Prueba de Fe

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CMYK SELLO PLANETA

COLECCIÓN NF
FORMATO 15 x 23
Rústica con solapas

¿Sabías que cuanto más anhelamos ser felices NATALIA SANCHIDRIÁN SERVICIO 30/04/19

NATALIA SANCHIDRIÁN
Otros títulos de la autora menos satisfechos nos sentimos? CORRECCIÓN: SEGUNDAS
en Planeta

Prueba
Prueba de fe es una invitación abierta y sincera para que dejes de DISEÑO
buscar desesperadamente aquello que no tienes y comiences a
confiar en la vida y en ti, entregándote en cuerpo y alma a la REALIZACIÓN

persona que desea emerger desde tu interior. Natalia Sanchi-

de fe
drián comparte la importancia de aceptar todas nuestras expe- CARACTERÍSTICAS

riencias como parte de un proceso que nos ayudará a entender IMPRESIÓN


que, a pesar de haber tenido un gran crecimiento personal, la-

Prueba de fe
boral o espiritual, podemos seguir sintiéndonos víctimas del NATALIA SANCHIDRIÁN
destino. Del dolor a la plenitud espiritual, del sufrimiento a la Tras vivir una infancia marcada por el abuso
Volando alto y el trauma, Natalia tuvo que hacer frente PAPEL XX
tranquilidad y de la inseguridad a la autoestima, en este libro
¿Hasta dónde serías capaz de llegar a las limitaciones de los trastornos mentales
encontraremos un mensaje poderoso y crucial para cualquiera PLASTIFÍCADO soft touch
que desee descubrir que no hay situación o circunstancia que para conseguir lo que de verdad quieres? y de comportamiento que esto le provocó,
hasta que decidió pedir ayuda y fue en busca
realmente pueda impedir hallar nuestra autenticidad y expan- de la vida que merecía. Vivió y trabajó en ocho UVI sí
230 mm

dirnos libremente. países diferentes, comenzó a descubrir su verdadero


potencial y regresó a España con un propósito: RELIEVE sí
enfrentarse a sus miedos y publicar sus libros.
Hoy es autora bestseller, además de una apasionada BAJORRELIEVE XX
Aprovecha este viaje a tu interior. Ahora es
de la Inteligencia Emocional y estudiante de
tu momento; abre este libro, elige una página Psicología. Ha escrito artículos para medios tan STAMPING XX
y descubre lo que tiene que contarte. importantes como Women’s Health o The Huffington
Feliz de ser yo Post, y da conferencias a escala internacional. FORRO TAPA XX
Pero, como la propia autora afirma, su mayor
Querido lector o lectora, espero que te llegue cada gota de amor que hay en éxito ha sido poder ser ella misma, expresarse
los ejemplos de este libro, los cuales vivimos en primera persona. Ejemplos libremente e invitar a otras personas a que hagan
que enamoran, que nos hacen empatizar y conectar de corazón a corazón, lo mismo a través del crecimiento personal, tomando GUARDAS XX
iluminando los rincones más oscuros de nuestro mundo. Porque la FE no conciencia de quienes en realidad somos y el gran
tiene dueño. El dueño eres tú. potencial que tenemos para conseguir aquello INSTRUCCIONES ESPECIALES
que queremos. XX
Irene López Assor, psicóloga y escritora
@nataliasanchidrian
@natsanchidrian

PVP 18,50 € 10298086


@nataliasanchidrian PRUEBA DIGITAL
www.nataliasanchidrian.com VALIDA COMO PRUEBA DE COLOR
Diagonal, 662, 08034 Barcelona
www.editorial.planeta.es
EXCEPTO TINTAS DIRECTAS, STAMPINGS, ETC.
www.planetadelibros.com Diseño de la cubierta: Planeta Arte & Diseño
Imagen de la cubierta: © Creative Angela – Shutterstock
Fotografía de la autora: © Jorge Nieto Moreno @donutholeuniverse DISEÑO 29/04/2019 Míriam

EDICIÓN
100 mm 152 mm 12 mm 152 mm 100 mm
Prueba
de fe
¿Hasta dónde serías capaz de llegar para
conseguir lo que de verdad quieres?

NATALIA SANCHIDRIÁN

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No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación
a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier
medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros
métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los
derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad
intelectual (art. 270 y siguientes del Código Penal)
Diríjase a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita
fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar
con Cedro a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono
en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47

© Natalia Sanchidrián, 2022


© Editorial Planeta, S. A., 2022
Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona
www.editorial.planeta.es
www.planetadelibros.com

Iconografía: Grupo Planeta

© Maquetación: © The Social Vim Collective


© de las ilustraciones del interior, © Shutterstock — Vlue, © Shutterstock —
Jorm S; © Shutterstock — pantid123

Primera edición: junio de 2022


Depósito legal: B. 8.526-2022
ISBN: 978-84-08-25889-6
Preimpresión: J. A. Diseño Editorial, S. L.
Impresión: Romanyà Valls
Printed in Spain – Impreso en España

El papel utilizado para la impresión de este libro


está calificado como papel ecológico y procede
de bosques gestionados de manera sostenible

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Índice
CONECTAR ES CRECER 11
PRÓLOGO, POR IRENE LÓPEZ ASSOR 17
INTRODUCCIÓN 23

PARTE I
UN PIE EN LA OSCURIDAD Y OTRO EN LA LUZ
Cada momento es una oportunidad para decidir 39
La necesidad no es debilidad 57
Cómo te ven y cómo te ves son cosas diferentes 71

PARTE II
UNA PEQUEÑA PALABRA DE GRAN PODER: FE
Que no creas en algo no niega su existencia 85
La fe se encuentra en los lugares más inesperados 95
Un aspecto esencial en mi vida: la fe 111

PARTE III
MIENTRAS OTROS COMPITEN, YO COMPARTO
El miedo nos hace egoístas; el amor, altruistas 137
Ejemplos que enamoran 151
Ilumina los rincones más oscuros de tu mundo 179

EPÍLOGO. PRUEBA DE FE: EL FINAL 197


BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA 201

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1
CADA MOMENTO ES UNA
OPORTUNIDAD PARA
DECIDIR
Estoy tranquilo, porque mi madre es feliz de que yo esté
donde tengo que estar, haciendo lo que tengo que hacer.
DANIEL MINIMALIA
MÚSICO, COMPOSITOR Y GANADOR DE UN GRAMMY LATINO
AL MEJOR ÁLBUM INSTRUMENTAL 2020.

La vida nunca dura lo suficiente


El 8 de marzo del año 2020, cuando todavía no éramos conscien-
tes del alcance del virus de la covid-19, Daniel nos regalaba su
mejor concierto. Mientras él estaba subido al escenario, su madre
se debatía entre la vida y la muerte.
Aquel día supuso un antes y un después para mucha gente, no
solo para él y para mí. Nos demostró a todos los presentes que, a

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pesar del momento que podamos estar viviendo, el ser humano
puede decidir dejar ir todo aquello que no es posible cambiar e
intentar guardar toda su fuerza y su energía para aquello que le
permita hacer sentir algo mejor. Por supuesto que cada persona
gestiona su vida de la mejor manera que puede, o que sabe, pero a
veces la vida nos muestra ejemplos a través de experiencias, perso-
nas o momentos que nos invitan a abrirnos y a elegir una opción
diferente de la que normalmente tomaríamos.
Su decisión al principio sorprendió a unos cuantos, incluso a
mí misma, que quizá hubiera corrido para estar junto a ella en
sus últimos momentos, pero aprendí que, muchas veces, nuestras
decisiones son acertadas a pesar de lo que otras personas puedan
pensar. Cada uno, en su interior, sabe dónde tiene que estar y lo
que tiene que hacer para sentirse tranquilo. Y cuando reconoces
esa certeza dentro de tu corazón, no hay palabra ni acción que te
haga cambiar de idea. Una vez que tomamos una decisión, por
muy difícil que esta sea, comenzamos a sentirnos más tranquilos.
Como dice Daniel, a veces parece que la vida no dura lo sufi-
ciente, sobre todo cuando personas a las que amamos se van de
nuestro lado, ya sean jóvenes o no tan jóvenes. Y se van dejando
muchas cosas todavía por hacer, sueños sin cumplir y, sobre todo,
algunas puertas abiertas tras su partida.
Para alguien como yo, que se ha cuestionado querer vivir en más
ocasiones de las que me gustaría admitir, la muerte siempre ha
sido un tema que, por un lado, me producía respeto y, por el otro,
provocaba mi interés. ¿Realmente se acaba todo y no hay nada más
una vez que cerramos los ojos? ¿O, por el contrario, mi creencia de
que somos energía significa que mi alma, mi espíritu, mi esencia,
mi consciencia, o como narices queramos llamarlo, continúa exis-
tiendo? La verdad es que yo lo tengo claro: prefiero pensar que la
vida, de alguna manera, continúa.

DESEO CREER QUE, DE ALGÚN MODO, TODOS


SEGUIMOS CONECTADOS, QUIZÁ EN DIFERENTES
PLANOS. MI CORAZÓN SIENTE QUE PODRÍA SER ASÍ,
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Y ESTA POSIBILIDAD ME HACE SENTIR BIEN,
ME AYUDA A ENTENDER MEJOR NUESTRO PASO
POR ESTE PLANETA LLAMADO TIERRA.

Mi manera de pensar ha cambiado mucho en los últimos años,


y desde mi primer libro a este se puede observar cómo la experien-
cia me ha llevado a modificar mis opiniones tras adquirir nuevos
conocimientos y herramientas, al tiempo que he dejado ir otros
antiguos, ya que estos libros llevaban escritos muchos años y no
siento que ahora piense del mismo modo que en el pasado. Cada
día aprendo de un gran número de personas con las que trabajo
o colaboro y me fascina comprobar cómo he podido abrirme a
diferentes puntos de vista, teorías o estudios que en un principio
contrariaban todas mis creencias.
He leído una gran variedad de libros y, al igual que me apasiona
la mente humana y su comportamiento, también me interesan te-
mas como los universos paralelos y la posibilidad de la vida tras la
muerte. Algunas cosas resuenan más en mi interior o, mejor dicho,
se ajustan más a lo que yo considero lógico o real… Pero ¿quién soy
yo para juzgar lo que otras personas creen o dejan de creer?
El caso es que me he encontrado con muchas personas, algunas
de ellas con un prestigio y una carrera irreprochables, que han
compartido conmigo cosas sorprendentes; cosas que, si me ciño
a un punto de vista empírico, hubiera desechado directamente.
Pero valoro a la gente que no rechaza teorías solo porque no se han
probado todavía científicamente, porque no se ha demostrado si son
o no válidas. Y es que la vida me ha mostrado ejemplos de muchas
cosas inexplicables, sin sentido aparente, que no por ello dejan de
existir o de sentirse. Y en caso de que todo tenga una explicación
lógica, yo no la he encontrado, no sé vosotros.
Por ejemplo, recuerdo cuando me iban a operar en Reino Unido
de los ovarios… Recuerdo perfectamente sentir que algo no iba
como debía, era una sensación extraña, y no solo porque habían
cambiado al cirujano y el día de la intervención, ya que esto puede
ser algo común. Yo sentía que, de verdad, algo no iba a salir bien:
¿tenía miedo o era mi intuición?

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Aquella sensación me acompañó durante un par de semanas. In-
cluso llamé por teléfono a mi padre, diciéndole que sentía que no
debía operarme, que a pesar de que aquel quiste era de gran tamaño,
sentía que no era un tumor, que no había necesidad de someterme
a cirugía… Mi padre me respondió: «Pues no te operes, cancela la
intervención». Pero una serie de circunstancias y, sobre todo, de per-
sonas a mi alrededor hicieron que, a pesar de que mi fuerte intuición
me indicaba lo contrario, tomase la decisión de operarme.
Como narro en mi primer libro, Volando alto, al salir de esa
operación, el cirujano, tras retirar uno de los aparatos, me cortó
el cuello del útero y sin darse cuenta de ello, me dejó recuperán-
dome mientras yo me desangraba. Cuando comencé a recuperar
la consciencia, una vez en la habitación, me di cuenta de que algo
no iba bien, ya que notaba un dolor que me desgarraba desde mi
interior y le susurré a mi madre, con las pocas fuerzas que tenía
que sentía, que me moría y que sabía que algo ocurría, sentía que
me desangraba… Mi madre retiró la sábana y yo oí un largo pitido
antes de desmayarse…
Lo siguiente que recuerdo fue cómo cuatro o cinco personas
me estaban reanimando, mientras una doctora intentaba frenar la
hemorragia. La imagen era dantesca, por mi posición, por toda la
sangre y por el dolor tan grande que sentía.
Pude haber perdido la vida durante aquel doloroso y horrible
momento y desde aquel día me prometí que jamás volvería a dar
la espalda a un sentimiento tan fuerte, sin importar lo que otras
personas pensaran.

Soy feliz porque tomo decisiones


He tardado mucho tiempo en decir basta a todo aquello que no
me beneficia. Cada año me proponía mil cosas que luego nunca
cumplía. Sentía cómo, cada día que pasaba, mi malestar crecía, al
igual que mi inseguridad. No sabía cómo hacer hueco a lo nue-
vo; para ello, primero tenía que deshacerme de lo viejo. Tenía
que dejar de pensar tanto en lo que quería hacer y, sencillamente,

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hacerlo, pero me desanimaba pensando que quizá requeriría mu-
cho esfuerzo o que no podría conseguirlo. Qué pena no saber por
entonces lo inspirador que es enfocarse en lo que realmente deseas
hacer, que al poner tu energía en lo que te gusta, poco a poco,
dejas atrás lo que no te gusta.
La vida puede llegar a resultar un juego de supervivencia en el
que tenemos que resistir sin abandonar nunca. Pero esto resulta
agotador y además irónico, ya que la realidad, la mayoría de las
veces, no es tan cruda como la vemos, aunque nos empeñemos en
creerlo así. Lo único que de verdad llega a ser crudo es la muerte;
es la única que puede detenernos y, aunque no queramos aceptar-
lo, es inevitable. Igualmente, la vida nos ofrece una emocionante
oportunidad de encontrar nuestra fuerza interior, nuestra fe, dan-
do un impulso de vitalidad a un mundo (interior y exterior) en el
que llevamos mucho tiempo estancados.

Entonces ¿por qué no dar un giro en nuestra vida y


enfocarnos en aquello que nos hace sentir vivos y
felices?

¿Cuántos años más podrás continuar poniéndote metas sin


cumplirlas o propósitos que perderán su fuerza con el paso de los
días? Y no hablo del aspecto material, voy más allá de eso. Hablo
del compromiso con nosotros mismos. Existe un futuro lleno de
grandes expectativas e ideas brillantes. Lo sé porque lo he vivido, y
no tenemos que permanecer en ningún lugar, rodeados de miedos,
limitaciones y creencias que no nos sirven más que para recordar-
nos, falsamente, que no podemos avanzar. Si abres la puerta de
tu corazón a la esperanza, hay muchas posibilidades de que esta
pueda llegar a formar parte de una nueva y maravillosa realidad
en tu vida.

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A pesar de vivir el momento presente, enfocarme en
algo que me apasiona me ayuda a respirar, aun cuando
parezca que la situación va a ahogarme.

Cualquier momento puede ser el primer día del resto de tu vida;


no esperes a que llegue el próximo lunes, el próximo mes o el
próximo año. Estás en tu derecho de decir basta a todo aquello que
no te hace sentir libre, a todo lo que no te alimenta sanamente,
tanto a nivel físico como emocional. Piensa con valentía en todas
las novedades que te esperan, todas las metas y objetivos apasio-
nantes por alcanzar.
¡Todo lo bueno se hace esperar! Pero recuerda que has de co-
menzar dando un primer paso y que ir despacio, agradeciendo
cada cambio, por muy pequeño que sea, puede causar un gran im-
pacto en tu vida a largo plazo. Y, sobre todo, te habrás superado
como persona.
Olvida lo injusta que puede llegar a ser la vida, eso ya lo sabe-
mos todos y quedarnos estancados en ese pensamiento no ayuda
en absoluto. Prueba mejor a cambiar de actitud e intenta aceptar
aquello que te está sucediendo, sin dejar por ello de enfocarte en el
camino que sabes que te puede hacer feliz.
Entiendo que es sencillo tomar decisiones en situaciones fáciles:
ir al cine el jueves o el sábado, ponerte una prenda de ropa u otra,
qué perfume comprar, qué día casarte…
Estas son decisiones sencillas, pero luego están las difíciles: di-
vorciarse, alejarse de las personas tóxicas, abandonar un trabajo seguro
para cumplir un sueño (sin garantías de poder conseguirlo), etc.
Y, después, están las aún más difíciles: operarse aun a riesgo de
muerte, desconectar a un ser querido en coma, separarse de un ser
amado que toma drogas…
Si somos afortunados, viviremos más momentos en los que ten-
dremos que tomar decisiones fáciles y difíciles, pero pocas veces
las muy difíciles.

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Con todo, hay ocasiones en las que incluso las decisiones fáciles
pueden parecernos muy difíciles. En estos casos, la vida, que es
muy curiosa, nos pone a prueba para enseñarnos a ser agradecidos
y recordarnos, una vez más, que elegir, tomar decisiones, es algo
fundamental.

La decisión de sufrir lo menos


posible
Mi mejor amiga de la infancia, Sandra, es alguien que siempre se
ha vestido por los pies: la conozco desde que nació y la considero
una persona que se apoya en la experiencia. Una persona que sor-
prende por su gran templanza, ya que ha sido capaz de gestionar
situaciones muy difíciles —como la pérdida de su madre cuando
era niña— de una manera un tanto peculiar, pero que le funciona.
A veces, parece como si no le hubiera ocurrido a ella, pero acepta
conscientemente la realidad absoluta de los hechos.
Esto no significa que no llore o no sienta verdaderamente el
dolor que le producen determinadas experiencias; al contrario, lo
hace, pero no se apega al sufrimiento. Me parece maravilloso que
el ser humano encuentre sus modos y estrategias, de manera in-
consciente, para superar momentos críticos, intentando sufrir lo
menos posible.
Cuando Sandra se ha visto en alguna situación desagradable, en
la que el miedo pudiera controlarla, inmediatamente actúa como
si de una película se tratara, es decir, como si otros fueran los pro-
tagonistas y les sucediera a ellos. De este modo, ve las cosas desde
fuera, no desde dentro. Así, hace que no la afecten más de lo nece-
sario los acontecimientos negativos:

La manera en la que intento evitar el dolor que ciertos


acontecimientos de mi vida pueden causarme o, por lo
menos, minimizarlo al máximo es posicionándome para
verlo desde otra perspectiva, es decir, pasar de estar den-

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tro de esos acontecimientos a ser una mera espectadora y
enfrentarlos desde fuera, como si viera una película en la
que otros son los protagonistas.
Cuando hay un acontecimiento doloroso en mi vida,
digo: «Ya sé cómo me va a hacer sentir esta situación…
Tengo dos opciones: sumergirme en el dolor y no ver más
allá o, por el contrario, verlo desde fuera y centrarme en
aquello que me rodea», de manera que los pensamientos
negativos ni siquiera aparezcan en mi mente o, al menos,
aparezcan como pensamientos objetivos.
Es lo que me sucedió cuando mi perrita y gran compa-
ñera estuvo a punto de morir. Fue algo repentino, ines-
perado. No daba crédito a lo que me estaba sucediendo:
había llevado a mi perra a vacunar, como otras veces, y
cuando terminaron se cayó al suelo, sufriendo un shock
anafiláctico, de manera que hubo que ingresarla. Primero
tuvieron que reanimarla, traerla de vuelta a la vida, y des-
pués esperar a su total recuperación.
Cuando pasó aquello, lo tuve muy claro; me dije a mí
misma: «Puedes y debes llorar para desahogarte por la si-
tuación y por la tensión del momento».
Y así lo hice, me desahogué durante unos minutos, res-
piré muy hondo y me preparé para ver todos los aconteci-
mientos desde fuera.
¿A qué me refiero?
Comencé a pensar que yo no podía cambiar aquella
situación, por más que lo deseara, ya que no estaba en
mi mano. En mi mano estaba hacer que atendieran a mi
perra de la mejor manera posible y proporcionarle los cui-
dados y el cariño que ella merecía. Lo que no se merecía
era verme asustada ni amargada ni llorosa ni triste, sino
que debía transmitirle la mejor de mis energías positivas
y, para ello, qué mejor que pensar que todo iba a salir
bien… Y si al final no era así, ella no tenía por qué saberlo
ni mucho menos intuirlo por mis actos, gestos o actitud.
Quería estar lo más normal posible, dentro de lo que la
situación me permitiese, y para conseguirlo sé que no hay
espacio posible para pensamientos negativos. De esta ma-

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nera, no teniéndolos, tampoco tenía que disimularlos, y
así, si la situación se torcía, ninguna de las dos habríamos
sufrido más de lo necesario.
Saber que puedo evitar los pensamientos negativos hace
que me evada de la situación y la viva con mayor norma-
lidad, produciendo un efecto en los que me rodean que
hace que ellos tampoco tengan pensamientos negativos o,
al menos, no tan intensos.
Una vez más, me pregunto: ¿por qué nos centramos en
algo cuando la solución no depende de nosotros?
Centrémonos en estar lo mejor posible y así los demás,
al vernos a nosotros bien, acabarán sintiéndose también
mejor gracias a la energía que proyectamos, que, como
todos sabemos, se contagia.

Cada momento es una nueva oportunidad de decidir. Apren-


der a tomar decisiones que nos hagan sentir mejor parece clave a
la hora de evitar sufrimientos incensarios. He de reconocer que
yo no tengo la facilidad que tiene Sandra…, pero sigo apren-
diendo.

Hacer las paces con el pasado


y con uno mismo hará que nos
sintamos mejor
Hace unos años, me pasaba la vida preocupada porque mi pasado
viniera a por mí. Mis miedos e inseguridades me habían metido
en muchos problemas, había cometido muchos errores y me ha-
bía comportado tan mal en tantos momentos que tenía mucho
miedo de pagarlo todo a la vez.
Me he pasado mucho tiempo avergonzada de algunos de mis
comportamientos y estos no me dejaban ver la cantidad de cua-
lidades que, como persona, también tengo. Me preocupaban to-
dos los fantasmas del pasado y no era consciente de que ellos no

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eran mi mayor amenaza, sino mis pensamientos acerca de ellos.
He tenido que trabajar mucho esta parte a nivel emocional y he
aprendido a responsabilizarme poco a poco de cada uno de estos
pensamientos, afrontándolos encontrando las posibles solucio-
nes, ya que en un principio me sobraba una aparente superficia-
lidad y me faltaba mucha reflexión.
Este proceso no se ha producido de la noche a la mañana; al
contrario, requiere de mucha paciencia y comprensión hacia uno
mismo para aceptar la autocrítica constructiva que nos permite
ser mejores personas. Y es que cualquier deuda emocional que
tengamos con el pasado hay que resolverla; podremos tardar más
o menos, pero si de verdad deseamos estar tranquilos con noso-
tros mismos, lo mejor es trabajar en ello para poder liberarnos
de cualquier peso que nos haya acompañado hasta el momento.
Además, aunque creas que la memoria selectiva te salva de ello,
nuestro subconsciente sabe lo que nos hace sentir bien y lo que
no. Por esto, creo que es mejor decidir, desde ya, comportarnos
de la mejor manera posible, intentar ponernos en los zapatos de
las personas que tenemos a nuestro alrededor, mirar por los demás
como a ti te gusta que miren por ti y ser responsable de tus ac-
ciones, lo que implica dejar de culpar a los otros constantemente
por nuestra falta de asertividad y toma de decisiones.

No debemos temer las consecuencias de lo que


hayamos hecho en el pasado y no podemos cambiar,
pero darle la espalda a la responsabilidad que cada
acto trae consigo no nos ayudará en absoluto.

Míralo como si de una inversión emocional se tratara, en la cual


una vez que la responsabilidad por nuestra parte aparece, los fan-
tasmas comienzan también a desaparecer.

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Moderados hasta en la
moderación
Una vez escuché las siguientes palabras: «La ignorancia es tan vá-
lida como el conocimiento, ya que la ignorancia, bien entendida,
también puede traer paz y tranquilidad a nuestras vidas». Y me
enamoraron porque resonaron en mi interior.
A veces pretendemos ir por la vida como si tuviéramos la lla-
ve de la felicidad que abre la puerta de todos los corazones del
mundo para poder hacerlos felices, cuando muchas veces ni tan
siquiera podemos llegar a conseguirlo con nosotros mismos.
En el año 2008, cuando aprendí en Reino Unido técnicas de
liberación emocional (eft, por sus siglas en inglés) me sentía como
nunca. Había comenzado a dejar los miedos atrás, a dormir mu-
cho mejor, y mi ansiedad casi había desaparecido.
Hasta ahí, todo perfecto…
El problema surgía cada vez que venía a España, ya que preten-
día convencer a todo el mundo de que debían practicar las eft,
puesto que a mí me había funcionado tan bien. Aprender estas
técnicas fue una de las mejores decisiones que he tomado en la
vida, ya que gracias a ellas hoy puedo gestionar mis emociones de
una manera cómoda. Pero ¿era necesario que fuera tan pesada con
mi familia y mis amigos? Tanto me apasionaba el tema que nadie
de mi alrededor se salvaba de escucharme hablar de ello.
En cuanto interpretaba que alguien pudiera necesitarlo (¡menu-
da pretensión la mía!), allá que iba, como si el mundo depen-
diera de ello. Como dice Paula Cabal, psicóloga: «Esas ganas de
querer ayudar a todos en la manera en la que quizá a mí no me su-
pieron ayudar en la infancia…». La vida funciona de una manera
más sencilla y cuanto más nos complicamos y nos implicamos en
cambiar a los demás o intentar que sean más felices o que sufran
menos, peor sale todo.
Con el paso del tiempo, sobre todo desde que comencé a pu-
blicar mis libros, me hice consciente de muchas cosas, aceptando
lo bueno y lo menos bueno de mi persona, y así continúo cada

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día, desaprendiendo aquello que había equivocadamente apren-
dido, porque me he dado cuenta de que no eran principios real-
mente válidos para mi momento presente, aunque lo fueran en el
pasado. Incluso creo que hoy escribo de diferente manera a hace
escasamente tres años y posiblemente siga cambiando cuanto más
tiempo pase.
Creo que aquella frase, «la ignorancia es tan válida como el
conocimiento», resonó en mi interior porque me hizo sentir que,
efectivamente, a veces tener un mayor conocimiento de las cosas
no significa encontrar las respuestas a muchas de nuestras pre-
guntas. En realidad, cada día aprendo más, ya sea de la mano de
personas increíbles, de diferentes profesionales, de libros o del
estudio de la propia psicología, y cada día me planteo más dudas
sobre la mente, sobre el comportamiento humano, sobre el uni-
verso…
Y sigo sorprendiéndome por la cantidad de veces que he de ad-
mitir los cambios en mi manera de percibir la vida.
En estos últimos años se ha transformado hasta mi forma de tra-
bajar, precisamente por eso, porque si bien es cierto que el autocono-
cimiento nos ayuda a comprendernos y amarnos tal y como somos,
a hacer un autoanálisis constante, también lo es que la sobreinfor-
mación puede alejarnos de la tranquilidad y de la paz interior que
merecemos.

¿QUÉ PASA SI EN REALIDAD NO QUEREMOS


CONOCERNOS MEJOR O SUPERARNOS
A NOSOTROS MISMOS?
¡ABSOLUTAMENTE NADA!

En mi opinión, creo que en el equilibrio se hallan las respues-


tas. Y hemos de aplicar este principio en el día a día, a distintos
ámbitos de nuestras vidas: la alimentación, el ejercicio, el traba-
jo, etc.

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La felicidad aparece cuando
aprecias lo que tienes
No siempre nuestros logros más esperados vienen seguidos de aplau-
sos y fama. Puede que los pasemos por alto, sin valorarlos ni apre-
ciarlos.
Decidirnos por algo conlleva, generalmente, renunciar a otras co-
sas. Lo sabemos. Y en ocasiones nos damos cuenta más tarde de que
esa renuncia ha sido estéril, de que tal y como estábamos ya éramos
felices, solo que no lo sabíamos. Únicamente teníamos que aprender
a mirar las cosas con unas gafas nuevas.

¿Y si en realidad ya somos felices sin nada de lo que


parece hacer felices a otras personas?

En mi segundo libro, Feliz de ser yo, hablo de la tendencia de los


seres humanos a dejarse llevar por los pensamientos negativos cada
día. La mayoría se alejan de la realidad, ya que somos auténticos
expertos en imaginar situaciones dramáticas en un intento de prote-
gernos o de alertarnos en caso de que lo peor ocurra.
Es una pena que durante una gran parte de nuestra vida es-
temos preocupados por cosas que ya pasaron o que todavía no
han pasado o que, afortunadamente, nunca pasarán. Parecemos
olvidar con facilidad los momentos maravillosos que la mayoría
de nosotros hemos vivido o viviremos, y nos enfocamos en recrear
una y otra vez el sufrimiento que alberga nuestra memoria. Cuan-
do pensamos en el futuro, en cualquier tipo de proyecto o meta,
nos abordan miles de ideas que nos advierten de los peligros que
podemos encontrar. De este modo, grandes ideas se quedan en el
camino precisamente por miedo a fracasar, e indirectamente nues-

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tra creatividad va mermando, ya que llega un momento en el cual
nos rendimos ante esa voz interior que tímidamente nos advierte
contra la idea de vivir nuevas aventuras.

¿Y si pudiéramos ser felices con lo que somos,


y no con lo que tenemos?

Un mensaje inesperado
Cuando recibí un mensaje en Facebook de mi amigo Joaquín, son-
reí al instante, ya que hacía tiempo que no hablábamos. Me co-
mentaba que había estado escribiendo acerca de su increíble histo-
ria de vida y que necesitaba ayuda, ya que quería publicar un libro
y no sabía por dónde empezar. Lo más tierno era que había escrito
su libro con bolígrafo y papel, ya que ni siquiera contaba con un
ordenador. Lo había redactado estando de baja, en un momento
en el cual le venían muchas preguntas a la cabeza, y, tras pensarlo
detenidamente, se lanzó a la aventura.
No sabía por qué, pero algo en su interior lo estaba invitando
a escribir todo lo que llevaba dentro, una historia de vida que yo
apenas conocía, pero que, por lo poco que sabía, era tan fascinante
como inspiradora.
Joaquín es el hermano mediano de Luis y de Julio, mis vecinos
cuando vivía en Torrejón de Ardoz. Los tres procedemos de un
barrio, Las Fronteras, considerado de lo peor de Torrejón (todavía
recuerdo la cara que ponía la gente cada vez que yo les decía que
vivía allí). Pero, fíjate por dónde, con el tiempo es un lugar que re-
cuerdo con nostalgia; al fin y al cabo, allí también pasé muy bue-
nos momentos.
Aunque mantuve una amistad más estrecha con Luis, el cariño
que tengo por estos tres chicos no se puede expresar con palabras.

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Poco a poco, desarrollé con ellos un vínculo seguro que los convir-
tió en parte de mi familia. Con el paso del tiempo, he aprendido
lo fundamental que estas conexiones son para el ser humano, ya
que afectan a nuestro desarrollo. Y es que cuando el mundo me
enseñó a desconfiar del hombre, aparecieron estos tres personajes
en mi vida: con ellos me sentía segura, protegida, y siempre me
demostraron su respeto y su cariño. Además, sin saberlo ellos, me ha-
cían reír en aquellos momentos en los que yo más lo necesitaba.
De hecho, las bromas y paridas de Luis, el hermano mayor, hacían
que, literalmente, me meara de la risa. Haber participado en sus
vidas y compartir su historia con el mundo me llena de felicidad.
Por parte de padres, el libro de Joaquín, cuenta su historia de vida,
posiblemente una de las más conmovedoras que yo haya conocido
jamás…, y he conocido muchas. No quiero hacer spoiler, pero sí os
puedo contar que estos tres hermanos, lejos de tener una infancia
idílica, atravesaron experiencias muy difíciles, pero llegaron a crear
un vínculo tan fuerte entre ellos que lograron transformar cual-
quier situación adversa y vivir plenamente felices.
Sabemos que puede ser muy duro carecer de un entorno familiar
sano que garantice que nuestras necesidades básicas, tanto biológicas
y afectivas como sociales, estén cubiertas. Además, el amor en la in-
fancia es tan crucial para la salud mental como lo son las vitaminas y
las proteínas para la salud física, y el vínculo que desarrollamos con
nuestras figuras de apego determinará nuestra autoestima, nuestras re-
laciones en la edad adulta, nuestras relaciones de pareja e incluso con
nuestros hijos. Son muchos los estudios científicos que lo demuestran.
Mi amigo Joaquín, de una manera extraordinaria y sin dejar de
emocionarnos para bien con sus palabras, es capaz de narrar sus
vivencias en la infancia con un sentido del humor que transforma
la energía por completo. Narra decenas de sus aventuras que, lejos
de ser agradables, se transforman en historias de superación. Su
magnífico punto de vista, su percepción sobre la vida, nos ayudan
a ver la diferencia entre apegarse al victimismo y salir airosamente
sonriendo de cada uno de los retos que la vida puede ofrecernos.
Reconozco que muchas veces me pregunté cómo era posible que
pudiera hacer chistes de episodios muy dolorosos de su infancia
que hacían estremecer a cualquiera. Pero entendí que su sentido del
humor les había salvado la vida, a él y a sus hermanos. De no haber

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sido por esta manera tan peculiar de gestionar el dolor, con apenas
cuatro, seis y ocho años, quién sabe qué camino hubieran tomado sus
vidas. Lo más sorprendente es que ninguno de ellos llegó a recibir ayu-
da psicológica o psiquiátrica; sencillamente, se apoyaron en el amor
que se tenían los unos a los otros y en la fuerza que esto les daba.

LA MAYOR PRUEBA DE FE QUE PUEDE EXISTIR ES


LA TRANSFORMACIÓN A TRAVÉS DEL AMOR.
Como siempre digo, la unión hace la fuerza y la historia de
Joaquín es un claro ejemplo de ello. Conozco muchas historias
de resiliencia, pero ninguna me había emocionado tanto. Es in-
creíble cómo la percepción de unos niños puede transformar con-
ceptos que, siendo adultos, se ven de otra manera diferente. Son
muchas las enseñanzas que transmite Joaquín en su obra.
Nos enseña a…

Descubrir la importancia de vivir el momento presente,


incluso siendo consciente de que la realidad no siempre acom-
paña a nuestra vida soñada.
Entender lo fundamental que es aceptar los cambios como
parte del juego de esta gran aventura que es vivir, y cómo pue-
de ayudarnos dejar ir el malestar que nos produce resistirnos a
lo que se escapa a nuestro control.
Ser capaces de encontrar el camino hacia el perdón para dejar
ir todo aquello que nos afecta o que nos ha afectado en el pa-
sado. Aunque el perdón es complicado de aprender por parte
del ser humano, solo él nos permite consagrarnos.

Sé que suena difícil, pero si tres niños han podido perdonar, quizá
tú también. ¿Y sabes por qué? Porque ellos ni siquiera tuvieron ayuda,
se criaron en condiciones un tanto míseras, valiéndose por sí mismos,
cada día, cada mes, cada año… Y tú sí puedes contar con apoyos…
¡El ser humano es capaz de perdonar y superar adversidades y
mucho más! Solo tiene que creer en ello, tener fe y sacar la fuerza

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que yace en su interior. Porque a través de la comprensión y de un
enfoque positivo, especialmente de los recuerdos agradables que
todos, en mayor o menor medida, tenemos —por pocos que ha-
yan sido—, podremos transformar por completo nuestras vidas.

LA RESILIENCIA DEL SER HUMANO PUEDE SER MUY


PODEROSA, AUNQUE A VECES DUDEMOS DE ELLA.

Algunas personas pasan por nuestras vidas únicamente para en-


señarnos a no ser como ellas, regalándonos momentos excepcio-
nales en los que aprendemos la diferencia entre lo correcto y lo
incorrecto, cuando ni las reglas ni las promesas se cumplen.
Y es que, pase lo que pase en nuestra vida, somos nosotros quie-
nes decidimos qué hacer al respecto, en qué nos enfocamos, qué
soluciones encontrar.
En una de las mil conversaciones que he tenido con Joaquín, recuer-
do que le pregunté: «Después de la vida que tú y tus hermanos habéis
llevado, ¿guardas algún rencor a tus padres?». Y él me respondió:

Ellos me dieron la vida, el mejor regalo que existe. Yo creo


que, a pesar de todo lo que le pueda ocurrir al ser huma-
no, mucho peor es no nacer y perderse todas las cosas que
nos hacen reír, amar o sentir. No guardo rencor a nadie,
no sabría dónde ponerlo…

Por mucho que la vida parezca ahogarnos, lo que no


sabemos es que lo mejor está aún por llegar. Recuerda
que la idea de la felicidad que tienes en tu mente
funcionará solo porque tú harás que funcione.

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