Fernández Ramos Sandra

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 352

Facultad de Psicología

Departamento de Psicología Biológica y de la Salud


Programa de Doctorado de Psicología Clínica y de la Salud

TESIS DOCTORAL

VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN EL NOVIAZGO EN POBLACIÓN ADOLESCENTE:

FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS

Doctoranda:

Sandra Fernández Ramos

Directoras:

Marina Muñoz Rivas

Liria Fernández González

Madrid, Noviembre 2020


“Y una cosa puedo jurar,
yo que me enamoré de tus alas,
jamás te las voy a querer cortar”

Frida Kahlo
RESUMEN

Antecedentes: La violencia psicológica es el tipo de abuso más empleado por los

adolescentes en sus relaciones de pareja, presentando altas tasas de prevalencia. No obstante,

históricamente se ha estudiado en mayor medida la violencia física y sexual, a pesar de que la

presencia de violencia psicológica en el noviazgo es un fuerte predictor para la aparición de otras

formas de violencia, lo que la otorga un papel de gran relevancia. Además, su perpetración provoca

importantes secuelas emocionales. Los estudios sobre factores de riesgo y protección individuales,

familiares, relativos al grupo de iguales, escolares y relacionales asociados específicamente a la

perpetración de la violencia psicológica en población adolescente son, en ocasiones, escasos y/o

inconsistentes, por lo que es necesario desarrollar investigaciones que nos permitan conocer en

profundidad los factores involucrados en este tipo de violencia, examinando posibles diferencias en

función del tipo de abuso psicológico ejercido, y entre hombres y mujeres.

Objetivos: La presente tesis doctoral consta de dos estudios empíricos cuyos objetivos

generales fueron conocer la prevalencia de la perpetración de violencia psicológica en el noviazgo de

adolescentes (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia), y analizar los factores de

riesgo y de protección asociados a la perpetración de este tipo de violencia, configurando perfiles

diferenciales entre hombres y mujeres.

Método: Nuestra muestra de estudio estuvo formada por 1.780 adolescentes (50,2%

mujeres) con edades comprendidas entre los 13 y los 18 años (M = 15,34; DT = 1,13). Todos ellos

estaban escolarizados en centros educativos de la Comunidad Autónoma de Madrid y, en el

momento de la evaluación, estaban inmersos en una relación de noviazgo o habían tenido al menos

una relación en el pasado. Los participantes fueron evaluados a través de autoinformes aplicados en

el centro escolar por personal experto perteneciente a nuestro equipo de investigación.

Resultados: Las tasas de prevalencia de la perpetración de la violencia psicológica en el

noviazgo fueron altas, alcanzó el 95%. La violencia verbal fue el tipo de violencia psicológica más
ejercida contra la pareja (el 90,8% de los adolescentes informó haber perpetrado este tipo de

agresión en sus relaciones de noviazgo en al menos una ocasión), seguida de las tácticas celosas

(74,7%) y las tácticas de dominancia (53,3%). Además, las mujeres fueron significativamente más

perpetradoras de violencia verbal y tácticas celosas que los hombres, mientras que algunas tácticas

de dominancia fueron más ejercidas por ellos. Además, los resultados obtenidos reflejaron la

existencia de numerosos factores de riesgo y de protección de diversa índole involucrados en la

perpetración de la violencia psicológica en el noviazgo, siendo las variables relativas a la relación de

pareja las que mostraron mayor capacidad explicativa, seguidas de los modelos formados por las

variables individuales, familiares, escolares y relativas al grupo de iguales. Además, aunque la

mayoría de los factores fueron comunes para hombres y mujeres, se hallaron también factores

específicos para cada sexo.

Conclusiones: La violencia psicológica presente en las relaciones de noviazgo de los

adolescentes españoles muestra altas tasas de perpetración que ponen de manifiesto la magnitud de

la problemática y la necesidad de intervenir en la misma. Además, los estudios realizados en la

presente tesis doctoral ponen de manifiesto la existencia de numerosos factores de riesgo y de

protección para la perpetración de la violencia psicológica en el noviazgo presentes no solo en las

características individuales de los adolescentes, sino también en sus contextos de socialización

(relación de pareja, familia, centro educativo y grupo de iguales). La principal implicación clínica de

nuestros estudios es poner de manifiesto la importancia de diseñar estrategias de prevención en

población adolescente, específicas para la violencia psicológica, que actúen sobre aquellos factores

que han mostrado tener más capacidad explicativa en la perpetración de este tipo de violencia.
ABSTRACT

Antecedents: Psychological violence is the most common type of abuse used by adolescents

in their intimate relationships, presenting high prevalence rates. However, historically, physical and

sexual violence has been studied to a greater extent, despite the fact that the presence of

psychological violence in dating is a strong predictor for the appearance of other ways of violence,

which gives it a highly relevant role. In addition, its perpetration causes significant emotional

consequences. Different studies on individual, family, peer group, school, relational risk and

protection factors specifically associated with the perpetration of psychological violence in the

adolescent population are, at times, scarce and / or inconsistent, so it is necessary to develop

research that allows us to know in depth the factors involved in this type of violence, examining

possible differences depending on the type of psychological abuse practiced, and gender.

Purpose: This doctoral thesis consists of two empirical studies whose general goals were to

acknowledge the prevalence of the perpetration of psychological violence in adolescent dating

(verbal violence, jealous and dominance behaviors), and analyze the risk and protective factors

associated with the perpetration of this type of violence, shaping differential profiles between men

and women.

Method: Our study sample consisted of 1,780 adolescents (50.2% women) aged between 13

and 18 years (M = 15.34; SD = 1.13). All of them were enrolled in educational centers in the

Autonomous Community of Madrid and, at the time of the evaluation, were in a relationship or had

had at least one relationship in the past. The participants were evaluated through self-reports

applied in the school by expert personnel that belonged to our research team.

Results: The prevalence rates of the psychological dating violence perpetration were high,

reaching 95%. Verbal violence was the type of psychological violence most practiced against their

partner (90.8% of adolescents reported they had perpetrated this type of aggression in their dating

relationships on at least one occasion), followed by jealous tactics (74,7%) and dominance tactics

(53.3%). in addition, women were significantly more active in perpetrating verbal violence and
jealous tactics than men, while some dominance tactics were more exercised by them. In addition,

the results obtained, reflected the existence of numerous risk and protective factors of various kinds

involved in the perpetration of psychological dating violence. Variables related to the couple

relationship showed the greatest explanatory capacity, followed by the models that consisted of

individual, family, school and peer group variables. Furthermore, although most of the factors were

common for men and women, specific factors were also found for each sex.

Conclusions: The psychological violence present in dating relationships of Spanish

adolescents shows high rates of perpetration that reveal the scale of the problem and the need to

intervene in it. In addition, the studies carried out in the present doctoral thesis reveal the existence

of numerous risk and protective factors for the perpetration of psychological dating violence present

not only in the individual characteristics of adolescents, but also in their socialization contexts

(relationship couple, family, school and peer group). The main clinical implication of our studies is to

highlight the importance of designing prevention strategies in the adolescent population, specific for

psychological violence, that influences on those factors that have been shown to have more

explanatory capacity in the perpetration of this type of violence.


AGRADECIMIENTOS

Tengo mucho que agradecer a muchas personas. Ha sido un camino largo y lleno de
sacrificio, pero al mismo tiempo apasionante y gratificante, que me ha enseñado mucho,
mucho más de lo que podía pensar. Sin duda, no hubiese llegado hasta aquí sin la ayuda de
cada una de esas personas que me han acompañado estos años, por eso me gustaría dedicar
a cada una de ellas unas palabras llenas de cariño y agradecimiento.

A mis directoras de Tesis, la Dra. Marina Muñoz y la Dra. Liria Fernández, gracias,
gracias y mil gracias. Gracias por vuestra dedicación, por vuestra paciencia, por vuestra
generosidad, por creer en mí, por haberme enseñado todo lo que sé de investigación y por
ser un gran ejemplo de trabajo y persistencia. Me siento muy afortunada por haberos tenido
como guías en este camino durante estos años y haber podido aprender tanto de vosotras.

También siento la necesidad de dedicar unas palabras de agradecimiento a las


personas que han hecho posible esto, participando en el proyecto de una u otra manera.
Gracias a aquellas personas que han formado parte del equipo de investigación y con las que
compartí mis inicios en este mundo. Gracias a Pilar, Rubén, Maite, María, Julia y Esther, por
vuestra ayuda y vuestro entusiasmo, sin duda vuestro granito de arena también ha sido muy
valioso para mí. Gracias también a todos los centros educativos que accedieron de forma
desinteresada a participar en este proyecto a pesar de la complejidad que para ellos suponía
cedernos un espacio en su frenético ritmo. Gracias por creer en la ciencia y contribuir a ella.

A mis compañeros de laboratorio en la UAM, que se han convertido en grandes


amigos y sin duda una de las mejores cosas que me ha regalado el doctorado. A Miriam, por
todo y por tanto, por seguir compartiendo nuestra vida personal y profesional tan cerca, por
sus consejos y sus ánimos, por estar ahí siempre, porque sigo aprendiendo de ti cada día. A
Javi, por nuestras risas hasta llorar y terminar con dolor de tripa, por compartir toda la
música petardera que sólo tu y yo sabemos apreciar, y sin duda por ser mi profesor
particular de estadística. A Carlos, por todo lo que hemos compartido estos años, por su
apoyo y cariño, por ser un ejemplo de lucha. A Marta, por su ánimo y su sentido de la
practicidad, por tener el don de que algo complicado te parezca sencillo cuando ella lo
plantea.
A mis compañeros de trabajo en ITA, a Graciela, Esther Sainz, Sara Yamamoto, Esther
Gonzalo, Sara Solans, Ángela, Ana Mazo, Natalia, Isato, Marta Gago… y todos los grandes
profesionales con los que tengo la suerte de trabajar todos los días en el Hospital de día. Por
todas las veces que me han preguntado “¿cómo llevas la tesis?”, por algún cambio de
guardia que era oro para dedicarlo a la tesis, por valorar mi trabajo, por darme ánimos cada
vez que me veían agotada.

A mi gente de siempre, los que llevan acompañándome toda la vida, los que son una
parte de mi. A mis amigas, Sara, Rocío, Nayra, Cris, Ajito, Tania, Gemma, Laura, Santi,
Marta… por estar siempre ahí, por no haber dejado nunca de creer en mí, por todas las
veces que no he ido a un plan porque “estoy con la tesis” y solo he recibido palabras de
ánimo y admiración, GRACIAS POR TODO.

A mi familia. GRACIAS Mamá, porque una de las mejores cosas que he hecho en mi
vida ha sido seguir tus pasos en esta profesión tan bonita, gracias por todo lo que me has
enseñado y me sigues enseñando, por ser ejemplo de persistencia y esfuerzo, por tu amor,
por tu entrega, por darme fuerzas siempre (hasta cuando siento que me faltan) y recodarme
que yo puedo. GRACIAS Papá, por haberme transmitido la pasión por el saber y la lectura,
por quererme tanto, por ser mi mayor ejemplo de bondad, por confiar en mi. GRACIAS Pauli,
por sacarme una sonrisa hasta en los momentos más complicados, por tu honestidad y tu
bondad, por perdonarme cada vez que te dejo en leído, por compartir tantas cosas juntas y
ser la mejor hermana que se puede tener. Y GRACIAS al resto de mi familia, a mi abuela
Antonia, mi abuela Minucha (que nos dejó hace poco, pero sigue en el recuerdo) a mis tíos
Rafi y Emilio, Rosi y José María, Jesús y Rosa, Lina y José, y todos mis primos Nerea, Javi,
José, Patri y Alexandra, por todos los ánimos y la confianza que siempre he sentido de ellos.

Y, por último, GRACIAS a Dani, por ser el mejor compañero de vida que pude elegir.
Gracias por quererme tanto y tan bien, por todo lo que hemos construido y por el proyecto
de vida tan bonito que tenemos, por tus ánimos, tu cariño, por hacer fácil lo difícil, por
dejarme volar sola pero siempre a mi lado.
ÍNDICE GENERAL

RESUMEN 3
ABSTRACT 5
AGRADECIMIENTOS 7
ÍNDICE GENERAL 9
ABREVIATURAS 16
LISTA DE TABLAS 17
LISTA DE FIGURAS 21
PRESENTACIÓN 22

PARTE I: FUNDAMENTOS TEÓRICOS

CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES DE PAREJA 25

1. INTRODUCCIÓN 25

2. CONCEPTUALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES DE PAREJA 27

3. ADOLESCENCIA, NOVIAZGO Y VIOLENCIA 30

3.1. Adolescencia y noviazgo 30

3.2. Agentes sociales implicados en el desarrollo del adolescente 34

3.3. Violencia en las relaciones de noviazgo 36

3.3.1. Conceptualización 36

3.3.2. Perpetración de la violencia psicológica en las relaciones de noviazgo 42

3.3.2.1. Violencia Verbal 44

3.3.2.2. Tácticas Celosas 45

3.3.2.3. Tácticas de Dominancia 46

3.3.3. Perpetración de otros tipos de violencia en el noviazgo 47

3.3.3.1. Violencia física 47

3.3.3.2. Violencia sexual 48


3.3.3.3. Coexistencia de los tres tipos de violencia 50

3.3.4. Direccionalidad de la agresión 51

3.3.5. Patrón de desarrollo de la violencia durante la adolescencia 52

3.3.6. Consecuencias de la violencia en el noviazgo 56

3.3.6.1. Secuelas físicas 57

3.3.6.2. Secuelas psicológicas 58

3.3.6.3. Diferencias de género en las consecuencias de la violencia en el noviazgo 60

4. RESUMEN DEL CAPÍTULO 61

CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS DEL COMPORTAMIENTO VIOLENTO EN EL

NOVIAZGO 64

1. INTRODUCCIÓN 64

2. TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS DE LA VIOLENCIA EN LA PAREJA 64

2.1. Teorías feministas 65

2.2. Teoría del ciclo y escalada de la violencia 67

2.3. Teoría del aprendizaje social 70

2.4. Teorías ecológicas de la violencia en las relaciones de pareja 73

2.5. Otras teorías y modelos explicativos 75

2.5.1. Teorías genéticas 75

2.5.2. Modelo de sistemas del desarrollo de la violencia en la pareja 77

2.5.3. Marco teórico contextual de la violencia en la pareja 78

3. TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES DE NOVIAZGO 80

3.1. Modelo de factores antecedentes y situacionales de la violencia en el noviazgo 81

3.2. Modelo de los procesos emocionales y cognitivos mediadores entre la exposición

de la violencia familiar y la perpetración de la violencia en el noviazgo 85

4. RESUMEN DEL CAPÍTULO 89


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS A LA PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LAS

RELACIONES DE NOVIAZGO 95

1. INTRODUCCIÓN 95

2. FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS A LA PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO 97

2.1. Factores sociodemográficos 97

2.1.1. Edad 97

2.1.2. Sexo 98

2.1.3. Grupo étnico minoritario 99

2.1.4. Nivel socioeconómico 101

2.2. Factores individuales 103

2.2.1. Apego 103

2.2.2. Autoestima 105

2.2.3. Habilidades de comunicación 105

2.2.4. Ira 106

2.2.5. Impulsividad y búsqueda de sensaciones 107

2.2.6. Consumo de drogas 108

2.2.7. Comportamiento antisocial 109

2.2.8. Psicopatología 110

2.2.9. Actitudes que justifican la violencia 112

2.2.10. Creencias sexistas 113

2.2.11. Empatía 114

2.2.12. Deseabilidad social 115

2.3. Factores del contexto familiar 116

2.3.1. Exposición a la violencia familiar 116

2.3.2. Ser víctima de violencia perpetrada por los padres 117

2.3.3. Estilos educativos parentales 118


2.3.4. Calidad de las relaciones familiares 119

2.4. Factores relativos al grupo de iguales 121

2.4.1 Iguales con relaciones de noviazgo violentas 122

2.4.2. Relacionarse con iguales agresivos o con conductas antisociales 123

2.4.3. Calidad de las relaciones con el grupo de iguales 123

2.4.4. Popularidad 124

2.5. Factores del contexto escolar 126

2.5.1. Entorno escolar violento 126

2.5.2. Dificultades académicas 128

2.5.3. Grado de integración en el centro educativo 128

2.5.4. Absentismo escolar 129

2.5.5. Percepción de atención y apoyo en el centro educativo 129

2.6. Factores relativos a la relación de pareja 130

2.6.1. Edad a la que se establece la primera relación de noviazgo 130

2.6.2. Número de relaciones de noviazgo 130

2.6.3. Duración de la relación 131

2.6.4. Nivel de estabilidad y compromiso 131

2.6.5. Frecuencia de contacto 132

2.6.6. Grado de satisfacción con la relación 132

2.6.7. Ser víctima de violencia en el noviazgo 132

2.6.8. Pareja con consumo de drogas 133

3. RESUMEN DEL CAPÍTULO 133

CAPÍTULO 4: CONCLUSIONES TEÓRICAS 136


PARTE II: MARCO EMPÍRICO

CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 141

1. OBJETIVOS GENERALES 141

2. MÉTODO 141

2.1. Diseño de la investigación y muestreo 141

2.2. Selección de los centros escolares 142

2.3. Características sociodemográficas de la muestra 145

2.4. Instrumentos 147

2.4.1. Variables sociodemográficas 147

2.4.2. Variables relativas a la perpetración de violencia psicológica en la pareja 147

2.4.3. Variables individuales 149

2.4.4. Variables relativas al contexto familiar 156

2.4.5. Variables relativas al grupo de iguales 159

2.4.6. Variables relativas al contexto escolar 159

2.4.7. Variables relativas a la relación de pareja 160

2.5. Procedimiento 160

CAPÍTULO 6: ESTUDIO DESCRIPTIVO DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN LAS RELACIONES DE

NOVIAZGO 163

1. INTRODUCCIÓN 163

2. OBJETIVOS 163

3. HIPÓTESIS 164

4. MÉTODO 166
4.1. Participantes 166

4.2. Instrumentos y variables 167

4.3. Análisis de datos 169

5. RESULTADOS 170

5.1. Análisis descriptivo de las variables de la relación de pareja 170

5.1.1. Características de las relaciones de noviazgo en función del sexo 170

5.1.2. Características de las relaciones de noviazgo de agresores y no agresores

psicológicos 171

5.2. Análisis de prevalencia de la perpetración de violencia psicológica 174

5.2.1. Prevalencias generales y específicas de la perpetración de violencia psicológica 174

5.2.2. Prevalencias de la perpetración de violencia psicológica en función del sexo 176

5.2.3. Prevalencias de la perpetración de violencia psicológica en función de la edad 179

5.2.4. Prevalencias de la perpetración de violencia psicológica en función de la justificación

de la violencia 182

6. RESUMEN DE LOS RESULTADOS 188

7. DISCUSIÓN 192

CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 201

1. INTRODUCCIÓN 201

2. OBJETIVOS 202

3. HIPÓTESIS 202

4. MÉTODO 204

4.1. Participantes 204

4.2. Instrumentos y variables 205

4.3. Análisis de datos 205

5. RESULTADOS 206
5.1. Análisis de correlaciones entre las variables de estudio 206

5.2. Perpetración de la violencia psicológica en el noviazgo: variables asociadas 217

5.2.1. Análisis de regresión de la perpetración de la violencia psicológica en mujeres y

hombres 217

5.3. Variables asociadas a la perpetración de los diferentes tipos de violencia psicológica en el

noviazgo 224

5.3.1. Análisis de regresión para la perpetración de violencia verbal 224

5.3.2. Análisis de regresión para la perpetración de tácticas celosas 230

5.3.3. Análisis de regresión para la perpetración de tácticas de dominancia 235

6. RESUMEN DE LOS RESULTADOS 243

7. DISCUSIÓN 251

CAPÍTULO 8. DISCUSIÓN GENERAL 275

1. CONCLUSIONES GENERALES 275

2. RELEVANCIA E IMPLICACIONES 280

3. LIMITACIONES Y LÍNEAS FUTURAS DE INVESTIGACIÓN 285

4. CONCLUSIÓN FINAL 288

REFERENCIAS 290

ANEXO 1: PROTOCOLO DE EVALUACIÓN 330

ANEXO 2: CARTA INFORMATIVA A LOS CENTROS EDUCATIVOS 346

ANEXO 3: CARTA INFORMATIVA A LOS PADRES 351


ABREVIATURAS

AADS: Attitudes About Aggression in Dating Situations

AMPA: Asociación de Madres y Padres de Alumnos

APA: Asociación Americana de Psicología

AQ: The Aggression Questionnaire

ASB: Antisocial Behaviour

BSI: Brief Symptom Inventory

CAGV: Cuestionario de Actitudes hacia el Género y la Violencia

CDC: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades

CTS-2S: Short Form of the Revised Conflict Tactics Scales

CTS-CP: Parent-Child Conflict Tactics Scales

DDI-C: Discipline Dimensions Inventory for Children

DJTS: Dominating and Jealousy Tactics Scale

EBS-J: Escala de Búsqueda de Sensaciones para niños y adolescentes

ECR-RS: Experiences in Close Relationships – Relationship Structure

ESO: Educación Secundaria Obligatoria

ICQ: The Interpersonal Competence Questionnaire

IVE-J: Impulsiveness, Venturesomeness & Empathy Questionnaire

JVCT: Justification of Verbal/Coercive Tactics Scale

MCSDS-C: The Marlowe-Crowne Social Desirability Scale: Short Form C

MCT-S: Modified Conflict Tactics Scale

NCIPC: Centro Nacional de Prevención y Control de Lesiones

OMS: Organización Mundial de la Salud

PCPI: Programas de Cualificación Profesional Inicial

RSES: Rosenberg Self-Esteem Scale

SSS: Sensation Seeking Scale

UNICEF: Fondo de Naciones Unidas para la Infancia


LISTA DE TABLAS

CAPÍTULO 1

TABLA 1: Cuadro Resumen de las Definiciones de la Violencia en el Noviazgo 40

CAPÍTULO 2

TABLA 2: Resumen de las Teorías y los Modelos Explicativos de la Violencia en las Relaciones de

Pareja 92

CAPÍTULO 3

TABLA 3: Factores Asociados a la Perpetración de la Violencia en el Noviazgo 135

CAPÍTULO 5

TABLA 4: Características Demográficas de la Muestra 146

CAPÍTULO 6

TABLA 5: Tipo de Relación, Frecuencia de Contacto de la pareja y Predicción de Futuro sobre la

Relación en Función del Sexo 171

TABLA 6: Tipo de Relación, Frecuencia de Contacto de la Pareja y Predicción de Futuro sobre la

Relación Diferenciando entre Perpetrador/No Perpetrador de Violencia Psicológica 173

TABLA7: Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia

(n=1.780) 175

TABLA 8: Prevalencia de la Perpetración de Violencia Psicológica General y sus Diferentes Formas en

Función del Sexo 176

TABLA 9: Prevalencias de Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia en

Función del Sexo 178


TABLA 10: Prevalencia de la Perpetración de Violencia Psicológica General y sus Diferentes Formas en

Función de la Edad 179

TABLA 11: Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia en

Función de la Edad 181

TABLA 12: Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia

según la Justificación del Empleo Violencia 183

TABLA 13: Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia

Según la Justificación del Empleo Violencia Psicológica 186

TABLA 14: Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia

Según la Justificación Empleo Violencia Física 187

CAPÍTULO 7

TABLA 15: Correlaciones entre Variables individuales y Perpetración de violencia Psicológica en

Función del Sexo 208

TABLA 16: Correlaciones entre Variables Familiares y Perpetración de Violencia Psicológica en

Función del Sexo 210

TABLA 17: Correlaciones entre Variables del Grupo de Iguales y Perpetración de Violencia Psicológica

en Función del Sexo 212

TABLA 18: Correlaciones entre Variables del Contexto Escolar y Perpetración de Violencia Psicológica

en Función del Sexo 214

TABLA 19: Correlaciones entre Variables de la Relación de Pareja y Perpetración de Violencia

Psicológica en Función del Sexo 216

TABLA 20: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en

Función de las Variables Individuales 219

TABLA 21: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en

Función de las Variables Familiares 220


TABLA 22: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en

Función de las Variables del Grupo de Iguales 221

TABLA 23: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en

Función de las Variables Escolares 222

TABLA 24: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en

Función de las Variables de la Relación de Pareja 223

TABLA 25: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función

de las Variables Individuales 225

TABLA 26: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función

de las Variables Familiares 226

TABLA 27: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función

de las Variables del Grupo de Iguales 227

TABLA 28: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función

de las Variables Escolares 228

TABLA 29: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función

de las Variables de la Relación de Pareja 229

TABLA 30: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función

de las Variables Individuales 231

TABLA 31: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función

de las Variables Familiares 232

TABLA 32: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función

de las Variables del Grupo de Iguales 233

TABLA 33: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función

de las Variables Escolares 234

TABLA 34: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función

de las Variables de la Relación de Pareja 235


TABLA 35: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en

Función de las Variables Individuales 237

TABLA 36: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en

Función de las Variables Familiares 239

TABLA 37: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en

Función de las Variables del Grupo de Iguales 240

TABLA 38: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en

Función de las Variables Escolares 241

TABLA 39: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en

Función de las Variables de la Relación de Pareja 242

TABLA 40: Resumen de los Factores de Riesgo y de Protección Asociados a la Perpetración de la

Violencia Psicológica 243

TABLA 41: Resumen de los Factores de Riesgo y de Protección Asociados a la Perpetración de la

Violencia Verbal 248

TABLA 42: Resumen de los Factores de Riesgo y de Protección Asociados a la Perpetración de

Tácticas Celosas 249

TABLA 43: Resumen de los Factores de Riesgo y de Protección Asociados a la Perpetración de

Tácticas de Dominancia 250


LISTA DE FIGURAS

CAPÍTULO 1

FIGURA 1: Fases del Noviazgo en la Adolescencia 33

CAPÍTULO 2:

FIGURA 2: Ciclo de la Violencia 68

FIGURA 3: Escala de la Violencia 69

FIGURA 4: Modelo Ecológico de Factores Asociados con la Violencia en la Pareja 74

FIGURA 5: Marco Teórico Contextual de la Violencia en la Pareja 79

FIGURA 6: Factores Antecedentes de la Violencia en el Noviazgo 83

FIGURA 7: Factores Situacionales de la Violencia en el Noviazgo 84

FIGURA 8: Exposición a la Violencia Familiar, Perpetración de la Violencia en el Noviazgo y los

Procesos Cognitivos Mediadores 85

FIGURA 9: Exposición a la Violencia Familiar, Perpetración de la Violencia en el Noviazgo y los

Procesos Cognitivos y Emocionales 89

CAPÍTULO 5:

FIGURA 10: Distribución de la Muestra en los Distritos de la Ciudad de Madrid 143

FIGURA 11: Distribución de la Muestra por Curso 143


VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN EL NOVIAZGO ADOLESCENTE 22

PRESENTACIÓN

La presente tesis tiene como objetivo profundizar en el conocimiento de la violencia en las

relaciones de noviazgo que está presente en la adolescencia, al tratarse de un grave problema social

y de salud con importantes consecuencias físicas y emocionales en los adolescentes involucrados en

este tipo de relaciones. Además, las relaciones sentimentales que se establecen en la adolescencia

pueden convertirse en la antesala para establecer un patrón relacional violento en relaciones de

pareja posteriores, así como la implantación de actitudes y creencias que justifiquen el empleo de la

violencia. Por ello, la presente tesis doctoral pretende analizar la prevalencia de la violencia

psicológica ejercida por los adolescentes en sus noviazgos, así como la existencia de factores de

diversa índole y naturaleza asociados a la perpetración de este tipo de violencia.

La tesis doctoral ha sido dividida en dos partes, una primera que recoge los fundamentos

teóricos y una segunda en la que se desarrolla toda la parte empírica.

La primera parte, está compuesta por cuatro capítulos teóricos. El Capítulo 1 introduce el

cuerpo teórico de la violencia en las relaciones de pareja, la conceptualización de la violencia en las

relaciones de noviazgo, las tasas de prevalencia de la perpetración de la violencia psicológica así

como las de otras formas de violencia presentes en los noviazgos adolescentes (la física y la sexual), y

concluye estableciendo la direccionalidad de la agresión en este tipo de relaciones, su patrón de

desarrollo y las secuelas físicas y emocionales presentes que sus víctimas. El Capítulo 2 recoge las

distintas teorías y modelos explicativos de la violencia en las relaciones de noviazgo desarrolladas

hasta la fecha. El Capitulo 3 resume los resultados de investigaciones previas sobre los factores de

riesgo y de protección implicados en la perpetración de la violencia en las relaciones de noviazgo,

destacando aquellos trabajos que se han centrado de forma específica en el estudio de la

perpetración de la violencia psicológica. Por último, el Capítulo 4 recoge las conclusiones más
VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN EL NOVIAZGO ADOLESCENTE 23

relevantes de la parte teórica para ponerlas en relación con los objetivos de estudio que se

desarrollarán en la parte empírica.

La segunda parte, está compuesta por otros cuatro capítulos que constituyen el marco

empírico de la presente tesis doctoral. En el Capítulo 5 se presenta la metodología de la

investigación. El Capítulo 6 presenta el primer estudio de la tesis doctoral, el cual es de carácter

descriptivo y persigue aportar información sobre las características de las relaciones de noviazgo que

mantienen los adolescentes españoles, así como datos que evidencien la magnitud y la presencia de

la violencia psicológica en dichas relaciones, examinando en profundidad sus diferentes formas

(violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia) y estudiando sus tasas de perpetración en

relación con otras variables cuya relevancia en el fenómeno ha sido señalada en la literatura. El

Capítulo 7 recoge el segundo trabajo empírico de la presente tesis doctoral, el cual tiene como

objetivo estudiar los factores de riesgo y de protección (individuales, familiares, del grupo de iguales,

escolares y de la relación de pareja) que se asocian específicamente con la perpetración de la

violencia psicológica, analizando también la existencia de factores comunes y diferenciales para los

distintos tipos de violencia psicológica que contemplamos en nuestra investigación (violencia verbal,

tácticas celosas y tácticas de dominancia). Además, se estudiará qué factores de riesgo y de

protección son diferenciales para hombres y mujeres, aportando así también información sobre las

posibles diferencias asociadas al sexo. Para finalizar, el Capitulo 8 recoge las principales conclusiones,

la relevancia e implicaciones de los resultados obtenidos en los distintos estudios de la presente tesis

doctoral, así como las limitaciones del trabajo y las futuras líneas de investigación.
VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN EL NOVIAZGO ADOLESCENTE 24

PARTE I: FUNDAMENTOS TEÓRICOS

CAPÍTULO 1

APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES DE PAREJA

CAPÍTULO 2

TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS DEL COMPORTAMIENTO VIOLENTO EN EL NOVIAZGO

CAPÍTULO 3

FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS A LA PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LAS

RELACIONES DE NOVIAZGO

CAPÍTULO 4

CONCLUSIONES TEÓRICAS
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 25

CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA EN LAS

RELACIONES DE PAREJA

1. INTRODUCCIÓN

La violencia en las relaciones de pareja constituye uno de los problemas más graves de la

sociedad actual, no sólo por su magnitud sino también por las severas consecuencias que causa a

nivel psicológico, físico y social tanto en las víctimas como en sus familiares. En su “Informe mundial

sobre la violencia y la salud”, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002) consideró la violencia

como uno de los principales problemas de salud en todo el mundo. Dicho informe señaló que la

violencia ejercida contra la pareja está presente en todos los países, culturas y niveles sociales, sin

excepción. Además, tal como indican Labrador y colaboradores (2004), la violencia que se produce

dentro de una relación de pareja es una grave violación de los derechos humanos, suponiendo en

muchos casos una seria amenaza para la vida de las víctimas y, en todos ellos, una alteración de su

bienestar personal.

Las investigaciones sobre esta problemática han sido cuantiosas en los últimos 30 años,

mostrando un crecimiento acelerado (Rodríguez-Franco et al., 2009). De forma más específica, los

estudios centrados en la violencia en las relaciones de noviazgo de jóvenes y adolescentes también

han mostrado un rápido crecimiento, siendo especialmente significativo en la última década (López-

Cepero et al., 2014). Estas investigaciones han aportado evidencia empírica consistente sobre la

presencia de conductas agresivas en las relaciones sentimentales de los más jóvenes, siendo los

adolescentes el grupo de mayor riesgo (Smith y Donnelly, 2001).

Así, la violencia en las relaciones de noviazgo se configura como un fenómeno dinámico en el

que las primeras experiencias pueden suponer el inicio de un patrón relacional asentado en la

agresión, junto con el establecimiento de actitudes y creencias justificativas de la misma (Muñoz-


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 26

Rivas et al. 2015). Todo ello nos lleva a considerar a la violencia en las relaciones de noviazgo como

un fenómeno cuyo estudio es de gran necesidad y relevancia. Profundizar en el conocimiento de esta

problemática nos permitirá tener una mayor comprensión sobre su origen y desarrollo, así como de

los factores involucrados, lo que a su vez contribuirá a la posterior elaboración de estrategias de

prevención e intervención eficaces que permitan actuar sobre el problema.

Por otro lado, contamos con evidencia empírica que ha señalado que existe similitud en

cuanto a cómo evoluciona la conducta violenta de los adolescentes en sus relaciones de pareja y la

evolución de otros comportamientos violentos y antisociales que se producen en esta etapa

evolutiva. Este aspecto ha llevado a los investigadores a plantearse la posible existencia de un patrón

de comportamiento general, propio de la adolescencia, que englobaría a un conjunto de conductas

disruptivas y de riesgo, incluyendo la violencia ejercida en el noviazgo (Muñoz-Rivas et al., 2015).

En este primer capítulo de fundamentos teóricos se revisará el concepto de violencia en las

relaciones de pareja y, más específicamente, el concepto de violencia en el noviazgo. Seguidamente

profundizaremos en la violencia psicológica ejercida por los adolescentes en sus noviazgos, al

tratarse del tipo de violencia más prevalente, así como en la perpetración de otros tipos de violencia

presentes en estas relaciones sentimentales, tales como la física y la sexual. Además, mostraremos la

evidencia empírica existente hasta la fecha sobre la prevalencia de un patrón bidireccional de la

agresión presente en las relaciones de los más jóvenes y el patrón de desarrollo de la violencia a lo

largo de la adolescencia. Para finalizar, concluiremos con una revisión sobre las consecuencias físicas

y psicológicas que muestran las víctimas de violencia en el noviazgo.


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 27

2. CONCEPTUALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES DE PAREJA

Uno de los grandes problemas a los que se siguen enfrentando en la actualidad los expertos

en violencia en las relaciones íntimas es la ausencia de un consenso para establecer una definición

operativa sobre el concepto de violencia en las relaciones de pareja. Esta falta de consenso ha

favorecido la existencia de un amplio abanico de conceptos que incluyen parámetros muy variados

(p.ej., intencionalidad y justificación, naturaleza del acto violento, consecuencias derivadas,

subjetividad de la víctima), por lo que es fundamental definir con exactitud cada concepto empleado

que haga referencia al fenómeno, ya que cada uno tiene su propio desarrollo en la literatura

científica, su propia línea de investigación y un marco teórico diferencial (Ismail et al., 2007; Muñoz-

Rivas et al., 2014). Además, la gran variabilidad en la metodología y en los instrumentos utilizados

para medir la violencia suponen una dificultad añadida en su estudio (Hamby y Turner, 2012; Exner-

Cortens et al., 2016). Como consecuencia, en función del concepto de violencia en la pareja del que

se parta, su operativización, el tipo de muestreo y la metodología que se emplee en cada

investigación, se obtendrán tasas de prevalencia que variarán de forma significativa, así como

diferencias asociadas al sexo que, en muchos casos, resultan contrarias entre unas investigaciones y

otras (Hamby y Turner, 2012; Riggs, et al., 2009). Por otro lado, algunos estudios miden la existencia

de violencia en relaciones sentimentales pasadas, mientras que otros sólo consideran las conductas

agresivas que se están produciendo en la relación de pareja actual, lo cual también puede inducir

diferencias en los resultados de la investigación (Lewis y Fremouw, 2001). En este sentido, las

diferencias conceptuales y metodológicas existentes hacen que muchos de los resultados obtenidos

en distintas investigaciones no puedan ser comparados, lo que supone una gran dificultad para la

comunidad científica a la hora de avanzar en el conocimiento sobre el fenómeno (Winstok, 2007).

Estas limitaciones reflejan la necesidad urgente de establecer un enfoque común que nos permita

tener un conocimiento más exacto sobre la violencia en las relaciones de pareja y avanzar en su
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 28

comprensión de forma más precisa y eficaz, entendiendo el alcance del problema y los factores

implicados (Hamby y Turner, 2012; Lewis y Fremouw, 2001).

En términos generales, en el área clínica y de investigación, la violencia ejercida dentro de

una relación de pareja ha sido conceptualizada con diferentes términos como violencia doméstica,

violencia familiar o violencia conyugal; sin embargo, estas definiciones no aluden exactamente a lo

mismo (Labrador et al., 2004).

Una de las primeras propuestas de definición y clarificación de los términos empleados en la

investigación de la violencia en las relaciones de pareja la aportó la Asociación Americana de

Psicología (APA, Walker, 1999) quien estableció tres términos diferenciados: (1) violencia doméstica,

(2) violencia familiar, y (3) violencia conyugal. La violencia doméstica fue definida como un patrón de

conductas abusivas que incluye una amplia gama de maltrato físico, sexual y psicológico, ejercido por

una persona contra otra en una relación íntima en la que comparten una casa, aunque no tienen por

qué tener una relación de parentesco. Esta violencia es perpetrada con el fin de ganar poder

injustamente o mantener abuso de poder, control y autoridad contra la víctima. La violencia familiar

contempla distintos tipos de conductas violentas que se producen dentro del entorno familiar (no

sólo en una relación conyugal) y que, en general, son ejercidas contra los miembros de la familia más

vulnerables, como niños, mujeres o ancianos. Finalmente, la violencia conyugal se entiende como el

conjunto de conductas violentas de tipo físico, psicológico y sexual que se producen dentro de una

relación de pareja, independientemente de que sus miembros convivan, estén o no casados, así

como del nivel de compromiso contraído.

Otra clasificación es la aportada por la OMS (2002), la cual establece tres grandes categorías

en función del autor del acto violento, distinguiendo entre: 1) violencia dirigida contra uno mismo; 2)

violencia interpersonal y; 3) violencia colectiva. Estas tres categorías generales se subdividen en

categorías más pequeñas para reflejar, dentro de cada una, distintos tipos de violencia más

específicos. Así, la violencia interpersonal contempla (entre otras) la violencia intrafamiliar o de

pareja, que es aquella que se produce dentro de una familia o entre los dos miembros de una
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 29

relación sentimental. Además, señala que este tipo específico de violencia se produce generalmente

dentro del hogar, aunque puede darse también fuera.

Por su parte, Breiding y colaboradores (2015), en un trabajo sobre violencia en la pareja en

colaboración con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers for Disease

Control and Prevention [CDC]) y el Centro Nacional de Prevención y Control de Lesiones (National

Center for Injury Prevention and Control, [NCIPC]), proponen una definición general sobre violencia

en las relaciones de pareja (intimate partner violence), definiéndola como aquella que “incluye

violencia física, violencia sexual, acoso y agresión psicológica (incluyendo tácticas coercitivas por

parte de una pareja íntima actual o pasada; por ejemplo, cónyuge, novio/a, o parejas de otra índole

que mantienen una relación afectiva y sexual)” (p.11).

Una revisión de Rodríguez-Franco y colaboradores (2009) encontró que el término más

empleado por la comunidad científica para hacer referencia a la violencia en las relaciones de pareja

ha sido el de violencia doméstica (domestic violence), frente a otros términos como violencia de

pareja (couple violence) o violencia de compañero íntimo (intimate partner violence) que han sido

empleados minoritariamente. No obstante, estos autores señalan que el término de violencia

doméstica es empleado por distintos investigadores con diferentes connotaciones.

Considerando lo anterior, y poniendo de nuevo el foco en la necesidad de establecer una

perspectiva común en el estudio de la violencia de las relaciones de pareja, en este primer capítulo

partimos de este enfoque general para dar paso a un análisis más exhaustivo sobre la violencia que

acontece en las relaciones de noviazgo de los adolescentes, analizando de forma específica sus

características propias.
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 30

3. ADOLESCENCIA, NOVIAZGO Y VIOLENCIA

3.1. Adolescencia y noviazgo

La adolescencia es definida como una etapa evolutiva de transición que representa el paso

de la inmadurez física, psicológica, social y sexual de la infancia a la madurez de la vida adulta en

estas mismas dimensiones del desarrollo (Vargas-Trujillo y Barrera, 2002). Durante este periodo los

adolescentes se sienten abrumados por la cantidad de cambios que se están produciendo en ellos,

tanto a nivel físico como psicológico, convirtiéndose en una etapa compleja y de especial

vulnerabilidad para el desarrollo de conductas desviadas. Además, durante esta etapa el adolescente

se enfrenta a un proceso complejo de formación de su identidad, así como de su capacidad de

razonamiento abstracto, experimentación de la pubertad y su capacidad de expresión emocional

(Ashford y LeCroy, 2010).

Es difícil establecer límites cronológicos para este periodo evolutivo. En términos generales

se ha fijado su inicio atendiendo a criterios biológicos (la pubertad) y su final a criterios sociales (p.ej.,

emancipación, independencia económica, fin de la escolarización). La convicción de la existencia de

variabilidad dentro de la propia adolescencia ha llevado a los estudiosos en este campo a diferenciar

subetapas, con el fin de conocer en detalle cómo es el desarrollo. La OMS (2018) y el Fondo de

Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, 2011) establecen que la adolescencia es el periodo de

crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta,

comprendido desde los 10 a los 19 años, y en el que se pueden diferenciar dos etapas: la

adolescencia temprana (10 a 14 años) y la adolescencia tardía (15 a 19 años). Por su parte, Arnett

(2008) incluye una tercera etapa a la que denomina adultez emergente (18-25 años) que describe

como un “periodo de transición en el que se pasa de la adolescencia al inicio de la adultez” (p.13). La

adultez emergente se caracteriza por su inestabilidad, pues sigue siendo una etapa de exploración en

la que la persona todavía no ha formado su propia identidad y en la que indaga sobre diferentes
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 31

formas de amor, a medida que toma cada vez elecciones de pareja más duraderas. Arnett (2008)

considera que entre los 18 y el inicio de la veintena se producen cambios en la persona que están

relacionados con el desarrollo precoz de la adolescencia y que tienen importantes implicaciones para

el desarrollo posterior en la adultez. No obstante, la mayoría de las investigaciones sobre

adolescencia suelen centrarse en las etapas temprana y tardía, aunque consideramos que puede ser

relevante para futuras investigaciones indagar también en los cambios que se producen en esa fase

de adultez emergente.

Durante la adolescencia el apoyo social cobra mayor importancia que durante la infancia,

entendiendo por apoyo social el conjunto de aportaciones de tipo emocional, material, informativo o

de compañía que la persona percibe o recibe de distintos miembros de su red social (Gracia et al.,

2002).

Desde esta perspectiva, las relaciones de pareja se convierten en uno de los principales

recursos de apoyo social que contribuyen al bienestar psicosocial y al afrontamiento de situaciones

estresantes en la adolescencia y juventud. Las relaciones románticas se configuran como uno de los

factores que favorecen la consolidación de la autonomía del adolescente, así como el desarrollo sano

de su sexualidad, jugando un papel muy importante en su desarrollo social y emocional al fomentar

una mejor comprensión de uno mismo en relación con los otros (Collins et al., 2009; Gómez-López et

al., 2019; Steinberg y Morris, 2001; Vargas-Trujillo y Barrera, 2002). Un estudio de Furman y Shaffer

(2003) evidencia que las primeras relaciones de pareja son fundamentales para el aprendizaje de

habilidades necesarias en las relaciones sentimentales que se establecen después en la edad adulta.

Así, estos autores afirman que en el establecimiento de una relación de pareja intervienen cinco

aspectos fundamentales: 1) desarrollo de la identidad; 2) desarrollo de la sexualidad; 3) la

transformación de las relaciones familiares; 4) desarrollo de las relaciones de intimidad con los

iguales y; 5) los logros académicos y profesionales. Además, mantener una relación de pareja puede

influir en el prestigio social ante el grupo de iguales.


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 32

En términos generales, al comienzo de la adolescencia estas relaciones de noviazgo se

caracterizan por ser de corta duración, aunque frecuentes y con poco grado de compromiso (Collins,

2003).Posteriormente, a medida que aumenta la edad, estas relaciones se consolidan y se

incrementa el número de adolescentes que afirman haber mantenido una relación sentimental,

siendo estas más duraderas, con más intimidad y configurándose como un contexto de mayor apoyo

(Connolly y McIsaac, 2009; Contreras et al., 2011; Shulman y Scharf, 2000). Si atendemos a las

características propias que presentan las relaciones de noviazgo adolescentes, algunos estudios

señalan que las mujeres establecen relaciones de noviazgo a edades más tardías que los hombres y

estas son más duraderas en el tiempo, mientras que los hombres tienden a mantener un mayor

numero de relaciones sentimentales en comparación con las mujeres (Connolly y McIsaac, 2009;

Muñoz-Rivas et al., 2007a; Pazos et al., 2014; Sánchez et al., 2008). En términos generales, la

literatura muestra que los adolescentes tienden a catalogar como estables sus relaciones de

noviazgo, siendo mayor el porcentaje de mujeres frente a hombres que considera seria o estable su

relación sentimental (Lantagne y Furman, 2017; Pazos et al., 2014). Además, suelen tener una

perspectiva de futuro de su noviazgo, informan de un contacto frecuente con su pareja y se

muestran satisfechos con su relación sentimental (Muñoz-Rivas et al., 2007a). En su estudio con

adolescentes españoles, Sánchez y colaboradores (2008) hallaron que las mujeres percibían su

noviazgo con mayor nivel de satisfacción y tenían más perspectivas de futuro de su relación, en

comparación con los hombres.

Connolly y Goldberg (1999; citado en Lucio-López y Prieto-Quezada, 2014) establecen cuatro

fases a través de las cuales se recoge el proceso de aparición, desarrollo y consolidación de las

relaciones de noviazgo de los adolescentes, como se muestra en la Figura 1: (1) la primera fase se

caracteriza por la aparición una atracción física que no tiene que ir acompañada de una interacción

real con la persona de la que se siente atraído; (2) en la segunda fase comienzan a dar paso a las

primeras citas con cierta estabilidad, las cuales se producen dentro del grupo de amigos que suele

estar compuesto por chicos y chicas con los que se disfruta del tiempo de ocio; (3) en la tercera fase
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 33

la pareja comienza a tener citas sin la presencia de los demás miembros del grupo de amigos, sin

embargo estas citas carecen de estabilidad, siendo más de carácter casual; y (4) en la última fase ya

se configura una relación de pareja en la que no sólo se mantienen las citas a solas sino que estás son

cada vez más estables, lo que provoca una mayor implicación, compromiso e intimidad en la

relación.

Figura 1

Fases del Noviazgo en la Adolescencia (adaptado de Connolly y Goldberg, 1999)

FASE 1 Atracción física

FASE 2 Citas dentro del grupo de iguales

Aumento citas
No estables,
FASE 3 sin grupo de
casuales
iguales

Citas cada vez Mayor implicación,


FASE 4 menos presencia compromiso e intimidad en
de grupo iguales la relación

En el marco de la presente tesis doctoral, considerando que la población de estudio es

adolescente y teniendo en cuenta las características de las relaciones de pareja que se establecen en

esta etapa evolutiva, se entiende por noviazgo cualquier relación sentimental corta o duradera en el

tiempo en la que se establezca cierto grado de implicación afectiva.


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 34

3.2. Agentes sociales implicados en el desarrollo del adolescente

Como se ha expuesto, las relaciones de pareja se configuran como un apoyo social crucial en

la etapa de la adolescencia, no obstante, existen otros agentes sociales cuyo papel en este periodo

evolutivo también es de gran relevancia, tales como la familia, el grupo de iguales y la escuela.

Además, las características de estos contextos de socialización se relacionan con las dinámicas de

interacción que los adolescentes establecen en sus relaciones de noviazgo (tal como veremos en el

Capítulo 3 de la presente tesis doctoral). Entendemos la socialización como un proceso en el que se

da la transmisión de valores, creencias, normas, actitudes y formas de comportamiento adecuadas

para la sociedad a la que se pertenece (Navarro et al., 2007). Así, a continuación, describimos la

influencia ejercida sobre los adolescentes por cada uno de los agentes de socialización mencionados.

En lo referido al contexto familiar, se observa como durante la adolescencia este ve reducida

la influencia que venía ejerciendo durante la infancia, ya que en esta etapa las relaciones de pareja y

el grupo de amigos adquieren un valor muy relevante. Así, se produce un incremento en el tiempo

que los adolescentes pasan en solitario o con sus amigos, reduciéndose de forma significativa el que

comparten con sus padres (Steinberg y Morris, 2001). La adolescencia es un momento evolutivo que

se caracteriza por la configuración y consolidación de la propia identidad personal, en el que el

adolescente comienza a hacerse preguntas sobre sí mismo y valora la libertad como una forma de

autonomía. Esto explica que comience a revelarse frente al control y las normas que se establecen en

el hogar, surgiendo así conflictos que hasta ese momento no se habían dado, ya que no cuenta con la

madurez necesaria como para ser totalmente independiente. Por todo ello, el papel de los padres en

esta etapa de transición a la edad adulta es fundamental. Se ha estudiado la relación durante la

adolescencia entre el contexto familiar y la influencia del grupo de iguales encontrando que, aquellos

adolescentes que carecen de amigos íntimos están más influenciados por sus familias que por sus

iguales, mientras que aquellos que presentan poca unión y ajuste familiar están más influenciados

por el grupo de iguales (Gauze et al., 1996; citado en Steinberg y Morris, 2001). En cualquier caso, el
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 35

papel que juega la familia en el desarrollo del adolescente es de gran relevancia, pues los padres son

el agente universal de influencia en el desarrollo psicosocial de sus hijos (Musitu, 2013). En la familia

se establecen las primeras relaciones afectivas, siendo un escenario en el que se aprenden valores,

creencias y comportamientos apropiados para un buen ajuste psicosocial (Jiménez-Iglesias et al.,

2014; Martínez, 2013; Valenzuela et al., 2013).

Cuando empleamos el término familia debemos señalar que en las últimas décadas en

España se ha producido un cambio significativo en cuanto al modelo de estructura familiar. En la

actualidad sigue predominando un modelo tradicional caracterizado por una madre y un padre

casados en matrimonio. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado el porcentaje de familias

formadas a partir de la unión de un padre y una madre que cohabitan sin estar casados, aquellas que

se forman a partir de divorcios, e incluso algunas en las que cada parte de la pareja puede aportar

hijos de una relación anterior; así como estructuras familiares compuestas por un solo adulto o por

dos personas del mismo sexo (Musitu, 2013).

En lo que respecta al grupo de iguales, durante esta etapa adquiere un gran valor para los

adolescentes, ya que comienzan a relacionarse de forma más madura con personas de su misma

edad y de ambos sexos que no pertenecen a su familia. El grupo de amigos puede influir en el

adolescente tanto de forma positiva (p.ej., logros académicos, hábitos de vida saludables) como

negativa (p.ej., conductas antisociales, consumo de drogas, etc.), y la influencia ejercida por este no

suele producirse a través de presiones coercitivas, sino que el adolescente tiende a rodearse de

aquellos iguales a los que admira y con los que se siente más identificado (Steinberg y Morris, 2001).

Autores como Coleman y Hendry (1990) afirman que la susceptibilidad a la influencia del grupo de

iguales aumenta entre los 15 y los 18 años, al experimentar el adolescente una mayor necesidad de

sentirse aceptado por el grupo de amigos, así como el miedo a ser rechazado por sus iguales. En

cualquier caso, la mayoría de los estudios coinciden en señalar que la influencia de los iguales no es

permanente, sino que constituye una oportunidad de transición hacia el desarrollo del adolescente,

de su capacidad de autonomía y de su carácter crítico para seleccionar a su compañía (Vargas-Trujillo


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 36

y Barrera, 2002). Por otro lado, también ha sido estudiado el grupo de amigos como escenario para

las relaciones de noviazgo, encontrando que para los adolescentes tener pareja les proporciona

popularidad frente a sus compañeros (Collins et al., 2009; Gómez-López et al., 2019). Así, aquellos

adolescentes que son más competentes socialmente y que se relacionan con un amplio grupo de

amigos en el que hay personas del otro sexo tienen más probabilidad de iniciar relaciones de

noviazgo (Connolly et al., 2000; Furman et al., 2009).

En cuanto al contexto escolar, no ha sido muy estudiado en el campo de las relaciones de

noviazgo, no obstante, la escuela también es un escenario social significativo en la vida de los

adolescentes ya que en ella pasan gran parte de su tiempo junto con compañeros de su misma edad

(Colder et al., 2010; Martínez et al., 2008). De ahí la importancia de estudiar la relación entre la

experiencia de los adolescentes en el contexto educativo y su implicación en relaciones

sentimentales.

3.3. Violencia en las relaciones de noviazgo

3.3.1. Conceptualización

La violencia en las relaciones de pareja no sólo se extiende a las parejas casadas o en

convivencia, sino que en la mayoría de las ocasiones tiene su origen en las primeras relaciones de

noviazgo que se establecen durante la adolescencia.

Aunque históricamente se ha estudiado esta problemática en parejas casadas, en las últimas

tres décadas la comunidad científica ha invertido cada vez más esfuerzos en el estudio de la violencia

en las relaciones de noviazgo en muestras de jóvenes y adolescentes (Foshee y Reyes, 2011). Los

datos que han arrojado estas investigaciones han permitido obtener un mayor conocimiento del

fenómeno mostrando que, si bien las tasas de violencia en las relaciones de noviazgo varían según
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 37

los estudios, es un hecho constatado que la violencia presente en estas relaciones es un importante

problema social y de salud en el que, tanto chicos como chicas adolescentes, ejercen agresiones

contra su pareja (Hamby y Turner, 2012).

Además, tal como señalan Rodríguez-Franco y colaboradores (2001), la violencia en las

relaciones de noviazgo muestra características propias que la diferencian de aquella que se produce

en el matrimonio o relaciones con convivencia: (1) tanto la edad del agresor como de la víctima es

visiblemente menor que en el caso de las parejas casadas (fundamentalmente adolescentes), y (2) las

razones por las que se ejercen y se mantienen las agresiones pueden ser también distintas (p.ej., no

hay responsabilidad paternal, no existe dependencia económica).

La mayoría de los investigadores creen que el noviazgo funciona como un ensayo general de

los patrones de comportamiento en el matrimonio (Smith y Donnelly, 2001), por lo que la existencia

de violencia en este tipo de relaciones podría predecir comportamientos violentos durante el

matrimonio o la convivencia (Muñoz-Rivas et al., 2007b; Rodríguez-Franco et al., 2001). Así, parece

fundamental ampliar nuestro conocimiento acerca de cómo se instaura y se desarrolla el patrón de

comportamientos violentos en las parejas adolescentes, ya que este se configura como el preámbulo

de la violencia en las relaciones posteriores en la vida adulta.

El primer estudio en el campo de la violencia en las relaciones de noviazgo fue realizado por

Makepeace (1981) hace más de 30 años. Este autor consideró que las conductas presentes en las

relaciones de noviazgo debían tener una gran importancia en los comportamientos violentos que se

producían en las parejas casadas, por lo que decidió llevar a cabo la primera investigación con

parejas jóvenes no casadas para estudiar la naturaleza y la prevalencia de las agresiones en estas

relaciones. Con este estudio se inició la investigación en el campo de la violencia en las relaciones de

noviazgo.

Años más tarde, Sugarman y Hotaling (1989) aportaron una de las primeras definiciones del

concepto de violencia en las relaciones de noviazgo, considerándola como “el uso o amenaza de la

fuerza física o la restricción llevada a cabo con la intención de causar dolor o lesión al otro” (p.5). Los
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 38

autores aplican esta definición a relaciones de noviazgo y, aunque no especifican la edad,

generalmente la emplean con adolescentes y adultos jóvenes. La especificidad y simplicidad de esta

definición ha hecho que haya sido usada por numerosos autores. A pesar de ello, pronto surgió la

necesidad de establecer una definición que contemplase otros tipos de violencia a parte de la física,

tales como la agresión psicológica y la violencia sexual, por lo que posteriormente aparecen otros

autores que desarrollan definiciones en las que se incluyen diferentes tipos de violencia.

Un ejemplo de ello son Anderson y Danis (2007), quienes definieron la violencia en el

noviazgo como “la amenaza o uso actual de abuso físico, sexual o verbal por parte de un miembro de

una pareja no casada sobre el otro miembro, en el contexto de una relación de noviazgo” (p.88). La

aportación de estos autores, que toman como punto de partida la definición creada por Sugarman y

Hotaling (1989), reside en que consideran distintos tipos de violencia (física, psicológica y sexual). Sin

embargo, al igual que las definiciones anteriores, sigue presentando el problema de ser una

definición aplicable a una amplia gama de tipos de noviazgo, desde los novios que están teniendo sus

primeras citas a aquellos que cohabitan sin estar casados.

Por su parte, Lavoie y colaboradores (2000) definen la violencia en las relaciones de noviazgo

como “cualquier comportamiento que es perjudicial para el desarrollo o la salud de la pareja al

comprometer su integridad física, psicológica o sexual” (p.8). En este concepto incluyen de nuevo los

distintos tipos de comportamiento violento, sin embargo, los autores delimitan el tipo de relación de

noviazgo en la que aplican esta definición tanto a citas puntuales como a relaciones de noviazgo de

duración variable, excluyendo a aquellas parejas que convivan juntas.

Más recientemente, encontramos la definición aportada por los Centros para el Control y la

Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention [CDC], 2016), la cual es

mucha más precisa que las anteriores. Esta definición contempla también violencia física, psicológica

y sexual, además de comportamientos de persecución y acoso hacia la pareja. Asimismo, incluyen

otra aportación en su definición, estableciendo que los actos violentos se pueden producir en

persona o a través de medios electrónicos, como por ejemplo publicando en internet fotos de la
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 39

pareja con contenido sexual. Además, señalan que dichos comportamientos pueden ser llevados a

cabo por la pareja actual o por una pareja de una relación anterior.

Una revisión teórica reciente, Rubio-Garay y colaboradores (2015) recoge que en el

constructo de violencia en las relaciones de noviazgo es posible identificar tres elementos básicos:

“(1) la amenaza o la provocación (intencionada) de un daño real, ya sea físico, psicológico o sexual;

(2) el control o el dominio de un miembro de la pareja (mediante amenazas o tácticas

coactivas/coercitivas); y (3) que las amenazas, las coacciones, el control, la dominación o el daño se

producen en el seno de una relación de noviazgo” (p.48). Sin embargo, estos autores matizan que la

intencionalidad no siempre está presente (p.ej., autodefensa), y que hay una gran controversia con

respecto a lo que se entiende por relación de noviazgo, ya que no existe un acuerdo unánime con

respecto al tiempo que ha de transcurrir en una relación para que se considere noviazgo.

En resumen, la conceptualización de la violencia en las relaciones de noviazgo ha

evolucionado notablemente en los últimos 30 años (ver Tabla 1 para un resumen). Desde el estudio

pionero de Makepeace (1981) hasta la actualidad el concepto de violencia en el noviazgo ha

ampliado su población de estudio (desde muestras de estudiantes universitarios a incluir también a

adolescentes), ha contemplado más formas de violencia (física, psicológica y sexual), ha incluido más

medios a través de los cuales se puede ejercer o sufrir agresiones (p.ej., internet, redes sociales), y ha

especificado distintas medidas de coacción presentes en estas relaciones que buscan el control y la

dominancia sobre la pareja. Por el contrario, la delimitación de los tipos de noviazgo a los que se

aplican las distintas definiciones sigue siendo un reto para los investigadores.
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 40

Tabla 1

Cuadro Resumen de las Definiciones de la Violencia en el Noviazgo

Autores Definición Aportaciones Limitaciones


Sugarman y Hotaling “El uso o amenaza de la fuerza física o Simplicidad y especificidad de la Sólo contempla la violencia física. No
(1989) la restricción llevada a cabo con la definición especifica tipo de noviazgo
intención de causar dolor o lesión al
otro”.
Anderson y Danis (2007) “La amenaza o uso actual de abuso Incluye distintos tipos de violencia: No especifica tipo de noviazgo
físico, sexual o verbal por parte de un física, psicológica y sexual
miembro de una pareja no casada
sobre el otro miembro, en el contexto
de una relación de noviazgo”.
Lavoie et al. (2000) “Cualquier comportamiento que es Especifica el tipo de relación de
perjudicial para el desarrollo o la salud noviazgo, limitándolo a aquellas que
de la pareja al comprometer su no conviven
integridad física, psicológica o sexual”.
CDC (2016) Puede ser de naturaleza física, Definición más precisa. Contempla la No especifica tipo de noviazgo
emocional o sexual. Puede tener lugar perpetración de la agresión a través
en persona o través de medios de medios electrónicos. Contempla la
electrónicos y puede ser ejercida por violencia perpetrada por una antigua
una expareja o la pareja actual. pareja sentimental

Rubio-Garay et al. (2015) Es la amenaza o la provocación Contemplan de manera específica la La intencionalidad no siempre está
(intencionada) de un daño real, ya sea intencionalidad, junto con la presencia presente en una agresión. No
físico, psicológico o sexual. Se ejerce de control y dominio especifica tipo de noviazgo
control o dominancia sobre la pareja.
Las amenazas, coacciones, el control, la
dominación o el daño se producen
dentro de una relación de noviazgo.
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 41

En conclusión, el estudio de la violencia en las relaciones de noviazgo en población

adolescente ha cobrado cada vez mayor relevancia, al ponerse de manifiesto la necesidad de atender

de forma específica a esta población. Como hemos señalado en el apartado anterior, la adolescencia

es una etapa en la que se establecen las primeras relaciones sentimentales, por lo que parece

fundamental estudiar a estas parejas y conocer sus características propias frente a las relaciones que

se instauran en la edad adulta. No obstante, sigue sin existir una definición consensuada sobre la

violencia en las relaciones de pareja, tanto en la adultez como en la adolescencia, a pesar de que

cada momento evolutivo presenta comportamientos violentos propios de cada etapa (p.ej., el

control económico o el uso de los hijos es un tipo de abuso psicológico específico de la violencia

ejercida en la edad adulta). Todo ello refleja de nuevo lo importante y necesario que es que la

comunidad científica aúne esfuerzos para establecer de manera consensuada una definición

operativa que permita a todos los expertos en este campo trabajar sobre un modelo teórico común,

pudiendo así comparar y compartir las conclusiones alcanzadas en las diferentes investigaciones.

Como veremos más adelante, la violencia en las relaciones de noviazgo está presente en

distintas formas (física, psicológica y sexual). De todas ellas, la violencia de tipo psicológico es la que

muestra las tasas de prevalencia más altas en las relaciones de los más jóvenes (Niolon et al., 2015;

Haynie et al., 2013). A pesar de su prevalencia alarmante en las parejas adolescentes, históricamente

los expertos en este campo se han centrado más en el estudio de formas de violencia más visibles

como la física y la sexual (Wincentak, et al., 2017), siendo menos numerosas las investigaciones que

han estudiado de forma exhaustiva la presencia de la violencia psicológica en sus distintas

manifestaciones. Por ello, en la presente tesis doctoral haremos referencia al término violencia en el

noviazgo o en las relaciones de pareja de adolescentes centrándonos específicamente en la violencia

de tipo psicológico. En cuanto a la conceptualización y los criterios concretos que emplearemos de la

categoría de violencia psicológica, en consonancia con el planteamiento teórico de O’Leary y Slep

(2003), se hará referencia a tres tipos de conductas específicas: (1) agresiones verbales, (2)
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 42

conductas de control hacia la pareja y a la relación de esta con su familia y amigos, y (3)

comportamientos que implican el deseo de poseer a la otra persona y conductas celosas.

A continuación, profundizaremos sobre las características de la violencia psicológica presente

en las relaciones de noviazgo y expondremos otros tipos de violencia que también concurren en

estas primeras relaciones sentimentales.

3.3.2. Perpetración de la violencia psicológica en las relaciones de noviazgo

La violencia psicológica se refiere a un conjunto de comportamientos “que abarca un abanico

de métodos verbales y mentales que tienen el propósito de herir emocionalmente, coaccionar,

controlar, intimidar, hacer daño psicológicamente y expresar ira” (Follingstad, 2007, p. 443).

Humillaciones o descalificaciones (tanto en público como en privado), aislamiento social y

económico, celos y posesividad, amenazas de maltrato, daño físico o tortura a la pareja o a sus seres

queridos, destrucción o daño de propiedades valoradas por la víctima, o amenazas repetidas de

abandono de la relación, serían algunos ejemplos de este tipo de violencia, así como la negación del

maltrato y la culpabilización y responsabilización a la víctima de los episodios violentos que ha

soportado (Labrador et al., 2004; Muñoz-Rivas et al., 2007b ; Murphy y Hoover, 1999; Murphy y

O´Leary, 1989; Smith y Donnelly, 2001).

Este tipo de violencia es más difícil de detectar que la violencia física, lo que explica que

históricamente haya recibido menos atención por parte de la comunidad científica, a pesar de

presentar tasas de prevalencia más altas que otras formas de violencia (física o sexual). No obstante,

en los últimos años hemos asistido a un aumento del número de estudios de este tipo de violencia,

pues su alta frecuencia y la gravedad de sus consecuencias hacen que sea de gran importancia su

investigación. Por su parte, la conceptualización de la violencia psicológica entraña un gran problema

para consensuar sus dimensiones y otros aspectos relevantes para su medición, lo cual explica que

haya importantes discrepancias y ambigüedad a la hora de definirla y que sea difícil estimar sus tasas

de prevalencia (Almendros et al., 2009). Follingstad (2007) establece las que él considera que son las
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 43

principales dificultades en la definición y conceptualización de la violencia psicológica, entre las que

destaca: (a) la falta de conocimiento sobre qué categorías constituyen o deberían ser incluidas en la

definición (p.ej. abuso verbal, intimidación/dominio, control); (b) determinar si existen subcategorías

de violencia psicológica que actúan como factores independientes; (c) determinar si la especificación

de subtipos de violencia psicológica es importante para poder predecir el impacto de cada uno de

ellos en las víctimas; o (d) concluir sobre las implicaciones de la frecuencia y/o gravedad de las

diferentes agresiones psicológicas.

Así, dependiendo de los estudios y del tipo de definición de violencia psicológica del que se

parta, los datos de prevalencia de su perpetración oscilan entre 50% y el 95% (Ahonen y Loeber,

2016; Alleyne-Green et al., 2012; Bell y Naugle, 2007; Coker et al., 2014; Courtain y Glowacz, 2018;

Haynie et al., 2013; Leisring, 2013; Niolon et al., 2015; Orpinas et al., 2012; Rey-Anacona, 2013; Sears

et al., 2007; Shorey et al., 2011; Taylor et al., 2015). En estudios con muestras de adolescentes y

jóvenes españoles encontramos datos similares (Blázquez et al., 2009; Cáceres y Cáceres, 2006;

Fernández-Fuertes et al.,2011; Fernández-González et al., 2013; Izaguirre y Calvete, 2016; Muñoz-

Rivas et al., 2007b; Rojas-Solís y Carpintero, 2011; Samaniego y Freixas, 2010; Sebastián et al.,2014).

Distintas investigaciones han sugerido que en la violencia psicológica presente en las

relaciones de noviazgo se pueden identificar diferentes formas de este tipo de abuso. Murphy y

Hoover (1999) encontraron evidencia sobre la existencia de cuatro tipos de agresiones psicológicas

presentes en las relaciones de noviazgo de mujeres universitarias: (1) retraimiento hostil (p.ej.,

negarse a discutir un problema); (2) dominación o intimidación (p.ej., destruir intencionalmente

objetos personales); (3) denigración (p. ej., decir a la pareja que no sirve para nada); y (4) control

restrictivo (p.ej., preguntar a la pareja dónde ha ido o con quien ha estado mostrando desconfianza).

Sin embargo, cuando la muestra de estudio está compuesta por adolescentes, se han encontrado

otras conductas indicadoras de abuso psicológico, como prueba la investigación de O´Leary y Slep

(2003). Estos autores realizaron un estudio en el que midieron y establecieron tres subtipos de

agresión psicológica al obtener datos que los configuraban como constructos latentes de este tipo de
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 44

violencia: (1) agresión verbal, (2) comportamientos dominantes, coercitivos y controladores, y (3)

comportamientos celosos.

Partiendo de estos hallazgos, y tal y como se ha señalado anteriormente, en la presente tesis

doctoral hemos estudiado la perpetración de violencia psicológica en las relaciones de noviazgo de

adolescentes españoles diferenciando entre las categorías de agresión psicológica propuestas por

O´Leary y Slep (2003), las cuales pasamos a presentar detalladamente a continuación.

3.3.2.1. Violencia Verbal

La agresión verbal, entendida como una forma de comunicación en la que la persona usa

explícitamente el lenguaje como herramienta para atacar el autoconcepto del otro, es una conducta

negativa que se ha estudiado en varios contextos, siendo una forma de agresión relativamente

común (Infante et al.,1994; Straus, 1979). Dentro del campo de la violencia en las relaciones de

pareja se ha configurado como una forma de violencia psicológica que incluye el uso de palabras

como insultos, amenazas, maldiciones al otro y/o decirle algo con la intención de molestarle, así

como de periodos de silencio agresivos (p.ej., molestar a la pareja negándose a hablar sobre un

asunto; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Sebastián et al., 2014). Es la forma de abuso psicológico más

estudiada en la literatura.

Las investigaciones sobre la perpetración de la violencia verbal en las relaciones de noviazgo

han obtenido alarmantes tasas de prevalencia con valores que oscilan entre el 40 y el 90%,

dependiendo de los estudios (Ahonen y Loeber, 2016; Bell y Naugle, 2007; Bonilla-Algovia y Rivas-

Rivero, 2019; Cascardi y Avery-Leaf, 2015; Choi et al., 2017; Haynie et al., 2013; Niolon et al., 2015;

Sears et al., 2007; Shook et al.,2000; Temple et al., 2013a). En España, los estudios que se han llevado

a cabo con población adolescente y juvenil han obtenido porcentajes de perpetración similares,

superando en algunos casos el 80% (Fernández-Fuertes et al., 2011; Fernández-González et al., 2013;

González y Santana, 2001; Izaguirre y Calvete, 2016; Muñoz-Rivas et al., 2007a, 2007b, 2010; Rojas-

Solís y Carpintero, 2011). Además, las investigaciones que se han llevado a cabo con adolescentes
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 45

españoles en las que se mide la violencia verbal, las tácticas de dominancia y los comportamientos

celosos (Muñoz-Rivas et al., 2007; Sebastián et al., 2014), han mostrado que las agresiones verbales

son el tipo de violencia psicológica más empleada, seguida de las conductas celosas y, en último

lugar, las tácticas de dominancia.

3.3.2.2. Tácticas Celosas

Las tácticas celosas también han sido estudiadas como una forma de abuso psicológico,

aunque aún son escasas las investigaciones en el campo específico de las relaciones de noviazgo. Se

trata de un tipo de violencia psicológica que en la literatura se ha asociado de manera significativa

con el concepto de dominancia/control (Kar y O´Leary, 2013). Clanton y Smith (1977) definen los

celos como una amenaza real o percibida de perder una relación sentimental que se considera

valiosa. De forma más genérica, se consideran tácticas celosas a aquellas conductas o sentimientos

que implican el deseo de controlar y poseer a la pareja ante la amenaza real o percibida de que

abandone la relación (p.ej., comprobar lo que hace la pareja y exigirle que le informe de dónde ha

estado y con quien; Muñoz-Rivas et al., 2007b). Por otro lado, cabe señalar que los celos son uno de

los falsos mitos del romanticismo, considerados como una muestra de verdadero amor, lo que hace

que en muchas ocasiones los jóvenes y adolescentes no identifiquen este tipo de conductas como

violencia e incluso justifiquen agresiones alegando como motivo los celos (De la Peña et al., 2011;

González y Santana, 2001; Hernando, 2007; López-Cepero, et al., 2015).

A pesar de la creciente literatura científica que ha estudiado las tácticas celosas como forma

de abuso psicológico, algunos autores las han contemplado en sus estudios no como una forma de

violencia psicológica en sí, sino como un factor de riesgo para otros tipos de violencia, partiendo del

concepto de celos como una emoción y persiguiendo el objetivo de estudiar su papel predictor en la

presencia de otras formas de violencia en la relación sentimental (DeSteno et al., 2006; Giordano et

al., 2010; González, 2003).

En cuanto a las tasas de perpetración de conductas celosas en las relaciones de noviazgo de

adolescentes y jóvenes encontramos datos que oscilan entre el 30 y el 50%, en función de la


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 46

metodología empleada (Cascardi y Avery-Leaf, 2015; Hokoda et al.,2012; Reed et al., 2011;

Schumacher y Slep, 2004). Los estudios realizados con muestras de adolescentes españoles obtienen

tasas de perpetración superiores, en torno al 60-80% (Muñoz-Rivas et al., 2007b; Rodríguez-Pérez,

2015; Sebastián et al., 2014).

3.3.2.3. Tácticas de Dominancia

El constructo de control y dominancia ha sido estudiado por muchos autores en el campo de

la violencia en las relaciones de pareja. No obstante, puesto que muchas definiciones sobre violencia

psicológica se han desarrollado desde un enfoque feminista que postula que la dominancia y la

coacción es ejercida por el hombre dentro de su “matrimonio patriarcal”, han sido numerosas las

investigaciones que han medido tácticas de control como una forma de abuso psicológico en

muestras de mujeres maltratadas (O´Leary y Slep, 2003). Así, el número de investigaciones que han

estudiado la presencia de tácticas de control en noviazgos de adolescentes y jóvenes en muestras de

población general ha sido menor, y en su mayoría evalúan únicamente victimización, sobre todo

femenina (Antai, 2011; Catallozzi et al., 2011; Díaz-Aguado y Carvajal, 2011; Graham-Kevan y Archer,

2008; Jackson et al., 2000; Rodríguez-Franco et al., 2012).

En términos generales, las tácticas de dominancia pueden definirse como una forma de

abuso psicológico que implica el aislamiento y el control, así como el uso de amenazas y/o de críticas

persistentes y expresiones agresivas que tienen como objetivo controlar a la pareja y dañar su

autoestima (Elias-Lambert et al.,2014; O´Leary, 1999; Smith y Donnelly, 2001). La OMS (2002) las

define como el intento consciente de dominar, restringir y/o controlar a la pareja sin ejercer la

violencia física. Por su parte, Muñoz-Rivas y colaboradores (2007b) operativizan este tipo de

violencia psicológica en un conjunto de conductas que persiguen controlar las actividades de la

pareja en su área social y familiar, así como su bienestar emocional. Entre las tácticas de dominancia

más comunes está el aislamiento de la víctima, que consiste en hacerla sentir que debe romper su

relación con amigos y familiares o que no es apropiado tener amistades del sexo contrario (Smith y

Donnelly, 2001).
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 47

Los estudios realizados hasta la fecha con muestras de adolescentes y jóvenes de otros

países han obtenido porcentajes de perpetración de conductas de dominancia en sus noviazgos que

van del 30 al 80% (Elias-Lambert et al., 2014; Rey-Anarcona, 2013; Vivanco et al., 2015; Vivolo-et al.,

2016). En un estudio reciente de Cascardi y Avery-Leaf (2015) con una muestra de adolescentes con

edades comprendidas entre 11 y 15 años, se encontraron tasas de perpetración inferiores al 30% en

tácticas de dominancia tales como culpar a la pareja del comportamiento violento o tratar de

generarle miedo. Las investigaciones desarrolladas en España indican que la prevalencia de la

perpetración de tácticas de dominancia en las relaciones de noviazgo se sitúa en torno al 40% en

muestras de adolescentes y jóvenes (Muñoz-Rivas et al., 2007b; Sebastián et al., 2014; Rodríguez-

Pérez, 2015).

3.3.3. Perpetración de otros tipos de violencia en el noviazgo

En las relaciones de noviazgo de los adolescentes no sólo se producen agresiones

psicológicas, sino que la presencia de violencia física y sexual también es frecuente, aunque en tasas

más bajas. Por ello, en este apartado expondremos estos tipos de violencia presentes en las parejas

adolescentes, describiéndolas y mostrando sus tasas de prevalencia en estudios nacionales e

internacionales, sin abordarlas en profundidad al no tratarse del objeto de estudio de la presente

tesis doctoral. Finalmente mostraremos la interrelación entre las distintas formas de violencia (física,

psicológica y sexual) dentro de una misma relación de noviazgo.

3.3.3.1. Violencia Física

Como señalábamos anteriormente, en la literatura, la mayoría de los estudios científicos de

violencia en las relaciones de noviazgo se han centrado en la agresión física, otorgándole mayor

importancia que a los otros tipos de violencia, no sólo en el ámbito personal, sino también en el

contexto social y legal. Probablemente esto ha sido debido a que la agresión física es la más evidente

y fácil de detectar. La mayoría de investigadores consideran agresión física tanto a conductas activas

(p.ej., lanzar un objeto, sujetar o contener físicamente, empujar, agarrar, abofetear, golpear, dar una
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 48

patada, intentar ahogar, dar una paliza) como a acciones pasivas (p.ej., la privación de cuidados

médicos o, de forma intencionada, no advertir de situaciones que impliquen un riesgo físico para la

persona) (Cascardi et al., 1999; Connolly et al., 2010a; Labrador el at., 2004; O´Leary et al., 2008).

Aunque sus tasas de prevalencia son inferiores a las de la violencia psicológica, los datos

obtenidos en diferentes estudios con adolescentes y jóvenes son variables. En algunos casos se han

obtenidos tasas de prevalencia que no superan el 20% (Cascardi y Avrey-Leaf, 2015; Choi et al., 2017;

Foshee et al., 2015; Foshee et al., 2016; Giordano et al., 2015; Haynie et al., 2013; Machado et al.,

2010; Reed et al., 2014; Reyes et al.,2016), mientras que en otros las tasas de perpetración de

violencia física alcanzan 30-40% (Ahonen y Loeber, 2016; Alleyne-Green et al., 2012; Bell y Naugle,

2007; Leisring, 2013; Magdol et al., 1997; Niolon et al., 2015; O’Leary, Slep, et al.,2008; Reidy et al.,

2015; Rey-Anacona, 2013; Sears et al 2007; Temple et al., 2013, 2013a). En España, los estudios

realizados con muestras de adolescentes han obtenido datos similares, situando la prevalencia de

perpetración de la violencia física entre un 20-50% (Fernández-González, et al., 2013; González y

Santana, 2001; Muñoz-Rivas et al., 2007ª, 2010; Samaniego y Freixas, 2010; Sánchez et al., 2008;

Viejo et al., 2015).

3.3.3.2. Violencia Sexual

En lo que respecta a la violencia sexual encontramos definiciones con diferentes matices

según los autores, aunque en términos generales todas ellas coinciden en considerar como violencia

sexual el uso de medidas de intimidación o coacción contra la pareja con el fin de mantener

relaciones sexuales en contra de su voluntad. En el concepto de este tipo de violencia incluyen una

gran variabilidad de comportamientos, los cuales se sitúan en un continuo que va desde el empleo

de presión y amenazas verbales al uso de la fuerza física (Monson et al., 2009), estando presente en

todos ellos la intención de mantener algún tipo de acto sexual, desde besos o caricias, hasta el coito.

La OMS (2002) considera violencia sexual a una gran diversidad de actos, que van desde mantener

relaciones sexuales bajo coacción en la relación de pareja, violaciones por parte de extraños, acoso

sexual (p.ej., en el centro de estudios o trabajo), hasta ejercer actos violentos contra la integridad
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 49

sexual de las mujeres u obligar a ejercer la prostitución. En esta línea, Oswald y Russell (2006)

llevaron a cabo un estudio para medir la prevalencia de violencia sexual en las relaciones de noviazgo

de universitarios y establecieron tres subtipos generales de agresión sexual: (1) presión verbal, (2)

intoxicar a la pareja con el propósito de tener relaciones sexuales con ella (p.ej., con altas dosis de

alcohol), y (3) ejercer la fuerza física o el control. Además, varios autores apuntan a que dentro de

una relación de noviazgo es probable que se dé cierto grado de coerción sexual como medio para

ejercer mayor poder sobre la pareja (Cornelius y Resseguie, 2007; Smith y Donnelly, 2001).

En cuanto a las tasas de prevalencia, la mayoría de las investigaciones han mostrado que la

perpetración de agresiones sexuales en las relaciones de noviazgo de los adolescentes y jóvenes se

produce con menor frecuencia que la agresión física o psicológica, no obstante, los datos de

prevalencia varían en función de la forma de medir este tipo de violencia. Así, podemos encontrar

estudios que muestran tasas de prevalencia que apenas superan el 20% (Benavides, 2016; Foshee y

Matthew, 2007; Hird, 2000; Niolon et al., 2015; Rey-Anacona, 2013; Sears et al., 2007) o que incluso

no alcanzan un 10% (Basile et al., 2013; Choi et al., 2017; Ozer et al., 2004; Reidy et al., 2015; Rey-

Arcona, 2017; Reyes et al., 2017; Ybarra et al., 2016; Zweig et al., 2013), así como investigaciones

que indican que la violencia sexual está presente en el 30-60% de las relaciones de noviazgo (Katz et

al., 2002; Reed et al., 2014; Serquina-Ramiro, 2005). En nuestro país, Muñoz-Rivas y colaboradores

(2009) llevaron a cabo un estudio para medir la prevalencia y los factores asociados a la violencia

sexual en el noviazgo en una muestra de adolescentes y jóvenes españoles. Los resultados obtenidos

mostraron tasas de violencia sexual en torno al 30%, siendo fundamentalmente de naturaleza

psicológica (p.ej. tácticas coercitivas de naturaleza verbal). Otros estudios realizados en España

presentan porcentajes de perpetración que van desde el 10% al 30% (Fernández-González et al.,

2013; Martín et al., 2005; Muñoz-Rivas et al., 2010; Ortega et al., 2008; Rojas-Solís y Carpintero,

2011; Sebastián et al., 2014).


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 50

3.3.3.3. Coexistencia de los tres tipos de violencia

Aunque las diferentes formas de violencia pueden coexistir, en la mayoría de las

investigaciones se han estudiado de forma aislada, sin profundizar sobre la relación que se establece

entre ellas (Jackson et al., 2000). Por su parte, las investigaciones que han estudiado este aspecto

han puesto de manifiesto que los distintos tipos de violencia, aunque son claramente diferenciables,

están interrelacionados y coexisten en una misma relación de noviazgo, e incluso se pueden dar a la

vez en un mismo episodio violento (Catallozzi et al., 2011; Corneluis y Resseguie, 2007; Fernández-

Fuertes et al., 2011; Fernández-González y Muñoz-Rivas, 2013; Foshee y Reyes, 2011; Haynie et al.,

2013; Monson et al., 2009; Sears et al., 2007; Ybarra et al., 2016). En un estudio reciente llevado a

cabo por Choi y colaboradores (2017) con una muestra de 1.042 adolescentes de Texas, encontraron

que casi el 17% de los participantes utilizaban múltiples formas de violencia. En coherencia con estos

resultados, Sears y Byers (2010) hallaron que las tasas de agresiones más altas las presentaban

aquellos hombres y mujeres que referían ser víctimas de los tres tipos de violencia en sus noviazgos

(físicas, psicológica y sexual), en comparación con aquellos que solo referían la victimización de uno o

dos tipos de agresión.

Si nos centramos de forma específica en la violencia psicológica, numerosos autores han

encontrado que la existencia de violencia verbal se configura como un predictor de la aparición de

violencia física en la pareja (Antônio y Hokoda, 2009; Gagné et al., 2005; Murphy y O´Leary, 1989;

O´Leary y Slep, 2003). De modo similar, un reciente estudio de Lasley y Durtschi (2015) con una

muestra de universitarios chinos y taiwaneses encontró que las conductas de dominancia en las

relaciones de noviazgo son un factor que se asocia con la perpetración y victimización de violencia

física. Estos resultados van en la misma línea de los hallados en investigaciones con parejas que

cohabitan o están casadas, o incluso en muestras clínicas (Graham-Kevan y Archer, 2008; Straus,

2008). Por su parte, las investigaciones sobre tácticas celosas en relaciones de noviazgo son escasas,

lo que dificulta conocer cómo se relacionan este tipo de agresiones psicológicas con otras formas de

violencia. No obstante, O’Leary y colaboradores (2007) llevaron a cabo un estudio con parejas
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 51

casadas en el que concluyeron que las conductas celosas eran un fuerte predictor para la presencia

de otras formas de violencia tanto en hombres como en mujeres.

3.3.4. Direccionalidad de la agresión

En el estudio de la violencia en las relaciones de pareja se ha pasado de contemplar a la

mujer como única víctima posible del comportamiento agresivo, a considerar que ambos sexos son

susceptibles de sufrir violencia en sus relaciones sentimentales (Muñoz-Rivas et al., 2015). En la

actualidad contamos con numerosas investigaciones con población adolescente que han

corroborado que a menudo la violencia presente en el noviazgo se caracteriza por un patrón

bidireccional, es decir, que un mismo individuo actúa al mismo tiempo como agresor y como víctima.

Así, este patrón bidireccional aparece como el modelo de violencia más frecuente entre las parejas

adolescentes, situándolo en el 50-70% de los casos (Capaldi et al., 2007; Chiodo et al., 2012; Connolly

et al., 2010a; Giordano et al., 2010; Menesini et al., 2011; Miller et al., 2013; O´Leary et al., 2008;

Swahn et al., 2010).

En España también encontramos un patrón bidireccional de los comportamientos violentos

en las relaciones sentimentales de nuestros adolescentes, destacando el estudio de Fernández-

González y colaboradores (2013) con una muestra de 2.016 adolescentes. En dicho estudio, la

violencia bidireccional se presentó como la forma más frecuente en la que se producían los

comportamientos agresivos dentro de la relación. Concretamente de aquellos adolescentes que

estaban inmersos en relaciones violentas, más de dos tercios refirieron comportamientos de

agresión física mutua (70,9% de las mujeres y el 70,7% de los hombres), en torno al 96% de los

participantes informaron de agresiones psicológicas recíprocas (96,7% de mujeres y 95,9% de los

varones), y alrededor de la mitad referían agresiones sexuales mutuas (42,4% de mujeres y 58,0% de

los varones). Otros estudios realizados con adolescentes españoles han obtenido resultados en la

misma línea que los anteriores (Fernández-Fuertes y Fuertes, 2010; Muñoz-Rivas et al., 2007b; Rubio-

Garay et al., 2012; Viejo et al., 2015).


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 52

Los hallazgos de estas investigaciones sobre la existencia de un patrón bidireccional de la

agresión son coherentes con las tasas similares de perpetración de violencia en hombres y en

mujeres que han obtenido otros autores en sus investigaciones (Fernández-Fuertes y Fuertes, 2010;

Muñoz-Rivas et al., 2007b; Rey-Anacona, 2013; Rojas-Solís y Carpintero, 2011). No obstante, cuando

analizamos los diferentes tipos de comportamientos violentos en población adolescente, sí que se

han encontrado diferencias significativas en función del sexo; siendo los hombres más perpetradores

de violencia sexual, mientras que las mujeres ejercen en mayor medida violencia psicológica

(Fernández-González et al., 2012; Muñoz-Rivas et al., 2009, 2010; Niolon et al., 2015; Orpinas et al.,

2012; Sebastián et al., 2014; Ybarra et al., 2016). Por su parte, la violencia física presenta porcentajes

similares para hombres y mujeres cuando hablamos de agresiones moderadas (p.ej. bofetada,

empujón), ya que las agresiones físicas severas (p.ej. asfixiar, golpear a la pareja con objetos) son

menos habituales y cuando se producen son ejercidas en mayor medida por los hombres (Muñoz-

Rivas et al., 2007a; Sebastián et al., 2014; Vagi et al., 2015).

3.3.5. Patrón de desarrollo de la violencia durante la adolescencia

Aunque sabemos que las distintas formas de violencia que se ejercen en las relaciones de

pareja están estrechamente interrelacionadas, las diferencias que muestran cada una en sus tasas de

prevalencia hacen pensar que cada tipo de violencia puede desarrollarse de forma distinta (Foshee et

al., 2009). Los estudios longitudinales sobre el patrón de desarrollo de la violencia en relaciones de

noviazgo con población adolescente son escasos, siendo en su mayoría transversales, lo que hace

que la investigación del fenómeno desde una perspectiva de desarrollo sigua siendo un reto para la

comunidad científica.

Las investigaciones de corte transversal que se han llevado a cabo con este propósito han

encontrado cierta estabilidad a lo largo del tiempo en la perpetración de la agresión (Foshee et al.,

2004; O’Leary y Slep, 2003; Quigley y Leonard; 1996). No obstante, los estudios anteriores sólo
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 53

presentan dos puntos temporales de evaluación recogidos en un espacio de tiempo limitado, por lo

que no permiten establecer conclusiones suficientemente consistentes al respecto.

Cabe destacar la investigación pionera de O´Leary (1999), que tenía como objetivo estimar la

tendencia del comportamiento violento en la pareja desde las primeras relaciones de noviazgo hasta

las relaciones sentimentales en la vejez, y en la que se estableció que la trayectoria que mejor

describiría la violencia en la pareja sería una curva en forma de U invertida, siendo las parejas con

edades comprendidas entre los 15 y los 25 años las que mostrarían las tasas de prevalencia más

altas. Por el contrario, O´Leary y Woodin (2005) obtuvieron datos diferentes, encontrando que, en el

caso específico de la violencia física decrecía a partir de los 20 años.

En el caso de la investigación llevada a cabo por Chen y colaboradores (2006) se obtuvo que

el primer pico de conductas violentas (de tipo físico y verbal) en la relación sentimental aparecía a los

17 años, disminuía posteriormente hasta los 19, y volvía a aumentar ligeramente hasta los 25 años.

En lo que respecta al primer pico de violencia, sabemos que este incremento de conductas agresivas

puede explicarse teniendo en cuenta la vulnerabilidad de la etapa adolescente. En este periodo

evolutivo, la falta de madurez y habilidades para afrontar las demandas que imponen los nuevos

contextos en los que se desenvuelve el adolescente (grupo de iguales, relación de pareja, contexto

académico), hace que en algunos casos se recurra al uso de la violencia como herramienta para

solucionar los conflictos que se puedan producir en algunos de estos escenarios. Así, estos autores

consideran que la disminución de la violencia entre los 17 y los 19 años podría explicarse por una

mejoría en esas habilidades interpersonales de los adolescentes en la resolución de los conflictos

surgidos en su noviazgo. En lo que respecta al segundo pico de agresión, podría deberse a las nuevas

exigencias que se imponen en la pareja durante los primeros años de convivencia o de matrimonio.

A pesar de que otros investigadores han obtenido resultados en la misma línea, hallando un

pico de violencia en la relación de pareja durante el inicio de la convivencia (Capaldi et al., 2005;

Rhoades et al., 2012; Stets y Straus, 1989), la ausencia de estudios longitudinales no nos permite

confirmar la existencia de ese pico de violencia en torno a los 25 años.


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 54

Por su parte, las escasas investigaciones longitudinales realizadas hasta la fecha con

población adolescente apuntan a la existencia de una curva en forma de U invertida, reflejando el

punto más alto de presencia de conductas violentas hacia la pareja en torno a los 16-17 años (Foshee

et al., 2009; Nocentini et al., 2010; Orpinas, et al., 2012, 2013).

La investigación de Foshee y colaboradores (2009) con 973 adolescentes exploró la

trayectoria del comportamiento agresivo de tipo físico (diferencia físico grave y moderado),

psicológico y sexual ejercido en relaciones de noviazgo desde los 13 a los 19 años. Los datos

obtenidos confirmaron la existencia de diferentes trayectorias según el tipo de comportamiento

violento. En el caso de la violencia física y sexual existe una tendencia cuadrática negativa en la que

se obtienen las mayores tasas de prevalencia para estas agresiones a los 16-17 años, mientras que

para la violencia psicológica se da una trayectoria lineal positiva.

De forma específica, en el estudio de la trayectoria de la violencia física contamos con otras

investigaciones longitudinales cuyos resultados guardan consonancia con los expuestos

anteriormente, obteniendo una tendencia cuadrática negativa para este tipo de violencia (Nocentini

et al., 2010) y las mayores tasas de perpetración en torno a los 17 años (Orpinas et al., 2013). En lo

que respecta a la trayectoria de la violencia psicológica, Orpinas y colaboradores (2012) hallaron una

tendencia lineal positiva para este tipo de agresiones, coherente también con el estudio de Foshee y

colaboradores (2009).

En España contamos con un estudio transversal con una muestra de 2.016 adolescentes con

edades comprendidas entre los 14 y los 20 años (Fernández- González et al., 2013) en el que se

obtuvieron resultados en la línea de los estudios ya descritos. En concreto, se obtuvo una tendencia

cuadrática negativa para la violencia de tipo físico y sexual, donde se observaron sus mayores tasas

de agresión en torno a los 16-17 años, decreciendo posteriormente. Con respecto a la trayectoria de

la violencia psicológica, se halló una tendencia lineal positiva, encontrando que la presencia de este

tipo de violencia creció linealmente hasta los 19 años, aunque en el caso específico de las mujeres

mostró una disminución a los 20 años.


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 55

Los resultados de los estudios anteriores revelan que, en el caso de la violencia física y

sexual, gran parte de los adolescentes que ejercen ese tipo de agresiones comienzan a abandonar

este tipo de conductas a partir de los 17 años aproximadamente. Estos hallazgos podrían sugerir que

la evolución de este tipo de conductas podría explicarse a través de la teoría del Comportamiento

Antisocial (Moffitt, 1993), la cual plantea que existen dos tipos de individuos: un amplio grupo que

lleva a cabo conductas antisociales sólo durante la adolescencia, y un grupo de menor tamaño que

mantiene de forma consistente esos comportamientos antisociales en las siguientes etapas de

desarrollo. Además, Moffitt (1993) afirma que ese comportamiento antisocial que se limita sólo a la

adolescencia está relacionado con una carencia en la madurez biológica y social que incita a los

adolescentes a cometer conductas antisociales.

A este respecto, contamos con evidencia empírica que señala que la evolución del

comportamiento violento hacia la pareja en la adolescencia guarda similitud con otros

comportamientos agresivos y antisociales propios de esta etapa evolutiva, lo que indicaría la

existencia de un patrón general más consistente de incumplir las normas y llevar a cabo conductas de

riesgo características de la adolescencia (Alleyne-Green et al., 2012; Eaton et al., 2007; Muñoz-Rivas

et al., 2010), encajando así con la teoría de Comportamiento Antisocial de Moffitt (1993).

Por el contrario, la trayectoria de la violencia psicológica es diferente a la de los otros tipos

de agresión, manteniendo una tendencia lineal positiva, lo que hace que precise de una explicación

diferente para entenderla. En este aspecto, autores como Foshee y colaboradores (2009) plantearon

que este hecho podría deberse a que las agresiones psicológicas pueden ser percibidas por los

adolescentes como menos graves, al ser menos conscientes de las consecuencias negativas que este

tipo de violencia produce en las víctimas. Esta explicación sería coherente con el hecho de que sea el

tipo de agresión más empleada por los adolescentes en sus noviazgos. No obstante, contamos con el

estudio de Fernández-González y colaboradores (2013) en el que obtienen una disminución de la

violencia psicológica en las mujeres a los 20 años. Estos resultados podrían indicar la existencia de

una tendencia cuadrática negativa también en la violencia psicológica, con la diferencia de que el
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 56

decrecimiento de este tipo de violencia se produciría a una edad más tardía que el resto. No

obstante, la ausencia de estudios longitudinales hasta la vida adulta impide que se pueda confirmar

está aportación.

En conclusión, aunque como hemos indicado anteriormente la adolescencia es una etapa

evolutiva que se caracteriza por una marcada tendencia a revelarse contra las normas e implicarse en

comportamientos de riesgo, sería un grave error centrarse únicamente en esta perspectiva y

“normalizar” la existencia de agresiones en las relaciones de noviazgo, puesto que no podemos

olvidar que las tasas de violencia en las parejas adolescentes son preocupantes, así como la gravedad

de sus consecuencias. Por otra parte, a pesar de contar con numerosas investigaciones que

confirman que la mayoría de los adolescentes que agreden a sus parejas en el noviazgo no continúan

ejerciendo violencia en sus relaciones adultas, sabemos que verse inmerso en noviazgos violentos

durante la adolescencia aumenta el riesgo de mantener este tipo de comportamientos en sus

relaciones sentimentales en la adultez (Smith, et al., 2003), entrando en estos casos en una escalada

de la violencia cuyas consecuencias son cada vez de mayor alcance (Foshee et al., 2004; O´Leary et

al.,1989; O´Leary y Slep, 2012; Williams, 2007). Así, en el siguiente apartado nos centraremos en

exponer los resultados de las investigaciones que han estudiado las consecuencias que puede tener

para la salud de los adolescentes implicarse en relaciones de noviazgo violentas.

3.3.6. Consecuencias de la violencia en el noviazgo

En los últimos 20 años muchos investigadores han tenido como objeto de estudio las

consecuencias presentes en las víctimas de violencia en las relaciones de pareja. La violencia

doméstica ha sido considerada la tercera causa de muerte prematura y de secuelas físicas y psíquicas

en las mujeres, sólo superada por la diabetes y los problemas en el parto (Lorente, 2001; citado en

Labrador et al., 2004). Este hecho explica que, en un principio, una gran parte de los estudios sobre

consecuencias de la violencia en la pareja empleasen exclusivamente muestras de mujeres víctimas

de violencia doméstica.
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 57

Sin embargo, el avance en el campo de la violencia en la pareja puso de manifiesto que las

mujeres no sólo ejercían también la violencia contra los hombres, sino que estos igualmente

presentaban secuelas en su salud física y mental como consecuencia de dichas agresiones (Hines y

Douglas, 2009). Estos hallazgos impulsaron el comienzo de investigaciones que incluían a ambos

sexos y que contemplaban otros tipos de relaciones sentimentales más allá del matrimonio. No

obstante, dado que la mayoría de las investigaciones son de corte transversal es difícil establecer si la

sintomatología presente en el sujeto es causa o consecuencia de la victimización (Exner-Cortens et

al., 2013; Foshee et al., 2013).

La violencia ejercida en las relaciones de noviazgo de los adolescentes puede causar un daño

inmediato, así como dejar secuelas negativas a largo plazo (Banyard y Cross, 2008). No obstante,

cuando analizamos las consecuencias que presentan los adolescentes y jóvenes involucrados en

relaciones violentas, encontramos o que la mayoría de las investigaciones se han centrado en las

secuelas de la violencia física y/o sexual, o que no hacen distinción entre tipos de violencia, siendo

muy escasos aquellos estudios que han explorado de manera específica las consecuencias que

presentan las víctimas de violencia psicológica.

Así, aunque se destaquen investigaciones que hablen de secuelas emocionales derivadas de

victimización exclusivamente psicológica (el objeto de estudio de la presente tesis doctoral),

expondremos la evidencia empírica que existe hasta la fecha sobre las secuelas que presentan las

víctimas de violencia en el noviazgo en términos generales, sin hacer distinción en función del tipo de

violencia sufrida. En concreto, comenzaremos exponiendo brevemente las secuelas físicas que

muestran jóvenes y adolescentes víctimas de violencia en sus noviazgos, continuaremos mostrando

la evidencia empírica sobre las secuelas psicológicas y, finalmente nos referiremos a las diferencias

de género existentes en las consecuencias de la violencia en las relaciones de noviazgo.

3.3.6.1. Secuelas físicas

Los resultados obtenidos hasta la fecha muestran que la mayoría de los jóvenes y

adolescentes que mantienen relaciones de noviazgo en las que hay violencia física no llegan a
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 58

presentar secuelas físicas tras la agresión, ni el perpetrador ni la víctima (Fernández-Fuertes y

Fuertes, 2010; Fernández-González et al., 2013; Muñoz-Rivas et al., 2007a; O´Leary et al., 2008).

Además, aquellos que informan haber sufrido algún tipo de daño físico refieren en su mayoría cortes

o contusiones leves, encontrando un reducido porcentaje de adolescentes que informan haber

sufrido daños físicos graves como consecuencia de una agresión física más severa, tales como roturas

de algún hueso o hematomas (Amar y Gennaro, 2005; Fernández-González, et al., 2013; Foshee,

1996; Molidor y Tolman, 1998; Muñoz-Rivas, et al., 2007a; O’Leary et al., 2008). Estos datos son

coherentes con el hecho de que, a pesar de la alta prevalencia de comportamiento violento en las

relaciones de noviazgo, en la mayoría de los casos las agresiones físicas son de carácter leve. No

obstante, es importante considerar el porcentaje de casos con consecuencias físicas severas, pues

sabemos que cuanto más severa es la violencia, mayor es el impacto en la salud física y psicológica

de las víctimas (Amanor-Boadu et al., 2011; Follingstad et al., 1991; Vagi et al., 2015), provocando

además daños a nivel emocional que pueden persistir incluso después de haber abandonado la

relación agresiva.

3.3.6.2. Secuelas psicológicas

En términos generales, los expertos que han estudiado las consecuencias psicológicas que se

derivan de esta problemática han encontrado una mayor presencia de sintomatología ansiosa,

depresiva y somática, así como problemas de autoestima (Amanor-Boadu et al., 2011; Collin-Vézina,

et al., 2006; Wolitzky-Taylor et al., 2008; Yalch et al., 2013).

De forma específica, aquellos estudios que han medido las consecuencias que presentan las

víctimas de agresiones psicológicas han obtenido resultados en la misma línea de los anteriores,

hallando síntomas depresivos, ansiosos y somáticos (Eshelman y Levendosky, 2012; Foshee et al.,

2013; Gillum y DiFulvio, 2014; Haynie et al., 2013; Holt y Espelage, 2005; Próspero, 2008), pero

también la presencia de problemas con su imagen corporal (Harned, 2001) y síntomas de estrés

postraumático (Eshelman y Levendosky, 2012). En este punto cabe destacar la aportación de Exner-

Cortens y colaboradores (2013) con un estudio realizado dentro de un proyecto de investigación


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 59

longitudinal desarrollado con 5.681 adolescentes de Estados Unidos (The National Longitudinal Study

of Adolescent Health) que tenía como objetivo determinar la asociación longitudinal entre distintos

tipos de victimización en el noviazgo (física, psicológica y sexual) y la presencia de secuelas

psicológicas. Estos autores hallaron que en aquellos adolescentes que presentaban exclusivamente

victimización psicológica se observaba un incremento de conductas antisociales, ideación suicida, y

consumo de alcohol y marihuana. En otro estudio longitudinal realizado por Foshee y colaboradores

(2013) con población adolescente concluyeron que la victimización psicológica predecía el uso de

alcohol, mientras que la victimización física en presencia de otras variables predecía el uso de

marihuana.

En los casos de mayor gravedad esta sintomatología se intensifica, pudiendo aparecer

también otros problemas psicopatológicos como el trastorno de estrés postraumático, ideación

suicida (Nahapetyan et al., 2014; Vagi et al., 2015), trastorno de la conducta alimentaria y/o

problemas de drogodependencia, así como conductas sexuales de riesgo y comportamientos

delictivos (Ackard y Neumark-Sztainer, 2002; Amanor-Boadu et al., 2011; Callahan et al., 2003; Coker

et al., 2000; Eaton, et al., 2008; Silverman et al., 2001; Vagi et al. 2015).

En lo que respecta al contexto académico, contamos con estudios que han encontrado la

existencia de una asociación entre estar inmerso en una relación de noviazgo violenta y presentar un

deterioro en el rendimiento académico que, en los casos más extremos, puede derivar en el

abandono de los estudios por parte del adolescente (Banyard y Cross, 2008; Chiodo et al, 2012;

Collin-Vézina et al., 2006; Hagan y Foster, 2001). Por su parte Harned (2001), en su investigación con

universitarios que mantenían noviazgos violentos, obtuvo que la victimización psicológica predecía

niveles altos de abandono de los estudios.

Finalmente, es importante recalcar de nuevo que distintos expertos han señalado que verse

involucrado en una relación de noviazgo violenta aumenta la probabilidad de mantener este tipo de

relaciones en la edad adulta, ya que se perpetúan patrones disfuncionales de interacción con la


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 60

pareja (Exner-Cortens et al., 2013; O’Leary et al., 1989; Smith et al., 2003; Sunday et al., 2011; Teten

et al., 2009).

3.3.6.3. Diferencias de género en las consecuencias de la violencia en el noviazgo

Como ya hemos señalado en este capítulo, la evidencia empírica recogida hasta la fecha nos

permite concluir que el patrón de violencia recíproca en las relaciones de noviazgo de los

adolescentes es el que se establece con mayor frecuencia, sin que esto niegue la existencia de

parejas que constituyen porcentajes menores en los que la violencia ejercida es unidireccional. Sin

embargo, con independencia de lo anterior, cuando atendemos a las consecuencias de la violencia sí

encontramos diferencias claras entre hombres y mujeres.

Aunque la mayoría de los estudios han empleado muestras de parejas casadas o que

cohabitan, en general coinciden en determinar que son las mujeres las que sufren secuelas más

graves, ya que las agresiones ejercidas por los hombres causan mayores secuelas físicas y

psicológicas y más muertes (Anderson, 2002; Kimmel, 2002; Straus, 1999; Tjaden y Thoennes, 2006;

Williams y Frieze, 2005). Por su parte, aunque en porcentajes muy inferiores a los que encontramos

en las mujeres, no podemos ignorar que alrededor de un tercio de los hombres que sufren violencia

también presentan lesiones, y que existen también casos en los que se acaba con la vida de los

hombres (Catalano 2006; Rennison y Welchans 2000; Straus 2005).

Si atendemos a los estudios con muestras de adolescentes y jóvenes que mantienen

relaciones de noviazgo encontramos resultados en la misma línea, hallando que las mujeres jóvenes

tienden a sufrir lesiones más graves como consecuencia de la violencia sufrida en su relación

sentimental, en comparación con sus homólogos masculinos (Coker et al., 2000; Foshee et al., 2013;

Gray y Foshee, 1997; Straus y Gozjolko, 2014; Whitaker et al., 2007). En nuestro país contamos con el

estudio realizado por Muñoz-Rivas y colaboradores (2007a) en una muestra de 2.416 adolescentes y

jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y 20 años, en el que obtuvieron tasas de lesiones

significativamente más altas en mujeres que en hombres: el 17% de las chicas informó haber sufrido

cortes leves o moratones como consecuencia de una agresión de su pareja, y el 3% reconoció haber
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 61

tenido la nariz rota, los ojos amoratados o algún hueso fracturado tras un episodio violento en su

relación de noviazgo. Por su parte, Fernández-González y colaboradores (2013) pusieron de

manifiesto que las consecuencias de la violencia física ejercida en los noviazgos de los adolescentes

no disminuían con la edad (como sí que hacían las tasas de prevalencia de este tipo de agresión), sino

que se incrementan en el caso de las mujeres.

En conclusión, es innegable que las consecuencias de la violencia en las relaciones de pareja

son, en la mayoría de los casos, claramente peores para las mujeres que para los hombres. Esto es

consistente con las afirmaciones establecidas por Straus (2011) tras una revisión de más de 200

estudios de violencia en la pareja, en la que concluye que: (1) existe simetría en la comisión de la

violencia tanto en población general como clínica, ya que un 56% de las parejas de muestra clínica

presentaban agresiones mutuas; pero (2) existe asimetría en las consecuencias de dichas agresiones,

ya que las mujeres presentan mayores tasas de lesiones que los hombres.

4. RESUMEN DEL CAPÍTULO

A lo largo de este primer capítulo hemos presentado cómo ha evolucionado el concepto de

violencia en las relaciones de noviazgo en las últimas tres décadas, (delimitando el concepto del que

partimos en la presente tesis doctoral) y hemos profundizado en las características específicas que el

fenómeno manifiesta en población adolescente. Que la violencia esté presente en las relaciones de

noviazgo adolescentes con tasas de perpetración considerablemente altas, junto con el hecho de que

en muchas ocasiones los propios adolescentes no sean capaces de identificar la presencia de

agresiones en sus noviazgos (Díaz-Aguado y Carvajal, 2011; Samaniego y Freixas, 2010), pone de

manifiesto lo importante y necesario que es trabajar con los más jóvenes en la identificación de los

diferentes tipos de conductas agresivas, dotándoles de información que les permita comprender e

identificar cómo se manifiesta y desarrolla la violencia en las relaciones de pareja.


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 62

En lo que respecta al patrón de desarrollo de la violencia específico de las relaciones de

noviazgo adolescentes, contamos con un reducido número de estudios longitudinales desarrollados

hasta la fecha. Los resultados obtenidos parecen señalar la existencia de una curva en forma de U

invertida, hallando el punto de mayor emisión de conductas violentas en torno a los 16-17 años,

produciéndose posteriormente una disminución en los comportamientos agresivos (Foshee et al.,

2009; Nocentini et al., 2010; Orpinas, et al, 2012, 2013). No obstante, la violencia psicológica parece

mostrar una tendencia lineal positiva en su desarrollo, lo que podría relacionarse con una menor

percepción de los adolescentes sobre la gravedad y las consecuencias negativas de este tipo de

violencia (Foshee et al., 2009). El estudio de Fernández-González y colaboradores (2013) halló que la

perpetración de agresiones psicológicas se incrementaba hasta los 18-19 años, lo que plantea la

posibilidad de que también exista un decrecimiento de la emisión de este tipo de agresiones, aunque

se produzca más tarde que en el caso de la violencia física o sexual.

En conclusión, el patrón de desarrollo de la conducta violenta en los noviazgos de los

adolescentes guarda similitud con el desarrollo de otros comportamientos de riesgo y antisociales

propios de esa etapa evolutiva (p.ej., consumo de sustancias, conducta delictiva, violencia contra los

iguales, etc.), lo que invita a plantearse la posible existencia de un patrón de comportamiento

general, propio de la adolescencia, que comprendería este conjunto de conductas disruptivas,

incluyendo la violencia ejercida en el noviazgo (Muñoz-Rivas, et al., 2015). No obstante, no podemos

olvidar que las tasas de violencia en las parejas adolescentes son preocupantes, y sus consecuencias

en algunos casos llegan a ser de gran alcance.

En concreto, la violencia psicológica se revela como el tipo de violencia más ejercida en las

relaciones de noviazgo, llegando a alcanzar tasas de perpetración de hasta el 90% entre los

adolescentes y provocando importantes secuelas emocionales, además de actuar en muchos casos

como un predictor de la aparición de otros tipos de violencia en la misma relación. No obstante,

históricamente los investigadores han puesto más su foco de atención en otros tipos de violencia

más visibles, tales como la física o la sexual.


CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 63

En lo que respecta a las consecuencias de la violencia en sus víctimas, aunque en la

adolescencia las secuelas son leves, existen casos en los que se producen daños físicos y emocionales

de gran severidad, intensificándose con la edad y siendo siempre mayores en las mujeres que en los

hombres. Además, estar inmerso en relaciones de noviazgo agresivas aumenta la probabilidad de

mantener este tipo de relaciones sentimentales en la edad adulta.

En conclusión, los resultados obtenidos por la comunidad científica en los últimos treinta

años dan cuenta de la necesidad de elaborar investigaciones que nos permitan seguir profundizando

en el conocimiento de la violencia psicológica presente en las relaciones de noviazgo,

comprendiendo las formas en las que se manifiesta, así como los factores de riesgo y de protección

involucrados en su desarrollo y mantenimiento. Además, el patrón bidireccional de la agresión que

se observa en la mayoría de las relaciones sentimentales de los adolescentes plantea también la

importancia de diseñar estudios sobre violencia psicológica que evalúen si existen diferencias en

función del sexo en los factores de riesgo y de protección involucrados en su perpetración. Un mayor

conocimiento sobre la violencia psicológica permitirá el desarrollo de medidas de prevención e

intervención más eficaces.

Siguiendo la línea de la información ofrecida en este primer capítulo, en el Capítulo 2 de la

presente tesis abordaremos los distintos modelos teóricos que se han desarrollado para explicar el

fenómeno de la violencia en la pareja, y de forma más específica en las relaciones de noviazgo.


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 64

CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS DEL COMPORTAMIENTO

VIOLENTO EN EL NOVIAZGO

1. INTRODUCCIÓN

Como fruto de la proliferación de investigaciones en el campo de la violencia en las

relaciones de pareja se han desarrollado diversos modelos teóricos que intentan explicar el origen

y/o mantenimiento de la problemática. Algunos de estos modelos se centran en alguna variable

específica (p.ej., las teorías feministas ponen el foco únicamente en el poder/control ejercido por el

hombre contra la mujer, o las teorías genéticas sólo contemplan variables biológicas como la

presencia de la enzima monoamina oxidasa A), mientras que otros son más globales y abarcan un

número mayor de variables explicativas (p.ej., variables intrapersonales, interpersonales,

contextuales, etc.)

Así, en este segundo capítulo de la presente tesis doctoral haremos una revisión de las

teorías que han sido más empleadas por la comunidad científica para explicar el fenómeno de la

violencia en la pareja y finalizaremos destacando aquellos modelos que se han desarrollado de forma

específica para las relaciones de noviazgo.

2. TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS DE LA VIOLENCIA EN LA PAREJA

Aunque son muchos los modelos teóricos que se han elaborado con el fin de explicar el

origen y /o mantenimiento de la violencia en las relaciones de pareja, en este apartado sólo se hará

referencia a aquellos modelos que han sido considerados de mayor utilidad y que han tenido mayor

relevancia en el estudio del fenómeno.


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 65

2.1. Teorías feministas

Tradicionalmente los teóricos feministas han analizado la violencia en las relaciones de

pareja desde un enfoque de género y poder (Dardis et al., 2014). Entienden que dicha violencia es

producto de la distribución desigual de poder que existe en nuestra sociedad entre el hombre y la

mujer, considerando que el hombre goza de más poder y lo ejerce sobre ella. Así, defienden que la

violencia en la pareja es un fenómeno establecido es una estructura patriarcal instaurada en nuestra

sociedad, la cual favorece la dominancia del hombre sobre la mujer, obligándole a permanecer

sumisa bajo su abuso físico, psicológico, sexual, económico (Carcedo et al., 2011; Shorey et al., 2008).

Producto de las teorías feministas encontramos las teorías de poder y control (Dutton y

Strachan, 1987; Straus et al., 1980), las cuales plantean que los hombres ejercen la violencia con el

objetivo de mantener o recuperar el poder en su relación sentimental cuando carecen de otros

recursos y perciben que han perdido poder sobre su pareja (Hotaling y Sugarman, 1986). En esta

línea, Stark (2007) desarrolla el concepto de control coercitivo, describiéndolo como un tipo de

control específico ejercido por el hombre y caracterizado por la presencia de intimidación,

aislamiento y control sobre la mujer, con el fin fundamental de limitar su libertad. Esta autora señala

que el control coercitivo es perpetrado por el hombre gracias a la sociedad patriarcal en la que

vivimos y que va a acompañado de otros tipos de violencia (física, verbal y sexual).

Por otro lado, algunos autores (Johnson, 2011; Kelly y Johnson, 2008) hablan de la

importancia de diferenciar entre los distintos tipos de violencia doméstica, estableciendo tres

categorías: a) terrorismo íntimo, b) la resistencia violenta y c) la violencia de pareja situacional. La

primera categoría, terrorismo íntimo, que inicialmente fue denominada terrorismo patriarcal

(Johnson, 1995), contemplaría aquellos casos de violencia en la pareja que pueden ser explicados a

partir de la teoría feminista, puesto que hacen referencia a un patrón de violencia caracterizado por

la combinación de la agresión física y /o sexual junto con tácticas de control sobre la mujer (p. ej.,
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 66

abuso económico, emocional, manipulación de los hijos, amenazas o intimidación, etc.) como

consecuencia del poder que tiene el hombre sobre ella.

Los postulados feministas y las hipótesis coercitivas pueden ser útiles para explicar algunos

casos de violencia en la pareja, pero no todos, ya que no tienen en cuenta los datos de prevalencia

de violencia femenina y victimización masculina en población general (Dutton et al., 2010).

Por un lado, existen investigaciones con parejas homosexuales (gays y lesbianas) que han

mostrado también la existencia de conductas violentas en estas relaciones (Freedner et al., 2002;

Gillum, 2017; McClennen, 2005; Reuter y Whitton, 2018). En población adolescente destaca la

investigación realizada por Martin-Storey (2015) en una muestra de 10.493 estudiantes de distintos

institutos del estado de Massachusetts (Estados Unidos) en la que encuentran victimización tanto en

hombres como en mujeres homosexuales y bisexuales, presentando además más probabilidad de ser

víctima de violencia en el noviazgo al compararlos con sus homólogos heterosexuales.

Por otro lado, distintas investigaciones con parejas heterosexuales han mostrado la

presencia de violencia perpetrada por la mujer contra el hombre (Carmo et al., 2011; Hines y

Douglas, 2009). Además de estos datos, revisiones recientes han encontrado más de 300 estudios

cuyos resultados muestran tasas de perpetración de violencia en las relaciones de pareja similares

para hombres y para mujeres (Desmarais et al., 2012; Fiebert, 2010). Asimismo, en las últimas

décadas contamos con gran amplitud de investigaciones científicas que arrojan luz a la

predominancia de un patrón bidireccional de la agresión (Archer, 2000; Langhinrichsen-Rohling et al.,

2012; Straus, 2011; Straus, y Michel-Smith, 2014).

Ante estos datos, los postulados feministas defienden que la violencia ejercida por la mujer

contra el hombre es una respuesta de autodefensa ante las agresiones de este. Sin embargo, a este

respecto también contamos con investigaciones que han estudiado los motivos que llevan a las

mujeres a ejercer la violencia en su relación de pareja y en las que la autodefensa no es la razón que

señalan la mayoría de las participantes femeninas para explicar por qué agredieron (Follingstad et al.,
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 67

1991; Foshee y Matthew, 2007; Harned, 2001; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Shorey y Meltzer, 2010;

Straus, 2011; O´Leary y Slep, 2012).

2.2. Teoría del ciclo y escalada de la violencia

La teoría del ciclo de la violencia (Figura 2) propuesta por la investigadora Leonor Walker

(1979) alcanzó una amplia difusión científica y fue decisiva para comprender cómo se desarrollan los

episodios violentos dentro de la relación de pareja. Lo que la autora propone es que la violencia se

da en un ciclo que comprende tres fases:

1. Fase de tensión creciente: se caracteriza por la presencia de agresiones psicológicas que se

producen como consecuencia de cambios bruscos en el estado de ánimo del agresor por

inconvenientes cotidianos que le generan frustración, que no es capaz de manejar y que

hace que la tensión en la relación de pareja vaya en aumento. Ante esta situación la víctima

se siente confundida y tiende a querer calmar esa tensión creciente adoptando una posición

sumisa, ignorando los insultos y descalificaciones de la pareja e intentando restarles

importancia a los hechos, atribuyendo que se trata de un incidente puntual y que se debe a

factores externos, restándole responsabilidad al agresor.

2. Fase de explosión o agresión: el cúmulo de tensión de la fase anterior hace que se termine

produciendo una explosión en forma de agresión psicológica, física o sexual severa. Esta

fase finaliza cuando el agresor toma conciencia de la gravedad de sus actos e intenta

justificar lo ocurrido, mientras que la víctima suele encontrarse en un estado de bloqueo e

incredulidad sobre lo que ha sucedido.

3. Fase de arrepentimiento, reconciliación o “luna de miel”: se caracteriza por la ausencia de

tensión y agresión. En esta fase el agresor se muestra arrepentido por sus actos y asegura

que no volverá a repetirse, buscando el perdón de la víctima. El agresor se comporta


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 68

entonces de forma cariñosa y amable, intentando justificar o negar lo ocurrido. La víctima, al

ver el arrepentimiento de su agresor, hace un intento por valorar la situación como una

pérdida de control que no volverá a producirse, confiando en que la relación será mejor en

el futuro. No se puede determinar con exactitud cuando finaliza esta fase. En algunas

ocasiones se vuelve de forma progresiva a la fase de tensión creciente mientras que en

otros casos el ciclo comienza nuevamente de forma abrupta.

En los casos de mayor gravedad la fase de tensión creciente es muy breve, dando lugar en

seguida a la fase de explosión de la violencia, en la que las agresiones son cada vez de mayor

severidad, y tras la cual, en muchas ocasiones, no llega a darse la fase de luna de miel (Labrador et

al., 2004).

Figura 2

Ciclo de la Violencia (adaptado de Muñoz-Rivas et al., 2015)

Fase 1:
Tensión
creciente

Fase 3: Fase 2:
Luna de Explosión o
miel agresión

A medida que avanza en el tiempo la relación de pareja violenta, aumenta la frecuencia de

episodios violentos, produciéndose también un incremento en la intensidad y gravedad de las

agresiones, lo que se conoce como escalda de la violencia (Walker, 1999). Este patrón de escalada de

la violencia (Figura 3) ha sido confirmado por investigadores que han obtenido evidencia científica

sobre su existencia (Foshee et al., 2004).


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 69

Figura 3

Escalada de la Violencia (adaptado de Muñoz-Rivas et al., 2015)

Homicidio,
suicidio o
Agresiones
ambos
físicas
Agresiones
verbales
Agresiones
psicológicas

Los primeros episodios violentos se caracterizarían por agresiones psicológicas de tipo leve,

las cuales preceden y predicen el posterior desarrollo de conductas agresivas de mayor gravedad,

que escalan cada vez a actos más violentos de tipo físico y sexual (Woodin y O'Leary, 2009). La

escalada de la violencia permite entender qué ocurre y por qué se mantiene en el tiempo una

relación violenta, ya que a esta dinámica de desarrollo hay que añadirle además el aislamiento al que

la víctima se va viendo sometida. Dicho aislamiento se va instaurando de forma progresiva,

separándola de todas las personas que componen su red de apoyo (familia, amigos, etc.), lo que

empeora gravemente la situación y hace más difícil si cabe salir de esa relación violenta. Algunos

expertos han señalado la existencia de casos en los que las víctimas que han intentado poner fin a

una relación violenta han sufrido una escalada de la violencia más intensa por parte de su pareja

(Coleman, 1997; LaViolette y Barnett, 2013).

También cabe mencionar la teoría de la indefensión aprendida (Seligman y Beagley, 1975), la

cual ha sido aplicada en el contexto de la pareja por algunos autores como Walker (1979) para

explicar el mantenimiento de la violencia. Según esta teoría, la víctima al verse sometida durante un

tiempo prolongado a acontecimientos violentos que percibe como impredecibles e incontrolables,

termina sintiendo que no puede hacer nada para huir de esa situación, generándose en ella un
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 70

estado psicológico de indefensión y de déficit en distintas áreas (afectivo, cognitivo y motivacional)

en el que la respuesta de reacción queda bloqueada y da lugar a la resignación y al abandono de

cualquier intento por escapar de la relación violenta, lo que aumenta la probabilidad de que

permanezca en ella. Asimismo, pueden darse también factores externos de tipo económico o social

que favorezcan esta postura de indefensión, ya que en los casos más graves la víctima se encuentra

en una situación de aislamiento social extrema. Las conductas de indefensión aprendida se

potenciarían con lo que Hoier y colaboradores (1992), en su estudio con víctimas de violencia sexual,

denominaron aprendizaje traumático, el cual se lleva a cabo mediante repetidos ensayos en los que

el agresor refuerza las conductas de la víctima deseadas por él y castiga cualquier otra conducta de

resistencia o que vaya en contra de lo que él establece.

2.3. Teoría del aprendizaje social

Desarrollada por Bandura (1973, 1977) esta teoría recoge un concepto central, el aprendizaje

por modelado, basado en el aprendizaje de conductas mediante la observación e imitación del

comportamiento de otros. Los comportamientos aprendidos se mantendrían posteriormente por

refuerzo diferencial. Partiendo de esta teoría, el comportamiento agresivo que muestra un

adolescente hacia su pareja no se daría únicamente por la obtención de un beneficio, sino que sería

fruto de un aprendizaje por modelado al haberse observado previamente ese tipo de

comportamientos en otras relaciones sentimentales. Bandura (1977) establece tres influencias

fundamentales en el aprendizaje por modelado: a) la influencia familiar; b) las influencias

subculturales y; c) las influencias de los medios de comunicación. Cuanto más admirados,

respetados, o percibidos como competentes y poderosos sean los modelos violentos, más imitados

serán, favoreciendo aún más si cabe el aprendizaje de ese tipo de conductas (Akers, 2011; Bandura,

1977; Sims et al., 2008). Como introducimos en el Capítulo 1 de la presente tesis doctoral, los padres

son los principales agentes de socialización de sus hijos, ya que estos aprenden a formar un concepto
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 71

de sí mismos, del mundo que les rodea y de cómo deben relacionarse con él a partir de lo que

observan en su familia.

Partiendo de estas premisas, en el campo de la violencia en las relaciones de pareja la teoría

del aprendizaje social ha dado lugar a la denominada teoría de la transmisión intergeneracional,

según la cual la exposición a la violencia en la familia de origen (tanto a violencia paterno-filial como

interparental) genera desde la infancia el aprendizaje de estilos interpersonales agresivos, que se

mostrarían posteriormente en las relaciones amorosas y familiares que establezcan (Capaldi et al.,

2009; O´Leary, 1988; citado en Woodin y O´Leary, 2009; Rosenbaum y O'Leary, 1981). Así, presenciar

violencia en el contexto familiar puede enseñar al niño/a que el empleo de la violencia es

potencialmente funcional en la medida en la que sirve como herramienta para expresar la

insatisfacción, resolver conflictos y controlar a los demás, siendo más propensos a adoptar este tipo

de comportamientos en la adolescencia y la edad adulta y a normalizarlos en sus relaciones de pareja

(Henning et al., 1997; Lewis y Fremouw, 2001; Simons y Wurtele, 2010). Además, el uso de la

violencia se puede ver reforzado de forma contingente al producirse una disminución inmediata del

conflicto o el ambiente aversivo y un aumento del sentimiento de autoeficacia (Wekerle y Wolfe,

1998). Algunos autores han señalado que aquellos niños que imitan estos comportamientos

violentos desarrollan déficits en sus habilidades interpersonales (Lewandowski y Pierce, 2002) ya

que, al reproducir también estas conductas violentas en las relaciones con sus iguales prosociales,

terminan siendo rechazados por estos. Este hecho aumenta la probabilidad de que terminen

integrándose en grupos de amigos que también muestran comportamientos violentos, en los que sí

son aceptados y que posteriormente, en la adolescencia, elijan a su pareja sentimental en estos

grupos de iguales violentos. Que la pareja escogida provenga de un grupo de iguales en el que se

emplea la violencia y en el que se comparten déficits en habilidades interpersonales favorece que

puedan establecerse relaciones conflictivas (Feiring and Furman, 2000; Knight, 2011).

Aunque son numerosos los estudios científicos que han confirmado esta teoría, también hay

investigaciones que han mostrado conclusiones contradictorias, reflejando que no todas las personas
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 72

que han sido víctimas y/o testigos de violencia en el contexto familiar reproducen este tipo de

comportamientos en sus relaciones de pareja. Un ejemplo de ello es el estudio realizado por Carr y

VanDeusen (2002) con una muestra de 99 hombres estudiantes de la Universidad de Michigan

(Estados Unidos) en el que no se halló una relación significativa entre haber sido víctima de violencia

en la infancia y perpetrar violencia contra la pareja durante el noviazgo, mientras que ser testigo de

violencia entre los padres sólo mostró relacionarse significativamente con la perpetración de la

violencia física, no así con la violencia sexual. Por su parte, Gover y colaboradores (2008) llevaron a

cabo una investigación en una muestra de 2.500 universitarios en la que concluyeron que la

exposición a la violencia durante la infancia era factor de riesgo consistente para involucrarse en

noviazgos violentos, sin embargo, sus resultados muestran que más del 60% de los jóvenes que

informaron haber sufrido violencia durante la infancia no ejercían violencia física en sus relaciones de

noviazgo, mientras que un 25% de aquellos que no habían sufrido violencia en la niñez sí que

perpetraban agresiones físicas contra su pareja.

Estos hallazgos evidencian que la exposición a la violencia familiar desde la infancia no es una

condición suficiente para su posterior desarrollo, sugiriendo la influencia de un conjunto de factores

más complejos en el fenómeno (Widom y Wilson, 2015). De forma específica, algunos autores han

encontrado un papel mediador entre la exposición a la violencia familiar y la perpetración de la

violencia en las relaciones de noviazgo en el desarrollo de actitudes que aceptan y justifican el uso de

la violencia (Clarey et al., 2010; Kinsfogel y Grych, 2004; O'Keefe, 1997; Reitzel-Jaffe y Wolfe, 2001).

La investigación con una muestra de más de 1.000 adolescentes de Houston realizada por Temple y

colaboradores (2013a) reflejó resultados coherentes con los estudios anteriores, encontrando que la

aceptación de la violencia ejercida por la mujer mediaba entre la exposición a la violencia

interparental y la perpetración de violencia física y psicológica en la relación de noviazgo. En nuestro

país, un estudio de Díaz-Aguado (2003) con adolescentes planteó que la existencia de determinadas

características psicosociales cómo establecer vínculos sociales no violentos, rechazar todo tipo de

violencia (haciendo una crítica a la violencia observada en la infancia), o adquirir habilidades


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 73

alternativas a la violencia que permitan afrontar el estrés y resolver los conflictos, explicaría aquellos

casos en los que a pesar de haberse desarrollado en un contexto familiar violento no se produce la

transmisión generacional de la violencia. Por otro lado, la ausencia de estudios longitudinales junto

con los posibles sesgos de las medidas de autoinforme que se emplean en estudios retrospectivos

también plantea importantes limitaciones a la hora de poder establecer conclusiones

suficientemente consistentes al respecto.

En conclusión, haber sido testigo o víctima de violencia en la familia de origen aumenta la

probabilidad de que se lleve a cabo un aprendizaje de estas conductas y se reproduzcan

posteriormente en las relaciones de pareja. Sin embargo, este no sería un factor determinante para

la aparición de relaciones de noviazgo violentas ya que no se cumple en todos los casos, lo que indica

que es fundamental tener en cuenta otros factores de riesgo y protección que estén interactuando

con la historia familiar del individuo.

2.4. Teorías ecológicas de la violencia en las relaciones de pareja

Estas teorías parten del modelo ecológico de Bronfenbrenner (1979), utilizado y adaptado

por diversos autores para explicar la violencia en las relaciones de pareja, entre los que destaca

Dutton (1985) con su teoría ecológica anidada de la violencia en la pareja y Heise (1998) con su

modelo ecológico de factores asociados con la violencia en la pareja (Figura 4). Desde esta

perspectiva ecológica se plantea que el comportamiento violento es producto de la interacción de

diferentes factores (del individuo, la familia, la comunidad, la cultura y la especie) que se dan en

distintos niveles: (a) nivel macrosistema; (b) nivel exosistema; (c) nivel microsistema; y (d) nivel

ontogenético.

El nivel ontogenético se refiere a las reacciones fisiológicas, cognitivas, conductuales y

emocionales que aumentan o disminuyen la probabilidad de presentar conductas violentas, es un


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 74

nivel específico del desarrollo del individuo y lo que este aporta a la relación actual (Stith et al.,

2004). El microsistema hace referencia al contexto más inmediato del individuo que generalmente es

la familia y la relación de pareja, y en el que se produce el comportamiento violento (Alencar-

Rodrigues y Cantera, 2012; Stith et al., 2004), produciéndose una combinación de variables del

macrosistema y el exosistema con las características de la pareja. Por su parte, el nivel de exosistema

o subcultura incluye las redes sociales, instituciones, leyes, sistemas educativos, medios de

comunicación y todas las estructuras formales o informales del entorno social del individuo que

influyen en el proceso del abuso en la relación de pareja debido a la influencia que ejercen en el

microsistema, por carecer de efectividad o de respuestas adecuadas sobre el mismo y/o normalizar

los modelos violentos (Alencar-Rodrigues y Cantera, 2012). En último lugar encontramos el nivel más

amplio de todos, el macrosistema o el entorno sociocultural en el que se ubican los individuos y que

hace referencia a variables relativas a la estructura patriarcal de la sociedad, la cultura machista y

determinadas normas sociales que legitiman la agresión.

Figura 4

Modelo Ecológico de Factores Asociados con la Violencia en la Pareja (tomado de Heise et al., 1999)
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 75

Este marco teórico ofrece una visión multicausal del fenómeno de la violencia en las

relaciones de pareja, partiendo del planteamiento de que las explicaciones basadas en factores

únicos no son capaces de explicar los resultados de las investigaciones sobre la violencia en las

relaciones íntimas (Dutton, 1985, 1994). De este modo, los anillos superpuestos del modelo reflejan

la interrelación e interdependencia que los factores presentes en los distintos niveles tienen entre sí.

Los modelos ecológicos postulan que, para diseñar medidas de intervención que actúen sobre la

problemática, los factores de los distintos niveles deben ser considerados y estudiados de forma

simultánea, teniendo en cuenta su interacción (Ali y Naylon, 2013).

Recientemente White (2009), partiendo de modelos ecológicos anteriores, ha llevado a cabo

una adaptación de estos proponiendo un modelo de agresión interpersonal en adolescentes, el

Gendered Adolescent Interpersonal Aggression, (GAIA), en el que contempla también la violencia que

se produce en las relaciones de noviazgo. El autor desarrolla esta adaptación al considerar que la

violencia en las relaciones de pareja adolescentes debe ser estudiada a partir de un modelo

ecológico que considere no solo al individuo, sino también la influencia que ejerce sobre él los

amigos, la relación de pareja, el contexto familiar y diversas instituciones sociales que intervienen en

el desarrollo de la identidad personal del adolescente. No obstante, no se trata de un modelo

específico de violencia en las relaciones de noviazgo adolescente.

2.5. Otras teorías y modelos explicativos

2.5.1. Teorías genéticas

A lo largo de la historia del estudio de la violencia en las relaciones de pareja se han obtenido

datos consistentes sobre hallazgos de comportamientos violentos en la familia de origen del agresor

o agresora, los cuales han sido explicados en su mayoría a partir de los planteamientos de las teorías

de aprendizaje social, sin prestar atención a otras explicaciones alternativas como los factores
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 76

genéticos (Barnes et al., 2013). Así, un enfoque reciente en el estudio de la violencia en las relaciones

de pareja es el reconocimiento de la genética como un factor influyente en este tipo de

comportamientos, con el fin de descifrar aquellas vías biológicas que predisponen la aparición de

este tipo de conductas y poner mecanismos médicos que permitan regular el comportamiento

agresivo. Aunque es necesario ampliar el campo de investigación adoptando enfoques bio-sociales

que nos permitan comprender en profundidad las causas de esta problemática, lo cierto es que

diversos estudios que parten de estos planteamientos han encontrado cierta evidencia empírica

acerca de la influencia genética (Hines y Saudino, 2002; Janssen et al., 2005; Pinto et al., 2010).

Algunos estudios genéticos se han centrado en la existencia de rasgos de personalidad impulsivos o

antisociales, sin embargo, las investigaciones que han obtenido resultados empíricos más

consistentes son aquellas que han estudiado el papel de la enzima monoamina oxidasa A (MAOA),

asociada con la presencia de comportamientos agresivos en la infancia y conductas antisociales y

violentas en la adolescencia y la edad adulta (Caspi et al., 2002; Janssen et al., 2005).

El primer estudio que analizó la influencia genética sobre el comportamiento agresivo fue el

llevado a cabo por Hines y Saudino (2004), quienes encontraron que alrededor del 20% de la varianza

era explicado por factores genéticos en una muestra de adolescentes estadounidenses compuesta

por 134 gemelos monocigóticos y 41 dicigóticos. También destaca el estudio longitudinal de Barnes y

colaboradores (2013) con una muestra de 462 gemelos monocigóticos y 721 dicigóticos en el que los

datos obtenidos indican que los factores genéticos representaron el 24% de la varianza de golpear a

la pareja, el 54% de herirla, y el 51% de obligarla a mantener relaciones sexuales. En esta

investigación el entorno no compartido por los gemelos explicaría el resto de la varianza, sin que los

factores ambientales compartidos ejerzan influencia en el comportamiento agresivo. Por su parte,

Stuart y colaboradores (2014) llevaron a cabo un estudio en el que midieron niveles de MAOA y del

gen transportador de la serotonina (5-HTTLPR) en hombres con problemas de alcoholismo inscritos

en un programa de intervención para agresores, y comprobaron que la baja expresión de MAOA y 5-

HTTLPR se relacionaba con una mayor probabilidad de agredir física y psicológicamente a la pareja.
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 77

En conclusión, las investigaciones científicas realizadas hasta la fecha arrojan luz a la

existencia de factores genéticos que influyen en la violencia ejercida en las relaciones de pareja, sin

embargo los genes no existen en el vacío sino que interactúan con el ambiente, por ello es de vital

importancia ir más allá de simples estudios de asociación genética y llevar a cabo investigaciones que

nos permitan conocer las interacciones que se producen entre la genética y el ambiente, así como el

papel moderador de los factores ambientales sobre el impacto de los genéticos (Abbey, 2014;

DeWall y Way, 2014). Además, es importante tener en cuenta que, aunque los resultados de las

investigaciones realizadas encuentran una cierta influencia genética en el comportamiento agresivo

hacia la pareja, más de tres cuartos de la varianza no puede atribuirse a factores genéticos.

2.5.2. Modelo de sistemas del desarrollo de la violencia en la pareja

El modelo de sistemas de desarrollo de la violencia fue desarrollado por Capaldi y

colaboradores (2005), considerando a la relación de pareja como un sistema dinámico de desarrollo

en el que los comportamientos que se producen en él están inherentemente interactuando y son

sensibles a las características de desarrollo de cada uno de los miembros de la pareja y a los factores

contextuales (tanto de contextos próximos como más amplios). Así, este enfoque enfatiza la

importancia de considerar: (a) la historia de desarrollo de cada miembro de la pareja; (b) los

comportamientos e interacciones de cada miembro de la pareja dentro de la diada; y (c) las

interacciones de cada miembro por separado y de la diada en conjunto, con otros factores

contextuales y del sistema social. Señala la importancia de tener en consideración la interacción que

se produce entre los factores biológicos (p.ej., las influencias genéticas), las características

individuales (p.ej., el temperamento), los factores contextuales (p.ej., el divorcio de los padres) y las

experiencias de socialización (principalmente dentro de la familia de origen y el grupo de iguales),

considerando el carácter dinámico de dicha interacción a lo largo del tiempo. Cada una de las áreas

que recoge el modelo identifica objetivos importantes para la investigación en cuanto a su papel
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 78

potencial en el fenómeno de la violencia en la pareja, con el fin de incluirlos en los programas de

prevención e intervención como factores de riesgo.

Así, el modelo plantea que los factores de riesgo parentales (depresión, comportamientos

antisociales) y las prácticas de crianza inapropiadas tienden a aparecer simultáneamente dentro de

familias que también experimentan un número alto de factores de riesgo contextuales (p.ej., un bajo

estatus socioeconómico, problemas de empleo o divorcio de los padres). Estos factores se relacionan

con la aparición de síntomas depresivos y problemas de conducta en los adolescentes. Desarrollar

esta sintomatología y conductas antisociales aumenta a su vez el riesgo de que estos adolescentes se

relacionen con iguales también conflictivos, así como que escojan parejas con características

similares. Como consecuencia, se establecerán parejas en las que sus miembros presentarán un

riesgo incrementado para implicarse en relaciones conflictivas y/o violentas, moviéndose a su vez en

un contexto de mayor riesgo (p.ej., desempleo, arrestos).

2.5.3. Marco teórico contextual de la violencia en la pareja

Es una concepción teórica alternativa propuesta por Bell y Naugle (2008) a partir de una

revisión de las teorías existentes sobre la violencia en las relaciones de pareja, como la teoría del

aprendizaje social (Bandura, 1973, 1977), y el modelo de antecedentes situacionales (Riggs y O'Leary,

1989, 1996). A pesar del apoyo empírico que habían obtenido estas teorías, Bell y Naugle (2008)

consideran que todavía existen limitaciones para explicar los episodios violentos en las relaciones de

pareja y diseñar medidas preventivas y de intervención eficaces. En consecuencia, crean este marco

teórico contextual de la violencia (Figura 5) en el que incluyen: (a) antecedentes remotos,

antecedentes próximos; (b) factores de motivación; (c) repertorio conductual; (d) estímulos

discriminativos; (e) reglas verbales; y (f) consecuencias punitivas y /o reforzantes de la conducta

agresiva. Así, los autores integran los conceptos de la violencia en las relaciones de pareja en un

marco conceptual coherente, analizándolos de forma detallada y teniendo en cuenta todas las

variables contextuales citadas anteriormente, dentro de las cuales se identifican una serie de
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 79

variables proximales potencialmente relevantes. Estas unidades contextuales son producto de

hipótesis sobre el grado de influencia que ejercen en la comisión de violencia en la relación de pareja

(conducta objetivo). Los autores señalan que este marco contextual permite al investigador estudiar

de forma selectiva el contexto en el que se produce el episodio violento desde un nivel micro a uno

macro, examinando el impacto de una unidad contextual o estudiando la relación que se da entre

dos o más unidades y como se asocian después con la perpetración de la violencia.

Figura 5

Marco Teórico Contextual de la Violencia en la Pareja (tomado de Bell y Naugle, 2008)


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 80

3. TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES DE

NOVIAZGO

A pesar de que en los últimos 30 años el número de investigaciones sobre la violencia en las

relaciones de noviazgo ha proliferado notablemente, todavía son escasos los modelos teóricos

desarrollados que se han centrado de forma específica en las características de este tipo de

relaciones sentimentales. Sabemos que verse inmerso en noviazgos violentos aumenta las

probabilidades de establecer relaciones sentimentales violentas en la edad adulta (Smith et al.,

2003), y que existen factores de riesgo que son comunes a ambos tipos de violencia (p. ej., consumo

de alcohol, nivel socioeconómico, violencia interparental) (Follingstad et al., 1999; Hines y Straus,

2007; Lewis y Fremouw, 2001). No obstante, los noviazgos violentos presentan características y

factores específicos frente a la violencia marital (p.ej., duración, nivel de compromiso, origen de los

conflictos, habilidades para resolverlos, etc.), por lo que es necesario estudiar cada una de estas

relaciones violentas de forma concreta. Si identificamos las variables que están presentes

específicamente en las relaciones de noviazgo, así como los procesos de origen y mantenimiento

propios de la violencia que se da en este tipo de relaciones sentimentales, podremos diseñar

programas de prevención e intervención más eficaces y dirigidos de forma concreta a estas

relaciones. A pesar de los avances de la comunidad científica en la materia, aun son insuficientes las

investigaciones que han explorado las posibles similitudes y diferencias en los factores presentes en

los noviazgos y los matrimonios violentos (Shorey et al., 2008).

A continuación, abordaremos en profundidad dos modelos teóricos que explican el origen

y/o mantenimiento de la violencia en las relaciones de noviazgo, al tratarse de los más importantes.

Cabe destacar el Modelo de factores antecedentes y situacionales de la violencia en el noviazgo

(Riggs y O´Leary, 1989), al haber recibido una amplia aceptación por parte de la comunidad científica.
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 81

3.1. Modelo de factores antecedentes y situacionales de la violencia en el noviazgo

Los investigadores Riggs y O´Leary (1989) pusieron el énfasis en las características específicas

que tienen las relaciones de noviazgo de los adolescentes frente a las relaciones de parejas casadas,

defendiendo así la importancia de establecer un modelo teórico específico para las relaciones de

noviazgo. Como respuesta a esta necesidad crearon su modelo de factores antecedentes y

situacionales de la violencia en el noviazgo en el que relacionaron las conductas violentas hacia la

pareja con estos dos factores (los cuales a su vez pueden interaccionar entre sí). Desde su creación

algunos investigadores han llevado a cabo estudios empíricos que han apoyado la validez y utilidad

de este modelo, señalando que al aplicarlo en sus investigaciones han podido explicar el 50% de la

varianza de las conductas violentas que se daban en la relación de noviazgo (Cano et al., 1998; Luthra

y Gidycz, 2006; Riggs y O´Leary, 1996; White et al., 2001).

Los factores antecedentes hacen referencia a las características individuales y sociales del

adolescente que incrementan la posibilidad de que se comporte de manera violenta, tales como:

modelos familiares agresivos, maltrato infantil, aceptación de la violencia como una herramienta

para solucionar los conflictos con la pareja, características de personalidad agresivas y /o impulsivas,

etc. (Figura 6). Por su parte, los factores situacionales se refieren a situaciones o acontecimientos

precipitantes que incrementan el conflicto dentro de una pareja y, por consecuencia, la posibilidad

de que se produzcan conductas violentas ante determinados escenarios, como por ejemplo: baja

satisfacción con la relación, déficit en las habilidades de comunicación y solución de problemas, bajo

nivel de compromiso, estrés, abuso de sustancias, agresiones recibidas por parte de la pareja y

expectativas de resultados positivos tras la conducta agresiva (Figura 7). Además, siguiendo con el

marco del modelo de la teoría social, los autores destacan que las consecuencias de las conductas

agresivas que se producen en la relación de pareja juegan un papel importante en el mantenimiento

o la disminución de este tipo de comportamientos, aunque reconocen la dificultad de establecer

relaciones inequívocas entre el acto violento y la consecuencia. Así, cuando dichas consecuencias son
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 82

percibidas como positivas (p.ej., “ganar” la discusión, recobrar parte del control perdido, poner fin a

una situación conflictiva) se incrementaría la probabilidad de volver a ejercer la violencia contra la

pareja, al considerar que de ese modo van a obtener resultados positivos. Por el contrario, cuando

las consecuencias de las agresiones dentro del noviazgo son percibidas como negativas (p.ej.,

negación de la víctima a hablar, desaprobación social, arresto) la probabilidad de volver a emplear la

violencia contra la pareja como medio para solucionar un conflicto será baja, pues la expectativa de

que así puedan conseguir resultados positivos se ve reducida. No obstante, es necesario analizar el

papel de las consecuencias en cada caso y situación de manera específica, ya que la percepción de

valor positivo o negativo es subjetiva y un mismo acto violento puede tener consecuencias de ambos

tipos, al igual que pueden influir de manera diferente para el agresor y para la víctima.

Sin embargo, y a pesar de las limitaciones mencionadas, cabe resaltar que este modelo

teórico es el único desarrollado para explicar de manera específica las relaciones de noviazgo y

además se trata de un modelo multicausal que contempla una gran variedad de variables explicativas

de diferente naturaleza, integrando en él los principios del conductismo y del aprendizaje social.
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 83

Figura 6

Factores Antecedentes de la Violencia en el Noviazgo (tomado de Riggs y O’Leary, 1989)


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 84

Figura 7

Factores Situacionales de la Violencia en el Noviazgo (tomado de Riggs y O’Leary, 1989)


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 85

3.2. Modelo de los procesos emocionales y cognitivos mediadores entre la exposición a la

violencia familiar y la perpetración de la violencia en el noviazgo

Jouriles y colaboradores (2012) plantean un modelo conceptual sobre los procesos

emocionales y cognitivos que operan en la relación entre la exposición a la violencia familiar y la

perpetración de agresiones en las relaciones de noviazgo adolescentes.

Entre los procesos cognitivos que describen en el modelo diferencian entre los siguientes: 1)

las creencias explícitas; 2) las estructuras de conocimientos implícitas y; 3) la función ejecutiva. Los

elementos cognitivos se pueden ver influenciados negativamente por la exposición de los

adolescentes a la violencia familiar, y a su vez pueden contribuir a la perpetración de violencia en la

relación de noviazgo (Figura 8).

Figura 8

Exposición a la Violencia Familiar, Perpetración de la Violencia en el Noviazgo y los Procesos

Cognitivos Mediadores (adaptado de Jouriles et al., 2012)

Exposición a
violencia familiar

Procesos cognitivos
(creencias explicitas,
estructuras conocimiento
implícito, función ejecutiva)

Perpetración
violencia en el
noviazgo
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 86

Aquellos adolescentes que usan la violencia en sus noviazgos presentan creencias explícitas

de: justificación y aceptación de este tipo de conductas como herramienta para solucionar los

problemas; sobre las consecuencias positivas o negativas que tiene la perpetración de agresiones en

el noviazgo; o creencias sexistas que dan soporte al empleo de la violencia contra la pareja.

Una segunda clase de cogniciones que contemplan son las estructuras de conocimiento

implícitas, que hacen referencia a esquemas y guiones sobre las interacciones sociales. Pueden

contribuir a la perpetración de la violencia en el noviazgo, llegando a ser en determinadas

circunstancias más importantes que las creencias explícitas ya que operan automáticamente y fuera

de la conciencia. De forma específica, en la exposición a la violencia familiar inicialmente se crean

esquemas relativos a la agresión que van ganando consistencia a medida que aumenta dicha

exposición. Como resultado muchos adolescentes pueden interpretar algunos estímulos ambiguos

como provocadores o amenazantes y ejercer violencia contra su pareja de forma impulsiva, sin

conciencia de sus acciones y las consecuencias. Por este motivo las estructuras del conocimiento

implícito pueden relacionarse de forma más estrecha con la perpetración de la violencia en el

noviazgo que las creencias explícitas, las cuales son más producto de un pensamiento consciente y

reflexivo.

El último elemento cognitivo es la función ejecutiva que se refiere al conjunto de habilidades

necesarias para resolver un problema, tales como: planificación, capacidad de organización, atención

selectiva, control inhibitorio y mantenimiento óptimo de procesos cognitivos (Morgan y Lilienfeld

2000). La exposición temprana a violencia se relaciona con una pobre función ejecutiva y se asocia

fuertemente con conductas antisociales. Además, los procesos conductuales de autocontrol (para los

cuales se precisan habilidades propias de la función ejecutiva), se relacionan con los impulsos de los

adolescentes para responder de forma violenta en sus relaciones de noviazgo.

Lo que estos autores plantean es que los distintos elementos cognitivos pueden operar

secuencialmente o de forma independiente. La violencia en las relaciones de pareja puede

considerarse reactiva, en cuyo caso las cogniciones implícitas tienen mayor influencia sobre el
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 87

comportamiento violento; o proactiva, donde son las cogniciones explícitas las que anulan a las

implícitas para determinar la conducta. En el caso de la función ejecutiva, puede estar relacionada

con la capacidad del adolescente de activar rápidamente creencias explícitas y participar en un

procesamiento cognitivo más complejo, por lo que aquellos adolescentes que presentan una función

ejecutiva pobre presentan más dificultades para llevar a cabo un procesamiento cognitivo reflexivo,

lo que hace que la cognición implícita sea la que tengan más fuerza para guiar la conducta.

En lo que respecta a los procesos emocionales, el modelo contempla: 1) el trauma, 2) la

sensibilidad al rechazo y 3) la regulación emocional.

La exposición reiterada a eventos traumáticos provoca la aparición de síntomas psicológicos

de trauma tales como la hipervigilancia, que hacen a la persona más sensible y reactiva a estresores.

Esa hipervigilancia puede hacer que el adolescente interprete como ambiguos o negativos

determinados comportamientos de su pareja, sintiéndose atacado o amenazado, activándose su

sistema de estrés e incrementándose la probabilidad de que responda de forma violenta. En

concreto la exposición reiterada a violencia en el contexto familiar constituye experiencias

traumáticas para los adolescentes.

La sensibilidad al rechazo es el producto de haber sufrido desde etapas tempranas

experiencias de rechazo, las cuales han sido conceptualizadas como algunas formas de violencia

familiar (p.ej., violencia emocional). Así, la sensibilidad al rechazo se caracteriza por la presencia de

una respuesta ansiosa ante la expectativa de ser rechazado, un sesgo a la hora de percibir rechazo y

una mayor reactividad ante el rechazo percibido (Downey y Feldman 1996). Las personas que tiene

una alta sensibilidad al rechazo tienden a evitar la ruptura de relaciones, involucrándose de forma

desmedida en ellas con el fin de conseguir una aceptación incondicional por parte de la pareja. Ante

el miedo que les supone poder ser rechazadas, estas personas son propensas a interpretar

determinadas conductas de la pareja (p.ej., falta de atención) como una amenaza, lo que incrementa

significativamente la probabilidad de emplear la violencia para enfrentar dicha amenaza o transmitir

su miedo.
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 88

En último lugar, con respecto a la regulación emocional se sabe que sufrir abuso o

negligencia en la infancia y/o adolescencia se relaciona con una mayor dificultad en esas personas

para desarrollar autocontrol en sus conductas cuando experimentan emociones negativas intensas.

En concreto las dificultades para regular la ira pueden provocar una respuesta violenta hacia la

pareja. Además, hay evidencia sobre el papel mediador que tiene el manejo de la ira entre la

exposición a la violencia familiar y la perpetración de la violencia en la pareja (Wolf y Foshee, 2003).

En definitiva, lo que el modelo plantea es que tanto los constructos cognitivos como los

procesos emocionales operan de forma conjunta en la perpetración de la violencia en el noviazgo en

aquellos adolescentes que están expuestos a violencia familiar, condición que ya supone un factor de

riesgo en sí misma. Tal como refleja la Figura 9, los procesos emocionales y cognitivos pueden influir

en la relación entre estar expuesto a violencia familiar y perpetrar violencia en el noviazgo. Más

específicamente se observa como la exposición a la violencia familiar influye directamente en los

procesos emocionales y cognitivos del adolescente, lo que provoca a su vez que estos actúen

aumentando la probabilidad de que ejerza violencia contra su pareja en el noviazgo. Al mismo

tiempo el modelo defiende que hay una interacción entre los procesos emocionales y los constructos

cognitivos que hace que se influyan mutuamente, lo que también termina incrementando o

disminuyendo la probabilidad de que el adolescente responda de forma violenta contra su novio/a.

En conclusión, el modelo de Jouriles y colaboradores (2012) pone de manifiesto la relevancia y

complejidad de las interacciones entre múltiples elementos cognitivos y emocionales a la hora de

predecir la perpetración de la violencia en el noviazgo.


CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 89

Figura 9

Exposición a la Violencia Familiar, Perpetración de la Violencia en el Noviazgo y los Procesos

Cognitivos y Emocionales (adaptado de Jouriles et al., 2012)

Regulación Sensibilidad
Trauma
emocional al rechazo

Procesos
emocionales
Exposición Perpetración
violencia violencia
familiar noviazgo

Procesos
cognitivos

Estructuras
Creencias Función
conocimient
explícitas ejecutiva
o implícito

4. RESUMEN DEL CAPÍTULO

Nuestro conocimiento sobre la violencia en las relaciones de noviazgo aún es limitado, no

sólo por la escasez de estudios longitudinales o por las dificultades metodológicas comentadas en el

Capítulo 1, sino también por la falta de investigaciones que desarrollen modelos teóricos

multicausales y que contemplen de forma específica las relaciones de noviazgo.

En términos generales, los estudios sobre el patrón de desarrollo de la violencia en las

relaciones de pareja han permitido conocer su carácter cíclico, así como la existencia de una escalada
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 90

en los episodios violentos cuando se mantienen en el tiempo, produciéndose un incremento en la

intensidad y gravedad de las agresiones, y un aumento de la frecuencia con la que se producen

(Walker 1979, 1999).

Si nos centramos en los modelos teóricos desarrollados para explicar el fenómeno de la

violencia en las relaciones de pareja, en los últimos 30 años la comunidad científica ha ido

desarrollando diferentes teorías con el fin de ir dando cada vez una explicación más elaborada sobre

el origen y mantenimiento de la problemática (véase Tabla 2 para un resumen). Así, durante las

últimas décadas hemos asistido a una gran evolución en el campo de la violencia en las relaciones de

pareja, desde el desarrollo de teorías que se centraban en un solo factor y/o contemplaban sólo la

violencia ejercida contra la mujer (p.ej., teorías feministas, teorías genéticas) hasta la elaboración de

modelos teóricos de gran complejidad, que estudiaban a hombres y mujeres violentos, y que parten

de una perspectiva de desarrollo que considera la influencia e interacción de múltiples variables

involucradas en la problemática. En este sentido, las teorías multisistémicas han aportado

sustanciales avances en el estudio de la violencia en las relaciones de pareja, salvando las

limitaciones que presentaban otras teorías anteriores. No obstante, en lo que respecta a la violencia

en el noviazgo hasta la fecha disponemos de escasos modelos teóricos que se hayan desarrollado de

forma específica para este tipo de relaciones sentimentales, a pesar de contar con evidencia empírica

que señala la presencia de características y dinámicas específicas de este tipo de relaciones

sentimentales que deben ser exploradas y tenidas en cuenta para entender mejor su origen y

desarrollo. Por su parte, White (2009), a partir de teorías ecológicas, ha desarrollado una adaptación

para explicar la violencia interpersonal entre adolescentes, contemplando también las relaciones de

noviazgo y señalando la importancia de explorar contextos de socialización que tienen gran

relevancia en el desarrollo de la identidad personal del adolescente. Sin embargo, no se trata de un

modelo específico de violencia en las relaciones de noviazgo de los adolescentes.

En conclusión, hasta la fecha son escasos los modelos teóricos desarrollados para explicar la

violencia en las relaciones de noviazgo. En este capítulo hemos presentado el Modelo de factores
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 91

antecedentes y situacionales de la violencia en el noviazgo de Riggs y O´Leary (1989) y el Modelo de

los procesos emocionales y cognitivos mediadores entre la exposición a la violencia familiar y la

perpetración de la violencia en el noviazgo (Jouriles et al., 2012) al ser aquellos que además

contemplan de forma específica población adolescente. Hasta la fecha el Modelo de factores

antecedentes y situacionales de la violencia en el noviazgo (Riggs y O´Leary, 1989) es la teoría

desarrollada para explicar la violencia en las relaciones de noviazgo que ha mostrado ser más

completa, abordando la existencia de un gran número de factores implicados en el fenómeno, la

interacción entre ellos y el papel de las consecuencias en el mantenimiento de la conducta violenta,

lo que ha supuesto una importante aportación en el área de la violencia en el noviazgo y una gran

herramienta para los autores que elaboran intervenciones preventivas (Whitaker et al., 2007).
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 92

Tabla 2

Resumen de las Teorías y los Modelos Explicativos de la Violencia en las Relaciones de Pareja

Teorías Principales Autores Aportaciones Limitaciones


No tienen en cuenta los datos de
prevalencia de violencia
Violencia en la pareja como
femenina y victimización
Tª de poder y control (Dutton y fenómeno establecido es una
masculina en población general.
Strachan, 1987; Straus et al., sociedad patriarcal que favorece la
Explican la violencia femenina
Tª Feministas 1980) dominancia del hombre sobre la
como respuesta de autodefensa,
Control coercitivo Stark (2007) mujer. La violencia del hombre tiene
sin tener en cuenta la evidencia
Terrorismo íntimo (Johnson, 1995) como propósito someter a la mujer
empírica que no apoya esta
bajo su control y ejercer poder
hipótesis

No puede ser aplicable a todos


los casos. Estudios con población
Explica la evolución y el general adolescente muestran
Tª del Ciclo y Escalada de la
Walker (1979) mantenimiento de la violencia en las que la mayoría no mantiene la
violencia
relaciones de pareja perpetración de violencia en sus
relaciones de pareja en la adultez

No explica aquellos casos en los


Conducta violenta como producto de que la exposición a la violencia en
aprendizaje por modelado. Da lugar la infancia no es una condición
a la teoría de la transmisión suficiente porque la persona no
intergeneracional: la violencia en el desarrolla posteriormente
Tª del Aprendizaje Social Bandura (1973,1977) contexto familiar genera el patrones agresivos. Tampoco
aprendizaje de estilos logra explicar aquellos casos de
interpersonales agresivos que se personas violentas no provienen
muestran en las relaciones familiares de contexto familiar violento.
y sentimentales posteriores Necesidad de explorar variables
mediadoras
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 93

Teorías Principales Autores Aportaciones Limitaciones


El comportamiento violento es
Tª ecológica anidada de la producto de la interacción de
violencia en la pareja (Dutton, diferentes factores (individuo,
Tª Ecológicas de la violencia en la 1985) familia, comunidad, cultura) que se
pareja Modelo ecológico de factores dan en distintos niveles
asociados con la violencia en la (macrosistema, exosistema,
pareja (Heise, 1988) microsistema y ontogenético)

La genética como factor influyente No tienen en cuenta variables


en la conducta violenta contra la ambientales que influyen en la
pareja. Establece las vías biológicas violencia ni la interacción de
Hines y Saudino (2004)
que predisponen la aparición de este estas con los factores genéticos.
Tª Genéticas Barnes y colaboradores (2013)
tipo de conductas y propone No dan respuesta a la varianza de
Stuart y colaboradores (2014)
tratamientos médicos para regular el la conducta que no puede
comportamiento agresivo. explicar la genética.

Concepto de un sistema dinámico de


desarrollo en el que las conductas
que se dan en una relación de pareja
Modelo de Sistemas de Desarrollo interactúan y son sensibles a las
Capaldi y colaboradores (2005)
de la violencia en la pareja características de desarrollo de cada
uno de los miembros de la pareja y a
factores contextuales

Estudio selectivo del contexto en el


que se produce el episodio violento
desde un nivel micro a uno macro,
Marco Teórico Contextual de la examinando la relación que se da
Bell y Naugle (2008)
violencia en la pareja entre dos o más unidades, y como se
asocian después con la perpetración
de la violencia
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 94

Teorías Principales Autores Aportaciones Limitaciones


Relacionan las conductas violentas
hacia la pareja con factores
Modelo de Factores Antecedentes
antecedentes y situacionales, así
y Situacionales de la violencia en
Riggs y O´Leary (1989) como la interacción de los dos tipos
el noviazgo
de factores entre sí. Específico de las
relaciones de noviazgo

Establecen los elementos cognitivos


Modelo de los procesos
y los procesos emocionales que
emocionales y cognitivos
median entre la exposición a la Solo es aplicable en aquellos
mediadores entre la exposición a
Jouriles y colaboradores (2012) violencia familiar y la perpetración casos en los que exista exposición
la violencia familiar y la
de la violencia en las relaciones de a la violencia familiar
perpetración de la violencia en el
noviazgo. Es específico de las
noviazgo
relaciones de noviazgo
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 95

CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS A LA PERPETRACIÓN DE LA

VIOLENCIA EN LAS RELACIONES DE NOVIAZGO

1. INTRODUCCIÓN

Tal como presentamos en el Capítulo 2, el estudio del fenómeno de la violencia en las

relaciones de pareja ha ido evolucionando a lo largo de la historia y en la actualidad las

investigaciones parten de una perspectiva ecológica, que es la recomendada por la OMS (2002). Así,

desde esta perspectiva se postula que para entender la dinámica en las relaciones de noviazgo

violentas se debe tener como base una perspectiva multicausal, considerando factores culturales,

sociales, de interacción con los contextos próximos de la persona e individuales (Rosales et al., 2013).

Catalano y Hawkins (1996) con su Modelo de Desarrollo Social fueron pioneros en establecer

la existencia de factores de riesgo y de protección para el comportamiento antisocial, creando así

una de las teorías que mayor relevancia y grado de desarrollo experimental, adquirido a través de

estudios transversales y longitudinales (Choi et al., 2005; Vásquez-González, 2003). Estos autores

pusieron de manifiesto la existencia de múltiples factores en el individuo, la familia, el grupo de

iguales, la escuela y la sociedad que, en conjunto, contribuían a predecir el comportamiento

antisocial en el individuo. Además, señalaron que cada etapa evolutiva tenía factores de riesgo y de

protección que cobraban mayor relevancia, por lo que plantearon un modelo de desarrollo de la

conducta antisocial específico para la adolescencia. Desde esta perspectiva se postula que se puede

prevenir conductas antisociales mediante la reducción o eliminación de los factores de riesgo y el

desarrollo y potenciación de los factores de protección implicados en cada comportamiento.

Además, se ha comprobado la existencia de factores de riesgo comunes para distintas conductas

antisociales propias de la adolescencia, tales como el abuso de sustancias, la delincuencia, violencia o

conductas sexuales de riesgo (Hawkins et al., 2002).


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 96

En el contexto específico de la violencia en las relaciones de noviazgo, se entiende por factor

de riesgo cualquier característica individual o del contexto ambiental y/o situacional que se asocia

con un incremento en la probabilidad de convertirse en agresor o víctima de violencia en la pareja.

Como se deriva de esta definición, los factores de riesgo indican una asociación, no una relación

causal, de tal forma que cuantos más factores de riesgo presente el adolescente mayor será la

probabilidad de que se involucre en una relación de noviazgo violenta (Stith et al., 2004; Sugarman y

Hotaling, 1989). Por el contrario, aquellas características individuales o del contexto que disminuyen

la probabilidad de convertirse en agresor o víctima en una relación de noviazgo constituyen los

denominados factores de protección. Los diferentes factores de riesgo y protección interactúan entre

sí estableciendo relaciones de carácter dinámico que explican la ausencia de relaciones lineales y

simples entre un factor y un determinado resultado. En términos generales, se hace distinción entre

factores individuales y relacionales (referidos al contexto de la pareja, familia, sociedad y cultura),

aunque algunos autores proponen clasificar los factores de riesgo en dos grandes sistemas: (1)

factores de riesgo proximales (individuales y de la relación de pareja) y (2) factores de riesgo distales

(contexto familiar y social (Capaldi y Kim, 2007; Riggs et al., 2009).

Vagi y colaboradores (2013) publicaron una revisión de 20 estudios de factores de riesgo y de

protección de la violencia en el noviazgo de adolescentes en la que se identificaron un total de 53

factores de riesgo para la perpetración de agresión. Estos factores se podían clasificar en distintas

categorías, entre ellas: problemas de salud mental, cogniciones, violencia juvenil, consumo de

sustancias, mala calidad en la relación con amigos y familia, características sociodemográficas.

En conclusión, identificar los factores de riesgo y de protección involucrados en la violencia

en las relaciones de noviazgo y tener un mayor conocimiento sobre el papel que juegan cada uno de

ellos, resulta imprescindible para la implementación de programas de prevención que se adapten de

forma específica a esta población, aumentando así su efectividad y eficacia (Rubio-Garay et al.,

2015).
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 97

Puesto que el estudio empírico realizado en la presente tesis doctoral tiene como objetivo

general establecer los factores de riesgo y de protección involucrados en la perpetración de la

violencia psicológica en las relaciones de noviazgo de adolescentes españoles, en este capítulo se

presentará una revisión de los factores de riesgo y de protección más relevantes asociados a la

violencia en las relaciones de noviazgo. A continuación, organizaremos los factores de riesgo y de

protección en las siguientes categorías: (a) factores de riesgo sociodemográficos, (b) factores de

riesgo individuales, (c) factores de riesgo del contexto familiar, (d) factores de riesgo relativos al

grupo de iguales, (e) factores de riesgo del contexto escolar y (f) factores de riesgo relativos a la

relación de pareja. Además, haremos especial mención a aquellos estudios que hayan explorado

dichos factores en población adolescente y que hayan contemplado de forma específica la

perpetración de la violencia psicológica, al ser el objeto de estudio de la presente tesis doctoral.

2. FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS A LA PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA EN EL

NOVIAGO

2.1. Factores sociodemográficos

A continuación, presentaremos detalladamente las variables sociodemográficas que han

mostrado asociarse con la perpetración de la violencia en las relaciones de noviazgo adolescentes,

tales como la edad, el sexo, la raza/etnia, y el nivel socioeconómico.

2.1.1. Edad

La edad ha sido uno de los más estudiados y diferentes investigadores han encontrado

mayores tasas de comportamiento violento en los más jóvenes (Black et al., 2015; Capaldi et al.,

2005; Foshee et al., 2009; Nocentini et al., 2010; Stets y Straus, 1989; Stith et al., 2004), lo que
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 98

indicaría que la etapa evolutiva de la adolescencia en sí misma constituye un factor de riesgo para la

violencia en la relación de pareja, pues durante la edad adulta disminuyen notablemente las tasas de

agresión dentro de la relación sentimental. Con respecto a la violencia psicológica, a pesar de

presentar una tendencia lineal positiva en su desarrollo durante la adolescencia, la ausencia de

estudios longitudinales hasta la vida adulta dificulta poder establecer conclusiones consistentes en

cuanto al papel que juega la edad en la perpetración de esta forma de agresión.

Así, tal como presentamos en el Capítulo 1, contamos con la aportación de Fernández-

González y colaboradores (2013) en su estudio con adolescentes españoles en el que obtienen

resultados que indicarían un descenso en la perpetración de conductas violentas de carácter

psicológico en mujeres a partir de los 20 años. De confirmarse la existencia de una tendencia

cuadrática negativa también en la violencia psicológica, podríamos concluir que existiría un mayor

riesgo de ejercer este tipo de agresiones durante la adolescencia. No obstante, es necesario

desarrollar investigaciones longitudinales que se inicien desde la adolescencia temprana y

contemplen también la edad adulta, con el fin de poder establecer conclusiones sólidas al respecto.

2.1.2. Sexo

Otra variable que ha sido objeto de estudio por distintos investigadores ha sido el sexo de los

sujetos, sin embargo en este caso no se han obtenido resultados que nos permitan determinar que

ser hombre o mujer es un factor de riesgo para verse inmerso en una relación de pareja agresiva sino

que, en términos generales, las tasas de violencia física y psicológica en población adolescente son

similares para ambos (Archer, 2000; Arriaga y Foshee, 2004; Fernández-González et al., 2012; O’Leary

et al., 2008). De forma específica, para la violencia psicológica contamos con distintas investigaciones

que apuntan a que las chicas adolescentes son significativamente más perpetradoras de este tipo de

violencia que los chicos, por lo que el sexo femenino podría actuar como un factor de riesgo

(Fernández-González et al., 2013; Muñoz-Rivas et al., 2007b). Por el contrario, la existencia de

estudios que no han hallado diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 99

hace que las conclusiones al respecto sean confusas (Foshee et al., 2009; Rey-Anacona, 2009; Sears

et al., 2007), lo que nos impide confirmar que el sexo sea un factor de riesgo para la perpetración de

la violencia psicológica en el noviazgo.

2.1.3. Grupo étnico minoritario

Pertenecer a un grupo étnico minoritario se presenta como un factor de riesgo para ejercer

violencia contra la pareja en una relación de noviazgo (Connolly et al., 2010; Foshee et al., 2008,

2010, 2013; Henry y Zeytinoglu, 2012; Rothman et al., 2011; Vagi et al., 2015). No obstante, cabe

señalar que la inmensa mayoría de los estudios que disponemos han evaluado este factor en relación

con la violencia física y/o sexual, y muchos de ellos han medido únicamente victimización. En

cualquier caso, las diferencias encontradas en la agresión cometida por diferentes grupos étnicos

podría ser resultado de la influencia de otros factores sociodemográficos asociados como el estatus

económico o las características de la vecindad en la que residen (Fedina et al., 2016; Offenhauer y

Buchalter, 2011).

Con respecto a la perpetración de la violencia psicológica disponemos de escasos estudios

que hayan medido de manera específica la relación entre perpetración y pertenecer a un grupo

étnico o raza minoritaria. Cabe destacar la investigación de Alleyne-Green y colaboradores (2012)

con una muestra de chicas adolescentes afroamericanas e hispanas de Chicago, quienes concluyeron

que las chicas afroamericanas eran más propensas a ejercer agresiones físicas contra sus parejas que

las hispanas, mientras que para la perpetración de agresiones psicológicas no se hallaron diferencias

significativas. Por otro lado, Nicodemus y colaboradores (2009) en su estudio con adolescentes de

Mississipi señalaron que las altas tasas de perpetración de violencia psicológica podían ser explicadas

porque la mayoría de los participantes de su muestra eran afroamericanos (96%) o porque residían

en entornos predominantemente rurales, o a la combinación de ambas variables. En otro estudio con

adolescentes y jóvenes americanos (West y Rose, 2000), mostró que ser afroamericano aumentaba

el riesgo de ejercer violencia psicológica contra la pareja. Sin embargo, estos autores señalan que no
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 100

es la variable de ser afroamericano en sí misma la que actúa como factor de riesgo frente a ser

caucásico, sino el hecho de que las minorías étnicas o raciales suelen presentar características que

hacen que tengan un mayor riesgo a ser violentos en sus relaciones de noviazgo como, por ejemplo,

tener un estatus socioeconómico marginal o vivir en barrios empobrecidos. Por último, es

interesante la aportación de Edwards y colaboradores (2006), quienes midieron la presencia de

agresiones psicológicas en el noviazgo de adolescentes y jóvenes afroamericanos, concluyendo que

desarrollar una identidad étnica positiva correlacionaba negativamente con ejercer violencia

psicológica contra la pareja.

Por su parte, una variable sociodemográfica que también ha sido estudiada, sobre todo en

investigaciones estadounidenses, ha sido la condición de inmigrante. Destaca un estudio con una

muestra de 3.412 mujeres adolescentes mexicanas inmigrantes en Estados Unidos, el cual encontró

que su estatus de inmigrante actuaba como un factor de riesgo para verse involucradas en noviazgos

violentos, pues presentaban mayores puntuaciones que otras adolescentes de origen latino pero

nacidas en Estados Unidos (Ramos et al., 2011). Sin embargo, hay controversia en cuanto a que la

condición de inmigrante realmente se configure como un factor de riesgo, ya que parece que otros

autores han obtenido evidencia empírica que apoyaría que el ser inmigrante no constituye un factor

de riesgo en sí mismo, sino que la probabilidad de que establezcan noviazgos violentos aumentaría a

medida que la familia inmigrante y/o el propio adolescente presenta conflictos de aculturación en su

nuevo país (DuPont-Reyes et al., 2015; Reyes et al., 2017; Sanderson et al., 2004). La aculturación

hace referencia a la adaptación que los adolescentes hacen de la cultura del país que les acoge, lo

cual puede implicar la adopción o rechazo de los valores y normas culturales de la sociedad de

acogida, así como la retención o pérdida de la identidad de la cultura de origen (Berry 1998; citado

en Reyes et al., 2017). En la perpetración de la violencia psicológica también contamos con

investigaciones que han obtenido resultados en la línea de los mencionados (Hokoda et al., 2007;

Malhotra et al., 2015), entre las cuales podemos destacar la llevada a cabo por Adams y Williams

(2014), que encontraron altas tasas de comportamiento celoso en adolescentes mexicoamericanos


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 101

con conflictos de aculturación. En conclusión, parece que los resultados apuntan a que el nivel de

aculturación estaría mediando en la relación entre el estatus de inmigrante y la violencia en el

noviazgo.

2.1.4. Nivel socioeconómico

Numerosos trabajos científicos han revelado que un bajo estatus socioeconómico puede

actuar como un factor de riesgo para la violencia en las relaciones de noviazgo. En concreto, se ha

encontrado que un bajo nivel de ingresos económicos familiares se asocia con una mayor

probabilidad de ser violento (Pflieger y Vazsonyi, 2006; Sigelman et al., 1984). En este sentido,

Windle y Mrug (2009) propusieron un modelo para la perpetración de la violencia física y verbal en el

que un bajo nivel de ingresos económicos en la familia del adolescente incrementaba el riesgo para

agredir a la pareja, sin hallar diferencias en función del sexo.

Por su parte, otros investigadores han medido el nivel socioeconómico centrándose en el

nivel educativo de los progenitores, tomándolo como un indicador del estatus socioeconómico del

adolescente (Goodman 1999) y obteniendo que, aquellos hijos de padres con menor nivel educativo

presentaban mayores puntuaciones de violencia hacia la pareja (Chang et al., 2014; Henry y

Zeytinoglu, 2012; Foshee et al., 2008). Cabe destacar el reciente estudio longitudinal de Choi y

colaboradores (2017) en que concluyen que el nivel educativo de los padres actuaba como un factor

de riesgo para la perpetración de abuso psicológico, junto con la presencia de sintomatología

depresiva, sin hallar esta relación con las otras formas de violencia que miden en su estudio. No

obstante, otras investigaciones han informado de una ausencia de asociación o una relación débil

entre esta variable y la perpetración de la violencia en el noviazgo (Gage, 2016; Foshee et al., 2013,

2015; Lavoie et al., 2002; Vezina y Hebert, 2007), por lo que no se pueden establecer conclusiones

claras al respecto.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 102

También se han llevado a cabo otras investigaciones que han medido el nivel

socioeconómico atendiendo a las características del barrio donde residen los adolescentes,

revelando que existe una mayor probabilidad de ejercer violencia en los noviazgos de adolescentes y

jóvenes que viven en barrios desfavorecidos o conflictivos (Basile et al., 2013; Chang et al., 2014;

Foshee et al., 2015; Jain et al., 2010; Rothman et al., 2011). Aunque en menor medida, disponemos

de estudios que han evaluado específicamente la perpetración de la violencia psicológica hallando

que, ser testigo de violencia o tráfico de drogas en el vecindario, así como haber participado en

peleas o pertenecer a pandillas del barrio agresivas aumenta la probabilidad de abusar

psicológicamente de la pareja en el noviazgo (Black et al., 2015; Reed et al., 2011). En su estudio

Windle y Mrug (2009) obtuvieron resultados coherentes con los anteriores, pero sólo el caso de los

adolescentes varones. Estos autores platean que quizás esa diferencia con respecto a las mujeres

pueda deberse a que los chicos pasan más parte de su tiempo libre en el vecindario, mientras que las

chicas lo hacen en el hogar, por lo que estarían menos expuestas a escenarios conflictivos o

antisociales.

En conclusión, parece que el nivel socioeconómico y, en concreto, las características del

barrio en el que residen los adolescentes juegan un papel importante en el desarrollo de la violencia.

Estos datos confirmarían que la exposición reiterada a la violencia en otros escenarios diferentes a la

relación de pareja, junto con la legitimidad del uso de esta por parte de la comunidad en la que

reside, influyen en el desarrollo de patrones agresivos dentro de la relación sentimental de los

adolescentes. Sin embargo, todavía son insuficientes los estudios que han medido la influencia del

vecindario en la perpetración de la violencia en el noviazgo, ya que en general se ha estudiado más el

papel de esa variable sociodemográfica en la etiología de otras conductas de riesgo en la

adolescencia (p.ej. consumo de drogas, delincuencia, etc.). Por ello es necesario seguir desarrollando

investigaciones al respecto que aporten mayor claridad a esta cuestión y que, de forma específica,

contemplen la violencia psicológica.


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 103

2.2. Factores Individuales

Las características individuales de los jóvenes violentos en sus relaciones de pareja han sido

los factores que más atención han recibido en la literatura, siendo numerosas las variables que han

mostrado relacionarse positiva o negativamente con el comportamiento agresivo en el noviazgo. A

continuación, expondremos detalladamente aquellas que han mostrado mayor asociación con la

perpetración de la violencia en las relaciones de noviazgo.

2.2.1. Apego

La teoría del apego desarrollada por Bowlby (1969, 1973, 1980) describe cómo las personas

desarrollan un estilo de relación sentimental a partir del vínculo afectivo que establecen durante su

infancia con sus principales figuras de apego, la madre y/o el padre. Así, Bowbly planteó que los

niños forman representaciones mentales y prototipos de relaciones a partir de sus experiencias con

sus cuidadores primarios, las cuales son relativamente consistentes en el tiempo y hacen que en las

primeras relaciones de noviazgo los adolescentes tiendan a seleccionar sus parejas y establecer sus

relaciones basándose en estos modelos o prototipos (Waters et al., 1993). Así, esta teoría postula

que en función de cómo son las primeras experiencias, el vínculo de apego que se establece puede

ser seguro o inseguro.

Establecer un vínculo de apego seguro con los padres hace que el niño/niña desarrolle más

habilidades sociales, sea más autónomo y muestre más interés por aprender durante su desarrollo.

Estas personas desarrollan un sentimiento de seguridad y se sienten cómodas en las relaciones

cercanas y de mutua interdependencia. Tienen una visión positiva de los otros, buscan sostén

cuando lo necesitan y por lo general tienen un buen manejo del estrés. Así, han aprendido a

establecer relaciones de pareja con estilos de apego seguro, en las cuales se muestran más flexibles

en la resolución de conflictos, y pueden regular de manera eficaz sus temores al abandono y la

ansiedad que esto les provoca. Por el contrario, aquellas personas que han desarrollado un apego
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 104

inseguro de tipo evitativo en sus primeros años de vida se muestran como personas desapegadas,

inseguras y en las que hay una marcada preferencia por la distancia emocional con los otros y una

tendencia casi compulsiva a la independencia. También desarrollan modelos de sí mismos

caracterizados por la suspicacia y el escepticismo, y de los otros como personas poco confiables,

sintiéndose incómodos al intimar con otros, evitando la dependencia, de tal modo que, durante la

adolescencia tienden a establecer relaciones amorosas en las que hay un mayor nivel de conflicto

con su pareja y donde se combinan estilos individuales de apego inseguro ansioso y evitativo. En lo

que respecta al apego inseguro ansioso, a diferencia de los anteriores, se trata de personas que no se

sienten nunca seguras y eso los lleva a presentar una excesiva necesidad de cercanía cuando

entablan cualquier tipo de relación personal (con sus padres, sus amigos y/o su pareja). Viven con

muchas preocupaciones o cavilaciones sobre sus relaciones cercanas y tienen un gran temor a ser

rechazados o abandonados. A su vez, permanentemente dudan del afecto de los otros, mostrándose

continuamente demandantes de muestras de afecto que les aseguren que la otra persona se

preocupa por ellos y no les va a abandonar.

Se han llevado a cabo varias investigaciones científicas que han permitido concluir que

establecer un vínculo de apego inseguro con la pareja actúa como un factor de riesgo potencial para

la perpetración de comportamientos agresivos hacia la misma, fundamentalmente cuando el vínculo

de apego inseguro es de tipo ansioso (Lee et al., 2014; Ulloa et al., 2014). Con respecto a la

perpetración de agresiones psicológicas, Miga y colaboradores (2010) en su estudio con población

adolescente encontró que presentar un apego inseguro ansioso hacia la pareja sentimental

incrementaba la probabilidad de que ejerciesen ese tipo de violencia contra la misma, sin hallar estos

resultados cuando el apego inseguro era de tipo evitativo. Sin embargo, Riebel (2016) en su estudio

con una muestra de universitarios que mantenían un noviazgo encontró que un vínculo de apego

inseguro tanto de tipo ansioso como de tipo evitativo era un factor de riesgo para cometer

agresiones psicológicas en la relación. En España, el reciente trabajo de Fernández-Fuertes y

colaboradores, (2019) con 593 adolescentes de Castilla y León mostró que mantener un vínculo de
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 105

apego inseguro de tipo ansioso con la pareja incrementaban la probabilidad de agredirla verbal y

emocionalmente, sin hallar estos resultados con el apego inseguro de tipo evitativo.

2.2.2. Autoestima

La relación entre la autoestima y la violencia en las relaciones de pareja ha sido más

estudiada en relación con la victimización o en muestras de parejas adultas. Además, son escasas las

investigaciones que han encontrado una influencia directa, hallando resultados contradictorios que

indican la necesidad de profundizar sobre el papel que juega esta variable (Foshee et al., 2001). No

obstante, disponemos de algunos estudios que han señalado que una autoestima baja se asocia con

la perpetración de la violencia en el noviazgo (Ackard et al., 2003; Lewis et al., 2002; Pflieger y

Vazsonyi, 2006). De forma específica, una baja autoestima y ejercer agresiones psicológicas en el

noviazgo también presentan una asociación positiva (Sharpe y Taylor, 1999), destacando el estudio

de Díaz-Aguado y Martínez-Arias (2015) con varones adolescentes españoles donde se reflejaba que

una baja autoestima era un factor de riesgo para que los chicos empleasen violencia psicológica y

tácticas de control contra su pareja. Recientemente, en un estudio realizado por Dosil y

colaboradores (2020) con adolescentes del País Vasco, hallaron que una baja autoestima se asociaba

con la perpetración de violencia verbal-emocional.

2.2.3. Habilidades de comunicación

Aunque las habilidades de comunicación han sido comportamientos comúnmente

estudiados en el área de la violencia en parejas casadas, la literatura científica sobre la violencia en el

noviazgo también ha señalado que la existencia de déficits en habilidades de

comunicación/resolución de conflictos se asocia con la perpetración de violencia en estas relaciones

sentimentales (Follingstad et al., 1999; Foshee et al., 2008; Schwartz et al., 2004). Los investigadores

Cornelius y colaboradores (2010) han puesto su atención sobre esta variable en relaciones de

noviazgo, obteniendo que aquellos participantes de su estudio que presentaban un déficit en sus
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 106

habilidades de comunicación mostraban una mayor probabilidad de ejercer violencia psicológica

contra su pareja, en comparación con aquellos que sabían comunicarse de forma adecuada. Por su

parte, Howard (2014) en su investigación para estudiar la relación entre la inteligencia emocional y la

perpetración de violencia física y emocional en las relaciones de pareja de los adolescentes, concluyó

que habilidades como la asertividad se relacionaban negativamente con ejercer abuso emocional o

verbal en el noviazgo.

2.2.4. Ira

Numerosos estudios han encontrado que altos niveles de ira y un déficit en el control de esta

se asocian con la perpetración de violencia contra la pareja en las relaciones de noviazgo (Foshee et

al., 2015; Hautala et al., 2017; Shorey et al., 2017; Smith-Darden et al., 2017), hallando también estos

resultados cuando se ha estudiado de forma específica la perpetración de violencia psicológica

(Clarey et al., 2010; Lundeberg et al., 2004; Parker, 2005; Shorey et al., 2011).

Otros autores han explorado también el papel que juega la hostilidad en la perpetración de

agresiones psicológicas en las relaciones sentimentales de los adolescentes, encontrando una

asociación positiva entre dichas variables (Edwards et al., 2014; Temple et al., 2016). En la

investigación con adolescentes chinos que llevaron a cabo Shen y colaboradores (2012), los

resultados reflejaron que, para los hombres, la hostilidad era un factor de riesgo para ejercer

conductas de control sobre la pareja. Por su parte, un reciente estudio en el que participaron más de

900 adolescentes estadounidenses (Choi et al., 2017) señaló que aquellas chicas que ejercieron

violencia física y psicológica contra su pareja eran significativamente más hostiles que sus homólogos

masculinos.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 107

2.2.5. Impulsividad y búsqueda de sensaciones

La impulsividad ha sido otra de las variables individuales que ha mostrado actuar como un

factor de riesgo para ejercer violencia dentro de las relaciones de noviazgo (Archer et al., 2010;

Shorey et al., 2011).

Los investigadores Gover y colaboradores (2011) realizaron un estudio con 1.399 estudiantes

surcoreanos que apuntó que tener un bajo autocontrol es un factor de riesgo para ejercer agresiones

psicológicas hacia la pareja, al ser más propensos a responder de forma violenta ante

“provocaciones” o conflictos que puedan surgir dentro de la relación. Por el contrario, un buen

autocontrol se asoció con un menor riesgo para ejercer distintas formas de violencia en el noviazgo

de adolescentes latinos estadounidenses (física, psicológica y sexual), actuando como un factor de

protección (Reyes et al., 2017). En la misma línea están los resultados que obtuvo Howard (2014) en

su trabajo con jóvenes universitarios que mantenían una relación de noviazgo, reflejando que un

buen autocontrol reducía la probabilidad de ejercer abuso verbal o emocional en la relación.

La búsqueda de sensaciones es un rasgo de personalidad que Zuckerman (1994) define como

la necesidad de experimentar nuevas, distintas, complejas e intensas sensaciones, así como, el deseo

de correr riesgos físicos y sociales con el objetivo de disfrutar de las sensaciones que les generan

tales experiencias. La investigación previa sobre la búsqueda de sensaciones como un rasgo de

personalidad individual ha demostrado que se asocia con el comportamiento violento en las

relaciones románticas, aunque en la mayoría de los estudios se ha analizado en relación con la

influencia que tienen otras variables como el consumo de sustancias (Marcus, 2012; Wilhite y

Fromme, 2017; Zhan et al., 2013). Los trabajos con muestras de población adolescente que han

analizado la búsqueda de sensaciones lo han hecho centrándose en el comportamiento violento o

antisocial (Alcázar et al., 2017; Álvarez-Cienfuegos y Egea, 2003; Betancourt y García, 2015), no

hallando hasta la fecha investigaciones que hayan analizado la influencia de la búsqueda de

sensaciones con la violencia psicológica ejercida por los adolescentes en sus relaciones de noviazgo.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 108

2.2.6. Consumo de drogas

El consumo de drogas es una práctica común entre adolescentes y jóvenes que con

frecuencia aparece relacionada con otras conductas de riesgo, como el empleo de violencia en las

relaciones de pareja. Por ello son muchas las investigaciones que han estudiado la relación entre

estas variables, reflejando que el consumo de sustancias incrementa la probabilidad, tanto en

hombres como en mujeres, de ejercer distintos tipos de violencia en las relaciones de noviazgo.

Una de las sustancias más estudiadas ha sido el alcohol, hallando que mayores niveles de

consumo se relacionan con un incremento del riesgo de cometer distintos tipos de violencia en el

noviazgo (Basile et al., 2013; Foshee et al., 2015; Orpinas et al., 2017; Reyes et al., 2015; Schnurr y

Lohman, 2013; Temple et al., 2013). En el caso concreto de la violencia psicológica, existen

investigaciones con muestras de universitarios que han mostrado que un mayor nivel de consumo de

alcohol se relacionaba con un incremento de abuso psicológico contra la pareja en sus relaciones de

noviazgo (Shorey et al., 2014, 2015; Warkentin, 2008) Por su parte, el estudio con adolescentes

españoles de Muñoz-Rivas y colaboradores (2010) mostró que el consumo de alcohol también se

relacionaba con un mayor riesgo de perpetrar violencia psicológica en el noviazgo, tanto en hombres

como en mujeres, aunque no se hallaron diferencias significativas en función del nivel de consumo

(bajo, moderado y alto) como sí que presentaba la perpetración de violencia física y sexual.

Asimismo, Haynie y colaboradores (2013) obtuvieron resultados similares en un estudio con

adolescentes estadounidenses, mostrando que aquellos hombres y mujeres que agredían

verbalmente a su pareja tenían más probabilidades de informar de un mayor consumo de alcohol y

cigarros. Recientemente, tenemos una investigación con adolescentes nicaragüenses que también

mostró la existencia de una asociación significativa entre el consumo de alcohol en los últimos 30

días y la perpetración de distintos tipos de violencia, entre ellas psicológica, en las relaciones de

noviazgo (Lu et al., 2020).


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 109

Por su parte, los trabajos que han estudiado el consumo de drogas ilegales en relación con la

violencia en el noviazgo han obtenido resultados coherentes con los comentados con el consumo de

alcohol, configurándose también como un factor de riesgo para la perpetración de violencia en las

relaciones sentimentales de los adolescentes (Melander et al., 2010; Orpinas, et al., 2017; Reyes et

al., 2015; Temple et al., 2013). Aunque la mayoría de los estudios se han centrado en violencia física

y/o sexual, el consumo de drogas ilegales tales como el cannabis, las anfetaminas u otras drogas

duras también aumenta la probabilidad de perpetrar abuso psicológico en las relaciones de noviazgo

de adolescentes y universitarios (Haynie et al., 2013: Muñoz-Rivas et al., 2010; Rivera-Rivera et al.,

2007; Shorey et al., 2014a). Lu y colaboradores (2020a), en su investigación con adolescentes

nicaragüenses, hallaron que el abuso de tabaco, alcohol, marihuana y cigarrillos electrónicos en los

últimos 30 días se relacionaba significativamente con la perpetración de distintas formas de

violencia, entre ellas, la violencia psicológica.

2.2.7. Comportamiento antisocial

El comportamiento antisocial también ha sido una variable que han tenido en cuenta algunos

investigadores, señalando que el desarrollo de este tipo de conductas frecuentes en la adolescencia

favorece que también se empleen tácticas violentas en el contexto de las relaciones de noviazgo

(Andrews et al., 2000; Basile et al., 2013; Hines y Straus, 2007; Ireland y Smith, 2009; Warkentin,

2008).

En lo que respecta a la violencia psicológica, contamos con diferentes autores que han

reflejado la existencia de una asociación positiva entre la presencia de conductas antisociales y/o

delictivas y ejercer abuso emocional contra el novio/a. Ejemplo de ello es el estudio longitudinal de

Lavoie y colaboradores (2002) con una muestra de varones adolescentes, quienes concluyeron que

mostrar conductas antisociales durante la adolescencia media predecía que los chicos ejercieran

violencia física y emocional en sus relaciones de noviazgo. Asimismo, un estudio con mujeres

adolescentes realizado por King y colaboradores (2015) que tenía como objetivo explorar los factores
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 110

de riesgo asociados a la violencia verbal y física, concluyó que la conducta delictiva aumentaba la

probabilidad de que estas mujeres ejerciesen esas formas de violencia contra sus parejas.

2.2.8. Psicopatología

Tal como mostramos en el Capítulo 1, los estudios longitudinales llevados a cabo han

permitido determinar que una de las consecuencias más frecuentes en los adolescentes inmersos en

noviazgos violentos es la presencia de distintos tipos de síntomas clínicos. No obstante, también

contamos con trabajos científicos que han revelado que la presencia de algunos de estos síntomas

también constituye un factor de riesgo para perpetración de agresiones en la relación sentimental.

Estudios previos han señalado que la presencia de sintomatología depresiva aumenta la

probabilidad de implicarse en noviazgos violentos (Haynie et al., 2013; Melander et al., 2010;

Schnurr, 2009). Si nos centramos en aquellas investigaciones que han contemplado la violencia

psicológica podemos destacar el estudio longitudinal de Ulloa y colaboradores (2014) con

adolescentes del sur de California, cuyos resultados mostraron que la presencia de síntomas

depresivos se asociaba de manera positiva con agresiones físicas, psicológicas y sexuales contra la

pareja. Del mismo modo, los resultados obtenidos por Temple y colaboradores (2016) en su

investigación longitudinal con adolescentes estadounidenses (n =1.042) indicaron que la presencia

de síntomas depresivos predecía la perpetración de abuso psicológico en el noviazgo. Recientemente

Choi y colaboradores (2017) también desarrollaron un estudio longitudinal con más de 1.000

adolescentes de institutos públicos de Texas que les permitió concluir que la presencia de

sintomatología depresiva aumentaba la probabilidad de ejercer violencia psicológica, violencia verbal

y violencia física contra el novio/a. En la misma línea, un reciente estudio longitudinal con

adolescentes canadienses halló que aquellos que presentaban síntomas de depresión más intensos

tenían mayor riesgo de perpetrar violencia física y psicológica en su noviazgo (Yu et al., 2018).
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 111

La presencia de sintomatología ansiosa también ha mostrado aumentar la probabilidad de

comportamientos agresivos en las relaciones de pareja de los adolescentes (Foshee et al., 2015),

incluyendo violencia de tipo psicológico (Temple et al., 2016). El trabajo de Choi y colaboradores

(2017) reveló que los adolescentes que ejercían violencia verbal y psicológica en sus noviazgos

mostraban mayores puntuaciones de ansiedad en comparación con aquellos adolescentes que no

eran agresivos con su pareja. En la misma línea, Yu y colaboradores (2018) obtuvieron que presentar

mayores niveles de sintomatología ansiosa predecía la perpetración de violencia física y psicológica

en los noviazgos de los adolescentes canadienses que participaron en su estudio longitudinal.

En menor medida se ha estudiado con adolescentes la relación entre otros problemas

psicopatológicos como el trastorno de estrés postraumático y la agresión en la pareja, siendo en su

mayoría estudios con parejas adultas. No obstante, parece haber evidencia empírica consistente

sobre la influencia que ejerce la presencia de dicha sintomatología en la perpetración de

comportamientos violentos en el noviazgo, actuando como un factor de riesgo (Breet at al., 2016;

Wolitzky-Taylor et al., 2008). Entre los trabajos más relevantes encontramos el realizado por Wolfe y

colaboradores (2004) con más de 1.000 adolescentes hallando que, aquellos que presentaban

síntomas de estrés postraumático derivados de un maltrato infantil tenían mayor riesgo de ejercer

distintas formas de violencia durante la adolescencia media en sus relaciones sentimentales, como

por ejemplo agresiones psicológicas. También disponemos de trabajos científicos con población

universitaria inmersa en relaciones de noviazgo que han concluido que la presencia de síntomas de

estrés postraumático incrementa la probabilidad de ser agresivo física y psicológicamente en su

relación sentimental (Kendra et al., 2012; Taft et al., 2010)

Por su parte, también son escasos los estudios que relacionan el trastorno límite de la

personalidad u otros trastornos de la personalidad con la violencia en las relaciones de pareja, y los

que existen se han centrado fundamentalmente en población adulta (Dutton, 1994; Holtzworth-

Munroe, 2000; Mauricio et al., 2007; South et al., 2008). No obstante, Reuter y colaboradores (2015)
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 112

llevaron a cabo un estudio pionero en población adolescente que exploró de manera específica la

relación entre estas variables, reflejando que la presencia de rasgos límites de personalidad

predecían la perpetración de agresiones físicas, psicológicas y sexuales en el noviazgo. No obstante,

aunque se han propuesto modelos para explicar la asociación entre trastornos de personalidad y la

violencia en la relación de pareja (O´Leary et al., 2007, 2008a), otros estudios sugieren que el papel

de la personalidad no está claro en esta problemática (Tweed y Dutton, 1998; Waltz et al., 2000).

La presencia de sintomatología obsesiva-compulsiva y sintomatología somática también ha

sido analizada en el campo de la violencia en las relaciones de pareja, aunque los estudios realizados

hasta la fecha también son escasos. Sin embargo, las investigaciones que han estudiado la presencia

de estos tipos de síntomas en relación con la violencia en las relaciones de pareja lo han hecho en su

mayoría contemplándolos como consecuencia de ser víctima de violencia en la relación de pareja,

empleando muestras de universitarios y adultos de población general (An et al., 2019; Próspero y

Kim, 2009; Wang y Chen, 2010) y muestras clínicas de mujeres maltratadas (Hou et al.,2005). Ante la

usencia de estudios específicos en población adolescente destaca la investigación de Chase y

colaboradores (2002), por ser la única que analiza la influencia de esta sintomatología en la

perpetración de violencia en el noviazgo en una muestra de adolescentes estadounidenses

obteniendo que, en el caso de las mujeres, la presencia de síntomas como la queja somática,

obsesiones y compulsiones, ansiedad y depresión se relacionaba significativamente con la

perpetración de violencia contra la pareja.

2.2.9. Actitudes que justifican la violencia

Una de las variables que más atención ha tenido en el estudio de la violencia en la pareja han

sido las cogniciones (i.e., creencias y actitudes hacia la violencia). Así, mantener actitudes que

justifican el uso de la violencia hacia la pareja ha sido considerado un factor de riesgo clave, al haber

constatado un número amplio de estudios empíricos que los comportamientos abusivos están

determinados en parte por las actitudes y creencias que justifican el uso de agresiones en las
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 113

relaciones sentimentales de los adolescentes (Ali et al., 2011; Basile et., 2013; Jouriles et al., 2011).

Algunos estudios también han reflejado que mostrar actitudes que justifican el uso de la violencia es

una variable que tendría un papel mediador entre la exposición a violencia interparental y la

perpetración de agresiones en el noviazgo (Black et al., 2015; Calvete et al., 2018; Clarey et al., 2010;

Gage, 2016).

En lo que respecta a la violencia psicológica, disponemos de un importante cuerpo de

trabajos científicos que han confirmado que las actitudes que toleran el uso de la violencia en el

noviazgo actúan como un factor de riesgo para la perpetración de este tipo de agresiones, tanto en

hombres como en mujeres adolescentes (Choi, et al., 2017; Josephson y Proulx, 2008; Sears et al.,

2007; Temple et al., 2016). En nuestro país cabe destacar la investigación de Muñoz-Rivas y

colaboradores (2011) con una gran muestra de 2.856 adolescentes madrileños en la que presentaron

resultados en la línea de los anteriores, hallando una asociación positiva entre las actitudes de

tolerancia a la violencia y la perpetración de la violencia psicológica en sus diferentes formas (tácticas

celosas, las tácticas de dominancia y la violencia verbal). En una investigación con adolescentes

chinos (Shen et al., 2012), también se halló que poseer actitudes de justificación de la violencia

incrementaba la probabilidad de ejercer tácticas de control sobre la pareja.

2.2.10. Creencias sexistas

Las creencias sexistas también han sido ampliamente estudiadas en el campo de la violencia

en las relaciones de pareja. Sin embargo, en el caso de esta variable existe un debate controvertido

debido a que las investigaciones llevadas a cabo muestran resultados contradictorios. Por un lado,

disponemos de estudios que apuntan a considerarla como un factor de riesgo (Fitzpatrick et al.,

2004; Jenkins y Aubé, 2002; Stepteau-Watson, 2014), mientras que otros han obtenido resultados

opuestos (Alexander et al.,1991; Bookwala et al., 1992; Rojas-Solís y Carpintero, 2011). Ante estos

hechos, surge una idea que parece cobrar más consistencia que las anteriores y que apuntaría a que

probablemente lo que aumenta el riesgo de implicarse en una relación violenta no es tanto el tipo de
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 114

creencias sexistas que se tengan, sino la discrepancia que exista entre las creencias que poseen los

distintos miembros de la pareja, encontrando generalmente mayor nivel de creencias sexistas en

hombres que en mujeres (Alexander et al., 1991; Sigelman et al., 1984).

Con respecto al papel que juegan las creencias sexistas en la perpetración de violencia

psicológica en el noviazgo de los adolescentes, cabe destacar el estudio de Reed y colaboradores

(2011) con una muestra de chicos adolescentes de Boston, en el que encuentran que aquellos que

habían perpetrado violencia en su relación de pareja (de tipo físico, psicológico y sexual),

presentaban más probabilidades de apoyar normas de género tradicionales. Otra investigación

arrojó resultados en la misma línea, mostrando que tener creencias sexistas se asociaba con la

perpetración de tácticas de control (Shen et al., 2012). En España, un estudio con adolescentes

andaluces también concluyó que el sexismo era un factor relacionado con la práctica de violencia

física y verbal-emocional en las relaciones de noviazgo (Pazos et al., 2014). Asimismo, un reciente

estudio con adolescentes del País Vasco obtuvo resultados congruentes con los anteriores,

mostrando que la perpetración de violencia relacional y verbal-emocional en el noviazgo se asociaba

con altas puntuaciones en sexismo hostil y benevolente (Dosil et al., 2020).

Por el contrario, tener normas de género equitativas actuaría como un factor de protección

para agredir física, psicológica y sexualmente a la pareja, tal como reflejaron los resultados obtenidos

por Gómez y colaboradores (2011) en su estudio con adolescentes y jóvenes brasileños, aunque sólo

actuaba como un factor de protección para los hombres.

2.2.11. Empatía

Otra variable que se ha vinculado a la violencia es la empatía. En estudios con adolescentes

se ha observado que una baja puntuación en empatía actúa como un factor de riesgo para perpetrar

violencia en la relación de noviazgo (Espelage y Low, 2013), mientras que una mayor capacidad

empática actúa como un factor de protección para cometer agresiones contra la pareja y los iguales

(McCloskey y Lichter, 2003).


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 115

Con respecto a la perpetración de violencia psicológica, una investigación con universitarios

chilenos exploró la relación entre la perpetración de este tipo de violencia y la empatía, obteniendo

que aquellos universitarios que habían agredido psicológicamente a su pareja en el último año

mostraban niveles significativamente más bajos de empatía en comparación con aquellos que no

eran violentos en con su pareja (Guzmán-González et al., 2014). Con población adolescente sólo

hemos encontrado un reciente estudio que mide la perpetración de la violencia psicológica (Espelage

et al., 2019), reflejando que aquellos adolescentes que ejercieron violencia verbal y relacional en su

noviazgo partían de puntuaciones de autoestima significativamente más bajas que aquellos

adolescentes que no fueron violentos con sus parejas.

2.2.12. Deseabilidad social

En el campo de la violencia en las relaciones de pareja el estudio de la deseabilidad social se

ha dirigido fundamentalmente a controlar esta variable para garantizar la validez de las tasas de

perpetración informadas, considerando que mayores puntuaciones en deseabilidad social se

relacionaría con una mayor tendencia a no revelar la perpetración de comportamientos agresivos

hacia la pareja. No obstante, algunos investigadores parten de un concepto de deseabilidad social

diferente, como un rasgo de personalidad relativamente estable y consistente en el tiempo que

deriva en una tendencia de actuación más o menos socialmente deseable (Ferrando y Chico, 2000).

Aunque algunos investigadores han encontrado poca o ninguna relación entre deseabilidad social y

perpetración de la violencia en la pareja (Dutton y Hemphill, 1992; Sugarman y Hotaling, 1997),

también existen estudios que han reflejado la existencia de una relación negativa entre la

deseabilidad social y cometer agresiones en la relación sentimental.

En España, Fernández-González y colaboradores (2012), obtuvieron una relación significativa

y negativa entre la deseabilidad social y la perpetración de violencia psicológica tanto en hombres

como en mujeres en una muestra de 863 adolescentes madrileños, en consonancia con los

resultados obtenido por Bell y Naugle (2007) en su investigación con universitarios estadounidenses.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 116

Por su parte, Warkentin (2008) en su estudio con varones universitarios inmersos una relación de

noviazgo obtuvo que la deseabilidad social reducía la probabilidad de ejercer violencia verbal dentro

de la relación sentimental, configurándose como un factor de protección.

2.3. Factores del contexto familiar

En el estudio de la violencia en las relaciones de noviazgo, las variables relativas al contexto

familiar han tenido una gran relevancia, pues la familia no es sólo el primer agente socializador, sino

un pilar fundamental del desarrollo del ser humano en todos los ciclos de la vida. El contexto familiar

es el primer escenario donde establecemos importantes relaciones afectivas y donde aprendemos

valores, creencias, actitudes y comportamientos adecuados que nos permiten desarrollar un buen

ajuste psicosocial (Jiménez-Iglesias et al., 2014; Martínez, 2013; Valenzuela et al., 2013). Al igual que

ocurre en la violencia marital, distintos expertos han constatado en múltiples trabajos que variables

familiares como haber sufrido malos tratos en la infancia o haber estado expuesto a violencia en la

familia de origen, aumentan de manera significativa el riesgo de implicarse en noviazgos violentos,

tanto como víctima como agresor. Por ello, en este apartado expondremos de forma detallada estas

y otras variables sobre las que existe evidencia empírica en cuanto a su capacidad explicativa en la

perpetración de comportamientos violentos en el noviazgo.

2.3.1. Exposición a la violencia familiar

Los estudios realizados en los últimos años muestran una mayor probabilidad de ejercer

agresiones contra la pareja entre adolescentes y jóvenes que han sido testigos de conductas

violentas entre sus padres o han presenciado conductas agresivas en su familia de origen. Estos datos

confirman que la observación reiterada por parte de los hijos/as a la violencia ejercida por sus padres

en su matrimonio tiende a perpetuar esta conducta diádica en las relaciones sentimentales de la


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 117

siguiente generación (Clarey et al., 2010; Duke et al., 2010; González y Santana, 2001; Lewis et al.,

2002; Narayan et al., 2014; Park y Kim, 2018; Temple et al., 2013a).

Si nos centramos en el abuso psicológico, el estudio longitudinal con adolescentes españoles

(n = 867) realizo por Calvete y colaboradores (2018) reflejó que la exposición a la violencia en la

familia de origen era un predictor para la perpetración de la violencia en las relaciones de noviazgo,

contemplando entre ellas la violencia psicológica. Temple y colaboradores (2013a) también

obtuvieron resultados coherentes con los anteriores, hallando que la exposición a la violencia

interparental se relacionaba con una mayor perpetración de la violencia psicológica tanto para los

hombres como para las mujeres adolescentes, y añaden además que, en ambos casos, dicha

asociación estaba mediada por la existencia de actitudes de aceptación de la violencia. Asimismo,

otros autores que han estudiado la asociación entre la perpetración de abuso psicológico y esta

variable relativa al contexto familiar han alcanzado resultados en la misma línea (Gage, 2016; Gover

et al., 2008; Rivera- Rivera et al., 2007; Yedra et al., 2015).

2.3.2. Ser víctima de violencia perpetrada por los padres

El maltrato infantil es uno de los factores de riesgo más examinados en el fenómeno de la

violencia en las relaciones de noviazgo. De acuerdo con la teoría de la transmisión intergeneracional

de la violencia (ver Capítulo 2), numerosas investigaciones sugieren que haber sufrido violencia por

parte de los padres durante la infancia y/o adolescencia se configura como un factor de riesgo para

ejercer violencia contra la pareja, estando dicha relación mediada por variables como la presencia de

creencias o actitudes a favor del uso de la violencia (Black et al., 2015; Bonilla-Algovia y Rivas-Rivero,

2020; Duke et al., 2010; Gómez, 2011; Jennings et al., 2014; Kaukinen et al., 2015; Laporte et al.,

2011; Lee et al., 2014; Rapoza y Baker, 2008; Wekerle et al., 2009; Wolf y Foshee, 2003).

En lo que respecta a la violencia psicológica, destaca el estudio transcultural de Gover y

colaboradores (2011) con estudiantes norteamericanos y surcoreanos, cuyos resultados mostraron

que sufrir violencia por parte de los padres durante la infancia se asociaba positiva y
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 118

significativamente con ejercer abuso psicológico en el noviazgo en ambas muestras. En la misma

línea, un estudio con universitarios de Corea del Sur (Kim et al., 2014) concluyó que tanto para

hombres como para mujeres haber sido víctima de violencia física y psicológica en la familia de

origen se asociaba con la perpetración de agresiones hacia la pareja en las relaciones de noviazgo,

entre ella de tipo verbal, destacando el papel mediador que tenían las creencias de los jóvenes en

dicha asociación. Un reciente meta-analísis realizado por Park y Kim (2018) señaló que sufrir maltrato

infantil predecía perpetrar violencia física y psicológica en el noviazgo.

2.3.3. Estilos educativos parentales

En lo que respecta a los estilos educativos empleados por los padres, se ha encontrado que

el empleo habitual de una disciplina autoritaria caracterizada por el uso de castigos físicos como

herramienta para educar a los hijos, o estilos excesivamente permisivos o negligentes en los que no

hay supervisión ni atención por parte de los progenitores, actúan como un factor de riesgo para la

posterior implicación del adolescente en relaciones de noviazgo violentas (Foshee et al., 2015;

Howard et al., 2003; Linder y Collins, 2005; Schnurr y Lohman, 2013; Stepteau-Watson, 2014).

Cabe destacar el estudio longitudinal realizado por Lavoie y colaboradores (2002) con 717

varones adolescentes y cuyos resultados reflejaban que algunos estilos educativos parentales se

asociaban con la perpetración de violencia psicológica y física en sus relaciones de noviazgo: en

concreto, percibir poca supervisión por parte de los padres en la última etapa de la infancia, así como

el empleo de prácticas educativas autoritarias de los 10 a los 12 años, incrementaba la probabilidad

de ser violento con la pareja. En su investigación, Windle y Mrug (2009) encontraron que prácticas de

crianza autoritarias se asociaban con una mayor perpetración de violencia física y verbal en el caso

de los varones adolescentes, no de las mujeres. Por el contrario, Cuccì y colaboradores (2019) en un

reciente estudio con adolescentes italianos concluyeron que, tanto en hombres como en mujeres,

tener recuerdos de una educación autoritaria en la infancia se asociaba con la perpetración de

violencia psicológica y física en el noviazgo. En la misma línea, en nuestro país González y Santana
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 119

(2001) en su investigación con estudiantes de secundaria tinerfeños (n=1.146), informaron que

recibir castigos por parte del padre era un factor de riesgo para la perpetración de distintos tipos de

agresiones en la relación de noviazgo, entre ellas agresiones psicológicas, sin encontrar diferencias

en función del sexo. Por otro lado, cabe destacar la interesante aportación de Laporte y

colaboradores (2011), al medir la asociación entre prácticas de crianza autoritarias y perpetración de

violencia psicológica y física diferenciando en función del sexo del adolescente y del progenitor,

concluyendo que: en el caso de los hombres, presentaban mayor probabilidad de ejercer violencia en

sus relaciones de pareja aquellos que habían sufrido una dura disciplina por parte de su padre; sin

embargo, en el caso de las mujeres, aquellas que mostraron mayor riesgo de ser agresivas con su

pareja eran las que habían sufrido una disciplina autoritaria tanto del padre como de la madre.

Recientemente, el metaanálisis realizado por Park y Kim (2018) mostró que la “paternidad negativa”,

que comprendía entre otras variables la disciplina severa o inconsistente, es un factor de riesgo para

ejercer violencia física y psicológica en el noviazgo.

2.3.4. Calidad de las relaciones familiares

La calidad de la relación padres-hijo/a ha sido también un factor relevante en la comprensión

de la violencia en las relaciones de pareja adolescentes, sobre todo en base a la teoría del apego

(véase Capítulo 2). Un clima familiar caracterizado por una buena comunicación, cohesión familiar y

una gestión adecuada de los conflictos parece actuar como un factor de protección para la

implicación de los adolescentes en conductas violentas o disruptivas (Gámez-Guadix et al., 2012;

Rodrigues et al., 2013; Tyler et al., 2011).

En el campo de la violencia en el noviazgo distintos trabajos han reflejado que la ausencia de

una relación afectiva cálida y segura con el padre y/o madre, así como no percibir en ellos apoyo, se

relaciona con un mayor riesgo de ejercer conductas agresivas en sus relaciones de pareja (Chase et

al., 2002; Díaz-Aguado, 2006; Pflieger y Vazsonyi, 2006; Simons et al., 1998; Tyler et al., 2011). En

España, González y Santana (2001), obtuvieron resultados que apuntaban a que el grado de afecto
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 120

recibido por la madre predecía perpetración de violencia física y psicológica para mujeres. Un estudio

más reciente con adolescentes de Miami (González-Guarda et al., 2014) reveló que el mantener una

relación padre-hijo/a estrecha era uno de los factores de protección más potentes contra la violencia

en las relaciones de noviazgo, contemplando diferentes tipos de agresiones (entre ellas de tipo

psicológico). Recientemente Lu y colaboradores (2020) en su estudio con adolescentes de Nicaragua

señaló que la expresividad en las relaciones familiares se relacionaba negativamente con la

perpetración de violencia física, psicológica y sexual en el noviazgo, pero sólo cuando la hostilidad

verbal en el contexto familiar era baja. El metaanálisis realizado por Park y Kim (2018) señaló que la

calidez en la relación con el padre y la madre, así como el apoyo percibido por ellos se asociaba

negativamente con la perpetración de la violencia física y psicológica en el noviazgo.

Por otro lado, tener relaciones paternofiliales conflictivas con actitudes hostiles de la madre

(Allen et al., 1994; Nix et al., 1999) y del padre (Coley, 2003; Shek, 2005; Vazsonyi, 2003), ha sido

recogido en la literatura como un factor de riesgo para cometer conductas violentas y antisociales en

la adolescencia. Aunque aún son muy limitados los estudios que han tenido en cuenta esta variable

en relación con la violencia en las relaciones de pareja, contamos con algunos datos que indicarían

que las relaciones de hostilidad madre/padre-adolescente se asocian también con la conducta

violenta contra la pareja en las relaciones de noviazgo (O´Keefe, 1994; Schnurr y Lohman, 2008; Shek

y Ma, 2001). Cabe señalar el estudio longitudinal realizado por Lohman y colaboradores (2013), el

cual mostró que la hostilidad en la relación con los padres durante la adolescencia, junto con otras

variables familiares, se asociaba positivamente con ejercer violencia psicológica en las relaciones de

pareja en la adultez. En la misma línea, un reciente metaanálisis concluyó que la hostilidad paterna y

materna y la ausencia de confianza y apoyo emocional por parte de estos se asociaba positivamente

con la perpetración de violencia física y psicológica en las relaciones de noviazgo (Park y Kim, 2018).

Un estudio reciente con adolescentes nicaragüenses obtuvo resultados congruentes con los

anteriores, reflejando que la hostilidad verbal en la comunicación familiar se asociaba con la


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 121

perpetración de distintas formas de violencia en el noviazgo, entre ellas la psicológica (Lu et al.,

2020)

La relación afectiva con los hermanos no ha sido prácticamente estudiada en el campo de

violencia en las relaciones de noviazgo. Destaca el estudio de Noland y colaboradores (2004) con una

muestra de universitarios estadounidenses en el que señalaron que mantener relaciones violentas

con los hermanos en la adolescencia aumentaba el riesgo para involucrarse en relaciones de

noviazgo violentas en la universidad (tanto víctima como agresor) de violencia física y psicológica, en

hombres y en mujeres.

2.4. Factores relativos al grupo de iguales

En la literatura científica, el contexto de los iguales ha sido objeto de estudio sobre su

influencia en conductas de riesgo de los adolescentes. En los últimos años hemos asistido además a

un importante crecimiento de investigaciones que destacan el impacto de lo iguales en las relaciones

de noviazgo violentas (Garthe et al., 2016). Como ya se expuso en el Capítulo 1, el grupo de iguales es

un agente socializador muy influyente en la adolescencia, pues se trata de una etapa evolutiva en la

que los jóvenes intentan desarrollar su propia identidad al margen de sus padres, por lo que, aunque

estos últimos sigan influyendo de manera significativa en su desarrollo, los adolescentes valoran

mucho más a sus amigos y están fuertemente influenciados por ellos (Giordano et al., 2006).

Además, tienen también un papel de gran relevancia en las relaciones románticas que se establecen

durante esta etapa evolutiva, ya que los adolescentes buscan la aprobación de sus iguales y

aprenden de ellos normas y expectativas sobre cómo comportarse en sus relaciones de noviazgo

(Connolly et al., 2000). Por todo ello, en este apartado presentaremos una revisión de estudios

científicos que han encontrado la existencia de factores de riesgo y de protección en el grupo de

iguales para la perpetración de comportamientos violentos en las relaciones de noviazgo.


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 122

2.4.1. Iguales con relaciones de noviazgo violentas

La asociación entre relacionarse con iguales que mantienen noviazgos violentos y perpetrar

agresiones en sus propias relaciones de pareja se sustenta en la teoría del aprendizaje social

(Bandura, 1973, 1977), ya que las relaciones de pareja de los iguales sirven de modelo y pueden

reforzar determinadas normas y comportamientos. De esta forma, cabe esperar que aquellos

adolescentes que tienen amigos que emplean la violencia como una herramienta para resolver los

conflictos en su relación de pareja, tiendan a imitar también estos comportamientos para gestionar

sus propios conflictos en sus relaciones de noviazgo. La literatura científica al respecto apunta a que

relacionarse con amigos que mantienen noviazgos violentos o que aceptan ese tipo de

comportamientos en las relaciones de pareja aumenta el riesgo para ejercer violencia en sus propias

relaciones de noviazgo (Arriaga y Foshee 2004; Foshee et al., 2013; Shorey et al., 2017a).

Con respecto a estudios que hayan evaluado la perpetración violencia psicológica, contamos

con la investigación de Sears y colaboradores (2007) quienes hallaron que, en el caso de los chicos,

tener amigos que agredían sexualmente a sus parejas aumentaba la probabilidad de que ellos

perpetrasen agresiones físicas, psicológicas y sexuales contra la suya; para las chicas, relacionarse

con iguales que ejercían la violencia física y sexual en sus relaciones de pareja era un factor de riesgo

para que ellas empleasen la violencia física y psicológica en sus noviazgos. Otra aportación

destacable es la de Reed y colaboradores (2011), con una muestra de varones adolescentes de

Boston, en el que encuentran que aquellos participantes que habían perpetrado violencia en su

relación de pareja (física, psicológica y sexual) presentaban más probabilidades de informar sobre

amigos que también eran violentos en sus relaciones de pareja. Más reciente es el trabajo de Gage

(2016) con una muestra de 342 adolescentes de institutos públicos de Haití y cuyos resultados son

coherentes con los anteriores, señalando que relacionarse con iguales que aceptan el empleo de la

violencia en las relaciones de noviazgo se asociaba positivamente con agredir psicológicamente a la

pareja, tanto en hombres como en mujeres.


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 123

2.4.2. Relacionarse con iguales agresivos o con conductas antisociales

Distintos autores han señalado la existencia de una relación positiva entre tener amigos

agresivos o que presentan comportamientos antisociales y la violencia en las relaciones de noviazgo

(Foshee et al., 2010, 2011; Miller et al., 2009; Schnurr, 2009; Schnurr y Loham, 2013). Ellis y

colaboradores (2013) en un estudio con adolescentes canadienses obtuvieron resultados en la esta

línea, reflejando que involucrarse en un grupo de iguales agresivo predecía la perpetración de

distintas formas de violencia en las relaciones de noviazgo, entre ellas psicológica. Un trabajo con

una gran muestra de adolescentes mexicanos (n = 7.960), reveló que pertenecer a grupos violentos

se asociaba con la perpetración de violencia psicológica en el noviazgo (Rivera-Rivera, et al., 2007). El

metaanálisis llevado a cabo por Park y Kim (2018) reflejó que relacionarse con iguales “desviados”

constituía el factor de riesgo con más poder predictivo para la perpetración de violencia física y

psicológica en las relaciones de noviazgo.

Por el contrario, el estudio longitudinal de Foshee y colaboradores (2013) reflejó que, en el

caso de las chicas, tender a relacionarse con amigos prosociales reducía el riesgo de agredir

físicamente a la pareja. Además, otros estudios han mostrado que relacionarse con iguales que

presentan conductas prosociales amortigua el efecto de otros factores de riesgo asociados a la

violencia en el noviazgo (Garrido y Taussig, 2013; Reyes et al., 2015)

2.4.3. Calidad de las relaciones con el grupo de iguales

En lo que se refiere al vínculo que se establece con los amigos, algunos autores como Foshee

y colaboradores (2013) han señalado que establecer un vínculo estrecho y de calidad con el grupo de

iguales incrementa la probabilidad de establecer relaciones de noviazgo saludables. Estos autores

concluyeron en su estudio que la asociación entre establecer relaciones de amistad recíprocas y la

perpetración de la violencia en las relaciones de noviazgo era estadísticamente significativa incluso

en los casos en los que el adolescente tenía un amigo que ejercía la violencia en su relación de
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 124

noviazgo. Asimismo, otros estudios realizados han obtenido conclusiones que apuntan en esta

misma dirección, reflejando que aquellos adolescentes que refieren poseer amigos con los que

mantienen una relación de calidad, hay una implicación emocional y son correspondidos (el otro

adolescente también lo considera un amigo/a), presentarían un menor riesgo de ser violentos en sus

noviazgos (Linder y Collins, 2005; Richard y Branch, 2012).

De forma específica, para la perpetración de la violencia psicológica también contamos con

resultados congruentes con los anteriores, indicando que percibir apoyo por parte del grupo de

amigos predice menor abuso emocional en la relación de noviazgo (Richard et al., 2014), en

consonancia con los resultados obtenidos por Park y Kim (2018).

Por el contrario, contar con amigos con los que no hay una relación de cercanía e implicación

emocional se asocia con mayor probabilidad de llevar a cabo conductas de riesgo (Bearman y Moody

2004; Casey y Beadnell, 2010; Clark y Ayers 1988; Straus y Pollack 2003). Sin embargo, no

disponemos de estudios que hayan contemplado esta variable en relación con la perpetración de

violencia psicológica en los noviazgos de los adolescentes, por lo que es necesario seguir

investigando sobre este aspecto.

2.4.4. Popularidad

Aunque aún es una variable apenas explorada en el campo de la violencia en las relaciones

de pareja, estudios previos sobre comportamientos agresivos y antisociales en la adolescencia han

señalado que la popularidad se asocia de manera significativa y positiva con ese tipo de conductas,

encontrando que los jóvenes agresivos eran percibidos como más populares por su grupo de amigos

(Cillessen y Borch, 2006; Cillessen y Mayeux, 2004; Hawley, 2007; Henneberger et al., 2013). Por el

contrario, otros autores han indicado que ser violento se asociaba con niveles bajos de popularidad

entre los iguales (Asher y McDonald 2009; Cacho, 2010; Cillessen y Mayeux, 2004). Ante esta

discrepancia, un estudio reciente de Laninga-Wijnen y colaboradores (2017) plantea que la conducta

agresiva en sí misma no es valorada positivamente por los adolescentes, sino que la clave se
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 125

encuentra en que el adolescente agresivo esté integrado en un grupo de iguales en el que el

comportamiento violento se asocie con popularidad.

En el campo de las relaciones de pareja, algunos autores han señalado que ser popular

facilita que el adolescente resulte más atractivo para sus iguales, lo que facilita a su vez que tengan

más amistades del sexo opuesto y que por tanto sea más probable que establezca relaciones de

noviazgo (Faris y Felmlee 2011; Feiring 1999). Por otro lado, se ha comprobado que los adolescentes

populares suelen gozar de una mayor influencia, control y capacidad de manipulación sobre sus

iguales, y presentan mayor riesgo para ejercer comportamientos abusivos (Espelage et al., 2007;

Faris y Felmlee 2011). En su investigación longitudinal, Foshee y colaboradores (2013) concluyeron

que tanto los chicos como las chicas informaban de niveles más altos de violencia en su relación de

pareja en los momentos en los que tenían un estatus más alto de lo habitual entre sus iguales,

reflejando que los adolescentes no son ajenos a los cambios que se producen en su grupo de amigos.

Sin embargo, en ese mismo estudio la popularidad sólo constituyó un factor de riesgo para la

violencia en el noviazgo ejercida por las chicas. Ante estos hallazgos los autores plantean que la

popularidad actúa como un factor de riesgo, no porque aumente la posibilidad de establecer

noviazgos, sino que podría deberse a que las chicas populares sean más propensas a utilizar el poder

que les da ese estatus y ejerzan abusos sobre sus parejas.

A la vista de los hallazgos obtenidos, y ante la usencia de más estudios que hayan

considerado el impacto de la popularidad para la perpetración de agresiones psicológicas en los

noviazgos adolescentes, consideramos necesario llevar a cabo investigaciones que aporten más luz

sobre este aspecto.


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 126

2.5. Factores del contexto escolar

La escuela juega un papel de gran peso en el desarrollo de los adolescentes, pues hay

hallazgos consistentes que señalan que problemas en la vinculación con el contexto escolar (centro

educativo, profesores, compañeros) se relacionan significativamente con comportamientos violentos

y antisociales en la adolescencia (Ibabe et al., 2014; Rodríguez et al., 2012), por lo que cabe esperar

que también ejerza influencia como factor de riesgo y de protección en la problemática de la

violencia en las relaciones de noviazgo.

Debido a que las variables escolares han sido más estudiadas para otros comportamientos de

riesgo en la adolescencia (p.ej. consumo de sustancias o embarazos no deseados), disponemos de

escasas investigaciones que hayan considerado el papel que desempeña la escuela y el personal

escolar en la problemática que nos ocupa (Foshee et al., 2001). En este apartado presentaremos el

conjunto de variables del contexto escolar que han mostrado relacionarse con noviazgos violentos en

la adolescencia, incluyendo también en algunos casos investigaciones que han examinado su relación

con la victimización de violencia en el noviazgo al no disponer de trabajos científicos que hayan

explorado la perpetración de la agresión.

2.5.1. Entorno escolar violento

Aunque escasas, algunas investigaciones han examinado la relación entre contextos escolares

violentos y ejercer conductas agresivas en las relaciones de noviazgo. Los resultados obtenidos

señalan que estar expuesto a violencia en la escuela aumentaría la probabilidad de que los jóvenes

sean violentos en sus noviazgos (Foshee et al., 2015; Giordano et al., 2015), hallando algunos autores

que solo era un factor de riesgo para la conducta de los hombres, pero no de las mujeres (Black et

al., 2015; O´Keefe, 1998). Los investigadores Schnurr y Lohman (2008) encontraron que los

adolescentes varones afroamericanos que percibían la escuela como un lugar inseguro tenían mayor

probabilidad de perpetrar agresiones en sus noviazgos. Por su parte, Earnest y Brady (2016) en su
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 127

importante estudio con 75.590 adolescentes de Minnesota (EE. UU.) también hallaron que sentirse

inseguro en el centro educativo mostraba una fuerte asociación con verse inmerso en un noviazgo

violento.

En contraposición, Parker y colaboradores (2017) en un estudio en el que participaron

18.680 adolescentes estadounidenses concluyeron que percibir la escuela como un lugar seguro era

un factor de protección para experimentar violencia física y psicológica en el noviazgo tanto en

hombres como en mujeres.

Partiendo de investigaciones previas que habían encontrado una relación significativa entre

la presencia de normas que daban soporte a la violencia (o la ausencia de normas que la rechazaban

de forma clara) y el comportamiento agresivo de los adolescentes (Ellickson y McGuigan 2000; Henry

et al., 2004), y ante la ausencia de estudios específicos que hubiesen examinado el impacto de las

normas escolares o del aula en la perpetración de agresiones en el noviazgo, algunos investigadores

han decidido dar un paso más y abordar este aspecto. Aunque aún es insuficiente el número de

investigaciones desarrolladas hasta la fecha, los resultados obtenidos confirman la influencia que

ejerce la existencia de normas en el contexto escolar que respalden el empleo de agresiones contra

la pareja con la perpetración de estas conductas en el noviazgo, al fomentar la aceptación y

normalización de ese tipo de comportamientos (Giordano et a., 2015; Noonan y Charles, 2009;

Taylor, 2013). Cabe destacar el estudio longitudinal realizado por Taylor y colaboradores (2015),

quienes partiendo de la premisa de que el aula es una unidad ecológica de gran relevancia en la

escuela secundaria, examinan la relación entre las normas establecidas en el aula y la perpetración

de la violencia física y psicológica en el noviazgo, y concluyen que la existencia de normas que validan

ser agresivo con la pareja se asocia directamente con la perpetración de violencia física pero no

psicológica, tanto en hombres como en mujeres.


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 128

2.5.2. Dificultades académicas

Las dificultades académicas también han sido una variable del contexto escolar que

tradicionalmente se ha estudiado en relación con comportamientos violentos o antisociales en la

adolescencia. En el área de la violencia en el noviazgo contamos con algunos estudios que señalan

que aquellos adolescentes que presentan dificultades academias o un bajo rendimiento académico

muestran un mayor riesgo de ejercer violencia en sus relaciones sentimentales (Dank et al., 2014;

O´Keefe, 1998; Schnurr y Lohman, 2013; Schwartz et al, 2004). Por otro lado, Foshee y colaboradores

(2010) encontraron que un buen promedio en las calificaciones era un factor de protección para la

perpetración de violencia física en el noviazgo.

Chiodo y colaboradores (2012) compararon grupos de chicas que ejercían distintos tipos de

violencia (entre ellas psicológica) en sus relaciones de noviazgo con aquellas que no lo hacían, y

obtuvieron que las primeras presentaban calificaciones más bajas.

2.5.3. Grado de integración en el centro educativo

Distintos estudios han reflejado que no sentirse integrado en el centro educativo se asocia

con un mayor riesgo de establecer relaciones de pareja agresivas (Connolly et al., 2015; Muñiz,

2017). En su investigación con 519 chicas adolescentes, Chiodo y colaboradores (2012) hallaron que

aquellas que agredían a sus parejas presentaban puntuaciones más bajas de integración en el

instituto.

Por su parte, Foshee y colaboradores (2010, 2011) han mostrado en diferentes

investigaciones que altos niveles de vinculación con la escuela se asociaban con una menor

probabilidad de ser violento con la pareja y también con ejercer violencia contra los iguales,

configurándose por tanto como un factor de protección. Sin embargo, en contra de lo esperado,

Schnurr y Lohman (2008) hallaron que, en adolescentes hispanas estadounidenses expuestas a

violencia doméstica, mayores puntuaciones de participación en el instituto aumentaban el riesgo de

perpetrar agresiones en sus relaciones de noviazgo. Estos autores plantearon que este resultado
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 129

podría estar relacionado con que participar en más actividades del centro podría dotarlas de

popularidad en la escuela, lo que como ya hemos visto en el apartado de factores de riesgo relativos

al grupo de iguales, puede ser un factor de riesgo para la perpetración de la violencia.

2.5.4. Absentismo escolar

Por su parte, el absentismo escolar ha mostrado actuar como un factor de riesgo para el

desarrollo de comportamientos violentos y conductas de riesgo en la adolescencia (Ramirez et al.,

2012; Eaton et al., 2008), y parece que también aumentaría la probabilidad de implicarse en

noviazgos violentos (Dank, et al., 2014). Cabe señalar el estudio de Theobald y colaboradores (2016)

en el que hallaron que el absentismo escolar frecuente actuaba como un factor de riesgo para la

perpetración de violencia física y verbal en el noviazgo de los adolescentes, solo en el caso de los

hombres. De manera similar, Rothman y colaboradores (2010), en su estudio con una amplia

muestra de adolescentes de Boston hallaron que el absentismo escolar actuaba como un factor de

riesgo para la perpetración de violencia en el noviazgo sólo en el caso de los hombres, sin embargo,

estos autores sólo midieron la perpetración de violencia física.

2.5.5. Percepción de atención y apoyo en el centro educativo

Que los adolescentes perciban atención y apoyo por parte del centro escolar y/o los

profesores se configura como un factor de protección para involucrarse en relaciones agresivas.

Earnest y Brady (2016) encontraron una relación moderada entre percibir poca atención por parte de

los profesores y sufrir agresiones en su relación de noviazgo. En la misma línea, Parker y

colaboradores (2015) mostraron que aquellos adolescentes que tenían una mayor percepción de

apoyo en el centro educativo en el que estudiaban presentaban menos probabilidad de

experimentar violencia física y verbal en sus relaciones de pareja. Hasta la fecha, no existen estudios

previos que hayan analizado la relación de esta variable escolar y la perpetración de la violencia

psicológica.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 130

2.6. Factores relativos a la relación de pareja

Distintos expertos en la materia de la violencia en las relaciones de pareja han señalado el

importante papel que juegan las características de la relación sentimental, así como los aspectos

inherentes a las interacciones de la diada, destacando su influencia en la problemática (Pepler, 2012;

Shortt et al., 2012). A raíz de algunos trabajos que señalaban que un alto porcentaje de adolescentes

que referían ser violentos en una relación de noviazgo no lo eran en otro noviazgo posterior (Capaldi

y Kim, 2007; Whitaker et al., 2010), algunos expertos plantean que las características de la propia

relación de pareja podían suponer en sí mismas un factor de riesgo para el comportamiento agresivo.

Aunque la investigación de las características de la relación que se asocian a la perpetración de

violencia en el noviazgo es limitada, en este apartado profundizaremos en aquellas cualidades que

han tenido mayor soporte científico sobre su capacidad explicativa en la problemática que nos

ocupa.

2.6.1. Edad a la que se establece la primera relación de noviazgo

Algunos expertos han señalado que aquellos adolescentes que se implican en relaciones de

noviazgo a edades tempranas donde además en ocasiones mantienen sus primeras relaciones

sexuales presentan mayor riesgo de sufrir violencia en sus relaciones romántica (Demissie et al.,

2018; Ramisetty‐Mikler et al., 2006; Silverman et al., 2001). Sin embargo, otros autores han hallado

datos contrarios (Sherer, 2009; Smith, 2010). Hasta la fecha no se han realizado trabajos que hayan

analizado la influencia de esta variable con la perpetración de violencia en las relaciones de noviazgo

de los adolescentes.

2.6.2. Número de relaciones de noviazgo

Hay evidencia empírica acerca de que aquellos adolescentes que informan haber mantenido

un mayor número de noviazgos presentan más probabilidades de ser agresivos en sus relaciones de
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 131

pareja (Bolivar-Suarez et al., 2017) aunque está variable ha sido más estudiada en relación con la

victimización. El estudio de Rivera-Rivera y colaboradores (2007) con 7.960 adolescentes

escolarizados en institutos públicos mexicanos, halló que un mayor número de parejas a lo largo de

la vida del adolescente era un factor de riesgo para que tanto chicas como chicos perpetrasen

agresiones psicológicas en sus relaciones sentimentales.

2.6.3. Duración de la relación

La duración en el tiempo de la relación sentimental también se ha configurado como un

factor de riesgo para la violencia en la pareja, ya que a mayor tiempo aumenta el riesgo de aparición

de episodios violentos en los noviazgos (Giordano et al., 2010; Krishnakumar et al., 2018; Palmetto et

al., 2013; Vivolo-Kantor et al., 2016). En relación con la perpetración de violencia psicológica, cabe

destacar el estudio de Gaertner y Foshee, (1999) que obtuvo que mantener relaciones de noviazgo

más prolongadas en el tiempo aumentaba el riesgo en los adolescentes de que ejerciesen violencia

física y tácticas de control en sus noviazgos. Por su parte, Fritz y Slep (2009) en su estudio con 664

adolescentes hallaron que mayor perpetración de la violencia psicológica se asoció con mayor

tiempo de duración de la relación.

2.6.4. Nivel de estabilidad y compromiso

De manera similar a los resultados sobre la duración de la relación, un mayor nivel de

estabilidad o compromiso en la relación aumenta la probabilidad de agredir a la pareja (Arriaga,

2002; Menesini y Nocentini, 2008). Así, parece que un mayor compromiso en la relación puede

aumentar el riesgo de violencia al darse una mayor implicación, emociones más intensas y más

oportunidades para que surja el conflicto (Cleveland et al., 2003). Ante la ausencia de estudios que

hayan examinado la asociación de esta variable con la perpetración de algún tipo de abuso

psicológico en población adolescente, cabe destacar la investigación de Hanley y O´Neill (1997) con

parejas de universitarios que mantenían una relación de noviazgo. Estos investigadores evaluaron a
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 132

la vez a los dos miembros de la pareja, sin posibilidad de que comparasen sus respuestas, y los

resultados obtenidos reflejaron que las parejas que informaron de un mayor nivel de compromiso

perpetraban también más conductas violentas de tipo físico y verbal.

2.6.5. Frecuencia de contacto

A pesar del reducido número de estudios que han medido esta variable como factor de

riesgo para la perpetración de la violencia en la pareja, los datos obtenidos parecen indicar que la

frecuencia con la que los adolescentes ven a su pareja se asocia positivamente con ejercer

agresiones en el noviazgo, señalando que una mayor accesibilidad de la pareja favorece que se

puedan producir más situaciones que den lugar a respuestas violentas (Giordano et al., 2010; Henton

et al., 1983; O’Keefe y Treister, 1998). Hasta la fecha no disponemos de trabajos que hayan

explorado la relación entre esta variable y la perpetración de violencia psicológica.

2.6.6. Grado de satisfacción con la relación

La satisfacción en la relación de pareja ha sido una variable más comúnmente estudiada con

muestras de víctimas de violencia en la pareja. No obstante, algunos autores han señalado también

la existencia de una asociación negativa entre el nivel de satisfacción en la relación sentimental y la

perpetración de conductas agresivas, es decir, a menor nivel de satisfacción mayor probabilidad de

ejercer violencia contra la pareja (Brown y Bulanda, 2008; Gaertner y Foshee, 1999). Baker y Stith

(2008) con una muestra de estudiantes universitarios que mantenían relaciones de noviazgo halló

que, para los hombres, un nivel bajo de satisfacción en su noviazgo predecía mayores niveles de

perpetración de violencia física y psicológica.

2.6.7. Ser víctima de violencia en el noviazgo

Ser víctima violencia dentro de la relación se ha configurado como un potente factor de

riesgo para perpetrar violencia contra la pareja (Baker y Stith, 2008; Boivin et al., 2012; Dardis et al.,
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 133

2013; Herrera et al., 2008; O´Keefe, 1997; Spencer et al., 2019), reflejando que la conducta de la

pareja influye en el comportamiento del otro miembro de la relación. En población adolescente cabe

destacar el reciente estudio longitudinal de Lapierre, Paradis, Todorov, Blais y Hébert (2019), quienes

hallaron que sufrir violencia en el noviazgo se asociaba con la perpetración de violencia psicológica

contra la pareja. En España, un estudio longitudinal con adolescentes de Vizcaya en el que midieron

violencia física, psicológica y sexual, señaló que sufrir violencia en el noviazgo era un factor de riesgo

clave para la perpetración de violencia contra la pareja (Fernández-González, et al., 2017).

2.6.8. Pareja con consumo de drogas

A pesar de que el consumo de sustancias se ha estudiado como un factor de riesgo individual

tanto en la perpetración como en la victimización de la violencia en la pareja, no se ha explorado el

contexto de la relación en el que se produce. Así, cabe destacar la aportación de Baker (2016) que

demostró la asociación existente entre el empleo de la violencia contra la pareja en relaciones de

noviazgo adolescente (física, psicológica y sexual) y el consumo de drogas del propio adolescente, así

como la asociación entre la perpetración de violencia y el consumo de alcohol y/o otras drogas de la

pareja.

3. RESUMEN DEL CAPÍTULO

Como hemos observado, el importante cuerpo de investigación desarrollado en los últimos

años ha puesto de manifiesto la existencia de un elevado número de factores involucrados en la

perpetración de la violencia en las relaciones de noviazgo de los adolescentes (ver Tabla 3 para un

resumen). Además, la gran mayoría de estos factores han mostrado también su asociación con la

perpetración de agresiones psicológicas, aunque siguen siendo necesarias investigaciones específicas


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 134

para este tipo de violencia y sus distintas manifestaciones (violencia verbal, tácticas celosas,

dominancia).

En conclusión, la revisión que hemos realizado confirma la existencia de múltiples factores

de riesgo presentes en el individuo, el contexto familiar, el grupo de iguales y la escuela, así como

características sociodemográficas y relativas a la relación de pareja que también incrementan la

probabilidad de ejercer agresiones en la relación de noviazgo. No obstante, como señalábamos al

principio de este capítulo, cabe destacar el carácter dinámico de los factores de riesgo, los cuales

interactúan entre sí estableciendo asociaciones que incrementan o reducen la probabilidad de

perpetrar violencia contra la pareja. Este aspecto es clave entender que se trata de una relación

probabilística, de forma que cuantos más factores de riesgo y menos factores de protección presente

un adolescente, mayor será la probabilidad de que ejerza conductas agresivas en su noviazgo (Stith

et al., 2004; Sugarman y Hotaling, 1989). Esto explica que algunas investigaciones hayan mostrado

resultados incompatibles, como ocurre con la condición de inmigrante que algunos investigadores

apuntan como un factor de riesgo (Ramos et al., 2011) mientras que otros señalan que por sí sola no

explica la conducta violenta, sino que hay que añadirle la existencia de un conflicto de aculturación

(DuPont-Reyes et al., 2015; Reyes et al., 2017). Un factor de riesgo por sí solo no causa la

problemática, sino que es la interacción de múltiples factores involucrados la que contribuye a

desarrollar un comportamiento violento en la relación de pareja.

Además, aunque muchas de las variables asociadas a la perpetración de la violencia en el

noviazgo son comunes para la violencia en las relaciones de pareja adultas (Lewis y Fremow, 2001;

Shorey et al., 2008; Theobald et al., 2016), los factores presentes a las diferentes unidades de

socialización tienen mayor o menor poder predictivo en función de la etapa evolutiva en la que se

encuentre la persona (Catalano y Hawkins, 1996). Por ello, es fundamental conocer la influencia que

ejercen en población adolescente para poder desarrollar medidas de intervención que actúen sobre

los factores más relevantes.


CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 135

Tabla 3

Factores Asociados a la Perpetración de la Violencia en el Noviazgo

Factores Factores del Factores del Grupo Factores del Factores de la


Factores Individuales
Sociodemográficos Contexto Familiar de Iguales Contexto Escolar Relación de Pareja
Edad Apego Exposición violencia Relacionarse con Entorno escolar Edad primera relación
Grupo étnico minoritario Autoestima familiar iguales que violento noviazgo
Víctima de violencia mantienen o aceptan Ausencia de normas Número de relaciones
Inmigrante/conflicto Habilidades de
perpetrada por los noviazgos violentos en el centro de noviazgo
aculturación comunicación
padres Amigos agresivos o educativo que Duración de la
Nivel económico familiar Ira/ hostilidad
Estilos educativos con conductas rechacen la violencia relación de noviazgo
Nivel educativo de los Impulsividad y antisociales
inadecuados Dificultades Nivel de estabilidad y
progenitores búsqueda
(excesivamente Amigos con académicas y/o bajo compromiso en la
Barrios sensaciones
autoritarios o conductas prosociales rendimiento relación
desfavorecidos/conflictivos Consumo de drogas permisivos) académico
Relaciones afectivas Frecuencia de
Comportamiento Relaciones afectivas, de calidad y cercanía Buen rendimiento contacto de la pareja
antisocial cálidas y seguras con con el grupo de académico
Grado de satisfacción
Psicopatología: clínica padre/madre iguales Grado de integración en la relación
depresiva; ansiosa; Relaciones Popularidad dentro en el centro escolar
somática: obsesiva- conflictivas con del grupo de iguales Ser víctima de
Absentismo escolar
compulsiva; T. Estrés padre/madre/ violencia en la
postraumático; T. Percibir atención y relación de noviazgo
Relación afectiva con apoyo del centro
Límite de
hermanos escolar y/o los Pareja con consumo
personalidad.
profesores de sustancias
Actitudes justificación
uso violencia
noviazgo
Creencias sexistas
Empatía
Deseabilidad social
CAPÍTULO 4: CONCLUSIONES TEÓRICAS 136

CAPÍTULO 4: CONCLUSIONES TEÓRICAS

Como hemos ido presentando en los capítulos de esta parte teórica, las relaciones de

noviazgo de los adolescentes no son ajenas al uso de la violencia ante los conflictos que pueden

producirse en ellas. La prevalencia de la perpetración de violencia en estas relaciones es preocupante

y refleja la existencia de un problema social y de salud que, en los casos más graves, tiene

consecuencias devastadoras en el estado físico y psicológico de las víctimas. Además, se ha

constatado que la violencia en el noviazgo es un fenómeno dinámico, en el que las primeras

experiencias pueden convertirse en la antesala para establecer un patrón relacional agresivo, así

como actitudes y creencias justificativas del uso de la violencia (Muñoz-Rivas, et al., 2015).

Los cuatro únicos estudios longitudinales realizados hasta la fecha para determinar el patrón

de desarrollo del comportamiento violento en el noviazgo coinciden en señalar que, en la mayoría de

los casos, las conductas agresivas tienden a disminuir y/o eliminarse en la adultez, siendo un

porcentaje minoritario los adolescentes que mantienen un patrón violento relacional en la edad

adulta (Foshee et al., 2009; Nocentini et al., 2010; Orpinas, et al., 2012, 2013). Además, este patrón

de desarrollo es similar al que se observa en otros comportamientos disruptivos propios de esta

etapa evolutiva (Eaton, et al., 2007; Muñoz-Rivas et al., 2010; Ayllene-Green et al., 2012). Por otro

lado, disponemos de investigaciones que han señalado que la violencia en el noviazgo incrementa el

riesgo de perpetrar agresiones en relaciones sentimentales posteriores, especialmente cuando se

inicia la convivencia (Exner-Cortens et al., 2013; O’Leary et al., 1989; Smith et al., 2003; Sunday et al.,

2011; Teten et al., 2009). Por tanto, es necesario desarrollar más estudios que relacionen la violencia

en el noviazgo durante la adolescencia y juventud, con la que se produce en las relaciones

sentimentales en la edad adulta.


CAPÍTULO 4: CONCLUSIONES TEÓRICAS 137

Desde el estudio pionero de Makepeace (1981) hasta la actualidad el cuerpo de investigación

sobre la violencia en el noviazgo ha evidenciado un importante crecimiento: ampliando su muestra

de estudio (parejas universitarias, adolescentes), contemplando distintas formas de violencia (física,

psicológica y sexual) e incluyendo distintos medios a través de los que se pueden ejercer dicha

violencia (p.ej. internet). La proliferación de estudios empíricos ha sido imparable en las últimas tres

décadas, aunque la comunidad científica sigue enfrentándose a retos importantes como es la

ausencia de un consenso en cuanto a la definición operativa de violencia en las relaciones de pareja,

la variabilidad metodológica que dificulta en ocasiones poder comparar resultados de distintas

investigaciones, o los diferentes tipos de relaciones de noviazgo que se pueden encontrar en

población adolescente (Hamby y Turner, 2012; Ismail, et al., 2007; Muñoz-Rivas, et al., 2014).

La violencia psicológica es el tipo de abuso más empleado por los adolescentes en sus

relaciones de pareja: agresiones verbales tales como insultos, amenazas o humillaciones son

perpetradas por 8 de cada 10 adolescentes cuando discuten con su novio/a; entre el 60-80%

reconoce haber perpetrado tácticas celosas; y hasta un 40% admite haber ejercido conductas de

dominancia sobre su pareja. A pesar de estas cifras, históricamente los expertos en este campo han

invertido más recursos en estudiar la violencia física y sexual, dejando a la violencia psicológica

relegada a un segundo plano, al ser más difícil de detectar y en ocasiones considerada como menos

grave. Contrariamente, sabemos que la presencia de agresiones psicológicas en las relaciones de

noviazgo es un fuerte predictor para la aparición de otras formas de violencia (Antônio y Hokoda,

2009; Lasley y Durtschi, 2015; O´Leary et al., 2007), lo que la otorga un papel de gran relevancia a la

hora de estudiar el fenómeno e intervenir sobre el. Además, aunque no genere lesiones físicas en sus

víctimas sus consecuencias no son por ello menos graves, pues distintos estudios han reflejado la

existencia de importantes secuelas emocionales tales como síntomas de estrés postraumático,

ideación suicida, abuso de sustancias y otras conductas de riesgo (Eshelman y Levendosky, 2012;

Exner-Cortens et al., 2013; Foshee et al., 2013). Por otro lado, cabe señalar que entre las

investigaciones que han estudiado la violencia psicológica, encontramos que una amplia mayoría de
CAPÍTULO 4: CONCLUSIONES TEÓRICAS 138

estudios que han evaluado su prevalencia lo han hecho basándose casi en exclusiva en un tipo

concreto de abuso psicológico, generalmente violencia verbal, sin tener en cuenta la existencia de

otras manifestaciones importantes de agresiones psicológicas que pueden coexistir.

Para una mayor comprensión del fenómeno es fundamental conocer cuáles son los factores

involucrados tanto en la perpetración como en la victimización de la violencia en las relaciones de

pareja. A este respecto se han llevado a cabo numerosas investigaciones que han permitido tener un

mayor conocimiento sobre la existencia de factores de riesgo y de protección de gran influencia en la

problemática, obteniendo resultados que permiten establecer dichos factores con mayor

consistencia. Aunque las tres formas de violencia (física, psicológica y sexual) comparten factores de

riesgo comunes, algunas investigaciones señalan que hay un peso diferencial en estos factores en

relación con la tipología de la violencia (Teten et al., 2009). Por ello, la presente tesis doctoral se

centra específicamente en el estudio de factores de riesgo y de protección involucrados en la

perpetración de la violencia psicológica.

En lo que respecta a las diferencias en la perpetración de la violencia en función del sexo,

nuestra comprensión sobre las mismas sigue siendo limitada hasta la fecha (Dardis et al., 2014), por

lo que se precisa del desarrollo de investigaciones que exploren en profundidad dichas diferencias y

contemplen múltiples factores.

Por otro lado, el hecho de que la violencia en las relaciones de noviazgo adolescentes

presente características específicas que la diferencian de las relaciones de pareja adultas, hace

imprescindible que se desarrollen investigaciones que delimiten los factores de riesgo específicos

involucrados en la violencia perpetrada en estas relaciones, aportando un mayor conocimiento sobre

el papel que juegan cada uno de ellos. Esto resulta indispensable para la implementación de

programas de prevención que se adapten de forma específica a esta población, incluyendo aquellos

factores que sean más influyentes en la violencia que se ejerce en este tipo de relaciones,

incrementando así la efectividad de los recursos de prevención (Rubio-Garay et al., 2015).


CAPÍTULO 4: CONCLUSIONES TEÓRICAS 139

En conclusión, el contenido expuesto hasta ahora nos ha permitido establecer el marco

teórico y aproximarnos en la comprensión del fenómeno de la violencia en las relaciones de noviazgo

en la adolescencia. No obstante, los estudios de factores de riesgo y protección individuales,

familiares, relativos al grupo de iguales, escolares y relacionales asociados específicamente a la

perpetración de la violencia psicológica en población adolescente son, en ocasiones, escasos y/o

inconsistentes. Además, son necesarias más investigaciones que evidencien las posibles diferencias

que pueden existir en los factores de riesgo y de protección involucrados en la perpetración de los

diferentes tipos de violencia psicológica, así como entre hombres y mujeres.

Este es el punto de partida para la parte empírica de la presente tesis doctoral, la cual

pretende profundizar en el conocimiento de la perpetración de la violencia de tipo psicológico a

través de un estudio epidemiológico detallado que contemple distintas manifestaciones de abuso

psicológico en los noviazgos de los adolescentes españoles, y otro dirigido a determinar aquellos

factores más directamente implicados en su naturaleza. Ambos estudios se presentan a

continuación, en los Capítulo 6 y 7 del presente trabajo.


VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN EL NOVIAZGO ADOLESCENTE 140

PARTE II: MARCO EMPÍRICO

CAPÍTULO 5

METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

CAPÍTULO 6

ESTUDIO DESCRIPTIVO DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN LAS RELACIONES DE NOVIAZGO

CAPÍTULO 7

VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA

CAPÍTULO 8

DISCUSIÓN GENEREAL
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 141

CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

1. OBJETIVOS GENERALES

Tras al análisis de la parte conceptual se proponen una serie de objetivos generales de

investigación que marcan el punto de partida del desarrollo de la parte empírica. Así, en la presente

investigación se plantearon dos objetivos generales:

a) El primer estudio pretendió conocer la prevalencia de la perpetración de violencia

psicológica (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia) en una muestra

amplia de adolescentes de la Comunidad Autónoma de Madrid.

b) El segundo estudio se centró en el análisis de aquellos factores de riesgo y de protección

asociados a la perpetración de la violencia psicológica, configurando perfiles diferenciales

entre hombres y mujeres que puedan ser la base de futuros diseños de programas

preventivos.

2. MÉTODO

2.1. Diseño de la investigación y muestreo

Se llevó a cabo una investigación de corte transversal con un diseño descriptivo y

correlacional. El muestreo fue incidental, seleccionando los centros de enseñanza de la Comunidad

de Madrid (y las aulas de Educación Secundaria Obligatoria y Programas de Cualificación Profesional

Inicial de estos) que participarían en la investigación en función de la disponibilidad del profesorado y

del alumnado.
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 142

Inicialmente, se contó con la participación de 2.321 adolescentes (49,8% mujeres). Para la

presente investigación, y en función de los objetivos generales descritos, se utilizaron como criterios

de inclusión: (1) tener entre 13 y 18 años y, (2) haber tenido al menos una relación de noviazgo y/o

tenerla en el momento de la recogida de datos para la investigación. Así, finalmente, la muestra de

estudio quedó compuesta por 1.780 adolescentes.

2.2. Selección de los Centros Escolares

Todos los participantes estaban escolarizados en 23 centros educativos (22 públicos y 1

concertado) situados en distintas áreas de la Comunidad Autónoma de Madrid. La Figura 10 recoge

los distritos de la ciudad de Madrid donde se situaban algunos de los centros que participaron en la

investigación. Todos los participantes cursaban estudios de Educación Secundaria Obligatoria (2º, 3º

o 4º E.S.O) o Programas de Cualificación Profesional Inicial (P.C.P.I), tal como se presenta en el Figura

11.
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 143

Figura 10

Distribución de la Muestra en los Distritos de la Ciudad de Madrid

Figura 11

Distribución de la Muestra por Curso

Curso

4%
9%

38% 49%

2º ESO 3º ESO 4º ESO PCPI


CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 144

Los centros escolares que colaboraron en la investigación y de los cuales se extrajo la

muestra de los participantes, fueron los siguientes:

I.E.S. Barrio Simancas (Madrid, distrito San Blas-Canillejas)

I.E.S Camilo José Cela (Pozuelo de Alarcón)

I.E.S Gerardo Diego (Pozuelo de Alarcón)

I.E.S José Luis Sampedro (Tres Cantos)

I.E.S Juan de la Cierva (Madrid, distrito Arganzuela)

I.E.S Juan de Mairena (San Sebastián de los Reyes)

I.E.S Juana de Castilla (Madrid, distrito Moratalaz)

I.E.S La Estrella (Madrid, distrito Retiro)

I.E.S Leonado Da Vinci (Madrid, distrito Latina)

I.E.S Mariano José de Larra (Madrid, distrito Latina)

I.E.S Marqués de Suanzes (San Blas-Canillejas)

I.E.S Nuestra Señora de la Almudena (Madrid, distrito Tetuán)

I.E.S Pintor Antonio López (Tres Cantos)

I.E.S Pradolongo (Madrid, distrito Usera)

I.E.S Príncipe Felipe (Madrid, distrito Fuencarral-El Pardo)

I.E.S Rodríguez Valcárcel (Madrid, distrito Moratalaz)

I.E.S San Blas (Madrid, distrito San Blas-Canillejas)

I.E.S San Isidro (Madrid, distrito Centro)

I.E.S Severo Ochoa (Alcobendas)

I.E.S Valdebernardo (Madrid, distrito Vicálvaro)

I.E.S Vallecas Magerit (Madrid, distrito Puente de Vallecas)

I.E.S Virgen de la Paz (Alcobendas)

S.I.E.S Doctor Marañón (Paracuellos de Jarama)


CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 145

2.3. Características sociodemográficas de la muestra

Las características sociodemográficas de la muestra se presentan en el Tabla 4. Como ya

hemos comentado, nuestra muestra de estudio estuvo formada por 1.780 adolescentes (50,2%

mujeres y 49,8% hombres). La edad de los participantes estuvo comprendida entre los 13 y los 18

años (M = 15,34; DT = 1,13), siendo el grupo de adolescentes de 15 años el que estuvo más

representado.

En lo que respecta al país de nacimiento, la mayoría de los adolescentes eran de origen

español (70,7%) y casi una cuarta parte de procedencia latinoamericana. Datos similares

encontramos con el país de origen del padre y la madre, pues la mayoría eran de origen español (en

torno al 65%), seguidos de un 26,4% de las madres y 25,4% de los padres procedentes de diferentes

países de Latinoamérica. En cuanto al nivel económico percibido en el hogar, el porcentaje

mayoritario de los participantes (78,2%) refirió tener un nivel económico medio. Si atendemos al

nivel de estudios de los progenitores observamos que la mayoría poseían estudios de secundaria y

bachillerato, tanto en el caso del padre (31,4%) como de la madre (35,1%), seguido de estudios

universitarios (27,9% para el padre y 27,7% para la madre). En lo que respecta a la situación laboral

de los progenitores, los resultados varían según se trate del padre o de la madre: el 85,8% de los

padres tenían un trabajo a jornada completa y tan sólo un 5,7% se encontraba desempleado; por su

parte, en el caso de las madres trabajaban una jornada completa alrededor del 60%, seguido de un

22,3% que trabajaban media jornada y un 13,7% que se encontraban sin trabajar en ese momento.
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 146

Tabla 4

Características Demográficas de la Muestra

N = 1780 %
Edad 13 43 2,4
M = 15,34 14 421 23,8
DT = 1,13 15 546 30,8
16 451 25,5
17 274 15,5
18 37 2,1
Sexo Mujer 890 50,2
Hombre 882 49,8
País de nacimiento España 1258 70,7
Latinoamérica 424 23,8
Europa Este 63 3,5
África 18 1
Asia 12 0,7
Otras 4 0,2
País origen padre/madre España 1152/1140 65,7/64,4
Latinoamérica 445/468 25,4/26,4
Europa Este 78/84 4,4/4,7
África 47/45 2,7/2,5
Asia 29/29 1,7/1,6
Otras 3/4 0,2/0,2
Nivel económico familiar Muy inferior 17 1
percibido Inferior 213 12,1
Medio 1371 78,2
Superior 139 7,9
Muy superior 14 0,8
Nivel formativo
Sin estudios 41/30 2,4/1,7
padre/madre
Primaria 263/272 15,5/15,7
Secundaria/ Bach 531/607 31,4/35,1
FP 192/192 11,3/11,1
Universitarios 473/478 27,9/27,7
NS/NC 193/149 11,4/8,6
Situación laboral
A tiempo completo 1348/1037 85,8/63,9
padre/madre
A tiempo parcial 134/362 8,5/22,3
Desempleado 90/223 5,7/13,7
Nota: Las variables cuya suma no se corresponde con n = 1780 se debe a casos perdidos
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 147

2.4. Instrumentos

Se desarrolló un protocolo de evaluación que incluyó diferentes escalas de autoinforme que

se describen a continuación (véase Anexo 1). Las escalas seleccionadas mostraron buenas

propiedades psicométricas, habiendo sido validadas y adaptadas para población adolescente.

Además, las distintas escalas medían variables que se ajustaban a los objetivos planteados en la

investigación y de las que existía una fundamentación teórica sobre su peso en el fenómeno de la

violencia en las relaciones de pareja, tal como presentamos en el Capítulo 3.

2.4.1. Variables sociodemográficas

Se incluyeron preguntas sobre el sexo, la edad, la nacionalidad del participante y la

nacionalidad de su padre y madre. También se realizaron preguntas relativas al nivel

socioeconómico, concretamente se preguntó por el nivel económico que los participantes percibían

en su casa, por el nivel de estudios de sus padres y la situación laboral de estos.

2.4.2. Variables relativas a la perpetración de violencia psicológica en la pareja

Agresión Verbal: se evaluó mediante la Escala de Tácticas de Conflicto Modificada

(Modified Conflict Tactics Scale, M-CTS; Neidig, 1986), adaptada y validada en población

adolescente por Cascardi y colaboradores (1999). Esta escala es uno de los instrumentos

que más se han empleado en la literatura para evaluar la manera en la que los individuos

resuelven los problemas que tienen con su pareja, formada por un total de 18 ítems

bidireccionales (perpetración/victimización) distribuidos en 3 subescalas: Agresión Física,

Agresión Verbal y Razonamiento/Argumentación. Para el presente estudio se empleó la

subescala de Agresión Verbal, la cual está compuesta por seis ítems bidireccionales con

un formato de respuesta de 5 puntos comprendidos entre las categorías “nunca” y “muy

a menudo”. Cada ítem se presenta dos veces, primero referido a la conducta del
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 148

encuestado (perpetración de la agresión) y, en segundo lugar, referido a la conducta de

la pareja del encuestado (victimización de la agresión). Los participantes deben indicar si,

en el transcurso de una discusión, han ejercido contra su pareja o han sufrido de la

misma cada uno de los comportamientos de agresión verbal que se le presentan. En

nuestro estudio empleamos la versión validada por Muñoz-Rivas y colaboradores (2007)

para adolescentes y jóvenes españoles, que presenta unos coeficientes de consistencia

interna con valores de α =. 64 para la perpetración de la Agresión verbal y α = .63 para la

victimización. En la presente investigación la subescala de Agresión Verbal presentó un

índice de fiabilidad adecuado tanto para la perpetración (α = .67) como para la

victimización (α = .64).

Tácticas Celosas y Tácticas de Dominancia: estos tipos de violencia psicológica se

midieron a través de la Escala de Tácticas de Dominancia y Tácticas Celosas (Dominating

and Jealousy Tactics Scale, DJTS; Kasian y Painter, 1992). La escala original estaba

formada por 22 ítems, 11 de los cuales fueron seleccionados por Kasian y Painter (1992)

del Inventario del Maltrato Psicológico de Mujeres (Psychological Maltreatment of

Women Inventory) de Tolman (1989, 2001). La escala tenía como objetivo valorar las

diferentes formas de agresión psicológica en las relaciones íntimas de jóvenes

universitarios. Por su parte, Cano y colaboradores (1998) desarrollaron y validaron una

versión abreviada de esta escala para población adolescente, en la que incluyeron dos de

los factores del instrumento original (Tácticas Dominantes y Tácticas Celosas),

obteniendo una consistencia interna de α = .72 en perpetración y α = .76 en victimización

para ambas subescalas de forma conjunta, ya que no las miden por separado. En nuestro

estudio hemos empleado la escala validada por Cano y colaboradores (1998), la cual

consta de un total de 11 ítems bidireccionales (perpetración/victimización) que se

distribuyen entre la subescala de Tácticas de Dominancia (siete ítems) y la de Tácticas

Celosas (cuatro ítems), y que presentan cinco alternativas de respuesta comprendidas


CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 149

entre las categorías “nunca” y “muy a menudo” (de 1 a 5 puntos). En nuestro estudio se

obtuvieron los siguientes coeficientes alpha: .67 para perpetración y .63 para

victimización en la subescala de Tácticas Dominantes; y .72 y .77 para perpetración y

victimización, respectivamente, en la subescala de Tácticas Celosas.

2.4.3. Variables individuales

Apego inseguro: se evaluó la presencia de un vínculo de apego inseguro hacia la pareja a

través del Cuestionario de Experiencias en Relaciones Íntimas-Estructuras de relaciones

(Experiences in Close Relationships – Relationship Structure, ECR-RS; Brennan et al., 1998;

Fraley et al., 2011). Está compuesto por 9 ítems distribuidos en 2 subescalas: Apego

Inseguro Ansioso y Apego Inseguro Evitativo. El formato de respuesta es tipo Likert con

valores que oscilan entre 1 (totalmente en desacuerdo) hasta 7 (totalmente de acuerdo).

Los mismos ítems se utilizan para medir apego en cuatro dominios relacionales (hacia el

padre, la madre, la pareja sentimental y el mejor amigo/a), obteniendo puntuaciones

independientes para cada uno de ellos en las dos dimensiones descritas (ansioso-

evitativo). La versión española elaborada por Alonso-Arbiol y colaboradores (2007) obtuvo

una buena consistencia interna para la subescala de Apego Inseguro Ansioso (α = .85) y

para la de Apego Inseguro Evitativo (α = .87). En nuestra investigación se emplearon los

nueve ítems que evaluaban la dimensión relativa a las relaciones sentimentales,

obteniendo un valor de alfa de Cronbach de .82 para la subescala de Apego Ansioso y .60

para la de Apego Evitativo.

Autoestima: la autoestima se evaluó a través de la Escala de Autoestima de Rosenberg

(Rosenberg Self-Esteem Scale, RSES; Rosenberg, 1989). Se trata de una escala tipo Likert

que cuenta con 10 ítems, con una gradación de 1 (totalmente en desacuerdo) a 4

(totalmente de acuerdo). Es uno de los instrumentos más usados para la evaluación de la

autoestima en la práctica clínica y en la investigación científica. Presenta distintas


CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 150

afirmaciones sobre la valía personal y la satisfacción con uno mismo. La escala fue

validada por Martín-Albo y colaboradores (2007) en población española mostrando una

buena consistencia interna (α = .85). En la presente investigación el coeficiente alfa de

Cronbach alcanzó el valor de .84.

Asertividad: para medir esta variable individual se empleó la Escala de Competencia

Interpersonal (The Interpersonal Competence Questionnaire, ICQ; Buhrmester et al., 1988).

La escala original está formada por un total de 40 ítems que miden la competencia social

del sujeto en distintas situaciones de relaciones interpersonales con los iguales o la pareja,

y lo hace a través de cinco subescalas: a) Habilidades para Iniciar Interacciones; b)

Aserción Negativa; c) Proporcionar Apoyo Emocional a los Demás; d) Auto-revelación de

Información Personal; y e) Manejo de Conflictos Interpersonales en Relaciones Cercanas.

Para los objetivos de este estudio se emplearon 8 ítems que corresponden a la subescala

de Aserción Negativa, la cual es un subdominio de la conducta asertividad que se centra

en la capacidad del sujeto de afirmar sus derechos ante los demás y expresar el

descontento con la conducta de los otros de forma adecuada. Los ítems se califican en una

escala tipo Likert desde 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo). En el

estudio de Buhrmester y colaboradores (1988) se obtuvo un alfa de Cronbach de .85 para

el factor de Aserción Negativa, reflejando una buena consistencia interna, al igual que

ocurrió en nuestra investigación donde se obtuvo un α = .87.

Consumo de drogas: el consumo de sustancias fue evaluado a través de una escala de 12

ítems diseñada para el presente estudio en la que se preguntaba por el consumo de

distintos tipos de sustancias (seis de los ítems referidos al consumo propio y los otros seis

al consumo de la pareja): alcohol (cerveza, vino, ron, licores) tabaco, marihuana o hachís

(porros), cocaína o derivados (pasta base, crack), alucinógenos (LSD, “tripis”) y drogas de

diseño (anfetaminas, éxtasis, MDMA, speed, cristal). La escala de respuesta de 5 puntos

permitía especificar la frecuencia de dicho consumo, desde “nunca” (1) hasta “a diario”
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 151

(5). El índice de consistencia interna obtenido mediante el coeficiente alfa de Cronbach

fue de .71 para la subescala de consumo de drogas propio.

Personalidad: se midieron ciertas características de personalidad asociadas a la ejecución

de conductas violentas y conductas de riesgo a través de las siguientes escalas:

o La Escala de Búsqueda de Sensaciones para niños y adolescentes (EBS-J; Pérez et al.,

1987). Esta escala es una adaptación de la Forma V de la Sensation Seeking Scale

(SSS; Zuckerman et al., 1978) desarrollada y validada por Pérez y colaboradores

(1987) en población infantil y adolescente española. La EBS-J mide el rasgo de

personalidad de Búsqueda de Sensaciones estableciendo cinco subescalas de 10

ítems cada una en formato de respuesta dicotómico (verdadero/falso), que miden

distintos parámetros del rasgo general estudiado: a) Búsqueda de Emociones; b)

Búsqueda de Excitación; c) Desinhibición; d) Susceptibilidad al aburrimiento; y e)

Sinceridad. Acorde a los objetivos de este estudio, se usaron una selección de ítems

de las subescalas de Búsqueda de Emociones (cuatro ítems) y Búsqueda de

Excitación (tres ítems). Los coeficientes alfa de estas subescalas obtenidos por Pérez

y colaboradores (1987) presentaron valores en torno al .80 para Búsqueda de

Emociones, y en torno al .60 para Búsqueda de Excitación. En nuestro estudio se

empleó una escala total de Búsqueda de Sensaciones compuesta por los 7 ítems

seleccionados que obtuvo un índice de fiabilidad α = .63.

o La Escala de Evaluación de la Impulsividad, Afán de Aventura y Empatía

(Impulsiveness, Venturesomeness & Empathy Questionnaire, IVE-J; Eysenck et al.,

1984). En nuestro estudio se empleó la adaptación española de la IVE-J (Martorell y

Silva, 1993), formada por un total de 77 ítems con un formato de respuesta de dos

alternativas de respuesta (verdadero/falso). Este instrumento mide distintos

aspectos de la personalidad, diferenciándose tres subescalas: (a) Impulsividad; (b)

Afán de Aventura; y (c) Empatía. Para los objetivos del presente estudio se
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 152

emplearon una selección de ítems de las subescalas de Impulsividad (nueve ítems) y

Empatía (siete ítems). El alfa de Cronbach obtenido en el estudio de Martorell y Silva

(1993) para las diferentes subescalas presentó valores comprendidos entre el .70 y

.81. Los análisis de consistencia interna realizados en el presente estudio obtuvieron

un coeficiente alfa de .72 para Impulsividad y de .58 para Empatía.

o El Cuestionario de Agresión (The Aggression Questionnaire, AQ; Buss y Perry, 1992).

Este cuestionario, que mide la existencia de conductas y sentimientos agresivos, ha

demostrado ser un instrumento eficaz para la detección de individuos agresivos en

poblaciones generales. Está formado por un total de 29 ítems repartidos en 4

subescalas: a) Agresividad Física (nueve ítems); b) Agresividad Verbal (cinco ítems); c)

Ira (siete ítems) y d) Hostilidad (ocho ítems). La escala de respuesta es tipo Likert de

5 puntos, desde 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo). Se

empleó la versión española del Cuestionario de Agresión (Andreu et al., 2002),

validada en población adolescente y jóvenes adultos y que presentó una consistencia

interna excelente para la escala global (α = .90), mientras que las diferentes

subescalas mostraron una consistencia interna con valores comprendidos entre α =

.74 (Hostilidad) y α = .87 (Agresión Física). En nuestro estudio, la escala total

presentó un índice de consistencia interna bueno (α = .88), mientras que los

coeficientes alpha obtenidos para las subescalas fueron los siguientes: .82 para la

escala de Agresión Física, .64 para la escala de Agresión Verbal, .71 para la de Ira y

.72 para la escala de Hostilidad.

o La Escala de Conducta Antisocial (Antisocial Behaviour, ASB; Gibson, 1967). En

nuestro estudio hemos empleado la adaptación española de la ASB (Silva et al.,

1986), que fue validada en una muestra de adolescentes españoles, obteniendo una

consistencia interna excelente (α = .92). Esta adaptación española de la ASB está

compuesta por 46 ítems que recogen fundamentalmente una serie de conductas de


CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 153

tipo pre-delictivo, algunas de tipificación delictiva, así como conductas de

transgresión y de rebeldía frente a las normas sociales según la edad, presentando

un formato de respuesta dicotómico (verdadero/falso). En nuestra investigación

seleccionamos 19 ítems de la ASB que mostraron una buena consistencia interna (α

= .87).

Psicopatología: se utilizó el Inventario Breve de Síntomas (Brief Symptom Inventory, BSI;

Derogatis, 1975, 1993; Derogatis y Melisaratos, 1983), en su versión validada para

población española por Ruipérez y colaboradores (2001). Se trata de un inventario

compuesto por 49 ítems que evalúan psicopatología general, preguntándole al

participante si ha experimentado la presencia de distintos tipos de sensaciones o

situaciones durante la última semana. Ofrece información de seis subescalas: a)

Depresión; b) Ansiedad Fóbica; c) Ideación Paranoide; d) Obsesión-Compulsión; e)

Somatización; y f) Hostilidad/Agresividad. El formato de respuesta presenta 5 alternativas

(1= nada, 2 = poco, 3 = moderadamente, 4 = bastante, 5 = mucho o extremadamente). La

adaptación a población española mostró coeficientes de fiabilidad entre moderados y

altos en todas las subescalas (alfas de Cronbach desde .70 a .91) en muestras no clínicas

(Ruipérez, et al., 2001). Para los fines de este estudio se llevó a cabo una selección de 24

ítems correspondientes a las subescalas de Ansiedad Fóbica (seis ítems), Depresión (seis

ítems), Somatización (siete ítems) y Obsesión-Compulsión (cinco ítems). Los coeficientes

alfa obtenidos para cada subescala mostraron una consistencia interna entre moderada y

buena: .82 para Ansiedad Fóbica, .86 para la subescala de Depresión, .84 para

Somatización, y .76 para la subescala de Obsesión-Compulsión.

Creencias sexistas: para valorar esta variable se incluyó el Cuestionario de Actitudes hacia

el Género y la Violencia (CAGV; Díaz-Aguado, 2002; Díaz-Aguado y Martínez-Arias, 2001).

Esta escala mide las actitudes hacia el género y la violencia en población española

adolescente. El cuestionario original consta de un total de 62 ítems que se responden en


CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 154

una escala tipo Likert de 1 (“totalmente en desacuerdo”) a 7 (“totalmente de acuerdo”), y

en el que se agrupan cuatro factores: Factor I, Creencias sexistas sobre diferencias

psicosociales y justificación de la violencia como reacción; Factor II, Creencias sobre la

fatalidad biológica del sexismo y la violencia; Factor III, Conceptualización de la violencia

doméstica como un problema privado e inevitable; y Factor IV, Valoración del acceso de la

mujer al trabajo remunerado fuera del hogar y a puestos de poder y responsabilidad. La

escala completa mostró buenas propiedades psicométricas, obteniendo un coeficiente de

fiabilidad de α = .88. De acuerdo con los objetivos de este estudio, se seleccionaron un

total de 12 ítems correspondientes al Factor I (siete ítems), Factor II (tres ítems) y Factor III

(dos ítems), calculando una puntuación total de la escala que presentó un buen índice de

fiabilidad (α = .76).

Justificación de la violencia en relaciones de noviazgo: la justificación del empleo de la

violencia como medio para solucionar un conflicto dentro de la relación de noviazgo se

midió a través de las siguientes escalas:

o Escala de Actitudes sobre la Agresión durante Situaciones de Noviazgo (Attitudes

About Aggression in Dating Situations, AADS; Slep et al., 2001). En nuestro estudio

empleamos la versión validada en población adolescente española (Muñoz-Rivas et

al., 2011) formada por un total de 10 ítems con un formato de respuesta tipo Likert

de 1 (total de acuerdo) a 6 (total en desacuerdo), que permiten valorar el grado de

acuerdo o discrepancia del evaluado respecto a diferentes actos de agresión física

contextualizados en una situación específica. Así, cuatro de los ítems describen a un

hombre agrediendo a su novia, otros cuatro describen a una mujer agrediendo a su

novio, y los dos restantes describen agresiones hacia una persona del mismo sexo en

un contexto de conflicto de pareja. La escala validada en población adolescente

española por Muñoz-Rivas y colaboradores (2011) presentó buenas propiedades

psicométricas con un coeficiente alpha que alcanzó valores en torno al .75. Con la
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 155

muestra de este estudio, la escala global mostró también una buena consistencia

interna (α = .80).

o Escala de Justificación de Tácticas Coercitivas y Agresiones Verbales (Justification of

Verbal/Coercive Tactics Scale, JVCT; Slep et al., 2001). Este instrumento permite

medir la justificación de tres tipos de violencia psicológica hacia la pareja: Agresión

Verbal (cuatro ítems); Tácticas de Control (cuatro ítems) y Tácticas Celosas (cuatro

ítems). En nuestro estudio empleamos la versión validada en población adolescente

española de Muñoz-Rivas y colaboradores (2011), compuesta por un total de 12

ítems con un formato de respuesta tipo Likert de 5 puntos, desde 1 (“nunca está

justificado”) hasta 5 (“justificado en muchas ocasiones”). Cada ítem es administrado

dos veces, la primera referida a la justificación de la agresión cuando es ejercida por

un hombre hacia su pareja, y la segunda relativa a la justificación cuando es

perpetrada por una mujer. Al analizar las propiedades psicométricas de la JVCT

validada en población adolescente española (Muñoz-Rivas et al., 2011) se encontró

una consistencia interna adecuada para la Justificación de Agresiones Verbales, tanto

ejercidas por la mujer (α =. 66 para la muestra de mujeres y un alfa α = .71 para los

varones) como ejercidas por el hombre (α = .67 para la muestra de mujeres y un alfa

α = .71 para los varones). En la Justificación de Tácticas Celosas se encontró una

consistencia interna que osciló entre .75 y .80 según quien la ejerciese. Por el

contrario, la subescala de Justificación de Tácticas de Control no presentó

coeficientes aceptables en la muestra de mujeres tanto si esas conductas eran

llevadas a cabo por el hombre como por la mujer (α = .39 y α = .34,

respectivamente), mientras que en la muestra de hombres alcanzó un coeficiente de

fiabilidad de .60 cuando el control era ejercido por la mujer y de .69 cuando lo

ejercía el hombre hacia su pareja. En la presente investigación, acorde con los

objetivos planteados, no hicimos distinción entre hombres y mujeres, por lo que


CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 156

medimos la justificación de los distintos tipos de agresiones psicológicas en una

relación de pareja sin tener en cuenta el sexo del agresor. Así, la Justificación de

Agresiones Verbales dentro de la relación de noviazgo presentó un coeficiente de

fiabilidad muy bueno (α = .86), mientras que la Justificación de Tácticas Celosas y de

Tácticas de Control obtuvieron el mismo valor en su coeficiente (α = .91), mostrando

que dichas subescalas presentan una consistencia interna excelente.

Deseabilidad social: para medir la deseabilidad social se empleó la Forma Abreviada de la

Escala de Deseabilidad Social de Marlowe-Crowne (The Marlowe-Crowne Social

Desirability Scale: Short Form C, MCSDS-C; Crowne y Marlowe, 1960; Reynolds, 1982). Esta

forma abreviada desarrollada y validada por Reynolds (1982) está formada por 13 ítems

con dos opciones de respuesta “verdadero” (1) y “falso” (2), mediante los cuales se evalúa

la tendencia de los participantes a responder de una manera socialmente aceptable. Las

puntuaciones más altas indican una mayor tendencia a responder de una manera

socialmente deseable, presentando algunos ítems directos y otros inversos. En nuestro

estudio empleamos la versión de la MCSDS-C validada para población española por

Ferrando y Chico (2000) en una muestra de 847 estudiantes universitarios, y cuyos análisis

de fiabilidad presentaron un coeficiente α = .78. En nuestro estudio la MCSDS-C obtuvo un

índice de consistencia interna de α = .62.

2.4.4. Variables relativas al contexto familiar

• Relación entre el/la adolescente y su familia: la calidad de la relación del adolescente con

su familia (padre, madre y hermano/s), así como su percepción de apoyo e implicación

emocional con el núcleo familiar, fueron evaluadas a través de la realización de ocho

preguntas (cuatro referidas al padre y cuatro referidas a la madre) sobre distintos

aspectos relativos a la relación que el adolescente mantenía con cada uno de sus

progenitores. Cada ítem fue respondido en una escala de tres puntos desde 0 (“nunca”) a
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 157

2 (“siempre”). Asimismo, se preguntó por la valoración general que el sujeto hacía de la

relación con su padre, madre y hermano/s, estableciendo como opciones de repuesta 0 =

“no me llevo”,1 = “muy mala”, 2= “mala”, 3 = “regular”, 4 = “buena”, y 5 = “muy buena”.

Al realizar los análisis de fiabilidad de los ítems que evaluaban la calidad e implicación

emocional con la madre y con el padre, se obtuvieron alphas de Cronbach de .71 y .80,

respetivamente.

• Violencia en la familia: para evaluar la existencia de violencia dentro del contexto familiar

se emplearon las siguientes escalas:

o Forma Corta de las Escalas de Tácticas para Conflictos (Short Form of the Revised

Conflict Tactics Scales; CTS-2S; Straus y Douglas, 2004). La CTS-2S es una versión

abreviada de la Escala de Tácticas de Conflictos Revisada (CTS2; Straus et al., 1996).

La CTS-2S está formada por 10 ítems, que se preguntan dos veces (referente a lo que

la madre ha podido hacer al padre y viceversa), empleando una escala de respuesta

de 1 (“nunca”) a 6 (“siempre”). Los autores comprobaron la validez de la CTS-2S

realizando comparativas con su versión original en la CTS2 (Straus et al., 1996),

encontrando correlaciones significativas con valores que oscilaban entre r = .67 y r =

.94 para victimización, y entre r = .67 y r = .94 para perpetración. La CTS-2S consta de

5 subescalas formadas por 2 ítems cada una: a) Violencia Física, b) Coacción Sexual,

c) Agresión Psicológica, d) Daños y e) Negociación. En consonancia con los objetivos

de nuestra investigación, se seleccionaron 4 ítems de la CTS-2S correspondientes a

las subescalas de Violencia Física y Agresión Psicológica. Se calculó una puntuación

media total con los ítems seleccionados a la que se denominó Violencia entre los

padres, y cuyo valor de alfa de Cronbach fue de .86, reflejando una buena

consistencia interna.

o Escala de Abuso Físico Modificada de las Escalas de Tácticas de Conflictos, Padres-

Hijos (Parent-Child Conflict Tactics Scales; CTS-CP; Straus et al.,1998). La escala


CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 158

original está compuesta por un total de 22 ítems que miden la violencia ejercida de

los padres contra su hijo/a, estableciendo 3 subescalas: Disciplina No Violenta

(cuatro ítems), Agresión Psicológica (cinco ítems) y Agresión Física (trece ítems).

Presenta un formato de respuesta en una escala de 6 puntos desde 1 (“nunca”) a 6

(“siempre”), indicando una mayor puntuación más presencia de agresiones físicas

contra el hijo/a. Los coeficientes alfa de Cronbach de la escala original presentaron

valores que oscilaban entre .55 a .70. Para el presente estudio se seleccionaron 5

ítems de la subescala de agresión física que mostraron una buena consistencia

interna con un valor de α = .81.

Estilo educativo de los padres: para medir los estilos de crianza empleados en el contexto

familiar se empleó el Inventario de Dimensiones de Disciplina (Discipline Dimensions

Inventory for Children, DDI-C; Straus y Fauchier, 2007). De este inventario utilizamos la

versión C que es la dirigida a niños y adolescentes. El DDI-C sirve para medir los

comportamientos de disciplina llevados a cabo por las figuras parentales cuando los

participantes tenían 10 años. Este instrumento está formado por 26 ítems que se aplican

dos veces (una refiriéndose a la conducta de la madre y otra a la del padre), con una

escala de respuesta de 10 categorías que van desde 0 (“nunca”) hasta 9 (“dos o más veces

al día”), la cual permite medir la frecuencia con la que los progenitores emplearon

diferentes comportamientos disciplinarios. El DDI-C consta de cuatro factores de segundo

orden que a su vez contienen varios factores de primer orden: (1) Disciplina Inductiva

(distracción, explicación, recompensa); (2) Castigo Físico y Psicológico (agresión

psicológica, castigo físico); (3) Coste de Respuesta (retirada de privilegios, compensación);

y (4) Supervisión (ignorar, control). En nuestra investigación empleamos la versión

española del DDI-C (Calvete et al., 2010), validada en una muestra de 1280 adolescentes

españoles y cuyos coeficientes alfa de Cronbach para los cuatro factores de segundo

orden oscilaron entre .66 y .81. De esta versión española seleccionamos un total de 10
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 159

ítems que medían la presencia de Agresiones Psicológicas (cuatro ítems) y Castigos Físicos

(dos ítems), y Disciplina Inductiva (cuatro ítems), y el formato de respuesta que

empleamos fue de 6 categorías, donde 1= “nunca” y 6= “siempre”. No se administró dos

veces el mismo ítem al no ser de interés para nuestra investigación discernir si la conducta

disciplinaria era realizada por el padre o la madre, por lo que se formularon las preguntas

refiriéndose a los progenitores de forma genérica. Los análisis de fiabilidad del

instrumento en nuestro estudio presentaron valores de α = .80 para Agresiones

Psicológicas, α = .71 para Castigos Físicos y α = .89 para Disciplina Inductiva, mostrando así

una buena consistencia interna en nuestra muestra.

2.4.5. Variables relativas al grupo de iguales

Para evaluar la influencia ejercida por el grupo de socialización del adolescente se incluyeron

preguntas referidas a: (1) la calidad de la relación del adolescente con su grupo de amigos; (2) el

grado de popularidad dentro del grupo de amigos; (3) la frecuencia de contacto con el grupo; (4) la

existencia de parejas violentas dentro del grupo de iguales; y (5) el grado de aceptación de parejas

violentas dentro del grupo, con tres opciones de repuesta (“nunca”, “algunas veces” o “siempre”).

Cada uno de los ítems se analizó de manera individual.

2.4.6. Variables relativas al contexto escolar

En lo que respecta al contexto escolar, se incluyeron cuestiones relativas a: (1) la existencia

de normas claras en el centro con respecto al rechazo de la violencia; (2) la percepción del

adolescente de apoyo escolar por parte del centro si se viera inmerso en una relación violenta; (3) el

grado de integración del adolescente en el centro educativo; (4) la existencia de conflictos del

adolescente con sus compañeros; (5) la presencia de conflictos con los profesores; y (6) el

absentismo escolar. Cada uno de los ítems se analizó de manera individual.


CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 160

2.4.7. Variables relativas a la relación de pareja

Se incorporaron preguntas referidas a las características de la relación de pareja: (1) edad a

la que tuvieron su primer novio/a; (2) el número de noviazgos que habían tenido; (3) cuánto tiempo

había durado su relación de pareja más larga; (4) el nivel de compromiso en la relación; (5) la

frecuencia con la que se veían; (6) el grado de satisfacción con la relación; (7) las expectativas de

futuro que tenían sobre la relación; y (8) si su pareja consumía drogas. Cada ítem se analizó de

manera individual.

En el caso del consumo de drogas por parte de la pareja, se empleó la misma escala diseñada

para evaluar el consumo de sustancias del propio adolescente, descrita anteriormente en el apartado

de variables individuales. Dicha escala, diseñada para el presente estudio, estaba compuesta por 12

ítems que preguntaban por el consumo de distintos tipos de sustancias (seis de los ítems referidos al

consumo propio y los otros seis al consumo de la pareja): alcohol (cerveza, vino, ron, licores) tabaco,

marihuana o hachís (porros), cocaína o derivados (pasta base, crack), alucinógenos (LSD, “tripis”) y

drogas de diseño (anfetaminas, éxtasis, MDMA, speed, cristal). La escala de respuesta de 5 puntos

permitía especificar la frecuencia de dicho consumo, desde “nunca” (1) hasta “a diario” (5). El índice

de consistencia interna obtenido mediante el coeficiente alfa de Cronbach fue de .77 para la

subescala de consumo de drogas de la pareja.

2.5. Procedimiento

Para llevar a cabo la presente investigación se contó con un equipo de cinco personas,

estudiantes de grado y de postgrado de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, que

colaboraron en la aplicación de las evaluaciones en los centros educativos. Todos los colaboradores

fueron entrenados para garantizar que cada miembro del equipo de campo estuviese capacitado

para la aplicación del protocolo de evaluación. Para su formación se llevaron a cabo varias sesiones a
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 161

lo largo de las cuales se les facilitó toda la información referente a la fundamentación teórica y los

objetivos del estudio, con el fin de que conocieran los principios básicos sobre los que se asentaba la

investigación y el marco en el que se había creado el instrumento de evaluación que iban a aplicar.

Además, se les explicó detalladamente cada una de las partes que componían el protocolo de

evaluación, así como las escalas que lo constituían, con el objetivo de que se familiarizasen y

conociesen en profundidad cada una de las partes del instrumento, garantizando así que estuviesen

capacitados para resolver cualquier duda que pudiesen plantearle los participantes durante la

aplicación. Por último, se instruyó a los colaboradores sobre las normas que debían seguir a la hora

de aplicar el cuestionario en las aulas, indicándoles la importancia de detectar y señalar aquellos

cuestionarios que se pudiesen haber cumplimentado sin seriedad o cuya información pudiese estar

contaminada.

Tras la formación del equipo de campo se comenzó a contactar con los distintos centros

educativos de la Comunidad de Madrid. El contacto inicial se realizó a través de un fax dirigido al

departamento de orientación del centro educativo en el que se presentaba brevemente el estudio

que íbamos a realizar, exponiendo los objetivos de este, los requisitos para participar en él y una

escueta información sobre los contenidos del cuestionario y la trayectoria del equipo de

investigación (véase Anexo 2). Tras haber recibido esta información, algunos centros interesados en

participar en el estudio se pusieron en contacto con el equipo, mientras que con el resto de los

institutos se contactó telefónicamente para confirmar que habían recibido el fax y resolver dudas

iniciales que pudiesen tener sobre la propuesta. De los 89 centros educativos contactados

inicialmente, 23 accedieron a participar en el estudio.

Posteriormente, en aquellos centros que aceptaron participar en la investigación, se llevó a

cabo una reunión con la Dirección del centro, el Departamento de Orientación y la Asociación de

Madres y Padres de Alumnos (AMPA), con el fin de explicarles de forma más detallada los objetivos y

el procedimiento de esta. Una vez obtenido el consentimiento de todas las partes, se concretaron las

fechas y los horarios en los que se llevaría a cabo la evaluación, y se les facilitó a los centros una carta
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 162

informativa dirigida a los padres de los alumnos que pertenecían a los cursos seleccionados para

participar en el estudio (véase Anexo 3).

La participación de los alumnos fue voluntaria y de carácter anónimo, habiéndoles explicado

previamente, también a ellos, el objetivo y las condiciones de esta. La sesión de evaluación duró en

torno a 50-60 minutos, que generalmente correspondía con la hora de tutoría. Los alumnos que

participaron estuvieron dirigidos por miembros del equipo de investigación, los cuales controlaron

que las condiciones ambientales fueran las adecuadas para la realización del cuestionario y

resolvieron las dudas que pudiesen tener los participantes.

Con este procedimiento se recogieron un total de 2.554 cuestionarios, de los cuales

aproximadamente un 13% fueron eliminados por no haber sido cumplimentados de forma correcta o

presentar patrones de respuesta que hacían sospechar sobre la veracidad de estas, junto con

cuestionarios que habían sido marcados por miembros del equipo de campo ante la convicción de

que se habían realizado de forma incorrecta. Además, se eliminaron aquellos cuestionarios que

presentaban un elevado porcentaje de datos perdidos (igual o superior al 50%). Finalmente se dieron

por válidos 2.321 cuestionarios, que constituyeron la muestra final de estudio. Previo al análisis de

datos, se imputaron los datos perdidos empleando el método EM (expectation-maximization)

proporcionado por la versión 25 del paquete estadístico SPSS (IBM Corporation, Armonk, NY; SPSS

2017).
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 163

CAPÍTULO 6: ESTUDIO DESCRIPTIVO DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN LAS

RELACIONES DE NOVIAZGO

1. INTRODUCCIÓN

En este primer estudio empírico de la presente tesis doctoral se persigue aportar

información sobre las características de las relaciones de noviazgo que mantienen los adolescentes

españoles, así como datos que evidencien la magnitud y la presencia de la violencia psicológica en

dichas relaciones, examinando en profundidad sus diferentes formas: violencia verbal, tácticas

celosas y tácticas de dominancia. Por otra parte, consideramos importante contemplar el análisis de

las tasas de perpetración de violencia psicológica en relación con otras variables cuya relevancia en el

fenómeno ha sido señalada en la literatura (edad, sexo y la justificación del uso de violencia en el

noviazgo).

2. OBJETIVOS

Los tres objetivos del presente estudio fueron:

Objetivo 1: Describir las características de las relaciones de noviazgo de los adolescentes

diferenciando entre hombres y mujeres, y entre agresores y no agresores psicológicos.

Las características que se analizarán son las siguientes: la edad a la que establecen su

primera relación de pareja, el número de relaciones que han tenido, la duración de la

relación más larga, el tipo de relación, la frecuencia con la que se veían, las perspectivas

de futuro y el nivel de satisfacción con la relación actual.


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 164

Objetivo 2: Examinar la prevalencia de violencia psicológica considerando sus diferentes

formas (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia) en las relaciones de

noviazgo de adolescentes españoles.

Objetivo 3: Analizar la existencia de diferencias en la perpetración de violencia

psicológica, y de sus diferentes formas, en función del sexo, la edad y la justificación del

uso de la violencia en las relaciones de noviazgo.

3. HIPÓTESIS

Se plantearon las siguientes hipótesis en relación con los tres objetivos del estudio:

Hipótesis 1: Algunas características de la relación de pareja presentarán diferencias

significativas entre hombres y mujeres, así como entre adolescentes que agreden y los

que no agreden a su pareja.

Corolario 1: La edad a la que establecen la primera relación de pareja será

significativamente mayor en las mujeres.

Corolario 2: Los hombres habrán tenido un número de relaciones de noviazgo

significativamente mayor que las mujeres.

Corolario 3: Las mujeres mantendrán relaciones de noviazgo significativamente más

duraderas que los hombres.

Corolario 4: La mayoría de los adolescentes referirán estar inmersos en un noviazgo

estable o serio, presentando las chicas porcentajes significativamente más altos que

los chicos.

Corolario 5: No se encontrarán diferencias significativas entre hombres y mujeres en

cuanto a la frecuencia de contacto con la pareja, pues en ambos casos la mayoría

informará que ve a su pareja varias veces por semana o todos los días.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 165

Corolario 6: La mayoría de los adolescentes preverá que su relación de pareja se

mantendrá en un futuro.

Corolario 7: La mayoría de los adolescentes calificará su relación con un nivel medio

de satisfacción.

Corolario 8: La edad a la que establecen su primera relación de noviazgo será

significativamente más temprana para los agresores.

Corolario 9: El número de relaciones de noviazgo mantenidas previamente será

significativamente mayor para los agresores.

Corolario 10: Los adolescentes que ejercen violencia psicológica contra su pareja

mantendrán relaciones de noviazgo significativamente más duraderas en el tiempo

que los no violentos.

Corolario 11: La relación de noviazgo será calificada como estable o seria por la

mayoría de los adolescentes, presentando los agresores porcentajes

significativamente más altos en esta categoría que los no agresores.

Corolario 12: Los adolescentes que ejercen violencia psicológica contra su pareja la

verán con una frecuencia significativamente mayor que aquellos que no son

violentos.

Corolario 13: La mayoría de los adolescentes calificará su relación con un nivel medio

de satisfacción, aunque los perpetradores de violencia psicológica mostrarán una

media de satisfacción significativamente menor.

Hipótesis 2: La violencia psicológica alcanzará altas tasas de prevalencia que superarán el

80%. En cuanto a las tasas de prevalencia específicas de las diferentes manifestaciones,

la violencia verbal será la que mayores porcentajes obtendrá, seguida de las tácticas

celosas y, en último lugar, las tácticas de dominancia.


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 166

Hipótesis 3: La perpetración de violencia psicológica, en todas sus formas, presentará

diferencias significativas en función del sexo, de la edad y la justificación del uso de la

violencia en las relaciones de noviazgo.

Corolario 1: La perpetración de agresión psicológica será significativamente mayor en

las mujeres que en los hombres en todas sus formas.

Corolario 2: A mayor edad se dará un aumento de las agresiones psicológicas hacia la

pareja, estableciéndose diferencias significativas con respecto a los grupos de menor

edad.

Corolario 3: La perpetración de violencia psicológica será significativamente mayor

en aquellos adolescentes que justifiquen el empleo de la violencia física y psicológica

dentro de la relación de noviazgo.

4. MÉTODO

4.1. Participantes

Los análisis de prevalencia de violencia psicológica en función de la edad, el sexo y la

justificación del empleo de la violencia en el noviazgo, se realizaron empleando la muestra total de

estudio descrita en el Capítulo 5 (n = 1780). De estos, el 37,2% refirieron estar manteniendo una

relación de noviazgo en el momento que se aplicó la evaluación. Así, en el presente estudio, para

realizar los análisis descriptivos de las características relacionales, se contó con esta muestra

compuesta por un total de 662 adolescentes que estaban inmersos en una relación de pareja en ese

momento (57,8% mujeres y 42,2% hombres), con edades comprendidas entre los 13 y los 18 años (M

= 15,58; DT = 1,11).
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 167

4.2. Instrumentos y variables

Para el presente estudio se emplearon las variables relativas al sexo y edad de los

participantes, junto con las variables relacionales en el noviazgo. Asimismo, se empleó la subescala

de agresión verbal de la Escala de Tácticas de Conflicto Modificada (Modified Conflict Tactics Scale,

M-CTS; Muñoz-Rivas et al., 2007; Neidig, 1986), la Escala de Tácticas de Dominancia y Tácticas

Celosas (Dominating and Jealousy Tactics Scale, DJTS; Cano et al., 1998; Kasian y Painter, 1992), la

Escala de Actitudes sobre la Agresión durante Situaciones de Noviazgo (Attitudes About Aggression in

Dating Situations, AADS; Muñoz-Rivas et al., 2011; Slep et al., 2001) y Escala de Justificación de

Tácticas Coercitivas y Agresiones Verbales (Justification of Verbal/Coercive Tactics Scale, JVCT;

Muñoz-Rivas et al., 2011; Slep et al., 2001); las cuales fueron descritas en el Capítulo 5. A

continuación, se detallan el conjunto de variables de este estudio.

Violencia psicológica: se evaluó mediante la presencia de diversas formas como son la

violencia verbal, las tácticas celosas y las tácticas de dominancia.

o Violencia verbal: es definida de forma operativa como aquel tipo de violencia

caracterizada por la presencia de agresiones a otras personas de forma

eminentemente verbal a través de insultos y/o discusiones. Concretamente la

violencia verbal fue evaluada considerando las siguientes conductas perpetradas

hacia la pareja: a) insultar o maldecir; b) negarse a hablar del tema de discusión

(silencios intencionados); c) irse enfadado del lugar donde estaban discutiendo;

d) llorar; e) hacer o decir algo con la intención de fastidiar a la pareja; y f)

amenazar con golpear a la pareja o con lanzarle algún objeto.

o Tácticas celosas: contempla una serie de conductas y sentimientos celosos que

implican el deseo de poseer y controlar al otro miembro de la pareja ante la

amenaza real o percibida de que esta les abandone y pierdan la relación. Las

conductas y sentimientos celosos evaluados fueron: a) sentir celos y sospechar


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 168

de los amigos/as de la pareja; b) sentir celos de otras chicas y chicos; c)

comprobar lo que hace la pareja y exigir que le diga dónde ha estado; y d) acusar

a la pareja de salir con otro chico/a.

o Tácticas de dominancia: recoge una serie de comportamientos dirigidos a

controlar las actividades de la pareja en el ámbito de las relaciones, la familia y el

bienestar emocional, con el objetivo consciente de ejercer control y dominio

sobre la pareja. En concreto, las tácticas de dominancia se evaluaron a través de

la presencia de las siguientes conductas: a) intentar que la pareja no hable o vea

a su familia; b) intentar poner en contra de la pareja a su familia y amigos; c)

intentar que la pareja deje de hacer cosas para estar con él/ella; d) amenazar a la

pareja con irse con otro/a; e) culpar a la pareja de provocar la conducta violenta

de uno mismo/a; f) culpar a la pareja de los problemas propios; y g) amenazar a

la pareja con dejar la relación.

Sexo: hombre o mujer.

Edad: se establecieron tres grupos de edad: (1) 13-14 años (adolescencia temprana); (2)

15-16 años (adolescencia media); y (3) 17-18 años (adolescencia tardía).

Variables relacionales en el noviazgo: se recogió información sobre las características de

la relación que en la literatura previa habían mostrado estar presentes en los noviazgos

violentos, tales como: (a) edad a la que tuvo su primer novio; (b) número de noviazgos

previos; (c) relación de noviazgo más larga; (d) tipo de relación actual; (e) frecuencia con

la que ve a su pareja actual; (f) perspectivas de futuro de la relación; y (g) grado de

satisfacción con la relación actual.

Justificación del empleo de la violencia en un contexto de noviazgo: grado de acuerdo o

desacuerdo con respecto al empleo de la violencia física y psicológica en relaciones de

noviazgo.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 169

4.3. Análisis de datos

Para el cálculo de los porcentajes de violencia, se dicotomizaron las variables de perpetración

de la violencia psicológica (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia). En concreto,

se codificaron como 0 (= no agresor) aquellos casos que habían respondido a los ítems de la escala

correspondiente con 1 (“nunca”), y como 1 (= agresor) aquellos casos que habían respondido al

menos a un ítem de la escala correspondiente con 2 (“rara vez”), 3 (“algunas veces”), 4 (“a menudo”)

o 5 (“muy a menudo”). También se generó una puntuación dicotomizada de las escalas de

justificación de la agresión física y psicológica con el objetivo de clasificar a los participantes en dos

grupos: justificación baja y alta. En este caso, para la justificación de la agresión física se codificó

como 0 (= no justificación de agresión) aquellos casos que habían respondido a los ítems de la escala

de justificación de la agresión física con un 1 (“en total desacuerdo”), 2 (“en desacuerdo”) y 3 (“algo

en desacuerdo”), y como 1 (= si justificación de agresión) aquellos casos que habían respondido 4

(“algo de acuerdo”), 5 (“de acuerdo”) y 6 (“en total de acuerdo”). En la misma línea, para la

justificación del uso de agresiones psicológicas se codificó como 0 (= no justificación de agresión)

aquellos casos que habían respondido con 1 (“nunca está justificado”) a todos los ítems de las

correspondientes subescalas de justificación de agresión psicológica, y como 1 (= si justificación de

agresión), a aquellos casos que habían respondido a los ítems con un 2 (“justificación en situaciones

extremas”), 3 (“justificación en pocas ocasiones”), 4 (“justificación en algunas ocasiones”) y 5

(“justificación en muchas ocasiones”). Se emplearon los estadísticos Chi-cuadrado o t de Student

(dependiendo de la naturaleza categórica o cuantitativa de la variable de estudio) para comparar las

características de la relación de pareja y los porcentajes de perpetración de comportamientos

agresivos en función del sexo (hombre/mujer), la edad (13-14, 15-16, 17-18) y la justificación de la

agresión (baja o alta).


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 170

5. RESULTADOS

5.1. Análisis descriptivo de las variables de la relación de pareja

5.1.1. Características de las relaciones de noviazgo en función del sexo

Al analizar las características de las relaciones sentimentales que mantenían los 662

adolescentes que informaron estar inmersos en un noviazgo en el momento de la evaluación,

obtuvimos que la edad media a la que habían mantenido su primera relación de noviazgo fue

aproximadamente 12,6 años, siendo significativamente mayor la edad a la que las mujeres se

involucran por primera vez en una relación de pareja (M = 12,98 y M = 12,46 para las mujeres y para

los hombres, respectivamente; t(64) = 3,88, p < ,001). Con respecto al número de noviazgos

mantenidos, la media se situó en torno a 3 relaciones, con los hombres presentando un número

mayor de parejas que las mujeres (2,98 vs. 3,26 para las mujeres y para los hombres,

respectivamente; t(65) = -2,10, p < ,01). Por su parte, la duración media de la relación de noviazgo

más larga se situó en torno a los 10 meses, aunque no se hallaron diferencias significativas entre

hombres y mujeres. Tampoco se obtuvieron diferencias asociadas al sexo respecto al grado de

satisfacción que informaron tener con su relación de pareja, pues tanto hombres como mujeres

otorgaron una puntuación aproximada de 8 sobre 10 de satisfacción (M = 8,43 y M = 8,45,

respectivamente). En la Tabla 5 se muestran otros datos relevantes sobre las características de las

relaciones de noviazgo, aunque ninguna de las variables restantes presentó diferencias significativas

entre hombres y mujeres. Cabe destacar una diferencia marginalmente significativa entre hombres y

mujeres en la calificación que hicieron de su relación sentimental, presentando las mujeres un

porcentaje mayor que ellos al calificarla como “seria”, mientras que era mayor el porcentaje de

hombres que describía su noviazgo como una relación “casual”. Aproximadamente el 69% informó

ver a su pareja varias veces por semana o todos los días, y más del 65% preveía que su relación iba a

continuar en el futuro.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 171

Tabla 5

Tipo de Relación, Frecuencia de Contacto de la Pareja y Predicción de Futuro sobre la Relación en

Función del Sexo

Mujeres Hombres
x2 gl p
(N= 382) (N= 280)
Tipo de relación actual (%)
Nueva 15,1% 18,1% 8,84 5 ,065
Casual 11,7% 14,7%
Estable 42,6% 46,8%
Seria 29% 19,6%

Comprometidos en matrimonio 1,6% 0,8%

Frecuencia de contacto

Menos de una vez al mes 3,2% 2,6% 1,60 6 ,952

Una vez al mes 1,9% 1,5%

Una vez cada 2 semanas 3,5% 3,4%

Una vez a la semana 11,5% 10,1%

Algunas veces por semana 35,7% 34,1%

Todos los días 33,6% 35,2%

Más de una vez al día 10,6% 13,1%

Futuro de la relación

Nos casaremos 12,2% 14,2% 1,22 2 ,544

Seguiremos juntos 68,6% 64,5%

Él/ella o yo romperá 19,2% 21,3%

5.1.2. Características de las relaciones de noviazgo de agresores y no agresores psicológicos

Con respecto a las características de las relaciones mantenidas por perpetradores y no

perpetradores de violencia psicológica, encontramos que la edad media de inicio del primer noviazgo

se sitúa en torno a los 13 años, aunque los adolescentes agresores habían tenido su primera relación
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 172

de noviazgo a una edad algo más temprana (M = 12,76; DT = 1,67) que los que no agresores (M =

13,11; DT = 1,76), sin que se tratase de una diferencia estadísticamente significativa. Tampoco se

hallaron diferencias significativas en cuanto al número de parejas que habían tenido, presentando los

agresores una media de 3,11 relaciones (DT = 1,66) frente a las 2,71 (DT = 1,48) de los no agresores.

Aquellos adolescentes que ejercían violencia psicológica contra su pareja mantenían relaciones

significativamente más prolongadas en el tiempo que aquellos que no perpetraban esta violencia (M

= 10,33 meses vs. M = 6,27 meses; t(64)= -2,23, p < ,01). El grado de satisfacción con la relación

actual fue similar para ambos grupos, presentando los perpetradores una media ligeramente inferior

que los no perpetradores (M = 8,44; DT = 1,45 vs. M = 8,77; DT = 1,58), sin embargo, no se trató de

una diferencia significativa. Otras características de la relación de pareja son presentadas en la Tabla

6, con diferencias significativas entre agresores y no agresores con respecto al tipo de relación de

noviazgo que mantenían, siendo los agresores los que calificaban su relación de pareja como más

estable y seria frente a los no agresores (70,50% vs. 46,20%), χ2(4, N = 662) = 15,24, p < ,01. Algo

similar ocurrió con la frecuencia de contacto con la pareja, donde encontramos que los

perpetradores de violencia psicológica refieren ver a su pareja con una frecuencia significativamente

mayor que los que no ejercen este tipo de violencia, χ2(6, N = 662) = 16,91, p < ,01. Por el contario, al

analizar las perspectivas de futuro sobre la relación no se hallaron diferencias entre los grupos, lo

que muestra que independientemente de ejercer o no violencia en su relación en torno al 70% de

adolescentes prevén que continuarán con su pareja.


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 173

Tabla 6

Tipo de Relación, Frecuencia de Contacto de la Pareja y Predicción de Futuro sobre la Relación

Diferenciando entre Perpetrador/No Perpetrador de Violencia Psicológica

Perpetrador No perpetrador
Violencia Violencia
Psicológica Psicológica x2 gl p
(N= 634) (N= 28)
% %
Tipo de relación actual (%)
Nueva 15,1 42,3 15,24 4 ,004
Casual 13,1 11,5
Estable 44,7 38,5
Seria 25,8 7,7

Comprometidos en
1,3 0
matrimonio

Frecuencia de contacto

Menos de una vez al mes 2,9 4 16,91 6 ,010


Una vez al mes 1,8 0
Una vez cada 2 semanas 2,9 16
Una vez a la semana 11 8

Algunas veces a la semana 35,3 28


Todos los días 34,1 44

Más de una vez al día 12,1 0

Futuro de la relación

Nos casaremos 13,5 0 4,03 2 ,133


Seguiremos saliendo
66,7 76,9
juntos
Él/ella o yo romperá la
19,8 23,1
relación
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 174

5.2. Análisis de prevalencia de la perpetración de violencia psicológica

5.2.1. Prevalencias generales y específicas de la perpetración de violencia psicológica

El análisis de prevalencias mostró que el 95,3% de los adolescentes de nuestro estudio

informaron haber ejercido algún tipo de violencia psicológica hacia su pareja. En concreto, los datos

obtenidos reflejaron que la violencia verbal era la forma más empleada por los adolescentes (90,8%),

seguida de las tácticas celosas (74,7%) y las tácticas de dominancia (54,1%). Las tasas de prevalencia

para cada uno de los comportamientos analizados se presentan en la Tabla 7. En lo que respecta a la

violencia verbal, más de un 60% de los adolescentes que participaron en nuestro estudio reconoció

haberse negado a hablar con la pareja o haber hecho o dicho algo con la intención de fastidiarla

durante una discusión, siendo la forma de violencia verbal más ejercida. Además, la mitad de la

muestra refirió haber llorado en un conflicto o haberse ido enfadado/a del lugar donde se estaba

produciendo la discusión. Si atendemos a las tácticas celosas, los datos indican que entre un 50-60%

de los adolescentes informaron que habían estado celosos o habían sospechado tanto de los

amigos/as de su pareja como de otros chicos/as de su entorno, y cerca de una cuarta parte reconoció

haber comprobado y exigido a su pareja explicaciones sobre dónde estaba y qué hacía. Finalmente,

respecto a las tácticas de dominancia, destacar que cerca del 30% de los adolescentes refirió haber

intentado que su pareja dejase de hacer cosas para estar con él/ella o haberla amenazado con

terminar la relación en un contexto de discusión, siendo la táctica de control más empleada. Algo

más del 10% de los adolescentes reconoció haber amenazado a su pareja con dejarla e irse con otra

persona o culparla de sus propios problemas.


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 175

Tabla 7

Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia (n=1.780)

Tipos de violencia psicológica cometida contra la pareja % (N)


Violencia verbal

Insultar 32,8 (584)

Negarse a hablar 63,4 (1129)

Irse enfadado/a 51,3 (914)

Llorar 50,7 (902)

Fastidiar 65,7(1169)

Amenazar con golpear 8,1(144)

Tácticas celosas

Estar celoso/sospechar de amigos/as de la pareja 55,2 (982)

Estar celoso/a de otros chicos/as 61,7 (1098)


Comprobar/exigir explicaciones sobre dónde está y qué hace la
24 (427)
pareja

Acusar a la pareja de mantener otra relación 12,5 (223)

Tácticas de dominancia

Intentar que la pareja no hable o vea a su familia 6,5 (115)

Intentar poner en contra de la pareja a su familia y amigos 3,1 (56)


Intentar que la pareja deje de hacer cosas para estar más tiempo con
34,1 (607)
ella
Amenazar a la pareja con irse con otro/a 12,7 (226)

Culpar a la pareja de provocar la conducta violenta de uno mismo 8,6 (153)

Culpar a la pareja de los problemas de uno mismo 11,1(197)

Amenazar con dejar la relación 29,4 (523)


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 176

5.2.2. Prevalencia de la perpetración de la violencia psicológica en función del sexo

En cuanto a las tasas de prevalencia en función del sexo (véase Tabla 8), no se encontraron

diferencias significativas en función del sexo para la perpetración de violencia psicológica (general),

lo que muestra que hombres y mujeres ejercen este tipo de violencia en la misma medida en sus

relaciones de noviazgo. De forma específica, en el caso de la violencia verbal, se presentó como el

tipo de violencia psicológica más perpetrada por ambos sexos, aunque en este caso los resultados

mostraron que las mujeres eran significativamente más violentas verbalmente que los hombres.

Datos similares encontramos al analizar las tácticas celosas, dónde las mujeres ejercían

significativamente más este tipo de violencia que los hombres. Finalmente, respecto a las tácticas de

dominancia, estas fueron ejercidas por algo más de la mitad de los hombres y las mujeres de nuestra

muestra. Ellos presentaron un porcentaje de perpetración ligeramente superior al de las ellas, pero

la diferencia no fue estadísticamente significativa.

Tabla 8

Prevalencia de la Perpetración de Violencia Psicológica General y sus Diferentes Formas en Función

del Sexo

Mujeres Hombres
(n= 890) (n= 882) x2 gl p
[% (N)] [% (N)]

Violencia Psicológica
96 (854) 94,6 (834) 1,92 1 ,166
(general)

Violencia verbal 92,5 (823) 89,1 (786) 5,97 1 ,015

Tácticas celosas 78,9 (702) 70,4 (621) 16,79 1 ,000

Tácticas de
53,4 (475) 54,9 (484) ,404 1 ,525
dominancia
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 177

Al analizar de forma más específica los datos de prevalencia para los distintos

comportamientos de violencia psicológica, también se encontraron algunas diferencias significativas

asociadas al sexo (véase Tabla 9). En líneas generales, se observó que las agresiones más ejercidas

eran comunes para ambos sexos, siendo de tipo verbal y celoso: hacer o decir algo para fastidiar a la

pareja, negarse a hablar con ella y estar celoso de otros chicos/as.

Con respecto a la violencia verbal, los resultados indicaron que las mujeres presentaban

porcentajes de perpetración mayores que los hombres en todas las agresiones de naturaleza verbal

estudiadas, aunque dichas diferencias sólo mostraron ser estadísticamente significativas a la hora de

ejercer insultos, llorar, hacer o decir algo para fastidiar a su novio, y amenazarle con golpearle.

En el caso de las tácticas celosas las mujeres ejercían más conductas celosas como

comprobar/exigir explicaciones sobre dónde está y qué hace la pareja, o tener celos de otros

chicos/as. Por su parte, acusar a la pareja de mantener otra relación y sospechar de los amigos de

esta, son tácticas que no presentaron diferencias estadísticamente significativas.

En lo relativo a las tácticas de dominancia, los hombres ejercían un control significativamente

mayor hacia su pareja mediante tácticas como intentar que esta dejase de hablar/ver a su familia,

y/o ponerla en contra de su familia y amigos. Para el resto de las tácticas de control estudiadas no se

encontraron diferencias significativas en función del sexo.


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 178

Tabla 9

Prevalencias de Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia en Función del

Sexo

Mujeres Hombres
(n= 890) (n= 882) x2 gl p
[% (N)] [% (N)]
Violencia verbal
Insultar 37,1 (330) 28,6 (252) 14,54 1 ,000
Negarse a hablar 64,8 (577) 62,1 (548) 1,39 1 ,238
Irse enfadado/a 52,5 (467) 50,3 (444) ,81 1 ,369
Llorar 59,7 (531) 41,5 (366) 58,49 1 ,000
Fastidiar 70 (623) 61,3 (541) 14,74 1 ,000

Amenazar con golpear 11 (98) 5,2 (46) 19,93 1 ,000

Tácticas celosas
Estar celoso/sospechar de amigos/as de
55,3(492) 55,1(486) ,01 1 ,940
pareja
Estar celoso/a de otros chicos/as 67,3(599) 55,8(492) 24,85 1 ,000
Comprobar/exigir explicaciones de dónde
26,4(235) 21,7(191) 5,47 1 ,019
está y qué hace la pareja

Acusar a la pareja de mantener otra


12,1(108) 13(115) ,33 1 ,566
relación

Tácticas de dominancia
Intentar que la pareja no hable o vea a su
5,2(46) 7,7(68) 4,75 1 ,029
familia
Intentar poner en contra de la pareja a su
2(18) 4,3(38) 7,56 1 ,006
familia y amigos
Intentar que la pareja deje de hacer cosas
34,3(305) 34,1(301) ,004 1 ,950
para estar más tiempo con ella
Amenazar a la pareja con irse con otro/a 11,9 (106) 13,6(120) 1,14 1 ,285
Culpar a la pareja de provocar la
9,2(82) 8(71) ,77 1 ,383
conducta violenta de uno mismo
Culpar a la pareja de problemas de uno
11,7(104) 10,4(92) ,71 1 ,400
mismo
Amenazar con dejar la relación 29,6(263) 29,3(258) ,02 1 ,890
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 179

5.2.3. Prevalencias de la perpetración de la violencia psicológica en función de la edad

Los análisis realizados muestran la existencia de una relación estadísticamente significativa

entre la edad y la perpetración de la violencia psicológica. Como se presenta en la Tabla 10, las tasas

de perpetración de violencia psicológica aumentaron según se incrementaba la edad del

adolescente, siendo los más mayores los que hacían un uso significativamente mayor de este tipo de

violencia en sus relaciones de noviazgo. Cuando se consideraron los diferentes tipos de violencia

psicológica, se observó que los adolescentes de mayor edad eran significativamente más violentos

verbalmente y empleaban más tácticas celosas con sus parejas que los más jóvenes. Las tasas de

prevalencia de perpetración de tácticas de dominancia fueron mayores en el grupo de adolescentes

de 17-18 años respecto a los más pequeños, aunque la diferencia no fue estadísticamente

significativa.

Tabla 10

Prevalencia de la Perpetración de Violencia Psicológica General y sus Diferentes Formas en Función la

Edad

EDAD (%)
13-14 15 -16 17 -18
gl p
(n=464) (n=997) (n=311) x2
[% (N)] [% (N)] [% (N)]
Violencia
Psicológica 93,1(432) 95,7(954) 97,1(302) 7,53 2 ,023
(general)
Violencia verbal 87,1(404) 91,3(910) 94,5(294) 13,11 2 ,001
Tácticas celosas 67,7(324) 75,6(754) 82,3(256) 22,13 2 ,000
Tácticas de
54,3(252) 54,2(540) 60,1(187) 3,64 2 ,162
dominancia

En cuanto a comportamientos específicos de violencia verbal (véase Tabla 11), los resultados

obtenidos reflejaron que todas agresiones verbales contempladas en nuestra investigación eran más
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 180

ejercidas por los adolescentes más mayores en comparación con los de menor edad. Hacer o decir

algo con la intención de fastidiar a la pareja durante una discusión fue la agresión verbal más

empleada por los tres grupos de edad, observándose que, cerca de un 60% de los adolescentes más

pequeños ya admitían ejercer esta agresión, mientras que en el grupo de mayor edad el porcentaje

se incrementó a más del 70%.

Respecto a las tácticas celosas evaluadas, se observó un incremento significativo de su

perpetración según aumentaba la edad en todas las tácticas evaluadas. Estar celoso/a de los amigos

de la pareja o de otros chicos/as de su entorno fueron las tácticas más presentes en todos los grupos

de edad, siendo aproximadamente la mitad de los adolescentes más jóvenes los que informaron

haberse sentido así, mientras que a edades más tardías la tasa de prevalencia de estos

comportamientos ascendía hasta situarse en torno al 65%.

Por su parte, la perpetración de tácticas de dominancia obtuvo mayores tasas en el grupo

formado por los adolescentes de 17-18 años, aunque la mayoría de las conductas analizadas no

presentaban diferencias estadísticamente significativas entre los grupos de edad. Por el contrario, sí

que se hallaron diferencias estadísticamente significativas en tácticas de dominancia como culpar a la

pareja de su propia conducta violenta o intentar que deje de hacer otras cosas para estar más tiempo

con él/ella, evidenciando que los adolescentes más mayores ejercían estas formas de dominancia

hacia su pareja en mayor medida que los más jóvenes. Amenazar a la pareja con dejar la relación fue

una de las tácticas de dominancia que presentó porcentajes más altos (en torno a un 30% de los

adolescentes de cada grupo de edad) aunque no hubo diferencias significativas, lo que indica que

esta conducta es ejercida por los adolescentes de todas las edades en la misma medida.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 181

Tabla 11

Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia en Función de

la Edad

Edad
13-14 15 -16 17 -18
x2 gl p
(n=464) (n=997) (n=311)
[% (N)] [% (N)] [% (N)]
Violencia verbal
Insultar 28,9(134) 32,9(382) 37,9(118) 6,98 2 ,031
Negarse a hablar 57,1(265) 64,4(642) 70,1(218) 14,35 2 ,001
Irse enfadado/a 42,5(197) 52(518) 62,4(194) 29,98 2 ,000
Llorar 42(195) 51,7(515) 60,5(188) 26,16 2 ,000
Fastidiar 58,4(271) 66,8(666) 73(227) 18,82 2 ,000
Amenazar con golpear 5 (23) 8,1 (81) 12,5(39) 14,44 2 ,001
Tácticas celosas
Estar celoso/sospechar de
50,2(233) 55,5(553) 62,1(118) 10,61 2 ,005
amigos/as de la pareja
Estar celoso/a de otros
53,7(249) 62,3(621) 71,4(222) 25,14 2 ,000
chicos/as
Comprobar/exigir
explicaciones sobre dónde está 16,4(76) 24,8(247) 32,8(102) 28,31 2 ,000
y qué hace la pareja
Acusar a la pareja de mantener
9,1(42) 13,4(134) 15,1(47) 7,74 2 ,021
otra relación
Tácticas de dominancia
Intentar que la pareja no hable
4,7(22) 6,7(67) 8(25) 3,67 2 ,159
o vea a su familia
Intentar poner en contra de la
2,2(10) 3,1(31) 4,8(15) 4,35 2 ,114
pareja a su familia y amigos
Intentar que la pareja deje de
hacer cosas para estar más 30,8(143) 33,7(336) 40,5(126) 7,98 2 ,018
tiempo con ella
Amenazar a la pareja con irse
9,9(46) 13,5(135) 14,1(44) 4,47 2 ,107
con otro/a
Culpar a la pareja de provocar
la conducta violenta de uno 5(23) 9(90) 12,5(39) 14,24 2 ,001
mismo
Culpar a la pareja de los
10,3(48) 10,9(109) 12,5(39) ,95 2 ,622
problemas de uno mismo
Amenazar con dejar la relación 26,2(464) 29,3(292) 33,1(208) 3,43 2 ,180
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 182

5.2.4. Prevalencias de la perpetración de la violencia psicológica en función de la

justificación de la violencia

El análisis de la justificación que los adolescentes hacen del uso de agresiones en las

relaciones de noviazgo mostró que el 92,7% de nuestros participantes consideraba razonables el uso

de agresiones físicas en situaciones de conflicto en la relación de pareja, y el 88,6% aprobaban el

empleo de diferentes formas de violencia psicológica en la relación de noviazgo. Los resultados

revelaron la existencia de diferencias significativas entre los adolescentes que justificaban el uso de

este tipo de agresiones y los que no se mostraban de acuerdo con ellas, en relación con la

perpetración de la violencia psicológica en el noviazgo (véase Tabla 12). En términos generales, los

adolescentes que justificaban el empleo de agresiones físicas y psicológicas en las relaciones de

noviazgo eran significativamente más perpetradores de violencia psicológica contra su pareja en

comparación con aquellos que no justificaban el uso de conductas agresivas.

De forma específica, se observó que los adolescentes que justificaban el empleo de violencia

física o psicológica presentaban mayores tasas de perpetración de violencia verbal y tácticas celosas.

Por el contrario, para la perpetración de tácticas de dominancia sólo se obtuvieron diferencias

significativas entre los grupos que justificaban la violencia psicológica, no hallando esta significación

con respecto a la justificación del uso de la violencia física.


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 183

Tabla 12

Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia según la Justificación del Empleo Violencia (n=1780)

Justificación violencia física noviazgo Justificación violencia psicológica noviazgo


No justificación Si justificación No justificación Si justificación
(n= 130) (n= 1650) gl p (n= 203) (n= 1577) x2 gl p
x2
[% (N)] [% (N)] [% (N)] [% (N)]
Violencia Psicológica
(general) 93,8 (122) 95,4 (1574) ,642 1 ,423 88,2(179) 96,2(1517) 25,71 1 ,000

Violencia verbal
85,4 (111) 91,1 (1503) 4,64 1 ,031 81,3(165) 91,9(1449) 23,90 1 ,000

Tácticas celosas
67,7 (88) 75,3 (1242) 3,67 1 ,056 54,2(110) 77,4(1220) 51,13 1 ,000

Tácticas dominancia
50 (65) 54,4 (897) ,924 1 ,336 34,5(70) 56,6(892) 35,31 1 ,000
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 184

Al analizar las prevalencias específicas de las distintas manifestaciones de agresiones

psicológicas encontramos que, en todos los casos, los adolescentes que estaban de acuerdo con el

uso de la violencia física en un contexto de noviazgo presentaban prevalencias mayores que los que

discrepaban, al igual que ocurría en el caso de aquellos que consideraban justificable el empleo de

agresiones psicológicas, tal como muestran la Tabla 13 y Tabla 14. Además, en estas tablas se puede

observar la existencia de diferencias estadísticamente significativas asociadas a la justificación de la

violencia psicológica en el noviazgo en la perpetración de la mayoría de los comportamientos de

abuso psicológico estudiados (Tabla 13), mientras que la justificación del uso de la violencia física

presentó diferencias significativas en la perpetración de un número más reducido de las conductas

agresivas estudiadas (Tabla 14).

En el caso de la violencia verbal, aquellos adolescentes que mostraron actitudes que

aprobaban el empleo de violencia psicológica en el noviazgo ejercían más insultos contra su pareja,

se negaban a hablar con ella, lloraban, abandonaban la situación enfadados o hacían o decían cosas

con la intención de fastidiarle, siendo diferencias estadísticamente significativas. Por su parte, los

adolescentes que veían justificable el empleo de agresiones físicas durante una disputa con la pareja

ejercían más insultos y tendían a hacer o decir algo con el objetivo de fastidiar a la pareja en mayor

medida.

Para la perpetración de las tácticas celosas evaluadas, los resultados obtenidos reflejaban la

existencia de diferencias significativas únicamente entre los adolescentes que aprobaban el empleo

de violencia psicológica en la relación. Así, aquellos que pertenecían a este grupo mostraron mayores

porcentajes de prevalencia en la comisión de todos los comportamientos celosos evaluados en

comparación con aquellos que no se mostraron de acuerdo con ejercer agresiones psicológicas en la

relación.

En lo respecta a la perpetración de tácticas de dominancia, los adolescentes que se

mostraban de acuerdo con el uso de la violencia psicológica ejercían un mayor control sobre su
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 185

pareja mediante tácticas como intentar que dejase de hacer otras cosas para estar más tiempo con

ella, amenazarla con dejar la relación e irse con otro/a, y culparle de los problemas propios o de la

conducta violenta de uno/a mismo/a. En el caso de la justificación del uso de agresiones físicas, sólo

se obtuvo una diferencia significativa a la hora de dominar a la pareja amenazándola con irse con

otro/a.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 186

Tabla 13

Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia Según la Justificación del Empleo Violencia Psicológica

Justificación violencia psicológica noviazgo


No justificación Si justificación
(n= 203) (n= 1577) x2 gl p
[% (N)] [% (N)]
Violencia verbal
Insultar 21,2(43) 34,3(541) 14,05 1 ,000
Negarse a hablar 53,2(108) 64,7(1021) 10,33 1 ,001
Irse enfadado/a 34,5(70) 53,5(844) 26,09 1 ,000
Llorar 35,5(72) 52,6(830) 21,20 1 ,000
Fastidiar 55,2(112) 67(1057) 11,21 1 ,001
Amenazar con golpear 4,9(10) 8,5(134) 3,09 1 ,079
Tácticas celosas
Estar celoso/sospechar de amigos/as de la pareja 37,4(76) 57,5(906) 29,12 1 ,000
Estar celoso/a de otros chicos/as 40,4(82) 64,4(1016) 43,95 1 ,000
Comprobar/exigir explicaciones sobre dónde está y qué hace
13,8(28) 25,3(399) 13,06 1 ,000
la pareja
Acusar a la pareja de mantener otra relación 6,9(14) 13,3(209) 6,63 1 ,010
Tácticas de dominancia
Intentar que la pareja no hable o vea a su familia 5,4(11) 6,6(104) ,41 1 ,521
Intentar poner en contra de la pareja a su familia y amigos 1(2) 3,4(54) 3,51 1 ,061
Intentar que la pareja deje de hacer cosas para estar más
21,7(44) 35,7(563) 15,74 1 ,000
tiempo con ella
Amenazar a la pareja con irse con otro/a 6,4(13) 13,5(213) 8,19 1 ,004
Culpar a la pareja de provocar la conducta violenta de uno
2(4) 9,4(149) 12,80 1 ,000
mismo
Culpar a la pareja de los problemas de uno mismo 3,9(8) 12(189) 11,82 1 ,001
Amenazar con dejar la relación 17,7(36) 30,9(487) 14,98 1 ,000
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 187

Tabla 14

Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia Según la Justificación Empleo Violencia Física

Justificación violencia física noviazgo


No justificación Si justificación
(n= 130) (n= 1650) x2 gl p
[% (N)] [% (N)]
Violencia verbal
Insultar 23,8(31) 33,5(553) 5,11 1 ,024
Negarse a hablar 58,5(76) 63,8(1053) 1,59 1 ,222
Irse enfadado/a 47,7(62) 51,6(852) ,750 1 ,386
Llorar 43,8(57) 51,2(845) 2,62 1 ,106
Fastidiar 49,2(64) 67(1105) 16,82 1 ,000
Amenazar con golpear 1 ,400
6,2 (8) 8,2 (136) ,71
Tácticas celosas
Estar celoso/sospechar de amigos/as de la pareja 47,3(62) 55,8(920) 3,17 1 ,075
Estar celoso/a de otros chicos/as 54,6(71) 62,2(1027) 2,97 1 ,085
Comprobar/exigir explicaciones sobre dónde está y qué hace la pareja 23,8(99) 24 (1254) ,002 1 ,968
Acusar a la pareja de mantener otra relación 9,2(12) 12,8(1439) 1,39 1 ,238
Tácticas de dominancia
Intentar que la pareja no hable o vea a su familia 4,6(6) 6,6(109) ,79 1 ,374
Intentar poner en contra de la pareja a su familia y amigos 1,5(2) 3,3(54) 1,12 1 ,275
Intentar que la pareja deje de hacer cosas para estar más tiempo con
35,4(46) 34(561) ,103 1 ,748
ella
Amenazar a la pareja con irse con otro/a 4,6(6) 13,3(220) 8,26 1 ,004
Culpar a la pareja de provocar la conducta violenta de uno mismo 5,4(7) 8,8(146) 1,84 1 ,175
Culpar a la pareja de los problemas de uno mismo 11,5(15) 11(182) ,03 1 ,859
Amenazar con dejar la relación 25,4(33) 29,7(490) 1,08 1 ,299
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 188

6. RESUMEN DE LOS RESULTADOS

A continuación, se presentan los principales resultados que se han obtenido en este primer

estudio de nuestra investigación.

Con relación a las características relacionales de la muestra compuesta por adolescentes que

mantenían en ese momento una relación de noviazgo, podemos concluir que:

• La mayoría de los adolescentes informaron haber comenzado su primera relación de

pareja en torno a los 13 años. Las chicas se involucraban en una relación sentimental

a edades significativamente más tardías que los chicos.

• Aunque el número de noviazgos mantenidos estuvo en torno a 3, en este caso eran

los hombres los que presentan un número significativamente mayor de relaciones

con respecto a las mujeres.

• La duración media de la relación de noviazgo más larga fue de 10 meses

aproximadamente. Los adolescentes que agredían psicológicamente a su pareja

mantenían relaciones significativamente más duraderas que los no agresores.

• La mayoría de los participantes valoró con una puntuación de 8 sobre 10 su relación

de pareja, sin hallar diferencias significativas entre los grupos.

• Al preguntarles por el tipo de relación que mantenían, casi un tercio de los

adolescentes calificaron su relación de estable y seria. Aquellos que agredían

psicológicamente a su pareja calificaban su relación significativamente más estable y

seria que aquellos que no cometían agresiones en su relación.

• Cerca del 69% de adolescentes refirieron ver a su novio/a varias veces por semana o

todos los días, siendo aquellos que ejercían agresiones psicológicas en su relación los

que mantenían un contacto significativamente mayor con su pareja.


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 189

• Más del 60% de la muestra preveía que su relación de pareja se mantendría en un

futuro.

En relación con la presencia de violencia psicológica en las relaciones de noviazgo de

adolescentes españoles cabe destacar que:

• El 95% de los adolescentes de nuestra muestra (n=1.696) refirieron haber ejercido

algún tipo de agresión psicológica contra su pareja en al menos una ocasión.

• La violencia verbal se configura como el tipo de violencia psicológica más empleada

(90,8%), seguida de las tácticas celosas (74,7%). Las tácticas de dominancia fueron el

tipo de agresión psicológica que obtuvo un índice más bajo, aunque no por ello

menos importante, pues más de la mitad de la muestra reconoce haber ejercido

comportamientos de esta naturaleza en sus relaciones de noviazgo al menos en una

ocasión (53,3%).

• Al analizar de forma específica la violencia verbal, los resultados muestran que más

del 60% de los adolescentes admitían haberse negado a hablar a su pareja o haber

hecho o dicho algo con la intención de fastidiarla, mientras que la mitad refieren que

se han ido de la situación enfadados o han llorado durante una discusión. Un tercio

de la muestra reconoció haber insultado a su novio/a durante un conflicto.

• Las tácticas celosas más ejercidas por los adolescentes en sus noviazgos fueron

sospechar de amigos/as de la pareja o sentir celos de otros chicos/as (entre un 55-

60%), mientras que una cuarta parte refirió que comprobaba/exigía a su pareja

explicaciones sobre dónde estaba o qué hacía.

• En torno al 30% de la muestra admitió emplear en su relación tácticas de control

como intentar que la pareja dejase de hacer otras actividades para pasar más tiempo

con él/ella o amenazarla con romper la relación sentimental. Además, más del 10%
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 190

también ejercía control sobre su novio/a amenazándole con irse con otra persona o

culpándole de los problemas propios.

Con relación a la existencia de diferencias entre hombres y mujeres en la perpetración de la

violencia psicológica en las relaciones de noviazgo:

• Se hallaron diferencias significativas asociadas al sexo en el caso de la violencia

verbal y las tácticas celosas, siendo las mujeres más perpetradoras de este tipo de

violencia que los hombres. Aunque en el comportamiento dominante fueron los

hombres los que obtuvieron un porcentaje de perpetración mayor, esta diferencia

no mostró ser estadísticamente significativa.

• Las prevalencias específicas de violencia verbal mostraron que las mujeres

presentaban tasas significativamente mayores que los hombres a la hora de ejercer

insultos, llorar, fastidiar a la pareja y amenazarla con golpearla.

• Las prevalencias específicas de las tácticas celosas reflejaron de nuevo que las

mujeres eran significativamente más perpetradoras de conductas como sentir celos

de otros chicos/as o comprobar/exigir qué hace y dónde está la pareja.

• En cuanto a las tácticas de dominancia analizadas, los datos resultantes indicaron

que los hombres presentaban un porcentaje significativamente mayor que las

mujeres a la hora de controlar a la pareja intentando que no hable o vea a su familia

e intentando poner en contra de su pareja a los familiares y amigos de esta. Para el

resto de los comportamientos dominantes estudiados las mujeres presentaron

índices de perpetración ligeramente más altos que los hombres, sin embargo, no se

obtuvieron diferencias estadísticamente significativas en estos casos.

Con relación a la existencia de diferencias entre los tres grupos de edad establecidos en la

perpetración de la violencia psicológica en las relaciones de noviazgo:


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 191

• Los adolescentes de mayor edad presentaron prevalencias significativamente más

altas que los más jóvenes para la perpetración de violencia psicológica y, de forma

específica, de violencia verbal y tácticas celosas.

• Los análisis de prevalencia específicos indicaron que los participantes que se

encontraban en la adolescencia tardía perpetraban en mayor medida todos los tipos

de agresiones verbales y tácticas celosas estudiadas.

• En lo relativo a las tácticas de dominancia, de nuevo el grupo de adolescentes de

mayor edad es el que presentaba índices de perpetración más altos en comparación

con los adolescentes más jóvenes, sin embargo, esta diferencia sólo mostró ser

estadísticamente significativa cuando ejercían el control sobre la pareja intentando

que dejase de hacer cosas para estar más tiempo con él/ella, o señalándole como la

culpable de provocar su conducta violenta.

En relación con la existencia de diferencias en la justificación/no justificación del uso de la

violencia en las relaciones de noviazgo y la perpetración de la violencia psicológica en las mismas:

• De los 1.780 adolescentes que constituyen nuestra muestra de estudio, un 92,69%

(n=1650) mostró estar de acuerdo con el uso de agresiones físicas en un contexto de

conflicto en la relación de noviazgo, frente al 7,31% que refirió no estar de acuerdo con

el uso de esas prácticas. Por otro lado, el 88.59% (n=1577) justificó el empleo de

violencia psicológica en las relaciones de pareja.

• Aquellos adolescentes que mostraron su acuerdo en el empleo de agresiones físicas en

un contexto de noviazgo obtuvieron tasas más altas de perpetración de violencia

psicológica en todas sus formas al compararlos con aquellos que se mostraban en

desacuerdo. Sin embargo, sólo se hallaron diferencias significativas en la perpetración de

violencia verbal y tácticas celosas.


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 192

• Los adolescentes que justificaron el uso de violencia psicológica en la relación

sentimental fueron significativamente más perpetradores de este mismo tipo de

violencia. Además, mostraron tasas de perpetración significativamente mayores en

violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia en sus relaciones de noviazgo,

en comparación con aquellos participantes que no se mostraron de acuerdo con el

empleo de estas formas de violencia.

• Al analizar de forma específica las distintas agresiones psicológicas, los resultados

muestran que los adolescentes que justificaban el uso de agresiones físicas en un

contexto de noviazgo presentaban tasas significativamente más altas en la perpetración

de agresiones como insultos, fastidiarle y ejercer control sobre ella mediante la amenaza

de irse con otro/a. Por su parte, aquellos adolescentes que se mostraban de acuerdo con

el empleo de violencia psicológica en el noviazgo presentaban tasas de perpetración

significativamente más altas en prácticamente todas las conductas de violencia verbal y

tácticas de dominancia estudiadas, así como en todos los comportamientos celosos.

7. DISCUSIÓN

Este trabajo de investigación se centra en la violencia que se produce en las relaciones de

noviazgo adolescentes, por lo que hay que tener presente que estos se encuentran en un momento

evolutivo de numerosos cambios biológicos, psicológicos y sociales que suponen en muchos casos un

gran desafío, entre los que se encuentra el establecimiento de las primeras relaciones de pareja. En

esta etapa de desarrollo, los adolescentes se enfrentan a un complejo proceso de formación de su

identidad que va acompañado de un desarrollo de su capacidad de razonamiento abstracto, la

experimentación de la pubertad y la expresión intensa y fluctuante de sus reacciones emocionales

(Ashford y LeCroy, 2010).


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 193

El primer objetivo del estudio fue describir las características de las relaciones de noviazgo

que mantienen los adolescentes españoles, explorando posibles diferencias en función del sexo, así

como entre agresores y no agresores psicológicos.

Nuestros resultados muestran la existencia de diferencias significativas entre hombres y

mujeres en algunas características de la relación. De acuerdo con nuestra hipótesis, las mujeres

comienzan sus noviazgos a edades significativamente más tardías que los hombres (Connolly y

McIsaac, 2009; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Pazos et al., 2014), lo cual ha sido explicado por algunos

autores como producto de una mayor supervisión parental que impide que se involucren antes en

relaciones sentimentales (Kan et al., 2008; Shulman y Scharf, 2000).

Por su parte, y de acuerdo con la hipótesis planteada, los hombres de nuestro estudio han

tenido un mayor número de noviazgos en comparación con las mujeres, lo cual podría deberse a que

los varones adolescentes se inician antes en noviazgos y rompen más relaciones de pareja que ellas,

siendo las mujeres las que mantienen relaciones sentimentales más duraderas en el tiempo

(Connolly y McIsaac, 2009; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Shulman y Scharf, 2000). Sin embargo, en

contra de nuestra hipótesis, en nuestro estudio no hemos obtenido resultados que muestren

diferencias significativas en función del sexo en la duración de la relación sentimental, por lo que la

explicación dada por otros investigadores no se ajustaría del todo a los datos obtenidos en nuestro

trabajo.

Por otro lado, la mayoría de los adolescentes de nuestro estudio catalogan como estable su

relación de pareja, sin encontrar diferencias significativas en función del sexo. Sin embargo, si que se

obtuvo una diferencia marginalmente significativa, observándose que los hombres de nuestro

estudio catalogan en mayor medida que las mujeres su relación sentimental como “casual”, mientras

que ella la califican en mayor medida como “seria”, lo cual es más acorde con la hipótesis planteada.

En lo que respecta a la frecuencia de contacto, los resultados obtenidos son congruentes con nuestra

hipótesis, ya que tanto hombres como mujeres aseguren ver a su pareja varias veces por semana o a

diario, en la línea de otros estudios previos (Muñoz-Rivas et al., 2007a; Shulman y Scharf, 2000). Los
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 194

adolescentes tienden a iniciar noviazgos con personas que entran a formar parte de su grupo de

iguales, por lo que cabría pensar que en la mayoría de los casos ese grupo de iguales esté formado en

gran medida por compañeros del centro escolar, ya que se trata de un contexto de socialización de

gran influencia en esta etapa evolutiva y en el que pasan gran parte de su tiempo (Colder, et al.,

2010; Martínez et al., 2008). De ser así, este hecho explicaría esta alta frecuencia con la que los

adolescentes aseguran ver a su pareja, sin embargo, en la literatura no se ha estudiado la experiencia

de los adolescentes en el contexto educativo y su implicación en relaciones sentimentales, por lo que

no disponemos de estudios previos que hayan explorado este aspecto.

Acorde con las hipótesis planteadas, los resultados obtenidos señalan que la mayoría de los

adolescentes de nuestro estudio prevén que su relación sentimental se mantendrá en el tiempo y se

muestran satisfechos con la misma, sin hallar diferencias en función del sexo. En la línea de estos

resultados, Rivera y colaboradores (2011) hallaron que aquellos jóvenes que calificaban sus

relaciones de noviazgo como estables también mostraban un alto grado de satisfacción con las

mismas frente a aquellos que mantenían relaciones de noviazgo que consideraban menos serias.

Además, aunque la adolescencia se caracteriza por ser una etapa en la que las relaciones de pareja

son cortas en el tiempo y con poco grado de compromiso (Collins, 2003), algunos expertos han

señalado que a medida que aumenta la edad los adolescentes establecen noviazgos más estables y

serios, pues se produce una búsqueda de estabilización y compromiso, al cobrar mayor importancia

la pareja en su propio desarrollo y tener una mayor capacidad de amar al otro (Connolly y McIsaac,

2009; Contreras et al., 2011). Estas conclusiones podrían explicar los datos obtenidos en nuestra

investigación, pues la mayor parte de nuestra muestra se sitúa en la adolescencia tardía (15-18

años), por lo que pueden percibir su relación como estable, al ser realmente lo que buscan.

También se encontraron diferencias estadísticamente significativas en las características

relacionales entre agresores y no agresores psicológicos, mostrando resultados acordes con las

hipótesis planteadas. Los adolescentes que habían perpetrado violencia psicológica contra su pareja

informaron de haber establecido su primera relación de noviazgo a edades más tempranas y haber
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 195

mantenido un mayor número de relaciones sentimentales que los adolescentes no agresores, sin

embargo, esta diferencia no fue estadísticamente significativa. El 70,5% de los adolescentes que han

agredido psicológicamente en alguna ocasión a su pareja consideran que su relación es seria y/o

estable y están satisfechos con la misma. Sin duda estos resultados reflejarían el nivel de

normalización que los adolescentes hacen del empleo de este tipo de violencia en sus relaciones de

pareja. Por otro lado, el hecho de que los adolescentes que agreden psicológicamente a sus parejas

mantengan relaciones significativamente más duraderas en el tiempo y que vean a su pareja con

mayor frecuencia, podría estar reflejando que una mayor temporalidad aumenta la probabilidad de

que aparezcan episodios violentos en la relación, tal como han obtenido otros investigadores

(Krishnakumar et al., 2018; Palmetto et al., 2013; Schnurr et al., 2010). Estos datos son de gran

relevancia ya que, tal como señalan las teorías diádicas, aquellas parejas que están más tiempo

juntas tienen una mayor probabilidad de establecer patrones de interacción violentos entre sí (Fritz y

Slep, 2009), por lo que se mantendrán en el tiempo estos patrones violentos.

El segundo objetivo de estudio fue explorar la prevalencia de la agresión psicológica,

considerando sus distintas formas (violencia verbal, tácticas celosas, tácticas de dominancia).

Los resultados obtenidos confirman que la violencia psicológica está presente entre las

parejas adolescentes. De acuerdo con nuestra hipótesis, nuestros hallazgos ponen de manifiesto las

altas tasas de perpetración de violencia psicológica no sólo de tipo verbal, que sigue siendo la forma

más frecuente (el 90,8% de los adolescentes indicaron haber cometido al menos en una ocasión

algún acto de agresión verbal hacia su pareja), sino también mediante el empleo de tácticas celosas

(70,4%) y tácticas de dominancia (53,5%). Estos datos, similares a los aportados por otros estudios

con adolescentes españoles (Fernández-González et al., 2013; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Sebastián,

et al., 2014), evidencian la necesidad de comprender qué ocurre en las relaciones de noviazgo de los

más jóvenes para que recurran con esta frecuencia al uso de agresiones psicológicas como

herramienta para gestionar los conflictos surgidos en la pareja. Algunos autores han señalado que
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 196

estos hallazgos pueden ser explicados, al menos en parte, porque los adolescentes tengan una

“visión romántica sobre el amor” que impida que identifiquen estos tipos de conductas como signos

de abuso psicológico, sino que las confundan con señales de amor, lo que explicaría su aceptación

(Chapin et al., 2014; Ferrer et al., 2010; Marroquí y Cervera, 2014). Por otro lado, otros expertos han

señalado que las altas tasas violencia en la pareja durante la adolescencia podrían estar relacionadas

con un patrón más general de participación en comportamientos de riesgo y transgresión de las

normas, propio de este periodo evolutivo (Eaton et al., 2007; Zweig et al., 2001). Los estudios

longitudinales realizados permiten ver que la evolución de las conductas violentas en el noviazgo

presenta un patrón de desarrollo similar al del comportamiento antisocial y problemático propio de

la adolescencia (Moffit, 1993, 2006). En este sentido Pittman, y colaboradores (2000), han señalado

la importancia de diferenciar entre conductas de abuso real y comportamientos problemáticos

característicos de esta etapa evolutiva.

Por último, los análisis de prevalencia fueron completados con otras variables que ofrecieron

datos interesantes, atendiendo al tercer objetivo planteado en nuestro estudio.

Con respecto a las diferencias asociadas al sexo en la perpetración de la violencia psicológica,

las mujeres presentaron porcentajes de prevalencia ligeramente superiores a los de los hombres, sin

embargo, en contra de lo planteado en nuestra hipótesis, esta diferencia no fue estadísticamente

significativa. No obstante, los análisis específicos de las distintas formas de violencia psicológica

analizadas muestran que las mujeres son significativamente más perpetradoras de violencia verbal y

tácticas celosas que los hombres. Por su parte, en nuestro estudio las tácticas de dominancia son

perpetradas por igual por ambos sexos, salvo algunos comportamientos dominantes concretos que

mostraron ser significativamente más ejercidos por los hombres. Son varios los investigadores que

han intentado dar respuestas a estos hallazgos. Partiendo de un marco teórico que considera que la

agresión psicológica está fuertemente influenciada por el poder y la coacción ejercida por el hombre

en un sistema patriarcal (Dutton y Strachan, 1987; Straus et al., 1980), autores como Sears y
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 197

colaboradores (2007) plantean que la violencia ejercida por las mujeres puede perseguir el objetivo

de recuperar el poder. Por el contrario, contamos con un gran número de estudios que han

encontrado evidencia empírica consistente sobre la existencia frecuente de un patrón de agresión

bidireccional en las relaciones de noviazgo, siendo una característica propia de las relaciones

sentimentales que se establecen en la adolescencia (Fernández-Fuertes et al., 2011; Fernández-

González et al., 2013; O´Leary et al., 2008; Choi y Temple, 2016).

Por otro lado, cuando analizamos la prevalencia de la violencia psicológica en función de la

edad, los resultados obtenidos mostraron que esta variable juega un papel importante en la

perpetración de la violencia psicológica en los noviazgos de los adolescentes. En la línea de lo

encontrado por otros autores (Fernández-González et al., 2013; Hokoda et al., 2012; Sebastián et al.,

2014) en nuestro estudio se observó que la perpetración de la agresión psicológica presenta un

incremento lineal a lo largo de la adolescencia. Además, se revelan diferencias significativas entre los

grupos de edad establecidos, específicamente en forma de agresiones verbales y tácticas celosas,

donde los adolescentes de mayor edad mostraban tasas de prevalencia significativamente más altas

que los más jóvenes, de acuerdo con la hipótesis planteada en nuestro estudio. Aunque son escasos

los trabajos longitudinales al respecto que nos permitan establecer conclusiones más firmes, se ha

observado que otras formas de violencia como la física y la sexual presentan una tendencia

cuadrática negativa con un pico de mayor agresión en torno a los 16-17 años que posteriormente

decrece, siendo sólo la violencia psicológica la que muestra un incremento lineal con la edad a lo

largo de la adolescencia. Ante estos datos, autores como Foshee y colaboradores (2009) han

apuntado a que este hecho podría deberse a que, a diferencia de las otras formas de agresión, la

psicológica es considerada por los adolescentes como más “normativa”. Por su parte, Fernández-

González y colaboradores (2013) obtuvieron que la violencia psicológica ejercida por las mujeres

mostraba un decrecimiento a partir de los 20 años, lo que podría sugerir también la existencia de una

tendencia cuadrática negativa de este tipo de violencia, situando su pico más alto de prevalencia en

la juventud. No obstante, es necesario realizar un mayor número de estudios longitudinales que


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 198

contemplen la violencia psicológica para establecer conclusiones más consistentes. Conocer el

patrón de la perpetración de la violencia psicológica relacionado con la edad es fundamental para

desarrollar recursos más eficaces que se implanten en el inicio de la adolescencia promoviendo

desde el principio relaciones de pareja sanas que prevengan de la aparición de este tipo de abusos.

Por último, con respecto a la justificación del uso de violencia en las relaciones de noviazgo,

nuestros resultados dieron soporte a nuestra hipótesis. Así, en la línea de lo que han mostrado otros

investigadores (Temple et al., 2016), aquellos adolescentes de nuestro estudio que aceptan el uso de

la violencia en el noviazgo son significativamente más perpetradores de agresiones psicológicas, lo

cual reflejaría que las actitudes de justificación sobre el uso de la violencia en las relaciones de

noviazgo son la antesala para la perpetración de agresiones contra la pareja (Reyes et al., 2016). En

este sentido, una de las aportaciones que hace nuestro estudio es la diferenciación entre la

justificación de violencia psicológica y física a la hora de medir su relación con la perpetración de

diferentes formas de violencia psicológica. Los participantes de nuestro estudio presentaron

porcentajes mayores de justificación de la violencia física que de la violencia psicológica, sin

embargo, estos resultados podrían deberse al tipo de instrumentos empleados, ya que la escala que

evalúa la justificación de violencia física contextualiza la agresión en situaciones concretas en las que

se describen conflictos entre una pareja, mientras que la escala que evalúa la justificación de la

violencia psicológica pregunta directamente por la justificación de estos tipos de agresiones, sin

contextualizarlas en situaciones específicas. Algunos autores han señalado que los comportamientos

violentos contra la pareja contextualizados en situaciones especificas, como provocaciones o

represalias, presentan rangos de respuesta mayores en su justificación (Selp et al., 2001). Por otro

lado, los resultados obtenidos muestran que la aceptación de agresiones psicológicas se relaciona

significativamente con la perpetración de prácticamente todas las formas de abuso psicológico

estudiadas en nuestra investigación, mientras que la justificación del empleo de violencia física

mostró relaciones significativas con un número más reducido de agresiones psicológicas cometidas

en el noviazgo, concretamente de naturaleza verbal. Este dato podría reflejar de nuevo el potente
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 199

efecto de las cogniciones en la conducta del ser humano, ya que tener creencias que justifican el uso

de otras maneras de violencia como en este caso la física probablemente se relacionará en mayor

medida con cometer agresiones de tipo físico y no tanto psicológico, mostrando una congruencia

entre las cogniciones y las conductas. Este aspecto ha sido señalado por numerosas investigaciones

que han encontrado una evidencia empírica consistente sobre la influencia recíproca que se da entre

el pensamiento, la emoción y la conducta (Beck, 1979; Huesmann y Guerra, 1997). También cabe

señalar que la exposición a contextos en los que se emplea y legitima el uso de la violencia en las

relaciones de pareja también contribuye al desarrollo de actitudes que justifiquen la perpetración de

este tipo de agresiones, así como la ejecución de estos actos dentro de la relación sentimental,

acorde a la Teoría del Aprendizaje Social (Bandura, 1977). Este dato muestra la importancia de

ampliar las investigaciones sobre la aceptación de la violencia estudiando los distintos contextos de

socialización en los que desarrolla el adolescente. Con respecto a los resultados de nuestro estudio

sobre la relación entre la justificación de violencia física y la perpetración de violencia psicológica,

reflejarían la interrelación entre los distintos tipos de comportamientos violentos que pueden darse

en las relaciones sentimentales de los adolescentes, lo que podría señalar que la presencia de

agresiones psicológicas (en concreto la violencia verbal que es el tipo de agresión psicológica más

ejercida y normalizada por los adolescentes) está fuertemente relacionada con la violencia física y

que, como han hallado estudios previos, la aparición de las primeras aumenta la probabilidad de que

se terminen ejerciendo las segundas (Choi et al, 2017; Fernández-Fuertes et al., 2011; Gagné et al.,

2005).

En conclusión, el presente estudio arroja luz sobre las características específicas de las

relaciones de noviazgo de los adolescentes españoles, así como de las tasas de prevalencia de la

perpetración de violencia psicológica en dichas relaciones, considerando sus diferentes formas

(violencia verbal, tácticas celosas, tácticas de dominancia). Además, esta investigación pone de

manifiesto que los adolescentes españoles inician sus primeras relaciones de noviazgo a edades

tempranas, aunque las consideran en su mayoría estables y satisfactorias y piensan que se


CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 200

mantendrán en un futuro. Estos datos junto con las altas tasas de prevalencia de perpetración de

violencia psicológica ponen el foco de atención en la importancia de diseñar medidas de prevención

eficaces que se implementen en la adolescencia temprana y que ayuden a los adolescentes a

identificar diferentes formas de abuso psicológico, evitando así que aquellas manifestaciones más

sutiles se normalicen o confundan con muestras de amor. De igual modo, los resultados obtenidos

en este primer estudio nos permiten determinar que la violencia psicológica ejercida por los

adolescentes en sus relaciones sentimentales presenta diferencias significativas en función del sexo y

de la edad, lo cual debe ser tenido en cuenta a la hora de diseñar medidas de intervención con el fin

de que estas se ajusten de manera específica a los diferentes grupos, aumentando así su eficacia. Del

mismo modo, nuestra investigación confirma lo que ya han apuntado otros expertos en la materia, y

es que la justificación del uso de la violencia está presente entre los más jóvenes y constituye la base

que legitima el uso de esta en sus relaciones.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 201

CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA

PSICOLÓGICA

1. INTRODUCCIÓN

Los resultados del primer estudio evidencian que el empleo de violencia psicológica en las

relaciones de noviazgo es frecuente entre los adolescentes de nuestra muestra, superando tasas de

perpetración del 90 %.

Tal como recogimos en el Capítulo 3 de la presente tesis, durante los últimos años se han

llevado a cabo numerosas investigaciones que han puesto de manifiesto la existencia de un amplio

número de variables asociadas a la violencia en las relaciones de noviazgo, tanto individuales como

de socialización, siendo algunas de ellas específicas de esta etapa evolutiva (p.ej. influencia del grupo

de iguales, del contexto escolar). No obstante, son prácticamente inexistentes los trabajos que han

evaluado en una misma investigación la influencia de factores de diversa índole asociados a las

diferentes formas de violencia psicológica.

Por ello, la principal aportación de este segundo estudio reside en arrojar información que

nos permita profundizar sobre los factores de riesgo y de protección (individuales, familiares, del

grupo de iguales, escolares y de la relación de pareja) que se asocian específicamente con la

perpetración de la violencia de tipo psicológico, analizando también la existencia de factores

comunes y diferenciales para los distintos tipos de violencia psicológica que contemplamos en

nuestra investigación (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia). Además, se

estudiará qué factores de riesgo y de protección son diferenciales para hombres y mujeres,

aportando así también información sobre las posibles diferencias asociadas al sexo.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 202

2. OBJETIVOS

En el presente estudio se plantearon los siguientes objetivos:

Objetivo 1: Analizar la asociación entre la perpetración de la violencia psicológica (global

y sus diferentes tipos: violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia), y el

resto de las variables de estudio, organizadas en distintos grupos: tanto individuales

(psicológicas), como de socialización (familiares, escolares y relacionadas con la

influencia del grupo de iguales) y relativas a la relación de pareja, diferenciando entre

hombres y mujeres.

• Objetivo 2: Desarrollar modelos que permitan estimar el efecto que tiene sobre la

perpetración de la violencia psicológica cada uno de los grupos de variables estudiadas

(variables individuales, variables familiares, variables del grupo de iguales, variables

escolares y variables de la relación de pareja), diferenciando entre hombres y mujeres.

• Objetivo 3: Desarrollar modelos específicos de factores de riesgo/protección para cada

tipo de violencia psicológica estudiada (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de

dominancia), tanto para hombres como para mujeres.

3. HIPÓTESIS

A partir de los objetivos de estudio descritos se plantearon las siguientes hipótesis:

Hipótesis 1: Se hallarán relaciones significativas entre las variables contempladas en este

estudio y la perpetración de la violencia psicológica (violencia verbal, las tácticas celosas y

las tácticas de dominancia).

Hipótesis 2: Los modelos que se obtendrán para explorar la asociación de las variables

estudiadas (individuales, familiares, del grupo de iguales, escolares y de la relación de


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 203

pareja) en la perpetración de violencia psicológica mostrarán en su mayoría factores

comunes a ambos sexos.

Corolario 1: Las variables individuales estudiadas que mayor asociación presentarán

con la perpetración de violencia psicológica en el noviazgo serán: a) el

establecimiento de un vínculo de apego inseguro de tipo ansioso con la pareja; b) el

consumo de drogas; c) la agresividad verbal; d) la conducta antisocial; e) la

justificación del uso de la violencia psicológica en el noviazgo y, f) el mantenimiento

de creencias sexistas. Todas ellas actuarán como factores de riesgo.

Corolario 2: Con respecto a las variables del contexto familiar, el modelo resultante

mostrará que las variables con mayor asociación con la perpetración de la violencia

psicológica serán: a) haber sido testigo de violencia entre los padres; b) sufrir

violencia psicológica por parte de los padres y; c) tener una relación afectiva y

cercana con los padres. En este supuesto, las dos primeras variables aumentarán la

probabilidad de perpetración de violencia psicológica, mientras que mantener una

buena relación afectiva y cercana con los padres actuará como un factor de

protección.

Corolario 3: El estudio de la asociación de las variables relativas al grupo de iguales

sobre la perpetración de la violencia psicológica revelará que las variables que

mostrarán mayor peso en el modelo serán: a) contar con parejas violentas dentro del

grupo de amigos y; b) aceptar a parejas violentas dentro del grupo; y c) tener una

buena relación con los amigos. Las dos primeras variables actuarán como un factor

de riesgo, mientras que tener una buena relación con los amigos se configurará como

un factor de protección.

Corolario 4: Las variables del contexto escolar estudiadas que mostrarán una mayor

asociación con la variable criterio serán: a) estar escolarizado en centros donde haya

normas claras que rechacen la violencia, b) percibir ayuda por parte del centro al
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 204

encontrarse inmersos en un noviazgo violento, y c) el absentismo escolar. Estas

variables influirán actuando como factores de protección para la perpetración de

violencia psicológica contra la pareja, a excepción del absentismo escolar que actuará

como un factor de riesgo.

Corolario 5: Las variables relativas a la relación de pareja contempladas en el estudio

que mostrarán tener mayor asociación con la perpetración de la violencia psicológica

en el noviazgo, serán: a) mantener relaciones de noviazgo más duraderas en el

tiempo b) mayor satisfacción con la relación de pareja, y c) ser víctima de violencia

psicológica en su relación de pareja. Estas variables se configurarán como factores de

riesgo para ejercer violencia psicológica contra la pareja, salvo la satisfacción con la

relación que actuará como un factor de protección.

Hipótesis 3: Debido a la ausencia de estudios previos, no se plantea ninguna hipótesis

específica para el tercer objetivo del presente estudio.

4. MÉTODO

4.1. Participantes

Los datos referentes al muestreo y a las características sociodemográficas de los

participantes de este estudio se expusieron detalladamente en el Capítulo 5 de la presente tesis

doctoral. En el caso de los análisis de correlación y regresión con las variables relativas a la relación

de pareja se empleó una submuestra formada por aquellos adolescentes que en el momento de la

evaluación se encontraban en una relación de pareja, ya que eran los que podían contestar a las

cuestiones sobre las características del noviazgo que estaban manteniendo en ese momento. Así,
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 205

esta submuestra estuvo formada por un total de 662 adolescentes (57,8% mujeres y 42,2%

hombres), cuyas edades estaban comprendidas entre los 13 y los 18 años (M = 15,58; DT = 1,11).

4.2. Instrumentos y variables

Todos los instrumentos y las variables empleados en esta investigación fueron descritos en

profundidad en el Capítulo 5 de la presente tesis doctoral, por lo que para obtener información

detallada sobre los mismos véase dicho capítulo.

4.3. Análisis de datos

En primer lugar, se realizaron análisis bivariados (correlaciones de Pearson) entre todas las

variables estudiadas. Posteriormente, para determinar cuáles de las variables estudiadas

presentaban mayor asociación con la perpetración de violencia psicológica global y sus distintas

manifestaciones (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia), y se configuran por

tanto como los mejores factores de riesgo y de protección, se llevaron a cabo análisis multivariados a

través de regresiones lineales múltiples con el método stepwise (pasos sucesivos). Estos análisis

incluyeron al conjunto de variables que habían presentado una asociación significativa (p < ,05) con

cada una de las variables criterio (i.e., perpetración de violencia psicológica global y cada uno de sus

subtipos) en los análisis bivariados. En todos los modelos se empleó el análisis de regresión lineal

múltiple a través del método stepwise (pasos sucesivos), ya que este procedimiento nos permite ir

incluyendo variables independientes en la ecuación y que se vayan eliminando, en un paso posterior,

aquellas que finalmente no tengan capacidad explicativa (Cea, 2002). Además, este método también

nos permite controlar el efecto de la colinealidad a través de los indicadores de tolerancia,


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 206

eliminando aquellas variables incluidas en la ecuación que presenten altas correlaciones con otra u

otras variables.

En concreto, se computaron cinco modelos diferentes, uno para cada grupo de variables

estudiadas: 1) variables individuales, 2) variables familiares, 3) variables del grupo de iguales, 4)

variables escolares y 5) variables de la relación de pareja. También se realizaron modelos

diferenciales para hombres y para mujeres, de acuerdo con los objetivos del estudio. Por otra parte,

estos modelos se calcularon tanto para la perpetración de violencia psicológica global, como para

cada uno de sus tres tipos específicos (agresión verbal, tácticas celosas y tácticas dominantes).

5. RESULTADOS

5.1. Análisis de correlaciones entre las variables de estudio

De la Tabla 15 a la 19 se presentan los resultados de los análisis de correlación. Considerando

los objetivos del estudio y para facilitar la presentación de los resultados, las tablas incluyen las

correlaciones entre las variables criterio (i.e., agresión psicológica global, agresión verbal, tácticas

celosas y tácticas dominantes) y las variables de riesgo estudiadas.

La Tabla 15 recoge los resultados de las correlaciones para las variables individuales. En

líneas generales, se obtuvieron correlaciones bajas pero significativas y en la dirección esperada

entre la perpetración de la violencia psicológica (y de sus distintas manifestaciones) y la mayoría de

las variables individuales estudiadas. En el caso de las mujeres, variables como la aserción negativa y

la empatía no se relacionaron significativamente con la perpetración de ningún tipo de agresión

psicológica, mientras que sí mostraron una relación significativa y negativa con la perpetración de

tácticas de dominancia ejercidas por los hombres. Por otro lado, variables como la búsqueda de
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 207

sensaciones y el apego inseguro evitativo, no mostraron correlacionar significativamente con la

violencia psicológica en ninguna de sus formas cuando era ejercida por hombres, mientras que para

las mujeres sí mostraron una relación significativa y positiva con la perpetración de tácticas celosas y

de dominancia, respectivamente.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 208

Tabla 15

Correlaciones entre Variables individuales y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo

Variables individuales Violencia Psicológica Violencia Verbal Tácticas Celosas Tácticas Dominancia
Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres
Apego inseguro ansioso ,224** ,259** ,173** ,182** ,268** ,300** ,088** ,146**
Apego inseguro evitativo ,009 ,031 -,007 ,036 -,025 -,018 ,068* ,057
Autoestima alta -,160** -,170** -,134** -,146** -,166** -,174** -,166** -,080*
Empatía ,005 -,001 ,023 ,009 ,022 ,056 -,047 -,080*
Deseabilidad social -,303** -,326** -,251** -,269** -,233** -,253** -,236** -,264**
Aserción negativa ,011 -,030 ,040 ,005 -,015 -,019 -,019 -,075*
Agresividad verbal ,196** ,159** ,171** ,148** ,121** ,108** ,172** ,121**
Agresividad física ,281** ,293** ,254** ,246** ,190** ,218** ,212** ,245**
Ira ,320** ,335** ,294** ,274** ,243** ,296** ,205** ,235**
Hostilidad ,297** ,230** ,254** ,161** ,280** ,243** ,160** ,166**
Impulsividad ,287** ,325** ,276** ,281** ,211** ,247** ,171** ,251**
Búsqueda de sensaciones -,009 ,024 ,013 ,017 ,066* -,009 ,026 ,055
Consumo drogas ,268** ,283** ,267** ,240** ,155** ,195** ,192** ,247**
Conducta antisocial ,289** ,351** ,272** ,300** ,162** ,243** ,239** ,303**
Justificación violencia psicológica ,301** ,314** ,256** ,227** ,217** ,289** ,242** ,250**
Justificación violencia física ,225** ,132** ,200** ,071* ,141** ,095** ,188** ,174**
Creencias sexistas ,195** ,246** ,120** ,176** ,155** ,180** ,219** ,254**
Sintomatología ansiosa ,296** ,286** ,269** ,214** ,241** ,263** ,177** ,220**
Sintomatología depresiva ,284** ,258** ,257** ,209** ,252** ,269** ,148** ,206**
Sintomatología somática ,332** ,258** ,313** ,183** ,245** ,249** ,206** ,198**
Sintomatología obsesiva-compulsiva ,285** ,290** ,242** ,210** ,257** ,273** ,170** ,224**
p < ,05; **p < ,01; *** p < ,001.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 209

La Tabla 16 recoge los resultados de los análisis de correlación relativos a las variables del

contexto familiar que mostraron la existencia de correlaciones bajas pero significativas para gran

parte de las variables familiares, a excepción de recibir elogios por parte del padre o de la madre y el

empleo de prácticas de crianza positivas. Por el contrario, ser testigo de violencia entre los padres y

haber sido víctima de agresiones físicas y psicológicas por parte de ellos fueron las variables que

obtuvieron los coeficientes de correlación más altos con la perpetración de la violencia psicológica,

verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia, tanto en hombres como en mujeres. Cabe señalar

que, aquellas variables que hacían referencia a la calidad de la relación con el padre mostraron una

correlación negativa y significativa sólo con el comportamiento celoso y sobre todo dominante

ejercido por los hombres; mientras que las variables que aluden a la calidad de la relación con la

madre tendieron a relacionarse negativa y significativamente en mayor medida con la violencia

psicológica, verbal y las tácticas celosas perpetradas exclusivamente por mujeres.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 210

Tabla 16

Correlaciones entre Variables Familiares y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo

Violencia Psicológica Violencia Verbal Tácticas Celosas Tácticas Dominancia


Variables familiares
Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres
Buena relación con la madre -,121** -139** -,079* -108** -,125** -124** -,096** -106**
Buena relación con el padre -,073* -,136** -,061 -,118** -,049 -,088** -,066* -,122**
Buena relación con hermano/s -,134** -,075* -,101** -,057 -,114** -,058 -,108** -,069*
Acudir a la madre ante dificultades -,102** -,064 -,067* -,029 -,098** -,026 -,089** -,115**
Sentirse cercano a la madre -,085* -,061 -,050 -,043 -,080* -,054 -,085* -,051
Tener confianza y sinceridad con su
-,035 -,034 -,027 ,012 -,020 -,022 -,038 -,094**
madre
Recibir elogios por parte de su madre -,015 -,003 -,022 -,034 -,003 ,034 -,004 ,022
Acudir al padre cuando tiene dificultades -,104** -,130** -,107** -,112** -,067* -,095** -,059 -,106**
Sentirse cercano al padre -,081* -,138** -,080* -,098** -,055 -,130** -,050 -,109**
Tener confianza y sinceridad con su padre -,053 -,046 -,070* -,018 -,046 -,035 ,008 -,068*
Recibir elogios por parte de su padre -,013 -,036 -,022 -,011 -,022 -,046 ,025 -,038
Violencia entre los padres ,240** ,289** ,203** ,207** ,169** ,238** ,198** ,266**
Ser víctima de agresión física padres ,172** ,269** ,144** ,191** ,109** ,209** ,159** ,264**
Ser víctima de agresión psicológica padres ,299** ,286** ,255** ,240** ,232** ,244** ,221** ,201**
Empleo del castigo como estilo educativo ,223** ,232** ,196** ,183** ,156** ,198** ,173** ,180**
Empleo de prácticas de crianza positivas -,030 ,001 -,023 -,015 -,002 ,045 -,049 -,024
p < ,05; **p < ,01; *** p < ,001.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 211

La Tabla 17 muestra los resultados de las correlaciones para las variables relativas al grupo

de iguales. Destaca como contar con parejas violentas en el grupo de amigos y que éstas sean

aceptadas dentro del mismo fueron aquellas variables que obtuvieron coeficientes de correlación

mayores con la perpetración de la violencia psicológica y sus diferentes manifestaciones, tanto en

hombres como en mujeres. Tener buena relación con los amigos sólo se relacionó de forma

significativa y negativa con la perpetración de violencia psicológica y verbal en el caso de las mujeres,

mientras que verse con frecuencia con los amigos mostró una relación significativa y positiva sólo en

los hombres.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 212

Tabla 17

Correlaciones entre Variables del Grupo de Iguales y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo

Violencia Psicológica Violencia Verbal Tácticas Celosas Tácticas Dominancia


Variables grupo iguales
Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres

Buena relación con amigos -,074* -,031 -,078* -,024 -,063 -,010 -,021 -,045

Popularidad en el grupo ,045 -,033 ,059 -,026 -,021 ,022 -,013 ,007

Salidas frecuentes con amigos ,013 ,097** ,028 ,126** -,015 ,061 ,009 ,025

Parejas violentas en el grupo ,189** ,168** ,183** ,147** ,120** ,128** ,133** ,126**

Aceptar parejas violentas en el


,112** ,124** ,093** ,103** ,097** ,059 ,075* ,143**
grupo

p < ,05; **p < ,01; *** p < ,001.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 213

Los resultados de las variables relativas al contexto escolar se presentan en la Tabla 18. El

absentismo escolar fue la variable que, tanto en hombres como en mujeres, obtuvo coeficientes de

correlación más altos con la perpetración de violencia psicológica en todas sus manifestaciones. Por

su parte, sentirse integrado en el centro y la existencia de normas en el mismo que rechazasen la

violencia se relacionaron de forma significativa y negativa con la perpetración de violencia

psicológica en todas sus formas, salvo algunas excepciones en función del sexo.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 214

Tabla 18

Correlaciones entre Variables del Contexto Escolar y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo

Variables contexto escolar Violencia Psicológica Violencia Verbal Tácticas Celosas Tácticas Dominancia

Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres

Normas claras en el centro que


-,104** -,119** -,043 -,122** -,120** -,091** -,110** -,062
rechacen violencia

Percibir ayuda del centro en relación


-,075* -,064 -,056 -,037 -,046 -,024 -,083* -,105**
violenta

Percibir falta implicación del centro


,052 ,042 ,036 ,040 ,004 ,001 ,092** ,062
en relación violenta

Mala relación con profesores ,081* ,059 ,111** ,080* ,031 ,016 ,023 ,036

Mala relación compañeros ,033 ,051 ,051 ,014 ,031 ,065 -,021 ,054

Absentismo escolar ,193** ,183** ,145** ,172** ,156** ,130** ,168** ,130**

Sentirse integrado en el centro -,096** -,072* -,070* -,048 -,094** -,065 -,068* -,067*
p < ,05; **p < ,01; *** p < ,001.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 215

Por último, la Tabla 19 muestra las correlaciones obtenidas para las variables relativas a la

relación de pareja. Las correlaciones más altas se obtuvieron entre la perpetración y victimización de

violencia psicológica, en todas sus formas, tanto en hombres como en mujeres. La duración de la

relación también mostró relacionarse de forma significativa y positiva con la perpetración de

violencia psicológica en todas sus manifestaciones, tanto en hombres como en mujeres. Atendiendo

a las diferencias por sexo, cabe señalar que el grado de satisfacción sólo correlacionó

significativamente con la violencia verbal cuando era perpetrada por mujeres, mientras que el nivel

de compromiso en la relación sólo mostró correlaciones significativas con la violencia psicológica y

las tácticas de dominancia cuando eran ejercidas por el hombre.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 216

Tabla 19

Correlaciones entre Variables de la Relación de Pareja y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo

Violencia Psicológica Violencia Verbal Tácticas Celosas Tácticas Dominancia


Variables relación pareja
Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres
Número de parejas que ha
,024 ,117 ,049 ,113 -,004 ,152* -,002 ,004
tenido
Edad a la que tuvo la primera
-,026 -,113 -,043 -,108 -,024 -,093 ,014 -,069
pareja
Mayor tiempo de duración de
,254** ,209** ,259** ,203** ,164** ,165** ,164** ,132*
la relación
Nivel de compromiso en
,069 ,159** ,104* ,202** ,076 ,159** -,041 -,013
relación actual
Perspectivas de futuro relación
,053 ,013 ,085 ,105 -,074 ,003 -,054 -,120
actual
Satisfacción relación actual -,246** -,121* -,166** -,011 -,078 -,083 -,380** -,251**
Pareja con consumo de drogas ,297** ,244** ,286** ,215** ,159** ,174** ,243** ,196**
Víctima de violencia
,830** ,818** ,728** ,734** ,625** ,602** ,620** ,642**
psicológica de su pareja
Víctima de violencia verbal de
,688** ,739** ,796** ,841** ,360** ,415** 395** ,457**
su pareja
Víctima de tácticas celosas de
,652** ,601** ,452** ,482** ,683** ,634** ,461** ,421**
su pareja
Víctima de tácticas dominancia
,692** ,594** ,482** ,381** ,483** ,379** ,744** ,769**
de su pareja
p < ,05; **p < ,01; *** p < ,001.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 217

5.2. Perpetración de la violencia psicológica en el noviazgo: variables asociadas

A continuación, se presentarán los resultados de los análisis multivariados de regresión para

la perpetración de la violencia psicológica en función del sexo de los participantes. Tal y como se

explicó en el apartado de análisis de datos, en estos modelos se incluyeron únicamente aquellas

variables que habían mostrado asociaciones significativas en los análisis bivariados. En primer lugar,

se presentan los resultados para la perpetración de violencia psicológica de manera global y, a

continuación, para los diferentes tipos de agresión psicológica (i.e., agresión verbal, tácticas celosas y

tácticas dominantes). Debido al gran número de variables estudiadas, y con el fin de evitar

problemas de multicolinealidad dada la asociación entre las mismas, se realizaron los análisis de

regresión por grupos de variables (individuales, familiares, relativas al grupo de iguales, escolares y

relativas a la relación de pareja).

5.2.1. Análisis de regresión de la perpetración de la violencia psicológica en mujeres y

hombres

La Tabla 20 muestra los modelos obtenidos para la perpetración de la violencia psicológica

en función de las variables individuales.

En el caso de las mujeres, de las once variables individuales que habían mostrado

correlaciones significativas con la violencia psicológica, siete se asociaron significativamente con este

tipo de violencia en los análisis multivariados. En concreto, las variables que mostraron mayor

asociación con la perpetración de violencia psicológica por las mujeres fueron: presentar síntomas

somáticos, justificar el empleo de violencia psicológica en el noviazgo, altos niveles de ira, consumo

de sustancias, apego inseguro ansioso, justificar el uso de violencia física en las relaciones de pareja y

la deseabilidad social. Todas las variables del modelo mostraron una asociación positiva con la

perpetración de la violencia psicológica en mujeres, a excepción de la deseabilidad social que se

asoció de forma negativa. Estas variables explicaron el 28,5% de la varianza.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 218

Con respecto a los hombres, el modelo resultante recogió un total de ocho variables que

mostraron una asociación significativa con la perpetración de agresión psicológica: justificar el uso de

violencia psicológica en el noviazgo, establecer un apego inseguro de tipo ansioso, altos niveles de

ira, presentar sintomatología obsesiva-compulsiva, la conducta antisocial, el consumo de drogas, la

deseabilidad social y la agresividad verbal. Salvo la deseabilidad social, que presentó una asociación

negativa con la perpetración de violencia psicológica, el resto de las variables incluidas en el modelo

se asociaron de forma positiva. El conjunto de todas las variables individuales explicó el 28,5% de la

varianza de ejercer violencia psicológica contra la pareja.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 219

Tabla 20

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en Función de

las Variables Individuales

Mujeres
Variables individuales incluidas en el
B E.T  t p
modelo
Sintomatología somática ,111 ,017 ,200 6,642 ,000
Justificación violencia psicológica ,153 ,023 ,191 6,524 ,000
Ira ,087 ,018 ,149 4,717 ,000
Consumo de drogas ,130 ,027 ,146 4,890 ,000
Apego inseguro ansioso ,031 ,007 ,123 4,199 ,000
Justificación violencia física ,051 ,015 ,104 3,493 ,001
Deseabilidad social -,192 ,074 -,084 -2,600 ,009
Hombres
Variables individuales incluidas en el
B E.T  t p
modelo
Justificación violencia psicológica ,116 ,020 ,171 5,654 ,000
Apego inseguro ansioso ,037 ,007 ,155 5,222 ,000
Ira ,092 ,019 ,172 4,734 ,000
Sintomatología obsesiva-compulsiva ,063 ,016 ,124 4,042 ,000
Conducta antisocial ,250 ,062 ,147 4,003 ,000
Consumo de drogas ,090 ,027 ,112 3,375 ,001
Deseabilidad social -,203 ,070 -,099 -2,906 ,004
Agresividad verbal ,040 ,020 ,071 2,034 ,042
Nota: Modelo mujeres R2 corregida
= ,282
Modelo hombres R2 corregida = ,285

Los modelos resultantes para la perpetración de la violencia psicológica en función de las

variables familiares se recogen en la Tabla 21.

En el caso de las mujeres, aquellas variables que mostraron mayor asociación con la violencia

psicológica ejercida en sus noviazgos fueron tres: ser víctima de violencia psicológica por parte de los

padres, presenciar violencia entre sus padres y tener una buena relación con el/la hermano/a, siendo

la asociación negativa en esta última variable. Estas variables explicaron el 10,6% de la varianza.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 220

En el caso de los hombres, el modelo de regresión resultante estuvo formado por dos

variables: ser testigo de violencia entre los padres y sufrir violencia psicológica ejercida por estos.

Estas variables fueron las que mostraron mayor asociación con la perpetración de violencia

psicológica, explicando en conjunto 11,4% de la varianza.

Tabla 21

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en Función de

las Variables Familiares

Mujeres
Variables familiares incluidas en el
B E.T  t p
modelo
Víctima de violencia psicológica ejercida
,102 ,016 ,226 6,311 ,000
por los padres

Violencia entre los padres ,108 ,028 ,136 3,866 ,000

Buena relación con hermano -,031 ,015 -,067 -2,057 ,040

Hombres
Variables familiares incluidas en el
B E.T  t p
modelo
Violencia entre los padres
,157 ,027 ,204 5,835 ,000
Víctima de violencia psicológica ejercida
por los padres ,088 ,015 ,199 5,678 ,000

Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,106


Modelo hombres R2 corregida = ,114

La Tabla 22 muestra los modelos resultantes de los análisis de regresión para la violencia

psicológica perpetrada en función de las variables relativas al grupo de iguales.

En el caso de las mujeres, la variable del grupo de amigos que mostró mayor asociación con

la violencia psicológica ejercida por estas en sus noviazgos fue contar con parejas violentas en el

grupo de amigos, la cual explicaba ella el 3,5% de la varianza.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 221

En el caso de los hombres, de las tres variables del grupo de iguales que mostraron

correlacionar de forma significativa con la perpetración de violencia psicológica, fueron finalmente

dos las que se asociaron significativamente con este tipo de violencia en los análisis multivariados:

contar en su grupo de amigos con parejas violentas y salir frecuentemente con los amigos. Estas

variables en conjunto explicaron el 3,3% de la varianza.

Tabla 22

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en Función de

las Variables del Grupo de Iguales

Mujeres

Variables del grupo de iguales


B E.T  t p
incluidas en el modelo

Parejas violentas en el grupo ,182 ,032 ,189 5,750 ,000

Hombres

Variables del grupo de iguales


B E.T  t p
incluidas en el modelo

Parejas violentas en el grupo ,133 ,027 ,161 4,845 ,000

Salidas frecuentes con amigos ,050 ,020 ,084 2,533 ,011


Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,035
Modelo hombres R2 corregida = ,033

La Tabla 23 muestra los modelos obtenidos para la perpetración de la violencia psicológica

en función de las variables escolares.

En el caso de las mujeres, las variables que mostraron mayor asociación con la perpetración

de la violencia psicológica en los análisis multivariados fueron: el absentismo escolar, la existencia de

normas claras en el centro que rechacen la violencia y sentirse integrada en el centro educativo.

Mientras que el absentismo escolar mostró asociarse de forma positiva con este tipo de violencia,
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 222

tanto la existencia de normas claras en el instituto que rechacen la violencia como el sentirse

integrado en el centro fueron variables que se asociaron de forma negativa. El modelo constituido

por estas tres variables explicó el 4,8% de la varianza.

En el caso de los hombres, los resultados de los análisis de regresión mostraron que el

absentismo escolar y la existencia en el centro educativo de normas claras que rechazan la violencia

eran las variables del contexto educativo que más se asociaban con la perpetración de violencia

psicológica en sus noviazgos. Ambas variables explicaron el 4,4% de la varianza.

Tabla 23

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en Función de

las Variables Escolares

Mujeres

Variables escolares incluidas en el


B E.T  t p
modelo

Absentismo escolar ,191 ,034 ,182 5,542 ,000


Normas claras en el centro que
-,065 ,024 -,089 -2,709 ,007
rechacen la violencia
Sentirse integrado en el centro -,066 ,029 -,076 -2,299 ,022

Hombres
Variables escolares incluidas en el
B E.T  t p
modelo
Absentismo escolar ,174 ,032 ,180 5,475 ,000
Normas claras en el centro rechacen la
-,079 ,023 -,115 -3,502 ,000
violencia
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,048
Modelo hombres R2 corregida = ,044

Los resultados de los análisis de regresión lineal múltiple para la perpetración de violencia

psicológica a partir de las variables relativas a la relación de pareja se muestran en la Tabla 24.

En el caso de las mujeres, las variables que mostraron mayor asociación con ejercer violencia

psicológica contra la pareja fueron un total de cuatro: sufrir violencia psicológica en la relación de
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 223

noviazgo, que la pareja consuma drogas, ser víctima de tácticas de dominancia por parte de la pareja,

y el grado de satisfacción en su noviazgo. Estas variables explicaron el 67,7% de la varianza.

Con respecto a los hombres, los análisis multivariados mostraron que sufrir violencia

psicológica y tácticas celosas en el noviazgo se asociaba positiva y significativamente con perpetrar

violencia psicológica en la misma relación. Ambas variables explicaban un 70,5% de la varianza.

Tabla 24

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en Función de

las Variables de la Relación de Pareja

Mujeres
Variables relación pareja
B E.T  t p
incluidas en el modelo
Ser víctima de violencia
,745 ,052 ,679 14,220 ,000
psicológica en la relación
Pareja con consumo de drogas ,086 ,024 ,118 3,639 ,000
Ser víctima de tácticas de
,168 ,074 ,108 2,281 ,023
dominancia en la relación
Satisfacción en relación de pareja -,020 ,009 -,070 -2,247 ,025
Hombres
Variables relación pareja
B E.T  t p
incluidas en el modelo
Ser víctima de violencia
,972 ,058 ,967 16,668 ,000
psicológica en la relación
Ser víctima de tácticas celosas en
,089 ,032 ,162 2,788 ,006
la relación
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,677
Modelo hombres R2 corregida = ,705
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 224

5.3. Variables asociadas a la perpetración de diferentes tipos de violencia psicológica en el

noviazgo

5.3.1. Análisis de regresión para la perpetración de violencia verbal

Los modelos resultantes de los análisis multivariados para la perpetración de la violencia

verbal en función de las variables individuales se presentan en la Tabla 25.

En el caso de las mujeres, el modelo obtenido estuvo formado por un total de siete variables

individuales, que fueron las que mostraron mayor asociación con la perpetración de violencia verbal:

presentar sintomatología somática, altos niveles de ira, consumir drogas, justificar el empleo de

violencia psicológica en el noviazgo, justificar el uso de violencia física en las relaciones de pareja,

establecer un apego inseguro de tipo ansioso y la impulsividad. El modelo compuesto por estas siete

variables explicó el 23,1% de la varianza.

Respecto a los hombres, las variables individuales que presentaron mayor asociación con la

violencia verbal ejercida en sus noviazgos fueron: la conducta antisocial, justificar el uso de violencia

psicológica en las relaciones de pareja, la ira en altos niveles, establecer un vínculo de apego

inseguro de tipo ansioso, presentar síntomas obsesivo-compulsivos, consumir drogas y la

deseabilidad social. Estas siete variables explicaron el 17,2% de la varianza.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 225

Tabla 25

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las

Variables Individuales

Mujeres

Variables individuales incluidas en el


B E.T  t p
modelo
Sintomatología somática ,172 ,027 ,196 6,299 ,000
Ira ,119 ,032 ,130 3,770 ,000
Consumo de drogas ,215 ,044 ,153 4,919 ,000
Justificación violencia psicológica ,199 ,038 ,158 5,216 ,000
Justificación violencia física ,074 ,024 ,095 3,106 ,002
Apego inseguro ansioso ,034 ,012 ,089 2,941 ,003
Impulsividad ,199 ,090 ,077 2,203 ,028
Hombres
Variables individuales incluidas en el
B E.T  t p
modelo
Conducta antisocial ,320 ,097 ,130 3,302 ,001

Justificación violencia psicológica ,112 ,032 ,114 3,504 ,000


Ira ,090 ,027 ,116 3,374 ,001
Apego inseguro ansioso ,036 ,011 ,104 3,240 ,001
Sintomatología obsesiva compulsiva ,060 ,024 ,080 2,442 ,015
Consumo de drogas ,118 ,042 ,101 2,821 ,005
Deseabilidad social -,242 ,108 -,082 -2,251 ,025
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,231
Modelo hombres R2 corregida = ,172

La Tabla 26 recoge los resultados obtenidos en los análisis de regresión para la perpetración

de violencia verbal en función de las variables del contexto familiar.

En el caso de las mujeres, de las diez variables familiares que mostraron correlacionar

significativamente con la perpetración de violencia verbal, solo dos se asociaron significativamente


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 226

con este tipo de violencia tras los análisis multivariados: ser víctima de violencia psicológica por parte

de los padres y ser testigo de violencia entre ellos. Ambas variables explicaron el 7,4% de la varianza.

Con respecto a los hombres, de las ocho variables familiares que correlacionaron de forma

significativa con la perpetración de violencia verbal en el noviazgo, finalmente fueron dos las que

mostraron asociarse de forma significativa con este tipo de violencia en los análisis de regresión: ser

víctima de violencia psicológica por parte de los padres y ser testigo de violencia entre ellos. El

modelo formado por dichas variables explicó el 6,9% de la varianza.

Tabla 26

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las

Variables Familiares

Mujeres
Variables familiares incluidas en el
B E.T  t p
modelo
Víctima de violencia psicológica ejercida
146, ,025 ,206 5,765 ,000
por los padres
Violencia entre los padres ,144 ,045 ,115 3,216 ,001

Hombres
Variables familiares incluidas en el
B E.T  t p
modelo
Víctima de violencia psicológica ejercida
,119 ,023 ,186 5,171 ,000
por los padres
Violencia entre los padres ,143 ,040 ,128 3,573 ,000
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,074
Modelo hombres R2 corregida = ,069

Con respecto a las variables relativas al grupo de iguales que se asociaron con la

perpetración de la violencia verbal, los modelos resultantes tras los análisis de regresión se

presentan en la Tabla 27.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 227

Para las mujeres, fueron dos variables las que se asociaron significativamente con la violencia

verbal ejercida contra sus parejas: mantener una buena relación con los amigos, que mostró una

asociación negativa; y tener parejas violentas en el grupo de amigos, que se asoció de forma positiva.

Así, el modelo compuesto por estas variables explicaba el 3,6 % de la varianza.

Por su parte, las variables del grupo de iguales que presentaron mayor asociación con la

perpetración de violencia verbal en los hombres fueron: tener parejas violentas dentro del grupo de

amigos y salir frecuentemente con los amigos. Ambas variables configuraban un modelo que

explicaba el 3,3% de la varianza.

Tabla 27

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las

Variables del Grupo de Iguales

Mujeres

Variables grupo de iguales


B E.T  t p
incluidas en el modelo

Parejas violentas en el grupo ,270 ,050 ,178 5,398 ,000

Buena relación con los amigos -,088 ,045 -,065 -1,964 ,050

Hombres

Variables grupo de iguales


B E.T  t p
incluidas en el modelo

Parejas violentas en el grupo ,164 ,040 ,138 4,147 ,000

Salidas frecuentes con amigos ,100 ,029 ,116 3,475 ,001

Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,036


Modelo hombres R2 corregida = ,033
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 228

La Tabla 28 recoge los resultados obtenidos tras los análisis de regresión para la perpetración

de violencia verbal en función de las variables escolares.

En el caso de las mujeres, las variables escolares que mostraron mayor asociación con este

tipo de violencia fueron: el absentismo escolar y tener mala relación con los profesores. El modelo

compuesto por ambas variables explicó el 2,6% de la varianza.

En el caso de los hombres, se obtuvo un modelo que explicó el 4,1% de la varianza de

perpetrar violencia verbal en el noviazgo, el cual estaba compuesto por dos variables escolares: el

absentismo escolar y la existencia de normas claras que rechacen la violencia. El absentismo escolar

mostró una asociación positiva, mientras que la existencia de normas claras en el centro que

rechacen la violencia se asoció de forma negativa con la perpetración de violencia verbal.

Tabla 28

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las

Variables Escolares

Mujeres
Variables escolares incluidas
B E.T  t p
en el modelo

Absentismo escolar ,213 ,056 ,129 3,811 ,000

Problemas con los profesores ,132 ,052 ,086 2,538 ,011

Hombres
Variables escolares incluidas
B E.T  t p
en el modelo

Absentismo escolar ,237 ,046 ,170 5,137 ,000


Normas claras en el centro
-,118 ,033 -,118 -3,587 ,000
que rechacen la violencia
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,026
Modelo hombres R2 corregida = ,041
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 229

Las variables relativas a la relación de pareja que se asociaron de forma significativa con la

perpetración de violencia verbal se presentan en la Tabla 29.

En el caso de las mujeres, fueron cuatro: ser víctima de violencia verbal por parte de la

pareja; sufrir violencia psicológica en su relación de noviazgo; mantener una relación con una pareja

que consume drogas; y mantener una relación de pareja que perdura en el tiempo. Estas variables

fueron aquellas que mostraron mayor asociación con este tipo de violencia, explicando en su

conjunto el 65,7% de la varianza.

En el caso de los hombres, de las siete variables que correlacionaron de forma significativa

con la perpetración de violencia verbal, solo una mostró asociarse de forma significativa con este

tipo de violencia en los análisis multivariados: sufrir violencia verbal en la relación de pareja. Esta

variable explicó el 72,1% de la varianza.

Tabla 29

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las

Variables de la Relación de Pareja

Mujeres
Variables relacionales
B E.T  t p
incluidas en el modelo
Víctima de violencia verbal
,732 ,066 ,615 11,139 ,000
en la relación
Víctima de violencia
,269 ,096 ,160 2,808 ,005
psicológica en la relación
Pareja con consumo de
,121 ,037 ,108 3,252 ,001
drogas
Mayor tiempo de duración
,006 ,002 ,088 2,679 ,008
noviazgo
Hombres
Variables relacionales
B E.T  t p
incluidas en el modelo
Víctima de violencia verbal
,819 ,032 ,850 25,818 ,000
en la relación
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,657
Modelo hombres R2 corregida = ,721
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 230

5.3.2. Análisis de regresión para la perpetración de tácticas celosas

La Tabla 30 recoge las variables individuales que mostraron mayor asociación con la

perpetración de tácticas celosas en el noviazgo.

En el caso de las mujeres fueron siete: hostilidad; apego inseguro ansioso con la pareja;

justificar el uso de la violencia psicológica en el noviazgo; sintomatología somática; impulsividad;

búsqueda de sensaciones; y consumo de drogas. El modelo compuesto por estas variables explicó el

18,3% de la varianza de la perpetración de tácticas celosas.

En el caso de los hombres, las variables individuales que mostraron mayor asociación con

ejercer tácticas celosas en el noviazgo fueron: establecer un apego inseguro de tipo ansioso con la

pareja; justificar el uso de violencia psicológica en el noviazgo; altos niveles de ira; presentar

sintomatología obsesiva-compulsiva; una conducta antisocial; y la agresividad verbal. Estas variables

en conjunto explicaron el 22,6% de la varianza.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 231

Tabla 30

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las

Variables Individuales

Mujeres
Variables individuales incluidas en
B E.T  t p
el modelo
Hostilidad ,123 ,033 ,131 3,798 ,000
Apego inseguro ansioso ,074 ,012 ,188 5,932 ,000
Justificación violencia psicológica ,159 ,039 ,127 4,053 ,000
Sintomatología somática ,106 ,029 ,121 3,642 ,000
Impulsividad ,275 ,085 ,107 3,226 ,001
Búsqueda de sensaciones ,277 ,082 ,105 3,366 ,001
Consumo de drogas ,141 ,045 ,101 3,152 ,002
Hombres
Variables individuales incluidas en
B E.T  t p
el modelo
Apego inseguro ansioso ,083 ,012 ,211 6,919 ,000
Justificación violencia psicológica ,199 ,035 ,178 5,695 ,000
Ira ,175 ,033 ,198 5,278 ,000
Sintomatología obsesiva-
,113 ,027 ,133 4,199 ,000
compulsiva
Conducta antisocial ,360 ,091 ,128 3,968 ,000
Agresividad verbal ,081 ,033 ,087 2,426 ,015
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,183
Modelo hombres R2 corregida = ,226

Los modelos obtenidos de los análisis multivariados para la perpetración de tácticas celosas

en función de las variables familiares se presentan en la Tabla 31.

De las nueve variables familiares que correlacionaron significativamente con la perpetración

de tácticas celosas en las mujeres, dos fueron finalmente las que mostraron asociarse de forma

significativa con este tipo de violencia tras los análisis de regresión: ser víctima de violencia

psicológica por parte de los padres; y ser testigo de violencia entre los padres. Estas dos variables, en

conjunto, explicaron el 5,8% de la varianza.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 232

Los análisis realizados en la muestra de hombres mostraron que aquellas variables que

tenían una mayor asociación con las tácticas celosas ejercidas en el noviazgo fueron: ser víctima de

violencia psicológica por parte de los padres; ser testigo de violencia entre los padres; y tener una

buena relación con el padre. Mientras las dos primeras variables mostraron asociarse de forma

positiva con la perpetración de tácticas celosas, mantener una buena relación con el padre se asoció

de forma negativa. El modelo formado por el conjunto de las tres variables explicó el 8,3% de la

varianza.

Tabla 31

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las

Variables Familiares

Mujeres
Variables familiares incluidas en
B E.T  t p
el modelo
Víctima de violencia psicológica
,138 ,025 ,196 5,431 ,000
por los padres
Testigo de violencia entre los
,106 ,045 ,085 2,366 ,018
padres
Hombres
Variables familiares incluidas en
B E.T  t p
el modelo
Víctima de violencia psicológica
,118 ,026 ,162 4,484 ,000
ejercida por los padres
Testigo de violencia entre los
,201 ,046 ,158 4,414 ,000
padres
Relación afectiva de cercanía con
-,065 ,032 -,068 -2,052 ,040
el padre
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,058
Modelo hombres R2 corregida = ,083

La Tabla 32 muestra como, tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres, la

variable del grupo de iguales que mostró mayor asociación con la perpetración de tácticas celosas en

el noviazgo fue contar con parejas violentas en el grupo de amigos. En el caso de las mujeres esta
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 233

variable explicó el 1,3% de la varianza, mientras que en el caso de los hombres alcanzó a explicar el

1,5%.

Tabla 32

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las

Variables del Grupo de Iguales

Mujeres
Variables del grupo de iguales
B E.T  t p
incluidas en el modelo

Parejas violentas en el grupo ,181 ,050 ,120 3,610 ,000

Hombres

Variables del grupo de iguales


B E.T  t p
incluidas en el modelo

Parejas violentas en el grupo ,175 ,046 ,128 3,837 ,000

Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,013


Modelo hombres R2 corregida = ,015

La Tabla 33 recoge las variables relativas al contexto escolar que mostraron mayor asociación

con la perpetración de las tácticas celosas ejercidas por mujeres y hombres en sus noviazgos en los

análisis multivariados.

En el caso de las mujeres el modelo resultante estaba compuesto por las siguientes variables:

el absentismo escolar; la existencia en el centro escolar de normas claras de rechazo hacía la

violencia; y sentirse integrada en el centro educativo. El absentismo escolar se asoció de forma

positiva con la perpetración de tácticas celosas, mientras que la existencia de normas claras de

rechazo de la violencia y sentirse integrada en el centro se asociaron de forma negativa con la

perpetración de este tipo de violencia. El modelo compuesto por estas tres variables explicó el 3,9%

de la varianza de perpetrar tácticas celosas.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 234

En el caso de los hombres, los resultados son similares a los obtenidos en la muestra de

mujeres. El absentismo escolar y la existencia de normas en el centro educativo que rechazan de

forma clara el uso de la violencia fueron las variables escolares que mostraron mayor asociación con

la perpetración de tácticas celosas en el caso de los hombres. Ambas variables, en conjunto,

explicaron el 2,3% de la varianza.

Tabla 33

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las

Variables Escolares

Mujeres
Variables escolares incluidas
B E.T  t p
en el modelo

Absentismo escolar ,236 ,054 ,144 4,350 ,000

Normas claras de rechazo a la


-,122 ,038 -,107 -3,242 ,001
violencia en el centro
Sentirse integrada en el
-,104 ,045 -,076 -2,301 ,022
centro
Hombres

Variables escolares incluidas


B E.T  t p
en el modelo

Absentismo escolar ,206 ,053 ,128 3,855 ,000


Normas claras de rechazo a la
-,101 ,038 -,089 -2,661 ,008
violencia en el centro
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,039
Modelo hombres R2 corregida = ,023

En la Tabla 34 se puede observar las variables de la relación de pareja que mayor asociación

mostraron con la perpetración de tácticas celosas en los modelos de regresión.

En el caso de las mujeres, de las seis variables relativas a la relación de pareja que mostraron

correlacionar de forma significativa con la perpetración de tácticas celosas, finalmente dos fueron

aquellas que se asociaron de forma significativa con este tipo de violencia en los análisis
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 235

multivariados: sufrir tácticas celosas en la relación de noviazgo y ser víctima de tácticas de

dominancia en la relación. Estas variables explicaron en conjunto el 45,6% de la varianza.

En el caso de los hombres, los resultados de los análisis de regresión reflejaron que las

variables relativas a la relación de pareja con mayor asociación con la perpetración de tácticas

celosas fueron: ser víctimas de tácticas celosas en la relación de noviazgo y ser víctimas de violencia

psicológica ejercida por la pareja. El modelo formado por estas variables explicó el 54,1% de la

varianza.

Tabla 34

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las

Variables de la Relación de Pareja

Mujeres
Variables relacionales
B E.T  t p
incluidas en el modelo
Ser víctima de tácticas
,552 ,055 ,595 10,057 ,000
celosas en la relación
Ser víctima de tácticas de
,341 ,150 ,134 2,270 ,024
dominancia en la relación
Hombres
Variables relacionales
B E.T  t p
incluidas en el modelo
Ser víctima de tácticas
,521 ,081 ,545 6,403 ,000
celosas en la relación
Ser víctima de violencia
,380 ,140 ,231 2,714 ,007
psicológica en la relación
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,456
Modelo hombres R2 corregida = ,541

5.3.3. Análisis de regresión para la perpetración de tácticas de dominancia

La Tabla 35 recoge los modelos resultantes de los análisis multivariados para la perpetración

de tácticas de dominancia en función de las variables individuales.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 236

En el caso de las mujeres, las variables individuales que mostraron mayor asociación con la

perpetración de tácticas de dominancia en las relaciones de noviazgo fueron siete: justificar el uso de

la violencia psicológica en el noviazgo; la deseabilidad social, que mostró un asociación negativa y

significativa con este tipo de violencia; tener creencias sexistas; presentar síntomas somáticos;

consumir drogas; justificar el uso de violencia física en el noviazgo; y altos niveles de ira. El modelo

constituido por estas siete variables logró explicar el 14,8% de la varianza.

En el caso de los hombres los análisis de regresión dieron como resultado un modelo

compuesto por ocho variables individuales que explicó el 18% de la varianza, al ser aquellas que más

asociación mostraron con la perpetración de tácticas de dominancia: la conducta antisocial; justificar

el uso de violencia psicológica en el noviazgo; presentar síntomas obsesivo-compulsivos; tener

creencias sexistas; consumir drogas; la deseabilidad social; justificar la violencia física en el noviazgo;

y establecer un vínculo de apego inseguro ansioso con la pareja. Todas las variables del modelo

mostraron una asociación positiva con la perpetración de tácticas de dominancia, a excepción de la

deseabilidad social, que se asoció de forma negativa.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 237

Tabla 35

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en Función de

las Variables Individuales

Mujeres
Variables individuales
B E.T  t p
incluidas en el modelo
Justificación violencia
,096 ,020 ,152 4,692 ,000
psicológica
Deseabilidad social -,170 ,063 -,095 -2,689 ,007
Creencias sexistas ,061 ,018 ,113 3,422 ,001
Sintomatología somática ,048 ,014 ,109 3,330 ,001
Consumo de drogas ,064 ,023 ,091 2,796 ,005

Justificación violencia física ,034 ,013 ,088 2,667 ,008

Ira ,033 ,016 ,072 2,098 ,036

Hombres
Variables individuales
B E.T  t p
incluidas en el modelo
Conducta antisocial ,171 ,055 ,122 3,099 ,002
Justificación violencia
,071 ,018 ,127 3,858 ,000
psicológica
Sintomatología obsesiva-
,046 ,014 ,110 3,354 ,001
compulsiva
Creencias sexistas ,051 ,017 ,100 2,955 ,003

Consumo de drogas ,071 ,024 ,107 3,010 ,003

Deseabilidad social -,130 ,061 -,077 -2,127 ,034

Justificación violencia física ,025 ,012 ,068 2,095 ,036

Apego inseguro ansioso ,013 ,006 ,065 2,056 ,040


Nota: Modelo mujeres R2 corregida de ,148
Modelo hombres R2 corregida de ,180

Las variables relativas al contexto familiar que mostraron mayor asociación con las tácticas

de dominancia perpetradas en el noviazgo por hombres y mujeres se recogen en la Tabla 36.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 238

El modelo obtenido tras los análisis de regresión para las tácticas de dominancia ejercidas

por mujeres en sus noviazgos logró explicar el 6% de la varianza y estuvo formado por las siguientes

variables: ser víctima de violencia psicológica ejercida por los padres y ser testigo de violencia en la

relación de los progenitores.

En el caso de los hombres, los resultados obtenidos son similares a los de las mujeres. Así, de

las doce variables familiares que correlacionaron de forma significativa con la perpetración de

tácticas de dominancia, los análisis multivariados mostraron que fueron tres la que finalmente se

asociaron de forma significativa con la perpetración de este tipo de violencia: ser testigo de violencia

en la relación de sus padres, que se asocia de forma positiva; ser víctima de violencia física ejercida

por los padres, que también mostró una asociación positiva; y tener buena relación con el padre, que

se asoció de forma negativa. Estas tres variables explicaron en conjunto el 9,1% de la varianza.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 239

Tabla 36

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en Función de

las Variables Familiares

Mujeres
Variables familiares incluidas
B E.T  t p
en el modelo

Víctima de violencia psicológica


,059 ,013 ,166 4,627 ,000
por los padres

Violencia entre los padres ,079 ,023 ,127 3,521 ,000

Hombres

Variables familiares incluidas


B E.T.  t p
en el modelo

Violencia entre los padres ,103 ,025 ,163 4,173 ,000

Víctima de violencia física


,114 ,028 ,160 4,102 ,000
ejercida por los padres
Buena relación afectiva con el
-,018 ,009 -,066 -2,002 ,046
padre
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,060
Modelo hombres R2 corregida = ,091

La Tabla 37 muestra los modelos resultantes tras los análisis multivariados para la

perpetración de las tácticas de dominancia en el noviazgo en función de las variables del grupo de

iguales.

En el caso de las mujeres, de las dos variables del grupo de iguales que mostraron

correlacionar de forma significativa con las tácticas de dominancia ejercidas contra la pareja, fue

finalmente una la que mostró asociarse de forma significativa con la perpetración de este tipo de

violencia: tener parejas violentas dentro del grupo de amigos. Esta variable explicó ella sola el 1,6%

de la varianza.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 240

En lo que respecta a los hombres, también fueron dos las variables relativas al grupo de

amigos que correlacionaron significativamente con la perpetración de tácticas de dominancia, y solo

una mostró asociarse de forma significativa con esa forma de violencia psicológica al realizar los

análisis multivariados: aceptar parejas violentas dentro del grupo de iguales. Esta variable explicó el

1,9% de la varianza.

Tabla 37

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en Función de

las Variables del Grupo de Iguales

Mujeres

Variables del grupo de


iguales incluidas en el B E.T  t p
modelo

Parejas violentas en el grupo ,101 ,025 ,133 3,988 ,000

Hombres

Variables del grupo de


iguales incluidas en el B E.T  t p
modelo
Aceptación de parejas
,105 ,024 ,143 4,298 ,000
violentas en el grupo
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,016
Modelo hombres R2 corregida = ,019

En lo que respecta a las variables relativas al contexto escolar los modelos para la

perpetración de las tácticas de dominancia obtenidos tras los análisis de regresión se muestran en la

Tabla 38.

En el caso de las mujeres, las variables que mostraron mayor asociación con las tácticas de

dominancia ejercidas en sus noviazgos fueron: el absentismo escolar, que se asoció de forma

positiva; y la existencia de normas claras en el centro que rechacen el uso de la violencia, que mostró
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 241

una asociación negativa. El modelo compuesto por ambas variables logró explicar el 3,6% de la

varianza.

En el caso de los hombres, las variables escolares que más asociación mostraron con la

perpetración de tácticas de dominancia fueron: el absentismo escolar, que se asoció de forma

positiva; y percibir ayuda por parte del centro al verse inmerso en una relación de noviazgo violenta,

que mostró una asociación negativa con la perpetración de esa forma de violencia. Estas variables,

en conjunto, lograron explicar el 2,6% de la varianza.

Tabla 38

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en Función de

las Variables Escolares

Mujeres

Variables escolares incluidas


B E.T  t p
en el modelo

Absentismo escolar ,134 ,027 ,162 4,926 ,000

Normas claras en el centro


-,058 ,019 -,101 -3,052 ,002
que rechacen la violencia

Hombres

Variables escolares incluidas


B E.T  t p
en el modelo

Absentismo escolar ,104 ,026 ,131 3,927 ,000

Percepción de ayuda en el
-,078 ,025 -,106 -3,178 ,002
centro en relación violenta
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,036
Modelo hombres R2 corregida = ,026

La Tabla 39 recoge los modelos obtenidos tras los análisis multivariados para la perpetración

de tácticas de dominancia en función de las variables de la relación de pareja.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 242

En el caso de las mujeres, las variables que mostraron mayor asociación con la perpetración

de tácticas de dominancia fueron: ser víctimas de tácticas de dominancia; sentirse satisfecha con la

relación de pareja; y que la pareja consuma drogas. Todas las variables mostraron una asociación

positiva a excepción de estar satisfecha con la relación de pareja, que se asoció de forma negativa. El

modelo compuesto por estas variables logró explicar el 59,7% de la varianza.

En el caso de los hombres, las variables que mostraron mayor asociación con ejercer tácticas

de dominancia en el noviazgo fueron: ser víctima de tácticas de dominancia en la relación de

noviazgo; ser víctima de violencia psicológica en la relación de pareja; y estar satisfecho con su

relación de pareja. Las dos primeras variables se asociaron de forma positiva con la perpetración de

tácticas de dominancia, mientras que la satisfacción en la relación de pareja se asocia de forma

negativa. Estas variables, en su conjunto, explicaron el 63% de la varianza.

Tabla 39

Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en Función de

las Variables de la Relación de Pareja

Mujeres
Variables relacionales incluidas
B E.T  t p
en el modelo
Ser víctima de tácticas de
,806 ,043 ,669 18,781 ,000
dominancia en la relación
Satisfacción en la relación -,045 ,008 -,199 -5,678 ,000
Pareja con consumo de drogas ,087 ,021 ,144 4,166 ,000
Hombres
Variables relacionales incluidas
B E.T  t p
en el modelo
Ser víctima de tácticas de
,698 ,062 ,600 11,217 ,000
dominancia en la relación
Ser víctima de violencia
,175 ,043 ,215 4,067 ,000
psicológica en la relación
Satisfacción con la relación -,026 ,008 -,120 -3,094** ,002
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,597
Modelo hombres R2 corregida = ,630
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 243

6. RESUMEN DE LOS RESULTADOS

Los modelos obtenidos para la perpetración de la violencia psicológica han reflejado la

existencia de numerosos factores de riesgo y de protección de diversa índole involucrados en la

problemática, tal como recoge la Tabla 40. Cabe destacar que el modelo que presentó mayor

capacidad explicativa fue el formado por las variables de la relación de pareja, el cual explicó entre el

65-70% de la varianza, seguido de las variables individuales (en torno a un 28%) y las familiares

(superando el 10% de la varianza explicada). Los modelos formados por las variables escolares y las

relativas al grupo de iguales fueron los que mostraron menor capacidad explicativa, en torno al 4 y

3% de la varianza, respectivamente. Estos resultados ponen de manifiesto la importante influencia

que tienen las variables de la relación de pareja en esta problemática, junto con las variables

individuales.

En términos generales, entre las variables que mostraron mayor capacidad explicativa para la

perpetración de la violencia psicológica se encuentran: la justificación del uso de la violencia

psicológica en las relaciones de noviazgo, establecer un vínculo de apego inseguro ansioso con la

pareja, altos niveles de ira, consumir drogas, y la deseabilidad social, dentro de las variables

individuales; sufrir violencia psicológica en el contexto familiar y ser testigo de violencia entre los

padres, en los modelos de variables familiares; tener en el grupo de amigos parejas violentas, en lo

relativo a las variables del grupo de iguales; el absentismo escolar y la existencia de normas claras en

el centro que rechacen la violencia, dentro de las variables escolares; y, en lo referente a la variables

relacionales, ser víctima de violencia psicológica en la relación de pareja.

Si atendemos a las diferencias en función del sexo, encontramos que, en el caso de las

mujeres, presentar síntomas somáticos, justificar el uso de la violencia física en el noviazgo,

mantener una relación de noviazgo con una pareja que consuma drogas y ser víctima de tácticas de

dominancia en su noviazgo, eran factores que aumentaban la probabilidad de que perpetrasen

violencia psicológica contra su pareja, mientras que tener una buena relación con su hermano/a,
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 244

sentirse integrada en el centro educativo y estar satisfecha con su noviazgo se configuraron como

factores de protección para ellas. En el caso de los hombres, en ellos actúan como factores de riesgo

para que ejerzan violencia psicológica contra su pareja presentar síntomas obsesivo-compulsivos, la

conducta antisocial, la agresividad verbal como rasgo de personalidad, salir con frecuencia con los

amigos y sufrir tácticas celosas en su noviazgo.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 245

Tabla 40

Resumen de los Factores de Riesgo y de Protección Asociados a la Perpetración de la Violencia Psicológica

Mujeres Hombres
Factores de
Factores de Riesgo Factores de Protección Factores de Riesgo
Protección
• Justificación violencia psicológica
• Síntomas somáticos* • Apego inseguro ansioso
• Justificación violencia psicológica • Ira
• Ira • Sintomatología obsesiva- • Deseabilidad
VV. Individuales • Deseabilidad social social
• Consumo de drogas compulsiva*
• Apeo inseguro ansioso • Conducta antisocial*
• Justificación violencia física* • Consumo de drogas
• Agresividad verbal*
• Testigo de violencia entre los
• Víctima violencia psicológica padres
• Buena relación con el
VV. Familiares ejercida pos los padres
hermano/a * • Víctima violencia psicológica
• Testigo de violencia entre los padres ejercida por los padres

• Parejas violentas en el grupo


VV. Grupo • Parejas violentas en el grupo • Salidas frecuentes con los
iguales amigos*

• Normas claras en el • Normas claras en


centro que rechacen el centro que
VV. Escolares • Absentismo escolar la violencia • Absentismo escolar rechacen la
• Sentirse integrada en violencia
el centro*
• Víctima de violencia psicológica • Víctima de violencia psicológica
VV. Relación • Satisfacción en la
• Pareja con consumo de drogas* • Víctima de tácticas celosas*
pareja relación de pareja*
• Víctima de tácticas de dominancia*
Nota: * factor solo significativo para ese sexo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 246

Con respecto a la perpetración de violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia,

los factores de riesgo y de protección obtenidos para cada una de estas formas de violencia

psicológica se recogen en la Tabla 41, 42 y 43, respectivamente.

Los modelos resultantes para la perpetración de violencia verbal (véase Tabla 41) reflejan

que el modelo compuesto por las variables relativas a la relación de pareja fue el que mostró más

capacidad explicativa, seguido del modelo de variables individuales, el modelo formado por variables

familiares, las variables relativas al grupo de iguales y el modelo compuesto por las variables

escolares. Aquellas variables que mostraron capacidad explicativa específica para la perpetración de

la violencia verbal en comparación con las tácticas celosas y de dominancia fueron: salir

frecuentemente con los amigos y ser víctima de violencia verbal en el noviazgo, en el caso de los

hombres; y tener problemas con los profesores, ser víctima de violencia verbal en el noviazgo y

mantener relaciones de noviazgo más duraderas en el tiempo, en el caso de las mujeres. Por su

parte, mantener una buena relación con el grupo de amigos se configuró como un factor de

protección para las mujeres en la perpetración de la violencia verbal.

Para la perpetración de tácticas celosas en el noviazgo (véase Tabla 42), los modelos

resultantes mostraron que aquel que tenía mayor capacidad explicativa fue el modelo de las

variables relativas a la relación de pareja, seguido del formado por las variables individuales, el

modelo de variables familiares, el formado por las variables escolares y, en último lugar, el modelo

constituido por las variables del grupo de iguales. Las variables que mostraron actuar como factores

de riesgo específicos para la perpetración de tácticas celosas fueron: la hostilidad y la búsqueda de

sensaciones en las mujeres, y la agresividad verbal en el caso de los hombres. Por su parte, que las

mujeres se sientan integradas en el instituto se configuró como un factor de protección específico

para ellas en este tipo de violencia, mientras que para los hombres tener una relación afectiva de

cercanía con el padre también actuó como un factor de protección específico para la perpetración de

tácticas celosas en ellos.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 247

En la perpetración de tácticas de dominancia en el noviazgo (véase Tabla 43) se observa que

el modelo con mayor capacidad explicativa fue de nuevo el formado por las variables de la relación

de pareja, seguido del modelo de variables individuales, familiares, escolares y el modelo formado

por las variables relativas al grupo de iguales. Tener creencias sexistas se configuró como un factor

de riesgo específico para la perpetración de tácticas de dominancia tanto en hombres como en

mujeres, mientras que la satisfacción en la relación de pareja se configuró como un factor de

protección para ambos sexos sólo para la perpetración de tácticas de dominancia. Asimismo, los

modelos resultantes para los hombres también mostraron la existencia de otros factores de riesgo

específicos para este tipo de tácticas, tales como ser víctima de violencia física por parte de los

padres y aceptar a parejas violentas dentro del grupo de amigos. Por su parte, mantener una buena

relación con el padre y percibir ayuda por parte del centro escolar al verse inmenso en un noviazgo

violento, fueron factores de protección específicos para la perpetración de tácticas de dominancia

ejercidas por los hombres.

En resumen, las diferencias en función del sexo obtenidas en los modelos para la

perpetración de la violencia verbal, las tácticas celosas y las tácticas de dominancia en términos

generales fueron: para las mujeres la presencia de síntomas somáticos y la impulsividad (en la

perpetración de violencia verbal y tácticas celosas) como factores de riesgo específicos para ellas; y la

presencia de sintomatología obsesiva-compulsiva, la conducta antisocial y las salidas frecuentes con

los amigos como factores de riesgo para la perpetración de las formas de violencia psicológica

estudiadas cuando son ejercidas por los chicos. En cuanto a los factores de protección, se observa

que tener buena relación con los amigos y sentirse integrada en el centro educativo son variables

que actúan como factores de protección para las mujeres; mientras que en el caso de los hombres

destacan como factores de protección tener una buena relación afectiva y sentir cercanía con el

padre, así como percibir ayuda por parte del centro al verse inmerso en un noviazgo violento.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 248

Tabla 41

Resumen de los Factores de Riesgo y de Protección Asociados a la Perpetración de la Violencia Verbal

Mujeres Hombres
Factores de Factores de
Factores de Riesgo Factores de Riesgo
Protección Protección
Síntomas somáticos
Conducta antisocial
Ira
Justificación violencia psicológica
Consumo de drogas Deseabilidad
VV. Ira
Justificación violencia psicológica social
Individuales Apego inseguro ansioso
Justificación violencia física
Sintomatología obsesiva-compulsiva
Apego inseguro ansioso
Consumo de drogas
Impulsividad
Víctima violencia psicológica
Víctima violencia psicológica ejercida
ejercida pos los padres
VV. Familiares por los padres
Testigo de violencia entre los
Testigo de violencia entre los padres
padres

Buena relación Parejas violentas en el grupo


VV. Grupo
Parejas violentas en el grupo con el Salidas frecuentes con los amigos***
iguales
grupo***
Normas claras en
Absentismo escolar el centro que
VV. Escolares Problemas con los profesores*** Absentismo escolar rechacen la
violencia

Víctima de violencia verbal **


VV. Relación Víctima de violencia psicológica Víctima de violencia verbal**
pareja Pareja con consumo de drogas
Mayor duración noviazgo***

Nota: ** factor solo significativo para ese subtipo de violencia psicológica; ***factor solo significativo para este tipo de violencia y para ese sexo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 249

Tabla 42

Resumen de los Factores de Riesgo y de Protección Asociados a la Perpetración de Tácticas Celosas

Mujeres Hombres
Factores de Riesgo Factores de Protección Factores de Riesgo Factores de Protección
Hostilidad*** Apego inseguro ansioso
Apego inseguro ansioso Justificación violencia
Justificación violencia psicológica psicológica
Sintomatología somática Ira
VV. Individuales
Impulsividad Síntomas obsesivos-
Búsqueda de sensaciones** compulsivos
Consumo de drogas Conducta antisocial
Agresividad verbal**
Víctima violencia
Víctima violencia psicológica Relación afectiva de
psicológica ejercida por los
ejercida pos los padres cercanía con el
VV. Familiares padres
Testigo de violencia entre los padre**
Testigo de violencia entre
padres
los padres
Parejas violentas en el
VV. Grupo iguales Parejas violentas en el grupo
grupo

Normas claras de
rechazo violencia Normas claras de
VV. Escolares Absentismo escolar en el centro Absentismo escolar rechazo violencia en
Sentirse integrada el centro
en el centro***
Víctima de tácticas
Víctima de tácticas celosas** celosas**
VV. Relación de
Víctima de tácticas de dominancia Víctima de violencia
pareja
psicológica

Nota: ** factor solo significativo para ese subtipo de violencia psicológica; ***factor solo significativo para este tipo de violencia y para ese sexo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 250

Tabla 43

Resumen de los Factores de Riesgo y de Protección Asociados a la Perpetración de Tácticas de Dominancia

Mujeres Hombres
Factores de
Factores de Riesgo Factores de Riesgo Factores de Protección
Protección
Justificación violencia
Conducta antisocial
psicológica
Justificación violencia psicológica
Creencias sexistas**
Síntomas obsesivos-compulsivos
Síntomas somáticos Deseabilidad Deseabilidad social
VV. Individuales Creencias sexistas**
Consumo de drogas Social
Consumo de drogas
Justificación violencia física en el
Justificación violencia física Apego
noviazgo
inseguro ansioso
Ira
Víctima violencia psicológica Testigo de violencia entre los Buena relación
ejercida pos los padres padres
VV. Familiares afectiva con
Testigo de violencia entre los Víctima violencia física ejercida padre***
padres por los padres***
Aceptación de parejas violentas
VV. Grupo iguales Parejas violentas en el grupo en el grupo***

Normas claras Percepción ayuda


de rechazo en el centro en
VV. Escolares Absentismo escolar Absentismo escolar
violencia en el relación violenta***
centro
Víctima de tácticas de Satisfacción con la
VV. Relación de Satisfacción Víctima de tácticas dominancia
dominancia relación
pareja con la relación Víctima de violencia psicológica
Pareja con consumo de drogas
** factor solo significativo para ese subtipo de violencia psicológica; ***factor solo significativo para este tipo de violencia y para ese sexo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 251

7. DISCUSIÓN

El presente trabajo es el primer estudio que ha examinado la existencia de factores de riesgo

y de protección para la perpetración de la violencia psicológica en el noviazgo de adolescentes

españoles teniendo en cuenta en la misma investigación variables individuales y de socialización del

adolescente (familiar, grupo de iguales, escuela y relación de pareja). Además, otra de las

aportaciones de este trabajo reside en examinar estos factores de riesgo y de protección de forma

específica para los distintos tipos de violencia psicológica (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas

de dominancia).

El primer objetivo del estudio fue explorar la asociación entre numerosas variables que la

literatura ha relacionado con la perpetración de violencia cometida por adolescentes en sus

relaciones de noviazgo. Asimismo, diferenciamos entre las distintas manifestaciones de violencia

psicológica, y en función del sexo. En nuestra hipótesis planteamos que hallaríamos relaciones

significativas entre las variables estudiadas y la perpetración de la violencia psicológica. Los

resultados obtenidos confirmaron que la mayoría de las variables de nuestro estudio se asociaban

significativamente con la perpetración de violencia psicológica, a excepción de un reducido numero

de variables que no mostró correlacionar significativamente con la perpetración de este tipo de

violencia en ninguna de sus formas, ni en hombres ni en mujeres.

Modelo general

El segundo objetivo de estudio buscó elaborar modelos para estimar el efecto que tiene

sobre la perpetración de la violencia psicológica cada grupo de las variables de estudio que habían

mostrado asociarse significativamente con ella en los análisis bivariados. Acorde con nuestra

hipótesis, los resultados obtenidos confirmaron que en la perpetración de la violencia psicológica en

el noviazgo influyen numerosas variables de distinta naturaleza, mostrando la existencia de una

amplia mayoría de factores de riesgo y de protección comunes para hombres y mujeres. A


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 252

continuación, se discutirán con mayor detalle la solidez y el alcance de estos resultados, presentando

los modelos en orden de mayor a menor capacidad explicativa, siguiendo este mismo orden con las

variables que forman cada uno de los modelos.

El modelo que mayor capacidad explicativa mostró para la perpetración de la violencia

psicológica en el noviazgo fue el formado por las variables relativas a la relación de pareja,

alcanzando a explicar el 70% de la varianza en el caso de los varones y superando el 65% en el caso

de las mujeres. Los resultados obtenidos son coherentes con lo que han destacado ya otros expertos,

y es que las características del noviazgo, así como los patrones de interacción diádicos que se

establecen en estas relaciones sentimentales tienen una gran capacidad explicativa para la violencia

presente en estas relaciones de pareja (Fernández-González et al., 2017; O´Leary y Slep, 2012;

Pepler, 2012; Shortt et al., 2012). No obstante, algunos autores han señalado que las medidas de

perpetración y victimización de violencia en el noviazgo que se obtienen a través de cuestionarios de

autoinforme que responde un solo miembro de la pareja pueden presentar datos sesgados (Perry y

Fromuth, 2005; Schnurr et al., 2010)

Acorde con nuestra hipótesis, nuestro estudio permite confirmar que para la perpetración

de la violencia psicológica uno de los factores de riesgo más relevantes tanto para hombres como

para mujeres adolescentes es ser víctima de ese misma forma de violencia dentro de la relación, en

la línea de lo señalado por otros autores (Dardis et al., 2013), reflejando que la conducta de la pareja

influye en el comportamiento propio, favoreciendo así que se establezcan patrones de interacción

diádicos instaurados en la agresión.

En nuestra hipótesis planteamos que el nivel de satisfacción en el noviazgo se configuraría

como un factor de protección para la perpetración de violencia psicológica, sin embargo, sólo

hallamos este resultado en el modelo de las mujeres, el cual discutiremos más adelante.

En base a investigaciones previas que habían encontrado evidencia empírica para la

perpetración de violencia en las relaciones de pareja, planteamos la hipótesis de que mantener

relaciones de noviazgo más duraderas en el tiempo incrementaría la probabilidad de ejercer


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 253

violencia psicológica en el noviazgo. Sin embargo, a pesar de haber mostrado una asociación positiva

y significativa con la perpetración de agresiones psicológicas en los análisis bivariados, en los análisis

multivariados no mostró dicha asociación. Aunque Gaertner y Foshee (1999) hallaron resultados

contrarios en su estudio con adolescentes, en este no midieron la perpetración de violencia

psicológica global, sino que categorizaron como violencia la presencia de agresiones físicas y tácticas

de control contra la pareja, lo que impide poder comparar los resultados y sacar conclusiones

consistentes. Por otro lado, muchos de los estudios previos han empleado muestras de adolescentes

y jóvenes, cuya media de edad y la media de duración de las relaciones de pareja era mayor que la

que presenta la muestra de nuestro estudio, y/o se han centrado en la perpetración de violencia

física (Giordano et al., 2010; Krishnakumar et al., 2018). Ejemplo de ello es la investigación de

Palmetto y colaboradores (2013) en la que emplearon una muestra de mujeres con edades

comprendidas entre los 15 y los 24 años y en el que obtuvieron que la duración de la relación de

pareja sólo actuaba como un factor de riesgo para la perpetración de violencia física cuando el

tiempo que duraba la relación superaba los 12 meses. En nuestro estudio los participantes tenían

entre 13 y 18 años e informaron que la media de tiempo que duraba sus relaciones de pareja era de

10 meses. Así, los resultados obtenidos podrían sugerir que mantener relaciones de noviazgo más

prolongadas en el tiempo puede actuar como factor de riesgo para la perpetración de violencia

psicológica en la adolescencia tardía y en la juventud ya que, como es sabido, se establecen

noviazgos más prolongados en el tiempo que en la adolescencia temprana.

El segundo modelo que mostró mayor capacidad explicativa fue el constituido por las

variables individuales, las cuales llegaron a explicar en torno a un 28% de la varianza de la

perpetración de la violencia psicológica, tanto en hombres como en mujeres.

La justificación del uso de la violencia psicológica en el noviazgo fue una de las variables

individuales con mayor influencia en la perpetración de ese tipo de violencia en el noviazgo, acorde

con nuestra hipótesis, configurándose como un factor de riesgo común para ambos sexos. Los

resultados son consistentes con lo encontrado por otros autores que han estudiado el papel de las
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 254

creencias en el campo de la violencia en el noviazgo (Choi, et al., 2017; Muñoz-Rivas et al., 2011),

señalando que aquellos adolescentes que aceptan el uso de la violencia hacia la pareja como un

comportamiento normativo tienen más probabilidades de cometer abuso psicológico (Temple et al.,

2016). Esta interrelación entre cognición y conducta ha sido ampliamente estudiada, hallando

evidencia empírica consistente (Beck, 1979; Huesmann y Guerra, 1997). No obstante, la mayoría de

las investigaciones que han estudiado el papel de las creencias que legitiman el uso de la violencia en

el noviazgo lo han hecho contemplando su papel mediador en la asociación entre otras variables

importantes y la perpetración de violencia en las relaciones de noviazgo, como por ejemplo la

exposición a violencia interparental (Calvete et al., 2018; Gage, 2016.)

Aunque no se planteó en nuestra hipótesis, otra de las variables individuales que se

configuró como un factor de riesgo común para hombres y mujeres fue la ira, variable que ha

recibido una gran atención en el estudio de la violencia en la pareja (Clarey et al., 2010; Parker, 2005;

Shorey et al., 2011). Así, los resultados confirman que aquellos adolescentes que presentan altos

niveles de ira tienen más probabilidades de perpetrar agresiones hacia la pareja, no sólo físicas -que

ha sido el tipo de violencia más estudiada al respecto-, sino también de naturaleza psicológica, al no

ser capaces de regular y expresar la emoción de una forma adaptativa sino haciéndolo a través de

conductas agresivas.

Por su parte, acorde con nuestra hipótesis, establecer un vínculo de apego inseguro de tipo

ansioso con la pareja también mostró ser una de las variables individuales con más capacidad

explicativa para la violencia psicológica ejercida por ambos sexos en sus noviazgos, confirmando lo

que ya habían encontrado otros estudios previos (Fernández-Fuertes et al., 2019; Miga et al., 2010;

Riebel, 2016). Aunque algunas investigaciones han hallado que el apego inseguro de tipo evitativo

también actúa como un factor de riesgo para la violencia en el noviazgo (Riebel, 2016), en nuestra

investigación este tipo de apego no mostró ninguna asociación significativa con la perpetración de la

violencia psicológica. Una posible explicación a este resultado podría encontrarse en las

características propias del tipo de violencia que estudiamos y del vínculo de apego. Según se recoge
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 255

en la teoría del apego desarrollada por Bowlby (1969, 1973, 1980), un apego inseguro de tipo

evitativo se caracteriza por responder con distanciamiento emocional y aislamiento ante el temor de

ser abandonado o rechazado por la pareja, mientras que aquellas personas que establecen con su

pareja un apego inseguro de tipo ansioso buscan acabar con ese miedo e inseguridad demandando

continuamente su cercanía y atención. Así, los resultados de este estudio podrían estar mostrando

que aquellos adolescentes que establecen un vínculo de apego inseguro ansioso con sus parejas

pueden buscar la seguridad y la atención en ella cometiendo agresiones psicológicas tales como

tácticas celosas y de dominancia, las cuales aportarían al adolescente sensación de control sobre la

pareja y seguridad al comprobar que esta no les está engañando ni les va a abandonar. Por el

contrario, el distanciamiento emocional que establecen los adolescentes con un apego inseguro

evitativo no conllevaría ejercer control ni demandar continuamente explicaciones a la pareja, lo que

podría explicar la falta de asociación con la perpetración de la violencia psicológica.

De acuerdo con la hipótesis planteada, el consumo de drogas fue otro de los factores de

riesgo común para hombres y mujeres en la perpetración de la violencia psicológica. Estos resultados

están en la línea de lo que ya han mostrado otras investigaciones, tanto para consumo de alcohol

como de drogas ilegales (Haynie et al., 2013; Muñoz-Rivas et al., 2010; Orpinas et al., 2017; Shorey et

al., 2014, 2014a). El consumo de drogas es una práctica común entre los adolescentes por lo que son

numerosos los autores que han elaborado explicaciones teóricas sobre la asociación entre el

consumo de sustancias y la violencia. Por un lado, el consumo de alcohol y otras drogas ejerce un

impacto sobre el funcionamiento cognitivo del adolescente que afecta a sus procesos cognitivos

(atención, procesamiento de la información, toma de decisiones) y al incremento de la impulsividad

(Abbey et al., 2000; Ito et al., 1996), reduciendo su capacidad para interpretar correctamente

determinadas señales, lo cual facilitaría que reaccionase de forma violenta ante situaciones que

perciba como conflictivas o amenazantes, disminuyendo la relevancia de las señales inhibitorias (Phil

y Hoaken, 2002). Por su parte la teoría del comportamiento problema (Jessor, 1987, 1991; Jessor et

al., 2003) plantea que aquellos adolescentes que llevan a cabo conductas de riesgo para su salud
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 256

tienen más probabilidades de llevar a cabo otros comportamientos problemáticos como conductas

violentas, sin que exista una relación causal. Además, algunos estudios señalan que el consumo de

drogas por uno o ambos miembros de la relación facilita que, a largo plazo, se produzcan más

situaciones de conflicto en la pareja que disminuyan la calidad de la misma y aumentan la

probabilidad del uso de la, ya que también se ha demostrado que estar bajo los efectos de las drogas

incrementa el sentimiento de ira, mayor arousal y desinhibición, y promueve una escalada en la

situación conflictiva (Klosterman y Fals-Stewart, 2006; Rothman et al., 2013; Testa y Brown, 2015).

Los resultados de nuestro estudio señalaron que una alta deseabilidad social, entendida

como un rasgo de personalidad relativamente estable y consistente en el tiempo, mostró actuar

como un factor de protección para la perpetración de la violencia psicológica tanto en hombres

como en mujeres. Tales resultados están en concordancia con otros estudios, como el realizado por

Fernández-González y colaboradores (2012) con adolescentes españoles, mostrando que aquellos

adolescentes que tienden a querer mostrar una imagen positiva de sí mismos presentan menor

probabilidad de ejercer violencia contra la pareja, incluso tipos de agresión más frecuentes como la

violencia psicológica.

En contra de lo planteado en nuestra hipótesis, en nuestra investigación mostrar creencias

sexistas, a pesar de relacionarse positivamente con la perpetración de violencia psicológica, no se

configuró como un factor de riesgo incluido en el modelo, en contraposición con lo obtenido por

estudios previos (Pazos et al., 2014; Reed et al., 2011). Sin embargo, estos resultados sí que guardan

coherencia con los obtenidos por otros autores (Rojas-Solís y Carpintero, 2011), lo que podría dar

mayor consistencia a la explicación de que las creencias sexistas no serían en sí mismas un factor de

riesgo para la perpetración de violencia en el noviazgo, sino que lo que incrementaría el riesgo es la

discrepancia que exista entre las creencias que poseen los distintos miembros de la pareja

(Alexander et al., 1991; Sigelman et al., 1984).


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 257

Aunque en nuestra hipótesis planteamos que la agresividad verbal y la conducta antisocial se

configurarían como factores de riesgo para la perpetración de violencia psicológica, sólo obtuvimos

estos resultados en el modelo de los hombres, el cual se discute más adelante.

El modelo formado por las variables familiares fue el tercero con mayor capacidad

explicativa, alcanzando a explicar en torno al 10% de la varianza de la perpetración de la violencia

psicológica en el noviazgo. Los resultados obtenidos mostraron que, para ambos sexos, las variables

con mayor poder explicativo fueron las relativas a la existencia de violencia en el contexto familiar.

Acorde con nuestra hipótesis, ser testigo de violencia entre los padres mostró ser un factor

de riesgo de gran relevancia, tal como ya han señalado distintos autores (Calvete et al., 2018; Gage,

2016; Yedra et al., 2015). Consistente con la Teoría del aprendizaje social (Bandura, 1973, 1977),

estos hallazgos confirman que la familia puede convertirse en un contexto de socialización de

conductas violentas. Así, aquellos niños y niñas que han observado conductas violentas entre sus

progenitores están más expuestos a adquirirlas, incrementando el riesgo de que imiten o toleren

estos comportamientos agresivos en sus relaciones de noviazgo, produciéndose así la transmisión

intergeneracional de la violencia. Además, tal como muestran en su investigación Temple y

colaboradores (2013a), la exposición a la violencia interparental también se asocia con la adquisición

de creencias de justificación de la violencia, factor de riesgo que también ha mostrado una influencia

significativa en la perpetración de la violencia psicológica en nuestro estudio.

También acorde a la Teoría del aprendizaje social y diversos estudios previos (Black et al.,

2015; Gover et al., 2011; Kim et a., 2014), otra de las variables del contexto familiar que mostró

actuar como un factor de riesgo fue ser víctima de violencia psicológica por parte de los padres, de

acuerdo con la hipótesis planteada. No obstante, a diferencia de los trabajos anteriores, nuestro

estudio diferenció entre el tipo de violencia ejercida por los padres (física o psicológica), permitiendo

así obtener una correspondencia entre el tipo de agresiones del que son víctimas y las que luego

reproducen en sus relaciones sentimentales. Así, los resultados constatan que los adolescentes que

son víctimas de violencia psicológica por parte de sus progenitores tienen mayor probabilidad de
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 258

adquirir ese tipo de conductas violentas y reproducir las mismas en sus relaciones de noviazgo,

puesto que ser víctimas de violencia física no se configuró con un factor de riesgo. De nuevo se pone

de manifiesto que la exposición a un contexto familiar donde se ejerce y legitima el uso de la

violencia ejerce una gran influencia en la problemática que nos ocupa.

Por último, en contra de la hipótesis planteada, tener una buena relación con la familia

(madre y/o padre) no se configuró como un factor de protección para ejercer violencia psicológica en

el noviazgo para ningún sexo, a pesar de asociarse de forma negativa y significativa en los análisis

bivariados. Sólo mantener una buena relación con el hermano/a disminuyó la probabilidad de ejercer

violencia psicológica en el caso de las mujeres, resultados que desarrollaremos más adelante, cuando

atendamos a las diferencias encontradas en función del sexo.

En lo que respecta a las variables relativas al contexto escolar, el modelo obtenido en nuestra

investigación fue el que mostró menor capacidad explicativa para la perpetración de la violencia

psicológica en el noviazgo, en comparación con los modelos anteriores, (llegó a explicar el torno al 4-

5% de la varianza). Los resultados confirmaron que el absentismo escolar era la variable del modelo

con mayor poder para explicar que hombres y mujeres adolescentes agrediesen psicológicamente a

sus parejas, tal como planteamos en nuestra hipótesis. Aunque el absentismo escolar ha mostrado

actuar como un factor de riesgo para comportamientos violentos en la adolescencia (Ramirez et al.,

2012; Eaton, et al., 2008), los estudios en relación con la perpetración de la violencia en el noviazgo

siguen siendo escasos hasta la fecha. Cabe destacar la investigación desarrollada por Theobald y

colaboradores (2016) en la que concluyeron que el absentismo escolar frecuente aumentaba el

riesgo de agredir física y verbalmente en el noviazgo, pero sólo en el caso de los hombres, de forma

similar a los resultados obtenidos por Rothman y colaboradores (2010) con la perpetración de

violencia física en el noviazgo. Así, la aportación de nuestro estudio es confirmar que, tanto en

hombres como en mujeres adolescentes, las faltas injustificadas al centro escolar incrementan la

probabilidad de ejercer violencia psicológica en sus noviazgos, siendo la variable que mayor peso

explicativo otorgó a los modelos.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 259

Otras de las variables escolares con mayor capacidad explicativa incluida en el modelo fue la

existencia de normas claras en el centro que rechacen la violencia, la cual se configuró como un

factor de protección para los adolescentes de ambos sexos, acorde con nuestra hipótesis. Aunque

escasas, algunas investigaciones previas han puesto de manifiesto que las normas escolares ejercen

influencia en el comportamiento violento de los adolescentes contra su pareja (Giordano et a., 2015;

Noonan y Charles, 2009; Taylor, 2013). Puesto que la mayoría de las investigaciones hacen referencia

más a normas informales establecidas en el aula, considerando esta como unidad ecológica (Taylor

et al., 2015), nuestro estudio examinó específicamente la relación entre la existencia de normas

claras en el centro educativo que rechacen la violencia y la perpetración de violencia psicológica,

obteniendo que la existencia de dichas normas es un factor de protección para que tanto hombres

como mujeres perpetren ese tipo de agresiones contra sus parejas. Estos resultados reflejan el poder

de influencia que tiene el contexto escolar sobre la conducta de los adolescentes, ya que a partir de

los principios de la teoría del aprendizaje social cabe esperar que la existencia de un rechazo público

y explícito de la violencia en el noviazgo en el instituto actúe directamente reduciendo esas

conductas en los adolescentes y promoviendo creencias y actitudes que rechacen la violencia

psicológica, percibiendo en ella ilegitimidad y rechazo social.

En base a la evidencia empírica obtenida por estudios previos, planteamos como hipótesis

que percibir ayuda por parte del centro educativo al verse inmerso en una relación violenta actuaría

como un factor de protección para la perpetración de violencia psicológica. Sin embargo, los análisis

bivariados solo encontraron que esta variable del contexto escolar se asociaba significativamente

con la perpetración de violencia psicológica ejercida por las mujeres. Por su parte, los análisis de

regresión mostraron que, en contra de nuestra hipótesis, percibir ayuda no se configuraba como un

factor de protección para la perpetración de violencia psicológica en el noviazgo, mientras que

sentirse integrado en el centro escolar sí que actúo como un factor de protección, aunque sólo para

las mujeres, cómo explicaremos más adelante.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 260

El modelo formado por las variables del grupo de iguales fue el que manifestó menor poder

explicativo para la perpetración de violencia psicológica en el noviazgo, explicando algo más del 3%

de la varianza.

Acorde con nuestra hipótesis, los resultados obtenidos muestran que, para hombres y

mujeres, contar con parejas violentas dentro de su grupo de amigos es la variable del grupo de

iguales que más poder tiene para explicar que ejerzan violencia psicológica en sus noviazgos,

actuando como un factor de riesgo. Este resultado refleja la influencia que ejerce el grupo de iguales

en la adolescencia, ya que tener entre los amigos a parejas violentas sirve de modelo para los chicos

y las chicas, reforzando en ellos conductas agresivas y normas sobre lo aceptable en una relación

sentimental, y por lo tanto aumentando el riesgo de que ejerzan agresiones psicológicas y de otra

índole contra su pareja en los conflictos que puedan surgir dentro de la relación (Sears et al., 2007;

Reed et al., 2011).

En contra de nuestra hipótesis, los resultados obtenidos mostraron que la aceptación de

estas parejas no se asociaba significativamente con la perpetración de la violencia psicológica en los

análisis multivariados. Este dato parece sugerir que el hecho de contar con parejas violentas dentro

del grupo de amigos es la variable que mayor peso tiene para influir en la problemática,

independientemente de que dichas parejas sean aceptadas o no.

Por otro lado, en base a estudios previos (Linder y Collins, 2005; Richard y Branch, 2012)

planteamos la hipótesis de que mantener una buena relación afectiva con el grupo de iguales

actuaría como un factor de protección. Por el contrario, los resultados obtenidos en la presente

investigación mostraron que esta variable no se asocia significativamente con la perpetración de la

violencia psicológica. Estos datos nos llevan a plantearnos que la calidad de las relaciones afectivas

que los adolescentes establezcan con sus amigos no es tan influyente en la problemática, sino que

parece que la relevancia está más en el tipo de conductas que tengan aquellos amigos con los que se

relacionan.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 261

Diferencias en función del sexo

En relación con las diferencias encontradas en función del sexo, a continuación, discutimos

detalladamente los resultados obtenidos en los modelos para la perpetración de la violencia

psicológica considerando el sexo de los participantes.

En el caso de las mujeres, los resultados obtenidos mostraron que mantener una relación de

noviazgo con una persona que consume drogas aumentaba la probabilidad de ejercer violencia

psicológica en el noviazgo, en la línea de lo encontrado por Baker (2016) en su estudio. Este autor

encontró que el consumo de sustancias de la pareja podía producir un deterioro en el adolescente al

tener que responder ante actitudes agresivas de la pareja que se encuentra bajo los efectos de las

drogas, lo que incrementaba la probabilidad de responder con violencia en esa situación. Que en

nuestro estudio sea un factor de riesgo sólo para las mujeres podría estar relacionado con el hecho

de que en España los hombres presentan mayores tasas de consumo de drogas ilegales que las

mujeres (Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, 2019). Así, en una relación de noviazgo

sería más probable que fuese el chico el que presentase un consumo de sustancias y la chica la que

se viese más expuesta a experimentar situaciones en las que él se encuentre bajo los efectos de las

drogas, lo que aumentaría la probabilidad de que ella respondiese con violencia psicológica contra la

pareja en estas situaciones.

Otro factor de riesgo específico para las mujeres fue ser víctima de tácticas de dominancia, lo

cual indica que sufrir intentos de dominancia y control por parte de la pareja aumenta la

probabilidad de ejercer violencia psicológica contra esta. Este resultado podría guardar relación con

el hecho de que los hombres adolescentes de nuestro estudio perpetren en mayor medida que las

mujeres algunas tácticas de dominancia en sus noviazgos (tal como reflejó nuestro estudio

presentado en el Capítulo 6). Así, cabría esperar que las mujeres sufriesen más tácticas de control

que los hombres, y que esto se configurase como un factor de riesgo para que ellas también ejerzan

violencia psicológica contra la pareja. De nuevo estos datos ponen de relevancia el poder explicativo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 262

sobre la perpetración de la violencia que tienen los patrones de interacción diádicos que se

establecen en el noviazgo (O´Leary y Slep, 2012; Pepler, 2012; Shortt et al., 2012).

Acorde con nuestra hipótesis, otra de las variables relativas a la relación de pareja que

mostró actuar como factor de protección fue la satisfacción con la relación de pareja, sin embargo,

esta hipótesis sólo encontró soporte en el caso de las mujeres. Algunas investigaciones han

encontrado que las mujeres experimentan menores niveles de satisfacción asociados a la violencia

en la pareja que los hombres, debido a que ellas experimentan mayor angustia psicológica en las

relaciones violentas (Foshee, 1996; Katz et al., 2002). Aunque no disponemos de estudios previos

que hayan analizado esta variable con muestras de adolescentes, los resultados de nuestra

investigación reflejan que la satisfacción en la relación de pareja es una variable más influyente para

las mujeres que para los hombres en relación con la perpetración de la violencia psicológica.

En el caso de los factores de riesgo individuales, presentar una sintomatología somática y

justificar el uso de la violencia física en el noviazgo son variables que actuaron como factores de

riesgo para ejercer violencia psicológica contra la pareja solo en el caso de las mujeres. Respecto a la

sintomatología somática, se configuró como el factor de riesgo con mayor poder explicativo de todo

el modelo. Estos resultados son congruentes con los obtenidos por Chase y colaboradores (2002),

quienes encontraron que, en el caso de las mujeres, presentar síntomas de internalización global

(ansiedad, somatización, abstinencia, obsesiones-compulsiones) se relacionaba con la perpetración

de violencia en la pareja. No obstante, se trata de una investigación transversal que no permite

establecer relaciones causales, además estos autores tuvieron en cuenta otras variables en su

estudio, concluyendo que las agresiones perpetradas por las mujeres contra sus parejas podrían ser

el producto de una respuesta reactiva a la angustia interna que estas acumulaban al sentirse menos

atendidas por sus padres. En resumen, a pesar de contar con muchos estudios que han explorado la

relación entre la presencia de sintomatología ansiosa y la perpetración de violencia en el noviazgo,

hasta la fecha no existe ningún estudio previo que haya contemplado de forma específica la

presencia de síntomas somáticos. Los ítems que evaluaron estos síntomas en nuestro estudio hacían
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 263

referencia a la presencia de respuestas de ansiedad de gran intensidad que pueden darse en una

crisis ansiosa, tales como sensación de mareo, dolor en el pecho, dificultad para respirar, náuseas,

etc., lo cual podría considerarse como altos niveles de ansiedad, que guardarían congruencia con los

resultados obtenidos por otros investigadores (Choi et al., 2017; Foshee et al., 2015; Temple et al.,

2016). Así, los resultados obtenidos en nuestro estudio podrían sugerir que las mujeres adolescentes

tienen mayor tendencia a manifestar su ansiedad en forma de somatización, lo cual es congruente

con el hecho de que los trastornos psicosomáticos sean hasta cinco veces más prevalente en chicas

adolescentes que en varones (Sánchez-Mascaraque y Barrio-Rodríguez, 2012), configurándose como

un factor de riesgo específico para ellas.

La justificación del empleo de agresiones físicas como un medio para resolver los conflictos

en la pareja también actuaba como un factor de riesgo para la perpetración de violencia psicológica

en las mujeres, reflejando la interrelación existente entre distintos tipos de violencia (Fernández-

Fuertes et al., 2011; Gagné, et al., 2005).

Tener una buena relación con su hermano/a, se configuró como un factor de protección para

las mujeres adolescentes. A pesar de que los análisis de correlaciones mostraron que mantener una

buena relación con el padre y la madre también se asociaban negativa y significativamente con la

violencia psicológica ejercida por ellas, finalmente los análisis de regresión determinaron que es la

buena relación afectiva con el hermano/a la variable que tiene mayor poder explicativo. Este

resultado es un aporte novedoso, puesto que la literatura previa que ha estudiado el

comportamiento violento en el noviazgo de los adolescentes se ha centrado únicamente en

relaciones paterno o materno-filiales (González-Guarda et al., 2014; González y Santana, 2001), ya

que el único estudio que ha analizado la relación entre hermanos en esta problemática lo ha hecho

con universitarios, encontrando que relaciones de hermanos violentas en la adolescencia son un

factor de riesgo para la perpetración de violencia en la pareja en la juventud (Noland et al., 2004).

Las relaciones de afecto y calidez entre hermanos son un espacio que favorece el aprendizaje de

habilidades y protege de las alteraciones que se puedan producir en el comportamiento y el ajuste


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 264

psicológico de niños y adolescentes (Brody, 2004). Así, los adolescentes que perciben relaciones

afectivas positivas y cercanas con sus hermanos tienen un mayor ajuste psicológico (Oliva y Arranz,

2005), lo cual guarda congruencia con los resultados de nuestro estudio, al actuar como un factor de

protección para perpetrar violencia contra la pareja. Por otro lado, la influencia de la familia se ve

reducida en la adolescencia, puesto que en esta etapa decrece el tiempo que los chicos y chicas

pasan con sus padres y aumentan el que comparten en solitario y con los amigos (Steinberg y Morris,

2001). Sin embargo, en las relaciones entre hermanos se observa como durante la infancia se

caracterizan más por ser compañeros de juegos y durante la adolescencia tardía se convierten en

una fuente de apoyo social e intimidad (Yenes et al., 2000), lo que podría explicar que en nuestro

estudio con adolescentes una relación positiva con los hermanos tenga mayor relevancia que

mantener una buena relación con el padre o la madre. Con respecto al hecho de que este factor de

protección sea específico para las mujeres, algunos autores han señalado que, las díadas formadas

por hermanas o por una hermana y un hermano muestran mayor grado de calidez emocional e

intimidad en su relación que aquellas formadas por varones (Dunn et al., 1994). Por su parte, Oliva y

Arranz (2005) estudiaron las relaciones de hermanos durante la adolescencia y su asociación con las

relaciones afectivas con los padres y el grupo de iguales y también hallaron diferencias importantes

en función del sexo, ya que en el caso de las mujeres una buena relación con los hermanos estaba

vinculada a tener una buena relación con padres y amigos, mientras que en el caso de los hombres

tener buena relación con sus hermanos no se relacionó de forma significativa con ninguna otra

variable familiar o social. Que las mujeres mantengan relaciones afectivas más positivas con su

hermano/a que los hombres, y que dichas relaciones se asocien con establecer relaciones positivas

con otras personas importantes explicaría que esta variable se configure como un factor de

protección específico para el sexo femenino.

En cuanto al contexto escolar, nuestro estudio mostró que sentirse integrada en el centro

educativo actuaba como un factor de protección para las mujeres, disminuyendo la probabilidad de

que ejerciesen violencia psicológica contra su pareja, en la línea de los resultados aportados por el
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 265

estudio de Foshee y colaboradores (2010). Estos autores concluyen que altos niveles de vinculación

con la escuela se configuran como factores de protección sólo para las mujeres, proponiendo que

quizás una mayor vinculación permita a las adolescentes participar en más actividades en el centro

que promuevan vinculaciones prosociales, mientras que los chicos serían más propensos a

involucrarse en actividades del centro en las que se promueva el comportamiento violento en lugar

de restringirlo (p.ej. actividades deportivas).

En el caso de los hombres, un factor de riesgo específico fue ser víctima de tácticas celosas

en su relación de noviazgo. Tal como reflejó el estudio presentado en el Capítulo 6 de la presente

tesis doctoral, las mujeres de nuestra muestra perpetraban más tácticas celosas que los hombres, lo

que podría señalar que ellos sufran más este tipo de violencia que ellas. Que los hombres se vean

más expuesto a sufrir tácticas celosas en sus relaciones de noviazgo en comparación con las mujeres

podría explicar que este tipo de victimización sea un factor de riesgo específico para el sexo

masculino. De nuevo estos resultados corroboran los trabajos previos que señalan que los patrones

de interacción diádicos que se dan en el noviazgo predicen la perpetración de la violencia (O´Leary y

Slep, 2012; Pepler, 2012; Shortt et al., 2012).

Presentar sintomatología obsesivo-compulsiva, una conducta antisocial y ser agresivo

verbalmente también fueron variables que se configuraron como factores de riesgo específicos para

los varones. La sintomatología obsesivo-compulsiva fue la variable individual que mayor poder

explicativo tuvo en el modelo. Este resultado iría en la línea de otros estudios previos que señalan la

presencia de altos niveles de sintomatología ansiosa incrementaban el riesgo de ejercer violencia

verbal y psicológica (Choi et al., 2017; Temple et al., 2016), no obstante, ninguna investigación previa

ha explorado de forma específica la sintomatología obsesivo-compulsiva. A pesar de ello, los

resultados de nuestro estudio invitan a plantearse las similitudes que guarda la celotipia con la

sintomatología obsesivo-compulsiva, ya que se caracteriza por la presencia de pensamientos

recurrentes y en algunos casos obsesivos sobre la posible infidelidad o traición de la pareja que

generan una intensa respuesta de malestar (ansiedad, depresión, frustración), que busca ser aliviada
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 266

mediante conductas de comprobación y control en relación a la duda compulsiva que presenta la

persona (Bayón, 2006; Echeburúa y Fernández-Montalvo, 2013). La falta de estudios previos no

permite confirmar este planteamiento, el cual de ser cierto explicaría que sufrir sintomatología

obsesivo-compulsiva incremente la probabilidad de ejercer agresiones psicológicas, sobre todo

tácticas celosas y de control. Por otro lado, que la presencia de esta clínica sea un factor de riesgo

específico para los hombres podría explicarse por el hecho de que el Trastorno Obsesivo-Compulsivo

sea más común en hombres que en mujeres en población infantil y adolescente (Alcázar y Rodríguez,

2010).

La conducta antisocial actuó como un factor de riesgo para la perpetración de violencia

psicológica, pero sólo en los hombres. Estos resultados reflejarían que, aquellos adolescentes que no

han adquirido habilidades interpersonales adecuadas y han aprendido conductas antisociales tienen

más probabilidades de emplear la violencia también en sus relaciones de pareja (Lavoie et al., 2002).

Además, algunos autores han señalado que la exposición a violencia en la familia de origen está

relacionada con el desarrollo de conductas antisociales en los niños y adolescentes (Ireland y Smith,

2009), aumentando la probabilidad de usar la violencia en sus relaciones de pareja. La exposición a la

violencia en el contexto familiar también ha sido una variable que se ha configurado como un factor

de riesgo para los hombres en nuestro estudio. Con respecto al hecho de que la conducta antisocial

sólo haya actuado como un factor de riesgo para el sexo masculino, este resultado podría deberse a

que las tasas de prevalencia del comportamiento antisocial en población adolescente son

significativamente mayores en hombres que en mujeres (Pelegrín y Garcés de los Fayos, 2009; Pérez-

Fuentes et al., 2011), sobre todo a partir de los 16 años (Garaigordobil y Maganto, 2016), por lo que

es lógico pensar que para ellos esta variable tenga más peso que para las mujeres y por lo tanto

mayor poder explicativo.

En la misma línea, la agresividad verbal mostró aumentar la probabilidad de ejercer

agresiones psicológicas contra la pareja, dando soporte a la hipótesis planteada, aunque de nuevo

sólo en el caso de hombres. Estos resultados son coherentes con los hallados por otros autores que
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 267

señalan que aquellas personas que son agresivas en términos generales tienen mayor probabilidad

de perpetrar violencia en sus relaciones de pareja (Finkel et al., 2012; Rey-Anacona, 2015). La

mayoría de las investigaciones previas han analizado la ira o la hostilidad y su asociación con la

violencia en la pareja, por lo que la agresividad verbal como otra forma de conducta agresiva no ha

sido objeto de atención por parte de la comunidad científica. Cabe destacar el trabajo de Foshee y

colaboradores (1999) con una muestra de adolescentes en el que concluyeron que perpetrar

violencia contra la pareja se asociaba con haber sufrido violencia en su familia, encontrando el papel

mediador de la aceptación del uso de la violencia y tener un estilo agresivo en la resolución de

conflictos.

A pesar de que salir con frecuencia con el grupo de amigos se puede interpretar como un

indicador de establecer relaciones estrechas y cálidas con el grupo de iguales, lo cual reduciría la

probabilidad de que los adolescentes sean violentos en sus noviazgos (Foshee et al., 2013; Richards

et al., 2014), en nuestro estudio esta variable se configuró como un factor de riesgo para la

perpetración de violencia psicológica en los hombres. Así, este resultado podría reflejar que tener

planes frecuentes con el grupo de amigos esté relacionado con pasar más tiempo en la calle con

ellos, variable que sí que ha sido estudiada por algunos expertos señalando que aquellos

adolescentes que perciben escaso control parental tienen mayor probabilidad de ser violentos en sus

noviazgos, encontrando una asociación significativa para chicos cuando median otras variables como

tener amigos violentos en sus noviazgos (Foshee et al., 2001) o presentar una conducta antisocial

(Lavoie et al., 2002). Estas variables también actúan como factores de riesgo para los hombres en

nuestro estudio.

Modelos específicos para subtipos de agresión psicológica

Con respecto al tercer y último objetivo de este trabajo, los modelos específicos obtenidos

para la perpetración de violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia mostraron

compartir una amplia mayoría de factores de riesgo y de protección entre ellos y con la violencia

psicológica general. A continuación, pasamos a discutir aquellos factores específicos para cada una
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 268

de estas formas de violencia psicológica estudiadas, ya que la mayoría de los factores son comunes a

la violencia psicológica global y se han analizado en los párrafos anteriores.

Violencia verbal

Para la violencia verbal, de nuevo los modelos constituidos por las variables relativas a la

relación de pareja y las variables individuales fueron los que mostraron mayor poder explicativo. Ser

víctima de violencia verbal se configuró como un factor de riesgo específico y de gran poder

explicativo para la perpetración de este mismo tipo de violencia tanto en hombres como en mujeres,

poniendo de manifiesto de nuevo la gran relevancia de las interacciones diádicas en la problemática.

En el caso de las mujeres, mantener relaciones de noviazgo más prolongadas en el tiempo se

presentó como un factor de riesgo específico para la perpetración de la violencia verbal. Este

resultado es congruente con otros trabajos (Fernández-Fuertes et al., 2019; Palmetto et al., 2013). El

hecho de que las mujeres mantengan relaciones sentimentales más largas podría explicar que esta

variable constituya un factor de riesgo diferencial para ellas en esta forma de violencia tan frecuente.

Entre las variables individuales que configuran el modelo explicativo para la violencia verbal

la impulsividad se reveló como un factor de riesgo que no se había obtenido en el modelo para la

violencia psicológica global, aunque sí que aparece para la perpetración de tácticas celosas por parte

de las mujeres, como veremos más adelante. Este resultado refleja que el autocontrol se asocia con

la violencia verbal tal como han hallado previamente otros autores (Howard, 2014; Reyes et al.,

2017). Los resultados de nuestra investigación parecen señalar que, para las chicas adolescentes, un

déficit en el control de impulsos incrementa la probabilidad de responder con violencia verbal en una

situación de conflicto que pueda surgir en la relación, debido a la incapacidad de valorar la situación

y planificar su respuesta para resolver satisfactoriamente el problema. Otros de los factores de riesgo

diferenciales de la violencia verbal fueron el mantener una buena relación con los amigos, que se

configuró como un factor de protección para las mujeres, acorde con otros trabajos previos (Foshee

et al., 2013; Richard et al., 2014), y tener conflictos con los profesores que incrementó la

probabilidad de que ellas agrediesen a sus parejas verbalmente, también en la misma línea de lo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 269

encontrado por otros autores (Earnest y Brady, 2016). Aunque es indiscutible la influencia que

ejercen los contextos de socialización en la conducta del adolescente, algunos autores han mostrado

diferencias en la forma de socializar en función del sexo que hacen que también perciban de forma

diferente el apoyo social: las mujeres muestran una socialización más caracterizada por mayor

expresividad de afecto y vinculación con los otros, mientras que los hombres socializan más

centrándose en la autonomía y la instrumentalidad (Musitu y Cava, 2003). Estas diferencias en los

estilos de socialización quizás expliquen que mantener buenas o malas relaciones con amigos y

profesores sean factores que tengan mayor peso explicativo para la conducta agresiva de las

mujeres.

Para los hombres, salir con frecuencia con los amigos actuó como un factor de riesgo para

ejercer la violencia verbal contra la pareja, al igual que los resultados obtenidos en el modelo para la

violencia psicológica general, discutidos anteriormente. Sin embargo, esta variable no se configuró

como un factor con capacidad explicativa significativa para las tácticas celosas ni las tácticas de

dominancia.

Tácticas celosas

En lo que respecta a los resultados obtenidos para la perpetración de tácticas celosas, de

nuevo el modelo con mayor capacidad explicativa fue el constituido por las variables relativas a la

relación de pareja, mostrando que, tanto en hombres como en mujeres, sufrir tácticas celosas en su

relación de noviazgo era un potente factor de riesgo específico para la perpetración ese mismo tipo

de violencia psicológica contra la pareja.

En el caso de las mujeres aparecieron como factores de riesgo específicos para este tipo de

violencia psicológica: la hostilidad, la impulsividad y la búsqueda de sensaciones. Con respecto a la

hostilidad, los resultados de nuestro estudio son similares a los obtenidos por Choi y colaboradores

(2017), quienes señalaron que las mujeres que ejercían violencia psicológica contra su pareja eran

significativamente más hostiles que sus homólogos masculinos. La impulsividad también se configuró

como un factor de riesgo sólo para las mujeres, pero no es específico para la perpetración de tácticas
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 270

celosas, sino que también para la perpetración de violencia verbal, tal como hemos desarrollado

anteriormente. En el caso de las tácticas celosas, podría guardar relación con el hecho de que

aquellas adolescentes más impulsivas, ante el temor de que su pareja les engañe o ante las

inseguridades sobre la continuidad de la relación, tienen más probabilidades de ejercer tácticas

celosas contra la pareja tales como comprobar qué hace la pareja o exigirle explicaciones, aliviando

así de forma más inmediata su malestar emocional. Con respecto a la búsqueda de sensaciones, es

un rasgo de personalidad que está relacionado con la impulsividad en el que además se observa una

experiencia de gratificación al realizar comportamientos de riesgo. Así, los resultados obtenidos son

coherentes con otros trabajos que han estudiado el comportamiento violento en la adolescencia,

mostrando que aquellos adolescentes que buscan altos niveles de estimulación y de intensidad

emocional y que además tienen dificultades para demorar las recompensas futuras y regular su

conducta actual tienen más probabilidades de llevar a cabo conductas agresivas (Álvarez-Cienfuegos

y Egea, 2003). Por otro lado, algunos investigadores han relacionado la búsqueda se sensaciones con

la dependencia emocional, y la asociación de esta última con la violencia en las relaciones de

noviazgo (Moral et al., 2017; Moral y Sirvent, 2009). Aquellas personas que establecen una relación

de dependencia emocional con sus parejas suelen experimentar celos intensos y una marcada

desconfianza, ya que el miedo a que la pareja le abandone se intensifica. Así, los resultados

obtenidos en nuestro estudio podrían reflejar que aquellas mujeres que tienen como rasgo de

personalidad la búsqueda de sensaciones pueden ser más propensas a establecer relaciones de

noviazgo caracterizadas por la dependencia emocional, lo cual, junto con la impulsividad,

incrementaría el riesgo de que perpetrasen tácticas celosas contra la pareja. Estos resultados aportan

datos novedosos que ponen de manifiesto la influencia que tiene la búsqueda de sensaciones en la

perpetración de tácticas celosas en el noviazgo de las adolescentes españolas, ya que no disponemos

de trabajos previos que hayan estudiado la asociación de estas variables.

Al igual que ocurría en el modelo general, sentirse integrada en el instituto actuó como un

factor de protección para la perpetración de tácticas celosas. Aunque no disponemos de estudios


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 271

previos que hayan analizado la influencia de esta variable escolar en la perpetración de tácticas

celosas, nuestros resultados podrían reflejar que, para las mujeres adolescentes, sentirse integradas

en la escuela favorece que puedan participar de forma más activa en el mismo, desarrollando

comportamientos más proactivos y creando una red de apoyo en el centro que reduzca la

probabilidad de ejercer tácticas celosas contra la pareja ante los miedos o inseguridades que pueda

sentir en su relación sentimental.

En el caso de los hombres, al igual que mostró el modelo para la violencia psicológica global,

la agresividad verbal es un factor de riesgo para la perpetración de tácticas celosas. Por otro lado, los

resultados de nuestra investigación mostraron que mantener una relación afectiva de cercanía con el

padre actúa como un factor de protección específico para ejercer tácticas celosas en el noviazgo, en

la línea de los resultados obtenidos por González-Guarda y colaboradores (2014) en su estudio. Estos

autores señalaron que la calidez y cercanía en las relaciones paternofiliales se asociaba con un menor

riesgo de perpetración de violencia en las relaciones de noviazgo, ya que se supervisan más las

relaciones del adolescente por parte de los padres y se hablaba abiertamente de ellas en la familia.

Nuestros resultados podrían señalar que, en los hombres adolescentes, mantener una relación de

cercanía con una figura de referencia masculina como es el padre, puede favorecer que compartan

con él los problemas o inseguridades que se den en su noviazgo, reduciendo el riesgo de que actúe

frente a esos conflictos o miedos ejerciendo tácticas celosas contra la pareja.

Tácticas de dominancia

Finalmente, respecto a los resultados obtenidos en los modelos para la perpetración de

tácticas de dominancia, la variable de la relación de pareja que mayor poder explicativo mostró fue

de nuevo ser víctima del mismo tipo de violencia, es decir, sufrir tácticas de dominancia por parte de

la pareja, reflejando de nuevo una correspondencia entre el tipo de violencia sufrida y emitida.

Además, tal como ya han señalado otros autores, la satisfacción en la relación de pareja influye en la

perpetración de la violencia en el noviazgo (Schnurr et al., 2010; Brown y Bulanda, 2008). Así,
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 272

nuestros resultados sugieren que sentirse satisfecho en la relación de pareja reduce el riesgo de

perpetrar tácticas de dominancia, aunque no muestra el mismo poder explicativo para la violencia

verbal o las tácticas celosas.

Las creencias sexistas se revelaron en nuestra investigación como una variable cuya

presencia aumenta la probabilidad de ejercer tácticas de dominancia tanto en hombres como en

mujeres. Este resultado es similar a los resultados obtenidos por Shen y colaboradores (2012) que

encontraron una asociación entre las creencias sexistas y las tácticas de control. Estos resultados

podrían indicar que sostener este tipo de creencias es un importante factor de riesgo para ejercer

control y dominancia sobre la pareja, al validar dichas creencias la superioridad de un miembro de la

pareja sobre el otro, algo que no estaba presente en las otras formas de violencia psicológica

estudiadas.

Para las mujeres, los modelos obtenidos no mostraron la existencia de factores de riesgo o

de protección específicos para la perpetración de tácticas de dominancia.

En el caso de los hombres, ser víctima de violencia física en el contexto familiar aumentaba la

probabilidad de perpetrar tácticas dominantes contra la pareja. Este resultado podría reflejar que

aquellos chicos que sufren agresiones más graves en el hogar tienen mayor riesgo de ejercer

agresiones psicológicas también de mayor gravedad, como las tácticas de dominancia, al

configurarse como un factor de riesgo específico para este tipo de violencia psicológica. Estos

resultados son similares a los obtenidos por Wolf y Foshee (2003), quienes obtuvieron una

asociación entre sufrir violencia física en el contexto familiar y perpetrar violencia en las relaciones

de noviazgo sólo en el caso de los hombres, no de las mujeres.

Por el contrario, mantener una relación afectiva con el padre y percibir una red de apoyo en

el centro escolar disminuye la probabilidad de que cometan este tipo de violencia. Estos resultados

reflejan la influencia que tiene el contexto familiar y escolar en los varones adolescentes.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 273

Así, los resultados sugieren que aquellos chicos que perciben que pueden acudir al centro

escolar en busca de ayuda al verse inmersos en una relación violenta tienen menos probabilidad de

ejercer tácticas de dominancia contra su pareja ante los conflictos que puedan darse en su noviazgo,

hallando en el centro la ayuda necesaria para llevar a cabo oras estrategias adecuadas para afrontar

dichos problemas. El hecho de que la violencia verbal o las tácticas celosas en muchas ocasiones sean

comportamientos más normalizados en los noviazgos de los adolescentes podría explicar que para

los chicos de nuestra muestra el centro escolar se convierta en un apoyo ante conductas violentas

que ellos consideren más graves como las tácticas de control y dominancia.

Con respecto al contexto familiar, de forma similar a los resultados obtenidos para la

perpetración de las tácticas celosas, aquellos chicos que mantienen una buena relación afectiva con

el padre tenían menos posibilidades de ejercer tácticas de dominancia contra su pareja. Estos

resultados sugieren de nuevo que, para los hombres, tener un referente masculino como es el padre

con el que establezcan una buena relación puede favorecer que acudan a él ante las dificultades que

tengan en sus relaciones de noviazgo, encontrando un apoyo que le protege de cometer tácticas de

control y de dominancia ante los problemas que pueda tener con su pareja.

En conclusión, los resultados del presente estudio ponen de manifiesto la existencia de

múltiples factores de riesgo y de protección involucrados en la perpetración de la violencia

psicológica en las relaciones de noviazgo de los adolescentes. Además, la mayoría de los factores

implicados en la problemática son comunes para hombres y mujeres y para las distintas formas de

violencia psicológica estudiadas, aunque parecen existir algunos factores diferenciales. Estos

resultados deben tener importantes implicaciones para el desarrollo de intervenciones preventivas,

ya que ponen de manifiesto la necesidad de actuar en diferentes contextos de socialización y no sólo

centrarse en las características psicológicas del adolescente, destacando el poder explicativo que

mostraron los modelos que incluyeron las variables de la relación de pareja.


CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 274

Así, en el próximo capítulo se delimitarán algunas conclusiones generales de los resultados

obtenidos en los estudios de la presente tesis doctoral, así como las implicaciones teóricas y clínicas

de estos. Además, se analizarán sus limitaciones y se plantearán líneas de investigación futuras.


CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 275

CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL

1. CONCLUSIONES GENERALES

La violencia en el noviazgo se ha convertido en un grave problema social y de salud presente

en nuestra sociedad actual, con importantes consecuencias en las personas inmersas en este tipo de

relaciones. En la última década, los estudios sobre la violencia en las relaciones de noviazgo de

adolescentes y jóvenes han crecido notablemente, pese a las limitaciones que sigue encontrando la

comunidad científica ante la ausencia de una definición operativa consensuada de la violencia en las

relaciones de pareja, la variabilidad metodológica existente y los diferentes tipos de relaciones de

noviazgo que se pueden encontrar en población adolescente (Hamby y Turner, 2012; Ismail, et al.,

2007; Muñoz-Rivas, et al., 2014). No obstante, los trabajos realizados hasta la fecha han permitido

constatar que la violencia en las relaciones de noviazgo es un fenómeno dinámico en el que las

primeras experiencias pueden llevar a establecer el inicio de un patrón relacional asentado en la

agresión, junto con actitudes y creencias que justifiquen el uso de esta (Muñoz-Rivas et al., 2015).

Por todo esto, las investigaciones sobre la violencia en el noviazgo son de gran necesidad y

relevancia, al igual que llevar a cabo estudios que se centren de forma específica en los noviazgos

que se establecen en población adolescente, al presentar características propias que los diferencian

de las relaciones sentimentales que se mantienen en la edad adulta, y ser una población de mayor

riesgo para sufrir violencia en sus relaciones románticas (Smith y Donnelly, 2001).

Por otro lado, aunque numerosos autores han señalado que la violencia psicológica es el tipo

de violencia más perpetrada por los adolescentes en sus noviazgos, históricamente los estudios

realizados han prestado mayor atención a la violencia física y/o sexual al ser más fácil su detección y

en ocasiones valoradas como más graves sus consecuencias. Por su parte, son numerosos los

estudios que han investigado la existencia de factores de riesgo y de protección asociados a la


CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 276

violencia en las relaciones de pareja, sin embargo, la mayoría no han analizado de forma específica la

violencia psicológica. Por otro lado, aunque las tres formas de violencia (física, psicológica y sexual)

comparten factores de riesgo comunes, algunas investigaciones señalan que hay un peso diferencial

en estos factores en relación con la tipología de la violencia (Teten et al., 2009).

En líneas generales cabe destacar que los trabajos empíricos llevados a cabo en la presente

tesis doctoral son los únicos que han analizado de forma concreta la perpetración de la violencia de

tipo psicológica en adolescentes españoles, diferenciando entre formas específicas (violencia verbal,

tácticas celosas y las tácticas de dominancia). Además, se trata del primer estudio que contempla en

la misma investigación diferentes factores de riesgo y de protección para la perpetración de violencia

psicológica presentes no solo en las características individuales del adolescente sino también en sus

principales contextos de socialización, como son la familia, el grupo de iguales, la escuela y la relación

de pareja. Por otro lado, el conocimiento sobre las diferencias en función del sexo en la perpetración

de la violencia en la pareja sigue siendo limitado hasta la fecha (Dardis et al., 2014) por lo que en

nuestra investigación analizamos dichas diferencias en la perpetración de la violencia psicológica.

En conjunto, los resultados obtenidos en los diferentes estudios empíricos realizados en la

presente tesis doctoral nos permiten establecer las siguientes conclusiones:

1. Con respecto a las características de los noviazgos que establecen los adolescentes

españoles, los resultados obtenidos nos permiten concluir que la edad de inicio en las

relaciones de noviazgo está en torno a los 13 años, aunque las mujeres se involucran en

relaciones sentimentales a edades significativamente más tardías que los hombres y ellos

mantienen más relaciones de noviazgo que ellas. En términos generales los adolescentes

suelen mantener relaciones de noviazgo que califican como estables o serias y satisfactorias,

aunque la duración media de las relaciones más prolongadas en el tiempo se sitúa en torno a

los 10 meses. Aquellos adolescentes que mantienen relaciones de pareja más duraderas, las
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 277

califican como más estables o serias y se ven con mayor frecuencia con la pareja, son

significantemente más violentos psicológicamente en sus noviazgos.

2. Las altas tasas de prevalencia confirman los resultados obtenidos por estudios previos,

poniendo de relevancia la magnitud del problema y la gran necesidad de actuar de forma

preventiva sobre el mismo. La violencia verbal es el tipo de violencia psicológica más ejercida

contra la pareja (el 90,8% de los adolescentes informa haber perpetrado al menos un acto de

este tipo de agresión en sus relaciones de noviazgo), seguida de las tácticas celosas (74,7%) y

las tácticas de dominancia (53,3%). Además, las mujeres son significativamente más

perpetradoras de violencia verbal y tácticas celosas que los hombres, mientras que algunas

tácticas de dominancia son más ejercidas por los hombres.

3. La edad y la justificación de la violencia en el noviazgo mostraron ser variables de gran

relevancia en la problemática. Los resultados permiten concluir que los adolescentes de

mayor edad (adolescencia tardía) ejercen significativamente más violencia verbal, tácticas

celosas y algunas tácticas de control que aquellos que están en la adolescencia temprana.

Con respecto a las creencias que justifican el empleo de la violencia en el noviazgo, podemos

concluir que las cogniciones tienen un potente efecto en la conducta humana, pues aquellos

adolescentes que tienen actitudes que aceptan el empleo de la violencia son

significativamente más perpetradores de violencia psicológica. Además, los resultados de

nuestro estudio permiten concluir que hay una correspondencia entre los tipos de creencias

y el comportamiento, ya que tener actitudes de aceptación de la violencia psicología en el

noviazgo se asocia con perpetrar todas las formas de violencia psicológica que analizamos en

nuestro estudio (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia), mientras que

tener creencias que justifican el uso de violencia física contra la pareja se asocia también con

las agresiones psicológicas pero en menor medida.

4. Los factores de riesgo y de protección involucrados en la perpetración de la violencia

psicológica son de diversa índole, y en su mayoría comunes para hombres y mujeres, tal
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 278

como permiten concluir los resultados obtenidos en nuestro estudio. Las variables relativas a

la relación de pareja fueron las que mostraron mayor poder explicativo para la perpetración

de la violencia psicológica, seguidas del modelo de variables individuales y familiares. Las

variables del contexto escolar mostraron mayor capacidad explicativa que las del grupo de

iguales. En términos generales cabe destacar la fuerte asociación de las variables de la

relación de pareja, concretamente sufrir violencia psicológica en el noviazgo se configura

como un factor de riesgo de gran peso para la perpetración de este tipo de violencia, lo cual

pone de manifiesto la necesidad de llevar a cabo medidas de intervención que contemplen la

diada. Tanto para hombres como para mujeres, tener creencias que aceptan el uso de la

violencia psicológica en el noviazgo, establecer un apego inseguro ansioso con la pareja,

consumir drogas y tener altos niveles de ira son los factores de riesgo individuales con mayor

poder explicativo para la perpetración de la violencia psicológica, mientras que la

deseabilidad social es un factor de protección para ejercer este tipo violencia. En el contexto

familiar, ser testigo de violencia entre los padres y sufrir violencia psicológica por parte de

estos son factores de riesgo para que los adolescentes perpetren violencia psicológica contra

la pareja, concluyendo que la familia puede actuar como un contexto de socialización de

conductas violentas. Por otro lado, el absentismo escolar aumenta la probabilidad de ejercer

agresiones psicológicas en el noviazgo, mientras que la existencia en el centro de normas

claras que rechacen la violencia se configura como un factor de protección, lo cual nos

permite confirmar la influencia que tiene este contexto de socialización en los adolescentes y

la necesidad de llevar a cabo medidas de prevención específicas en este escenario. Por

último, se confirma también la influencia que tiene el grupo de iguales en la problemática

que nos ocupa, ya que relacionarse con parejas violentas es un factor de riesgo para

reproducir esa forma de actuar en su propia relación de pareja.

5. Los resultados de nuestro estudio permiten concluir que, aunque la mayoría de los factores

son comunes para ambos sexos, existen factores de riesgo y de protección diferenciales para
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 279

hombres y mujeres en la perpetración de la violencia psicológica. Concretamente, mantener

un noviazgo con una persona que consume drogas, sufrir tácticas de dominancia en la

relación de pareja, la sintomatología somática y tener creencias que justifican el uso de la

violencia física en situaciones de conflicto con la pareja, son factores de riesgo específicos

para el sexo femenino. Por el contrario, la satisfacción en la relación de noviazgo, tener una

buena relación con el hermano/a y sentirse integrada en el centro académico reducen la

probabilidad de que las mujeres ejerzan la violencia psicológica contra su pareja. En el caso

de los hombres podemos concluir que, ser víctima de tácticas celosas en el noviazgo, tener

sintomatología obsesiva-compulsiva, mostrar una conducta antisocial, ser agresivos

verbalmente y salir con frecuencia con los amigos aumentan la probabilidad de que ellos

perpetren violencia psicológica en sus noviazgos.

6. Los resultados obtenidos en relación con los factores de riesgo y de protección asociados a la

perpetración de la violencia verbal, las tácticas celosas y las tácticas de dominancia permiten

concluir que, en términos generales, estas formas específicas de violencia psicológica

comparten una amplia mayoría de factores de riesgo entre ellas. Cabe destacar que, de

nuevo, las variables relativas a la relación de pareja fueron las que mostraron mayor poder

explicativo para todos los tipos de violencia psicológica estudiados, seguidos de las variables

individuales, las familiares, el contexto escolar y el grupo de iguales.

7. Aunque son poco numerosos, tal como muestran los resultados obtenidos, podemos concluir

que hay factores diferenciales para la violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de

dominancia. Hay que destacar que, sufrir violencia en la relación de pareja es un potente

factor de riesgo para ejercer ese mismo tipo de violencia contra la pareja (violencia verbal,

tácticas de dominancia, tácticas celosas). En el caso específico de la violencia verbal, las

mujeres que establecen relaciones de noviazgo más duraderas o tienen problemas con sus

profesores tienen mayor riesgo de ejercer agresiones verbales contra la pareja, mientras que

establecer una buena relación con el grupo de iguales disminuye el riesgo; para los hombres
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 280

las salidas frecuentes con los amigos es un factor de riesgo específico para que sean

violentos verbalmente con su pareja. Respecto a la perpetración de tácticas celosas, la

hostilidad y la búsqueda de sensaciones son factores de riesgo específicos para esta forma de

violencia solo en el caso de las mujeres; por su parte la agresividad verbal y mantener una

relación afectiva de cercanía con el padre son factores de riesgo y de protección,

respectivamente, específicos para la perpetración de tácticas celosas en el sexo masculino.

Por último, las creencias sexistas son un factor de riesgo específico para perpetrar tácticas de

dominancia en ambos sexos; para los hombres ser víctima de violencia física en el contexto

familiar y aceptar a parejas violentas en el grupo de iguales son factores de riesgo específicos

para este tipo de violencia, mientras que tener una buena relación afectiva con el padre y

percibir ayuda en el centro educativo al verse inmerso en un noviazgo violento se configuran

como factores de protección.

2. RELEVANCIA E IMPLICACIONES

Los estudios realizados en la presente tesis doctoral implican una importante contribución

para la prevención de la violencia psicológica en las relaciones de noviazgo de los adolescentes

españoles.

Acorde a lo que recomienda la OMS (2002), el fenómeno de la violencia en las relaciones de

pareja debe ser estudiado desde una perspectiva ecológica, partiendo de la base de que se trata de

un fenómeno multicausal y por tanto considerando en su estudio los factores culturales, sociales, de

interacción con los contextos próximos del adolescente e individuales (Rosales et al., 2013). Además,

tal como señalaron Catalano y Hawkins (1996) en su Modelo de Desarrollo Social, los múltiples

factores de riesgo y de protección presentes en las distintas unidades de socialización varían su

poder predictivo en función de la etapa evolutiva (infancia, adolescencia, edad adulta, etc.), por lo
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 281

que es fundamental desarrollar estudios que exploren de forma específica los factores asociados a la

violencia en el noviazgo en la etapa evolutiva de la adolescencia.

La potencialidad de nuestro trabajo reside en ser el primero que ha estudiado los factores de

riesgo y de protección para la perpetración de la violencia psicológica en el noviazgo analizando en

una misma investigación un número muy amplio de variables a diferentes niveles (ontogenético,

microsistema y exosistema), y teniendo como muestra de estudio población exclusivamente

adolescente. Además, la mayoría de las investigaciones previas que han estudiado la violencia

psicológica lo han hecho basándose casi en exclusiva en la presencia de violencia verbal, sin tener en

cuenta la existencia de otras formas de violencia psicológica importantes tales como las tácticas

celosas y las tácticas de dominancia. A este respecto cabe destacar la aportación científica de

nuestros trabajos, al confirmar la coexistencia de distintas formas de violencia psicológica que son

perpetradas en altas tasas por los adolescentes en sus noviazgos.

Considerando los resultados obtenidos podemos destacar que las variables relativas a la

relación de pareja son las que mostraron mayor capacidad explicativa para la perpetración de la

violencia psicológica general y en todas sus formas, siendo la victimización de violencia psicológica en

el noviazgo el factor de riesgo con más peso. Este dato reflejaría la relevancia que tiene en la etapa

adolescente la influencia del comportamiento de la pareja en la problemática que nos ocupa. Sin

embargo, tal como señalan los modelos ecológicos, los diferentes factores presentes en los

diferentes niveles interaccionan entre sí. Así, por ejemplo, ser testigo de violencia en el contexto

familiar o ser víctima de ella por parte de sus padres favorece en el adolescente la adquisición de

conductas violentas, así como de creencias sobre lo aceptable de emplear la violencia psicológica en

sus relaciones de pareja y en otras relaciones, y dificulta la adquisición de habilidades necesarias para

solucionar los conflictos de una forma adaptativa (control de la impulsividad y de la ira, asertividad,

etc.). Por otro lado, aquellos adolescentes que tienen conductas violentas son más propensos a

relacionarse con iguales que muestran un comportamiento parecido, lo que a su vez aumenta la
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 282

probabilidad de que seleccionen a su pareja sentimental dentro de ese grupo de iguales y que esta

comparta ese perfil violento, favoreciendo que se establezcan relaciones de pareja agresivas.

También esto se relaciona con el contexto académico, pues aquellos adolescentes que presentan

comportamientos más disruptivos tienden a presentar también problemas académicos o de

conducta en el centro educativo que pueden dificultar la integración en el mismo, favoreciendo el

absentismo escolar y que se relacionen con iguales que muestren los mismos problemas académicos

y de conducta, aumentando así la probabilidad de que establezcan noviazgos violentos.

En conclusión, los estudios realizados en la presente tesis doctoral ponen de manifiesto la

existencia de numerosos factores de riesgo y de protección para la perpetración de la violencia

psicológica presentes no solo en las características individuales de los adolescentes, sino también en

sus contextos de socialización (relación de pareja, familia, centro educativo y grupo de iguales). La

principal implicación clínica de los estudios realizados en la presente tesis es poner de manifiesto la

importancia de diseñar estrategias de prevención en población adolescente, específicas para la

violencia psicológica, que actúen sobre aquellos factores que han mostrado tener más capacidad

explicativa en la perpetración de este tipo de violencia. La población adolescente presenta altas tasas

de perpetración de violencia psicológica, y estas relaciones de noviazgo violentas son la antesala para

establecer relaciones sentimentales en la edad adulta asentadas en patrones agresivos. Así, a la luz

de los resultados obtenidos en nuestros estudios, para intervenir de manera eficaz sobre la

problemática se hace evidente la necesidad de implementar programas de prevención que actúen

sobre los factores presentes en los distintos contextos de socialización del adolescente (pareja,

familia, escuela y amigos) y sobre las variables individuales del propio adolescente que se ha visto

que están más asociadas con la perpetración de la violencia psicológica.

Tal como señala el metaanálisis sobre programas de prevención de la violencia en el noviazgo

llevado a cabo por De la Rue y colaboradores (2017), la mayoría de los programas preventivos que se

han implantado hasta la fecha lo han hecho actuando sólo sobre los factores individuales, siendo un
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 283

número más reducido aquellos que han incluido factores relativos a la familia y a otros contextos de

socialización influyentes en el adolescente. Algunos de estos programas de prevención han mostrado

ser eficaces, produciendo efectos positivos a corto y medio-largo plazo en: (a) el conocimiento sobre

la violencia; (b) las actitudes sobre la violencia y creencias sexistas; (c) las habilidades de

comunicación; y (d) habilidades de resolución de conflictos (Cornelius y Resseguie, 2007; De la Rue et

al., 2017; Martínez- y Rey-Anacona, 2014). En su mayoría, estos programas están diseñados para

desarrollarse en los centros educativos o, en algunas ocasiones, en centros comunitarios, donde se

imparten a los adolescentes en el aula un determinado número de sesiones en las que se abordaba la

problemática desde un nivel psicoeducativo y de concienciación. Aunque los cambios en el

conocimiento sobre la violencia en el noviazgo y en las actitudes y normas que la sustentan son

importantes para intervenir sobre la problemática, algunos trabajos han demostrado que los

programas que se centran exclusivamente en estos componentes no consiguen cambios

conductuales (Cornelius y Resseguie, 2007). Por ello, parece esencial incluir en los programas un

contenido más práctico que favorezca el desarrollo de habilidades, como por ejemplo de

comunicación y resolución de conflictos, tal como se observa en el programa de prevención Safe

Dates desarrollado por Foshee y colaboradores (1998), el cual mostró una buena eficacia.

A partir de los resultados obtenidos en la presente tesis doctoral, consideramos que sería

importante desarrollar programas de intervención que actuasen sobre aquellas variables que han

mostrado tener un papel de gran relevancia e influencia en la perpetración de la violencia

psicológica.

Respecto a las variables individuales del adolescente, así como las relativas a su relación de

pareja sería relevante actuar: desarrollando psicoeducación sobre las diferentes formas en las que se

puede ejercer y sufrir la violencia psicológica, desmitificando aquellas formas de abuso psicológico

que los adolescentes confunden con manifestaciones de amor; educar en las formas de apego que se

pueden establecer en una relación de pareja y cómo favorecer un apego seguro; intervenir sobre las
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 284

actitudes y creencias que justifican el uso de la violencia en el noviazgo; intervenir con

psicoeducación sobre el consumo de drogas tanto propio como el de la pareja y sus consecuencias

negativas no solo a nivel individual sino en la relación de noviazgo; desarrollar el entrenamiento en

habilidades de autorregulación emocional y resolución de problemas que favorezca un manejo

adecuado de la ira o la agresividad verbal en situaciones de conflicto dentro de la relación

sentimental; entrenamiento en el control de impulsos; así como intervenir sobre el manejo de

sintomatología ansiosa (como identificarla y autorregularla) atendiendo especialmente a la

sintomatología somática y el sintomatología obsesivo-compulsiva.

Con respecto a las variables del contexto familiar, nuestros resultados reflejan la importancia

de incluir a la familia en los programas de prevención, sobre todo interviniendo en identificar

violencia psicológica dentro del contexto familiar y concienciándoles de ello, así como dotando de

herramientas de comunicación y resolución de conflictos, no sólo a los adolescentes sino también a

sus padres. En este aspecto, consideramos que sería interesante diseñar algunas sesiones de los

programas de prevención dirigidas expresamente al trabajo con la familia.

Desde el contexto académico, nuestros resultados sugieren que es clave desarrollar medidas

que combatan el absentismo escolar y así como actividades que favorezcan que los adolescentes se

sientan integrados en el centro educativo. Además establecer normas claras en el centro que

rechacen la violencia parece un factor de gran relevancia para prevenir la perpetración de la violencia

psicológica, por lo que, como han desarrollado otros programas, podría ser útil implementar

campañas de concienciación de la violencia en el noviazgo con cartelería por el centro que fomenten

que tanto víctimas como testigos denuncien cualquier situación de violencia, incluso estableciendo

un espacio específico en el centro educativo al que puedan acudir a pedir ayuda si se ven inmersos

en un noviazgo violento.

Algunos programas han actuado entrenando a líderes estudiantiles influyentes para que

intervengan en caso de ser testigos de violencia, fomentando así no solo una red de apoyo entre

iguales sino la no aceptación de comportamientos violentos en las relaciones sentimentales. Este


CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 285

tipo de medidas sería importante llevarlas a cabo para intervenir así sobre las variables del grupo de

iguales que han mostrado mayor capacidad explicativa en nuestro estudio para la perpetración de la

violencia psicológica, ya que fomentar el rechazo a la violencia en las relaciones de pareja de los

iguales podría favorecer que los adolescentes tendiesen a relacionarse menos con parejas violentas y

a no aceptarlas.

3. LIMITACIONES Y LÍNEAS FUTURAS DE INVESTIGACIÓN

Los estudios llevados a cabo en la presente tesis doctoral no están exentos de limitaciones,

las cuales señalamos a continuación junto con indicaciones para las investigaciones futuras.

Concretamente haremos referencia a los siguientes aspectos: 1) diseño de la investigación, 2)

representatividad de las muestras empleadas, 3) variables de estudio e 4) instrumentos de medida.

1) Diseño de la investigación

Al tratarse de un estudio de corte transversal no podemos establecer relaciones causales,

siendo necesarios estudios longitudinales para determinar la direccionalidad de las asociaciones

encontradas. Así, algunas de las variables estudiadas en la presente tesis doctoral (p.ej. una baja

autoestima, la sintomatología clínica, el absentismo escolar, relacionarse con iguales que mantienen

noviazgos violentos, el consumo de drogas, etc.), pueden ser tanto causa como consecuencia de la

violencia en la relación de noviazgo, por lo que se hace necesario llevar a cabo estudios

longitudinales que ayuden a dilucidar las relaciones temporales de estas variables.

2) Representatividad de las muestras empleadas

Por un lado, los participantes de los diferentes estudios realizados estaban escolarizados en

centros de enseñanza de la Comunidad de Madrid que fueron seleccionados por su disponibilidad e


CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 286

interés para participar en nuestra investigación, por lo que no hubo una selección aleatoria de los

centros. Este hecho podría afectar a la validez externa de los estudios, es decir, al grado en el que los

resultados obtenidos pueden generalizarse a toda población de adolescentes. Nuestra muestra

estuvo formada en su amplia mayoría por centros de enseñanza públicos, salvo uno de carácter

concertado, ya que todos los centros privados con los que contactamos declinaron nuestra invitación

a participar en la investigación. Este aspecto también mostraría limitaciones a la hora de generalizar

los resultados a adolescentes escolarizados en centros privados. Además, nuestros datos tampoco

podrían ser generalizables a otras muestras de adolescentes, como aquellos que han abandonado los

estudios, a pesar de ser un perfil con más riesgo para cometer conductas problemáticas, tales como

comportamientos violentos y/o delictivos. No obstante, en nuestra muestra de estudio si que estuvo

formada por adolescentes con necesidades especiales que cursaban Programas de Cualificación

Profesional Inicial (PCPI). De cara a investigaciones futuras sería importante lograr la participación en

los estudios de centros escolares públicos, concertados y privados, y acceder a población adolescente

que haya abandonado los estudios.

No obstante, frente a las limitaciones que afectan a la validez externa de los trabajos

empíricos que hemos realizado, cabe destacar que en nuestros estudios se emplearon muestras de

un tamaño grande. Además, el muestreo incidental es frecuente en investigaciones con población

escolarizada en centros educativos, debido a las propias circunstancias de la dinámica diaria de los

centros que marcan la accesibilidad a los mismos.

3) Variables de estudio

Para el cálculo de las tasas de prevalencia se dicotomizaron las variables de perpetración de

violencia psicológica (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia), codificando como

“no agresor” aquellos casos que habían contestado a todos los ítems con 1 (“nunca”), señalando que

nunca habían perpetrado esos comportamientos en sus relaciones de noviazgo, y como “agresores” a
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 287

aquellos que habían respondido al menos a un ítem de la escala correspondiente con 2 (“rara vez”),

3 (“algunas veces”), 4 (“a menudo”) o 5 (“muy a menudo”). Se llevó a cabo este criterio de

dicotomización por ser uno de lo más utilizados en el campo de la violencia en las relaciones de

pareja, con el fin de poder facilitar así la comparación de nuestros resultados con los obtenidos por

otros estudios previos. No obstante, a la hora de interpretar los resultados y sacar conclusiones

sobre las tasas de prevalencia es importante tener en cuenta este criterio de dicotomización, ya que

los porcentajes de perpetración de la violencia psicológica obtenidos en nuestro estudio no hacen

referencia únicamente a adolescentes que perpetran de forma frecuente agresiones psicológicas

contra su pareja sentimental, sino que incluyen a aquellos que han agredido en una sola ocasión a su

pareja realizando alguno de los comportamientos agresivos que recogen las escalas para cada tipo de

violencia psicológica. Así, la forma de dicotomizar las variables de perpetración de violencia

psicológica no nos permite discriminar entre agresores frecuentes o agresores puntuales, por lo que

en futuras investigaciones sería importante considerar esta limitación para explorar las tasas de

perpetración de la violencia psicológica determinando qué porcentaje de adolescentes recurre con

frecuencia al uso de la violencia psicológica en sus relaciones de noviazgo frente a aquellos que han

cometido agresiones muy puntuales y no como un patrón de comportamiento más estable.

4) Instrumentos de medida

En nuestras investigaciones se emplearon escalas de evaluación que habían sido validadas

previamente en muestras de adolescentes españoles (véase Capitulo 5), a excepción de algunas

escalas que se desarrollaron de forma específica para nuestros estudios (p.ej., las escalas relativas a

evaluar el consumo de sustancias, la calidad de las relaciones familiares, las características del grupo

de iguales, del contexto escolar y las relativas a la relación de pareja). En términos generales los

instrumentos empleados en nuestros trabajos empíricos mostraron índices de consistencia interna

similares a los de las versiones previamente validadas en población adolescente española. Sin

embargo, en la subescala de empatía de la Escala de evaluación de la impulsividad, afán de aventura


CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 288

y empatía (IVE-J; validada en adolescentes españoles por Martorell y Silva, 1993), el índice de

consistencia interna obtenido fue inferior al obtenido por la validación previa, mostrando en nuestro

estudio una consistencia interna pobre, lo cual nos obliga a tomar con cautela los resultados

referidos a esta escala.

Otro aspecto que destaca es el empleo en nuestros trabajos de medidas de autoinforme,

debido a la facilidad que ofrecen para acceder a muestras de estudio de gran tamaño como la

nuestra. No obstante, y a pesar de ser una de las técnicas de evaluación más empleadas en la

investigación en el campo de la violencia en las relaciones de pareja, presenta importantes

limitaciones como la ausencia de información sobre aspectos importantes del episodio violento (tales

como el contexto en el que se produce la agresión o la interpretación del episodio). Además, las

respuestas de los participantes podrían estar sesgadas por la deseabilidad social. Para futuras

investigaciones sería interesante combinar metodologías cuantitativas y cualitativas que permitieran

el acceso a muestras amplias y representativas de adolescentes (los cuales podrían ser evaluados

mediante medidas de autoinforme), junto con la evaluación de una submuestra aleatoria de los

mismos (por ejemplo, un número reducido de clases seleccionadas al azar del total de las clases

evaluadas) empleando otros métodos de evaluación (por ejemplo, entrevistas).

4. CONCLUSIÓN FINAL

En conclusión, la violencia psicológica presente en las relaciones de noviazgo de los

adolescentes españoles muestra altas tasas de perpetración que ponen de manifiesto la magnitud de

la problemática. Además, contamos con un cuerpo de evidencia científica que señala que la violencia

psicológica en las relaciones de noviazgo presente en la adolescencia temprana se incrementa en la

adolescencia tardía, mostrando una tendencia lineal positiva. Por otra parte, las relaciones de

noviazgo violentas que se establecen en la adolescencia pueden ser la antesala para desarrollar un

patrón relacional agresivo que se perpetúe en las posteriores relaciones románticas. Así, todo ello
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 289

parece confirmar la gran necesidad de desarrollar medidas de prevención específicas para la

perpetración de la violencia psicológica que se implanten en población adolescente.

Los estudios realizados en la presente tesis doctoral permiten conocer la existencia de

numerosos factores de riesgo y de protección para la perpetración de la violencia psicológica

presentes tanto en las características individuales de los adolescentes como en sus principales

contextos de socialización (relación de pareja, familia, centro educativo y grupo de iguales). Así, la

principal aportación clínica de la presente tesis doctoral es desarrollar programas de prevención

específicos para la población adolescente que actúen sobre los factores de riesgo y de protección

que han mostrado tener mayor poder explicativo en la perpetración de la violencia psicológica,

diseñando por tanto intervenciones que no se centren únicamente en las variables individuales del

adolescente, sino que intervengan también en la pareja, la familia, la escuela y el grupo de iguales,

destacando la gran capacidad explicativa que han mostrado las variables relativas a la relación de

pareja en nuestro estudio.


REFERENCIAS 290

REFERENCIAS

Abbey, A. (2014). Responsible integration of biological and psychosocial models: Comments on


"genetic associations with intimate partner violence in a sample of hazardous drinking men
in batterer intervention programs". Violence Against Women, 20(4), 401-405.
https://doi.org/10.1177/1077801214528583
Abbey, A., Zawacki, T., y McAuslan, M. (2000). Alcohol's effects on sexual perception. Journal of
studies on alcohol, 61(5), 688-697. https://doi.org/10.15288/jsa.2000.61.688
Ackard, D. M., y Neumark-Sztainer, D. (2002). Date violence and date rape among adolescents:
Associations with disordered eating behaviors and psychological health. Child Abuse &
Neglect, 26(5), 455-473. https://doi.org/10.1016/S0145-2134(02)00322-8
Ackard, D. M., Neumark-Sztainer, D., y Hannan, P. (2003). Dating violence among a nationally
representative sample of adolescent girls and boys: Associations with behavioral and mental
health. The Journal of Gender-Specific Medicine: JGSM: The Official Journal of the Partnership
for Women's Health at Columbia, 6(3), 39-48.
Adams, H. L., y Williams, L. R. (2014). “It’s not just you two”: A grounded theory of peer-influenced
jealousy as a pathway to dating violence among acculturating Mexican American
adolescents. Psychology of Violence, 4(3), 294-308. https://doi.org/10.1037/a0034294
Ahonen, L., y Loeber, R. (2016). Dating violence in teenage girls: parental emotion regulation and
racial differences. Criminal behaviour and mental health, 26(4), 240-250.
https://doi.org/10.1002/cbm.2011
Akers, R. L. (2011). Social learning and social structure: A general theory of crime and deviance.
Transaction Publishers.
Alcázar, A. I. R., y Rodríguez, J. O. (2010). El trastorno obsesivo-compulsivo en niños y adolescentes.
Ediciones Pirámide.
Alcázar, M. A., Verdejo, A., Bouso, J. C., Revuelta, R., y Ramírez, E (2017). Los patrones de
personalidad predicen el riesgo de la conducta antisocial en adolescentes hispanohablantes.
Actas Esp Psiquiatr, 45(3), 89-97.
Alencar-Rodrigues, R., y Cantera, L. (2012). Violencia de género en la pareja: Una revisión
teórica. Psico, 41(1), 116-126.
Alexander, P. C., Moore, S., y Alexander III, E. R. (1991). What is transmitted in the intergenerational
transmission of violence? Journal of Marriage and the Family, 53(3), 657-667.
https://doi.org/10.2307/352741
Ali, P. A., y Naylor, P. B. (2013). Intimate partner violence: A narrative review of the feminist, social
and ecological explanations for its causation. Aggression and Violent Behavior, 18(6), 611-
619. https://doi.org/10.1016/j.avb.2013.07.009
Ali, B., Swahn, M., y Hamburger, M. (2011). Attitudes affecting physical dating violence perpetration
and victimization: Findings from adolescents in a high-risk urban community. Violence and
Victims, 26(5), 669–683. https://doi/10.1891/0886-6708.26.5.669
Allen, J. P., Hauser, S. T., Eickholt, C., Bell, K. L., y O'Connor, T. G. (1994). Autonomy and relatedness
in family interactions as predictors of expressions of negative adolescent affect. Journal of
Research on adolescence, 4(4), 535-552.
Alleyne-Green, B., Coleman-Cowger, V. H., y Henry, D. B. (2012). Dating violence perpetration and/or
victimization and associated sexual risk behaviors among a sample of inner-city African
REFERENCIAS 291

American and Hispanic adolescent females. Journal of interpersonal violence, 27(8), 1457-
1473. https://doi.org/10.1177/0886260511425788
Almendros, C., Gámez-Guadix, M., Carrobles, J. A., Rodríguez-Carballeira, A., y Porrúa, C. (2009).
Intimate partner psychological abuse: Concept, measurement, and recent contributions.
Behavioral Psychology/Psicología Conductual, 17(3), 433- 451.
Alonso‐Arbiol, I., Balluerka, N., y Shaver, P. R. (2007). A Spanish version of the Experiences in Close
Relationships (ECR) adult attachment questionnaire. Personal Relationships, 14(1), 45-63.
https://doi.org/10.1111/j.1475-6811.2006.00141.x
Álvarez-Cienfuegos, A., y Egea, F. (2003). Aspectos psicológicos de la violencia en la
adolescencia. Aspectos psicosociales de la violencia juvenil. 62.
Amanor-Boadu, Y., Stith, S. M., Miller, M. S., Cook, J., Allen, L., y Gorzek, M. (2011). Impact of dating
violence on male and female college students. Partner Abuse, 2(3), 323-343.
https://doi.org/10.1891/1946-6560.2.3.323
Amar, A. F., y Gennaro, S. (2005). Dating violence in college women: Associated physical injury,
healthcare usage, and mental health symptoms. Nursing Research, 54(4), 235-242.
An, J. H., Moon, C. S., Lee-Tauler, S. Y., Jeon, H. J., Cho, S. J., Sung, S. J., y Hong, J. P. (2019).
Prevalence of intimate partner violence victimization and its association with mental
disorders in the Korean general population. Archives of women's mental health, 22(6), 751-
758. https://doi.org/10.1007/s00737-019-00997-x
Anderson, K. L. (2002). Perpetrator or victim? relationships between intimate partner violence and
well‐being. Journal of Marriage and Family, 64(4), 851-863. https://doi.org/10.1111/j.1741-
3737.2002.00851.x
Anderson, K. M., y Danis, F. S. (2007). Collegiate sororities and dating violence: An exploratory study
of informal and formal helping strategies. Violence Against Women, 13(1), 87-100.
https://doi.org/10.1177/1077801206294808
Andrews, J. A., Foster, S. L., Capaldi, D., y Hops, H. (2000). Adolescent and family predictors of
physical aggression, communication, and satisfaction in young adult couples: a prospective
analysis. Journal of consulting and clinical psychology, 68(2), 195-208.
Andreu Rodríguez, J. M., Peña, M. E., y Graña, J. L. (2002). Adaptación psicométrica de la versión
española del Cuestionario de Agresión. Psicothema, 14(2), 476-482.
Antai, D. (2011). Controlling behavior, power relations within intimate relationships and intimate
partner physical and sexual violence against women in Nigeria. BMC public health, 11(1),
511-522. https://doi.org/10.1186/1471-2458-11-511
Antônio, T., y Hokoda, A. (2009). Gender variations in dating violence and positive conflict resolution
among Mexican adolescents. Violence Victims, 24(4), 533–545.
https://doi.org/10.1891/0886-6708.24.4.533
Archer, J. (2000). Sex differences in aggression between heterosexual partners: a meta-analytic
review. Psychological bulletin, 126(5), 651-680. https://doi.org/10.1037/00332909.126.5.651
Archer, J., Fernández‐Fuertes, A. A., y Thanzami, V. L. (2010). Does cost–benefit analysis or self‐
control predict involvement in two forms of aggression? Aggressive Behavior, 36(5), 292-304.
https://doi.org/10.1002/ab.20358
Arnett, J. J. (2008). Adolescencia y adultez emergente: Un enfoque cultural. Pearson Education.
Arriaga, X. B. (2002). Joking violence among highly committed individuals. Journal of Interpersonal
Violence, 17(6), 591-610. https://doi.org/10.1177/0886260502017006001
REFERENCIAS 292

Arriaga, X. B., y Foshee, V. A. (2004). Adolescent dating violence: Do adolescents follow in their
friends’, or their parents’, footsteps? Journal of interpersonal violence, 19(2), 162-184.
https://doi.org/10.1177/0886260503260247
Asher, S.R., y McDonald, K.L. (2009). The behavioral basis of acceptance, rejection, and perceived
popularity. En K. H. Rubin, W. M. Bukowski, y B. Laursen (Eds.). Handbook ofpeer
interactions, relationships, and groups (pp. 232-248). Guilford.
Ashford, J., y LeCroy, C. (2010). Human behavior in the social environment: A multidimensional
perspective. Nelson Education.
Baker, C. K. (2016). Dating violence and substance use: Exploring the context of adolescent
relationships. Journal of interpersonal violence, 31(5), 900-919.
https://doi.org/10.1177/0886260514556768
Baker, C. R., y Stith, S. M. (2008). Factors predicting dating violence perpetration among male and
female college students. Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 17(2), 227-244.
https://doi.org/10.1080/10926770802344836
Bandura, A. (1973). Aggression: A social learning analysis. Prentice-Hall.
Bandura, A. (1977). Social learning theory. Prentice-Hall.
Banyard, V. L., y Cross, C. (2008). Consequences of teen dating violence: Understanding intervening
variables in ecological context. Violence Against Women, 14(9), 998-1013.
https://doi.org/10.1177/1077801208322058
Barnes, J., TenEyck, M., Boutwell, B. B., y Beaver, K. M. (2013). Indicators of domestic/intimate
partner violence are structured by genetic and nonshared environmental influences. Journal
of Psychiatric Research, 47(3), 371-376. https://doi.org/10.1016/j.jpsychires.2012.10.016
Basile, K. C., Hamburger, M. E., Swahn, M. H., y Choi, C. (2013). Sexual violence perpetration by
adolescents in dating versus same-sex peer relationships: differences in associated risk and
protective factors. Western journal of emergency medicine, 14(4), 329-340.
https://doi.org/10.5811/westjem.2013.3.15684
Bayón, M. T. C. (2006). Intervención cognitiva en un caso de celotipia/cognitive intervention on
jealousy. Acción psicológica, 4(1), 71. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=344030757007
Bearman, P. S., y Moody, J. (2004). Suicide and friendships among American adolescents. American
journal of public health, 94(1), 89-95. https://doi.org/10.2105/AJPH.94.1.89
Beck, A. T. (1979). Cognitive therapy and the emotional disorders. New American Library.
Bell, K. M., y Naugle, A. E. (2007). Effects of social desirability on students' self-reporting of partner
abuse perpetration and victimization. Violence and Victims, 22(2), 243-256.
https://doi.org/10.1891/088667007780477348
Bell, K. M., y Naugle, A. E. (2008). Intimate partner violence theoretical considerations: Moving
towards a contextual framework. Clinical psychology review, 28(7), 1096-1107.
https://doi.org/10.1016/j.cpr.2008.03.003
Benavides, J. (2016). Violencia en el noviazgo: Diferencias de Género. Informes Psicológicos, 16(2),
27-36. http://dx.doi.org/10.18566/infpsicv16n2a02
Berry, J. W. (1998). Acculturation and health: Theory and research. En S. S. Kazarian, y D. R. Evans
(Eds.). Cultural clinical psychology: Theory, research, and practice (pp. 39–57). Oxford
University Press.
Betancourt, D., y García, S. R. (2015). La impulsividad y la búsqueda de sensaciones como predictores
de la conducta antisocial en adolescentes. Enseñanza e Investigación en Psicología, 20(3),
309-315. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=29242800008
REFERENCIAS 293

Black, B. M., Chido, L. M., Preble, K. M., Weisz, A. N., Yoon, J. S., Delaney-Black, V., Kernsmith, P., y
Lewandowski, L. (2015). Violence exposure and teen dating violence among African American
youth. Journal of interpersonal violence, 30(12), 2174-2195.
https://doi.org/10.1177/0886260514552271
Blakemore, S. J. (2008). The social brain in adolescence. Nature Reviews Neuroscience, 9(4), 267-277.
https://doi.org/10.1038/nrn2353
Blázquez, M., Moreno, J. M., y García-Baamonde, M. E. (2009). Estudio del maltrato psicológico, en
las relaciones de pareja, en jóvenes universitarios. Electronic Journal of Research in
Educational Psychology, 7(18), 691-714.
Boivin, S., Lavoie, F., Hébert, M., y Gagné, M. H. (2012). Past victimizations and dating violence
perpetration in adolescence: The mediating role of emotional distress and hostility. Journal
of Interpersonal Violence, 27(4), 662-684. https://doi.org/10.1177/0886260511423245
Bonilla-Algovia, E. y Rivas-Rivero, E. (2019). Violencia en el noviazgo en estudiantes colombianos:
relación con la violencia de género en el entorno. Interacciones, 5(3), e197.
https://doi.org.10.24016/2019.v5n3.197
Bonilla-Algovia, E., y Rivas-Rivero, E. (2020). Relación entre el maltrato infantil y la violencia en el
noviazgo en jóvenes colombianos. Psicología desde el Caribe, 37(2), 88-116.
Bolívar-Suárez, Y., Rey-Anacona, C. A., y Martínez-Gómez, J. A. (2017). Funcionalidad familiar,
número de relaciones y maltrato en el noviazgo en estudiantes de secundaria. Psicología
desde el Caribe, 34(1), 91-100. http://dx.doi.org/10.14482/psdc.33.2.7290
Bookwala, J., Frieze, I. H., Smith, C., y Ryan, K. (1992). Predictors of dating violence: A multivariate
analysis. Violence and victims, 7(4), 297-311. https://doi.org/10.1891/0886-6708.7.4.297
Bowlby, J. (1969). Attachment and loss: Attachment (vol. 1). Basic Books.
Bowlby, J. (1973). Attachment and loss: Separation: Anxiety and anger (vol. 2). Basic Books.
Bowlby, J. (1980). Attachment and loss: Loss, sadness and depression (vol. 3). Basic Books.
Breet, E., Seedat, S., y Kagee, A. (2019). Posttraumatic stress disorder and depression in men and
women who perpetrate intimate partner violence. Journal of interpersonal violence, 34(10),
2181-2198. https://doi.org/10.1177/0886260516660297
Breiding, M. J., Basile, K. C., Smith, S. G., Black, M. C., y Mahendra, R. R. (2015). Intimate partner
violence surveillance: Uniform definitions and recommended data elements, version 2.0.
National Center for Injury Prevention and Control, Centers for Disease Control and
Prevention.
Brennan, K. A., Clark, C. L., y Shaver, P. R. (1998). Self-report measure- ment of adult attachment: An
integrative overview. En J. A. Simpson y W. S. Rholes (Eds.). Attachment theory and close
relationships (pp. 46–76). Guilford Press.
Brody, G. H. (2004). Siblings' direct and indirect contributions to child development. Current
directions in psychological science, 13(3), 124-126. https://doi.org/10.1111/j.0963-
7214.2004.00289.x
Bronfenbrenner, U. (1979). The ecology of human development. Harvard University Press.
Brown, S. L., y Bulanda, J. R. (2008). Relationship violence in young adulthood: A comparison of
daters, cohabitors, and marrieds. Social Science Research, 37(1), 73-87.
https://doi.org/10.1016/j.ssresearch.2007.06.002
Buhrmester, D., Furman, W., Wittenberg, M. T., y Reis, H. T. (1988). Five domains of interpersonal
competence in peer relationships. Journal of Personality and Social Psychology, 55(6), 991–
1008. https://doi.org/10.1037/0022-3514.55.6.991
REFERENCIAS 294

Buss, A.H. y Perry, M.P. (1992). The aggression questionnaire. Journal of Personality and Social
Psychology, 63(3), 452-459.
Cáceres, A., y Cáceres, J. (2006). Violencia en relaciones íntimas en dos etapas
evolutivas. International Journal of Clinical and Health Psychology, 6(2), 271-284.
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33760204
Cacho, J. C. (2010). Perceived popularity, relational aggression, and victimization among middle
school children. (Tesis doctoral). Alliant International University, San Diego.
Callahan, M. R., Tolman, R. M., y Suanders, D. G. (2003). Adolescent dating violence victimization and
psychological well-being. Journal of Adolescent Research, 18(6), 664-681.
https://doi.org/10.1177/0743558403254784
Calvete, E., Fernández-González, L., Orue, I., y Little, T. D. (2018). Exposure to family violence and
dating violence perpetration in adolescents: Potential cognitive and emotional
mechanisms. Psychology of Violence, 8(1), 67-75. https://doi.org/10.1037/vio0000076
Calvete, E., Guadix, M. G., y Orue, I. (2010). El Inventario de Dimensiones de Disciplina (DDI), Versión
niños y adolescentes: Estudio de las prácticas de disciplina parental desde una perspectiva de
género. Anales de Psicología/Annals of Psychology, 26(2), 410-418.
Cano, A., Avery-Leaf, S., Cascardi, M., y O'Leary, K. D. (1998). Dating violence in two high school
samples: Discriminating variables. The Journal of Primary Prevention, 18(4), 431-446.
https://doi.org/10.1023/A:1022653609263
Capaldi, D. M., y Kim, H. K. (2007). Typological approaches to violence in couples: A critique and
alternative conceptual approach. Clinical psychology review, 27(3), 253-265.
https://doi.org/10.1016/j.cpr.2006.09.001
Capaldi D, Kim H.K., y Pears K. (2009). The association of partner violence to child maltreatment: A
common conceptual framework. En D.K. Whitaker, y J. Lutzker (Eds.). Preventing Partner
Violence: Research and Evidence-based Intervention Strategies (pp. 93-111). American
Psychological Association. https://doi.org/10.1037/11873-005
Capaldi, D. M., Kim, H. K., y Shortt, J. W. (2007). Observed initiation and reciprocity of physical
aggression in young, at-risk couples. Journal of Family Violence, 22(2), 101-111.
https://doi.org/10.1007/s10896-007-9067-1
Capaldi, D. M., Shortt, J. W., y Kim, H. K. (2005). A life span developmental systems perspective on
aggression toward a partner. En W. Pinsof, y J.L. Lebow (Eds.). Family psychology: The art of
the science. (pp. 141-167). Oxford University Press.
Carcedo, R. J., Perlman, D. y Guijo, V. (2011). El lado oscuro de las relaciones de pareja: La violencia
de pareja en adolescentes y jóvenes. En R.J. Carcedo y V. Guijo (Eds.). Violencia en las parejas
adolescentes y jóvenes: Como entenderla y prevenirla. (pp. 21-30). Amarú.
Carmo, R., Grams, A., y Magalhaes, T. (2011). Men as victims of intimate partner violence. Journal of
Forensic and Legal Medicine, 18(8), 355-359. https://doi.org/10.1016/j.jflm.2011.07.006
Carr, J. L., y VanDeusen, K. M. (2002). The relationship between family of origin violence and dating
violence in college men. Journal of Interpersonal Violence, 17(6), 630-646.
https://doi.org/10.1177/0886260502017006003
Cascardi, M., y Avery-Leaf, S. (2015). Gender differences in dating aggression and victimization
among low-income, urban middle school students. Partner abuse, 6(4), 1-21.
https://doi.org/10.1891/1946-6560.6.4.383
REFERENCIAS 295

Cascardi, M., Avery-Leaf, S., O'Leary, K. D., y Slep, A. M. S. (1999). Factor structure and convergent
validity of the conflict tactics scale in high school students. Psychological Assessment, 11(4),
546-555. https://doi.org/10.1037/1040-3590.11.4.546
Casey, E. A., y Beadnell, B. (2010). The structure of male adolescent peer networks and risk for
intimate partner violence perpetration: Findings from a national sample. Journal of youth
and adolescence, 39(6), 620-633. https://doi.org/10.1007/s10964-009-9423-y
Caspi, A., McClay, J., Moffitt, T. E., Mill, J., Martin, J., Craig, I. W., Taylor, A., y Poulton, R. (2002). Role
of genotype in the cycle of violence in maltreated children. Science, 297, 851-854.
https://doi.org/10.1126/science.1072290
Catalano, S. M. (2006). Intimate partner violence in the United States. Department of Justice, Office
of Justice programs, Bureau of Justice Statistics.
Catalano, R. F., y Hawkins, J. D. (1996). The social development model: A theory of antisocial
behavior. En J.D. Hawkins (Ed), Delinquency and crime: Current theories (pp. 149-197).
Cambridge University Press.
Catallozzi, M., Simon, P. J., Davidson, L. L., Breitbart, V., y Rickert, V. I. (2011). Understanding control
in adolescent and young adult relationships. Archives of Pediatrics & Adolescent
Medicine, 165(4), 313-319. https://doi.org/10.1001/archpediatrics.2011.32
Clark, M. L., y Ayers, M. (1988). The role of reciprocity and proximity in junior high school
friendships. Journal of Youth and Adolescence, 17(5), 403-411.
https://doi.org/10.1007/BF01537882
Cea, M.A. (2002). Análisis multivariable. Teoría y práctica en la investigación social. Síntesis.
Centers for Disease Control and Prevention (CDC, 2016). Understanding teen dating violence.
https://www.cdc.gov/violenceprevention/pdf/teen-dating-violence-factsheet-a.pdf
Chang, L. Y., Foshee, V. A., Reyes, H. L. M., Ennett, S. T., y Halpern, C. T. (2014). Direct and indirect
effects of neighborhood characteristics on the perpetration of dating violence across
adolescence. Journal of youth and adolescence, 44(3), 727-744.
https://doi.org/10.1007/s10964-014-0190-z
Chase, K. A., Treboux, D., y O'Leary, K. D. (2002). Characteristics of high-risk adolescents' dating
violence. Journal of Interpersonal Violence, 17(1), 33-49.
https://doi.org/10.1177/0886260502017001003
Chapin, J. R., Strimel, L., y Coleman, G. (2014). It won’t happen to me: Addressing adolescents’ risk
perception of dating violence. International Journal of Violence and Schools, 14, 44-54.
Chen, H., Cohen, P., Kasen, S., Johnson, J. G., Ehrensaft, M., y Gordon, K. (2006). Predicting conflict
within romantic relationships during the transition to adulthood. Personal
Relationships, 13(4), 411-427. https://doi.org/10.1111/j.1475-6811.2006.00127.x
Chiodo, D., Crooks, C. V., Wolfe, D. A., McIsaac, C., Hughes, R., y Jaffe, P. G. (2012). Longitudinal
prediction and concurrent functioning of adolescent girls demonstrating various profiles of
dating violence and victimization. Prevention Science, 13(4), 350-359.
https://doi.org/10.1007/s11121-011-0236-3
Choi, Y., Harachi, T. W., Gillmore, M. R., y Catalano, R. F. (2005). Applicability of the social
development model to urban ethnic minority youth: Examining the relationship between
external constraints, family socialization, and problem behaviors. Journal of Research on
Adolescence, 15(4), 505-534. https://doi.org/10.1111/j.1532-7795.2005.00109.x
REFERENCIAS 296

Choi, H. J., y Temple, J. R. (2016). Do gender and exposure to interparental violence moderate the
stability of teen dating violence?: Latent transition analysis. Prevention science, 17(3), 367-
376. https://doi.org/10.1007/s11121-015-0621-4
Choi, H. J., Weston, R., y Temple, J. R. (2017). A three-step latent class analysis to identify how
different patterns of teen dating violence and psychosocial factors influence mental
health. Journal of youth and adolescence, 46(4), 854-866. https://doi.org/10.1007/s10964-
016-0570-7
Cillessen, A. H., y Borch, C. (2006). Developmental trajectories of adolescent popularity: A growth
curve modelling analysis. Journal of Adolescence, 29(6), 935-959.
https://doi.org/10.1016/j.adolescence.2006.05.005
Cillessen, A. H., y Mayeux, L. (2004). From censure to reinforcement: Developmental changes in the
association between aggression and social status. Child development, 75(1), 147-163.
https://doi.org/10.1111/j.1467-8624.2004.00660.x
Clanton, G., y Smith, L. G. (1977). Self-inflicted pain of jealousy. Psychology Today, 10, 45-47.
Clarey, A., Hokoda, A., y Ulloa, E. C. (2010). Anger control and acceptance of violence as mediators in
the relationship between exposure to interparental conflict and dating violence perpetration
in mexican adolescents. Journal of Family Violence, 25(7), 619-625.
https://doi.org/10.1007/s10896-010-9315-7
Cleveland, H. H., Herrera, V. M., y Stuewig, J. (2003). Abusive males and abused females in
adolescent relationships: Risk factor similarity and dissimilarity and the role of relationship
seriousness. Journal of Family Violence, 18(6), 325-339.
https://doi.org/10.1023/A:1026297515314
Coker, A. L., Clear, E. R., Garcia, L. S., Asaolu, I. O., Cook-Craig, P. G., Brancato, C. J., Williams, C. M.,
Bush, H. M., y Fisher, B. S. (2014). Dating violence victimization and perpetration rates
among high school students. Violence Against Women, 20(10), 1220-1238.
https://doi.org/10.1177/1077801214551289
Coker, A. L., McKeown, R. E., Sanderson, M., Davis, K. E., Valois, R. F., y Huebner, E. S. (2000). Severe
dating violence and quality of life among South Carolina High School students. American
Journal of Preventive Medicine, 19(4), 220-227. https://doi.org/10.1016/S0749-
3797(00)00227-0
Colder, C. R., Chassin, L., Lee, M. R., y Villalta, I. K. (2010). Developmental perspectives: Affect and
adolescent substance use. In J. D. Kassel (Ed.), Substance abuse and emotion (p. 109–135).
American Psychological Association. https://doi.org/10.1037/12067-005
Coleman, F. L. (1997). Stalking behavior and the cycle of domestic violence. Journal of Interpersonal
Violence, 12(3), 420-432. https://doi.org/10.1177/088626097012003007
Coleman, J. C., y Hendry, L. (1990). The nature of adolescence. Taylor & Frances.
Coley, R. L. (2003). Daughter‐father relationships and adolescent psychosocial functioning in low‐
income African American families. Journal of Marriage and Family, 65(4), 867-
875.https://doi.org/10.1111/j.1741-3737.2003.00867.x
Collins, W. A. (2003). More than myth: The developmental significance of romantic relationships
during adolescence. Journal of Research on Adolescence, 13(1), 1-24.
https://doi.org/10.1111/1532-7795.1301001
Collins, W. A., Welsh, D. P., y Furman, W. (2009). Adolescent romantic relationships. Annual review of
psychology, 60, 631-652. https://doi.org/10.1146/annurev.psych.60.110707.163459
REFERENCIAS 297

Collin-Vézina, D., Hébert, M., Manseau, H., Blais, M., y Fernet, M. (2006). Self-concept and dating
violence in 220 adolescent girls in the child protective system. Child and Youth Care Forum,
35(4) 319-326. https://doi.org/10.1007/s10566-006-9019-6
Connolly, J., Friedlander, L., Pepler, D., Craig, W., y Laporte, L. (2010). The ecology of adolescent
dating aggression: Attitudes, relationships, media use, and socio-demographic risk
factors. Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 19(5), 469-491.
https://doi.org/10.1080/10926771.2010.495028
Connolly, J., Furman, W., y Konarski, R. (2000). The role of peers in the emergence of heterosexual
romantic relationships in adolescence. Child development, 71(5), 1395-1408.
https://doi.org/10.1111/1467-8624.00235
Connolly, J. A., y Goldberg, A. (1999). Romantic Relationship in Adolescence: The Role of Friends and
Peer in Their Emergence and Development”. En W. Furman, B. Bradford, y C. Feiring (Eds.).
The Development of Romantic Relationship in Adolescence (pp. 266-290). Cambridge
University.
Connolly, J., Josephson, W., Schnoll, J., Simkins-Strong, E., Pepler, D., MacPherson, A., Weiser, J.,
Moran, M., y Jiang, D. (2015). Evaluation of a youth-led program for preventing bullying,
sexual harassment, and dating aggression in middle schools. The Journal of Early
Adolescence, 35(3), 403-434. https://doi.org/10.1177/0272431614535090
Connolly, J. A., y McIsaac, C. (2009). Romantic relationships in adolescence. En R. M. Lerner y L.
Steinberg (Eds.). Handbook of adolescent psychology: Contextual influences on adolescent
development (p.104–151). John Wiley & Sons, InC.
https://doi.org/10.1002/9780470479193.adlpsy002005
Connolly, J., Nocentini, A., Menesini, E., Pepler, D., Craig, W., y Williams, T. S. (2010a). Adolescent
dating aggression in Canada and Italy: A cross-national comparison. International Journal of
Behavioral Development, 34(2), 98-105. https://doi.org/10.1177/0165025409360291
Contreras, P., Guzmán, M., Alfaro, C., Arraya, C., y Jiménez, P. (2011). Significados asociados a la
infidelidad en estudiantes universitarios con estilos de apego seguro e inseguro. Salud &
sociedad, 2(1), 10-30. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=439742465001
Cornelius, T. L., y Resseguie, N. (2007). Primary and secondary prevention programs for dating
violence: A review of the literature. Aggression and Violent Behavior, 12(3), 364-375.
https://doi.org/10.1016/j.avb.2006.09.006
Cornelius, T. L., Shorey, R. C., y Beebe, S. M. (2010). Self-reported communication variables and
dating violence: Using gottman's marital communication conceptualization. Journal of Family
Violence, 25(4), 439-448. https://doi.org/10.1007/s10896-010-9305-9
Courtain, A., y Glowacz, F. (2018). Exploration of dating violence and related attitudes among
adolescents and emerging adults. Journal of interpersonal violence, 1-24.
https://doi.org/10.1177/0886260518770185
Crowne, D. P., y Marlowe, D. (1960). A new scale of social desirability independent of
psychopathology. Journal of Consulting Psychology, 24(4), 349-354.
https://doi.org/10.1037/h0047358
Cuccì, G., O'Leary, K. D., Olivari, M. G., Bonanomi, A., y Confalonieri, E. (2019). Adolescent dating
violence perpetration, emotion dysregulation, and parenting styles. Journal of family
psychology, 33(1), 12-22.
REFERENCIAS 298

Dank, M., Lachman, P., Zweig, J. M., y Yahner, J. (2014). Dating violence experiences of lesbian, gay,
bisexual, and transgender youth. Journal of youth and adolescence, 43(5), 846-857.
https://doi.org/10.1007/s10964-013-9975-8
Dardis, C. M., Dixon, K. J., Edwards, K. M., y Turchik, J. A. (2014). An examination of the factors
related to dating violence perpetration among young men and women and associated
theoretical explanations: A review of the literature. Trauma, Violence & Abuse, 16(2), 136-
152. https://doi.org/10.1177/1524838013517559
Dardis, C. M., Edwards, K. M., Kelley, E. L., y Gidycz, C. A. (2013). Dating violence perpetration: The
predictive roles of maternally versus paternally perpetrated childhood abuse and subsequent
dating violence attitudes and behaviors. Journal of Aggression, Maltreatment &
Trauma, 22(1), 6-25. https://doi.org/10.1080/10926771.2013.743948
De la Peña, E. M., Ramos, E., Luzón, J. M., y Recio, P. (2011). Sexismo y violencia de género en la
juventud andaluza. Resultados y recomendaciones. Instituto Andaluz de la Mujer. Junta de
Andalucía.
De La Rue, L., Polanin, J. R., Espelage, D. L., y Pigott, T. D. (2017). A meta-analysis of school-based
interventions aimed to prevent or reduce violence in teen dating relationships. Review of
Educational Research, 87(1), 7-34. https://doi.org/10.3102/0034654316632061
Demissie, Z., Clayton, H. B., Vivolo-Kantor, A. M., y Estefan, L. F. (2018). Sexual teen dating violence
victimization: Associations with sexual risk behaviors among US high school
students. Violence and victims, 33(5), 964-980. https://doi.org/10.1891/0886-6708.VV-D-17-
00124
Desmarais, S. L., Reeves, K. A., Nicholls, T. L., Telford, R. P., y Fiebert, M. S. (2012). Prevalence of
physical violence in intimate relationships, Part 2: Rates of male and female
perpetration. Partner Abuse, 3(2), 170-198. https://doi.org/10.1891/1946-6560.3.2.170
Derogatis, L.R. (1975). Brief Symptom Inventory. Clinical Psychometric Research.
Derogatis, L.R. (1993). Brief Symptom Inventory: Administration, scoring and procedures manual (4ª
ed.). NCS, Pearson, Inc.
Derogatis, L.R., y Melisaratos, N. (1983). The Brief Symptom Inventory: An introductory report.
Psychological Medicine, 13(3), 595-605.
DeSteno, D., Valdesolo, P., y Bartlett, M. Y. (2006). Jealousy and the threatened self: Getting to the
heart of the green-eyed monster. Journal of Personality and Social Psychology, 91(4), 626-
641. https://doi.org/10.1037/0022-3514.91.4.626
DeWall, C. N., y Way, B. M. (2014). A new piece to understanding the intimate partner violence
puzzle: what role do genetics play? Violence against women, 20(4), 414-419.
https://doi.org/10.1177/1077801214528585
Díaz-Aguado, M. J. (2003). Adolescencia, sexismo y violencia de género. Papeles del psicólogo, 23(84),
35-44. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77808404
Díaz-Aguado, M. J. (2002). Prevenir la violencia contra las mujeres construyendo la
igualdad. Programa para educación secundaria. Instituto de la Mujer.
Díaz-Aguado, M. J. (2006). Sexismo, violencia de género y acoso escolar. Propuestas para una
prevención integral de la violencia. Revista de Estudios de Juventud, 73, 38-57.
Díaz-Aguado, M. J., y Carvajal, M. I. (2011). Igualdad y prevención de la violencia de género en la
adolescencia. Ministerio De Sanidad, Política Social e Igualdad.
REFERENCIAS 299

Díaz-Aguado, M. J., y Martínez-Arias, R. (2001). La construcción de la igualdad y la prevención de la


violencia contra la mujer desde la educación secundaria (Vol. 73). Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales, Instituto de la Mujer.
Díaz-Aguado, M. J., y Martínez-Arias, R. (2015). Types of adolescent male dating violence against
women, self-esteem, and justification of dominance and aggression. Journal of interpersonal
violence, 30(15), 2636-2658. https://doi.org/10.1177/0886260514553631
Dosil, M., Jaureguizar, J., Bernaras, E., y Sbicigo, J. B. (2020). Teen dating violence, sexism, and
resilience: a multivariate analysis. International journal of environmental research and public
health, 17(8), 2-18. https://doi.org/103390/ijerph17082652
Downey, G., y Feldman, S. I. (1996). Implications of rejection sensitivity for intimate
relationships. Journal of Personality and Social Psychology, 70(6), 1327–
1343. https://doi.org/10.1037/0022-3514.70.6.1327
Dunn, J., Slomkowski, C., Bcardsall, L., y Rende, R. (1994). Adjustment in middle childhood and early
adolescence: Links with earlier and contemporary sibling relationships. Journal of Child
Psychology and Psychiatry, 35(3), 491-504. https://doi.org/10.1111/j.1469-
7610.1994.tb01736.x
Duke, N. N., Pettingell, S. L., McMorris, B. J., y Borowsky, I. W. (2010). Adolescent violence
perpetration: associations with multiple types of adverse childhood experiences. Pediatrics,
125(4), 778-786. https://doi.org/10.1542/peds.2009-0597
DuPont-Reyes, M., Fry, D., Rickert, V., y Davidson, L. L. (2015). Adolescent relationship violence and
acculturation among NYC Latinos. Maternal and child health journal, 19(7), 1543-1552.
https://doi.org/10.1007/s10995-014-1659-9
Dutton, D. G. (1994). Behavioral and affective correlates of borderline personality organization in
wife assaulters. International Journal of Law and Psychiatry, 17(3), 265-277.
Dutton, D. G. (1985). An ecologically nested theory of male violence toward intimates. International
Journal of Women's Studies, 8(4), 404-413.
Dutton, D. G., Hamel, J., y Aaronson, J. (2010). The gender paradigm in family court processes: Re-
balancing the scales of justice from biased social science. Journal of Child Custody, 7(1), 1-31.
https://doi.org/10.1080/15379410903554816
Dutton, D. G., y Hemphill, K. J. (1992). Patterns of socially desirable responding among perpetrators
and victims of wife assault. Violence and Victims, 7(1), 29-39.
Dutton, D. G., y Strachan, C. E. (1987). Motivational needs for power and spouse-specific
assertiveness in assaultive and nonassaultive men. Violence and victims, 2(3), 145-156.
https://doi.org/10.1891/0886-6708.2.3.145
Eaton, D. K., Brener, N., y Kann, L. K. (2008). Associations of health risk behaviors with school
absenteeism. Does having permission for the absence make a difference? Journal of School
Health, 78(4), 223-229. https://doi.org/10.1111/j.1746-1561.2008.00290.x
Eaton, D. K., Davis, K. S., Barrios, L., Brener, N. D., y Noonan, R. K. (2007). Associations of dating
violence victimization with lifetime participation, co-occurrence, and early initiation of risk
behaviors among U.S. high school students. Journal of Interpersonal Violence, 22(5), 585-
602.https://doi.org/10.1177/0886260506298831
Earnest, A. A., y Brady, S. S. (2016). Dating violence victimization among high school students in
Minnesota: associations with family violence, unsafe schools, and resources for
support. Journal of interpersonal violence, 31(3), 383-406.
https://doi.org/10.1177/0886260514555863
REFERENCIAS 300

Echeburúa, E., y Fernández-Montalvo, J. (2013). Celos en la pareja, una emoción destructiva: un


enfoque clínico. Ariel.
Edwards, K. M., Dixon, K. J., Gidycz, C. A., y Desai, A. D. (2014). Family-of-origin violence and college
men’s reports of intimate partner violence perpetration in adolescence and young
adulthood: The role of maladaptive interpersonal patterns. Psychology of Men &
Masculinity, 15(2), 234-240. https://doi.org/10.1037/a0033031
Edwards, M. C., Green, C., y Perkins, U. E. (2006). Teen dating violence, ethnic identity and
depression in inner city African American youths and young adults. Journal of Knowledge and
Best Practice in Juvenile Justice and Psychology, 1(1), 41-50.
Elias-Lambert, N., Black, B. M., y Chigbu, K. U. (2014). Controlling behaviors in middle school youth’s
dating relationships: Reactions and help-seeking behaviors. The Journal of Early
Adolescence, 34(7), 841-865. https://doi.org/10.1177/0272431613510405
Ellickson, P. L., y McGuigan, K. A. (2000). Early predictors of adolescent violence. American journal of
public health, 90(4), 566-572.
Ellis, W. E., Chung-Hall, J., y Dumas, T. M. (2013). The role of peer group aggression in predicting
adolescent dating violence and relationship quality. Journal of Youth and Adolescence, 42(4),
487-499. https://doi.org/10.1007/s10964-012-9797-0
Eshelman L., y Levendosky A.A. (2012) Dating violence: Mental health consequences based on type of
abuse. Violence and Victims, 27(2), 215–228. https://doi.org/10.1891/0886-6708.27.2.215
Espelage, D. L., Green, H. D., y Wasserman, S. (2007). Statistical analysis of friendship patterns and
bullying behaviors among youth. New directions for child and adolescent development, 118,
61-75. https://doi.org/10.1002/cd.201
Espelage, D. L., Leemis, R. W., Niolon, P. H., Kearns, M., Basile, K. C., y Davis, J. P. (2019). Teen dating
violence perpetration: Protective factor trajectories from middle to high school among
adolescents. Journal of research on adolescence, 30(1), 170-188.
https://doi.org/10.1111/jora.12510
Espelage, D., y Low, S. M. (2013). Understanding and preventing adolescent bullying, sexual violence,
and dating violence. En E. M. Vera, (Ed.) Oxford Handbook of Prevention in Counseling
Psychology (pp. 163-183). Oxford University Press.
Exner-Cortens, D., Eckenrode, J., y Rothman, E. (2013). Longitudinal associations between teen dating
violence victimization and adverse health outcomes. Pediatrics, 131(1), 71-
78. https://doi.org/10.1542/peds.2012-1029
Exner-Cortens, D., Gill, L., y Eckenrode, J. (2016). Measurement of adolescent dating violence: A
comprehensive review (Part 1, behaviors). Aggression and Violent Behavior, 27(2016), 64-78.
https://doi.org/10.1016/j.avb.2016.02.007
Eysenck, S. B., Easting, G., y Pearson, P. R. (1984). Age norms for impulsiveness, venturesomeness
and empathy in children. Personality and individual differences, 5(3), 315-321.
https://doi.org/10.1016/0191-8869(84)90070-9
Faris, R., y Felmlee, D. (2011). Status struggles: Network centrality and gender segregation in same-
and cross-gender aggression. American Sociological Review, 76(1), 48-73.
https://doi.org/10.1177/0003122410396196
Fedina, L., Howard, D. E., Wang, M. Q., y Murray, K. (2016). Teen dating violence victimization,
perpetration, and sexual health correlates among urban, low-income, ethnic, and racial
minority youth. International Quarterly of Community Health Education, 37(1), 3-12.
https://doi.org/10.1177/0272684X16685249
REFERENCIAS 301

Feiring, C. (1999). Other-sex friendship networks and the development of romantic relationships in
adolescence. Journal of Youth and Adolescence, 28(4), 495-512.
https://doi.org/10.1023/A:1021621108890
Feiring, C., y Furman, W. C. (2000). When love is just a four-letter word: Victimization and romantic
relation- ships in adolescence. Child Maltreatment, 5, 293-298.
https://doi.org/10.1177/1077559500005004001
Fernández-Fuertes, A. A., y Fuertes, A. (2010). Physical and psychological aggression in dating
relationships of Spanish adolescents: Motives and consequences. Child Abuse &
Neglect, 34(3), 183-191. https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2010.01.002
Fernández-Fuertes, A. A., Fuertes, A., Fernández-Rouco, N., y Orgaz, B. (2019). Past aggressive
behavior, costs and benefits of aggression, romantic attachment, and teen dating violence
perpetration in Spain. Children and Youth Services Review, 100, 376-383.
https://doi.org/10.1016/j.childyouth.2019.03.020
Fernández-Fuertes, A. A., Orgaz, B., Fuertes, A., y Carcedo, R. (2011). La evaluación del apego
romántico en adolescentes españoles: Validación de la versión reducida del experiences in
close relationships-revised (ECR-R). Anales de Psicología, 27(3), 827-833.
Fernández-González, L., Calvete, E., y Orue, I. (2017). Adolescent dating violence stability and
mutuality: A 4-year longitudinal study. Journal of interpersonal violence, 35(9-10), 2012-2032.
https://doi.org/107.171/0778/8068826206501571766999953
Fernández-González, L., y Muñoz-Rivas, M. J. (2013). Evaluación de un programa de prevención de la
violencia en las relaciones de noviazgo: indicaciones tras un estudio piloto. Psicología
Conductual, 21(2), 229-247.
Fernández-González, L., O’Leary, K. D., y Muñoz-Rivas, M. J. (2013). Age-related changes in dating
aggression in spanish high school students. Journal of Interpersonal Violence, 29(6), 1132-
1152. https://doi.org/10.1177/0886260513506057
Fernández-González, L., O’Leary, K. D., y Muñoz-Rivas, M. J. (2012). We are not joking: Need for
controls in reports of dating violence. Journal of Interpersonal violence, 28(3), 602-620.
https://doi.org/10.1177/0886260512455518
Ferrando, P. J., y Chico, E. (2000). Adaptación y análisis psicométrico de la escala de deseabilidad
social de Marlowe y Crowne. Psicothema, 12(3), 383-389.
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=72712309
Ferrer, V., Bosch, E., Navarro, C., y Ferreiro, F. (2010). El mito romántico de los celos y su aceptación
en la sociedad española actual. Apuntes de Psicología, 28(3), 391-402.
Fiebert, M. S. (2010). References examining assaults by women on their spouses or male partners: An
annotated bibliography. Sexuality & culture, 14(1), 49-91. https://doi.org/10.1007/s12119-
009-9059-9
Finkel, E. J., DeWall, C. N., Slotter, E. B., McNulty, J. K., Pond Jr, R. S., y Atkins, D. C. (2012). Using I³
theory to clarify when dispositional aggressiveness predicts intimate partner violence
perpetration. Journal of personality and social psychology, 102(3), 533.
https://doi.org/10.1037/a0025651
Fitzpatrick, M. K., Salgado, D. M., Suvak, M. K., King, L. A., y King, D. W. (2004). Associations of
Gender and Gender-Role Ideology With Behavioral and Attitudinal Features of Intimate
Partner Aggression. Psychology of Men & Masculinity, 5(2), 91-102.
https://doi.org/10.1037/1524-9220.5.2.91
REFERENCIAS 302

Follingstad, D. R. (2007). Rethinking current approaches to psychological abuse: Conceptual and


methodological issues. Aggression and Violent Behavior, 12, 439-458.
https://doi.org/10.1016/j.avb.2006.07.004
Follingstad, D. R., Bradley, R. G., Laughlin, J. E., y Burke, L. (1999). Risk factors and correlates of dating
violence: The relevance of examining frequency and severity levels in a college
sample. Violence and Victims, 14(4), 365-380. https://doi.org/10.1891/0886-6708.14.4.365
Follingstad, D. R., Wright, S., Lloyd, S., y Sebastian, J. A. (1991). Sex differences in motivations and
effects in dating violence. Family Relations, 40(1), 51. https://doi.org/10.2307/585658
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (2011). Estado mundial de la infancia: La adolescencia
una época de oportunidades. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
https://www.unicef.org/spanish/sowc2011
Foshee, V. A. (1996). Gender differences in adolescent dating abuse prevalence, types and
injuries. Health education research, 11(3), 275-286. https://doi.org/10.1093/her/11.3.275-a
Foshee, V. A., Bauman, K. E., Arriaga, X. B., Helms, R. W., Koch, G. G., y Linder, G. F. (1998). An
evaluation of Safe Dates, an adolescent dating violence prevention program. American
journal of public health, 88(1), 45-50.
Foshee, V. A., Bauman, K. E., y Linder, G. F. (1999). Family violence and the perpetration of
adolescent dating violence: Examining social learning and social control processes. Journal of
Marriage and the Family, 61(2), 331-342. https://doi.org/10.2307/353752
Foshee, V. A., Benefield, T. S., Ennett, S. T., Bauman, K. E., y Suchindran, C. (2004). Longitudinal
predictors of serious physical and sexual dating violence victimization during
adolescence. Preventive medicine, 39(5), 1007-1016.
https://doi.org/10.1016/j.ypmed.2004.04.014
Foshee, V. A., Benefield, T. S., Reyes, M., Luz, H., Eastman, M., Vivolo‐Kantor, A. M., Basile, K. C.,
Ennett, S. T., y Faris, R. (2016). Examining explanations for the link between bullying
perpetration and physical dating violence perpetration: Do they vary by bullying
victimization? Aggressive Behavior, 42(1), 66-81. https://doi.org/10.1002/ab.21606
Foshee, V. A., Benefield, T., Suchindran, C., Ennett, S. T., Bauman, K. E., Karriker‐Jaffe, K. J., Reyes, H.
L. M., y Mathias, J. (2009). The development of four types of adolescent dating abuse and
selected demographic correlates. Journal of Research on Adolescence, 19(3), 380-400.
https://doi.org/10.1111/j.1532-7795.2009.00593.x
Foshee, V. A., Karriker-Jaffe, K. J., Reyes, H. L. M., Ennett, S. T., Suchindran, C., Bauman, K. E., y
Benefield, T. S. (2008). What accounts for demographic differences in trajectories of
adolescent dating violence? An examination of intrapersonal and contextual
mediators. Journal of Adolescent Health, 42(6), 596-604.
https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2007.11.005
Foshee, V. A., Linder, F., MacDougall, J. E., y Bangdiwala, S. (2001). Gender differences in the
longitudinal predictors of adolescent dating violence. Preventive medicine, 32(2), 128-141.
https://doi.org/10.1006/pmed.2000.0793
Foshee, V. A., y Matthew, R. A. (2007). Adolescent dating abuse perpetration: A review of findings,
methodological limitations, and suggestions for future research. The cambridge handbook of
violent behavior and aggression (pp. 431-449). Cambridge University
Press. https://doi.org/10.1017/CBO9780511816840.022
REFERENCIAS 303

Foshee, V. A., y Reyes, H. L. M. (2011). Dating abuse: Prevalence, consequences, and predictors.
En R.J.R. Levesque (Ed). Encyclopedia of adolescence (pp. 602-615). Springer Publishers.
https://doi.org/10.1007/978-1-4419-1695-2
Foshee, V. A., Reyes, H. L. M., y Ennett, S. T. (2010). Examination of sex and race differences in
longitudinal predictors of the initiation of adolescent dating violence perpetration. Journal of
aggression, maltreatment & trauma, 19(5), 492-516.
https://doi.org/10.1080/10926771.2010.495032
Foshee, V. A., Reyes, H. L. M., Ennett, S. T., Suchindran, C., Mathias, J. P., Karriker-Jaffe, K. J., Bauman,
K. E., y Benefield, T. S. (2011). Risk and protective factors distinguishing profiles of adolescent
peer and dating violence perpetration. Journal of Adolescent Health, 48(4), 344-350.
https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2010.07.030
Foshee, V. A., Reyes, H. L. M., Gottfredson, N. C., Chang, L. Y., y Ennett, S. T. (2013). A longitudinal
examination of psychological, behavioral, academic, and relationship consequences of dating
abuse victimization among a primarily rural sample of adolescents. Journal of Adolescent
Health, 53(6), 723-729. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2013.06.016
Foshee, V. A., Reyes, H. L. M., Tharp, A. T., Chang, L., Ennett, S. T., Simon, T. R., Latzmany, N.E., y
Suchindran, C. (2015). Shared longitudinal predictors of physical peer and dating
violence. Journal of Adolescent Health, 56(1), 106-112.
https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2014.08.003
Fraley, R. C., Heffernan, M. E., Vicary, A. M., y Brumbaugh, C. C. (2011). The experiences in close
relationships—Relationship Structures Questionnaire: A method for assessing attachment
orientations across relationships. Psychological assessment, 23(3), 615-625.
https://doi.org/10.1037/a0022898
Freedner, N., Freed, L. H., Yang, Y. W., y Austin, S. B. (2002). Dating violence among gay, lesbian, and
bisexual adolescents: Results from a community survey. Journal of Adolescent Health, 31(6),
469-474. https://doi.org/10.1016/S1054-139X(02)00407-X
Fritz, P. A., y Slep, A. M. (2009). Stability of physical and psychological adolescent dating aggression
across time and partners. Journal of Clinical Child & Adolescent Psychology, 38(3), 303-314.
Furman, W., Low, S., y Ho, M. J. (2009). Romantic experience and psychosocial adjustment in middle
adolescence. Journal of Clinical Child & Adolescent Psychology, 38(1), 75-90.
https://doi.org/10.1080/15374410802575347
Furman W, Shaffer L. (2003). The role of romantic relationships in adolescent development. En P.
Florsheim (Ed.). Adolescent Romantic Relations and Sexual Behavior: Theory, Research, and
Practical Implications (pp. 3–22). Erlbaum.
Gaertner, L., y Foshee, V. (1999). Commitment and the perpetration of relationship
violence. Personal Relationships, 6(2), 227-239. https://doi.org/10.1111/j.1475-
6811.1999.tb00189.x
Gage, A. J. (2016). Exposure to spousal violence in the family, attitudes and dating violence
perpetration among high school students in Port-au-Prince. Journal of interpersonal
violence, 31(14), 2445-2474. https://doi.org/10.1177/0886260515576971
Gagné, M., Lavoie, F., y Hébert, M. (2005). Victimization during childhood and revictimization in
dating relationships in adolescent girls. Child Abuse & Neglect, 29(10), 1155-1172.
https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2004.11.009
REFERENCIAS 304

Gámez-Guadix, M., Jaureguizar, J., Almendros, C., y Carrobles, J. A. (2012). Estilos de socialización
familiar y violencia de hijos a padres en población española. Psicología conductual, 20(3),
585-602.
Garaigordobil, M., y Maganto, C. (2016). Conducta antisocial en adolescentes y jóvenes: prevalencia
en el País Vasco y diferencias en función de variables sociodemográficas. Acción
psicológica, 13(2), 57-68. http://dx.doi.org/10.5944/ap.13.2.17826
Garrido, E. F., y Taussig, H. N. (2013). Do parenting practices and prosocial peers moderate the
association between intimate partner violence exposure and teen dating violence?
Psychology of violence, 3(4), 354.https://doi.org/10.1037/a0034036
Garthe, R. C., Sullivan, T. N., y McDaniel, M. A. (2016). A meta-analytic review of peer risk factors and
adolescent dating violence. Psychology of violence, 7(1), 45-58.
https://doi.org/10.1037/vio0000040
Gauze, C., Bukowski, W. M., Aquan‐Assee, J., y Sippola, L. K. (1996). Interactions between family
environment and friendship and associations with self‐perceived well‐being during early
adolescence. Child development, 67(5), 2201-2216. https://doi.org/10.1111/j.1467-
8624.1996.tb01852.x
Gibson, H. B. (1967). Self-reported delinquency among schoolboys and their attitudes to the police.
British Journal of Social and Clinical Psychology, 6, 168-173.
Gillum, T. L. (2017). Adolescent dating violence experiences among sexual minority youth and
implications for subsequent relationship quality. Child and adolescent social work
journal, 34(2), 137-145. https://doi.org/10.1007/s10560-016-0451-7
Gillum, T. L., y DiFulvio, G. T. (2014). Examining dating violence and its mental health consequences
among sexual minority youth. En D. Peterson y V.R. Panfil (Eds.). Handbook of LGBT
communities, crime, and justice (pp. 431-448). Springer Publishers.
https://doi.org/10.1007/978-1-4614-9188-0_20
Giordano, P. C., Longmore, M. A., y Manning, W. D. (2006). Gender and the meanings of adolescent
romantic relationships: A focus on boys. American Sociological Review, 71(2), 260-287.
https://doi.org/10.1177/000312240607100205
Giordano, P. C., Kaufman, A. M., Manning, W. D., y Longmore, M. A. (2015). Teen dating violence:
The influence of friendships and school context. Sociological Focus, 48(2), 150-171.
https://doi.org/10.1080/00380237.2015.1007024
Giordano, P. C., Soto, D. A., Manning, W. D., y Longmore, M. A. (2010). The characteristics of
romantic relationships associated with teen dating violence. Social Science Research, 39(6),
863-874. https://doi.org/10.1016/j.ssresearch.2010.03.009
Gómez, A. (2011). Testing the cycle of violence hypothesis: Child abuse and adolescent dating
violence as predictors of intimate partner violence in young adulthood. Youth &
Society, 43(1), 171-192. https://doi.org/10.1177/0044118X09358313
Gómez, A. M., Speizer, I. S., y Moracco, K. E. (2011). Linkages between gender equity and intimate
partner violence among urban Brazilian youth. Journal of Adolescent Health, 49(4), 393-399.
https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2011.01.016
Gómez-López, M., Viejo, C., y Ortega-Ruiz, R. (2019). Well-being and romantic relationships: A
systematic review in adolescence and emerging adulthood. International journal of
environmental research and public health, 16(13), 2415.
https://doi.org/10.3390/ijerph16132415
REFERENCIAS 305

González, R. (2003). La dinámica de la violencia en las parejas jóvenes. Documentación social, 131,
231-243.
González, R., y Santana, J. D. (2001). La violencia en parejas jóvenes. Psicothema, 13(1), 127-131.
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=72713118
González‐Guarda, R. M., Cummings, A. M., Pino, K., Malhotra, K., Becerra, M. M., y Lopez, J. E. (2014).
Perceptions of adolescents, parents, and school personnel from a predominantly Cuban
American community regarding dating and teen dating violence prevention. Research in
nursing & health, 37(2), 117-127. https://doi.org/10.1002/nur.21588
Goodman, E. (1999). The role of socioeconomic status gradients in explaining differences in US
adolescents' health. American journal of public health, 89(10), 1522-1528.
Gover, A. R., Jennings, W. G., Tomsich, E. A., Park, M., y Rennison, C. M. (2011). The influence of
childhood maltreatment and self-control on dating violence: A comparison of college
students in the United States and South Korea. Violence and victims, 26(3), 296-318.
https://doi.org/10.1891/0886-6708.26.3.296
Gover, A. R., Kaukinen, C., y Fox, K. A. (2008). The relationship between violence in the family of
origin and dating violence among college students. Journal of Interpersonal Violence, 23(12),
1667-1693. https://doi.org/10.1177/0886260508314330
Gracia, E., Musitu, G. y Herrero, J. (2002). Evaluación de recursos y estresores psicosociales en la
comunidad. Síntesis.
Graham-Kevan, N., y Archer, J. (2008). Does controlling behavior predict physical aggression and
violence to partners? Journal of Family Violence, 23(7), 539-548.
https://doi.org/10.1007/s10896-008-9162-y
Gray, H. M., y Foshee, V. (1997). Adolescent dating violence differences between one-sided and
mutually violent profiles. Journal of Interpersonal Violence, 12(1), 126-141.
https://doi.org/10.1177/088626097012001008
Guzmán-González, M., García, S., Sandoval, B., Vásquez, N., y Villagrán, C. (2014). Violencia
psicológica en el noviazgo en estudiantes universitarios chilenos: diferencias en el apego y la
empatía diádica. Interamerican Journal of Psychology, 48(2), 338-346.
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28437897010
Hagan, J., y Foster, H. (2001). Youth violence and the end of adolescence. American Sociological
Review, 66(6), 874-899. https://doi.org/10.2307/3088877
Hamby, S., y Turner, H. (2012). Measuring teen dating violence in males and females: Insights from
the national survey of children’s exposure to violence. Psychology of Violence, 3(4), 323-339.
http://doi.org/10.1037/a0029706
Hanley, M. J., y O'Neill, P. (1997). Violence and commitment: A study of dating couples. Journal of
Interpersonal Violence, 12(5), 685-703. https://doi.org/10.1177/088626097012005006
Harned, M. S. (2001). Abused women or abused men? An examination of the contextand outcomes
of dating violence. Violence and Victims, 16, 269-285. https://doi.org/10.1891/0886-
6708.16.3.269
Hautala, D. S., Sittner-Hartshorn, K. J., Armenta, B., y Whitbeck, L. (2017). Prevalence and correlates
of physical dating violence among North American Indigenous adolescents. Youth &
society, 49(3), 295-317. https://doi.org/10.1177/0044118X14559503
Hawkins, J. D., Catalano, R. F., y Arthur, M. W. (2002). Promoting science-based prevention in
communities. Addictive Behaviors, 27(6), 951-976. https://doi.org/10.1016/S0306-
4603(02)00298-8
REFERENCIAS 306

Hawley, P. H. (2007). Social dominance in childhood and adolescence: Why social competence and
aggression may go hand in hand. En T.D. Little, P.C. Rodkin y P. H. Hawley (Eds.). Aggression
and adaptation: The bright side to bad behavior (pp. 1-29). Routledge
Haynie, D. L., Farhat, T., Brooks-Russell, A., Wang, J., Barbieri, B., y Iannotti, R. J. (2013). Dating
violence perpetration and victimization among US adolescents: Prevalence, patterns, and
associations with health complaints and substance use. Journal of Adolescent Health, 53(2),
194-201. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2013.02.008
Heise, L. (1998). Violence against women: An integrated, ecological framework. Violence Against
Women, 4(3), 262-290. https://doi.org/10.1177/1077801298004003002
Heise, L., Ellsberg, M., y Gottemoeller, M. (1999). Ending violence against women. Population
reports, 27(4), 1.
Henneberger, A. K., Durkee, M. I., Truong, N., Atkins, A., y Tolan, P. H. (2013). The longitudinal
relationship between peer violence and popularity and delinquency in adolescent boys:
Examining effects by family functioning. Journal of youth and adolescence, 42(11), 1651-
1660. https://doi.org/10.1007/s10964-012-9859-3
Henning, K., Leitenberg, H., Coffey, P., Bennett, T., y Jankowski, M. K. (1997). Long-term psychological
adjustment to witnessing interparental physical conflict during childhood. Child Abuse &
Neglect, 21(6), 501-515. https://doi.org/10.1016/S0145-2134(97)00009-4
Henry, D. B., Cartland, J., Ruchross, H., y Monahan, K. (2004). A return potential measure of setting
norms for aggression. American Journal of Community Psychology, 33(3-4), 131-149.
https://doi.org/10.1023/B:AJCP.0000027001.71205.dd
Henry, R. R., y Zeytinoglu, S. (2012). African Americans and teen dating violence. The American
Journal of Family Therapy, 40(1), 20-32. https://doi.org/10.1080/01926187.2011.578033
Henton, J., Cate, R., Koval, J., Lloyd, S., y Christopher, S. (1983). Romance and violence in dating
relationships. Journal of family Issues, 4(3), 467-482.
https://doi.org/10.1177/019251383004003004
Hernando, A. (2007). La prevención de la violencia de genero en adolescentes. Una experiencia en el
ámbito educativo. Apuntes de Psicología, 25(3), 325-340.
Herrera, V. M., Wiersma, J. D., y Cleveland, H. H. (2008). The influence of individual and partner
characteristics on the perpetration of intimate partner violence in young adult
relationships. Journal of Youth and Adolescence, 37(3), 284-296.
https://doi.org/10.1007/s10964-007-9249-4
Hines, D. A., y Douglas, E. M. (2009). Women's use of intimate partner violence against men:
Prevalence, implications, and consequences. Journal of Aggression, Maltreatment &
Trauma, 18(6), 572-586. https://doi.org/10.1080/10926770903103099
Hines, D. A., y Saudino, K. J. (2002). Intergenerational transmission of intimate partner violence A
behavioral genetic perspective. Trauma, Violence, & Abuse, 3(3), 210-225.
https://doi.org/10.1177/15248380020033004
Hines, D. A., y Saudino, K. J. (2004). Genetic and environmental influences on intimate partner
aggression: A preliminary study. Violence and Victims, 19(6), 701-718.
https://doi.org/10.1891/vivi.19.6.701.66341
Hines, D. A., y Straus. (2007). Binge drinking and violence against dating partners: The mediating
effect of antisocial traits and behaviors in a multinational perspective. Aggressive
Behavior, 33(5), 441-457.https://doi.org/10.1002/ab.20196
REFERENCIAS 307

Hird, M. J. (2000). An empirical study of adolescent dating aggression in the U.K. Journal of
Adolescence, 23(1), 69-78. https://doi.org/10.1006/jado.1999.0292
Hoier, T.S., Shawchuck, C.R., Pallota, G.M., Feeman, T., Inderbitzen, P.H., McMillan, V.M., Malinosky,
R.R. y Green, A.L. (1992). The impact of sexual abuse: a cognitive-behavioral model. En W.
O’Donohue y J. Geer (Eds.). The sexual abuse of children: clinical issues (pp. 100-142).
Erlbaum.
Hokoda, A., Galván, D. B., Malcarne, V. L., Castañeda, D. M., y Ulloa, E. C. (2007). An exploratory
study examining teen dating violence, acculturation and acculturative stress in mexican-
american adolescents. Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 14(3), 33-49.
https://doi.org/10.1300/J146v14n03_03
Hokoda, A., Martin Del Campo, M. A., y Ulloa, E. C. (2012). Age and gender differences in teen
relationship violence. Journal of aggression, maltreatment & trauma, 21(3), 351-364.
https://doi.org/10.1080/10926771.2012.659799
Holt, M. K., y Espelage, D. L. (2005). Social support as a moderator between dating violence
victimization and Depression/Anxiety among African American and caucasian
adolescents. School Psychology Review, 34(3), 309-328.
https://doi.org/10.1080/02796015.2005.12086289
Holtzworth-Munroe, A. (2000). A typology of men who are violent toward their female partners:
Making sense of the heterogeneity in husband violence. Current Directions in Psychological
Science, 9(4), 140-143. https://doi.org/10.1111/1467-8721.00079
Hotaling, G. T., y Sugarman, D. B. (1986). An analysis of risk markers in husband to wife violence: The
current state of knowledge. Violence and victims, 1(2), 101-124.
https://doi.org/10.1891/0886-6708.1.2.101
Hou, W. L., Wang, H. H., y Chung, H. H. (2005). Domestic violence against women in Taiwan: their life-
threatening situations, post-traumatic responses, and psycho-physiological symptoms. An
interview study. International journal of nursing studies, 42(6), 629-636.
https://doi.org/10.1016/j.ijnurstu.2004.09.011
Howard, J. J. (2014). Emotional intelligence and adolescent perpetration of emotional and physical
abuse: Examining peer violence and alcohol use as moderators. Hofstra University.
Howard, D., Qiu, Y., y Boekeloo, B. (2003). Personal and social contextual correlates of adolescent
dating violence. Journal of adolescent health, 33(1), 9-17. https://doi.org/10.1016/S1054-
139X(03)00061-2
Huesmann, L. R., y Guerra, N. G. (1997). Children's normative beliefs about aggression and aggressive
behavior. Journal of personality and social psychology, 72(2), 408-419.
Ibabe, I., Arnoso, A., y Elgorriaga, E. (2014). The Clinical Profile of Adolescent Offenders of Child-To-
Parent Violence. Procedia-Social and Behavioral Sciences, 131, 377-381.
https://doi.org/10.1016/j.sbspro.2014.04.133
Infante, D. A., Myers, S. A., y Buerkel, R. A. (1994). Argument and verbal aggression in constructive
and destructive family and organizational disagreements. Western Journal of Communication
(Includes Communication Reports), 58(2), 73-84.
https://doi.org/10.1080/10570319409374488
Ireland, T. O., y Smith, C. A. (2009). Living in partner-violent families: Developmental links to
antisocial behavior and relationship violence. Journal of youth and adolescence, 38(3), 323-
339. https://doi.org/10.1007/s10964-008-9347-y
REFERENCIAS 308

Ito, T. A., Miller, N., y Pollock, V. E. (1996). Alcohol and aggression: A meta-analysis on the
moderating effects of inhibitory cues, triggering events, and self-focused
attention. Psychological bulletin, 120(1), 60-82.
Izaguirre, A., y Calvete, E. (2016). Exposure to family violence as a predictor of dating violence and
child-to-parent aggression in spanish adolescents. Youth & Society, 49(3), 393-412.
https://doi.org/10.1177/0044118X16632138
Jackson, S. M., Cram, F., y Seymour, F. W. (2000). Violence and sexual coercion in high school
students' dating relationships. Journal of Family Violence, 15(1), 23-36.
https://doi.org/10.1023/A:1007545302987
Jain, S., Buka, S. L., Subramanian, S. V., y Molnar, B. E. (2010). Neighborhood predictors of dating
violence victimization and perpetration in young adulthood: A multilevel study. American
journal of public health, 100(9), 1737-1744.
Janssen, P. A., Nicholls, T. L., Kumar, R. A., Stefanakis, H., Spidel, A. L., y Simpson, E. M. (2005). Of
mice and men: Will the intersection of social science and genetics create new approaches for
intimate partner violence? Journal of Interpersonal Violence, 20(1), 61-71.
https://doi.org/10.1177/0886260504268120
Jenkins, S. S., y Aubé, J. (2002). Gender differences and gender-related constructs in dating
aggression. Personality and Social Psychology Bulletin, 28(8), 1106-1118.
https://doi.org/10.1177/01461672022811009
Jennings, W. G., Park, M., Richards, T. N., Tomsich, E., Gover, A., y Powers, R. A. (2014). Exploring the
relationship between child physical abuse and adult dating violence using a causal inference
approach in an emerging adult population in South Korea. Child abuse & neglect, 38(12),
1902-1913. https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2014.08.014
Jessor, R. (1987). Problem-behavior theory, psychosocial development, and adolescent problem
drinking. British Journal of Addiction. Special Issue: Psychology and Addiction, 82, 331-342.
https://doi.org/10.1111/j.1360-0443.1987.tb01490.x
Jessor, R. (1991). Risk behavior in adolescence: A psychosocial framework for understanding and
action. Journal of Adolescent Health. Special Issue: Adolescents at Risk, 12, 597-
605. https://doi.org/10.1016/1054-139X(91)90007-K
Jessor, R., Turbin, M. S., Costa, F. M., Dong, Q., Zhang, H. y Wang, C. (2003). Adolescent problem
behavior in China and the United States: A cross-national study of psychosocial protective
factors. Journal of Research on Adolescence, 13, 329-360. https://doi.org/10.1111/1532-
7795.1303004
Jiménez-Iglesias, A. M., Rodríguez, M. C., M., García-Moya, I., y López, F. (2014). Las relaciones
familiares en la voz de chicos y chicas adolescentes. Psicologia Da Criança e do
Adolescente, 5(2), 11-30.
Johnson, M. P. (1995). Patriarchal terrorism and common couple violence: Two forms of violence
against women. Journal of Marriage and the Family, 57, 283-294.
https://doi.org/10.2307/353683
Johnson, M. P. (2011). Gender and types of intimate partner violence: A response to an anti-feminist
literature review. Aggression and Violent Behavior, 16(4), 289-296.
https://doi.org/10.1016/j.avb.2011.04.006
Josephson, W. L., y Proulx, J. B. (2008). Violence in young adolescents' relationships: A path model.
Journal of Interpersonal Violence, 23(2), 189-208.
https://doi.org/10.1177/0886260507309340
REFERENCIAS 309

Jouriles, E. N., Grych, J. H., Rosenfield, D., McDonald, R., y Dodson, M. C. (2011). Automatic
cognitions and teen dating violence. Psychology of Violence, 1(4), 302-314.
https://doi.org/10.1037/a0025157
Jouriles, E. N., McDonald, R., Mueller, V., y Grych, J. H. (2012). Youth experiences of family violence
and teen dating violence perpetration: Cognitive and emotional mediators. Clinical child and
family psychology review, 15(1), 58-68. https://doi.org/10.1007/s10567-011-0102-7
Kan, M. L., McHale, S. M., y Crouter, A. C. (2008). Parental involvement in adolescent romantic
relationships: Patterns and correlates. Journal of Youth and Adolescence, 37(2), 168-179.
https://doi.org/10.1007/s10964-007-9185-3
Kasian, M., y Painter, S. L. (1992). Frequency and severity of psychological abuse in a dating
population. Journal of Interpersonal Violence, 7(3), 350-364.
https://doi.org/10.1177/088626092007003005
Kar, H. L., y O’Leary, K. D. (2013). Patterns of psychological aggression, dominance, and jealousy
within marriage. Journal of Family Violence, 28(2), 109-119. https://doi.org/10.1007/s10896-
012-9492-7
Katz, J., Carino, A., y Hilton, A. (2002). Perceived verbal conflict behaviors associated with physical
aggression and sexual coercion in dating relationships: A gender-sensitive analysis. Violence
and Victims, 17(1), 93-109. https://doi.org/10.1891/vivi.17.1.93.33641
Kaukinen, C., Buchanan, L., y Gover, A. R. (2015). Child abuse and the experience of violence in
college dating relationships: Examining the moderating effect of gender and race. Journal of
family violence, 30(8), 1079-1092. https://doi.org/10.1007/s10896-015-9731-9
Kelly, J. B., y Johnson, M. P. (2008). Differentiation among types of intimate partner violence:
Research update and implications for interventions. Family court review, 46(3), 476-499.
https://doi.org/10.1111/j.1744-1617.2008.00215.x
Kendra, R., Bell, K. M., y Guimond, J. M. (2012). The impact of child abuse history, PTSD symptoms,
and anger arousal on dating violence perpetration among college women. Journal of Family
Violence, 27(3), 165-175. https://doi.org/10.1007/s10896-012-9415-7
Kim, J. Y., Kim, H. J., Choi, J. W., y Emery, C. (2014). Family violence and dating violence in
Korea. Journal of family violence, 29(1), 23-33. https://doi.org/10.1007/s10896-013-9556-3
Kimmel, M. S. (2002). “Gender symmetry” in domestic violence A substantive and methodological
research review. Violence Against Women, 8(11), 1332-1363.
https://doi.org/10.1177/107780102237407
King, D. M., Hatcher, S. S., y Bride, B. (2015). An exploration of risk factors associated with dating
violence: examining the predictability of adolescent female dating violence
perpetration. Journal of Human Behavior in the Social Environment, 25(8), 907-922.
https://doi.org/10.1080/10911359.2015.1040907
Kinsfogel, K. M., y Grych, J. H. (2004). Interparental conflict and adolescent dating relationships:
integrating cognitive, emotional, and peer influences. Journal of family psychology, 18(3),
505-515. https://doi.org/10.1037/0893-3200.18.3.505
Klostermann, K. C., y Fals-Stewart, W. (2006). Intimate partner violence and alcohol use: Exploring
the role of drinking in partner violence and its implications for intervention. Aggression and
violent behavior, 11(6), 587-597. https://doi.org/10.1016/j.avb.2005.08.008
Knight, K. E. (2011). Assortative mating and partner influence on antisocial behavior across the life
course. Journal of Family Theory & Review, 3(3), 198-219. https://doi.org/10.1111/j.1756-
2589.2011.00095.x
REFERENCIAS 310

Krishnakumar, A., Conroy, N., y Narine, L. (2018). Correlates of sex-specific young adult college
student dating violence typologies: A latent class analysis approach. Psychology of
violence, 8(2), 151-162. https://doi.org/10.1037/vio0000116
Labrador, F. J., Rincón, P.P., De Luis, P., y Fernández-Velasco, R. (2004). Mujeres víctimas de la
violencia doméstica: Programa de actuación. Pirámide.
Langhinrichsen-Rohling, J., Misra, T. A., Selwyn, C., y Rohling, M. L. (2012). Rates of Bi-directional
versus Uni-directional Intimate Partner Violence Across Samples, Sexual Orientations, and
Race/Ethnicities: A Comprehensive Review. Partner Abuse, 3(2), 199-230.
https://doi.org/10.1891/1946-6560.3.2.199
Laninga‐Wijnen, L., Harakeh, Z., Steglich, C., Dijkstra, J. K., Veenstra, R., y Vollebergh, W. (2017). The
norms of popular peers moderate friendship dynamics of adolescent aggression. Child
development, 88(4), 1265-1283.https://doi.org/10.1111/cdev.12650
Lantagne, A., y Furman, W. (2017). Romantic relationship development: The interplay between age
and relationship length. Developmental Psychology, 53(9), 1738-1749.
https://doi.org/10.1037/dev0000363
Laporte, L., Jiang, D., Pepler, D. J., y Chamberland, C. (2011). The relationship between adolescents’
experience of family violence and dating violence. Youth & Society, 43(1), 3-27.
https://doi.org/10.1177/0044118X09336631
Lasley, C. Y., y Durtschi, J. (2015). The roles of dominance, jealousy, and violent socialization in
Chinese dating abuse. Journal of interpersonal violence, 32(8), 1209-1234.
https://doi.org/10.1177/0886260515588525
LaViolette, A. D., y Barnett, O. W. (2013). It could happen to anyone: Why battered women stay. Sage
Publications.
Lavoie, F., Hébert, M., Tremblay, R., Vitaro, F., Vézina, L., y McDuff, P. (2002). History of family
dysfunction and perpetration of dating violence by adolescent boys: A longitudinal
study. Journal of Adolescent Health, 30(5), 375-383.
https://doi.org/10.1016/S1054139X(02)00347-6
Lavoie, F., Robitaille, L., y Hebert, M. (2000). Teen dating relationships and aggression: An
exploratory study. Violence Against Women, 6(1), 6-36.
https://doi.org/10.1177/10778010022181688
Lee, M., Reese-Weber, M., y Kahn, J. H. (2014). Exposure to family violence and attachment styles as
predictors of dating violence perpetration among men and women: A mediational
model. Journal of Interpersonal Violence, 29(1), 20-43.
https://doi.org/10.1177/0886260513504644
Leisring, P. A. (2013). Physical and emotional abuse in romantic relationships: Motivation for
perpetration among college women. Journal of interpersonal violence, 28(7), 1437-1454.
https://doi.org/10.1177/0886260512468236
Lewandowski, C. A., y Pierce, L. (2002). Assessing the effect of family-centered out-of-home care on
reunification outcomes. Research on Social Work Practice, 12(2), 205-221.
https://doi.org/10.1177/104973150201200201
Lewis, S. F., y Fremouw, W. (2001). Dating violence: A critical review of the literature. Clinical
Psychology Review, 21(1), 105-127. https://doi.org/10.1016/S0272-7358(99)00042-2
Lewis, S. F., Travea, L., y Fremouw, W. (2002). Characteristics of female perpetrators and victims of
dating violence. Violence and Victims, 17(5), 593-606.
https://doi.org/10.1891/vivi.17.5.593.33711
REFERENCIAS 311

Linder, J. R., y Collins, W. A. (2005). Parent and peer predictors of physical aggression and conflict
management in romantic relationships in early adulthood. Journal of Family
Psychology, 19(2), 252-262. https://doi.org/10.1037/0893-3200.19.2.252
Lohman, B. J., Neppl, T. K., Senia, J. M., y Schofield, T. J. (2013). Understanding adolescent and family
influences on intimate partner psychological violence during emerging adulthood and
adulthood. Journal of youth and adolescence, 42(4), 500-517.
https://doi.org/10.1007/s10964-013-9923-7
López-Cepero, J., Lana, A., Rodríguez-Franco, L., Paíno, S. G., y Rodríguez-Díaz, F. J. (2015). Percepción
y etiquetado de la experiencia violenta en las relaciones de noviazgo juvenil. Gaceta
Sanitaria, 29(1), 21-26. http://dx.doi.org/10.1016/j.gaceta.2014.07.006
López-Cepero, J., Rodríguez-Franco, L., Rodríguez-Díaz, F. J., y Bringas, C. (2014). Violencia en el
noviazgo: Revisión bibliográfica y bibliométrica. Arquivos Brasileiros de Psicologia, 66(1), 1-
17. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=229030926001
Lorente, M. (2001). Mi marido me pega lo normal: agresión a la mujer: realidades y mitos. Ares y
Mares.
Lu, Y., Pettigrew, J., Shin, Y., Castillo, M. A., y Allsup, J. (2020): How Does Family Communication
Relate to Adolescent Dating Violence and Externalizing Behaviors? The Role of Parent-
adolescent Risk Communication and Attitudes toward Violence in a Nicaraguan Sample.
Health Communication, 1-10. https://doi.org/10.1080/10410236.2020.1750763
Lu, Y., Shin, Y., Le, V. D., Temple, J. R., y Pettigrew, J. (2020a). Prevalence of teen dating violence and
the associations with substance use and externalizing behaviors in Nicaraguan early
adolescents. Health Education, 120(2), 165-177. https://doi.org/10.1108/HE-01-2020-0006
Lucio-López, L., y Prieto-Quezada, M. (2014). Violencia en el ciberespacio en las relaciones de
noviazgo adolescente. un estudio exploratorio en estudiantes mexicanos de escuelas
preparatorias. Revista De Educación y Desarrollo, 31, 61-72.
Lundeberg, K., Stith, S. M., Ward, D. B., y Penn, C. E. (2004). A comparison of nonviolent,
psychologically violent, and physically violent male college daters. Journal of Interpersonal
Violence, 19(10), 1191-1200. https://doi.org/10.1177/0886260504269096
Luthra, R., y Gidycz, C. A. (2006). Dating violence among college men and women: Evaluation of a
theoretical model. Journal of Interpersonal Violence, 21(6), 717-731.
https://doi.org/10.1177/0886260506287312
Machado, C., Caridade, S., y Martins, C. (2010). Violence in juvenile dating relationships self-reported
prevalence and attitudes in a portuguese sample. Journal of Family Violence, 25(1), 43-52.
https://doi.org/10.1007/s10896-009-9268-x
Magdol, L., Moffitt, T. E., Caspi, A., Newman, D. L., Fagan, J., y Silva, P. A. (1997). Gender differences
in partner violence in a birth cohort of 21-year-olds: Bridging the gap between clinical and
epidemiological approaches. Journal of consulting and clinical psychology, 65(1), 68-78.
https://doi.org/10.1037/0022-006X.65.1.68
Makepeace, J. M. (1981). Courtship violence among college students. Family Relations, 30, 97-102.
https://doi.org/10.2307/584242
Malhotra, K., González-Guarda, R. M., y Mitchell, E. M. (2015). A review of teen dating violence
prevention research: What about Hispanic youth? Trauma, Violence, & Abuse, 16(4), 444-
465. https://doi.org/10.1177/1524838014537903
REFERENCIAS 312

Marcus, R. F. (2012). Patterns of intimate partner violence in young adult couples: Nonviolent,
unilaterally violent, and mutually violent couples. Violence and victims, 27(3), 299-314.
https://doi.org/10.1891/0886-6708.27.3.299
Marroquí, M., y Cervera, P. (2014). Interiorización de los falsos mitos del amor romántico en jóvenes.
Reidocrea, 3(20), 142-146.
Martín, A., Vergeles, M., Acevedo, V., Sánchez, A., y Visa, S. (2005). The involvement in sexual
coercive behaviors of Spanish college men. Journal of Interpersonal Violence, 20(7), 872-890.
https://doi.org/10.1177/0886260505276834
Martín-Albo, J., Núñez, J. L., Navarro, J. G., y Grijalvo, F. (2007). The Rosenberg Self-Esteem Scale:
translation and validation in university students. The Spanish journal of psychology, 10(2),
458-467.
Martin-Storey, A. (2015). Prevalence of dating violence among sexual minority youth: Variation
across gender, sexual minority identity and gender of sexual partners. Journal of Youth and
Adolescence, 44(1), 211-224. https://doi.org/10.1007/s10964-013-0089-0
Martínez, B. (2013). El mundo social del adolescente: amistades y pareja. En E. Estévez (Ed.). Los
problemas en la adolescencia: respuestas y sugerencias para padres y educadores. (pp.71-
96). Síntesis.
Martínez, B., Murgui, S., Musitu, G., y Monreal, M. C. (2008). El rol del apoyo parental, las actitudes
hacia la escuela y la autoestima en la violencia escolar en adolescentes. International Journal
of clinical and health psychology, 8(3), 679-692.
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33712016004
Martínez, J. A., y Rey-Anacona, C. A. (2014). Prevención de violencia en el noviazgo: una revisión de
programas publicados entre 1990 y 2012. Pensamiento psicológico, 12(1), 117-132.
https://doi.org/10.11144/Javerianacali.PPSI12-1.pvnr
Martorell, M.C. y Silva, F. (1993): Escala de Impulsividad, Afán de aventura y Empatía, IVEJ-J. En F.
Silva y C.Martorell (Eds.). Evaluación de la Personalidad Infanto Juvenil VII. MEPSA.
Mauricio, A. M., Tein, J. Y., y López, F. G. (2007). Borderline and antisocial personality scores as
mediators between attachment and intimate partner violence. Violence and Victims, 22(2),
139-157. https://doi.org/10.1891/088667007780477339
McClennen, J. C. (2005). Domestic violence between same-gender partners: Recent findings and
future research. Journal of Interpersonal Violence, 20(2), 149-154.
https://doi.org/10.1177/0886260504268762
McCloskey, L. A., y Lichter, E. L. (2003). The contribution of marital violence to adolescent aggression
across different relationships. Journal of interpersonal violence, 18(4), 390-412.
https://doi.org/10.1177/0886260503251179
Melander, L. A., Noel, H., y Tyler, K. A. (2010). Bidirectional, unidirectional, and nonviolence: A
comparison of the predictors among partnered young adults. Violence and Victims, 25(5),
617-630. https://doi.org/10.1891/0886-6708.25.5.617
Menesini, E., y Nocentini, A. (2008). Comportamenti aggressivi nelle prime esperienze sentimentali in
adolescenza. Giornale Italiano di Psicologia, 35(2), 407-434. https://doi.org/10.1421/27217
Menesini, E., Nocentini, A., Ortega-Rivera, F. J., Sánchez, V., y Ortega, R. (2011). Reciprocal
involvement in adolescent dating aggression: An Italian–Spanish study. European Journal of
Developmental Psychology, 8(4), 437-451. https://doi.org/10.1080/17405629.2010.549011
Miga, E. M., Hare, A., Allen, J. P., y Manning, N. (2010). The relation of insecure attachment states of
mind and romantic attachment styles to adolescent aggression in romantic
REFERENCIAS 313

relationships. Attachment & Human Development, 12(5), 463-481.


https://doi.org/10.1080/14616734.2010.501971
Miller, S., Gorman-Smith, D., Sullivan, T., Orpinas, P., y Simon, T. R. (2009). Parent and peer
predictors of physical dating violence perpetration in early adolescence: Tests of moderation
and gender differences. Journal of Clinical Child & Adolescent Psychology, 38(4), 538-550.
https://doi.org/10.1080/15374410902976270
Miller, S., Williams, J., Cutbush, S., Gibbs, D., Clinton-Sherrod, M., y Jones, S. (2013). Dating violence,
bullying, and sexual harassment: Longitudinal profiles and transitions over time. Journal of
Youth and Adolescence, 42(4), 607-618. https://doi.org/10.1007/s10964-013-9914-8
Moffitt, T. E. (1993). Adolescence-limited and life-course-persistent antisocial behavior: A
developmental taxonomy. Psychological Review, 100(4), 674-
701. https://doi.org/10.1037/0033-295X.100.4.674
Moffitt, T. E. (2006). Life-course-persistent versus adolescence-limited antisocial behavior. En D.
Cicchetti y D. J. Cohen (Eds.). Developmental psychopathology: Risk, disorder, and
adaptation (p. 570–598). John Wiley & Sons.
Molidor, C., y Tolman, R. M. (1998). Gender and contextual factors in adolescent dating
violence. Violence Against Women, 4(2), 180-194.
https://doi.org/10.1177/1077801298004002004
Monson, C.M., Langhinrichsen-Rohling, J. y Taft, C.T. (2009). Sexual aggression in intimate
relationships. En K.D. O’Leary y E.M. Woodin (Eds.). Psychological and physical aggression in
Couples: Causes and interventions (pp. 37-57). American Psychological Association.
https://doi.org/10.1037/11880-002
Moral, M.V. y Sirvent, C. (2009). Dependencia afectiva y género: Perfil sintomático diferencial en
dependientes afectivos españoles. Interamerican Journal of Psychology, 43, 230-240.
Moral Jiménez, M. D. L. V., García, A., Cuetos, G., y Sirvent Ruiz, C. (2017). Violencia en el noviazgo,
dependencia emocional y autoestima en adolescentes y jóvenes españoles= Dating violence,
emotional dependence and self-esteem in spanish adolescents and young adults. Revista
Iberoamericana de Psicología y Salud, 8(2), 96-107.
https://doi.org/10.23923/j.rips.2017.08.009
Morgan, A. B., y Lilienfeld, S. O. (2000). A meta-analytic review of the relation between antisocial
behavior and neuropsychological measures of executive function. Clinical psychology
review, 20(1), 113-136. https://doi.org/10.1016/S0272-7358(98)00096-8
Muñiz, M. (2017). Online teen dating violence, family and school climate from a gender
perspective/Violencia de pareja online en la adolescencia, clima familiar y escolar desde la
perspectiva de género. Infancia y Aprendizaje, 40(3), 572-598.
https://doi.org/10.1080/02103702.2017.1341101
Muñoz-Rivas, M. J., Andreu, J. M., Graña, J. L., O’Leary, K. D., y González, M. P. (2007). Validación de
la versión modificada de la Conflicts Tactics Scale (MCTS) en población juvenil española
[Validation of the modified version of the Conflict Tactics Scale (M-CTS) in a Spanish
population of youths]. Psicothema, 19(4), 693-698.
Muñoz-Rivas, M. J., Fernández-González, L., Graña, J. L., y Fernández, S. (2014). Naturaleza de la
violencia bidireccional en las relaciones de noviazgo: Factores asociados a la perpetración y
victimización. En J. M. Tamarit y N. Pereda (Eds.). La respuesta de la victimología ante las
nuevas formas de victimización (pp. 3-35). Edisofer.
REFERENCIAS 314

Muñoz-Rivas, M. J., Gámez-Guadix, M., Fernández-González, L., y González-Lozano, M. P. (2011).


Validation of the Attitudes about Aggression in Dating Situations (AADS) and the Justification
of Verbal/Coercive Tactics scale (JVCT) in Spanish adolescents. Journal of Family
Violence, 26(8), 575-584. https://doi.org/10.1007/s10896-011-9391-3
Muñoz-Rivas, M. J., Gámez-Guadix, M., Graña, J. L., y Fernández, L. (2010). Violencia en el noviazgo y
consumo de alcohol y drogas ilegales entre adolescentes y jóvenes
españoles. Adicciones, 22(2), 125-134. https://doi.org/10.20882/adicciones.201
Muñoz-Rivas, M. J., González-Lozano, P., Fernández-González, L., y Fernández-Ramos, S.
(2015). Violencia en el noviazgo: Realidad y prevención. Pirámide.
Muñoz-Rivas, M. J., Graña, J. L., O’Leary, K. D., y González, M. P. (2007a). Aggression in adolescent
dating relationships: Prevalence, justification, and health consequences. Journal of
Adolescent Health, 40, 298-304. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2006.11.137
Muñoz-Rivas, M. J., Graña, J. L., O’Leary, K. D., y González, M. P. (2007b). Agresión física y psicológica
en las relaciones de noviazgo en universitarios españoles [Physical and psychological
aggression in dating relationships in Spanish university students]. Psicothema, 19(1), 102-
107.
Muñoz-Rivas, M. J., Graña, J. L., O'Leary, K. D., y González, M. P. (2009). Prevalence and predictors of
sexual aggression in dating relationships of adolescents and young adults. Psicothema, 21(2),
234-240. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=72711654010
Murphy, C. M., y Hoover, S. A. (1999). Measuring emotional abuse in dating relationships as a
multifactorial construct. Violence and Victims, 14(1), 39-53. https://doi.org/10.1891/0886-
6708.14.1.39
Murphy, C. M., y O'Leary, K. D. (1989). Psychological aggression predicts physical aggression in early
marriage. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 57(5), 579-582.
https://doi.org/10.1037/0022-006X.57.5.579
Musitu, G. (2013). Adolescencia y familia. nuevos retos en el siglo XXI. Trillas.
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=1798/179818034005
Musitu, G., y Cava, M. J. (2003). El rol del apoyo social en el ajuste de los adolescentes. Psychosocial
intervention, 12(2), 179-192. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=179818034005
Navarro, I., Musitu, G., y Herrero, J. (2007). Familia y problemas. Síntesis.
Nahapetyan, L., Orpinas, P., Song, X., y Holland, K. (2014). Longitudinal association of suicidal
ideation and physical dating violence among high school students. Journal of Youth and
Adolescence, 43(4), 629-640. https://doi.org/10.1007/s10964-013-0006-6
Narayan, A. J., Englund, M. M., Carlson, E. A., y Egeland, B. (2014). Adolescent conflict as a
developmental process in the prospective pathway from exposure to interparental violence
to dating violence. Journal of abnormal child psychology, 42(2), 239-250.
https://doi.org/10.1007/s10802-013-9782-4
Neidig, P. M. (1986). The modified conflict tactics scale. Behavioral Sciences Associates.
Nicodemus, P., Davenport, P. A., y McCutcheon, L. E. (2009). The effects of maternal relationships on
physical and psychological dating violence. North American Journal of Psychology, 11(3), 455-
462.
Niolon, P. H., Vivolo-Kantor, A. M., Latzman, N. E., Valle, L. A., Kuoh, H., Burton, T., y Tharp, A. T.
(2015). Prevalence of teen dating violence and co-occurring risk factors among middle school
youth in high-risk urban communities. Journal of Adolescent Health, 56(2), S5–S13.
https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2014.07.019
REFERENCIAS 315

Nix, R. L., Pinderhughes, E. E., Dodge, K. A., Bates, J. E., Pettit, G. S., y McFadyen‐Ketchum, S. A.
(1999). The relation between mothers' hostile attribution tendencies and children's
externalizing behavior problems: The mediating role of mothers' harsh discipline
practices. Child development, 70(4), 896-909. https://doi.org/10.1111/1467-8624.00065
Nocentini, A., Menesini, E., y Pastorelli, C. (2010). Physical dating aggression growth during
adolescence. Journal of abnormal child psychology, 38(3), 353-365.
https://doi.org/10.1007/s10802-009-9371-8
Noonan, R. K., y Charles, D. (2009). Developing teen dating violence prevention strategies: Formative
research with middle school youth. Violence Against Women, 15(9), 1087-1105.
https://doi.org/10.1177/1077801209340761
Noland, V. J., Liller, K. D., McDermott, R. J., Coulter, M. L., y Seraphine, A. E. (2004). Is adolescent
sibling violence a precursor to college dating violence? American journal of health
behavior, 28(1), S13-S23.
O’Keefe, M. (1994). Linking marital violence, mother-child/fatherchild aggression, and child behavior
problems. Journal of Family Violence, 9(1), 63–78. https://doi.org/10.1007/BF01531969
O'Keefe, M. (1997). Predictors of dating violence among high school students. Journal of
interpersonal violence, 12(4), 546-568. https://doi.org/10.1177/088626097012004005
O'Keefe, M. (1998). Factors mediating the link between witnessing interparental violence and dating
violence. Journal of family violence, 13(1), 39-57. https://doi.org/10.1023/A:1022860700118
O'keefe, M., y Treister, L. (1998). Victims of dating violence among high school students: Are the
predictors different for males and females? Violence against women, 4(2), 195-223.
https://doi.org/10.1177/1077801298004002005
O'Leary, K. D. (1988). Physical aggression between spouses: A social learning theoryperspective. En V.
B. Van Hasselt, R. L. Morrison, A. S. Bellack, y M. Hersen (Eds.). Handbook of family violence
(pp. 31-55). Plenum Press.
O’Leary, K. D. (1999). Psychological abuse: A variable deserving critical attention in domestic
violence. Violence and Victims, 14(1), 3-23. https://doi.org/10.1891/0886-6708.14.1.3
O'Leary, K. D., Barling, J., Arias, I., Rosenbaum, A., Malone, J., y Tyree, A. (1989). Prevalence and
stability of physical aggression between spouses: A longitudinal analysis. Journal of
consulting and Clinical Psychology, 57(2), 263-268. https://doi.org/10.1037/0022-
006X.57.2.263
O’Leary, K. D., y Slep, A. M. S. (2003). A dyadic longitudinal model of adolescentdating aggression.
Journal of Clinical Child and Adolescent Psychology, 32(3), 314-327.
https://doi.org/10.1207/S15374424JCCP3203_01
O’Leary, K. D., y Slep, A. M. S. (2012). Prevention of partner violence by focusing on behaviors of both
young males and females. Prevention Science, 13(4), 329-339.
https://doi.org/10.1007/s11121-011-0237-2
O'Leary, K. D., Slep, A. M. S., Avery-Leaf, S., y Cascardi, M. (2008). Gender differences in dating
aggression among multiethnic high school students. Journal of Adolescent Health, 42(5), 473-
479. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2007.09.012
O'Leary, K. D., Slep, A. M.S., y O'Leary, S. G. (2007). Multivariate models of men's and women's
partner aggression. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 75(5), 752-764.
https://doi.org/10.1037/0022-006X.75.5.752
REFERENCIAS 316

O’Leary, K. D., Tintle, N., Bromet, E. J., y Gluzman, S. F. (2008a). Descriptive epidemiology of intimate
partner aggression in Ukraine. Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology, 43(8), 619-626.
https://doi.org/10.1007/s00127-008-0339-8
O’Leary, K. D., y Woodin, E. M. (2005). Partner aggression and problem drinking across the lifespan:
How much do they decline? Clinical Psychology Review, 25(7), 877-894.
https://doi.org/10.1016/j.cpr.2005.03.004
Offenhauer, P., y Buchalter, A. (2011). Teen dating violence: A literature review and annotated
bibliography. US Department of Justice.
Oliva, A., y Arranz, E. (2005). Sibling relationships during adolescence. European Journal of
Developmental Psychology, 2(3), 253-270. https://doi.org/10.1080/17405620544000002
Organización Mundial de la Salud (2002). Informe mundial sobre la violencia y la salud: Resumen.
Organización Mundial de la Salud.
Organización Mundial de la Salud (2018). Salud del adolescente: desarrollo de la adolescencia.
http://www.who.int/maternal_child_adolescent/ topics/adolescence/dev/es/
Ortega, R., Ortega-Rivera, F. J., y Sánchez, V. (2008). Violencia sexual entre compañeros y violencia en
parejas adolescentes. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 8(1) 63-
72. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=56080106
Orpinas, P., Hsieh, H. L., Song, X., Holland, K., y Nahapetyan, L. (2013). Trajectories of physical dating
violence from middle to high school: Association with relationship quality and acceptability
of aggression. Journal of youth and adolescence, 42(4), 551-565.
https://doi.org/10.1007/s10964-012-9881-5
Orpinas, P., Nahapetyan, L., Song, X., McNicholas, C., y Reeves, P. M. (2012). Psychological dating
violence perpetration and victimization: Trajectories from middle to high school. Aggressive
Behavior, 38(6), 510-520. https://doi.org/10.1002/ab.21441
Orpinas, P., Nahapetyan, L., y Truszczynski, N. (2017). Low and increasing trajectories of perpetration
of physical dating violence: 7-year associations with suicidal ideation, weapons, and
substance use. Journal of youth and adolescence, 46(5), 970-981.
https://doi.org/10.1007/s10964-017-0630-7
Oswald, D. L., y Russell, B. L. (2006). Perceptions of sexual coercion in heterosexual dating
relationships: The role of aggressor gender and tactics. Journal of Sex Research, 43(1), 87-95.
https://doi.org/10.1080/00224490609552302
Ozer, E. J., Tschann, J. M., Pasch, L. A., y Flores, E. (2004). Violence perpetration across peer and
partner relationships: Co-occurrence and longitudinal patterns among adolescents. Journal of
Adolescent Health, 34(1), 64-71. https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2002.12.001
Palmetto, N., Davidson, L. L., Breitbart, V., y Rickert, V. I. (2013). Predictors of physical intimate
partner violence in the lives of young women: Victimization, perpetration, and bidirectional
violence. Violence and Victims, 28(1), 103-121. https://doi.org/10.1891/0886-6708.28.1.103
Park, S., y Kim, S. H. (2018). The power of family and community factors in predicting dating violence:
A meta-analysis. Aggression and Violent Behavior, 40, 19-28.
https://doi.org/10.1016/j.avb.2018.03.002
Parker, L. M. (2005). A Structural Equation Model for Predicting Dating Violence: Anger, Attitudes
Toward Violence, Psychological Abuse and Physical Aggression (Tesis doctoral). University of
Arkansas, Arkansas.
Parker, E. M., Debnam, K., Pas, E. T., y Bradshaw, C. P. (2015). Exploring the link between alcohol and
marijuana use and teen dating violence victimization among high school students: the
REFERENCIAS 317

influence of school context. Health Education & Behavior, 43(5), 528-536.


https://doi.org/10.1177/1090198115605308
Parker, E. M., Johnson, S. L., Debnam, K. J., Milam, A. J., y Bradshaw, C. P. (2017). Teen Dating
Violence Victimization Among High School Students: A Multilevel Analysis of School‐Level
Risk Factors. Journal of school health, 87(9), 696-704. https://doi.org/10.1111/josh.12538
Pazos, M., Oliva, A., y Hernando, Á. (2014). Violencia en relaciones de pareja de jóvenes y
adolescentes. Revista latinoamericana de psicología, 46(3), 148-159.
https://doi.org/10.1016/S0120-0534(14)70018-4
Pelegrín, A., y Garcés de los Fayos, E. (2009). Análisis de las variables que influyen en la adaptación y
socialización: El comportamiento agresivo en la adolescencia. Ansiedad y estrés, 15, 131-150.
Pepler, D. (2012). The development of dating violence: What doesn’t develop, what does develop,
how does it develop, and what can we do about it? Prevention Science, 13(4), 402-409.
https://doi.org/10.1007/s11121-012-0308-z
Pérez, J., Ortet, G., Plá, S., y Simó, S. (1987). Escala de búsqueda de sensaciones para niños y
adolescentes (EBS-J). Evaluación Psicológica, 3(2), 283-290.
Pérez-Fuentes, M., Gázquez, J., Mercader, M., Molero, M. y García, M. (2011). Rendimiento
académico y conductas antisociales y delictivas en alumnos de Educación Secundaria
Obligatoria. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 11(3), 401-412.
Perry, A. R., y Fromuth, M. E. (2005). Courtship violence using couple data: Characteristics and
perceptions. Journal of Interpersonal Violence, 20(9), 1078-1095.
https://doi.org/10.1177/0886260505278106
Pflieger, J. C., y Vazsonyi, A. T. (2006). Parenting processes and dating violence: The mediating role of
self-esteem in low-and high-SES adolescents. Journal of adolescence, 29(4), 495-512.
https://doi.org/10.1016/j.adolescence.2005.10.002
Phil, R. O., y Hoaken, P. N. S. (2002). Biological bases of addiction and aggression in close
relationships. En C. Wekerle y A. M. Wall (Eds.). The violence and addiction equation:
Theoretical and clinical issues in substance abuse and relationship violence (pp. 25–43).
Brunner-Routledge.
Pinto, L. A., Sullivan, E. L., Rosenbaum, A., Wyngarden, N., Umhau, J. C., Miller, M. W., y Taft, C. T.
(2010). Biological correlates of intimate partner violence perpetration. Aggression and
Violent Behavior, 15(5), 387-398. https://doi.org/10.1016/j.avb.2010.07.001
Pittman, A. L., Wolfe, D. A., y Wekerle, C. (2000). Strategies for evaluating dating violence prevention
programs. Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 4(1), 217-238.
https://doi.org/10.1300/J146v04n01_10
Próspero, M. (2008). The effect of coercion on aggression and mental health among reciprocally
violent couples. Journal of Family Violence, 23(3), 195-202. https://doi.org/10.1007/s10896-
007-9143-6
Próspero, M., y Kim, M. (2009). Mutual partner violence: Mental health symptoms among female
and male victims in four racial/ethnic groups. Journal of Interpersonal Violence, 24(12), 2039-
2056. https://doi.org/10.1177/0886260508327705
Quigley, B. M., y Leonard, K. E. (1996). Desistance of husband aggression in the early years of
marriage. Violence and Victims, 11(4), 355-370. https://doi.org/10.1891/0886-6708.11.4.355
Ramisetty‐Mikler, S., Goebert, D., Nishimura, S., y Caetano, R. (2006). Dating violence victimization:
associated drinking and sexual risk behaviors of Asian, Native Hawaiian, and Caucasian high
REFERENCIAS 318

school students in Hawaii. Journal of school health, 76(8), 423-429.


https://doi.org/10.1111/j.1746-1561.2006.00136.x
Ramos, M. M., Green, D., Booker, J., y Nelson, A. (2011). Immigration status, acculturation, and
dating violence risk for Hispanic adolescent girls in New Mexico. Maternal and Child Health
Journal, 15(7), 1076-1080. https://doi.org/10.1007/s10995-010-0653-0
Ramirez, M., Wu, Y., Kataoka, S., Wong, M., Yang, J., Peek-Asa, C., y Stein, B. (2012). Youth violence
across multiple dimensions: a study of violence, absenteeism, and suspensions among
middle school children. The Journal of pediatrics, 161(3), 542-546.
https://doi.org/10.1016/j.jpeds.2012.03.014
Rapoza, K.A., y Baker, A. T. (2008). Attachment styles, alcohol, and childhood experiences of abuse:
An analysis of physical violence in dating couples. Violence and victims, 23(1), 52-65.
https://doi.org/10.1891/0886-6708.23.1.52
Reed, E., Miller, E., Raj, A., Decker, M. R., y Silverman, J. G. (2014). Teen dating violence perpetration
and relation to STI and sexual risk behaviours among adolescent males. Sexually Transmitted
Infections, 90(4), 322-324. https://doi.org/10.1136/sextrans-2013-051023
Reed, E., Silverman, J. G., Raj, A., Decker, M. R., y Miller, E. (2011). Male perpetration of teen dating
violence: Associations with neighborhood violence involvement, gender attitudes, and
perceived peer and neighborhood norms. Journal of Urban Health, 88(2), 226-239.
https://doi.org/10.1007/s11524-011-9545-x
Reidy, D. E., Smith-Darden, J. P., Cortina, K. S., Kernsmith, R. M., y Kernsmith, P. D. (2015). Masculine
discrepancy stress, teen dating violence, and sexual violence perpetration among adolescent
boys. Journal of Adolescent Health, 56(6), 619-624.
https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2015.02.009
Reitzel-Jaffe, D., y Wolfe, D. A. (2001). Predictors of relationship abuse among young men. Journal of
Interpersonal Violence, 16(2), 99-115. https://doi.org/10.1177/088626001016002001
Rennison, C.M y Welchans, S. (2000). Intimate partner violence. US Department of Justice, Office of
Justice Programs, Bureau of Justice Statistics.
Reuter, T. R., y Whitton, S. W. (2018). Adolescent dating violence among lesbian, gay, bisexual,
transgender, and questioning youth. En Adolescent Dating Violence (pp. 215-231). Academic
Press. https://doi.org/10.1016/B978-0-12-811797-2.00009-8
Rey-Anacona, C. A. (2009). Maltrato de tipo físico, psicológico, emocional, sexual y económico en el
noviazgo: un estudio exploratorio. Acta colombiana de psicología, 12(2), 27-36.
Rey-Anacona, C. A. (2013). Prevalencia y tipos de maltrato en el noviazgo en adolescentes y adultos
jóvenes. Terapia psicológica, 31(2), 143-154. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-
48082013000200001
Rey-Anacona, C. A. (2015). Variables asociadas a los malos tratos en el noviazgo en adolescentes y
adultos jóvenes. Acta colombiana de psicología, 18(1), 159-171.
https://doi.org/10.14718/ACP.2015.18.1.15
Rey-Anacona, C. A. (2017). Diferencias por sexo y variables asociadas con las agresiones sexuales en
el noviazgo en universitarios. Psychologia. Avances de la disciplina, 11(1), 25-37.
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=297251403002
Reyes, H. L. M., Foshee, V. A., Chen, M. S., y Ennett, S. T. (2017). Patterns of dating violence
victimization and perpetration among latino youth. Journal of Youth and Adolescence, 46(8),
1727-1742. https://doi.org/10.1007/s10964-016-0621-0
REFERENCIAS 319

Reyes, H. L. M., Foshee, V. A., Niolon, P. H., Reidy, D. E., y Hall, J. E. (2016). Gender role attitudes and
male adolescent dating violence perpetration: Normative beliefs as moderators. Journal of
youth and adolescence, 45(2), 350-360. https://doi.org/10.1007/s10964-015-0278-0
Reyes, H. L. M., Foshee, V. A., Tharp, A. T., Ennett, S. T., y Bauer, D. J. (2015). Substance use and
physical dating violence: the role of contextual moderators. American journal of preventive
medicine, 49(3), 467-475. https://doi.org/10.1016/j.amepre.2015.05.018
Reynolds, W. M. (1982). Development of reliable and valid short forms of the Marlowe-Crowne Social
Desirability Scale. Journal of Clinical Psychology, 38(1), 119–125.
https://doi.org/10.1002/1097-4679(198201)38:1<119::AID-JCLP2270380118>3.0.CO;2-I
Rhoades, G. K., Stanley, S. M., y Markman, H. J. (2012). The impact of the transition to cohabitation
on relationship functioning: Cross-sectional and longitudinal findings. Journal of Family
Psychology, 26(3), 348-358. https://doi.org/10.1037/a0028316
Richards, T. N., y Branch, K. A. (2012). The relationship between social support and adolescent dating
violence: A comparison across genders. Journal of interpersonal violence, 27(8), 1540-1561.
https://doi.org/10.1177/0886260511425796
Richards, T. N., Branch, K. A., y Ray, K. (2014). The impact of parental and peer social support on
dating violence perpetration and victimization among female adolescents: A longitudinal
study. Violence and victims, 29(2), 317-331. https://doi.org/10.1891/0886-6708.VV-D-12-
00141R1
Riebel, J. K. (2016). Romantic attachment and psychological aggression: The mediating roles of
emotion dysregulation and interpersonal problems (Tesis Doctoral). St. Louis University, St.
Louis.
Riggs, D. S., Caulfield, M. B., y Fair, K. (2009). Risk of intimate partner violence: Factors associated
with perpetration and victimization. En P. M. Kleespies (Ed.). Behavioral emergencies: An
evidence-based resource for evaluating and managing risk of suicide, violence, and
victimization (pp. 189-208). American Psychological Association.
http://doi.org/10.1037/11865-009
Riggs, D. S., y O’Leary, K. D. (1989). A theoretical model of courtship aggression. En M. A. Pirog-Good
y J. E. Stets (Eds.). Violence in dating relationships: Emerging social issues (pp. 53-71). Praeger
Publishers.
Riggs, D. S., y O'Leary, K. D. (1996). Aggression between heterosexual dating partners: An
examination of a causal model of courtship aggression. Journal of Interpersonal
Violence, 11(4), 519-540. https://doi.org/10.1177/088626096011004005
Rivera, D., Cruz, C., y Muñoz, C. (2011). Satisfacción en las relaciones de pareja en la adultez
emergente: el rol del apego, la intimidad y la depresión. Terapia psicológica, 29(1), 77-83.
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-48082011000100008
Rivera-Rivera, L., Allen-Leigh, B., Rodríguez-Ortega, G., Chávez-Ayala, R., y Lazcano-Ponce, E. (2007).
Prevalence and correlates of adolescent dating violence: Baseline study of a cohort of 7960
male and female Mexican Public School students. Preventive medicine, 44(6), 477-484.
https://doi.org/10.1016/j.ypmed.2007.02.020
Rodrigues, Y., Veiga, F., Fuentes, M. C., y García, F. (2013). Parenting and adolescents' self-esteem:
The Portuguese context. Revista de Psicodidáctica, 18(2), 395-416.
https://doi.org/10.1387/RevPsicodidact.6842
Rodríguez, J. A., Mirón, L., y Rial, A. (2012). Análisis de la relación entre grupo de iguales, vinculación
familiar y escolar, autocontrol y conducta antisocial, en una muestra de adolescentes
REFERENCIAS 320

venezolanos. Revista de Psicología Social, 27(1), 25-38.


https://doi.org/10.1174/021347412798844033
Rodríguez-Franco, L., Antuña-Bellerín, M.A., y Rodríguez-Díaz, F.J. (2001). Psicología y violencia
doméstica: un nuevo reto hacia un viejo problema. Acta Colombiana de Psicología, 6,67-76.
Rodríguez-Franco, L., López-Cepero, J., y Rodríguez-Díaz, F. J. (2009). Violencia doméstica: Una
revisión bibliográfica y bibliométrica. Psicothema, 21(2), 248-254.
Rodríguez-Franco, L., López-Cepero, J., Rodríguez-Díaz, F. J., Bringas, C., Estrada, C., Antuña, M., y
Quevedo-Blasco, R. (2012). Labeling dating abuse: Undetected abuse among Spanish
adolescents and young adults. International Journal of Clinical and Health Psychology, 12(1)
55-67. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33723707004
Rodríguez-Pérez, S. (2015). Violencia en parejas jóvenes: estudio preliminar sobre su prevalencia y
motivos. Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, 25, 251-275.
https://doi.org/10.7179/PSRI_2015.25.11
Rojas-Solís, J. L., y Carpintero E. (2011). Sexismo y agresiones físicas, sexuales y verbales-
emocionales, en relaciones de noviazgo de estudiantes universitarios. Electronic Journal of
Research in Educational Psychology, 9(24), 541-564.
https://doi.org/10.25115/ejrep.v9i24.1449
Rosales, L., Moral, J., Díaz, R., y Cienfuegos, Y. (2013). Violencia en la pareja: Un análisis desde una
perspectiva ecológica. Ciencia Ergo Sum, 20(1), 6-16.
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10425466009
Rosenbaum, A., y O'Leary, K. D. (1981). Marital violence: Characteristics of abusive couples. Journal
of Consulting and Clinical Psychology, 49(1), 63-71. https://doi.org/10.1037/0022-
006X.49.1.63
Rosenberg, M. (1989). Society and the adolescent self-image. (Rev. ed.). Wesleyan University Press.
Rothman, E. F., Johnson, R. M., Azrael, D., Hall, D. M., y Weinberg, J. (2010). Perpetration of physical
assault against dating partners, peers, and siblings among a locally representative sample of
high school students in Boston, Massachusetts. Archives of pediatrics & adolescent
medicine, 164(12), 1118-1124.
Rothman, E. F., Johnson, R. M., Young, R., Weinberg, J., Azrael, D., y Molnar, B. E. (2011).
Neighborhood-level factors associated with physical dating violence perpetration: Results of
a representative survey conducted in Boston, MA. Journal of Urban Health, 88(2), 201-213.
https://doi.org/10.1007/s11524-011-9543-z
Rothman, E. F., Linden, J. A., Baughman, A. L., Kaczmarsky, C., y Thompson, M. (2013). “The Alcohol
Just Pissed Me Off” Views About How Alcohol and Marijuana Influence Adolescent Dating
Violence Perpetration, Results of a Qualitative Study. Youth & Society, 48(3), 366-382.
https://doi.org/10.1177/0044118X13491973
Rubio-Garay, F., Carrasco, M. A., Amor, P. J., y López-González, M. A. (2015). Factores asociados a la
violencia en el noviazgo entre adolescentes: una revisión crítica. Anuario de Psicología
Jurídica, 25(1), 47-56. https://doi.org/10.1016/j.apj.2015.01.001
Rubio-Garay, F., López-González, M. Á., Saúl, L. Á., y Sánchez-Elvira-Paniagua, Á. (2012).
Direccionalidad y expresión de la violencia en las relaciones de noviazgo de los
jóvenes/Directionality and violence expressión indating relationship of young people. Acción
Psicológica, 9(1), 61-70. http://dx.doi.org/10.5944/ap.9.1.437
Ruipérez, M.A., Ibáñez, M.I., Lorente, E., Moro, M., y Ortet, G. (2001). Psychometric properties of the
Spanish version of the BSI. Contribu- tions to the relationship between personality and
REFERENCIAS 321

psychopathology. European Journal of Psychological Assessment, 17(3), 241-250.


https://doi.org/10.1027/1015-5759.17.3.241
Sanderson, M., Coker, A. L., Roberts, R. E., Tortolero, S. R., y Reininger, B. M. (2004). Acculturation,
ethnic identity, and dating violence among latino ninth-grade students. Preventive
Medicine, 39(2), 373-383. https://doi.org/10.1016/j.ypmed.2004.01.034
Samaniego, E., y Freixas, A. (2010). Estudio sobre la identificación y vivencia de violencia en parejas
adolescentes. Apuntes De Psicología, 28(3), 349-366.
Sánchez, V., Ortega-Rivera, F.J., Ortega, R., y Viejo, C. (2008). Las relaciones sentimentales en la
adolescencia: satisfacción, conflictos y violencia. Escritos de Psicología, 2(1), 97-109.
Sánchez-Mascaraque, P., y Barrio-Rodríguez, A. (2012). Trastornos psicosomáticos. Pediatría Integral,
16(9), 700-706.
Schnurr, M. P. (2009). Precursors to adolescents' dating violence perpetration and healthy romantic
relationships. (Tesis doctoral). Iowa State University, Iowa. https://doi.org/10.31274/etd-
180810-2565
Schnurr, M. P., y Lohman, B. J. (2008). How much does school matter? An examination of adolescent
dating violence perpetration. Journal of youth and adolescence, 37(3), 266-283.
https://doi.org/10.1007/s10964-007-9246-7
Schnurr, M. P., y Lohman, B. J. (2013). The impact of collective efficacy on risks for adolescents’
perpetration of dating violence. Journal of youth and adolescence, 42(4), 518-535.
https://doi.org/10.1007/s10964-013-9909-5
Schnurr, M. P., Lohman, B. J., y Kaura, S. A. (2010). Variation in late adolescents' reports of dating
violence perpetration: A dyadic analysis. Violence and victims, 25(1), 84-100.
https://doi.org/10.1891/0886-6708.25.1.84
Schumacher, J. A., y Slep, A. M. S. (2004). Attitudes and dating aggression: A cognitive dissonance
approach. Prevention Science, 5(4), 231-243.
https://doi.org/10.1023/B:PREV.0000045357.19100.77
Schwartz, J. P., Magee, M. M., Griffin, L. D., y Dupuis, C. W. (2004). Effects of a Group Preventive
Intervention on Risk and Protective Factors Related to Dating Violence. Group Dynamics:
Theory, Research, and Practice, 8(3), 221-231. https://doi.org/10.1037/1089-2699.8.3.221
Sears, H. A., y Byers, E. S. (2010). Adolescent girls' and boys' experiences of psychologically,
physically, and sexually aggressive behaviors in their dating relationships: Co-occurrence and
emotional reaction. Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 19(5), 517-539.
https://doi.org/10.1080/10926771.2010.495035
Sears, H. A., Byers, E. S., y Price, E. L. (2007). The co-occurrence of adolescent boys’ and girls’ use of
psychologically, physically, and sexually abusive behaviours in their dating relationships.
Journal of Adolescence, 30, 487-504. https://doi.org/10.1016/j.adolescence.2006.05.002
Sebastián, J., Verdugo, A., y Ortiz, B. (2014). Jealousy and violence in dating relationships: Gender-
related differences among a spanish sample. The Spanish Journal of Psychology, 17, 1-12.
https://doi.org/10.1017/sjp.2014.99
Seligman, M. E., y Beagley, G. (1975). Learned helplessness in the rat. Journal of comparative and
physiological psychology, 88(2), 534-541. https://doi.org/10.1037/h0076430
Serquina-Ramiro, L. (2005). Physical intimacy and sexual coercion among adolescent intimate
partners in the Philippines. Journal of adolescent Research, 20(4), 476-496.
https://doi.org/10.1177/0743558405275170
REFERENCIAS 322

Sharpe, D., y Taylor, J. K. (1999). An examination of variables from a social-developmental model to


explain physical and psychological dating violence. Canadian Journal of Behavioural
Science/Revue canadienne des sciences du comportement, 31(3), 165-175.
https://doi.org/10.1037/h0087085
Shek, D. T. (2005). Paternal and maternal influences on the psychological well‐being, substance
abuse, and delinquency of Chinese adolescents experiencing economic disadvantage. Journal
of Clinical Psychology, 61(3), 219-234. https://doi.org/10.1002/jclp.20057
Shek, D. T. L., y Ma, H. K. (2001). Parent-adolescent conflict and adolescent antisocial and prosocial
behavior: A longitudinal study in a Chine context. Adolescence, 36(143), 545–555.
https://search.proquest.com/docview/195941378?accountid=14478
Shen, A. C. T., Chiu, M. Y. L., y Gao, J. (2012). Predictors of dating violence among Chinese
adolescents: The role of gender-role beliefs and justification of violence. Journal of
Interpersonal Violence, 27(6), 1066-1089. https://doi.org/10.1177/0886260511424497
Sherer, M. (2009). The nature and correlates of dating violence among Jewish and Arab youths in
Israel. Journal of Family Violence, 24(1), 11-26. https://doi.org/10.1007/s10896-008-9201-8
Shook, N. J., Gerrity, D. A., Jurich, J., y Segrist, A. E. (2000). Courtship violence among college
students: A comparison of verbally and physically abusive couples. Journal of Family
Violence, 15(1), 1-22. https://doi.org/10.1023/A:1007532718917
Shorey, R. C., Brasfield, H., Zucosky, H., Febres, J., y Stuart, G. L. (2015). The relation between alcohol
use and psychological, physical, and sexual dating violence perpetration among male college
students. Violence against women, 21(2), 151-164.
https://doi.org/10.1177/1077801214564689
Shorey, R. C., Cornelius, T. L., y Bell, K. M. (2008). A critical review of theoretical frameworks for
dating violence: Comparing the dating and marital fields. Aggression and violent
behavior, 13(3), 185-194. https://doi.org/10.1016/j.avb.2008.03.003
Shorey, R. C., Cornelius, T. L., e Idema, C. (2011). Trait anger as a mediator of difficulties with
emotion regulation and female-perpetrated psychological aggression. Violence and Victims,
26, 271-282. https://doi.org/10.1891/0886-6708.26.3.271
Shorey, R. C., McNulty, J. K., Moore, T. M.,y Stuart, G. L. (2017). Trait anger and partner-specific
anger management moderate the temporal association between alcohol use and dating
violence. Journal of studies on alcohol and drugs, 78(2), 313-318.
Shorey, R. C., y Meltzer, C. (2010). Motivations for self-defensive aggression in dating
relationships. Violence and Victims, 25(5), 662-673. https://doi.org/10.1891/0886-
6708.25.5.662
Shorey, R. C., Stuart, G. L., y Cornelius, T. L. (2011a). Dating violence and substance use in college
students: A review of the literature. Aggression and violent behavior, 16(6), 541-550.
https://doi.org/10.1016/j.avb.2011.08.003
Shorey, R. C., Stuart, G. L., McNulty, J. K., y Moore, T. M. (2014). Acute alcohol use temporally
increases the odds of male perpetrated dating violence: A 90-day diary analysis. Addictive
behaviors, 39(1), 365-368. https://doi.org/10.1016/j.addbeh.2013.10.025
Shorey, R. C., Stuart, G. L., Moore, T. M., y McNulty, J. K. (2014a). The temporal relationship between
alcohol, marijuana, angry affect, and dating violence perpetration: A daily diary study with
female college students. Psychology of addictive behaviors, 28(2), 516-523.
REFERENCIAS 323

Shorey, R. C., Wymbs, B., Torres, L., Cohen, J. R., Fite, P. J., y Temple, J. R. (2017a). Does change in
perceptions of peer teen dating violence predict change in teen dating violence perpetration
over time? Aggressive behavior, 44(2), 156-164. https://doi.org/10.1002/ab.21739
Shortt, J. W., Capaldi, D. M., Kim, H. K., Kerr, D. C., Owen, L. D., y Feingold, A. (2012). Stability of
intimate partner violence by men across 12 years in young adulthood: Effects of relationship
transitions. Prevention Science, 13(4), 360-369. https://doi.org/10.1007/s11121-011-0202-0
Shulman, S., y Scharf, M. (2000). Adolescent romantic behaviors and perceptions: Age-and gender-
related differences, and links with family and peer relationships. Journal of research on
adolescence, 10(1), 99-118.
Sigelman, C. K., Berry, C. J., y Wiles, K. A. (1984). Violence in college students' dating
relationships. Journal of Applied Social Psychology, 14(6), 530-548.
https://doi.org/10.1111/j.1559-1816.1984.tb02258.x
Silva, F., Martorell, M. C., y Clemente, A. (1986). Adaptación española de la escala de conducta
antisocial ASB: Fiabilidad, validez y tipificación. Evaluación Psicológica, 2(5), 39-55.
Silverman, J. G., Raj, A., Mucci, L. A., y Hathaway, J. E. (2001). Dating violence against adolescent girls
and associated substance use, unhealthy weight control, sexual risk behavior, pregnancy, and
suicidality. JAMA: Journal of the American Medical Association, 286(5), 572-579.
https://doi.org/10.1001/jama.286.5.572
Simons, R. L., Lin, K. H., y Gordon, L. C. (1998). Socialization in the family of origin and male dating
violence: A prospective study. Journal of Marriage and the Family, 60(2), 467-478.
https://doi.org/10.2307/353862
Simons, D. A., y Wurtele, S. K. (2010). Relationships between parents’ use of corporal punishment
and their children's endorsement of spanking and hitting other children. Child abuse &
neglect, 34(9), 639-646. https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2010.01.012
Sims, E. N., Dodd, V. J. N., y Tejeda, M. J. (2008). The relationship between severity of violence in the
home and dating violence. Journal of Forensic Nursing, 4(4), 166-173.
https://doi.org/10.1111/j.1939-3938.2008.00028.x
Slep, A. M. S., Cascardi, M., Avery-Leaf, S., y O’Leary, K. D. (2001). Two new measures of attitudes
about the acceptability of teen dating aggression. Psychological Assessment, 13(3), 306–318.
Smith, M. (2010). How Age of First Dating Experience, Number of Dating Partners, and Length of
Relationship Relates to Dating Violence Victimization. [tesis de maestría, Universidad de
Texas].
Smith, M., y Donnelly, J. (2001). Adolescent dating violence: A multi-systemic approach of enhancing
awareness in educators, parents, and society. Journal of Prevention & Intervention in the
Community, 21(1), 53-64. http://dx.doi.org/10.1300/J005v21n01_04
Smith, P. H., White, J. W., y Holland, L. J. (2003). A longitudinal perspective on dating violence among
adolescent and college-age women. American Journal of Public Health, 93(7), 1104-1109.
Smith‐Darden, J. P., Kernsmith, P. D., Reidy, D. E., y Cortina, K. S. (2017). In search of modifiable risk
and protective factors for teen dating violence. Journal of research on adolescence, 27(2),
423-435. https://doi.org/10.1111/jora.12280
South, S. C., Turkheimer, E., y Oltmanns, T. F. (2008). Personality disorder symptoms and marital
functioning. Journal of consulting and clinical psychology, 76(5), 769-780.
https://doi.org/10.1037/a0013346
REFERENCIAS 324

Spencer, C. M., Toews, M. L., Anders, K. M., y Emanuels, S. K. (2019). Risk markers for physical teen
dating violence perpetration: a meta-analysis. Trauma, Violence, & Abuse, 1-13.
https://doi.org/10.1177/1524838019875700
SPSS, I. (2017). IBM SPSS Statistics para Windows, version 25. IBM SPSS Corp.
Stark, E. (2007). Coercive control: The entrapment of women in personal life. Oxford University Press.
Steinberg, L., y Morris, A. S. (2001). Adolescent development. Journal of Cognitive Education and
Psychology, 2(1), 55-87. https://doi.org/10.1146/annurev.psych.52.1.83
Stepteau-Watson, D. (2014). Dating violence, young African American males, and risk and protective
factors: A review of the literature. Journal of Human Behavior in the Social
Environment, 24(6), 694-701. https://doi.org/10.1080/10911359.2014.922818
Stets, J. E., y Straus, M. A. (1989). The marriage license as a hitting license: A comparison of assaults
in dating, cohabiting, and married couples. Journal of Family Violence, 4(2), 161-180.
https://doi.org/10.1007/BF01006627
Stith, S. M., Smith, D. B., Penn, C. E., Ward, D. B., y Tritt, D. (2004). Intimate partner physical abuse
perpetration and victimization risk factors: A meta-analytic review. Aggression and Violent
Behavior, 10(1), 65-98. https://doi.org/10.1016/j.avb.2003.09.001
Straus, M. A. (1979). Measuring intrafamily conflict and violence: The Conflict Tactics (CT) Scales.
Journal of Marriage and the Family, 41(1), 75-88. https://doi.org/10.2307/351733
Straus, M. A. (1999). The controversy over domestic violence by women: A methodological,
theoretical, and sociology of science analysis. En X. B. Arriaga y S. Oskamp (Eds.). Violence in
intimate relationships (pp. 17-44). Sage.
Straus, M. A. (2005). Women’s violence toward men is a serious social problem. Current controversies
on family violence, 2, 55-77.
Straus, M. A. (2008). Dominance and symmetry in partner violence by male and female university
students in 32 nations. Children and youth services review, 30(3), 252-275.
https://doi.org/10.1016/j.childyouth.2007.10.004
Straus, M. A. (2011). Gender symmetry and mutuality in perpetration of clinical-level partner
violence: Empirical evidence and implications for prevention and treatment. Aggression and
Violent Behavior, 16(4), 279-288. https://doi.org/10.1016/j.avb.2011.04.010
Straus, M. A., y Douglas, E. M. (2004). A short form of the Revised Conflict Tactics Scales, and
typologies for severity and mutuality. Violence and victims, 19(5), 507-520.
https://doi.org/10.1891/vivi.19.5.507.63686
Straus, M. A., y Fauchier, A. (2007). Manual for the dimensions of discipline inventory (DDI). Family
Research Laboratory. University of New Hampshire.
Straus, M., Gelles, R., y Steinmetz, S.K. (1980). Behind closed doors: A survey of family violence in
America. Doubleday.
Straus, M. A., y Gozjolko, K. L. (2014). “Intimate terrorism” and gender differences in injury of dating
partners by male and female university students. Journal of Family Violence, 29(1), 51-65.
https://doi.org/10.1007/s10896-013-9560-7
Straus, M. A., Hamby, S. L., Boney-McCoy, S., y Sugarman, D. B. (1996). The revised conflict tactics
scales (CTS2) development and preliminary psychometric data. Journal of family issues, 17(3),
283-316. https://doi.org/10.1177/019251396017003001
Straus, M. A., Hamby, S. L., Finkelhor, D., Moore, D. W., y Runyan, D. (1998). Identification of child
maltreatment with the Parent-Child Conflict Tactics Scales: Development and psychometric
REFERENCIAS 325

data for a national sample of American parents. Child abuse & neglect, 22(4), 249-270.
https://doi.org/10.1016/S0145-2134(97)00174-9
Straus, M. A., y Michel-Smith, Y. (2014). Mutuality, severity, and chronicity of violence by father-only,
mother-only, and mutually violent parents as reported by university students in 15
nations. Child abuse & neglect, 38(4), 664-676. https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2013.10.004
Strauss, R. S., y Pollack, H. A. (2003). Social marginalization of overweight children. Archives of
pediatrics & adolescent medicine, 157(8), 746-752.
https://doi.org/10.1001/archpedi.157.8.746
Stuart, G. L., McGeary, J. E., Shorey, R. C., Knopik, V. S., Beaucage, K., y Temple, J. R. (2014). Genetic
associations with intimate partner violence in a sample of hazardous drinking men in
batterer intervention programs. Violence Against Women, 20(4), 385-400.
https://doi.org/10.1177/1077801214528587
Sugarman, D. B., y Hotaling, G. T. (1989). Dating violence: Prevalence, context, and risk markers. En
M. A. Pirog-Good y J. E. Stets (Eds.). Violence in dating relationships: Emerging social issues
(pp. 3-32). Praeger Publishers.
Sugarman, D. B., y Hotaling, G. T. (1997). Intimate violence and social desirability A meta-analytic
review. Journal of Interpersonal Violence, 12(2), 275-290.
https://doi.org/10.1177/088626097012002008
Sunday, S., Kline, M., Labruna, V., Pelcovitz, D., Salzinger, S., y Kaplan, S. (2011). The role of
adolescent physical abuse in adult intimate partner violence. Journal of Interpersonal
Violence, 26(18), 3773-3789. https://doi.org/10.1177/0886260511403760
Swahn, M. H., Alemdar, M., y Whitaker, D. J. (2010). Nonreciprocal and reciprocal dating violence and
injury occurrence among urban youth. The Western Journal of Emergency Medicine, 11(3),
264-268.
Taft, C. T., Schumm, J., Orazem, R. J., Meis, L., y Pinto, L. A. (2010). Examining the link between
posttraumatic stress disorder symptoms and dating aggression perpetration. Violence and
Victims, 25(4), 456-469. https://doi.org/10.1891/0886-6708.25.4.456
Taylor, K. A. (2013). Longitudinal relations between dating violence victimization and perpetration
and substance use: The moderating role of gender and school norms for dating violence.
(Tesis doctoral). Virginia Commonwealth University, Virginia.
Taylor, K. A., Sullivan, T. N., y Farrell, A. D. (2015). Longitudinal relationships between individual and
class norms supporting dating violence and perpetration of dating violence. Journal of youth
and adolescence, 44(3), 745-760. https://doi.org/10.1007/s10964-014-0195-7
Temple, J. R., Choi, H. J., Elmquist, J., Hecht, M., Miller-Day, M., Stuart, G. L., Brem, M.A., y Wolford-
Clevenger, C. (2016). Psychological abuse, mental health, and acceptance of dating violence
among adolescents. Journal of Adolescent Health, 59(2), 197-202.
https://doi.org/10.1016/j.jadohealth.2016.03.034
Temple, J. R., Shorey, R. C., Fite, P., Stuart, G. L., y Le, V. D. (2013). Substance use as a longitudinal
predictor of the perpetration of teen dating violence. Journal of youth and
adolescence, 42(4), 596-606. https://doi.org/10.1007/s10964-012-9877-1
Temple, J. R., Shorey, R. C., Tortolero, S. R., Wolfe, D. A., y Stuart, G. L. (2013a). Importance of gender
and attitudes about violence in the relationship between exposure to interparental violence
and the perpetration of teen dating violence. Child abuse & neglect, 37(5), 343-352.
https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2013.02.001
REFERENCIAS 326

Testa, M., y Brown, W. C. (2015). Does marijuana use contribute to intimate partner aggression? A
brief review and directions for future research. Current opinion in psychology, 5, 6-12.
https://doi.org/10.1016/j.copsyc.2015.03.002
Teten, A. L., Ball, B., Valle, L. A., Noonan, R., y Rosenbluth, B. (2009). Considerations for the
definition, measurement, consequences, and prevention of dating violence victimization
among adolescent girls. Journal of Women's Health, 18(7), 923-927.
https://doi.org/10.1089/jwh.2009.1515
Theobald, D., Farrington, D. P., Ttofi, M. M., y Crago, R. V. (2016). Risk factors for dating violence
versus cohabiting violence: Results from the third generation of the Cambridge Study in
Delinquent Development. Criminal behaviour and mental health, 26(4), 229-239.
https://doi.org/10.1002/cbm.2017
Tjaden, P. G., y Thoennes, N. (2006). Extent, nature and consequences of intimate partner violence:
findings from the National Violence Against Women Survey. National Institute of Justice,
Centers for Disease Control and Prevention.
Tolman, R. M. (1989). The development of a measure of psychological maltreatment of women by
their male partners. Violence and Victims, 4, 159-177.
https://doi.org/10.1891/08866708.4.3.159
Tolman, R. M. (2001). The validation of the psychological maltreatment of women
inventory. Psychological abuse in violent domestic relations, 14, 47-59.
https://doi.org/10.1891/0886-6708.14.1.25
Tweed, R. G., y Dutton, D. G. (1998). A comparison of impulsive and instrumental subgroups of
batterers. Violence and victims, 13(3), 217-230. https://doi.org/10.1891/0886-6708.13.3.217
Tyler, K. A., Brownridge, D. A., y Melander, L. A. (2011). The effect of poor parenting on male and
female dating violence perpetration and victimization. Violence and victims, 26(2), 218-230.
https://doi.org/10.1891/0886-6708.26.2.218
Ulloa, E. C., Martínez-Arango, N., y Hokoda, A. (2014). Attachment anxiety, depressive symptoms,
and adolescent dating violence perpetration: A longitudinal mediation analysis. Journal of
Aggression, Maltreatment & Trauma, 23(6), 652-669.
https://doi.org/10.1080/10926771.2014.920452
Vagi, K. J., Olsen, E. O., Basile, K. C., y Vivolo-Kantor, A. M. (2015). Teen dating violence (physical and
sexual) among US high school students: Findings from the 2013 national youth risk behavior
survey. JAMA Pediatrics, 169(5), 474-482. https://doi.org/10.1001/jamapediatrics.2014.3577
Vagi, K. J., Rothman, E. F., Latzman, N. E., Tharp, A. T., Hall, D. M., y Breiding, M. J. (2013). Beyond
correlates: A review of risk and protective factors for adolescent dating violence
perpetration. Journal of youth and adolescence, 42(4), 633-649.
https://doi.org/10.1007/s10964-013-9907-7
Valenzuela, M. T., Ibarra, M, A., Zubarew, G. T., y Correa, M. L. (2013). Prevención de conductas de
riesgo en el Adolescente: rol de familia. Index de enfermería, 22(1-2), 50-54.
http://dx.doi.org/10.4321/S1132-12962013000100011
Vargas-Trujillo, E., y Barrera, F. (2002). Adolescencia, relaciones románticas y actividad sexual: Una
revisión. Revista Colombiana De Psicología, 11(1), 115-134.
Vásquez-González, C. (2003). Predicción y prevención de la delincuencia juvenil según las teorías del
desarrollo social (Social Development Theories). Revista de Derecho Universidad Austral de
Chile, 14, 135-158. http://revistas.uach.cl/index.php/revider/article/view/2727
REFERENCIAS 327

Vazsonyi, A. T. (2003). Parent-adolescent relations and problem behaviors: Hungary, the


Netherlands, Switzerland, and the United States. Marriage & Family Review, 35(3-4), 161-
187. https://doi.org/10.1300/J002v35n03_09
Vezina, J., y Hebert, M. (2007). Risk factors for victimization in romantic relationships of young
women: A review of empirical studies and implications for prevention. Trauma, Violence, &
Abuse, 8(1), 33-66. https://doi.org/10.1177/1524838006297029
Viejo, C., Monks, C. P., Sánchez, V., y Ortega-Ruíz, R. (2015). Physical dating violence in spain and the
United Kingdom and the importance of relationship quality. Journal of Interpersonal
Violence, 31(8), 1453-1475. https://doi.org/10.1177/0886260514567963
Vivanco, R., Espinoza, S., Romo, C., Véliz, A., y Vargas, A. (2015). Perpetración y victimización de la
violencia en relaciones de parejas en jóvenes que cursan educación superior en la ciudad de
Osorno, Chile. Polis Revista Latinoamericana, 14(40), 489-508.
https://doi.org/10.4000/polis.10863
Vivolo-Kantor, A. M., Massetti, G., Niolon, P., Foshee, V., y Reyes, H.L.M. (2016). Relationship
characteristics associated with teen dating violence perpetration. Journal of aggression,
maltreatment & trauma, 25(9), 936-954. https://doi.org/10.1080/10926771.2016.1223774
Walker, L. E. (1979). The battered women. Harper & Row.
Walker, L. E. (1999). Psychology and domestic violence around the world. American
Psychologist, 54(1), 21-29.
Waltz, J., Babcock, J. C., Jacobson, N. S., y Gottman, J. M. (2000). Testing a typology of
batterers. Journal of consulting and clinical psychology, 68(4), 658-669.
https://doi.org/10.1037/0022-006X.68.4.658
Wang, Y. H., y Chen, J. Q. (2010). The association of dating violence among college students and
mental health. Modern Preventive Medicine, 37(19), 3707-3709.
Warkentin, J. B. (2008). Dating violence and sexual assault among college men: Co-occurrence,
predictors, and differentiating factors [Tesis doctoral, Ohio University).
https://etd.ohiolink.edu/
Waters, E., Posada, G., Crowell, J., y Lay, K. (1993). Is attachment theory ready to contribute to our
understanding of disruptive behavior problems? Development and Psychopathology, 5(1-2),
215-224.https://doi.org/10.1017/S0954579400004351
Wekerle, C., Leung, E., Wall, A. M., MacMillan, H., Boyle, M., Trocme, N., y Waechter, R. (2009). The
contribution of childhood emotional abuse to teen dating violence among child protective
services-involved youth. Child Abuse & Neglect, 33(1), 45-58.
https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2008.12.006
Wekerle, C., y Wolfe, D. A. (1998). The role of child maltreatment and attachment style in adolescent
relationship violence. Development and Psychopathology, 10(03), 571-586.
West, C. M., y Rose, S. (2000). Dating aggression among low income African American youth: An
examination of gender differences and antagonistic beliefs. Violence Against Women, 6(5),
470-494. https://doi.org/10.1177/10778010022181985
Whitaker, D. J., Haileyesus, T., Swahn, M., y Saltzman, L. S. (2007). Differences in frequency of
violence and reported injury between relationships with reciprocal and nonreciprocal
intimate partner violence. American Journal of Public Health, 97(5), 941-947.
Whitaker, D. J., Le, B., y Niolon, P. H. (2010). Persistence and desistance of the perpetration of
physical aggression across relationships: Findings from a national study of
REFERENCIAS 328

adolescents. Journal of Interpersonal Violence, 25(4), 591-609.


https://doi.org/10.1177/0886260509334402
White, J. W. (2009). A gendered approach to adolescent dating violence: Conceptual and
methodological issues. Psychology of Women Quarterly, 33(1), 1-15.
https://doi.org/10.1111/j.1471-6402.2008.01467.x
White, J. W., Merrill, L. L., y Koss, M. P. (2001). Predictors of premilitary courtship violence in a navy
recruit sample. Journal of Interpersonal Violence, 16(9), 910-927.
https://doi.org/10.1177/088626001016009004
Widom, C. S., y Wilson, H. W. (2015). Intergenerational transmission of violence. Violence and mental
health (pp. 27-45). Springer Publishers. https://doi.org/10.1007/978-94-017-8999-8_2
Wilhite, E. R., y Fromme, K. (2017). The differential influence of drinking, sensation seeking, and
impulsivity on the perpetration of unwanted sexual advances and sexual coercion. Journal of
interpersonal violence, 1-18. https://doi.org/10.1177/0886260517742151
Williams, T. (2007). The development psychopathology of persistent dating violence in adolescence:
Characteristics, psychosocial difficulties and longitudinal predictors. The Sciences and
Engineering, 67(12), 7410.
Williams, S. L., y Frieze, I. H. (2005). Patterns of violent relationships, psychological distress, and
marital satisfaction in a national sample of men and women. Sex Roles, 52(11-12), 771-784.
https://doi.org/10.1007/s11199-005-4198-4
Wincentak, K., Connolly, J., y Card, N. (2017). Teen dating violence: A meta-analytic review of
prevalence rates. Psychology of violence, 7(2), 224-241. https://doi.org/10.1037/a0040194
Windle, M., y Mrug, S. (2009). Cross-gender violence perpetration and victimization among early
adolescents and associations with attitudes toward dating conflict. Journal of Youth and
Adolescence, 38(3), 429-439. https://doi.org/10.1007/s10964-008-9328-1
Winstok, Z. (2007). Toward an interactional perspective on intimate partner violence. Aggression and
Violent Behavior, 12(3), 348-363. https://doi.org/10.1016/j.avb.2006.12.001
Wolf, K. A., y Foshee, V. A. (2003). Family violence, anger expression styles, and adolescent dating
violence. Journal of Family Violence, 18(6), 309-316.
https://doi.org/10.1023/A:1026237914406
Wolfe, D. A., Wekerle, C., Scott, K., Straatman, A. L., y Grasley, C. (2004). Predicting abuse in
adolescent dating relationships over 1 year: the role of child maltreatment and
trauma. Journal of abnormal psychology, 113(3), 406-415. https://doi.org/10.1037/0021-
843X.113.3.406
Wolitzky-Taylor, K. B., Ruggiero, K. J., Danielson, C. K., Resnick, H. S., Hanson, R. F., Smith, D. W.,
Saunders, B., y Kilpatrick, D. G. (2008). Prevalence and correlates of dating violence in a
national sample of adolescents. Journal of the American Academy of Child & Adolescent
Psychiatry, 47(7), 755-762. https://doi.org/10.1097/CHI.0b013e318172ef5f
Woodin, E. M., y O'Leary, K. D. (2009). Theoretical approaches to the etiology of partner violence. En
Preventing partner violence: Research and evidence-based intervention strategies (pp.41-65).
American Psychological Association. https://doi.org/10.1037/11873-003
Yalch, M. M., Lannert, B. K., Hopwood, C. J., y Levendosky, A. A. (2013). Interpersonal style
moderates the effect of dating violence on symptoms of anxiety and depression. Journal of
interpersonal violence, 28(16), 3171-3185. https://doi.org/10.1177/0886260513496901
Ybarra, M. L., Espelage, D. L., Langhinrichsen-Rohling, J., y Korchmaros, J. D. (2016). Lifetime
prevalence rates and overlap of physical, psychological, and sexual dating abuse perpetration
REFERENCIAS 329

and victimization in a national sample of youth. Archives of Sexual Behavior, 45(5), 1083-
1099. https://doi.org/10.1007/s10508-016-0748-9
Yedra, L.R., Flores, M.P.G., Zárate, L.O., y Vargas, E.A.R. (2015). Violencia psicológica en los noviazgos
de adolescentes y su relación con las formas de interacción de sus padres. Academia
Journals, 2189-2194.
Yenes, F., Olabarrieta, F., Arranz, E., y Artamendi, J. A. (2000). Inter-rather reliability of a category
system on children’s representations of sibling relationships. Psicothema, 12, 563-566.
Yu, R., Pepler, D. J., van de Bongardt, D., Josephson, W. L., y Connolly, J. (2018). Internalizing
symptoms and dating violence perpetration in adolescence. Journal of Adolescence, 69, 88-
91. https://doi.org/10.1016/j.adolescence.2018.09.008
Zhan, W., Shaboltas, A. V., Skochilov, R. V., Krasnoselskikh, T. V., y Abdala, N. (2013). History of
childhood abuse, sensation seeking, and intimate partner violence under/not under the
influence of a substance: a cross-sectional study in Russia. Plos one, 8(7), e68027.
https://doi.org/10.1371/journal.pone.0068027
Zuckerman, M. (1994). Behavioral expressions and biosocial bases of sensation seeking. Cambridge
University.
Zuckerman, M., Eysenck, S. B., y Eysenck, H. J. (1978). Sensation seeking in England and America:
cross-cultural, age, and sex comparisons. Journal of consulting and clinical psychology, 46(1),
139-149. https://doi.org/10.1037/0022-006X.46.1.139
Zweig, J. M., Dank, M., Yahner, J., y Lachman, P. (2013). The rate of cyber dating abuse among teens
and how it relates to other forms of teen dating violence. Journal of Youth and
Adolescence, 42(7), 1063-1077. https://doi.org/10.1007/s10964-013-9922-8
Zweig, J.M., Lindberg, L.D. y McGinley, K.A. (2001). Adolescent Health Risk Profiles: The Co-
Occurrence of Health Risks among Females and Males. Journal of Youth and Adolescence,
30, 707–728. https://doi.org/10.1023/A:1012281628792
ANEXO 1 330

ANEXO 1:

PROTOCOLO DE EVALUACIÓN
ANEXO 1 331

CUESTIONARIO SOBRE RELACIONES INTERPERSONALES Pseudónimo: _ _ _ _ _ _

EDAD:____________ SEXO: Hombre Mujer

PAÍS DE NACIMIENTO: (Especifica cuál):_________________________________

PAÍS DE RESIDENCIA HABITUAL:(Especifica cuál):________________________

PAÍS DE ORIGEN DE TU MADRE: (Especifica cuál):_________________ Y PADRE (Especifica cuál):_________________

ESTUDIAS TRABAJAS ESTUDIAS Y TRABAJAS

CENTRO DE ENSEÑANZA:________________________________________ CURSO Y CLASE:______________

¿Cómo describirías la situación económica en tu casa? (Marca con una X)

Muy inferior a lo habitual


Inferior a lo habitual
Lo habitual (igual que la mayoría)
Superior a lo habitual
Muy superior a lo habitual

Con respecto a tus padres ¿Cuál es su nivel de estudios (marca con una X) y su profesión (escríbela)?

Estudios Estudios Profesión Profesión


de mi padre de mi madre de mi padre de mi madre
Sin estudios  
Estudios primarios  
Estudios secundarios/Bachillerato  
FP  
Estudios universitarios  
No lo sé  

HABITUALMENTE…….
Tu padre ha trabajado: Tu madre ha trabajado:
A tiempo completo
(8 horas o más al día)
A tiempo parcial
(5 horas o menos al día)
Ha estado desempleado

¿Cuál es tu orientación sexual? Heterosexual Homosexual Bisexual

¿Has tenido novio/a alguna vez? SI NO (Si has respondido NO pasa a contestar a la sección G)

¿A qué edad tuviste tu primer novio/a?_____

¿Cuántos novios/as has tenido?_____

¿Cuánto tiempo ha durado tu relación de noviazgo más larga?


Nº de meses__________ Nº de semanas_______
ANEXO 1 332

¿Estás saliendo con alguien actualmente?

SI (si la respuesta es SI, completa la Parte A)


NO (si la respuesta es NO, completa la Parte B)

PARTE A PARTE B
(solo si estás saliendo con alguien ahora) (solo si NO estás saliendo con alguien ahora)

¿Qué edad tiene tu novio/a?_________ ¿Qué edad tenía tu último ex novio/a?_________

¿Cuánto tiempo llevas saliendo con tu novio/a? ¿Cuánto tiempo estuvisteis saliendo juntos?
Nº de meses__________
Nº de semanas________ Fecha de inicio de la relación:________________
Fecha de inicio de la relación:________________ Fecha de fin de la relación:__________________

¿Cómo describirías la relación con tu novio/a? ¿Cada cuánto tiempo os veíais?


(pon una X):
 __ Menos de una vez al mes.
__ Nueva (hemos comenzado a salir juntos).  __ Una vez al mes.
__ Casual (salimos con otros chicos/as).  __ Una vez cada 2 semanas.
__ Estable (estamos juntos y no salimos con otros).  __ Una vez a la semana.
__ Seria (hacemos planes juntos para el futuro).  __ Algunas veces a la semana.
__ Estamos comprometidos en matrimonio.  __ Todos los días.
 __ Más de una vez al día.
¿Cada cuánto tiempo os veis? (pon una X):
Indica cuál era tu grado de satisfacción con ese ex novio/a
 __ Menos de una vez al mes. (pon una X):
 __ Una vez al mes.
 __ Una vez cada 2 semanas. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
 __ Una vez a la semana.
 __ Algunas veces a la semana.
 __ Todos los días.
 __ Más de una vez al día.

¿Qué crees que sucederá con esta relación en el futuro?


(pon una X):

 __ Nos casaremos.
 __ Seguiremos saliendo juntos.
 __ Yo romperé con él/ella.
 __ Él/ella romperá conmigo.

Indica tu grado de satisfacción en tu pareja actual


(pon una X):

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

PASA A CONTESTAR LA SECCIÓN A


ANEXO 1 333

La siguiente es una lista de las cosas que tú o tu novio/a podríais haber hecho mientras discutíais.
A Marca la casilla en función de las veces que han sucedido cada una de las opciones en tu ACTUAL
relación. Si actualmente no tienes novio/a completa las preguntas de acuerdo a tu relación MÁS
RECIENTE (ÚLTIMO EX NOVIO/A). Por favor, indícanos si estás pensando en:

TU PAREJA ACTUAL
TU EX NOVIO/A MÁS RECIENTE (en caso de que no tengas pareja actual)
Algun Muy a
Rara A
Nunca as menu
vez menudo
veces do
¿Tú has discutido de forma tranquila? 1 2 3 4 5
1
¿Tu novio/a ha discutido de forma tranquila? 1 2 3 4 5
¿Tú has buscado información para apoyar tu punto de
1 2 3 4 5
vista?
2
¿Tu novio/a ha buscado información para apoyar su
1 2 3 4 5
punto de vista?
¿Tú has llamado o intentado llamar a otra persona para
1 2 3 4 5
que ayude a arreglar las cosas?
3
¿Tu novio/a ha llamado o intentado llamar a otra
persona para que ayude a arreglar las cosas? 1 2 3 4 5
¿Tú has insultado o maldecido a tu novio/a? 1 2 3 4 5
4
¿Tu novio/a te ha insultado o maldecido? 1 2 3 4 5
¿Tú te has molestado al hablar de un tema y/o te has
1 2 3 4 5
negado a hacerlo?
5
¿Tu novio/a se ha molestado al hablar de un tema y/o
1 2 3 4 5
negado a hacerlo?
¿Tú te has marchado molesto/a de la habitación, de la
1 2 3 4 5
casa o del lugar dónde estabais discutiendo?
6
¿Tu novio/a se ha marchado molesto/a de la habitación,
de la casa o del lugar dónde estabais discutiendo? 1 2 3 4 5
¿Tú has llorado como consecuencia de una discusión? 1 2 3 4 5
7 ¿Tu novio/a ha llorado como consecuencia de una
1 2 3 4 5
discusión?
¿Tú has dicho o hecho algo para fastidiar o “picar” a tu
1 2 3 4 5
novio/a?
8
¿Tu novio/a ha dicho o hecho algo para fastidiarte o
1 2 3 4 5
“picarte”?
¿Tú has amenazado con golpear o lanzar algún objeto a
1 2 3 4 5
tu novio/a?
9
¿Tu novio/a te ha amenazado con golpearte o lanzarte
1 2 3 4 5
algún objeto?
¿Tú has intentado sujetar físicamente a tu novio/a? 1 2 3 4 5
10
¿Tu novio/a ha intentado sujetarte físicamente? 1 2 3 4 5
¿Tú has lanzado algún objeto a tu novio/a? 1 2 3 4 5
11
¿Tu novio/a te ha lanzado algún objeto? 1 2 3 4 5
¿Tú has golpeado a tu novio/a? 1 2 3 4 5
12
¿Tu novio/a te ha golpeado? 1 2 3 4 5
¿Tú has empujado o agarrado a tu novio/a? 1 2 3 4 5
13
¿Tu novio/a te ha empujado o agarrado? 1 2 3 4 5
¿Tú has abofeteado a tu novio/a? 1 2 3 4 5
14
¿Tu novio/a te ha abofeteado? 1 2 3 4 5
¿Tú has pateado o mordido a tu novio/a? 1 2 3 4 5
15
¿Tu novio/a te ha pateado o mordido? 1 2 3 4 5
16 ¿Tú has intentado ahogar a tu novio/a? 1 2 3 4 5
ANEXO 1 334

¿Tu novio/a te ha intentado ahogar? 1 2 3 4 5


¿Tú has dado una paliza a tu novio/a? 1 2 3 4 5
17
¿Tu novio/a te ha dado una paliza? 1 2 3 4 5
¿Tú has amenazado a tu novio/a con un cuchillo o
1 2 3 4 5
algún arma?
18
¿Tu novio/a te ha amenazado con un cuchillo o algún
1 2 3 4 5
arma?

COMPLETA LA SECCIÓN B si:


HAS CONTESTADO ALGUNA DE LAS PREGUNTAS DE LA 11 A LA 18 CON 2, 3 ,4 y/o 5 (Rara vez,
Algunas veces, A menudo y Muy a menudo)

PASA A LA SECCIÓN C si:


TODAS TUS RESPUESTAS DE LA 11 A LA 18 FUERON 1 (Nunca)

1. ¿Alguna vez tú has hecho a tu novio/a alguna de 3. ¿Alguna vez tu novio/a te ha hecho alguna de las
estas cosas? Marca todas las que correspondan. siguientes cosas? Marca todas las que correspondan.

 Cortes o contusiones leves.  Cortes o contusiones leves.


 Cortes o contusiones graves.  Cortes o contusiones graves.
 Rotura de nariz, ojo morado o rotura de hueso.  Rotura de nariz, ojo morado o rotura de hueso.
 Haber requerido tratamiento médico u hospitalización.  Haber requerido tratamiento médico u hospitalización.
 Otros (¿cuáles?) ________________________  Otros (¿cuáles?) _________________
 Ninguna  Ninguna

2. ¿Por qué motivos has agarrado, empujado, 4. ¿Por qué motivos tu novio/a te ha agarrado,
abofeteado pateado, golpeado, etc., a tu novio/a? empujado, abofeteado, pateado, etc.? Marca todas
Marca todas las respuestas que correspondan. las respuestas que correspondan.

 Estaba celoso/a.  Estaba celoso/a.


 Estaba furioso/a con él/ella y golpeé primero.  Estaba furioso/a con él/ella y golpeé primero.
 Mi novio/a me pegó primero y yo respondí.  Mi novio/a me pegó primero y yo respondí.
 Estábamos jugando/bromeando  Estábamos jugando/bromeando
 Otros (¿cuáles?) _____________________  Otros (¿cuáles?) _____________________

5. ¿Qué hiciste cuando tu novio/a te agarró, empujó, abofeteó, pateó, golpeó, etc.? Marca todas las que
correspondan.

 Hablé con un amigo.  Hablé con alguien de mi familia.


 Hablé con un profesor u orientador.  Hablé con mi novio/a sobre la violencia.
 Llamé a la policía.  Llamé a un teléfono de ayuda.
 Rompí con él/ella.  Otras (¿cuáles?) ___________________
ANEXO 1 335

La siguiente es una lista de las cosas que tú o tu novio/a habéis podido hacer. Marca la casilla correspondiente en
C función del número de veces que ha sucedido cada una de las opciones.

Rara Algunas A Muy a


Nunca
vez veces menudo menudo
He intentado que mi novio/a no hable o vea a su familia 1 2 3 4 5
1
Mi novio/a intenta que yo no hable o vea a mi familia. 1 2 3 4 5
He intentado poner en contra de mi novio/a a su familia y amigos. 1 2 3 4 5
2
Mi novio/a ha intentado poner a mi familia y amigos en contra mía. 1 2 3 4 5
He intentado que mi novio/a deje de hacer cosas para estar conmigo. 1 2 3 4 5
3
Mi novio/a intenta que yo deje de hacer cosas para estar con él/ella. 1 2 3 4 5
He amenazado a mi novio/a con irme con otro/a. 1 2 3 4 5
4
Mi novio/a me ha amenazado con irse con otra/o. 1 2 3 4 5
He culpado a mi novia/o de provocar mi conducta violenta. 1 2 3 4 5
5
Mi novio/a me culpa de provocar su conducta violenta. 1 2 3 4 5
Culpo a mi novio/a de mis problemas. 1 2 3 4 5
6
Mi novio/a me culpa de sus problemas. 1 2 3 4 5
He amenazado con dejar la relación. 1 2 3 4 5
7
Mi novio/a ha amenazado con dejar la relación. 1 2 3 4 5
He estado celoso/a y sospechaba de los amigos/as de mi novia/o. 1 2 3 4 5
8
Mi novio/a ha estado celoso/a y sospechaba/o de mis amigos/as. 1 2 3 4 5
He estado celoso/a de otros/as chicos/as. 1 2 3 4 5
9
Mi novio/a ha estado celoso/a de otras/os chicos/as. 1 2 3 4 5
Compruebo lo que hace mi novio/a y exijo que me diga donde ha estado. 1 2 3 4 5
10 Mi novio/a comprueba lo que hago y me exige que le diga donde he
1 2 3 4 5
estado.
Acuso a mi novio/a de salir con otro/a chico/a. 1 2 3 4 5
11
Mi novio/a me acusa de salir con otro/a chico/a. 1 2 3 4 5
¿Tú has obligado a tu novio/a a mantener relaciones sexuales a pesar de
1 2 3 4 5
que él/ella no quería?
12
¿Tu novio/a te ha obligado a mantener relaciones sexuales a pesar de que
1 2 3 4 5
tú no querías?
¿Tú has amenazado a tu novio/a con terminar la relación si no mantenía
1 2 3 4 5
relaciones sexuales contigo?
13
¿Tu novio/a te ha amenazado con terminar la relación si no mantenías
1 2 3 4 5
relaciones sexuales con él/ella?
¿Tú has insistido verbalmente en tener relaciones sexuales, a pesar de que
1 2 3 4 5
tu novio/a no quería?
14
¿Tu novio/a te ha insistido verbalmente en tener relaciones sexuales, a
1 2 3 4 5
pesar de que tú no querías?
¿Tú has emborrachado o drogado a tu novio/a con el fin de mantener
1 2 3 4 5
relaciones sexuales con él/ella?
15
¿Tu novio/a te ha emborrachado o drogado con el fin de mantener
1 2 3 4 5
relaciones sexuales contigo?
¿Tú has amenazado con utilizar la fuerza física (sujetar, empujar, etc.) si
1 2 3 4 5
tu novio/a no aceptaba mantener relaciones sexuales?
16
¿Tu novio/a te ha amenazado con utilizar la fuerza física (sujetar,
1 2 3 4 5
empujar, etc.) sino aceptaba mantener relaciones sexuales?
¿Tú has agarrado o sujetado a tu novio/a para mantener relaciones
1 2 3 4 5
sexuales que él/ella no quería consentir?
17
¿Tu novio/a te agarrado o sujetado para mantener relaciones sexuales que
1 2 3 4 5
tu no querías consentir?
ANEXO 1 336

SOBRE LA RELACIÓN CON TU PAREJA. Marca con una X…..

Ni de Total
Total Algo Algo
De acuerdo ni En en
de de en
Acuerdo en Desacuerdo Desacuerdo
Acuerdo Acuerdo Desacuerdo
desacuerdo
1. Ayuda mucho recurrir a la pareja en
1 2 3 4 5 6 7
épocas de crisis
2. Normalmente discuto mis problemas
1 2 3 4 5 6 7
y preocupaciones con mi pareja
3. Hablo de las cosas con mi pareja 1 2 3 4 5 6 7
4. Encuentro fácil depender de mi pareja 1 2 3 4 5 6 7
5. No me siento cómoda abriéndome a
1 2 3 4 5 6 7
mi pareja
6. Prefiero no mostrar a mi pareja cómo
1 2 3 4 5 6 7
me siento por dentro
7. A menudo me preocupa que mi pareja
1 2 3 4 5 6 7
no se interese realmente por mí
8. Me da miedo que mi pareja pueda
1 2 3 4 5 6 7
abandonarme
9. Me preocupa que mi pareja no se
interese por mí tanto como me intereso 1 2 3 4 5 6 7
yo por él/ella
10. No confío plenamente en mi pareja 1 2 3 4 5 6 7

DURANTE EL TIEMPO QUE HA DURADO VUESTRA RELACIÓN, ¿con qué frecuencia has
D usado TÚ o TU PAREJA las siguientes sustancias? Señala con una X

1. NUNCA 2. CASI NUNCA 3. ALGUNAS VECES 4. CASI A DIARIO 5. A DIARIO

EN EL CASO DE TU
EN TU CASO CONTESTA A LAS DOS PAREJA
COLUMNAS
1 2 3 4 5 Bebidas alcohólicas (cerveza, vino, ron, licores) 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Tabaco 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Marihuana o hachís (porros) 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Cocaína o derivados (pasta base, crack, etc.) 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Alucinógenos (ej., LSD o ácido, “tripis”, etc.) 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Drogas de diseño (anfetaminas, éxtasis, MDMA, speed, cristal). 1 2 3 4 5
ANEXO 1 337

E Debajo encontrarás una lista de situaciones y de ciertas reacciones de la gente ante ellas. MARCA
TU GRADO DE ACUERDO O DESACUERDO CON LA REACCIÓN SUBRAYADA.

Total Algo Algo Total


De En
de de en en
Acuerdo Desacuerdo
Acuerdo Acuerdo Desacuerdo Desacuerdo
Marcos llama “puta” a Tina delante de sus amigos. Tina le
1 1 2 3 4 5 6
da una bofetada.
David sigue a María y no la deja sola. María le empuja para
2 1 2 3 4 5 6
apartarle de su lado.
Toni está molestando a Rosa por su nuevo corte de pelo, y
3 le dice que parece un caniche. Rosa se enfada mucho con él 1 2 3 4 5 6
y le empuja.
Tomás y Yolanda discuten y empiezan a perder el control.
4 Tomás comienza a empujar a Yolanda y no se detiene, 1 2 3 4 5 6
entonces, Yolanda le da una bofetada.
Elena se enfada mucho con Carlos porque éste la ignora,
5 1 2 3 4 5 6
entonces Elena le pega para que le preste atención.
Luís se entera de que Alicia ha estado saliendo con alguien
6 más a sus espaldas. Él se enfada mucho y le da una 1 2 3 4 5 6
bofetada.
Laura no deja de reírse de Lorenzo delante de sus amigos.
7 1 2 3 4 5 6
Lorenzo pierde el control y la empuja.
Cristina y Diego discuten porque Cristina quiere salir con
8 otros chicos. Ella se enfada mucho y le golpea. Diego la 1 2 3 4 5 6
agarra y la empuja, apartándola de su lado.
Miguel pilla a Carmen ligando con Roberto. Miguel se
9 1 2 3 4 5 6
enfada mucho y pega a Roberto por ligar con ella.
Alberto se enfada mucho con Alejandra cuando ella intenta
10 1 2 3 4 5 6
romper con él, entonces, Alberto le da una bofetada.
Sandra se burla de Juan continuamente en una fiesta
diciendo que es demasiado estúpido como para aprobar
11 1 2 3 4 5 6
Literatura. Entonces Juan pierde el control y da un golpe a
Sandra.
Ana ve a Javier coqueteando con Raquel. Ana se enfada
12 mucho y golpea a Raquel, diciéndole que se aparte y que se 1 2 3 4 5 6
mantenga alejada de él.

CONTESTA a estas afirmaciones marcando con una X solo a la que mejor se adapte a tu caso:

Ni de
Totalmente Totalmente
En acuerdo ni De
en de
Desacuerdo en Acuerdo
desacuerdo Acuerdo
desacuerdo
Soy capaz de decirle a un compañero que no me
1 1 2 3 4 5
gusta la manera en que él o ella me está tratando
Soy capaz de decir “no” cuando alguien me dice de
2 1 2 3 4 5
hacer algo que no quiero hacer
Soy capaz de rechazar una petición de un compañero
3 1 2 3 4 5
que no es razonable
Soy capaz de defender mis derechos cuando un
4 compañero me está dejando de lado o está siendo 1 2 3 4 5
desconsiderado contigo
ANEXO 1 338

Ni de
Totalmente Totalmente
En acuerdo ni De
en de
Desacuerdo en Acuerdo
desacuerdo Acuerdo
desacuerdo
Soy capaz de decirle a alguien que él o ella está
5 1 2 3 4 5
haciendo algo que me avergüenza
Soy capaz de enfrentarse a mi compañero más
6 1 2 3 4 5
cercano cuando él o ella ha roto una promesa
Soy capaz de decirle a un compañero que él o ella ha
7 1 2 3 4 5
hecho algo para herir mis sentimientos
Soy capaz de decirle a alguien que él o ella ha hecho
8 1 2 3 4 5
algo que me ha hecho enfadar
De vez en cuando no puedo controlar el impulso de
9 1 2 3 4 5
golpear a otra persona
Cuando no estoy de acuerdo con mis amigos, discuto
10 1 2 3 4 5
abiertamente con ellos
11 Me enfado rápidamente, pero se me pasa enseguida 1 2 3 4 5
12 A veces soy bastante envidioso 1 2 3 4 5
Si se me provoca lo suficiente, puedo golpear a otra
13 1 2 3 4 5
persona
14 A menudo no estoy de acuerdo con la gente 1 2 3 4 5
15 Cuando estoy frustrado, muestro el enfado que tengo 1 2 3 4 5
En ocasiones siento que la vida me ha tratado
16 1 2 3 4 5
injustamente
Si alguien me golpea, le respondo golpeándole
17 1 2 3 4 5
también
18 Cuando la gente me molesta, discuto con ellos 1 2 3 4 5
Algunas veces me siento tan enfadado como si
19 1 2 3 4 5
estuviera a punto de estallar
Parece que siempre son otros los que consiguen las
20 1 2 3 4 5
oportunidades
Me suelo implicar en las peleas algo más de lo
21 1 2 3 4 5
normal
Cuando la gente no está de acuerdo conmigo, no
22 1 2 3 4 5
puedo remediar discutir con ellos
23 Soy una persona apacible 1 2 3 4 5
Me pregunto por qué algunas veces me siento tan
24 1 2 3 4 5
resentido por algunas cosas
Si tengo que recurrir a la violencia para proteger mis
25 1 2 3 4 5
derechos, lo hago
26 Mis amigos dicen que discuto mucho 1 2 3 4 5
Algunos de mis amigos piensan que soy una persona
27 1 2 3 4 5
impulsiva
28 Sé que “mis amigos” me critican a mis espaldas 1 2 3 4 5
Hay gente que me incita a tal punto que llegamos a
29 1 2 3 4 5
pegarnos
30 Algunas veces pierdo los estribos sin razón 1 2 3 4 5
31 Desconfío de desconocidos demasiado amigables 1 2 3 4 5
No encuentro ninguna buena razón para pegar a una
32 1 2 3 4 5
persona
33 Tengo dificultades para controlar mi genio 1 2 3 4 5
Algunas veces siento que la gente se está riendo de
34 1 2 3 4 5
mí a mis espaldas
ANEXO 1 339

Ni de
Totalmente Totalmente
En acuerdo ni De
en de
Desacuerdo en Acuerdo
desacuerdo Acuerdo
desacuerdo
35 He amenazado a gente que conozco 1 2 3 4 5
Cuando la gente se muestra especialmente amigable,
36 1 2 3 4 5
me pregunto qué querrán
37 He llegado a estar furioso que rompía cosas 1 2 3 4 5

CONTESTA a estas afirmaciones marcando con una X solo a la que mejor se adapte a tu caso:

Totalmente en En De Totalmente
desacuerdo Desacuerdo Acuerdo de Acuerdo
1 En general, estoy satisfecho/a conmigo mismo/a 1 2 3 4
2 A veces pienso que no soy bueno/a en nada 1 2 3 4
Tengo la sensación de que poseo algunas buenas
3 1 2 3 4
cualidades
Soy capaz de hacer las cosas tan bien como la mayoría de
4 1 2 3 4
las personas
Siento que no tengo demasiadas cosas de las que sentirme
5 1 2 3 4
orgulloso/a
6 A veces me siento realmente inútil 1 2 3 4
Tengo la sensación de que soy una persona de valía al
7 1 2 3 4
menos igual que la mayoría de la gente
8 Ojalá me respetara más a mí mismo/a 1 2 3 4
9 En definitiva, tiendo a pensar que soy un fracasado/a 1 2 3 4
10 Tengo una actitud positiva hacia mí mismo/a 1 2 3 4

CONTESTA a estas afirmaciones marcando con una X solo a la que mejor se adapte a tu caso:

Verdadero Falso
1 Me gustan los deportes arriesgados 1 2
2 Me gustaría explorar una ciudad o barrio desconocido yo solo a pesar de poder perderme 1 2
3 A menudo desearía ser un escalador de montañas 1 2
4 Sería capaz de volar con un ala delta 1 2
5 Me gusta abrir animales o experimentar con ellos 1 2
6 Sería capaz de dormir en la calle o en parque público 1 2
7 Bajaría una gran pendiente esquiando 1 2
8 ¿Te da pena ver a una persona nueva que está sola en un grupo? 1 2
9 ¿Compras a menudo cosas por impulso? 1 2
10 ¿Sueles hacer o decir cosas sin detenerte a pensar? 1 2
11 ¿Te dan pena los niños muy tímidos? 1 2
12 ¿Te metes a menudo en líos por hacer las cosas sin pensar? 1 2
13 ¿Sueles trabajar deprisa sin reparar luego las respuestas? 1 2
14 ¿Eres una persona impulsiva? 1 2
15 ¿Te afecta mucho cuando alguno de tus amigos parece alterado o preocupado? 1 2
16 ¿Sueles pensar bien las cosas antes de hacerlas? 1 2
17 ¿Te afecta mucho cuando ves llorar a alguien? 1 2
18 ¿Te saltas a veces las reglas sin pensarlo? 1 2
ANEXO 1 340

Verdadero Falso
19 ¿Te afecta ver preocupación y pánico a tu alrededor? 1 2
20 ¿Puedes tomar decisiones sin preocuparte por los sentimientos de otras personas? 1 2
21 ¿Crees que el planificar las cosas les quita la gracia? 1 2
¿Puedes imaginarte la tristeza que alguien sentiría si de repente se le muere su animal
22 1 2
preferido?
Durante una prueba o examen, ¿das a veces la primera respuesta que te viene a la cabeza y
23 1 2
luego olvidas repasarla?

¿QUÉ PIENSAS SOBRE ESTAS AFIRMACIONES? Pon una X en la mejor respuesta para ti

Verdadero Falso
1 Algunas veces es duro para mi continuar con mi trabajo si no estoy animado/a. 1 2
2 En ocasiones me encuentro resentido si no me salgo con la mía. 1 2
En ciertas ocasiones he dejado de hacer algo por pensar que tenía muy pocas
3 1 2
habilidades.
Ha habido momentos en los cuales he pensado en rebelarme contra las figuras de
4 1 2
autoridad, aún cuando sé que ellos tienen razón.
5 No importa con quien esté charlando, siempre escucho con atención. 1 2
6 Ha habido ocasiones en las cuales me he aprovechado de alguien. 1 2
7 Siempre estoy dispuesto/a a aceptar cuando he cometido un error. 1 2
8 En ocasiones intento vengarme de alguien en lugar de olvidar y perdonar. 1 2
9 Soy siempre cordial con todos, incluso con la gente desagradable. 1 2
10 Nunca me molesto cuando alguien expresa ideas muy diferentes de las mías. 1 2
Ha habido ocasiones en las que me he puesto un poco celoso/a por la buena suerte
11 1 2
de otros.
12 En ocasiones me irrito cuando alguien me pide favores. 1 2
13 Nunca he dicho nada deliberadamente para herir los sentimientos de otra persona. 1 2

A continuación, contesta a las siguientes afirmaciones. Marca Verdadero si has realizado alguna vez estas
actividades en el último año o marca Falso en el caso de Nunca en el caso de que no lo hayas hecho.

Verdadero Falso
1 Escaparte del colegio/instituto 1 2
2 Colarte en una fila cuando hay que esperar el turno 1 2
3 Robar cosas de una tienda 1 2
4 Romper cristales de casas deshabitadas 1 2
5 Ir en pandilla y pelearse con gente más joven que tú y tus amigos 1 2
6 Robar cosas del colegio
7 Estropear o romper cosas de lugares públicos como la calle, el cine, autobuses 1 2
8 Comprar bebidas alcohólicas para el botellón 1 2
9 Falsificar una nota (carta o justificante) de tus padres 1 2
10 Entrar en propiedades privadas como jardines, urbanizaciones 1 2
11 Ensuciar las calles o aceras rompiendo botellas o vertiendo basuras 1 2
12 Decir muchas palabrotas o tacos 1 2
13 Entrar en una propiedad privada para robar algo 1 2
14 Ser mal educado con personas desconocidas 1 2
ANEXO 1 341

15 Hacer el payaso en lugares públicos 1 2


16 Meterte en peleas 1 2
17 Tirar piedras a la gente 1 2
Gastar bromas pesadas por teléfono como, por ejemplo, llamar a los bomberos y
18 1 2
dar la alarma sin motivo
19 Romper o tirar al suelo cosas que perteneces a otra persona 1 2

Esta es una lista de problemas y situaciones que la gente experimenta en ocasiones. Por favor, marca con una X la
opción que mejor se juste a lo que has sentido durante la SEMANA PASADA incluyendo el día de hoy.

Mucho o
Moderada
Nada Poco Bastante extremada
mente
mente

1 Nerviosismo o agitación interior 1 2 3 4 5


2 Sensaciones de desmayo o mareo 1 2 3 4 5
3 La dificultad para recordar las cosas 1 2 3 4 5
4 Dolores en el corazón o en el pecho 1 2 3 4 5
5 Pensamientos o ideas de acabar con su vida 1 2 3 4 5
6 Tener miedo de repente y sin razón 1 2 3 4 5
7 Sentirse incapaz de hacer las cosas o terminar las tareas 1 2 3 4 5
8 Sentirse solo 1 2 3 4 5
9 Sentirse triste 1 2 3 4 5
10 No sentir interés por las cosas 1 2 3 4 5
11 Sentirse temeroso 1 2 3 4 5
12 Náuseas o malestar en el estómago 1 2 3 4 5
13 Tener que comprobar una y otra vez todo lo que hace 1 2 3 4 5
14 Dificultad para tomar decisiones 1 2 3 4 5
15 Ahogos o dificultad para respirar 1 2 3 4 5
16 Escalofríos, sentir calor o frío de repente…….. 1 2 3 4 5
17 Que se te quede la mente en blanco
18 Entumecimiento u hormigueo en alguna parte del cuerpo 1 2 3 4 5
19 Sentirse desesperanzado con respecto al futuro 1 2 3 4 5
21 Sentirse débil en alguna parte del cuerpo 1 2 3 4 5
22 Sentirse tenso o agitado 1 2 3 4 5
23 Ataques de terror o pánico 1 2 3 4 5
24 Sentirse tan inquieto que no puede ni estar sentado tranquilo 1 2 3 4 5
25 La sensación de ser inútil o no valer nada 1 2 3 4 5
ANEXO 1 342

CON RESPECTO A TU FAMILIA:

1. En general, ¿cómo te llevas con tus padres y hermanos?

Madre Padre Hermanos


Muy Mal
Mal
Regular
Bien
Muy Bien
No me llevo

2. ¿Cuando tienes alguna duda o dificultad con 6. ¿Cuando tienes alguna duda o dificultad con tus
tus estudios acudes a tu madre para que te estudios acudes a tu padre para que te aconseje
aconseje sobre los que puedes hacer? sobre lo que puedes hacer?
__ Nunca __ Nunca
__ Algunas Veces __ Algunas Veces
__ Siempre __ Siempre

3. Me siento muy cercano/a a mi madre: 7. Me siento muy cercano/a a mi padre:


__ Nunca __ Nunca
__ Algunas Veces __ Algunas Veces
__ Siempre __ Siempre

4. Hablo con sinceridad y confianza con mi 8. Hablo con sinceridad y confianza con mi padre
madre sobre mis asuntos personales: sobre mis asuntos personales:
__ Nunca __ Nunca
__ Algunas Veces __ Algunas Veces
__ Siempre __ Siempre

5. Mi madre suele elogiarme por las cosas que 9. Mi padre suele elogiarme por las cosas que
hago: hago:
__ Nunca __ Nunca
__ Algunas Veces __ Algunas Veces
__ Siempre __ Siempre

A LO LARGO DE TUVIDA, ¿con qué frecuencia tus padres hicieron las siguientes cosas?

Raras Algunas A Casi Siempre


Nunca
Veces veces menudo siempre

1 Tu madre insultó o gritó a tu padre 1 2 3 4 5 6


2 Tu padre insultó o gritó a tu madre 1 2 3 4 5 6
3 Tu madre empujó o abofeteó a tu padre 1 2 3 4 5 6
4 Tu padre empujó o abofeteó a tu madre? 1 2 3 4 5 6
Tu madre dio un puñetazo, una patada o una paliza a tu 6
5 1 2 3 4 5
padre
Tu padre dio un puñetazo, una patada o una paliza a tu 6
6 1 2 3 4 5
madre
ANEXO 1 343

Raras Algunas A Casi Siempre


Nunca
Veces veces menudo siempre

7 Tu madre destrozó algo que pertenecía a tu padre 1 2 3 4 5 6


8 Tu padre destrozó algo que pertenecía a tu madre 1 2 3 4 5 6
9 Tus padres te han golpeado o dado una patada 1 2 3 4 5 6
10 Tus padres te han agarrado por el cuello 1 2 3 4 5 6
11 Tus padres te han dado una paliza 1 2 3 4 5 6
Tus padres te han golpeado en otra parte del cuerpo, aparte
12 del trasero, con algo como un cinturón, un cepillo o algún 1 2 3 4 5 6
otro objeto sólido?
13 Tus padres te han empujado o tirado al suelo 1 2 3 4 5 6
Tus padres intentaron que te sintieras avergonzado o
14 1 2 3 4 5 6
culpable
15 Tus padres te gritaron o chillaron 1 2 3 4 5 6
Tus padres te retiraron su cariño actuando fríamente o sin
16 1 2 3 4 5 6
darte abrazos o besos
Cuando te comportabas mal tus padres te decían que eras
17 1 2 3 4 5 6
vago, descuidado, inconsciente u otras cosas parecidas
18 Tus padres te dieron un azote, un cachete, una bofetada 1 2 3 4 5 6
Tus padres te zarandearon o agarraron para que les hicieras
20 1 2 3 4 5 6
caso
Cuando te corregían un mal comportamiento, tus padres
21 hacían o decían cosas para mostrarte que te querían y 1 2 3 4 5 6
apoyaban.
Tus padres te explicaban por qué hacían lo que hacían para
22 1 2 3 4 5 6
corregirte.
Cuando tus padres te corregían un mal comportamiento,
23 1 2 3 4 5 6
aún así tú te sentías alentado y apoyado.
Tus padres te observaban para poder decirte que lo estabas
24 1 2 3 4 5 6
haciendo bien

CON RESPECTO A TUS AMIGOS:

1. ¿Cómo es tu relación con tus amigos? 4. En tu grupo de amigos, ¿has visto que
__ Muy Mala alguna de las parejas que hay hayan sido
__ Mala agresivos entre ellos?
__ Regular
__ Buena __ Nunca
__ Muy buena __ Algunas Veces
__ Siempre
2. Elige la alternativa que más se justa a tu caso con respecto
a la siguiente afirmación: “YO SOY UNA PERSONA 5. En tu grupo de amigos, ¿se acepta que las
IMPORTANTE EN MI GRUPO DE AMIGOS” parejas sean agresivas?

__ En absoluto de acuerdo __ Nunca


__ En desacuerdo __ Algunas Veces
__ De acuerdo __ Siempre
__ Totalmente de acuerdo
ANEXO 1 344

3. ¿Con qué frecuencia sales con tus mejores amigos?:


__ Nunca
__ Ocasionalmente
__ Los fines de semana
__ Varios días en semana
__ Todos los días

CON R CON RESPECTO A TU COLEGIO/INSTITUTO:


1. ¿Hay normas claras con respecto al rechazo de la violencia? 3. Señala si has tienes o has tenido
__ Sí alguno de estos problemas:
__ No
__ Depende de los casos - Llevarte mal con alguno(s) profesor(es)
- Llevarte mal con algún(s) compañero(s)
2. En el caso de que los profesores, directores, jefes de estudios - Faltar a clase sin motivo justificado
supieran que alguno/a de tus compañeros/as está en una
relación de noviazgo violenta ¿cómo crees que reaccionarían? 4. En general, ¿te sientes integrado en tu
instituto?
__ Lo comprenderían y ayudarían
__ Lo castigarían __ Nunca
__ No harían mucho caso __ Algunas Veces
__ Siempre

Esta es una lista de cosas que la gente hace cuando está molesta o enfadada. Valora con qué frecuencia SE PUEDE
JUSTIFICAR que un novio/a haga alguna de ellas (es decir, que esté bien que lo haga o que sea apropiado). CONTESTAR
LAS DOS COLUMNAS, TANTO PARA LAS MUJERES COMO PARA LOS HOMBRES.

1. NUNCA está 2. Justificado en situaciones 3. Justificado en 4. Justificado en 5.Justificado en MUCHAS


justificado EXTREMAS POCAS ocasiones ALGUNAS ocasiones ocasiones

¿Está justificado ¿Está justificado


para las CONTESTA A LAS DOS para los
mujeres…? COLUMNAS hombres…?
1 2 3 4 5 Insultar o amenazar al novio/a. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Mostrarse malhumorado al hablar sobre un tema. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Marcharse repentinamente de la habitación, casa o lugar de la discusión 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Hacer o decir algo para que el novio/a se moleste. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 No dejar que el novio/a vea o hable con su familia. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Poner a la familia o amigos del novio/a en su contra. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 No dejar que el novio/a haga cosas para estar contigo. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Interferir en la relación con miembros de su familia. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Estar celoso/a de sus amigos/as y sospechar de ellos/ellas. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Ponerse celoso/a de otros/as chicos/chicas. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Comprobar lo que él/ella hace y exigir que diga donde ha estado. 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Acusar al novio/a de salir con otro chico/a. 1 2 3 4 5
ANEXO 1 345

¿QUÉ OPINAS SOBRE ESTAS AFIRMACIONES? Señala con una X la opción que se ajuste a lo que tú piensas:

Total en En Algo en Algo de De Total de


Desacuerdo Desacuerdo Desacuerdo Acuerdo Acuerdo Acuerdo
1 El hombre que parece agresivo es más
1 2 3 4 5 6
atractivo
2 Está justificado agredir a alguien que te ha
1 2 3 4 5 6
quitado lo que era tuyo
3 Es correcto amenazar a los demás para
1 2 3 4 5 6
que sepan que tienes un carácter enérgico
4 Es correcto pegar a alguien que te ha
1 2 3 4 5 6
ofendido
5 En el caso de que uno de los padres
debiera dejar de trabajar para cuidar de los 1 2 3 4 5 6
hijos/as, convendría que fuera la mujer
6 Lo mejor es que el hombre asuma la
responsabilidad en las principales 1 2 3 4 5 6
decisiones familiares
7 La mayoría de las violaciones que se
producen podrían haberse evitado si las
víctimas hubieran vestido de forma menos 1 2 3 4 5 6
provocativa o no hubieran ido por zonas y
a horas peligrosas
8 Los hombres deberían trabajar en las
tareas domésticas el mismo tiempo que las 1 2 3 4 5 6
mujeres
9 Es lógico que sea la hija más que el hijo
quien se encargue de cuidar de su padre o 1 2 3 4 5 6
de su madre cuando lo necesiten
10 La incorporación de la mujer al trabajo
fuera de su casa ha empeorado la calidad 1 2 3 4 5 6
de la vida familiar
11 La violencia es igual de rechazable en el
1 2 3 4 5 6
hombre que en la mujer
12 Para tener una buena relación de pareja,
puede ser deseable que la mujer sea a 1 2 3 4 5 6
veces sumisa
ANEXO 2 346

ANEXO 2:

CARTA INFORMATIVA A LOS CENTROS

EDUCATIVOS
ANEXO 2 347

I.E.S. XXXXXXX
Departamento de Orientación
Nº Fax: XXXXX
Nª Páginas: 4

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID


Dpto. de Psicología Biológica y de la Salud
Facultad de Psicología

Motivo: Participar en una investigación desarrollada por el Ministerio de Ciencia e


Innovación I+D+I (Referencia Proyecto: FEM2010-17649).

Estimados compañeros:

Me dirijo a vuestro Instituto para solicitaros vuestra colaboración en un proyecto de


investigación desarrollado por el Ministerio de Ciencia e Innovación I+D+I denominado:
“Elaboración de guías técnicas para agentes sociales implicados en la prevención de la
violencia contra la mujer en las relaciones de noviazgo”. El objetivo general del
proyecto es el diseño y elaboración de guías técnicas de prevención ante la violencia en
las relaciones de pareja de jóvenes y adolescentes. En concreto, se planea la elaboración
de cuatro grupos de guías: (A) Guía de actuación para los/las adolescentes; (B) Guía de
actuación para las familias; (C) Guía de actuación para el profesorado y (C) Guía de
actuación para otros agentes sociales.

A lo largo de este año, se llevará a cabo un estudio exploratorio de los factores de


riesgo y protección asociados con el inicio y/o mantenimiento de esta problemática. Por lo
que necesitamos vuestra participación para aplicar un cuestionario anónimo al alumnado
entre las edades de 14 y 16 años.

CONDICIONES PARA PARTICIPAR EN EL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN DEL


MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN I+D+i

Institución: Institutos de Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid.


Población: Alumnado entre 14 y 16 años.
Objetivo: Aplicar un cuestionario anónimo (*Adjuntamos las partes que consta el
cuestionario).
Duración: 1 clase de 50 minutos.
Personal que aplicará el cuestionario: Psicólogos de la Universidad Autónoma de Madrid.
ANEXO 2 348

En definitiva, con este proyecto se pretende ampliar el trabajo preventivo desarrollado por
el equipo de investigación, así como maximizar las intervenciones entre las escuelas, las
familias y otros agentes sociales para erradicar cualquier tipo de violencia.
Para ello, es fundamental poder contar con datos objetivos que nos aporten los
adolescentes sobre las variables que están en la base de los comportamientos agresivos que
pueden llevar a cabo dentro de sus relaciones de pareja (cuestionario autoinformado de 50
minutos de aplicación). Es en este punto en el que vuestra ayuda es completamente necesaria
aunque entendemos que supone un esfuerzo por parte de la dirección del centro, vuestro
departamento de orientación y de todos los componentes del claustro de profesores. Siendo
conscientes de ello y con el fin de compensar este esfuerzo, el equipo de investigación se
compromete con vuestro Instituto a:

Certificar vuestra colaboración en el proyecto de investigación I+D+I del


Ministerio de Ciencia e Innovación
Aportaros las conclusiones del proyecto una vez finalizado.
Entregaros las Guías Técnicas desarrolladas.

Si queréis participar en nuestro proyecto poneros en contacto o bien a través de la persona


de referencia de vuestro Instituto o bien con el personal investigador. Si necesitáis que os
aclaremos alguna duda o pregunta no dudéis en poneros en contacto también.

Persona de referencia de vuestro Instituto: SANDRA FERNÁNDEZ RAMOS

[email protected] Telf: 620 424 948

Personal investigador:

Marina J. Muñoz Rivas [email protected] Telf.: 914978751


Liria Fernández González [email protected] Telf.: 696 651 905
Mª Pilar González Lozano [email protected] Telf.: 627344358

Gracias de antemano por leer nuestra carta de presentación del proyecto y sin otro
particular, me despido atentamente.

Fdo.: Marina J. Muñoz Rivas


Dpto. de Psicología Biológica y de la Salud
ANEXO 2 349

Facultad de Psicología
Universidad Autónoma de Madrid.

ESCALAS QUE CONSTA EL CUESTIONARIO

- Evaluar los distintos tipos de violencia (física, psicológica y sexual) en el noviazgo.


(Ejemplo: Escala de Tácticas de Conflicto Modificada. Escala de Tácticas de
Dominancia y Tácticas Celosas, etc.).
- Valorar las actitudes o creencias que justifican la violencia (Ejemplo: La Escala de
tácticas coercitivas y agresiones verbales, la Escala de actitudes sobre la agresión
durante situaciones de Noviazgo, etc.).
- Valorar roles de género.
- Factores de riesgo relacionados con el grupo de iguales.
- Determinar factores de riesgo escolares.
- Estimar factores de riesgo familiares.
- Rasgos de personalidad (autoestima, depresión, asertividad, agresión, afán de
aventura, etc.).
- Valorar la deseabilidad Deseabilidad social.

HISTORIAL DEL EQUIPO DE INVESTIGACIÓN ADSCRITO


A LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

Otros Proyectos desarrollados:

Proyecto Violencia contra la Mujer en las Relaciones de Noviazgo: causas,


naturaleza y consecuencias. Instituto de la Mujer. Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales. Proyecto nº 50/03

Validación de un Programa de Prevención de la Violencia en las Relaciones de


Noviazgo de Jóvenes y Adolescentes Instituto de la Mujer. Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales. Proyecto nº 40/06

Algunos publicaciones Nacionales e Internacionales derivadas de estudios anteriores:

Muñoz-Rivas, M. J. (2007). Violencia contra la mujer en las relaciones de noviazgo: causas,


naturaleza y consecuencias. Ministerio de Asuntos Sociales.

Muñoz-Rivas, M. J., Graña, J. L., O’Leary, K. D. y González, M. P. (2007). Physical and


psychological aggression in dating relationships in Spanish university students.
Psicothema, 19, 102-107.

González, M. P., Muñoz-Rivas, M. J., Peña, M.E., Gámez-Guadix, M. y Fernández, L. (2007).


Análisis de las conductas agresivas en las relaciones de noviazgo en una muestra juvenil
de la Comunidad Autónoma de Madrid. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 7, 97-
111.
ANEXO 2 350

HISTORIAL DEL EQUIPO DE INVESTIGACIÓN ADSCRITO


A LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID
Muñoz-Rivas, M. J., Graña, J. L., O’Leary, K. D. y González, M. P. (2007). Aggression in
adolescent dating relationships: Prevalence, Justification and Health Consequences.
Journal of Adolescent Health, 40, 298-304.

Muñoz-Rivas, M. J., Andreu, J.M., Graña, J. L. y O’Leary, K. D. (2007). Validación de la


versión modificada de la Conflicts Tactics Scale (M-CTS) en población juvenil
española. Psicothema, 19, 692-697.

Muñoz-Rivas, M. J., Graña, J. L., O’Leary, K. D. y González, M. P. (2009). Prevalence and


predictors of sexual aggression in dating relationships of adolescents and young adults.
Psicothema, 21, 234-240.

Muñoz-Rivas, M. J., Gámez-Guadix, M., Graña, J. L. y Fernández, L. (2010). Violencia en el


noviazgo y consumo de alcohol y drogas ilegales entre adolescentes y jóvenes
españoles. Adicciones, 22, 125-133.

Muñoz-Rivas, M. J., Graña, J.L. y González, P (2011). Abuso psicológico en parejas jóvenes.
Psicología Conductual, 19, 117-131.

Conferencias en Congresos Nacionales e Internacionales:

Muñoz-Rivas, M. J., González, M. P. y López-Torrecillas, F. Analyses of dating violence in


youths and adolescents. Comunicación presentada en el “9th European Congress of
Psychology”, celebrado en Granada (2005).

Muñoz-Rivas, M. J., Graña, J. L. y González, M. P. Género y edad: Variables diferenciadoras


de la agresión física y psicológica en las relaciones de noviazgo. Comunicación
presentada en el V Congreso Iberoamericano de Psicología Clínica y de la Salud,
celebrado en San José de Costa Rica, Costa Rica (2006).

Gámez, M., González, P. y Muñoz-Rivas, M. J. Frequency and types of sexual aggression in


dating relationships. Póster presentado en el “XVIII World Congress of the WAS, 1st
World Congress for Sexual Health”, celebrado en Sydney, Australia (2007).

Fernández, L. Muñoz-Rivas, M. J., Gámez-Guadix, M., y González, M. P. Prevalence of


Dominating and Jealous Tactics in Adolescent and Young Adult Dating Relationships.
Póster presentado en el “XXIX International Congress of Psychology”, celebrado en
Berlín, Alemania (2008).

Gámez-Guadix, M., Muñoz-Rivas, M.J., Fernández, L. y González, M.P. Validation of the


Spanish version of the Attitudes About Aggression in Dating Situations Scale (AADS).
Póster presentado en el “XI European Congress of Psychology”, celebrado en Oslo,
Noruega (2009).

Sanz, M. A., Muñoz-Rivas, M. J., Gámez-Guadix, M. y Fernández, L. Actitudes justificativas de


la agresión en la violencia en parejas de adolescentes y jóvenes en España. Conferencia
presentada en el VI Congreso Iberoamericano de Psicología Clínica y de la Salud,
celebrado en Santiago de Chile, Chile (2009).
ANEXO 3 351

ANEXO 3:

CARTA INFORMATIVA A LOS PADRES


ANEXO 3 352

Madrid, a XX de XX de 20XX

Estimados padres:

Me dirijo a ustedes para informarles acerca de un proyecto que el I.E.S. Juana de


Castilla realizará en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid. Dicho proyecto
está subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (Referencia Proyecto:
FEM2010-17649) y tiene como objetivo prevenir la violencia de género y mejorar el
desarrollo socio-afectivo de los jóvenes. El fin último del proyecto es elaborar unas guías de
actuación para prevenir la violencia en las relaciones de noviazgo de los jóvenes que serán
facilitadas al instituto.

Con este objetivo, los alumnos de XXXX realizarán un cuestionario acerca de sus
relaciones interpersonales, de forma anónima y voluntaria. La información obtenida con estos
cuestionarios será utilizada para determinar las áreas de actuación en las que nos debemos
centrar y desarrollar las guías de prevención, las cuáles pretenden mejorar la comprensión que
los alumnos tienen de la violencia de género y favorecer el establecimiento de relaciones
interpersonales saludables. Asimismo, se desarrollarán guías para los institutos y las familias.

Con esta carta pretendemos informales del trabajo que se realizará y ponernos a su
disposición en caso de que tengan cualquier duda o inconveniente.

Atentamente.

También podría gustarte