Una Casa Dividida

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16

International Crisis Group

Venezuela: una casa dividida


Author(s): International Crisis Group
International Crisis Group (2013)
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/resrep32119
Accessed: 10-06-2022 03:50 UTC

JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide
range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and
facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at
https://about.jstor.org/terms

International Crisis Group is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend
access to this content.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Boletín informativo
Boletín informativo sobre América Latina N°28
Caracas/Bogotá/Bruselas,16 de mayo de 2013

Venezuela: una casa dividida

I. Panorama general

La muerte del presidente Hugo Chávez, víctima de cáncer, el 5 de marzo, precipitó la


celebración de elecciones apenas 40 días después, en las que el sucesor que él mismo
designó, Nicolás Maduro, ganó por un margen de menos del 1,5% contra Henrique
Capriles, de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Sin embargo, el estrecho
margen y la impugnación de la votación crean dudas sobre la sostenibilidad del nuevo
gobierno. Un país ya profundamente polarizado aparece ahora dividido en dos mita-
des casi idénticas y al parecer irreconciliables. Falta todavía aclarar la validez del
resultado de los comicios y restaurar la independencia plena de las autoridades elec-
torales, judiciales y demás instituciones fundamentales. No obstante, para abordar la
crisis de gobernabilidad y lograr que Venezuela haga frente a los serios problemas
económicos y sociales que padece, el diálogo nacional debe prevalecer sobre la con-
frontación y el consenso debe primar sobre la violencia partidista.
Con unas instituciones debilitadas por la política de cooptación a la que recurrió
el gobierno de Chávez, es posible que, en últimas, la MUD no tenga muchas opciones
prácticas a nivel jurídico interno, con lo cual, en opinión de la oposición, no tendría
más remedio que adoptar una política de manifestaciones callejeras pacíficas y otras
modalidades de presión política, incluido el llamado a la opinión pública internacio-
nal. Cuando el discurso político asume la forma de la protesta callejera en gran esca-
la, siempre existe el riesgo de violencia. Ya ha habido varios muertos y numerosos
heridos, a menudo en circunstancias confusas, hecho que el gobierno parece empe-
ñado en explotar a fin de desacreditar a la oposición.
El vacío de poder que produjo la muerte de Chávez es una fuente potencial de
inestabilidad. El régimen no puede reemplazar la autoridad personal del caudillo so-
bre su movimiento político, las fuerzas armadas y la burocracia estatal, por lo menos
en el corto plazo. Este vacío es particularmente grave porque el país está al borde de
una recesión económica, sufre de un enorme déficit del sector público, padece una
creciente escasez de productos básicos y tiene una de las tasas de inflación más altas
del mundo.
Un régimen político altamente personalizado ha sido reemplazado por una agru-
pación imprevisible de grupos e incluso de intereses particulares. Tanto el régimen
como la oposición están pagando el costo de haber desmantelado elementos impor-
tantes propios de la democracia y del Estado de Derecho durante los últimos catorce
años. Venezuela está insuficientemente preparada para la transición después de
Chávez y necesita reconstruir con urgencia su tejido social y político. Es preciso cen-

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 2

trar los esfuerzos inmediatos en impedir que la polarización extrema degenere en


violencia política y en impulsar firmemente un entendimiento básico sobre la manera
de coexistir sin Chávez.
Un comportamiento miope de cualquiera de las partes podría precipitar al país en
una crisis económica y política de la cual sería muy difícil recuperarse. Es alentador
observar que los líderes de la oposición han hecho hincapié en el uso de formas no
violentas de disenso. También ha habido indicios de que algunos miembros del
gobierno entienden la necesidad del diálogo y el consenso, aunque esto no se ha tra-
ducido todavía en acciones concretas. Lo ideal sería que Maduro nombrara a algunas
figuras de la oposición en su gobierno, aunque para esto es necesario que quienes es-
tán en capacidad de lograrlo, de ambos lados, inicien desde ya el diálogo y promuevan
el consenso.
La mayor parte de la comunidad internacional, en particular los socios regionales
y vecinos, han tendido a mirar hacia otro lado cuando se trata de evaluar la demo-
cracia y la situación de derechos humanos en Venezuela. Esto tiene que cambiar. La
inestabilidad podría, como mínimo, debilitar el consenso regional en torno a las
normas democráticas. Las organizaciones multilaterales como la Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR) y la Organización de los Estados Americanos (OEA), y las
potencias regionales, como Brasil, necesitan dejar en claro que no van a tolerar que
se sigan menoscabando el Estado de Derecho y los valores democráticos.

Con el fin de impedir el aumento imprevisible de la polarización y la violencia política:


‰ El gobierno y la oposición deben expresar el compromiso público de utilizar me-
dios pacíficos para solucionar la crisis política, advirtiendo a sus partidarios que
la violencia –y la retórica de confrontación que podría incitar su uso– no están
permitidas, y que quienes recurran a ella serán sancionados plenamente de
acuerdo a la ley.
‰ El gobierno debe reconocer que la marcada división del electorado requiere la
construcción de un consenso antes que una agenda partidista. Debe tender puen-
tes que conduzcan al diálogo con la oposición, el sector privado y la sociedad civil
con el objeto de reducir las tensiones y encontrar un terreno común. La Iglesia
católica, los socios regionales y la comunidad internacional en general deben apo-
yar este acercamiento y estar listos, si se les pide, a proporcionar mediación en el
momento apropiado.
‰ Para despejar el camino hacia el diálogo, se deben aclarar las dudas respecto a las
elecciones. La sala electoral del Tribunal Supremo de Justicia debe abordar ple-
namente y con transparencia todas las denuncias de violencia, intimidación e
irregularidades, de ser necesario ordenando una nueva votación en los lugares
donde tales incidentes arrojen dudas razonables sobre los resultados. El gobierno
debe dejar en claro que apoya esas medidas y, en caso de que se tomen, todas las
partes deben reconocer de inmediato la validez de los comicios.
‰ El gobierno debe ofrecer garantías para el ejercicio legítimo del derecho de pro-
testa y de libertad de expresión, absteniéndose de lanzar amenazas e instaurar
procesos legales contra los medios de comunicación independientes, y de tomar
represalia contra los funcionarios públicos sospechosos de ser simpatizantes de
la oposición. Además, las fuerzas armadas deben actuar conforme a la Constitu-
ción, que prohíbe su participación en la política partidista.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 3

‰ La comunidad internacional, en especial los vecinos como Brasil, así como la OEA
y UNASUR deben alentar una solución pacífica de la crisis política y ofrecerse
como facilitadores y mediadores.
Nada de esto será fácil, en gran parte porque existe una peligrosa brecha entre la in-
sistencia del régimen de que la oposición debe primero reconocer los resultados de
las elecciones como condición previa para aceptarla como una fuerza política con la
cual negociar y la insistencia entendible de la oposición de que solo puede aceptar
los resultados luego de una revisión plena y transparente que demuestre que ninguna
de las irregularidades denunciadas alteró el resultado definitivo. A fin de evitar lo
peor, los moderados (o pragmáticos) de ambos lados necesitan encontrar una vía pa-
ra cerrar esa brecha.

II. Las elecciones

A. La muerte de un presidente
Hugo Chávez fue presidente de Venezuela durante catorce años, muchos de ellos tur-
bulentos. Fue un carismático ex oficial del Ejército elegido por primera vez en 1998,
con la promesa de poner fin a la corrupción y a la exclusión social. Hacia el final de
su segundo mandato de seis años, se presentó a las siguientes elecciones presiden-
ciales en octubre de 2012, aunque se encontraba gravemente enfermo de un cáncer
diagnosticado en junio de 2011, cuya naturaleza nunca se precisó públicamente pero
que le había valido tres cirugías en Cuba. Asegurando que estaba curado, se embarcó
en una campaña que culminó en otra victoria, al obtener el 55,4% de los votos contra
el candidato de la oposición, Henrique Capriles, un gobernador popular1. El nuevo
mandato comenzó el 10 de enero de 2013 pero Chávez falleció antes de que pudiera
juramentar el cargo2.
Chávez había dicho que en la eventualidad de que él no pudiera seguir ejerciendo
su cargo de presidente, Venezuela debía elegir a Nicolás Maduro, el vicepresiden-
te (y ex ministro de Relaciones Exteriores), como su sucesor. Dicho eso, el presiden-
te viajó a Cuba a continuar el tratamiento de su enfermedad y nunca más se le vio en
público. Aunque el gobierno insistía que Chávez estaba dirigiendo el país desde su
lecho de enfermo, la transición hacia la era posterior a Chávez había comenzado.
Maduro empezó a actuar como presidente, pasando por alto las normas constitu-
cionales3. El Tribunal Supremo de Justicia, que en la práctica está controlado por el
ejecutivo, manifestó que, en su calidad de presidente en ejercicio, Chávez no tenía
que tomar juramento del cargo el 10 de enero y que esa ceremonia se podía celebrar

1
“Divulgación Presidencial 2012”, Consejo Nacional Electoral (CNE), 9 de noviembre de 2012.
2
Para un análisis de los antecedentes de las elecciones en Venezuela y la situación política, véanse
Crisis Group, Informe sobre América Latina NÛ42, Elecciones en Venezuela: peligrosas incerti-
dumbres, 26 de junio de 2012, y NÛ38, Violencia y política en Venezuela, 17 de agosto de 2011.
3
Entrevista de Crisis Group, experto legal, Caracas, 30 de abril de 2013. Los sucesores de Chávez
enfrentaban un dilema: el vicepresidente Maduro estaba obligado constitucionalmente a ocupar el
cargo del presidente durante sus ausencias “temporales”, pero el argumento oficial era que Chávez
sólo estaba de licencia médica, otorgada por la Asamblea Nacional, por lo cual no se necesitaba un
reemplazo. Sin embargo, como presidente electo, una vez terminado su período de gobierno de
2007-2013, Chávez tendría que haber sido reemplazado por el presidente de la Asamblea Nacional,
Diosdado Cabello, el funcionario público elegido más próximo en jerarquía (la vicepresidencia es un
cargo designado). Artículo 233, Constitución de 1999, enmendada y publicada en 2009.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 4

cuando fuera conveniente4. Después de que se divulgó el deceso de Chávez el 5 de


marzo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la celebración de unas nuevas
elecciones para el 14 de abril. Con la semana santa de por medio, quedaban menos
de diez días de campaña.
Desde la perspectiva de Chávez, el país se encontraba en una transición “irre-
versible” hacia la revolución socialista. Había ampliado el control del Estado sobre
elementos estratégicos de la economía, expropiado millones de hectáreas de tierra
agrícola e instaurado un rígido sistema de control de precios y de cambio. Paralela-
mente, había creado docenas de “misiones” sociales, programas de bienestar que cu-
brían un sinnúmero de aspectos desde alfabetización y atención médica básica hasta
vivienda, pensiones y derechos de los indígenas, que le valieron el apoyo ferviente de
millones de personas, especialmente entre los pobres. Canalizando los ingresos pro-
venientes de la empresa estatal de petróleo hacia fundaciones que él mismo maneja-
ba a discreción, el presidente intercambiaba los beneficios del gobierno por votos5.
Pero el costo para la economía fue una inflación de más del 20% anual, combinada
con un crecimiento del producto interno bruto que amenazaba con volverse negati-
vo. Aunque evitó ejercer la represión en gran escala, Chávez también menoscabó los
derechos civiles y tildó a la oposición de antipatriótica y de estar inspirada en ideas
foráneas6.

B. Una campaña asimétrica


Las elecciones se llevaron a cabo en una atmósfera cargada de desconfianza mutua. El
Consejo Nacional Electoral (CNE), la autoridad en la materia, no obligó a la campaña
del candidato del gobierno (Maduro) a respetar las normas en relación con favoritis-
mos en los medios de comunicación estatales y el uso de recursos públicos para fines
partidistas. La percepción de que el CNE no era imparcial se vio reforzada por los
lazos cercanos entre cuatro de los cinco miembros de su junta directiva y el gobierno
y por la postura gobiernista de su presidenta7.
La campaña se lanzó en un momento en que el país aún estaba asimilando el im-
pacto de la muerte del presidente. Las emociones estaban a flor de piel entre los millo-
nes de seguidores de Chávez, muchos de los cuales lo percibían como un santo laico8.
Maduro utilizó ampliamente la imagen y la voz de Chávez en su campaña, y enfatizó

4
También se invocó la “continuidad administrativa” para argumentar que el gobierno en ejercicio
–incluidos el vicepresidente y el gabinete– debía seguir desempeñando sus funciones. “Sala Consti-
tucional considera que no es necesaria una nueva juramentación de Chávez”, Globo Visión, 9 de
enero de 2013.
5
“Chávez derrocha recursos del Estado en año electoral”, El Nuevo Herald, 30 de marzo de 2012.
6
Desde 2004, Crisis Group ha informado sobre el continuo deterioro de la situación de los dere-
chos humanos y del Estado de Derecho en Venezuela, y sobre cómo esto ha aumentado las probabi-
lidades de la confrontación civil y la violencia. Véase, por ejemplo, Boletín informativo de Crisis
Group sobre América Latina N°5, Venezuela: ¿Hacia una guerra civil?, 10 de mayo de 2004;
entrevista, experto en derechos humanos, Caracas, 3 de mayo de 2013. Existen casos particulares
de restricción de los derechos civiles, como ponen de manifiesto las limitaciones impuestas a los
medios de comunicación independientes, los procesos penales instaurados contra miembros de la
oposición, las amenazas y la intimidación contra defensores y defensoras de derechos humanos y el
retiro anunciado del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Véase también “Venezuela: el
legado autoritario de Chávez”, Human Rights Watch, 5 de marzo de 2013.
7
“Tibisay Lucena rechaza injerencia estadounidense en proceso electoral”, Ciudad Caracas, 18 de
marzo de 2013, “Tibisay Lucena se quitó la careta”, El Universal, 6 de abril de 2013.
8
Véase James Anderson, “Hugo Chávez Mourned, Celebrated at ‘People’s Shrine’ In Caracas’ 23 de
Enero Slum”, The Huffington Post, 3 de abril de 2013.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 5

el hecho de que el presidente difunto lo había ungido a él como su sucesor. Las pri-
meras encuestas sugerían que Maduro obtendría el mismo margen de victoria que
sacó Chávez contra Capriles en las elecciones de octubre9.
El partido de gobierno enfrentó a la oposición unida en torno a la Mesa de la Uni-
dad Democrática (MUD), una alianza que se había conformado cinco años atrás10.
Los votantes tenían que decidir entre la opción de profundizar los alcances de la revo-
lución bajo un nuevo liderazgo que aún no había sido puesto a prueba y la opción de
un cambio abrupto de rumbo hacia un modelo más pluralista, con la promesa de
preservar los logros sociales del régimen11.
La campaña electoral fue profundamente asimétrica. El sistema de radio y televi-
sión del gobierno, constituido por seis canales de televisión estatales y una extensa
red de estaciones de radio, así como los medios de comunicación oficiales en formato
impreso, dieron una amplia cobertura a Maduro, al tiempo que hacían caso omiso de
la campaña de Capriles o denigraban al candidato12. Además de la habilidad del go-
bierno para hacer transmisiones simultáneas en todos los canales televisivos y cadenas
radiales, la ley obligaba a los medios privados a transmitir diariamente diez minutos
de propaganda oficial13. Las entidades gubernamentales y las empresas del Estado,
como Petróleos de Venezuela (PDVSA) y Corpoelec, la empresa de energía eléctrica,
pusieron a su personal, sus vehículos y otros recursos a disposición de la campaña y
llenaron sus edificios de propaganda. El presidente de PDVSA y ministro de Energía,
Rafael Ramírez, fue el director de movilización de la campaña de Maduro14.

C. Un resultado más reñido de lo previsto


Sin embargo, contrario a lo que casi todas las encuestas pronosticaban, las elec-
ciones resultaron ser sumamente reñidas. El primer boletín del CNE, emitido a las
11.30 p.m. con más del 99% de las mesas escrutadas, daba a Maduro una ventaja de
apenas 236.000 votos, menos del 1,6%. Los resultados se anunciaron como “irrever-
sibles”, aunque surgieron serias inquietudes respecto de lo que la oposición conside-
ró como una acción precipitada15.
Capriles había telefoneado a Maduro antes del anuncio para proponerle una reunión
de los jefes de campaña con el propósito de determinar la mejor forma de manejar

9
Tamara Pearson, “Poll Shows Most Venezuelans Feel Revolution Isn’t Over without Chavez”, Ven-
ezuela News, View and Analysis, 24 de abril de 2013.
10
Denominado originalmente Movimiento Quinta República (MVR), el partido dominante en el
gobierno se convirtió en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en 2007, en alianza con
un grupo de partidos más pequeños, entre los cuales se cuenta el Partido Comunista de Venezuela
(PCV), bajo las toldas del Gran Polo Patriótico (GPP). En términos ideológicos la MUD es variada,
aunque los partidos más grandes que la integran son el centrista Primero Justicia (PJ) y el social-
demócrata Un Nuevo Tiempo (UNT).
11
Entrevista de Crisis Group, analista político, Caracas, 4 de mayo de 2013.
12
Entrevista de Crisis Group, analista de medios de comunicación, Caracas, 3 de mayo de 2013.
13
Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos NÛ39.610 (2011), artículo
10. Según la página web www.monitoreociudadano.org, las cadenas transmitieron en total 9 horas,
42 minutos y 4 segundos durante la campaña.
14
Para mayor información sobre el papel de PDVSA en las dos últimas elecciones presidenciales,
véase “Maquinaria electoral busca los votos en favor de Maduro”, El Comercio, 9 de abril de 2013.
15
La presidenta del CNE, Tibisay Lucena, anunció el 14 de abril de 2013 que Maduro había obteni-
do 7.505.338 votos (50,66%) y Capriles 7.270.403 (49,07%). Véase José Luis Méndez la Fuente, “El
último empujón de Chávez”, El Universal, 16 de abril de 2013. El 25 de abril de 2013, el CNE dijo
que la ventaja de Maduro había aumentado a 273.056 sufragios: 7.575.704 contra 7.302.648 de la
oposición. Véase “Divulgación Presidencial 2013”, CNE, 25 de abril de 2013.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 6

esta difícil situación política16, pero no se llegó a ningún acuerdo. La campaña de la


MUD dijo tener indicios, incluidos datos de conteos rápidos, de que podría haber
ganado. Tras el anuncio del CNE, Vicente Díaz, el único rector simpatizante de la
oposición, siguió insistiendo en que se abriera el 100% de las urnas de votación y se
compararan los “comprobantes” de papel con los resultados electrónicos17. Dijo que
no estaba cuestionando la validez del conteo, pero que dado el margen estrecho del
triunfo de Maduro era importante asegurar la total transparencia. Poco después
Capriles hizo eco de esta propuesta y en un inicio Maduro la aceptó en su discurso de
triunfo. Todo parecía indicar que una auditoría podría resolver rápidamente todas
las dudas18.

III. La crisis

A. La posición del gobierno


Al dirigirse a sus partidarios en el palacio presidencial poco después de que se anun-
ció su victoria, Maduro respondió al llamado de Vicente Díaz para que se abrieran
las urnas diciendo: “¡Hagámoslo! No tenemos miedo. ¡Que hablen las cajas! A lo me-
jor [mi mayoría] aumenta”19. Sin embargo, esta postura pareció menos clara a la
mañana siguiente. El coordinador de la campaña de Maduro, Jorge Rodríguez, dijo en
una entrevista por televisión: “Si se abre el 100% de las cajas es para hacer la audito-
ría, no el conteo manual”20. Tibisay Lucena, presidenta del CNE, fue aún más lejos
esa tarde en la ceremonia en que se proclamó ganador a Maduro. Afirmando que el
sistema electoral había “funcionado perfectamente”, descartó el conteo manual o la
apertura de todas las urnas de votación, pese a que la junta del CNE no se había
reunido para estudiar la petición de la oposición. Lucena dijo que las papeletas de voto
“sólo cumplen la función de un recibo”, mientras que los votos “son datos registra-
dos en la memoria de la máquina [electrónica]”21.
Luisa Estella Morales, la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el
árbitro último a nivel nacional, dijo enfáticamente que el sistema electoral era com-

16
Véase, por ejemplo, “Nicolás Maduro apoya propuesta de la oposición de auditar resultados elec-
torales”, Miami Diario.com, 15 de abril de 2013.
17
El sistema electoral de Venezuela es ahora completamente automatizado. Cada máquina de vota-
ción, además de almacenar electrónicamente cada voto individual, produce una papeleta o compro-
bante que confirma la opción seleccionada por el votante y la deposita en una caja que corresponde
a esa máquina. Según el reglamento del CNE, más de la mitad de estas urnas son sometidas a una
auditoría “caliente” después del cierre de los comicios, en el curso de la cual las papeletas se compa-
ran con la lista impresa de votos para cada candidato de la máquina. De conformidad con el regla-
mento del CNE, el 14 de abril se debería haber auditado de esta forma el 52,98% de las urnas, aun-
que existen indicios de que el número real fue menor. Vicente Díaz pidió que se auditaran las urnas
que aún faltaban. Véase “Manual de Funcionamiento de la Mesa Electoral”, CNE, sin fecha.
18
En su discurso del 14 de abril, Maduro dijo que aceptaba una auditoría. “Nicolás Maduro: `Hugo
Chávez sigue bendiciendo a su pueblo´”, El País Internacional, 15 de abril de 2013.
19
“Maduro está dispuesto a efectuar auditoría del 100% de los votos emitidos el 14-A”, Radio Na-
cional de Venezuela, 15 de abril de 2013.
20
“Jorge Rodríguez indica que abrir 100% de cajas no implica reconteo manual”, El Universal,
15 de abril de 2013.
21
Véase el discurso de Lucena en “Este es el discurso completo de Tibisay Lucena durante la pro-
clamación de Maduro”, Noticias 24, 15 de abril de 2013.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 7

pletamente automático y que el conteo manual no existía. Quienes “piden lo imposi-


ble”, afirmó, estaban provocando “una batalla incesante en las calles”22.
No obstante, el 18 de abril en las horas de la noche, mientras Maduro se encon-
traba en Lima reunido con los presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas
(UNASUR), a quienes les preocupaba cada vez más el aparente clima de creciente
inestabilidad, el CNE dio marcha atrás y anunció que se abriría para reconteo, en
presencia de representantes de la MUD, una muestra de un máximo de 12.000 urnas
de votación entre las aproximadamente 18.000 a las que antes no se les había hecho
auditoría23.

B. La posición de la MUD
En respuesta al primer boletín del CNE, Capriles, acompañado por los miembros de
su equipo de campaña, efectuó una declaración por televisión en la que hizo eco a la
propuesta de Díaz de que se auditara el 100% de los comprobantes de voto. “No va-
mos a reconocer los resultados sino cuando se cuenten todos los votos, uno por uno”,
dijo. “Nuestras cifras son diferentes de las que se anunciaron”. El coordinador de su
campaña, Ramón Guillermo Aveledo, mencionó conteos rápidos, encuestas a boca
de urna, actas recogidas por testigos de la oposición y los diferentes métodos de pre-
dicción que utilizan las instituciones privadas y los partidos como algunos de los
elementos de los que se había valido la MUD para concluir que el triunfador había
sido Capriles24.
Dos días después, en una rueda de prensa, el propio candidato dio más detalles.
La mayor parte de las pruebas a las que aludió se referían a supuestas irregularida-
des cometidas en los puestos de votación, como violencia y coerción, antes que a in-
consistencias numéricas. Según Capriles, la violencia había afectado a 860 centros
de votación, en donde más de 2,7 millones de personas se habían registrado para
votar; en más de 1.000 centros de votación, en los que había aproximadamente el
mismo número de votantes registrados, hubo casos de votación “asistida”25; en 286
centros, con más de 720.000 votantes, se excluyó a la fuerza a los testigos de la opo-
sición; y 189.000 votantes se vieron afectados por daños en las máquinas electora-
les26. Sin embargo, citó tan solo un puesto de votación, en el estado de Trujillo, en
donde, según dijo, se habían contado más votos que el número de votantes, aunque
su afirmación pareció haber estado basada en un malentendido27. Capriles dijo que
la MUD también consideraba sospechoso que Maduro hubiera obtenido el 100% de
los votos en 39 mesas de votación (cada una con una máquina electoral) y que hubie-

22
“Venezuelan Supreme Court bars any chance of a manual recount of votes”, MercoPress, 17 de
abril de 2013; artículo 297, Constitución.
23
“Que sea Venezuela la gran vencedora”, El Nuevo Día, 20 de abril de 2013.
24
“Venezuela on edge as vote count continues”, Al Jazeera, 15 de abril de 2013.
25
El personal electoral está facultado para asistir a votantes con discapacidades en los puestos de
votación. Capriles hizo referencia a abusos cometidos con arreglo a este procedimiento, diciendo
que el personal electoral acompañó a votantes sin discapacidad, alentándolos a votar por el candi-
dato oficial.
26
El resumen de Capriles de las irregularidades que denunciaba la MUD figuran en esta serie de
diapositivas: “En fotos: Los datos que presentó Capriles sobre presuntas irregularidades del 14-A”,
Noticias24, 16 de abril de 2013.
27
Capriles parece haber estado comparando la totalidad de los votos emitidos con el número de
votantes correspondientes a sólo una de las dos máquinas en la estación de votación. “Elecciones
Venezuela: La oposición presenta escandalosas cifras de las presuntas irregularidades del 14-A”,
lainformación.com, 22 de abril de 2013.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 8

ra sacado más votos de los que obtuvo Chávez en octubre de 2012, con casi 1.200,
y en algunos casos varias veces más28.
Con el fin de determinar los efectos de estas supuestas irregularidades en el resul-
tado, la MUD exigió que la auditoría abarcara todo el material pertinente, incluido el
sistema de autenticación integrado (el SAI), así como acceso pleno al cuaderno de
votación manual correspondiente a cada máquina de votación29. Cuando el CNE
rechazó la petición, la MUD dijo que no participaría en la auditoría. Más bien, im-
pugnaría el resultado en los tribunales y además presentaría su denuncia ante orga-
nizaciones internacionales30.
A comienzos de mayo, la MUD presentó dos denuncias formales ante la sala elec-
toral del TSJ. En la primera pedía la anulación total de las elecciones en razón de las
irregularidades generalizadas documentadas. En la segunda, se mencionaban con-
cretamente 5.729 mesas de votación en las que consideraba que las irregularidades
cometidas requerían una nueva votación. La MUD afirmó que más de 2,3 millones
de votos se habían visto comprometidos.

C. Violencia en las calles


Al día siguiente de las elecciones, manifestantes de la oposición salieron a las calles
en varias ciudades para exigir un reconteo de votos. En Caracas bloquearon una ave-
nida principal y una calle y prendieron fuego a pilas de basura. El gobierno desplegó
tropas antimotines de la guardia nacional en vehículos blindados desde donde se
dispararon gases lacrimógenos, pero luego los retiró. Capriles pidió a sus partidarios
que se abstuvieran de cometer actos de violencia y anunció una “ruta” a seguir: cace-
rolazos todas las noches a las 8 p.m. y una marcha de protesta hasta la sede del CNE
en Caracas el 17 de abril, precedida por manifestaciones el día anterior afuera de las
oficinas regionales del CNE en todo el país.
El gobierno insistió en que la MUD quería propiciar situaciones de violencia con
el fin de justificar un golpe de Estado y una intervención extranjera. Recordando el
mes de abril de 2002, cuando una marcha de la oposición hasta el palacio presidencial
para pedir la renuncia de Chávez terminó con una serie de muertes y un golpe de esta-
do de corta duración, Maduro anunció que la marcha hasta el CNE quedaba prohibi-
da, tras lo cual Capriles la suspendió para evitar la violencia. El gobierno aseguró
que decenas de centros de diagnóstico integral gubernamentales (CDI) habían sido
objeto de actos de vandalismo en todo el país y que se había atacado al personal médi-
co31. El grupo de derechos humanos Provea concluyó que ninguno de esos incidentes
era verosímil32. Según fuentes del gobierno, ocho partidarios de Maduro murieron
en enfrentamientos con la oposición. (La fiscal general, Luisa Ortega Díaz, dijo que la

28
Véase, por ejemplo, “Maduro no sacó los votos que el CNE anunció, por eso queremos una audi-
toría: CaprilesRandoski (+video)”, Noticias 24, 25 de abril de 2013.
29
Los votantes se tienen que identificar presentando su documento de identidad y escaneando sus
huellas digitales. La prueba dactilar debe indicar cuántas personas votaron más de una vez y en qué
localidades, aunque tardaría algún tiempo obtener esa información. El acceso a los cuadernos,
siempre y cuando hayan sido llenados correctamente por el personal electoral, podría revelar, por
ejemplo, si una persona firmó o puso su huella dactilar en nombre de varios votantes “fantasma”.
30
“Equipo de Capriles rechaza supervisar la auditoría de las presidenciales por los métodos em-
pleados por CNE”, Europa Press, 30 de abril de 2013.
31
Vivian Sequera y Michael Weissenstein, “Venezuela wrestles over truth of bombing claims”, Asso-
ciated Press, 24 de abril de 2013.
32
“Provea corrobora falsedad en la denuncia de CDIs quemados en el país”, Provea, 18 de abril de 2013.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 9

cifra era nueve). Altos funcionarios del gobierno responsabilizaron a Capriles y a otros
dirigentes de la MUD y la fiscal general amenazó con procesarlos judicialmente33.
El gobierno no pudo corroborar las denuncias. Varios informes de prensa arroja-
ron dudas sobre su autenticidad34. Algunas de las víctimas al parecer murieron en
incidentes que no tenían nada que ver con las protestas por las elecciones, o eran
partidarios de la oposición en lugar de simpatizantes del gobierno. La organización
de derechos humanos Foro Penal Venezolano indicó que casi 200 personas, inclui-
dos menores de edad, habían sido detenidas por la guardia nacional y habían sido
sometidas a abusos físicos y mentales35.

IV. El camino por delante

A. Fragilidad institucional
La falta de instituciones independientes y fuertes en Venezuela constituye un obs-
táculo importante para la resolución de la crisis36. Chávez heredó unas instituciones
debilitadas por la corrupción y la interferencia política, pero sus 14 años en el poder
exacerbaron el problema37. Su reforma constitucional de 1999 aumentó el número de
poderes públicos nominalmente autónomos de los tres tradicionales a cinco38, pero
con el paso del tiempo los fue purgando de figuras independientes que reemplazó
con sus partidarios39. Le sirvió de ayuda la decisión de la oposición de boicotear las
elecciones legislativas de 2005, con lo que el gobierno quedó en libertad de nombrar
a sus aliados en cargos clave.
La presidenta del TSJ (y jefa del poder judicial), Luisa Estella Morales, había di-
cho anteriormente que la separación de poderes “debilita al Estado”40. En la práctica
el principio se ha menoscabado seriamente, pese a un compromiso formal de respe-
tar y promover la democracia interamericana y las normas del Estado de Derecho41.

33
Véanse, por ejemplo, Milagros L. de Guereño, “El Gobierno venezolano llama ‘asesino’ a Capri-
les”, La Voz Digital, 25 de abril de 2013; y “Fiscal Luisa Ortega: Hechos violentos han dejado 9 per-
sonas fallecidas y 78 lesionadas”, Agencia Venezolana de Noticias, 25 de abril de 2013.
34
Silverio González Téllez, “La Limonera: Cuando los hechos no importan”, Analítica.com, 1 de
mayo de 2013.
35
Véase, por ejemplo, Ocarina Espinoza, “Foro Penal denuncia agresiones ‘graves’ a detenidos por
razones políticas”, El Universal, 22 de abril de 2013.
36
Entrevista de Crisis Group, analista político, Caracas, 4 de mayo de 2013.
37
“A Decade Under Chávez”, Human Rights Watch, septiembre de 2008; “Report on the State of
the Independence of the Judiciary in Venezuela”, Human Rights Foundation, septiembre de 2012.
38
A los poderes tradicionales, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, la Constitución de 1999 añadió
un poder electoral (el CNE) y un poder ciudadano (la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público y
la Contraloría General de la República). Véase la sección V, capítulos IV y V de la Constitución.
39
“A Decade Under Chávez”, op. cit.
40
“La división de poderes debilita al estado”, El Universal, 5 de diciembre de 2009.
41
El artículo 3 de la Carta Democrática Interamericana dice que son elementos esenciales de la de-
mocracia representativa, entre otros, el respeto de los derechos humanos y las libertades funda-
mentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de Derecho; la celebración de elec-
ciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la
soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e in-
dependencia de los poderes públicos. Venezuela firmó la Carta, junto con otros miembros de la
OEA, en Lima el 11 de septiembre de 2001.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 10

La mayor parte de los jueces carecen de título permanente. Según la jueza Mora-
les, en 2010 por lo menos 1.379 de los 1.914 jueces no lo tenían42. Pero incluso los que
sí tienen cargo permanente pueden ser destituidos a discreción del presidente, lo
cual aumenta la presión a la que se ven sometidos los jueces en los casos más sensi-
bles43. En 2009, la jueza María Lourdes Afiuni, que puso en libertad a un hombre
que muchos consideraban un prisionero político, fue arrestada tras ser calificada de
“bandida” por Chávez, quien además dijo que le deberían dar 30 años de cárcel44.
Sigue bajo arresto domiciliario, aunque todavía sin imputación formal de cargos de
corrupción45. El ex presidente de la sala penal del TSJ, Eladio Aponte, que huyó de
Venezuela en 2012 tras ser acusado de tener vínculos con el narcotráfico, describió
un sistema jurídico dirigido desde la vicepresidencia, en el que los jueces y fiscales
recibían órdenes del gobierno46.
Varios cargos directivos en los poderes del Estado, nominalmente autónomos,
son ejercidos por suplentes o por funcionarios cuyos períodos han expirado. Siete
miembros del TSJ, cuyos períodos de doce años terminaron el 27 de diciembre pasa-
do, no han sido reemplazados. Sus puestos los ocupan suplentes. El Contralor Gene-
ral de la República, Clodosbaldo Russian, falleció en junio de 2011, pero el gobierno
le dejó el cargo a su adjunta, Adelina González. Tres de los cinco rectores del CNE,
incluida su presidenta, Tibisay Lucena, deberían haber sido reemplazados en abril,
pero el proceso de búsqueda de sus sucesores, que por lo general tarda meses, aún
no ha empezado. La razón en todos estos casos parece ser la misma: para imponer a
candidatos de su elección, el gobierno requiere una mayoría de dos tercios en la Asam-
blea Nacional (110 de los 165 escaños). Como solo tiene 98, es fundamental lograr un
consenso con la oposición.

B. El papel de las fuerzas armadas


Chávez, que era oficial del ejército, describía su régimen como “cívico-militar”47. Con-
cedió a las fuerzas armadas el derecho de votar, que hasta entonces no tenían, dán-
doles participación en el “desarrollo nacional” en la Constitución de 199948. Luego
hubo una serie de reformas y nuevas leyes que dieron al presidente un control más
directo sobre los militares (por ejemplo, ampliando su control sobre todos los ascen-
sos al rango de oficial) y a éstos un mayor control sobre los ciudadanos. A mediados
de 2008, al menos 40 miembros o ex miembros de las fuerzas armadas ocupaban al
parecer cargos directivos en organismos civiles clave49. En la actualidad, los milita-
res desempeñan un papel importante en la prevención de delitos y crímenes y en las
“zonas de seguridad”, donde se han suspendido ciertos derechos civiles, y se ocupan

42
Véase “La desconfianza en la justicia: el caso Afiuni y la independencia de la judicatura”, Institu-
to de Derechos Humanos de la International Bar Association, abril de 2011.
43
“Report on the State of the Independence of the Judiciary in Venezuela”, Human Rights Founda-
tion, septiembre de 2012.
44
Alicia de la Rosa, “ONU reiteró exigencia a Venezuela de libertad para la jueza Afiuni”, El Uni-
versal, 5 de abril de 2013. “Venezuela’s Chávez criticized over hasty arrest of Judge”, The Wall
Street Journal, 17 de diciembre de 2009.
45
Francisco Olivares, “Afiuni, la presa del Comandante”, La Hoja del Norte, Caracas, editorial, 2012.
46
“Historias secretas de un juez de Venezuela”, Soitv, www.youtube.com/watch?v= uYIbEEGZZ6s.
47
“Chávez: solo la unión cívico-militar garantizará la victoria de la revolución bolivariana”, Agencia
Venezolana de Noticias, 4 de agosto de 2011.
48
Artículos 330 y 328, Constitución de 1999.
49
“Lista completa de militares que ocupan puestos en el gobierno del Presidente Chávez”, Reporte
Confidencial, 17 julio de 2008.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 11

de la vigilancia de todos los edificios públicos que se consideran sensibles. Incluso la


industria eléctrica está militarizada, supuestamente para prevenir actos de sabotaje.
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) tiene cinco componentes, uno de
los cuales –la milicia– no figura en la Constitución. Los miembros de la milicia juran
lealtad a la revolución, no al Estado50. Los otros componentes también han sido
obligados a adoptar consignas revolucionarias, incumpliendo su obligación constitu-
cional de servir a toda la nación51. Después de la muerte de Chávez, su recién nombra-
do ministro de Defensa, el almirante Diego Molero, dijo que la “misión de la fuerza
armada” era poner a Nicolás Maduro en la presidencia y “darle en la madre a toda
esa gente fascista”52.
Los sucesores de Chávez han activado el “comando cívico-militar”, un cuerpo que
el comandante creó pero al que pocas veces se refirió53. Esta institución, que no tiene
estatuto constitucional, es ostensiblemente una forma de liderazgo colectivo que
desdibuja la distinción entre partido, gobierno y Estado54. Hizo su primera aparición
pública el día en que se anunció el deceso de Chávez55 y parece estar integrado por
oficiales superiores de las fuerzas armadas, el poder ejecutivo (incluido todo o la mayor
parte del gabinete) y los gobernadores estatales del Partido Socialista Unido de Vene-
zuela (PSUV), la mitad de los cuales son ex oficiales militares. Sin embargo, no se
conoce su función y su estructura exactas y no tiene un presupuesto que sea público.
Algunos analistas militares afirman que las fuerzas armadas son mucho más re-
presentativas de la sociedad de lo que este contexto sugiere, pese a que en los rangos
superiores predominan oficiales leales a la ideología bolivariana56. Poco antes de las
elecciones, el almirante Molero dijo que en las fuerzas armadas había grupos empe-
ñados en intervenir a favor de la oposición57. Al menos una docena de oficiales y un
número similar de militares de menor rango fueron arrestados el día de los comicios,
en circunstancias que siguen siendo poco claras58.

C. La amenaza de la violencia política


A pesar de los años de gran polarización política y de tener Venezuela una de las tasas
de homicidio más altas del mundo, la violencia política ha sido relativamente esca-
sa59. El número de presos políticos es bajo, e incluso en un ambiente de amenazas

50
El alto mando y la milicia de 125.000 efectivos juran lealtad pública a la “revolución”, en desafío a
la Constitución. Phil Gunson, “Venezuela’s New Era”, Foreign Policy (en línea), 19 de febrero de 2013.
51
El artículo 328 de la Constitución dice que la Fuerza Armada Nacional constituye una institución
esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la inde-
pendencia y soberanía de la Nación.
52
“Ministro Molero llamó a votar por Maduro ‘para dar en la madre a fascistas’”, El Universal, 6 de
marzo de 2013.
53
“Presidente Chávez anuncia creación de comando cívico-militar antigolpe”, PSUV, www.psuv.
org.ve, 13 de abril de 2012.
54
Entrevista de Crisis Group, analista político, Caracas, 4 de mayo de 2013.
55
Hernán Lugo-Galicia, “Maduro sustenta gobierno en estructura colectiva de mando”, El Nacional,
29 de abril de 2013.
56
Entrevista de Crisis Group, analista militar, Caracas, 6 de mayo de 2013.
57
“Molero: ‘Sí existen elementos, grupos, que quieren actuar en el interior de la Fuerza Armada’”,
Globovisión, 3 de abril de 2013.
58
Javier Ignacio Mayorca, “Evalúan pase a retiro de militares retenidos el domingo”, El Nacional,
17 de abril de 2013.
59
Para un examen más detallado de este tema, véase Informe de Crisis Group, Violencia y política
en Venezuela, op. cit.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 12

constantes, en términos generales la oposición ha podido organizarse con libertad.


En gran medida, esto refleja el control personal ejercido por Chávez mediante su ca-
risma, su autoridad y su habilidad política60. Incluso en los años de mayor tensión
(2001-2004), cuando la oposición ejercía todavía una influencia considerable sobre
las fuerzas armadas, las rebeliones en sus filas se resolvían casi siempre de manera
pacífica61. Por consiguiente, la súbita salida de escena del que quizá era el único hom-
bre capaz de mantener unido al régimen sin imponer una dictadura abierta constituye
un importante factor de desestabilización62.
Los orígenes del movimiento político que llegó al poder con Chávez se remontan
a una alianza militar forjada con guerrilleros de izquierda del Partido de la Revolu-
ción Venezolana (PRV), al que pertenecía el hermano de Chávez, Adán63. Sus líderes
nunca han renunciado al uso de la violencia como último recurso64. Mantiene grupos
de civiles armados que desempeñan una función básica de intimidación y aparecen
únicamente en momentos de tensión, entre los que se cuentan las elecciones65.
Los comicios del 14 de abril produjeron un cambio importante en el equilibrio de
las fuerzas políticas. Por primera vez en muchos años, el gobierno ha sido puesto a la
defensiva por una oposición envalentonada que tiene razones para esperar que pron-
to será una mayoría en el país, si es que no lo es ahora66. Además, el régimen dista
mucho de ser monolítico. Más bien es una alianza entre facciones civiles y militares
que cobija a una gama de posiciones ideológicas que van desde la izquierda radical
pro cubana hasta los pragmáticos que se inclinan más hacia el ámbito empresarial.
Algunos gobernadores estatales tienen sus propias agendas políticas. Chávez pudo
mantener a esta coalición unida gracias a su personalidad. Maduro, que pertenece a
la izquierda civil radical y depende de un liderazgo colectivo, podría ver menoscaba-
da su posición por rivales, incluido el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado
Cabello, un ex oficial del ejército de quien se dice que tiene importantes intereses en
el ámbito empresarial.
Los sucesos de 2002, cuando un golpe de Estado depuso por breve tiempo a Chá-
vez, dejaron a sus partidarios convencidos de que sus opositores eran fundamental-
mente antidemocráticos. Esto se ha convertido en parte integral del discurso político
del gobierno, que afirma que la oposición tiene intenciones conspiradoras y cuenta

60
Entrevista de Crisis Group, analista político, Caracas, 4 de mayo de 2013.
61
La fuerza armada depuso y luego reintegró al presidente Chávez en el gobierno en el transcurso
de tres días en abril de 2002, sin disparar un solo tiro, aunque varios civiles murieron, algunos de
ellos a manos de soldados leales al presidente. En octubre de ese año, varios oficiales disidentes,
dirigidos por generales y almirantes, protagonizaron una toma de la Plaza Francia en Altamira (al
oriente de Caracas) que duró varios meses. Su protesta fue pacífica y el gobierno no intentó retomar
la plaza por la fuerza. Un civil armado mató a varias personas en la plaza y dos soldados que parti-
ciparon en la protesta fueron asesinados, junto con un civil, pero en ninguno de estos casos se pudo
establecer un vínculo sólido con el gobierno o con la oposición.
62
El 23 de marzo de 2013, Cabello dijo: “En la revolución, Chávez es el cuerdo que nos ha enseña-
do. Era el muro de contención de muchas ideas locas que se nos ocurrían a nosotros… El Presidente
Chávez imponía su liderazgo, su prudencia y su conciencia”. “Cabello: Chávez era el muro de con-
tención de muchas ideas locas de nosotros”, El Universal, 23 de marzo de 2013.
63
Alberto Garrido, Guerrilla y conspiración militar en Venezuela (Caracas, 1999).
64
“Adán Chávez llama al PSUV a no olvidar la lucha armada”, El Universal, 27 de junio de 2011.
65
Para una descripción detallada de los vínculos del gobierno con grupos civiles armados, véase
Informe de Crisis Group, Violencia y política en Venezuela, op. cit., págs. 17-19. El 15 de abril, el ex
ministro de Información –y jefe de propaganda de la campaña de Maduro–, Andrés Izarra, instó,
por conducto de Twitter, a que se utilizaran turbas chavistas en motocicletas para intimidar a la
oposición; https://twitter.com/IzarraDeVerdad/status/323997664456876033.
66
Entrevista de Crisis Group, analista político, Caracas, 4 de mayo de 2013.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 13

con el respaldo de una superpotencia militar (los Estados Unidos)67, que el aparente
compromiso de la MUD con la vía electoral es tan sólo una fachada y que el objetivo
real de su dirigencia es derrocar la revolución por la fuerza.
Este discurso no tiene en cuenta la evolución de la oposición desde 2002, en par-
ticular la renuncia de su ala dominante, más moderada, al uso de métodos extraconsti-
tucionales para lograr un cambio de régimen68. La desintegración del viejo sistema
bipartidista antes del triunfo electoral de Chávez en 1998 había dejado a la fuerzas
anti chavistas en manos de una variedad de actores sin partido, como los sindicatos,
la asociación gremial Fedecámaras, los medios de comunicación y elementos del
estamento militar. Solo después de fracasar en su intento de deponer al presidente
mediante manifestaciones masivas, un intento golpista protagonizado por elementos
extremistas, una huelga impulsada por la empresa privada y la parálisis de la indus-
tria petrolera, un referéndum revocatorio y un boicot electoral, la oposición finalmente
se embarcó en la ardua tarea de reconstruir su liderazgo político y enfrentarse a
Chávez en las urnas.
Sin embargo, el vaticinio de violencia del gobierno corre el riesgo de convertirse
en realidad si se cierran deliberadamente los espacios políticos. La decisión de la di-
rigencia de la MUD de confrontar al gobierno disputando los resultados electorales
ha unido a la oposición, al menos temporalmente. No obstante, sigue existiendo una
pequeña minoría que siempre se ha opuesto a la idea de competir con el régimen en
sus propios términos y podría verse fortalecida si se llegaran a cerrar los espacios
democráticos que aún quedan69.
La tendencia desde las elecciones ha sido negativa. El rechazo inicial del gobierno a
abrir todas las urnas de votación propició varios días de tensión y violencia esporádica.
La decisión de Maduro de prohibir la marcha de protesta hasta el CNE en el centro de
Caracas fue una restricción inconstitucional de las libertades civiles. Luego vino su
exigencia –en relación con la decisión de la oposición de organizar una rueda de pren-
sa en la que Capriles pidió a sus partidarios que participaran en la marcha– de que los
canales de televisión, como Televen y Venevisión, además de otros medios de comu-
nicación independientes, se definieran si estaban con “el pueblo o el fascismo”70.
En los días posteriores a los comicios, en todo el país y en todos los niveles de la
administración pública hubo mención –a veces con vídeos o grabaciones de audio–
de una política sistemática de destituir o degradar a funcionarios que se creía habían
votado por Capriles71. El gobierno respondió a las denuncias de la oposición de que
se habían robado las elecciones con una ofensiva en las calles, deteniendo a una gran
cantidad de jóvenes manifestantes y, según grupos de derechos humanos, maltra-

67
Véase, por ejemplo, “Maduro denunció planes de magnicidio y golpismo”, Diario InfoRegión, 3
de mayo de 2013.
68
Entrevista de Crisis Group, analista político, Caracas, 4 de mayo de 2013.
69
Ibid.
70
“Maduro a Venevisión y Televen: ‘Defínanse con quién están’”, Noticias 24 Carabobo, 16 de abril
de 2013. El único canal de televisión abiertamente asociado con la oposición, Globovisión, fue ven-
dido hace poco a un empresario cercano al gobierno. “La Globovisión de Guillermo Zuloaga se aca-
ba con su venta”, El Universal, 6 de mayo de 2013.
71
Entrevista de Crisis Group, Caracas, 29 de abril de 2013; “Provea y la discriminación laboral por
razones políticas”, Provea, 26 de abril de 2013.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 14

tándolos72. También acusó a Capriles y a otros líderes de la MUD de estar fraguando


un plan violento para desestabilizar el país en alianza con una potencia extranjera73.
Los sucesos en la Asamblea Nacional siguieron un patrón similar. Su presidente,
Diosdado Cabello, no quiso permitir a los diputados de la oposición que se dirigieran
a la Asamblea si antes no reconocían el triunfo de Maduro. Luego informó a los dipu-
tados de la oposición que presidían comisiones que habían sido destituidos de sus
cargos74. Durante un acalorado intercambio de opiniones en la Asamblea, William
Dávila, del partido opositor Acción Democrática (AD), sufrió una herida grave en la
cabeza cuando lo golpeó un micrófono arrojado desde las filas del gobierno75. Dos
semanas después, media docena de miembros de la oposición fueron físicamente agre-
didos en el recinto de la Asamblea por diputados cercanos al gobierno. Julio Borges
recibió heridas en la cara; María Corina Machado tuvo que someterse a una opera-
ción de tres horas como consecuencia de una fractura de nariz. El gobierno culpó a la
oposición de “provocación”76.
No obstante, existen algunos indicios de que podría predominar una línea más
pragmática e incluyente y que podría haber diálogo. El 7 de mayo, diputados del go-
bierno y de la oposición aprobaron un “pacto de caballeros” sobre la importancia de
evitar actos de violencia en el recinto de la Asamblea, lo que constituyó un primer
paso para una posible normalización de las actividades parlamentarias. En el frente
económico, donde se necesita adoptar con urgencia medidas impopulares, el reem-
plazo del ministro de Finanzas de línea ortodoxa, Jorge Giordani, por el más flexible
Nelson Merentes, y la inesperada aproximación al sector privado por parte del nuevo
ministro de Agricultura, Yván Gil, dan pie a cierto optimismo77. El nombramiento de
un moderado, Calixto Ortega, como encargado de negocios en la embajada de Wash-
ington y el llamado al diálogo con la oposición que hizo el influyente ex vicepresiden-
te José Vicente Rangel también son señales positivas. Si se puede mitigar la pasión
inmediata de las dos partes en torno a los resultados de las elecciones, habrá opor-
tunidades para que los moderados de lado y lado establezcan ese diálogo y empiecen
el proceso de sanación.

72
Ocarina Espinoza “Foro Penal denuncia agresiones graves a detenidos por razones políticas”, El
Universal, 22 de abril de 2013.
73
Alicia de la Rosa, “Maduro: en Venezuela lo que hay es una conspiración”, El Universal, 19 de
abril de 2013. El 25 de abril, el ministro del Interior, general Miguel Rodríguez Torres, anunció el
arresto de Timothy Tracy, un documentalista de los Estados Unidos, aduciendo que era un espía
empeñado en fomentar disturbios en Venezuela como parte de un plan de desestabilización.
74
“Diosdado Cabello destituyó a diputados que no reconocen como Presidente a Maduro”, Caracol
Noticias, 17 de abril de 2013.
75
“William Dávila y Julio Borges fueron agredidos en la AN: sin mediar palabras nos golpearon”,
Noticias 24, 16 de abril de 2013.
76
“La violencia irrumpe en la Asamblea Nacional de Venezuela”, El País Internacional, 1 de mayo
de 2013.
77
Poco después de su nombramiento, Gil asistió a la reunión anual de Fedeagro, la principal orga-
nización agrícola del sector privado, la primera vez que un ministro hace esto desde que Chávez
asumió el poder. Ha dicho que quiere trabajar con los productores privados; los dirigentes de Fe-
deagro han acogido el hecho con agrado.

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
Venezuela: una casa dividida
Crisis Group, Boletín informativo sobre América Latina N°28, 16 de mayo de 2013 Página 15

V. Conclusiones

La naturaleza del régimen instaurado por Hugo Chávez durante los catorce años que
se mantuvo en el poder deja a Venezuela con un cúmulo de serias y delicadas tareas
que deben enfrentarse luego de su intempestiva salida de escena. Ninguno de sus se-
guidores, incluido su sucesor designado Nicolás Maduro, que hace poco asumió la
presidencia, tiene la autoridad para gobernar a Venezuela como lo hizo Chávez. Pero
las instituciones gubernamentales que deberían garantizar una transición sin mayo-
res tropiezos fueron socavadas a tal punto bajo Chávez que ahora parecen incapaces
de actuar autónomamente para cumplir sus funciones constitucionales. La apretada
y controvertida victoria electoral de Maduro lo ha dejado debilitado, no solo en el país
sino dentro del mismo movimiento chavista, justo en el momento en el que se re-
quiere de un gran liderazgo para mantener la unidad del movimiento y hacer frente a
cuestiones económicas, políticas y sociales apremiantes.
Con un país dividido políticamente en dos partes casi iguales, es imposible hacer
política con la exclusión permanente de la otra parte. Chávez se abstuvo de ejercer
una represión en gran escala y fue cauto en mantener espacios democráticos –en los
medios de comunicación, en el parlamento y en las calles– donde la oposición pudie-
ra expresar su desacuerdo. Si el gobierno de Maduro intenta cerrar estos espacios y
obstaculizar una plena y transparente auditoría de los resultados electorales, muchos
percibirán su mandato cada vez más como una imposición, con resultados impre-
visibles que podrían tener consecuencias violentas incluso al interior del gobierno,
debido a contradicciones internas muy difíciles de superar.
Hay indicios aislados de que el gobierno está abierto a un acercamiento más fle-
xible en ciertos ámbitos. Sin embargo, cualquier apertura debe estar acompañada de
medidas concretas que restauren la confianza en las instituciones del país. Si el go-
bierno deja en claro que sus políticas tienen en cuenta a todos los venezolanos y no
solo a sus partidarios, podría avanzar considerablemente en el camino hacia la restau-
ración de la paz social que el país necesita para convivir luego del fin de la era Chávez.
La mayor parte de la comunidad internacional ha sido indiferente o al menos ha
guardado silencio en la evaluación del deterioro de los derechos humanos y el Estado
de Derecho en Venezuela. Debido al interés por proteger cuestiones económicas y tal
vez por un respeto excesivo por los asuntos internos, la profunda polarización que vive
actualmente Venezuela y que representa un claro peligro de violencia política y mayor
inestabilidad sólo ha producido reacciones episódicas y moderadas. Es el momento
de enviar mensajes contundentes, especialmente de socios y vecinos, como Brasil.
Las organizaciones internacionales, como UNASUR y la OEA, deben dar señales claras
de preocupación por la inestabilidad regional. Esto debe incluir un llamado a todas
las partes para que resuelvan pacíficamente los problemas políticos, respetando y
promoviendo la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos.
Caracas/Bogotá/Bruselas, 16 de mayo de 2013

This content downloaded from 190.77.239.49 on Fri, 10 Jun 2022 03:50:13 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms

También podría gustarte