirginem videte nostram,


quam sit "Índex gloriae,
quae f:de probata terret

sic furentem íudicem,


praedicans cruc.s honorem
vel salutis ind icem.

4. Haec enim caesa catomis


sistitur eculeo;

caeditur, exungulatur
atque flammis untur,
terminum habere laudis

ínter ista nesciens

5. Ambiens crucis patronum


:n cruce suspenditur,

! corpus illic ad honorem j


[fol. XXXIXa
n.x polorum protegit.
Sic calore plena sancto
passionem sustulit.

6. Huius ex ore columba


íam solutis artubus
prosilit mire per auras
ceu volatu percito
vírginem vicisse clamans
:n siiDernis sedibm.

3,^ quae] quem MC.


8,4 ccu] seu M7.
SANTA EULALIA DE BARCELONA '35

7. Quam tamen Dei puella


gestiens percurrere
lege iam mortis peracta
gaudns atfollitur:

sicque risu comparato


corda mulcet flentium

8. Lucida, felix, per orbem,


Barcinon, attolleris
quae sinu pignus retentas
tam salubre, tam pium,
scilicet tanti habendo
corporis consortium.

9. O beata sponsa Christi,


virgo clementissima,
suscipe iam singulorum
vota vel suspiria,
postulans Christum precatu
quo gementes audiat.

10. Non iniquis serviamus

|
mente f actionibus ;
|
[fol. XXXIXb
non caro iugum rebellis
||
[fol. 199V
||

suave Christi renuat,


sed sacri caloris omnes
sanctitate fulgeant.

Solve quod taedet, quod urget


mortis ad perniciem;
pestilens morbus recedat,

7.1 Quam] Quae MC; 7,3 lege MC; 7,5 sieque risu corporato MT, st<cque
risu> corporatu MC.
8.2 attolleri<s>> MC; 8,3 <quae sinu>» MC; 8,3 retentas] retemtans MT,
retentans MC; 8,5 s<cilicet>- MC.
9.3 susc<ipe> MC; 9,5 Ch<ristum> MC.
MC; 10,4 Christum MT; 10,5
iniqui sacro MT; 10,5 omne MC;
10,6 fulgeat MT, MC.
11,1 urguet MC; 11,6 sit MC.
:

ÁNGEL FÁBREGA GRAU

muero hostis subruat,

vita sit tranquilla cunctis,

sinc quieta témpora.

12. Ovibus oceurre, civis,


et salutem porrige;
esto sic patrona nobis
ín relatu gratiae
sicut es vicina coehs

ad favorem gloriae.

13. Inter haec admixtus ipse

conquirat et Quiricus,
qui tui locum sepulcri
regulis monasticis
ad honorem consecravit
sempiterni numinis.

14. Ut mei post claustra car-nis


sis memor ín aethens,

et minus quod hic peregi


fu valenter suppleas,
haec tibi perlata votal
1
vel camoena consecrans .

12,i aves MT, MC; 12,3 sic] ruine MC.


* Doxología- «Praestet hace» MT; «Gloria Patris melodis
O

SACRAMENTAR!
MISA «Adest»

(Barcelona, mediados siglo vu)

Este texto es el que publicó Dom Mario Ferotin en su


Líber mozarabicus Sacramentornm (París, 1912), cois. 136-140,
fórmulas números 291-299.
Cód. = Ms. de la catedral de Toledo, 35,3, fols. 6^D-6rjc\
misa raúm. 33 del ms.
MI = MissaJe Mixtum, editado por A. Lesley, PL, 85,
cois. 707-713.

Missa in diem Sanctae Eulaliae barcinonensis

[Missa]

Adest, dilectissimi fratres, famosum illud beatae |'virginis j


[65c
Eulaliae festum, quod annuis quo
recursibus suscipimus incolendum : in
1
eadem martvr barcinonensium aves et íncola, genitale solum quae
mentorum titulis pretulit, honore etiam inlustravit sepul'cri; dum quod
vivae vocis edificat verbo, effusi sanguinis docet exemplo. Haec enim
2
laeta ad passionem prosiliens forum adiit intrépida, et verbis íonan-
tibus prophanum iudicem correptura passioni se obtulit non quaesita.
Recognoscamus ergo per vulnera martyrem, per obsequia civem, per
pietatis studia genitricem : obtentu precis intime flagitantes, ut qui eius
3
fortiter tenello vicit in corpore, victorem se in nobis praebeat effica-
4
cem. Et qui 1II1 post flammas contulit coelum, nobis post lap-
sum I
consortium tribuat angelorum.
|
[650!

quae] quod MI.


1

1
lacta ad passionem] ad passionem laeta MI.
3
nobis] nostris MI.
4
illi MI, üla Cod.
*3» ÁNGEL FÁBREGA CRAC

Alia

Deus virtutum, corona martyrum, conlator gratiarum suscipe tan- :

a
tillaeplebis precum obsequia, quae ob honorem virginis tuae Eulalic
ü
tibí deferimus dedicanda Tu enim eam ultra aetatem facis esse vic-
.

tncem, quam nullis praecedentibus meritis iam olim feceras tui no-
minis confessorem.
7
Sic ergo, Domine, eadem virgo sacratissima ante conspectum glo-
riae tuae nostrorum cnminum et intercessor panter et assertnx : ut et
diluenda proponat, et proposita precibus diluat. Qualiter sic confessio-
s
nem delictorum nostrorum accipiens, ante te culpas singulorum ad
emolumentum veniae adserat, ut intercessorem se pro his quae adse-
ruent interponat. Sit in salvationem terrae : sit ín defensionem patnae.
Gubernet civem, eliminetl hostem, subruat pestem, arceat fa- i [66a
mem, morbos dissicet; adversum omne repellat optataque perficiat. Sic-

que per eam fautorem te semper nostris precibus prebe : ut et hic in-
tercessione eius peccata nostra habeant finem, et in futuro suis meritis
9
mereamur invenire quietem. Amen.

Post Nomina
10
Te. te, altissime Redemptor noster et Domine, in tuis openbus
conlaudamus qui dum virginem Eulaliam ad Nominis tui dilectionem
accendis, proditorem eam sui nominis facis: ut eo robustior ad passio-
nem consurgeret, quo nomem suum furenti íudici non taceret.

Quaesumus proinde, ut quae nominis sui facta est proditnx, in pro-


latione nostrorum nominum ante te non efficiatur elinguis : ut quae
vocabulum suum non tacuit iudici, vocabula fidelium |
renotan- j
[66b
da aeterne imprimat mansioni. Ut quotquot in íllorum (in íllum) credi-
,l
mus ,
quem ipsa veraci corde professa est, et praesentis vitae tutelam,
ct in futuro cum defunctis fidelibus mereamur beatorum omnium prome-
reri consortia.

* precum MI, precuum Cod.


' dedicandum Cod.
7
sacratissima] sanctissima MI.
' om. MI.
te
morbos dissipet... optata queque perficiat. Sicque per eam factorem
* te. .

pectora nostra habeant finem... suis meritis mereamini. MI.


10
Te, ce, altissime] Et te Altissime MI.
11
in illum credimus MI.
:

SANTA EULALIA DE BARCELONA :


39

Ad Pacem

Chnste Dei Films, qui exanimae beatae virgirus corpus niveo can-
dore vestisti, dignare nos vestiré íustmae stohs et openbus sanctitacis
uc per haec quae tibí offenmus muñera, sic niveo alcernae ddectionis vesaa-
12
mur amictu. ut aeternae pacis lumine cum ea quae ce professa est po-
tiamur.

Inlatio

Dignum ec rustum est nos ub. semper gratias agere, omnipotens


Deus, per Iesum Chnstum Filium tuum Dominum nostrum, qui dis-
cretas flammis martvrem Eulaham probat. dum clementer eam flam-

marum diversitate glonficat.


j
Erat enim ín pectore virginis flamma d:\ ini amons flam- [66c
:

1
mis quoque urebantur et latera ; sed longe aliter flamma illa erat,
quae flammis his temporalibus cederé nesciebat. Illa enim refrigerando
14 10
fervescit, haec excruciando plus déficit: :11a incorpóreo vigore sem-
16
piterna perdurat, haec corpórea accensione occasum sui frequenter os-
tentat. — Illa aeternitatem parat ¡n mente, haec plerumque defectum sui
sentit in corpore : illa semel concessa nescit fngescere, haec si studiosius
accendatur adustionis suae aliquando materiam caret. Illa caloris sui ter-

minum nescit, haec semper vigons propni statim (statum) amittit: illa

quos incenderit penre non sinit, ista vel se ipsam cum nocentibus [pen-
17
mit, vel innocentibus] sese sumittit. Illa semper pollicetur
|
[66d
sine tempore refrigern glor:am, haec aliquando in tempore supplicn ínro-

gat poenam : illa istam semper superat et extinguid, ista illi saepe famu-
latum sui subncit ac desen.it.

Inde est ergo, quod coelestia flamma temporahbus flamm:s victa non
defecit; sed victrix potius potestatem huius matenahs ign:s sibimet subii-

11
te om. MI.
11
Erat... latera] Eratque in pectus virgiais famma : sed flammis quoque
urebantur et latera MI, elatera in Cod
l
* ec m Cod.
ls
inoorporeo] in corpore A/7.
" suil suum.
17
perimit, \-e! innocentibus leg. in MI. sed cmi: Cod.
»4° ÁNGEL FÁBREGA GRAU

cíe ac submittit. Quum enim :n virginis pectore divinum vicie incendium,.


18
adpositae forinsecus flammarum faculae defécenme.
19
Quia ígicur tu, Deus noster, ignis consummens es, qui ni ín corde
eius flammigera combustione arderes, victorem te in eius passioníbus
20
nullb modo demonstrares : Te quaesumus et rogamus. ut facías nos
simili accensione amons tui serenos et sanctitans perfectione idóneos ; uc
qui j
in hoc die tantae martvns et passionem veneramur et sepul-
¡
[67a.

crum, a passioníbus nostris vel sepulcns nostrorum criminum liberan, per-


ducamur ad coelum. Qualiter et hic et in aeternum cum omni militia an-
gelonim devot.s tibí mentibus concinamus, proclamantes atque ita de-

centes : Sanctus. Sanctus.

Post Sanctus

Veré sanctus. veré benedictus Dominus noster Iesus Chnstus Films


tuus, cuius doni est quod Eulalia virgo caesa non trepidar, cuius gratiae

quod ínter flammas non aestuat. cuius munens quod post obitum sic
21
exultat: quum aeternam vultu iam quodamodo laetitiam proferens .

22
in hac adhuc substantia carnali ostenderet quanta illic animi pace
23
gauderet. cum hic beato confesson Felici sic de aeterna per corpus
felicítate subndet.
24
Per Christum .

Post Pridie

Omnipotens Deus, qui inlibatum Eulaliae virginis corpus in- |


[67b
¡

tactum servas a flammis, emitte in his hostiis Spintum sanctitatis, qu»


et oblata sanctificet, et oblatores, propitiabili respectu perlustret.

11
adpositae] adposte Coá , appositae MI.
* ni] nisi MI
- et] te MI.
21
¡enitiam praeferentes Mi
- hac] ac Coá.
" hic omis. MI.
M Dominum ac Redemptorem aeternum add. MI.
SANTA EULALIA DE BARCELONA

Ád Orationem Dominicam

Deus, qui beatam Eulaham antequam passionis gradum scanderet,


25
quid crederet ,
quid oraret misericorditer docuisti, dum in ea non fa-
26
cis perire quidquid a te edocta fortiter credidisset : da nobis ut quod
de te scimus et credimus ad aeternam profecisse nobis laetitiam gratule-
27
mur; ut quod illa ef fusione promeruit sanguinis, nos in his Filii tui

Donv.ni nostri mereamur adipiscere verbis : Pater.

Benedictio

Chnstus Dominus, qui Eulaham virginem inter flammas fecit esse


victncem, faciat vos eius precibus, et incentiva carnis vestrae devincete,
tt perfectam |
devicto mundo victoriam in coelestibus reportare.
|
[67c
Et qui insepultum virginis corpus nivalibus pruinis vestivit ad glo-
riam, ipse corda vestra et*. corpora ad perfectionem sanctitatis accingat.
Ut cum illa per confessionem mereamini palmam, cuius nunc obse-
28
quentes celebratis sollemnia . Amen.

" quid crederet om. MI.


24
dum in ea non facis] dum eam non facis Cod., dum ea non facis MI.
27
effusione] in effusione MI.
2i
sollemnia] so'ennitatem MI.
ANTIFONARIO
(León, sig'.o rx-x)

Manuscrito de lacatedral de León (fo!s. io2r-v) (PP. Bene-


dictinos de Silos. Antrpbonarium mozarabicurn de la catedral
de León (León, 1928).

(San Millán de la Cogolla, siglo x)

Manuscrito Aemi'.ianensis 30, de Ja Real Academia de la

Historia(fols. 190V200V).

1. ANTIFONARIO DE LEON

OFFICIUM IN DIEM SANCTAE EOLALIAE

A d Vesperum
Sonó: Alleluia, ingredere tu. Antiphona: Benedictus Deus quia. An-
tiphona: Induta es ...

Ad Matutinum

In Cántica Canticorum add. eadern manus in margine.

Antiphona: Ostende mici faciem tuam, Syon; vox tua j


in
|
[102V
auribus meis, dulcís est enim vox tua et facies tua decora. Versus: Diffu-
sa est. Antiphona: Cui adsimilabo te, virga filia Syon, magna et dilecta
in proximis tuis. Versus: Fiat pax. Antiphona: Alleluia, quam pulchra
es amica mea, suavis et decora ut Iherusalem, oculi tui sicut torrens Li-

bani plenus deliciis, alleluia. Versus: Responsorium : Filiae Iherusalem,


SANTA EULALIA DE BARCELONA

audite me : quae cst Lsta quae ascend:c a deserto, quasi virgulcum tumi
ex aromanbus mirrae: suavis esc et decora, ternbüis uc castrocum acies

ordinatac; viderunc eam füiae Iherusalem, et beatissimam declaraverunc.


Versas: Quam pulchra es. árnica mea. et quam suavis, decora ut Iheru-

salem, ternbihs.

A d M i s s A M

Sácrificium: Apparebit ubi Dominas, qui m clan ta te perpetua di-


lexi[r] te. virgo Israhel, allelu:a. II: Dominus Deus tuus adduxi te ad
misericordiam. et miseratione adhuc aedificaveris et mulnplicavens, vir-
go. III: Acopies tvmphanum ín manu tua, et cx.es in congrega Done
luden t:um. quomam venient dies consolacio rus Domini, veniam petenti-
bus in quibus salvum faciet Dominus populum suum, virgo.

2. ANTIFONARIO DE SAN MILLAN

|
... <IN> DIEM SANCTAE EOLALIAE [ [fol. 198V

A d Vesperum
<...>: Me expectant iusti quoadusque retribuas mici. Sonó: Alle-
luia, Ingredere tu m vestí.

<-..>: Benedicta tu in omni tabernáculo tuo, et visitet te in borus


Dominus, eo quod non pepercisa animae tuae propter regnum De:.
Versus: Diffusa est grana. Antífona: Sponsavi te mici, dicit Dominus.
in miseratione et misericordia: et spor.savi te mici in fide dilectione.
alleluia. Versus: Lauda Iherusalem.

H Y II N D S

<i> Fulget hic honor sepulcri


martvns EolaLae,
<quae sacro sig>navit idem
passionis stigmate.
ÁNGEL FABREGA GRAL'

j
Hunc vocat adesse cunctos
|
[fol. io^r
1
convenit occurrere .

<io> Non iniqui serviamus


mente factionibus
non caro iugum |
rebellis
|
[íol. 199V
suave Christi renuat,
seo" sacri caloris omne
2
sanctitate fulgeat .

<¡4> Ut mei pose claustra carnis


sis memor in aetheris,

et minus quod hic peregi


tu valenter suppleas,
haec tibí perlata vota
vel camoena consecrans.

<Doxología> Gloria Patris melodis.

Versus: Speciem.

<CoM>PLETURIA AD VeSPERUM SEU AD MaTLTINUM

<Domin>e Iesu Christe, qui beatam Eoham virginem in <t>ene-


ro aetatis nec mundi inlecebras nec <per>sequutoris permisisti superan
tormentis, <...> in qua muñere tuo nec sexus vmcitur <...> afrectus,

cuius constantiam, nec saevitia terruit <ne>c poena ademuit, nec ún-
gula minuit, nec flamma conpescuit : huius ergo deprecatio pro nobis ita

aput te praevaleat, nec mala nobis praesentia nec futura praevaleat. Pater
noster.

¡
Benedictio: Deus virtutum, qui sanctam Eolaliam dum ¡
[2oor
[ad] passionem vocat ad glonam provehit; det nobis nec vitiorum pas-
sionibus adtingi et a passionum vitáis liberare : Amen. —Et qui sua mem-
bra non vitiis, sed pro Deo passionibus subdidit, obtineat vos numquam

1
Prosigue el himno : véase el texto crítico completo en el apartado «Him-
narío)) de estos apéndices.
2
El himno prosigue en el manuscrito hasta la estrofa 14 r acaba con las

primeras palabras de la Doxologia.


:

SANTA EULALIA DH BARCbLONA »45

temtacionum certamimbus vinci : Amen. — Ut sicut illa pose passionem


obtinuic coronam. ita vos per poenitentiam vcniatis ad veniam : Amen'.

A d Matuti \ i m

Glona mea. Antífona: Cui adsimilabo te. virgo filia Svon, magna
et dilecta ín proximis tuis. Versas: Fiat pax ín.

Oratio: Domine Iesu Christe. qui sanctam Eolaliam pro nomine tuo
ita ínpavidam reddidisti, ut persequutionem saevientium impiorum non
fugeret, sed magis adpeteret ; nec declinaret, sed potius exitaret : praesta
eius patrocinio: ut fides nostra. ita per te firma reddatur. nec aliquando
4
ab adversano superetur : Amen .

Antífona: Inra.iculati. quae non novit thorum ín delicto, habebic


fructum ín respectione animarum sanctarum. Versus: Sicut audivimus.

Oratio: Domine Iesu Christe, qui ita spintu tuo sanctam Eolaliam
marrvrem inflammasti. ut et <lasc:viae superar> et :

flam- I [fol. 200v


mam, ut eam ignis exterior veniente non tangeret. misencordiae tuae
nobis rorem infunde: ut naturale incendium extinguamur. dnm salutare
remedium obtinemus '.

Antífona: Soecem et pulchritudinem tuam intende. prospere proce-


de et regna. alleluia. alleluia. alleluia. Versits: Lauda Iherusalem.

Oratto: Contuere, Domine, vota Eclesiae tuae cb honorem maftyris


Eolahae ferventiam: et, donum
quae sibi fides singulorum postulat.

praesta; nec regredi nostrorum quempiam sinas reum, qu: tremente^


conscientia in hac sollemnia exhibet famulatum : Amen V

Antífona: Ecce dilectus meus venit. dicens mici. Jnquire in Offi-


cium sanctae Eolaliae.

1
Texto adaptado sobre una <E-enedictio> propia de !a fierra de Santa Eula-
lia de Mérida Véase J. Vives. Oracion¿ visigótico, núm. 154.
:

*
Idem «obre la oración núm. 169.
5
Texto adaptado sobre una oración propia del Oficio de Santa Asiieda
Véase PL, 86, co!. 1.094.
* Texto adaptado sobre 'a oración propia de la fiest.i de Santa Eulalia de
Mérid.i: Vives. íTÚrn. iy8.


ÁSCFL FABREGA GR AL

<...> Libera me-. De-.: Gaudens. Bns.: Liberabit me. Sonó: Audi
filia. • ..

Itfai ad Matltintm

Induca es. Benedictio: Speciem. Laudes: Lauda filia. Scp.: Sicut


cer(vus). Sicut storax et galbanus et ónix et gutta ec quasi nen
ín eis... vaporav: habitat:onem meam. quasi therebmctus expandí ramos
meos quasi vitis fru... I

|
[fol. 201 r
II

TEXTOS QUE NUNCA FORMARON PARTE DE LA LITURGIA


HISPANICA

m
Pasión B

(BHL, 2.696)

(Gallas, siglo vi 11)

Nuestra edición es Ja que publicaron los PP. Bolandistas


en su Catálogo de manuscritos bagiográficos de !a R. Biblio-
teca de Bruselas.

R. Biblioth. de Bruxelles, ms. 581, que procede (del monas-


terio de VaJ-Sant-Martini de Lovaina, fols. 25V-26V. (Cata-
logas Codicum Hagiographicorttm Bibliothecae Regiae Bru-
xellensis (Bruselas, 1886), I, págs. 263-264.)

0
1. Incipit passio sanctae Eulaliae virginis et martyns, quod est IIII

idus decembns.
2. In Barcellona civitate provinciae Hispaniae sub Daciano praeside
saeva chnsf.anis fuerat orta tempestas. Iam enim benedictus Vincentius
pnmus ad martynum accesserat una cum episcopis glorióse. Illic enim
etiam erat virgo quaedam, nomine Eulalia, annorum circiter tredecim,
mente et corpore casta, religione púdica, castitate firmissima. Docebatur
autem a Donato quodam presbytero, ut confiteretur Christum amplius
quam negaret. Sed introeunte eodem Daciano Barcellonam civitatem,
Donatus presbvter procul a civitate secesserat, Eulalia autem sese in fa-

ciem praesidis obtulit, dicens: Quid ingrederis urbem, inimice Dei ex-
celsi? Quid persequeris christianos et niteris perderé virgines Dei? Do-
minus me docet in ventate sua, nec auferes a me castitatem meam, quia
non seduces pueritiam meam. Dacianus praeses dixit O infantula, :

antequam crescas florem aetatis perderé quaeris? Eulalia respondit:


Ego annorum sum circiter tredecim; sufficit mihi haec transitoria
:

148 ÁNGEL FÁBREGA GRAU

vita : alceram futuro spero beatam. Dacianus dixit : Ista te vanitas


non seducat misera, sed sacrifica diis, quo potens honorari ec spon-
sum meren divitem. Eulalia respondit Habeo sponsum : divitem
et ímmortalem. Dominum Iesum Chnstum, qui te tuosque perdet
omnes et patrem tuum diabolum. Dacianus praeses dixit : Suc-
curre tibí, quo tormenta possis evadere. Eulalia respondit : Corpus
meum habes ín potestate. animam autem meam non habes in potestate.
n:si solus Deus qui eam Dacianus praeses dixit
dedit. Ego te perdam :

de térra. Eulalia respondit: Parata sum ad omnia. Dacianus praeses


dixit: Multum me conmoves, et adhuc tuae misereor infantiae. Eulalia

respondit: Misereatur rruhi Deus; nam quae est misericordia tua, ma-
ledxte? Dacianus praeses dixit: Fustes de arbonbus madefacite cum
stirpibus suis, et spoliantes eam praecinctam caedite. Eulalia respondit
Haec sunt minae tuae, antiquissime serpens? Nihil me noces, sed magis
confortas. Dacianus praeses dix:t : Oleum candens afferte et eius mamillas
perfundite. Eulalia respondit : Amplificavit mihi frigus ignis tuus et
oleum candens non calefecit me, calefecit autem me cantas Christ: quem
quaero videre. Dacianus dixit: Afferte calcem vivam et illuc eam mer-
gite, et aquam superfundite. Eulalia respondit: Cruciet te ignis aeter-
nus, quemadmodum crucian puellam Dei disposuisti. Auxiliabitur au-
tem mihi Dominus. et de manibus tuis liberabit me, quoniam non pro
me, sed propter ipsum has patior ooenas. Dacianus praeses dixit : Plum-
bo ollam implete et vehementer calefactam ante ipsam afferte, et super

lectum ferrerum nudam sternite. Primum poenam :lli ostendite, si forte

convertatur ad déos; sed, si sacrificare noluent, sic eam perfundite.

3. Eulalia autem quae quotidie benedicti Tirsi passionem legebat,


amplissimo magis roborabatur ardore. Cum pcenam ante se íllatam vi-
disset, ait: Deus verax, veni ad kberandum ancillam tuam. Credidi enim
quia benedicto Tirso adhuc gentili misertus es, et ad te convertisti : ita

et me ad te converte. Et continuo plumbum obstupuit. Calefaciebat quo-


que manus tenentium, ad Eulaham autem erat fngidum. Dacianus dixiÉ:

Virgas afferte et caedentes eam fragmenta testula exhibite et eius pla-

gas frícate. Eulalia respondit : Miserere, Domine, ancillae tuae, et ne


infirmes cor meum, sed magis conforta, quia gehennam quaero evade-
re et ad te r>ervenire, qu:a unum et fxinum nomine es, qui vitam tribuís
aeternam. Dacianus praeses dixit: Misera, consule tibi antequam exter-

mineris, et sacrifica diis. Eulalia respondit: Sacrifica tu vel omnes astan-

tes tiB: ;
ego sacrificabo Deo meo, hostiam vivam me offerens lili, sicut

et ille pro me oblatus est. Dacianus dixit: Si ergo Deus est in quem
:

SANTA EULALIA DE BARCELONA >49"

credis, quomodo uc homo in térra passionem suscepit? Eulalia respondit:


Suscepit quidem passionem ut homo, et pro riostra pravitate servilón
induit formam, ut nos ad libertatem perduceret. Dacianus dixit Infir- :

mad te cogitatio tua, ego haec non libenter audio; sed accede et sacn^
fica diis, ne forte ampliora tibí parentur tormenta. Eulalia subridens
ait: Tu mea magis adiuvas vota, quando m:hi ampliora infers tormenta.
Fac quae cogitasti, ut in ómnibus in Chnsto facías me esse victr.cem.
Dacianus dixit: Ego te victam dimittam, te autem victricem nunquam
dimittam. sed gravissime te pcenis afficiam. Virgo Eulalia respondit
Vincere me non potes, quia vincit in me qui pugnat pro me. Dacianus-
dixit: Candelas incendite et ad genua eius ponite. Eulalia respondit:
Ustulatum est corpus mcum, et fortis inventa sum. Sal íube mitti, ut
plenius in Chnsto possim esse condita. Dacianus dixit : Utique, o car-
nifices, excogítate novam poenarum altitudinem et gravius nequissimam,
quae malum potius quam bonum cordis didicit, vulnérate, simulque si-
napem cum aceto afferte et in nanbus eius fundite. Eulalia respondit:
Sinapem nen sentio, et acetum non intelhgo. Puto vinum et conditum
dedisti mihi; in sinape autem et aceto non nocuisti me, sed confortasti
mea vulnera. Dacianus dixit : Cam;num succendite et ílluc eam mittite,

doñee, deficiat.

4. Succenditur ergo caminus, secundum íussum praesidis. Ducitur


puella ut in caminum mittatur, atque immissa psallere coepit in fornace
ac dicere : Adducentur regi virgines postea, proxime eius afferentur tibí

in laetitia et exultatione. Dacianus fons deambulabat ante praetonum


suum, et proximus erat locus ubi fornax ariebat. Cumque audisset eam
praeses psallentem, dixit : O socii, victi sumus. Haec virgq^ perdurat in
malis; sed, ne glorian se putet, educite eam foras, ut scurronum more
decalvetur, et decalvatam et discinctam per publicum ducite, ut eius vir-

ginitas ómnibus reveletur. Eulalia respondit : Licet ignominiam in térra

sustineo decalvata et discincta, ut ad deformitatem perveniam, novi que-


madmodum exagitat te inimicus ventatis. Dacianus dixit: Si ergo times
ad deformitatem pervenire, accede et ímmola diis. Eulalia respondit
Immolo Domino sacnficium laudis et victimam íubilationis. Dacianus
praeses dixit : Ducite, decollare verbosam, occidite noxiam ; auferte ab
oculis meis perditam. Eulalia vadens, ait : Nota tibi faciem meam, et
vultus meus non praetereat a te, ut cum venero te aecusare ante thronum
íudicis, recognoscas faciem meam. In illa die multi territi et compuncti
corde discesserunf et in Domino cred:derunt. Eulalia autem decollata est,
et quo die percussa est resilivit ab ea caput eius. Exiit autem de corpore
ÁNGEL FÁBREGA GRAU

«ius columba quae consolabatur Eulaliam, quae Christo Domino in Jor-

-dane apparuerat. Sepelivit autem eam Donatus presbyter, qui primitus


£am ad martynum concitaver'at. Celebratur ergo natalis eius in Bar-
cellona civitate, sub die quarto idus decembns.
5. Regnante Domino nostro Iesu Christo, qui cum Patre et Spintu
Sancto vivit et regnaf Deus in sécula seculorum. Amen.
Traslación del cuerpo de Santa Eulalia

(BHL, 2.697)

(Barcelona [siglo rx], siglo xiv)

Este texto ha sido redactado a base de los tres manuscritos


Legendarios de! Archivo de la catedral de Barcelona.
B 1
(|) Ms. = 105, «Sanctorale» («Flores sanctorum»)
(siglo xrv ineunte), fols. 72C-73C
B 2
(||)
= Ms. 104, «Sanctorale primum seu vetusnus»
(segunda mitad del sig'o xiv o primera del xv, fols. 197b- 199c.
B 3
(/) = Ms. 108, «Sanctorale» (pars tertia) (últimos del
siglo xiv o principios de] xv), fols. jqr-yjr.

1. Translatio beatae Eulaliae \


2. lAnno Incarnatzonis Domini nostrilesu Christi octingente- 1 [72V
1
simo LXX° octavo, procurante di vina misericordia, pro cuius|| [1971^
||

2
amore suspensa ín cruce beata Eulalia virgo et martyr Christi animam
3 4
posuerat aspirante eius gracia , beatae memoriae beatus Sigebodus, Narbo-
nensis archiep scopus, Barchinonam vemens, rogavit Dei virum Frodoinum,
3
eiusdem civitatis episcopum, ut de reliquiis sanctae eiusdem Eulaliae
virginis et martyris Christi ei daret, quas secum deportaret 6 , ut in no-
7
mine eius apud se basilicam construeret et Domino Deo dedicaret, et
íbidem in altare digne et laudabiliter reconderet.

1
1« Translatio corporis sanctae Eulaüae virginis et martyris Christi - barchi-
nonensis, quold translatum est a Frodoino eiusdem civitatis episcopo, décimo K'ds.
novembris, B 2
; In nomine Domini nostri Iesu Christi, incipif translatio corporis
sanctae Eulaüae etc. ut in B2 B ,
3
.

2.
1
septuagésimo B B
1
,
3
.
2
beata Eulalia virgo et martyr Christi orn. B 2
, B
3
-

4
s
gra. B\ S 3 . beatae memoriae] memoria B\ Br,
3
sanctae eiusdem transp. B B 2
,
3
.

4
deportasset B 1
.
7
constitueret B 2
, B 3
i
5a ÁNGEL FABREGA GRAU

3. j
1
Cum vero quadam die ambo ín eadem sede missarum sol-/ [74V
2
lempnia peragerent, ad memoriam venit ubi Corpus beatae Eulaliae eius-
8
dem virginis humanum iaceret. Studiose autem perquirentes, invenerunt
4 5
himpnum in honorem eius editum, et in eo scriptum eo quod in
ipsa basílica Sanctae Manae Virginis reconditum iaceret. Ad quam domum
pergentes ipsi beatissimi episcopi una cum turba clencorum atque laicorum,
oratione completa, coeperunt ipsi clerici et laici cunctum pavimentum
eiusdem basilicae fodere, et solerti mente cum magno labore perquirere
8
si'íorsitan ' possent ídem sacrum sepulcrum invenire. Sed tribus diebus in

hoc labore desudantes, omiv.no non potuerunt eani repetiré. Cum autem
9
milla fiducia esset illud reperiendi, vir venerabilis Sigebodus archiepis-
10
copus remeavit ad propria.
1 2
4. Sed Beatus Frodoinus ,
post discess'.onem eius, fiduciam de
•divina misericordia assumens, rogavit triduanum ieiunium devota et in-
tenta mente peragere ab omni plebe, ut, Deo miserante, per suam íneffa-

tilem misencordiam et eiusdem Beatae Virginia meritum, ostenderet eis

•eius desiderátum sepulcrum. Quo íeiunio ab omni populo assumpto,


ieiunaverunt omnes viri atque mulleres, pussilli et magni, alii in domibus

suis, alii eadem domo Deo consecrata, turba magna clencorum at-
in

laicorum et mulierum religiosarum ibidem Deum pos-


3
que [197V
||

talantes cum psalmis et himpnis, et multis luminaribus die noctuque


pictatem Domini exorantes, doñee completum est ipsum sactrum ieiu/ [jyc
4
nium triduanum .

1
5. Interea ídem Dei eulter Frodoinus ipso die tertio post celebrata
divina mysteria, descendens in defossum locum, in dextro altaris loco
2
vidit foramen parvum quo submittens et ínpingens baculum suum,
in
3
<|uem in manu tenebat, sensit locum illum quasi suffossum, precepit-
4
•que clericis suis ut ibidem foderent, et terram foras educerent. Quod
5
cum factum fuisset, Domini misericordia largiente, repererunt sepul-

crum eius
6
preciosum, diligenti mole constructum. Quod discooperientes

protinus, exivit ex eo odor suavissimus ac si sepulcrum illud ómnibus un-


guentis preciosis fuisset plenum. Statim omnes, gandío magno repleti, et

2 s 3
3.
1
Lectio II B 2
, B*.
2
beatae] eiusdem beata^ virginis B , B . sanctae
ciiLsdem om. ZT, B3 .
* ympnum B l
( semper haec grdphia); himnum B 2
, B3
3
(semper haec graphia). e'.usdem B*. si om. B B si add. B 5 6 2
,
3
. . 'diebus
suprascr. B\ 'Cum autem id esset milla fiducia B
2
B 3 '"episcopus B2 , . , B3 .

4. Lectio III B W.
2
1 2
Frondo!nus B 2 3
atque] sive B 2
,
B 3 4
ieiunium . , . tri-

duanum trasp. Br, B3 .

5. 'Lectio IIII E B 1
,
3
.
2
inpigens B 2
;
impingen s B 3
.
3
in om. B2 B 3 , .
4
ibi

S2 B ,
3
.
5
reppcrerunt B2 .
s
eius] illud B 2
. B3 .
7
'audaverunt et benedixerunt trasp.
SANTA EULALIA DE BARCELONA '53

humo clenci ct populi prostrati, grat'ias Domino agentes, et cum lacrimis


7
cum glorificantes, laudaverunt et benedixerunt eum consona voce, qui
fecit misericordiam cum eis, et exaudivit eos, et ostendit lilis desiderium
9 10
ipsorum 8 ipsum quod a Deo postulaverant devota mente
,
.

1
6. Et statim ídem venerabilis episcopus Frodoinus iussit stolam
2
candidam deferri ; et eduxerunt corpus íllud sacrum de ipso vásculo
3
marmóreo cum psalmis et himpnis, et posuerunt illud 1 ín ipsa stola I [^r
4
candida, ac super feretrum pos:tum portaverunt illud pnmi clericorum,
5
psallentes omnes, et cum magna exultatione illud deportaverunt cum ce-
6
léis ín manibus, vin et feminae, usque ad portam eiusdem civitatis Bar-
7 8
chinonae. Quod cum ibi fuisset depositum, et per médium horae spa-
cium canerent et collaudarent omnes Dominum, iterum appre/hen-/ [75V
derunt séniores clericorum idem feretrum ut levarent illud, et ecce tanto
9
pondere aggravatum est, ut nullatenus possent illud de lo|jco move-|| [190V
re. omnes admirati sunt, et nimis conturbati, dixerunt: Non
Stupefacti,
vultDeus ut introducatur corpus 10 sacrum in hac civitate. Haesitantes veri
omnes de hac re, praecepif ídem venerabihs Frodoinus episcopus, ut om-
nes genuflecterent, et misericordiam Dei obnixe postularent. Cum
11 12
autem hoc diucius factum esset ,
largiente divina misericordia, im-
13 14
petraverunt quod postulaverant, et assumens idem venerabais epis-
copus cum aliis senionbus, elevaverunt illud a térra, et portantes per-
duxerunt illud usque ad sedem eiusdem civitatis, quae dedicata est in
15
honore Sanctae Crucis, et ponentes illud super idem altare, prostra-
verunt se omnes in térra viri atque mulieres, et collaudaverunt et benedix-
1G
erunt Dominum , qui est benedictus in saecula.
1 2
7. Per totam vero íllam hebdomadam non solum habitatores
3
eiusdem civitatis, verum etiam illi, qui per eandem regionem in circuitu

morabantur, cum cereis et oblacionibus ad eandem 4 domum concurrerunt,


et per totam ipsam septimanam cum tota intencione mentís et ieiuniis et
vigilns, orationibus et obsecrationibus in himpnis et laudibus Domino
famulantes, pervenerunt usque ad complet'onem eiusdem haebdomadae.

B3 B ,
3
. "ipsorum] illorum B B
2
,
3
.
9
a Dco] ab eo B 2
, B 3
.
10
devota mente pos-
tulaverant B2 B3 , .

2 3
6.
1

Etl Quod W-, 5 3


. defferri B 2
.
3
i\\ud] psallentes illi add.B .* illud idB B
2 1
, .

'ct om. B\ 'portas B\ 7


Lecrio V B2 B3 , .
* mediuml dimidium B2 B 3 9 agra- , .

vatum B 1
\ adgravatum B 2
.
10
corpus] hoc antepon. B2 B ,
3
.
11
autem om. B B 2
,
3
.

15 Sanc-
12
esset] fuisset B2 14 idem venerabilis
B 2
, B*.
13
adsumens . trasp. B2 B3
,

tae suprascr. B
16
Dominum] Deum B2 B3 2
. , . 3
2
Lectio VI B B 3 habitatorcs] habitantes B B3 eamdem B 2 4 regio-
1 2 2 3
7. , . , . .
ÁNGEL FÁBREGA GRAU

o J
Die autem VIII praecepit ídem venerabihs episcopus fossam apeare ín

dextera parce iuxta crepidinem eiusdem/altaris, et submiserunt in/ [y6r


6
ea íllud vasculum marmoreum in quo pnus positum fuerat ipsum sacrum
corpus, ec dihgenter composuerunc illud.
8. Veniens autem
1
ídem venerabihs episcopus cum alus senionbus

ut elevarent corpus illud sacrum desuper altare, et deponerent" illud in

eodem vásculo, penitus inde non valuerunt sublevare, eo quod sicut pnus
aggravatum fuisset nimis. Prostrati vero omnes in térra, rogantes et postu-
lantes divinum auxihum quasi per unius fere horae spacium, hoc penitus
non potuel'runt ipsa vice impetrare. Quídam vero cler.cus veniens ||
[19SV
2 3
ac tremens, cecidit" ad pedes venerabihs eiusdem episcopi, et confes-
4
sus est cum lacrimis, dicens : quod unum de digir.s eiusdem sacri cor-
J
poris clam abscidisset, et ad domum suam pro benedictione portasset ,

c
et eum in capsellam habuisse . Quod ille statim iussit eum ad se ibidem
ante altare adduci, et praecepit ibidem ignem succendi coram omni mul-
s
titudine quae circumstabant '
clencorum seu laicorum, et assumptis
9
prunis in vase testeo , misit os illud in eis, aspicientibus cunctis et cir-
10
cumstantibus n:mis diutius, et penitus non est combustum, sed tan-
quam aurum purgatum in medio fornacis stabat inter prunas illas. Quod
videntes omnes, magnificaverunt et collaudaverunt atque glonficaverunt
Deum, qui potens est in ómnibus openbus suis, facens mirabiha et pro-

digia in coelo et in térra. Tune cum laudibus et himpnis os illud levaverunt


11
de ipso igne , et coniunexerunt illud cum ipsis sociis/suis ib:dem super
ipsum altare. Et statim valuerunt corpus illud sacrum, divina/ [y6v
12
misericordia concedente, elevare et in ipso vase deponere.
9. enim omnipotens Deus voluit haec mirabilia ostendere,
Idcirco
1
Ividehcet, de odore illo inextimabih, quando primo inventum est| [73V
ipsum corpus sacrum, ubi primum fuerat positum, et quando ante portam
2
civitatis fuit aggravatum et quando desuper altare postea non valuerunt ,

3
illud elevare, et quando probatum est os illud * in ipso igne ut osten- :

5
deret :psa incomprensibilis coelestis potencia meritum eiusdem sacrae
6
virginis hdehbus suis, quam digna sit coram eo in coelesti regno cuius ,

nem eandem om. B2 5 octavo B2 B*. 'illud vasculum trasp. B2 B°.


in circuitu... . , ,

autem ] vero B2 om. B3 2 ac om. B2 B3 3 venerabilis eiusdem trasp. B2 B'¿


8.
1
; . , . , .

* quod] co
quod B 2 5 deportasset B2 B3 6 habuisset B2 B 3 7 circum astabant B2 cir-
. . . . . ;

cunstabat B3 8 seu] sive B B3 de illo igne add. B B


2 5 2 3 10
. et circumstantibus], . , .

et circum astantibus B
2 11
circunstanribus B 3 levaverunt os ipsum de ipso igne
; .

B2
, B*.
12
vase] vásculo B B 2
,
3
.

9.
1
primum B 2
.
2
agravatum B 1
;
adgravatum B2 .
3
valuerunt illud] potue-
runt B 2
; potuerunt ití B 3
.
* illud] illius B2
.
5
incomprehensibili s B2 B ,
3
.
* in
SANTA EULALIA DE BARCELONA *55

corpus corruptibile adhuc in cruce passionis pendens, nec faculae ex utra-


que parte accensae valuerunt cremare, nec etiam praefatum os valuif ignis

contingere in conspectu multorum ante altare '. j¡


I [io/jr

10. Reconderunt ergo illud in eodem sacro monumento diligenter

et laudabiliter cum laudibus et himpnis et multis luminaribus; erexe-


1
runt altare ad caput eius, et ornaverunt atque dedicaverunt illud Do-
mino, et facta est laeticia magna in populo, ac peracta sunt sollempnia;

et cum gratiarum actionibus redierunt omnes ad sua cum magna laeticia

et exultacione.
1
11. Celebratur vero hace ^ranslatio omni anno in civitate illa
2 3
décimo Kalendas novembns, et dedicado eiusdem altaris tertio earum-
4
dem Kalendarum .

1
12. Adiuvante divina clemencia, cuius verbo consistunt universa
2
esse cond:ta, quaecumque vigent olimpo, tellure, atque equore : qui
regit omnia, et sanctis suis praestat mirabilia, et regnat ante omnia et
per numquam finien/da saecula saeculorum. Amen. / f 77 r

coelesti regno] in regno coclesti B2 ; coelesti in regno B3 .


1
altare] eiusdem antep.
B2 B\,

10.
1
erexerunt] et antepont. B B3 2
, .

civitate B Xo B
3
11. 1
amate illa] eadem B ,
s
.
2 2
.
3
III o B2 .
4
et dedicano
eiusdem... kalendarum om. B 3
.

2
12.
1
consistunt] constant B ; constat B 3
.
2
quaecumque] quaeque B2 B ,
3
.
DVM AC LYMPHAE
• VOLVCRES • •

CONCENTIBVS
DVLCISSIMIS •

CIRCVMQVAQVE AETHERA MVLCENT • .

IDVM • NEMVS LVXVRIAT . OPACIS FRIGESCENTIBVS VMBRIS . • •

PRATAQVE VIRENTIA FLORIDA MOLLIA


• •

AD ANIMI
• BEATITATEM RECVBANTl
• INVITANT • .

SACRO • HEIC IN SACELLO • .

BEATAE VIRGINI
• MARIAE A MERCEDE D1CATO • • • -

CASTRI EL CAVALLER OPPIDI


• VIDRA • .

HANC • CORONAM • ETSI . HVMILEM


TEXTAM • VIOLIS • LIHISQVE • AMORIS
DEIPARAE • SVAVISSIMOS • AD •PEDES
CEV • PIGNVS • CEV . MONVMENTVM • FIDELITATIS
DEVOYlSSIME . OFFERO

TV MARIA .

INSTAR
MITISSIMI PASTORIS •

HAS • OVES
TVAS TVI HVIVS
• OVILIS . • •

DIVINA AD PASCVA DVCITO


• • •

-SATIANDAS • IN PERPETVAS
• ET FULGENTES AETERNITATES • . .

E] Cavaller de Vidrá,

24 septiembre 1953
INDICE
Pags.

INTRODUCCIÓN: [. Naturaleza de la literatura hagiográfica medieval ...


9
II. Planteamiento de] problema hagiográfico de la histo-
ricidad de Santa Eulalia de Barcelona 11

III. Fuentes y Bibliografía 18

L s T f d 1 o : I. Primeros pasos del culto a Santa Eulalia de Barcelo-


na (siglos iv-vii) 25
II. Los manuscritos de la Liturgia hispánica 38
III. Los textos de la Liturgia hispánica 45
1. El himno «Fulget» 45
2. Las Actas o Pasiones 53
3. La Misa del Sacramentarlo mozárabe 67
IV. Martirologios y Calendarios 74
1. Los Martirologios 75
2. Los Calendarios hispánicos 85
V. Los templos dedicados a Santa Eulalia de Barcelona. 92
1. En su misma ciudad natal 93
2. Fuera de Barcelona 103
VI. Las reliquias de Santa Eulalia de Barcelona 107

Corolario: Pormenores de la tradición local acerca de Santa Eulalia


de Barcelona 115
1. Tradición cronológico-topográfica 113
2. Tradición local de los hechos «históricos» de la vida
y martirio de ¡a Santa 117

Apéndices : Genealogía de !os textos hagiográfico-litúrgicos del culto


a Santa Eulalia de Barcelona. (Gráfico.) 125
I. Textos litúrgicos de Ja Liturgia hispánica 128
Pasionario 128
Himnario 133
Sacramentarlo 137
Antifonario 142
II. Textos que nunca formaron parte de la Liturgia
hispánica 147
«Pasión Bm » 147
Traslación del cuerpo de Santa Eulalia 151

Indices 156
Laus Deo
Gloria Sanctis;
nos cum prole pia

BenedicaT Virgo María.


80
29W2 MAHK
OUALITT CONTROL

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