Teoría Literaria Iii

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CURSO: TEORIA LITERARIA III

MONOGRAFÍA FINAL: ANÁLISIS DEL CUENTO “EL SUEÑO


DEL PONGO”
ALUMNA: FLORES VARGAS CYNTHIA
COD: 2014014881
DOCENTE: HILTER LOZANO MEJÍA
“EL SUEÑO DEL PONGO” / EL ORIENTALISMO

I. INTRODUCCIÓN
Este trabajo da cuenta como un intelectual peruano de los 60, José María
Arguedas (1911-1969), se aboca a pensar la realidad peruana, El sueño del
pongo, es un cuento recogido de los labios de un campesino indígena del
Cuzco y que publicó en el año 1965. Aunque no se trata de una creación
original, posee una clara vinculación con la obra literaria arguediana, de
filiación indigenista.
En los años 60, se generan las principales rupturas. En estos años, hay un
cambio de sensibilidad social respecto a las minorías étnicas, políticas y
sexuales, lo que se observará, por ejemplo, en la apertura que tiene lugar en
Latinoamérica respecto a distintos grupos indígenas, a las mujeres y los
homosexuales, etc.; así como en las alianzas estratégicas que se darán entre
los mismos países pobres para resistir la ideología norteamericana dominante.
Es así que centraré este trabajo en la búsqueda de la identidad y la alteridad
peruana, presentes en este relato literario.
De la misma manera compararemos el pensamiento de Arguedas, con
pensamiento de Edward Said, con su libro Orientalismo, donde se señala que
la idea de poder del discurso que construye un oriente como espejo de
occidente, también donde hace una denuncia política a la discriminación.

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“EL SUEÑO DEL PONGO” / EL ORIENTALISMO

II. CONCEPTOS DE AMBOS AUTORES

II.1. Edward Said / Orientalismo.


Edward Wadie Said fue un crítico y teórico literario y musical, y activista
palestino-estadounidense. Fue autor y analista de fama mundial, y miembro del
Consejo Nacional Palestino. 
1. Tres definiciones de orientalismo:
 El orientalismo es una disciplina, en el sentido en que, son orientalistas
aquellos que estudian al oriente, es decir, que se transforma el oriente
en un objeto de estudio que va ha ser analizado por los orientalistas.
 El orientalismo es una ideología, en este concepto Said, va a tomar la
teoría de Michael Foucault de discurso, ya que el discurso tiene la
capacidad de construir lo que enuncia.
 El orientalismo, es una forma de dominar al oriente, partir de un conjunto
de disciplinas y una ideología, un discurso que construyen de esta
manera una distinción entre el oriente inferior y salvaje y el oriente
superior, legitimando la expansión colonial e imperial.

II.2. José María Arguedas / El sueño del Pongo


Arguedas, Fue uno de los máximos representante del indigenismo, movimiento
literario y artístico surgido en los años 30.
Su obra narrativa refleja, descriptivamente, las experiencias de su vida,
recogidas de la realidad del mundo andino, y está representada por las
siguientes obras: Agua (1935), Yawar fiesta (1941), Los ríos profundos (1958),
El sexto (1961), El sueño del pongo (1965), El zorro de arriba y el zorro de
abajo (1971). El sueño del pongo es la reelaboración de un relato oral quechua
que Arguedas le escuchó contar a un anónimo comunero de Qatqa. El escritor
y antropólogo andino advirtió a sus lectores: “Hemos tratado de reproducir lo
más fielmente posible la versión original, pero, sin duda, hay mucho de nuestra
“propia cosecha” en su texto; y eso tampoco carece de importancia”. Fue
publicado en 1965.
Los ensayos de Arguedas son decisivos en la reflexión sobre las relaciones
entre culturas ‘indígenas’ y culturas ‘hegemónicas’. El escritor y antropólogo
peruano, es actualmente considerado uno de los autores más destacados de la
literatura hispanoamericana.

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III. ANÁLISIS DE LOS TEXTOS:

III.1. El Orientalismo:
Said en su libro nos comenta como se ha ido generando lo que él llama el
“Orientalismo”, “Fue también una especie de poder intelectual que yo le
denominado orientalismo” (pág. 70). También nos dice “y el orientalismo era
una ciencia sobre oriente que situaba los asuntos orientales en una clase, un
tribunal, una prisión o un manual para analizarlos, estudiarlos, juzgarlos,
corregirlos y gobernarlos”. (pág. 69).  El autor va desgranando como se ha
convertido o como se ha creado el concepto de Orientalismo, así como los
discursos e ideologías que este grupo o movimiento conlleva. El auge fue tal,
que en muchas universidades se crearon cátedras para el estudio del
Orientalismo.
Said nos define al Orientalismo como una proyección de Occidente sobre
Oriente y su voluntad de gobernarlo. Exhibiendo una vasta selección de
escritores, políticos y eruditos en Oriente, nos devela de qué forma los
occidentales pretendieron conocer lo oriental, no para comprenderlo y convivir,
sino para dominarlo mejor. Es un modo de relacionarse de los europeos,
fundando instituciones que se especialicen en lo oriental. Es también la actitud
de investigar oriente, una forma de relacionarse con Oriente, para describirlo,
enseñarlo, colonizarlo y decidir sobre él. Además de discurso, es una forma de
dominación. El libro Orientalismo, a nuestro entender, no es un mero libro de
denuncia. No se limita, a alzar la voz señalando la perversidad occidental, sino
que se plantea también, analizando el pensamiento y la capacidad de conocer,
la relación entre los dos hemisferios. Lo que hace Said, además, es una
historia de las verdades establecidas del Occidente sobre el Oriente.
Said también dejará muy claro que ningún conocimiento es puro. Siempre está
impregnado de lo político; ningún discurso es inocente. Esto significa que, a la
hora de estudiar Oriente, un europeo o un norteamericano pensará “situado”,
establecido en un lugar y en un tiempo histórico, y esto siempre incluirá una
mirada política. Mirar “como occidental”, es ineludible.
El orientalismo, implica un campo de estudio erudito. Es, en este sentido, no
solamente una postura política, sino también un conocimiento.
En el primer bloque veíamos como la antropología surgía en el momento
colonialismo, y el mismo colonialismo se apoyaba en la antropología, y en otras
ciencias para poder conocer al oriental, y poder dominarlo, durante todo el
texto, durante todo el libro, el autor nos dice como los grandes colonialistas
estuvieron apoyados por esos eruditos del saber oriental, entre ellos los propios
Antropólogos y Lingüistas.
Así, Said nos dice durante el libro que “Es bastante conocido el hecho de que
Napoleón implico a docenas de “sabios” en su expedición egipcia; por eso no
es necesario que nos extendamos más en este asunto”. (pág. 119) Todos los

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grandes conquistadores utilizaron los conocimientos sobre Oriente, esos


conocimientos que obtenían los eruditos, eruditos que se aprovecharon para
poder realizar sus trabajos de la ocupación o del colonialismo, y se valieron
como en América del Sur, para poder someter con mayor fuerza el pueblo
conquistado. Todo esto es lo que Said nos dice que es el Orientalismo.
Toda la maquinaria de la dominación descansa sobre el concepto de
orientalismo, o, mejor dicho, en lo que el orientalismo produjo en Oriente. “En
cierta medida, la justificación del orientalismo no estaba solo en sus
éxitos artísticos o intelectuales, sino en su eficacia, su utilidad y su autoridad
posterior. Esto, ciertamente, merece que se le preste una especial
atención”. (pág. 174).
Vemos como al final todo se realiza para la conquista del otro, la sumisión del
otro, bajo el yugo de los occidentales o de los europeos, los cuales se creen
que con la ilustración descubrieron la libertad, la moralidad y demás
conocimientos que había que ir incorporando, aunque fuera por la fuerza, al
resto del mundo.
Para toda esta dominación, para toda esta labor de crear textos, crear libros,
que puedan llegar a justificar las incursiones o las dominaciones, se crea al
orientalista, el cual según Said: “La labor del orientalista profesional sigue
siendo juntar los fragmentos de un retrato, como si se tratara de un cuadro
restaurado, de Oriente o de lo oriental; fragmentos que, como los
desenterrados por Silvestre de Sacy, suministran el material, pero la forma
narrativa, la continuidad y las figuras las construye el erudito, para quien la
erudición consiste en burlar la no historia irregular de Oriente por medio de una
crónica bien ordenada de retratos y tramas”. (pág. 210). Toda esta información
tiene siempre el problema de a quien llega, debido a que una exposición de
una sociedad por un Antropólogo o erudito puede ser un gran trabajo, pero en
manos de un invasor, puede llegar a conocer como dominar la población o
sociedad entera.
“La proximidad entre política y orientalismo o, dicho de modo más prudente, la
enorme probabilidad de que las ideas que el orientalismo proporcionaba sobre
Oriente pudieran utilizarse en la práctica política es una verdad importante
pero extremadamente delicada.” (pág. 139 – 140). Hay que tener claro que
todo el orientalismo está apoyado quizá en los dos grandes pilares de toda
sociedad, o de toda empresa de colonialismo, que son en el poder y los
recursos económicos, y como en el texto del bloque 2, vimos como la política
simplemente era la organización del poder y la organización económica de los
recursos, una elección entre recursos que son finitos.
“Sobre todo, las circunstancias políticas y culturales en las que el orientalismo
occidental floreció llaman la atención por la posición rebajada de Oriente y del
oriental como objeto de estudio”. (pág. 140).
El autor en todo el libro, y especialmente en varios momentos, nos hace
referencia a la política y la cultura, como favorecedoras del orientalismo, debido

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a la lucha existente entre Francia e Inglaterra por poder abastecerse de


recursos naturales en las regiones ocupadas, y sobre la política a utilizar para
el dominio, de cómo en el libro nos habla de la estrategia de Napoleón
aliándose con los islámicos para vencer a sus rivales, y como la cultura
occidental, trata de inferior a la cultura oriental, recriminándola como bárbara.
La importancia de la cultura en todo el proceso, y en todo el discurso
orientalista, se basa en la inferioridad de los Orientales, sobre lo Occidentales,
basándose en la cultura, y en las normas, tanto sociales como morales, de la
sociedad Oriental, asemejándola a la barbarie y a la sinrazón humana.
III.2. El sueño del pongo:
El Sueño del Pongo no es una obra original, sino un cuento tradicional que
José María Arguedas escuchó a un indio cusqueño y que luego escribió en
quechua y tradujo al castellano, poniendo, sin duda, como confiesa el mismo
novelista, “mucho de su cosecha”.
Localización: El relato es parte de Poesía y prosa quechua, antología
seleccionada por el doctor Francisco Carrillo (Ediciones Biblioteca Universitaria,
1968).
Género Literario: Narrativo.
Especie Literaria: Cuento.
Personajes de la obra: El Sueño del Pongo tiene solamente dos personajes o
protagonistas: el Pongo y el hacendado abusivo.
Estructura de la obra: El Sueño del Pongo no tiene capítulos porque es un
relato muy corto.
Tema: El tema principal es el restablecimiento de la justicia, la reparación de un
daño que cometió el hacendado abusivo y cruel contra el Pongo.
El tema lo podemos sintetizar en tres partes:
 Motivación previa.
 Juicio.
 Premio y castigo.
Tiempo: El cuento El Sueño del Pongo está escrito en tiempo pasado.
Posesión del narrador: El cuento magistral está narrado en tercera persona.
Usualmente se ha considerado que la producción literaria de Arguedas ofrece
una visión del universo andino “desde dentro”, pero lo cierto es que su obra
constituye una suerte de representación de ese universo para lectores
occidentalizados. Para efecto de lograr la concreción estética de ese mundo,
para comunicarlo a destinatarios que respondían a un repertorio lingüístico-
categorial diferente al de la cultura de la que partía, Arguedas tuvo que
refigurar el mundo del que quería dar cuenta en relación a los destinatarios de
los textos. Esto lo llevó a ciertos tránsitos (de lo oral a lo escrito, de la

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espacialidad a la temporalidad histórica) y a una posición de relativa


“exterioridad” con relación al universo que intentaba configurar artísticamente.
No obstante, la crítica, atrapada en diversos dualismos (español/andino;
oralidad/escritura; tradición/modernidad; costa/sierra; comunidad/individuo;
hegemonía/margen, y tantas otras).
Un hombrecito se encaminó a la casa-hacienda de su patrón. Como era siervo
iba a cumplir el turno de pongo, de sirviente en la gran residencia. Era
pequeño, de cuerpo miserable, de ánimo débil, todo lamentable; sus ropas,
viejas.
El gran señor, patrón de la hacienda, no pudo contener la risa cuando el
hombrecito lo saludó en el corredor de la residencia.
¿Eres gente u otra cosa? - le preguntó delante de todos los hombres y mujeres
que estaban de servicio. (pág. 251).
El sueño del pongo se inicia con la irrupción de un elemento exógeno y
perturbador en un orden cerrado, adonde se le convoca. El pongo, al parecer,
encarna una humanidad tan degradada que resulta problemática en su estatuto
ontológico; de ahí que la duda implícita en la insolente pregunta del patrón,
efectuada ante “todos los hombres y mujeres que estaban de servicio”
Ahora bien, la “indecisión” del patrón con respecto al estatuto “humano” del
pongo se explica porque éste último encarna lo despreciable. Así, los distintos
estados que experimenta el “gran señor” cuando contempla al pongo por
primera vez que es la risa, incredulidad, cólera, asco, atestiguan la fuerte
perturbación que su sirviente le produce. Y es como un intento de
“naturalizarlo”, antes que humillarlo, como cabe entender que el patrón, en una
operación previsible, decida “feminizar” al nuevo sirviente, asignándole, para
ello, el espacio y los aditamentos propios a las mujeres dentro del orden
patriarcal que él preside: la cocina, las ollas y la escoba. Donde el amo no
puede evitar sustraerlo de lo humano al mismo tiempo que lo arroja lejos de sí
“¡Llévate esta inmundicia! ordenó al mandón de la hacienda”. (pág. 251).
Al anochecer, cuando los siervos se reunían para rezar el Ave María, en el
corredor de la casa-hacienda, a esa hora, el patrón martirizaba siempre al
pongo delante de toda la servidumbre; lo sacudía como a un trozo de pellejo.
Lo empujaba de la cabeza y lo obligaba a que se arrodillara y, así, cuando ya
estaba hincado, le daba golpes suaves en la cara. (pág. 251)
No parece casual que el pongo, un wakcha, un “huérfano de huérfanos” (pág.
251), como lo cataloga el único personaje femenino del cuento, la cocinera
mestiza, sea martirizado a la hora en que se le reza a María, madre de todos
los seres humanos. El pongo, vía su sufrimiento, ha sido distinguido por el amo,
quien lo tortura frente a toda la servidumbre. El verdugo necesita espectadores,
tal es su desgracia. Y no hay que dejarse engañar por la suavidad del toque del
amo, pues todo amo es la metonimia de la muerte, a la cual mantiene en

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reserva, como mera potencialidad, de ahí que pueda definírsele como


significante fálico.
Los suaves golpes que su amo le propina en la cara lo preparan para otros
contactos suaves pero intensos.
¡Alza las orejas ahora, vizcacha! ¡Vizcacha eres! mandaba el señor al cansado
hombrecito. -Siéntate en dos patas; empalma las manos. Como si en el vientre
de su madre hubiera sufrido la influencia modelante de alguna vizcacha, el
pongo imitaba exactamente la figura de uno de estos animalitos, cuando
permanecen quietos, como orando sobre las rocas. Pero no podía alzar las
orejas. (pág. 253)
Al patrón le complace jugar con el cuerpo del pongo, exigiéndole que imite
animales, que llore, ría o se revuelque. El pongo cumple estas demandas con
parcial éxito. Pero aun si el narrador del texto no deja dudas sobre la
humanidad del pongo, no menos cierto es que el cuerpo de aquél presenta,
digamos, cierta flexibilidad, más aún, su identidad aparece dislocada por flujos
de devenir animal.
La desterritorialización del pongo es total, lo que queda indubitablemente
refrendado cuando el narrador declara que el pongo “no podía rezar porque no
estaba en el lugar que le correspondía ni ese lugar correspondía a nadie” (pág.
253); posteriormente el pongo será entregado “a la mofa de sus iguales, los
colonos” (pág.253) Esta operación intenta certificar la normalidad del grupo,
estratégicamente homogenizado al patrón. El aborrecimiento del pongo sirve
como plataforma para la reunión del patriarca y sus hijos.
Pero… una tarde, a la hora del Ave María, cuando el corredor estaba colmado
de toda la gente de la hacienda, cuando el patrón empezó a mirar al pongo con
sus densos ojos, ése, ese hombrecito, habló muy claramente. (pág. 253)
La palabra del pongo irrumpe en el orden cerrado para hacer de sí un narrador
y del patrón un narratario, y para marcar el límite del poder del amo. La
hipodiégesis, que la palabra del pongo instaura tiene que acudir a la retórica y
a los mitos del amo, y a su lengua, paradoja del relato oral quechua.
-Padre mío, señor mío, corazón mío- empezó a hablar el hombrecito-. Soñé
anoche que habíamos muerto los dos, juntos; juntos habíamos muerto. (pág.
253).
Viéndonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran Padre San Francisco nos
examinó con sus ojos que alcanzan y miden no sabemos hasta qué distancia.
Y a ti y a mí nos examinaba, pesando, creo, el corazón de cada uno y lo que
éramos y lo que somos. Como hombre rico y grande, tú enfrentabas esos ojos,
padre mío. (pág. 255)
El patrón y san Francisco pertenecen a una cultura que privilegia la imagen
como vehículo fundamental en la adquisición del saber y en el ejercicio del
control. 

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El pongo aprovecha, en su relato, la potencia de la oralidad, que apela a los


oídos, unificando al patrón con los indios en una escucha turbada: el amo, por
el enojo y la inquietud; los indígenas, por el miedo, “los indios siervos oían,
oían al pongo, con atención sin cuenta, pero temerosos”. (pág. 255).
-Cuando tú brillabas en el cielo, nuestro gran Padre San Francisco volvió a
ordenar: “Que de todos los ángeles del cielo venga el de menos valer, el más
ordinario. Que ese ángel traiga en un tarro de gasolina excremento
humano”. (pág. 255)
Que el excremento sea transportado en un tarro de gasolina manifiesta una
mirada crítica hacia el proceso de modernización que socava el orden
tradicional andino. Efectivamente, el pongo asimila la gasolina a lo
descompuesto, lo feo, lo ordinario, lo de “menos valor”. En este rechazo, el
sirviente y el patrón podrían coincidir entre sí. Como quiera que sea, parece
evidente que la lata de gasolina remite metonímicamente a la irrupción de un
horizonte de relaciones posfeudales en el universo donde se desarrolla el
cuento.
“Todo cuanto los ángeles debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora
¡lámanse el uno al otro! Despacio, por mucho tiempo”. (pág. 257)
¿Es seguro que el pongo ha soñado? Nada lo prueba. Quizás mediante este
relato el sirviente busca su desquite público contra un amo prepotente,
valiéndose, para humillarlo, de la imaginación y el empleo artero de elementos
que toma de la religión del opresor. Esta lectura resulta problematizada por el
“ánimo débil” del pongo y su cobardía. No obstante, ese mismo sirviente que
aparece sumido en la pasividad, posee más iniciativa y capacidad de
resistencia de lo que su conducta, servil hasta la propia vergüenza, permite
pensar. Por lo pronto, el pongo calla porque así lo desea “no quería hablar”
(pág. 255); una vez resuelto a expresarse, pide repetidas veces la palabra y, en
algún momento, responde a una pregunta del patrón con sagacidad retórica
“No puedo saber cómo estuve, gran señor. Yo no puedo saber lo que valgo”.
(pág. 253).
No se requiere ser un lector sofisticado para comprender que El sueño del
pongo contiene un mensaje subversivo. Decir, así mismo, que el relato
contiene un elemento de inversión utópica es correcto y, a la vez, insuficiente,
no parece tan nítida la idea de que el cuento solamente plantee un mundo al
revés, un Pachakuti que san Francisco efectúa para hacer justicia al pongo,
exponiendo un poco de comicidad.
Y es que además de leer El sueño del pongo como una promesa de redención
o liberación para el indígena, además que el cuento retrae el conflicto social,
que caracteriza la realidad peruana, entre identidades históricamente
naturalizadas y jerarquizadas desde época colonial, Considerar estas dos
identidades sociales como si fueran inconmensurables equivaldría a
objetivarlas y a encerrarlas dentro de confines infranqueables. En efecto, el

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relato hace una instantánea de las clases sociales que, según Arguedas,
caracterizaban la realidad peruana: el “indio” y “el señor”.
Dicho fragmento resulta ser imprescindible ya que muestra con claridad la
visión arguediana relativa al proceso de transformación en acto. El rescate del
repertorio oral andino, como es el caso del Sueño del pongo, abre un escenario
esperanzador de cambio social. Esperanza que también emerge con fuerza en
los escritos antropológicos de la década de los años 60, en los que Arguedas
apuntaba a una revolución representada por la inminente Reforma agraria de
1969, que determinó el cambio por lo cual el indio dejó de llamarse indio para
tomar el nuevo, y supuestamente más honorable nombre de campesino.

IV. INTERTEXTUALIDAD
Me parece necesario partir comentando que en el fondo de El sueño del pongo
lo que hay es un conflicto entre dos mundos: el mundo indígena, representado
en el “pongo” y el mestizo y el mundo de los blancos, representado en el patrón
y los colonos. Las tentativas teóricas de abordar un tema tan descomunal como
la convivencia de estas dos tradiciones y visiones de mundo antagónicas han
oscilado entre los conceptos de aculturación, mestizaje cultural,
transculturación y superposición de culturas, Al igual que se viene relacionando
con lo descrito en El Orientalismo, ya que oriente ha sido percibido como
realidad ontológicamente estable a pesar de lo cambios y transformaciones,
como cualquier otra civilización pudiese haber experimentado, además que
conlleva este conflicto entre lo oriental y occidental. El conflicto se verá de la
manera siguiente:

MUNDO ORIENTAL MUNDO OCCIDENTAL


MUNDO INDÍGENA MUNDO DE BLANCOS

Ambos escritores nos hacen reflexionar al crear esta distinción, y reivindicación


del ser humano no solo visto en una cultura, si no en varias, si nos ponemos a
calcular la cantidad de años que las culturas “occidentales” han querido
apoderarse no solo de lo oriental sino también de lo indígena, siempre ha
habido esta diferenciación entre ambos, poniendo en primer y poderoso lugar al
desarrollado occidental. Nos referiremos a esta marcada condición de poseer
culturas para su beneficio, por ejemplo: España conquistó América, Inglaterra y
Francia, conquistaron a los países orientales, siempre en base a obtener poder,
riquezas y territorios, y en contraste en el Perú se vive esta forma de
colonización entre lo blanco y lo indígena. Donde los blancos tienen mayores
privilegios y poder, sobre los de “otro color”, “otra condición económica”.

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Reflexionemos pues sobre la condición humana en la que mucha gente se


halla todavía sumida, expresada en diversas formas de explotación,
discriminación y humillación sistemática, y que sobrellevan tal condición ante la
indiferencia o complacencia del resto. Ante la imposibilidad de que el oprimido
y humillado pueda revertir su situación, fruto de un aberrante sistema
socioeconómico o cultural demasiado arraigado. Arguedas nos muestra cómo
la imaginación puede ser un recurso para conllevar tal situación extrema, y
como mediante ésta se puede guardarla ira y el resentimiento que
inevitablemente habrá de estallar en algún momento, ya sea expresándola
indirectamente al opresor, como lo hace el pongo o bien por la vía de la
violencia, ambas salidas ciertamente muy legítimas.

V. REFRENCIAS
 Said, E. (1997) El Orientalismo. Debolsillo
 Arguedas. J (1983). Obras completas. JMA ediciones Salqantay.

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VI. INDICE
CARATULA
1. INTRODUCCIÓN
2. CONCEPTOS DE AMBOS AUTORES
 EDWARD SAID / EL ORIENTALISMO
 JOSÉ MARÍA ARGUEDAS / EL SUEÑO DEL PONGO
3. ANÁLISIS DE LOS TEXTOS
 EL ORIENTALISMO
 EL SUEÑO DEL PONGO
4. INTERTEXTUALIDAD
5. REFERENCIAS
6. INDICE

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