Control Luminoso - Intro

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DISEÑO AMBIENTAL: CONTROL LUMINOSO

Arq. Reine Mehl

INTRODUCCIÓN

La arquitectura es un juego maestro, correcto y


magnifico de integración de masas a través de la
luz. Nuestros ojos están hechos para ver formas en
la luz; son la luz y la sombra las que nos revelan
estas formas: cubos, conos, esferas, cilindros o
pirámides son las grandes formas primarias que
tan ventajosamente nos revela la luz.
LE CORBUSIER

La iluminación debe satisfacer requerimientos reales de la vista dentro de un marco de referencia


de maximización de recursos energéticos. Aparte de mostrar de manera óptima el exterior de un edificio,
debe poder verse lo mejor posible dentro de los edificios, de acuerdo a los requerimientos visuales de cada
actividad, aparte de las consideraciones estéticas, y de las demás y diversas funciones que puede cumplir la
iluminación.
La luz es un aliado indispensable del arquitecto. El contacto fundamental que tienen los usuarios con
la obra arquitectónica es por medio de la vista y ésta requiere de la iluminación. El control luminoso se
establece a través del manejo de la intensidad, la ubicación, la distribución, el color y el tipo de fuente de luz,
que, junto con las superficies en las que incide, determinan en gran medida el efecto que se produce. Los
resultados que se persiguen, ya sean decorativos, dramáticos, o fundamentalmente utilitarios, deben
satisfacer los requerimientos del usuario.
La iluminación permite tener conciencia del espacio mediante el registro de imágenes sucesivas y
concurrentes. Uno de los objetivos del arquitecto debe ser la creación de un ambiente propicio para que las
percepciones e impresiones sensoriales refuercen los patrones de conducta inherentes a las actividades que
realicen los usuarios. El sentido de la vista es vital, puesto que se utiliza para captar las relaciones espaciales y
obtener el conocimiento de los detalles, a la vez que determina los procesos de orientación en el entorno físico
y la formación de impresiones espaciales. Se utiliza para explorar visualmente la realidad con el propósito
de obtener la información necesaria para realizar comparaciones y asignar prioridades; todo esto es posible
mediante una iluminación adecuada.
Sin luz no se da la experiencia visual de nuestro entorno físico. Nuestra impresión de cualquier
objeto está determinada por el modo en que la luz se refleja por este objeto. La textura de los materiales o
acabados puede ser enfatizada o subordinada, un color puede ser realzado o apagado. Se puede cambiar
dramáticamente el aspecto de un espacio a través de la iluminación. Podemos lograr que tenga un aspecto
acogedor, "cálido", o, por el contrario, que aparezca "frío"; puede verse de mayor o menor altura, unificado o
fragmentado, según sea nuestra intención como diseñadores, y todo esto mediante distintos tipos de
iluminación.
La luz constituye un material constructivo al igual que la piedra y el tabique, puesto que un muro no
tiene existencia sensorial a menos de que corresponda a una impresión obtenida a través de la vista y
substanciada por medio de nuestra mente. De esta manera la luz se convierte en un factor
fundamental del diseño. Forma parte integral de este diseño, determinando en gran medida el
medio ambiente útil y estético proporcionado por el diseñador.
Al igual que los demás elementos que constituyen la obra arquitectónica, la iluminación debe satisfacer
los criterios de "comodidad", "firmeza" y "deleite". En primer lugar, debe cumplir con los requisitos
funcionales-utilitarios para permitir las tareas visuales de los usuarios y esto con una tecnología apropiada
que proporcione seguridad y economía. Pero, además, debe ser agradable; debe inducir las emociones
deseadas creando el carácter adecuado para el edificio, lográndose un resultado "estético".
La iluminación puede mejorar nuestra apreciación del espacio y los objetos dentro de él, al igual que de las
superficies y los materiales que los componen. Nos ayuda a ubicar las cosas y clarifica su forma y sus detalles.
Pero, también, el arquitecto debe utilizar la luz para destacar la forma del edificio, para
subrayar su lógica estructural y constructiva. La iluminación debe ayudar al usuario a encontrar su
camino dentro de la obra arquitectónica y, por supuesto, en el espacio urbano. La iluminación debe llamar
la atención a aquéllas características que sean de interés, debe señalar los peligros que puedan existir. La luz
generalmente debe utilizarse para revelar, pero también puede emplearse para ocultar, sorprender y, aún,
modificar.

Picasso consideraba a la luz como un instrumento de medición en un mundo de formas

La iluminación es indispensable en el proceso de la comunicación - para identificar fuentes de


información relevantes y lograr la subsecuente obtención de datos cuantitativos y cualitativos, y para el
análisis del movimiento y el cambio en el entorno físico y en los objetos bajo estudio. El patrón espacial de
iluminación debe contribuir a la identificación de los centros de información importantes, incluyendo a los
centros de tareas visuales, labores de detalle o, en general, de trabajo. Qué tan apropiado es el sistema
luminoso dentro del área de trabajo dependerá de su capacidad para auxiliar en la comunicación de datos
visuales precisos, de información específica requerida para obtener los conocimientos necesarios en la toma
de decisiones de manera eficaz y para realizar tareas significativas que requieran de la observación de
situaciones y de relaciones, y de la discriminación o diferenciación de detalles.
El diseño luminoso puede establecer una sensación de dirección visual, de perspectiva y de
enfoque dentro de los espacios arquitectónicos y urbanos. La percepción subjetiva del espacio visual es
fundamentalmente una función de los patrones de luminancia o brillantez y de la organización de estos
patrones - de la relación que existe entre las superficies iluminadas y aquéllas que permanezcan en la
obscuridad o en una obscuridad relativa. La iluminación debe ayudar a definir y separar las superficies
principales dentro de los espacios. Los cambios sutiles en el color de la luz pueden modificar los juicios
subconscientes con respecto al ambiente general del entorno físico percibido. Existen evidencias de que
muchas de las diferencias en los patrones de conducta se asocian con las variaciones en el color de la luz de
los sistemas luminosos.
Las formas tridimensionales se perciben como relaciones entre luz y sombra. Cuando se alteran
estas relaciones, la impresión que causan estas formas puede cambiar. La iluminación debe actuar en
simpatía con el carácter inherente de los materiales que definen el espacio físico. Cuando una tarea
visual requiere de la percepción de textura y forma tridimensional, esta percepción depende del tipo,
cantidad, ubicación y distribución de la luz que incide sobre el área de trabajo.
Las características cualitativas y no sólo las cuantitativas deben evaluarse para propósitos del
efecto que causan sobre la percepción visual y el reconocimiento, a través de la vista, del entorno físico y de
los objetos que contiene. Al igual que las brillanteces y sombras que se dan en un día asoleado con cielo
despejado pueden producir influencias visuales estimulantes, acentos de luminancia cuidadosamente
ubicados al igual que áreas en sombra pueden ser útiles para proporcionar descanso visual e interés en los
espacios arquitectónicos interiores.
La luz artificial y la natural deben integrarse en los espacios arquitectónicos de manera
complementaria. Deben conocerse las características y diferencias de las distintas fuentes de luz, sus ventajas
y desventajas. La iluminación del edificio, de los espacios arquitectónicos y de las actividades que alojan
deben constituir un concepto de diseño unificado de día y de noche. La iluminación no debe contradecir sino
por el contrario reforzar todos los aspectos del diseño arquitectónico, lográndose un resultado armónico entre
el espacio, las superficies y formas, el sistema de iluminación, los acabados, las texturas y los colores.
Conviene resumir esta introducción al área del control luminoso en el diseño
ambiental arquitectónico y urbano

El propósito principal de un sistema de iluminación es el de proporcionar la adecuada


visibilidad para la ejecución de las actividades y tareas que deben realizarse en los espacios
arquitectónicos. Con la iluminación correcta, los usuarios pueden desarrollar sus actividades con comodidad
eficiencia y seguridad. Pero la luz tiene muchas otras funciones que cumplir. Puede utilizarse, por ejemplo,
para lograr efectos y ambientes especiales. Puede usarse para sub-dividir los espacios, para
destacar un área o llamar la atención a un objeto. Puede modificar el aspecto de los espacios y lo
que contienen éstos. Se puede emplear para dirigir el tránsito de las personas o para formar parte de
un sistema de seguridad. Los efectos que produce pueden influenciar o modificar la conducta de
los usuarios.
La buena iluminación requiere luz en cantidad suficiente y con las características apropiadas.
Forman parte del sistema luminoso todas las superficies que reflejan luz y que constituyen lo que
se conoce en la iluminación como fuentes secundarias de luz. De éstas se requiere considerar su color, tono,
textura, capacidad de reflejar la luz y tamaño. Otros factores que deben considerarse en un sistema luminoso
son las características de las actividades que se han de realizar y sus requerimientos con respecto a la
luz, las características de los alrededores inmediatos, cercanos y lejanos de los objetos y tareas
visuales, el tipo de usuario y el sistema de instalación eléctrica.
La luz constituye un elemento del diseño arquitectónico que no solamente proporciona
comodidad visual sino que también influye sicológicamente en los usuarios. El ambiente y el aspecto que
presenta un espacio dependen del sistema luminoso- su intensidad, su ubicación, su distribución y color, entre
otros. Las mismas luminarias tienen características que pueden utilizarse para modificar muchos aspectos del
resultado funcional y estético del espacio iluminado. Los niveles altos de iluminación general
estimulan a las personas a ser activas mientras que los niveles bajos producen ambientes propios para
el descanso, la intimidad y el relajamiento. Los sistemas de luz direccional son útiles para crear
ambientes dramáticos, para llamar la atención a los objetos o áreas específicas, dando énfasis a texturas y
detalles; mientras que la luz indirecta o difusa elimina sombras y reduce contrastes, proporcionando un
ambiente más amable e informal.
El color de la luz le da una dimensión adicional al diseño luminoso. El ser humano responde
emocionalmente a su entorno físico, y el color es uno de los factores principales que determinan cómo
aparecen los espacios; por medio del color de la iluminación se puede modificar la percepción del color de las
superficies de los objetos y del espacio mismo. Las personas asocian los colores con diversos objetos,
experiencias, lugares y aún culturas, por lo que representa un importante elemento para lograr un
ambiente específico dentro de los espacios.
Por todo lo anterior queda claro que resulta fundamental para el diseño arquitectónico considerar
con todo cuidado el sistema luminoso que se va a emplear, estableciendo desde un principio los objetivos y
resultados que se pretenden lograr, a través de los conocimientos y técnicas apropiadas.

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