Cuentos Andrea
Cuentos Andrea
Cuentos Andrea
CUENTOS
CER APODACA
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 1
LIBRO DE CUENTOS
Plasma, el fantasma
Aquella noche, Plasma, el fantasma, salió por primera vez a recorrer los
pasillos del castillo. Plasma no tenía experiencia, era un fantasma novato.
Había heredado aquel ruinoso castillo de su tío Ernesto, el espectro. Un
espectro andrajoso, mugroso, ¡menos mal que se veía borroso!
Plasma, por el contrario, era un fantasma muy presumido. Pero su tío
Ernesto, el espectro, no le había dejado ropa decente en el armario. Así que
vestía una simple sábana blanca. ¡Estaba muy inquieto! ¡Era su primera
noche de trabajo! Plasma, el fantasma, sujetaba en la mano un candil y
arrastraba una bola de hierro sujeta a su tobillo por una cadena, ¡esa era su
condena!
De pronto, se quedó pálido. Pálido debajo de la sábana. Al fondo de la
galería había una niña. ¡Qué nervios! Iba a dar su primer susto y quería que
le saliera perfecto. Plasma retrocedió hasta detrás de la esquina. Se atusó la
sábana, sacó lustre a su bola y su grillete, hizo gárgaras y entrenó un poco
la voz:
-DO, RE, MI, FA, SOL, LA, SI, DOOOOOOO….
Cuando estuvo preparado, respiró hondo y comenzó a caminar por la
galería, ululando, levantando los brazos, arrastrando sus cadenas, poniendo
Caperucita Rebelde
CAPERUCITA: Aham…
NARRADOR: Antonia vivía en una casita cerca del bosque. Un
día, su mamá le pidió que le llevara a su abuela una cesta con
dulces y un tarrito de miel, porque la anciana estaba enferma y
vivía sola al otro lado del bosque…
CAPERUCITA: Vale, para, para. Para, otra vez. Eso de mi
abuela enferma no me mola nada, ¿sabes? ¡Nos tienes todo el
día preocupados con este tema! Y, ahora que lo pienso, ¿Estás
diciendo que vaya a visitar a mi abuelita?
NARRADOR: Pues… sí
CAPERUCITA: ¿En serio? ¿Pero no sabes que hay coronavirus
y no me puedo acercar a mi abuelita?
NARRADOR: Ah, pues es que eso no lo había pensado, claro…
CAPERUCITA: ¡Si es que no piensas! Sólo repites el mismo
cuento, una y otra vez, como una letanía.
NARRADOR: ¿Y si le dejas la cestita en la puerta?
CAPERUCITA: Hmmm… vale. Así me da tiempo luego a hacer
unos recados PRI-VA-DOS que tengo que hacer.
NARRADOR: Un día, su mamá le pidió que le llevara a su abuela
-que estaba confinada- una cesta con dulces y un tarrito gel
hidroalcohólico, pero le advirtió que no se acercara a ella, porque
había coronavirus, y que le dejara la cestita en la puerta.
(PAUSA)
CAPERUCITA: ¿Qué pasa, narradora? ¡Sigue!
NARRADOR: ¿Así?
(PAUSA)
CAPERUCITA: ¡Vaya birria!
ABUELA: Sí, no te has esforzado mucho, ¿eh?
NARRADOR: Está bien. Vosotros lo habéis querido…
TODOS: (Suplican que no).
NARRACIÓN: Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Don Lobo no necesita presentación pues todos vosotros, niños y niñas, conocéis
más que de sobra de quién se trata: es el malo de todos los cuentos… y, además,
es el que, al final, siempre sale perdiendo.
Pero un buen día, don Lobo se hartó de su trabajo. No solo se aburría de llevar
siglos haciendo lo mismo, sino que empezaba a afectarle en el ánimo que todo el
mundo lo temiera y lo odiara.
Lo cierto es que, hasta hace pocos años, don Lobo no era muy consciente de esto.
Fue a raíz de abrirse un perfil en redes sociales cuando se dio cuenta del rechazo
que despertaba en las personas. No solo es que nadie le diera “me gustas” cuando
publicaba en su Instagram fotos de los platos que había cocinado con los
cabritillos, por ejemplo, o que recibiera un montón de tuits ofensivos algunos
vegetarianos radicales … ¡Es que hasta habían creado el hashtag
#BloquearAlLoboFeroz!
Todo aquello había comenzado a pasarle factura, y cada día estaba más nervioso,
más triste… ¡Y más harto! Así que decidió cambiar de trabajo.
Don Lobo se dirigió aquella mañana a la Oficina de Empleo del Bosque. Tuvo
que madrugar muchísimo para conseguir cita y, aún así, todavía tuvo que esperar
tres interminables horas para ser atendido. Pero, por fin, llegó su turno.
– Muy bien. Vayamos por partes. Aquí dice que ha trabajado usted en el cuento
de Los tres cerditos -comenzó la funcionaria con tono de estar muy aburrida.
– Así es…
– Bien… a raíz de esta experiencia… ¿Qué habilidades diría usted que tiene?
– Pues… ¡Una gran capacidad pulmonar! Derribé las casas de esos cerditos tan
solo soplando.
– Una de paja y otra de madera. Con la de ladrillo no pude. No soplo con tanta
fuerza…
– Bueno… pues, conseguí que los cabritillos me abrieran la puerta… resulté muy
convincente…
– Ajá, ajá… A este puesto también puede postular: Vendedor a puerta fría.
– ¿Eso que es? -preguntó Don lobo, a quien le sonaba a trabajar dentro de una
nevera y pasar mucho frío.
– Es el que va por las casas intentando venderle a la gente cosas que no necesita.
Hace falta habilidad para lograr que las personas abran la puerta de casa a un
desconocido…
– ¿Y cómo logró usted convencer a los cabritillos para que le abrieran la puerta?
– Suavicé y blanqueé mi mano con harina… -respondió don lobo, muy orgulloso
Don lobo comenzó a batir los huevos mientras se excusaba por el escándalo:
– Siempre los bato, ¿sabe? Me da menos… asquete que comerlos enteros crudos.
Entonces don Lobo cantó con una voz maravillosa, angelical, aguda y suave.
– Sí…
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LIBRO DE CUENTOS
De pronto, don lobo escuchó con mucha claridad una lejana voz que decía, con
enfado:
– Si usted oye voces en su cabeza, me temo que voy a tener que quitarle como
postulante a Soplador de globos en fiestas infantiles…
– ¡Ah, bueno! Pues eso lo tacho. Por si acaso… -dijo la funcionaria con todo
desconfiado.
– Y con ovejas… sé cómo atraparlas y sujetarlas sin hacerles daño, que luego se
me tensan, se queda la carne dura y me hago daño en los dientes.
– Una pena…
– ¿Idiomas?
– ¿Vehículo propio?
-Mire, es que con todo esto del COVID, a mí lo de que me metan el palito por la
nariz, no me hace mucha ilusión. Ponga que no.
– Tengo tres lobeznos (de 2, 4 y 6 años, ¿sabe? Mire, aquí tengo una foto…)
Teletrabajo, imposible.
– ¿Ya está?
– Ah, fenomenal. Por si acaso, además de la foto de perfil, le dejo una en la que
aparezco de frente… ¡Que tenga usted buena tarde!
– Igualmente.
Don lobo abandonó la oficina de empleo. Antes de salir por la puerta escuchó, a
lo lejos, la voz de la funcionaria en la sala de espera.
– Adelante…
Una semana y media después, Don Lobo había perdido la esperanza de poder
cambiar de trabajo. ¡Estaba condenado a ser el malo del cuento toda la eternidad!
Pero una mañana, sonó el teléfono.
– ¿Sí? ¿Dígame?
– Oh, esa es una gran noticia. Me da usted una alegría. ¿Cuándo empiezo? -
preguntó don lobo con gran entusiasmo.
– Perfecto. Deje que hable con mis jefes, los narradores de los cuentos, para
presentar mi renuncia formal. Y en cuanto estén arreglados los papeles, me
incorporo.
– Muy bien, tan pronto haga usted el papeleo, se pasa por la oficina de empleo.
Nada más colgar, don Lobo se puso rápidamente en contacto con sus jefes para
presentar su renuncia. No hace falta decir la sorpresa y la conmoción que causó
en los narradores esta noticia. Le rogaron que se quedara, le ofrecieron un
ascenso y que tuviera su propio despacho en el bosque… ¡incluso prometieron
subirle el sueldo!
– Pero nada, don Lobo estaba decidido. Y muy ilusionado. No sólo había
conseguido cambiar de trabajo, sino que había encontrado uno muchísimo mejor,
uno que le convertía en el bueno del cuento. ¡En una ONG! Eso era una auténtica
suerte. Pero entonces, pasó algo inesperado…
– ¿Hola? ¿Lobo?
– Soy Antonia…
– ¿Qué Antonia?
– ¡Antonia Kitty!
Se hizo un silencio. Estaba claro que don Lobo no tenía ni idea de quién hablaba.
– Mira, me han llamado los jefes para contarme que vas a dejar el trabajo de lobo
de los cuentos. ¡Y eso no puede ser! ¿Sabes? Todos los personajes estamos
conmocionados. ¡No puedes irte!
Caperucita estuvo un rato largo intentando disuadirle, pero nada, el lobo estaba
decidido a cambiar de empleo. Aunque lo sorprendente llegó después. Todos los
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LIBRO DE CUENTOS
Entonces el lobo entendió lo necesario que era para sus compañeros y se dio
cuenta de cuál era el verdadero problema. Así que cambió de opinión: fue a la
oficina de empleo y rechazó el puesto, y, ¿sabéis lo que hizo justo después?
Cerró todos sus perfiles en redes sociales. Con un portazo.
Don Lobo se había dado cuenta de que las personas verdaderamente importantes
son las que te conocen de verdad, esas con las que se comparten momentos, las
que no te juzgan ni se meten contigo. Las que te ayudan. Don Lobo se había
ganado un gran prestigio como malo del cuento con el paso de los siglos ¡No
necesitaba cambiar de trabajo! Lo que don Lobo necesitaba era quitarse de
encima a toda esa gente desconocida y malvada. Y hacerlo fue muy sencillo. A
partir de ese momento vivió feliz y no le criticó nadie por comerse una perdiz.
Ah, y don Lobo contactó con la ONG para colaborar con ella gratis en sus ratos
libres. Porque si el jamón ibérico es importante… ¡El lobo ibérico, ni te cuento!
Buenas noches, queridos niños. Me presento: soy la bruja del cuento de Hansel y
Gretel. ¡Pero no os asustéis! No debéis tenerme miedo: todo lo que esos dos
niños contaron de mí es una mentira podrida. ¡Se lo inventaron todo! Si me lo
permitís, me gustaría contaros la verdadera historia, lo que realmente sucedió.
Estaba yo un día tan tranquila en mi casita del bosque, cocinando mis pociones
mágicas, cuando dos niños aparecieron de la nada y comenzaron a arrancar
trozos de las paredes, de las puertas, de las ventanas… ¡estaban enloquecidos!
Por lo visto llevaban unos días perdidos en el bosque, sin agua ni comida, así que
supongo que eran presa del hambre y las alucinaciones. ¡Pensaban que mi casita
estaba hecha de chocolate! ¡Qué disparate! De ser así, yo misma me la habría
comido hace ya mucho tiempo! Mi casa es de ladrillos, de yeso y de pladur,
como la de todo el mundo.
Soy una bruja, y todo el mundo sabe que los niños y las brujas no se llevan bien.
Los niños crean mucho alboroto: desconciertan a los espíritus con sus gritos,
ahuyentan a los lagartos y los murciélagos (que son la base de toda poción
mágica que se precie), y usan nuestros gorros puntiagudos para disfrazarse todo
el tiempo. Pero Hansel y Gretel me dieron un poco de pena. Así que les invité a
pasar y les ofrecí una rica merienda: leche con bollos azucarados, manzanas y
nueces. Me contaron que su madrastra los había abandonado en el bosque con la
excusa de no tener dinero para alimentarlos. ¡Hay que ver, qué señora más
malvada! Entonces les dije que se podían quedar conmigo si me ayudaban con
algunas tareas.
¡Pero resultó que Hansel y Gretel eran unos auténticos trastos! A Hansel le pedí
que fuera al establo a hacerse cargo del ganado, pero el muy holgazán se
encerraba tras unas rejas para que no le encontrara y se pasaba todo el día
durmiendo. Luego contó que fui yo quien le encerró en una jaula para cebarlo y,
cuando estuviera gordito, comérmelo… ¡Encima de vago, mentiroso! A mí no
me gustan los niños, ¡Ni siquiera en la pizza!
A Gretel le pedí que me ayudara en la cocina, ¡pero ella hacía cosas para
fastidiarme! Me cambiaba el azúcar por la sal, por ejemplo. ¿Habéis probado la
leche con sal? ¡Puagggg! ¡Es asquerosa! Los huevos fritos con azúcar tampoco
os los recomiendo… También me giraba la boca del grifo y al abrirlo salía el
agua disparada y me daba en la cara, usaba mi escoba voladora para barrer (las
escobas voladoras son muy sensibles, no soportan tanta presión) o me echaba un
litro de jabón en la lavadora y la cocina parecía la fiesta de la espuma esa, de las
ferias. ¡Un desastre espantoso! Un día, cuando estaba a punto de meter en el
horno una hogaza de pan… ¡Gretel me empujó y trató de que me cayera dentro!
¡Esa fue la gota que colmó el caldero! Me enfadé mucho y los mandé de vuelta
con su madrastra. ¡Cuánto lo siento por esa pobre mujer!
Así que ya sabéis, niños, si alguna vez queréis saber cómo ocurrió de verdad una
historia, debéis preguntarle a todas las partes implicadas. Recordad: ni los buenos
son tan buenos, ni los malos son tan malos….
La brujita Fuegoazul
Freya había descubierto que tenía poderes al cumplir 7 años. Durante aquel cumpleaños, más
que apagar las velas, las encendió. Sí, como lo oís. Antes de que su mamá pudiera acercar la
cerilla a la tarta, de los dedos de Freya brotaron unas llamas azules muy extrañas.
Así fue como, el día de su séptimo cumpleaños, Freya ganó un año… y perdió un nombre: a
partir de ese momento todo el mundo la llamaría “Brujita Fuegoazul”.
La brujita Fuegozazul, sin embargo, tenía un problema: su única magia era ese tonto fuego
azul que no servía para nada más que para encender la lumbre de la cocina. ¡Vaya fiasco!
La brujita conocía, por el Gran Libro de Historia Brujesca, que las brujas podían volar
montadas en su escoba, convertir a la gente en rana o cambiar de forma. Pero ella, nada. ¡Es
más! Lo suyo ni tan siquiera era piroquinesis (que es el poder de prender fuego a distancia)
sino que simplemente tenía unos dedos que se encendían como si fueran un mechero. ¡Pues
menuda birria de magia que no servía para nada!
Así que cuando cumplió 18 años, la brujita Fuegoazul no fue a la Universidad, sino que se
matriculó en la Escuela Superior de Brujería, por si el motivo fuera que estaba haciendo algo
mal.
Pero su problema no desapareció. No sólo es que su talento individual no sirviera para nada,
sino que no poseía ninguno de los poderes elementales de las brujas.
En clase de Vuelo, prendió fuego a la escoba con tan solo tocarla. Y todas las brujas
estudiantes huyeron despavoridas para no salir ardiendo, porque las brujas tienen MUCHO
miedo de morir quemadas en una hoguera.
¡Pues vaya rollo! Su poder sólo le servía para encender el fuego del caldero.
– Vaya por Dios, no sé lo que he hecho con las cerillas… ¡Échame una
mano, Fuegoazul! -le pedía siempre la profesora de Ciencias pócimas
La brujita se sentía inferior, pensaba que era tonta y que jamás lograría realizar ni
un solo hechizo. Suspendía todas las asignaturas: Telequinesis, Vuelo sobre
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Los profesores estaban muy preocupados por la brujita Fuegoazul. Estaba claro
que se esforzaba, estudiaba muchísimo, se sabía de memoria todos los conjuros y
los recitaba sin cesar:
-No es magia… ¡Es un fuego fatuo! -sentenció con sorpresa la Gran Bruja
Decana.
-Ohhhh, ¡Increíble!
-¿Un fuego fatuo? ¡No puede ser!
-Nunca vi un caso igual en 100 años
-¡Asombroso! ¿De qué naturaleza?
La sala quedó muda. Tan solo se escuchaba el vuelo de una mosca. Al cabo de un
rato, la Gran Bruja se dirigió a Fuegoazul:
– Entonces, ¿no soy tonta? -preguntó la brujita Fuegoazul con lágrimas de alivio
en sus ojos.
– ¡Claro que no! Al contrario. Lo que ocurre es que la Escuela Superior de Magia
se te queda pequeña. Este poder supremo necesitas entrenarlo en La Academia de
Brujas Superdotadas -le explicó la sabia hechicera.
En tan solo un año se había convertido en una de las brujas más poderosas del
Mundo y cuando se graduó la nombraron Miembro de Honor del Alto Consejo de
Brujería Docente. Con el tiempo, llegaría a ser Bruja Decana. Y cuando murió,
con 160 años, se convirtió en un fuego fatuo de color morado a la espera de que
naciera su tatara-tatara-tatara nieta…
Por las noches, cuando el pequeño monstruo que vivía dentro del armario se iba a
acostar, escuchaba ruidos fuera. A veces, pequeños llantos. Otras, una voz
llamando a su mamá. A menudo, golpecitos o ronquidos.
-Mamá, tengo miedo- decía el pequeño monstruo que vivía dentro del armario
cada vez que se metía en la cama por la noche.
-Qué tontería, no vive ningún niño fuera del armario – le respondía su mamá, y
abría la puerta del armario de par en par para mostrarle una habitación oscura y
en silencio.
Una noche, el pequeño monstruo que vivía dentro del armario reunió todo el
valor que pudo y abrió la puerta despacito. Sólo una rendija. Y se asomó a la
habitación. No vio nada. No escuchó nada. Abrió un poquito más y sacó la
cabeza. Todo parecía en calma. Lentamente, salió del armario. Caminando de
puntillas, para no hacer ruido, atravesó la habitación y se acercó hasta la cama.
Bajo las sábanas había un bulto. Un bulto que era…. ¡el niño que vivía fuera del
armario!
De pronto, el niño se despertó. El pequeño monstruo que vivía dentro del armario
y el niño que vivía fuera del armario quedaron cara a cara, durante un instante en
silencio, mirándose el uno al otro con ojos abiertos como platos.
-¡Ahhhhhhhhhhh!
-¡Ahhhhhhhhhhh!
El pequeño monstruo que vivía dentro del armario corrió a esconderse dentro del
armario. El niño que vivía dentro del armario corrió en busca de sus papás.
-¡Mamá, mamá! – gritó el monstruo que vivía fuera del armario – ¡corre, ven!
¡Hay un niño fuera del armario!
-¡Qué tontería! No vive ningún niño fuera del armario. ¡Duérmete! -y cerró la
puerta.
En ese mismo instante, el niño que vivía fuera del armario apareció con su papá.
-¡Qué tontería! No vive ningún monstruo dentro del armario. Mira -y abrió la
puerta.
Había una vez un niño llamado Pedro. Era un niño con una imaginación
desbordante que siempre le gustaba crear historias e inventar cosas, de hecho, de
mayor quería ser un gran inventor.
El mejor amigo de Pedro era Luisito, al que también le encantaba inventar. Luis
vivía en el apartamento de al lado. Ambos estudiaban juntos y siempre que
podían se juntaban para crear nuevos proyectos.
Entre las ingeniosas cosas que habían construido estaban, un reloj de patata, una
resortera o tirachinas que disparaba por control remoto y muchas otras divertidas
curiosidades.
Esa tarde los amigos se reunieron como habían acordado. Tardaron un buen rato
en dar los toques finales a su proyecto y cuando por fin terminaron ya había
caído la noche.
Los dos amigos se asombraban con cada escena la película, de vez en cuando
incluso quitaban la mirada de la pantalla a causa de alguno de los sustos de la
película. Cuando finalizó, ambos amigos tenían cara de sorprendidos. A los dos
les había gustado, sin embargo, había dejado en ellos una extraña sensación
mezcla de nervios, temor y sorpresa.
Pronto llegó la hora de dormir. Dormirían juntos en una litera que Pedro tenía en
su cuarto, litera que estaba justo en frente del armario. Ambos se colocaron sus
pijamas, se metieron en sus camas y apagando la luz se dispusieron a dormir.
– Si ¡Lo veo!
Ambos estaban paralizados de miedo, podían incluso oír sus propios corazones
latir agitados, pero en ese momento Luis recordó que en la película habían visto
que los monstruos eran vulnerables a la luz.
– ¡Tengo una idea! – Dijo animado,- solo tenemos que encender una luz para que
el monstruo se desvanezca en el aire como humo.
El problema era que ambos estaban muy asustados, ninguno de los dos era capaz
de moverse para encender la luz.
estaba junto a la cama de Pedro, en el suelo. Solo tenía que estirar el brazo y lo
alcanzaría. Pedro, hizo señas a Luis para que viera el tirachinas y luego señaló el
interruptor de la luz.
Al captar la señal, Luis tomó cuidadosamente una pelotita que estaba también en
el suelo. La colocó en el tirachinas y apunto al interruptor. Pedro que estaba
preparado con el mando a distancia activó el botón de disparó y ¡Se encendió la
luz!.
La princesa y el dragón
Como respuesta, tan sólo recibió un bufido. El dragón no sabía hablar. Claro, era
un dragón. Pero eso a la princesa no le importaba. Su preocupación era otra bien
distinta: hacía meses que ningún caballero acudía a rescatarla. Los corderos ya no
eran suficientes para saciar el hambre del dragón. Y la princesa tenía miedo.
-No pierdas la esperanza, tal vez aparezca alguno mañana -se decía la princesa.
Día tras día iba creciendo el tiempo. Y, con él, crecía también el hambre del
dragón. Cuando éste sentía que iba a desfallecer, masticaba los viejos huesos que
se amontonaban al fondo de la cueva. Pero la princesa sabía que no le durarían
mucho tiempo y se estremecía de miedo al pensar en su destino.
En otra ocasión, tan sólo unos días después de que llegara el último caballero que
intentó, sin éxito, rescatar a la princesa, habían escuchado unos cascos de caballo
que se aproximaba, galopando, a la cueva. Efectivamente era un caballo. Pero
sobre él no cabalgaba ningún caballero. Estaba ensillado y vestía una gualdrapa
con los colores y escudos del último jinete que devoró el dragón.
La princesa atrajo al caballo con dulzura y lo guio -ingenuo animalito- hasta las
hambrientas fauces del dragón. Por ahora sería suficiente, pero… ¿durante
cuánto tiempo lograría sobrevivir?
-Nada puedo hacer, amigo mío – le decía con tristeza – para evitar que te mueras
de hambre.
El viaje de Pingüi
Como todas las mañanas de verano, Pingüi juega con sus hermanos a la orilla del
mar. Este año está siendo muy caluroso, así que los pingüinos aprovechan
cualquier oportunidad para darse un chapuzón en las frías aguas antárticas.
Hace rato que Pingüi flota, a la deriva. Ya no puede ver la capa de hielo de la
Antártida. Todo es agua y silencio a su alrededor. Un estremecedor silencio…
Pingüi pega tal respingo que casi se cae al mar. Frente a ella hay un cormorán.
-Oh, comprendo… Pues si continúas en esa dirección, llegarás a Tierra del Fuego
-responde el cormorán .
-¿Que si es bonita? ¡Es preciosa! Hay altas y grises montañas, lagunas y lagos de
un azul increíble que parecen espejos, frondosos y verdes bosques…
El cormorán agita sus alas dos veces pero en vez de echar a volar, se sumerge en
el mar y desaparece de la vista. No pasa mucho tiempo hasta que un gaviotín se
posa junto a ella, en el trozo de hielo.
-¡Hola! ¡Menos mal que estás aquí! Estoy agotado de tanto volar. Vengo del Polo
Norte -explica el gaviotín.
-¡Pero si eso está en la otra punta de la Tierra! ¡Entonces… tienes que conocer El
Mundo de Colores!
-¿Y cómo es? Busco conocer otros lugares, estoy harta de ver sólo blanco y azul
por todas partes.
-¡Es increíble! Hay grandes cañones de arena rojiza, tranquilos mares de aguas
turquesa y peces amarillos, naranjas, rojos… ¡Hasta un géiser con todos los
colores del arcoíris!
-Hmmm… me temo que está demasiado lejos como para llegar sobre este trozo
de hielo… y las corrientes podrían adentrarte en el océano Pacífico. -responde el
gaviotín, y añade: -Tendrías que ir volando.
Al oír eso, Pingüi llora aún más fuerte. ¡Todo el mundo sabe que los pingüinos
no pueden volar! El gaviotín, para consolarla, promete contarle con todo detalle
cómo son los lugares más maravillosos de América. Le habla de las pirámides
incas y mayas, de la reserva de las mariposas Monarca, de los arrecifes de coral,
de un desierto de sal que es como un enorme espejo, del gran río Amazonas…
-Ahora tengo que irme. Debo llegar a la Antártida antes del anochecer. ¡Buena
suerte!
Tras un buen rato más flotando a la deriva, Pingüi continúa sin avistar tierra
firme. De pronto, cree ver a lo lejos un islote. Pero cuando se acerca, se da cuenta
de que es una enorme ballena.
-Ohhh, claro que sí. Todos los años viajo hasta Ecuador. Las ballenas vemos en
blanco y negro, pero los habitantes de allí me han hablado de espectaculares
selvas con plantas de verdes y gigantescas hojas, pájaros con plumas rojas,
amarillas y verdes, y flores de todos los colores del mundo.
-Hmmm… lo dudo.
-Porque según avances hacia el norte hará cada vez más y más calor y tu barquita
de hielo se derretirá.
Pingüi se queda muy decepcionada. Está claro que nunca podrá conocer otros
lugares del mundo.
-Muchas gracias, señora ballena. ¡Espero que lo pase bien en su próximo viaje a
Ecuador!
El pirata Malapata
El pirata Malapata saltó desde la cubierta del barco hasta el bote y se mojó los
pies.
El pirata llevaba tres meses navegando junto a su tripulación en busca de una isla
perdida. Y durante tres meses no había dejado de llover. Sólo los últimos dos
días había salido el sol y los piratas habían conseguido secar su ropa colgándola
en los cables del mástil. Más que un barco pirata, el galeón Boquerón parecía un
tendedero.
estaba contento. ¡Al fin podrían enterrar el mayor botín con el que ninguna banda
de piratas se había hecho jamás! Tan espectacular era el tesoro que había estado a
punto de hundir el galeón “Boquerón”, por su gran peso!
-¡Por fin ha llegado el día! ¡Neptuno nos ha asistido! Contemplad, piratas, la isla
perdida- exclamó Malapata, triunfal.
El pirata Malapata dudó por un instante. Pensó que el grumete tenía razón. ¡En el
momento en el que encuentras una isla, ésta deja de estar perdida! El pirata
Malapata se quedó callado, se levantó el parche del ojo para poder mirar mejor la
isla. Después comenzó a dar vueltas en círculos, musitando palabras por lo bajo
mientras hacía ademanes con su garfio. Tras reflexionar un largo rato ante la
expectante mirada de su tripulación de malhechores, dijo casi para sí:
-Pero mi capitán, si volvemos a encontrar la isla… ¡ya no sería una isla perdida! -
insistió el marinero.
Y así es como, en medio del océano, hay una isla perdida con un tesoro
perdido… ¡que nunca nadie ha logrado encontrar! Si alguna vez navegas por el
Atlántico, presta mucha atención al horizonte. ¡Tal vez logres encontrar la isla
perdida y desenterrar el tesoro pirata más magnífico que se haya conocido jamás!
El pequeño vikingo era aventurero. Como todo su pueblo, soñaba con descubrir
nuevos mundos, con embarcarse y surcar mares embravecidos para llegar a
lugares remotos llenos de sorpresas y grandes tesoros.
Pasaban los años, pero al joven vikingo no se le pasaba el mareo. Ni siquiera era
capaz de salir a pescar besugos. Sin embargo, sentía que cada vez estaba más
cerca de lograr su propósito: diseñar un barco en el que fuera imposible
marearse. Fijándose mucho en las enseñanzas de su maestro había aprendido
cosas muy útiles sobre las técnicas vikingas de construcción de barcos y por eso,
un día, se le ocurrió una idea: diseñaría un tipo de cubierta que no se moviera con
el balanceo del barco, sino que siempre quedara recta, alineada con el horizonte.
No fue fácil encontrar la manera. Conseguir sujetar algo a algo a la vez que evitar
que ese algo quede sujeto a algo es muchíííísimo más complicado que su propio
trabalenguas. Pero finalmente, a través de un complicadísimo sistema de
Pero el joven vikingo no se reía. No tenía tiempo para eso. Estaba demasiado
abstraído disfrutando del viento marino en la cara, de la música del surcar de las
aguas, del sabor a sal en su boca, de la sensación de libertad de navegar, por fin,
rumbo a su sueño vikingo.
Floppy era un caracol. Y, como todos los caracoles, era muuuuy lento. Vivía en
un macizo de verdes y sabrosos tréboles. Pero Floppy era curioso. Se preguntaba
qué habría al otro lado del macetero. Además, ¡estaba harto de comer trébol,
quería descubrir otros sabores, otras texturas…! Así que un día decidió explorar
más allá de su macizo de tréboles.
Las hormigas eran muy educadas, muy disciplinadas, todas igualitas y trabajaban
con una coordinación envidiable. Floppy estaba seguro de que, más que
pequeños bichitos individuales, las hormigas eran piezas idénticas de un mismo
engranaje.
Con lento deslizar, Floppy se puso en marcha. Al cabo de un buen rato, llegó
hasta las margaritas. ¡Qué lugar tan bonito! Estaba a punto de dar un gran
mordisco a una de aquellas dentadas hojas, cuando notó que una sombra se
cernía sobre él. ¡Y se asustó!
Floppy no entendía nada, pero era cierto. Estaba de nuevo sobre el hormiguero.
Floppy se volvió a poner en camino. Y llegó, por segunda vez, hasta las
margaritas. Pero entonces, la misma sombra se abalanzó sobre él. Y, asustado,
volvió a esconderse en su caparazón. Una vez pasado el peligro, volvió a asomar
los cuernos, primero, y la cabeza después. La hormiga le observaba.
No hace falta decir que Floppy, tan pronto llegó hasta las margaritas, apareció de
nuevo sobre el hormiguero.
-¡Hola!
-Aparta, por favor. Estás llenando de babas nuestro hormiguero.
-¡Hola!
-Aparta, por favor. Estás llenando de babas nuestro hormiguero.
Aún así, no se dio por vencido y decidió intentarlo una vez más. Durante el
laaargo camino, Floppy pensó que, si quería un final diferente a su aventura,
debía actuar de manera distinta. Así que tan pronto notó la sombra abalanzándose
sobre él, se mantuvo firme… y no se escondió. Vio cómo, efectivamente, su
cuerpo se desprendía del suelo y comenzaba a flotar.
-¡Abuela, otra vez el caracol! Todo el rato se va hacia las margaritas -escuchó
decir a una vocecita infantil.
-Vuelve a ponerlo entre los tréboles, así no se comerá las flores -respondió la
abuela de la niña.
De nuevo sobre el hormiguero, Floppy comprendió: cada vez que llegaba hasta
las margaritas, una niña humana volvía a colocarlo sobre el hormiguero. ¡Estaba
claro que no lo querían allí! Pero, ¿y la hormiga?
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 57
LIBRO DE CUENTOS
-¡Hola!
-Aparta, por favor. Estás llenando de babas nuestro hormiguero.
-Sí, ya me lo has dicho… VARIAS veces.
-No entiendo. ¿Varias veces? Es la primera vez que hablamos hoy -se sorprendió
la hormiga.
Una vez resuelto el misterio, Floppy entendió lo importante que era ser
observador, no dar nada por hecho y, sobre todo, que las situaciones extrañas
suelen tener una explicación sencilla, aunque, a veces, inventemos razones
descabelladas.
¡Ah! Pero no creáis que Floppy se rindió. Esperó hasta que se hizo de noche y los
humanos se fueron a dormir para llegar hasta las matas de margaritas y darse un
gran festín.
Desde que era una pequeña estrella de mar, Centella soñaba con viajar al Espacio
y conocer el Universo. Esto era así porque su abuelo siempre le contaba una
historia antes de irse a la cama: Al principio, no había vida en los océanos. Sólo
había agua. Pero un día, hace millones de años, se desencadenó una fuerte
tormenta sideral. Era una lluvia de estrellas. Muchas de ellas cayeron en el mar.
Sus chispas se apagaron. Con el paso del tiempo, las estrellas que llovieron del
cielo se convirtieron en estrellas de mar. En recuerdo de tus orígenes, te llamas
Centella. Los puntos brillantes que ves en el cielo nocturno son tus antepasados.
-Ojalá algún día pueda viajar al Espacio y conocer mis orígenes y a mis
antepasados, las estrellas de cielo.
Una noche de gran temporal, Centella se subió a la cresta de una ola inmensa. La
fuerza de la tempestad hizo que la ola la empujara hacia el cielo con tanta fuerza
que consiguió traspasar la atmósfera y llegar al espacio.
Lo siguiente que llamó su atención fue el silencio, si es que se podía describir así.
No sólo es que no se escuchara el canto de las ballenas o el chisporroteo de la
espuma de mar contra la arena de la playa. No. El silencio que conocía Centella
era el ruido sordo y monótono del fondo del océano. Pero en el Espacio… ¡era
como si se hubiera quedado completamente sorda!
De pronto, Centella sintió mucho frío. Era un frío distinto a cuando se quedaba
atrapada en una corriente de los mares del norte o a cuando el invierno enfriaba
el agua de su playa. El frío que sintió Centella era un frío perpetuo, la
temperatura de la eternidad; ¡un frío que le heló hasta el esqueleto! Centella
comenzó a mover sus cinco brazos para acercarse a una pequeña constelación
formada por un grupito de estrellas.
Las estrellas no contestaron, pero brillaron más fuertes. Centella, que se había
acercado demasiado, se quemó.
Entonces, Centella se sintió muy sola. Quizá lo que menos le gustaba del Espacio
era esa sensación de soledad. Además, se dio cuenta de que el Universo era
inmenso, infinitamente más grande que el océano. Y tuvo miedo.
De pronto, pasó por su lado un meteorito. ¡Una estrella fugaz! Centella apretó
fuertemente los ojos y pidió un deseo. “¡Quiero volver a casa!”. Tan pronto lo
pensó, el meteorito se paró en seco.
justo encima de su trocito de mar, Centella se soltó y se dejó caer. Extendió sus
cinco brazos para ofrecer más resistencia al aire. ¡Era fantástico! ¡Centella sentía
que podía volar!
¡¡SPLASH!!
Cuando Centella cayó en el agua se sintió muy bien. Volvía a estar calentita,
volvía a escuchar los chasquidos y silbidos de los delfines, volvía a flotar
meciéndose en el agua, volvía a sentirse acompañada. ¡Estaba en casa!
“Luna de queso”
Los niños se acercaron con sigilo, escondiéndose tras los arbustos para poder
observar sin ser descubiertos. Y lo que vieron les dejó helados: ¡Unos
extraterrestres correteaban alrededor de una nave espacial!
Rita permanecía muda. Estaba muy asustada. Pero lo cierto es que aquellos
extraterrestres no parecían una amenaza. Jugaban, saltaban y reían. Alba se dio
cuenta de que eran niños, como ellos.
-¡No nos harán nada! Sólo quieren jugar – les tranquilizó Alba.
Y antes de que ninguno de ellos pudiera reaccionar, Alba ya se dirigía hacia ellos
con decisión.
-No, conocemos muy bien la Tierra, solemos venir una vez al año de excursión
con el colegio.
-¡Guaaaauuuu! Me encantaría conocer la luna. ¡He oído que está hecha de queso!
Alba estaba contentísima ¡No podía creerse que fuera a viajar al Espacio! Pensó
que sus padres no se preocuparían, ya que tenía permiso aquella noche para
dormir en la cabaña del árbol. Le costó un buen rato convencer a Rita y a Román,
pero, finalmente, los tres subieron a la nave. ¿Qué otra oportunidad en la vida
tendrían de subir a una nave espacial?
¡La luna era alucinante! Más que caminar, había que moverse dando pequeños
saltos, casi como flotando. ¡Era muy divertido! Sin embargo, Alba quedó un
poco decepcionada al descubrir que la luna no estaba hecha de queso: su dura
corteza era de piedra y polvo. No había nada más que cráteres, no eran los
agujeros de queso Gruyere que parecían cuando se la veía desde la tierra.
Aún así, niños y extraterrestres lo pasaron en grande. ¡Jugaron y rieron tanto que
les entró un hambre de lobo! Afortunadamente, Alba, Rita y Román llevaban en
sus mochilas todos los víveres con los que pensaban pasar su noche especial en la
cabaña. Así que organizaron un inusual picnic. Galletas, sándwiches, aceitunas,
patatas fritas… ¡y distintos tipos de queso! ¡A los extraterrestres les encantó!
-Menos mal que la luna no está hecha de queso, si así fuera, hace tiempo que ya
nos la habríamos comido, dijo uno de los extraterrestres.
Todos rieron con ganas. ¡Terrícolas y extraterrestres habían pasado una noche
formidable! Una experiencia que no olvidarían jamás.
Desde aquella aventura, Alba siempre miraba al cielo en las noches de luna. Y a
pesar de haber comprobado por sí misma que se trataba de un cuerpo celeste
hecho de roca, nunca dejó de imaginar que era un gran queso Gruyere.
Todos sabían que el pequeño faraón era caprichoso, engreído y malcriado. ¡Pero
su último mandato había dejado a los egipcios con los ojos como platos!
para traer la exótica roca volcánica desde la lejana Anatolia… ¡Lo realmente
inaudito era que el pequeño faraón había pedido que construyeran la pirámide del
revés!
El arquitecto real estaba muy preocupado. ¡Aquel capricho era aún más
descabellado que cuando ordenó pintar de colores a todos los cocodrilos del
Nilo! Lograr que una pirámide se sostuviera en equilibrio sobre su vértice era
físicamente imposible! Ni siendo una pirámide del derecho podrían lograrlo en
tan pocos meses, ¡necesitarían décadas! ¡Oh! ¡Si no cumplía el capricho del
pequeño faraón acabaría siendo el almuerzo de los coloridos cocodrilos del Nilo!
Al llegar la primavera, el capricho del pequeño faraón era una realidad. Ante los
ojos de miles de hombres se alzaba, bocabajo, una gigantesca pirámide. Como
era negra, la pirámide desaparecía en la oscuridad de la noche, pero por el día, el
vidrio volcánico refulgía con los rayos del sol. Era de una belleza tan misteriosa
como deslumbrante.
Con gran alegría, el pueblo egipcio inició los preparativos para su inauguración.
Se organizó la recepción del pequeño faraón con todo lujo de detalle. ¡La
pirámide de obsidiana sería reconocida como una de las mejores y más complejas
construcciones del mundo!
Al fin, llegó el gran día. El arquitecto real estaba muy inquieto. ¡Cuando, a lo
lejos, vio aparecer la caravana en la que viajaba el pequeño faraón se puso tan
nervioso que casi se hizo pis encima! Tras bajar del carro en el que viajaba, el
pequeño faraón se quedó parado frente a la portentosa pirámide. No dijo nada.
Guardó un misterioso silencio mientras la rodeaba y la observaba con interés.
Al cabo de un rato que al arquitecto real le pareció una eternidad, ante la perpleja
mirada de miles de súbditos, colocó su dedo índice en el vértice de la pirámide,
puso cara de pillo… ¡Y empujó!
Cuando el polvo se asentó, dejó ver la cara de la reina, su mamá. Estaba muy,
muy enfadada.
Así fue como el pequeño faraón aprendió que no era la persona más poderosa del
reino. ¡La que tenía la última palabra era su mamá!
Hacía ya muchos años que El patito feo no veía a Hans Christian Andersen, su
papá. No es que fuera su padre, padre. Como sabéis, el patito feo es, en realidad,
un cisne. Lo que pasa es que Andersen fue el escritor que lo creó. Así que en vez
de decir que el patito feo nació de un huevo, sería más justo decir que nació de
una pluma: de la pluma y el tintero de Andersen.
-Sirenita, sirenita, ¿sabes dónde está papá Andersen? -graznó El patito feo.
-No. Hace muchísimo tiempo que no lo veo -respondió La sirenita.
-¿Podrías buscar en el fondo del mar? Yo no puedo respirar bajo el agua.
-No hay ni rastro de él en las profundidades. ¡Qué raro! -contó la sirenita cuando
emergió de nuevo de entre las olas.
-¿Me acompañas a buscarlo?-pidió El patito feo.
-¡Claro! Pero tengo que pedirle las piernas a la Bruja del Mar. Y ya sabes que,
mientras las tenga puestas, me quedaré sin voz -recordó La sirenita.
Una vez conseguidas las piernas, la sirenita muda y el patito feo se dirigieron a
casa de Pulgarcita.
Vamos en su busca. ¿Te vienes? He pensado que como eres diminuta podrás
mirar en lugares pequeños y estrechos, donde no podamos entrar. Pulgarcita
accedió a acompañar a La sirenita y a El patito feo. Gracias a su pequeño tamaño
pudo mirar entre las ramas que se amontonaban en el suelo, dentro de las grietas
de las rocas, en los túneles de los topos…
Buscó por todos los lugares minúsculos, pero no había ni rastro de papá
Andersen.
La sirenita muda, el patito feo y la niña diminuta acudieron a pedir ayuda a su
hermano El ruiseñor.
-Ruiseñor, ruiseñor. Buscamos a papá Andersen. ¿Lo has visto? -graznó el patito
feo.
-No, hace muchísimo tiempo que no lo veo -trinó el ruiseñor.
Ayúdanos a buscarle. Puedes volar, podrías buscar desde las alturas. Y llamarle
con tu virtuoso canto.
Así que la sirenita muda, el patito feo y la niña diminuta y el ruiseñor virtuoso
fueron en busca de La pequeña cerillera.
-¡Soldadito de plomo, somos tus hermanos! ¿Has visto a papá Andersen? -graznó
El Patito feo.
-Es cierto que hace ya mucho tiempo que no sé nada de él -pareció caer en la
cuenta El soldadito de plomo.
-Lo estamos buscando por todas partes, ¿nos ayudas a encontrarlo?
-Solo tengo una pierna. Camino despacio y os retrasaría -advirtió el soldadito.
-Pero tienes un barquito de papel. Si navegas río abajo podrás buscar más rápido
por las orillas -argumentó El patito feo.
Después de ese incidente, todos los hermanos estaban muy desanimados. ¡Nunca
encontrarían a papá Andersen, a no ser que…
Se hizo el silencio. La sirenita era la única que intentaba hablar, pero como no le
salía la voz, negaba enérgicamente con la cabeza mientras hacía gestos
descontrolados con las manos.
El paisaje se volvió frío, congelado. Nevaba tan fuerte que apenas podía
distinguirse, en lo alto de la montaña, el palacio de hielo de La Reina de las
Nieves
Llamaron al gran portón. Pero nadie contestó. Por arte de magia, la puerta
comenzó a abrirse. Los hermanos pasaron a un lóbrego y frío salón.
-Ahora mismo está muy ocupado. Acompañadme, pero guardad silencio -accedió
finalmente La Reina de las Nieves.
-¡Mis queridos hijos! ¡Qué alegría volver a veros! ¡Oh! ¡Mírate, patito Feo! ¡Pero
si estás guapísimo! Y tú, Pulgarcita… ¡Cómo has crecido!
Mumablue tenía un don especial: movía objetos con la mente, detenía la lluvia
para poder salir a jugar e incluso hablaba con Lori, su mascota.
Una noche, una luciérnaga entró por la ventana, despertó a Lori y le dio un
mensaje para Mumablue, que dormía a pierna suelta. Apenas asomaron los
primeros rayos de sol, Lori despertó a Mumablue.
– Una luciérnaga me ha dado un mensaje para ti. Dice que los unicornios
necesitan tu ayuda.
Lori le explicó que hubo un tiempo en el que los unicornios convivían con los
habitantes del Reino de Miriñán, pero la codicia llevó a los hombres a apoderarse
de todos los huevos de oro de los que nacían los unicornios, provocando así su
desaparición. Solo uno de ellos quedó en el Reino. Su nombre es Otis.
La isla de las Oropéndolas era un auténtico paraíso donde los unicornios trotaban
a sus anchas. Al ver a Otis uno de ellos se acercó.
Otis y Arlana se dieron un fuerte abrazo. Mumablue y Lori no podían estar más
contentos. Después emprendieron el viaje de regreso a casa junto con Otis,
Arlana y el resto de los unicornios.
¡Hay duendes!
– ¿Duendes? ¡A lo mejor el duende eres tú! ¡Todo el día cambiándome las cosas
de sitio!
Pero lo cierto es que la señora Bliss estaba más preocupada que enfadada.
¿Estaría perdiendo la memoria? ¡¿Y si un día, al despertar, no recordaba ni
siquiera su nombre?!
La señora Bliss, todas las tardes se echaba la siesta. Y aquella tarde no era
diferente. Después de comer, como llevaba haciendo los últimos 30 años, se
sentó en su mecedora y se quedó dormida.
– ¡Pues sí que hay duendes! -se lamentaba, ahora, la señora Bliss -Estoy segura
de que se me cayó al suelo antes de quedarme dormida.
La siguiente tarde, la señora Bliss, como todas las tardes durante los últimos 30
años, se sentó en la mecedora después de comer, pero no se durmió. Entornó los
ojos, fingió unos sonoros ronquidos, y se puso a esperar.
Al rato, la extraña criaturita volvió a asomar por detrás del radiador. Comprobó
que la señora Bliss dormía. Saltó a la alfombra y, con paso disimulado, caminó
hacia la caja de galletas de la señora Bliss.
¡Lo que vio le dejó perplejo! ¡Parecía una preciosa casa de muñecas! El pastillero
era ahora una bonita mesa de comedor, con dos dedales por sillas. Los cristales
de las gafas se habían convertido en dos bonitos tragaluces que conectaban con el
jardín. El estuche de lentillas servía ahora como lavabo. Con las dos monedas de
un euro y un viejo mechero habían construido los fogones de una cocina. La caja
de cerillas era una confortable camita con mantita de calcetín y con las cerillas de
su interior habían construido una cuna diminuta. De pronto, el señor Bliss notó
que cuatro ojillos inquietos centelleaban a la luz de la linterna.
Desde aquel día, el señor y la señora Bliss depositaban detrás del radiador
diversos objetos diminutos para que siguieran amueblando su casa. Y todos los
domingos, además, les dejaban una sabrosa galleta de la caja de galletas de la
señora Bliss.
-Tienes que comer verduras de hoja verde y mucha gelatina de naranja – le decía
su mamá.
Pero el pequeño unicornio no podía esperar. Día tras día, veía cómo a todos sus
amigos, poco a poco, les iban creciendo sus cuernos permanentes, brillantes, cada
uno de un color, y todos ellos preciosos. Porque los cuernos de leche son
completamente blancos… ¡pero los cuernos permanentes pueden ser de muchos
colores distintos! Azules, rosas, morados, amarillos… ¡incluso arcoíris! El
pequeño unicornio imaginaba de qué color sería el suyo y eso le hacía
impacientarse todavía más.
-Si todavía no sale es porque no tiene espacio para salir, ¡deja que vaya a su
ritmo o te saldrá torcido! – de decía su mamá.
-Si tarda tanto, seguro que es porque será maravilloso -le decía su papá.
Hasta que una mañana, al mirarse en el remanso del río, el pequeño unicornio
notó un bulto bajo su flequillo. ¡Ya asomaba su cuerno permanente! Cuando se
acercó a averiguar de qué color era, quedó muy decepcionado: su cuerno era
blanco. ¡No era justo! ¡Igual que su cuerno de leche! ¡Todos sus amigos
unicornios tenían bonitos cuernos de colores, menos él!
El pequeño unicornio estaba muy triste. No quería salir a jugar y, cuando iba al
colegio escondía la punta de su nuevo cuerno debajo de su flequillo de crin. Pero
un día le había crecido tanto que era imposible esconderlo, sobresalía,
imponente, entre sus crines. Cuando caminaba por el bosque, el pequeño
unicornio notaba que todo el mundo le miraba, que cuchicheaban y se quedaban
parados a su paso. Se fijaban en su cuerno. ¡Estaba muy avergonzado! ¡Odiaba su
cuerno! ¡Se lo quería cortar y no verlo nunca más! Hasta que su mejor amiga,
una unicornio de pelo blanco y cuerno azul y brillante se le acercó.
-Ohhhh, tienes el cuerno más espectacular y maravilloso que he visto nunca. ¡Es
precioso!
El pequeño unicornio no entendía nada. Trotó hasta el remanso del río y lo que
vio reflejado le dejó perplejo. ¡De su frente salía un precioso cuerno nacarado!
Era blanco, sí, pero al reflejarse en él, la luz del sol producía brillos y tonos de
distintos colores. ¡Era increíble! Jamás había visto nada igual.
-¿Ves? -le dijo su papá- ¡Las mejores cosas llegan en el momento justo! Y
normalmente, suelen hacerse esperar.
Aquel otoño no era un otoño normal. Las cosas no ocurrían como otros años, en
los que las hojas de los árboles se volvían amarillas, naranjas y rojas y adornaban
las copas durante semanas antes de marchitarse y cubrir el suelo con un manto
ocre y crujiente. No. Aquel otoño las hojas morían de repente y dejaban a los
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 82
LIBRO DE CUENTOS
árboles desnudos en cuestión de días. Estaba claro que algo muy extraño estaba
pasando en el bosque.
El Rey del Bosque, un ciervo rojo cuya gran cornamenta daba una pista de su
avanzada edad, convocó a los animales para informarles del problema e intentar,
entre todos, encontrar una solución para recuperar el otoño.
Todos los animales alzaron la cabeza a un tiempo para observar las ramas. Y así
era. Lo que a simple vista parecían telas de araña eran, en realidad, complejos
entramados de finos hilos de hielo. Por si quedaba alguna duda, la ardilla trepó
hasta uno de los árboles y comenzó a golpearlos con su hábil manita. Los hilos se
quebraban con gemidos musicales.
– ¡Eh, oye! Pero, ¡¿qué haces?! ¿Tú sabes lo que me cuesta construir tan sólo una
de estas figuritas? ¡Fuera de mi árbol! -gritó una vocecita impertinente.
– ¡Ni las hadas del invierno tenéis ni idea de lo que es el otoño! – salió en
defensa del oso la pequeña ardilla. ¡Según parece eres la responsable de este
desastre! ¡Queremos que nos lo devuelvas!
Al cabo de un rato, el hada se paró a descansar sobre el mullido musgo que crecía
en un viejo tronco muerto. Entonces escuchó una vocecita que se quejaba
constantemente. Era un ratoncillo que hurgaba entre las hojas muertas.
– Nada, ¡ni una! Esto es el fin. ¡Pero, ¿será posible?! -se lamentaba el roedor.
– ¿Por qué te quejas tanto? Me estás poniendo de mal humor con tus lamentos -se
quejó el hada.
El ratoncito levantó la cabeza y vio al hada, de pie sobre el tronco muerto, que lo
miraba con los brazos en jarras.
– ¿No sabrás dónde puedo encontrar avellanas este año? O nueces, o castañas…
¡Se acerca el invierno y no he conseguido nada para llenar la despensa! Si no
encuentro comida pronto, mis hijos y yo moriremos de hambre.
– Eh, oye. No llores – le dijo el hada del invierno, a quien los lloriqueos la
sacaban de sus casillas. – Encontrarás una solución. ¡Seguro que no es tan grave!
– ¿Que no es tan grave? No soy el único que tiene problemas desde que está
desapareciendo el otoño. Ven conmigo, te lo mostraré.
Con desgana, el hada siguió al ratoncito hasta lo alto de un enorme árbol. Desde
allí se veía gran parte del bosque. El ratón le iba señalando animales mientras le
contaba cuáles eran sus problemas.
Le dijo que este año no había bayas rojas y que los insectos que se alimentaban
de ellas habían perdido sus colores. También las plumas de los pájaros que se
comían a esos insectos se habían vuelto pardas. Los ciervos estaban
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 84
LIBRO DE CUENTOS
Tras escuchar todo aquello, el hada del invierno comprendió lo importante que
era el otoño para todos los animales del bosque. Había sido una ignorante y una
egoísta.
Entonces, agarró fuertemente su varita mágica y uno tras otro, fue apuntando a
los árboles del bosque. Tan pronto como los hilos de hielo estallaban, las hojas
iban recuperando su aspecto otoñal. Una vez deshecho el encantamiento, el
bosque lucía de nuevo como todos los otoños. Visto desde arriba, era un manto
de colores verdes, rojos, naranjas y amarillos. El hada del invierno, al
contemplarlo, quedó embelesada. Y entendió que el otoño no sólo era bueno para
la vida. También lo era para el alma.
Aquella mañana lucía el sol y comenzaba a oírse el canto de los arroyos. Los
pájaros, con su trinar, celebraban la llegada de la primavera y las flores se
desperezaban ya sobre el manto verde que cubría la pradera. Al mismo tiempo, se
desperezaban también las mariposas mientras abandonaban el capullo y
reaparecían vestidas de fiesta, con enormes alas de irisados colores. Todas,
menos una.
De uno de los capullos, el más alejado del árbol, salió una mariposa muy extraña:
nunca se había visto nada igual. No tenía bellos colores, como sus hermanas,
parecía, más bien, hecha por completo de cristal. No era fea, al contrario, era de
una belleza deslumbrante. Sus alas, recubiertas de pequeños cristales de hielo,
brillaban con el sol y lanzaban destellos en todas direcciones. ¡Era una mariposa
preciosa! Pero era diferente.
La mariposa era preciosa, pero era diferente. Y, por ese motivo, nadie la tomaba
en serio. Sus hermanas no querían jugar con ella y el resto de insectos se la
quedaban mirando con compasión. De nada le servían sus cristalinas alas
transparentes, sus destellos brillantes, su fragilidad de cristal, el silbido de su
aleteo. Nadie la quería porque no era una mariposa de colores, con alas de
terciopelo y negro cuerpo azabache.
La mariposa se había quedado sola porque era diferente, así que decidió alejarse
de todos. Voló, voló y voló hacia los confines del mundo. Sus alas reflejaban el
sol con cada batir, fulgurando contra el intenso azul del cielo. Al cabo de un buen
rato, se posó cerca de un arroyo a refrescarse. Se encontraba ensimismada,
absorta en sus propios pensamientos, cuando notó que alguien la observaba. La
mariposa levantó la mirada y vio, frente a ella una termita muy anciana.
-¡No me lo puedo creer! ¡Eres una mariposa de los hielos! -exclamó la termita.
-¿Yo? No, no. No soy una mariposa de los hielos. Sólo soy una rara mariposa
que nació sin colores -dijo la mariposa, entristecida.
La termita le insistió. Le dijo que su abuelo le contaba una historia que hablaba
de cómo, cada primavera, una sola mariposa nace diferente a las demás. No tiene
colores ni alas de terciopelo. Al contrario, es transparente y brillante como un
copo de nieve y sus alas son rígidas y frágiles como el hielo. Es diferente, sí.
Pero es única. Y tiene una misión: la mariposa de los hielos es la encargada de
guardar el invierno, para que sepa encontrar el camino de vuelta y no se pierda, y
pueda, así, regresar cada año.
-No eres rara, eres especial. ¡Eres la guardiana del invierno! Sin ti, nada volvería
a empezar -le insistió la anciana termita.
Papá Noel contacta con Toulï, la elfa encargada de vigilar a Mumablue. Ésta le
confirma que el niño ha escrito una carta pensando antes en su familia que en él
mismo, y que, además, se ha portado muy bien todo el año.
Papá Noel y los elfos se reúnen para ver cómo abordan una situación tan
excepcional. Tras deliberar, deciden recompensar a Mumablue por su
generosidad: ¡Le invitarán a La Villa de Papá Noel y conocerá su mágico mundo!
Una vez que llegan a la plaza de la aldea, Mumablue no puede creer lo que ven
sus ojos. La Villa de Papá Noel está cubierta por capas de nieve mágica.
Duendes, renos y huskies están por todos lados trabajando duro para gestionar
– Ho, ho, ho. Bienvenido, Mumablue. Nos hace muy felices conocerte. – saluda
Papá Noel.
– ¡Es uno de los lugares más importantes del Polo Norte! -le explica Papá Noel.
Pero lo realmente increíble es descubrir que el trineo de Papá Noel cuenta con un
compartimento mágico que se va haciendo más y más grande cuanto mayor es el
número de regalos que se metan en él. ¡Magnífico!
Un elfo aprendiz ha confundido los brotes para ensalada con el liquen mágico,
ese que deben comer los renos dos veces al día para poder volar y tirar del trineo
de Papá Noel. ¡Y se ha terminado!
Papá Noel se queda pensativo. Les dice que cree que existe otro lugar donde es
posible encontrar liquen especial, ¡pero no recuerda dónde ni por qué lo sabe!
Mumablue asegura que la respuesta a todas las preguntas del mundo está en los
libros:
Mumablue lee: Cuando la gran estrella cayó del cielo, un gran fragmento se
desprendió al chocar contra la tierra y fue a parar a un lugar recóndito del
Bosque MerryGlow. Se dice que a su alrededor también crece el liquen especial.
-¡Ya lo recuerdo! ¡Ya sé dónde está ese lugar!- exclama, muy excitado, Papá
Noel.
Con la ayuda de los huskies, Papá Noel les guía hasta un lugar muy apartado del
bosque, oculto tras la maleza y detrás de unas enormes rocas. ¡Es increíble! Hay
suficiente liquen para llegar a Nochebuena. Papá Noel felicita a Mumablue:
Mientras lo abría, pensó que iba a ser un gran día. En el interior del paquete
había un pequeño espejo acompañado de una nota misteriosa: ¡La ALEGRÍA es
contagiosa! Con este espejo podrás reflejar tu ALEGRÍA en los demás.
Laura lo sacó con cuidado. Debajo encontró una cuerda, un ábaco, un flotador y
un chubasquero. ¿Para qué servirían? ¡Laura supo que una gran aventura estaba a
punto de comenzar! Así que volcó el contenido de la caja en su mochila y salió
de casa dispuesta a encontrar gente a la que contagiar su alegría.
Iba tan abstraída que no se dio cuenta de que se adentraba en un pantano. Parado
en medio de la ciénaga observó un temible dragón. Laura se paró en seco. Sintió
que un sudor frío le recorría la espalda y su cuerpo se paralizaba. ¡Tenía mucho
MIEDO! El dragón giró la cabeza, la miró fijamente y… se puso a gritar de
terror.
Laura se dio cuenta de que el dragón estaba mucho más asustado que ella. Aun
así, la gigantesca fiera le provocaba pavor.
– Quería reflejar mi alegría en ti, pero me provocas mucho MIEDO -dijo Laura,
con voz temblorosa.
-¿MIEDO? ¿Yo? Vosotros, los humanos, sí que sois peligrosos. Durante siglos
habéis perseguido dragones para matarlos. ¿No has visto las películas? -
respondió, aterrorizado, el fiero dragón.
– Con esta correa podrás atar el MIEDO y mantenerlo siempre bajo control -le
explicó Laura.
El dragón observó la cuerda, incrédulo. Pero luego la agarró son sus fauces y se
marchó muy contento, dispuesto a atar todos sus miedos.
Laura dejó atrás el pantano y llegó a un pequeño claro. Allí, un gigante con pinta
de bobalicón se divertía pisoteando amapolas. Laura se enfadó muchísimo. ¡Eran
sus flores favoritas! Sintió un intenso calor desde los pies a la cabeza, como si
todo su cuerpo encogiera y lo de dentro fuera a explotar.
– ¡Deja en paz las flores! Son muy frágiles y las estás rompiendo -gritó Laura,
llena de IRA.
-¿Cómo te atreves a darme órdenes? ¡Oírte hablar así me pone furioso! -Se quejó
el gigante, muy enfadado.
Tras una larga y absurda discusión, Laura comprendió que cuando algo nos
molesta nos convertimos en una especie de olla a presión y, si no dejamos que
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 94
LIBRO DE CUENTOS
– Toma, gigante bobalicón. Con este ábaco podrás contar hasta 10 antes de hacer
nada de lo que te puedas arrepentir -dijo la niña, con cierta condescendencia.
El gigante se puso completamente rojo de IRA. Pero como vio que Laura no se
inmutaba, cogió el ábaco y comenzó a contar hasta 10: uno, dos tres, cuatro,
cinco, seis, siete ocho, nueve y diez.
Laura dio un respingo. ¿De dónde había salido esa voz? ¡Estaba completamente
sola! Entonces la enorme col de Bruselas se levantó del suelo sobre dos patitas
como alambres. A pesar de que le había dado un susto de muerte, la col parecía
inofensiva.
– Quería proyectar mi alegría en ti, pero me das mucho ASCO -se excusó Laura.
– Tú a mí, más. Una vez me tocó una niña con las manos sucias… ¡Y me pudrió
cuatro hojas! -relató la col.
Laura se dio cuenta de que el ASCO es muy personal y que, en muchos casos,
nos mantiene alejados de los peligros. Entonces rebuscó de nuevo en su mochila
y sacó un chubasquero que le tendió a la col de Bruselas.
Laura dejó atrás el extraño huerto. Tras caminar un largo rato por la ribera de un
río de aguas cristalinas, llegó a un remanso. De pronto, escuchó algo. Sobre una
roca, en mitad del agua, un oso de peluche lloraba amargamente, lleno de
TRISTEZA. Laura sintió cómo se le encogía el corazón y un gran vacío inundaba
su interior.
– Quería reflejar en ti mi alegría, pero me das mucha pena, ¿Por qué lloras? -dijo
Laura, con voz quebrada por la TRISTEZA.
-Me llamo Peluso. Mi mejor amigo me olvidó en esta roca y nunca más volvió -
logró decir entre llantos el osito.
Laura comprendió que la TRISTEZA aparece cuando sentimos que nos falta
algo. Y se dio cuenta, además, de que es el sentimiento más contagioso y de que
todos necesitamos pedir ayuda para no hundirnos en nuestra TRISTEZA. El oso
continuaba llorando sin cesar y el agua ya le llegaba a Laura hasta casi los
hombros, de manera que sacó rápidamente de su mochila el flotador y se lo
ofreció al osito.
– Con este flotador evitarás hundirte cuando estés triste. ¡Sube! ¡Te ayudaré! -
dijo Laura tendiéndole una mano al osito.
Laura y Peluso lograron agarrarse al flotador justo antes de que el río de lágrimas
los engullera. La corriente los arrastró hasta una verde pradera. Una vez a salvo,
Laura sacó de la mochila el espejo y, ofreciéndoselo al osito, preguntó:
En ese momento, del espejo brotó un intenso haz de luz que se reflejó sobre
Peluso.
¡Al fin! ¡Laura había logrado proyectar su ALEGRÍA! El osito aceptó el espejo
con gran emoción.
Tras reír, cantar y dar saltos de alegría, Laura y Peluso se tumbaron sobre la
fresca hierba. Ambos se sentían en CALMA. En paz y armonía. Laura pensaba
en toda su aventura: no solo había conseguido reflejar su ALEGRÍA, sino que a
lo largo del camino había aprendido a identificar sus emociones: MIEDO, IRA,
ASCO, TRISTEZA, ALEGRÍA Y CALMA.
FIN
Burbujas”
Cada día, cuando sale del colegio, Mumablue va a jugar a la playa. Se lo pasa
genial recolectando conchas y viendo cómo caminan los cangrejos. ¡Son tan
graciosos!
Marena disfruta con su familia de las carreras a nado bajo el agua. En ocasiones
pasan días y días aleteando sin parar.
Mumablue piensa que en el mar hay monstruos terribles a los que no quiere
conocer.
Y Marena cree que la arena de la playa la atrapará y no le permitirá moverse.
Mumablue camina con decisión hacia el mar, mientras Marena saca la cabeza del
agua y se dirige a la orilla. Y así continúan hasta que se encuentran.
– Esta es la ballena Coralina, que nos despierta todos los días con su canto.
Subidos en ella vamos a la escuela. Este es Fito el Artista, toca la trompeta como
nadie junto al percusionista Pulpo Tintero.
– El mar es muy divertido, Mumablue! Por eso no salgo nunca a la playa. Bueno,
por eso y porque me da un poco de miedo…
Mumablue sale del agua con Marena y juntos corren por la arena, bailan con los
cangrejos y disfrutan de la brisa marina.
Nunca sabes los amigos que puedes encontrar y los lugares que puedes descubrir
hasta que lo intentas.
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LIBRO DE CUENTOS
El pequeño Valentín estaba fascinado por Gabriela. ¡Era la niña más lista,
simpática y maravillosa que había conocido nunca! Gabriela era nueva en el
colegio. Se había mudado hacía poco tiempo a la ciudad. Desde el primer día que
la vio, el pequeño Valentín soñaba con ser su amigo. ¡Pero le daba mucha
vergüenza acercarse a ella! No sabía cómo hacerlo y pensó que si organizaban
pronto una excursión en el cole, podría sentarse a su lado en el autocar y
preguntarle si quería ser su amiga.
¡Y por fin había llegado ese momento! La profe había anunciado que la próxima
semana visitarían el Museo del Silencio. Valentín no comprendía qué es lo que se
podría contemplar allí. El silencio no se podía ver, no se podía escuchar, no olía a
nada. Tampoco se podían reunir distintos tipos de silencio ni, mucho menos,
meterlos dentro de las vitrinas.
-¿Qué veremos en el Museo del Silencio, seño?, pero la profesora respondía con
silencio.
“No me gusta”, podía leerse dentro de un frasco, en letras azules. “Ven a verme
mañana”, era el mensaje que, con caligrafía caprichosa, se escondía dentro de
otro bote de cristal. “Lo rompí yo”, decía otro de los frascos. En medio de la gran
sala, justo en el centro, había una solitaria vitrina. “TE QUIERO”, era el mensaje
que guardaba.
Valentín no entendía nada. ¿Qué clase de museo era ese? ¿Qué interés tenían un
puñado de palabras encerradas en cristal? Entonces, su profesora habló:
-Bienvenidos al Museo del Silencio. Aquí se guardan las palabras que nunca se
dijeron, esas que se quedaron atravesadas en la garganta. Al convertirlas en
silencio, algunas de estas palabras acabaron separando a las personas. Otras,
hicieron perder una gran oportunidad. Por eso ahora se conservan en el Museo
del Silencio. Se guardan en frascos de cristal, porque es frágil, como los miedos.
Romper el temor de decir lo que se desea decir es más fácil de lo que parece.
Y al decir lo que nunca había dicho, ocurrió lo que nunca había ocurrido.
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LIBRO DE CUENTOS
Juntos
Me llamo Mumablue y mis padres son los mejores padres del barrio. ¡Qué digo
del barrio! Del país. ¡No, no…! Del planeta. ¡Mejor! Del universo. Porque
cuando estoy con ellos vivo las aventuras más alucinantes que nadie pueda
imaginar.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 103
LIBRO DE CUENTOS
Con una mano a la espalda, de medio lado, hacia atrás con antebrazo lanzadera…
Cuanto más complicado, más puntos. ¡Ya llevo diez!
Algunas especies son muy peligrosas; otras, solo raras y escurridizas. Y las hay
muy divertidas, como el pez pantis. ¡Mumablue! ¡Atrapa esa boafanda
constrictor! -apremia papá.
Ahora toca ir un rato al parque, debemos asegurarnos de que todo está en orden y
el mundo se encuentra a salvo.
Cuando parece que impera la calma… ¡Nos atacan! Rápido, tenemos que
improvisar un fuerte y protegernos…
Pero un buen sheriff sabe que debe velar por la concordia y devolver la
tranquilidad que el pueblo necesita. Así, hacemos las pompas de la paz y lo
festejamos merendando todos juntos en el parque. Indios y vaqueros
compartimos ricos sándwiches y queso.
El viaje de vuelta a casa siempre lo hacemos en globo. Nos gusta sentir el viento
acariciando nuestras mejillas mientras jugamos a hacerle cosquillas a las nubes.
Me sumerjo entre peces de todos los colores, una tortuga cantarina, patos que
bailan y un cangrejo que toca el tambor.
Papá ha preparado una rica cena, pero antes de disfrutarla toca organizar un gran
desfile… ¡para poner la mesa a golpe de cacerola, con la cuchara y el cucharón!
Con la barriga llena, nos vamos de safari. Encontramos cocodrilos, cebras, jirafas
y monos, y acompañamos a cada uno de ellos a su guarida.
Nos tapamos la nariz para fingir voz robótica y comenzamos la cuenta atrás: 10,
9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1… ¡Despegamos! El piloto Mumablue y los comandantes
papá y mamá se preparan para el lanzamiento.
Poco a poco voy cerrando los ojos y, con un beso de mis padres, bostezo y me
duermo.
Cada día es una aventura extraordinaria, porque lo mejor de un viaje son las
personas con las que viajas. Y mis padres son los mejores, ¡los súper mejores! Y
con todos felices y contentos, y yo me despido hasta el próximo cuento.
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LIBRO DE CUENTOS
Parecía un día cualquiera en las profundidades del mar, pero aquella tarde había
llegado hasta Fondo Coral un extraño banco de medusas. No eran las medusas
transparentes y uniformes de siempre. Éstas no movían sus bracitos a la par, ni
tenían proporcionados cuerpos en forma de paraguas. Parecía como si estuvieran
muertas.
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LIBRO DE CUENTOS
afectadas. Fue un albatros errante que había dado la vuelta al mundo más de cien
veces el que les dio la clave: ¡No se trataba de medusas, sino de plásticos!
-Las aves también nos estamos envenenando. Esos plásticos se parecen mucho a
las medusas cuando quedan flotando en el mar y las especies que se alimentan de
ellas se confunden. ¡Es culpa de los humanos que arrojan al mar toda su basura!,
explicó el albatros.
Tras mucho deliberar fue una joven tortuga la que dio con la solución: todos los
habitantes del mar debían coordinarse para agitar las aguas y lograr expulsar
hacia la costa todo aquel plástico venenoso.
-El mar nos ha devuelto lo que es nuestro -dijo un hombre muy anciano. Y
parecía estar contento por ello.
El cangrejito manco
Sin embargo, el pequeño cangrejo no se dio cuenta de que aquella noche había
luna llena, y la pleamar le pilló por sorpresa: subió mucho la marea mientras
dormía y la pequeña piscina se llenó de agua hasta los bordes… ¡antes de que
pudiera reaccionar, la escayola se le deshizo y su pinza se perdió entre las olas!
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LIBRO DE CUENTOS
volvían a crecer con el tiempo, otros cangrejos mancos de los que había
escuchado hablar habían muerto antes de hambre al no poder cazar bien.
Aquella noche no pegó ojo. Pensó mucho en el futuro que le esperaba. Recordó,
incluso, una historia que contaban sus amigos sobre un cangrejo de río que, en
China, se cortó una pinza a sí mismo para escapar de la olla. Y pensó que él sería
capaz de hacerlo también, porque acabar guisado en su salsa le daba todavía más
miedo que ser manco.
Las siguientes semanas fueron muy difíciles para él. Sus compañeros de clase
cuchicheaban a sus espaldas. Le tenían compasión. Y tampoco faltó algún que
otro abusón que se burló de él. Hasta creyó notar que Antena, la cangrejita más
guapa de la clase, ya no le miraba tanto…
Pasaron los meses y su pinza seguía sin crecer. El cangrejito manco estaba
convencido de que se quedaría así para siempre y acabaría muriendo de hambre o
siendo presa de algún depredador. Ahora era un cangrejito triste.
Una mañana de verano, estaba descansando junto a otros cangrejos en una de las
piscinas que se habían formado en las rocas, cuando vio aparecer a dos humanos,
uno grande y otro pequeño. Llevaban una bolsa. ¡Estaban cazando cangrejos!
Cuando el cangrejito manco quiso avisar a los demás, ya era demasiado tarde.
Los humanos comenzaron a atraparlos con una red. ¡Cundió el pánico! El
pequeño cangrejo podría escuchar los gritos de los demás mientras los metían en
la bolsa. De pronto, se vio atrapado en la red y pensó que era el fin.
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LIBRO DE CUENTOS
– ¡Oh, fantástico!
¡Ah! ¡Por cierto! Supongo que os gustará saber la suerte que corrió el cangrejo
abusón. El cangrejito manco se enteró poco después de que el cangrejo que le
había roto la pinza había sido capturado y que, seguramente, había acabado en la
olla.
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LIBRO DE CUENTOS
Chucheritis
Mumablue y Sara son dos hermanos a los que les encanta jugar juntos. Se lo
pasan fenomenal dejando volar su imaginación, inventando juegos y
protagonizando historias divertidísimas.
Un día, mientras paseaban por el parque, vieron una tienda de golosinas. A través
del escaparate contemplaron la variedad de chucherías más alucinante que habían
visto jamás. Sara le pidió a Mumablue algo de dinero para entrar y comprar.
Jo, no tengo nada, ni una moneda…
De pronto, pasó a su lado una ardilla disfrazada de superhéroe cuya capa era nada
más y nada menos que un billete: ¡era dinero! Mumablue y Sara observaron
cómo el curioso roedor se lanzaba una y otra vez desde lo alto de una cornisa
intentando volar sin ningún éxito.
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LIBRO DE CUENTOS
La intrépida ardilla tenía tantas ganas de ser una superheroína que la idea de las
nueces le pareció fantástica. Así que entregó su capa a Sara y a Mumablue.
Una vez tuvieron el billete en sus manos, Sara y Mumablue entraron en la tienda
a toda velocidad. Se les hacía la boca agua con tantos dulces por todas partes.
Mumablue y Sara habían olvidado por completo las nueces de la ardilla Li.
Estaban tan embriagados por las suculentas gominolas, que no cumplieron su
promesa.
Para compensar a Li por semejante faena, le ofrecieron parte del botín; pero
como las ardillas no comen dulces, Li rechazó la oferta.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 112
LIBRO DE CUENTOS
Y entonces sucedió algo muy extraño. Alrededor de los hermanos todo empezó a
ser cada vez más y más grande… ¿o eran ellos los que empequeñecían? ¡Se
habían vuelto diminutos!
Li, que tenía un oído de ardilla muy fino, los escuchó y acudió rápidamente en su
ayuda. Sorprendida al ver lo diminutos que eran, les invitó a subir a su lomo y así
consiguieron alejarse de la araña. Sara y Mumablue respiraron muy aliviados.
Mumablue estaba seguro de que la culpa había sido de las chucherías, así que
Sara propuso ir a ver a Madame Sugary. Pero cuando llegaron a la tienda, ya
había cerrado. Repararon en un cartel en el escaparate que les daba una pista
sobre qué hacer.
La consulta del doctor no se encontraba muy lejos. Para llegar lo antes posible,
Li decidió corretear por techos, toldos y cornisas, evitando así el tráfico de
coches y los pisotones de los peatones. Sara y Mumablue tragaron saliva, ¡Li
corría veloz como un rayo!
Una vez llegaron y saltaron desde el lomo para entrar por el hueco de la puerta,
una red atrapó a la ardilla. Era Zamper, dueño de una tienda de mascotas, que
quería a Li para encerrarla en una jaula y colocarla en su escaparate. Mumablue y
Sara no pudieron hacer nada, ¡eran muy pequeños! Debían recuperar su tamaño
cuanto antes.
Junto a la puerta había un enorme botón rojo y un cartel que invitaba a llamar al
timbre. Lo hicieron y, súbitamente, apareció un doctor con una lupa, los colocó
en la palma de su mano y los subió a su mesa de diagnósticos.
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
Polvo de estrellas
Cuenta la leyenda que todos estamos hechos de polvo de estrella. Si hay más
estrellas que la suma de granos de arena de todas las playas del mundo, imaginad
lo difícil que es que dos almas gemelas se encuentren. Pero a veces ocurre.
Cuando dos seres provienen de la misma estrella se dice que están destinados a
encontrarse y que siempre existirá entre ellos una conexión especial.
Chispo siempre esperaba paciente a que Maya regresara del colegio. Les
encantaba salir juntos de aventuras. Aunque Chispo ya era un perro bastante
viejecito, siempre estaba pendiente de su adorada niña.
Pero una mañana, Maya se despertó y Chispo no estaba. Buscó por todos los
rincones de la casa. ¡Pero no había ni rastro! Hasta pegó carteles por todo el
barrio y los vecinos le ayudaron a buscar. Pero Chispo no aparecía y Maya estaba
realmente triste.
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LIBRO DE CUENTOS
Paseando con desánimo, reparó en el único lugar donde no había buscado: una
casa de aspecto descuidado, oculta tras un jardín de espesa maleza. ¡Pareciera
como si no lo hubieran cuidado en años!
Maya se armó de valor y se dirigió hacia la casa. La hierba era tan alta que
apenas podía avanzar ni ver nada. Llamó a la puerta, pero nadie contestó.
Maya se dio cuenta de que la puerta estaba entornada, así que la empujó un
poquito, se asomó tímidamente y gritó:
Pero nadie contestó, de modo que Maya empujó un poco más la puerta, que se
abrió con un largo gemido de goznes, y entró en la misteriosa casa. Observó que
había extraños artilugios por todas partes, además de correas y jaulas de todos los
tamaños. De las paredes colgaban un montón de cuadros con retratos de mascotas
Maya pensó que quien vivía ahí había usado esos artilugios para capturar a los
animales y podría tener atrapado a Chispo.
De pronto, una figura emergió de las sombras. Era una mujer ancianísima. Su
pelo era ya blanco como la nieve y estaba recogido en un enorme moño que
había adornado con plumas de distintos colores. Estaba tan encorvada que casi no
podía mirar al frente y su piel estaba surcada por millones de profundas arrugas.
¡Es una bruja!, pensó Maya.
–Ven conmigo, quizá pueda ayudarte. Por cierto, soy la señora Estigia.
Entonces la señora Estigia dio media vuelta y con un movimiento grácil, casi
como si flotara sobre el suelo, desapareció por un pasillo.
Maya la siguió lo más rápido que pudo hasta llegar al jardín trasero. La
vegetación seguía siendo espesa y tuvo que atravesar varias enredaderas y zafarse
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LIBRO DE CUENTOS
Entre ellos se encontraba Chispo que, al ver a su amita, se lanzó sobre ella y le
llenó la cara de cariñosos lengüetazos. ¡Maya no podía contener las lágrimas de
alegría!
-¡Chispo, estás aquí! ¿Por qué te has escapado? Me has dado un susto de muerte -
sollozó la niña.
-No se ha escapado. A este jardín vienen a vivir las mascotas cuando ya son
demasiado viejas. Al llegar aquí sus enfermedades desaparecen: dejan de sentir
dolor en sus huesos, recuperan la vista y vuelven a ser tan ágiles como cuando
eran cachorros.
La anciana estaba recostada contra una columna de piedra por la que trepaba una
brillante enredadera. Parecía muy cansada. Entonces dijo:
-No suelo hacer excepciones, pero me hago vieja, pequeña. Pronto no podré
cuidar de mis animalitos. ¿Qué te parecería venir a ayudarme todos los días al
salir del colegio?
-¡Me encantaría! -gritó Maya con entusiasmo.
Desde entonces, Maya iba muchas tardes a visitar a la señora Estigia. La ayudaba
con el jardín y a cuidar de los animales. Cada vez eran más y el mágico jardín se
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LIBRO DE CUENTOS
iba estirando hasta hacerse más y más grande. Maya creció y se hizo veterinaria.
Y cuando la señora Estigia murió, se quedó a cargo de aquel paraíso animal, con
su fiel amigo Chispo como ayudante. No cabe duda: ¡Maya y Chispo estaban
hechos del polvo de la misma estrella!
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LIBRO DE CUENTOS
“La piedra”
En lo alto de una bonita colina, muy cerquita del cielo, en una pradera de fresca y
verde hierba bañada por los rayos del sol, había una piedra.
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LIBRO DE CUENTOS
Así pasaba los días la piedra o, más bien, los días pasaban sobre ella. Y los años.
Y los siglos. La piedra era una piedra y no podía moverse.
Pero un día, algo cambió: en lo alto de aquella colina apareció un niño. El niño
vio la piedra, se acercó a ella y le dio una patada.
La piedra rodó y rodó colina abajo. Cogió velocidad. Chocó contra una roca y
salió volando. Volvió a caer al suelo, rebotó tres veces y se paró.
Aunque puede que algo sí cambiara en ella. Os va a parecer una locura, pero si
hubiérais estado allí me daríais la razón: yo diría que la piedra sonreía.
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LIBRO DE CUENTOS
-¡No quiero!
-¡No me gustan!
¡Ya estaba harta! Así que, aquella noche, cuando se metió en la cama y apagó la
luz, apretó mucho los ojos y deseó con todas sus fuerzas una mamá nueva.
Cuando abrió los ojos, vio un pequeño geniecillo flotando delante de sus narices.
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LIBRO DE CUENTOS
-¿Estás segura?
-¡Segurísima!
-Con esta varita mágica podrás cambiar en tu mamá todas aquellas cosas que no
te gustan.
-Pero debes tener cuidado. Recuerda que los sueños de hoy serán las pesadillas
de mañana.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 122
LIBRO DE CUENTOS
La varita mágica era lo más maravilloso que se podía tener. ¡Mucho mejor que
los Superzings o el LEGO de Harry Potter!
Pasaron los días, Lolita utilizaba la varita ante cualquier situación, por poco
incómoda que fuera. ¡Pero lo más increíble es que los cambios que realizaba en
su madre no eran temporales, sino que se quedaban guardados para siempre! Sin
embargo, empezó a notar algo raro… era como si su madre ya no la viera, como
si Lolita se hubiera vuelto invisible. Le seguía dando besos y abrazos y jugando
con ella, eso sí, pero Lolita sentía que en el fondo era lo mismo que si viviera con
un robot. Aún así, parecía como si la varita tuviera también poder sobre ella. ¡No
podía dejar de usarla ante cualquier negativa o mandato de su mamá! Hasta que
un día su mamá dejó de existir.
No es que la mamá de Lolita desapareciera. No. Ella seguía allí, con su pelo
castaño y sus grandes ojos verdes. Su cuerpo sí que estaba… era más bien como
si le hubiera desaparecido el alma.
-Vaya, con tantas lágrimas me he mojado las babuchas – dijo la extraña criatura,
saltando de un pie a otro sobre un pequeño charquito que se había formado en el
suelo.
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LIBRO DE CUENTOS
Lolita estaba nerviosísima. ¿Cómo encontraría las palabras mágicas con sólo tres
intentos? ¡Necesitaría, por lo menos, cien mil millones de intentos! ¡Había caído
en las garras de un geniecillo malvado y medio loco!
-¿Abra cadabra?
-ERROR.
-¿Ábrete, Sésamo?
-¡Lolita! ¿Se puede saber qué son esos gritos? Me has asustado.
-¡¡Mamá!!
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LIBRO DE CUENTOS
Que hay que tener mucho cuidado con lo que se desea… porque puede hacerse
realidad.
Que nuestra mamá, la auténtica, se compone de las cosas que nos gustan más y
las que nos gustan menos.
Y que…
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LIBRO DE CUENTOS
Aquella noche era lúgubre y cálida. El silencio era profundo, solemne. Nada se
escuchaba en el viejo cementerio, salvo el cantar de los grillos. Hasta que el
ruido de una losa descorriéndose rompió la quietud.
Se recolocó un poco las vértebras y estiró las piernas dando pequeños saltitos.
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LIBRO DE CUENTOS
El zombie Malacara se peinó un poco con los dedos los sucios mechones de pelo
que todavía le
quedaban en la cabeza, se estiró ligeramente la piel y se pellizcó las mejillas para
darles un poco de color.
-Uy, por Dios, Qué mala cara tienes. Estás un poco… ¡pocho! -le dijo una
fantasma muy pija que pasaba por allí.
-Parece que has pasado toda la muerte de fiesta -bromeó el viejo vampiro.
-Sí, me he levantado con unas pocas ojeras… -respondió el zombie Malacara con
un poquito de vergüenza.
-Tome asiento. A ver, a veeer… Hmmmm… veamos por aquí… mal arreglo…
gire usted la
cabeza…
El zombie Malacara obedeció de inmediato y giró la cabeza tan rápido que esta
se le desprendió de las vértebras y salió disparada.
– ¡Efectivamente! Por suerte, tengo toda una gama de pieles postizas que
se puede usted probar. -respondió Moriloli, hurgando en un cajón. -¿Qué tal esta?
Es de vampiro.
-Demasiado peluda.
-¿De Frankenstein?
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 128
LIBRO DE CUENTOS
-¡Ah! Vale. No sé… ¡Muy aparatoso para vestirme por las mañanas!
-¡Ya lo tengo! Esta. La máscara de hombre invisible -concluyó Moriloli con gran
algarabía.
-¡Fantástico! Y ahora… habrá que hacer algo con esos cuatro pelos que a
usted le quedan… ¿Le doy cita?
-Pueeees… ¡El jueves a las 2! Así no tendrá que venir usted tan temprano -hizo
su nueva oferta Moriloli, la mar de risueña.
-¡Perfecto!
-Igualmente.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 129
LIBRO DE CUENTOS
-¡Pero si no se le ve! -se quejó una niña que, atentamente, escuchaba esta
historia.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 130
LIBRO DE CUENTOS
Pasadas unas semanas, el criado se marchó de viaje por orden del rey. Cabalgaba
por la ribera de un río cuando escuchó unos lamentos entre unos juncos. Se bajó
del caballo y observó que tres pececillos habían quedado atrapados entre las
cañas. El criado se sumergió en el río para liberarlos.
Coleteando de alegría, mientras se alejaban río abajo, los peces le gritaron:
-¡Nos acordaremos de que nos salvaste la vida, algún día te devolveremos el
favor!
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 131
LIBRO DE CUENTOS
El criado corrió a llevárselo al rey, pero éste no estaba dispuesto a permitir que
su sucesor fuera un vulgar criado, así que le dijo que debería superar una prueba
más. Así, el rey esparció entre la hierba del jardín diez sacos de trigo y dijo:
-Mañana, antes de que salga el sol, debes haberlo recogido todo, sin que falte un
solo grano.
Dióse el joven por vencido al ver aquel desparrame y se durmió con la certeza de
que nunca sería rey. Pero con los primeros rayos del sol, los sacos se encontraban
completamente llenos, sin que faltara un solo grano de trigo. Durante la noche,
miles y miles de hormigas, agradecidas, se habían encargado de recoger hasta el
último de ellos.
Pero el rey tampoco se conformó y puso al criado una nueva prueba: ir en busca
de una manzana del Árbol de la Vida. El criado se puso en camino, durante
semanas recorrió todos los rincones del reino sin lograr su misión. Un día,
dándose por vencido, se tumbó a descansar a la sombra de un árbol. De pronto,
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 132
LIBRO DE CUENTOS
una manzana de oro le cayó en las manos. El criado levantó la cabeza y vio a los
cuervos.
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LIBRO DE CUENTOS
Hace más de 150 años, en la ciudad polaca de Varsovia, nació una niña muy
especial: María Salomea Sklodowska. María Salomea era la quinta de cinco
hermanos, pero a pesar de ser la pequeña, era la más inteligente de todos.
Así es. La pequeña María prefería leer y estudiar por encima de todo. Los libros
de ciencias eran su auténtica pasión. Y también su refugio.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 134
LIBRO DE CUENTOS
María no tuvo una infancia feliz. En aquella época, Polonia estaba bajo el
dominio del Imperio ruso y los polacos no podían practicar sus costumbres ni ser
ellos mismos: todo lo que hacían tenía que ser como los rusos querían que
fuesen. ¡Incluso se prohibió el idioma polaco en los colegios!
Pero la pequeña María no creía en Dios, sino en la ciencia. Así que no encontraba
consuelo en estas palabras. Sólo hallaba refugio en los libros de ciencias. Por eso
no paraba de leer y estudiar.
En la Polonia bajo dominación rusa estaba prohibido que las mujeres estudiaran
en la universidad. ¡Y resulta que el mayor deseo de María era estudiar Física en
la universidad! Así que ella y su hermana Bronislawa se matricularon en la
conocida como “Universidad Flotante”, una escuela secreta llamada así porque
cambiaba constantemente de lugar para que los rusos no la descubrieran.
A pesar de ello y de que no sabía hablar francés, pocos años después María se
licenció en Física. Y no sólo eso: ¡Fue la número uno de la clase! Pero la
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 135
LIBRO DE CUENTOS
Pierre y Marie eran tal para cual, sabían reconocer las cosas importantes de la
vida. Por eso, en lugar de gastar dinero en un banquete de boda o en unos anillos,
compraron una bicicleta y se fueron de luna de miel a recorrer Francia subidos en
ella.
A pesar de que ya era licenciada en Física, Marie Curie quiso seguir estudiando y
comenzó un doctorado. En esa misma época, el físico alemán Wilhelm Roëntgen
había descubierto los rayos X, que servían para ver a través de los objetos; y el
científico francés Antoine Henri Becquerel, había descubierto la radioactividad.
Fue por casualidad. Antoine había guardado en un cajón unas placas fotográficas
junto a un trozo de uranio. Cuando volvió a abrir el cajón, las fotografías se
habían vuelto negras, lo que le hizo darse cuenta de que el uranio emitía una
potente radiación.
Marie y Pierre Curie pasaron cuatro largos años intentando demostrar a los
científicos el valor de su hallazgo. Por fin, en el año 1903, recién iniciado el siglo
XX, Marie se convirtió en la primera mujer de la historia en recibir el premio
más importante del mundo: el Premio Nobel de Física. Eso sí, fue un
reconocimiento compartido con su marido, Pierre, y con Antoine Becquerel.
A pesar de que Marie había contribuido mucho más que Pierre y Antoine a las
investigaciones sobre la radioactividad, no tuvo el mismo reconocimiento, pues
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 136
LIBRO DE CUENTOS
Por fin, la vida parecía sonreír a Marie Curie, hasta que un día la desgracia volvió
a visitarla: un carro de caballos atropelló a Pierre y éste murió. De modo que
Marie tuvo que continuar con sus investigaciones sobre el radio ella sola.
Gracias a su empeño los siguientes años, Marie Curie realizó otro importante
descubrimiento: la radioterapia como tratamiento del cáncer. Y fue gracias a eso
que, en 1911, ganó otro premio Nobel; esta vez, de Química. Se convirtió
entonces en la primera mujer (y única hasta nuestros días) en ganar dos premios
Nobel.
Tres años después, estalló la I Guerra Mundial. Marie Curie pensó en cómo
podría poner sus investigaciones al servicio de los soldados heridos en combate.
Entonces tuvo una idea: ¡compraría viejos vehículos y máquinas de rayos X
portátiles y crearía ambulancias radiológicas para ayudar a los heridos! Su idea
funcionó y salvó la vida de muchos soldados al facilitar que los médicos pudieran
ver sus cuerpos por dentro, encontrar las balas y poder curarles.
Marie Curie murió con 67 años de leucemia, un tipo de cáncer que, seguramente,
desarrolló por estar tanto tiempo expuesta a la peligrosa radiación de los
elementos que estudiaba.
Pero Marie Curie no murió del todo: de ella nos quedan sus asombrosos
descubrimientos y unos cuantos cuadernos de laboratorio con anotaciones
científicas de su puño y letra. Cuadernos que, todavía hoy, siguen siendo muy
radiactivos. ¡Tendrán que pasar 1.600 años para que desaparezca gran parte de la
radiación que aún impregna sus páginas!
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 137
LIBRO DE CUENTOS
Narciso era hijo del dios Cefiso y de la ninfa Liríope. Cuando nació, sus padres
consultaron a Tiresias, el adivino, con el fin de conocer su destino. El adivino les
dijo que Narciso viviría una larga vida y llegaría a viejo siempre y cuando nunca
se contemplara a sí mismo.
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LIBRO DE CUENTOS
Precisamente fue este rechazo a Eco lo que provocó la ira de Némesis, la diosa
de la venganza. Némesis urdió un plan y, un día, mientras Narciso se encontraba
cazando en el bosque, le engañó para que se acercara hasta el borde de un arroyo
de aguas cristalinas.
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LIBRO DE CUENTOS
Medusa era una diosa de una belleza extraordinaria. Pero no era una diosa
cualquiera: Medusa era un espíritu del inframundo, una diosa de los infiernos,
una gorgona. Medusa tenía dos hermanas, Esteno y Euríale, que también eran
gorgonas.
De las tres hermanas, Medusa era la única mortal. Para compensar, los dioses le
habían concedido un poder especial: convertir en piedra a todo aquel que la
mirara directamente a los ojos.
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LIBRO DE CUENTOS
Tiempo después el semidiós Perseo, hijo del mismísimo Zeus, recibió el encargo
de ir en busca de Medusa y cortarle la cabeza. Era una misión muy arriesgada, ya
que si miraba a la gorgona a los ojos, se convertiría en piedra. Para ayudarle en
su aventura, Perseo recibió varios regalos: Hermes, el mensajero de los dioses, le
dio unas sandalias con alas y una hoz muy afilada; Hades, el dios de los
infiernos, un casco de invisibilidad y Atenea, un escudo de bronce pulido como
un espejo. Además, Perseo recibió un zurrón mágico.
Perseo averiguó que Medusa se escondía en África, en una cueva, junto a sus
hermanas. Cuando Perseo llegó a la cueva de las gorgonas, éstas estaban
dormidas. Debía acercarse a Medusa en silencio y atacarla sin que se despertara.
Así, Perseo utilizó las sandalias con alas de Hermes para acercarse a Medusa
volando, sin hacer ruido. Utilizó el escudo de espejo de Atenea para acercarse sin
mirarla y no convertirse en piedra. Una vez estuvo sobre ella, con la hoz de
Hermes, le cortó la cabeza de un solo golpe. Inmediatamente, Perseo guardó la
cabeza de Medusa en su zurrón mágico, para evitar mirarla al transportarla. Pero
el ruido despertó a las hermanas de Medusa. Entonces Perseo, para no ser
descubierto, se puso el casco de la invisibilidad de Hades y así pudo escapar con
la cabeza de Medusa.
Se cuenta que parte de la sangre que brotó de la cabeza de Medusa cayó al mar
Rojo, creando un enorme arrecife de coral; otra parte cayó sobre la tierra, dando
lugar a las vívoras del desierto del Sahara.
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LIBRO DE CUENTOS
El mito de Eco
Hace mucho, mucho tiempo, en un remoto lugar del Monte Helicón nació una
ninfa de la montaña llamada Eco. Allí fue criada por otras ninfas y educada por
las Musas, esas que dicen que inspiran a los poetas. Pasaron los años y Eco se
conviritó en una joven muy hermosa. Pero su mayor virtud era que poseía una
preciosa voz. De su boca salían las palabras más bellas jamás pronunciadas y
todo aquel que la escuchaba quedaba embelesado.
Tan bonita era su voz que la existencia de Eco llegó a oídos de Hera, la diosa de
la Guerra. Hera tuvo miedo de que Zeus, su marido y dios del Olimpo, se
enamorara de Eco al escuchar su maravillosa voz.
Un día, Zeus estaba en el bosque jugando con las ninfas cuando apareció Hera,
muy enfadada. Eco quiso ayudar a sus amigas, y entretuvo a Hera con su
agradable conversación mientras Zeus huía. Pero Hera no se dejó cautivar por
aquella preciosa voz y se dio cuenta del engaño. Muy enfadada, quiso darle a Eco
un escarmiento:
palabra, te condeno a responder con la última palabra que escuches, por toda la
eternidad -condenó.
Desde entonces Eco vive recluida en su cueva, alejada del mundo, condenada a
repetir la última palabra que diga cualquier persona. Este es el origen del eco,
según la mitología griega.
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LIBRO DE CUENTOS
LA BRUJA RECHINADIENTES
Había una vez tres hermanos que se pasaban el día brincando de un lado para
otro. Su madre les decía siempre:
- ¡No se os ocurra ir al bosque! Allá en medio vive una bruja con dientes de
hierro, que se come a los niños; y con los huesos, hace un muro que rodea
su casa.
- Un día, el mayor dijo:
- - ¡Vamos al bosque! ¡Yo no les tengo miedo a las brujas!
- - ¡Yo tampoco! –dijo el mediano.
- Pero el pequeño, asustado, avisó:
- - Mamá dijo que no fuésemos…
- - No seas cagueta- se burló el mayor.
- Y allá se marcharon los tres. Andando, andando, fueron adentrándose en
aquel bosque enorme, oscuro, extraño. El viento silbaba entre las ramas y
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LIBRO DE CUENTOS
las sombras se hacían cada vez más largas. Empezaron a sentir miedo,
pero ninguno sabía cómo volver a casa. Entonces el pequeño dijo:
- - Me subiré a un árbol, a ver si puedo descubrir el camino
Desde lo alto del árbol, vio la luz de una casa, a lo lejos. Bajó deprisa y le
dijo a sus hermanos:
- Esa debe de ser la casa de la bruja.
- Qué va!- dijo el mayor- Aún falta mucho para llegar al medio del bosque.
¡Vamos!
- Cuando se acercaron a la casa, una mujer se asomó a la puerta:
- Bruja :jijiji jijiji
- Venid, venid, ¡pobrecitos! No tengáis miedo…jejeje
- El olor a comida les abrió el apetito.
- - Yo voy a entrar- dijo el mayor.
- - Yo también- dijo el mediano.
- Los dos mayores avanzaron, confiados; pero al pequeño aquella casa le
daba mala espina
- Mmmmmmmm Qué bien huele! – dijo el mediano.
- - Pasaréis aquí la noche y Mañana os llevaré a casa claro
- Cuando acabaron de cenar, se acostaron los tres en un cuarto. El mayor
enseguida se quedó dormido. El mediano tardó un poco. El pequeño daba
vueltas y vueltas, pero no podía pegar ojo.
- Entonces vio la luna que iluminaba el bosque, la huerta…. ¡y el muro de
huesos! Huesos de piernas, huesos de brazos, huesos de niños pequeños.
De pronto oyó que alguien se acercaba. (pasos)
- ¡Era la bruja! El pequeño se metió enseguida en la cama y se tapó. La bruja
entró despacito y preguntó en voz baja:
- - ¿Hay alguien despierto?
No se atrevió a decir que ni mu, pero la bruja se acercaba cada vez más; y,
cuando ya estiraba la mano para retirar las sábanas, el pequeño asomó la
nariz:
- ¡Yo estoy despierto!
- ¿Y cómo no te has dormido?
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LIBRO DE CUENTOS
- Yo…
-agua de pozo, agua de pozo aver si consigo que se duerma de una vez este
niño me tiene loca ahhhhh
- ¡Mis objetos mágicos! Ay mis objetos mágicos será mejor que los guarde
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
SOY EL LOBO
-esta niña parece la bella durmiente. Dice el lobo y sigue aullando…. ¡Auuuuu!
¡Auuuuu!
-¡Quien voy a ser! Soy la pesadilla de esta niña, vivo debajo de la cama
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LIBRO DE CUENTOS
-es que la tengo que despertar para darle miedo, dice el lobo.
-¡Que no, que no y que no! Tiene que seguir durmiendo porqué yo le tengo que
dar miedo porque yo soy la pesadilla.
-oye, oye, oye pesadilla aquí el que da miedo ¡Soy yo!, no tu.
-pero que va, yo también quiero darle miedo pero un miedo horroroso,
mounstroso, fabuloso, espantoso!
-mmmm? Oigo pasos, ya sé, esa debe ser la abuelita. Pero no es la abuelita, es
otro mounstro que salió de la habitación de al lado.
-shhht shhht shhht! Cállate ya hombre lobo! Que llevo un rato atormentando a
la abuelita y ahora ya quiero dormir.
-ayyyy, madre mía! Te voy ayudar lobo, los colegas están para echarse la mano.
Dice la pesadilla de la abuelita.
¡Auuuuuuu! ¡Auuuuu!
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LIBRO DE CUENTOS
-Que pesadilla más espeluznante, con este monstro peludo ahí adelante. Dice el
lobo que de golpe se a despertado
¡¿Qué, que!? ¿La niña sigue durmiendo? ¿Por dónde iba? ¡Ah! sí, si sí!
¡ Auuuuu! ¡Auuuuuu!
-¡Quieres dejar de hacer tanto ruido! Así no hay modo de descansar. Dice la
pesadilla de la abuelita al despertarse.
-Ay, que ternura de perrito, mira como llora porque ha perdido a su mamá. Dice
la abuelita gigantesca agarrando al lobo por el pescuezo.
-Ay! Socorro, socorro! Dice el lobo al ver que la abuelita le había vestido con
ropa de color rosita y muchos moñitos. FIN
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LIBRO DE CUENTOS
- ¡No te acerques que soy muy peligroso! Gritaba el oso Raposo cuando los
cervatillos pasaban por delante de su cueva.
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LIBRO DE CUENTOS
Así que los ciervos decidieron convocar una reunión con los otros animales
para intentar averiguar entre todos lo que estaba pasando al oso Raposo.
-El bosque siempre ha sido un lugar tranquilo, donde todos nos ayudamos y
aceptamos, y gritando no se resuelven los problemas tenemos que saber si
nuestro amigo Raposo tiene algún problema que lo haga comportarse de ese
modo.
-¿Quién anda ahí?- Grito con voz fuerte y amenazadora del oso Raposo -¡No
os acerquéis que es peligroso!- aviso con un tremendo gruñido.
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
Elfi y yo crecimos juntos pero ella creció mucho más a prisa que yo.
Soñábamos juntos.
A Elfi le encantaba perseguir a las ardillas y escarbar entre las flores del jardín
de mi madre.
Yo crecía hacia lo alto, hacia lo alto, y Elfi crecía hacia lo ancho, hacia lo ancho.
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LIBRO DE CUENTOS
¡Aquello me preocupaba!
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LIBRO DE CUENTOS
que...
...Se hubo comido la mitad de la luna.
“¡Oh, no!- pensó el ratoncito-. Ahora la luna nunca volverá a ser redonda
--¿Qué te pasa, ratoncito?- le preguntó el conejo.
-Me he comido la mitad de la luna- respondió el ratoncito- y ahora nunca
volverá a ser redonda.
-Nadie 0puede comerse la luna- dijo el conejo.
-Pues ya me la he comido- contesto el ratoncito.
Pasó delante de la casa del topo.
-¿Qué te pasa, Ratoncito?- preguntó el topo
-Me he comido la mitad de la luna- dijo el Ratoncito- y ahora nunca
volverá a
ser redonda
-Nadie puede comerse la luna- dijo el topo, riéndose
-Pues yo me la he comido- contesto el Ratoncito.
El Ratoncito volvió a su madriguera y miró tristemente lo que quedaba de
la
luna. Empezaba a oscurecer.
Entonces, oyó al Conejo y al Topo que le llamaban:
-¡Ratoncito, sal de tu agujero!- gritaron-. Queremos enseñarte algo.
El Ratoncito acompañó al conejo y al Topo hasta lo alto de la colina. Se
sentaron y miraron el cielo estrellado. Y entonces algo brillante apareció
detrás de los árboles.
Era la luna, grande y redonda. El Ratoncito estaba contentísimo.
-¡Miren la luna!- gritó- ¡No me la he comido!
El Conejo, el Topo y el Ratoncito se sentaron y se comieron la otra mitad
de
la luna del Ratoncito bajo las estrellas. Estaba deliciosa. La gran luna
iluminaba el cielo porque, la verdad, nadie puede comerse la luna
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LIBRO DE CUENTOS
La rabieta de Julieta
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
No no, ¡No quiero este matojo de cabello rizado! Solo mira estos remolinos,
estos garabatos, estos espirales, demasiados rizos, demasiadas curvas.
Siempre está enredado ensortijado y enroscado se rizan y se encrespan ¡Esto
es muy cansado! Yo quiero que mi cabello sea liso, quiero que sea... quiero
que flote en el aire y que sea muy esponjoso, por eso me lo peino toda la
noche con un cepillo gigantesco por horas y horas y horas. A la mañana
siguiente estoy muy cansada, la mano con la que me he cepillado el cabello
me duele ¿Y sabes qué? Mi cabello está más rizado y enredado ¡Es que no
quiero tener el cabello rizado! Les pido a todos mis amigos que lo estiren bien
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LIBRO DE CUENTOS
fuerte pero ¡Ay ay! ¡YA BASTA! Es inútil, qué mala suerte, intento utilizar
libros pesados para en chafar todos los cabellos rizados pero ¡NO! No es la
solución parece que los bucles no quieren entrar en razón... Ya está ¡Globos!
Qué gran idea los globos consiguen que mi cabello sea liso como la seda.
Pero, pero, un momento ¿qué está pasando? Ahora he acabado volando, he
ido en busca de la mejor cinta adhesiva ¡Esta debe ser la solución definitiva!
Pero NO cada mechón se enreda y serpentea creando formas extrañísimas
alrededor de mi cabeza , lo mojo con agua y... ¡SORPRESA! SE HA ALISADO
nada de rizos fastidiosos ¡Exactamente como siempre había soñado! Pero
cuando el cabello se seca, oigo el primer booing y los rizos surgen de la nada
¡con una rapidez que me deja asombrada! Que no quiero tener el pelo rizado,
abandono esta lucha incesante detrás de cada rizo eliminado hay otro
expectante. Lo mejor será colgarme de mi árbol favorito a ver si así mi cabello
se queda tranquilito. Mientras refunfuño malhumorada un ruido me hace bajar
la mirada, una chica se para de repente y se deja caer dando un golpe muy
potente y dice: ¡Mi cabello es muy soso! ¿Por qué no tengo ni un bucle
hermoso? Es aburrido y liso. No hay ni un solo rizo, he intentado doblarlo y
enmarañarlo (hasta con rodillos ondularlo) yo quiero un cabello bonito y
hermoso igual que... ¡tú! Y con una gran sonrisa exclamamos ¡Que tontas
hemos sido en medio de cepillos, cintas y demás utensilios! De repente veo
que mis rizos no están tan mal... De hecho ¡no he sido nada racional!
Pasamos todo el día entre clips y coletas creando nuevos estilos ¡cómo dos
princesas! Lazos y moños, colas y tocados ¡Pasamos horas y horas con
nuestros peinados! Ondas, mechones o rizos; no importa cómo sea... ¿Por
qué sabes qué? ¡Nuestro cabello es precioso!
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LIBRO DE CUENTOS
Bogo Quierelotodo,
Bogo vivía en las ramas de los árboles para poder ver todo mejor, ya que
era muy curioso.Observaba todo lo que le rodeaba. En el bosque vivían
muchos animales, algunos de ellos eran tan increíbles que hacían que
Bogo no se sintiera muy especial.
Un día decidió que inventaría cosas asombrosas para poder tener todo lo
que quisiera.
Bogo Quierelotodo (1)
El primer invento de Bogo fueron unas alas para volar como los pájaros.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 192
LIBRO DE CUENTOS
Pero con o sin pluma de águila, aquel invento no tuvo éxito. A la primera
batida de alas, Bogo se pegó un golpe tan fuerte que se le cayeron tres
muelas y se le torció el rabo.
¡Ay Bogo! ¡No se puede tener todo! ¡A quién se le ocurre que un zorro
vuele!
Bogo Quierelotodo (2)
El siguiente invento fueron unas lentes exclusivas para ver en las noches
sin luna como la lechuza. Pero no, el invento no funcionó.
¡Ay Bogo! ¡No se puede tener todo! ¡A quién se le ocurre que un zorro
use lentes!
El tercero fueron unos zancos para saltar tan alto como las ranas. Pero a
pesar de haber utilizado unos espirales fantásáticos, aquel invento tuvo
un contratiempo.
Al primer salto Bogo se estrelló contra un árbol, se dió tal golpe que cayó
desmayado.
¡Ay Bogo! ¡No se puede tener todo! ¡A quién se le ocurre que un zorro
salte tan alto!
Bogo Quierelotodo (3)
Bogo siguió insistiendo varias veces más pero fueron tantos los inventos
fracasados que finalmente se rindió. Muy triste, pensó que el no tendría
nunca nada especial. Se encerró en su casa y ni siquiera miraba por la
ventana.
Pero una noche se acercó al bosque un grupo de lobos. Bogo, que
dormía con la ventana abierta, se dió cuenta de inmediato.
Rápido y sigiloso, Bogo avisó a tiempo a los animales para que se
ocultaran en un lugar seguro.
Los lobos buscaron hasta en los rincones más insospechados del
bosque, pero estaban todos tan bien escondidos que no encontraron
nada. Cuando comenzó a amanecer, se fueron de allí.
Bogo Quierelotodo (4)
A la mañana siguiente estaban todos muy contentos y no dejaban de
admirar a Bogo.Le decían:
¡Ay Bogo! ¡Qué gran invento tu nariz de zorro!
¡Ay Bogo! ¡Qué gran invento tus orejas de zorro!
Bogo Quierelotodo (5)
¡Ay Bogo! ¡Qué gran invento tu astucia de zorro!
¡Ay Bogo! ¡Qué gran invento tus patas de zorro!
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
Había una vez, un chico que tenía el pelo color blanco, pero blanco-
blanquísimo, como la nieve, como la crema, como el algodón. Nació un día de
sol brillante. Los papás estaban tan contentos que no dejaban de sonreír, y a
todos les comentaban emocionados, lo hermoso que era su bebé.Cuando
salieron del sanatorio, los rayos de sol iluminaron la cabeza de Ezequiel, y la
mamá le dijo al papá - Mira, parece un angelito - Sí, es el bebé más lindo, del
mundo- contestó radiante, el papá. Así creció Ezequiel, contento, querido y
orgulloso de su pelo blanco, blanquísimo.Vivió en el campo hasta que tuvo 5
años, allí se crío jugando con los animales, alimentando a las gallinas y sus
pollitos, hasta aprendió a andar en un caballito, que el papá le regaló,
especialmente para él, al que le puso de nombre Petiso, y se convirtió en su
mejor amigo. Una noche llena de estrellas, Ezequiel escuchó que los papás
conversaban en la galería de la entrada de su casa.Se acercó despacito
porque los notó preocupados, al verlo los papas le dijeron que era muy tarde y
debía ir a dormir. Ezequiel queda tan intrigado, que se escondió detrás de la
puerta para escuchar. ¡¡¡Qué sorpresa se llevo!!! Los papás estaban hablando
de mudarse, ¿mudarse? ¡Sí! Ir a vivir a otra casa, nada más ni nada menos
que a la ciudad, y todo el asunto era porque Ezequiel tenía que empezar a ir a
la escuela, y por allí donde vivían no había ninguna cerca. QUE ALEGRÍA!
Conocer la ciudad tener nuevos amigos, eso sí que parecía divertido. Así fue
que juntaron sus cosas y se mudaron a una linda casita en la ciudad que
quedaba muy cerquita de una hermosa escuela con sus paredes pintadas con
dibujos que habían hecho los chicos junto con las maestras. Ezequiel estaba
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LIBRO DE CUENTOS
Los chicos no hacían más que pararse, sentarse y volverse a parar, porque
todos, todos, todos, se sentían nombrados varias veces. Algunos eran bajitos,
charlatanes, de pelo amarillo y a veces se portaban mal. Otros eran calladitos,
altos, de dientes chiquitos y simpáticos. Todos tuvieron que levantarse tantas
veces que quedaron agotados.Pero faltaba lo último. María Luz dijo ? ahora
que se paren, los que quieran divertirse, los que quieran aprender, los que
quieran hacerse amigos, los que quieran jugar, los que quieran reírse- Se
imaginan lo que pasó, ¡SIII! Se levantaron todos juntos, gritando yo, yo, yo,
yo, seño. Entonces, María Luz dijo.- No importa las diferencias que tengamos,
miremos que tenemos en común para así poder respetarnos y pasarlo bien
todos juntos. Ezequiel había dejado de llorar. Otra vez se sentía contento y
con ganas de estar en la escuela.De pronto se acercó un chico y le preguntó
si podía sentarse con él. Ezequiel le contesto que sí. De ahí en más, lo que
conozco de esta historia es que Ezequiel se hizo muchos, muchos amigos, y
otra cosa que me contaron, es que cuando había que actuar de Papá Noel,
siempre lo elegían a él, lo que lo hacía sentirse muy, pero muy orgulloso de
haber nacido con ese pelo blanco- blanquísimo.
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
¡S P L A S H !
GLU GLU
¡SOCORRO!
Definitivamente este pequeño cocodrilo odiaba el agua.
Estaba fría.
Estaba mojada.
Y esto le avergonzaba.
Pero entonces sintió algo extraño.
La nariz le empezó a picar
Y crecía.
Y crecía.
Hasta que…
¡AAAACH HISSS!!
¡A este cocodrilo no le gustaba el agua porque no era un cocodrilo!
Era un dragón.
Y este dragoncito no había nacido para nadar.
Había nacido para echar fuego.
¡y también para volar!
Y colorín colorado nuestro cuento el cocodrilo que no le gustaba el agua
ha terminado.
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
Él cree que ella vuela demasiado rápido, y ella, que él siempre tiene que
controlarlo todo. Ahora...Lolo piensa que tal vez sea demasiado sincera,
y Rita, que él es demasiado independiente.
Él se pregunta si Rita no se pasa de espontánea, y ella está harta de
tanto misterio.
Lolo y Rita sienten que son muy diferentes, por eso se molestan.
Así que de pronto un día...
Lolo intenta ablandar un poco su armadura...
Y Rita procura no ser siempre la más luminosa.
Él confía y se deja llevar (una vez de cada veinte).
Y ella reduce un poco el ritmo de vuelo.
Rita aprende a respetar sus momentos independientes y de misterio.
Y a Lolo le vuelve a hacer gracia su capacidad de improvisar.
Ahora, Lolo y Rita sienten que a pesar de ser tan diferentes...
¡Se quieren mucho!.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 207
LIBRO DE CUENTOS
Noé hizo todo lo que pudo para que la ballena se sintiera como en casa.
Le contó historias sobre la vida en la isla. La ballena era muy buena para
oír cuentos.
La noche se dibujaba en el cielo y comenzaba a oscurecer.
Noé estaba preocupado: su padre se enojaría con él por tener a una
ballena en el baño.
Noé logro mantener el secreto durante toda la noche. Incluso se las
arregló para llevarle la cena a la ballena.
Sin embargo sabía que esto no duraría mucho.
El papá de Noé no estaba enojado. Vivía tan ocupado que no se había
dado cuenta de que su hijo se sentía solo. Pero le dijo que deberían
llevar a la ballena de vuelta al mar, donde pertenecía.
Noé sabía que eso era lo correcto... Pero le era muy difícil decirle adiós.
Se alegró de que su papá estuviera a su lado.
A menudo Noé se pregunta si volverá a ver a la ballena.
Espera que algún día, pronto vuelva a encontrarse con su amiga.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 209
LIBRO DE CUENTOS
Una noche, a la luz de la luna llena. Reposaba un huevecito sobre una hoja. El
domingo por la mañana nada más salir el sol del huevo salió una oruga diminuta
que tenía mucha hambre. uy que hambre tengo. Enseguida comenzó a buscar
algo que comer.
El lunes atravesó masticando una manzana, ñam, ñam, ñam pero aún tenía
mucha hambre.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 210
LIBRO DE CUENTOS
El martes atravesó masticando dos peras, ñam, ñam, ñam pero aún tenía
mucha hambre.
El miércoles atravesó masticando tres ciruelas, ñam, ñam, ñam pero aún tenía
hambre.
El jueves atravesó masticando cuatro fresas, ñam, ñam, ñam pero aún tenía
mucha hambre
El viernes atravesó masticando cinco naranjas, ñam, ñam, ñam pero aún tenía
hambre
Al día siguiente ya era domingo otra vez y la oruga atravesó masticando una
hoja verde ñam, ñam, ñam y se sintió mucho mejor, ya no tenía más hambre ni
era ya una oruga pequeña ahora era una oruga grande y gorda. Se construyó
una casa a su alrededor, un capullo, y se quedó allí encerada durante más de
dos semanas.
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LIBRO DE CUENTOS
Este es Bert.
No, no lo esta
Vamos, Bert
¿Bert?
¡Bert!
Ayudaaaa -splash-
¡He saltado!
-Yo también
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LIBRO DE CUENTOS
Esta es la historia de una anciana encantadora que se llamaba “Desazón Zozobra” , la señora Zazobra vive en
una casita al borde de un bosque negro como la boca de un lobo. Para protegerse de todas las criaturas
horripilantes que viven en el bosque negro como la boca de un lobo, la obra solo tiene a la ranita que le hace
compañía.
Mira la pobre señora Zozobra se ha escondido en la cocina, a quien ha visto salir del bosque negro como la
boca de un lobo. Uy uy uyy!! Ahí viene el ladrón malvado el cacuno arigudo siempre dispuesto a robar a una
ancianita encantadora..
¡¡ turura turura si tengo suerte me llevaré un buen botín, Turura turura si tengo suerte me llevaré un buen botín!!
Hoy me encanta robar dinero y cualquier cosa reluciente, entro y salgo de tu casa en un ¡piz paz!
Dijo el cacuno: Que pone aquí , Mm cuidado con la rana jaja, a mi ninguna rana me impide llevarme lo que me
gusta aver si la robo también.
¡turura turura si tengo suerte me llevaré un buen motín!
Y así sigilosamente el cacuno arigudo abre la puerta (chillido de puerta) pero, uy uy uiyy a la rana no le hace
mucha gracia verdad (ñam) la rana se ha comido a cacunonari solo de un bocado ohhh, la pobre señora
Zozobra se ha escondido en el lavabo,
A quien ha visto salir del bosque negroo como la boca de un lobo. Uy uy uy si es el bicho apestoso, siempre se
mete en casa de una ancianita encantadora y apesta tanto que la echa.¡ chumba cachunbcachunbala voy
soltando pestes cachumba! La casa de esa ancianita es exactamente lo que buscaba, voy a echarme un tufillo
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LIBRO DE CUENTOS
petido ¡off! Para que tenga que salir corriendo. Yyy que hay por aquí “cuidado con la rana" ja pues voy a dejar
una flatulencia taaan fuerteee que la rana también que irse saltando.
¡ch
umba caramba chumba cachumba voy soltando pestes y una peste que tumba!
Y así con una peste nauseabunda el bicho apestoso abre lapuertaa pfff!! Ohhhhhhhh pero, uy uy uiyy a la rana
no le hace gracia eso (REQUETEÑAM)
la rana se ha comido al bicho apestos4o de un bocado, ohhhhh
Mira, la pobre señora Zozobra se ha escondido en el dormitorio. A quien ha visto salir del bosque negroo como
la boca de un lobo, uy uy uiyy es el ogro sampabollos, tiene ganas de cenar y su plato será tu favorito, sabes
cual es? Ancianita encantadora
¡ catacumba catacamba tengo ganas de llenarme la panza, catacumba catacamba!
Que buena pinta tiene esto, me hacen mucho ruido las tripas, tengo que cenar algo
Uyyy me apetece mucho una ancianita jugosita con mucho ojo y perejil (ñamñamñam) Que hay por aquí?
“Cuidado con la rana"¿ cuidado con la rana ? Vaya vaya…
Con lo que me gustan a mi las sancas de rana encebolladas, ¡catacumba catacamba tengo ganas de llenarme
la panza!
Y así relamiendose el sampabollos (mmmm) abre la puerta ( ihhhhh) pero uy uy uy
A la rana no le causa gracia verdad (ROCOTEÑAMÑAM) ohhhhh!
Y esta a sido la historia de una ancianita encantadora que se llama Desazón Zozobra y vive en a lado de un
bosque negro como la boca de un lobo, ahora la señora Zozobra ya no tiene que pasarse el día escondida en
su casita
Y todo gracias a la ranita que le hace compañía, la señora Zozobra pregunta:
¿hay ranita mía corazoncito mío, como podría agradecérselo?
La rana piensa un poco y propone:
Quizá con un besito! Y dicho y hecho
la señora Zozobra le da un beso y (muack) y magia potagia la señora Zozobra se transforma en una rana
Eso sí se convierte en una rana muy encantadora pero, uy uy uiyy a la señora Zozobra no le hace mucha gracia
verdad y (jaaammm) de un bocado se come a la increíble rana ohhhh, y después se le escapa un eructo
(BURP)
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
Todos los animales tienen una voz. Con ella pueden mostrarse cariño y
decirse cosas bonitas, El perro ladra, los cachorros responden ,El gato
maúlla, los gatitos también , La gallina cacarea. Los pollitos pian
El pájaro canta. Los pajaritos….. ¡También!
La vaca muge. Los becerros responden. La oveja bala los
corderos…¡también!
El caballo relincha. Los potrillos contestan. El lobo aúlla.
Los lobeznos…. ¡también!
El tigre ruge. Los tigrecitos lo hacen a su manera
El elefante barrita. ¡Los elefantitos lo intentan a su manera!
¿Y la jirafa? La jirafa no tiene voz. ¡Y la pequeña jirafa, menos!
Pero la jirafa tiene un cuello muy largo….
Tan largo que, con él, puede acariciar a su jirafita.
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
En un tazón? – Ella dijo, ¡mmmm por supuesto!,-Yo pensé, ayy que rico,
un pastel!!!, un tazón de leche mmm!!!.
-Ella dijo, “un momento “
¡¡¡ABRA CADABRA PATAS DE CABRA!!!
Sabés que me puso en el tazón, - Huevas de ranitas.
Eww que asquito, dije no no muchas gracias.
-No podria merendar itra cosa?.
-Ella dijo, “Si claro que sí “(X2).
Y entonces me llevo al horno, - Y yo pensé, Alomejor me va poner ina
rica pizza, ¡mmmmm!.
Oh quizá una rica tarta de guindas!!
Entonces ella dijo te voy a poner una cosa más rica
¡¡¡ABRA CADABRA PATAS DE CABRA!!!.
Y sabés que salió de ahí?
PEDOS de lagartija, Ewww, que ascooo!!!!
Ella dijo mm que rico, ¿no quieres unos cuántos?
Yo dije no no gracias, gracias.
La verdad, sabés que no tengo mucha hambre.
Ella dijo: Si si yo te tengo preparado una rica meriendita.
Y me llevo al salón, me sentó en un sofá y trajo una tetera.
Y yo pensé, - bueno alomejor me va servir un té.
Y la bruja, no me sirvió un té de fresa, no.
Ella dijo:¡¡¡ABRA CADABRA PATAS DE CABRA!!!
Y sabés que salió de ahí.
¡Un repugnante pis de vieja!
-Yo dije no gracias, no gracias,no quiero beber nada.
-Ella dijo que rico!!!
No no te vayas, porque guardo unas ricas cosas aquí dentro de esta
caja.
Y yo pensé-Alomejor tiene madalenas, que rico!
-Oh galletas!!, ay que rico!!
Y dije bueno.
Ella dijo :¡¡¡ ABRA CADABRA PATAS DE CABRA!!!
Y sabés que apareció?
Serpientes y arañas vivas!.
Dije no muchas gracias.
¡QUE ASCO DE VERDAD!.
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
funcionan mejor vez que bien ya están todas en su sitio el amarillo ¿Qué
era de la? Alegría, muy
bien ¿El Azul que es de la? Tristeza ¿El rojo que es de la? Rabia ¿El
negro que es del? Miedo muy
bien ¿Y el Verde que es de la? Calma muy bien... recuerden que todas
las emociones están bien
que son parte de ti de lo que tú sientes oh pero ahora ¿Me puedes decir
que pasa? Dice la amiga
del Monstruo.. Oh ¿Qué emoción tiene ahora? Adivinen el Monstruo se
ha enamorado y colorín
colorado este cuento de monstruo y emociones... se ha terminado.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 224
LIBRO DE CUENTOS
Chufa era una jirafa alta y delgada con un largo y bonito cuello, pero
tenía las rodillas torcidas y las
patas como palillos se pasaba el día de pie masticando hojas y hojas...
para comer de los árboles
era muy habilidosa, pero cuando intentaba correr, ¡CATAPLIE -PLOF-
PLAFFFF! La pobre chufa
siempre se caía al suelo, todos los años en África se celebra el baile de
la selva y a los animales, les
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 225
LIBRO DE CUENTOS
encanta bailar y hacer piruetas cuando llego el día del baile chufa se
puso muy triste ella quería
bailar, pero bailaba fatal los jabalíes bailaron un vals los babuinos
bailaron un baile escoses, los
leones atrevieron con un tango argentino, ¡Estuvieron de lo más
divertidos! Los rinocerontes un
rock, los chimpancés una sevillanas... ¡igualito que en Triana! Chufa se
armó de valor fue hacía la
pista de baile y como la recibieron los animales aaaah por ahí viene esa
patoza se riendo todos
fuera chufa fuera.... Las jirafas no pueden bailar buuuu fuera, con la
cabeza agachada y
arrastrando las patitas chufa volvió a casa, más triste y sola que nunca,
¡chufa! dijo un saltamontes
que la había visto bailando cuando eres diferente, necesitas música
diferente arriba ese ánimo
amiga levanta los ojos del suelo mira como la luna llena te sonríe desde
el cielo, escucha el rumor
de las hojas cuando las acaricia el aire hay sonido más bonito que el del
viento entre los árboles,
toda la selva canta solo la tienes que oír escucha su dulce música y eso
te ara feliz entonces el
saltamontes saco un violín y empezó a tocar una hermosa melodía chufa
empezó a sentir mucha
alegría comenzó a mover las patitas 1...2...3 hacia adelante 1...2...3
hacía atrás, 1...2...3 hacia
adelante. Como bailaba chufa ¡Nunca lo había hecho tan bien! Daba
brincos volteretas y saltos
mortales estaba tan contenta que empezó a gritar ¿QUIEN DIJO QUE
LAS JIRAFAS NO PODEMOS
BAILAR? Apoco llegaron todos los animales que se habían reído de ella,
se quedaron tiesos al ver a
chufa bailar vaya bailas fenomenal chufa ¿Cómo lo haces? Oh nos
encanta eres una artista, nada
de eso amigos sonrió la jirafa chufa es que todos podemos bailar al ritmo
que más nos gusta.
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LIBRO DE CUENTOS
Coco era un perro, pero no uno normal, coco era el perro más egoísta que te puedes
imaginar, no quería que nadie tocara su comida, coco vivía en un piso con un perro
salchicha, Nicolás. Pero ¿sabes cuándo lo trataba bien?
Yo te diré: JAMÁS
- Qué juguetes tan chulos tienes
-Decía el pobre Nicolás Coco se limitaba a gritar
-¡Son míos!¡No te acerques más!
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 230
LIBRO DE CUENTOS
El señor conejo le era familiar, no podía tres voces a la vez eso estaba
claroEmpezaron a susurrar
-¡Somos nosotros los tres cerditos por favor señor conejo déjanos entrar
tenemos mucho miedo el lobo ha vuelto!
Bu
El señor conejo abrió la puerta principal y los dejo pasar
¡Entren amigos rápido, rápido! Y volví a cerrar la puerta los invitó a
sentarse junto a la mesa
Miraron aquella pieza crujiente, estaban a punto de comer cuando...
Toc,toc, toc
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
-amigo unas de león son lo más útil del mundo para rascarse la espalda
¡qué suerte tiene facundo!
Pero la ardilla no se fía
-pero Rosalía todo ese pelo tan negro ¿no te asusta Rosalía?
-amigo un pelo negro y brillante es lo más útil del mundo si quieres ir
elegante ¿Qué suerte tiene facundo?
Así que el pájaro, el conejo el ciervo la ardilla y la chica deciden
organizar una merienda muy rica, ¡porque quieren celebrar que han
conocido a facundo el rey más feliz del mundo! y colorín colorado …
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 235
LIBRO DE CUENTOS
LAS 10 GALLINAS
Esta es la historia de las diez gallinas
las más hermosas y las más finas
ponen huevos a montones
y por todos los rincones
la gallina gris en la iglesia de san Luis
la gallina negra en el cuarto de su suegra
la gallina blanca en la rama más alta
y la color crema pone donde no se quema
la gallina roja pone donde no se moja
y la amarilla pone encima de su silla
pone la naranja ante toda la granja
la gallina verde pone un huevo y se le pierde
pone la gallina azul dentro de un baúl
la marrón tontuna se va a poner a la luna
luego las gallinas tan hermosas y tan finas
enseñan los pollitos a los niños chiquitos
esta es la historia de las diez gallinas
las más hermosas y las más finas
ponen huevos a montones
y por todos los rincones
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LIBRO DE CUENTOS
COCODRILO VERDE
¿Quieres saber que hay en esta caja?
verde, verde ,verde, el cocodrilo que muerde
y se sube en un baúl azul ,azul ,azul
y el baúl en un castillo amarillo, amarillo ,amarillo
y el castillo en una piedra negra ,negra ,negra
y la piedra en un tejado morado ,morado, morado
y el tejado en una granja naranja naranja naranja
y en la granja un piojo rojo, rojo ,rojo
si quitamos el piojo rojo nos queda nos queda la granja naranja
si quitamos la granja naranja nos queda el tejado morado
si quitamos el tejado morado nos queda la piedra negra
si quitamos la piedra negra nos queda el castillo amarillo
si quitamos el castillo amarillo nos queda el baúl azul
si quitamos el baúl azul nos queda el cocodrilo verde
verde ,verde, verde, el cocodrilo que muerde
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LIBRO DE CUENTOS
Bartolito CANTO
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 238
LIBRO DE CUENTOS
La familia
El papá el papá
¿dónde está?
aquí esta
gusto en saludarte
gusto en saludarte
ya se va
la mamá la mamá
¿dónde está?
aquí esta
gusto en saludarte
gusto en saludarte
ya se va
el hermano el hermano
¿dónde está?
aquí esta
gusto en saludarte
gusto en saludarte
ya se va
la hermana la hermana
¿dónde está?
aquí esta
gusto en saludarte
gusto en saludarte
ya se va
el bebé el bebé
¿dónde está?
aquí esta
gusto en saludarte
gusto en saludarte
ya se va
la familia la familia
gusto en saludarte
gusto en saludarte
ya se va
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 239
LIBRO DE CUENTOS
El huevito
Este dedito tenía un huevito
este lo rompió
este sal le puso
y este lo meneo y lo meneo
y este gordo sinvergüenza
todito se lo comió
pobrecito del chiquito sin huevito se quedo
porqué este gordo sinvergüenza
todito de lo comió.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 240
LIBRO DE CUENTOS
Huevito
En este huevito
se oye un ruidito
se abre el huevito
y salta el pollito
pio pio por aquí
pio pio por acá
bajo las alas de mamá gallina
el pollito dormirá
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 241
LIBRO DE CUENTOS
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 242
LIBRO DE CUENTOS
Cinco monitos
Cinco monitos
saltaban en la cama
uno cayo y se hizo un chichón
y el doctor le dijo a la mamá
en la cama nada de saltar
Cuatro
Cuatro monitos.
saltaban en la cama
uno se cayó y se hizo un chichón
y el doctor le dijo a la mamá
en la cama nada de saltar
Tres
Tres monitos saltaban en la cama
Uno se cayó y se hizo un chichón
Y el doctor le dijo a la mamá
en la cama nada de saltar
Dos
Dos monitos saltaban en la cama
uno se cayó y se hizo un chichón
y el doctor le dijo a la mamá
en la cama nada de saltar
Uno
Un monito saltaba en la cama
Uno se cayó y se le hizo un chichón
Y el doctor le dijo a la mamá
En la cama nada de saltar.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 243
LIBRO DE CUENTOS
La ballena Elena
La ballena Elena
es gorda y buena
nada por los mares
como una sirena (2)
la ballena Elena
cuando era una nena
también era gorda
también era buena
la ballena Elena
cuando almuerza o cena
se come un gran plato
de atole de avena
cuando está cansada
hasta el fondo nada
y descansa un rato
parada o sentada
la ballena Elena
nunca tiene pena
porque ella es alegre
y porque ella es buena
como es azulada
sueña que es un hada
cada vez que apoya su
cuerpo en la almohada
la ballena Elena
es gorda es buena
nada por los mares
como una sirena (2)
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LIBRO DE CUENTOS
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 245
LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
La bruja cereza
La bruja cereza
es la más traviesa
se queda en la cama
y se despereza
La bruja cereza
es la más traviesa
salta por el patio
corre por la pieza
La bruja cereza
es la más traviesa
termina una cosa
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 247
LIBRO DE CUENTOS
y después la empieza
La bruja cereza
es la más traviesa
por ser la más bruja
¡por ser tan cereza!
Ya levanta el vuelo
y allá con su abuelo
se va por el aire
se va por el cielo
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LIBRO DE CUENTOS
Luna
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 249
LIBRO DE CUENTOS
5 patitos
1, 2, 3, 4, 5 patitos salieron a nadar
por la colina y más allá
mamá pata dijo cua, cua, cua
y solo 4 vio regresar
1, 2, 3, 4 patitos salieron a nadar
por la colina y más allá
mamá pata dijo cua, cua, cua
y solo a 3 vio regresar
1,2 3 patitos salieron a nadar
por la colina y más allá
mamá pata dijo cua, cua, cua
y solo a 2 vio regresar
1,2 patitos salieron a nadar
por la colina y más allá
mamá pata dijo cua, cua, cua
y solo a 1 vio regresar
1 patito salió a pasear
por la colina y más allá
mamá pata dijo cua, cua, cua
y a ninguno vio regresar
la pobre mamá pata salió a nadar
por la colina y más allá
la pobre mamá pata dijo cua, cua, cua
y a sus patitos vio regresar.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 250
LIBRO DE CUENTOS
Árbol
Un árbol un árbol
dos árboles son
encima de un árbol
dibujo un avión
encima del otro
dibuja un balón.
Un árbol un árbol
dos árboles son
debajo de un árbol
dibujo un tambor
debajo del otro
dibujo una flor.
Un árbol un árbol
dos árboles son
en medio de ellos
me dibujo yo.
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LIBRO DE CUENTOS
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 253
LIBRO DE CUENTOS
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 254
LIBRO DE CUENTOS
la tierra en la sierra
el agua en la fragua
el aire en un baile
¿viene luego el fuego?
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LIBRO DE CUENTOS
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 257
LIBRO DE CUENTOS
El sapo colorado
Esta es la historia de un sapo aburrido
que decidió verse más colorido
con tempera amarilla el sapito se pinto
en una silla muy contento se quedo
en el cielo se chocaron las nubes y lo mojaron
tanto, tanto había llovido que quedo todo desteñido
y como mucha vergüenza le dio colorado se quedo
ni verde ni amarillo ni mediado
ahora le llaman el sapito colorado
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 258
LIBRO DE CUENTOS
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 259
LIBRO DE CUENTOS
Gato ajedrez
Érase una vez un gato ajedrez que se cayó por la ventana pero fue
solo una vez
Érase una vez un gato azul que se pegó un gran susto y huyo hacia
el sur
Érase una vez un gato rojo que hacia caritas llenas de asombro
Érase una vez un gato amarrillo que olvido comer y se veía muy
flaquillo
Érase una vez un gato verde que era muy perezoso y dormía como
oso
Érase una vez un gato colorido que jugaba con amigos y era muy
divertido
Érase una vez un gato marrón que tenía una gata y hacia ron, ron
Érase una vez un gato rosa que se comió una sardina muy deliciosa
Érase una vez un gato blanco que era muy travieso y salto a un
barranco.
Érase una vez un gato ajedrez que si te gusto la historia la cuento
otra vez………y colorín colorado
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 260
LIBRO DE CUENTOS
El pez
Esta es la historia de un pez que cuando se moja se moja y se moja
se trasforma en una hoja ,y cuando la hoja se moja se moja y se
moja se trasforma en un pez , quieres que te lo cuente otra vez….
Esta es la historia de un pez que cuando se moja se moja y se moja
se trasforma en una hoja ,y cuando la hoja se moja se moja y se
moja se trasforma en un pez , quieres que te lo cuente otra vez….
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 262
LIBRO DE CUENTOS
a la cas hermosa con techo de dos aguas ahí vive una adivina y seguramente ella
sabrá donde está su corona. el rey rápidamente subió la colina llego a la casa y
toco la puerta.
toc, toc, y la adivina abrió la puerta y le dijo
-su majestad lo estaba esperando
-ahh entonces tu sabes dónde está mi corona
_eh no, la verdad no, pero tengo un baúl mágico, que le puede pedir lo que ud
desee
el baúl le dará lo que Ud. necesita.
-ah seguramente mi corona pensó el rey, así que puso sus manos sobre el baúl
mágico y le pidió, BAÚL MÁGICO, DAME LO QUE NECESITO, DAME LO QUE
NECESITO, MI CORONA, y cuando el rey abrió el baúl no encontró una corona,
encontró una gorra.
Entonces el rey se puso la gorra y pensó –bueno tendré que modernizarme.
así que el rey nuevamente se subió a su barco, navego, navego y navego y
regreso a su gran palacio, cuando llego le preguntaban
-su majestad encontró su corona?
-no, no, no, no encontré mi corona, encontré algo mejor, encontré una gorra y
claro el rey mando hacer una nueva corona para gobernar , pero eso si todas las
mañanas y las tardes cuando salía mucho sol el rey se ponía su gorra para
protegerse del sol
y colorado colorín este cuento llego a su fin
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 263
LIBRO DE CUENTOS
Esta es la historia de un oso, este oso se siente muy a gusto y le gusta ser oso, le encanta
vivir y disfrutar de lo que hace un oso , asi que va al bosque y camina,por que el es un OSO,y
eso le gusta mucho
va por cualquier camino, va delante de los coches piiii pipi- y el oso va primero, asi, todo
contento, POR QUE ES UN OSO, Y LE ENCANTA SER UN OSO,el se siente
¡fantasticoooo!por que es UN OSO,
tambien le gustan las cosas pequeñas de la vida como por ejemplo una mariposa-¡uy que
bonita mariposa!Es UN OSO
y le encantan las cosas grandes de la vida, como por ejemplo un inmenso salmón -¡mmm! que
rico salmón Es UN OSO
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 264
LIBRO DE CUENTOS
al oso tambien le gustan las fiestas -¡nos vamos de fiesta nos vamosde fiesta! ES UN OSO
a este oso le gusta disfrutar de las cosas de la vida por ejemplo tirarse de un trampolon ES UN
OSO
le encanta pegar sustos sobre todo a los policias, tambien se asusta de cosas pequeñas
como una araña ES UN OSO
tambien le gusta darle cosas a la gente por ejemplo caramelos a los niños por que se siente
muy OSO.
este OSO corre a ayudar –mira este pollito por ejemplo se habia perdido de su madre y el oso
fue corriendo, corriendo, corriendo, y lo acerco a ella, ES UN OSO
este quiere a todo el mundo hasta los perritos callejeros siempre intenta darles un beso-mua
mua mua ES UN OSO
y aunque no lo parezca es muy listo se las sabe de todas, todas es que ES UN OSO.
a veces se siente muy solo aunque este rodeado de mucha gentey ESTE OSO
a veces se siente muy pequeñito ES UN OSO
https://youtu.be/L05pWiAHz_o
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 265
LIBRO DE CUENTOS
Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabia la
luna.
¿Sería dulce o salada? Tan solo querían probar un pedacito, por las
noches, miraban ansiosos hacia el cielo. Se estiraban e intentaban
cogerla, alargando el cuello, las piernas y los brazos, pero todo fue en
vano y ni el animal más grande pudo alcanzarla.
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 266
LIBRO DE CUENTOS
Un buen día, la pequeña tortuga decidió subir a la montaña más alta para
poder tocar la luna. Desde allí arriba, la luna estaba más cerca; pero la
tortuga no podía tocarla.
Entonces, llamó al elefante
-Si te subes a mi espalda, tal vez lleguemos a la luna
La luna pensó que se trataba de un juego y, a medida que el elefante se
acercaba, ella se alejaba un poco.
Como el elefante no pudo tocar la luna, llamó a la jirafa
- Si te subes a mi espalda, a lo mejor la alcanzamos. Pero al ver a la
jirafa, la luna se distancio un poco más.
La jirafa estiró y estiró el cuello cuanto pudo, pero no sirvió de nada. Y
llamó a la cebra.
- Si te subes a mi espalda, es probable que nos acerquemos más ella.
La luna se empezaba a divertir con aquel juego. Y se alejó otro poquito.
La cebra se esforzó mucho, mucho pero tampoco pudo tocar la luna. Y
llamó al león
-Si te subes a mi espalda, quizá podamos alcanzarla. Pero cuando la
luna vio al león, volvió a subir algo más
Tampoco esta vez lograron tocar la luna, Y llamaron al zorro
- Verás cómo lo conseguimos si te subes a mi espalda- dijo el león.
Al avistar el zorro, la luna se alejó de nuevo. Ahora solo faltaba un
poquito de nada para tocar la luna. Pero esta se desvanecía más y más.
Y el zorro llamó al mono.
-Seguro que esta vez lo logramos. ¡Anda, súbete a mi espalda!
La luna vio al mono y retrocedió. El mono ya podría oler la luna, pero de
tocarla, ¡ni hablar! y llamó al ratón
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 267
LIBRO DE CUENTOS
ESTE LIBRO PERTENECE A LA MAESTRA ANDREA YANETH SANTIAGO MORALES Página 268
LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
Un huevito sorpresa
Mamá gallina dejo una sorpresa
justo debajo de la mesa
puso un huevito
en su tibio nidito
un ruido que estoy sintiendo
el cascaron se esta rompiendo
vamos a ver que sorpresa
nos dejo la gallina Teresa
abro un poquito veo un piquito
abro un pocote dos ojos grandotes
abro un monton un pollito barrigon
ahora cierro el huevito
y a dormirse mi pollito
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LIBRO DE CUENTOS
Hubo una vez hace muchos años, un país que acababa de pasar una
guerra muy dura. Como ustedes saben, las guerras traen consigo
rencores, envidias, muchos problemas, y mucha hambre. La gente no
puede sembrar ni segar, no hay harina ni pan. Cuando se acabó la
guerra, llegó a un pueblecito un soldado agotado, harapiento y muerto de
hambre. El soldado era muy alto y muy delgado. • Golpeó la puerta de
una casa y cuando vio a la dueña le dijo:
- “Señora, ¿no tendría un pedazo de pan para un soldado que viene
muerto de hambre de la guerra?” La mujer lo miró de arriba abajo y
respondió:
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LIBRO DE CUENTOS
- Pero ¿está loco?... - … ¿No sabe que no hay pan y que no tenemos
nada?,
¿Cómo se atreve?
Y a empujones, con un portazo, lo saco fuera de la casa. El pobre
soldado prueba fortuna en una y otra casa, haciendo la misma petición y
recibiendo a cambio peores respuestas y peores tratos. Pero el soldado,
no se dio por vencido. … Cruzó el pueblo de punta a punta y llegó al
final, donde estaba la fuente, ahí halló a dos muchachas y les pregunto:
- ¡Eh muchacha! ¿No han probado nunca la sopa de piedras? ellas se
rieron de él diciendo:
- ¿Una sopa de piedras?; … no hay duda de que estás loco - Pero había
unos chicos que estaban espiando y se acercaron al soldado .
- Soldado, ¿Te podemos ayudar?, le dijeron. - ¡Claro que sí! … Necesito
una olla muy grande, un puñado de piedras, agua y leña para hacer
fuego. … de la Sopa de Piedra
Rápidamente los chicos fueron a buscar lo que el soldado había pedido.
Encendieron el fuego, pusieron la olla, la llenaron de agua y echaron las
piedras. … -
¿el agua comenzó a hervir? Preguntaron impacientes los chicos.
- ¡calma, calma! El soldado la probó y dijo:
-Mmmm… ¡¡¡qué buena sopa, pero le falta un poco de sal!!!
- En mi casa tengo sal, dijo un chico. Y salió corriendo por ella, la trajo y
el soldado la incorporó poco a poco en la olla… Al poco tiempo volvió a
probar la sopa y dijo:-
Mmmm… ¡Qué rica!, ¡¡¡pero le falta un poco de tomate!!!. …
Daniel, uno de los chicos fue a buscar unos tomates y los trajo
enseguida.
En un momento más los chicos fueron trayendo cosas: papas, lechuga,
arroz y hasta un trozo de pollo. • La olla se llenó; el soldado removió una
y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probó y dijo: -
¡¡¡Mmmm…. Es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida!!!
-¡¡¡ Vengan, vengan; avisen a toda la gente del pueblo que venga a
comer!!! Dijo el soldado _ ¡¡¡ Hay para todos!!! … ¡traigan platos repartió
.Hubo para todos los del pueblo que, avergonzados, Reconocieron que si
bien era verdad que no tenían pan; pero juntos podían tener comida para
todos. Y desde aquel día gracias al soldado hambriento, aprendieron a
compartir lo poco que tenía.
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LIBRO DE CUENTOS
¿Se han preguntado cómo es que hay caracoles sin concha? De hecho, los
caracoles sin caparazón se llaman babosas y la historia de las babosas es
bastante curiosa. Todo comenzó hace muchos años…
Cuando los sueños eran reales y lo imposible no existía, había un pequeño
caracol que vivía feliz y contento en su prado. Este caracol tenía todo lo que
necesitaba en el interior de su concha, dentro de su casa. Allí guardaba todo lo
que iba encontrando por el campo. Cualquier objeto que algún animal olvidaba,
cualquier cosa que alguna persona desechaba los recogía el caracol y los
guardaba en su casa.
El caracol era feliz; su vida transcurría tranquila junto a sus vecinos, pero un día
decidió que necesitaba más. El mundo era enorme y seguro que estaba lleno de
objetos perdidos o abandonados que él podría recoger y guardar en su casa. Así
que cargó todas sus cosas y partió de viaje.
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LIBRO DE CUENTOS
Anda que andarás, se encontró con una anciana sentada junto a un pozo. La
pobre viejecita lloraba desconsoladamente.
El caracol se acercó:
—¿Qué le pasa buena mujer? —le preguntó.
—Necesito sacar agua del pozo para cocinar y beber, pero el cubo es más viejo
que yo y está agujereado, ya no me sirve, y yo soy demasiado pobre para poder
comprar uno nuevo.
—Yo tengo un cubo en mi casa…, pero es mío. Me lo encontré un día paseando
por mi prado.
—¿Y no podrías dármelo? Tú no lo necesitas y, como puedes ver, yo sin cubo no
sobreviviré muchos días.
El caracol entró en su caparazón y salió con un cubo nuevo y dándoselo a la
viejecita le dijo:
—Tome, buena mujer, a usted le será de más utilidad. Seguro que durante mi
viaje encontraré otro aún más bonito.
El caracol continuó su viaje y pasados unos días se encontró con un búho que a
pesar de ser de día estaba bien despierto. El caracol lo miró y le preguntó:
—¿Qué haces despierto a estas horas, sabio búho? ¿No deberías estar
durmiendo?
—¡¿Cómo quieres que duerma?! El mundo es muy grande y está lleno de
sabiduría que yo ignoro. ¡No puedo dormir sin poseer todo ese conocimiento o
no seré el más sabio del bosque!
El caracol entró en su casa y sacó un libro, y luego otro, y otro y otro más hasta
un total de veintitrés.
—Esto es una enciclopedia. Aquí hay recogido todo el conocimiento del mundo.
Con esto no te hará falta estar despierto toda la noche. Yo ya hace tiempo que
me la leí, así que ya no la necesito. Además, seguramente está anticuada y
durante mi viaje encontraré una de más moderna.
Después de que el búho le agradeciera aquel regalo, el caracol prosiguió su
viaje.
A medida que caminaba iba encontrando más personas y animales que
necesitaban cosas. Una vez se encontró con unos niños que querían una pelota
para jugar al fútbol y él les regaló la suya. En otra ocasión, se topó con un lobo
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Un grillo en la oreja
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y la abuela ya tenía la cara roja y saltaba, le hacía gestos con los brazos
, pero Mauro fue el último en entrar a su clase, así que la profesora le dijo
_Mauro que sea la última vez que llegas tarde!!!
pero las palabras gritonas de la maestra no podían entrar en las orejas
por culpa del grillo que tenía dentro, así que Mauro no se enteró de nada
de nada, solamente oía cric cri cri, Mauro comenzó a preocuparse,
porque ese ruido era un ruido muy raro, por la noche, Mauro se lavó los
dientes y los oídos y con el jabón el grillo salió de las orejas y Mauro
pudo escuchar el beso de buenas noches. y es a veces sin querer que se
nos taponan los oídos, por eso no se debe gritar a los niños, ni a las
niñas ni a la gente mayor, porque si no les crecerá un grillo en las orejas
y no podrán oírnos.
Fin.
https://youtu.be/L-PVFnvpTM8
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La cabra montesina
Érase una vez una madre que tenía tres hijas. Estaban las cuatro cosiendo un día
en la puerta de su casa cuando se les acabó el hilo. La madre le dijo a la hija
mayor:
—Sube al desván y coge más hilo.
La hija subió las escaleras y en el desván se encontró a una cabra que había
bajado del monte y que le dijo:
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LIBRO DE CUENTOS
Padre Hidalgo
Los niños te cantan
llevando en sus voces
palabras de amor
nos diste una patria
por eso tu nombre
se quedó grabado
en su corazón
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LIBRO DE CUENTOS
Había una vez un joven marinero genovés llamado Cristóbal Colón que
vivía en España era muy inteligente, en ese tiempo la gente pensaba
que el mundo era plana, si plano como las tablas, Cristóbal Colón
pensaba que esto no podía ser posible, su teoría era que la tierra era
redonda, claro que todos se reían de él, un día cansado de todas esas
burlas decidió probar lo que él pensaba
-que la tierra era REDONDA y no plana como las tablas
Así que como era muy pobre decidió visitar a los reyes de España
Y les explicó que la tierra era REDONDA y no plana como las tablas, la
reina decidió escucharlo
Y le dijo
-yo te voy a ayudar para que compruebes que la tierra REDONDA y no
plana como las tablas y te daré mis joyas para que lo compruebes
Así Cristóbal Colón se compró tres carabelas
La niña la pinta y la santa maría
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LA RATITA PRESUMIDA. Érase una vez una ratita muy coqueta y presumida que un día,
barriendo la puerta de su casa ("tralara...larita...barro mi casita"), se encontró una moneda de oro.
- ¡Qué suerte la mía!, dijo la ratita, y se puso a pensar
- ¿En qué me gastaré la moneda?, Ia gastaré, la gastaré,... ¡En caramelos y gominolas! No, no...
Que harán daño a mis dientes, la gastaré, la gastaré,... ya sé, la gastaré en ¡bizcochos y tartas
muy ricas! No, no... Que me darán dolor de tripa, la gastaré, la gastaré... ya sé, la gastaré en ¡un
gran y hermoso lazo de color rojo! Con su moneda de oro la ratita se fue a comprar el lazo de
color rojo y luego, pensó donde se lo pondría. Al final decidió ponérselo en la cola y sintiéndose
muy guapa, se sentó delante de su casa, para que la gente la mirara con su gran lazo. Pronto se
corrió la voz de que la ratita estaba muy hermosa y todos los animales solteros del pueblo se
acercaron a la casa de la ratita, proponiéndole casamiento. El primero que se acercó a la ratita
fue el gallo. Vestido de traje y muy coqueto, luciendo una enorme cresta roja, dijo
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo? La ratita le preguntó: ¿Y qué me dirás por las
noches? Y el gallo dijo
- Ki ki ri kiiii, cantó el gallo con su imponente voz. Y la ratita dijo
- No, no, que me asustarás... Y el gallo siguió su camino. No tardó mucho y apareció el cerdo.
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo? la ratita le preguntó ¿Y qué me dirás por las noches?
– Oinc, Oinc, oinc, gruñó el cerdo con orgullo. Y la ratita dijo:
- No, no, que me asustarás... Y el señor cerdo se marchó. No tardó en aparecer el burro.
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo? La ratita le preguntó
- ¿Y qué me dirás por las noches?
- Ija, ija, ijaaaa, dijo el burro con fuerza Y la ratita dijo:
- No, no, que me asustarás... Y el burro volvió a su casa por el mismo camino. Luego, apareció el
perro.
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo? La ratita le preguntó
- ¿Y qué me dirás por las noches?
- Guau, guau, guau, ladró el perro con mucha seguridad Y la ratita dijo:
- No, no, que me asustarás... Y el perro bajo sus orejas y se marchó por las montañas. No tardó
mucho y apareció el señor gato. y le pregunto
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo? La ratita le preguntó:
- ¿Y qué me dirás por las noches? - Miau, miau, miauuu, ronroneó el gato con dulzura. Y la ratita
dijo:
- No, no, que me comerás... Y el gato se fue a buscar la cena por otros lados. La ratita ya estaba
cansada cuando de repente se acercó un fino ratón.
- Ratita, ratita, ¿Te quieres casar conmigo? La ratita le preguntó:
- ¿Y qué me dirás por las noches?
- Pues me callaré y me dormiré, y soñaré contigo. Y la ratita, sorprendida con el ratón, finalmente
tomó una decisión:
- Pues contigo me casaré. Y así fue como la ratita felizmente se casó con el ratón. Y colorín
colorado, este cuento se ha acabado
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“Así”, dijo la liebre pequeña abriendo los brazos todo lo que podía.
La gran liebre color avellana tenia los brazos aún más largos: “Pues yo te
“¡Que alto…!
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Entonces tuvo una idea: se puso boca abajo apoyando las patas sobre el
Tronco de un árbol.
“Te quiero todo lo alto que pueda saltar”, se reía la liebre pequeña.
“Pues yo te quiero todo lo alto que pueda saltar” sonrió la gran liebre.
Y dio tal brinco que sus orejas rozaron las ramas de un árbol.
“¡Te quiero de aquí hasta el final de aquel camino, hasta aquel rio a lo
“Yo te quiero más allá del rio y de las más lejanas colinas”, dijo la liebre
Grande.
Cama de hojas.
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Y VUELTA.”
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EL POLLITO COCORICO
Y la mamá le dijo:
-“Pero mira, ten cuidado con gato pelao” “que cuando dice tres veces
miau ““es para comer de un bocao.”
Y Cocorico se fue al bosque y fue viendo rama a rama. Y pica, pica fue
recogiendo todas las ramitas, cuando de repente escucho: Marramiau,
Marramiau, Marramiau.
Y Cocorico se quedó sin mover las plumas y dijo
- Ay, no me comas, gato pelao, que soy un pollito muy chiquitito y mi
madre me va a hacer un bizcochito y necesito leña para calentar el
horno.
-“Está bien “, dijo el gato pelao.” No te comeré si me das medio bizcocho.
“Cocorico volvió a casa muy triste y le conto todo a su mamá y ella le dijo
- “Ay, no te preocupes, Cocorico, mira, yo voy a hacer un bizcochito
grande, grande, y le daremos la mitad al gato pelao.
Así queda mamá gallina y Cocorico empezaron a batir huevos por aquí y
huevos por allá, tamizaron harina y luego le echaron azúcar y azúcar, y
azúcar, azúcar, azúcar, azúcar y salió un bizcochote enorme
Cocorico se puso adelante del bizcocho Picoti, picota,
-¡ay!, ¡que rico! Dijo Cocorico Picoti, picota, picoti, picota, picoti, picota,
picoti, picota, ¡Que se lo comió todo!
-¡Pero bueno! Dijo la mamá gallina muy enfadada.
-Cocorico, te lo has comido todo y no has dejado nada para el gato
pelao, y te va a comer de un bocado.
Y en ese momento se escuchó la puerta y apareció el gato pelado en
busca de su medio bizcocho. La mamá gallina y Cocorico se escondieron
dentro de una olla de barro. Y escucharon una voz que decía:
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https://youtu.be/eB_zhBrZkPo
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El gato tragón
Había una vez una vieja con un gato, y era un gato que siempre,
siempre, siempre estaba hambriento así que la vieja para almorzar le
preparo una olla grande de papas ,estaba la vieja preparando las papas
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Veo ,veo un ratón, erase una vez un ratón…….Ratón que te pilla un rato,
ratón que te pillara, si no te pilla esta tarde, mañana te pillara
Este es el ratoncito Mariano que come queso con la mano sin plato le
gusta un rato y sin tenedor mucho mejor ¿a dónde, y va? va a ver el
elefante Samir que no puede dormir…… ti ti ri, ti ti ri, ti ti ri, ti ti ri y en su
camino se encontró con un pingüino
-Hola yo soy el ratoncito Mariano que come queso con la mano sin plato
me gusta un rato y sin tenedor mucho mejor, voy a ver al elefante Samir
que no puede dormir ¿quieres venir?
-Si pero si voy , voy asi tetere, tetere, teteretere
-Que bien por que yo voy ti ti ri, ti ti ri, ti ti ri, ti ti ri
- tetere, tetere, teteretere
Y los dos amigos se encontraron con un mono.
-Hola yo soy el ratoncito Mariano que come queso con la mano sin plato
me gusta un rato y sin tenedor mucho mejor, vamos a ver al elefante
Samir que no puede dormir ¿quieres venir?
-Por supuesto pero si yo voy , voy asi boing boing boing
-Que bien por que yo voy ti ti ri, ti ti ri, ti ti ri, ti ti ri
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CAMUÑAS
Había una vez un brujo que vivía en una casucha vieja que estaba al otro lado
del bosque que había al otro lado de la montaña que se alzaba al otro lado del
rio que corría al lado del pueblo.
Se llama Camuñas porque nunca se corta las uñas y que además las tiene
afiladas como cuchillas. Tampoco es que haga cosas increíbles, es un brujo
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LIBRO DE CUENTOS
En las noches de luna llena salía de casa corriendo, atravesaba el bosque, subía
la montaña, bajaba la montaña, saltaba el rio y llegaba al pueblo.
Y como todo malvado que se precie, le encanta hacer de las suyas….en este
caso lo que Camuñas hacia era ir al pueblo cercano a comerse los niños. Le
encantaban todos, gordos, flacos, altos, bajos, rubios, morenos, y pelirrojos.
Camuñas afilo sus uñas y trepo como un gato por el árbol para entrar por la
ventana, entre las ramas y atreves de los cristales vio a la niña dormida, hizo
palanca con la uña del meñique y zaz!!!! La ventana se abrió, muuuy despacio y
sigiloso Camuñas se acercaba a la cama, avanzaba encorvado y con los brazos
extendidos y apretando los dientes, ya muy cerca de Blanca levanto el índice
para cortar su garganta y de pronto……pppppiiiiiiii!!!!!
Se le escapo un pedoooo!!!!
-no soy pirujo soy Camuñas que nunca se corta las uñas respondió indignado
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LIBRO DE CUENTOS
-Pues que es grande como una berenjena la nariz del brujo pirujo
- que no, que sí que eres cara dura, acaso no ves tu dentadura
-son mis dientes!!!! Grito el brujo, -soy camuñas acaso no me vez las uñas
- que melena si son cuatro pelos, los pelos del brujo pirujo
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LIBRO DE CUENTOS
Terminó por vivir sin más compañía que la suya propia, intentando convencerse
de que no necesitaba a nadie más.
Durante todo aquel tiempo, Felipe se sintió muy solo.
Pero lo que no sabía era… que alguien más también se sentía solo…como el , era
una piedra que lloraba y Felipe supo inmediatamente lo que necesitaba y así
que se acercó despacio y PUM!! Le dio un gran abrazo.
Se hicieron amigos para siempre y nunca más volvieron a estar solos
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LIBRO DE CUENTOS
La oruga Clementina
La oruga clementina
tejió hilo de seda fina
para hacerse una frazada
amarilla y colorada
después que la termino
toda ,toda se enrolló
y que cosa más curiosa
se transformó en mariposa.
https://youtu.be/1NP22PNBfkI
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LIBRO DE CUENTOS
La boca es la puerta
que siembre tengo abierta ¡Aaaaah!
¡Cucú!
Las ilustraciones les sirven de apoyo para entenderlo. En este caso aparece una casita
sin elementos en la fachada para que a medida que se va narrando el cuento, se
vayan incorporando los componentes de la casa imaginando el niño que son las partes
de la cara.
https://youtu.be/128lRMbjL6M
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LIBRO DE CUENTOS
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LIBRO DE CUENTOS
¿Y el hipopótamo?
El hipopótamo también bosteza
Tres veces
y el niño
¿tambien esta a punto de irse a dormir?
TODOS DUERMEN.
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LIBRO DE CUENTOS
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Dentro de la casita pequeña, también había un cuarto con tres camas. Una grande
y ancha, otra mediana y alta, y una tercera bien pequeñita. Entonces, Ricitos de
Oro quiso probar la cama más grande y ancha, pero era tan dura que desistió al
momento. Seguidamente, saltó hacia la cama mediana y alta, pero esta también
era muy dura para la niña, así que no tuvo más remedio que irse a dormir a la
cama más pequeñita de todas. Como la camita era tan suave, la niña se quedó
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Al cabo de las horas, llegaron tres osos pardos. Eran los verdaderos dueños de la
casita: Papá Oso, grande y fuerte, Mamá Osa, mediana y hermosa, y finalmente,
Bebé Oso, pequeñito y saltarín.
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LIBRO DE CUENTOS
Los tres osos no sabían ya qué hacer, estaban tan tristes y afligidos que
decidieron acostarse un rato en sus camas para descansar y olvidar lo ocurrido.
Entonces, Papá Oso tumbó su enorme cuerpo en la cama grande y ancha, pero al
instante exclamó: “¡Alguien se ha acostado en mi cama!”.
Mamá Osa, al acostarse en su cama alta y ancha se apresuró a decir: “¡Alguien
también se ha acostado en mi cama!”, pero la mayor sorpresa fue para Bebé Oso,
quién al llegar a su camita, pequeña y suave, chilló con todas sus fuerzas:
“¡Alguien está durmiendo en mi cama!”.
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LIBRO DE CUENTOS
Ante tanta algarabía, Ricitos de Oro se despertó asustada, y al ver a los tres osos
mirándola se asustó tanto que salió a toda velocidad por la ventana del cuarto, y
tanto corrió la pequeña niña que en pocos minutos atravesó el bosque y pudo por
fin encontrar el camino de regreso a casa.
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LIBRO DE CUENTOS
bici grande de su hermano Así que su amigo Noé le pregunto qué había
pasado, Arturo trato de retorcer la verdad un poquito una princesa sub
genial me pidió si podía probar la bici de mi hermano nunca había
montado una igual y chocó con el coche de mi mamá ni siquiera se
disculpó
-¡HUUUY! Seguro que tú mamá se enfadara mucho -dijo Noé no era
exactamente lo que Arturo quería oír, Así que cuando su amiga Lula le
pregunto que había pasado Arturo empezó a dispersión nada es la
verdad estaba probando la tesis de mi hermano con un extraterrestre me
pidió si se la prestaba dijo que la necesitaba para volver a su casa para
mí que pensó que podía volar Bush el muro que tú no le hará ninguna
gracia -dijo Lula eso tampoco era exactamente qué Arturo quería oír
Arturo decidió que había tomar medidas más contundentes trato de tapar
la verdad disfrazándola ocultando la ¡pero no había manera de que la
verdad se quedará tapada, disfrazada, oculta!
Así que cuando Feli le preguntará a Arturo que había pasado, Arturo
decidió No hacer caso a la verdad sin más – yo no he tenido nada que
ver.
La bici de mi hermano se transformó en un Robot gigante y el coche de
mamá también hubo una pelea tremenda ¡..Y ganó el coche de mamá! -
¡Qué guay! Seguro que tú mamá se pondrá contenta -dijo Feli, - Hummm,
ojalá – dijo Arturo, -¡Arturo! Era mamá.
Arturo debía enfrentarse a la verdad miro a la verdad a los ojos.
La verdad le sostuvo la mirada – Arturo, ¿No tienes nada que contarme?
– pregunto la mamá. ¿Qué hará Arturo? ¿Qué harías tú? Y Arturo dijo
algo de lo que incluso se sorprendió.... -¡He sido yo! Lo he hecho yo
perdón.
Y no pasó nada del otro mundo aunque a mamá no le gusto lo del coche
y la bici, se alegró de que Arturo le hubiera dicho LA VERDA. Así que lo
que empezó con mal pie por Arturo termino lo más bien y ahora, Arturo y
la verdad son muy amigos
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LIBRO DE CUENTOS
-Mis pinchos son un espanto. ¡Cuántas púas! ¿Para qué? ¿Tendré cien? ¿O
ciento y tanto? ¿Así quién me va a querer?
De repente, tras un pino, se asomó el zorro Rufino, que, del morro hasta los
pies, le hizo un examen muy fino.
Él se puso colorado.
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LIBRO DE CUENTOS
El erizo, que era majo, echó mano a sus espinas, eligió la de la esquina ¡y tiro
fuerte hacia abajo!
De repente lo saluda una montaña peluda que resultó ser Inés, una gran perra
peluda.
Él contestó sonrojado:
La miró desde muy cerca: Media nariz, media lengua, cero dientes, ¡menos mal!,
tres toneladas de greñas, ¿y los ojos?, ¿dónde están?.
-Con estas largas melenas yo ya no puedo vivir: los pelos me hacen cosquillas y
veo el mundo muy gris. Si tuviera unas horquillas…
Se paró de pronto al ver, bajo dos grandes orejas, dos ojos fijos en él.
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LIBRO DE CUENTOS
¡Uy, qué susto! De repente, en el medio del camino se cruzó una gran
serpiente… ¡Ah, que no! ¡Que era Rufino!
-¡Dame más agujas, anda! ¡Para acabar mi bufanda! ¡Dame! ¡Dame más, amigo!
Y un día te haré un abrigo.
-¡Una para cada patita!, ¡un par para las orejas!, ¡cuatro para la colita!, ¡y una
para la cabeza!
-¡Es urgente, muy urgente! ¡Ay, madre, lo que me pasa! Diez invitados en casa…
¡Necesito mondadientes!
-Te haré un abrigo barato. Por ser tú, precio de amigo. Cerró los ojos y al rato ya
volvió a quedarse frito.
Y ahora ¿qué voy a hacer? Ya sé, ¡me ayudará Inés! La encontró frente al espejo:
-Ay, calvete, mal momento, ando ocupada, ¿no ves? Y quedó viendo el reflejo.
Cuando entró Águila en escena, vio que lo del resfriado no era su mayor
problema.
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LIBRO DE CUENTOS
Tuvo una idea, una sola. Tratar de hacerse bola, como mamá le enseñó. Pero al
rato comprobó que, sin púas, no funcionaba.
¡Ponte debajo de mí! ¿No eres Pepincho Repúa? ¿Cómo has acabado así?
- le respondió avergonzado-.
Por miedo a ser rechazado decía a todo que sí. Quería tener amigos, ¡pero me
olvidé de mí!
-Estas son cosas que pasan, ¡así puedes aprender! Te acompaño hasta tu casa.
Paciencia habrás de tener!
De púa y caparazón y decir que sí o que no trató la larga, larga, larga muy larga
conversación.
Rauda lo dejó en su cueva y Pepincho se quedó soñando con púas nuevas, que
cuidaría mejor. Días y meses durmió, metido en su madriguera. Y al llegar la
primavera, ¿queréis saber qué pasó?
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LIBRO DE CUENTOS
¡Oh, qué bien!, ¡tiene pinchitos! ¿Tendrá cien? ¿O ciento y tanto? V a contento
paseando por el camino del charco cuando se encuentra un Sapito que se le
queda mirando.
-Dame diez pinchos de nada y tu amiguito seré. Una corona me haré… ¡Como de
rana encantadora!
-Lo siento, los necesito yo. Los pinchos a los erizos nos sirven de protección.
¿Qué contestará Sapito? ¿Se enfadará con Pepincho por haber dicho que no?
-¡Vaya, pues no lo sabía! ¡Claro, los has de cuidar! Yo con corona… ¿qué haría?
¡Se me caería al nadar!
fin
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LIBRO DE CUENTOS
Había una vez en el país de los elefantes... una manada en que las
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Fueran petardos.
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Nadie aplaudió
Un pequeño erizo dijo:
-Pedo pedito no es de gorila, es de monito
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LIBRO DE CUENTOS
El mono concluyo:
-el pedo de ratón, ¡pedo campeón!
Y todos se echaron a reír.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado
¡Fin!
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LIBRO DE CUENTOS
Hasta que un día, oye de nuevo un tam, tam, tam muy bajito… pero ¿De dónde
viene?
Tam, tam, tam, escucha. Tam, tam, tam, responde. Y continúa a su ritmo, paso a
pasito.
FIN
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