CUENTO FANT-dic

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Profe: Melina Barrera

Curso: 2do 2da


Escuela: Madre Teresa de Calcuta

Lengua y Literatura

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podés copiarla en tu hoja y realizarla allí.

Tema: el cuento fantástico


Un poquito de teoría
El cuento fantástico es una narración de eventos cotidianos que, en un
determinado momento del relato, mostrará un hecho fantástico que
escapa a la comprensión de la realidad y que tornará al mencionado
cuento en una historia fantástica.
Características:
 Un relato fantástico se basa en lo irreal y causa un efecto de
realidad, por lo que el lector encuentra una lógica a lo que está
leyendo.
 El personaje no distingue lo que es real de lo que es irreal.
 Aunque se basa en elementos de la realidad (una muerte, un
tesoro escondido) presenta los hechos de una manera distinta al
modo habitual de ver las cosas, de una manera asombrosa.
 Narrador muy subjetivo ya que nos cuenta mucho sobre sus
emociones, pensamientos, etc.
Estructura del cuento fantástico:
Cumple con la misma estructura de los cuentos tradicionales
 Situación inicial: se presentan los personajes, el lugar y el tiempo
en el que transcurre la acción.
 Desarrollo: se muestra la complicación o el problema.
 Resolución: se resuelve el problema (ya sea para bien o para mal)
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Curso: 2do 2da
Escuela: Madre Teresa de Calcuta

Otros elementos del cuento:


• Los personajes: Son quienes realizan las acciones de la historia y
pueden estar representados por personas, animales, objetos, entre
otros. Además, se categorizan como personajes principales (en los que
se centra la trama) y secundarios (los que aparecen en reiteradas
ocasiones).
• El narrador: Es quien da a conocer la historia y todos sus detalles.
Puede contar la historia de diferentes maneras, desde el lugar del
protagonista (en primera persona:YO) o desde un lugar omnisciente (en
tercera persona: ÉL /ELLA ,que conoce cada detalle de lo sucedido y lo
narra de manera objetiva).
• El tiempo: en el cuento se suele decir cuándo ocurrió el hecho. Por
ejemplo: “hace mucho tiempo”…. “En el pasado”…
• El espacio: es el lugar donde ocurren los hechos.

Momento de lectura
1. Leemos el cuento “La boda” de Silvina Ocampo.

LA BODA
Que una muchacha de la edad de Roberta se fijara en mí, saliera a pasear conmigo,
me hiciera confidencias, era una dicha que ninguna de mis amigas tenía. Me
dominaba y yo la quería no porque me comprara bombones o bolitas de vidrio o
lápices de colores, sino porque me hablaba a veces como si yo fuera grande y a
veces como si ella y yo fuéramos dos chicas de siete años. Es misterioso el dominio
que Roberta ejercía sobre mí: ella decía que yo adivinaba sus pensamientos, sus
deseos. Tenía sed: yo le alcanzaba un vaso de agua, sin que me lo pidiera. Estaba
acalorada: la abanicaba o le traía un pañuelo humedecido en agua de Colonia. Tenía
dolor de cabeza: le ofrecía una aspirina o una taza de café. Quería una flor: yo se
la daba. Si me hubiera ordenado “Gabriela, tírate por la ventana” o “pon tu mano en
las brasas” o “corre a las vías del tren para que el tren te aplaste”, lo hubiera
hecho en el acto.

Vivíamos todos en los arrabales de la ciudad de Córdoba. Arminda López era vecina
mía y Roberta Carma vivía en la casa de enfrente. Arminda López y Roberta Carma
se querían como primas que eran, pero a veces se hablaban con acritud: todo surgía
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por las conversaciones de vestidos o de ropa interior o de peinados o de novios que


tenían. Nunca pensaban en su trabajo. A la media cuadra de nuestras casas se
encontraba la peluquería LAS OLAS BONITAS. Ahí, Roberta me llevaba una vez
por mes. Mientras que le teñían el pelo de rubio con agua oxigenada y amoníaco, yo
jugaba con los guantes del peluquero, con el vaporizador, con las peinetas, con las
horquillas, con el secador que parecía el yelmo de un guerrero y con una peluca
vieja, que el peluquero me cedía con mucha amabilidad. Me agradaba aquella peluca,
más que nada en el mundo, más que los paseos a Ongamira o al Pan de Azúcar, más
que los alfajores de arrope o que aquel caballo azulejo que montaba en el terreno
baldío para la vuelta a la manzana, sin riendas y sin montura y que me distraía de
mis estudios.

El compromiso de Arminda López me distrajo más que la peluquería y que los


paseos. Tuve malas notas, las peores de mi vida, en aquellos días. Roberta me
llevaba a pasear en tranvía hasta la confitería Oriental. Ahí tomábamos chocolate
con vainillas y algún muchacho se acercaba para conversar con ella. De vuelta en el
tranvía me decía que Arminda tenía más suerte que ella, porque a los veinte años
las mujeres tenían que enamorarse o tirarse al río.

-¿Qué río? -preguntaba yo, perturbada por las confidencias.

-No entiendes. Qué le vas a hacer. Eres muy pequeña.

-Cuando me case, me mandaré hacer un hermoso rodete -había dicho Arminda-, mi


peinado llamará la atención.

Roberta reía y protestaba:

-Qué anticuada. Ya no se usan los rodetes.

-Estás equivocada. Se usan de nuevo -respondía Arminda-. Verás, si no llamo la


atención.

Los preparativos para la boda fueron largos y minuciosos. El traje de novia era
suntuoso. Una puntilla de la abuela materna adornaba la bata, un encaje de la
abuela paterna (para que no se resintiera) adornaba el tocado. La modista probó el
vestido a Arminda cinco veces. Arrodillada y con la boca llena de alfileres la
modista redondeaba el ruedo de la falda o agregaba pinzas al nacimiento de la bata.
Cinco veces del brazo de su padre, Arminda cruzó el patio de la casa, entró en su
dormitorio y se detuvo frente a un espejo para ver el efecto que hacían los
pliegues de la falda con el movimiento de su paso. El peinado era tal vez lo que más
preocupaba a Arminda. Había soñado con él toda su vida. Se mandó hacer un rodete
muy grande, aprovechando una trenza de pelo que le habían cortado a los quince
años. Una redecilla dorada y muy fina, con perlitas, sostenía el rodete, que el
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peluquero exhibía ya en la peluquería. El peinado, según su padre, parecía una


peluca.

La víspera del casamiento, el 2 de enero, el termómetro marcaba cuarenta grados.


Hacía tanto calor que no necesitábamos mojarnos el pelo para peinarlo ni lavarnos
la cara con agua para quitarnos la suciedad. El cielo, de un color gris de plomo, nos
asustó. La tormenta se resolvió sólo en relámpagos y avalanchas de insectos. Una
enorme araña se detuvo en la enredadera del patio: me pareció que nos miraba.
Tomé el palo de una escoba para matarla pero me detuve no sé por qué.

Roberta exclamó:

-Es la esperanza. Una señora francesa me contó una vez que la araña por la noche
es esperanza. -Entonces, si es esperanza, vamos a guardarla en una cajita -le dije.

Como una sonámbula, porque estaba cansada y es muy buena, Roberta fue a su
cuarto para buscar una cajita.

-Ten cuidado. Son ponzoñosas -me dijo.

-¿Y si me pica?

-Las arañas son como las personas: pican para defenderse. Si no les haces daño, no
te harán a ti. Puse la cajita abierta frente a la araña, que de un salto se metió
adentro. Después cerré la tapa, que perfore con un alfiler.

-¿Qué vas a hacer con ella? -interrogó Roberta.

-Guardarla.

-No la pierdas -me respondió Roberta.

Desde ese minuto, anduve con la cajita en el bolsillo. A la mañana siguiente fuimos a
la peluquería. Era domingo. Vendían matras y flores en la calle. Esos colores alegres
parecían festejar la proximidad de la boda. Tuvimos que esperar al peluquero, que
fue a misa, mientras Roberta tenía la cabeza bajo el secador.

-Parecés un guerrero -le grité.

Ella no me oyó y siguió leyendo su libro de misa.

Entonces se me ocurrió jugar con el rodete de Arminda, que estaba a mi alcance.


Retiré las horquillas que sostenían el rodete compacto dentro de la preciosa
redecilla. Se me antojo que Roberta me miraba, pero era tan distraída que veía sólo
el vacío, mirando fijamente a alguien.
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-¿Pongo la araña adentro? -interrogué, mostrándole el rodete.

El ruido del secador eléctrico seguramente no dejaba oír mi voz. No me respondió,


pero inclinó la cabeza como si asintiera. Abrí la caja, la volqué en el interior del
rodete, donde cayó la araña. Rápidamente volví a enroscar el pelo y a colocar la fina
redecilla que lo envolvía y las horquillas para que no me sorprendieran. Sin duda lo
hice con habilidad, pues el peluquero no advirtió ninguna anomalía en aquella obra
de arte, como él mismo denominaba el rodete de la novia.

-Todo esto será un secreto entre nosotras -dijo Roberta, al salir de la peluquería,
torciendo mi brazo hasta que grité. Yo no recordaba qué secretos me había dicho
aquel día y le respondí, como había oído hacerlo a las personas mayores.

-Seré una tumba.

Roberta se puso un vestido amarillo con volantes y yo un vestido blanco de


plumetís, lmidonado, con un entredós de broderie.

En la iglesia no miré al novio porque Roberta me dijo que no había que mirarlo. La
novia estaba muy bonita con un velo blanco lleno de flores de azahar. De pálida que
estaba parecía un ángel. Luego cayó al suelo inanimada. De lejos parecía una cortina
que se hubiera soltado. Muchas personas la socorrieron, la abanicaron, buscaron
agua en el prebisterio, le palmotearon la cara. Durante un rato creyeron que había
muerto; durante otro rato creyeron que estaba viva. La llevaron a la casa, helada
como el mármol. No quisieron desvestirla ni quitarle el rodete para ponerla muerta
en el ataúd.

Tímidamente, turbada, avergonzada, durante el velorio que duró dos días, me acusé
de haber sido la causante de su muerte.

-¿Con qué la mataste, mocosa? -me preguntaba un pariente lejano de Arminda, que
bebía café sin cesar.

-Con una araña -yo respondía.

Mis padres sostuvieron un conciliábulo para decidir si tenían que llamar a un


médico. Nadie jamás me creyó. Roberta me tomó antipatía, creo que le inspiré
repulsión y jamás volvió a salir conmigo.

MOMENTO DE POSLECTURA
2. Buscamos en el diccionario aquellas palabras que no entendimos.
3. Responder:
a. ¿Cuál es el título del cuento? ¿Quién es la autora?
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b. Averigua datos sobre la autora y escríbelos.


c. ¿Qué tipo de cuento acabas de leer?

4. Subraya la opción correcta

o La Boda es un cuento fantástico porque:

Muestra castillos, reyes y reinas

Muestra un mundo inspirado en lo real que luego se vuelve


diferente a lo que conocemos

o El narrador del cuento fantástico:

Es objetivo ya que dice todo de manera clara y sin dudar

Es subjetivo ya que expresa sentimientos y pensamientos

o El final de los cuentos fantásticos:

Nos deja con dudas sobre ciertos hechos que ocurrieron

No nos deja dudas sobre ciertos hechos que ocurrieron

5. Completa el cuadro

NARRADOR

PERSONAJE PRINCIPAL

PERSONAJE SECUNDARIO
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LUGAR

TIEMPO

CIERRE

o Si has leído de manera correcta el texto sabrás que la presunta


muerte fue por culpa de una niña. ¿Considerás que este personaje
ayuda a que se forme el ambiente fantástico?

o ¿Podrías reescribir UNICAMENTE el final? Máximo 3 oraciones.


Elegí entre estas ideas y escribí tu nuevo final con la elegida.

-Se llevan a la cárcel a la niña


-Los papás creen en la inocencia de su niña
-La novia muerta revive
-Otro final ( a elección de ustedes)

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