La Libertad Religiosa

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La libertad religiosa

Curso:
Teoría e Ideología del Estado: Organización Política

Examen Individual
Periodo Lectivo:

III Cuatrimestre

Profesor:
Roberto Morales Saénz

Estudiante:
Aaliyah Titus Araya

Cédula:
1 1881 0837
El artículo 75 de la Constitución de Costa Rica establece que el catolicismo es la religión oficial del
país, lo que convierte a Costa Rica en el único estado de América que lo hace.

Al igual que otros temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo, la legalización de la
marihuana, la fertilización in vitro y el aborto, la separación entre la iglesia y el estado es un tema que
a menudo divide a los votantes conservadores y progresistas en Costa Rica.

La libertad religiosa es el término usualmente empleado para sintetizar el derecho a libertad de


conciencia, de religión o de convicciones, expresión que incluye las convicciones teístas, no teístas y
ateas.

En 1981, la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante dicha Declaración, adoptó lo que
hasta ahora es la expresión más completa del derecho a la libertad religiosa o de convicciones en el
ámbito universal (7). Se entiende por “intolerancia y discriminación basadas en la religión o las
convicciones”, toda distinción, exclusión, restricción o preferencia fundada en la religión o en las
convicciones y cuyo fin o efecto sea la abolición o el menoscabo del reconocimiento, el goce o el
ejercicio en pie de igualdad de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Consecuentemente, se establece como regla que nadie será objeto de discriminación por motivos de
religión o convicciones por parte de ningún Estado, institución, grupo de personas o particulares. Así
las cosas, una interpretación global de todos los instrumentos en vigor permite establecer que este
derecho comprende:

– la libertad de tener y conservar la religión o las creencias de la elección de cada uno;


– la libertad de cambiar de religión o de creencias;
– la libertad de manifestar la propia religión o las propias creencias, individual o colectivamente, tanto
en público como en privado;
– la libertad de practicar el culto o de celebrar reuniones en relación con la religión o las convicciones
en lugares para esos fines;
– la libertad de observar días de descanso y de celebrar festividades y ceremonias de conformidad con
los preceptos de una religión o convicción;
– la libertad de fundar y mantener instituciones de beneficencia, humanitarias y de enseñanza;
– la libertad de confeccionar, adquirir y utilizar en cantidad suficiente los artículos y materiales
necesarios para los ritos o costumbres de una religión o convicción así como la de escribir, publicar y
difundir las publicaciones pertinentes;
– la libertad de capacitar, nombrar o elegir los dirigentes que correspondan según las necesidades y
normas de una religión o convicción y de comunicarse con individuos y comunidades en los ámbitos
nacional e internacional;
– el derecho de los padres y, en su caso, de los tutores legales a que sus hijos o pupilos reciban la
educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.

Esta enunciación cumple con la inclusión de la objeción de conciencia, esto es, la posibilidad de alegar
la sustracción a un deber legal con fundamento en la conciencia, las convicciones o la religión, siempre
que ello no suponga afectación de los derechos de terceros (visto en el caso de los funcionarios
públicos que no querían recibir capacitación LGBT)
Teniendo en claro lo que es la libertad religiosa, debemos plantearnos si realmente es beneficiosa para
un estado, para un país.

Tomando en cuenta que libertad religiosa es lo que leímos anteriormente, todo parece señalar que es
realmente beneficioso y que cualquier país debería implementar la libertad religiosa en sus naciones,
sin necesidad de que una religión esté al mando del país o que el país le deba algo a esta, como el
caso de Costa Rica, que es de las pocas naciones que cuentan con un estado confesional, esto quiere
decir que profesa una religión de manera oficial. Lo encontramos en la Constitución Política,
principalmente en el artículo 75, el cual dice lo siguiente: “La Religión Católica, Apostólica, Romana es
la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento, sin impedir el libre ejercicio en la República de
otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a las buenas costumbres.”

De acuerdo con la encuesta Percepción de la población costarricense sobre valores y prácticas


religiosas elaborado por el Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad
Nacional: “El resultado del estudio arrojó que un 49,6 % de la población rechaza que se giren recursos
públicos a las iglesias, mientras que un 44,4 % está a favor. Al preguntarles sobre si la religión debe
guiar la toma de decisiones de los funcionarios públicos como el presidente, diputados, ministros y
políticos el 57,9% respondió negativamente; un 35% contestó estar de acuerdo o totalmente de
acuerdo.” (Córdoba, 2019). Por otro lado, “entre 2010 y 2015, el Gobierno giró ¢3.502 millones a las
temporalidades de la Iglesia católica, según datos del Ministerio de Hacienda, el Gobierno donó ¢148
millones a la arquidiócesis de San José entre 2013 y 2014, para el mantenimiento del archivo histórico
arquidiocesano, esto amparado en la ley 6475 (Cascante, 2019).

Habiendo mencionado estos datos, queda claro que el Estado costarricense gira grandes cantidades
de colones a la religión católica, pudiendo usar este dinero en mejoras en el área de la infraestructura,
educación y salud del país. Ahora bien, analizando más los datos, se observa que la mayoría de la
población está a favor de separar la religión del Estado, principalmente para que las decisiones que
tomen los funcionarios públicos no se basen en las creencias religiosas.

En Costa Rica, todas las personas sin excepción tenemos la obligación de contribuir a una iglesia en
particular, así sea que pertenezcamos a ella o no, ya que constitucionalmente “la Religión Católica,
Apostólica, Romana, es la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento”, lo quiera Ud. o no. Si
bien no pagamos de manera directa, el estado usa fondos públicas para sostener las actividades de
esta iglesia en particular y también le brinda ciertos privilegios como exonerarlos de impuestos sobre
la renta, bienes inmuebles y de pago de servicios municipales. De manera adicional, les han
legitimado su intervención en la educación general y por eso no tuvimos hasta hace poco educación
para la sexualidad, tienen garantizada su intervención en el sistema de salud pública y privada y por
supuesto, que tienen injerencia en políticas públicas sobre de sexualidad y reproducción.

El Estado laico garantizaría el ejercicio de las libertades ciudadanas y los derechos humanos en el
marco de la democracia. Esto se traduce en una sociedad en donde no haya ciudadanas y ciudadanos
de primera y segunda categoría, porque garantiza el ejercicio de las creencias religiosas de todas las
personas siendo éstas obligatorias para nadie más que para quienes decidan seguirlas.
Un Estado laico reconoce, protege y garantiza la libertad de conciencia, la libertad religiosa y de culto
para todas las personas y garantiza la igualdad, y la no discriminación porque reconoce el valor de las
expresiones de esas creencias personales. Es decir, que protege la libertad religiosa, porque toda
persona puede profesar en un Estado laico cualquier creencia ética, religiosa y espiritual pero sin
obligar a toda la población a sufragar los gastos que implica el mantenimiento del culto y sus ministros.

Un Estado laico no significa una sociedad atea o agnóstica, ni mucho menos un Gobierno enemigo de
la religión,significa simplemente que el Estado se compromete como tal a respetar todas las religiones
que profesen los ciudadanos y a no identificarse con ninguna en especial.
Mientras no traten de impedir las creencias y prácticas religiosas de los demás, los ciudadanos son
libres de adoptar la fe y ejercer el culto que les plazca.

Es natural e inevitable que, en un Estado laico, las organizaciones religiosas traten de influir en la
decisión de las leyes, de modo que éstas coincidan con, o reflejen, las convicciones, modos de
conducta y prejuicios que las animan. Y en muchísimos casos esta propensión no es írrita, sino
benéfica, para el funcionamiento de las instituciones democráticas. Pero, en ciertos asuntos, como el
divorcio, el aborto, la eutanasia, los matrimonios entre gays y lesbianas, no lo es y surgen
desavenencias y polémicas. Bienvenidas sean, pues la esencia de una sociedad abierta es el debate y
el constante cuestionamiento de las normas que regulan la marcha de la sociedad en pos de su
mejora.

Conclusiones:

En un Estado laico, todas las personas tenemos derecho a nuestras creencias y a actuar de acuerdo a
éstas siempre y cuando no infrinjan las leyes tal y como está planteado actualmente en el artículo
constitucional 28. Ningún individuo está por fuera de la ley porque pecado y delito son cosas
diferentes. Por eso, un Estado laico no es un Estado ateo ni anticlerical; tampoco está en contra de las
religiones. Un Estado laico simplemente mantiene una neutralidad confesional, no privilegia un credo
religioso particular sobre otros, y más bien garantiza la libertad de culto y de conciencia, a la vez que la
igualdad entre todos los credos. Incorpora dentro de sus valores el respeto, a la diversidad y a la
libertad y por ende garantiza la protección a los derechos humanos sin distinción alguna y por igual
para todos sus habitantes.

Costa Rica debe apostar por un Estado laico, se debe traer la conversación otra vez a la mesa, se
necesita más políticos que estén interesados en apostar por un estado laico, un estado para todos,
donde no se destinen cifras millonarias a una o más religiones.

Se necesita un Estado que ponga en primer lugar a la ciencia, no a un sacerdote o un libro religioso.
Que considere a la evidencia científica su biblia. Que no se deje influenciar por las iglesias en sus
decisiones importantes.
Referencias:

“Estado laico, Religión y Derechos Humanos”. s/f. Larepublica.net. Consultado el 6 de


noviembre de 2022.
https://www.larepublica.net/noticia/estado-laico-religion-y-derechos-humanos.

Llosa, Mario Vargas. 2004. “Europa laica y creyente”. Ediciones EL PAÍS S.L. el 10 de julio de
2004. https://elpais.com/diario/2004/07/11/opinion/1089496806_850215.html.

“Los beneficios económicos y sociales del Estado Laico en Costa Rica”. s/f. Delfino.cr.
Consultado el 6 de noviembre de 2022.
https://delfino.cr/2022/09/beneficios-economicos-y-sociales-economicos-del-estado-lai
co-en-costa-rica.

Wikipedia contributors. s/f. “Artículo 75 de la Constitución de Costa Rica”. Wikipedia, The Free
Encyclopedia.
https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Art%C3%ADculo_75_de_la_Constituci%C3
%B3n_de_Costa_Rica&oldid=142055013.

S/f. Corteidh.or.cr. Consultado el 6 de noviembre de 2022. https://www.corteidh.or.cr/tablas/r31648.pdf.

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