DETECCIÓN DE MICROPLÁSTICOS EN ALMEJA AMARILLA (Amarilladesma
DETECCIÓN DE MICROPLÁSTICOS EN ALMEJA AMARILLA (Amarilladesma
DETECCIÓN DE MICROPLÁSTICOS EN ALMEJA AMARILLA (Amarilladesma
FACULTAD DE VETERINARIA
Por
AZAMBUJA, Federico
EGÜEZ, Rodrigo
MONTEVIDEO
URUGUAY
2020
AGRADECIMIENTOS
ÍNDICE DE TABLAS
2.1 Plásticos
La palabra “plástico” proviene del vocablo griego plastikos, que significa apto para
moldear refiriéndose a la ductilidad de un material.
Civilizaciones ancestrales tales como la china o babilónica utilizaban resinas
naturales como el ámbar o betún para la fabricación de diversos instrumentos para
múltiples funciones. Los egipcios, hace más de 3000 años impregnaban a sus
muertos con betún de Judea, que al exponerse a la luz se volvía firme e
impermeable, muy similar al proceso de vulcanización logrado miles de años
después (Gilbert, 2017). El historiador griego Heródoto (484-425 AC), escribe los 9
libros de la historia, dentro de los cuales en el libro II, Euterpe, describe el
mecanismo de embalsamamiento egipcio, y refiriéndose al cadáver “… se le faja,
bien lavado, con ciertas vendas cortadas de una pieza de finísimo lino, untándole al
mismo tiempo con aquella goma de que se sirven comúnmente los egipcios en vez
de cola”. A partir del siglo XVI AC, las civilizaciones precolombinas
centroamericanas lograban la coagulación de la resina formando un material flexible
y elástico, denominado caucho partiendo de un líquido pegajoso llamado látex,
producido por el árbol Castilla elastica, que mezclaban con extractos de una
enredadera nativa, Ipomoea alba. Estas culturas sustituyeron materiales como el
cuero, la piedra y la madera con el caucho para fabricar figuras humanas, pelotas y
agarradores de cabezas de hachas (Hosler y col., 1999).
En Inglaterra en 1839 Goodyear y Hancock lograron la vulcanización, agregándole
azufre al caucho brindándole así mayor estabilidad al material (García, 2008).
Durante la segunda mitad del siglo XIX se ofrece una recompensa para aquel que
creara un material sustituto al marfil en la fabricación de bolas de billar. Alexander
Parker en 1855 descubrió que al disolver nitrato de celulosa en alcanfor fundido y
aplicando calor se produce un compuesto moldeable que al enfriarse se endurece
conservando la forma deseada. Le dio el nombre de parkesita, pero olvido
patentarla. Wesley Hyatt en 1870 modifica parcialmente la parkesita dando origen al
celuloide, ganando la recompensa. (García, 2008).
Sin embargo, la baquelita, el primer plástico totalmente sintético, se obtuvo a
principios del siglo XX, nombrada así en honor a su creador Leo Baekeland. No era
estable ni adecuada para envases o embalajes. No obstante, aún se utiliza como
aislante de terminales eléctricos o mangos de sartén.
Las guerras mundiales y el avance en ingeniería química trajeron consigo la
expansión en la variedad de plásticos que se elaboraban. Según Gilbert (2017), se
dio el desarrollo industrial de los principales termoplásticos, los cuales se clasificaron
en:
-Policloruro de vinilo (PVC) con una amplia gama de usos, por su gran
resistencia al impacto y erosión, se lo utiliza en la construcción y en tuberías de agua
potable.
-Poliolefinas, polietileno de alta y baja densidad, polipropileno entre otros, son
los plásticos más económicos. Utilizados en la fabricación de bolsas plásticas,
envases desechables o aislantes eléctricos.
-Polimetilmetacrilato (PMMA), más conocido como acrílico, utilizado como
sustituto al cristal y en dentaduras postizas.
La producción en masa recién comenzó a partir de la década de 1960. Debido al
consumismo los materiales tradicionales como el vidrio, el papel o el metal fueron
reemplazados por los plásticos (FAO, 2017).
El tamaño de estas partículas plásticas hace que estén disponibles para muchos
organismos que se alimentan por filtración, por ejemplo, bivalvos, llegando
posteriormente a niveles tróficos superiores al ser depredados por otros seres vivos
(Davison y col., 2011).
Existen tres mecanismos por los cuales generan perjuicios en el medio: el primero
se denomina fenómeno de adsorción, implica la capacidad de atraer y retener
agregados químicos o microbiológicos. Los compuestos plásticos son lipófilos por lo
que tienen el potencial de adsorber contaminantes orgánicos persistentes (COPs)
como el benzopireno, presente en el medio acuático, el cual se forma tras la
combustión de madera, y sustancias perfluoradas como el sulfonato de
perfluorooctano y ácido perflorooctanoico, sustancias sintéticas utilizadas en la
producción de cajas de cartón, indumentaria entre otros. Estos COPs tienen el
potencial de ser cancerígenos (O´Donovan y col., 2018). Se considera que los
plásticos se han convertido en una importante fuente de contaminantes orgánicos
persistentes, como lo son los pesticidas organoclorados, bifenilos policlorados,
hidrocarburos aromáticos policílicos, entre otros (Bouwmeester y col., 2015).
Los distintos tipos de plásticos como el policloruro de vinilo (PVC), tereftalato de
polietileno (PET), polietileno de baja densidad (LDPE), polietileno de alta densidad
(HDPE) y polipropileno (PP) tienen la capacidad de adsorber contaminantes
inorgánicos de la línea de los metales pesados (aluminio, plomo, cromo, cadmio,
entre otros) la única excepción es que el HDPE tiene una adsorción mucho menor al
cadmio que otros polímeros (Rochman y col, 2014). Tal similitud en la adsorción de
distintos metales a diferentes matrices de polímeros podría indicar que estos metales
no se ligan al polímero en sí, sino al biofilm generado sobre el plástico, lo que a su
vez justifica que en el correr de los meses, mientras el biofilm se desarrolla y
aumenta su biomasa, también aumente progresivamente la adsorción de los metales
(Rochman y col, 2014). Estas biopeliculas formadas por comunidades de diversas
bacterias y algas varían de acuerdo a factores climáticos en cuanto a su carga
microbiana y la composición de su matriz orgánica, lo que conlleva a diferencias
estacionales en la concentración de contaminantes, tales como metales pesados
(Tien y col., 2013).
Tanto los contaminantes plásticos como los metales pesados son persistentes en el
medio acuático, presentando baja o nula biodegradabilidad y además pueden
presentar bioacumulación y biomagnificación en la cadena alimentaria
(Akhbarizadeh y col., 2017). Los principales factores que controlan el grado de
bioacumulación de contaminantes en los organismos acuáticos son la
biodisponibilidad y concentración del plástico en el medio, así como la fisiología y el
comportamiento alimentario del organismo y el tiempo de exposición al mencionado
contaminante (Monikh y col., 2013).
Por último, el mecanismo de filtración por el cual las sustancias químicas que se
emplean durante la fabricación de los plásticos se separan y se filtran al medio
circundante. Ya sea al agua o al tracto digestivo del organismo que lo ingirió. Un
ejemplo de esto es el bisfenol A, compuesto químico utilizado en la fabricación de
varios polímeros sintéticos y papel térmico. Este compuesto actúa como un
xenoestrógeno, causando disrupción del sistema endocrino, alterando el
funcionamiento tanto de hormonas sexuales como tiroideas o de la insulina. Dicha
alteración endocrina puede acarrear trastornos desde la obesidad y diabetes hasta
alteraciones teratogénicas (Michałowicz, 2014).
Los ftalatos son compuestos que agregados a los plásticos le añaden flexibilidad, lo
que hace que el PVC no se resquebraje, a su vez se emplean en productos
cosméticos. Este compuesto liberado al medio es capaz de provocar disrupciones
endocrinas como el bisfenol A y también se le adjudica la capacidad de inducir
aberraciones genéticas en varios organismos, así como alteraciones del desarrollo y
crecimiento, ya que se asemejan e interfieren con hormonas de crecimiento y
neurotransmisores (Olavarrieta y col., 2017).
2.3 Nanoplásticos
Los nanoplásticos son partículas plásticas de tamaño entre 0.001 y 0.1 micrómetros
(EFSA, 2016). Los impactos que éstos pudieran tener en la salud son los mismos
que conllevan los microplásticos, sumados a los que pudieran producir derivados de
su tamaño. El estudio de estas partículas resulta dificultoso por su tamaño y evaluar
los riesgos que el consumo de éstos ocasiona se encuentra en constante
investigación. Se ha comprobado que cuando estas partículas plásticas alcanzan un
tamaño de 150 nm o menos, pueden atravesar el epitelio intestinal de humanos y
otros mamíferos, implicando una exposición sistémica al agregarse al torrente
sanguíneo (EFSA, 2016). Si bien no ha habido hasta el momento pruebas
concluyentes de los perjuicios que este fenómeno pueda causar a la salud humana y
animal, se ha ratificado el hallazgo de plásticos en el tejido hepático de peces
capturados en su hábitat, así como de pireno en la hemolinfa y branquias de
mejillones (Avio y col., 2015a, 2015b). Recientemente se han realizado estudios que
confirman el pasaje de nanoplásticos al torrente sanguíneo de animales de
laboratorio, lo que podría traer trastornos circulatorios, y de coagulación, como, por
ejemplo, tromboembolismos (Collard y col, 2017).
2.4 Bivalvos
Los bivalvos son organismos que pertenecen al phylum Mollusca, junto a los grupos
o clases Gasteropoda (caracoles y babosas), Cefalópoda (pulpos y calamares) y
otros grupos menores. Este phylum representa más de 93.000 especies descriptas,
siendo el segundo más numeroso luego de los artrópodos.
Más de la mitad de estas especies habitan los océanos, desde las profundidades de
más de 8000 metros como la fosa de Puerto Rico, hasta las regiones intermareales y
costeras. También habitan áreas terrestres y dulceacuícolas en todo el mundo.
(Moretzsohn y col., 2009).
El grupo de los bivalvos, también llamados lamellibranchios o pelecípodos,
presentan características comunes. Son invertebrados celomados, presentan
aplanamiento lateral con dos valvas o conchas de carbonato de calcio que encierran
las partes blandas del animal (FAO, 2006). Son sedentarios y se alimentan filtrando
el agua que les rodea por lo tanto se encuentran sometidos a las alteraciones del
medio provocadas por el hombre y el cambio climático. Su mecanismo de
alimentación por filtración concentra componentes del medio, que pueden ser de
interés, como en este caso microplásticos haciéndolos excelentes biomarcadores de
la polución del medio en el que viven.
2.4.1 Amarilladesma mactroides
a b
Materiales y métodos
Obtención de muestras
Procesamiento de muestras
Resultados
Por otra parte, tal como se muestra en la Tabla 1 y la Figura 5, al evaluar las
muestras en forma individual, los microplásticos categorizados como fragmentos se
encontraron en mayor proporción comparado con los otros tipos de microplásticos
(fibras y esferas), tanto para el grupo sin depurar como también en aquellas almejas
con tratamiento de depuración.
Tabla 1. Cantidad de microplásticos según su forma y tratamiento.
c d
e f
Por otro lado, estudios realizados por Cho y col. (2018) en diferentes bivalvos del
Este asiático, revelaron la presencia de microplásticos en el 95% de las muestras.
Distinguen entre 4 tipos de bivalvos cada uno asociado a un hábitat diferente
(mejillones, ostras, vieiras y almejas), encontrando mayores concentraciones de
microplásticos en almejas.
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