Artículo Sobre FARINELLI EN ESPAÑA
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Resumen: Farinelli estuvo más de veinte años trabajando en España al servicio de Felipe
V y Fernando VI, entre 1737 y 1759, contribuyendo a fortalecer la imagen de la monarquía
española en el extranjero. Sin embargo, su paso por España ha estado marcado por dos mitos
que han ensombrecido su papel en la corte: un «mito de entrada», donde el castrato aparece
como el sanador del melancólico Felipe V, y otro «de salida», donde un Carlos III carente de
gusto musical lo habría expulsado de manera inmisericorde. Ambos se forjaron en el siglo
XVIII, cuando embajadores, escritores, artistas e historiadores ingleses utilizaron la fama de
Farinelli para criticar la política española, en pleno contexto bélico entre Inglaterra y España.
La leyenda fue acogida después por la musicología nacionalista española del siglo XIX, que
consideraba perjudicial la influencia histórica de los músicos italianos, llegando hasta el pre-
sente. Analizaremos la genealogía de ambos mitos y su pervivencia hasta el día de hoy, desde la
historiografía musical del siglo XVIII hasta la musicología reciente, prestando especial atención
a los motivos políticos, ideológicos y gremiales que explican su pervivencia en el presente, desde
la «leyenda negra» y el nacionalismo hasta los plagios o el uso de metodologías poco adecuadas.
* Las líneas generales de este artículo se presentaron en el Congreso Internacional Gli scambi
musicali fra Italia e Spagna nei secoli XVIII e XIX, organizado por el Centro Studi Opera Omnia
Luigi Boccherini (Lucca), en colaboración con el Instituto Cervantes de Roma, la Italian National
Edition of Luigi Boccherini’s Complete Works y el Centro Europeo di Studi Culturali (Roma),
con el patrocinio de la Oficina Cultural de la Embajada de España en Italia, celebrado entre los
días 3 y 5 de mayo de 2016, en el Instituto Cervantes de Roma (Piazza Navona).
Abstract: Between 1737 and 1759, Farinelli spent more than twenty years in Spain,
working in the service of Philip V and Ferdinand VI and helping to strengthen the
image of the Spanish monarchy abroad. Nonetheless, this period has been marked
by two myths that have overshadowed his role in the court: a «myth of entrance»,
in which the castrato appears as the healer of the melancholic Philip V; and another
«of departure», in which a Charles III disinterested in music cruelly expels him. Both
myths were forged in the 18th century, when English ambassadors, writers, artists,
and historians, in the midst of a war between England and Spain, used Farinelli’s
fame to criticize Spanish politics. The legend was later embraced in the 19th century
by Spanish nationalist musicology, which considered the historical influence of Italian
musicians to be detrimental, and it has endured to the present day. This essay analyzes
the genealogy of both myths and their survival, from the musical historiography of
the 18th century to recent musicology, paying special attention to the ideological and
historiographical motives that explain their persistence, from the «black legend» and
nationalism to plagiarism and the use of inadequate methodologies.
Introducción
1
Verdi, Luigi (ed.). Il Farinelli ritrovato. Atti del Convegno di studi, Bologna, 29 maggio 2012.
Lucca, LIM, 2015.
2
Broschi, Carlo (Farinelli). Fiestas reales [Descripción del estado actual del Real Teatro del Buen
Retiro. De las funciones hechas en él desde el año 1747 hasta el presente: de sus individuos, sueldos y
encargos; De las diversiones que anualmente tienen los reyes nuestros señores en el Real Sitio de Aran-
juez], ed. facsímil del Consorcio para la Organización de Madrid como Capital Europea de la
Cultura y Patrimonio Nacional. Madrid, Turner, 1992. Sobre la calidad de este manuscrito, véase
Erro, Sara y Domínguez Rodríguez, José María. «Las sonatas de Scarlatti y su entorno: análisis
contextual desde una perspectiva codicológica». Reales Sitios: Revista del Patrimonio Nacional, 177
(2008), pp. 48-64.
3
Los centenarios de Metastasio celebrados en 1982 y 1998 han generado una amplia biblio-
grafía sobre la relación entre ambos. Véase, e.g., Carreras, Juan José y Leza, José Máximo. «La
recepción española de Metastasio durante el reinado de Felipe V (c. 1730-1746)». Pietro Metastasio
(1698-1782), uomo universale. Andrea Sommer-Mathis y Elisabeth Theresia Hilscher (eds.). Viena,
Verlag der Österreichischen Akademie der Wissenschaften, 2000, pp. 251-267.
4
Véase Francesco Battaglioli. Escenografías para el Real Teatro del Buen Retiro. Del 18 de mayo
al 16 de junio de 2013. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Teatro de la Zarzuela, 2013;
Torrione, Margarita. «Nueve óleos de Francesco Battaglioli para el Coliseo del Buen Retiro».
La Corte de los Borbones: crisis del modelo cortesano. José Martínez Millán, Concepción Camarero
Bullón y Marcelo Luzzi Traficante (coords.), 3 vols., Madrid, Polifemo, 2013, vol. 3, pp. 1733-1777;
Ibid. «Decorados teatrales para el Coliseo del Buen Retiro en tiempos de Fernando VI: cuatro
óleos de Francesco Battaglioli». Reales Sitios: Revista del Patrimonio Nacional, 143 (2000), pp. 40-51.
5
«Ferri, Matteucci, e Guadagni furono creati Cavalieri, Farinelli ebbe la croce di Calatrava
in Ispagna, dove sotto la sua direzione, e regolamento si rinovellò negli spettacoli teatrali tutta
la magnificenza, e il buon gusto dell’antica Atene». Arteaga, Esteban de. Le rivoluzioni del
teatro musicale italiano. Dalla sua origine fino al presente. Bolonia, Carlo Trenti, 1783, vol. 1, p. 308.
6
Eximeno, Antonio. Del origen y reglas de la música, con la historia de su proceso, decadencia
y restauración. Francisco Antonio Gutiérrez (trad.). Madrid, Imprenta Real, 1796, vol. 3, p. 223.
7
En Estados Unidos, Belasco Theatre (Nueva York). En Italia, Teatro Stabile Catania (entre
otros).
8
Véase Harris, Ellen T. «Twentieth-Century Farinelli». The Musical Quarterly, 81, 2 (1997),
pp. 180-189.
9
Cf. Torrione, Margarita. «La casa de Farinelli en el Real Sitio de Aranjuez: 1750-1760 (nue-
vos datos para la biografía de Carlos Broschi)». Archivo Español de Arte, 175 (1996), pp. 323-333.
10
E.g., Farinelli et son temps (EMI, 5552502 02 3-2-4-NL, 1994), Arie di Farinelli (Bongiovanni,
GB 5564-2, 1995), Farinelli Arien (CSM, 9842-D1, 1998), Arias para Farinelli (Harmonia Mundi,
HMG501778, 2002), Il Quaderno dell’Imperatrice (Concerto, 2007, 2009), Farinelli: Porpora Arias
(Erato, LC 7873, 2013), Rivals: Arias for Farinelli & Co. (Deutsche Harmonia Mundi, 3744012,
2013) o El Maestro Farinelli (Archiv Produktion, 002037102, 2014).
11
Véase Moradiellos, Enrique. Las caras de Clío. Una introducción a la historia. Madrid, Siglo
XXI, 2001.
12
El lector encontrará buena parte de dicha bibliografía en Mali, Joseph. Mythistory: The
Making of a Modern Historiography. Londres, The University of Chicago Press, 2003.
13
Véase Blumenberg, Hans. Trabajo sobre el mito. Pedro Madrigal (trad.). Barcelona, Paidós,
2003, p. 165 y ss.
14
Sobre esta distinción, véase Austin, John L. Cómo hacer cosas con palabras. Palabras y acciones.
Genaro R. Carrió y Eduardo A. Rabossi (trads.). Barcelona, Paidós, 1991.
La Reina está tratando de encontrar diversiones para el Rey, que tiene una
aversión natural por la música: pero si puede cambiar su temperamento hasta
el punto de divertirle con ella, podría evitar que ambos piensen en asuntos más
turbulentos16.
15
Torrione, Margarita. «Fiesta y teatro musical en el reinado de Felipe V e Isabel de Farnesio:
Farinelli, artífice de una resurrección». El Real Sitio de La Granja de San Ildefonso. Retrato y escena
del Rey. Delfín Rodríguez Ruiz (ed.). Madrid, Patrimonio Nacional, 2000, pp. 220-240, p. 222.
16
«The Queen is endeavouring to look out for Diversions for the King, who has a natural
aversion for Musick [sic]: but if she can change his Temper so far as to amuse him with it, it
[music] may keep them both from thinking of more turbulent matters». Cit. McGeary, Thomas.
«Farinelli in Madrid: Opera, Politics, and the War of Jenkin’s Ear». The Musical Quarterly, 82, 2
(1998), pp. 383-421, p. 385. La transcripción de los textos extranjeros corresponde a los originales
sin modernizar.
17
Véase Torrione, M. «Fiesta y teatro musical…», pp. 220-222. La autora subraya que incluso
«en fechas próximas a la llegada de Farinelli, las cuentas de las “Jornadas” de Aranjuez, San
Ildefonso y San Lorenzo prueban que el rey tenía frecuentes conciertos en su cuarto, a cargo
de un escogido ramillete de entre diez y quince músicos de su capilla». Cf. Morales, Nicolás.
L’artiste de cour dans l’Espagne du XVIIIe siècle: étude de la communauté des musiciens au service de
Philippe V (1700-1746). Madrid, Casa de Velázquez, 2007.
18
«Pour le divertir». Baillet, Adrien. La vie de Monsieur Descartes. París, Daniel Horthemels,
París, 1691, vol. 2, p. 395. También afirma el biógrafo que fue «retenu par la Reine», idea que
luego veremos también en el caso de Farinelli. Sobre la poca fiabilidad histórica de este testi-
monio, véase Watson, Richard A. «René Descartes n’est pas l’auteur de “La Naissance de la
Paix”». Archives de Philosophie, 53, 3 (1990), pp. 389-401.
19
«Farinelli passera sans doute à Paris au commencement de juillet, ayant à faire un tour
en Espagne». Cit. McGeary, T. «Farinelli in Madrid...», p. 415, nota 16.
Desde el primer día que llegué aquí he seguido la misma vida de cantar todas
las noches a los Pies Soberanos, y siempre he sido escuchado como si fuese el pri-
mer día. Me conviene rogar a Dios que me conserve la salud para continuar con la
vida presente: me bebo todas las santas noches 8 o 9 arias, nunca hay descanso21.
Su diversión por la noche es escuchar a Farinelli cantar las mismas cinco arias
italianas que cantó la primera vez ante él, y ha continuado cantando cada noche
durante cerca de doce meses. Pero su Gracia deberá sonreír cuando le informe de
que el Rey mismo imita a Farinelli, a veces durante el aria, otras veces cuando ya
ha terminado la música, y se entrega a tales caprichos y aullidos, que se toman
todas las medidas posibles para prevenir que la gente se percate de sus locuras22.
20
«Votre Orpheé, madame, sera à Paris vers le 15 juillet v.s., il va en Espagne apparemment
pour chasser, car il ne fait point d’autre métier. Il y a été invité par des lettres de quelques
ambassadeurs et il a order d’aller à Madrid et de ne point dire qu’il va par ordre de la Cour».
Ibid., nota 17.
21
«Dal primo giorno che qui arrivai seguito quella medesima vita di cantare tutte le sere
ai Piedi Sovrani, e sono ascoltato come se fosse sempre il primo giorno. Mi conviene pregare
Iddio che mi conserva in salute per continuare la vita presente: mi bevo tutte le sante sere 8 in
9 arie in corpo, non v’è mai riposo». Broschi, Carlo. La solitudine amica. Lettere al conte Sicinio
Pepoli. Carlo Vitali (ed.). Palermo, Sallerio, 2000, pp. 143-144.
22
«His diversion at night is to hear Farinelli sing the same five Italian airs that he sung the
first time he performed before him, and has continued to sing every night for near twelve month
[sic] together. But your Grace must smile, when I inform you that the King himself imitates
Farinelli some times air after air, and sometimes after the musick is over, and throws himself
into such Freaks and howlings, that all possible means are taken to prevent people from being
witness to his Follies». McGeary, T. «Farinelli in Madrid...», Apéndice 1, p. 410.
23
En el inventario legal de sus bienes se habla de una bolsa donde Farinelli guardaría «parte
della Musica cantata in vita di Filippo Quinto», donde aparecen varias decenas de arias y sonatas.
Cit. Cappelletto, Sandro. La voce perduta. Vita di Farinelli. Evirato cantore. Turín, EDT, 1995, p. 69.
vuelve a subrayar por estas fechas la locura del rey, asegurando que esta
habría llevado a la reina a «retener» al cantante en España:
24
«The King and Queen amuse themselves with Farinelli. The Necessity She was in to find
out some diversion for the King, and the Success she has had in finding it, would almost excuse
the party she has taken to retain that Performer [...] Some thing was absolutely necessary to
amuse him [the King] at home to keep his mind as much in motion, as his natural Melancholy
will allow it to be» (22 de agosto / 2 de septiembre). Ibid., p. 390.
25
«Sempre più mi metto in testa la massima di lasciare la professione prima che lei lascia
me», escribe en una carta del 23 de mayo de 1735 al conde Pepoli. Broschi, C. La solitudine…,
p. 136. En otra carta, la ya citada del 16 de febrero de 1738, insiste en ello, contándole que no
soporta más «né le fatighe, né il teatro, né l’invidiosa turba», p. 143.
26
Uno establece que «Carlos Broschi, llamado Farinelo, quede en mi real seruicio en calidad
de familiar Criado mio, con dependencia solo de mi, y de la Reyna», apelando a «su singular
habilidad y destreza en cantar»; el otro, que será «Musico de Camra. desus Mages. dejando de
cantar en los teatros Publicos». Cit. McGeary, T. «Farinelli in Madrid...», Apéndice 2, pp. 410-413.
27
«Dio ha esaudito le mie preghiere più tosto di quello ch’io speravo: l’anno prossimo avevo
di già fissato il non cantar più in Teatri, non potendo ne più soffrire né le fatiche né il Teatro né
il costume della turba. La Divina Provvidenza, la quale non mi ha mai mancato, ha inspirato
nel core de questi Gloriosi Monarchi [per] quel poco mio merito mille clementissime grazie in
un punto, onde posso dire adesso con bella pace: ‘‘haec est requies mea’’». Carta a Pepoli del 16
de febrero de 1738. Broschi, C. La solitudine…, p. 143.
28
Así se desprende de sus cartas a Sicinio Pepoli. Cf. Boris, Francesca. «Vado al teatro per
disporre festa. Farinelli: cartas desde España al conde Sicinio Pépoli». España festejante. El siglo
XVIII. Margarita Torrione (ed.). Málaga, CEDMA, 2000, pp. 349-364, p. 350, sostiene que «la
dimensión cortesana prevalece sobre la teatral, que es el aspecto que más nos sigue interesan-
A esto añade otra apreciación importante que explica, quizá mejor que
ningún otro testimonio, la fama que ganó Farinelli desde el principio como
un personaje de gran influencia política. El cantante goza de una sólida
posición en la corte que le permite entrar y salir de los apartamentos
reales sin rendir cuentas ante nadie:
do de Farinelli. El problema es que él, ahora, está más interesado por la Corte. Le fascinan las
novedades que está viviendo, las relaciones con la familia real, las noticias de política exterior,
los mecanismos sociales del mundo en el que vive y ha elegido». Los cometidos de Farinelli
serán muy variados a partir de entonces; incluso sería el «encargado de solicitar al platero la
fabricación de joyas para los monarcas» en época de Fernando VI, según Aranda Huete, Amelia.
«Las joyas de Fernando VI y Bárbara de Braganza». Estudios de Platería. Jesús Rivas Carmona
(coord.). Murcia, Universidad de Murcia, 2006, pp. 21-44, p. 25.
29
«Il mio merito ha procacciato in me d’esser stato riguardato non come Farinelli, ma come
Farinelli ambasciatore», carta a Pepoli del 16 de febrero de 1738. Broschi, C. La solitudine…, p.
144. Cf. carta del 25 de febrero de 1749, donde B. Keene presenta al marqués de la Ensenada
como alguien «who entirely depends upon him [= Farinelli]». The Private Correspondence of Sir
Benjamin Keene. Richard Lodge (ed.). Cambridge, Cambridge University Press, 1933, p. 98.
30
Cf. Torrione, Margarita. «Farinelli en la corte de Felipe V». Torre de los Lujanes: Boletín de
la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, 38 (1999), pp. 121-138, p. 131, recuerda el
papel jugado por Farinelli —que ya en 1739 aparece mencionado en la Gaceta de Madrid— para
que la ópera entrase «con todos los honores en palacio». Cf. Torrione, Margarita (ed.). Crónica
festiva de dos reinados en la «Gaceta de Madrid» 1700-1759. París, CRIC, 1998. Véanse las menciones
a Farinelli en Gaceta de Madrid, 42 (27 de octubre de 1739) p. 204; 16 (21 de abril de 1750) pp.
265-266; 23 (8 de junio de 1751), p. 275; y 23 (6 de junio de 1752), p. 283.
31
«Seguito (Grazie al Cielo) sul medesimo piede dal primo momento ch’ebbi l’onore d’essere
ai Sovrani Piedi di questi Gloriosi Monarchi e Famiglia Reali, senza questa felice situazione non
saprei cosa farmene in questo clima arido ed asciutto. La mia maggior gloria è quella che tutte
le sere mai ho mancato di cantare; e, per Dio, è un gran durare e un gran soffrire in ascoltarmi
tutte le sante sere. Sono entrato nel secondo anno colla medesima forza e col medesimo benigno
aggradimento. Dunque va bene». Ibid., p. 151.
Es verdad que mi situación sirve más bien para dar envidia a cualquiera, pues
ningún guardia puede arrestarme, soy libre de entrar y salir de los apartamentos
reales sin rendir cuentas a nadie y, lo que es mejor, a todas las horas que me plazca,
y soy aceptado y considerado como uno de sus hijos. Repito que esta sola fortuna
me hace estar contentísimo32.
32
«Vero però che la mia situazione è più tosto di dare invidia a chicchesia, poiché per me non
vi è guardia che mi arresta, son patrone d’entrare ed uscire nei appartamenti Reali senza render
conto a nessuno, e, quel ch’è meglio, a tutte le ore che a me piace, e sono accettato e riguardato
come un loro figlio. Ripeto che questa sola fortuna mi fa stare contentissimo». Ibid., p. 152.
33
E.g., Kamen, Henry. El rey loco y otros misterios de la España Imperial. José C. Vales (trad.).
Madrid, La Esfera, 2012.
34
Tortella Casares, Jaime. «Psicopatología de la vida cortesana: Felipe V frente a la mú-
sica». Felipe V y su tiempo. Congreso internacional. Eliseo Serrano (ed.). Zaragoza, CSIC, 2004, pp.
709-732. Sobre los años sevillanos a los que se refiere Tortella, véase Morales, Nicolás. «Felipe
V en Sevilla. Una corte y una música itinerantes (1729-1733)». Sevilla y corte: las artes y el lustro
real (1729-1733). Nicolás Morales y Fernando Quiles García (eds.). Madrid, Casa de Velázquez,
2010, pp. 271-300.
era conocida su inclinación natural por la música de cámara que, por cierto, nunca
le abandonó y se unió a la de su esposa. Se hacía de todo para saciar ese deseo,
de la misma manera que se había acudido a Desmarest en 1701 o al castrado
V[aleriano]. Pellegrini en 172235.
35
«Or, on a trop souvent interprété la venue de Broschi comme faisant partie d’un plan
spécialment conçu par Élisabeth Farnèse pour soustraire Philippe V à sa mélancolie dépressive.
Mais dans l’entourage du monarque, on connaissait son inclination naturelle pour la musique
de chambre qui, d’ailleurs, ne l’avait jamais quitté et rejoignait celle de son épouse. Il fallait
tout mettre en oeuvre pour assouvir ce désir, de la même manière qu’on avait fait appel à Des-
marest en 1701 ou au castrat V. Pellegrini en 1722»; Morales, N. L’artiste de cour dans l’Espagne
du XVIIIe siècle, p. 239; cf. también p. 21. El propio Morales se opone a la tesis de Tortella en
Morales, Nicolás. «Farinelo à Madrid. Acte premier d’un séjour triomphant: 1737-1746». Il
Farinelli e gli evirati cantori: atti del Convegno internazionale di studi. Luigi Verdi (ed.). Lucca, LIM,
2007, pp. 47-76, p. 50.
36
También la llegada de Matteo Sassano se ha entendido a menudo bajo una leyenda análoga
a la de Farinelli, apelando a la locura de Carlos II y al papel terapéutico del castrato, vinculándolo
explícitamente al caso de Farinelli. Véase, e.g., Prota-Giurleo, Ulisse. «Matteo Sassano detto
“Matteuccio” (Documenti napoletani)». Rivista italiana di musicologia, 1, 1 (1966), pp. 97-119, p.
107; Carbonella, Grazia. «Matteo Sassano, il rosignolo di Napoli». La Capitanata, 21 (2007), pp.
235-260, p. 242. Ninguno de los dos aporta ninguna fuente. Otros motivos se pueden encontrar
en Frutos, Leticia. «Virtuosos of the Neapolitan Opera in Madrid: Alessandro Scarlatti, Matteo
Sassano, Petruccio and Filippo Schor». Early Music, 37, 2 (2009), pp. 187-200.
37
Doménech, Fernando. Los Trufaldines y el Teatro de los Caños del Peral. Madrid, Funda-
mentos, 2007, p. 107.
38
Leza, José Máximo. «Aspectos productivos de la ópera en los teatros públicos de Madrid
(1730-1799)». La ópera en España e Hispanoamérica. Emilio Casares Rodicio y Álvaro Torrente (eds.).
2 vols., Madrid, ICCMU, 1999, vol. 1, pp. 231-262, p. 232. Hablando de los músicos que llegaron
a España en 1739 para realizar Il Farnace, Nicolás Morales sostiene que «La présence à Madrid
de Farinelli n’est très certainement pas étrangère à leur venue». Op. cit., p. 245.
39
E.g., diseñar los vestidos de los infantes para la serenata Ceder honor por honor. Véase carta
de Farinelli a Pepoli del 16 de febrero de 1737. Broschi, C. La solitudine amica…, p. 144.
40
Así lo sugería ya José Subirá al sostener que «no obstante correr a cargo del Marqués de
Scotti lo relacionado con las fiestas musicales del Buen Retiro», Farinelli emitía «dictamen sobre
los intérpretes que podrían venir de Italia y sobre la adecuada escenificación de las óperas»;
Subirá, José. Variadas versiones de libretos operísticos. Madrid, CSIC, 1973, p. 6. Juan José Carreras
recoge la participación de Farinelli en la «escenografía» y los «vestuarios» de Farnace (1739), así
como los recelos de Scotti; Carreras, Juan José. «Amores difíciles: la ópera de corte en la España
del siglo XVIII». La ópera en España e Hispanoamérica..., pp. 205-230, pp. 217 y 223-224. Nicolás
Morales, finalmente, ha mostrado cómo «Carlo Broschi avait été hissé, dès sa nomination en
1737, au sommet de la hiérarchie musicale du palais» (Morales, N. «Farinelo a Madrid…», p.
60), argumentando que «la présence à Madrid de Farinelli n’est très certainement pas étrangère»
a la llegada de músicos a la corte en 1739, recordando además su participación en Le nozze di
Bacco, del mismo año (p. 56).
41
Carreras, J. J. «Amores difíciles…», p. 217.
42
E.g., Torrente, Álvaro. «Las secciones italianizantes de los villancicos de la Capilla Real,
1700-1740». La música en España en el siglo XVIII. Malcolm Boyd, Juan José Carreras y José Máximo
Leza (eds.). Madrid, Cambridge University Press, 2000, pp. 87-94, pp. 93-94, sugiere la siguiente
explicación para el caso de los villancicos: «La repetición de los mismos villancicos en distintos
años no tenía precedentes en la Capilla Real, y puede ser un reflejo de la decadencia del interés
por el género, posiblemente relacionada con un gran cambio en los espectáculos de la corte tras
la llegada de Farinelli en 1737 y el nombramiento de Corselli como maestro de capilla en 1738».
43
Tortella Casares, J. «Psicopatología de la vida cortesana…», p. 731.
de una extensa carta aparecida ese mismo año en varios periódicos, donde
se comenta la noticia de la contratación de Farinelli en la corte española.
Citamos la edición aparecida en The London Evening Post el 4 de octubre44:
44
También apareció en The Daily Post, 5683 (6 de octubre de 1737), s.p.; y en The Political
State of Great Britain, 54 (julio-diciembre de 1737), pp. 389-392 (octubre).
pluma fueron, a una corte emprendedora, tan valiosos como todos los cantantes
del universo juntos. […].
Este gesto de generosidad hacia Farinello es una evidencia de que los asuntos se
han corregido extremadamente bien en España desde la tacaña recepción del Duque
de Wharton; y si la Corte Católica tiene tanto dinero disponible para conseguir
grandes pensiones y hacer extravagantes regalos a vagabundos por cosquillear
sus oídos con una canción, se ha de esperar que halle alguno, o al menos lo bus-
que, para indemnizar a nuestros mercantes, y les satisfaga ampliamente por los
veinte años de robos y palizas que han sufrido de los Guarda Costas Españoles.
La resolución de los Estados Generales, mencionada en el London Evening Post
del último 29 de septiembre, que demanda satisfacción a la Corte de Madrid por
los barcos tomados por esos piratas en los mares americanos, es muy digna de
la ilustre república; y como somos compañeros de sufrimiento de los holandeses,
espero que nos unamos vigorosamente a ellos en el esfuerzo por convertirnos así
en hombres de coraje y honor: el holandés nunca ha tenido una pelea sin éxito
contra los españoles; la Fortuna, como la Justicia, ha estado siempre de su lado;
y si en unión con nosotros comienzan otra guerra contra España para obtener
una satisfacción, de la cual ni ellos ni nosotros podemos desistir sin la más alta
deshonra, no dudo que veremos la reparación y expiación completa, con intere-
ses, arrancada a los españoles por sus injustas depredaciones cometidas sobre los
asuntos de Gran Bretaña y Holanda45.
45
«I can’t help taking notice of a Paragraph of News in one of our Daily Papers in the
following Words: “By private Letters from Spain we have an Account, that the King had not
only conferr’d the Honour of Knighthood, and settled a Pension on the famous Farinello, but
had also given him his Picture set round with Diamonds, valued at above a Thousand Pounds
Sterling. The Queen gave him a Gold Snuff-box, with two large Diamonds on the Lid of it […];
and it is also said that he is made one of the Gentlemen of the King’s Bed-chamber”. […] That
Farinello has received a great many Present from the Court of Spain is out of Dispute: […] and it
is certain that that squeaking Fellow has gather’d up more Wealth in a Month at the Catholick
Court than […] any of the General Officers of his Country in the Spanish Service have acquired
by 30 Years campaigning. / But, nevertheless, it is highly absurd to say, that his Catholick
Majesty has conferred the Honour of Knighthood on Farinello. / The Spanish Court is one
of the proudest in the Universe, and the Kings of Spain never make Knights of any but such
Men of Merit and Service as can prove themselves to be well born […]; and that Farinello is no
Gentleman is self-evident from his not being a Man; for there is not a Man of Family in Italy,
how poor and indigent soever, that would suffer his Son to be mutilated, in order to qualify
him to get his Bread by singing […] / […] To say then that he has been knighted in Spain is
ridiculous, and still much more ridiculous to tell us he is made Gentleman of the Bed chamber
of his Chatholick Majesty: That, Sir, is a Post for a Grandee of Spain, and hardly can a General
Officer of the first Rank, if not a Grandee, or the Son of one, obtain it. […] / […] By the same
Rule that the King of Spain would make a Sir Farinello, he might also make a Sir Harlequino, Sir
Scaramoucho, and a Sir Punchinello, and make them all Gentlemen too of his Catholick Majesty’s
Bed-chamber, provided he drove the Nobility out of it. / The rich Presents Farinello has receiv’d,
and the high Pension settled upon him are infinitely more, even without Titles, than he can
possibly deserve, when so many Men of Merit remain neglected; and in my humble Opinion,
they do very little Honour to the Catholick Court, especially when we call to mind the poor,
mean, pitiful Provision made by the then Ministry of Spain for our British Cicero, upon whose
harmonious Lips the God of Eloquence himself seem’d to have fix’d his Throne; I need not tell
you, Sir, that I mean the late great, but unfortunate Duke of Wharton […] whose Tongue and
Pen were, to an enterprizing Court, worth all the Singers of the Universe put together. […] /
This Piece of Generosity to Farinello is an Evidence, that Affairs are extremely well mended
with Spain since the Duke of Wharton’s niggardly Reception there; and if the Catholick Court
has so much spare Money to settle great Pensions upon, and to make extravagant Presents to
Vagabonds for tickling her Ears with a Song, it is to be hoped she will find some, or at least be
made to find it, to indemnify our Merchants, and make them ample Satisfaction for the twenty
Years Robberies and Plunders they have suffered from the Spanish Guarda Costas. The Resolution
of the States General, mentioned in the London Evening Post of the 29th of September last, to
demand Satisfaction of the Court of Madrid for their Ships taken by those Pirates in the American
Seas, is highly worthy that illustrious Republick; and as we are Fellow Sufferers with the Dutch,
I hope we shall strenuously join them in Endeavours so every way becoming Men of Courage
and Honour: The Dutch never yet had an unsuccessful Quarrell with the Spaniards; Fortune,
as well as Justice, was always on their Side; and if in Conjunction with us they begin another
War with Spain, for obtaining a Satisfaction, from which neither they nor we can possibly desist
without the highest Dishonour, I don’t doubt but to see full Reparation and Atonement, with
Interest, wrung from the Spaniards for their unjust Depredations committed on the Subjects of
Great-Britain and Holland». The London Evening Post, 1543 (4 de octubre de 1737), s.p.
46
«What dire Misfortune hath befel / Each quiv’ring Beau and tuneful Belle, / Soft Farinelli’s
killing Note, / For Spain has caught him by the Throat. / Far, far away he’s forc’d to stay /
Killing, thrilling, / Thrilling, killing: / Ruin’d, lost, and quite undone, / Charming Farinelli’s
gone. // Our Tears had scarcely ceas’d to flow, / That Senesino needs wou’d go, / When strait
a heavier Loss we know, / Dear Farinelli’s kidnapt too. / Farinelli, Senesino / Senesino, Farinelli,
/ Ruin’d, lost, and quite undone, / Both the Warblers, both are flown. // O cruel Spain! Will
nought suffice, / Will nought redeem the lovely Prize: / Take all our Ships, take all our Men, /
So we enjoy but him again. / O send him straight, our Nobles wait! / O send him quick, we all
are sick. / Ruin’d! Lords and Commons all, / From. St. Jame’s to Guildhall». The Lark Containing
A Collection of Above Four Hundred and Celebrated English and Scotch Songs. Londres, John Osborn,
1740, pp. 181-182. La canción original aparece en The Coffee-House (1737) de James Miller. Cf.
McGeary, T. «Farinelli in Madrid…», p. 402.
47
McGeary, T. «Farinelli in Madrid…» y, del mismo autor, «Rival Opera Companies and
Farinelli in Madrid». The Politics of Opera in Handel’s Britain. Cambridge, Cambridge University
Press, 2013, pp. 172-179.
48
McGeary, T. «Rival Opera Companies…», p. 178.
49
Ibid., p. 178.
50
«An exotick [sic] and irrational entertainment, which has been always combated, and
always has prevailed». Johnson, Samuel. The Lives of the English Poets. 3 vols., Dublín, Wm.
Wilson, 1779-1781, vol. 2, p. 499.
51
McGeary, Thomas. «Farinelli and the English: ‘One God’ or the Devil?». Revue LISA/LISA
e-journal, 2, 3, <http://lisa.revues.org/886> [consulta 15-12-2017].
52
«That living Witness of the Folly, Extravagance and Depravity of the English, Farinello,
who is now at the Court of Spain, triumphant in the Spoils of our Nobility, as their Pyrates are
in those of our injur’d Merchants». Mr. Whitehead. Manners: A Satire. Islington, printed near
the Three Pumps, 1748, p. 10.
53
«It is rarely however that mankind are willing to ascribe the pacific conduct of a prince
to the pure source of a gentle and feeling heart [...] the neutral system of Ferdinand has been
imputed to his consort, a princess of Portugal, jealous of the power and projects of the Court
of Versailles. Those politicians who affect to discern intrigue in the most simple and consistent
actions, have asserted that the gold of England was advantageously employed on Farinelli, an
Italian singer, who possessed an high degree of credit and favour with the Queen. Yet Farinelli
was the old and constant friend of Encenada [sic], and strenuously opposed and openly lamented
his dismissal from office. It is more just, as well as more natural, to allow the sole merit of these
peaceful counsels to Ferdinand himself; who with the sceptre had in some measure succeeded to
the disposition of Philip the Fifth; and who, though he suffered not his hereditary melancholy to
estrange him from the duties of his station, was equally averse with his father to the tumultuous
horrors of war». The History of Spain, from the Establishment of the Colony of Gades by the Phoenicians
to the Death of Ferdinand. Londres, C. & G. Kearsley, 1793, vol. 3, p. 437.
54
Keyssler, Johann Georg. Neueste Reisen durch Deutschland, Böhmen, Ungarn, die Schweiz,
Italien und Lothringen. Hannover, Försters & Erben, 1741, vol. 2, p. 708.
55
Travels Through Germany, Bohemia, Hungary, Switzerland, Italy, and Lorrain. Londres, A.
Linde, 1757, vol. 3, p. 264 y vol. 4 (Londres, 1760), p. 17.
56
Burney, Charles. Viaje musical por Francia e Italia en el siglo XVIII. Ramón Andres (trad.).
Barcelona, Acantilado, 2014, p. 232.
57
«It happened about this time that the king of Spain laboured under a melancholy dis-
order, for which no relief could be suggested but music; his queen contrived to entertain him
with frequent concerts: To make these as delightful to him as possible, she sent for Farinelli,
and upon his arrival at Madrid attached him to the service of that court by a pension of 1400
piastres, or 3150 per annum, and a coach and equipage maintained at the king’s expense. Over
and above his salary, considerable presents were made him; the king gave him his picture set
with diamonds, valued at 5000 dollars; the queen presented him with a gold snuff-box, with
two large diamonds on the lid; and the prince of Asturias gave him a diamond button and
loop of great value. Upon the death of Philip V. Farinelli was continued in his station by his
successor Ferdinand VI, and in 1750 was honoured with the cross of Calatrava, the badge of an
order of knighthood in Spain of great antiquity. He continued, with the assistance of the best
composers and singers, and of Metastasio and Amiconi the painter, which latter had followed
him into Spain, to conduct the opera till about the year 1761, when he took a resolution to return
to Italy; accordingly he went thither, and had an audience of Benedict XIV, to whom, upon his
recounting the riches and honours that had been showered down upon him here and in Spain,
the pope made this remark: ‘In other words you mean to say, that you found abroad what you
left here’. / His pension from the court of Spain being still continued to him, Farinelli chose the
neighbourhood of Bologna for his residence; and in a house of his own building, near that city,
he is now living in ease and great affluence». Hawkins, John. A General History of the Science
and Practice of Music. Londres, T. Payne & Son, 1776, vol. 5, p. 327.
Se dice que, tras caer el Rey de España en una especie de demencia hipocon-
dríaca que le hizo descuidar todos los asuntos, e incluso le llegó a impedir afeitarse
y presentarse al Consejo, la Reina, que había utilizado inútilmente todo tipo de
medios para sacarle de ese estado, quiso aún probar el poder de la música, a la
que Felipe era muy sensible. Hizo venir al célebre Farinelli, haciendo disponer
secretamente un concierto, cerca del apartamento del Rey, y el cantante le hizo
oír una de sus más bellas arias. Felipe primero se sorprendió, luego se conmovió,
y al final de la segunda aria hizo entrar al virtuoso, abrumándolo con elogios
y caricias, y le pidió una tercera pieza, con la que Farinelli aún se superó, y el
Rey transportado preguntó qué recompensa quería, prometiendo concedérsela.
Farinelli rogó al Rey que se afeitara y fuera al Consejo. A partir de ese momento,
la enfermedad del Rey se volvió dócil a los remedios, y el cantante tuvo todo el
honor de su recuperación. Tal fue el principio de su favor. Se convirtió en Primer
Ministro y, lo que es más admirable, nunca olvidó que antes había sido un cantante.
Jamás los señores de la corte de Felipe, que cenaban todos los días en su palacio,
consiguieron que se pusiera en su mesa. Se dice que un día fue al apartamento
del Rey, donde tenía derecho a entrar en cualquier momento, y escuchó decir al
oficial de servicio a otro que le esperaba para relevarle: «Llueven honores a este
miserable actor, y yo que sirvo después de treinta años, no recibo recompensa».
Farinelli reprochó al Rey que se olvidara de sus criados y le hizo firmar de in-
mediato un honorario, que entregó al oficial diciéndole: «Acabo de oír que usted
dice haber servido durante treinta años, pero se ha equivocado al decir que fue
sin recompensa». Hoy Farinelli lleva una vida tranquila en su retiro, pero no es
feliz; se pasa días enteros contemplando los retratos de Felipe e Isabel, de luto
por la pérdida de sus amos, y tal vez por la grandeza pasada59.
58
Por ejemplo, al año siguiente aparece publicado en una revista, junto a dos grabados de
Farinelli y Senesino: «Musical Biography, Anecdotes and Characters of Senesino and Farinelli».
The Westminster Magazine, agosto, 1777, pp. 394-397.
59
De Laborde, Jean Benjamin. Essai sur la Musique Ancienne et Moderne. París, Ph.-D. Pierres,
1780, vol. 3, p. 312 (el texto original en francés lo encontrará el lector a continuación, junto al
texto de Burney en inglés).
60
Véase, e.g., Nathan, Isaac. Musurgia Vocalis. Londres, Fentum, 1836, p. 52; Smith, George.
The Life and Reign of David, King of Israel. Londres, Longmans, Green, Reader, and Dyer, 1867, p.
48; Kirkpatrick, Ralph. Domenico Scarlatti, ed. revisada. Princeton, Princeton University Press,
1983, para quien «like David before Saul, Farinelli could provide distraction for the King and
often the pains of the melancholy» (p. 105); Gioia, Ted. Healing Songs. Londres, Duke University
Press, 2006, p. 102. Especialmente significativa es la obra del académico de medicina Alonso
Fernández, Francisco. «Desventuras biográficas de Felipe V, primer borbón español». Anales
de la Real Academia Nacional de Medicina, 123, 4 (2006), p. 806 y ss.
61
Véase Abascal, José Manuel y Cebrián, Rosario. José Vargas Ponce (1760-1821) en la Real
Academia de la Historia. Madrid, RAH, 2010, p. 73.
62
Véase Étienvre, Françoise. «Avant Masson, Jaucourt: L’Espagne dans l’Encyclopédie de
Diderot et d’Alembert». Bulletin Hispanique, 104, 1 (2002), pp. 161-180.
Laborde cuenta una segunda anécdota farinelliana que nos puede servir
para ilustrar el modus operandi de estos primeros historiadores, así como
el grado de fiabilidad que hemos de otorgar a sus afirmaciones. Se trata
del famoso encuentro entre Farinelli y Senesino, que resulta ser un plagio
a The Present State of Music in France and Italy (1771) de Charles Burney64,
obra muy conocida en Francia a través de reseñas y traducciones de
fragmentos65. El plagio por parte de Laborde (1780) resulta evidente si
comparamos ambos relatos:
63
Silva, Francisco María de [Pedro Jiménez de Góngora Almodóvar, duque de Almodóvar].
«París y Junio 3. De 1780». Década epistolar sobre el estado de las letras en Francia: su fecha en París,
año de 1780. Madrid, Antonio de la Sancha, 1781, pp. 204-206.
64
Se puede leer en español en Burney, Ch. Viaje musical…, pp. 236-237.
65
El mismo año de 1771, por ejemplo, el Journal Encyclopédique había publicado la anécdota
de Burney en un apartado titulado «Anecdotes concernant le célèbre Farinelli, tirées de l’ouvrage
de M. Barnly, sur l’état actuel de la musique en France & en Italie»; véase Journal Encyclopédique,
V, Parte III (Bouillon, 1771), pp. 454-456. También, por supuesto, apareció en periódicos ingleses.
E.g., The Monthly Revie, noviembre, 1771, pp. 337-341.
Aunque el propio Burney tomó este pasaje del Dictionnaire des artistes
(1776) del padre Fontenay67, es fácil constatar que Laborde está parafra-
seando el texto inglés y no a su compatriota francés. En cuanto a Burney,
todo indica que en los años setenta no conocía la leyenda sobre Felipe V,
que sin embargo reproducirá dos décadas después. El historiador inglés
actúa a menudo como mitógrafo y mitopoeta: sabemos que jamás escu-
chó la voz de Farinelli, aunque sea la que describe con mayor detalle en
su History68, algo que no le impidió considerarle, en el citado Tour, «el
cantante más grande de nuestros días, e incluso de todos los tiempos y
naciones»69.
Por otra parte, este empeño por hablar sobre la melancolía del rey
español (algo que no encontramos en Farinelli70), no parece inocente,
como tampoco lo parece su tendencia a subrayar el afecto que el castrato
habría guardado hacia Inglaterra, como veremos en el siguiente apartado.
Burney sostiene que Farinelli «fue a España en el año 1737, con el pro-
66
Burney, Charles. The Present State of Music in France and Italy. Londres, T. Becket and Co.
in the Strand, 1771, p. 217.
67
Véase Fontenay, Abbé de. Dictionarie des artistes. París, Vicent, 1776, vol. 2, p. 349.
68
Desler, Anne. «“The little that I have done is already gone and forgotten”: Farinelli and
Burney Write Music History». Cambridge Opera Journal, 27, 3 (2015), pp. 215-238.
69
Burney, Ch. Viaje musical…, p. 218.
70
Cf. el citado artículo de Boris, F. «Vado al teatro...», p. 355.
yecto de volver a Inglaterra», pero que «el primer día que cantó ante el
Rey y la Reina de España, se decidió que debería quedarse al servicio de
la corte»71 y, aunque luego reconoce que gozó del favor de los reyes, no
deja pasar la ocasión para sorprenderse de que «en un país y una corte
donde la envidia y el orgullo predominan tanto», fuera capaz de man-
tener su prudencia y moderación72. Que la obra de Burney sea utilizada
por Laborde en tantos pasajes concuerda con la sintonía, anteriormente
descrita, entre su relato y la prensa inglesa.
It has been often related, and generally believed, that On prétend que le roi d’Espagne étant tombé
Philip V. King of Spain, being seized with a total dans une espece de démence
dejection of spirits, which made him refuse to be hypocondriaque, qui lui faisait négliger
shaved, and rendered him incapable of attending toutes les affaires, & l’empêchait même de
council or transacting affairs of state, the Queen, who se faire faire la barbe & de se présenter au
had in vain tried every common expedient that was Conseil, la Reine qui avait inutilement
likely to contribute to his recovery, determined that employé toutes sortes de moyens pour le
an experiment should be made of the effects of Music tirer de cet état, voulut tenter encore le
upon the King her husband, who was extremely pouvoir de la Musique, à laquelle Philippe
sensible to its charms. Upon the arrival of Farinelli, était très sensible. Elle fit venir le célebre
of whose extraordinary performance an account had Farinelli, fit disposer secrétement un
been transmitted to Madrid from several parts of concert, près de l’appartement du Roi,
Europe, but particularly from Paris, her Majesty auquel ce Chanteur fit entendre soudain un
contrived that there should be a concert in a room de ses plus beaux airs. Philippe parut
71
«He went into Spain in the year 1737, with a full design to return into England […]; but the
first day he performed before the king and the queen of Spain, it was determined that he should
be taken into the service of the court». Burney, Ch. The Present State of Music…, pp. 209-210.
72
«And it is a great proof of the prudence and moderation of his character, that in a country
and a court, where jealousy and pride are so predominant, he continued so long to be the king’s
chief favourite». Ibid., p. 211.
adjoining to the King’s apartment, in which this d'abord frappé, bientôt ému ; à la fin du
singer performed one of his most captivating songs. second air, il fit entrer le Virtuose, l’accabla
Philip appeared at first surprised, then moved; and at de complimens & de caresses, lui demanda
the end of the second air, made the virtuoso enter the un troisieme morceau , dans lequel Farinelli
royal apartment, loading him with compliments and se surpassant encore, le Roi transporté, lui
caresses; asked him how he could sufficiently reward demanda quelle récompense il voulait, jurant
such talents; assuring him that he could refuse him de lui tout acorder. Farinelli pria le Roi de se
nothing. Farinelli, previously instructed, only begged faire faire la barbe & d’aller au Conseil. De
that his Majesty would permit his attendants to shave ce moment, la maladie du Roi devint docile
and dress him, and that he would endeavour to appear aux remedes, & le Chanteur eut tout
in council as usual. From this time the King’s l’honeur de sa guérison. Tel fut le principe
disease, gave way to medicine: and the singer had all de sa faveur. Il devint premier Ministre; &
the honour of the cure. By singing to his Majesty ce qu’il y a de plus admirable, il se souvint
every evening, his favour increased to such a degree toujours qu’il n’était auparavant qu’un
that he was regarded as first minister; but what is still Chanteur. Jamais les Seigneurs de la cour de
more extraordinary, instead of being intoxicated or Philippe, qui dinaient chaque jour dans son
giddy with his elevation, Farinelli never forgetting palais, n’obtinrent de lui qu’il se mit à leur
that he was a musician, behaved to the Spanish table. On raconte qu’un jour allant à
nobles about the court with such humility and l’appartement du Roi, où il avait le droit
propriety, that instead of envying his favour, they d’entrer à toute heure, il entendit l’officier
honoured him with their esteem and confidence. de garde dire à un autre qui attendait le
One day in going to the King’s closet, to which lever, « les honeurs pleuvent sur un
he had at all times access, he heard an officer of the misérable histrion, & moi qui sers depuis
guard curse him, and say to another that was in trente ans, je suis sans récompense ».
waiting «honours can be heaped on such scoundrels Farinelli se plaignit au Roi de ce qu’il
as these, while a poor soldier, like myself, after thirty négligeait ses serviteurs, lui fit signer sur le
years service, is unnoticed». Farinelli, without champ un brevet, & le remit en sortant à
seeming to hear this reproach, complained to the l’officier, en lui disant: « Je viens de vous
King that he had neglected an old servant, and entendre dire que vous serviez depuis trente
procured a regiment for the person who had spoken ans; mais vous avez eu tort de dire que ce
so harshly of him in the anti-chamber; and in quitting fût sans récompense ». Aujourd’hui Farinelli
his Majesty he gave the commission to the officer, dans sa retraite mene une vie tranquille,
telling him that he had heard him complain of having mais non pas heureuse ; il passe les jours
served thirty years, but added, «you did wrong to entiers à contempler les portraits de Philippe
accuse the King of neglecting to reward your zeal»73. & d’Elisabeth, pleurant la perte de sès
maîtres, & peut-être celle de fa grandeur
passée.
73
73
Burney, Charles. A General History of Music: From the Earliest Ages to the Present Period.
Londres, Payne & Son, 1789, vol. 4, pp. 415-416.
que despertaba la voz del cantante por toda Europa: una vez, habiéndole
pedido Farinelli la cuenta al sastre por un traje, este se negó a cobrarle,
pidiéndole en su lugar que le dejase oírle cantar74. Una vez más, aunque
Burney presente esta anécdota afirmando que «se contaba a menudo»,
como si dispusiera de fuentes fidedignas, lo cierto es que la tomó también
del Dictionnaire des artistes de Fontenay75.
A partir de aquí, el mito de Farinelli como sanador del melancólico
Felipe V se repite de manera recurrente, algo que puede explicar la in-
fluencia de Burney. En palabras de Anne Desler, el Tour y la History de
Burney son «las fuentes más influyentes sobre Farinelli desde finales del
siglo XVIII hasta la actualidad, tanto en inglés como en traducciones»,
sirviendo «como fuente a algunas de las más influyentes enciclopedias de
finales del XVIII y del siglo XIX, siendo las más destacadas la Encyclopédie
méthodique, una edición revisada y ampliada de la famosa Encyclopédie
de Diderot y D’Alambert, y la Encyclopaedia britannica»76. No es extraño
que la versión de Burney apareciera en la biografía de Giovenale Sacchi,
la primera escrita sobre Farinelli, titulada Vita del cavaliere Carlo Broschi
detto il Farinello (1784), como es evidente en el pasaje donde asegura que
cantó «siempre las mismas» arias ante Felipe V77.
74
«The following story, which is less serious, was frequently told and believed at Madrid,
during the first year of Farinelli’s residence in Spain. This singer having ordered a superb suit
of cloaths for a Gala at court, when the taylor brought it home, he asked him for his bill. ‘I have
made no bill, Sir, says the taylor, nor ever shall make one. Instead of money’, continues he, ‘I
have a favour to beg. I know that what I want is inestimable, and only fit for monarchs; but
since I have had the honour to work for a person of whom every one speaks with rapture, all
the payment I shall ever require will be a song’. Farinelli tried in vain to prevail on the taylor
to take his money. At length, after a long debate, giving way to the humble entreaties of the
trembling tradesman, and flattered perhaps more by the singularity of the adventure than by
all the applause he had hitherto received, he took him into his, music-room, and sung to him
some of his most brilliant airs, taking pleasure in the astonishment of his ravished hearer;
and the more he seemed surprised and affected, the more Farinelli exerted himself in every
species of excellence. When he had done, the taylor overcome with extacy [sic] thanked him in
the most rapturous and grateful manner, and prepared to retire.— ‘No’, says Farinelli, ‘I am a
little proud; and it is perhaps from that circumstance that I have acquired some small degree
of superiority over other singers; I have given way to your weakness, it is but fair, that, in your
turn, you should indulge me in mine’. And taking out his purse, he insisted on his receiving a
sum amounting to nearly double the worth of the suit of cloaths». Ibid., pp. 416-417.
75
Fontenay, A. de. Dictionarie des artistas…, pp. 349-350. Cf. Desler, A. «“The little that I
have done…», nota 131, sostiene que Burney pudo copiar a Fontenay al ver que este le había
copiado a él sin permiso.
76
Ibid.
77
«Cantava ogni será tre o quattro arie; e ciò, che appena sembra credibili a dirsi, quelle
medesime sempre. Due erano del Signor Hasse: Pallido il sole; E pur questo dolce amplesso. La terza
Hablaba mucho del respeto y gratitud que debe a Inglaterra. Cuando cené
con él, lo hicimos en una elegante vajilla, realizada en Inglaterra en la época en
que estuvo allí. Me mostró varios retratos de su persona, pintados en esa época;
de uno de ellos, realizado por Amiconi, hay una copia. Tiene un deshollinador
que es un chico inglés jugando con un gato, y una vendedora de manzanas con
un carro, del mismo autor: tiene también un curioso reloj inglés, con pequeñas
figuras tocando en conjunto la guitarra, el violín y el violonchelo, cuyos brazos y
piernas se mueven siempre con el mismo péndulo82.
era un minueto, che egli usava di variare a suo piacimento; la quarta una similitudine presa dal
rosignuolo, non so di qual Poeta». Sacchi, Giovenale. Vita del cavaliere don Carlo Broschi detto
il Farinello [Venecia, Coleti, 1784]. Alessandro Abbate (ed.). Nápoles, Pagano, 1994, pp. 41-42.
78
En estos años, Joshua Reynolds pinta su retrato de «Joseph Baretti».
79
La cita aparece en español en Baretti, Joseph. Journey from London to Genoa, through England,
Portugal, Spain, and France. Londres, T. Davies & L. Davis, 1770, vol. 3, p. 132.
80
Finocchiaro, Maurice A. Retrying Galileo, 1633-1992. Berkeley, University of California
Press, 2005, p. 114, remonta esta imagen a un cuadro hoy perdido de Murillo realizado a me-
diados del siglo XVII.
81
«When the present king of Spain ascended the throne, he was obliged to quit that kingdom».
Burney, Ch. The Present State of Music…, p. 211.
82
«He speaks much of the respect and gratitude he owes to the English. When I dined
with him it was on an elegant service of plate, made in England at the time he was there. He
shewed [sic] me a number of pictures of himself, painted during that time, from one of which
by Amiconi, there is a print. He has an English sweep-chimney boy playing with a cat, and an
apple-woman with a barrow, by the same hand: he has likewise a curious English clock, with
little figures playing in concert on the guitar, the violin, and violoncello, whose arms and singers
are always moved by the same pendulum». Ibid., pp. 213-214.
83
McGeary, T. «Rival Opera Companies…».
84
Carta de Farinelli a Sicinio Pepoli del 8 de julio de 1741: «Le cose dell’Indie sono riuscite
a favore di questa Corona, avendo avuto una vittoria completa sopra il Rost Bif». Broschi, C.
La solitudine…, p. 177.
85
Véase «Testamento di mè D. Carlo Broschi detto Farinelli. Consegnato al Sig. Notaro D.n
Lorenzo Gambarini questo dì 20 Febraio 1782». Cappelleto, S. La voce perduta…, p. 197.
86
Véase Pérez, Joseph. La leyenda negra. Madrid, Gadir, 2009. Un ejemplo del carácter anti-
español que late bajo el «mito de entrada» se puede observar en el programa de Farinelli and the
King para Broadway (diciembre, 2017), donde la nota de prensa se pregunta: «But will Farinelli,
one of the greatest celebrities of his time, choose a life of solitude over fame and fortune in the
opera houses of Europe?». La oposición entre España y Europa, o entre la soledad y la fama,
no puede ser más significativa.
[Farinelli] nada hizo en favor de las artes españolas: que no sólo alejó para
siempre del Real Alcázar nuestra poesía y música, colocando en la cámara y capilla
de SS. MM. a profesores italianos de mucho menos mérito que los españoles, sino
que fue causa de que a la muerte de don José Cañizares se suprimiese la plaza de
poeta de la Real Capilla para componer los villancicos de Navidad y Reyes, pro-
hibiendo el que se cantasen esta clase de composiciones, como dejamos expuesto
en el tercer tomo de esta historia, dando lugar al mismo tiempo a que se abusase
en varias iglesias de las obras en idioma vulgar, convirtiendo el templo casi en
teatro lírico, por haberse acogido a la Iglesia los buenos maestros, cantantes e
instrumentistas españoles, en donde únicamente podían hacer oír sus obras bien
ejecutadas, y su mérito bien premiado y admitido89.
87
Cf. Leza, José Máximo. «El siglo XVIII: historia, instituciones, discursos». Historia de la
música en España e Hispanoamérica. Vol. 4. La música en el siglo XVIII. José Máximo Leza (ed.)
Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2014, pp. 29-123, p. 40.
88
Asenjo Barbieri, Francisco. «Prólogo» de Carmena y Millán, Luis. Crónica de la ópera
italiana en Madrid desde el año 1738 hasta nuestros días. Madrid, Manuel Minuesa de los Ríos, 1878,
pp. XXXV-II y XLI-II; Pedrell, Felipe. Teatro lírico español anterior al siglo XIX. La Coruña, Canuto
Berea y Compañía, 1897-1898, vol. 1, p. XI; Cotarelo y Mori, Emilio. Orígenes y establecimiento
de la ópera en España hasta 1800. Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y
Museos, 1917, p. 6; y Peña y Goñi, Antonio. La ópera española y la música dramática en España en
el siglo XIX. Madrid, Imprenta y Esterotipia de El Liberal, 1881, p. 61.
89
Soriano Fuertes, Mariano. Historia de la música española desde la venida de los fenicios
hasta el año de 1850. Madrid, Bernabé Carrafa, 1859, vol. 4, pp. 73-74. El autor repite otros mitos
narrados por Burney.
90
Livermore, Ann. Historia de la música española. Barcelona, Barral, 1974, p. 188. Véase también
Rius, José. Ópera española. Barcelona, Joaquín Verdaguer, 1840, p. 166.
91
Ferrer del Río, Antonio. Historia del reinado de Carlos III en España. Madrid, Matute y
Compagni, 1856, vol. 1, pp. 122-123: «y caía en melancólica indolencia, de la cual le sacaba a
menudo el canto armonioso de Farinelli; y daba en manías tales como descuidar el aseo de
su persona, ir a pesca a las dos de la noche, y quererse montar en los caballos de los tapices».
92
Soriano Fuertes, Mariano. Historia de la música española…, pp. 72-73: «Atacado Fernando
VI al principio de su reinado por la misma enfermedad de melancolía que tuvo su augusto padre,
según varios historiadores, fue también curado como este, por los ecos melodiosos de Farinelli».
93
Asenjo Barbieri, F. «Prólogo»: «Hallábase por entonces este Rey poseído de la más pro-
funda melancolía; se negaba á ocuparse en los negocios de Estado y hasta á atender al aseo de
su persona; razón por la cual puede suponerse que no sería él quien tuviese el pensamiento
de llamar á Farinelli, sino la Reina y sus cortesanos deseosos de hallar un medio de sacar al
ilustre enfermo de su estado melancólico. Sea de esto lo que fuese, Farinelli llegó al Real Sitio
de San Ildefonso, donde residia el Monarca con su córte, en el verano de 1737. Se dispuso un
concierto en la Real Cámara, para que cantase algunas de sus árias predilectas, cada una de las
cuales fue excitando más y más el entusiasmo del Rey, hasta el punto de dirigirse éste al cantor
diciéndole que pidiese lo que quisiera y él juraba que se lo concedería. Farinelli contestó que se
consideraba sobradamente recompensado con haberle divertido, y que sólo le pedia que procu-
rara desechar su tristeza, ocupándose en los negocios de Estado y en buscar distracciones. Los
historiadores de este suceso se hallan conformes en asegurar, que al talento artístico del célebre
sopranista debió el Rey Felipe la curación de su melancolía, empezando desde luego por hacerse
afeitar la barba y por asistir al Consejo; y en efecto, muy grande debió ser el entusiasmo del
Rey, cuando á los pocos días mandó entregar á Farinelli el siguiente Real despacho» (p. XLII).
Casares Rodicio, Emilio. Francisco Asenjo Barbieri. Vol. 1. El hombre y el creador. Vol. 2. Escritos.
Madrid, ICCMU, 1994, vol. 2, p. 387.
94
Carmena y Millán, L. Crónica de la ópera italiana en Madrid…, p. 8: «Los efectos produ-
cidos por el canto de Farinelli en el ánimo del Monarca, no pudieron ser más lisonjeros, pues
en breve plazo desechó la melancolía que le aquejaba y pudo ocuparse del despacho de los
asuntos del Estado».
95
Peña y Goñi, A. La ópera española…, p. 61: «Cuando el privado de Felipe V llegó al regio
alcázar, su arte incomparable y la dulzura y agilidad asombrosa de su órgano vocal, ahuyentaron
como por ensalmo la hipocondría, que dominaba al Monarca».
96
Mitjana, Rafael. «Carlos Broschi (Farinelli)». Discantes y contrapuntos. Valencia, F. Sempere
y Compañía, 1905, p. 147: «Ocupaba el trono de San Fernando, Felipe V, aquel pálido y triste
monarca, cuya debilidad ingénita y cuya devoción pueril, nos son conocidas gracias al testimo-
nio de la Princesa de los Ursinos. Desde la muerte de su hijo, el soberano había caído en una
especie de honda melancolía, de la que nada podía distraerle. Sombrío, taciturno y descuidado
de su persona, permanecía recluido en sus habitaciones, negándose a ocuparse de los asuntos
del Estado. Apenas supo la reina Isabel Farnesio que Farinelli había llegado a Madrid, lo mandó
llamar a la corte y le dio órdenes de que preparase un pequeño concierto en la misma cámara
del rey, que era muy aficionado a la música y sensible a sus efectos. La impresión que el gran
cantante produjo sobre el enfermo, fue verdaderamente extraordinaria. Apenas Felipe V escuchó
aquella voz maravillosa, salió de su letargo, preguntando que a quién debía tan intensa y dulce
emoción y lo que podía hacer para recompensarle. Farinelli, aleccionado por la reina, llevaba
prevenida la respuesta, y al punto rogó al monarca que, saliendo de su abstracción, volviera a
Mori97 o José Subirá98, lo que muestra hasta qué punto mitología e histo-
riografía caminan unidas.
El caso más relevante de los últimos tiempos se encuentra en la obra
de Antonio Martín Moreno, cuya Historia de la música española 4. El siglo
XVIII (1985, reeditada en 2006) ha sido durante las tres últimas décadas
la monografía de referencia del siglo XVIII99. Tras afirmar que Felipe V
«sólo se aliviaba con la música de Farinelli»100, o que «sólo había dos co-
sas que le hacían salir de este ensimismamiento: las noticias de Francia
que pudiesen alimentar su esperanza de ocupar el trono de su abuelo
Luis XIV, y la música, sobre todo el canto, que calmaba sus arrebatos y le
hacía volver a la realidad», reproduce el mito en los siguientes términos:
Isabel de Farnesio, inteligente y activa esposa que había probado todos los
medios para sacar a Felipe V de su melancolía, pensó en traer a la Corte al famoso
cantante para que distrajese al rey, y escribió al conde de Montijo, embajador en
Londres, al objeto de que ofreciese un importante puesto a Farinelli, que se encon-
traba entonces cantando, con el inenarrable éxito habitual, en el teatro «Lincoln’s
ocuparse de los intereses de sus Estados. Felipe V accedió a semejante petición, y sacudiendo
la fatal pereza que embargaba su espíritu, volvió a ponerse al frente del gobierno».
97
Cotarelo y Mori, E. Orígenes y establecimiento de la ópera…, p. 106: «Llegó a La Granja
en agosto de 1737, y el día 25 le oyó por primera vez el rey Felipe. Hallábase bajo el peso de
uno de sus accesos de semilocura, y el efecto del canto de Farinelli fue tal, que, vuelto el Rey a
la razón, le dijo, lleno de fervor, que le pidiese la recompensa que más le agradase. El músico,
que ya empezó entonces a dar pruebas de su gran moderación, le contestó que harto pagado
quedaba con haberle divertido; pero que si le era lícito formular algún deseo, sería el de que
abandonase la tristeza y volviese a dirigir los asuntos del Estado».
98
En Subirá, José. Historia y anecdotario del Teatro Real. Madrid, Plus Ultra, 1949 (reed. Madrid,
Fundación Caja Madrid, 1997), se limita a sostener que su voz «mitigó la melancolía de Felipe
V» (p. 26), pero en Historia de la música teatral en España. Barcelona, Labor, 1945, va mucho más
lejos: «No eran los Caños el único lugar donde se hicieron óperas durante la primera mitad del
siglo XVIII. También las hubo en el Buen Retiro y en los Sitios Reales, cosa que tal vez no se
habría realizado si Felipe V hubiera tenido en mejor estado su salud. Hallábase postrado por la
melancolía, temía ser víctima del envenenamiento, y se figuraba incluso que había fallecido ya,
permaneciendo meses y meses en el lecho en actitud inmóvil. Su consorte pensó, muy atinada-
mente, que las filigranas vocales del sopranista Farinelli le podrían mitigar tal estado. Hízolo
venir desde Londres, y al oírle nuestro monarca por primera vez, el 25 de agosto de 1737, volvió
a la razón» (pp. 104-105). O en su Historia de la música española e hispano-americana. Barcelona,
Salvat, 1953, p. 477: «Farinelli, insigne cantante, mitiga su voz con los accesos de melancolía y
los ataques de locura de Felipe V, por lo que obtiene una preeminencia singular». Las razones
políticas y musicales quedan aquí reducidas al componente psicológico del mito. El autor se
muestra más neutral en Variadas versiones...
99
Baste recordar la referencia de Carreras, Juan José. «Musicology in Spain (1980-1989)».
Acta Musicologica, 62, 2-3 (1990), pp. 260-288, pp. 278-279.
100
Martín Moreno, Antonio. Historia de la música española 4. El siglo XVIII. Madrid, Alianza,
1985 (reed. 2006), p. 215.
Inn Fields». […] Las gestiones del embajador en Londres, conde de Montijo, dieron
resultado y el famoso cantante llegó a La Granja en agosto de 1737. El 25 de ese
mismo mes y año le oyó Felipe V, en uno de sus peores momentos de depresión
y melancolía, y el efecto del canto de Farinelli fue tal que el rey volvió en sí
con nuevo optimismo y dijo al cantante que pidiese la recompensa que más le
agradase. El músico, según cuenta Cotarelo, le contestó que se sentía pagado con
haberle divertido, y que el único deseo que formulaba era que el rey abandonase
la tristeza y se ocupase de los asuntos de estado.
Tan mágica medicina tuvo su recompensa, porque el 30 de agosto de 1737
Felipe V expedía un decreto en el que nombraba a Farinelli «criado mío, con
dependencia sólo de mí y de la Reina…» [...]. El decreto es lo suficientemente
explícito como para ahorrarnos más datos sobre el poder que de inmediato tuvo
Farinelli, a quien los monarcas cargaron de regalos y recompensas continuamente.
Farinelli depende exclusivamente del rey y de la reina, sin que ningún ministro
ni gobernante pudiese darle orden alguna. Su eficiencia en quitarle al rey su
melancolía le convirtió en omnipotente, siendo los ministros los que buscaban la
influencia de Farinelli, pero este no utilizó políticamente su cercanía al monarca
nada más que para tres objetivos: sanar al rey de su melancolía, difundir la ópera
italiana y proteger a sus compañeros de arte101.
101
Ibid., pp. 349-351.
102
Es una concesión al mito, al recurrir a una explicación parcial (psicológica, pero no mu-
sical ni política), para explicar por qué se mandó llamar a Farinelli, aunque el autor acierte al
rechazar «los portentosos efectos sobre el ánimo del rey, magnificados por la leyenda». Leza,
J. M. «El siglo XVIII…», p. 91.
103
«The star singer Farinelli accepted a permanent court appointment in Madrid on invitation
from the queen, though he was engaged mainly because his expressive singing might alleviate
the king’s debilitating depression». Stein, Louise K. y Leza, José Máximo. «Opera, Genre, and
Context in Spain and Its American Colonies». The Cambridge Companion to Eighteenth-Century
Opera. Anthony R. Del Donna y Pierpaolo Polzonetti (eds.). Cambridge, Cambridge University
Press, 2009, pp. 244-269, p. 259.
104
Lo hace, entre otros lugares, en Torrione, Margarita. «Farinelli en la corte de Felipe
V…», pp. 123-124: «El milagro musical que la reina esperaba se cumplió en el palacio de San
Ildefonso una tarde de mediados de agosto en que Felipe V, enterrado en la penumbra de
su cuarto, oyó a lo lejos la divina voz de Farinelli y aquel moderno Orfeo le resucitó de su
intermitente locura, convirtiéndose en imprescindible y cotidiana terapia. Retomando cierto
gusto al aseo de su ruinosa persona y a los asuntos de gobierno...». Cf. «El Real Coliseo del
Buen Retiro…», p. 304, al hablar de la renovación del Coliseo del Buen Retiro: «Esta decisión
no puede sin embargo desvincularse de la llegada de Farinelli a la corte de Madrid en el verano
de 1737, ni de los recobrados ánimos de Felipe V gracias a la terapia canora del castrato más
adulado y mítico del Setecientos»; Ibid. «Fiesta y teatro musical en el reinado de Felipe V e
Isabel de Farnesio…», pp. 222-223: «Dispuesta a luchar contra el deterioro mental de su espo-
so, la animosa parmesana requirió a Farinelli […]. El milagro musical que Isabel de Farnesio
esperaba se cumplió en el Palacio de La Granja una tarde en que Felipe V, encerrado en la
fresca penumbra de su cuarto, frente a los tilos del Bosquete de los Vientos, oyó resonar como
un eco la sobrehumana voz de Farinelli y aquel moderno Orfeo le resucitó de su intermitente
locura, convirtiéndose en imprescindible y cotidiana terapia. Retomando cierto gusto al aseo
de su persona y a los asuntos de gobierno…».
105
Véase Bouvier, René. Farinelli, le chanteur des rois. París, A. Michel, 1943, pp. 140 y 228.
106
«La reine, en Italienne rodée à l’art de la mise en scène, décida d’organiser soigneusement
cette première soirée qui devait réunir le roi et le chanteur, deux créatures aussi opposées. Rusée,
elle évita une recontre de front que Philippe eût certainement refusée. Elle préféra cacher le divo
assoluto dans une pièce contiguë pour laisser agir la magie de la musique […] Le roi trouva
alors la forcé de réclamer Farinelli, de le toucher, de lui demander de chanter encore, près de
son lit cette fois, avant de lui proposer, en guise de remerciement, de satisfaire le moindre de
ses désirs. Farinelli répondit que son seul souhait était de voir le roi se lever, faire sa toilette, se
raser et reprendre les affaires de l’État». Barbier, Patrick. Farinelli: le castrat des Lumières. París,
Bernard Grasset, 1993, pp. 114-116.
107
«Filippo appare, sorpresa indugia sulla soglia della sua camera, poi muove qualche passo
e —secondo le cronache di quella notte— chiede al cantante quale ricompensa desideri». Cap-
pelleto, S. La voce perduta…, p. 61.
108
Ibid., p. 122.
109
Bonet Correa, Antonio. Fiesta, poder y arquitectura. Aproximaciones al barroco español.
Madrid, Akal, 1990, pp. 88-89.
110
Díaz-Plaja, Fernando. La vida cotidiana de los borbones. Madrid, Espasa Calpe, 1988, p. 44.
111
Broschi, C. Fiestas reales… Esta es la fuente utilizada por Martini, Vega de y Morillas
Alcázar, José M. Farinelli. Arte e spettacolo alla corte spagnola del Settecento. Roma, Artemide, 2001.
Consideraciones finales
Además de los citados, sin duda ha habido otros muchos factores que
han contribuido a extender la mitología sobre Farinelli. Baste pensar en
el interés decimonónico por la conexión entre arte y locura, el auge de la
denominada interpretación históricamente informada (donde ha resultado
prioritario el interés por la voz de los castrati), o el éxito de la novela
histórica en las últimas décadas. También se podría apelar a motivos de
tipo negativo, como el cariz positivista de la historiografía decimonónica
o el nacimiento de una musicología de corte germánico focalizada en la
música instrumental, que sobredimensionó la importancia de ideas como
«obra», «compositor» o «cantante», en detrimento de otras como «política»,
«fiesta cortesana» o «publicidad», que encajarían mejor con el papel de
Farinelli en la corte española. La estancia de Farinelli en España requiere
apelar a múltiples coordenadas, desde la tradición musical española hasta
la estructura de la vida cortesana, pasando por las motivaciones políticas,
diplomáticas y propagandísticas de la época, donde lo personal queda
desbordado por lo nacional y esto, a su vez, por lo internacional. El papel
de Farinelli, no solo como cantante, sino también y sobre todo como una
figura cultural y política sin parangón en Europa, amparada por los reyes
de España, ha de reducir necesariamente la importancia del componente
psicológico de la leyenda, cuya base historiográfica resulta tan discutible.
Recibido: 24 agosto 2016
Aceptado: 14 marzo 2017
112
«La melancolía... Para curarla, en el ánimo de mente real, fue llamado a la corte madrileña
y, paradójicamente, por evitarla en otro rey fue despedido. Ese era, por cierto, el mayor peligro
en el que solían recaer en su vejez los castrados. Si suntuosos, también melancólicos debieron
ser los últimos días boloñeses del cantante más famoso del siglo, cuando ya su voz se había
fatigado». Ibid., p. XXXIV.