Falacias

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FALACIAS INFORMALES

Materia: Filosofía del Derecho y Ética Profesional

Prof. Maximiliano Dacuy

Abogacía. Universidad de la Cuenca del Plata (UCP)

Una falacia es “un tipo de argumentación incorrecta” (Copi, 1995, p. 81). Ya con esta
mínima introducción sabemos que, al ser un argumento, está formado por premisas y
conclusión: tenemos que observar entonces qué vínculo hay entre ellos. O más
precisamente, de qué modo se infiere la conclusión de las premisas. El supuesto aquí es
que hay un error en la inferencia. Copi añade que, además de haber un error, hay una
intención persuasiva para que sea aceptado el argumento, que “parece verdadero”
(Ibídem).

Falacias formales:

 de negación del antecedente, y


 de afirmación del consecuente

Falacias informales

Las falacias de carácter informal son las que desarrollaremos y ejemplificaremos a


continuación:

- Argumentum ad misericordiam (apelación a la piedad): esta falacia consiste en plantear


un argumento apelando a la piedad, a la misericordia. Se utiliza frecuentemente en los
tribunales (Copi, 1995, p. 88), para mover al juez a fallar en favor del defendido, con
argumentos que no hacen al hecho en cuestión ni a lo establecido en por la norma.
Ejemplo:
Apelo a vosotros no en defensa de Thomas Kidd, sino en defensa de la larga
sucesión –la larguísima sucesión que se remonta hacia atrás a través de las
épocas y que se proyecta hacia adelante en los años del futuro– de los
hombres despojados y oprimidos de la tierra. Apelo a vosotros por los
hombres que se levantan antes de que amanezca y vuelven a su hogar a la
noche, cuando ya la luz ha desaparecido del cielo, y dan sus vidas, sus
fuerzas y su trabajo para que otros se enriquezcan y se engrandezcan.
Apelo a vosotros en nombre de esas mujeres que ofrendan sus vidas al dios
moderno del dinero y apelo a vosotros en nombre de sus hijos, los que
viven y los que aún no han nacido1.

- Argumentum ad hominem (ofensivo): esta falacia tiene por intención atacar,


desacreditar, desprestigiar, etc., a la persona contra la cual se argumenta o a un hipotético
adversario, para que su opinión o parecer no sea tenido en cuenta por los demás. Es falaz
porque lo que se debe discutir son las razones, no la persona. Veremos que esta es una
constante de este tipo de argumentos. Ejemplos:

- “¿Cómo puede hablar usted de corrupción si cuando ustedes gobernaban


cada día se descubría un caso nuevo de corrupción?”.

- “Fulano es un ignorante, y como tal, su opinión no merece ser tenida en


cuenta”.

- “Usted es filósofo, y el filósofo anda volando por el aire. Usted nada sabe
de la vida”.

- Argumentum ad hominem (circunstancial): lo mismo que la falacia anterior, sólo que no


se ataca a la persona misma sino a sus circunstancias particulares, a la hora de
argumentar. Ejemplos:

- “Es lógico que Fichte postule la validez universal de la nación alemana. Al


fin de cuentas, es alemán”.
1
Ejemplo tomado de Copi (1995, p. 88).
- “Dices que yo no debería beber. Pero no has estado sobrio en todo el año,
salvo en contadas ocasiones”.

- “No podemos aceptar los argumentos sobre el consumo de algunos


productos esgrimidos por Monsanto. Pues Monsanto pertenece a Bayer y si
no hay problemas de salud esta última no vende”.

- Argumentum ad baculum (o apelación a la fuerza): aquí es simple. La razón es la fuerza,


el poder o una posición dominante. El argumento consiste en que el otro tiene que
aceptar el argumento por estar en una situación de inferioridad o por verse obligado a
tener ciertas consecuencias desfavorables en caso de no aceptarlo. Ejemplos:

- “Si Irán sostiene su derecho a usar energía atómica con fines civiles deberá
enfrentarse a las decisiones que tome la comunidad internacional”.

- “No eres comunista. Si lo fueras, no podríamos seguir siendo amigos”.

- “Deben quedarse en sus casas. De lo contrario, serán aprehendidos y se


les secuestrará el vehículo y la documentación”.

- Argumentum ad verecundiam (o apelación a la autoridad): aquí la razón para que se


acepte el argumento no es más que la palabra o autoridad de quien lo dice. Veamos
algunos ejemplos:

- “Hay cada vez más casos de contagio en los lugares en que no hay
contacto físico. Y esto es verdad porque lo dijeron los periódicos”.

- “Ya lo dijo Einstein: el tiempo es relativo”.

- “Voy a discutirle hasta morir; pues, como dijo Sarmiento: las ideas no se
matan”.

- Argumentum ad populum (o apelación al pueblo): es cuando la razón que se ofrece para


sostener un argumento radica en el número considerable de quienes lo sostienen.
Ejemplos:
“Todos sabemos que esta situación no da para mucho, por ello es preciso
tener cautela a la hora de realizar cualquier tipo de operación financiera”.

- “La mayoría piensa que un buen pasar económico es la garantía de la


felicidad. Por ende, no tiene sentido que estudies carreras que no te
aseguren el acceso a una fortuna considerable”.

- “Psicología es la carrera del futuro. Por ello es una de las más elegidas por
los estudiantes ingresantes de la UBA en los últimos años”.

- Argumentum ad ignorantiam (o apelación a la ignorancia): esta falacia consiste en


sostener la verdad de algo sólo porque no se probó lo contrario. Ejemplos:

- “Dios debe existir necesariamente. Al fin y al cabo, jamás pudo probarse


que no existe”.

- “El profesor debe aprobarnos. Al evaluarnos no pudo darse cuenta a


ciencia cierta si sabíamos o no los tipos de falacias”.

- “No existe el alma. Sólo podemos conocer lo que podemos percibir con los
sentidos. El alma no se puede percibir, por ende no existe, ni podría existir
de ningún modo”.

- Post hoc, ergo propter hoc: esta falacia es muy común en la superstición. Diríamos que
toda superstición tiene aquí su fundamento. Y consiste en que ante ciertos hechos se dan
otros, o ante ciertas causas ciertos efectos. Pero el problema es que no se ofrece una
causa razonable para que ante ciertos hechos específicos se den otros, o ante ciertas
causas ciertos efectos. Veamos algunos ejemplos:

“Si vienen inversiones, aunque sean del mercado financiero, este país se
salva”.

- “Si canta un pitogüé en tu ventana, de seguro estás embarazada”.


- “El sol sale después de que canta el gallo. Por lo tanto, el sol sale porque
canta el gallo”.

- Petición de principio: este argumento falaz consiste en que se toma la conclusión como
premisa del mismo argumento. A ver: la conclusión debe inferirse de las premisas, pero
deben poder separarse una de otra, en que la conclusión se infiera de otros enunciados, a
saber: las premisas. Si la conclusión a su vez opera como premisa, caemos en una petición
de principio. Vayamos algunos ejemplos:

-“Le estoy diciendo la verdad. Porque yo nunca miento”.

- “Dios es justo porque no comete injusticias”.

- “Todos nuestros soldados son valientes. Porque no serían soldados si no


fueran, justamente, valientes”.

- Pregunta compleja: en ella, hay dos preguntas: una explícita y otra supuesta, en que al
contestar “sí” o “no” no se responde solamente a la pregunta explícita sino también –y
aquí está la trampa– a la que no está formulada, sino que está oculta, escondida. Veamos
ejemplos:

- “Señor presidente, ¿qué cree que van a pensar los ciudadanos de su


desastrosa gestión al frente del gobierno?”.

- “Profesor, tenemos una duda: ¿nos va evaluar favorablemente lo de


falacias que no dio?”.

- “¿Cómo ha hecho para lograr evadir impuestos?”.

Hay más falacias, sin duda. Sólo trabajamos un número mínimo para introducirnos en el
problema que implica para la formación profesional no sólo saber argumentar
correctamente: esto es, que las conclusiones que construyamos se infieran de premisas
que puedan sostenerla razonablemente, sino para poder sopesar errores que a veces nos
lleva a que nos veamos presos de discursos.

El razonamiento es un instrumento tanto para ciencia como para la vida cotidiana. En


nuestra introducción a la temática intentamos simplemente poner esto en evidencia.

Bibliografía mínima:

- Copi, I., Introducción a la lógica, Buenos Aires, EUDEBA, 1995. Cap. 3.

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