Fernández Ramos Sandra
Fernández Ramos Sandra
Fernández Ramos Sandra
TESIS DOCTORAL
Doctoranda:
Directoras:
Frida Kahlo
RESUMEN
formas de violencia, lo que la otorga un papel de gran relevancia. Además, su perpetración provoca
importantes secuelas emocionales. Los estudios sobre factores de riesgo y protección individuales,
inconsistentes, por lo que es necesario desarrollar investigaciones que nos permitan conocer en
profundidad los factores involucrados en este tipo de violencia, examinando posibles diferencias en
Objetivos: La presente tesis doctoral consta de dos estudios empíricos cuyos objetivos
adolescentes (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia), y analizar los factores de
Método: Nuestra muestra de estudio estuvo formada por 1.780 adolescentes (50,2%
mujeres) con edades comprendidas entre los 13 y los 18 años (M = 15,34; DT = 1,13). Todos ellos
momento de la evaluación, estaban inmersos en una relación de noviazgo o habían tenido al menos
una relación en el pasado. Los participantes fueron evaluados a través de autoinformes aplicados en
noviazgo fueron altas, alcanzó el 95%. La violencia verbal fue el tipo de violencia psicológica más
ejercida contra la pareja (el 90,8% de los adolescentes informó haber perpetrado este tipo de
agresión en sus relaciones de noviazgo en al menos una ocasión), seguida de las tácticas celosas
(74,7%) y las tácticas de dominancia (53,3%). Además, las mujeres fueron significativamente más
perpetradoras de violencia verbal y tácticas celosas que los hombres, mientras que algunas tácticas
de dominancia fueron más ejercidas por ellos. Además, los resultados obtenidos reflejaron la
pareja las que mostraron mayor capacidad explicativa, seguidas de los modelos formados por las
mayoría de los factores fueron comunes para hombres y mujeres, se hallaron también factores
adolescentes españoles muestra altas tasas de perpetración que ponen de manifiesto la magnitud de
(relación de pareja, familia, centro educativo y grupo de iguales). La principal implicación clínica de
población adolescente, específicas para la violencia psicológica, que actúen sobre aquellos factores
que han mostrado tener más capacidad explicativa en la perpetración de este tipo de violencia.
ABSTRACT
Antecedents: Psychological violence is the most common type of abuse used by adolescents
in their intimate relationships, presenting high prevalence rates. However, historically, physical and
sexual violence has been studied to a greater extent, despite the fact that the presence of
psychological violence in dating is a strong predictor for the appearance of other ways of violence,
which gives it a highly relevant role. In addition, its perpetration causes significant emotional
consequences. Different studies on individual, family, peer group, school, relational risk and
protection factors specifically associated with the perpetration of psychological violence in the
research that allows us to know in depth the factors involved in this type of violence, examining
possible differences depending on the type of psychological abuse practiced, and gender.
Purpose: This doctoral thesis consists of two empirical studies whose general goals were to
(verbal violence, jealous and dominance behaviors), and analyze the risk and protective factors
associated with the perpetration of this type of violence, shaping differential profiles between men
and women.
Method: Our study sample consisted of 1,780 adolescents (50.2% women) aged between 13
and 18 years (M = 15.34; SD = 1.13). All of them were enrolled in educational centers in the
Autonomous Community of Madrid and, at the time of the evaluation, were in a relationship or had
had at least one relationship in the past. The participants were evaluated through self-reports
applied in the school by expert personnel that belonged to our research team.
Results: The prevalence rates of the psychological dating violence perpetration were high,
reaching 95%. Verbal violence was the type of psychological violence most practiced against their
partner (90.8% of adolescents reported they had perpetrated this type of aggression in their dating
relationships on at least one occasion), followed by jealous tactics (74,7%) and dominance tactics
(53.3%). in addition, women were significantly more active in perpetrating verbal violence and
jealous tactics than men, while some dominance tactics were more exercised by them. In addition,
the results obtained, reflected the existence of numerous risk and protective factors of various kinds
involved in the perpetration of psychological dating violence. Variables related to the couple
relationship showed the greatest explanatory capacity, followed by the models that consisted of
individual, family, school and peer group variables. Furthermore, although most of the factors were
common for men and women, specific factors were also found for each sex.
adolescents shows high rates of perpetration that reveal the scale of the problem and the need to
intervene in it. In addition, the studies carried out in the present doctoral thesis reveal the existence
of numerous risk and protective factors for the perpetration of psychological dating violence present
not only in the individual characteristics of adolescents, but also in their socialization contexts
(relationship couple, family, school and peer group). The main clinical implication of our studies is to
highlight the importance of designing prevention strategies in the adolescent population, specific for
psychological violence, that influences on those factors that have been shown to have more
Tengo mucho que agradecer a muchas personas. Ha sido un camino largo y lleno de
sacrificio, pero al mismo tiempo apasionante y gratificante, que me ha enseñado mucho,
mucho más de lo que podía pensar. Sin duda, no hubiese llegado hasta aquí sin la ayuda de
cada una de esas personas que me han acompañado estos años, por eso me gustaría dedicar
a cada una de ellas unas palabras llenas de cariño y agradecimiento.
A mis directoras de Tesis, la Dra. Marina Muñoz y la Dra. Liria Fernández, gracias,
gracias y mil gracias. Gracias por vuestra dedicación, por vuestra paciencia, por vuestra
generosidad, por creer en mí, por haberme enseñado todo lo que sé de investigación y por
ser un gran ejemplo de trabajo y persistencia. Me siento muy afortunada por haberos tenido
como guías en este camino durante estos años y haber podido aprender tanto de vosotras.
A mi gente de siempre, los que llevan acompañándome toda la vida, los que son una
parte de mi. A mis amigas, Sara, Rocío, Nayra, Cris, Ajito, Tania, Gemma, Laura, Santi,
Marta… por estar siempre ahí, por no haber dejado nunca de creer en mí, por todas las
veces que no he ido a un plan porque “estoy con la tesis” y solo he recibido palabras de
ánimo y admiración, GRACIAS POR TODO.
A mi familia. GRACIAS Mamá, porque una de las mejores cosas que he hecho en mi
vida ha sido seguir tus pasos en esta profesión tan bonita, gracias por todo lo que me has
enseñado y me sigues enseñando, por ser ejemplo de persistencia y esfuerzo, por tu amor,
por tu entrega, por darme fuerzas siempre (hasta cuando siento que me faltan) y recodarme
que yo puedo. GRACIAS Papá, por haberme transmitido la pasión por el saber y la lectura,
por quererme tanto, por ser mi mayor ejemplo de bondad, por confiar en mi. GRACIAS Pauli,
por sacarme una sonrisa hasta en los momentos más complicados, por tu honestidad y tu
bondad, por perdonarme cada vez que te dejo en leído, por compartir tantas cosas juntas y
ser la mejor hermana que se puede tener. Y GRACIAS al resto de mi familia, a mi abuela
Antonia, mi abuela Minucha (que nos dejó hace poco, pero sigue en el recuerdo) a mis tíos
Rafi y Emilio, Rosi y José María, Jesús y Rosa, Lina y José, y todos mis primos Nerea, Javi,
José, Patri y Alexandra, por todos los ánimos y la confianza que siempre he sentido de ellos.
Y, por último, GRACIAS a Dani, por ser el mejor compañero de vida que pude elegir.
Gracias por quererme tanto y tan bien, por todo lo que hemos construido y por el proyecto
de vida tan bonito que tenemos, por tus ánimos, tu cariño, por hacer fácil lo difícil, por
dejarme volar sola pero siempre a mi lado.
ÍNDICE GENERAL
RESUMEN 3
ABSTRACT 5
AGRADECIMIENTOS 7
ÍNDICE GENERAL 9
ABREVIATURAS 16
LISTA DE TABLAS 17
LISTA DE FIGURAS 21
PRESENTACIÓN 22
1. INTRODUCCIÓN 25
3.3.1. Conceptualización 36
NOVIAZGO 64
1. INTRODUCCIÓN 64
RELACIONES DE NOVIAZGO 95
1. INTRODUCCIÓN 95
2.1.1. Edad 97
2.1.2. Sexo 98
2. MÉTODO 141
NOVIAZGO 163
1. INTRODUCCIÓN 163
2. OBJETIVOS 163
3. HIPÓTESIS 164
4. MÉTODO 166
4.1. Participantes 166
5. RESULTADOS 170
psicológicos 171
de la violencia 182
7. DISCUSIÓN 192
1. INTRODUCCIÓN 201
2. OBJETIVOS 202
3. HIPÓTESIS 202
4. MÉTODO 204
5. RESULTADOS 206
5.1. Análisis de correlaciones entre las variables de estudio 206
hombres 217
noviazgo 224
7. DISCUSIÓN 251
REFERENCIAS 290
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
TABLA 2: Resumen de las Teorías y los Modelos Explicativos de la Violencia en las Relaciones de
Pareja 92
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
(n=1.780) 175
CAPÍTULO 7
TABLA 17: Correlaciones entre Variables del Grupo de Iguales y Perpetración de Violencia Psicológica
TABLA 18: Correlaciones entre Variables del Contexto Escolar y Perpetración de Violencia Psicológica
TABLA 20: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en
TABLA 21: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en
TABLA 23: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en
TABLA 24: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de la Violencia Psicológica en
TABLA 25: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función
TABLA 26: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función
TABLA 27: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función
TABLA 28: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función
TABLA 29: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función
TABLA 30: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función
TABLA 31: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función
TABLA 32: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función
TABLA 33: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función
TABLA 34: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función
TABLA 36: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en
TABLA 37: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en
TABLA 38: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en
TABLA 39: Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas de Dominancia en
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2:
CAPÍTULO 5:
PRESENTACIÓN
relaciones de noviazgo que está presente en la adolescencia, al tratarse de un grave problema social
este tipo de relaciones. Además, las relaciones sentimentales que se establecen en la adolescencia
pareja posteriores, así como la implantación de actitudes y creencias que justifiquen el empleo de la
violencia. Por ello, la presente tesis doctoral pretende analizar la prevalencia de la violencia
psicológica ejercida por los adolescentes en sus noviazgos, así como la existencia de factores de
La tesis doctoral ha sido dividida en dos partes, una primera que recoge los fundamentos
La primera parte, está compuesta por cuatro capítulos teóricos. El Capítulo 1 introduce el
como las de otras formas de violencia presentes en los noviazgos adolescentes (la física y la sexual), y
desarrollo y las secuelas físicas y emocionales presentes que sus víctimas. El Capítulo 2 recoge las
hasta la fecha. El Capitulo 3 resume los resultados de investigaciones previas sobre los factores de
perpetración de la violencia psicológica. Por último, el Capítulo 4 recoge las conclusiones más
VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN EL NOVIAZGO ADOLESCENTE 23
relevantes de la parte teórica para ponerlas en relación con los objetivos de estudio que se
La segunda parte, está compuesta por otros cuatro capítulos que constituyen el marco
descriptivo y persigue aportar información sobre las características de las relaciones de noviazgo que
mantienen los adolescentes españoles, así como datos que evidencien la magnitud y la presencia de
(violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia) y estudiando sus tasas de perpetración en
relación con otras variables cuya relevancia en el fenómeno ha sido señalada en la literatura. El
Capítulo 7 recoge el segundo trabajo empírico de la presente tesis doctoral, el cual tiene como
objetivo estudiar los factores de riesgo y de protección (individuales, familiares, del grupo de iguales,
violencia psicológica, analizando también la existencia de factores comunes y diferenciales para los
distintos tipos de violencia psicológica que contemplamos en nuestra investigación (violencia verbal,
protección son diferenciales para hombres y mujeres, aportando así también información sobre las
posibles diferencias asociadas al sexo. Para finalizar, el Capitulo 8 recoge las principales conclusiones,
la relevancia e implicaciones de los resultados obtenidos en los distintos estudios de la presente tesis
doctoral, así como las limitaciones del trabajo y las futuras líneas de investigación.
VIOLENCIA PSICOLÓGICA EN EL NOVIAZGO ADOLESCENTE 24
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
RELACIONES DE NOVIAZGO
CAPÍTULO 4
CONCLUSIONES TEÓRICAS
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 25
RELACIONES DE PAREJA
1. INTRODUCCIÓN
La violencia en las relaciones de pareja constituye uno de los problemas más graves de la
sociedad actual, no sólo por su magnitud sino también por las severas consecuencias que causa a
nivel psicológico, físico y social tanto en las víctimas como en sus familiares. En su “Informe mundial
sobre la violencia y la salud”, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002) consideró la violencia
como uno de los principales problemas de salud en todo el mundo. Dicho informe señaló que la
violencia ejercida contra la pareja está presente en todos los países, culturas y niveles sociales, sin
excepción. Además, tal como indican Labrador y colaboradores (2004), la violencia que se produce
dentro de una relación de pareja es una grave violación de los derechos humanos, suponiendo en
muchos casos una seria amenaza para la vida de las víctimas y, en todos ellos, una alteración de su
bienestar personal.
Las investigaciones sobre esta problemática han sido cuantiosas en los últimos 30 años,
mostrando un crecimiento acelerado (Rodríguez-Franco et al., 2009). De forma más específica, los
han mostrado un rápido crecimiento, siendo especialmente significativo en la última década (López-
Cepero et al., 2014). Estas investigaciones han aportado evidencia empírica consistente sobre la
presencia de conductas agresivas en las relaciones sentimentales de los más jóvenes, siendo los
que las primeras experiencias pueden suponer el inicio de un patrón relacional asentado en la
Rivas et al. 2015). Todo ello nos lleva a considerar a la violencia en las relaciones de noviazgo como
problemática nos permitirá tener una mayor comprensión sobre su origen y desarrollo, así como de
Por otro lado, contamos con evidencia empírica que ha señalado que existe similitud en
cuanto a cómo evoluciona la conducta violenta de los adolescentes en sus relaciones de pareja y la
evolutiva. Este aspecto ha llevado a los investigadores a plantearse la posible existencia de un patrón
tratarse del tipo de violencia más prevalente, así como en la perpetración de otros tipos de violencia
presentes en estas relaciones sentimentales, tales como la física y la sexual. Además, mostraremos la
agresión presente en las relaciones de los más jóvenes y el patrón de desarrollo de la violencia a lo
largo de la adolescencia. Para finalizar, concluiremos con una revisión sobre las consecuencias físicas
Uno de los grandes problemas a los que se siguen enfrentando en la actualidad los expertos
en violencia en las relaciones íntimas es la ausencia de un consenso para establecer una definición
operativa sobre el concepto de violencia en las relaciones de pareja. Esta falta de consenso ha
favorecido la existencia de un amplio abanico de conceptos que incluyen parámetros muy variados
subjetividad de la víctima), por lo que es fundamental definir con exactitud cada concepto empleado
que haga referencia al fenómeno, ya que cada uno tiene su propio desarrollo en la literatura
científica, su propia línea de investigación y un marco teórico diferencial (Ismail et al., 2007; Muñoz-
Rivas et al., 2014). Además, la gran variabilidad en la metodología y en los instrumentos utilizados
para medir la violencia suponen una dificultad añadida en su estudio (Hamby y Turner, 2012; Exner-
Cortens et al., 2016). Como consecuencia, en función del concepto de violencia en la pareja del que
investigación, se obtendrán tasas de prevalencia que variarán de forma significativa, así como
diferencias asociadas al sexo que, en muchos casos, resultan contrarias entre unas investigaciones y
otras (Hamby y Turner, 2012; Riggs, et al., 2009). Por otro lado, algunos estudios miden la existencia
de violencia en relaciones sentimentales pasadas, mientras que otros sólo consideran las conductas
agresivas que se están produciendo en la relación de pareja actual, lo cual también puede inducir
diferencias en los resultados de la investigación (Lewis y Fremouw, 2001). En este sentido, las
diferencias conceptuales y metodológicas existentes hacen que muchos de los resultados obtenidos
en distintas investigaciones no puedan ser comparados, lo que supone una gran dificultad para la
Estas limitaciones reflejan la necesidad urgente de establecer un enfoque común que nos permita
tener un conocimiento más exacto sobre la violencia en las relaciones de pareja y avanzar en su
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 28
comprensión de forma más precisa y eficaz, entendiendo el alcance del problema y los factores
una relación de pareja ha sido conceptualizada con diferentes términos como violencia doméstica,
violencia familiar o violencia conyugal; sin embargo, estas definiciones no aluden exactamente a lo
Psicología (APA, Walker, 1999) quien estableció tres términos diferenciados: (1) violencia doméstica,
(2) violencia familiar, y (3) violencia conyugal. La violencia doméstica fue definida como un patrón de
conductas abusivas que incluye una amplia gama de maltrato físico, sexual y psicológico, ejercido por
una persona contra otra en una relación íntima en la que comparten una casa, aunque no tienen por
qué tener una relación de parentesco. Esta violencia es perpetrada con el fin de ganar poder
injustamente o mantener abuso de poder, control y autoridad contra la víctima. La violencia familiar
contempla distintos tipos de conductas violentas que se producen dentro del entorno familiar (no
sólo en una relación conyugal) y que, en general, son ejercidas contra los miembros de la familia más
vulnerables, como niños, mujeres o ancianos. Finalmente, la violencia conyugal se entiende como el
conjunto de conductas violentas de tipo físico, psicológico y sexual que se producen dentro de una
relación de pareja, independientemente de que sus miembros convivan, estén o no casados, así
Otra clasificación es la aportada por la OMS (2002), la cual establece tres grandes categorías
en función del autor del acto violento, distinguiendo entre: 1) violencia dirigida contra uno mismo; 2)
categorías más pequeñas para reflejar, dentro de cada una, distintos tipos de violencia más
pareja, que es aquella que se produce dentro de una familia o entre los dos miembros de una
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 29
relación sentimental. Además, señala que este tipo específico de violencia se produce generalmente
colaboración con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers for Disease
Control and Prevention [CDC]) y el Centro Nacional de Prevención y Control de Lesiones (National
Center for Injury Prevention and Control, [NCIPC]), proponen una definición general sobre violencia
en las relaciones de pareja (intimate partner violence), definiéndola como aquella que “incluye
violencia física, violencia sexual, acoso y agresión psicológica (incluyendo tácticas coercitivas por
parte de una pareja íntima actual o pasada; por ejemplo, cónyuge, novio/a, o parejas de otra índole
empleado por la comunidad científica para hacer referencia a la violencia en las relaciones de pareja
ha sido el de violencia doméstica (domestic violence), frente a otros términos como violencia de
pareja (couple violence) o violencia de compañero íntimo (intimate partner violence) que han sido
perspectiva común en el estudio de la violencia de las relaciones de pareja, en este primer capítulo
partimos de este enfoque general para dar paso a un análisis más exhaustivo sobre la violencia que
acontece en las relaciones de noviazgo de los adolescentes, analizando de forma específica sus
características propias.
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 30
La adolescencia es definida como una etapa evolutiva de transición que representa el paso
estas mismas dimensiones del desarrollo (Vargas-Trujillo y Barrera, 2002). Durante este periodo los
adolescentes se sienten abrumados por la cantidad de cambios que se están produciendo en ellos,
tanto a nivel físico como psicológico, convirtiéndose en una etapa compleja y de especial
vulnerabilidad para el desarrollo de conductas desviadas. Además, durante esta etapa el adolescente
Es difícil establecer límites cronológicos para este periodo evolutivo. En términos generales
se ha fijado su inicio atendiendo a criterios biológicos (la pubertad) y su final a criterios sociales (p.ej.,
variabilidad dentro de la propia adolescencia ha llevado a los estudiosos en este campo a diferenciar
subetapas, con el fin de conocer en detalle cómo es el desarrollo. La OMS (2018) y el Fondo de
Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, 2011) establecen que la adolescencia es el periodo de
crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta,
comprendido desde los 10 a los 19 años, y en el que se pueden diferenciar dos etapas: la
adolescencia temprana (10 a 14 años) y la adolescencia tardía (15 a 19 años). Por su parte, Arnett
(2008) incluye una tercera etapa a la que denomina adultez emergente (18-25 años) que describe
adultez emergente se caracteriza por su inestabilidad, pues sigue siendo una etapa de exploración en
la que la persona todavía no ha formado su propia identidad y en la que indaga sobre diferentes
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 31
formas de amor, a medida que toma cada vez elecciones de pareja más duraderas. Arnett (2008)
considera que entre los 18 y el inicio de la veintena se producen cambios en la persona que están
relacionados con el desarrollo precoz de la adolescencia y que tienen importantes implicaciones para
adolescencia suelen centrarse en las etapas temprana y tardía, aunque consideramos que puede ser
relevante para futuras investigaciones indagar también en los cambios que se producen en esa fase
de adultez emergente.
Durante la adolescencia el apoyo social cobra mayor importancia que durante la infancia,
entendiendo por apoyo social el conjunto de aportaciones de tipo emocional, material, informativo o
de compañía que la persona percibe o recibe de distintos miembros de su red social (Gracia et al.,
2002).
Desde esta perspectiva, las relaciones de pareja se convierten en uno de los principales
estresantes en la adolescencia y juventud. Las relaciones románticas se configuran como uno de los
factores que favorecen la consolidación de la autonomía del adolescente, así como el desarrollo sano
una mejor comprensión de uno mismo en relación con los otros (Collins et al., 2009; Gómez-López et
al., 2019; Steinberg y Morris, 2001; Vargas-Trujillo y Barrera, 2002). Un estudio de Furman y Shaffer
(2003) evidencia que las primeras relaciones de pareja son fundamentales para el aprendizaje de
habilidades necesarias en las relaciones sentimentales que se establecen después en la edad adulta.
Así, estos autores afirman que en el establecimiento de una relación de pareja intervienen cinco
transformación de las relaciones familiares; 4) desarrollo de las relaciones de intimidad con los
iguales y; 5) los logros académicos y profesionales. Además, mantener una relación de pareja puede
caracterizan por ser de corta duración, aunque frecuentes y con poco grado de compromiso (Collins,
incrementa el número de adolescentes que afirman haber mantenido una relación sentimental,
siendo estas más duraderas, con más intimidad y configurándose como un contexto de mayor apoyo
(Connolly y McIsaac, 2009; Contreras et al., 2011; Shulman y Scharf, 2000). Si atendemos a las
características propias que presentan las relaciones de noviazgo adolescentes, algunos estudios
señalan que las mujeres establecen relaciones de noviazgo a edades más tardías que los hombres y
estas son más duraderas en el tiempo, mientras que los hombres tienden a mantener un mayor
numero de relaciones sentimentales en comparación con las mujeres (Connolly y McIsaac, 2009;
Muñoz-Rivas et al., 2007a; Pazos et al., 2014; Sánchez et al., 2008). En términos generales, la
literatura muestra que los adolescentes tienden a catalogar como estables sus relaciones de
noviazgo, siendo mayor el porcentaje de mujeres frente a hombres que considera seria o estable su
relación sentimental (Lantagne y Furman, 2017; Pazos et al., 2014). Además, suelen tener una
muestran satisfechos con su relación sentimental (Muñoz-Rivas et al., 2007a). En su estudio con
adolescentes españoles, Sánchez y colaboradores (2008) hallaron que las mujeres percibían su
noviazgo con mayor nivel de satisfacción y tenían más perspectivas de futuro de su relación, en
fases a través de las cuales se recoge el proceso de aparición, desarrollo y consolidación de las
relaciones de noviazgo de los adolescentes, como se muestra en la Figura 1: (1) la primera fase se
caracteriza por la aparición una atracción física que no tiene que ir acompañada de una interacción
real con la persona de la que se siente atraído; (2) en la segunda fase comienzan a dar paso a las
primeras citas con cierta estabilidad, las cuales se producen dentro del grupo de amigos que suele
estar compuesto por chicos y chicas con los que se disfruta del tiempo de ocio; (3) en la tercera fase
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 33
la pareja comienza a tener citas sin la presencia de los demás miembros del grupo de amigos, sin
embargo estas citas carecen de estabilidad, siendo más de carácter casual; y (4) en la última fase ya
se configura una relación de pareja en la que no sólo se mantienen las citas a solas sino que estás son
cada vez más estables, lo que provoca una mayor implicación, compromiso e intimidad en la
relación.
Figura 1
Aumento citas
No estables,
FASE 3 sin grupo de
casuales
iguales
adolescente y teniendo en cuenta las características de las relaciones de pareja que se establecen en
esta etapa evolutiva, se entiende por noviazgo cualquier relación sentimental corta o duradera en el
Como se ha expuesto, las relaciones de pareja se configuran como un apoyo social crucial en
la etapa de la adolescencia, no obstante, existen otros agentes sociales cuyo papel en este periodo
evolutivo también es de gran relevancia, tales como la familia, el grupo de iguales y la escuela.
Además, las características de estos contextos de socialización se relacionan con las dinámicas de
interacción que los adolescentes establecen en sus relaciones de noviazgo (tal como veremos en el
para la sociedad a la que se pertenece (Navarro et al., 2007). Así, a continuación, describimos la
influencia ejercida sobre los adolescentes por cada uno de los agentes de socialización mencionados.
la influencia que venía ejerciendo durante la infancia, ya que en esta etapa las relaciones de pareja y
el grupo de amigos adquieren un valor muy relevante. Así, se produce un incremento en el tiempo
que los adolescentes pasan en solitario o con sus amigos, reduciéndose de forma significativa el que
comparten con sus padres (Steinberg y Morris, 2001). La adolescencia es un momento evolutivo que
adolescente comienza a hacerse preguntas sobre sí mismo y valora la libertad como una forma de
autonomía. Esto explica que comience a revelarse frente al control y las normas que se establecen en
el hogar, surgiendo así conflictos que hasta ese momento no se habían dado, ya que no cuenta con la
madurez necesaria como para ser totalmente independiente. Por todo ello, el papel de los padres en
adolescencia entre el contexto familiar y la influencia del grupo de iguales encontrando que, aquellos
adolescentes que carecen de amigos íntimos están más influenciados por sus familias que por sus
iguales, mientras que aquellos que presentan poca unión y ajuste familiar están más influenciados
por el grupo de iguales (Gauze et al., 1996; citado en Steinberg y Morris, 2001). En cualquier caso, el
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 35
papel que juega la familia en el desarrollo del adolescente es de gran relevancia, pues los padres son
el agente universal de influencia en el desarrollo psicosocial de sus hijos (Musitu, 2013). En la familia
se establecen las primeras relaciones afectivas, siendo un escenario en el que se aprenden valores,
Cuando empleamos el término familia debemos señalar que en las últimas décadas en
actualidad sigue predominando un modelo tradicional caracterizado por una madre y un padre
casados en matrimonio. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado el porcentaje de familias
formadas a partir de la unión de un padre y una madre que cohabitan sin estar casados, aquellas que
se forman a partir de divorcios, e incluso algunas en las que cada parte de la pareja puede aportar
hijos de una relación anterior; así como estructuras familiares compuestas por un solo adulto o por
En lo que respecta al grupo de iguales, durante esta etapa adquiere un gran valor para los
adolescentes, ya que comienzan a relacionarse de forma más madura con personas de su misma
edad y de ambos sexos que no pertenecen a su familia. El grupo de amigos puede influir en el
adolescente tanto de forma positiva (p.ej., logros académicos, hábitos de vida saludables) como
negativa (p.ej., conductas antisociales, consumo de drogas, etc.), y la influencia ejercida por este no
suele producirse a través de presiones coercitivas, sino que el adolescente tiende a rodearse de
aquellos iguales a los que admira y con los que se siente más identificado (Steinberg y Morris, 2001).
Autores como Coleman y Hendry (1990) afirman que la susceptibilidad a la influencia del grupo de
iguales aumenta entre los 15 y los 18 años, al experimentar el adolescente una mayor necesidad de
sentirse aceptado por el grupo de amigos, así como el miedo a ser rechazado por sus iguales. En
cualquier caso, la mayoría de los estudios coinciden en señalar que la influencia de los iguales no es
permanente, sino que constituye una oportunidad de transición hacia el desarrollo del adolescente,
y Barrera, 2002). Por otro lado, también ha sido estudiado el grupo de amigos como escenario para
las relaciones de noviazgo, encontrando que para los adolescentes tener pareja les proporciona
popularidad frente a sus compañeros (Collins et al., 2009; Gómez-López et al., 2019). Así, aquellos
adolescentes que son más competentes socialmente y que se relacionan con un amplio grupo de
amigos en el que hay personas del otro sexo tienen más probabilidad de iniciar relaciones de
adolescentes ya que en ella pasan gran parte de su tiempo junto con compañeros de su misma edad
(Colder et al., 2010; Martínez et al., 2008). De ahí la importancia de estudiar la relación entre la
sentimentales.
3.3.1. Conceptualización
convivencia, sino que en la mayoría de las ocasiones tiene su origen en las primeras relaciones de
tres décadas la comunidad científica ha invertido cada vez más esfuerzos en el estudio de la violencia
en las relaciones de noviazgo en muestras de jóvenes y adolescentes (Foshee y Reyes, 2011). Los
datos que han arrojado estas investigaciones han permitido obtener un mayor conocimiento del
fenómeno mostrando que, si bien las tasas de violencia en las relaciones de noviazgo varían según
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 37
los estudios, es un hecho constatado que la violencia presente en estas relaciones es un importante
problema social y de salud en el que, tanto chicos como chicas adolescentes, ejercen agresiones
relaciones de noviazgo muestra características propias que la diferencian de aquella que se produce
en el matrimonio o relaciones con convivencia: (1) tanto la edad del agresor como de la víctima es
visiblemente menor que en el caso de las parejas casadas (fundamentalmente adolescentes), y (2) las
razones por las que se ejercen y se mantienen las agresiones pueden ser también distintas (p.ej., no
La mayoría de los investigadores creen que el noviazgo funciona como un ensayo general de
los patrones de comportamiento en el matrimonio (Smith y Donnelly, 2001), por lo que la existencia
matrimonio o la convivencia (Muñoz-Rivas et al., 2007b; Rodríguez-Franco et al., 2001). Así, parece
comportamientos violentos en las parejas adolescentes, ya que este se configura como el preámbulo
El primer estudio en el campo de la violencia en las relaciones de noviazgo fue realizado por
Makepeace (1981) hace más de 30 años. Este autor consideró que las conductas presentes en las
relaciones de noviazgo debían tener una gran importancia en los comportamientos violentos que se
producían en las parejas casadas, por lo que decidió llevar a cabo la primera investigación con
parejas jóvenes no casadas para estudiar la naturaleza y la prevalencia de las agresiones en estas
relaciones. Con este estudio se inició la investigación en el campo de la violencia en las relaciones de
noviazgo.
Años más tarde, Sugarman y Hotaling (1989) aportaron una de las primeras definiciones del
concepto de violencia en las relaciones de noviazgo, considerándola como “el uso o amenaza de la
fuerza física o la restricción llevada a cabo con la intención de causar dolor o lesión al otro” (p.5). Los
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 38
definición ha hecho que haya sido usada por numerosos autores. A pesar de ello, pronto surgió la
necesidad de establecer una definición que contemplase otros tipos de violencia a parte de la física,
tales como la agresión psicológica y la violencia sexual, por lo que posteriormente aparecen otros
autores que desarrollan definiciones en las que se incluyen diferentes tipos de violencia.
noviazgo como “la amenaza o uso actual de abuso físico, sexual o verbal por parte de un miembro de
una pareja no casada sobre el otro miembro, en el contexto de una relación de noviazgo” (p.88). La
aportación de estos autores, que toman como punto de partida la definición creada por Sugarman y
Hotaling (1989), reside en que consideran distintos tipos de violencia (física, psicológica y sexual). Sin
embargo, al igual que las definiciones anteriores, sigue presentando el problema de ser una
definición aplicable a una amplia gama de tipos de noviazgo, desde los novios que están teniendo sus
Por su parte, Lavoie y colaboradores (2000) definen la violencia en las relaciones de noviazgo
comprometer su integridad física, psicológica o sexual” (p.8). En este concepto incluyen de nuevo los
distintos tipos de comportamiento violento, sin embargo, los autores delimitan el tipo de relación de
noviazgo en la que aplican esta definición tanto a citas puntuales como a relaciones de noviazgo de
Más recientemente, encontramos la definición aportada por los Centros para el Control y la
Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention [CDC], 2016), la cual es
mucha más precisa que las anteriores. Esta definición contempla también violencia física, psicológica
otra aportación en su definición, estableciendo que los actos violentos se pueden producir en
persona o a través de medios electrónicos, como por ejemplo publicando en internet fotos de la
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 39
pareja con contenido sexual. Además, señalan que dichos comportamientos pueden ser llevados a
cabo por la pareja actual o por una pareja de una relación anterior.
constructo de violencia en las relaciones de noviazgo es posible identificar tres elementos básicos:
“(1) la amenaza o la provocación (intencionada) de un daño real, ya sea físico, psicológico o sexual;
coactivas/coercitivas); y (3) que las amenazas, las coacciones, el control, la dominación o el daño se
producen en el seno de una relación de noviazgo” (p.48). Sin embargo, estos autores matizan que la
intencionalidad no siempre está presente (p.ej., autodefensa), y que hay una gran controversia con
respecto a lo que se entiende por relación de noviazgo, ya que no existe un acuerdo unánime con
respecto al tiempo que ha de transcurrir en una relación para que se considere noviazgo.
evolucionado notablemente en los últimos 30 años (ver Tabla 1 para un resumen). Desde el estudio
adolescentes), ha contemplado más formas de violencia (física, psicológica y sexual), ha incluido más
medios a través de los cuales se puede ejercer o sufrir agresiones (p.ej., internet, redes sociales), y ha
especificado distintas medidas de coacción presentes en estas relaciones que buscan el control y la
dominancia sobre la pareja. Por el contrario, la delimitación de los tipos de noviazgo a los que se
aplican las distintas definiciones sigue siendo un reto para los investigadores.
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 40
Tabla 1
Rubio-Garay et al. (2015) Es la amenaza o la provocación Contemplan de manera específica la La intencionalidad no siempre está
(intencionada) de un daño real, ya sea intencionalidad, junto con la presencia presente en una agresión. No
físico, psicológico o sexual. Se ejerce de control y dominio especifica tipo de noviazgo
control o dominancia sobre la pareja.
Las amenazas, coacciones, el control, la
dominación o el daño se producen
dentro de una relación de noviazgo.
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 41
adolescente ha cobrado cada vez mayor relevancia, al ponerse de manifiesto la necesidad de atender
de forma específica a esta población. Como hemos señalado en el apartado anterior, la adolescencia
es una etapa en la que se establecen las primeras relaciones sentimentales, por lo que parece
fundamental estudiar a estas parejas y conocer sus características propias frente a las relaciones que
se instauran en la edad adulta. No obstante, sigue sin existir una definición consensuada sobre la
violencia en las relaciones de pareja, tanto en la adultez como en la adolescencia, a pesar de que
cada momento evolutivo presenta comportamientos violentos propios de cada etapa (p.ej., el
control económico o el uso de los hijos es un tipo de abuso psicológico específico de la violencia
ejercida en la edad adulta). Todo ello refleja de nuevo lo importante y necesario que es que la
comunidad científica aúne esfuerzos para establecer de manera consensuada una definición
operativa que permita a todos los expertos en este campo trabajar sobre un modelo teórico común,
pudiendo así comparar y compartir las conclusiones alcanzadas en las diferentes investigaciones.
Como veremos más adelante, la violencia en las relaciones de noviazgo está presente en
distintas formas (física, psicológica y sexual). De todas ellas, la violencia de tipo psicológico es la que
muestra las tasas de prevalencia más altas en las relaciones de los más jóvenes (Niolon et al., 2015;
Haynie et al., 2013). A pesar de su prevalencia alarmante en las parejas adolescentes, históricamente
los expertos en este campo se han centrado más en el estudio de formas de violencia más visibles
como la física y la sexual (Wincentak, et al., 2017), siendo menos numerosas las investigaciones que
manifestaciones. Por ello, en la presente tesis doctoral haremos referencia al término violencia en el
(2003), se hará referencia a tres tipos de conductas específicas: (1) agresiones verbales, (2)
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 42
conductas de control hacia la pareja y a la relación de esta con su familia y amigos, y (3)
en las relaciones de noviazgo y expondremos otros tipos de violencia que también concurren en
controlar, intimidar, hacer daño psicológicamente y expresar ira” (Follingstad, 2007, p. 443).
económico, celos y posesividad, amenazas de maltrato, daño físico o tortura a la pareja o a sus seres
abandono de la relación, serían algunos ejemplos de este tipo de violencia, así como la negación del
soportado (Labrador et al., 2004; Muñoz-Rivas et al., 2007b ; Murphy y Hoover, 1999; Murphy y
Este tipo de violencia es más difícil de detectar que la violencia física, lo que explica que
históricamente haya recibido menos atención por parte de la comunidad científica, a pesar de
presentar tasas de prevalencia más altas que otras formas de violencia (física o sexual). No obstante,
en los últimos años hemos asistido a un aumento del número de estudios de este tipo de violencia,
pues su alta frecuencia y la gravedad de sus consecuencias hacen que sea de gran importancia su
para consensuar sus dimensiones y otros aspectos relevantes para su medición, lo cual explica que
haya importantes discrepancias y ambigüedad a la hora de definirla y que sea difícil estimar sus tasas
de prevalencia (Almendros et al., 2009). Follingstad (2007) establece las que él considera que son las
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 43
destaca: (a) la falta de conocimiento sobre qué categorías constituyen o deberían ser incluidas en la
definición (p.ej. abuso verbal, intimidación/dominio, control); (b) determinar si existen subcategorías
de violencia psicológica que actúan como factores independientes; (c) determinar si la especificación
de subtipos de violencia psicológica es importante para poder predecir el impacto de cada uno de
ellos en las víctimas; o (d) concluir sobre las implicaciones de la frecuencia y/o gravedad de las
Así, dependiendo de los estudios y del tipo de definición de violencia psicológica del que se
parta, los datos de prevalencia de su perpetración oscilan entre 50% y el 95% (Ahonen y Loeber,
2016; Alleyne-Green et al., 2012; Bell y Naugle, 2007; Coker et al., 2014; Courtain y Glowacz, 2018;
Haynie et al., 2013; Leisring, 2013; Niolon et al., 2015; Orpinas et al., 2012; Rey-Anacona, 2013; Sears
et al., 2007; Shorey et al., 2011; Taylor et al., 2015). En estudios con muestras de adolescentes y
jóvenes españoles encontramos datos similares (Blázquez et al., 2009; Cáceres y Cáceres, 2006;
Rivas et al., 2007b; Rojas-Solís y Carpintero, 2011; Samaniego y Freixas, 2010; Sebastián et al.,2014).
relaciones de noviazgo se pueden identificar diferentes formas de este tipo de abuso. Murphy y
Hoover (1999) encontraron evidencia sobre la existencia de cuatro tipos de agresiones psicológicas
presentes en las relaciones de noviazgo de mujeres universitarias: (1) retraimiento hostil (p.ej.,
objetos personales); (3) denigración (p. ej., decir a la pareja que no sirve para nada); y (4) control
restrictivo (p.ej., preguntar a la pareja dónde ha ido o con quien ha estado mostrando desconfianza).
Sin embargo, cuando la muestra de estudio está compuesta por adolescentes, se han encontrado
otras conductas indicadoras de abuso psicológico, como prueba la investigación de O´Leary y Slep
(2003). Estos autores realizaron un estudio en el que midieron y establecieron tres subtipos de
agresión psicológica al obtener datos que los configuraban como constructos latentes de este tipo de
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 44
violencia: (1) agresión verbal, (2) comportamientos dominantes, coercitivos y controladores, y (3)
comportamientos celosos.
adolescentes españoles diferenciando entre las categorías de agresión psicológica propuestas por
La agresión verbal, entendida como una forma de comunicación en la que la persona usa
explícitamente el lenguaje como herramienta para atacar el autoconcepto del otro, es una conducta
negativa que se ha estudiado en varios contextos, siendo una forma de agresión relativamente
común (Infante et al.,1994; Straus, 1979). Dentro del campo de la violencia en las relaciones de
pareja se ha configurado como una forma de violencia psicológica que incluye el uso de palabras
como insultos, amenazas, maldiciones al otro y/o decirle algo con la intención de molestarle, así
como de periodos de silencio agresivos (p.ej., molestar a la pareja negándose a hablar sobre un
asunto; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Sebastián et al., 2014). Es la forma de abuso psicológico más
estudiada en la literatura.
han obtenido alarmantes tasas de prevalencia con valores que oscilan entre el 40 y el 90%,
dependiendo de los estudios (Ahonen y Loeber, 2016; Bell y Naugle, 2007; Bonilla-Algovia y Rivas-
Rivero, 2019; Cascardi y Avery-Leaf, 2015; Choi et al., 2017; Haynie et al., 2013; Niolon et al., 2015;
Sears et al., 2007; Shook et al.,2000; Temple et al., 2013a). En España, los estudios que se han llevado
a cabo con población adolescente y juvenil han obtenido porcentajes de perpetración similares,
superando en algunos casos el 80% (Fernández-Fuertes et al., 2011; Fernández-González et al., 2013;
González y Santana, 2001; Izaguirre y Calvete, 2016; Muñoz-Rivas et al., 2007a, 2007b, 2010; Rojas-
Solís y Carpintero, 2011). Además, las investigaciones que se han llevado a cabo con adolescentes
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 45
españoles en las que se mide la violencia verbal, las tácticas de dominancia y los comportamientos
celosos (Muñoz-Rivas et al., 2007; Sebastián et al., 2014), han mostrado que las agresiones verbales
son el tipo de violencia psicológica más empleada, seguida de las conductas celosas y, en último
Las tácticas celosas también han sido estudiadas como una forma de abuso psicológico,
aunque aún son escasas las investigaciones en el campo específico de las relaciones de noviazgo. Se
con el concepto de dominancia/control (Kar y O´Leary, 2013). Clanton y Smith (1977) definen los
celos como una amenaza real o percibida de perder una relación sentimental que se considera
valiosa. De forma más genérica, se consideran tácticas celosas a aquellas conductas o sentimientos
que implican el deseo de controlar y poseer a la pareja ante la amenaza real o percibida de que
abandone la relación (p.ej., comprobar lo que hace la pareja y exigirle que le informe de dónde ha
estado y con quien; Muñoz-Rivas et al., 2007b). Por otro lado, cabe señalar que los celos son uno de
los falsos mitos del romanticismo, considerados como una muestra de verdadero amor, lo que hace
que en muchas ocasiones los jóvenes y adolescentes no identifiquen este tipo de conductas como
violencia e incluso justifiquen agresiones alegando como motivo los celos (De la Peña et al., 2011;
A pesar de la creciente literatura científica que ha estudiado las tácticas celosas como forma
de abuso psicológico, algunos autores las han contemplado en sus estudios no como una forma de
violencia psicológica en sí, sino como un factor de riesgo para otros tipos de violencia, partiendo del
concepto de celos como una emoción y persiguiendo el objetivo de estudiar su papel predictor en la
presencia de otras formas de violencia en la relación sentimental (DeSteno et al., 2006; Giordano et
metodología empleada (Cascardi y Avery-Leaf, 2015; Hokoda et al.,2012; Reed et al., 2011;
Schumacher y Slep, 2004). Los estudios realizados con muestras de adolescentes españoles obtienen
la violencia en las relaciones de pareja. No obstante, puesto que muchas definiciones sobre violencia
psicológica se han desarrollado desde un enfoque feminista que postula que la dominancia y la
coacción es ejercida por el hombre dentro de su “matrimonio patriarcal”, han sido numerosas las
investigaciones que han medido tácticas de control como una forma de abuso psicológico en
muestras de mujeres maltratadas (O´Leary y Slep, 2003). Así, el número de investigaciones que han
población general ha sido menor, y en su mayoría evalúan únicamente victimización, sobre todo
femenina (Antai, 2011; Catallozzi et al., 2011; Díaz-Aguado y Carvajal, 2011; Graham-Kevan y Archer,
En términos generales, las tácticas de dominancia pueden definirse como una forma de
abuso psicológico que implica el aislamiento y el control, así como el uso de amenazas y/o de críticas
persistentes y expresiones agresivas que tienen como objetivo controlar a la pareja y dañar su
autoestima (Elias-Lambert et al.,2014; O´Leary, 1999; Smith y Donnelly, 2001). La OMS (2002) las
define como el intento consciente de dominar, restringir y/o controlar a la pareja sin ejercer la
violencia física. Por su parte, Muñoz-Rivas y colaboradores (2007b) operativizan este tipo de
pareja en su área social y familiar, así como su bienestar emocional. Entre las tácticas de dominancia
más comunes está el aislamiento de la víctima, que consiste en hacerla sentir que debe romper su
relación con amigos y familiares o que no es apropiado tener amistades del sexo contrario (Smith y
Donnelly, 2001).
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 47
Los estudios realizados hasta la fecha con muestras de adolescentes y jóvenes de otros
países han obtenido porcentajes de perpetración de conductas de dominancia en sus noviazgos que
van del 30 al 80% (Elias-Lambert et al., 2014; Rey-Anarcona, 2013; Vivanco et al., 2015; Vivolo-et al.,
2016). En un estudio reciente de Cascardi y Avery-Leaf (2015) con una muestra de adolescentes con
tácticas de dominancia tales como culpar a la pareja del comportamiento violento o tratar de
muestras de adolescentes y jóvenes (Muñoz-Rivas et al., 2007b; Sebastián et al., 2014; Rodríguez-
Pérez, 2015).
psicológicas, sino que la presencia de violencia física y sexual también es frecuente, aunque en tasas
más bajas. Por ello, en este apartado expondremos estos tipos de violencia presentes en las parejas
tesis doctoral. Finalmente mostraremos la interrelación entre las distintas formas de violencia (física,
violencia en las relaciones de noviazgo se han centrado en la agresión física, otorgándole mayor
importancia que a los otros tipos de violencia, no sólo en el ámbito personal, sino también en el
contexto social y legal. Probablemente esto ha sido debido a que la agresión física es la más evidente
y fácil de detectar. La mayoría de investigadores consideran agresión física tanto a conductas activas
(p.ej., lanzar un objeto, sujetar o contener físicamente, empujar, agarrar, abofetear, golpear, dar una
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 48
patada, intentar ahogar, dar una paliza) como a acciones pasivas (p.ej., la privación de cuidados
médicos o, de forma intencionada, no advertir de situaciones que impliquen un riesgo físico para la
persona) (Cascardi et al., 1999; Connolly et al., 2010a; Labrador el at., 2004; O´Leary et al., 2008).
Aunque sus tasas de prevalencia son inferiores a las de la violencia psicológica, los datos
obtenidos en diferentes estudios con adolescentes y jóvenes son variables. En algunos casos se han
obtenidos tasas de prevalencia que no superan el 20% (Cascardi y Avrey-Leaf, 2015; Choi et al., 2017;
Foshee et al., 2015; Foshee et al., 2016; Giordano et al., 2015; Haynie et al., 2013; Machado et al.,
2010; Reed et al., 2014; Reyes et al.,2016), mientras que en otros las tasas de perpetración de
violencia física alcanzan 30-40% (Ahonen y Loeber, 2016; Alleyne-Green et al., 2012; Bell y Naugle,
2007; Leisring, 2013; Magdol et al., 1997; Niolon et al., 2015; O’Leary, Slep, et al.,2008; Reidy et al.,
2015; Rey-Anacona, 2013; Sears et al 2007; Temple et al., 2013, 2013a). En España, los estudios
realizados con muestras de adolescentes han obtenido datos similares, situando la prevalencia de
Santana, 2001; Muñoz-Rivas et al., 2007ª, 2010; Samaniego y Freixas, 2010; Sánchez et al., 2008;
según los autores, aunque en términos generales todas ellas coinciden en considerar como violencia
sexual el uso de medidas de intimidación o coacción contra la pareja con el fin de mantener
relaciones sexuales en contra de su voluntad. En el concepto de este tipo de violencia incluyen una
gran variabilidad de comportamientos, los cuales se sitúan en un continuo que va desde el empleo
de presión y amenazas verbales al uso de la fuerza física (Monson et al., 2009), estando presente en
todos ellos la intención de mantener algún tipo de acto sexual, desde besos o caricias, hasta el coito.
La OMS (2002) considera violencia sexual a una gran diversidad de actos, que van desde mantener
relaciones sexuales bajo coacción en la relación de pareja, violaciones por parte de extraños, acoso
sexual (p.ej., en el centro de estudios o trabajo), hasta ejercer actos violentos contra la integridad
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 49
sexual de las mujeres u obligar a ejercer la prostitución. En esta línea, Oswald y Russell (2006)
llevaron a cabo un estudio para medir la prevalencia de violencia sexual en las relaciones de noviazgo
de universitarios y establecieron tres subtipos generales de agresión sexual: (1) presión verbal, (2)
intoxicar a la pareja con el propósito de tener relaciones sexuales con ella (p.ej., con altas dosis de
alcohol), y (3) ejercer la fuerza física o el control. Además, varios autores apuntan a que dentro de
una relación de noviazgo es probable que se dé cierto grado de coerción sexual como medio para
ejercer mayor poder sobre la pareja (Cornelius y Resseguie, 2007; Smith y Donnelly, 2001).
En cuanto a las tasas de prevalencia, la mayoría de las investigaciones han mostrado que la
produce con menor frecuencia que la agresión física o psicológica, no obstante, los datos de
prevalencia varían en función de la forma de medir este tipo de violencia. Así, podemos encontrar
estudios que muestran tasas de prevalencia que apenas superan el 20% (Benavides, 2016; Foshee y
Matthew, 2007; Hird, 2000; Niolon et al., 2015; Rey-Anacona, 2013; Sears et al., 2007) o que incluso
no alcanzan un 10% (Basile et al., 2013; Choi et al., 2017; Ozer et al., 2004; Reidy et al., 2015; Rey-
Arcona, 2017; Reyes et al., 2017; Ybarra et al., 2016; Zweig et al., 2013), así como investigaciones
que indican que la violencia sexual está presente en el 30-60% de las relaciones de noviazgo (Katz et
al., 2002; Reed et al., 2014; Serquina-Ramiro, 2005). En nuestro país, Muñoz-Rivas y colaboradores
(2009) llevaron a cabo un estudio para medir la prevalencia y los factores asociados a la violencia
sexual en el noviazgo en una muestra de adolescentes y jóvenes españoles. Los resultados obtenidos
psicológica (p.ej. tácticas coercitivas de naturaleza verbal). Otros estudios realizados en España
presentan porcentajes de perpetración que van desde el 10% al 30% (Fernández-González et al.,
2013; Martín et al., 2005; Muñoz-Rivas et al., 2010; Ortega et al., 2008; Rojas-Solís y Carpintero,
investigaciones se han estudiado de forma aislada, sin profundizar sobre la relación que se establece
entre ellas (Jackson et al., 2000). Por su parte, las investigaciones que han estudiado este aspecto
han puesto de manifiesto que los distintos tipos de violencia, aunque son claramente diferenciables,
están interrelacionados y coexisten en una misma relación de noviazgo, e incluso se pueden dar a la
vez en un mismo episodio violento (Catallozzi et al., 2011; Corneluis y Resseguie, 2007; Fernández-
Fuertes et al., 2011; Fernández-González y Muñoz-Rivas, 2013; Foshee y Reyes, 2011; Haynie et al.,
2013; Monson et al., 2009; Sears et al., 2007; Ybarra et al., 2016). En un estudio reciente llevado a
cabo por Choi y colaboradores (2017) con una muestra de 1.042 adolescentes de Texas, encontraron
que casi el 17% de los participantes utilizaban múltiples formas de violencia. En coherencia con estos
resultados, Sears y Byers (2010) hallaron que las tasas de agresiones más altas las presentaban
aquellos hombres y mujeres que referían ser víctimas de los tres tipos de violencia en sus noviazgos
(físicas, psicológica y sexual), en comparación con aquellos que solo referían la victimización de uno o
violencia física en la pareja (Antônio y Hokoda, 2009; Gagné et al., 2005; Murphy y O´Leary, 1989;
O´Leary y Slep, 2003). De modo similar, un reciente estudio de Lasley y Durtschi (2015) con una
muestra de universitarios chinos y taiwaneses encontró que las conductas de dominancia en las
relaciones de noviazgo son un factor que se asocia con la perpetración y victimización de violencia
física. Estos resultados van en la misma línea de los hallados en investigaciones con parejas que
cohabitan o están casadas, o incluso en muestras clínicas (Graham-Kevan y Archer, 2008; Straus,
2008). Por su parte, las investigaciones sobre tácticas celosas en relaciones de noviazgo son escasas,
lo que dificulta conocer cómo se relacionan este tipo de agresiones psicológicas con otras formas de
violencia. No obstante, O’Leary y colaboradores (2007) llevaron a cabo un estudio con parejas
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 51
casadas en el que concluyeron que las conductas celosas eran un fuerte predictor para la presencia
mujer como única víctima posible del comportamiento agresivo, a considerar que ambos sexos son
actualidad contamos con numerosas investigaciones con población adolescente que han
bidireccional, es decir, que un mismo individuo actúa al mismo tiempo como agresor y como víctima.
Así, este patrón bidireccional aparece como el modelo de violencia más frecuente entre las parejas
adolescentes, situándolo en el 50-70% de los casos (Capaldi et al., 2007; Chiodo et al., 2012; Connolly
et al., 2010a; Giordano et al., 2010; Menesini et al., 2011; Miller et al., 2013; O´Leary et al., 2008;
González y colaboradores (2013) con una muestra de 2.016 adolescentes. En dicho estudio, la
violencia bidireccional se presentó como la forma más frecuente en la que se producían los
agresión física mutua (70,9% de las mujeres y el 70,7% de los hombres), en torno al 96% de los
varones), y alrededor de la mitad referían agresiones sexuales mutuas (42,4% de mujeres y 58,0% de
los varones). Otros estudios realizados con adolescentes españoles han obtenido resultados en la
misma línea que los anteriores (Fernández-Fuertes y Fuertes, 2010; Muñoz-Rivas et al., 2007b; Rubio-
agresión son coherentes con las tasas similares de perpetración de violencia en hombres y en
mujeres que han obtenido otros autores en sus investigaciones (Fernández-Fuertes y Fuertes, 2010;
Muñoz-Rivas et al., 2007b; Rey-Anacona, 2013; Rojas-Solís y Carpintero, 2011). No obstante, cuando
han encontrado diferencias significativas en función del sexo; siendo los hombres más perpetradores
de violencia sexual, mientras que las mujeres ejercen en mayor medida violencia psicológica
(Fernández-González et al., 2012; Muñoz-Rivas et al., 2009, 2010; Niolon et al., 2015; Orpinas et al.,
2012; Sebastián et al., 2014; Ybarra et al., 2016). Por su parte, la violencia física presenta porcentajes
similares para hombres y mujeres cuando hablamos de agresiones moderadas (p.ej. bofetada,
empujón), ya que las agresiones físicas severas (p.ej. asfixiar, golpear a la pareja con objetos) son
menos habituales y cuando se producen son ejercidas en mayor medida por los hombres (Muñoz-
Aunque sabemos que las distintas formas de violencia que se ejercen en las relaciones de
pareja están estrechamente interrelacionadas, las diferencias que muestran cada una en sus tasas de
prevalencia hacen pensar que cada tipo de violencia puede desarrollarse de forma distinta (Foshee et
al., 2009). Los estudios longitudinales sobre el patrón de desarrollo de la violencia en relaciones de
noviazgo con población adolescente son escasos, siendo en su mayoría transversales, lo que hace
que la investigación del fenómeno desde una perspectiva de desarrollo sigua siendo un reto para la
comunidad científica.
Las investigaciones de corte transversal que se han llevado a cabo con este propósito han
encontrado cierta estabilidad a lo largo del tiempo en la perpetración de la agresión (Foshee et al.,
2004; O’Leary y Slep, 2003; Quigley y Leonard; 1996). No obstante, los estudios anteriores sólo
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 53
presentan dos puntos temporales de evaluación recogidos en un espacio de tiempo limitado, por lo
Cabe destacar la investigación pionera de O´Leary (1999), que tenía como objetivo estimar la
tendencia del comportamiento violento en la pareja desde las primeras relaciones de noviazgo hasta
las relaciones sentimentales en la vejez, y en la que se estableció que la trayectoria que mejor
describiría la violencia en la pareja sería una curva en forma de U invertida, siendo las parejas con
edades comprendidas entre los 15 y los 25 años las que mostrarían las tasas de prevalencia más
altas. Por el contrario, O´Leary y Woodin (2005) obtuvieron datos diferentes, encontrando que, en el
En el caso de la investigación llevada a cabo por Chen y colaboradores (2006) se obtuvo que
el primer pico de conductas violentas (de tipo físico y verbal) en la relación sentimental aparecía a los
17 años, disminuía posteriormente hasta los 19, y volvía a aumentar ligeramente hasta los 25 años.
En lo que respecta al primer pico de violencia, sabemos que este incremento de conductas agresivas
evolutivo, la falta de madurez y habilidades para afrontar las demandas que imponen los nuevos
contextos en los que se desenvuelve el adolescente (grupo de iguales, relación de pareja, contexto
académico), hace que en algunos casos se recurra al uso de la violencia como herramienta para
solucionar los conflictos que se puedan producir en algunos de estos escenarios. Así, estos autores
consideran que la disminución de la violencia entre los 17 y los 19 años podría explicarse por una
surgidos en su noviazgo. En lo que respecta al segundo pico de agresión, podría deberse a las nuevas
exigencias que se imponen en la pareja durante los primeros años de convivencia o de matrimonio.
A pesar de que otros investigadores han obtenido resultados en la misma línea, hallando un
pico de violencia en la relación de pareja durante el inicio de la convivencia (Capaldi et al., 2005;
Rhoades et al., 2012; Stets y Straus, 1989), la ausencia de estudios longitudinales no nos permite
Por su parte, las escasas investigaciones longitudinales realizadas hasta la fecha con
punto más alto de presencia de conductas violentas hacia la pareja en torno a los 16-17 años (Foshee
trayectoria del comportamiento agresivo de tipo físico (diferencia físico grave y moderado),
psicológico y sexual ejercido en relaciones de noviazgo desde los 13 a los 19 años. Los datos
violento. En el caso de la violencia física y sexual existe una tendencia cuadrática negativa en la que
se obtienen las mayores tasas de prevalencia para estas agresiones a los 16-17 años, mientras que
anteriormente, obteniendo una tendencia cuadrática negativa para este tipo de violencia (Nocentini
et al., 2010) y las mayores tasas de perpetración en torno a los 17 años (Orpinas et al., 2013). En lo
que respecta a la trayectoria de la violencia psicológica, Orpinas y colaboradores (2012) hallaron una
tendencia lineal positiva para este tipo de agresiones, coherente también con el estudio de Foshee y
colaboradores (2009).
En España contamos con un estudio transversal con una muestra de 2.016 adolescentes con
edades comprendidas entre los 14 y los 20 años (Fernández- González et al., 2013) en el que se
obtuvieron resultados en la línea de los estudios ya descritos. En concreto, se obtuvo una tendencia
cuadrática negativa para la violencia de tipo físico y sexual, donde se observaron sus mayores tasas
de agresión en torno a los 16-17 años, decreciendo posteriormente. Con respecto a la trayectoria de
la violencia psicológica, se halló una tendencia lineal positiva, encontrando que la presencia de este
tipo de violencia creció linealmente hasta los 19 años, aunque en el caso específico de las mujeres
Los resultados de los estudios anteriores revelan que, en el caso de la violencia física y
sexual, gran parte de los adolescentes que ejercen ese tipo de agresiones comienzan a abandonar
este tipo de conductas a partir de los 17 años aproximadamente. Estos hallazgos podrían sugerir que
la evolución de este tipo de conductas podría explicarse a través de la teoría del Comportamiento
Antisocial (Moffitt, 1993), la cual plantea que existen dos tipos de individuos: un amplio grupo que
lleva a cabo conductas antisociales sólo durante la adolescencia, y un grupo de menor tamaño que
desarrollo. Además, Moffitt (1993) afirma que ese comportamiento antisocial que se limita sólo a la
adolescencia está relacionado con una carencia en la madurez biológica y social que incita a los
A este respecto, contamos con evidencia empírica que señala que la evolución del
existencia de un patrón general más consistente de incumplir las normas y llevar a cabo conductas de
riesgo características de la adolescencia (Alleyne-Green et al., 2012; Eaton et al., 2007; Muñoz-Rivas
et al., 2010), encajando así con la teoría de Comportamiento Antisocial de Moffitt (1993).
de agresión, manteniendo una tendencia lineal positiva, lo que hace que precise de una explicación
diferente para entenderla. En este aspecto, autores como Foshee y colaboradores (2009) plantearon
que este hecho podría deberse a que las agresiones psicológicas pueden ser percibidas por los
adolescentes como menos graves, al ser menos conscientes de las consecuencias negativas que este
tipo de violencia produce en las víctimas. Esta explicación sería coherente con el hecho de que sea el
tipo de agresión más empleada por los adolescentes en sus noviazgos. No obstante, contamos con el
violencia psicológica en las mujeres a los 20 años. Estos resultados podrían indicar la existencia de
una tendencia cuadrática negativa también en la violencia psicológica, con la diferencia de que el
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 56
decrecimiento de este tipo de violencia se produciría a una edad más tardía que el resto. No
obstante, la ausencia de estudios longitudinales hasta la vida adulta impide que se pueda confirmar
está aportación.
evolutiva que se caracteriza por una marcada tendencia a revelarse contra las normas e implicarse en
olvidar que las tasas de violencia en las parejas adolescentes son preocupantes, así como la gravedad
de sus consecuencias. Por otra parte, a pesar de contar con numerosas investigaciones que
confirman que la mayoría de los adolescentes que agreden a sus parejas en el noviazgo no continúan
ejerciendo violencia en sus relaciones adultas, sabemos que verse inmerso en noviazgos violentos
relaciones sentimentales en la adultez (Smith, et al., 2003), entrando en estos casos en una escalada
de la violencia cuyas consecuencias son cada vez de mayor alcance (Foshee et al., 2004; O´Leary et
al.,1989; O´Leary y Slep, 2012; Williams, 2007). Así, en el siguiente apartado nos centraremos en
exponer los resultados de las investigaciones que han estudiado las consecuencias que puede tener
En los últimos 20 años muchos investigadores han tenido como objeto de estudio las
doméstica ha sido considerada la tercera causa de muerte prematura y de secuelas físicas y psíquicas
en las mujeres, sólo superada por la diabetes y los problemas en el parto (Lorente, 2001; citado en
Labrador et al., 2004). Este hecho explica que, en un principio, una gran parte de los estudios sobre
de violencia doméstica.
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 57
Sin embargo, el avance en el campo de la violencia en la pareja puso de manifiesto que las
mujeres no sólo ejercían también la violencia contra los hombres, sino que estos igualmente
presentaban secuelas en su salud física y mental como consecuencia de dichas agresiones (Hines y
Douglas, 2009). Estos hallazgos impulsaron el comienzo de investigaciones que incluían a ambos
sexos y que contemplaban otros tipos de relaciones sentimentales más allá del matrimonio. No
obstante, dado que la mayoría de las investigaciones son de corte transversal es difícil establecer si la
La violencia ejercida en las relaciones de noviazgo de los adolescentes puede causar un daño
inmediato, así como dejar secuelas negativas a largo plazo (Banyard y Cross, 2008). No obstante,
cuando analizamos las consecuencias que presentan los adolescentes y jóvenes involucrados en
relaciones violentas, encontramos o que la mayoría de las investigaciones se han centrado en las
secuelas de la violencia física y/o sexual, o que no hacen distinción entre tipos de violencia, siendo
muy escasos aquellos estudios que han explorado de manera específica las consecuencias que
expondremos la evidencia empírica que existe hasta la fecha sobre las secuelas que presentan las
víctimas de violencia en el noviazgo en términos generales, sin hacer distinción en función del tipo de
violencia sufrida. En concreto, comenzaremos exponiendo brevemente las secuelas físicas que
la evidencia empírica sobre las secuelas psicológicas y, finalmente nos referiremos a las diferencias
Los resultados obtenidos hasta la fecha muestran que la mayoría de los jóvenes y
adolescentes que mantienen relaciones de noviazgo en las que hay violencia física no llegan a
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 58
Fuertes, 2010; Fernández-González et al., 2013; Muñoz-Rivas et al., 2007a; O´Leary et al., 2008).
Además, aquellos que informan haber sufrido algún tipo de daño físico refieren en su mayoría cortes
sufrido daños físicos graves como consecuencia de una agresión física más severa, tales como roturas
de algún hueso o hematomas (Amar y Gennaro, 2005; Fernández-González, et al., 2013; Foshee,
1996; Molidor y Tolman, 1998; Muñoz-Rivas, et al., 2007a; O’Leary et al., 2008). Estos datos son
coherentes con el hecho de que, a pesar de la alta prevalencia de comportamiento violento en las
relaciones de noviazgo, en la mayoría de los casos las agresiones físicas son de carácter leve. No
obstante, es importante considerar el porcentaje de casos con consecuencias físicas severas, pues
sabemos que cuanto más severa es la violencia, mayor es el impacto en la salud física y psicológica
de las víctimas (Amanor-Boadu et al., 2011; Follingstad et al., 1991; Vagi et al., 2015), provocando
además daños a nivel emocional que pueden persistir incluso después de haber abandonado la
relación agresiva.
En términos generales, los expertos que han estudiado las consecuencias psicológicas que se
derivan de esta problemática han encontrado una mayor presencia de sintomatología ansiosa,
depresiva y somática, así como problemas de autoestima (Amanor-Boadu et al., 2011; Collin-Vézina,
De forma específica, aquellos estudios que han medido las consecuencias que presentan las
víctimas de agresiones psicológicas han obtenido resultados en la misma línea de los anteriores,
hallando síntomas depresivos, ansiosos y somáticos (Eshelman y Levendosky, 2012; Foshee et al.,
2013; Gillum y DiFulvio, 2014; Haynie et al., 2013; Holt y Espelage, 2005; Próspero, 2008), pero
también la presencia de problemas con su imagen corporal (Harned, 2001) y síntomas de estrés
postraumático (Eshelman y Levendosky, 2012). En este punto cabe destacar la aportación de Exner-
longitudinal desarrollado con 5.681 adolescentes de Estados Unidos (The National Longitudinal Study
of Adolescent Health) que tenía como objetivo determinar la asociación longitudinal entre distintos
psicológicas. Estos autores hallaron que en aquellos adolescentes que presentaban exclusivamente
consumo de alcohol y marihuana. En otro estudio longitudinal realizado por Foshee y colaboradores
(2013) con población adolescente concluyeron que la victimización psicológica predecía el uso de
alcohol, mientras que la victimización física en presencia de otras variables predecía el uso de
marihuana.
suicida (Nahapetyan et al., 2014; Vagi et al., 2015), trastorno de la conducta alimentaria y/o
delictivos (Ackard y Neumark-Sztainer, 2002; Amanor-Boadu et al., 2011; Callahan et al., 2003; Coker
et al., 2000; Eaton, et al., 2008; Silverman et al., 2001; Vagi et al. 2015).
En lo que respecta al contexto académico, contamos con estudios que han encontrado la
existencia de una asociación entre estar inmerso en una relación de noviazgo violenta y presentar un
deterioro en el rendimiento académico que, en los casos más extremos, puede derivar en el
abandono de los estudios por parte del adolescente (Banyard y Cross, 2008; Chiodo et al, 2012;
Collin-Vézina et al., 2006; Hagan y Foster, 2001). Por su parte Harned (2001), en su investigación con
universitarios que mantenían noviazgos violentos, obtuvo que la victimización psicológica predecía
Finalmente, es importante recalcar de nuevo que distintos expertos han señalado que verse
involucrado en una relación de noviazgo violenta aumenta la probabilidad de mantener este tipo de
pareja (Exner-Cortens et al., 2013; O’Leary et al., 1989; Smith et al., 2003; Sunday et al., 2011; Teten
et al., 2009).
Como ya hemos señalado en este capítulo, la evidencia empírica recogida hasta la fecha nos
permite concluir que el patrón de violencia recíproca en las relaciones de noviazgo de los
adolescentes es el que se establece con mayor frecuencia, sin que esto niegue la existencia de
parejas que constituyen porcentajes menores en los que la violencia ejercida es unidireccional. Sin
Aunque la mayoría de los estudios han empleado muestras de parejas casadas o que
cohabitan, en general coinciden en determinar que son las mujeres las que sufren secuelas más
graves, ya que las agresiones ejercidas por los hombres causan mayores secuelas físicas y
psicológicas y más muertes (Anderson, 2002; Kimmel, 2002; Straus, 1999; Tjaden y Thoennes, 2006;
Williams y Frieze, 2005). Por su parte, aunque en porcentajes muy inferiores a los que encontramos
en las mujeres, no podemos ignorar que alrededor de un tercio de los hombres que sufren violencia
también presentan lesiones, y que existen también casos en los que se acaba con la vida de los
relaciones de noviazgo encontramos resultados en la misma línea, hallando que las mujeres jóvenes
tienden a sufrir lesiones más graves como consecuencia de la violencia sufrida en su relación
sentimental, en comparación con sus homólogos masculinos (Coker et al., 2000; Foshee et al., 2013;
Gray y Foshee, 1997; Straus y Gozjolko, 2014; Whitaker et al., 2007). En nuestro país contamos con el
estudio realizado por Muñoz-Rivas y colaboradores (2007a) en una muestra de 2.416 adolescentes y
jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y 20 años, en el que obtuvieron tasas de lesiones
significativamente más altas en mujeres que en hombres: el 17% de las chicas informó haber sufrido
cortes leves o moratones como consecuencia de una agresión de su pareja, y el 3% reconoció haber
CAPÍTULO 1: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA 61
tenido la nariz rota, los ojos amoratados o algún hueso fracturado tras un episodio violento en su
manifiesto que las consecuencias de la violencia física ejercida en los noviazgos de los adolescentes
no disminuían con la edad (como sí que hacían las tasas de prevalencia de este tipo de agresión), sino
son, en la mayoría de los casos, claramente peores para las mujeres que para los hombres. Esto es
consistente con las afirmaciones establecidas por Straus (2011) tras una revisión de más de 200
estudios de violencia en la pareja, en la que concluye que: (1) existe simetría en la comisión de la
violencia tanto en población general como clínica, ya que un 56% de las parejas de muestra clínica
presentaban agresiones mutuas; pero (2) existe asimetría en las consecuencias de dichas agresiones,
ya que las mujeres presentan mayores tasas de lesiones que los hombres.
violencia en las relaciones de noviazgo en las últimas tres décadas, (delimitando el concepto del que
partimos en la presente tesis doctoral) y hemos profundizado en las características específicas que el
fenómeno manifiesta en población adolescente. Que la violencia esté presente en las relaciones de
noviazgo adolescentes con tasas de perpetración considerablemente altas, junto con el hecho de que
agresiones en sus noviazgos (Díaz-Aguado y Carvajal, 2011; Samaniego y Freixas, 2010), pone de
manifiesto lo importante y necesario que es trabajar con los más jóvenes en la identificación de los
diferentes tipos de conductas agresivas, dotándoles de información que les permita comprender e
hasta la fecha. Los resultados obtenidos parecen señalar la existencia de una curva en forma de U
invertida, hallando el punto de mayor emisión de conductas violentas en torno a los 16-17 años,
2009; Nocentini et al., 2010; Orpinas, et al, 2012, 2013). No obstante, la violencia psicológica parece
mostrar una tendencia lineal positiva en su desarrollo, lo que podría relacionarse con una menor
percepción de los adolescentes sobre la gravedad y las consecuencias negativas de este tipo de
violencia (Foshee et al., 2009). El estudio de Fernández-González y colaboradores (2013) halló que la
perpetración de agresiones psicológicas se incrementaba hasta los 18-19 años, lo que plantea la
posibilidad de que también exista un decrecimiento de la emisión de este tipo de agresiones, aunque
propios de esa etapa evolutiva (p.ej., consumo de sustancias, conducta delictiva, violencia contra los
olvidar que las tasas de violencia en las parejas adolescentes son preocupantes, y sus consecuencias
En concreto, la violencia psicológica se revela como el tipo de violencia más ejercida en las
relaciones de noviazgo, llegando a alcanzar tasas de perpetración de hasta el 90% entre los
históricamente los investigadores han puesto más su foco de atención en otros tipos de violencia
adolescencia las secuelas son leves, existen casos en los que se producen daños físicos y emocionales
de gran severidad, intensificándose con la edad y siendo siempre mayores en las mujeres que en los
En conclusión, los resultados obtenidos por la comunidad científica en los últimos treinta
años dan cuenta de la necesidad de elaborar investigaciones que nos permitan seguir profundizando
comprendiendo las formas en las que se manifiesta, así como los factores de riesgo y de protección
importancia de diseñar estudios sobre violencia psicológica que evalúen si existen diferencias en
función del sexo en los factores de riesgo y de protección involucrados en su perpetración. Un mayor
presente tesis abordaremos los distintos modelos teóricos que se han desarrollado para explicar el
VIOLENTO EN EL NOVIAZGO
1. INTRODUCCIÓN
relaciones de pareja se han desarrollado diversos modelos teóricos que intentan explicar el origen
específica (p.ej., las teorías feministas ponen el foco únicamente en el poder/control ejercido por el
hombre contra la mujer, o las teorías genéticas sólo contemplan variables biológicas como la
presencia de la enzima monoamina oxidasa A), mientras que otros son más globales y abarcan un
contextuales, etc.)
Así, en este segundo capítulo de la presente tesis doctoral haremos una revisión de las
teorías que han sido más empleadas por la comunidad científica para explicar el fenómeno de la
violencia en la pareja y finalizaremos destacando aquellos modelos que se han desarrollado de forma
Aunque son muchos los modelos teóricos que se han elaborado con el fin de explicar el
origen y /o mantenimiento de la violencia en las relaciones de pareja, en este apartado sólo se hará
referencia a aquellos modelos que han sido considerados de mayor utilidad y que han tenido mayor
pareja desde un enfoque de género y poder (Dardis et al., 2014). Entienden que dicha violencia es
producto de la distribución desigual de poder que existe en nuestra sociedad entre el hombre y la
mujer, considerando que el hombre goza de más poder y lo ejerce sobre ella. Así, defienden que la
sociedad, la cual favorece la dominancia del hombre sobre la mujer, obligándole a permanecer
sumisa bajo su abuso físico, psicológico, sexual, económico (Carcedo et al., 2011; Shorey et al., 2008).
Producto de las teorías feministas encontramos las teorías de poder y control (Dutton y
Strachan, 1987; Straus et al., 1980), las cuales plantean que los hombres ejercen la violencia con el
recursos y perciben que han perdido poder sobre su pareja (Hotaling y Sugarman, 1986). En esta
línea, Stark (2007) desarrolla el concepto de control coercitivo, describiéndolo como un tipo de
aislamiento y control sobre la mujer, con el fin fundamental de limitar su libertad. Esta autora señala
que el control coercitivo es perpetrado por el hombre gracias a la sociedad patriarcal en la que
Por otro lado, algunos autores (Johnson, 2011; Kelly y Johnson, 2008) hablan de la
importancia de diferenciar entre los distintos tipos de violencia doméstica, estableciendo tres
primera categoría, terrorismo íntimo, que inicialmente fue denominada terrorismo patriarcal
(Johnson, 1995), contemplaría aquellos casos de violencia en la pareja que pueden ser explicados a
partir de la teoría feminista, puesto que hacen referencia a un patrón de violencia caracterizado por
la combinación de la agresión física y /o sexual junto con tácticas de control sobre la mujer (p. ej.,
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 66
abuso económico, emocional, manipulación de los hijos, amenazas o intimidación, etc.) como
Los postulados feministas y las hipótesis coercitivas pueden ser útiles para explicar algunos
casos de violencia en la pareja, pero no todos, ya que no tienen en cuenta los datos de prevalencia
Por un lado, existen investigaciones con parejas homosexuales (gays y lesbianas) que han
mostrado también la existencia de conductas violentas en estas relaciones (Freedner et al., 2002;
Gillum, 2017; McClennen, 2005; Reuter y Whitton, 2018). En población adolescente destaca la
investigación realizada por Martin-Storey (2015) en una muestra de 10.493 estudiantes de distintos
institutos del estado de Massachusetts (Estados Unidos) en la que encuentran victimización tanto en
hombres como en mujeres homosexuales y bisexuales, presentando además más probabilidad de ser
Por otro lado, distintas investigaciones con parejas heterosexuales han mostrado la
presencia de violencia perpetrada por la mujer contra el hombre (Carmo et al., 2011; Hines y
Douglas, 2009). Además de estos datos, revisiones recientes han encontrado más de 300 estudios
cuyos resultados muestran tasas de perpetración de violencia en las relaciones de pareja similares
para hombres y para mujeres (Desmarais et al., 2012; Fiebert, 2010). Asimismo, en las últimas
décadas contamos con gran amplitud de investigaciones científicas que arrojan luz a la
Ante estos datos, los postulados feministas defienden que la violencia ejercida por la mujer
contra el hombre es una respuesta de autodefensa ante las agresiones de este. Sin embargo, a este
respecto también contamos con investigaciones que han estudiado los motivos que llevan a las
mujeres a ejercer la violencia en su relación de pareja y en las que la autodefensa no es la razón que
señalan la mayoría de las participantes femeninas para explicar por qué agredieron (Follingstad et al.,
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 67
1991; Foshee y Matthew, 2007; Harned, 2001; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Shorey y Meltzer, 2010;
La teoría del ciclo de la violencia (Figura 2) propuesta por la investigadora Leonor Walker
(1979) alcanzó una amplia difusión científica y fue decisiva para comprender cómo se desarrollan los
episodios violentos dentro de la relación de pareja. Lo que la autora propone es que la violencia se
producen como consecuencia de cambios bruscos en el estado de ánimo del agresor por
hace que la tensión en la relación de pareja vaya en aumento. Ante esta situación la víctima
se siente confundida y tiende a querer calmar esa tensión creciente adoptando una posición
importancia a los hechos, atribuyendo que se trata de un incidente puntual y que se debe a
2. Fase de explosión o agresión: el cúmulo de tensión de la fase anterior hace que se termine
produciendo una explosión en forma de agresión psicológica, física o sexual severa. Esta
fase finaliza cuando el agresor toma conciencia de la gravedad de sus actos e intenta
tensión y agresión. En esta fase el agresor se muestra arrepentido por sus actos y asegura
ver el arrepentimiento de su agresor, hace un intento por valorar la situación como una
pérdida de control que no volverá a producirse, confiando en que la relación será mejor en
el futuro. No se puede determinar con exactitud cuando finaliza esta fase. En algunas
En los casos de mayor gravedad la fase de tensión creciente es muy breve, dando lugar en
seguida a la fase de explosión de la violencia, en la que las agresiones son cada vez de mayor
severidad, y tras la cual, en muchas ocasiones, no llega a darse la fase de luna de miel (Labrador et
al., 2004).
Figura 2
Fase 1:
Tensión
creciente
Fase 3: Fase 2:
Luna de Explosión o
miel agresión
agresiones, lo que se conoce como escalda de la violencia (Walker, 1999). Este patrón de escalada de
la violencia (Figura 3) ha sido confirmado por investigadores que han obtenido evidencia científica
Figura 3
Homicidio,
suicidio o
Agresiones
ambos
físicas
Agresiones
verbales
Agresiones
psicológicas
Los primeros episodios violentos se caracterizarían por agresiones psicológicas de tipo leve,
las cuales preceden y predicen el posterior desarrollo de conductas agresivas de mayor gravedad,
que escalan cada vez a actos más violentos de tipo físico y sexual (Woodin y O'Leary, 2009). La
escalada de la violencia permite entender qué ocurre y por qué se mantiene en el tiempo una
relación violenta, ya que a esta dinámica de desarrollo hay que añadirle además el aislamiento al que
separándola de todas las personas que componen su red de apoyo (familia, amigos, etc.), lo que
empeora gravemente la situación y hace más difícil si cabe salir de esa relación violenta. Algunos
expertos han señalado la existencia de casos en los que las víctimas que han intentado poner fin a
una relación violenta han sufrido una escalada de la violencia más intensa por parte de su pareja
cual ha sido aplicada en el contexto de la pareja por algunos autores como Walker (1979) para
explicar el mantenimiento de la violencia. Según esta teoría, la víctima al verse sometida durante un
termina sintiendo que no puede hacer nada para huir de esa situación, generándose en ella un
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 70
cualquier intento por escapar de la relación violenta, lo que aumenta la probabilidad de que
permanezca en ella. Asimismo, pueden darse también factores externos de tipo económico o social
que favorezcan esta postura de indefensión, ya que en los casos más graves la víctima se encuentra
potenciarían con lo que Hoier y colaboradores (1992), en su estudio con víctimas de violencia sexual,
denominaron aprendizaje traumático, el cual se lleva a cabo mediante repetidos ensayos en los que
el agresor refuerza las conductas de la víctima deseadas por él y castiga cualquier otra conducta de
Desarrollada por Bandura (1973, 1977) esta teoría recoge un concepto central, el aprendizaje
adolescente hacia su pareja no se daría únicamente por la obtención de un beneficio, sino que sería
respetados, o percibidos como competentes y poderosos sean los modelos violentos, más imitados
serán, favoreciendo aún más si cabe el aprendizaje de ese tipo de conductas (Akers, 2011; Bandura,
1977; Sims et al., 2008). Como introducimos en el Capítulo 1 de la presente tesis doctoral, los padres
son los principales agentes de socialización de sus hijos, ya que estos aprenden a formar un concepto
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 71
de sí mismos, del mundo que les rodea y de cómo deben relacionarse con él a partir de lo que
observan en su familia.
según la cual la exposición a la violencia en la familia de origen (tanto a violencia paterno-filial como
mostrarían posteriormente en las relaciones amorosas y familiares que establezcan (Capaldi et al.,
2009; O´Leary, 1988; citado en Woodin y O´Leary, 2009; Rosenbaum y O'Leary, 1981). Así, presenciar
insatisfacción, resolver conflictos y controlar a los demás, siendo más propensos a adoptar este tipo
(Henning et al., 1997; Lewis y Fremouw, 2001; Simons y Wurtele, 2010). Además, el uso de la
violencia se puede ver reforzado de forma contingente al producirse una disminución inmediata del
1998). Algunos autores han señalado que aquellos niños que imitan estos comportamientos
que, al reproducir también estas conductas violentas en las relaciones con sus iguales prosociales,
terminan siendo rechazados por estos. Este hecho aumenta la probabilidad de que terminen
integrándose en grupos de amigos que también muestran comportamientos violentos, en los que sí
grupos de iguales violentos. Que la pareja escogida provenga de un grupo de iguales en el que se
puedan establecerse relaciones conflictivas (Feiring and Furman, 2000; Knight, 2011).
Aunque son numerosos los estudios científicos que han confirmado esta teoría, también hay
investigaciones que han mostrado conclusiones contradictorias, reflejando que no todas las personas
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 72
que han sido víctimas y/o testigos de violencia en el contexto familiar reproducen este tipo de
comportamientos en sus relaciones de pareja. Un ejemplo de ello es el estudio realizado por Carr y
(Estados Unidos) en el que no se halló una relación significativa entre haber sido víctima de violencia
en la infancia y perpetrar violencia contra la pareja durante el noviazgo, mientras que ser testigo de
violencia entre los padres sólo mostró relacionarse significativamente con la perpetración de la
violencia física, no así con la violencia sexual. Por su parte, Gover y colaboradores (2008) llevaron a
cabo una investigación en una muestra de 2.500 universitarios en la que concluyeron que la
exposición a la violencia durante la infancia era factor de riesgo consistente para involucrarse en
noviazgos violentos, sin embargo, sus resultados muestran que más del 60% de los jóvenes que
informaron haber sufrido violencia durante la infancia no ejercían violencia física en sus relaciones de
noviazgo, mientras que un 25% de aquellos que no habían sufrido violencia en la niñez sí que
Estos hallazgos evidencian que la exposición a la violencia familiar desde la infancia no es una
más complejos en el fenómeno (Widom y Wilson, 2015). De forma específica, algunos autores han
violencia en las relaciones de noviazgo en el desarrollo de actitudes que aceptan y justifican el uso de
la violencia (Clarey et al., 2010; Kinsfogel y Grych, 2004; O'Keefe, 1997; Reitzel-Jaffe y Wolfe, 2001).
La investigación con una muestra de más de 1.000 adolescentes de Houston realizada por Temple y
colaboradores (2013a) reflejó resultados coherentes con los estudios anteriores, encontrando que la
país, un estudio de Díaz-Aguado (2003) con adolescentes planteó que la existencia de determinadas
características psicosociales cómo establecer vínculos sociales no violentos, rechazar todo tipo de
alternativas a la violencia que permitan afrontar el estrés y resolver los conflictos, explicaría aquellos
casos en los que a pesar de haberse desarrollado en un contexto familiar violento no se produce la
transmisión generacional de la violencia. Por otro lado, la ausencia de estudios longitudinales junto
con los posibles sesgos de las medidas de autoinforme que se emplean en estudios retrospectivos
posteriormente en las relaciones de pareja. Sin embargo, este no sería un factor determinante para
la aparición de relaciones de noviazgo violentas ya que no se cumple en todos los casos, lo que indica
que es fundamental tener en cuenta otros factores de riesgo y protección que estén interactuando
Estas teorías parten del modelo ecológico de Bronfenbrenner (1979), utilizado y adaptado
por diversos autores para explicar la violencia en las relaciones de pareja, entre los que destaca
Dutton (1985) con su teoría ecológica anidada de la violencia en la pareja y Heise (1998) con su
modelo ecológico de factores asociados con la violencia en la pareja (Figura 4). Desde esta
diferentes factores (del individuo, la familia, la comunidad, la cultura y la especie) que se dan en
distintos niveles: (a) nivel macrosistema; (b) nivel exosistema; (c) nivel microsistema; y (d) nivel
ontogenético.
nivel específico del desarrollo del individuo y lo que este aporta a la relación actual (Stith et al.,
2004). El microsistema hace referencia al contexto más inmediato del individuo que generalmente es
Rodrigues y Cantera, 2012; Stith et al., 2004), produciéndose una combinación de variables del
macrosistema y el exosistema con las características de la pareja. Por su parte, el nivel de exosistema
o subcultura incluye las redes sociales, instituciones, leyes, sistemas educativos, medios de
comunicación y todas las estructuras formales o informales del entorno social del individuo que
influyen en el proceso del abuso en la relación de pareja debido a la influencia que ejercen en el
microsistema, por carecer de efectividad o de respuestas adecuadas sobre el mismo y/o normalizar
los modelos violentos (Alencar-Rodrigues y Cantera, 2012). En último lugar encontramos el nivel más
amplio de todos, el macrosistema o el entorno sociocultural en el que se ubican los individuos y que
Figura 4
Modelo Ecológico de Factores Asociados con la Violencia en la Pareja (tomado de Heise et al., 1999)
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 75
Este marco teórico ofrece una visión multicausal del fenómeno de la violencia en las
relaciones de pareja, partiendo del planteamiento de que las explicaciones basadas en factores
únicos no son capaces de explicar los resultados de las investigaciones sobre la violencia en las
relaciones íntimas (Dutton, 1985, 1994). De este modo, los anillos superpuestos del modelo reflejan
la interrelación e interdependencia que los factores presentes en los distintos niveles tienen entre sí.
Los modelos ecológicos postulan que, para diseñar medidas de intervención que actúen sobre la
problemática, los factores de los distintos niveles deben ser considerados y estudiados de forma
Gendered Adolescent Interpersonal Aggression, (GAIA), en el que contempla también la violencia que
se produce en las relaciones de noviazgo. El autor desarrolla esta adaptación al considerar que la
violencia en las relaciones de pareja adolescentes debe ser estudiada a partir de un modelo
ecológico que considere no solo al individuo, sino también la influencia que ejerce sobre él los
amigos, la relación de pareja, el contexto familiar y diversas instituciones sociales que intervienen en
A lo largo de la historia del estudio de la violencia en las relaciones de pareja se han obtenido
datos consistentes sobre hallazgos de comportamientos violentos en la familia de origen del agresor
o agresora, los cuales han sido explicados en su mayoría a partir de los planteamientos de las teorías
de aprendizaje social, sin prestar atención a otras explicaciones alternativas como los factores
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 76
genéticos (Barnes et al., 2013). Así, un enfoque reciente en el estudio de la violencia en las relaciones
comportamientos, con el fin de descifrar aquellas vías biológicas que predisponen la aparición de
este tipo de conductas y poner mecanismos médicos que permitan regular el comportamiento
que nos permitan comprender en profundidad las causas de esta problemática, lo cierto es que
diversos estudios que parten de estos planteamientos han encontrado cierta evidencia empírica
acerca de la influencia genética (Hines y Saudino, 2002; Janssen et al., 2005; Pinto et al., 2010).
antisociales, sin embargo, las investigaciones que han obtenido resultados empíricos más
consistentes son aquellas que han estudiado el papel de la enzima monoamina oxidasa A (MAOA),
violentas en la adolescencia y la edad adulta (Caspi et al., 2002; Janssen et al., 2005).
El primer estudio que analizó la influencia genética sobre el comportamiento agresivo fue el
llevado a cabo por Hines y Saudino (2004), quienes encontraron que alrededor del 20% de la varianza
era explicado por factores genéticos en una muestra de adolescentes estadounidenses compuesta
por 134 gemelos monocigóticos y 41 dicigóticos. También destaca el estudio longitudinal de Barnes y
colaboradores (2013) con una muestra de 462 gemelos monocigóticos y 721 dicigóticos en el que los
datos obtenidos indican que los factores genéticos representaron el 24% de la varianza de golpear a
investigación el entorno no compartido por los gemelos explicaría el resto de la varianza, sin que los
Stuart y colaboradores (2014) llevaron a cabo un estudio en el que midieron niveles de MAOA y del
HTTLPR se relacionaba con una mayor probabilidad de agredir física y psicológicamente a la pareja.
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 77
existencia de factores genéticos que influyen en la violencia ejercida en las relaciones de pareja, sin
embargo los genes no existen en el vacío sino que interactúan con el ambiente, por ello es de vital
importancia ir más allá de simples estudios de asociación genética y llevar a cabo investigaciones que
nos permitan conocer las interacciones que se producen entre la genética y el ambiente, así como el
papel moderador de los factores ambientales sobre el impacto de los genéticos (Abbey, 2014;
DeWall y Way, 2014). Además, es importante tener en cuenta que, aunque los resultados de las
hacia la pareja, más de tres cuartos de la varianza no puede atribuirse a factores genéticos.
sensibles a las características de desarrollo de cada uno de los miembros de la pareja y a los factores
contextuales (tanto de contextos próximos como más amplios). Así, este enfoque enfatiza la
importancia de considerar: (a) la historia de desarrollo de cada miembro de la pareja; (b) los
interacciones de cada miembro por separado y de la diada en conjunto, con otros factores
contextuales y del sistema social. Señala la importancia de tener en consideración la interacción que
se produce entre los factores biológicos (p.ej., las influencias genéticas), las características
individuales (p.ej., el temperamento), los factores contextuales (p.ej., el divorcio de los padres) y las
considerando el carácter dinámico de dicha interacción a lo largo del tiempo. Cada una de las áreas
que recoge el modelo identifica objetivos importantes para la investigación en cuanto a su papel
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 78
Así, el modelo plantea que los factores de riesgo parentales (depresión, comportamientos
familias que también experimentan un número alto de factores de riesgo contextuales (p.ej., un bajo
estatus socioeconómico, problemas de empleo o divorcio de los padres). Estos factores se relacionan
esta sintomatología y conductas antisociales aumenta a su vez el riesgo de que estos adolescentes se
relacionen con iguales también conflictivos, así como que escojan parejas con características
similares. Como consecuencia, se establecerán parejas en las que sus miembros presentarán un
riesgo incrementado para implicarse en relaciones conflictivas y/o violentas, moviéndose a su vez en
Es una concepción teórica alternativa propuesta por Bell y Naugle (2008) a partir de una
revisión de las teorías existentes sobre la violencia en las relaciones de pareja, como la teoría del
aprendizaje social (Bandura, 1973, 1977), y el modelo de antecedentes situacionales (Riggs y O'Leary,
1989, 1996). A pesar del apoyo empírico que habían obtenido estas teorías, Bell y Naugle (2008)
consideran que todavía existen limitaciones para explicar los episodios violentos en las relaciones de
pareja y diseñar medidas preventivas y de intervención eficaces. En consecuencia, crean este marco
antecedentes próximos; (b) factores de motivación; (c) repertorio conductual; (d) estímulos
agresiva. Así, los autores integran los conceptos de la violencia en las relaciones de pareja en un
marco conceptual coherente, analizándolos de forma detallada y teniendo en cuenta todas las
variables contextuales citadas anteriormente, dentro de las cuales se identifican una serie de
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 79
hipótesis sobre el grado de influencia que ejercen en la comisión de violencia en la relación de pareja
(conducta objetivo). Los autores señalan que este marco contextual permite al investigador estudiar
de forma selectiva el contexto en el que se produce el episodio violento desde un nivel micro a uno
macro, examinando el impacto de una unidad contextual o estudiando la relación que se da entre
Figura 5
NOVIAZGO
A pesar de que en los últimos 30 años el número de investigaciones sobre la violencia en las
relaciones de noviazgo ha proliferado notablemente, todavía son escasos los modelos teóricos
desarrollados que se han centrado de forma específica en las características de este tipo de
relaciones sentimentales. Sabemos que verse inmerso en noviazgos violentos aumenta las
2003), y que existen factores de riesgo que son comunes a ambos tipos de violencia (p. ej., consumo
de alcohol, nivel socioeconómico, violencia interparental) (Follingstad et al., 1999; Hines y Straus,
2007; Lewis y Fremouw, 2001). No obstante, los noviazgos violentos presentan características y
factores específicos frente a la violencia marital (p.ej., duración, nivel de compromiso, origen de los
conflictos, habilidades para resolverlos, etc.), por lo que es necesario estudiar cada una de estas
relaciones violentas de forma concreta. Si identificamos las variables que están presentes
específicamente en las relaciones de noviazgo, así como los procesos de origen y mantenimiento
relaciones. A pesar de los avances de la comunidad científica en la materia, aun son insuficientes las
investigaciones que han explorado las posibles similitudes y diferencias en los factores presentes en
y/o mantenimiento de la violencia en las relaciones de noviazgo, al tratarse de los más importantes.
(Riggs y O´Leary, 1989), al haber recibido una amplia aceptación por parte de la comunidad científica.
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 81
Los investigadores Riggs y O´Leary (1989) pusieron el énfasis en las características específicas
que tienen las relaciones de noviazgo de los adolescentes frente a las relaciones de parejas casadas,
defendiendo así la importancia de establecer un modelo teórico específico para las relaciones de
pareja con estos dos factores (los cuales a su vez pueden interaccionar entre sí). Desde su creación
algunos investigadores han llevado a cabo estudios empíricos que han apoyado la validez y utilidad
de este modelo, señalando que al aplicarlo en sus investigaciones han podido explicar el 50% de la
varianza de las conductas violentas que se daban en la relación de noviazgo (Cano et al., 1998; Luthra
Los factores antecedentes hacen referencia a las características individuales y sociales del
adolescente que incrementan la posibilidad de que se comporte de manera violenta, tales como:
modelos familiares agresivos, maltrato infantil, aceptación de la violencia como una herramienta
para solucionar los conflictos con la pareja, características de personalidad agresivas y /o impulsivas,
etc. (Figura 6). Por su parte, los factores situacionales se refieren a situaciones o acontecimientos
precipitantes que incrementan el conflicto dentro de una pareja y, por consecuencia, la posibilidad
de que se produzcan conductas violentas ante determinados escenarios, como por ejemplo: baja
satisfacción con la relación, déficit en las habilidades de comunicación y solución de problemas, bajo
nivel de compromiso, estrés, abuso de sustancias, agresiones recibidas por parte de la pareja y
expectativas de resultados positivos tras la conducta agresiva (Figura 7). Además, siguiendo con el
marco del modelo de la teoría social, los autores destacan que las consecuencias de las conductas
relaciones inequívocas entre el acto violento y la consecuencia. Así, cuando dichas consecuencias son
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 82
percibidas como positivas (p.ej., “ganar” la discusión, recobrar parte del control perdido, poner fin a
pareja, al considerar que de ese modo van a obtener resultados positivos. Por el contrario, cuando
las consecuencias de las agresiones dentro del noviazgo son percibidas como negativas (p.ej.,
violencia contra la pareja como medio para solucionar un conflicto será baja, pues la expectativa de
que así puedan conseguir resultados positivos se ve reducida. No obstante, es necesario analizar el
papel de las consecuencias en cada caso y situación de manera específica, ya que la percepción de
valor positivo o negativo es subjetiva y un mismo acto violento puede tener consecuencias de ambos
tipos, al igual que pueden influir de manera diferente para el agresor y para la víctima.
Sin embargo, y a pesar de las limitaciones mencionadas, cabe resaltar que este modelo
teórico es el único desarrollado para explicar de manera específica las relaciones de noviazgo y
además se trata de un modelo multicausal que contempla una gran variedad de variables explicativas
de diferente naturaleza, integrando en él los principios del conductismo y del aprendizaje social.
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 83
Figura 6
Figura 7
Entre los procesos cognitivos que describen en el modelo diferencian entre los siguientes: 1)
las creencias explícitas; 2) las estructuras de conocimientos implícitas y; 3) la función ejecutiva. Los
Figura 8
Exposición a
violencia familiar
Procesos cognitivos
(creencias explicitas,
estructuras conocimiento
implícito, función ejecutiva)
Perpetración
violencia en el
noviazgo
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 86
Aquellos adolescentes que usan la violencia en sus noviazgos presentan creencias explícitas
de: justificación y aceptación de este tipo de conductas como herramienta para solucionar los
problemas; sobre las consecuencias positivas o negativas que tiene la perpetración de agresiones en
el noviazgo; o creencias sexistas que dan soporte al empleo de la violencia contra la pareja.
Una segunda clase de cogniciones que contemplan son las estructuras de conocimiento
implícitas, que hacen referencia a esquemas y guiones sobre las interacciones sociales. Pueden
circunstancias más importantes que las creencias explícitas ya que operan automáticamente y fuera
esquemas relativos a la agresión que van ganando consistencia a medida que aumenta dicha
exposición. Como resultado muchos adolescentes pueden interpretar algunos estímulos ambiguos
como provocadores o amenazantes y ejercer violencia contra su pareja de forma impulsiva, sin
conciencia de sus acciones y las consecuencias. Por este motivo las estructuras del conocimiento
noviazgo que las creencias explícitas, las cuales son más producto de un pensamiento consciente y
reflexivo.
necesarias para resolver un problema, tales como: planificación, capacidad de organización, atención
2000). La exposición temprana a violencia se relaciona con una pobre función ejecutiva y se asocia
fuertemente con conductas antisociales. Además, los procesos conductuales de autocontrol (para los
cuales se precisan habilidades propias de la función ejecutiva), se relacionan con los impulsos de los
Lo que estos autores plantean es que los distintos elementos cognitivos pueden operar
considerarse reactiva, en cuyo caso las cogniciones implícitas tienen mayor influencia sobre el
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 87
comportamiento violento; o proactiva, donde son las cogniciones explícitas las que anulan a las
implícitas para determinar la conducta. En el caso de la función ejecutiva, puede estar relacionada
procesamiento cognitivo más complejo, por lo que aquellos adolescentes que presentan una función
ejecutiva pobre presentan más dificultades para llevar a cabo un procesamiento cognitivo reflexivo,
lo que hace que la cognición implícita sea la que tengan más fuerza para guiar la conducta.
de trauma tales como la hipervigilancia, que hacen a la persona más sensible y reactiva a estresores.
Esa hipervigilancia puede hacer que el adolescente interprete como ambiguos o negativos
experiencias de rechazo, las cuales han sido conceptualizadas como algunas formas de violencia
familiar (p.ej., violencia emocional). Así, la sensibilidad al rechazo se caracteriza por la presencia de
una respuesta ansiosa ante la expectativa de ser rechazado, un sesgo a la hora de percibir rechazo y
una mayor reactividad ante el rechazo percibido (Downey y Feldman 1996). Las personas que tiene
una alta sensibilidad al rechazo tienden a evitar la ruptura de relaciones, involucrándose de forma
desmedida en ellas con el fin de conseguir una aceptación incondicional por parte de la pareja. Ante
el miedo que les supone poder ser rechazadas, estas personas son propensas a interpretar
determinadas conductas de la pareja (p.ej., falta de atención) como una amenaza, lo que incrementa
su miedo.
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 88
En último lugar, con respecto a la regulación emocional se sabe que sufrir abuso o
negligencia en la infancia y/o adolescencia se relaciona con una mayor dificultad en esas personas
para desarrollar autocontrol en sus conductas cuando experimentan emociones negativas intensas.
En concreto las dificultades para regular la ira pueden provocar una respuesta violenta hacia la
pareja. Además, hay evidencia sobre el papel mediador que tiene el manejo de la ira entre la
En definitiva, lo que el modelo plantea es que tanto los constructos cognitivos como los
aquellos adolescentes que están expuestos a violencia familiar, condición que ya supone un factor de
riesgo en sí misma. Tal como refleja la Figura 9, los procesos emocionales y cognitivos pueden influir
en la relación entre estar expuesto a violencia familiar y perpetrar violencia en el noviazgo. Más
procesos emocionales y cognitivos del adolescente, lo que provoca a su vez que estos actúen
tiempo el modelo defiende que hay una interacción entre los procesos emocionales y los constructos
cognitivos que hace que se influyan mutuamente, lo que también termina incrementando o
Figura 9
Regulación Sensibilidad
Trauma
emocional al rechazo
Procesos
emocionales
Exposición Perpetración
violencia violencia
familiar noviazgo
Procesos
cognitivos
Estructuras
Creencias Función
conocimient
explícitas ejecutiva
o implícito
sólo por la escasez de estudios longitudinales o por las dificultades metodológicas comentadas en el
Capítulo 1, sino también por la falta de investigaciones que desarrollen modelos teóricos
relaciones de pareja han permitido conocer su carácter cíclico, así como la existencia de una escalada
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 90
violencia en las relaciones de pareja, en los últimos 30 años la comunidad científica ha ido
desarrollando diferentes teorías con el fin de ir dando cada vez una explicación más elaborada sobre
el origen y mantenimiento de la problemática (véase Tabla 2 para un resumen). Así, durante las
últimas décadas hemos asistido a una gran evolución en el campo de la violencia en las relaciones de
pareja, desde el desarrollo de teorías que se centraban en un solo factor y/o contemplaban sólo la
violencia ejercida contra la mujer (p.ej., teorías feministas, teorías genéticas) hasta la elaboración de
modelos teóricos de gran complejidad, que estudiaban a hombres y mujeres violentos, y que parten
limitaciones que presentaban otras teorías anteriores. No obstante, en lo que respecta a la violencia
en el noviazgo hasta la fecha disponemos de escasos modelos teóricos que se hayan desarrollado de
forma específica para este tipo de relaciones sentimentales, a pesar de contar con evidencia empírica
sentimentales que deben ser exploradas y tenidas en cuenta para entender mejor su origen y
desarrollo. Por su parte, White (2009), a partir de teorías ecológicas, ha desarrollado una adaptación
para explicar la violencia interpersonal entre adolescentes, contemplando también las relaciones de
En conclusión, hasta la fecha son escasos los modelos teóricos desarrollados para explicar la
violencia en las relaciones de noviazgo. En este capítulo hemos presentado el Modelo de factores
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 91
perpetración de la violencia en el noviazgo (Jouriles et al., 2012) al ser aquellos que además
desarrollada para explicar la violencia en las relaciones de noviazgo que ha mostrado ser más
lo que ha supuesto una importante aportación en el área de la violencia en el noviazgo y una gran
herramienta para los autores que elaboran intervenciones preventivas (Whitaker et al., 2007).
CAPÍTULO 2: TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS 92
Tabla 2
Resumen de las Teorías y los Modelos Explicativos de la Violencia en las Relaciones de Pareja
1. INTRODUCCIÓN
investigaciones parten de una perspectiva ecológica, que es la recomendada por la OMS (2002). Así,
desde esta perspectiva se postula que para entender la dinámica en las relaciones de noviazgo
violentas se debe tener como base una perspectiva multicausal, considerando factores culturales,
sociales, de interacción con los contextos próximos de la persona e individuales (Rosales et al., 2013).
Catalano y Hawkins (1996) con su Modelo de Desarrollo Social fueron pioneros en establecer
una de las teorías que mayor relevancia y grado de desarrollo experimental, adquirido a través de
estudios transversales y longitudinales (Choi et al., 2005; Vásquez-González, 2003). Estos autores
antisocial en el individuo. Además, señalaron que cada etapa evolutiva tenía factores de riesgo y de
protección que cobraban mayor relevancia, por lo que plantearon un modelo de desarrollo de la
conducta antisocial específico para la adolescencia. Desde esta perspectiva se postula que se puede
de riesgo cualquier característica individual o del contexto ambiental y/o situacional que se asocia
Como se deriva de esta definición, los factores de riesgo indican una asociación, no una relación
causal, de tal forma que cuantos más factores de riesgo presente el adolescente mayor será la
probabilidad de que se involucre en una relación de noviazgo violenta (Stith et al., 2004; Sugarman y
Hotaling, 1989). Por el contrario, aquellas características individuales o del contexto que disminuyen
denominados factores de protección. Los diferentes factores de riesgo y protección interactúan entre
simples entre un factor y un determinado resultado. En términos generales, se hace distinción entre
aunque algunos autores proponen clasificar los factores de riesgo en dos grandes sistemas: (1)
factores de riesgo proximales (individuales y de la relación de pareja) y (2) factores de riesgo distales
factores de riesgo para la perpetración de agresión. Estos factores se podían clasificar en distintas
categorías, entre ellas: problemas de salud mental, cogniciones, violencia juvenil, consumo de
en las relaciones de noviazgo y tener un mayor conocimiento sobre el papel que juegan cada uno de
forma específica a esta población, aumentando así su efectividad y eficacia (Rubio-Garay et al.,
2015).
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 97
Puesto que el estudio empírico realizado en la presente tesis doctoral tiene como objetivo
presentará una revisión de los factores de riesgo y de protección más relevantes asociados a la
protección en las siguientes categorías: (a) factores de riesgo sociodemográficos, (b) factores de
riesgo individuales, (c) factores de riesgo del contexto familiar, (d) factores de riesgo relativos al
grupo de iguales, (e) factores de riesgo del contexto escolar y (f) factores de riesgo relativos a la
relación de pareja. Además, haremos especial mención a aquellos estudios que hayan explorado
NOVIAGO
2.1.1. Edad
La edad ha sido uno de los más estudiados y diferentes investigadores han encontrado
mayores tasas de comportamiento violento en los más jóvenes (Black et al., 2015; Capaldi et al.,
2005; Foshee et al., 2009; Nocentini et al., 2010; Stets y Straus, 1989; Stith et al., 2004), lo que
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 98
indicaría que la etapa evolutiva de la adolescencia en sí misma constituye un factor de riesgo para la
violencia en la relación de pareja, pues durante la edad adulta disminuyen notablemente las tasas de
estudios longitudinales hasta la vida adulta dificulta poder establecer conclusiones consistentes en
cuadrática negativa también en la violencia psicológica, podríamos concluir que existiría un mayor
contemplen también la edad adulta, con el fin de poder establecer conclusiones sólidas al respecto.
2.1.2. Sexo
Otra variable que ha sido objeto de estudio por distintos investigadores ha sido el sexo de los
sujetos, sin embargo en este caso no se han obtenido resultados que nos permitan determinar que
ser hombre o mujer es un factor de riesgo para verse inmerso en una relación de pareja agresiva sino
que, en términos generales, las tasas de violencia física y psicológica en población adolescente son
similares para ambos (Archer, 2000; Arriaga y Foshee, 2004; Fernández-González et al., 2012; O’Leary
et al., 2008). De forma específica, para la violencia psicológica contamos con distintas investigaciones
que apuntan a que las chicas adolescentes son significativamente más perpetradoras de este tipo de
violencia que los chicos, por lo que el sexo femenino podría actuar como un factor de riesgo
estudios que no han hallado diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 99
hace que las conclusiones al respecto sean confusas (Foshee et al., 2009; Rey-Anacona, 2009; Sears
et al., 2007), lo que nos impide confirmar que el sexo sea un factor de riesgo para la perpetración de
Pertenecer a un grupo étnico minoritario se presenta como un factor de riesgo para ejercer
violencia contra la pareja en una relación de noviazgo (Connolly et al., 2010; Foshee et al., 2008,
2010, 2013; Henry y Zeytinoglu, 2012; Rothman et al., 2011; Vagi et al., 2015). No obstante, cabe
señalar que la inmensa mayoría de los estudios que disponemos han evaluado este factor en relación
con la violencia física y/o sexual, y muchos de ellos han medido únicamente victimización. En
cualquier caso, las diferencias encontradas en la agresión cometida por diferentes grupos étnicos
podría ser resultado de la influencia de otros factores sociodemográficos asociados como el estatus
económico o las características de la vecindad en la que residen (Fedina et al., 2016; Offenhauer y
Buchalter, 2011).
que hayan medido de manera específica la relación entre perpetración y pertenecer a un grupo
con una muestra de chicas adolescentes afroamericanas e hispanas de Chicago, quienes concluyeron
que las chicas afroamericanas eran más propensas a ejercer agresiones físicas contra sus parejas que
las hispanas, mientras que para la perpetración de agresiones psicológicas no se hallaron diferencias
significativas. Por otro lado, Nicodemus y colaboradores (2009) en su estudio con adolescentes de
Mississipi señalaron que las altas tasas de perpetración de violencia psicológica podían ser explicadas
porque la mayoría de los participantes de su muestra eran afroamericanos (96%) o porque residían
adolescentes y jóvenes americanos (West y Rose, 2000), mostró que ser afroamericano aumentaba
el riesgo de ejercer violencia psicológica contra la pareja. Sin embargo, estos autores señalan que no
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 100
es la variable de ser afroamericano en sí misma la que actúa como factor de riesgo frente a ser
caucásico, sino el hecho de que las minorías étnicas o raciales suelen presentar características que
hacen que tengan un mayor riesgo a ser violentos en sus relaciones de noviazgo como, por ejemplo,
desarrollar una identidad étnica positiva correlacionaba negativamente con ejercer violencia
Por su parte, una variable sociodemográfica que también ha sido estudiada, sobre todo en
muestra de 3.412 mujeres adolescentes mexicanas inmigrantes en Estados Unidos, el cual encontró
que su estatus de inmigrante actuaba como un factor de riesgo para verse involucradas en noviazgos
violentos, pues presentaban mayores puntuaciones que otras adolescentes de origen latino pero
nacidas en Estados Unidos (Ramos et al., 2011). Sin embargo, hay controversia en cuanto a que la
condición de inmigrante realmente se configure como un factor de riesgo, ya que parece que otros
autores han obtenido evidencia empírica que apoyaría que el ser inmigrante no constituye un factor
de riesgo en sí mismo, sino que la probabilidad de que establezcan noviazgos violentos aumentaría a
medida que la familia inmigrante y/o el propio adolescente presenta conflictos de aculturación en su
nuevo país (DuPont-Reyes et al., 2015; Reyes et al., 2017; Sanderson et al., 2004). La aculturación
hace referencia a la adaptación que los adolescentes hacen de la cultura del país que les acoge, lo
cual puede implicar la adopción o rechazo de los valores y normas culturales de la sociedad de
acogida, así como la retención o pérdida de la identidad de la cultura de origen (Berry 1998; citado
investigaciones que han obtenido resultados en la línea de los mencionados (Hokoda et al., 2007;
Malhotra et al., 2015), entre las cuales podemos destacar la llevada a cabo por Adams y Williams
con conflictos de aculturación. En conclusión, parece que los resultados apuntan a que el nivel de
noviazgo.
Numerosos trabajos científicos han revelado que un bajo estatus socioeconómico puede
actuar como un factor de riesgo para la violencia en las relaciones de noviazgo. En concreto, se ha
encontrado que un bajo nivel de ingresos económicos familiares se asocia con una mayor
probabilidad de ser violento (Pflieger y Vazsonyi, 2006; Sigelman et al., 1984). En este sentido,
Windle y Mrug (2009) propusieron un modelo para la perpetración de la violencia física y verbal en el
que un bajo nivel de ingresos económicos en la familia del adolescente incrementaba el riesgo para
nivel educativo de los progenitores, tomándolo como un indicador del estatus socioeconómico del
adolescente (Goodman 1999) y obteniendo que, aquellos hijos de padres con menor nivel educativo
presentaban mayores puntuaciones de violencia hacia la pareja (Chang et al., 2014; Henry y
Zeytinoglu, 2012; Foshee et al., 2008). Cabe destacar el reciente estudio longitudinal de Choi y
colaboradores (2017) en que concluyen que el nivel educativo de los padres actuaba como un factor
depresiva, sin hallar esta relación con las otras formas de violencia que miden en su estudio. No
obstante, otras investigaciones han informado de una ausencia de asociación o una relación débil
entre esta variable y la perpetración de la violencia en el noviazgo (Gage, 2016; Foshee et al., 2013,
2015; Lavoie et al., 2002; Vezina y Hebert, 2007), por lo que no se pueden establecer conclusiones
claras al respecto.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 102
También se han llevado a cabo otras investigaciones que han medido el nivel
socioeconómico atendiendo a las características del barrio donde residen los adolescentes,
revelando que existe una mayor probabilidad de ejercer violencia en los noviazgos de adolescentes y
jóvenes que viven en barrios desfavorecidos o conflictivos (Basile et al., 2013; Chang et al., 2014;
Foshee et al., 2015; Jain et al., 2010; Rothman et al., 2011). Aunque en menor medida, disponemos
que, ser testigo de violencia o tráfico de drogas en el vecindario, así como haber participado en
psicológicamente de la pareja en el noviazgo (Black et al., 2015; Reed et al., 2011). En su estudio
Windle y Mrug (2009) obtuvieron resultados coherentes con los anteriores, pero sólo el caso de los
adolescentes varones. Estos autores platean que quizás esa diferencia con respecto a las mujeres
pueda deberse a que los chicos pasan más parte de su tiempo libre en el vecindario, mientras que las
chicas lo hacen en el hogar, por lo que estarían menos expuestas a escenarios conflictivos o
antisociales.
barrio en el que residen los adolescentes juegan un papel importante en el desarrollo de la violencia.
Estos datos confirmarían que la exposición reiterada a la violencia en otros escenarios diferentes a la
relación de pareja, junto con la legitimidad del uso de esta por parte de la comunidad en la que
adolescentes. Sin embargo, todavía son insuficientes los estudios que han medido la influencia del
adolescencia (p.ej. consumo de drogas, delincuencia, etc.). Por ello es necesario seguir desarrollando
investigaciones al respecto que aporten mayor claridad a esta cuestión y que, de forma específica,
Las características individuales de los jóvenes violentos en sus relaciones de pareja han sido
los factores que más atención han recibido en la literatura, siendo numerosas las variables que han
continuación, expondremos detalladamente aquellas que han mostrado mayor asociación con la
2.2.1. Apego
La teoría del apego desarrollada por Bowlby (1969, 1973, 1980) describe cómo las personas
desarrollan un estilo de relación sentimental a partir del vínculo afectivo que establecen durante su
infancia con sus principales figuras de apego, la madre y/o el padre. Así, Bowbly planteó que los
niños forman representaciones mentales y prototipos de relaciones a partir de sus experiencias con
sus cuidadores primarios, las cuales son relativamente consistentes en el tiempo y hacen que en las
primeras relaciones de noviazgo los adolescentes tiendan a seleccionar sus parejas y establecer sus
relaciones basándose en estos modelos o prototipos (Waters et al., 1993). Así, esta teoría postula
que en función de cómo son las primeras experiencias, el vínculo de apego que se establece puede
Establecer un vínculo de apego seguro con los padres hace que el niño/niña desarrolle más
habilidades sociales, sea más autónomo y muestre más interés por aprender durante su desarrollo.
cercanas y de mutua interdependencia. Tienen una visión positiva de los otros, buscan sostén
cuando lo necesitan y por lo general tienen un buen manejo del estrés. Así, han aprendido a
establecer relaciones de pareja con estilos de apego seguro, en las cuales se muestran más flexibles
ansiedad que esto les provoca. Por el contrario, aquellas personas que han desarrollado un apego
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 104
inseguro de tipo evitativo en sus primeros años de vida se muestran como personas desapegadas,
inseguras y en las que hay una marcada preferencia por la distancia emocional con los otros y una
caracterizados por la suspicacia y el escepticismo, y de los otros como personas poco confiables,
sintiéndose incómodos al intimar con otros, evitando la dependencia, de tal modo que, durante la
adolescencia tienden a establecer relaciones amorosas en las que hay un mayor nivel de conflicto
con su pareja y donde se combinan estilos individuales de apego inseguro ansioso y evitativo. En lo
que respecta al apego inseguro ansioso, a diferencia de los anteriores, se trata de personas que no se
sienten nunca seguras y eso los lleva a presentar una excesiva necesidad de cercanía cuando
entablan cualquier tipo de relación personal (con sus padres, sus amigos y/o su pareja). Viven con
muchas preocupaciones o cavilaciones sobre sus relaciones cercanas y tienen un gran temor a ser
rechazados o abandonados. A su vez, permanentemente dudan del afecto de los otros, mostrándose
continuamente demandantes de muestras de afecto que les aseguren que la otra persona se
Se han llevado a cabo varias investigaciones científicas que han permitido concluir que
establecer un vínculo de apego inseguro con la pareja actúa como un factor de riesgo potencial para
de apego inseguro es de tipo ansioso (Lee et al., 2014; Ulloa et al., 2014). Con respecto a la
adolescente encontró que presentar un apego inseguro ansioso hacia la pareja sentimental
incrementaba la probabilidad de que ejerciesen ese tipo de violencia contra la misma, sin hallar estos
resultados cuando el apego inseguro era de tipo evitativo. Sin embargo, Riebel (2016) en su estudio
con una muestra de universitarios que mantenían un noviazgo encontró que un vínculo de apego
inseguro tanto de tipo ansioso como de tipo evitativo era un factor de riesgo para cometer
colaboradores, (2019) con 593 adolescentes de Castilla y León mostró que mantener un vínculo de
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 105
apego inseguro de tipo ansioso con la pareja incrementaban la probabilidad de agredirla verbal y
emocionalmente, sin hallar estos resultados con el apego inseguro de tipo evitativo.
2.2.2. Autoestima
estudiada en relación con la victimización o en muestras de parejas adultas. Además, son escasas las
investigaciones que han encontrado una influencia directa, hallando resultados contradictorios que
indican la necesidad de profundizar sobre el papel que juega esta variable (Foshee et al., 2001). No
obstante, disponemos de algunos estudios que han señalado que una autoestima baja se asocia con
la perpetración de la violencia en el noviazgo (Ackard et al., 2003; Lewis et al., 2002; Pflieger y
Vazsonyi, 2006). De forma específica, una baja autoestima y ejercer agresiones psicológicas en el
noviazgo también presentan una asociación positiva (Sharpe y Taylor, 1999), destacando el estudio
de Díaz-Aguado y Martínez-Arias (2015) con varones adolescentes españoles donde se reflejaba que
una baja autoestima era un factor de riesgo para que los chicos empleasen violencia psicológica y
colaboradores (2020) con adolescentes del País Vasco, hallaron que una baja autoestima se asociaba
sentimentales (Follingstad et al., 1999; Foshee et al., 2008; Schwartz et al., 2004). Los investigadores
Cornelius y colaboradores (2010) han puesto su atención sobre esta variable en relaciones de
noviazgo, obteniendo que aquellos participantes de su estudio que presentaban un déficit en sus
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 106
contra su pareja, en comparación con aquellos que sabían comunicarse de forma adecuada. Por su
parte, Howard (2014) en su investigación para estudiar la relación entre la inteligencia emocional y la
perpetración de violencia física y emocional en las relaciones de pareja de los adolescentes, concluyó
que habilidades como la asertividad se relacionaban negativamente con ejercer abuso emocional o
verbal en el noviazgo.
2.2.4. Ira
Numerosos estudios han encontrado que altos niveles de ira y un déficit en el control de esta
se asocian con la perpetración de violencia contra la pareja en las relaciones de noviazgo (Foshee et
al., 2015; Hautala et al., 2017; Shorey et al., 2017; Smith-Darden et al., 2017), hallando también estos
(Clarey et al., 2010; Lundeberg et al., 2004; Parker, 2005; Shorey et al., 2011).
Otros autores han explorado también el papel que juega la hostilidad en la perpetración de
asociación positiva entre dichas variables (Edwards et al., 2014; Temple et al., 2016). En la
investigación con adolescentes chinos que llevaron a cabo Shen y colaboradores (2012), los
resultados reflejaron que, para los hombres, la hostilidad era un factor de riesgo para ejercer
conductas de control sobre la pareja. Por su parte, un reciente estudio en el que participaron más de
900 adolescentes estadounidenses (Choi et al., 2017) señaló que aquellas chicas que ejercieron
violencia física y psicológica contra su pareja eran significativamente más hostiles que sus homólogos
masculinos.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 107
La impulsividad ha sido otra de las variables individuales que ha mostrado actuar como un
factor de riesgo para ejercer violencia dentro de las relaciones de noviazgo (Archer et al., 2010;
Los investigadores Gover y colaboradores (2011) realizaron un estudio con 1.399 estudiantes
surcoreanos que apuntó que tener un bajo autocontrol es un factor de riesgo para ejercer agresiones
psicológicas hacia la pareja, al ser más propensos a responder de forma violenta ante
“provocaciones” o conflictos que puedan surgir dentro de la relación. Por el contrario, un buen
autocontrol se asoció con un menor riesgo para ejercer distintas formas de violencia en el noviazgo
protección (Reyes et al., 2017). En la misma línea están los resultados que obtuvo Howard (2014) en
su trabajo con jóvenes universitarios que mantenían una relación de noviazgo, reflejando que un
la necesidad de experimentar nuevas, distintas, complejas e intensas sensaciones, así como, el deseo
de correr riesgos físicos y sociales con el objetivo de disfrutar de las sensaciones que les generan
influencia que tienen otras variables como el consumo de sustancias (Marcus, 2012; Wilhite y
Fromme, 2017; Zhan et al., 2013). Los trabajos con muestras de población adolescente que han
antisocial (Alcázar et al., 2017; Álvarez-Cienfuegos y Egea, 2003; Betancourt y García, 2015), no
sensaciones con la violencia psicológica ejercida por los adolescentes en sus relaciones de noviazgo.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 108
El consumo de drogas es una práctica común entre adolescentes y jóvenes que con
frecuencia aparece relacionada con otras conductas de riesgo, como el empleo de violencia en las
relaciones de pareja. Por ello son muchas las investigaciones que han estudiado la relación entre
hombres como en mujeres, de ejercer distintos tipos de violencia en las relaciones de noviazgo.
Una de las sustancias más estudiadas ha sido el alcohol, hallando que mayores niveles de
consumo se relacionan con un incremento del riesgo de cometer distintos tipos de violencia en el
noviazgo (Basile et al., 2013; Foshee et al., 2015; Orpinas et al., 2017; Reyes et al., 2015; Schnurr y
Lohman, 2013; Temple et al., 2013). En el caso concreto de la violencia psicológica, existen
investigaciones con muestras de universitarios que han mostrado que un mayor nivel de consumo de
alcohol se relacionaba con un incremento de abuso psicológico contra la pareja en sus relaciones de
noviazgo (Shorey et al., 2014, 2015; Warkentin, 2008) Por su parte, el estudio con adolescentes
relacionaba con un mayor riesgo de perpetrar violencia psicológica en el noviazgo, tanto en hombres
como en mujeres, aunque no se hallaron diferencias significativas en función del nivel de consumo
(bajo, moderado y alto) como sí que presentaba la perpetración de violencia física y sexual.
cigarros. Recientemente, tenemos una investigación con adolescentes nicaragüenses que también
mostró la existencia de una asociación significativa entre el consumo de alcohol en los últimos 30
días y la perpetración de distintos tipos de violencia, entre ellas psicológica, en las relaciones de
Por su parte, los trabajos que han estudiado el consumo de drogas ilegales en relación con la
violencia en el noviazgo han obtenido resultados coherentes con los comentados con el consumo de
alcohol, configurándose también como un factor de riesgo para la perpetración de violencia en las
relaciones sentimentales de los adolescentes (Melander et al., 2010; Orpinas, et al., 2017; Reyes et
al., 2015; Temple et al., 2013). Aunque la mayoría de los estudios se han centrado en violencia física
y/o sexual, el consumo de drogas ilegales tales como el cannabis, las anfetaminas u otras drogas
duras también aumenta la probabilidad de perpetrar abuso psicológico en las relaciones de noviazgo
de adolescentes y universitarios (Haynie et al., 2013: Muñoz-Rivas et al., 2010; Rivera-Rivera et al.,
nicaragüenses, hallaron que el abuso de tabaco, alcohol, marihuana y cigarrillos electrónicos en los
El comportamiento antisocial también ha sido una variable que han tenido en cuenta algunos
favorece que también se empleen tácticas violentas en el contexto de las relaciones de noviazgo
(Andrews et al., 2000; Basile et al., 2013; Hines y Straus, 2007; Ireland y Smith, 2009; Warkentin,
2008).
En lo que respecta a la violencia psicológica, contamos con diferentes autores que han
reflejado la existencia de una asociación positiva entre la presencia de conductas antisociales y/o
delictivas y ejercer abuso emocional contra el novio/a. Ejemplo de ello es el estudio longitudinal de
Lavoie y colaboradores (2002) con una muestra de varones adolescentes, quienes concluyeron que
mostrar conductas antisociales durante la adolescencia media predecía que los chicos ejercieran
violencia física y emocional en sus relaciones de noviazgo. Asimismo, un estudio con mujeres
adolescentes realizado por King y colaboradores (2015) que tenía como objetivo explorar los factores
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 110
de riesgo asociados a la violencia verbal y física, concluyó que la conducta delictiva aumentaba la
probabilidad de que estas mujeres ejerciesen esas formas de violencia contra sus parejas.
2.2.8. Psicopatología
Tal como mostramos en el Capítulo 1, los estudios longitudinales llevados a cabo han
permitido determinar que una de las consecuencias más frecuentes en los adolescentes inmersos en
contamos con trabajos científicos que han revelado que la presencia de algunos de estos síntomas
probabilidad de implicarse en noviazgos violentos (Haynie et al., 2013; Melander et al., 2010;
Schnurr, 2009). Si nos centramos en aquellas investigaciones que han contemplado la violencia
adolescentes del sur de California, cuyos resultados mostraron que la presencia de síntomas
depresivos se asociaba de manera positiva con agresiones físicas, psicológicas y sexuales contra la
pareja. Del mismo modo, los resultados obtenidos por Temple y colaboradores (2016) en su
Choi y colaboradores (2017) también desarrollaron un estudio longitudinal con más de 1.000
adolescentes de institutos públicos de Texas que les permitió concluir que la presencia de
y violencia física contra el novio/a. En la misma línea, un reciente estudio longitudinal con
adolescentes canadienses halló que aquellos que presentaban síntomas de depresión más intensos
tenían mayor riesgo de perpetrar violencia física y psicológica en su noviazgo (Yu et al., 2018).
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 111
comportamientos agresivos en las relaciones de pareja de los adolescentes (Foshee et al., 2015),
incluyendo violencia de tipo psicológico (Temple et al., 2016). El trabajo de Choi y colaboradores
(2017) reveló que los adolescentes que ejercían violencia verbal y psicológica en sus noviazgos
eran agresivos con su pareja. En la misma línea, Yu y colaboradores (2018) obtuvieron que presentar
mayoría estudios con parejas adultas. No obstante, parece haber evidencia empírica consistente
comportamientos violentos en el noviazgo, actuando como un factor de riesgo (Breet at al., 2016;
Wolitzky-Taylor et al., 2008). Entre los trabajos más relevantes encontramos el realizado por Wolfe y
colaboradores (2004) con más de 1.000 adolescentes hallando que, aquellos que presentaban
síntomas de estrés postraumático derivados de un maltrato infantil tenían mayor riesgo de ejercer
distintas formas de violencia durante la adolescencia media en sus relaciones sentimentales, como
por ejemplo agresiones psicológicas. También disponemos de trabajos científicos con población
universitaria inmersa en relaciones de noviazgo que han concluido que la presencia de síntomas de
Por su parte, también son escasos los estudios que relacionan el trastorno límite de la
personalidad u otros trastornos de la personalidad con la violencia en las relaciones de pareja, y los
que existen se han centrado fundamentalmente en población adulta (Dutton, 1994; Holtzworth-
Munroe, 2000; Mauricio et al., 2007; South et al., 2008). No obstante, Reuter y colaboradores (2015)
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 112
llevaron a cabo un estudio pionero en población adolescente que exploró de manera específica la
relación entre estas variables, reflejando que la presencia de rasgos límites de personalidad
aunque se han propuesto modelos para explicar la asociación entre trastornos de personalidad y la
violencia en la relación de pareja (O´Leary et al., 2007, 2008a), otros estudios sugieren que el papel
de la personalidad no está claro en esta problemática (Tweed y Dutton, 1998; Waltz et al., 2000).
sido analizada en el campo de la violencia en las relaciones de pareja, aunque los estudios realizados
hasta la fecha también son escasos. Sin embargo, las investigaciones que han estudiado la presencia
de estos tipos de síntomas en relación con la violencia en las relaciones de pareja lo han hecho en su
empleando muestras de universitarios y adultos de población general (An et al., 2019; Próspero y
Kim, 2009; Wang y Chen, 2010) y muestras clínicas de mujeres maltratadas (Hou et al.,2005). Ante la
colaboradores (2002), por ser la única que analiza la influencia de esta sintomatología en la
obteniendo que, en el caso de las mujeres, la presencia de síntomas como la queja somática,
Una de las variables que más atención ha tenido en el estudio de la violencia en la pareja han
sido las cogniciones (i.e., creencias y actitudes hacia la violencia). Así, mantener actitudes que
justifican el uso de la violencia hacia la pareja ha sido considerado un factor de riesgo clave, al haber
constatado un número amplio de estudios empíricos que los comportamientos abusivos están
determinados en parte por las actitudes y creencias que justifican el uso de agresiones en las
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 113
relaciones sentimentales de los adolescentes (Ali et al., 2011; Basile et., 2013; Jouriles et al., 2011).
Algunos estudios también han reflejado que mostrar actitudes que justifican el uso de la violencia es
una variable que tendría un papel mediador entre la exposición a violencia interparental y la
perpetración de agresiones en el noviazgo (Black et al., 2015; Calvete et al., 2018; Clarey et al., 2010;
Gage, 2016).
trabajos científicos que han confirmado que las actitudes que toleran el uso de la violencia en el
noviazgo actúan como un factor de riesgo para la perpetración de este tipo de agresiones, tanto en
hombres como en mujeres adolescentes (Choi, et al., 2017; Josephson y Proulx, 2008; Sears et al.,
2007; Temple et al., 2016). En nuestro país cabe destacar la investigación de Muñoz-Rivas y
colaboradores (2011) con una gran muestra de 2.856 adolescentes madrileños en la que presentaron
resultados en la línea de los anteriores, hallando una asociación positiva entre las actitudes de
celosas, las tácticas de dominancia y la violencia verbal). En una investigación con adolescentes
chinos (Shen et al., 2012), también se halló que poseer actitudes de justificación de la violencia
Las creencias sexistas también han sido ampliamente estudiadas en el campo de la violencia
en las relaciones de pareja. Sin embargo, en el caso de esta variable existe un debate controvertido
debido a que las investigaciones llevadas a cabo muestran resultados contradictorios. Por un lado,
disponemos de estudios que apuntan a considerarla como un factor de riesgo (Fitzpatrick et al.,
2004; Jenkins y Aubé, 2002; Stepteau-Watson, 2014), mientras que otros han obtenido resultados
opuestos (Alexander et al.,1991; Bookwala et al., 1992; Rojas-Solís y Carpintero, 2011). Ante estos
hechos, surge una idea que parece cobrar más consistencia que las anteriores y que apuntaría a que
probablemente lo que aumenta el riesgo de implicarse en una relación violenta no es tanto el tipo de
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 114
creencias sexistas que se tengan, sino la discrepancia que exista entre las creencias que poseen los
Con respecto al papel que juegan las creencias sexistas en la perpetración de violencia
(2011) con una muestra de chicos adolescentes de Boston, en el que encuentran que aquellos que
habían perpetrado violencia en su relación de pareja (de tipo físico, psicológico y sexual),
arrojó resultados en la misma línea, mostrando que tener creencias sexistas se asociaba con la
perpetración de tácticas de control (Shen et al., 2012). En España, un estudio con adolescentes
andaluces también concluyó que el sexismo era un factor relacionado con la práctica de violencia
física y verbal-emocional en las relaciones de noviazgo (Pazos et al., 2014). Asimismo, un reciente
estudio con adolescentes del País Vasco obtuvo resultados congruentes con los anteriores,
Por el contrario, tener normas de género equitativas actuaría como un factor de protección
para agredir física, psicológica y sexualmente a la pareja, tal como reflejaron los resultados obtenidos
por Gómez y colaboradores (2011) en su estudio con adolescentes y jóvenes brasileños, aunque sólo
2.2.11. Empatía
se ha observado que una baja puntuación en empatía actúa como un factor de riesgo para perpetrar
violencia en la relación de noviazgo (Espelage y Low, 2013), mientras que una mayor capacidad
empática actúa como un factor de protección para cometer agresiones contra la pareja y los iguales
chilenos exploró la relación entre la perpetración de este tipo de violencia y la empatía, obteniendo
que aquellos universitarios que habían agredido psicológicamente a su pareja en el último año
mostraban niveles significativamente más bajos de empatía en comparación con aquellos que no
eran violentos en con su pareja (Guzmán-González et al., 2014). Con población adolescente sólo
hemos encontrado un reciente estudio que mide la perpetración de la violencia psicológica (Espelage
et al., 2019), reflejando que aquellos adolescentes que ejercieron violencia verbal y relacional en su
ha dirigido fundamentalmente a controlar esta variable para garantizar la validez de las tasas de
deriva en una tendencia de actuación más o menos socialmente deseable (Ferrando y Chico, 2000).
Aunque algunos investigadores han encontrado poca o ninguna relación entre deseabilidad social y
también existen estudios que han reflejado la existencia de una relación negativa entre la
como en mujeres en una muestra de 863 adolescentes madrileños, en consonancia con los
resultados obtenido por Bell y Naugle (2007) en su investigación con universitarios estadounidenses.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 116
Por su parte, Warkentin (2008) en su estudio con varones universitarios inmersos una relación de
noviazgo obtuvo que la deseabilidad social reducía la probabilidad de ejercer violencia verbal dentro
familiar han tenido una gran relevancia, pues la familia no es sólo el primer agente socializador, sino
un pilar fundamental del desarrollo del ser humano en todos los ciclos de la vida. El contexto familiar
valores, creencias, actitudes y comportamientos adecuados que nos permiten desarrollar un buen
ajuste psicosocial (Jiménez-Iglesias et al., 2014; Martínez, 2013; Valenzuela et al., 2013). Al igual que
ocurre en la violencia marital, distintos expertos han constatado en múltiples trabajos que variables
familiares como haber sufrido malos tratos en la infancia o haber estado expuesto a violencia en la
tanto como víctima como agresor. Por ello, en este apartado expondremos de forma detallada estas
y otras variables sobre las que existe evidencia empírica en cuanto a su capacidad explicativa en la
Los estudios realizados en los últimos años muestran una mayor probabilidad de ejercer
agresiones contra la pareja entre adolescentes y jóvenes que han sido testigos de conductas
violentas entre sus padres o han presenciado conductas agresivas en su familia de origen. Estos datos
confirman que la observación reiterada por parte de los hijos/as a la violencia ejercida por sus padres
siguiente generación (Clarey et al., 2010; Duke et al., 2010; González y Santana, 2001; Lewis et al.,
2002; Narayan et al., 2014; Park y Kim, 2018; Temple et al., 2013a).
(n = 867) realizo por Calvete y colaboradores (2018) reflejó que la exposición a la violencia en la
familia de origen era un predictor para la perpetración de la violencia en las relaciones de noviazgo,
obtuvieron resultados coherentes con los anteriores, hallando que la exposición a la violencia
interparental se relacionaba con una mayor perpetración de la violencia psicológica tanto para los
hombres como para las mujeres adolescentes, y añaden además que, en ambos casos, dicha
otros autores que han estudiado la asociación entre la perpetración de abuso psicológico y esta
variable relativa al contexto familiar han alcanzado resultados en la misma línea (Gage, 2016; Gover
de la violencia (ver Capítulo 2), numerosas investigaciones sugieren que haber sufrido violencia por
parte de los padres durante la infancia y/o adolescencia se configura como un factor de riesgo para
ejercer violencia contra la pareja, estando dicha relación mediada por variables como la presencia de
creencias o actitudes a favor del uso de la violencia (Black et al., 2015; Bonilla-Algovia y Rivas-Rivero,
2020; Duke et al., 2010; Gómez, 2011; Jennings et al., 2014; Kaukinen et al., 2015; Laporte et al.,
2011; Lee et al., 2014; Rapoza y Baker, 2008; Wekerle et al., 2009; Wolf y Foshee, 2003).
que sufrir violencia por parte de los padres durante la infancia se asociaba positiva y
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 118
línea, un estudio con universitarios de Corea del Sur (Kim et al., 2014) concluyó que tanto para
hombres como para mujeres haber sido víctima de violencia física y psicológica en la familia de
origen se asociaba con la perpetración de agresiones hacia la pareja en las relaciones de noviazgo,
entre ella de tipo verbal, destacando el papel mediador que tenían las creencias de los jóvenes en
dicha asociación. Un reciente meta-analísis realizado por Park y Kim (2018) señaló que sufrir maltrato
En lo que respecta a los estilos educativos empleados por los padres, se ha encontrado que
el empleo habitual de una disciplina autoritaria caracterizada por el uso de castigos físicos como
herramienta para educar a los hijos, o estilos excesivamente permisivos o negligentes en los que no
hay supervisión ni atención por parte de los progenitores, actúan como un factor de riesgo para la
posterior implicación del adolescente en relaciones de noviazgo violentas (Foshee et al., 2015;
Howard et al., 2003; Linder y Collins, 2005; Schnurr y Lohman, 2013; Stepteau-Watson, 2014).
Cabe destacar el estudio longitudinal realizado por Lavoie y colaboradores (2002) con 717
varones adolescentes y cuyos resultados reflejaban que algunos estilos educativos parentales se
concreto, percibir poca supervisión por parte de los padres en la última etapa de la infancia, así como
de ser violento con la pareja. En su investigación, Windle y Mrug (2009) encontraron que prácticas de
crianza autoritarias se asociaban con una mayor perpetración de violencia física y verbal en el caso
de los varones adolescentes, no de las mujeres. Por el contrario, Cuccì y colaboradores (2019) en un
reciente estudio con adolescentes italianos concluyeron que, tanto en hombres como en mujeres,
violencia psicológica y física en el noviazgo. En la misma línea, en nuestro país González y Santana
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 119
recibir castigos por parte del padre era un factor de riesgo para la perpetración de distintos tipos de
agresiones en la relación de noviazgo, entre ellas agresiones psicológicas, sin encontrar diferencias
en función del sexo. Por otro lado, cabe destacar la interesante aportación de Laporte y
violencia psicológica y física diferenciando en función del sexo del adolescente y del progenitor,
concluyendo que: en el caso de los hombres, presentaban mayor probabilidad de ejercer violencia en
sus relaciones de pareja aquellos que habían sufrido una dura disciplina por parte de su padre; sin
embargo, en el caso de las mujeres, aquellas que mostraron mayor riesgo de ser agresivas con su
pareja eran las que habían sufrido una disciplina autoritaria tanto del padre como de la madre.
Recientemente, el metaanálisis realizado por Park y Kim (2018) mostró que la “paternidad negativa”,
que comprendía entre otras variables la disciplina severa o inconsistente, es un factor de riesgo para
de la violencia en las relaciones de pareja adolescentes, sobre todo en base a la teoría del apego
(véase Capítulo 2). Un clima familiar caracterizado por una buena comunicación, cohesión familiar y
una gestión adecuada de los conflictos parece actuar como un factor de protección para la
una relación afectiva cálida y segura con el padre y/o madre, así como no percibir en ellos apoyo, se
relaciona con un mayor riesgo de ejercer conductas agresivas en sus relaciones de pareja (Chase et
al., 2002; Díaz-Aguado, 2006; Pflieger y Vazsonyi, 2006; Simons et al., 1998; Tyler et al., 2011). En
España, González y Santana (2001), obtuvieron resultados que apuntaban a que el grado de afecto
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 120
recibido por la madre predecía perpetración de violencia física y psicológica para mujeres. Un estudio
más reciente con adolescentes de Miami (González-Guarda et al., 2014) reveló que el mantener una
relación padre-hijo/a estrecha era uno de los factores de protección más potentes contra la violencia
en las relaciones de noviazgo, contemplando diferentes tipos de agresiones (entre ellas de tipo
perpetración de violencia física, psicológica y sexual en el noviazgo, pero sólo cuando la hostilidad
verbal en el contexto familiar era baja. El metaanálisis realizado por Park y Kim (2018) señaló que la
calidez en la relación con el padre y la madre, así como el apoyo percibido por ellos se asociaba
Por otro lado, tener relaciones paternofiliales conflictivas con actitudes hostiles de la madre
(Allen et al., 1994; Nix et al., 1999) y del padre (Coley, 2003; Shek, 2005; Vazsonyi, 2003), ha sido
recogido en la literatura como un factor de riesgo para cometer conductas violentas y antisociales en
la adolescencia. Aunque aún son muy limitados los estudios que han tenido en cuenta esta variable
en relación con la violencia en las relaciones de pareja, contamos con algunos datos que indicarían
violenta contra la pareja en las relaciones de noviazgo (O´Keefe, 1994; Schnurr y Lohman, 2008; Shek
y Ma, 2001). Cabe señalar el estudio longitudinal realizado por Lohman y colaboradores (2013), el
cual mostró que la hostilidad en la relación con los padres durante la adolescencia, junto con otras
variables familiares, se asociaba positivamente con ejercer violencia psicológica en las relaciones de
pareja en la adultez. En la misma línea, un reciente metaanálisis concluyó que la hostilidad paterna y
materna y la ausencia de confianza y apoyo emocional por parte de estos se asociaba positivamente
con la perpetración de violencia física y psicológica en las relaciones de noviazgo (Park y Kim, 2018).
Un estudio reciente con adolescentes nicaragüenses obtuvo resultados congruentes con los
perpetración de distintas formas de violencia en el noviazgo, entre ellas la psicológica (Lu et al.,
2020)
violencia en las relaciones de noviazgo. Destaca el estudio de Noland y colaboradores (2004) con una
noviazgo violentas en la universidad (tanto víctima como agresor) de violencia física y psicológica, en
hombres y en mujeres.
influencia en conductas de riesgo de los adolescentes. En los últimos años hemos asistido además a
de noviazgo violentas (Garthe et al., 2016). Como ya se expuso en el Capítulo 1, el grupo de iguales es
un agente socializador muy influyente en la adolescencia, pues se trata de una etapa evolutiva en la
que los jóvenes intentan desarrollar su propia identidad al margen de sus padres, por lo que, aunque
estos últimos sigan influyendo de manera significativa en su desarrollo, los adolescentes valoran
mucho más a sus amigos y están fuertemente influenciados por ellos (Giordano et al., 2006).
Además, tienen también un papel de gran relevancia en las relaciones románticas que se establecen
durante esta etapa evolutiva, ya que los adolescentes buscan la aprobación de sus iguales y
aprenden de ellos normas y expectativas sobre cómo comportarse en sus relaciones de noviazgo
(Connolly et al., 2000). Por todo ello, en este apartado presentaremos una revisión de estudios
La asociación entre relacionarse con iguales que mantienen noviazgos violentos y perpetrar
agresiones en sus propias relaciones de pareja se sustenta en la teoría del aprendizaje social
(Bandura, 1973, 1977), ya que las relaciones de pareja de los iguales sirven de modelo y pueden
reforzar determinadas normas y comportamientos. De esta forma, cabe esperar que aquellos
adolescentes que tienen amigos que emplean la violencia como una herramienta para resolver los
conflictos en su relación de pareja, tiendan a imitar también estos comportamientos para gestionar
sus propios conflictos en sus relaciones de noviazgo. La literatura científica al respecto apunta a que
relacionarse con amigos que mantienen noviazgos violentos o que aceptan ese tipo de
comportamientos en las relaciones de pareja aumenta el riesgo para ejercer violencia en sus propias
relaciones de noviazgo (Arriaga y Foshee 2004; Foshee et al., 2013; Shorey et al., 2017a).
Con respecto a estudios que hayan evaluado la perpetración violencia psicológica, contamos
con la investigación de Sears y colaboradores (2007) quienes hallaron que, en el caso de los chicos,
tener amigos que agredían sexualmente a sus parejas aumentaba la probabilidad de que ellos
perpetrasen agresiones físicas, psicológicas y sexuales contra la suya; para las chicas, relacionarse
con iguales que ejercían la violencia física y sexual en sus relaciones de pareja era un factor de riesgo
para que ellas empleasen la violencia física y psicológica en sus noviazgos. Otra aportación
Boston, en el que encuentran que aquellos participantes que habían perpetrado violencia en su
relación de pareja (física, psicológica y sexual) presentaban más probabilidades de informar sobre
amigos que también eran violentos en sus relaciones de pareja. Más reciente es el trabajo de Gage
(2016) con una muestra de 342 adolescentes de institutos públicos de Haití y cuyos resultados son
coherentes con los anteriores, señalando que relacionarse con iguales que aceptan el empleo de la
Distintos autores han señalado la existencia de una relación positiva entre tener amigos
(Foshee et al., 2010, 2011; Miller et al., 2009; Schnurr, 2009; Schnurr y Loham, 2013). Ellis y
distintas formas de violencia en las relaciones de noviazgo, entre ellas psicológica. Un trabajo con
una gran muestra de adolescentes mexicanos (n = 7.960), reveló que pertenecer a grupos violentos
metaanálisis llevado a cabo por Park y Kim (2018) reflejó que relacionarse con iguales “desviados”
constituía el factor de riesgo con más poder predictivo para la perpetración de violencia física y
caso de las chicas, tender a relacionarse con amigos prosociales reducía el riesgo de agredir
físicamente a la pareja. Además, otros estudios han mostrado que relacionarse con iguales que
En lo que se refiere al vínculo que se establece con los amigos, algunos autores como Foshee
y colaboradores (2013) han señalado que establecer un vínculo estrecho y de calidad con el grupo de
en los casos en los que el adolescente tenía un amigo que ejercía la violencia en su relación de
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 124
noviazgo. Asimismo, otros estudios realizados han obtenido conclusiones que apuntan en esta
misma dirección, reflejando que aquellos adolescentes que refieren poseer amigos con los que
mantienen una relación de calidad, hay una implicación emocional y son correspondidos (el otro
adolescente también lo considera un amigo/a), presentarían un menor riesgo de ser violentos en sus
resultados congruentes con los anteriores, indicando que percibir apoyo por parte del grupo de
amigos predice menor abuso emocional en la relación de noviazgo (Richard et al., 2014), en
Por el contrario, contar con amigos con los que no hay una relación de cercanía e implicación
emocional se asocia con mayor probabilidad de llevar a cabo conductas de riesgo (Bearman y Moody
2004; Casey y Beadnell, 2010; Clark y Ayers 1988; Straus y Pollack 2003). Sin embargo, no
disponemos de estudios que hayan contemplado esta variable en relación con la perpetración de
violencia psicológica en los noviazgos de los adolescentes, por lo que es necesario seguir
2.4.4. Popularidad
Aunque aún es una variable apenas explorada en el campo de la violencia en las relaciones
señalado que la popularidad se asocia de manera significativa y positiva con ese tipo de conductas,
encontrando que los jóvenes agresivos eran percibidos como más populares por su grupo de amigos
(Cillessen y Borch, 2006; Cillessen y Mayeux, 2004; Hawley, 2007; Henneberger et al., 2013). Por el
contrario, otros autores han indicado que ser violento se asociaba con niveles bajos de popularidad
entre los iguales (Asher y McDonald 2009; Cacho, 2010; Cillessen y Mayeux, 2004). Ante esta
agresiva en sí misma no es valorada positivamente por los adolescentes, sino que la clave se
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 125
En el campo de las relaciones de pareja, algunos autores han señalado que ser popular
facilita que el adolescente resulte más atractivo para sus iguales, lo que facilita a su vez que tengan
más amistades del sexo opuesto y que por tanto sea más probable que establezca relaciones de
noviazgo (Faris y Felmlee 2011; Feiring 1999). Por otro lado, se ha comprobado que los adolescentes
populares suelen gozar de una mayor influencia, control y capacidad de manipulación sobre sus
iguales, y presentan mayor riesgo para ejercer comportamientos abusivos (Espelage et al., 2007;
que tanto los chicos como las chicas informaban de niveles más altos de violencia en su relación de
pareja en los momentos en los que tenían un estatus más alto de lo habitual entre sus iguales,
reflejando que los adolescentes no son ajenos a los cambios que se producen en su grupo de amigos.
Sin embargo, en ese mismo estudio la popularidad sólo constituyó un factor de riesgo para la
violencia en el noviazgo ejercida por las chicas. Ante estos hallazgos los autores plantean que la
noviazgos, sino que podría deberse a que las chicas populares sean más propensas a utilizar el poder
A la vista de los hallazgos obtenidos, y ante la usencia de más estudios que hayan
noviazgos adolescentes, consideramos necesario llevar a cabo investigaciones que aporten más luz
La escuela juega un papel de gran peso en el desarrollo de los adolescentes, pues hay
hallazgos consistentes que señalan que problemas en la vinculación con el contexto escolar (centro
y antisociales en la adolescencia (Ibabe et al., 2014; Rodríguez et al., 2012), por lo que cabe esperar
Debido a que las variables escolares han sido más estudiadas para otros comportamientos de
escasas investigaciones que hayan considerado el papel que desempeña la escuela y el personal
escolar en la problemática que nos ocupa (Foshee et al., 2001). En este apartado presentaremos el
conjunto de variables del contexto escolar que han mostrado relacionarse con noviazgos violentos en
la adolescencia, incluyendo también en algunos casos investigaciones que han examinado su relación
Aunque escasas, algunas investigaciones han examinado la relación entre contextos escolares
violentos y ejercer conductas agresivas en las relaciones de noviazgo. Los resultados obtenidos
señalan que estar expuesto a violencia en la escuela aumentaría la probabilidad de que los jóvenes
sean violentos en sus noviazgos (Foshee et al., 2015; Giordano et al., 2015), hallando algunos autores
que solo era un factor de riesgo para la conducta de los hombres, pero no de las mujeres (Black et
al., 2015; O´Keefe, 1998). Los investigadores Schnurr y Lohman (2008) encontraron que los
adolescentes varones afroamericanos que percibían la escuela como un lugar inseguro tenían mayor
probabilidad de perpetrar agresiones en sus noviazgos. Por su parte, Earnest y Brady (2016) en su
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 127
importante estudio con 75.590 adolescentes de Minnesota (EE. UU.) también hallaron que sentirse
inseguro en el centro educativo mostraba una fuerte asociación con verse inmerso en un noviazgo
violento.
18.680 adolescentes estadounidenses concluyeron que percibir la escuela como un lugar seguro era
Partiendo de investigaciones previas que habían encontrado una relación significativa entre
la presencia de normas que daban soporte a la violencia (o la ausencia de normas que la rechazaban
de forma clara) y el comportamiento agresivo de los adolescentes (Ellickson y McGuigan 2000; Henry
et al., 2004), y ante la ausencia de estudios específicos que hubiesen examinado el impacto de las
han decidido dar un paso más y abordar este aspecto. Aunque aún es insuficiente el número de
investigaciones desarrolladas hasta la fecha, los resultados obtenidos confirman la influencia que
ejerce la existencia de normas en el contexto escolar que respalden el empleo de agresiones contra
normalización de ese tipo de comportamientos (Giordano et a., 2015; Noonan y Charles, 2009;
Taylor, 2013). Cabe destacar el estudio longitudinal realizado por Taylor y colaboradores (2015),
quienes partiendo de la premisa de que el aula es una unidad ecológica de gran relevancia en la
escuela secundaria, examinan la relación entre las normas establecidas en el aula y la perpetración
de la violencia física y psicológica en el noviazgo, y concluyen que la existencia de normas que validan
ser agresivo con la pareja se asocia directamente con la perpetración de violencia física pero no
Las dificultades académicas también han sido una variable del contexto escolar que
adolescencia. En el área de la violencia en el noviazgo contamos con algunos estudios que señalan
que aquellos adolescentes que presentan dificultades academias o un bajo rendimiento académico
muestran un mayor riesgo de ejercer violencia en sus relaciones sentimentales (Dank et al., 2014;
O´Keefe, 1998; Schnurr y Lohman, 2013; Schwartz et al, 2004). Por otro lado, Foshee y colaboradores
(2010) encontraron que un buen promedio en las calificaciones era un factor de protección para la
Chiodo y colaboradores (2012) compararon grupos de chicas que ejercían distintos tipos de
violencia (entre ellas psicológica) en sus relaciones de noviazgo con aquellas que no lo hacían, y
Distintos estudios han reflejado que no sentirse integrado en el centro educativo se asocia
con un mayor riesgo de establecer relaciones de pareja agresivas (Connolly et al., 2015; Muñiz,
2017). En su investigación con 519 chicas adolescentes, Chiodo y colaboradores (2012) hallaron que
aquellas que agredían a sus parejas presentaban puntuaciones más bajas de integración en el
instituto.
investigaciones que altos niveles de vinculación con la escuela se asociaban con una menor
probabilidad de ser violento con la pareja y también con ejercer violencia contra los iguales,
configurándose por tanto como un factor de protección. Sin embargo, en contra de lo esperado,
perpetrar agresiones en sus relaciones de noviazgo. Estos autores plantearon que este resultado
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 129
podría estar relacionado con que participar en más actividades del centro podría dotarlas de
popularidad en la escuela, lo que como ya hemos visto en el apartado de factores de riesgo relativos
Por su parte, el absentismo escolar ha mostrado actuar como un factor de riesgo para el
2012; Eaton et al., 2008), y parece que también aumentaría la probabilidad de implicarse en
noviazgos violentos (Dank, et al., 2014). Cabe señalar el estudio de Theobald y colaboradores (2016)
en el que hallaron que el absentismo escolar frecuente actuaba como un factor de riesgo para la
perpetración de violencia física y verbal en el noviazgo de los adolescentes, solo en el caso de los
hombres. De manera similar, Rothman y colaboradores (2010), en su estudio con una amplia
muestra de adolescentes de Boston hallaron que el absentismo escolar actuaba como un factor de
riesgo para la perpetración de violencia en el noviazgo sólo en el caso de los hombres, sin embargo,
Que los adolescentes perciban atención y apoyo por parte del centro escolar y/o los
Earnest y Brady (2016) encontraron una relación moderada entre percibir poca atención por parte de
colaboradores (2015) mostraron que aquellos adolescentes que tenían una mayor percepción de
experimentar violencia física y verbal en sus relaciones de pareja. Hasta la fecha, no existen estudios
previos que hayan analizado la relación de esta variable escolar y la perpetración de la violencia
psicológica.
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 130
importante papel que juegan las características de la relación sentimental, así como los aspectos
Shortt et al., 2012). A raíz de algunos trabajos que señalaban que un alto porcentaje de adolescentes
que referían ser violentos en una relación de noviazgo no lo eran en otro noviazgo posterior (Capaldi
y Kim, 2007; Whitaker et al., 2010), algunos expertos plantean que las características de la propia
relación de pareja podían suponer en sí mismas un factor de riesgo para el comportamiento agresivo.
han tenido mayor soporte científico sobre su capacidad explicativa en la problemática que nos
ocupa.
Algunos expertos han señalado que aquellos adolescentes que se implican en relaciones de
noviazgo a edades tempranas donde además en ocasiones mantienen sus primeras relaciones
sexuales presentan mayor riesgo de sufrir violencia en sus relaciones romántica (Demissie et al.,
2018; Ramisetty‐Mikler et al., 2006; Silverman et al., 2001). Sin embargo, otros autores han hallado
datos contrarios (Sherer, 2009; Smith, 2010). Hasta la fecha no se han realizado trabajos que hayan
analizado la influencia de esta variable con la perpetración de violencia en las relaciones de noviazgo
de los adolescentes.
Hay evidencia empírica acerca de que aquellos adolescentes que informan haber mantenido
un mayor número de noviazgos presentan más probabilidades de ser agresivos en sus relaciones de
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 131
pareja (Bolivar-Suarez et al., 2017) aunque está variable ha sido más estudiada en relación con la
escolarizados en institutos públicos mexicanos, halló que un mayor número de parejas a lo largo de
la vida del adolescente era un factor de riesgo para que tanto chicas como chicos perpetrasen
factor de riesgo para la violencia en la pareja, ya que a mayor tiempo aumenta el riesgo de aparición
de episodios violentos en los noviazgos (Giordano et al., 2010; Krishnakumar et al., 2018; Palmetto et
al., 2013; Vivolo-Kantor et al., 2016). En relación con la perpetración de violencia psicológica, cabe
destacar el estudio de Gaertner y Foshee, (1999) que obtuvo que mantener relaciones de noviazgo
más prolongadas en el tiempo aumentaba el riesgo en los adolescentes de que ejerciesen violencia
física y tácticas de control en sus noviazgos. Por su parte, Fritz y Slep (2009) en su estudio con 664
adolescentes hallaron que mayor perpetración de la violencia psicológica se asoció con mayor
2002; Menesini y Nocentini, 2008). Así, parece que un mayor compromiso en la relación puede
aumentar el riesgo de violencia al darse una mayor implicación, emociones más intensas y más
oportunidades para que surja el conflicto (Cleveland et al., 2003). Ante la ausencia de estudios que
hayan examinado la asociación de esta variable con la perpetración de algún tipo de abuso
psicológico en población adolescente, cabe destacar la investigación de Hanley y O´Neill (1997) con
parejas de universitarios que mantenían una relación de noviazgo. Estos investigadores evaluaron a
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 132
la vez a los dos miembros de la pareja, sin posibilidad de que comparasen sus respuestas, y los
resultados obtenidos reflejaron que las parejas que informaron de un mayor nivel de compromiso
A pesar del reducido número de estudios que han medido esta variable como factor de
riesgo para la perpetración de la violencia en la pareja, los datos obtenidos parecen indicar que la
frecuencia con la que los adolescentes ven a su pareja se asocia positivamente con ejercer
agresiones en el noviazgo, señalando que una mayor accesibilidad de la pareja favorece que se
puedan producir más situaciones que den lugar a respuestas violentas (Giordano et al., 2010; Henton
et al., 1983; O’Keefe y Treister, 1998). Hasta la fecha no disponemos de trabajos que hayan
La satisfacción en la relación de pareja ha sido una variable más comúnmente estudiada con
muestras de víctimas de violencia en la pareja. No obstante, algunos autores han señalado también
ejercer violencia contra la pareja (Brown y Bulanda, 2008; Gaertner y Foshee, 1999). Baker y Stith
(2008) con una muestra de estudiantes universitarios que mantenían relaciones de noviazgo halló
que, para los hombres, un nivel bajo de satisfacción en su noviazgo predecía mayores niveles de
riesgo para perpetrar violencia contra la pareja (Baker y Stith, 2008; Boivin et al., 2012; Dardis et al.,
CAPÍTULO 3: FACTORES DE RIESGO 133
2013; Herrera et al., 2008; O´Keefe, 1997; Spencer et al., 2019), reflejando que la conducta de la
pareja influye en el comportamiento del otro miembro de la relación. En población adolescente cabe
destacar el reciente estudio longitudinal de Lapierre, Paradis, Todorov, Blais y Hébert (2019), quienes
hallaron que sufrir violencia en el noviazgo se asociaba con la perpetración de violencia psicológica
contra la pareja. En España, un estudio longitudinal con adolescentes de Vizcaya en el que midieron
violencia física, psicológica y sexual, señaló que sufrir violencia en el noviazgo era un factor de riesgo
contexto de la relación en el que se produce. Así, cabe destacar la aportación de Baker (2016) que
noviazgo adolescente (física, psicológica y sexual) y el consumo de drogas del propio adolescente, así
como la asociación entre la perpetración de violencia y el consumo de alcohol y/o otras drogas de la
pareja.
perpetración de la violencia en las relaciones de noviazgo de los adolescentes (ver Tabla 3 para un
resumen). Además, la gran mayoría de estos factores han mostrado también su asociación con la
para este tipo de violencia y sus distintas manifestaciones (violencia verbal, tácticas celosas,
dominancia).
de riesgo presentes en el individuo, el contexto familiar, el grupo de iguales y la escuela, así como
principio de este capítulo, cabe destacar el carácter dinámico de los factores de riesgo, los cuales
perpetrar violencia contra la pareja. Este aspecto es clave entender que se trata de una relación
probabilística, de forma que cuantos más factores de riesgo y menos factores de protección presente
un adolescente, mayor será la probabilidad de que ejerza conductas agresivas en su noviazgo (Stith
et al., 2004; Sugarman y Hotaling, 1989). Esto explica que algunas investigaciones hayan mostrado
resultados incompatibles, como ocurre con la condición de inmigrante que algunos investigadores
apuntan como un factor de riesgo (Ramos et al., 2011) mientras que otros señalan que por sí sola no
explica la conducta violenta, sino que hay que añadirle la existencia de un conflicto de aculturación
(DuPont-Reyes et al., 2015; Reyes et al., 2017). Un factor de riesgo por sí solo no causa la
noviazgo son comunes para la violencia en las relaciones de pareja adultas (Lewis y Fremow, 2001;
Shorey et al., 2008; Theobald et al., 2016), los factores presentes a las diferentes unidades de
socialización tienen mayor o menor poder predictivo en función de la etapa evolutiva en la que se
encuentre la persona (Catalano y Hawkins, 1996). Por ello, es fundamental conocer la influencia que
ejercen en población adolescente para poder desarrollar medidas de intervención que actúen sobre
Tabla 3
Como hemos ido presentando en los capítulos de esta parte teórica, las relaciones de
noviazgo de los adolescentes no son ajenas al uso de la violencia ante los conflictos que pueden
y refleja la existencia de un problema social y de salud que, en los casos más graves, tiene
experiencias pueden convertirse en la antesala para establecer un patrón relacional agresivo, así
como actitudes y creencias justificativas del uso de la violencia (Muñoz-Rivas, et al., 2015).
Los cuatro únicos estudios longitudinales realizados hasta la fecha para determinar el patrón
los casos, las conductas agresivas tienden a disminuir y/o eliminarse en la adultez, siendo un
porcentaje minoritario los adolescentes que mantienen un patrón violento relacional en la edad
adulta (Foshee et al., 2009; Nocentini et al., 2010; Orpinas, et al., 2012, 2013). Además, este patrón
etapa evolutiva (Eaton, et al., 2007; Muñoz-Rivas et al., 2010; Ayllene-Green et al., 2012). Por otro
lado, disponemos de investigaciones que han señalado que la violencia en el noviazgo incrementa el
inicia la convivencia (Exner-Cortens et al., 2013; O’Leary et al., 1989; Smith et al., 2003; Sunday et al.,
2011; Teten et al., 2009). Por tanto, es necesario desarrollar más estudios que relacionen la violencia
psicológica y sexual) e incluyendo distintos medios a través de los que se pueden ejercer dicha
violencia (p.ej. internet). La proliferación de estudios empíricos ha sido imparable en las últimas tres
población adolescente (Hamby y Turner, 2012; Ismail, et al., 2007; Muñoz-Rivas, et al., 2014).
La violencia psicológica es el tipo de abuso más empleado por los adolescentes en sus
relaciones de pareja: agresiones verbales tales como insultos, amenazas o humillaciones son
perpetradas por 8 de cada 10 adolescentes cuando discuten con su novio/a; entre el 60-80%
reconoce haber perpetrado tácticas celosas; y hasta un 40% admite haber ejercido conductas de
dominancia sobre su pareja. A pesar de estas cifras, históricamente los expertos en este campo han
invertido más recursos en estudiar la violencia física y sexual, dejando a la violencia psicológica
relegada a un segundo plano, al ser más difícil de detectar y en ocasiones considerada como menos
noviazgo es un fuerte predictor para la aparición de otras formas de violencia (Antônio y Hokoda,
2009; Lasley y Durtschi, 2015; O´Leary et al., 2007), lo que la otorga un papel de gran relevancia a la
hora de estudiar el fenómeno e intervenir sobre el. Además, aunque no genere lesiones físicas en sus
víctimas sus consecuencias no son por ello menos graves, pues distintos estudios han reflejado la
ideación suicida, abuso de sustancias y otras conductas de riesgo (Eshelman y Levendosky, 2012;
Exner-Cortens et al., 2013; Foshee et al., 2013). Por otro lado, cabe señalar que entre las
investigaciones que han estudiado la violencia psicológica, encontramos que una amplia mayoría de
CAPÍTULO 4: CONCLUSIONES TEÓRICAS 138
estudios que han evaluado su prevalencia lo han hecho basándose casi en exclusiva en un tipo
concreto de abuso psicológico, generalmente violencia verbal, sin tener en cuenta la existencia de
Para una mayor comprensión del fenómeno es fundamental conocer cuáles son los factores
pareja. A este respecto se han llevado a cabo numerosas investigaciones que han permitido tener un
problemática, obteniendo resultados que permiten establecer dichos factores con mayor
consistencia. Aunque las tres formas de violencia (física, psicológica y sexual) comparten factores de
riesgo comunes, algunas investigaciones señalan que hay un peso diferencial en estos factores en
relación con la tipología de la violencia (Teten et al., 2009). Por ello, la presente tesis doctoral se
nuestra comprensión sobre las mismas sigue siendo limitada hasta la fecha (Dardis et al., 2014), por
lo que se precisa del desarrollo de investigaciones que exploren en profundidad dichas diferencias y
Por otro lado, el hecho de que la violencia en las relaciones de noviazgo adolescentes
presente características específicas que la diferencian de las relaciones de pareja adultas, hace
imprescindible que se desarrollen investigaciones que delimiten los factores de riesgo específicos
el papel que juegan cada uno de ellos. Esto resulta indispensable para la implementación de
programas de prevención que se adapten de forma específica a esta población, incluyendo aquellos
factores que sean más influyentes en la violencia que se ejerce en este tipo de relaciones,
inconsistentes. Además, son necesarias más investigaciones que evidencien las posibles diferencias
que pueden existir en los factores de riesgo y de protección involucrados en la perpetración de los
Este es el punto de partida para la parte empírica de la presente tesis doctoral, la cual
psicológico en los noviazgos de los adolescentes españoles, y otro dirigido a determinar aquellos
CAPÍTULO 5
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
DISCUSIÓN GENEREAL
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 141
1. OBJETIVOS GENERALES
investigación que marcan el punto de partida del desarrollo de la parte empírica. Así, en la presente
entre hombres y mujeres que puedan ser la base de futuros diseños de programas
preventivos.
2. MÉTODO
del alumnado.
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 142
presente investigación, y en función de los objetivos generales descritos, se utilizaron como criterios
de inclusión: (1) tener entre 13 y 18 años y, (2) haber tenido al menos una relación de noviazgo y/o
los distritos de la ciudad de Madrid donde se situaban algunos de los centros que participaron en la
investigación. Todos los participantes cursaban estudios de Educación Secundaria Obligatoria (2º, 3º
o 4º E.S.O) o Programas de Cualificación Profesional Inicial (P.C.P.I), tal como se presenta en el Figura
11.
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 143
Figura 10
Figura 11
Curso
4%
9%
38% 49%
hemos comentado, nuestra muestra de estudio estuvo formada por 1.780 adolescentes (50,2%
mujeres y 49,8% hombres). La edad de los participantes estuvo comprendida entre los 13 y los 18
años (M = 15,34; DT = 1,13), siendo el grupo de adolescentes de 15 años el que estuvo más
representado.
español (70,7%) y casi una cuarta parte de procedencia latinoamericana. Datos similares
encontramos con el país de origen del padre y la madre, pues la mayoría eran de origen español (en
torno al 65%), seguidos de un 26,4% de las madres y 25,4% de los padres procedentes de diferentes
mayoritario de los participantes (78,2%) refirió tener un nivel económico medio. Si atendemos al
nivel de estudios de los progenitores observamos que la mayoría poseían estudios de secundaria y
bachillerato, tanto en el caso del padre (31,4%) como de la madre (35,1%), seguido de estudios
universitarios (27,9% para el padre y 27,7% para la madre). En lo que respecta a la situación laboral
de los progenitores, los resultados varían según se trate del padre o de la madre: el 85,8% de los
padres tenían un trabajo a jornada completa y tan sólo un 5,7% se encontraba desempleado; por su
parte, en el caso de las madres trabajaban una jornada completa alrededor del 60%, seguido de un
22,3% que trabajaban media jornada y un 13,7% que se encontraban sin trabajar en ese momento.
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 146
Tabla 4
N = 1780 %
Edad 13 43 2,4
M = 15,34 14 421 23,8
DT = 1,13 15 546 30,8
16 451 25,5
17 274 15,5
18 37 2,1
Sexo Mujer 890 50,2
Hombre 882 49,8
País de nacimiento España 1258 70,7
Latinoamérica 424 23,8
Europa Este 63 3,5
África 18 1
Asia 12 0,7
Otras 4 0,2
País origen padre/madre España 1152/1140 65,7/64,4
Latinoamérica 445/468 25,4/26,4
Europa Este 78/84 4,4/4,7
África 47/45 2,7/2,5
Asia 29/29 1,7/1,6
Otras 3/4 0,2/0,2
Nivel económico familiar Muy inferior 17 1
percibido Inferior 213 12,1
Medio 1371 78,2
Superior 139 7,9
Muy superior 14 0,8
Nivel formativo
Sin estudios 41/30 2,4/1,7
padre/madre
Primaria 263/272 15,5/15,7
Secundaria/ Bach 531/607 31,4/35,1
FP 192/192 11,3/11,1
Universitarios 473/478 27,9/27,7
NS/NC 193/149 11,4/8,6
Situación laboral
A tiempo completo 1348/1037 85,8/63,9
padre/madre
A tiempo parcial 134/362 8,5/22,3
Desempleado 90/223 5,7/13,7
Nota: Las variables cuya suma no se corresponde con n = 1780 se debe a casos perdidos
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 147
2.4. Instrumentos
se describen a continuación (véase Anexo 1). Las escalas seleccionadas mostraron buenas
Además, las distintas escalas medían variables que se ajustaban a los objetivos planteados en la
investigación y de las que existía una fundamentación teórica sobre su peso en el fenómeno de la
socioeconómico, concretamente se preguntó por el nivel económico que los participantes percibían
(Modified Conflict Tactics Scale, M-CTS; Neidig, 1986), adaptada y validada en población
adolescente por Cascardi y colaboradores (1999). Esta escala es uno de los instrumentos
que más se han empleado en la literatura para evaluar la manera en la que los individuos
resuelven los problemas que tienen con su pareja, formada por un total de 18 ítems
subescala de Agresión Verbal, la cual está compuesta por seis ítems bidireccionales con
a menudo”. Cada ítem se presenta dos veces, primero referido a la conducta del
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 148
la pareja del encuestado (victimización de la agresión). Los participantes deben indicar si,
victimización (α = .64).
and Jealousy Tactics Scale, DJTS; Kasian y Painter, 1992). La escala original estaba
formada por 22 ítems, 11 de los cuales fueron seleccionados por Kasian y Painter (1992)
Women Inventory) de Tolman (1989, 2001). La escala tenía como objetivo valorar las
versión abreviada de esta escala para población adolescente, en la que incluyeron dos de
para ambas subescalas de forma conjunta, ya que no las miden por separado. En nuestro
estudio hemos empleado la escala validada por Cano y colaboradores (1998), la cual
entre las categorías “nunca” y “muy a menudo” (de 1 a 5 puntos). En nuestro estudio se
obtuvieron los siguientes coeficientes alpha: .67 para perpetración y .63 para
Fraley et al., 2011). Está compuesto por 9 ítems distribuidos en 2 subescalas: Apego
Inseguro Ansioso y Apego Inseguro Evitativo. El formato de respuesta es tipo Likert con
Los mismos ítems se utilizan para medir apego en cuatro dominios relacionales (hacia el
independientes para cada uno de ellos en las dos dimensiones descritas (ansioso-
una buena consistencia interna para la subescala de Apego Inseguro Ansioso (α = .85) y
obteniendo un valor de alfa de Cronbach de .82 para la subescala de Apego Ansioso y .60
(Rosenberg Self-Esteem Scale, RSES; Rosenberg, 1989). Se trata de una escala tipo Likert
afirmaciones sobre la valía personal y la satisfacción con uno mismo. La escala fue
La escala original está formada por un total de 40 ítems que miden la competencia social
del sujeto en distintas situaciones de relaciones interpersonales con los iguales o la pareja,
Para los objetivos de este estudio se emplearon 8 ítems que corresponden a la subescala
en la capacidad del sujeto de afirmar sus derechos ante los demás y expresar el
descontento con la conducta de los otros de forma adecuada. Los ítems se califican en una
el factor de Aserción Negativa, reflejando una buena consistencia interna, al igual que
distintos tipos de sustancias (seis de los ítems referidos al consumo propio y los otros seis
al consumo de la pareja): alcohol (cerveza, vino, ron, licores) tabaco, marihuana o hachís
(porros), cocaína o derivados (pasta base, crack), alucinógenos (LSD, “tripis”) y drogas de
permitía especificar la frecuencia de dicho consumo, desde “nunca” (1) hasta “a diario”
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 151
Sinceridad. Acorde a los objetivos de este estudio, se usaron una selección de ítems
Excitación (tres ítems). Los coeficientes alfa de estas subescalas obtenidos por Pérez
empleó una escala total de Búsqueda de Sensaciones compuesta por los 7 ítems
Silva, 1993), formada por un total de 77 ítems con un formato de respuesta de dos
Afán de Aventura; y (c) Empatía. Para los objetivos del presente estudio se
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 152
(1993) para las diferentes subescalas presentó valores comprendidos entre el .70 y
Ira (siete ítems) y d) Hostilidad (ocho ítems). La escala de respuesta es tipo Likert de
interna excelente para la escala global (α = .90), mientras que las diferentes
coeficientes alpha obtenidos para las subescalas fueron los siguientes: .82 para la
escala de Agresión Física, .64 para la escala de Agresión Verbal, .71 para la de Ira y
1986), que fue validada en una muestra de adolescentes españoles, obteniendo una
= .87).
altos en todas las subescalas (alfas de Cronbach desde .70 a .91) en muestras no clínicas
(Ruipérez, et al., 2001). Para los fines de este estudio se llevó a cabo una selección de 24
ítems correspondientes a las subescalas de Ansiedad Fóbica (seis ítems), Depresión (seis
alfa obtenidos para cada subescala mostraron una consistencia interna entre moderada y
buena: .82 para Ansiedad Fóbica, .86 para la subescala de Depresión, .84 para
Creencias sexistas: para valorar esta variable se incluyó el Cuestionario de Actitudes hacia
Esta escala mide las actitudes hacia el género y la violencia en población española
doméstica como un problema privado e inevitable; y Factor IV, Valoración del acceso de la
total de 12 ítems correspondientes al Factor I (siete ítems), Factor II (tres ítems) y Factor III
(dos ítems), calculando una puntuación total de la escala que presentó un buen índice de
fiabilidad (α = .76).
About Aggression in Dating Situations, AADS; Slep et al., 2001). En nuestro estudio
al., 2011) formada por un total de 10 ítems con un formato de respuesta tipo Likert
novio, y los dos restantes describen agresiones hacia una persona del mismo sexo en
psicométricas con un coeficiente alpha que alcanzó valores en torno al .75. Con la
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 155
muestra de este estudio, la escala global mostró también una buena consistencia
interna (α = .80).
Verbal/Coercive Tactics Scale, JVCT; Slep et al., 2001). Este instrumento permite
Verbal (cuatro ítems); Tácticas de Control (cuatro ítems) y Tácticas Celosas (cuatro
ítems con un formato de respuesta tipo Likert de 5 puntos, desde 1 (“nunca está
ejercidas por la mujer (α =. 66 para la muestra de mujeres y un alfa α = .71 para los
varones) como ejercidas por el hombre (α = .67 para la muestra de mujeres y un alfa
consistencia interna que osciló entre .75 y .80 según quien la ejerciese. Por el
fiabilidad de .60 cuando el control era ejercido por la mujer y de .69 cuando lo
relación de pareja sin tener en cuenta el sexo del agresor. Así, la Justificación de
Desirability Scale: Short Form C, MCSDS-C; Crowne y Marlowe, 1960; Reynolds, 1982). Esta
forma abreviada desarrollada y validada por Reynolds (1982) está formada por 13 ítems
con dos opciones de respuesta “verdadero” (1) y “falso” (2), mediante los cuales se evalúa
puntuaciones más altas indican una mayor tendencia a responder de una manera
Ferrando y Chico (2000) en una muestra de 847 estudiantes universitarios, y cuyos análisis
• Relación entre el/la adolescente y su familia: la calidad de la relación del adolescente con
aspectos relativos a la relación que el adolescente mantenía con cada uno de sus
progenitores. Cada ítem fue respondido en una escala de tres puntos desde 0 (“nunca”) a
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 157
Al realizar los análisis de fiabilidad de los ítems que evaluaban la calidad e implicación
emocional con la madre y con el padre, se obtuvieron alphas de Cronbach de .71 y .80,
respetivamente.
• Violencia en la familia: para evaluar la existencia de violencia dentro del contexto familiar
o Forma Corta de las Escalas de Tácticas para Conflictos (Short Form of the Revised
Conflict Tactics Scales; CTS-2S; Straus y Douglas, 2004). La CTS-2S es una versión
La CTS-2S está formada por 10 ítems, que se preguntan dos veces (referente a lo que
.94 para victimización, y entre r = .67 y r = .94 para perpetración. La CTS-2S consta de
5 subescalas formadas por 2 ítems cada una: a) Violencia Física, b) Coacción Sexual,
media total con los ítems seleccionados a la que se denominó Violencia entre los
padres, y cuyo valor de alfa de Cronbach fue de .86, reflejando una buena
consistencia interna.
original está compuesta por un total de 22 ítems que miden la violencia ejercida de
(cuatro ítems), Agresión Psicológica (cinco ítems) y Agresión Física (trece ítems).
valores que oscilaban entre .55 a .70. Para el presente estudio se seleccionaron 5
Estilo educativo de los padres: para medir los estilos de crianza empleados en el contexto
Inventory for Children, DDI-C; Straus y Fauchier, 2007). De este inventario utilizamos la
versión C que es la dirigida a niños y adolescentes. El DDI-C sirve para medir los
comportamientos de disciplina llevados a cabo por las figuras parentales cuando los
participantes tenían 10 años. Este instrumento está formado por 26 ítems que se aplican
dos veces (una refiriéndose a la conducta de la madre y otra a la del padre), con una
escala de respuesta de 10 categorías que van desde 0 (“nunca”) hasta 9 (“dos o más veces
al día”), la cual permite medir la frecuencia con la que los progenitores emplearon
orden que a su vez contienen varios factores de primer orden: (1) Disciplina Inductiva
española del DDI-C (Calvete et al., 2010), validada en una muestra de 1280 adolescentes
españoles y cuyos coeficientes alfa de Cronbach para los cuatro factores de segundo
orden oscilaron entre .66 y .81. De esta versión española seleccionamos un total de 10
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 159
ítems que medían la presencia de Agresiones Psicológicas (cuatro ítems) y Castigos Físicos
veces el mismo ítem al no ser de interés para nuestra investigación discernir si la conducta
disciplinaria era realizada por el padre o la madre, por lo que se formularon las preguntas
Psicológicas, α = .71 para Castigos Físicos y α = .89 para Disciplina Inductiva, mostrando así
Para evaluar la influencia ejercida por el grupo de socialización del adolescente se incluyeron
preguntas referidas a: (1) la calidad de la relación del adolescente con su grupo de amigos; (2) el
grado de popularidad dentro del grupo de amigos; (3) la frecuencia de contacto con el grupo; (4) la
existencia de parejas violentas dentro del grupo de iguales; y (5) el grado de aceptación de parejas
violentas dentro del grupo, con tres opciones de repuesta (“nunca”, “algunas veces” o “siempre”).
de normas claras en el centro con respecto al rechazo de la violencia; (2) la percepción del
adolescente de apoyo escolar por parte del centro si se viera inmerso en una relación violenta; (3) el
grado de integración del adolescente en el centro educativo; (4) la existencia de conflictos del
adolescente con sus compañeros; (5) la presencia de conflictos con los profesores; y (6) el
la que tuvieron su primer novio/a; (2) el número de noviazgos que habían tenido; (3) cuánto tiempo
había durado su relación de pareja más larga; (4) el nivel de compromiso en la relación; (5) la
frecuencia con la que se veían; (6) el grado de satisfacción con la relación; (7) las expectativas de
futuro que tenían sobre la relación; y (8) si su pareja consumía drogas. Cada ítem se analizó de
manera individual.
En el caso del consumo de drogas por parte de la pareja, se empleó la misma escala diseñada
para evaluar el consumo de sustancias del propio adolescente, descrita anteriormente en el apartado
de variables individuales. Dicha escala, diseñada para el presente estudio, estaba compuesta por 12
ítems que preguntaban por el consumo de distintos tipos de sustancias (seis de los ítems referidos al
consumo propio y los otros seis al consumo de la pareja): alcohol (cerveza, vino, ron, licores) tabaco,
marihuana o hachís (porros), cocaína o derivados (pasta base, crack), alucinógenos (LSD, “tripis”) y
drogas de diseño (anfetaminas, éxtasis, MDMA, speed, cristal). La escala de respuesta de 5 puntos
permitía especificar la frecuencia de dicho consumo, desde “nunca” (1) hasta “a diario” (5). El índice
de consistencia interna obtenido mediante el coeficiente alfa de Cronbach fue de .77 para la
2.5. Procedimiento
Para llevar a cabo la presente investigación se contó con un equipo de cinco personas,
colaboraron en la aplicación de las evaluaciones en los centros educativos. Todos los colaboradores
fueron entrenados para garantizar que cada miembro del equipo de campo estuviese capacitado
para la aplicación del protocolo de evaluación. Para su formación se llevaron a cabo varias sesiones a
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 161
lo largo de las cuales se les facilitó toda la información referente a la fundamentación teórica y los
objetivos del estudio, con el fin de que conocieran los principios básicos sobre los que se asentaba la
investigación y el marco en el que se había creado el instrumento de evaluación que iban a aplicar.
Además, se les explicó detalladamente cada una de las partes que componían el protocolo de
evaluación, así como las escalas que lo constituían, con el objetivo de que se familiarizasen y
conociesen en profundidad cada una de las partes del instrumento, garantizando así que estuviesen
capacitados para resolver cualquier duda que pudiesen plantearle los participantes durante la
aplicación. Por último, se instruyó a los colaboradores sobre las normas que debían seguir a la hora
cuestionarios que se pudiesen haber cumplimentado sin seriedad o cuya información pudiese estar
contaminada.
Tras la formación del equipo de campo se comenzó a contactar con los distintos centros
que íbamos a realizar, exponiendo los objetivos de este, los requisitos para participar en él y una
escueta información sobre los contenidos del cuestionario y la trayectoria del equipo de
investigación (véase Anexo 2). Tras haber recibido esta información, algunos centros interesados en
participar en el estudio se pusieron en contacto con el equipo, mientras que con el resto de los
institutos se contactó telefónicamente para confirmar que habían recibido el fax y resolver dudas
iniciales que pudiesen tener sobre la propuesta. De los 89 centros educativos contactados
cabo una reunión con la Dirección del centro, el Departamento de Orientación y la Asociación de
Madres y Padres de Alumnos (AMPA), con el fin de explicarles de forma más detallada los objetivos y
el procedimiento de esta. Una vez obtenido el consentimiento de todas las partes, se concretaron las
fechas y los horarios en los que se llevaría a cabo la evaluación, y se les facilitó a los centros una carta
CAPÍTULO 5: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN 162
informativa dirigida a los padres de los alumnos que pertenecían a los cursos seleccionados para
previamente, también a ellos, el objetivo y las condiciones de esta. La sesión de evaluación duró en
torno a 50-60 minutos, que generalmente correspondía con la hora de tutoría. Los alumnos que
participaron estuvieron dirigidos por miembros del equipo de investigación, los cuales controlaron
que las condiciones ambientales fueran las adecuadas para la realización del cuestionario y
aproximadamente un 13% fueron eliminados por no haber sido cumplimentados de forma correcta o
presentar patrones de respuesta que hacían sospechar sobre la veracidad de estas, junto con
cuestionarios que habían sido marcados por miembros del equipo de campo ante la convicción de
que se habían realizado de forma incorrecta. Además, se eliminaron aquellos cuestionarios que
presentaban un elevado porcentaje de datos perdidos (igual o superior al 50%). Finalmente se dieron
por válidos 2.321 cuestionarios, que constituyeron la muestra final de estudio. Previo al análisis de
proporcionado por la versión 25 del paquete estadístico SPSS (IBM Corporation, Armonk, NY; SPSS
2017).
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 163
RELACIONES DE NOVIAZGO
1. INTRODUCCIÓN
información sobre las características de las relaciones de noviazgo que mantienen los adolescentes
españoles, así como datos que evidencien la magnitud y la presencia de la violencia psicológica en
dichas relaciones, examinando en profundidad sus diferentes formas: violencia verbal, tácticas
celosas y tácticas de dominancia. Por otra parte, consideramos importante contemplar el análisis de
las tasas de perpetración de violencia psicológica en relación con otras variables cuya relevancia en el
fenómeno ha sido señalada en la literatura (edad, sexo y la justificación del uso de violencia en el
noviazgo).
2. OBJETIVOS
Las características que se analizarán son las siguientes: la edad a la que establecen su
relación más larga, el tipo de relación, la frecuencia con la que se veían, las perspectivas
psicológica, y de sus diferentes formas, en función del sexo, la edad y la justificación del
3. HIPÓTESIS
Se plantearon las siguientes hipótesis en relación con los tres objetivos del estudio:
significativas entre hombres y mujeres, así como entre adolescentes que agreden y los
estable o serio, presentando las chicas porcentajes significativamente más altos que
los chicos.
informará que ve a su pareja varias veces por semana o todos los días.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 165
mantendrá en un futuro.
de satisfacción.
Corolario 10: Los adolescentes que ejercen violencia psicológica contra su pareja
Corolario 11: La relación de noviazgo será calificada como estable o seria por la
Corolario 12: Los adolescentes que ejercen violencia psicológica contra su pareja la
verán con una frecuencia significativamente mayor que aquellos que no son
violentos.
Corolario 13: La mayoría de los adolescentes calificará su relación con un nivel medio
la violencia verbal será la que mayores porcentajes obtendrá, seguida de las tácticas
edad.
4. MÉTODO
4.1. Participantes
estudio descrita en el Capítulo 5 (n = 1780). De estos, el 37,2% refirieron estar manteniendo una
relación de noviazgo en el momento que se aplicó la evaluación. Así, en el presente estudio, para
realizar los análisis descriptivos de las características relacionales, se contó con esta muestra
compuesta por un total de 662 adolescentes que estaban inmersos en una relación de pareja en ese
momento (57,8% mujeres y 42,2% hombres), con edades comprendidas entre los 13 y los 18 años (M
= 15,58; DT = 1,11).
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 167
Para el presente estudio se emplearon las variables relativas al sexo y edad de los
participantes, junto con las variables relacionales en el noviazgo. Asimismo, se empleó la subescala
de agresión verbal de la Escala de Tácticas de Conflicto Modificada (Modified Conflict Tactics Scale,
M-CTS; Muñoz-Rivas et al., 2007; Neidig, 1986), la Escala de Tácticas de Dominancia y Tácticas
Celosas (Dominating and Jealousy Tactics Scale, DJTS; Cano et al., 1998; Kasian y Painter, 1992), la
Escala de Actitudes sobre la Agresión durante Situaciones de Noviazgo (Attitudes About Aggression in
Dating Situations, AADS; Muñoz-Rivas et al., 2011; Slep et al., 2001) y Escala de Justificación de
Muñoz-Rivas et al., 2011; Slep et al., 2001); las cuales fueron descritas en el Capítulo 5. A
amenaza real o percibida de que esta les abandone y pierdan la relación. Las
comprobar lo que hace la pareja y exigir que le diga dónde ha estado; y d) acusar
intentar que la pareja deje de hacer cosas para estar con él/ella; d) amenazar a la
pareja con irse con otro/a; e) culpar a la pareja de provocar la conducta violenta
Edad: se establecieron tres grupos de edad: (1) 13-14 años (adolescencia temprana); (2)
la relación que en la literatura previa habían mostrado estar presentes en los noviazgos
violentos, tales como: (a) edad a la que tuvo su primer novio; (b) número de noviazgos
previos; (c) relación de noviazgo más larga; (d) tipo de relación actual; (e) frecuencia con
noviazgo.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 169
se codificaron como 0 (= no agresor) aquellos casos que habían respondido a los ítems de la escala
correspondiente con 1 (“nunca”), y como 1 (= agresor) aquellos casos que habían respondido al
menos a un ítem de la escala correspondiente con 2 (“rara vez”), 3 (“algunas veces”), 4 (“a menudo”)
justificación de la agresión física y psicológica con el objetivo de clasificar a los participantes en dos
grupos: justificación baja y alta. En este caso, para la justificación de la agresión física se codificó
como 0 (= no justificación de agresión) aquellos casos que habían respondido a los ítems de la escala
de justificación de la agresión física con un 1 (“en total desacuerdo”), 2 (“en desacuerdo”) y 3 (“algo
(“algo de acuerdo”), 5 (“de acuerdo”) y 6 (“en total de acuerdo”). En la misma línea, para la
aquellos casos que habían respondido con 1 (“nunca está justificado”) a todos los ítems de las
agresión), a aquellos casos que habían respondido a los ítems con un 2 (“justificación en situaciones
agresivos en función del sexo (hombre/mujer), la edad (13-14, 15-16, 17-18) y la justificación de la
5. RESULTADOS
Al analizar las características de las relaciones sentimentales que mantenían los 662
obtuvimos que la edad media a la que habían mantenido su primera relación de noviazgo fue
aproximadamente 12,6 años, siendo significativamente mayor la edad a la que las mujeres se
involucran por primera vez en una relación de pareja (M = 12,98 y M = 12,46 para las mujeres y para
los hombres, respectivamente; t(64) = 3,88, p < ,001). Con respecto al número de noviazgos
mantenidos, la media se situó en torno a 3 relaciones, con los hombres presentando un número
mayor de parejas que las mujeres (2,98 vs. 3,26 para las mujeres y para los hombres,
respectivamente; t(65) = -2,10, p < ,01). Por su parte, la duración media de la relación de noviazgo
más larga se situó en torno a los 10 meses, aunque no se hallaron diferencias significativas entre
satisfacción que informaron tener con su relación de pareja, pues tanto hombres como mujeres
respectivamente). En la Tabla 5 se muestran otros datos relevantes sobre las características de las
relaciones de noviazgo, aunque ninguna de las variables restantes presentó diferencias significativas
entre hombres y mujeres. Cabe destacar una diferencia marginalmente significativa entre hombres y
porcentaje mayor que ellos al calificarla como “seria”, mientras que era mayor el porcentaje de
hombres que describía su noviazgo como una relación “casual”. Aproximadamente el 69% informó
ver a su pareja varias veces por semana o todos los días, y más del 65% preveía que su relación iba a
continuar en el futuro.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 171
Tabla 5
Mujeres Hombres
x2 gl p
(N= 382) (N= 280)
Tipo de relación actual (%)
Nueva 15,1% 18,1% 8,84 5 ,065
Casual 11,7% 14,7%
Estable 42,6% 46,8%
Seria 29% 19,6%
Frecuencia de contacto
Futuro de la relación
perpetradores de violencia psicológica, encontramos que la edad media de inicio del primer noviazgo
se sitúa en torno a los 13 años, aunque los adolescentes agresores habían tenido su primera relación
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 172
de noviazgo a una edad algo más temprana (M = 12,76; DT = 1,67) que los que no agresores (M =
13,11; DT = 1,76), sin que se tratase de una diferencia estadísticamente significativa. Tampoco se
hallaron diferencias significativas en cuanto al número de parejas que habían tenido, presentando los
agresores una media de 3,11 relaciones (DT = 1,66) frente a las 2,71 (DT = 1,48) de los no agresores.
Aquellos adolescentes que ejercían violencia psicológica contra su pareja mantenían relaciones
significativamente más prolongadas en el tiempo que aquellos que no perpetraban esta violencia (M
= 10,33 meses vs. M = 6,27 meses; t(64)= -2,23, p < ,01). El grado de satisfacción con la relación
actual fue similar para ambos grupos, presentando los perpetradores una media ligeramente inferior
que los no perpetradores (M = 8,44; DT = 1,45 vs. M = 8,77; DT = 1,58), sin embargo, no se trató de
una diferencia significativa. Otras características de la relación de pareja son presentadas en la Tabla
6, con diferencias significativas entre agresores y no agresores con respecto al tipo de relación de
noviazgo que mantenían, siendo los agresores los que calificaban su relación de pareja como más
estable y seria frente a los no agresores (70,50% vs. 46,20%), χ2(4, N = 662) = 15,24, p < ,01. Algo
similar ocurrió con la frecuencia de contacto con la pareja, donde encontramos que los
perpetradores de violencia psicológica refieren ver a su pareja con una frecuencia significativamente
mayor que los que no ejercen este tipo de violencia, χ2(6, N = 662) = 16,91, p < ,01. Por el contario, al
analizar las perspectivas de futuro sobre la relación no se hallaron diferencias entre los grupos, lo
Tabla 6
Perpetrador No perpetrador
Violencia Violencia
Psicológica Psicológica x2 gl p
(N= 634) (N= 28)
% %
Tipo de relación actual (%)
Nueva 15,1 42,3 15,24 4 ,004
Casual 13,1 11,5
Estable 44,7 38,5
Seria 25,8 7,7
Comprometidos en
1,3 0
matrimonio
Frecuencia de contacto
Futuro de la relación
informaron haber ejercido algún tipo de violencia psicológica hacia su pareja. En concreto, los datos
obtenidos reflejaron que la violencia verbal era la forma más empleada por los adolescentes (90,8%),
seguida de las tácticas celosas (74,7%) y las tácticas de dominancia (54,1%). Las tasas de prevalencia
para cada uno de los comportamientos analizados se presentan en la Tabla 7. En lo que respecta a la
violencia verbal, más de un 60% de los adolescentes que participaron en nuestro estudio reconoció
haberse negado a hablar con la pareja o haber hecho o dicho algo con la intención de fastidiarla
durante una discusión, siendo la forma de violencia verbal más ejercida. Además, la mitad de la
muestra refirió haber llorado en un conflicto o haberse ido enfadado/a del lugar donde se estaba
produciendo la discusión. Si atendemos a las tácticas celosas, los datos indican que entre un 50-60%
de los adolescentes informaron que habían estado celosos o habían sospechado tanto de los
amigos/as de su pareja como de otros chicos/as de su entorno, y cerca de una cuarta parte reconoció
haber comprobado y exigido a su pareja explicaciones sobre dónde estaba y qué hacía. Finalmente,
respecto a las tácticas de dominancia, destacar que cerca del 30% de los adolescentes refirió haber
intentado que su pareja dejase de hacer cosas para estar con él/ella o haberla amenazado con
terminar la relación en un contexto de discusión, siendo la táctica de control más empleada. Algo
más del 10% de los adolescentes reconoció haber amenazado a su pareja con dejarla e irse con otra
Tabla 7
Fastidiar 65,7(1169)
Tácticas celosas
Tácticas de dominancia
En cuanto a las tasas de prevalencia en función del sexo (véase Tabla 8), no se encontraron
diferencias significativas en función del sexo para la perpetración de violencia psicológica (general),
lo que muestra que hombres y mujeres ejercen este tipo de violencia en la misma medida en sus
tipo de violencia psicológica más perpetrada por ambos sexos, aunque en este caso los resultados
mostraron que las mujeres eran significativamente más violentas verbalmente que los hombres.
Datos similares encontramos al analizar las tácticas celosas, dónde las mujeres ejercían
significativamente más este tipo de violencia que los hombres. Finalmente, respecto a las tácticas de
dominancia, estas fueron ejercidas por algo más de la mitad de los hombres y las mujeres de nuestra
muestra. Ellos presentaron un porcentaje de perpetración ligeramente superior al de las ellas, pero
Tabla 8
del Sexo
Mujeres Hombres
(n= 890) (n= 882) x2 gl p
[% (N)] [% (N)]
Violencia Psicológica
96 (854) 94,6 (834) 1,92 1 ,166
(general)
Tácticas de
53,4 (475) 54,9 (484) ,404 1 ,525
dominancia
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 177
Al analizar de forma más específica los datos de prevalencia para los distintos
asociadas al sexo (véase Tabla 9). En líneas generales, se observó que las agresiones más ejercidas
eran comunes para ambos sexos, siendo de tipo verbal y celoso: hacer o decir algo para fastidiar a la
Con respecto a la violencia verbal, los resultados indicaron que las mujeres presentaban
porcentajes de perpetración mayores que los hombres en todas las agresiones de naturaleza verbal
estudiadas, aunque dichas diferencias sólo mostraron ser estadísticamente significativas a la hora de
ejercer insultos, llorar, hacer o decir algo para fastidiar a su novio, y amenazarle con golpearle.
En el caso de las tácticas celosas las mujeres ejercían más conductas celosas como
comprobar/exigir explicaciones sobre dónde está y qué hace la pareja, o tener celos de otros
chicos/as. Por su parte, acusar a la pareja de mantener otra relación y sospechar de los amigos de
mayor hacia su pareja mediante tácticas como intentar que esta dejase de hablar/ver a su familia,
y/o ponerla en contra de su familia y amigos. Para el resto de las tácticas de control estudiadas no se
Tabla 9
Sexo
Mujeres Hombres
(n= 890) (n= 882) x2 gl p
[% (N)] [% (N)]
Violencia verbal
Insultar 37,1 (330) 28,6 (252) 14,54 1 ,000
Negarse a hablar 64,8 (577) 62,1 (548) 1,39 1 ,238
Irse enfadado/a 52,5 (467) 50,3 (444) ,81 1 ,369
Llorar 59,7 (531) 41,5 (366) 58,49 1 ,000
Fastidiar 70 (623) 61,3 (541) 14,74 1 ,000
Tácticas celosas
Estar celoso/sospechar de amigos/as de
55,3(492) 55,1(486) ,01 1 ,940
pareja
Estar celoso/a de otros chicos/as 67,3(599) 55,8(492) 24,85 1 ,000
Comprobar/exigir explicaciones de dónde
26,4(235) 21,7(191) 5,47 1 ,019
está y qué hace la pareja
Tácticas de dominancia
Intentar que la pareja no hable o vea a su
5,2(46) 7,7(68) 4,75 1 ,029
familia
Intentar poner en contra de la pareja a su
2(18) 4,3(38) 7,56 1 ,006
familia y amigos
Intentar que la pareja deje de hacer cosas
34,3(305) 34,1(301) ,004 1 ,950
para estar más tiempo con ella
Amenazar a la pareja con irse con otro/a 11,9 (106) 13,6(120) 1,14 1 ,285
Culpar a la pareja de provocar la
9,2(82) 8(71) ,77 1 ,383
conducta violenta de uno mismo
Culpar a la pareja de problemas de uno
11,7(104) 10,4(92) ,71 1 ,400
mismo
Amenazar con dejar la relación 29,6(263) 29,3(258) ,02 1 ,890
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 179
entre la edad y la perpetración de la violencia psicológica. Como se presenta en la Tabla 10, las tasas
adolescente, siendo los más mayores los que hacían un uso significativamente mayor de este tipo de
violencia en sus relaciones de noviazgo. Cuando se consideraron los diferentes tipos de violencia
psicológica, se observó que los adolescentes de mayor edad eran significativamente más violentos
verbalmente y empleaban más tácticas celosas con sus parejas que los más jóvenes. Las tasas de
de 17-18 años respecto a los más pequeños, aunque la diferencia no fue estadísticamente
significativa.
Tabla 10
Edad
EDAD (%)
13-14 15 -16 17 -18
gl p
(n=464) (n=997) (n=311) x2
[% (N)] [% (N)] [% (N)]
Violencia
Psicológica 93,1(432) 95,7(954) 97,1(302) 7,53 2 ,023
(general)
Violencia verbal 87,1(404) 91,3(910) 94,5(294) 13,11 2 ,001
Tácticas celosas 67,7(324) 75,6(754) 82,3(256) 22,13 2 ,000
Tácticas de
54,3(252) 54,2(540) 60,1(187) 3,64 2 ,162
dominancia
En cuanto a comportamientos específicos de violencia verbal (véase Tabla 11), los resultados
obtenidos reflejaron que todas agresiones verbales contempladas en nuestra investigación eran más
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 180
ejercidas por los adolescentes más mayores en comparación con los de menor edad. Hacer o decir
algo con la intención de fastidiar a la pareja durante una discusión fue la agresión verbal más
empleada por los tres grupos de edad, observándose que, cerca de un 60% de los adolescentes más
pequeños ya admitían ejercer esta agresión, mientras que en el grupo de mayor edad el porcentaje
perpetración según aumentaba la edad en todas las tácticas evaluadas. Estar celoso/a de los amigos
de la pareja o de otros chicos/as de su entorno fueron las tácticas más presentes en todos los grupos
de edad, siendo aproximadamente la mitad de los adolescentes más jóvenes los que informaron
haberse sentido así, mientras que a edades más tardías la tasa de prevalencia de estos
formado por los adolescentes de 17-18 años, aunque la mayoría de las conductas analizadas no
presentaban diferencias estadísticamente significativas entre los grupos de edad. Por el contrario, sí
pareja de su propia conducta violenta o intentar que deje de hacer otras cosas para estar más tiempo
con él/ella, evidenciando que los adolescentes más mayores ejercían estas formas de dominancia
hacia su pareja en mayor medida que los más jóvenes. Amenazar a la pareja con dejar la relación fue
una de las tácticas de dominancia que presentó porcentajes más altos (en torno a un 30% de los
adolescentes de cada grupo de edad) aunque no hubo diferencias significativas, lo que indica que
esta conducta es ejercida por los adolescentes de todas las edades en la misma medida.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 181
Tabla 11
la Edad
Edad
13-14 15 -16 17 -18
x2 gl p
(n=464) (n=997) (n=311)
[% (N)] [% (N)] [% (N)]
Violencia verbal
Insultar 28,9(134) 32,9(382) 37,9(118) 6,98 2 ,031
Negarse a hablar 57,1(265) 64,4(642) 70,1(218) 14,35 2 ,001
Irse enfadado/a 42,5(197) 52(518) 62,4(194) 29,98 2 ,000
Llorar 42(195) 51,7(515) 60,5(188) 26,16 2 ,000
Fastidiar 58,4(271) 66,8(666) 73(227) 18,82 2 ,000
Amenazar con golpear 5 (23) 8,1 (81) 12,5(39) 14,44 2 ,001
Tácticas celosas
Estar celoso/sospechar de
50,2(233) 55,5(553) 62,1(118) 10,61 2 ,005
amigos/as de la pareja
Estar celoso/a de otros
53,7(249) 62,3(621) 71,4(222) 25,14 2 ,000
chicos/as
Comprobar/exigir
explicaciones sobre dónde está 16,4(76) 24,8(247) 32,8(102) 28,31 2 ,000
y qué hace la pareja
Acusar a la pareja de mantener
9,1(42) 13,4(134) 15,1(47) 7,74 2 ,021
otra relación
Tácticas de dominancia
Intentar que la pareja no hable
4,7(22) 6,7(67) 8(25) 3,67 2 ,159
o vea a su familia
Intentar poner en contra de la
2,2(10) 3,1(31) 4,8(15) 4,35 2 ,114
pareja a su familia y amigos
Intentar que la pareja deje de
hacer cosas para estar más 30,8(143) 33,7(336) 40,5(126) 7,98 2 ,018
tiempo con ella
Amenazar a la pareja con irse
9,9(46) 13,5(135) 14,1(44) 4,47 2 ,107
con otro/a
Culpar a la pareja de provocar
la conducta violenta de uno 5(23) 9(90) 12,5(39) 14,24 2 ,001
mismo
Culpar a la pareja de los
10,3(48) 10,9(109) 12,5(39) ,95 2 ,622
problemas de uno mismo
Amenazar con dejar la relación 26,2(464) 29,3(292) 33,1(208) 3,43 2 ,180
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 182
justificación de la violencia
El análisis de la justificación que los adolescentes hacen del uso de agresiones en las
relaciones de noviazgo mostró que el 92,7% de nuestros participantes consideraba razonables el uso
revelaron la existencia de diferencias significativas entre los adolescentes que justificaban el uso de
este tipo de agresiones y los que no se mostraban de acuerdo con ellas, en relación con la
perpetración de la violencia psicológica en el noviazgo (véase Tabla 12). En términos generales, los
De forma específica, se observó que los adolescentes que justificaban el empleo de violencia
física o psicológica presentaban mayores tasas de perpetración de violencia verbal y tácticas celosas.
significativas entre los grupos que justificaban la violencia psicológica, no hallando esta significación
Tabla 12
Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia según la Justificación del Empleo Violencia (n=1780)
Violencia verbal
85,4 (111) 91,1 (1503) 4,64 1 ,031 81,3(165) 91,9(1449) 23,90 1 ,000
Tácticas celosas
67,7 (88) 75,3 (1242) 3,67 1 ,056 54,2(110) 77,4(1220) 51,13 1 ,000
Tácticas dominancia
50 (65) 54,4 (897) ,924 1 ,336 34,5(70) 56,6(892) 35,31 1 ,000
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 184
psicológicas encontramos que, en todos los casos, los adolescentes que estaban de acuerdo con el
uso de la violencia física en un contexto de noviazgo presentaban prevalencias mayores que los que
discrepaban, al igual que ocurría en el caso de aquellos que consideraban justificable el empleo de
agresiones psicológicas, tal como muestran la Tabla 13 y Tabla 14. Además, en estas tablas se puede
abuso psicológico estudiados (Tabla 13), mientras que la justificación del uso de la violencia física
aprobaban el empleo de violencia psicológica en el noviazgo ejercían más insultos contra su pareja,
se negaban a hablar con ella, lloraban, abandonaban la situación enfadados o hacían o decían cosas
con la intención de fastidiarle, siendo diferencias estadísticamente significativas. Por su parte, los
adolescentes que veían justificable el empleo de agresiones físicas durante una disputa con la pareja
ejercían más insultos y tendían a hacer o decir algo con el objetivo de fastidiar a la pareja en mayor
medida.
Para la perpetración de las tácticas celosas evaluadas, los resultados obtenidos reflejaban la
existencia de diferencias significativas únicamente entre los adolescentes que aprobaban el empleo
de violencia psicológica en la relación. Así, aquellos que pertenecían a este grupo mostraron mayores
comparación con aquellos que no se mostraron de acuerdo con ejercer agresiones psicológicas en la
relación.
mostraban de acuerdo con el uso de la violencia psicológica ejercían un mayor control sobre su
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 185
pareja mediante tácticas como intentar que dejase de hacer otras cosas para estar más tiempo con
ella, amenazarla con dejar la relación e irse con otro/a, y culparle de los problemas propios o de la
conducta violenta de uno/a mismo/a. En el caso de la justificación del uso de agresiones físicas, sólo
se obtuvo una diferencia significativa a la hora de dominar a la pareja amenazándola con irse con
otro/a.
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 186
Tabla 13
Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia Según la Justificación del Empleo Violencia Psicológica
Tabla 14
Prevalencias de la Perpetración de Violencia Verbal, Tácticas Celosas y de Dominancia Según la Justificación Empleo Violencia Física
A continuación, se presentan los principales resultados que se han obtenido en este primer
Con relación a las características relacionales de la muestra compuesta por adolescentes que
pareja en torno a los 13 años. Las chicas se involucraban en una relación sentimental
• Cerca del 69% de adolescentes refirieron ver a su novio/a varias veces por semana o
todos los días, siendo aquellos que ejercían agresiones psicológicas en su relación los
futuro.
(90,8%), seguida de las tácticas celosas (74,7%). Las tácticas de dominancia fueron el
tipo de agresión psicológica que obtuvo un índice más bajo, aunque no por ello
ocasión (53,3%).
• Al analizar de forma específica la violencia verbal, los resultados muestran que más
del 60% de los adolescentes admitían haberse negado a hablar a su pareja o haber
hecho o dicho algo con la intención de fastidiarla, mientras que la mitad refieren que
se han ido de la situación enfadados o han llorado durante una discusión. Un tercio
• Las tácticas celosas más ejercidas por los adolescentes en sus noviazgos fueron
60%), mientras que una cuarta parte refirió que comprobaba/exigía a su pareja
como intentar que la pareja dejase de hacer otras actividades para pasar más tiempo
con él/ella o amenazarla con romper la relación sentimental. Además, más del 10%
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 190
también ejercía control sobre su novio/a amenazándole con irse con otra persona o
verbal y las tácticas celosas, siendo las mujeres más perpetradoras de este tipo de
• Las prevalencias específicas de las tácticas celosas reflejaron de nuevo que las
índices de perpetración ligeramente más altos que los hombres, sin embargo, no se
Con relación a la existencia de diferencias entre los tres grupos de edad establecidos en la
altas que los más jóvenes para la perpetración de violencia psicológica y, de forma
con los adolescentes más jóvenes, sin embargo, esta diferencia sólo mostró ser
que dejase de hacer cosas para estar más tiempo con él/ella, o señalándole como la
conflicto en la relación de noviazgo, frente al 7,31% que refirió no estar de acuerdo con
el uso de esas prácticas. Por otro lado, el 88.59% (n=1577) justificó el empleo de
de agresiones como insultos, fastidiarle y ejercer control sobre ella mediante la amenaza
de irse con otro/a. Por su parte, aquellos adolescentes que se mostraban de acuerdo con
7. DISCUSIÓN
noviazgo adolescentes, por lo que hay que tener presente que estos se encuentran en un momento
evolutivo de numerosos cambios biológicos, psicológicos y sociales que suponen en muchos casos un
gran desafío, entre los que se encuentra el establecimiento de las primeras relaciones de pareja. En
El primer objetivo del estudio fue describir las características de las relaciones de noviazgo
que mantienen los adolescentes españoles, explorando posibles diferencias en función del sexo, así
mujeres en algunas características de la relación. De acuerdo con nuestra hipótesis, las mujeres
comienzan sus noviazgos a edades significativamente más tardías que los hombres (Connolly y
McIsaac, 2009; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Pazos et al., 2014), lo cual ha sido explicado por algunos
autores como producto de una mayor supervisión parental que impide que se involucren antes en
Por su parte, y de acuerdo con la hipótesis planteada, los hombres de nuestro estudio han
tenido un mayor número de noviazgos en comparación con las mujeres, lo cual podría deberse a que
los varones adolescentes se inician antes en noviazgos y rompen más relaciones de pareja que ellas,
siendo las mujeres las que mantienen relaciones sentimentales más duraderas en el tiempo
(Connolly y McIsaac, 2009; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Shulman y Scharf, 2000). Sin embargo, en
contra de nuestra hipótesis, en nuestro estudio no hemos obtenido resultados que muestren
diferencias significativas en función del sexo en la duración de la relación sentimental, por lo que la
explicación dada por otros investigadores no se ajustaría del todo a los datos obtenidos en nuestro
trabajo.
Por otro lado, la mayoría de los adolescentes de nuestro estudio catalogan como estable su
relación de pareja, sin encontrar diferencias significativas en función del sexo. Sin embargo, si que se
obtuvo una diferencia marginalmente significativa, observándose que los hombres de nuestro
estudio catalogan en mayor medida que las mujeres su relación sentimental como “casual”, mientras
que ella la califican en mayor medida como “seria”, lo cual es más acorde con la hipótesis planteada.
En lo que respecta a la frecuencia de contacto, los resultados obtenidos son congruentes con nuestra
hipótesis, ya que tanto hombres como mujeres aseguren ver a su pareja varias veces por semana o a
diario, en la línea de otros estudios previos (Muñoz-Rivas et al., 2007a; Shulman y Scharf, 2000). Los
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 194
adolescentes tienden a iniciar noviazgos con personas que entran a formar parte de su grupo de
iguales, por lo que cabría pensar que en la mayoría de los casos ese grupo de iguales esté formado en
gran medida por compañeros del centro escolar, ya que se trata de un contexto de socialización de
gran influencia en esta etapa evolutiva y en el que pasan gran parte de su tiempo (Colder, et al.,
2010; Martínez et al., 2008). De ser así, este hecho explicaría esta alta frecuencia con la que los
Acorde con las hipótesis planteadas, los resultados obtenidos señalan que la mayoría de los
muestran satisfechos con la misma, sin hallar diferencias en función del sexo. En la línea de estos
resultados, Rivera y colaboradores (2011) hallaron que aquellos jóvenes que calificaban sus
relaciones de noviazgo como estables también mostraban un alto grado de satisfacción con las
mismas frente a aquellos que mantenían relaciones de noviazgo que consideraban menos serias.
Además, aunque la adolescencia se caracteriza por ser una etapa en la que las relaciones de pareja
son cortas en el tiempo y con poco grado de compromiso (Collins, 2003), algunos expertos han
señalado que a medida que aumenta la edad los adolescentes establecen noviazgos más estables y
serios, pues se produce una búsqueda de estabilización y compromiso, al cobrar mayor importancia
la pareja en su propio desarrollo y tener una mayor capacidad de amar al otro (Connolly y McIsaac,
2009; Contreras et al., 2011). Estas conclusiones podrían explicar los datos obtenidos en nuestra
investigación, pues la mayor parte de nuestra muestra se sitúa en la adolescencia tardía (15-18
años), por lo que pueden percibir su relación como estable, al ser realmente lo que buscan.
relacionales entre agresores y no agresores psicológicos, mostrando resultados acordes con las
hipótesis planteadas. Los adolescentes que habían perpetrado violencia psicológica contra su pareja
informaron de haber establecido su primera relación de noviazgo a edades más tempranas y haber
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 195
mantenido un mayor número de relaciones sentimentales que los adolescentes no agresores, sin
embargo, esta diferencia no fue estadísticamente significativa. El 70,5% de los adolescentes que han
agredido psicológicamente en alguna ocasión a su pareja consideran que su relación es seria y/o
estable y están satisfechos con la misma. Sin duda estos resultados reflejarían el nivel de
normalización que los adolescentes hacen del empleo de este tipo de violencia en sus relaciones de
pareja. Por otro lado, el hecho de que los adolescentes que agreden psicológicamente a sus parejas
mantengan relaciones significativamente más duraderas en el tiempo y que vean a su pareja con
mayor frecuencia, podría estar reflejando que una mayor temporalidad aumenta la probabilidad de
que aparezcan episodios violentos en la relación, tal como han obtenido otros investigadores
(Krishnakumar et al., 2018; Palmetto et al., 2013; Schnurr et al., 2010). Estos datos son de gran
relevancia ya que, tal como señalan las teorías diádicas, aquellas parejas que están más tiempo
juntas tienen una mayor probabilidad de establecer patrones de interacción violentos entre sí (Fritz y
considerando sus distintas formas (violencia verbal, tácticas celosas, tácticas de dominancia).
Los resultados obtenidos confirman que la violencia psicológica está presente entre las
parejas adolescentes. De acuerdo con nuestra hipótesis, nuestros hallazgos ponen de manifiesto las
altas tasas de perpetración de violencia psicológica no sólo de tipo verbal, que sigue siendo la forma
más frecuente (el 90,8% de los adolescentes indicaron haber cometido al menos en una ocasión
algún acto de agresión verbal hacia su pareja), sino también mediante el empleo de tácticas celosas
(70,4%) y tácticas de dominancia (53,5%). Estos datos, similares a los aportados por otros estudios
con adolescentes españoles (Fernández-González et al., 2013; Muñoz-Rivas et al., 2007a; Sebastián,
et al., 2014), evidencian la necesidad de comprender qué ocurre en las relaciones de noviazgo de los
más jóvenes para que recurran con esta frecuencia al uso de agresiones psicológicas como
herramienta para gestionar los conflictos surgidos en la pareja. Algunos autores han señalado que
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 196
estos hallazgos pueden ser explicados, al menos en parte, porque los adolescentes tengan una
“visión romántica sobre el amor” que impida que identifiquen estos tipos de conductas como signos
de abuso psicológico, sino que las confundan con señales de amor, lo que explicaría su aceptación
(Chapin et al., 2014; Ferrer et al., 2010; Marroquí y Cervera, 2014). Por otro lado, otros expertos han
señalado que las altas tasas violencia en la pareja durante la adolescencia podrían estar relacionadas
normas, propio de este periodo evolutivo (Eaton et al., 2007; Zweig et al., 2001). Los estudios
longitudinales realizados permiten ver que la evolución de las conductas violentas en el noviazgo
la adolescencia (Moffit, 1993, 2006). En este sentido Pittman, y colaboradores (2000), han señalado
Por último, los análisis de prevalencia fueron completados con otras variables que ofrecieron
las mujeres presentaron porcentajes de prevalencia ligeramente superiores a los de los hombres, sin
significativa. No obstante, los análisis específicos de las distintas formas de violencia psicológica
analizadas muestran que las mujeres son significativamente más perpetradoras de violencia verbal y
tácticas celosas que los hombres. Por su parte, en nuestro estudio las tácticas de dominancia son
perpetradas por igual por ambos sexos, salvo algunos comportamientos dominantes concretos que
mostraron ser significativamente más ejercidos por los hombres. Son varios los investigadores que
han intentado dar respuestas a estos hallazgos. Partiendo de un marco teórico que considera que la
agresión psicológica está fuertemente influenciada por el poder y la coacción ejercida por el hombre
en un sistema patriarcal (Dutton y Strachan, 1987; Straus et al., 1980), autores como Sears y
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 197
colaboradores (2007) plantean que la violencia ejercida por las mujeres puede perseguir el objetivo
de recuperar el poder. Por el contrario, contamos con un gran número de estudios que han
bidireccional en las relaciones de noviazgo, siendo una característica propia de las relaciones
edad, los resultados obtenidos mostraron que esta variable juega un papel importante en la
encontrado por otros autores (Fernández-González et al., 2013; Hokoda et al., 2012; Sebastián et al.,
incremento lineal a lo largo de la adolescencia. Además, se revelan diferencias significativas entre los
donde los adolescentes de mayor edad mostraban tasas de prevalencia significativamente más altas
que los más jóvenes, de acuerdo con la hipótesis planteada en nuestro estudio. Aunque son escasos
los trabajos longitudinales al respecto que nos permitan establecer conclusiones más firmes, se ha
observado que otras formas de violencia como la física y la sexual presentan una tendencia
cuadrática negativa con un pico de mayor agresión en torno a los 16-17 años que posteriormente
decrece, siendo sólo la violencia psicológica la que muestra un incremento lineal con la edad a lo
largo de la adolescencia. Ante estos datos, autores como Foshee y colaboradores (2009) han
apuntado a que este hecho podría deberse a que, a diferencia de las otras formas de agresión, la
psicológica es considerada por los adolescentes como más “normativa”. Por su parte, Fernández-
González y colaboradores (2013) obtuvieron que la violencia psicológica ejercida por las mujeres
mostraba un decrecimiento a partir de los 20 años, lo que podría sugerir también la existencia de una
tendencia cuadrática negativa de este tipo de violencia, situando su pico más alto de prevalencia en
desde el principio relaciones de pareja sanas que prevengan de la aparición de este tipo de abusos.
Por último, con respecto a la justificación del uso de violencia en las relaciones de noviazgo,
nuestros resultados dieron soporte a nuestra hipótesis. Así, en la línea de lo que han mostrado otros
investigadores (Temple et al., 2016), aquellos adolescentes de nuestro estudio que aceptan el uso de
cual reflejaría que las actitudes de justificación sobre el uso de la violencia en las relaciones de
noviazgo son la antesala para la perpetración de agresiones contra la pareja (Reyes et al., 2016). En
este sentido, una de las aportaciones que hace nuestro estudio es la diferenciación entre la
embargo, estos resultados podrían deberse al tipo de instrumentos empleados, ya que la escala que
evalúa la justificación de violencia física contextualiza la agresión en situaciones concretas en las que
se describen conflictos entre una pareja, mientras que la escala que evalúa la justificación de la
violencia psicológica pregunta directamente por la justificación de estos tipos de agresiones, sin
contextualizarlas en situaciones específicas. Algunos autores han señalado que los comportamientos
represalias, presentan rangos de respuesta mayores en su justificación (Selp et al., 2001). Por otro
lado, los resultados obtenidos muestran que la aceptación de agresiones psicológicas se relaciona
estudiadas en nuestra investigación, mientras que la justificación del empleo de violencia física
mostró relaciones significativas con un número más reducido de agresiones psicológicas cometidas
en el noviazgo, concretamente de naturaleza verbal. Este dato podría reflejar de nuevo el potente
CAPÍTULO 6: PERPETRACIÓN DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA 199
efecto de las cogniciones en la conducta del ser humano, ya que tener creencias que justifican el uso
de otras maneras de violencia como en este caso la física probablemente se relacionará en mayor
medida con cometer agresiones de tipo físico y no tanto psicológico, mostrando una congruencia
entre las cogniciones y las conductas. Este aspecto ha sido señalado por numerosas investigaciones
que han encontrado una evidencia empírica consistente sobre la influencia recíproca que se da entre
el pensamiento, la emoción y la conducta (Beck, 1979; Huesmann y Guerra, 1997). También cabe
señalar que la exposición a contextos en los que se emplea y legitima el uso de la violencia en las
este tipo de agresiones, así como la ejecución de estos actos dentro de la relación sentimental,
acorde a la Teoría del Aprendizaje Social (Bandura, 1977). Este dato muestra la importancia de
ampliar las investigaciones sobre la aceptación de la violencia estudiando los distintos contextos de
socialización en los que desarrolla el adolescente. Con respecto a los resultados de nuestro estudio
reflejarían la interrelación entre los distintos tipos de comportamientos violentos que pueden darse
en las relaciones sentimentales de los adolescentes, lo que podría señalar que la presencia de
agresiones psicológicas (en concreto la violencia verbal que es el tipo de agresión psicológica más
ejercida y normalizada por los adolescentes) está fuertemente relacionada con la violencia física y
que, como han hallado estudios previos, la aparición de las primeras aumenta la probabilidad de que
se terminen ejerciendo las segundas (Choi et al, 2017; Fernández-Fuertes et al., 2011; Gagné et al.,
2005).
En conclusión, el presente estudio arroja luz sobre las características específicas de las
relaciones de noviazgo de los adolescentes españoles, así como de las tasas de prevalencia de la
(violencia verbal, tácticas celosas, tácticas de dominancia). Además, esta investigación pone de
manifiesto que los adolescentes españoles inician sus primeras relaciones de noviazgo a edades
mantendrán en un futuro. Estos datos junto con las altas tasas de prevalencia de perpetración de
identificar diferentes formas de abuso psicológico, evitando así que aquellas manifestaciones más
sutiles se normalicen o confundan con muestras de amor. De igual modo, los resultados obtenidos
en este primer estudio nos permiten determinar que la violencia psicológica ejercida por los
adolescentes en sus relaciones sentimentales presenta diferencias significativas en función del sexo y
de la edad, lo cual debe ser tenido en cuenta a la hora de diseñar medidas de intervención con el fin
de que estas se ajusten de manera específica a los diferentes grupos, aumentando así su eficacia. Del
mismo modo, nuestra investigación confirma lo que ya han apuntado otros expertos en la materia, y
es que la justificación del uso de la violencia está presente entre los más jóvenes y constituye la base
PSICOLÓGICA
1. INTRODUCCIÓN
Los resultados del primer estudio evidencian que el empleo de violencia psicológica en las
relaciones de noviazgo es frecuente entre los adolescentes de nuestra muestra, superando tasas de
perpetración del 90 %.
Tal como recogimos en el Capítulo 3 de la presente tesis, durante los últimos años se han
llevado a cabo numerosas investigaciones que han puesto de manifiesto la existencia de un amplio
número de variables asociadas a la violencia en las relaciones de noviazgo, tanto individuales como
de socialización, siendo algunas de ellas específicas de esta etapa evolutiva (p.ej. influencia del grupo
de iguales, del contexto escolar). No obstante, son prácticamente inexistentes los trabajos que han
evaluado en una misma investigación la influencia de factores de diversa índole asociados a las
Por ello, la principal aportación de este segundo estudio reside en arrojar información que
nos permita profundizar sobre los factores de riesgo y de protección (individuales, familiares, del
comunes y diferenciales para los distintos tipos de violencia psicológica que contemplamos en
estudiará qué factores de riesgo y de protección son diferenciales para hombres y mujeres,
aportando así también información sobre las posibles diferencias asociadas al sexo.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 202
2. OBJETIVOS
hombres y mujeres.
• Objetivo 2: Desarrollar modelos que permitan estimar el efecto que tiene sobre la
3. HIPÓTESIS
Hipótesis 2: Los modelos que se obtendrán para explorar la asociación de las variables
Corolario 2: Con respecto a las variables del contexto familiar, el modelo resultante
mostrará que las variables con mayor asociación con la perpetración de la violencia
psicológica serán: a) haber sido testigo de violencia entre los padres; b) sufrir
violencia psicológica por parte de los padres y; c) tener una relación afectiva y
cercana con los padres. En este supuesto, las dos primeras variables aumentarán la
buena relación afectiva y cercana con los padres actuará como un factor de
protección.
mostrarán mayor peso en el modelo serán: a) contar con parejas violentas dentro del
grupo de amigos y; b) aceptar a parejas violentas dentro del grupo; y c) tener una
buena relación con los amigos. Las dos primeras variables actuarán como un factor
de riesgo, mientras que tener una buena relación con los amigos se configurará como
un factor de protección.
Corolario 4: Las variables del contexto escolar estudiadas que mostrarán una mayor
asociación con la variable criterio serán: a) estar escolarizado en centros donde haya
normas claras que rechacen la violencia, b) percibir ayuda por parte del centro al
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 204
violencia psicológica contra la pareja, a excepción del absentismo escolar que actuará
riesgo para ejercer violencia psicológica contra la pareja, salvo la satisfacción con la
4. MÉTODO
4.1. Participantes
doctoral. En el caso de los análisis de correlación y regresión con las variables relativas a la relación
de pareja se empleó una submuestra formada por aquellos adolescentes que en el momento de la
evaluación se encontraban en una relación de pareja, ya que eran los que podían contestar a las
cuestiones sobre las características del noviazgo que estaban manteniendo en ese momento. Así,
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 205
esta submuestra estuvo formada por un total de 662 adolescentes (57,8% mujeres y 42,2%
hombres), cuyas edades estaban comprendidas entre los 13 y los 18 años (M = 15,58; DT = 1,11).
Todos los instrumentos y las variables empleados en esta investigación fueron descritos en
profundidad en el Capítulo 5 de la presente tesis doctoral, por lo que para obtener información
En primer lugar, se realizaron análisis bivariados (correlaciones de Pearson) entre todas las
presentaban mayor asociación con la perpetración de violencia psicológica global y sus distintas
tanto como los mejores factores de riesgo y de protección, se llevaron a cabo análisis multivariados a
través de regresiones lineales múltiples con el método stepwise (pasos sucesivos). Estos análisis
incluyeron al conjunto de variables que habían presentado una asociación significativa (p < ,05) con
cada una de las variables criterio (i.e., perpetración de violencia psicológica global y cada uno de sus
subtipos) en los análisis bivariados. En todos los modelos se empleó el análisis de regresión lineal
múltiple a través del método stepwise (pasos sucesivos), ya que este procedimiento nos permite ir
aquellas que finalmente no tengan capacidad explicativa (Cea, 2002). Además, este método también
eliminando aquellas variables incluidas en la ecuación que presenten altas correlaciones con otra u
otras variables.
En concreto, se computaron cinco modelos diferentes, uno para cada grupo de variables
diferenciales para hombres y para mujeres, de acuerdo con los objetivos del estudio. Por otra parte,
estos modelos se calcularon tanto para la perpetración de violencia psicológica global, como para
cada uno de sus tres tipos específicos (agresión verbal, tácticas celosas y tácticas dominantes).
5. RESULTADOS
los objetivos del estudio y para facilitar la presentación de los resultados, las tablas incluyen las
correlaciones entre las variables criterio (i.e., agresión psicológica global, agresión verbal, tácticas
La Tabla 15 recoge los resultados de las correlaciones para las variables individuales. En
las variables individuales estudiadas. En el caso de las mujeres, variables como la aserción negativa y
psicológica, mientras que sí mostraron una relación significativa y negativa con la perpetración de
tácticas de dominancia ejercidas por los hombres. Por otro lado, variables como la búsqueda de
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 207
violencia psicológica en ninguna de sus formas cuando era ejercida por hombres, mientras que para
las mujeres sí mostraron una relación significativa y positiva con la perpetración de tácticas celosas y
de dominancia, respectivamente.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 208
Tabla 15
Correlaciones entre Variables individuales y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo
Variables individuales Violencia Psicológica Violencia Verbal Tácticas Celosas Tácticas Dominancia
Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres
Apego inseguro ansioso ,224** ,259** ,173** ,182** ,268** ,300** ,088** ,146**
Apego inseguro evitativo ,009 ,031 -,007 ,036 -,025 -,018 ,068* ,057
Autoestima alta -,160** -,170** -,134** -,146** -,166** -,174** -,166** -,080*
Empatía ,005 -,001 ,023 ,009 ,022 ,056 -,047 -,080*
Deseabilidad social -,303** -,326** -,251** -,269** -,233** -,253** -,236** -,264**
Aserción negativa ,011 -,030 ,040 ,005 -,015 -,019 -,019 -,075*
Agresividad verbal ,196** ,159** ,171** ,148** ,121** ,108** ,172** ,121**
Agresividad física ,281** ,293** ,254** ,246** ,190** ,218** ,212** ,245**
Ira ,320** ,335** ,294** ,274** ,243** ,296** ,205** ,235**
Hostilidad ,297** ,230** ,254** ,161** ,280** ,243** ,160** ,166**
Impulsividad ,287** ,325** ,276** ,281** ,211** ,247** ,171** ,251**
Búsqueda de sensaciones -,009 ,024 ,013 ,017 ,066* -,009 ,026 ,055
Consumo drogas ,268** ,283** ,267** ,240** ,155** ,195** ,192** ,247**
Conducta antisocial ,289** ,351** ,272** ,300** ,162** ,243** ,239** ,303**
Justificación violencia psicológica ,301** ,314** ,256** ,227** ,217** ,289** ,242** ,250**
Justificación violencia física ,225** ,132** ,200** ,071* ,141** ,095** ,188** ,174**
Creencias sexistas ,195** ,246** ,120** ,176** ,155** ,180** ,219** ,254**
Sintomatología ansiosa ,296** ,286** ,269** ,214** ,241** ,263** ,177** ,220**
Sintomatología depresiva ,284** ,258** ,257** ,209** ,252** ,269** ,148** ,206**
Sintomatología somática ,332** ,258** ,313** ,183** ,245** ,249** ,206** ,198**
Sintomatología obsesiva-compulsiva ,285** ,290** ,242** ,210** ,257** ,273** ,170** ,224**
p < ,05; **p < ,01; *** p < ,001.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 209
La Tabla 16 recoge los resultados de los análisis de correlación relativos a las variables del
contexto familiar que mostraron la existencia de correlaciones bajas pero significativas para gran
parte de las variables familiares, a excepción de recibir elogios por parte del padre o de la madre y el
empleo de prácticas de crianza positivas. Por el contrario, ser testigo de violencia entre los padres y
haber sido víctima de agresiones físicas y psicológicas por parte de ellos fueron las variables que
obtuvieron los coeficientes de correlación más altos con la perpetración de la violencia psicológica,
verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia, tanto en hombres como en mujeres. Cabe señalar
que, aquellas variables que hacían referencia a la calidad de la relación con el padre mostraron una
correlación negativa y significativa sólo con el comportamiento celoso y sobre todo dominante
ejercido por los hombres; mientras que las variables que aluden a la calidad de la relación con la
Tabla 16
Correlaciones entre Variables Familiares y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo
La Tabla 17 muestra los resultados de las correlaciones para las variables relativas al grupo
de iguales. Destaca como contar con parejas violentas en el grupo de amigos y que éstas sean
aceptadas dentro del mismo fueron aquellas variables que obtuvieron coeficientes de correlación
hombres como en mujeres. Tener buena relación con los amigos sólo se relacionó de forma
significativa y negativa con la perpetración de violencia psicológica y verbal en el caso de las mujeres,
mientras que verse con frecuencia con los amigos mostró una relación significativa y positiva sólo en
los hombres.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 212
Tabla 17
Correlaciones entre Variables del Grupo de Iguales y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo
Buena relación con amigos -,074* -,031 -,078* -,024 -,063 -,010 -,021 -,045
Popularidad en el grupo ,045 -,033 ,059 -,026 -,021 ,022 -,013 ,007
Salidas frecuentes con amigos ,013 ,097** ,028 ,126** -,015 ,061 ,009 ,025
Parejas violentas en el grupo ,189** ,168** ,183** ,147** ,120** ,128** ,133** ,126**
Los resultados de las variables relativas al contexto escolar se presentan en la Tabla 18. El
absentismo escolar fue la variable que, tanto en hombres como en mujeres, obtuvo coeficientes de
correlación más altos con la perpetración de violencia psicológica en todas sus manifestaciones. Por
psicológica en todas sus formas, salvo algunas excepciones en función del sexo.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 214
Tabla 18
Correlaciones entre Variables del Contexto Escolar y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo
Variables contexto escolar Violencia Psicológica Violencia Verbal Tácticas Celosas Tácticas Dominancia
Mala relación con profesores ,081* ,059 ,111** ,080* ,031 ,016 ,023 ,036
Mala relación compañeros ,033 ,051 ,051 ,014 ,031 ,065 -,021 ,054
Absentismo escolar ,193** ,183** ,145** ,172** ,156** ,130** ,168** ,130**
Sentirse integrado en el centro -,096** -,072* -,070* -,048 -,094** -,065 -,068* -,067*
p < ,05; **p < ,01; *** p < ,001.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 215
Por último, la Tabla 19 muestra las correlaciones obtenidas para las variables relativas a la
relación de pareja. Las correlaciones más altas se obtuvieron entre la perpetración y victimización de
violencia psicológica, en todas sus formas, tanto en hombres como en mujeres. La duración de la
violencia psicológica en todas sus manifestaciones, tanto en hombres como en mujeres. Atendiendo
a las diferencias por sexo, cabe señalar que el grado de satisfacción sólo correlacionó
significativamente con la violencia verbal cuando era perpetrada por mujeres, mientras que el nivel
Tabla 19
Correlaciones entre Variables de la Relación de Pareja y Perpetración de Violencia Psicológica en Función del Sexo
la perpetración de la violencia psicológica en función del sexo de los participantes. Tal y como se
variables que habían mostrado asociaciones significativas en los análisis bivariados. En primer lugar,
continuación, para los diferentes tipos de agresión psicológica (i.e., agresión verbal, tácticas celosas y
tácticas dominantes). Debido al gran número de variables estudiadas, y con el fin de evitar
problemas de multicolinealidad dada la asociación entre las mismas, se realizaron los análisis de
regresión por grupos de variables (individuales, familiares, relativas al grupo de iguales, escolares y
hombres
En el caso de las mujeres, de las once variables individuales que habían mostrado
correlaciones significativas con la violencia psicológica, siete se asociaron significativamente con este
tipo de violencia en los análisis multivariados. En concreto, las variables que mostraron mayor
asociación con la perpetración de violencia psicológica por las mujeres fueron: presentar síntomas
somáticos, justificar el empleo de violencia psicológica en el noviazgo, altos niveles de ira, consumo
de sustancias, apego inseguro ansioso, justificar el uso de violencia física en las relaciones de pareja y
la deseabilidad social. Todas las variables del modelo mostraron una asociación positiva con la
Con respecto a los hombres, el modelo resultante recogió un total de ocho variables que
mostraron una asociación significativa con la perpetración de agresión psicológica: justificar el uso de
violencia psicológica en el noviazgo, establecer un apego inseguro de tipo ansioso, altos niveles de
deseabilidad social y la agresividad verbal. Salvo la deseabilidad social, que presentó una asociación
negativa con la perpetración de violencia psicológica, el resto de las variables incluidas en el modelo
se asociaron de forma positiva. El conjunto de todas las variables individuales explicó el 28,5% de la
Tabla 20
Mujeres
Variables individuales incluidas en el
B E.T t p
modelo
Sintomatología somática ,111 ,017 ,200 6,642 ,000
Justificación violencia psicológica ,153 ,023 ,191 6,524 ,000
Ira ,087 ,018 ,149 4,717 ,000
Consumo de drogas ,130 ,027 ,146 4,890 ,000
Apego inseguro ansioso ,031 ,007 ,123 4,199 ,000
Justificación violencia física ,051 ,015 ,104 3,493 ,001
Deseabilidad social -,192 ,074 -,084 -2,600 ,009
Hombres
Variables individuales incluidas en el
B E.T t p
modelo
Justificación violencia psicológica ,116 ,020 ,171 5,654 ,000
Apego inseguro ansioso ,037 ,007 ,155 5,222 ,000
Ira ,092 ,019 ,172 4,734 ,000
Sintomatología obsesiva-compulsiva ,063 ,016 ,124 4,042 ,000
Conducta antisocial ,250 ,062 ,147 4,003 ,000
Consumo de drogas ,090 ,027 ,112 3,375 ,001
Deseabilidad social -,203 ,070 -,099 -2,906 ,004
Agresividad verbal ,040 ,020 ,071 2,034 ,042
Nota: Modelo mujeres R2 corregida
= ,282
Modelo hombres R2 corregida = ,285
En el caso de las mujeres, aquellas variables que mostraron mayor asociación con la violencia
psicológica ejercida en sus noviazgos fueron tres: ser víctima de violencia psicológica por parte de los
padres, presenciar violencia entre sus padres y tener una buena relación con el/la hermano/a, siendo
la asociación negativa en esta última variable. Estas variables explicaron el 10,6% de la varianza.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 220
En el caso de los hombres, el modelo de regresión resultante estuvo formado por dos
variables: ser testigo de violencia entre los padres y sufrir violencia psicológica ejercida por estos.
Estas variables fueron las que mostraron mayor asociación con la perpetración de violencia
Tabla 21
Mujeres
Variables familiares incluidas en el
B E.T t p
modelo
Víctima de violencia psicológica ejercida
,102 ,016 ,226 6,311 ,000
por los padres
Hombres
Variables familiares incluidas en el
B E.T t p
modelo
Violencia entre los padres
,157 ,027 ,204 5,835 ,000
Víctima de violencia psicológica ejercida
por los padres ,088 ,015 ,199 5,678 ,000
La Tabla 22 muestra los modelos resultantes de los análisis de regresión para la violencia
En el caso de las mujeres, la variable del grupo de amigos que mostró mayor asociación con
la violencia psicológica ejercida por estas en sus noviazgos fue contar con parejas violentas en el
En el caso de los hombres, de las tres variables del grupo de iguales que mostraron
dos las que se asociaron significativamente con este tipo de violencia en los análisis multivariados:
contar en su grupo de amigos con parejas violentas y salir frecuentemente con los amigos. Estas
Tabla 22
Mujeres
Hombres
En el caso de las mujeres, las variables que mostraron mayor asociación con la perpetración
normas claras en el centro que rechacen la violencia y sentirse integrada en el centro educativo.
Mientras que el absentismo escolar mostró asociarse de forma positiva con este tipo de violencia,
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 222
tanto la existencia de normas claras en el instituto que rechacen la violencia como el sentirse
integrado en el centro fueron variables que se asociaron de forma negativa. El modelo constituido
En el caso de los hombres, los resultados de los análisis de regresión mostraron que el
absentismo escolar y la existencia en el centro educativo de normas claras que rechazan la violencia
eran las variables del contexto educativo que más se asociaban con la perpetración de violencia
Tabla 23
Mujeres
Hombres
Variables escolares incluidas en el
B E.T t p
modelo
Absentismo escolar ,174 ,032 ,180 5,475 ,000
Normas claras en el centro rechacen la
-,079 ,023 -,115 -3,502 ,000
violencia
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,048
Modelo hombres R2 corregida = ,044
Los resultados de los análisis de regresión lineal múltiple para la perpetración de violencia
psicológica a partir de las variables relativas a la relación de pareja se muestran en la Tabla 24.
En el caso de las mujeres, las variables que mostraron mayor asociación con ejercer violencia
psicológica contra la pareja fueron un total de cuatro: sufrir violencia psicológica en la relación de
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 223
noviazgo, que la pareja consuma drogas, ser víctima de tácticas de dominancia por parte de la pareja,
Con respecto a los hombres, los análisis multivariados mostraron que sufrir violencia
Tabla 24
Mujeres
Variables relación pareja
B E.T t p
incluidas en el modelo
Ser víctima de violencia
,745 ,052 ,679 14,220 ,000
psicológica en la relación
Pareja con consumo de drogas ,086 ,024 ,118 3,639 ,000
Ser víctima de tácticas de
,168 ,074 ,108 2,281 ,023
dominancia en la relación
Satisfacción en relación de pareja -,020 ,009 -,070 -2,247 ,025
Hombres
Variables relación pareja
B E.T t p
incluidas en el modelo
Ser víctima de violencia
,972 ,058 ,967 16,668 ,000
psicológica en la relación
Ser víctima de tácticas celosas en
,089 ,032 ,162 2,788 ,006
la relación
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,677
Modelo hombres R2 corregida = ,705
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 224
noviazgo
En el caso de las mujeres, el modelo obtenido estuvo formado por un total de siete variables
individuales, que fueron las que mostraron mayor asociación con la perpetración de violencia verbal:
presentar sintomatología somática, altos niveles de ira, consumir drogas, justificar el empleo de
violencia psicológica en el noviazgo, justificar el uso de violencia física en las relaciones de pareja,
establecer un apego inseguro de tipo ansioso y la impulsividad. El modelo compuesto por estas siete
Respecto a los hombres, las variables individuales que presentaron mayor asociación con la
violencia verbal ejercida en sus noviazgos fueron: la conducta antisocial, justificar el uso de violencia
psicológica en las relaciones de pareja, la ira en altos niveles, establecer un vínculo de apego
Tabla 25
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las
Variables Individuales
Mujeres
La Tabla 26 recoge los resultados obtenidos en los análisis de regresión para la perpetración
En el caso de las mujeres, de las diez variables familiares que mostraron correlacionar
con este tipo de violencia tras los análisis multivariados: ser víctima de violencia psicológica por parte
de los padres y ser testigo de violencia entre ellos. Ambas variables explicaron el 7,4% de la varianza.
Con respecto a los hombres, de las ocho variables familiares que correlacionaron de forma
significativa con la perpetración de violencia verbal en el noviazgo, finalmente fueron dos las que
mostraron asociarse de forma significativa con este tipo de violencia en los análisis de regresión: ser
víctima de violencia psicológica por parte de los padres y ser testigo de violencia entre ellos. El
Tabla 26
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las
Variables Familiares
Mujeres
Variables familiares incluidas en el
B E.T t p
modelo
Víctima de violencia psicológica ejercida
146, ,025 ,206 5,765 ,000
por los padres
Violencia entre los padres ,144 ,045 ,115 3,216 ,001
Hombres
Variables familiares incluidas en el
B E.T t p
modelo
Víctima de violencia psicológica ejercida
,119 ,023 ,186 5,171 ,000
por los padres
Violencia entre los padres ,143 ,040 ,128 3,573 ,000
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,074
Modelo hombres R2 corregida = ,069
Con respecto a las variables relativas al grupo de iguales que se asociaron con la
perpetración de la violencia verbal, los modelos resultantes tras los análisis de regresión se
Para las mujeres, fueron dos variables las que se asociaron significativamente con la violencia
verbal ejercida contra sus parejas: mantener una buena relación con los amigos, que mostró una
asociación negativa; y tener parejas violentas en el grupo de amigos, que se asoció de forma positiva.
Por su parte, las variables del grupo de iguales que presentaron mayor asociación con la
perpetración de violencia verbal en los hombres fueron: tener parejas violentas dentro del grupo de
amigos y salir frecuentemente con los amigos. Ambas variables configuraban un modelo que
Tabla 27
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las
Mujeres
Buena relación con los amigos -,088 ,045 -,065 -1,964 ,050
Hombres
La Tabla 28 recoge los resultados obtenidos tras los análisis de regresión para la perpetración
En el caso de las mujeres, las variables escolares que mostraron mayor asociación con este
tipo de violencia fueron: el absentismo escolar y tener mala relación con los profesores. El modelo
perpetrar violencia verbal en el noviazgo, el cual estaba compuesto por dos variables escolares: el
absentismo escolar y la existencia de normas claras que rechacen la violencia. El absentismo escolar
mostró una asociación positiva, mientras que la existencia de normas claras en el centro que
Tabla 28
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las
Variables Escolares
Mujeres
Variables escolares incluidas
B E.T t p
en el modelo
Hombres
Variables escolares incluidas
B E.T t p
en el modelo
Las variables relativas a la relación de pareja que se asociaron de forma significativa con la
En el caso de las mujeres, fueron cuatro: ser víctima de violencia verbal por parte de la
pareja; sufrir violencia psicológica en su relación de noviazgo; mantener una relación con una pareja
que consume drogas; y mantener una relación de pareja que perdura en el tiempo. Estas variables
fueron aquellas que mostraron mayor asociación con este tipo de violencia, explicando en su
En el caso de los hombres, de las siete variables que correlacionaron de forma significativa
con la perpetración de violencia verbal, solo una mostró asociarse de forma significativa con este
tipo de violencia en los análisis multivariados: sufrir violencia verbal en la relación de pareja. Esta
Tabla 29
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Violencia Verbal en Función de las
Mujeres
Variables relacionales
B E.T t p
incluidas en el modelo
Víctima de violencia verbal
,732 ,066 ,615 11,139 ,000
en la relación
Víctima de violencia
,269 ,096 ,160 2,808 ,005
psicológica en la relación
Pareja con consumo de
,121 ,037 ,108 3,252 ,001
drogas
Mayor tiempo de duración
,006 ,002 ,088 2,679 ,008
noviazgo
Hombres
Variables relacionales
B E.T t p
incluidas en el modelo
Víctima de violencia verbal
,819 ,032 ,850 25,818 ,000
en la relación
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,657
Modelo hombres R2 corregida = ,721
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 230
La Tabla 30 recoge las variables individuales que mostraron mayor asociación con la
En el caso de las mujeres fueron siete: hostilidad; apego inseguro ansioso con la pareja;
búsqueda de sensaciones; y consumo de drogas. El modelo compuesto por estas variables explicó el
En el caso de los hombres, las variables individuales que mostraron mayor asociación con
ejercer tácticas celosas en el noviazgo fueron: establecer un apego inseguro de tipo ansioso con la
pareja; justificar el uso de violencia psicológica en el noviazgo; altos niveles de ira; presentar
Tabla 30
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las
Variables Individuales
Mujeres
Variables individuales incluidas en
B E.T t p
el modelo
Hostilidad ,123 ,033 ,131 3,798 ,000
Apego inseguro ansioso ,074 ,012 ,188 5,932 ,000
Justificación violencia psicológica ,159 ,039 ,127 4,053 ,000
Sintomatología somática ,106 ,029 ,121 3,642 ,000
Impulsividad ,275 ,085 ,107 3,226 ,001
Búsqueda de sensaciones ,277 ,082 ,105 3,366 ,001
Consumo de drogas ,141 ,045 ,101 3,152 ,002
Hombres
Variables individuales incluidas en
B E.T t p
el modelo
Apego inseguro ansioso ,083 ,012 ,211 6,919 ,000
Justificación violencia psicológica ,199 ,035 ,178 5,695 ,000
Ira ,175 ,033 ,198 5,278 ,000
Sintomatología obsesiva-
,113 ,027 ,133 4,199 ,000
compulsiva
Conducta antisocial ,360 ,091 ,128 3,968 ,000
Agresividad verbal ,081 ,033 ,087 2,426 ,015
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,183
Modelo hombres R2 corregida = ,226
Los modelos obtenidos de los análisis multivariados para la perpetración de tácticas celosas
de tácticas celosas en las mujeres, dos fueron finalmente las que mostraron asociarse de forma
significativa con este tipo de violencia tras los análisis de regresión: ser víctima de violencia
psicológica por parte de los padres; y ser testigo de violencia entre los padres. Estas dos variables, en
Los análisis realizados en la muestra de hombres mostraron que aquellas variables que
tenían una mayor asociación con las tácticas celosas ejercidas en el noviazgo fueron: ser víctima de
violencia psicológica por parte de los padres; ser testigo de violencia entre los padres; y tener una
buena relación con el padre. Mientras las dos primeras variables mostraron asociarse de forma
positiva con la perpetración de tácticas celosas, mantener una buena relación con el padre se asoció
de forma negativa. El modelo formado por el conjunto de las tres variables explicó el 8,3% de la
varianza.
Tabla 31
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las
Variables Familiares
Mujeres
Variables familiares incluidas en
B E.T t p
el modelo
Víctima de violencia psicológica
,138 ,025 ,196 5,431 ,000
por los padres
Testigo de violencia entre los
,106 ,045 ,085 2,366 ,018
padres
Hombres
Variables familiares incluidas en
B E.T t p
el modelo
Víctima de violencia psicológica
,118 ,026 ,162 4,484 ,000
ejercida por los padres
Testigo de violencia entre los
,201 ,046 ,158 4,414 ,000
padres
Relación afectiva de cercanía con
-,065 ,032 -,068 -2,052 ,040
el padre
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,058
Modelo hombres R2 corregida = ,083
La Tabla 32 muestra como, tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres, la
variable del grupo de iguales que mostró mayor asociación con la perpetración de tácticas celosas en
el noviazgo fue contar con parejas violentas en el grupo de amigos. En el caso de las mujeres esta
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 233
variable explicó el 1,3% de la varianza, mientras que en el caso de los hombres alcanzó a explicar el
1,5%.
Tabla 32
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las
Mujeres
Variables del grupo de iguales
B E.T t p
incluidas en el modelo
Hombres
La Tabla 33 recoge las variables relativas al contexto escolar que mostraron mayor asociación
con la perpetración de las tácticas celosas ejercidas por mujeres y hombres en sus noviazgos en los
análisis multivariados.
En el caso de las mujeres el modelo resultante estaba compuesto por las siguientes variables:
positiva con la perpetración de tácticas celosas, mientras que la existencia de normas claras de
perpetración de este tipo de violencia. El modelo compuesto por estas tres variables explicó el 3,9%
En el caso de los hombres, los resultados son similares a los obtenidos en la muestra de
forma clara el uso de la violencia fueron las variables escolares que mostraron mayor asociación con
Tabla 33
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las
Variables Escolares
Mujeres
Variables escolares incluidas
B E.T t p
en el modelo
En la Tabla 34 se puede observar las variables de la relación de pareja que mayor asociación
En el caso de las mujeres, de las seis variables relativas a la relación de pareja que mostraron
correlacionar de forma significativa con la perpetración de tácticas celosas, finalmente dos fueron
aquellas que se asociaron de forma significativa con este tipo de violencia en los análisis
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 235
En el caso de los hombres, los resultados de los análisis de regresión reflejaron que las
variables relativas a la relación de pareja con mayor asociación con la perpetración de tácticas
celosas fueron: ser víctimas de tácticas celosas en la relación de noviazgo y ser víctimas de violencia
psicológica ejercida por la pareja. El modelo formado por estas variables explicó el 54,1% de la
varianza.
Tabla 34
Análisis de Regresión Lineal Múltiple para la Perpetración de Tácticas Celosas en Función de las
Mujeres
Variables relacionales
B E.T t p
incluidas en el modelo
Ser víctima de tácticas
,552 ,055 ,595 10,057 ,000
celosas en la relación
Ser víctima de tácticas de
,341 ,150 ,134 2,270 ,024
dominancia en la relación
Hombres
Variables relacionales
B E.T t p
incluidas en el modelo
Ser víctima de tácticas
,521 ,081 ,545 6,403 ,000
celosas en la relación
Ser víctima de violencia
,380 ,140 ,231 2,714 ,007
psicológica en la relación
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,456
Modelo hombres R2 corregida = ,541
La Tabla 35 recoge los modelos resultantes de los análisis multivariados para la perpetración
En el caso de las mujeres, las variables individuales que mostraron mayor asociación con la
perpetración de tácticas de dominancia en las relaciones de noviazgo fueron siete: justificar el uso de
significativa con este tipo de violencia; tener creencias sexistas; presentar síntomas somáticos;
consumir drogas; justificar el uso de violencia física en el noviazgo; y altos niveles de ira. El modelo
En el caso de los hombres los análisis de regresión dieron como resultado un modelo
compuesto por ocho variables individuales que explicó el 18% de la varianza, al ser aquellas que más
creencias sexistas; consumir drogas; la deseabilidad social; justificar la violencia física en el noviazgo;
y establecer un vínculo de apego inseguro ansioso con la pareja. Todas las variables del modelo
Tabla 35
Mujeres
Variables individuales
B E.T t p
incluidas en el modelo
Justificación violencia
,096 ,020 ,152 4,692 ,000
psicológica
Deseabilidad social -,170 ,063 -,095 -2,689 ,007
Creencias sexistas ,061 ,018 ,113 3,422 ,001
Sintomatología somática ,048 ,014 ,109 3,330 ,001
Consumo de drogas ,064 ,023 ,091 2,796 ,005
Hombres
Variables individuales
B E.T t p
incluidas en el modelo
Conducta antisocial ,171 ,055 ,122 3,099 ,002
Justificación violencia
,071 ,018 ,127 3,858 ,000
psicológica
Sintomatología obsesiva-
,046 ,014 ,110 3,354 ,001
compulsiva
Creencias sexistas ,051 ,017 ,100 2,955 ,003
Las variables relativas al contexto familiar que mostraron mayor asociación con las tácticas
El modelo obtenido tras los análisis de regresión para las tácticas de dominancia ejercidas
por mujeres en sus noviazgos logró explicar el 6% de la varianza y estuvo formado por las siguientes
variables: ser víctima de violencia psicológica ejercida por los padres y ser testigo de violencia en la
En el caso de los hombres, los resultados obtenidos son similares a los de las mujeres. Así, de
las doce variables familiares que correlacionaron de forma significativa con la perpetración de
tácticas de dominancia, los análisis multivariados mostraron que fueron tres la que finalmente se
asociaron de forma significativa con la perpetración de este tipo de violencia: ser testigo de violencia
en la relación de sus padres, que se asocia de forma positiva; ser víctima de violencia física ejercida
por los padres, que también mostró una asociación positiva; y tener buena relación con el padre, que
se asoció de forma negativa. Estas tres variables explicaron en conjunto el 9,1% de la varianza.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 239
Tabla 36
Mujeres
Variables familiares incluidas
B E.T t p
en el modelo
Hombres
La Tabla 37 muestra los modelos resultantes tras los análisis multivariados para la
perpetración de las tácticas de dominancia en el noviazgo en función de las variables del grupo de
iguales.
En el caso de las mujeres, de las dos variables del grupo de iguales que mostraron
correlacionar de forma significativa con las tácticas de dominancia ejercidas contra la pareja, fue
finalmente una la que mostró asociarse de forma significativa con la perpetración de este tipo de
violencia: tener parejas violentas dentro del grupo de amigos. Esta variable explicó ella sola el 1,6%
de la varianza.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 240
En lo que respecta a los hombres, también fueron dos las variables relativas al grupo de
una mostró asociarse de forma significativa con esa forma de violencia psicológica al realizar los
análisis multivariados: aceptar parejas violentas dentro del grupo de iguales. Esta variable explicó el
1,9% de la varianza.
Tabla 37
Mujeres
Hombres
En lo que respecta a las variables relativas al contexto escolar los modelos para la
perpetración de las tácticas de dominancia obtenidos tras los análisis de regresión se muestran en la
Tabla 38.
En el caso de las mujeres, las variables que mostraron mayor asociación con las tácticas de
dominancia ejercidas en sus noviazgos fueron: el absentismo escolar, que se asoció de forma
positiva; y la existencia de normas claras en el centro que rechacen el uso de la violencia, que mostró
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 241
una asociación negativa. El modelo compuesto por ambas variables logró explicar el 3,6% de la
varianza.
En el caso de los hombres, las variables escolares que más asociación mostraron con la
positiva; y percibir ayuda por parte del centro al verse inmerso en una relación de noviazgo violenta,
que mostró una asociación negativa con la perpetración de esa forma de violencia. Estas variables,
Tabla 38
Mujeres
Hombres
Percepción de ayuda en el
-,078 ,025 -,106 -3,178 ,002
centro en relación violenta
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,036
Modelo hombres R2 corregida = ,026
La Tabla 39 recoge los modelos obtenidos tras los análisis multivariados para la perpetración
En el caso de las mujeres, las variables que mostraron mayor asociación con la perpetración
de tácticas de dominancia fueron: ser víctimas de tácticas de dominancia; sentirse satisfecha con la
relación de pareja; y que la pareja consuma drogas. Todas las variables mostraron una asociación
positiva a excepción de estar satisfecha con la relación de pareja, que se asoció de forma negativa. El
En el caso de los hombres, las variables que mostraron mayor asociación con ejercer tácticas
noviazgo; ser víctima de violencia psicológica en la relación de pareja; y estar satisfecho con su
relación de pareja. Las dos primeras variables se asociaron de forma positiva con la perpetración de
Tabla 39
Mujeres
Variables relacionales incluidas
B E.T t p
en el modelo
Ser víctima de tácticas de
,806 ,043 ,669 18,781 ,000
dominancia en la relación
Satisfacción en la relación -,045 ,008 -,199 -5,678 ,000
Pareja con consumo de drogas ,087 ,021 ,144 4,166 ,000
Hombres
Variables relacionales incluidas
B E.T t p
en el modelo
Ser víctima de tácticas de
,698 ,062 ,600 11,217 ,000
dominancia en la relación
Ser víctima de violencia
,175 ,043 ,215 4,067 ,000
psicológica en la relación
Satisfacción con la relación -,026 ,008 -,120 -3,094** ,002
Nota: Modelo mujeres R2 corregida = ,597
Modelo hombres R2 corregida = ,630
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 243
problemática, tal como recoge la Tabla 40. Cabe destacar que el modelo que presentó mayor
capacidad explicativa fue el formado por las variables de la relación de pareja, el cual explicó entre el
65-70% de la varianza, seguido de las variables individuales (en torno a un 28%) y las familiares
(superando el 10% de la varianza explicada). Los modelos formados por las variables escolares y las
relativas al grupo de iguales fueron los que mostraron menor capacidad explicativa, en torno al 4 y
que tienen las variables de la relación de pareja en esta problemática, junto con las variables
individuales.
En términos generales, entre las variables que mostraron mayor capacidad explicativa para la
psicológica en las relaciones de noviazgo, establecer un vínculo de apego inseguro ansioso con la
pareja, altos niveles de ira, consumir drogas, y la deseabilidad social, dentro de las variables
individuales; sufrir violencia psicológica en el contexto familiar y ser testigo de violencia entre los
padres, en los modelos de variables familiares; tener en el grupo de amigos parejas violentas, en lo
relativo a las variables del grupo de iguales; el absentismo escolar y la existencia de normas claras en
el centro que rechacen la violencia, dentro de las variables escolares; y, en lo referente a la variables
Si atendemos a las diferencias en función del sexo, encontramos que, en el caso de las
mantener una relación de noviazgo con una pareja que consuma drogas y ser víctima de tácticas de
violencia psicológica contra su pareja, mientras que tener una buena relación con su hermano/a,
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 244
sentirse integrada en el centro educativo y estar satisfecha con su noviazgo se configuraron como
factores de protección para ellas. En el caso de los hombres, en ellos actúan como factores de riesgo
para que ejerzan violencia psicológica contra su pareja presentar síntomas obsesivo-compulsivos, la
conducta antisocial, la agresividad verbal como rasgo de personalidad, salir con frecuencia con los
Tabla 40
Mujeres Hombres
Factores de
Factores de Riesgo Factores de Protección Factores de Riesgo
Protección
• Justificación violencia psicológica
• Síntomas somáticos* • Apego inseguro ansioso
• Justificación violencia psicológica • Ira
• Ira • Sintomatología obsesiva- • Deseabilidad
VV. Individuales • Deseabilidad social social
• Consumo de drogas compulsiva*
• Apeo inseguro ansioso • Conducta antisocial*
• Justificación violencia física* • Consumo de drogas
• Agresividad verbal*
• Testigo de violencia entre los
• Víctima violencia psicológica padres
• Buena relación con el
VV. Familiares ejercida pos los padres
hermano/a * • Víctima violencia psicológica
• Testigo de violencia entre los padres ejercida por los padres
los factores de riesgo y de protección obtenidos para cada una de estas formas de violencia
Los modelos resultantes para la perpetración de violencia verbal (véase Tabla 41) reflejan
que el modelo compuesto por las variables relativas a la relación de pareja fue el que mostró más
capacidad explicativa, seguido del modelo de variables individuales, el modelo formado por variables
familiares, las variables relativas al grupo de iguales y el modelo compuesto por las variables
escolares. Aquellas variables que mostraron capacidad explicativa específica para la perpetración de
la violencia verbal en comparación con las tácticas celosas y de dominancia fueron: salir
frecuentemente con los amigos y ser víctima de violencia verbal en el noviazgo, en el caso de los
hombres; y tener problemas con los profesores, ser víctima de violencia verbal en el noviazgo y
mantener relaciones de noviazgo más duraderas en el tiempo, en el caso de las mujeres. Por su
parte, mantener una buena relación con el grupo de amigos se configuró como un factor de
Para la perpetración de tácticas celosas en el noviazgo (véase Tabla 42), los modelos
resultantes mostraron que aquel que tenía mayor capacidad explicativa fue el modelo de las
variables relativas a la relación de pareja, seguido del formado por las variables individuales, el
modelo de variables familiares, el formado por las variables escolares y, en último lugar, el modelo
constituido por las variables del grupo de iguales. Las variables que mostraron actuar como factores
sensaciones en las mujeres, y la agresividad verbal en el caso de los hombres. Por su parte, que las
para ellas en este tipo de violencia, mientras que para los hombres tener una relación afectiva de
cercanía con el padre también actuó como un factor de protección específico para la perpetración de
el modelo con mayor capacidad explicativa fue de nuevo el formado por las variables de la relación
de pareja, seguido del modelo de variables individuales, familiares, escolares y el modelo formado
por las variables relativas al grupo de iguales. Tener creencias sexistas se configuró como un factor
protección para ambos sexos sólo para la perpetración de tácticas de dominancia. Asimismo, los
modelos resultantes para los hombres también mostraron la existencia de otros factores de riesgo
específicos para este tipo de tácticas, tales como ser víctima de violencia física por parte de los
padres y aceptar a parejas violentas dentro del grupo de amigos. Por su parte, mantener una buena
relación con el padre y percibir ayuda por parte del centro escolar al verse inmenso en un noviazgo
En resumen, las diferencias en función del sexo obtenidas en los modelos para la
perpetración de la violencia verbal, las tácticas celosas y las tácticas de dominancia en términos
generales fueron: para las mujeres la presencia de síntomas somáticos y la impulsividad (en la
perpetración de violencia verbal y tácticas celosas) como factores de riesgo específicos para ellas; y la
los amigos como factores de riesgo para la perpetración de las formas de violencia psicológica
estudiadas cuando son ejercidas por los chicos. En cuanto a los factores de protección, se observa
que tener buena relación con los amigos y sentirse integrada en el centro educativo son variables
que actúan como factores de protección para las mujeres; mientras que en el caso de los hombres
destacan como factores de protección tener una buena relación afectiva y sentir cercanía con el
padre, así como percibir ayuda por parte del centro al verse inmerso en un noviazgo violento.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 248
Tabla 41
Mujeres Hombres
Factores de Factores de
Factores de Riesgo Factores de Riesgo
Protección Protección
Síntomas somáticos
Conducta antisocial
Ira
Justificación violencia psicológica
Consumo de drogas Deseabilidad
VV. Ira
Justificación violencia psicológica social
Individuales Apego inseguro ansioso
Justificación violencia física
Sintomatología obsesiva-compulsiva
Apego inseguro ansioso
Consumo de drogas
Impulsividad
Víctima violencia psicológica
Víctima violencia psicológica ejercida
ejercida pos los padres
VV. Familiares por los padres
Testigo de violencia entre los
Testigo de violencia entre los padres
padres
Nota: ** factor solo significativo para ese subtipo de violencia psicológica; ***factor solo significativo para este tipo de violencia y para ese sexo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 249
Tabla 42
Mujeres Hombres
Factores de Riesgo Factores de Protección Factores de Riesgo Factores de Protección
Hostilidad*** Apego inseguro ansioso
Apego inseguro ansioso Justificación violencia
Justificación violencia psicológica psicológica
Sintomatología somática Ira
VV. Individuales
Impulsividad Síntomas obsesivos-
Búsqueda de sensaciones** compulsivos
Consumo de drogas Conducta antisocial
Agresividad verbal**
Víctima violencia
Víctima violencia psicológica Relación afectiva de
psicológica ejercida por los
ejercida pos los padres cercanía con el
VV. Familiares padres
Testigo de violencia entre los padre**
Testigo de violencia entre
padres
los padres
Parejas violentas en el
VV. Grupo iguales Parejas violentas en el grupo
grupo
Normas claras de
rechazo violencia Normas claras de
VV. Escolares Absentismo escolar en el centro Absentismo escolar rechazo violencia en
Sentirse integrada el centro
en el centro***
Víctima de tácticas
Víctima de tácticas celosas** celosas**
VV. Relación de
Víctima de tácticas de dominancia Víctima de violencia
pareja
psicológica
Nota: ** factor solo significativo para ese subtipo de violencia psicológica; ***factor solo significativo para este tipo de violencia y para ese sexo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 250
Tabla 43
Mujeres Hombres
Factores de
Factores de Riesgo Factores de Riesgo Factores de Protección
Protección
Justificación violencia
Conducta antisocial
psicológica
Justificación violencia psicológica
Creencias sexistas**
Síntomas obsesivos-compulsivos
Síntomas somáticos Deseabilidad Deseabilidad social
VV. Individuales Creencias sexistas**
Consumo de drogas Social
Consumo de drogas
Justificación violencia física en el
Justificación violencia física Apego
noviazgo
inseguro ansioso
Ira
Víctima violencia psicológica Testigo de violencia entre los Buena relación
ejercida pos los padres padres
VV. Familiares afectiva con
Testigo de violencia entre los Víctima violencia física ejercida padre***
padres por los padres***
Aceptación de parejas violentas
VV. Grupo iguales Parejas violentas en el grupo en el grupo***
7. DISCUSIÓN
adolescente (familiar, grupo de iguales, escuela y relación de pareja). Además, otra de las
aportaciones de este trabajo reside en examinar estos factores de riesgo y de protección de forma
específica para los distintos tipos de violencia psicológica (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas
de dominancia).
El primer objetivo del estudio fue explorar la asociación entre numerosas variables que la
psicológica, y en función del sexo. En nuestra hipótesis planteamos que hallaríamos relaciones
resultados obtenidos confirmaron que la mayoría de las variables de nuestro estudio se asociaban
Modelo general
El segundo objetivo de estudio buscó elaborar modelos para estimar el efecto que tiene
sobre la perpetración de la violencia psicológica cada grupo de las variables de estudio que habían
mostrado asociarse significativamente con ella en los análisis bivariados. Acorde con nuestra
continuación, se discutirán con mayor detalle la solidez y el alcance de estos resultados, presentando
los modelos en orden de mayor a menor capacidad explicativa, siguiendo este mismo orden con las
psicológica en el noviazgo fue el formado por las variables relativas a la relación de pareja,
alcanzando a explicar el 70% de la varianza en el caso de los varones y superando el 65% en el caso
de las mujeres. Los resultados obtenidos son coherentes con lo que han destacado ya otros expertos,
y es que las características del noviazgo, así como los patrones de interacción diádicos que se
establecen en estas relaciones sentimentales tienen una gran capacidad explicativa para la violencia
presente en estas relaciones de pareja (Fernández-González et al., 2017; O´Leary y Slep, 2012;
Pepler, 2012; Shortt et al., 2012). No obstante, algunos autores han señalado que las medidas de
autoinforme que responde un solo miembro de la pareja pueden presentar datos sesgados (Perry y
Acorde con nuestra hipótesis, nuestro estudio permite confirmar que para la perpetración
de la violencia psicológica uno de los factores de riesgo más relevantes tanto para hombres como
para mujeres adolescentes es ser víctima de ese misma forma de violencia dentro de la relación, en
la línea de lo señalado por otros autores (Dardis et al., 2013), reflejando que la conducta de la pareja
como un factor de protección para la perpetración de violencia psicológica, sin embargo, sólo
hallamos este resultado en el modelo de las mujeres, el cual discutiremos más adelante.
violencia psicológica en el noviazgo. Sin embargo, a pesar de haber mostrado una asociación positiva
y significativa con la perpetración de agresiones psicológicas en los análisis bivariados, en los análisis
multivariados no mostró dicha asociación. Aunque Gaertner y Foshee (1999) hallaron resultados
psicológica global, sino que categorizaron como violencia la presencia de agresiones físicas y tácticas
de control contra la pareja, lo que impide poder comparar los resultados y sacar conclusiones
consistentes. Por otro lado, muchos de los estudios previos han empleado muestras de adolescentes
y jóvenes, cuya media de edad y la media de duración de las relaciones de pareja era mayor que la
que presenta la muestra de nuestro estudio, y/o se han centrado en la perpetración de violencia
física (Giordano et al., 2010; Krishnakumar et al., 2018). Ejemplo de ello es la investigación de
Palmetto y colaboradores (2013) en la que emplearon una muestra de mujeres con edades
comprendidas entre los 15 y los 24 años y en el que obtuvieron que la duración de la relación de
pareja sólo actuaba como un factor de riesgo para la perpetración de violencia física cuando el
tiempo que duraba la relación superaba los 12 meses. En nuestro estudio los participantes tenían
entre 13 y 18 años e informaron que la media de tiempo que duraba sus relaciones de pareja era de
10 meses. Así, los resultados obtenidos podrían sugerir que mantener relaciones de noviazgo más
prolongadas en el tiempo puede actuar como factor de riesgo para la perpetración de violencia
El segundo modelo que mostró mayor capacidad explicativa fue el constituido por las
La justificación del uso de la violencia psicológica en el noviazgo fue una de las variables
individuales con mayor influencia en la perpetración de ese tipo de violencia en el noviazgo, acorde
con nuestra hipótesis, configurándose como un factor de riesgo común para ambos sexos. Los
resultados son consistentes con lo encontrado por otros autores que han estudiado el papel de las
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 254
creencias en el campo de la violencia en el noviazgo (Choi, et al., 2017; Muñoz-Rivas et al., 2011),
señalando que aquellos adolescentes que aceptan el uso de la violencia hacia la pareja como un
comportamiento normativo tienen más probabilidades de cometer abuso psicológico (Temple et al.,
2016). Esta interrelación entre cognición y conducta ha sido ampliamente estudiada, hallando
evidencia empírica consistente (Beck, 1979; Huesmann y Guerra, 1997). No obstante, la mayoría de
las investigaciones que han estudiado el papel de las creencias que legitiman el uso de la violencia en
el noviazgo lo han hecho contemplando su papel mediador en la asociación entre otras variables
configuró como un factor de riesgo común para hombres y mujeres fue la ira, variable que ha
recibido una gran atención en el estudio de la violencia en la pareja (Clarey et al., 2010; Parker, 2005;
Shorey et al., 2011). Así, los resultados confirman que aquellos adolescentes que presentan altos
niveles de ira tienen más probabilidades de perpetrar agresiones hacia la pareja, no sólo físicas -que
ha sido el tipo de violencia más estudiada al respecto-, sino también de naturaleza psicológica, al no
ser capaces de regular y expresar la emoción de una forma adaptativa sino haciéndolo a través de
conductas agresivas.
Por su parte, acorde con nuestra hipótesis, establecer un vínculo de apego inseguro de tipo
ansioso con la pareja también mostró ser una de las variables individuales con más capacidad
explicativa para la violencia psicológica ejercida por ambos sexos en sus noviazgos, confirmando lo
que ya habían encontrado otros estudios previos (Fernández-Fuertes et al., 2019; Miga et al., 2010;
Riebel, 2016). Aunque algunas investigaciones han hallado que el apego inseguro de tipo evitativo
también actúa como un factor de riesgo para la violencia en el noviazgo (Riebel, 2016), en nuestra
investigación este tipo de apego no mostró ninguna asociación significativa con la perpetración de la
violencia psicológica. Una posible explicación a este resultado podría encontrarse en las
características propias del tipo de violencia que estudiamos y del vínculo de apego. Según se recoge
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 255
en la teoría del apego desarrollada por Bowlby (1969, 1973, 1980), un apego inseguro de tipo
evitativo se caracteriza por responder con distanciamiento emocional y aislamiento ante el temor de
ser abandonado o rechazado por la pareja, mientras que aquellas personas que establecen con su
pareja un apego inseguro de tipo ansioso buscan acabar con ese miedo e inseguridad demandando
continuamente su cercanía y atención. Así, los resultados de este estudio podrían estar mostrando
que aquellos adolescentes que establecen un vínculo de apego inseguro ansioso con sus parejas
pueden buscar la seguridad y la atención en ella cometiendo agresiones psicológicas tales como
tácticas celosas y de dominancia, las cuales aportarían al adolescente sensación de control sobre la
pareja y seguridad al comprobar que esta no les está engañando ni les va a abandonar. Por el
contrario, el distanciamiento emocional que establecen los adolescentes con un apego inseguro
De acuerdo con la hipótesis planteada, el consumo de drogas fue otro de los factores de
riesgo común para hombres y mujeres en la perpetración de la violencia psicológica. Estos resultados
están en la línea de lo que ya han mostrado otras investigaciones, tanto para consumo de alcohol
como de drogas ilegales (Haynie et al., 2013; Muñoz-Rivas et al., 2010; Orpinas et al., 2017; Shorey et
al., 2014, 2014a). El consumo de drogas es una práctica común entre los adolescentes por lo que son
numerosos los autores que han elaborado explicaciones teóricas sobre la asociación entre el
consumo de sustancias y la violencia. Por un lado, el consumo de alcohol y otras drogas ejerce un
impacto sobre el funcionamiento cognitivo del adolescente que afecta a sus procesos cognitivos
(Abbey et al., 2000; Ito et al., 1996), reduciendo su capacidad para interpretar correctamente
determinadas señales, lo cual facilitaría que reaccionase de forma violenta ante situaciones que
perciba como conflictivas o amenazantes, disminuyendo la relevancia de las señales inhibitorias (Phil
y Hoaken, 2002). Por su parte la teoría del comportamiento problema (Jessor, 1987, 1991; Jessor et
al., 2003) plantea que aquellos adolescentes que llevan a cabo conductas de riesgo para su salud
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 256
tienen más probabilidades de llevar a cabo otros comportamientos problemáticos como conductas
violentas, sin que exista una relación causal. Además, algunos estudios señalan que el consumo de
drogas por uno o ambos miembros de la relación facilita que, a largo plazo, se produzcan más
probabilidad del uso de la, ya que también se ha demostrado que estar bajo los efectos de las drogas
situación conflictiva (Klosterman y Fals-Stewart, 2006; Rothman et al., 2013; Testa y Brown, 2015).
Los resultados de nuestro estudio señalaron que una alta deseabilidad social, entendida
como en mujeres. Tales resultados están en concordancia con otros estudios, como el realizado por
adolescentes que tienden a querer mostrar una imagen positiva de sí mismos presentan menor
probabilidad de ejercer violencia contra la pareja, incluso tipos de agresión más frecuentes como la
violencia psicológica.
configuró como un factor de riesgo incluido en el modelo, en contraposición con lo obtenido por
estudios previos (Pazos et al., 2014; Reed et al., 2011). Sin embargo, estos resultados sí que guardan
coherencia con los obtenidos por otros autores (Rojas-Solís y Carpintero, 2011), lo que podría dar
mayor consistencia a la explicación de que las creencias sexistas no serían en sí mismas un factor de
riesgo para la perpetración de violencia en el noviazgo, sino que lo que incrementaría el riesgo es la
discrepancia que exista entre las creencias que poseen los distintos miembros de la pareja
configurarían como factores de riesgo para la perpetración de violencia psicológica, sólo obtuvimos
El modelo formado por las variables familiares fue el tercero con mayor capacidad
psicológica en el noviazgo. Los resultados obtenidos mostraron que, para ambos sexos, las variables
con mayor poder explicativo fueron las relativas a la existencia de violencia en el contexto familiar.
Acorde con nuestra hipótesis, ser testigo de violencia entre los padres mostró ser un factor
de riesgo de gran relevancia, tal como ya han señalado distintos autores (Calvete et al., 2018; Gage,
2016; Yedra et al., 2015). Consistente con la Teoría del aprendizaje social (Bandura, 1973, 1977),
conductas violentas. Así, aquellos niños y niñas que han observado conductas violentas entre sus
progenitores están más expuestos a adquirirlas, incrementando el riesgo de que imiten o toleren
de creencias de justificación de la violencia, factor de riesgo que también ha mostrado una influencia
También acorde a la Teoría del aprendizaje social y diversos estudios previos (Black et al.,
2015; Gover et al., 2011; Kim et a., 2014), otra de las variables del contexto familiar que mostró
actuar como un factor de riesgo fue ser víctima de violencia psicológica por parte de los padres, de
acuerdo con la hipótesis planteada. No obstante, a diferencia de los trabajos anteriores, nuestro
estudio diferenció entre el tipo de violencia ejercida por los padres (física o psicológica), permitiendo
así obtener una correspondencia entre el tipo de agresiones del que son víctimas y las que luego
reproducen en sus relaciones sentimentales. Así, los resultados constatan que los adolescentes que
son víctimas de violencia psicológica por parte de sus progenitores tienen mayor probabilidad de
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 258
adquirir ese tipo de conductas violentas y reproducir las mismas en sus relaciones de noviazgo,
puesto que ser víctimas de violencia física no se configuró con un factor de riesgo. De nuevo se pone
Por último, en contra de la hipótesis planteada, tener una buena relación con la familia
(madre y/o padre) no se configuró como un factor de protección para ejercer violencia psicológica en
el noviazgo para ningún sexo, a pesar de asociarse de forma negativa y significativa en los análisis
bivariados. Sólo mantener una buena relación con el hermano/a disminuyó la probabilidad de ejercer
violencia psicológica en el caso de las mujeres, resultados que desarrollaremos más adelante, cuando
En lo que respecta a las variables relativas al contexto escolar, el modelo obtenido en nuestra
investigación fue el que mostró menor capacidad explicativa para la perpetración de la violencia
psicológica en el noviazgo, en comparación con los modelos anteriores, (llegó a explicar el torno al 4-
5% de la varianza). Los resultados confirmaron que el absentismo escolar era la variable del modelo
con mayor poder para explicar que hombres y mujeres adolescentes agrediesen psicológicamente a
sus parejas, tal como planteamos en nuestra hipótesis. Aunque el absentismo escolar ha mostrado
actuar como un factor de riesgo para comportamientos violentos en la adolescencia (Ramirez et al.,
2012; Eaton, et al., 2008), los estudios en relación con la perpetración de la violencia en el noviazgo
siguen siendo escasos hasta la fecha. Cabe destacar la investigación desarrollada por Theobald y
riesgo de agredir física y verbalmente en el noviazgo, pero sólo en el caso de los hombres, de forma
similar a los resultados obtenidos por Rothman y colaboradores (2010) con la perpetración de
violencia física en el noviazgo. Así, la aportación de nuestro estudio es confirmar que, tanto en
hombres como en mujeres adolescentes, las faltas injustificadas al centro escolar incrementan la
probabilidad de ejercer violencia psicológica en sus noviazgos, siendo la variable que mayor peso
Otras de las variables escolares con mayor capacidad explicativa incluida en el modelo fue la
existencia de normas claras en el centro que rechacen la violencia, la cual se configuró como un
factor de protección para los adolescentes de ambos sexos, acorde con nuestra hipótesis. Aunque
escasas, algunas investigaciones previas han puesto de manifiesto que las normas escolares ejercen
influencia en el comportamiento violento de los adolescentes contra su pareja (Giordano et a., 2015;
Noonan y Charles, 2009; Taylor, 2013). Puesto que la mayoría de las investigaciones hacen referencia
más a normas informales establecidas en el aula, considerando esta como unidad ecológica (Taylor
et al., 2015), nuestro estudio examinó específicamente la relación entre la existencia de normas
obteniendo que la existencia de dichas normas es un factor de protección para que tanto hombres
como mujeres perpetren ese tipo de agresiones contra sus parejas. Estos resultados reflejan el poder
de influencia que tiene el contexto escolar sobre la conducta de los adolescentes, ya que a partir de
los principios de la teoría del aprendizaje social cabe esperar que la existencia de un rechazo público
En base a la evidencia empírica obtenida por estudios previos, planteamos como hipótesis
que percibir ayuda por parte del centro educativo al verse inmerso en una relación violenta actuaría
como un factor de protección para la perpetración de violencia psicológica. Sin embargo, los análisis
bivariados solo encontraron que esta variable del contexto escolar se asociaba significativamente
con la perpetración de violencia psicológica ejercida por las mujeres. Por su parte, los análisis de
regresión mostraron que, en contra de nuestra hipótesis, percibir ayuda no se configuraba como un
sentirse integrado en el centro escolar sí que actúo como un factor de protección, aunque sólo para
El modelo formado por las variables del grupo de iguales fue el que manifestó menor poder
explicativo para la perpetración de violencia psicológica en el noviazgo, explicando algo más del 3%
de la varianza.
Acorde con nuestra hipótesis, los resultados obtenidos muestran que, para hombres y
mujeres, contar con parejas violentas dentro de su grupo de amigos es la variable del grupo de
iguales que más poder tiene para explicar que ejerzan violencia psicológica en sus noviazgos,
actuando como un factor de riesgo. Este resultado refleja la influencia que ejerce el grupo de iguales
en la adolescencia, ya que tener entre los amigos a parejas violentas sirve de modelo para los chicos
y las chicas, reforzando en ellos conductas agresivas y normas sobre lo aceptable en una relación
sentimental, y por lo tanto aumentando el riesgo de que ejerzan agresiones psicológicas y de otra
índole contra su pareja en los conflictos que puedan surgir dentro de la relación (Sears et al., 2007;
análisis multivariados. Este dato parece sugerir que el hecho de contar con parejas violentas dentro
del grupo de amigos es la variable que mayor peso tiene para influir en la problemática,
Por otro lado, en base a estudios previos (Linder y Collins, 2005; Richard y Branch, 2012)
planteamos la hipótesis de que mantener una buena relación afectiva con el grupo de iguales
actuaría como un factor de protección. Por el contrario, los resultados obtenidos en la presente
violencia psicológica. Estos datos nos llevan a plantearnos que la calidad de las relaciones afectivas
que los adolescentes establezcan con sus amigos no es tan influyente en la problemática, sino que
parece que la relevancia está más en el tipo de conductas que tengan aquellos amigos con los que se
relacionan.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 261
En relación con las diferencias encontradas en función del sexo, a continuación, discutimos
En el caso de las mujeres, los resultados obtenidos mostraron que mantener una relación de
noviazgo con una persona que consume drogas aumentaba la probabilidad de ejercer violencia
psicológica en el noviazgo, en la línea de lo encontrado por Baker (2016) en su estudio. Este autor
tener que responder ante actitudes agresivas de la pareja que se encuentra bajo los efectos de las
drogas, lo que incrementaba la probabilidad de responder con violencia en esa situación. Que en
nuestro estudio sea un factor de riesgo sólo para las mujeres podría estar relacionado con el hecho
de que en España los hombres presentan mayores tasas de consumo de drogas ilegales que las
mujeres (Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, 2019). Así, en una relación de noviazgo
sería más probable que fuese el chico el que presentase un consumo de sustancias y la chica la que
se viese más expuesta a experimentar situaciones en las que él se encuentre bajo los efectos de las
drogas, lo que aumentaría la probabilidad de que ella respondiese con violencia psicológica contra la
Otro factor de riesgo específico para las mujeres fue ser víctima de tácticas de dominancia, lo
cual indica que sufrir intentos de dominancia y control por parte de la pareja aumenta la
probabilidad de ejercer violencia psicológica contra esta. Este resultado podría guardar relación con
el hecho de que los hombres adolescentes de nuestro estudio perpetren en mayor medida que las
mujeres algunas tácticas de dominancia en sus noviazgos (tal como reflejó nuestro estudio
presentado en el Capítulo 6). Así, cabría esperar que las mujeres sufriesen más tácticas de control
que los hombres, y que esto se configurase como un factor de riesgo para que ellas también ejerzan
violencia psicológica contra la pareja. De nuevo estos datos ponen de relevancia el poder explicativo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 262
sobre la perpetración de la violencia que tienen los patrones de interacción diádicos que se
establecen en el noviazgo (O´Leary y Slep, 2012; Pepler, 2012; Shortt et al., 2012).
Acorde con nuestra hipótesis, otra de las variables relativas a la relación de pareja que
mostró actuar como factor de protección fue la satisfacción con la relación de pareja, sin embargo,
esta hipótesis sólo encontró soporte en el caso de las mujeres. Algunas investigaciones han
encontrado que las mujeres experimentan menores niveles de satisfacción asociados a la violencia
en la pareja que los hombres, debido a que ellas experimentan mayor angustia psicológica en las
relaciones violentas (Foshee, 1996; Katz et al., 2002). Aunque no disponemos de estudios previos
que hayan analizado esta variable con muestras de adolescentes, los resultados de nuestra
investigación reflejan que la satisfacción en la relación de pareja es una variable más influyente para
las mujeres que para los hombres en relación con la perpetración de la violencia psicológica.
justificar el uso de la violencia física en el noviazgo son variables que actuaron como factores de
riesgo para ejercer violencia psicológica contra la pareja solo en el caso de las mujeres. Respecto a la
sintomatología somática, se configuró como el factor de riesgo con mayor poder explicativo de todo
el modelo. Estos resultados son congruentes con los obtenidos por Chase y colaboradores (2002),
quienes encontraron que, en el caso de las mujeres, presentar síntomas de internalización global
establecer relaciones causales, además estos autores tuvieron en cuenta otras variables en su
estudio, concluyendo que las agresiones perpetradas por las mujeres contra sus parejas podrían ser
el producto de una respuesta reactiva a la angustia interna que estas acumulaban al sentirse menos
atendidas por sus padres. En resumen, a pesar de contar con muchos estudios que han explorado la
hasta la fecha no existe ningún estudio previo que haya contemplado de forma específica la
presencia de síntomas somáticos. Los ítems que evaluaron estos síntomas en nuestro estudio hacían
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 263
referencia a la presencia de respuestas de ansiedad de gran intensidad que pueden darse en una
crisis ansiosa, tales como sensación de mareo, dolor en el pecho, dificultad para respirar, náuseas,
etc., lo cual podría considerarse como altos niveles de ansiedad, que guardarían congruencia con los
resultados obtenidos por otros investigadores (Choi et al., 2017; Foshee et al., 2015; Temple et al.,
2016). Así, los resultados obtenidos en nuestro estudio podrían sugerir que las mujeres adolescentes
con el hecho de que los trastornos psicosomáticos sean hasta cinco veces más prevalente en chicas
La justificación del empleo de agresiones físicas como un medio para resolver los conflictos
en la pareja también actuaba como un factor de riesgo para la perpetración de violencia psicológica
en las mujeres, reflejando la interrelación existente entre distintos tipos de violencia (Fernández-
Tener una buena relación con su hermano/a, se configuró como un factor de protección para
las mujeres adolescentes. A pesar de que los análisis de correlaciones mostraron que mantener una
buena relación con el padre y la madre también se asociaban negativa y significativamente con la
violencia psicológica ejercida por ellas, finalmente los análisis de regresión determinaron que es la
buena relación afectiva con el hermano/a la variable que tiene mayor poder explicativo. Este
que el único estudio que ha analizado la relación entre hermanos en esta problemática lo ha hecho
factor de riesgo para la perpetración de violencia en la pareja en la juventud (Noland et al., 2004).
Las relaciones de afecto y calidez entre hermanos son un espacio que favorece el aprendizaje de
psicológico de niños y adolescentes (Brody, 2004). Así, los adolescentes que perciben relaciones
afectivas positivas y cercanas con sus hermanos tienen un mayor ajuste psicológico (Oliva y Arranz,
2005), lo cual guarda congruencia con los resultados de nuestro estudio, al actuar como un factor de
protección para perpetrar violencia contra la pareja. Por otro lado, la influencia de la familia se ve
reducida en la adolescencia, puesto que en esta etapa decrece el tiempo que los chicos y chicas
pasan con sus padres y aumentan el que comparten en solitario y con los amigos (Steinberg y Morris,
2001). Sin embargo, en las relaciones entre hermanos se observa como durante la infancia se
caracterizan más por ser compañeros de juegos y durante la adolescencia tardía se convierten en
una fuente de apoyo social e intimidad (Yenes et al., 2000), lo que podría explicar que en nuestro
estudio con adolescentes una relación positiva con los hermanos tenga mayor relevancia que
mantener una buena relación con el padre o la madre. Con respecto al hecho de que este factor de
protección sea específico para las mujeres, algunos autores han señalado que, las díadas formadas
por hermanas o por una hermana y un hermano muestran mayor grado de calidez emocional e
intimidad en su relación que aquellas formadas por varones (Dunn et al., 1994). Por su parte, Oliva y
Arranz (2005) estudiaron las relaciones de hermanos durante la adolescencia y su asociación con las
relaciones afectivas con los padres y el grupo de iguales y también hallaron diferencias importantes
en función del sexo, ya que en el caso de las mujeres una buena relación con los hermanos estaba
vinculada a tener una buena relación con padres y amigos, mientras que en el caso de los hombres
tener buena relación con sus hermanos no se relacionó de forma significativa con ninguna otra
variable familiar o social. Que las mujeres mantengan relaciones afectivas más positivas con su
hermano/a que los hombres, y que dichas relaciones se asocien con establecer relaciones positivas
con otras personas importantes explicaría que esta variable se configure como un factor de
En cuanto al contexto escolar, nuestro estudio mostró que sentirse integrada en el centro
educativo actuaba como un factor de protección para las mujeres, disminuyendo la probabilidad de
que ejerciesen violencia psicológica contra su pareja, en la línea de los resultados aportados por el
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 265
estudio de Foshee y colaboradores (2010). Estos autores concluyen que altos niveles de vinculación
con la escuela se configuran como factores de protección sólo para las mujeres, proponiendo que
quizás una mayor vinculación permita a las adolescentes participar en más actividades en el centro
que promuevan vinculaciones prosociales, mientras que los chicos serían más propensos a
involucrarse en actividades del centro en las que se promueva el comportamiento violento en lugar
En el caso de los hombres, un factor de riesgo específico fue ser víctima de tácticas celosas
tesis doctoral, las mujeres de nuestra muestra perpetraban más tácticas celosas que los hombres, lo
que podría señalar que ellos sufran más este tipo de violencia que ellas. Que los hombres se vean
más expuesto a sufrir tácticas celosas en sus relaciones de noviazgo en comparación con las mujeres
podría explicar que este tipo de victimización sea un factor de riesgo específico para el sexo
masculino. De nuevo estos resultados corroboran los trabajos previos que señalan que los patrones
verbalmente también fueron variables que se configuraron como factores de riesgo específicos para
los varones. La sintomatología obsesivo-compulsiva fue la variable individual que mayor poder
explicativo tuvo en el modelo. Este resultado iría en la línea de otros estudios previos que señalan la
verbal y psicológica (Choi et al., 2017; Temple et al., 2016), no obstante, ninguna investigación previa
resultados de nuestro estudio invitan a plantearse las similitudes que guarda la celotipia con la
recurrentes y en algunos casos obsesivos sobre la posible infidelidad o traición de la pareja que
generan una intensa respuesta de malestar (ansiedad, depresión, frustración), que busca ser aliviada
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 266
permite confirmar este planteamiento, el cual de ser cierto explicaría que sufrir sintomatología
tácticas celosas y de control. Por otro lado, que la presencia de esta clínica sea un factor de riesgo
específico para los hombres podría explicarse por el hecho de que el Trastorno Obsesivo-Compulsivo
sea más común en hombres que en mujeres en población infantil y adolescente (Alcázar y Rodríguez,
2010).
psicológica, pero sólo en los hombres. Estos resultados reflejarían que, aquellos adolescentes que no
han adquirido habilidades interpersonales adecuadas y han aprendido conductas antisociales tienen
más probabilidades de emplear la violencia también en sus relaciones de pareja (Lavoie et al., 2002).
Además, algunos autores han señalado que la exposición a violencia en la familia de origen está
relacionada con el desarrollo de conductas antisociales en los niños y adolescentes (Ireland y Smith,
violencia en el contexto familiar también ha sido una variable que se ha configurado como un factor
de riesgo para los hombres en nuestro estudio. Con respecto al hecho de que la conducta antisocial
sólo haya actuado como un factor de riesgo para el sexo masculino, este resultado podría deberse a
que las tasas de prevalencia del comportamiento antisocial en población adolescente son
significativamente mayores en hombres que en mujeres (Pelegrín y Garcés de los Fayos, 2009; Pérez-
Fuentes et al., 2011), sobre todo a partir de los 16 años (Garaigordobil y Maganto, 2016), por lo que
es lógico pensar que para ellos esta variable tenga más peso que para las mujeres y por lo tanto
agresiones psicológicas contra la pareja, dando soporte a la hipótesis planteada, aunque de nuevo
sólo en el caso de hombres. Estos resultados son coherentes con los hallados por otros autores que
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 267
señalan que aquellas personas que son agresivas en términos generales tienen mayor probabilidad
de perpetrar violencia en sus relaciones de pareja (Finkel et al., 2012; Rey-Anacona, 2015). La
mayoría de las investigaciones previas han analizado la ira o la hostilidad y su asociación con la
violencia en la pareja, por lo que la agresividad verbal como otra forma de conducta agresiva no ha
sido objeto de atención por parte de la comunidad científica. Cabe destacar el trabajo de Foshee y
colaboradores (1999) con una muestra de adolescentes en el que concluyeron que perpetrar
violencia contra la pareja se asociaba con haber sufrido violencia en su familia, encontrando el papel
conflictos.
A pesar de que salir con frecuencia con el grupo de amigos se puede interpretar como un
indicador de establecer relaciones estrechas y cálidas con el grupo de iguales, lo cual reduciría la
probabilidad de que los adolescentes sean violentos en sus noviazgos (Foshee et al., 2013; Richards
et al., 2014), en nuestro estudio esta variable se configuró como un factor de riesgo para la
perpetración de violencia psicológica en los hombres. Así, este resultado podría reflejar que tener
planes frecuentes con el grupo de amigos esté relacionado con pasar más tiempo en la calle con
ellos, variable que sí que ha sido estudiada por algunos expertos señalando que aquellos
adolescentes que perciben escaso control parental tienen mayor probabilidad de ser violentos en sus
noviazgos, encontrando una asociación significativa para chicos cuando median otras variables como
tener amigos violentos en sus noviazgos (Foshee et al., 2001) o presentar una conducta antisocial
(Lavoie et al., 2002). Estas variables también actúan como factores de riesgo para los hombres en
nuestro estudio.
Con respecto al tercer y último objetivo de este trabajo, los modelos específicos obtenidos
compartir una amplia mayoría de factores de riesgo y de protección entre ellos y con la violencia
psicológica general. A continuación, pasamos a discutir aquellos factores específicos para cada una
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 268
de estas formas de violencia psicológica estudiadas, ya que la mayoría de los factores son comunes a
Violencia verbal
Para la violencia verbal, de nuevo los modelos constituidos por las variables relativas a la
relación de pareja y las variables individuales fueron los que mostraron mayor poder explicativo. Ser
víctima de violencia verbal se configuró como un factor de riesgo específico y de gran poder
explicativo para la perpetración de este mismo tipo de violencia tanto en hombres como en mujeres,
presentó como un factor de riesgo específico para la perpetración de la violencia verbal. Este
resultado es congruente con otros trabajos (Fernández-Fuertes et al., 2019; Palmetto et al., 2013). El
hecho de que las mujeres mantengan relaciones sentimentales más largas podría explicar que esta
variable constituya un factor de riesgo diferencial para ellas en esta forma de violencia tan frecuente.
Entre las variables individuales que configuran el modelo explicativo para la violencia verbal
la impulsividad se reveló como un factor de riesgo que no se había obtenido en el modelo para la
violencia psicológica global, aunque sí que aparece para la perpetración de tácticas celosas por parte
de las mujeres, como veremos más adelante. Este resultado refleja que el autocontrol se asocia con
la violencia verbal tal como han hallado previamente otros autores (Howard, 2014; Reyes et al.,
2017). Los resultados de nuestra investigación parecen señalar que, para las chicas adolescentes, un
déficit en el control de impulsos incrementa la probabilidad de responder con violencia verbal en una
situación de conflicto que pueda surgir en la relación, debido a la incapacidad de valorar la situación
y planificar su respuesta para resolver satisfactoriamente el problema. Otros de los factores de riesgo
diferenciales de la violencia verbal fueron el mantener una buena relación con los amigos, que se
configuró como un factor de protección para las mujeres, acorde con otros trabajos previos (Foshee
et al., 2013; Richard et al., 2014), y tener conflictos con los profesores que incrementó la
probabilidad de que ellas agrediesen a sus parejas verbalmente, también en la misma línea de lo
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 269
encontrado por otros autores (Earnest y Brady, 2016). Aunque es indiscutible la influencia que
ejercen los contextos de socialización en la conducta del adolescente, algunos autores han mostrado
diferencias en la forma de socializar en función del sexo que hacen que también perciban de forma
diferente el apoyo social: las mujeres muestran una socialización más caracterizada por mayor
expresividad de afecto y vinculación con los otros, mientras que los hombres socializan más
estilos de socialización quizás expliquen que mantener buenas o malas relaciones con amigos y
profesores sean factores que tengan mayor peso explicativo para la conducta agresiva de las
mujeres.
Para los hombres, salir con frecuencia con los amigos actuó como un factor de riesgo para
ejercer la violencia verbal contra la pareja, al igual que los resultados obtenidos en el modelo para la
violencia psicológica general, discutidos anteriormente. Sin embargo, esta variable no se configuró
como un factor con capacidad explicativa significativa para las tácticas celosas ni las tácticas de
dominancia.
Tácticas celosas
nuevo el modelo con mayor capacidad explicativa fue el constituido por las variables relativas a la
relación de pareja, mostrando que, tanto en hombres como en mujeres, sufrir tácticas celosas en su
relación de noviazgo era un potente factor de riesgo específico para la perpetración ese mismo tipo
En el caso de las mujeres aparecieron como factores de riesgo específicos para este tipo de
hostilidad, los resultados de nuestro estudio son similares a los obtenidos por Choi y colaboradores
(2017), quienes señalaron que las mujeres que ejercían violencia psicológica contra su pareja eran
significativamente más hostiles que sus homólogos masculinos. La impulsividad también se configuró
como un factor de riesgo sólo para las mujeres, pero no es específico para la perpetración de tácticas
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 270
celosas, sino que también para la perpetración de violencia verbal, tal como hemos desarrollado
anteriormente. En el caso de las tácticas celosas, podría guardar relación con el hecho de que
aquellas adolescentes más impulsivas, ante el temor de que su pareja les engañe o ante las
celosas contra la pareja tales como comprobar qué hace la pareja o exigirle explicaciones, aliviando
así de forma más inmediata su malestar emocional. Con respecto a la búsqueda de sensaciones, es
un rasgo de personalidad que está relacionado con la impulsividad en el que además se observa una
experiencia de gratificación al realizar comportamientos de riesgo. Así, los resultados obtenidos son
coherentes con otros trabajos que han estudiado el comportamiento violento en la adolescencia,
mostrando que aquellos adolescentes que buscan altos niveles de estimulación y de intensidad
emocional y que además tienen dificultades para demorar las recompensas futuras y regular su
conducta actual tienen más probabilidades de llevar a cabo conductas agresivas (Álvarez-Cienfuegos
y Egea, 2003). Por otro lado, algunos investigadores han relacionado la búsqueda se sensaciones con
noviazgo (Moral et al., 2017; Moral y Sirvent, 2009). Aquellas personas que establecen una relación
de dependencia emocional con sus parejas suelen experimentar celos intensos y una marcada
desconfianza, ya que el miedo a que la pareja le abandone se intensifica. Así, los resultados
obtenidos en nuestro estudio podrían reflejar que aquellas mujeres que tienen como rasgo de
incrementaría el riesgo de que perpetrasen tácticas celosas contra la pareja. Estos resultados aportan
datos novedosos que ponen de manifiesto la influencia que tiene la búsqueda de sensaciones en la
Al igual que ocurría en el modelo general, sentirse integrada en el instituto actuó como un
previos que hayan analizado la influencia de esta variable escolar en la perpetración de tácticas
celosas, nuestros resultados podrían reflejar que, para las mujeres adolescentes, sentirse integradas
en la escuela favorece que puedan participar de forma más activa en el mismo, desarrollando
comportamientos más proactivos y creando una red de apoyo en el centro que reduzca la
probabilidad de ejercer tácticas celosas contra la pareja ante los miedos o inseguridades que pueda
En el caso de los hombres, al igual que mostró el modelo para la violencia psicológica global,
la agresividad verbal es un factor de riesgo para la perpetración de tácticas celosas. Por otro lado, los
resultados de nuestra investigación mostraron que mantener una relación afectiva de cercanía con el
padre actúa como un factor de protección específico para ejercer tácticas celosas en el noviazgo, en
la línea de los resultados obtenidos por González-Guarda y colaboradores (2014) en su estudio. Estos
autores señalaron que la calidez y cercanía en las relaciones paternofiliales se asociaba con un menor
riesgo de perpetración de violencia en las relaciones de noviazgo, ya que se supervisan más las
relaciones del adolescente por parte de los padres y se hablaba abiertamente de ellas en la familia.
Nuestros resultados podrían señalar que, en los hombres adolescentes, mantener una relación de
cercanía con una figura de referencia masculina como es el padre, puede favorecer que compartan
con él los problemas o inseguridades que se den en su noviazgo, reduciendo el riesgo de que actúe
Tácticas de dominancia
tácticas de dominancia, la variable de la relación de pareja que mayor poder explicativo mostró fue
de nuevo ser víctima del mismo tipo de violencia, es decir, sufrir tácticas de dominancia por parte de
la pareja, reflejando de nuevo una correspondencia entre el tipo de violencia sufrida y emitida.
Además, tal como ya han señalado otros autores, la satisfacción en la relación de pareja influye en la
perpetración de la violencia en el noviazgo (Schnurr et al., 2010; Brown y Bulanda, 2008). Así,
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 272
nuestros resultados sugieren que sentirse satisfecho en la relación de pareja reduce el riesgo de
perpetrar tácticas de dominancia, aunque no muestra el mismo poder explicativo para la violencia
Las creencias sexistas se revelaron en nuestra investigación como una variable cuya
mujeres. Este resultado es similar a los resultados obtenidos por Shen y colaboradores (2012) que
encontraron una asociación entre las creencias sexistas y las tácticas de control. Estos resultados
podrían indicar que sostener este tipo de creencias es un importante factor de riesgo para ejercer
pareja sobre el otro, algo que no estaba presente en las otras formas de violencia psicológica
estudiadas.
Para las mujeres, los modelos obtenidos no mostraron la existencia de factores de riesgo o
En el caso de los hombres, ser víctima de violencia física en el contexto familiar aumentaba la
probabilidad de perpetrar tácticas dominantes contra la pareja. Este resultado podría reflejar que
aquellos chicos que sufren agresiones más graves en el hogar tienen mayor riesgo de ejercer
configurarse como un factor de riesgo específico para este tipo de violencia psicológica. Estos
resultados son similares a los obtenidos por Wolf y Foshee (2003), quienes obtuvieron una
asociación entre sufrir violencia física en el contexto familiar y perpetrar violencia en las relaciones
Por el contrario, mantener una relación afectiva con el padre y percibir una red de apoyo en
el centro escolar disminuye la probabilidad de que cometan este tipo de violencia. Estos resultados
reflejan la influencia que tiene el contexto familiar y escolar en los varones adolescentes.
CAPÍTULO 7: VARIABLES ASOCIADAS A LA PERPETRACIÓN 273
Así, los resultados sugieren que aquellos chicos que perciben que pueden acudir al centro
escolar en busca de ayuda al verse inmersos en una relación violenta tienen menos probabilidad de
ejercer tácticas de dominancia contra su pareja ante los conflictos que puedan darse en su noviazgo,
hallando en el centro la ayuda necesaria para llevar a cabo oras estrategias adecuadas para afrontar
dichos problemas. El hecho de que la violencia verbal o las tácticas celosas en muchas ocasiones sean
comportamientos más normalizados en los noviazgos de los adolescentes podría explicar que para
los chicos de nuestra muestra el centro escolar se convierta en un apoyo ante conductas violentas
que ellos consideren más graves como las tácticas de control y dominancia.
Con respecto al contexto familiar, de forma similar a los resultados obtenidos para la
perpetración de las tácticas celosas, aquellos chicos que mantienen una buena relación afectiva con
el padre tenían menos posibilidades de ejercer tácticas de dominancia contra su pareja. Estos
resultados sugieren de nuevo que, para los hombres, tener un referente masculino como es el padre
con el que establezcan una buena relación puede favorecer que acudan a él ante las dificultades que
tengan en sus relaciones de noviazgo, encontrando un apoyo que le protege de cometer tácticas de
control y de dominancia ante los problemas que pueda tener con su pareja.
psicológica en las relaciones de noviazgo de los adolescentes. Además, la mayoría de los factores
implicados en la problemática son comunes para hombres y mujeres y para las distintas formas de
violencia psicológica estudiadas, aunque parecen existir algunos factores diferenciales. Estos
centrarse en las características psicológicas del adolescente, destacando el poder explicativo que
obtenidos en los estudios de la presente tesis doctoral, así como las implicaciones teóricas y clínicas
1. CONCLUSIONES GENERALES
en nuestra sociedad actual, con importantes consecuencias en las personas inmersas en este tipo de
relaciones. En la última década, los estudios sobre la violencia en las relaciones de noviazgo de
adolescentes y jóvenes han crecido notablemente, pese a las limitaciones que sigue encontrando la
comunidad científica ante la ausencia de una definición operativa consensuada de la violencia en las
noviazgo que se pueden encontrar en población adolescente (Hamby y Turner, 2012; Ismail, et al.,
2007; Muñoz-Rivas, et al., 2014). No obstante, los trabajos realizados hasta la fecha han permitido
constatar que la violencia en las relaciones de noviazgo es un fenómeno dinámico en el que las
agresión, junto con actitudes y creencias que justifiquen el uso de esta (Muñoz-Rivas et al., 2015).
Por todo esto, las investigaciones sobre la violencia en el noviazgo son de gran necesidad y
relevancia, al igual que llevar a cabo estudios que se centren de forma específica en los noviazgos
que se establecen en población adolescente, al presentar características propias que los diferencian
de las relaciones sentimentales que se mantienen en la edad adulta, y ser una población de mayor
riesgo para sufrir violencia en sus relaciones románticas (Smith y Donnelly, 2001).
Por otro lado, aunque numerosos autores han señalado que la violencia psicológica es el tipo
de violencia más perpetrada por los adolescentes en sus noviazgos, históricamente los estudios
realizados han prestado mayor atención a la violencia física y/o sexual al ser más fácil su detección y
en ocasiones valoradas como más graves sus consecuencias. Por su parte, son numerosos los
violencia en las relaciones de pareja, sin embargo, la mayoría no han analizado de forma específica la
violencia psicológica. Por otro lado, aunque las tres formas de violencia (física, psicológica y sexual)
comparten factores de riesgo comunes, algunas investigaciones señalan que hay un peso diferencial
En líneas generales cabe destacar que los trabajos empíricos llevados a cabo en la presente
tesis doctoral son los únicos que han analizado de forma concreta la perpetración de la violencia de
tipo psicológica en adolescentes españoles, diferenciando entre formas específicas (violencia verbal,
tácticas celosas y las tácticas de dominancia). Además, se trata del primer estudio que contempla en
psicológica presentes no solo en las características individuales del adolescente sino también en sus
principales contextos de socialización, como son la familia, el grupo de iguales, la escuela y la relación
de pareja. Por otro lado, el conocimiento sobre las diferencias en función del sexo en la perpetración
de la violencia en la pareja sigue siendo limitado hasta la fecha (Dardis et al., 2014) por lo que en
1. Con respecto a las características de los noviazgos que establecen los adolescentes
españoles, los resultados obtenidos nos permiten concluir que la edad de inicio en las
relaciones de noviazgo está en torno a los 13 años, aunque las mujeres se involucran en
relaciones sentimentales a edades significativamente más tardías que los hombres y ellos
mantienen más relaciones de noviazgo que ellas. En términos generales los adolescentes
suelen mantener relaciones de noviazgo que califican como estables o serias y satisfactorias,
aunque la duración media de las relaciones más prolongadas en el tiempo se sitúa en torno a
los 10 meses. Aquellos adolescentes que mantienen relaciones de pareja más duraderas, las
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 277
califican como más estables o serias y se ven con mayor frecuencia con la pareja, son
2. Las altas tasas de prevalencia confirman los resultados obtenidos por estudios previos,
preventiva sobre el mismo. La violencia verbal es el tipo de violencia psicológica más ejercida
contra la pareja (el 90,8% de los adolescentes informa haber perpetrado al menos un acto de
este tipo de agresión en sus relaciones de noviazgo), seguida de las tácticas celosas (74,7%) y
las tácticas de dominancia (53,3%). Además, las mujeres son significativamente más
perpetradoras de violencia verbal y tácticas celosas que los hombres, mientras que algunas
mayor edad (adolescencia tardía) ejercen significativamente más violencia verbal, tácticas
celosas y algunas tácticas de control que aquellos que están en la adolescencia temprana.
Con respecto a las creencias que justifican el empleo de la violencia en el noviazgo, podemos
concluir que las cogniciones tienen un potente efecto en la conducta humana, pues aquellos
nuestro estudio permiten concluir que hay una correspondencia entre los tipos de creencias
noviazgo se asocia con perpetrar todas las formas de violencia psicológica que analizamos en
nuestro estudio (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia), mientras que
tener creencias que justifican el uso de violencia física contra la pareja se asocia también con
psicológica son de diversa índole, y en su mayoría comunes para hombres y mujeres, tal
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 278
como permiten concluir los resultados obtenidos en nuestro estudio. Las variables relativas a
la relación de pareja fueron las que mostraron mayor poder explicativo para la perpetración
variables del contexto escolar mostraron mayor capacidad explicativa que las del grupo de
como un factor de riesgo de gran peso para la perpetración de este tipo de violencia, lo cual
diada. Tanto para hombres como para mujeres, tener creencias que aceptan el uso de la
consumir drogas y tener altos niveles de ira son los factores de riesgo individuales con mayor
deseabilidad social es un factor de protección para ejercer este tipo violencia. En el contexto
familiar, ser testigo de violencia entre los padres y sufrir violencia psicológica por parte de
estos son factores de riesgo para que los adolescentes perpetren violencia psicológica contra
conductas violentas. Por otro lado, el absentismo escolar aumenta la probabilidad de ejercer
claras que rechacen la violencia se configura como un factor de protección, lo cual nos
permite confirmar la influencia que tiene este contexto de socialización en los adolescentes y
que nos ocupa, ya que relacionarse con parejas violentas es un factor de riesgo para
5. Los resultados de nuestro estudio permiten concluir que, aunque la mayoría de los factores
son comunes para ambos sexos, existen factores de riesgo y de protección diferenciales para
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 279
un noviazgo con una persona que consume drogas, sufrir tácticas de dominancia en la
violencia física en situaciones de conflicto con la pareja, son factores de riesgo específicos
para el sexo femenino. Por el contrario, la satisfacción en la relación de noviazgo, tener una
probabilidad de que las mujeres ejerzan la violencia psicológica contra su pareja. En el caso
de los hombres podemos concluir que, ser víctima de tácticas celosas en el noviazgo, tener
verbalmente y salir con frecuencia con los amigos aumentan la probabilidad de que ellos
6. Los resultados obtenidos en relación con los factores de riesgo y de protección asociados a la
perpetración de la violencia verbal, las tácticas celosas y las tácticas de dominancia permiten
comparten una amplia mayoría de factores de riesgo entre ellas. Cabe destacar que, de
nuevo, las variables relativas a la relación de pareja fueron las que mostraron mayor poder
explicativo para todos los tipos de violencia psicológica estudiados, seguidos de las variables
7. Aunque son poco numerosos, tal como muestran los resultados obtenidos, podemos concluir
que hay factores diferenciales para la violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de
dominancia. Hay que destacar que, sufrir violencia en la relación de pareja es un potente
factor de riesgo para ejercer ese mismo tipo de violencia contra la pareja (violencia verbal,
mujeres que establecen relaciones de noviazgo más duraderas o tienen problemas con sus
profesores tienen mayor riesgo de ejercer agresiones verbales contra la pareja, mientras que
establecer una buena relación con el grupo de iguales disminuye el riesgo; para los hombres
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 280
las salidas frecuentes con los amigos es un factor de riesgo específico para que sean
hostilidad y la búsqueda de sensaciones son factores de riesgo específicos para esta forma de
violencia solo en el caso de las mujeres; por su parte la agresividad verbal y mantener una
Por último, las creencias sexistas son un factor de riesgo específico para perpetrar tácticas de
dominancia en ambos sexos; para los hombres ser víctima de violencia física en el contexto
familiar y aceptar a parejas violentas en el grupo de iguales son factores de riesgo específicos
para este tipo de violencia, mientras que tener una buena relación afectiva con el padre y
2. RELEVANCIA E IMPLICACIONES
Los estudios realizados en la presente tesis doctoral implican una importante contribución
españoles.
pareja debe ser estudiado desde una perspectiva ecológica, partiendo de la base de que se trata de
un fenómeno multicausal y por tanto considerando en su estudio los factores culturales, sociales, de
interacción con los contextos próximos del adolescente e individuales (Rosales et al., 2013). Además,
tal como señalaron Catalano y Hawkins (1996) en su Modelo de Desarrollo Social, los múltiples
poder predictivo en función de la etapa evolutiva (infancia, adolescencia, edad adulta, etc.), por lo
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 281
que es fundamental desarrollar estudios que exploren de forma específica los factores asociados a la
La potencialidad de nuestro trabajo reside en ser el primero que ha estudiado los factores de
una misma investigación un número muy amplio de variables a diferentes niveles (ontogenético,
adolescente. Además, la mayoría de las investigaciones previas que han estudiado la violencia
psicológica lo han hecho basándose casi en exclusiva en la presencia de violencia verbal, sin tener en
cuenta la existencia de otras formas de violencia psicológica importantes tales como las tácticas
celosas y las tácticas de dominancia. A este respecto cabe destacar la aportación científica de
nuestros trabajos, al confirmar la coexistencia de distintas formas de violencia psicológica que son
Considerando los resultados obtenidos podemos destacar que las variables relativas a la
relación de pareja son las que mostraron mayor capacidad explicativa para la perpetración de la
violencia psicológica general y en todas sus formas, siendo la victimización de violencia psicológica en
el noviazgo el factor de riesgo con más peso. Este dato reflejaría la relevancia que tiene en la etapa
adolescente la influencia del comportamiento de la pareja en la problemática que nos ocupa. Sin
embargo, tal como señalan los modelos ecológicos, los diferentes factores presentes en los
diferentes niveles interaccionan entre sí. Así, por ejemplo, ser testigo de violencia en el contexto
familiar o ser víctima de ella por parte de sus padres favorece en el adolescente la adquisición de
conductas violentas, así como de creencias sobre lo aceptable de emplear la violencia psicológica en
sus relaciones de pareja y en otras relaciones, y dificulta la adquisición de habilidades necesarias para
solucionar los conflictos de una forma adaptativa (control de la impulsividad y de la ira, asertividad,
etc.). Por otro lado, aquellos adolescentes que tienen conductas violentas son más propensos a
relacionarse con iguales que muestran un comportamiento parecido, lo que a su vez aumenta la
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 282
probabilidad de que seleccionen a su pareja sentimental dentro de ese grupo de iguales y que esta
comparta ese perfil violento, favoreciendo que se establezcan relaciones de pareja agresivas.
También esto se relaciona con el contexto académico, pues aquellos adolescentes que presentan
absentismo escolar y que se relacionen con iguales que muestren los mismos problemas académicos
psicológica presentes no solo en las características individuales de los adolescentes, sino también en
sus contextos de socialización (relación de pareja, familia, centro educativo y grupo de iguales). La
principal implicación clínica de los estudios realizados en la presente tesis es poner de manifiesto la
violencia psicológica, que actúen sobre aquellos factores que han mostrado tener más capacidad
explicativa en la perpetración de este tipo de violencia. La población adolescente presenta altas tasas
de perpetración de violencia psicológica, y estas relaciones de noviazgo violentas son la antesala para
establecer relaciones sentimentales en la edad adulta asentadas en patrones agresivos. Así, a la luz
de los resultados obtenidos en nuestros estudios, para intervenir de manera eficaz sobre la
sobre los factores presentes en los distintos contextos de socialización del adolescente (pareja,
familia, escuela y amigos) y sobre las variables individuales del propio adolescente que se ha visto
llevado a cabo por De la Rue y colaboradores (2017), la mayoría de los programas preventivos que se
han implantado hasta la fecha lo han hecho actuando sólo sobre los factores individuales, siendo un
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 283
número más reducido aquellos que han incluido factores relativos a la familia y a otros contextos de
ser eficaces, produciendo efectos positivos a corto y medio-largo plazo en: (a) el conocimiento sobre
la violencia; (b) las actitudes sobre la violencia y creencias sexistas; (c) las habilidades de
al., 2017; Martínez- y Rey-Anacona, 2014). En su mayoría, estos programas están diseñados para
imparten a los adolescentes en el aula un determinado número de sesiones en las que se abordaba la
conocimiento sobre la violencia en el noviazgo y en las actitudes y normas que la sustentan son
importantes para intervenir sobre la problemática, algunos trabajos han demostrado que los
conductuales (Cornelius y Resseguie, 2007). Por ello, parece esencial incluir en los programas un
contenido más práctico que favorezca el desarrollo de habilidades, como por ejemplo de
Dates desarrollado por Foshee y colaboradores (1998), el cual mostró una buena eficacia.
A partir de los resultados obtenidos en la presente tesis doctoral, consideramos que sería
importante desarrollar programas de intervención que actuasen sobre aquellas variables que han
psicológica.
Respecto a las variables individuales del adolescente, así como las relativas a su relación de
pareja sería relevante actuar: desarrollando psicoeducación sobre las diferentes formas en las que se
puede ejercer y sufrir la violencia psicológica, desmitificando aquellas formas de abuso psicológico
que los adolescentes confunden con manifestaciones de amor; educar en las formas de apego que se
pueden establecer en una relación de pareja y cómo favorecer un apego seguro; intervenir sobre las
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 284
psicoeducación sobre el consumo de drogas tanto propio como el de la pareja y sus consecuencias
Con respecto a las variables del contexto familiar, nuestros resultados reflejan la importancia
violencia psicológica dentro del contexto familiar y concienciándoles de ello, así como dotando de
sus padres. En este aspecto, consideramos que sería interesante diseñar algunas sesiones de los
Desde el contexto académico, nuestros resultados sugieren que es clave desarrollar medidas
que combatan el absentismo escolar y así como actividades que favorezcan que los adolescentes se
sientan integrados en el centro educativo. Además establecer normas claras en el centro que
rechacen la violencia parece un factor de gran relevancia para prevenir la perpetración de la violencia
psicológica, por lo que, como han desarrollado otros programas, podría ser útil implementar
campañas de concienciación de la violencia en el noviazgo con cartelería por el centro que fomenten
que tanto víctimas como testigos denuncien cualquier situación de violencia, incluso estableciendo
un espacio específico en el centro educativo al que puedan acudir a pedir ayuda si se ven inmersos
en un noviazgo violento.
Algunos programas han actuado entrenando a líderes estudiantiles influyentes para que
intervengan en caso de ser testigos de violencia, fomentando así no solo una red de apoyo entre
tipo de medidas sería importante llevarlas a cabo para intervenir así sobre las variables del grupo de
iguales que han mostrado mayor capacidad explicativa en nuestro estudio para la perpetración de la
violencia psicológica, ya que fomentar el rechazo a la violencia en las relaciones de pareja de los
iguales podría favorecer que los adolescentes tendiesen a relacionarse menos con parejas violentas y
a no aceptarlas.
Los estudios llevados a cabo en la presente tesis doctoral no están exentos de limitaciones,
las cuales señalamos a continuación junto con indicaciones para las investigaciones futuras.
1) Diseño de la investigación
encontradas. Así, algunas de las variables estudiadas en la presente tesis doctoral (p.ej. una baja
autoestima, la sintomatología clínica, el absentismo escolar, relacionarse con iguales que mantienen
noviazgos violentos, el consumo de drogas, etc.), pueden ser tanto causa como consecuencia de la
violencia en la relación de noviazgo, por lo que se hace necesario llevar a cabo estudios
Por un lado, los participantes de los diferentes estudios realizados estaban escolarizados en
interés para participar en nuestra investigación, por lo que no hubo una selección aleatoria de los
centros. Este hecho podría afectar a la validez externa de los estudios, es decir, al grado en el que los
estuvo formada en su amplia mayoría por centros de enseñanza públicos, salvo uno de carácter
concertado, ya que todos los centros privados con los que contactamos declinaron nuestra invitación
los resultados a adolescentes escolarizados en centros privados. Además, nuestros datos tampoco
podrían ser generalizables a otras muestras de adolescentes, como aquellos que han abandonado los
estudios, a pesar de ser un perfil con más riesgo para cometer conductas problemáticas, tales como
comportamientos violentos y/o delictivos. No obstante, en nuestra muestra de estudio si que estuvo
formada por adolescentes con necesidades especiales que cursaban Programas de Cualificación
Profesional Inicial (PCPI). De cara a investigaciones futuras sería importante lograr la participación en
los estudios de centros escolares públicos, concertados y privados, y acceder a población adolescente
No obstante, frente a las limitaciones que afectan a la validez externa de los trabajos
empíricos que hemos realizado, cabe destacar que en nuestros estudios se emplearon muestras de
escolarizada en centros educativos, debido a las propias circunstancias de la dinámica diaria de los
3) Variables de estudio
violencia psicológica (violencia verbal, tácticas celosas y tácticas de dominancia), codificando como
“no agresor” aquellos casos que habían contestado a todos los ítems con 1 (“nunca”), señalando que
nunca habían perpetrado esos comportamientos en sus relaciones de noviazgo, y como “agresores” a
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 287
aquellos que habían respondido al menos a un ítem de la escala correspondiente con 2 (“rara vez”),
3 (“algunas veces”), 4 (“a menudo”) o 5 (“muy a menudo”). Se llevó a cabo este criterio de
dicotomización por ser uno de lo más utilizados en el campo de la violencia en las relaciones de
pareja, con el fin de poder facilitar así la comparación de nuestros resultados con los obtenidos por
otros estudios previos. No obstante, a la hora de interpretar los resultados y sacar conclusiones
sobre las tasas de prevalencia es importante tener en cuenta este criterio de dicotomización, ya que
contra su pareja sentimental, sino que incluyen a aquellos que han agredido en una sola ocasión a su
pareja realizando alguno de los comportamientos agresivos que recogen las escalas para cada tipo de
psicológica no nos permite discriminar entre agresores frecuentes o agresores puntuales, por lo que
en futuras investigaciones sería importante considerar esta limitación para explorar las tasas de
frecuencia al uso de la violencia psicológica en sus relaciones de noviazgo frente a aquellos que han
4) Instrumentos de medida
escalas que se desarrollaron de forma específica para nuestros estudios (p.ej., las escalas relativas a
evaluar el consumo de sustancias, la calidad de las relaciones familiares, las características del grupo
de iguales, del contexto escolar y las relativas a la relación de pareja). En términos generales los
similares a los de las versiones previamente validadas en población adolescente española. Sin
y empatía (IVE-J; validada en adolescentes españoles por Martorell y Silva, 1993), el índice de
consistencia interna obtenido fue inferior al obtenido por la validación previa, mostrando en nuestro
estudio una consistencia interna pobre, lo cual nos obliga a tomar con cautela los resultados
debido a la facilidad que ofrecen para acceder a muestras de estudio de gran tamaño como la
nuestra. No obstante, y a pesar de ser una de las técnicas de evaluación más empleadas en la
limitaciones como la ausencia de información sobre aspectos importantes del episodio violento (tales
como el contexto en el que se produce la agresión o la interpretación del episodio). Además, las
respuestas de los participantes podrían estar sesgadas por la deseabilidad social. Para futuras
el acceso a muestras amplias y representativas de adolescentes (los cuales podrían ser evaluados
mediante medidas de autoinforme), junto con la evaluación de una submuestra aleatoria de los
mismos (por ejemplo, un número reducido de clases seleccionadas al azar del total de las clases
4. CONCLUSIÓN FINAL
adolescentes españoles muestra altas tasas de perpetración que ponen de manifiesto la magnitud de
la problemática. Además, contamos con un cuerpo de evidencia científica que señala que la violencia
adolescencia tardía, mostrando una tendencia lineal positiva. Por otra parte, las relaciones de
noviazgo violentas que se establecen en la adolescencia pueden ser la antesala para desarrollar un
patrón relacional agresivo que se perpetúe en las posteriores relaciones románticas. Así, todo ello
CAPÍTULO 8: DISCUSIÓN GENERAL 289
presentes tanto en las características individuales de los adolescentes como en sus principales
contextos de socialización (relación de pareja, familia, centro educativo y grupo de iguales). Así, la
específicos para la población adolescente que actúen sobre los factores de riesgo y de protección
que han mostrado tener mayor poder explicativo en la perpetración de la violencia psicológica,
diseñando por tanto intervenciones que no se centren únicamente en las variables individuales del
adolescente, sino que intervengan también en la pareja, la familia, la escuela y el grupo de iguales,
destacando la gran capacidad explicativa que han mostrado las variables relativas a la relación de
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ANEXO 1 330
ANEXO 1:
PROTOCOLO DE EVALUACIÓN
ANEXO 1 331
Con respecto a tus padres ¿Cuál es su nivel de estudios (marca con una X) y su profesión (escríbela)?
HABITUALMENTE…….
Tu padre ha trabajado: Tu madre ha trabajado:
A tiempo completo
(8 horas o más al día)
A tiempo parcial
(5 horas o menos al día)
Ha estado desempleado
¿Has tenido novio/a alguna vez? SI NO (Si has respondido NO pasa a contestar a la sección G)
PARTE A PARTE B
(solo si estás saliendo con alguien ahora) (solo si NO estás saliendo con alguien ahora)
¿Cuánto tiempo llevas saliendo con tu novio/a? ¿Cuánto tiempo estuvisteis saliendo juntos?
Nº de meses__________
Nº de semanas________ Fecha de inicio de la relación:________________
Fecha de inicio de la relación:________________ Fecha de fin de la relación:__________________
__ Nos casaremos.
__ Seguiremos saliendo juntos.
__ Yo romperé con él/ella.
__ Él/ella romperá conmigo.
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
La siguiente es una lista de las cosas que tú o tu novio/a podríais haber hecho mientras discutíais.
A Marca la casilla en función de las veces que han sucedido cada una de las opciones en tu ACTUAL
relación. Si actualmente no tienes novio/a completa las preguntas de acuerdo a tu relación MÁS
RECIENTE (ÚLTIMO EX NOVIO/A). Por favor, indícanos si estás pensando en:
TU PAREJA ACTUAL
TU EX NOVIO/A MÁS RECIENTE (en caso de que no tengas pareja actual)
Algun Muy a
Rara A
Nunca as menu
vez menudo
veces do
¿Tú has discutido de forma tranquila? 1 2 3 4 5
1
¿Tu novio/a ha discutido de forma tranquila? 1 2 3 4 5
¿Tú has buscado información para apoyar tu punto de
1 2 3 4 5
vista?
2
¿Tu novio/a ha buscado información para apoyar su
1 2 3 4 5
punto de vista?
¿Tú has llamado o intentado llamar a otra persona para
1 2 3 4 5
que ayude a arreglar las cosas?
3
¿Tu novio/a ha llamado o intentado llamar a otra
persona para que ayude a arreglar las cosas? 1 2 3 4 5
¿Tú has insultado o maldecido a tu novio/a? 1 2 3 4 5
4
¿Tu novio/a te ha insultado o maldecido? 1 2 3 4 5
¿Tú te has molestado al hablar de un tema y/o te has
1 2 3 4 5
negado a hacerlo?
5
¿Tu novio/a se ha molestado al hablar de un tema y/o
1 2 3 4 5
negado a hacerlo?
¿Tú te has marchado molesto/a de la habitación, de la
1 2 3 4 5
casa o del lugar dónde estabais discutiendo?
6
¿Tu novio/a se ha marchado molesto/a de la habitación,
de la casa o del lugar dónde estabais discutiendo? 1 2 3 4 5
¿Tú has llorado como consecuencia de una discusión? 1 2 3 4 5
7 ¿Tu novio/a ha llorado como consecuencia de una
1 2 3 4 5
discusión?
¿Tú has dicho o hecho algo para fastidiar o “picar” a tu
1 2 3 4 5
novio/a?
8
¿Tu novio/a ha dicho o hecho algo para fastidiarte o
1 2 3 4 5
“picarte”?
¿Tú has amenazado con golpear o lanzar algún objeto a
1 2 3 4 5
tu novio/a?
9
¿Tu novio/a te ha amenazado con golpearte o lanzarte
1 2 3 4 5
algún objeto?
¿Tú has intentado sujetar físicamente a tu novio/a? 1 2 3 4 5
10
¿Tu novio/a ha intentado sujetarte físicamente? 1 2 3 4 5
¿Tú has lanzado algún objeto a tu novio/a? 1 2 3 4 5
11
¿Tu novio/a te ha lanzado algún objeto? 1 2 3 4 5
¿Tú has golpeado a tu novio/a? 1 2 3 4 5
12
¿Tu novio/a te ha golpeado? 1 2 3 4 5
¿Tú has empujado o agarrado a tu novio/a? 1 2 3 4 5
13
¿Tu novio/a te ha empujado o agarrado? 1 2 3 4 5
¿Tú has abofeteado a tu novio/a? 1 2 3 4 5
14
¿Tu novio/a te ha abofeteado? 1 2 3 4 5
¿Tú has pateado o mordido a tu novio/a? 1 2 3 4 5
15
¿Tu novio/a te ha pateado o mordido? 1 2 3 4 5
16 ¿Tú has intentado ahogar a tu novio/a? 1 2 3 4 5
ANEXO 1 334
1. ¿Alguna vez tú has hecho a tu novio/a alguna de 3. ¿Alguna vez tu novio/a te ha hecho alguna de las
estas cosas? Marca todas las que correspondan. siguientes cosas? Marca todas las que correspondan.
2. ¿Por qué motivos has agarrado, empujado, 4. ¿Por qué motivos tu novio/a te ha agarrado,
abofeteado pateado, golpeado, etc., a tu novio/a? empujado, abofeteado, pateado, etc.? Marca todas
Marca todas las respuestas que correspondan. las respuestas que correspondan.
5. ¿Qué hiciste cuando tu novio/a te agarró, empujó, abofeteó, pateó, golpeó, etc.? Marca todas las que
correspondan.
La siguiente es una lista de las cosas que tú o tu novio/a habéis podido hacer. Marca la casilla correspondiente en
C función del número de veces que ha sucedido cada una de las opciones.
Ni de Total
Total Algo Algo
De acuerdo ni En en
de de en
Acuerdo en Desacuerdo Desacuerdo
Acuerdo Acuerdo Desacuerdo
desacuerdo
1. Ayuda mucho recurrir a la pareja en
1 2 3 4 5 6 7
épocas de crisis
2. Normalmente discuto mis problemas
1 2 3 4 5 6 7
y preocupaciones con mi pareja
3. Hablo de las cosas con mi pareja 1 2 3 4 5 6 7
4. Encuentro fácil depender de mi pareja 1 2 3 4 5 6 7
5. No me siento cómoda abriéndome a
1 2 3 4 5 6 7
mi pareja
6. Prefiero no mostrar a mi pareja cómo
1 2 3 4 5 6 7
me siento por dentro
7. A menudo me preocupa que mi pareja
1 2 3 4 5 6 7
no se interese realmente por mí
8. Me da miedo que mi pareja pueda
1 2 3 4 5 6 7
abandonarme
9. Me preocupa que mi pareja no se
interese por mí tanto como me intereso 1 2 3 4 5 6 7
yo por él/ella
10. No confío plenamente en mi pareja 1 2 3 4 5 6 7
DURANTE EL TIEMPO QUE HA DURADO VUESTRA RELACIÓN, ¿con qué frecuencia has
D usado TÚ o TU PAREJA las siguientes sustancias? Señala con una X
EN EL CASO DE TU
EN TU CASO CONTESTA A LAS DOS PAREJA
COLUMNAS
1 2 3 4 5 Bebidas alcohólicas (cerveza, vino, ron, licores) 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Tabaco 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Marihuana o hachís (porros) 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Cocaína o derivados (pasta base, crack, etc.) 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Alucinógenos (ej., LSD o ácido, “tripis”, etc.) 1 2 3 4 5
1 2 3 4 5 Drogas de diseño (anfetaminas, éxtasis, MDMA, speed, cristal). 1 2 3 4 5
ANEXO 1 337
E Debajo encontrarás una lista de situaciones y de ciertas reacciones de la gente ante ellas. MARCA
TU GRADO DE ACUERDO O DESACUERDO CON LA REACCIÓN SUBRAYADA.
CONTESTA a estas afirmaciones marcando con una X solo a la que mejor se adapte a tu caso:
Ni de
Totalmente Totalmente
En acuerdo ni De
en de
Desacuerdo en Acuerdo
desacuerdo Acuerdo
desacuerdo
Soy capaz de decirle a un compañero que no me
1 1 2 3 4 5
gusta la manera en que él o ella me está tratando
Soy capaz de decir “no” cuando alguien me dice de
2 1 2 3 4 5
hacer algo que no quiero hacer
Soy capaz de rechazar una petición de un compañero
3 1 2 3 4 5
que no es razonable
Soy capaz de defender mis derechos cuando un
4 compañero me está dejando de lado o está siendo 1 2 3 4 5
desconsiderado contigo
ANEXO 1 338
Ni de
Totalmente Totalmente
En acuerdo ni De
en de
Desacuerdo en Acuerdo
desacuerdo Acuerdo
desacuerdo
Soy capaz de decirle a alguien que él o ella está
5 1 2 3 4 5
haciendo algo que me avergüenza
Soy capaz de enfrentarse a mi compañero más
6 1 2 3 4 5
cercano cuando él o ella ha roto una promesa
Soy capaz de decirle a un compañero que él o ella ha
7 1 2 3 4 5
hecho algo para herir mis sentimientos
Soy capaz de decirle a alguien que él o ella ha hecho
8 1 2 3 4 5
algo que me ha hecho enfadar
De vez en cuando no puedo controlar el impulso de
9 1 2 3 4 5
golpear a otra persona
Cuando no estoy de acuerdo con mis amigos, discuto
10 1 2 3 4 5
abiertamente con ellos
11 Me enfado rápidamente, pero se me pasa enseguida 1 2 3 4 5
12 A veces soy bastante envidioso 1 2 3 4 5
Si se me provoca lo suficiente, puedo golpear a otra
13 1 2 3 4 5
persona
14 A menudo no estoy de acuerdo con la gente 1 2 3 4 5
15 Cuando estoy frustrado, muestro el enfado que tengo 1 2 3 4 5
En ocasiones siento que la vida me ha tratado
16 1 2 3 4 5
injustamente
Si alguien me golpea, le respondo golpeándole
17 1 2 3 4 5
también
18 Cuando la gente me molesta, discuto con ellos 1 2 3 4 5
Algunas veces me siento tan enfadado como si
19 1 2 3 4 5
estuviera a punto de estallar
Parece que siempre son otros los que consiguen las
20 1 2 3 4 5
oportunidades
Me suelo implicar en las peleas algo más de lo
21 1 2 3 4 5
normal
Cuando la gente no está de acuerdo conmigo, no
22 1 2 3 4 5
puedo remediar discutir con ellos
23 Soy una persona apacible 1 2 3 4 5
Me pregunto por qué algunas veces me siento tan
24 1 2 3 4 5
resentido por algunas cosas
Si tengo que recurrir a la violencia para proteger mis
25 1 2 3 4 5
derechos, lo hago
26 Mis amigos dicen que discuto mucho 1 2 3 4 5
Algunos de mis amigos piensan que soy una persona
27 1 2 3 4 5
impulsiva
28 Sé que “mis amigos” me critican a mis espaldas 1 2 3 4 5
Hay gente que me incita a tal punto que llegamos a
29 1 2 3 4 5
pegarnos
30 Algunas veces pierdo los estribos sin razón 1 2 3 4 5
31 Desconfío de desconocidos demasiado amigables 1 2 3 4 5
No encuentro ninguna buena razón para pegar a una
32 1 2 3 4 5
persona
33 Tengo dificultades para controlar mi genio 1 2 3 4 5
Algunas veces siento que la gente se está riendo de
34 1 2 3 4 5
mí a mis espaldas
ANEXO 1 339
Ni de
Totalmente Totalmente
En acuerdo ni De
en de
Desacuerdo en Acuerdo
desacuerdo Acuerdo
desacuerdo
35 He amenazado a gente que conozco 1 2 3 4 5
Cuando la gente se muestra especialmente amigable,
36 1 2 3 4 5
me pregunto qué querrán
37 He llegado a estar furioso que rompía cosas 1 2 3 4 5
CONTESTA a estas afirmaciones marcando con una X solo a la que mejor se adapte a tu caso:
Totalmente en En De Totalmente
desacuerdo Desacuerdo Acuerdo de Acuerdo
1 En general, estoy satisfecho/a conmigo mismo/a 1 2 3 4
2 A veces pienso que no soy bueno/a en nada 1 2 3 4
Tengo la sensación de que poseo algunas buenas
3 1 2 3 4
cualidades
Soy capaz de hacer las cosas tan bien como la mayoría de
4 1 2 3 4
las personas
Siento que no tengo demasiadas cosas de las que sentirme
5 1 2 3 4
orgulloso/a
6 A veces me siento realmente inútil 1 2 3 4
Tengo la sensación de que soy una persona de valía al
7 1 2 3 4
menos igual que la mayoría de la gente
8 Ojalá me respetara más a mí mismo/a 1 2 3 4
9 En definitiva, tiendo a pensar que soy un fracasado/a 1 2 3 4
10 Tengo una actitud positiva hacia mí mismo/a 1 2 3 4
CONTESTA a estas afirmaciones marcando con una X solo a la que mejor se adapte a tu caso:
Verdadero Falso
1 Me gustan los deportes arriesgados 1 2
2 Me gustaría explorar una ciudad o barrio desconocido yo solo a pesar de poder perderme 1 2
3 A menudo desearía ser un escalador de montañas 1 2
4 Sería capaz de volar con un ala delta 1 2
5 Me gusta abrir animales o experimentar con ellos 1 2
6 Sería capaz de dormir en la calle o en parque público 1 2
7 Bajaría una gran pendiente esquiando 1 2
8 ¿Te da pena ver a una persona nueva que está sola en un grupo? 1 2
9 ¿Compras a menudo cosas por impulso? 1 2
10 ¿Sueles hacer o decir cosas sin detenerte a pensar? 1 2
11 ¿Te dan pena los niños muy tímidos? 1 2
12 ¿Te metes a menudo en líos por hacer las cosas sin pensar? 1 2
13 ¿Sueles trabajar deprisa sin reparar luego las respuestas? 1 2
14 ¿Eres una persona impulsiva? 1 2
15 ¿Te afecta mucho cuando alguno de tus amigos parece alterado o preocupado? 1 2
16 ¿Sueles pensar bien las cosas antes de hacerlas? 1 2
17 ¿Te afecta mucho cuando ves llorar a alguien? 1 2
18 ¿Te saltas a veces las reglas sin pensarlo? 1 2
ANEXO 1 340
Verdadero Falso
19 ¿Te afecta ver preocupación y pánico a tu alrededor? 1 2
20 ¿Puedes tomar decisiones sin preocuparte por los sentimientos de otras personas? 1 2
21 ¿Crees que el planificar las cosas les quita la gracia? 1 2
¿Puedes imaginarte la tristeza que alguien sentiría si de repente se le muere su animal
22 1 2
preferido?
Durante una prueba o examen, ¿das a veces la primera respuesta que te viene a la cabeza y
23 1 2
luego olvidas repasarla?
¿QUÉ PIENSAS SOBRE ESTAS AFIRMACIONES? Pon una X en la mejor respuesta para ti
Verdadero Falso
1 Algunas veces es duro para mi continuar con mi trabajo si no estoy animado/a. 1 2
2 En ocasiones me encuentro resentido si no me salgo con la mía. 1 2
En ciertas ocasiones he dejado de hacer algo por pensar que tenía muy pocas
3 1 2
habilidades.
Ha habido momentos en los cuales he pensado en rebelarme contra las figuras de
4 1 2
autoridad, aún cuando sé que ellos tienen razón.
5 No importa con quien esté charlando, siempre escucho con atención. 1 2
6 Ha habido ocasiones en las cuales me he aprovechado de alguien. 1 2
7 Siempre estoy dispuesto/a a aceptar cuando he cometido un error. 1 2
8 En ocasiones intento vengarme de alguien en lugar de olvidar y perdonar. 1 2
9 Soy siempre cordial con todos, incluso con la gente desagradable. 1 2
10 Nunca me molesto cuando alguien expresa ideas muy diferentes de las mías. 1 2
Ha habido ocasiones en las que me he puesto un poco celoso/a por la buena suerte
11 1 2
de otros.
12 En ocasiones me irrito cuando alguien me pide favores. 1 2
13 Nunca he dicho nada deliberadamente para herir los sentimientos de otra persona. 1 2
A continuación, contesta a las siguientes afirmaciones. Marca Verdadero si has realizado alguna vez estas
actividades en el último año o marca Falso en el caso de Nunca en el caso de que no lo hayas hecho.
Verdadero Falso
1 Escaparte del colegio/instituto 1 2
2 Colarte en una fila cuando hay que esperar el turno 1 2
3 Robar cosas de una tienda 1 2
4 Romper cristales de casas deshabitadas 1 2
5 Ir en pandilla y pelearse con gente más joven que tú y tus amigos 1 2
6 Robar cosas del colegio
7 Estropear o romper cosas de lugares públicos como la calle, el cine, autobuses 1 2
8 Comprar bebidas alcohólicas para el botellón 1 2
9 Falsificar una nota (carta o justificante) de tus padres 1 2
10 Entrar en propiedades privadas como jardines, urbanizaciones 1 2
11 Ensuciar las calles o aceras rompiendo botellas o vertiendo basuras 1 2
12 Decir muchas palabrotas o tacos 1 2
13 Entrar en una propiedad privada para robar algo 1 2
14 Ser mal educado con personas desconocidas 1 2
ANEXO 1 341
Esta es una lista de problemas y situaciones que la gente experimenta en ocasiones. Por favor, marca con una X la
opción que mejor se juste a lo que has sentido durante la SEMANA PASADA incluyendo el día de hoy.
Mucho o
Moderada
Nada Poco Bastante extremada
mente
mente
2. ¿Cuando tienes alguna duda o dificultad con 6. ¿Cuando tienes alguna duda o dificultad con tus
tus estudios acudes a tu madre para que te estudios acudes a tu padre para que te aconseje
aconseje sobre los que puedes hacer? sobre lo que puedes hacer?
__ Nunca __ Nunca
__ Algunas Veces __ Algunas Veces
__ Siempre __ Siempre
4. Hablo con sinceridad y confianza con mi 8. Hablo con sinceridad y confianza con mi padre
madre sobre mis asuntos personales: sobre mis asuntos personales:
__ Nunca __ Nunca
__ Algunas Veces __ Algunas Veces
__ Siempre __ Siempre
5. Mi madre suele elogiarme por las cosas que 9. Mi padre suele elogiarme por las cosas que
hago: hago:
__ Nunca __ Nunca
__ Algunas Veces __ Algunas Veces
__ Siempre __ Siempre
A LO LARGO DE TUVIDA, ¿con qué frecuencia tus padres hicieron las siguientes cosas?
1. ¿Cómo es tu relación con tus amigos? 4. En tu grupo de amigos, ¿has visto que
__ Muy Mala alguna de las parejas que hay hayan sido
__ Mala agresivos entre ellos?
__ Regular
__ Buena __ Nunca
__ Muy buena __ Algunas Veces
__ Siempre
2. Elige la alternativa que más se justa a tu caso con respecto
a la siguiente afirmación: “YO SOY UNA PERSONA 5. En tu grupo de amigos, ¿se acepta que las
IMPORTANTE EN MI GRUPO DE AMIGOS” parejas sean agresivas?
Esta es una lista de cosas que la gente hace cuando está molesta o enfadada. Valora con qué frecuencia SE PUEDE
JUSTIFICAR que un novio/a haga alguna de ellas (es decir, que esté bien que lo haga o que sea apropiado). CONTESTAR
LAS DOS COLUMNAS, TANTO PARA LAS MUJERES COMO PARA LOS HOMBRES.
¿QUÉ OPINAS SOBRE ESTAS AFIRMACIONES? Señala con una X la opción que se ajuste a lo que tú piensas:
ANEXO 2:
EDUCATIVOS
ANEXO 2 347
I.E.S. XXXXXXX
Departamento de Orientación
Nº Fax: XXXXX
Nª Páginas: 4
Estimados compañeros:
En definitiva, con este proyecto se pretende ampliar el trabajo preventivo desarrollado por
el equipo de investigación, así como maximizar las intervenciones entre las escuelas, las
familias y otros agentes sociales para erradicar cualquier tipo de violencia.
Para ello, es fundamental poder contar con datos objetivos que nos aporten los
adolescentes sobre las variables que están en la base de los comportamientos agresivos que
pueden llevar a cabo dentro de sus relaciones de pareja (cuestionario autoinformado de 50
minutos de aplicación). Es en este punto en el que vuestra ayuda es completamente necesaria
aunque entendemos que supone un esfuerzo por parte de la dirección del centro, vuestro
departamento de orientación y de todos los componentes del claustro de profesores. Siendo
conscientes de ello y con el fin de compensar este esfuerzo, el equipo de investigación se
compromete con vuestro Instituto a:
Personal investigador:
Gracias de antemano por leer nuestra carta de presentación del proyecto y sin otro
particular, me despido atentamente.
Facultad de Psicología
Universidad Autónoma de Madrid.
Muñoz-Rivas, M. J., Graña, J.L. y González, P (2011). Abuso psicológico en parejas jóvenes.
Psicología Conductual, 19, 117-131.
ANEXO 3:
Madrid, a XX de XX de 20XX
Estimados padres:
Con este objetivo, los alumnos de XXXX realizarán un cuestionario acerca de sus
relaciones interpersonales, de forma anónima y voluntaria. La información obtenida con estos
cuestionarios será utilizada para determinar las áreas de actuación en las que nos debemos
centrar y desarrollar las guías de prevención, las cuáles pretenden mejorar la comprensión que
los alumnos tienen de la violencia de género y favorecer el establecimiento de relaciones
interpersonales saludables. Asimismo, se desarrollarán guías para los institutos y las familias.
Con esta carta pretendemos informales del trabajo que se realizará y ponernos a su
disposición en caso de que tengan cualquier duda o inconveniente.
Atentamente.