Con Respecto A La Expropiación

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Con respecto a la expropiación, podemos ver que la Constitución establece lo siguiente:

- Que se realiza exclusivamente por causa seguridad nacional o necesidad pública;

- Que se aprueba por ley del Congreso;

- Que únicamente se ejecuta cuando el Estado haya pagado un justiprecio (“indemnización


justipreciada”) al propietario; y

- Que, ante desacuerdo por el justiprecio, el propietario expropiado puede acudir al Poder Judicial.

Veamos ahora en qué consisten la seguridad nacional y la necesidad pública.

-Seguridad nacional. -

Es un concepto vinculado con la defensa del orden interno y externo del país. Según Gonzales
Barrón, “la expropiación por esta causa se justifica solo cuando la privación del derecho de
propiedad coadyuve directamente a mantener la defensa nacional”. Por ejemplo, si el Perú le
declara la guerra a un país vecino y la expropiación de una fábrica de armas ayuda a la seguridad
nacional, el Congreso podría aprobar la expropiación de dicha fábrica.

-Necesidad publica. -

De acuerdo con Víctor García Toma, ex presidente del Tribunal Constitucional, este concepto
consiste en las “medidas que redunden en beneficio, ventaja o utilidad a favor de la ciudadanía;
por ejemplo, la realización de obras públicas”.

De acuerdo con la Constitución, las entidades del Estado que desean expropiar una propiedad no
pueden hacerlo solo porque consideren que existe una situación de seguridad nacional o
necesidad pública. El único poder del Estado que puede determinar cuándo se cumplen estas
circunstancias es el Congreso de la República. Por ello, para expropiar es necesario que
previamente haya entrado en vigencia una ley aprobada por el Congreso de la República.
Cualquier expropiacion que no cumpla estos requisitos sería inconstitucional.

Ahora bien, la Constitución también establece que, para que se pueda realizar la expropiación,
debe pagarse previamente un justiprecio.

Veamos el proceso de expropiación con un ejemplo:

Supongamos que el Sujeto Activo es el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) y el Sujeto


Pasivo es el propietario de un terreno de 24 hectáreas en el campo. El Minagri necesita este
terreno para una importante obra de infraestructura.

Dentro de los 15 días hábiles siguientes al rechazo de la oferta de adquisición, o al vencimiento del
plazo para comunicar la decisión de aceptar o rechazar la oferta de adquisición (también de 15), el
Minagri expide una norma que aprueba la ejecución de la expropiación del bien inmueble y el
valor de la tasación del mismo.
El Minagri, antes de emitir la norma mediante la que ejecutará la expropiación, debe contar en su
presupuesto institucional con el dinero para pagar el valor de la tasación, esto es, el justiprecio. La
normativa establece que se debe pagar al propietario el valor de la tasación dentro de los 10 días
hábiles siguientes a la emisión de la norma que aprueba la ejecución expropiación (en este caso, la
resolución ministerial).

El Minagri y el propietario pueden convenir la forma y fecha de entrega del terreno materia de la
expropiación. Dicha entrega se realiza antes de los 10 días hábiles siguientes de notificada la
norma de ejecución de la expropiación, si el terreno está desocupado; o antes de 30 días hábiles,
si el terreno está ocupado o en uso. En este último caso, si el propietario no entrega el terreno tras
los 30 días hábiles, se inicia un procedimiento de ejecución coactiva para que el Minagri tome de
posesión del mismo. La ejecución coactiva es el procedimiento mediante el que las entidades
públicas obligan, a través de acciones coercitivas, a los administrados a cumplir con obligaciones
dispuestas por la ley. El plazo señalado puede ser incrementado hasta 60 días, solo cuando por la
actividad económica que se realice sobre el predio se necesite alguna autorización o habilitación
administrativa para culminar dicha actividad.

Según el artículo 32 del Decreto Legislativo No. 1192, la norma que aprueba la ejecución de la
expropiación es inimpugnable. Esto significa que el Sujeto Pasivo no puede, ni judicial ni
arbitralmente, oponerse a la norma que aprueba la ejecución de la expropiación de su propiedad,
a menos que esta norma sea inconstitucional. Al respecto, el Tribunal Constitucional señala que:

“ la expropiación no es un acto voluntario en el que las partes se ponen de acuerdo para ceder un
bien con el objeto de que exista un beneficio para ambas partes, sino un acto estatal que
constituye una imposición al propietario de un inmueble para determinados fines,
correspondiéndole por dicho acto realizar un pago que propiamente constituye una indemnización
por la imposición que se le realiza al propietario.”

Ahora bien, hay tres razones por las que alguien puede oponerse a una expropiación a través del
Poder Judicial o un arbitraje. Estas causales, sin embargo, no suspenden el procedimiento de
expropiación, ni la inscripción del dominio a favor del beneficiario ni el procedimiento de
ejecución coactiva. Solo permiten modificar los términos de la expropiación. Estas se encuentran
reguladas en el artículo 34 del Decreto Legislativo No. 1192, y son las siguientes:

1. Revisión del valor de tasación del bien inmueble objeto de expropiación. - En este ejemplo, el
cuestionamiento se daría en caso de que el propietario no esté de acuerdo con el justiprecio que
el Minagri le va a abonar al expropiarlo.

2. La solicitud de expropiación total del inmueble. - Solo cuando el Sujeto Activo realiza una
expropiación parcial, y el remanente del bien inmueble que no es afectado por esta sufre una
desvalorización real o queda inutilizado para los fines que tenía antes de la expropiación parcial.
Por ejemplo, imaginemos que el Estado pretendiera expropiar solo la mitad de un estadio, a pesar
de que esta acción desvalorice al recinto deportivo, ya que no se podrían seguir jugando partidos
de fútbol. En este caso, la persona expropiada puede solicitar la expropiación total del estadio.
3. Las duplicidades de partidas. - La duplicidad de partidas se da cuando existe más de una partida
registral para el mismo inmueble. Una partida registral, o partida electrónica, es un documento
emitido por los Registros Públicos en el que se detallan, entre otras cosas, las dimensiones del
inmueble y la titularidad del mismo, es decir, quién o quiénes son los propietarios. Por ejemplo, en
la partida electrónica de una casa, figura quiénes son y quiénes fueron sus propietarios, cuántos
metros cuadrados tiene, así como varios aspectos más del inmueble.

La posibilidad de realizar estos tres cuestionamientos caduca a los dos años contados desde la
fecha del pago de la indemnización justipreciada. Por último, que el propietario cobre el
justiprecio implica que está dando su consentimiento y conformidad acerca del valor de la
tasación aprobada por el sujeto activo.

Enfoque Critico del proceso de la Expropiación:

Vemos, que el régimen legal actual de la expropiación vigente en nuestro país tiene varios
defectos, que parten de una concepción constitucional híper protectora del derecho de propiedad,
la cual no es compatible con la búsqueda del bienestar general y del desarrollo del país. A nuestro
modo de ver las cosas, creemos que la regulación constitucional y legal de la expropiación puede
ser mejorada en nuestro país, mediante ciertas modificaciones necesarias para, de un lado, dar
operatividad a las expropiaciones necesarias para el desarrollo de la infraestructura del país, pero
también, de otro lado, proteger los derechos fundamentales y garantías de los propietarios
afectados.

El DL 1192 ha sido claro al señalar que se entiende como objeto de la expropiación a todos los
bienes inmuebles de dominio privado92. A diferencia de otros ordenamientos que recogen una
concepción amplia de la expropiación forzosa previendo la posibilidad de expropiar bienes
muebles, derechos e intereses legítimos, la evolución expansiva de dicho concepto le ha sido ajena
al legislador peruano, quien ha optado por enfocar su tutela únicamente cuando se produce la
pérdida total del título de propiedad sobre un bien inmueble.

El Decreto no reconoce el actual y cada vez mayor rol regulador del Estado, el cual se manifiesta
en diferentes técnicas de intervención pública sobre la propiedad y frente a las cuales se requiere
brindar tutela al administrado. Como consecuencia de ello, este nuevo régimen desconoce que la
garantía patrimonial del administrado no sólo está consagrada para un caso particular de
perjuicios patrimoniales como es el despojo de bienes inmuebles, sino para todos los demás
supuestos que suponen un despojo, aun cuando dicho daño no implique necesariamente la
pérdida de la titularidad sobre un bien inmueble.

Habiendo estudiado la regulación de la expropiación forzosa en el ordenamiento peruano, se debe


concluir que, del espacio general de intervención pública en la esfera patrimonial de los
administrados, la expropiación protege únicamente lo referido al despojo deliberado del dominio
privado sobre los bienes inmuebles. Es decir, el DL 1192 recoge la descripción “clásica” de la
expropiación forzosa, entendida ésta en el sentido de que únicamente pueden ser objeto de
expropiación los bienes inmuebles, mas no otros derechos patrimoniales e intereses legítimos.
Esto, desde luego, no sería una cuestión trascendente, si el otro régimen de protección
patrimonial del administrado la responsabilidad patrimonial de la Administración Pública llamado
a suplir y tutelar los vacíos del régimen de expropiación forzosa, cumpliera exitosamente esta
tarea. Lamentablemente, el régimen de responsabilidad patrimonial de la Administración en el
Perú está incluso más necesitado de reforma que el nuevo marco de expropiaciones introducido
por el DL 1192.

Recomendaciones:

_ Creemos que es necesario modificar la Constitución para, primero, posibilitar la declaración de


expropiación por vía administrativa para casos de urgencia; y, en segundo lugar, ampliar las causas
de expropiación a supuestos de utilidad pública (vinculado a obras públicas) e interés social
(vinculado a desarrollos urbanísticos o de vivienda).

_ En segundo lugar, desarrollar mejor aún la cláusula constitucional para centrarse, en lugar del
justiprecio, en que el Estado tiene la obligación de pagar al afectado el valor de sustitución de la
cosa a precios de mercado. No basta una tasación hecha por una autoridad administrativa: el
Estado tiene que pagar a precios de mercado y, además, pagar las eventuales indemnizaciones
que correspondan derivadas de la privación del bien. Aquí no aplica una “solidaridad” con la
mayoría, sino que el Estado tiene que respetar los derechos fundamentales: si hace, que pague y
que responda lo que tiene que pagar.

_ Luego de ello, es necesario ampliar el objeto de la expropiación: ésta no sólo es privación de


bienes inmuebles, sino que la ley expropiatoria debe proteger toda forma de propiedad, sea
inmueble, mueble, intelectual, creada por ley, acto administrativo o contrato, etcétera. La idea es
proteger toda forma de propiedad o titularidad patrimonial creada bajo el amparo de la ley, lo cual
viene reconocido desde la Constitución. La ley expropiatoria debe contemplar un objeto amplio
para proteger al privado de toda forma de privación de su propiedad por parte del Estado. La idea
es avanzar, no retroceder, en la protección de la propiedad privada. Nuestras normas recogen una
visión decimonónica idealizada de la expropiación, que ya no se corresponde con la realidad. La
realidad impone la necesidad de dejar al Estado que expropie de manera simple, pero eso sí:
respetando los procedimientos y, sobre todo, pagando, previamente y en efectivo, el valor de
mercado del bien expropiado y compensando los perjuicios que cause el acto expropiatorio.

_ El DL 1192, en lugar de mejorar la regulación de la expropiación, la ha empeorado: ha


disminuido las garantías del afectado; lesiona el derecho a la tutela judicial efectiva y a la defensa
del administrado frente a la expropiación; le somete a un procedimiento administrativo de
ejecución coactiva para desocupar un bien, desviando al propietario de la jurisdicción; y, además,
permite una tasación y determinación del justiprecio mediante una entidad administrativa o
tasadores cualesquiera, cuando, en realidad, lo lógico es acudir a tasadores privados o a empresas
inmobiliarias que pueden determinar con certeza el valor de mercado de la propiedad. Nuestro
esquema, basado en peritos determinados y pagados por la autoridad administrativa, sin
participación del afectado, es perverso y además genera nulos incentivos para la compensación
efectiva e integral.
_ En tal sentido, se impone repensar el diseño del sistema expropiatorio desde la Constitución,
hasta su ley reguladora, a fin de posibilitar la eficacia del instituto. Hasta ahora, creemos que no
funciona, y la solución no está en “administrativizarlo” en forma negativa, sino, por el contrario,
está en pagar adecuadamente. Que el Estado haga, pero que responda, como decía Hauriou .

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